¡Luchar para democratizar, Democratizar para ganar! Seguramente más de una vez habrás escuchado la palabra democratización. La habrás visto en algún volante, en más de un cartel cuando entras a la facu, o junto a una denuncia de lo antidemocrático que es el cogobierno. Con suerte la escuchaste en una asamblea y además en una de tantas pasadas por cursos. Desde El Viejo Topo CAUCE creemos que más allá de “agitar” tal o cual consigna o presentar diversas ecuaciones de la composición de claustros de los órganos de cogobierno que dirigen la Facultad, es importante contarte qué entendemos por democratización y en qué supuestos se asientan las formas de elección y decisión en nuestra “alta casa de estudios”. A pocos días de las elecciones en la Facultad de Ciencias Sociales es de suma importancia considerar algunos aspectos respecto del resultado de las consultas a directores de carreras (sí, ese nombre institucional que recibe el tipo de elección actual en el que votamos a las autoridades de las carreras). ¿Por qué volvemos una y otra vez sobre esto? Ante todo, no podemos dejar pasar el hecho de que en los resultados de la elección de cuatro de las cinco carreras de la Facultad haya resultado ganador un/a candidatx que no fue el más votado por sus electores en términos de votos absolutos (Sociología, Comunicación, Ciencia Política y Relaciones del Trabajo). Si bien no es la primera vez que asume un director de carrera no ganador, la simultaneidad de esta situación en cuatro carreras y la magnitud de la diferencia entre los votos absolutos y los votos “ponderados” vuelven a poner en evidencia los arreglos institucionales vigentes para la elección de las autoridades y la necesidad urgente de una reforma de la ciudadanía política de nuestra la Universidad. Pero… ¿De dónde salió el famoso “voto ponderado”? Ya pasaron diez años de la reforma del sistema de elección de los directores de carrera de nuestra Facultad. Esta reforma surgió como respuesta al proceso de democratización y movilización en torno a la elección directa que se desarrolló en la carrera de Sociología a partir del año 2002, bajo el clima de manifestación popular que había estallado el 19 y 20 de diciembre de 2001. Este proceso revolucionó no sólo a lxs estudiantes que tuvieron una actuación protagónica, sino que también involucró al conjunto de la comunidad académica mediante la organización de masivas asambleas inter-claustros y la Comisión de Sociología, herramientas fundamentales que sirvieron de espacios de elaboración colectiva para dirigir la carrera. En ese momento, como El Viejo Topo participamos de la alianza que ganó la elección por sufragio directo (1 persona = 1 voto) y dirigió la carrera llevando al “Chipi” Castillo como candidato a director. Bajo un espíritu profundamente democrático, y entendiendo que la democracia va más allá del mero acto de elegir representantes, nos subordinamos al mandato de los espacios de base para dirigir la carrera. Este proceso nos legó debates muy ricos y un triste final (la intervención de la carrera por parte del Rectorado de la UBA para “poner orden” a las estructuras institucionales), sin embargo tuvo sus consecuencias para toda la Facultad (para un balance completo del proceso de democratización consultar la revista Sociólog@s Para Qué? nº12, publicación de El Viejo Topo) A partir de ello, el Consejo Directivo emite la Resolución 1831/03 que amplía el espectro de docentes que pueden aspirar a la dirección de la carrera y reglamenta la elección directa bajo el sistema de “voto ponderado” de lxs candidatos a directores. Esta reforma fue sustancial, tanto porque evidenció la relación entre los procesos de movilización social y de reforma política; porque posibilitó una participación electoral en aumento de lxs miembrxs de la comunidad académica en la elección de sus autoridades y porque colaboró en una mayor transparencia acerca del apoyo de los diferentes claustros a la autoridad propuesta visibilizando y limitando los arreglos entre cúpulas. Es así como, las carreras de la Facultad de Ciencias Sociales, se inscriben dentro de las instituciones universitarias que votan sus autoridades por voto directo (sin que ello haya repercutido en un cambio de la forma de elección global de las principales autoridades en la Facultad ni de la UBA). Cabe decir que esta modalidad ya fue implementada en universidades de varias provincias de nuestro país. Aún así, las limitaciones de esta forma de “consulta directa y ponderada” se observan continuamente en las formas que asume el cogobierno universitario, tornando muy difícil la posibilidad de imprimir una direccionalidad alternativa a los espacios institucionales en los que día a día se toman las decisiones que hacen a nuestra formación y al conocimiento que se produce en nuestra universidad.
EL
Viejo Topo