ENCUENTRO NACIONAL DE PASTORES Y OBREROS REGIÓN BUENOS AIRES 25 y 26 de Mayo, 2012
EL OBRERO, LA OBRA Y EL ESPÍRITU SANTO Jorge Himitian
Primera Parte
I. Breve repaso de la propuesta que presentamos en el Encuentro Regional del 2009:
PROYECTO 2020 Plantar una comunidad de discípulos en todas las localidades del país
1. FUNDAMENTOS BÍBLICOS DE ESTA PROPUESTA: • • • •
Mateo 28.18-20 Marcos 16.15-18 Lucas 24.47 Hechos 1.8
2. LOS MODELOS BÍBLICOS QUE INSPIRAN ESTE PROYECTO • •
El ejemplo de Jesús, Mateo 9.35: “Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas…” El ejemplo del apóstol Pablo, Romanos 15.18-19: “…desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo”
3. LA PROPUESTA CONCRETA Plantar una comunidad de discípulos en cada localidad del país con más de 1000 habitantes, hasta diciembre del año 2020. Hemos dicho que en Argentina hay unas 1390 ciudades o pueblos con más de 1000 habitantes. Nuestra meta de fe y oración es abrir una obra en cada una de esas localidades. 4. EL PRINCIPIO DE LA MULTIPLICACIÓN Este es el principio clave para nuestro desarrollo.
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Debemos apuntar a la multiplicación de: discípulos, discipuladores, obreros, pastores, grupo de discípulos, congregaciones, ciudades, pueblos, provincias, naciones. Todo se tiene que multiplicar… 5. LA REPARTICIÓN DEL TERRITORIO ARGENTINO Tomando el ejemplo de la repartición de la tierra prometida por Josué, hemos sugerido que debemos repartirnos este país, según la situación geográfica que a cada uno nos haya tocado. Por ejemplo: Amén de las puertas que el Señor esté abriendo cualquier punto del país o del extranjero, nosotros como región Buenos Aires somos los primeros responsables de abrir obra en cada una de las localidades de la Provincia de Buenos Aires. Fuera del Gran Buenos Aires hay alrededor de 106 partidos con 230 ciudades y pueblos con más de 1000 habitantes. Debemos repartirnos esos partidos entre todos y desarrollar una acción concreta bajo la guía e inspiración del Espíritu Santo, para que de aquí hasta Diciembre del 2020, podamos alcanzar nuestra primera meta. Otro ejemplo: Los de Entre Ríos deben hacer lo mismo con su provincia, donde hay 18 partidos con 66 ciudades y pueblos con más de 1000 habitantes. 6. LA VISIÓN Debemos establecer la visión en forma simple, transmitirla de un modo convincente a todos los hermanos, repetirla regularmente, celebrar sus avances, y acogerla personalmente. 7. LA ESTRATEGIA Señalamos los tres motores de la estrategia. • La evangelización local (Mediante los equipos de dos ó tres) • La plantación de iglesias en otras localidades • La formación de obreros Hay otro motor que es fundamental en esta estrategia que es el discipulado. No lo habíamos mencionado explícitamente pues lo dábamos por hecho, pero es bueno reafirmarlo pues sin ese motor ninguno de los otros tres podrían funcionar debidamente. De modo que en realidad serían cuatro los motores o las directrices de la estrategia. • El discipulado • La evangelización local (Mediante los equipos de dos ó tres) • La plantación de iglesias en otras localidades • La formación de obreros
II. Algunas sugerencias prácticas 1. La carpeta del 2009: “PROYECTO 2020” Es muy importante que, desde los pastores en adelante, tomemos la carpeta que entregamos en el Encuentro del 2009, la estudiemos detenidamente, y hagamos de sus propuestas nuestro plan de trabajo para los próximos años. La carpeta 2
debe ser nuestro Manual de Trabajo, y en base a ella cada presbiterio elaborar EN ORACIÓN un PLAN Y PROGRAMA DE ACCIÓN. 2. Los próximos 9 años Hasta el Diciembre del 2020 tenemos casi 9 años. Propongo que trabajemos en tres ciclos de 3 años: 2012 2013 2014
2015 2016 2017
2018 2019 2020
Debemos correr con paciencia la carrera que tenemos por delante (Hebreos 12.1) Por ejemplo: - Si cada congregación de las que tienen más de 50 ó 60 miembros (unas 120 en el país), en los próximos tres años plantara una comunidad de discípulos en dos localidades nuevas del país. Para Diciembre del 2014 tendríamos obra en 240 ciudades o pueblos más, sumadas a las 340 congregaciones que ya somos en el país, llegaríamos a unas 580 localidades. - Si en el segundo ciclo de tres años, unas 200 congregaciones de las 580 hiciéramos lo mismo, llegaríamos a 400 localidades más. Para diciembre del 2017 tendríamos (580 + 400) cerca de 1.000 congregaciones. - Si para el tercer ciclo unas 300 congregaciones de las 1.000 abrieran 2 localidades nuevas, para diciembre del 2020 ya estaríamos superando nuestra meta ampliamente (600 nuevas + 1000). Estos números son simplemente a título de ejemplos para que nos ayuden a abrir nuestras mentes a fin de que vislumbremos que si cada congregación se esfuerza en hacer un poco en forma constante, es muy notorio como podemos avanzar. 3. Nuevos pastores y obreros Sugerimos a cada pastor levantar por lo menos uno, dos o tres pastores nuevos cada tres años. Para ello es necesario que cada uno de nosotros los pastores nos aboquemos a lo siguiente: -
Oremos intensamente al Señor de la mies que envíe obreros a la mies. Descubramos, bajo la guía del Espíritu y por nuestro conocimiento de cada discípulo, quienes son los que tienen una verdadera vocación pastoral. Concentrémonos en la formación ministerial y espiritual de ellos en forma más intensiva. Entrenémoslos y démosles oportunidades de ministrar, predicar. Llevémoslos con nosotros en nuestras actividades y viajes ministeriales. Brindémosles espacio donde ejercer y desarrollar sus dones. Ayudémoslos en la formación de su carácter y en su desarrollo integral. Asignémosles responsabilidades ministeriales cada vez más importantes.
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Si hoy somos unos 180 pastores en el país, en tres años podríamos duplicar esa cifra. Y así sucesivamente.
Segunda Parte
Además de lo expuesto hasta aquí, ¿Qué necesitamos para que este proyecto funcione vigorosamente y alcancemos la meta que nos hemos propuesto? La respuesta es:
¡FUEGO! Y esta respuesta está bien relacionado con el lema de este Encuentro:
“El obrero, la obra y el Espíritu Santo” Juan el Bautista lo preanunció. Al referirse a Jesús dijo: “Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego” (Mateo 3.11). EL FUEGO es lo que hace andar la locomotora, ya sea a carbón o diesel. Es lo que hace andar a los automóviles, a los aviones… Es lo que hace funcionar la caldera y hace posible que se motorice toda una planta industrial. Toda la ingeniería de la locomotora, del avión, del auto, o de la fábrica puede estar perfectamente diseñada, y todo estar bien ensamblado, pero si no hay fuego nada funciona. ¡Necesitamos FUEGO! Éxodo 3.1-10: 1Apacentando
Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. 2Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. 4 Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. 5 Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. 6 Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios. 7 Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, 4
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he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo. 9 El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. 10 Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel. Ese fuego es la presencia de Dios, ese fuego es Dios. La zarza era Moisés. Y podemos ser cualquiera de nosotros. Era muy común en el desierto árido, seco y rutinario, ver de repente que una zarza se prenda fuego. Pero lo que atrajo la atención de Moisés es que “la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía”. A los 80 años de edad, Moisés, después de 40 años de una vida seca, árida y rutinaria al tener este encuentro con Dios se encendió con el fuego de la presencia de Dios, y nunca se apagó por el resto de su vida. Murió a los 120 años de edad. Hace 55 años tuve mi encuentro personal con Dios, y desde entonces este fuego, a veces con más intensidad y otras con menos, -por la pura gracia y misericordia de Dios- nunca se apagó en mi corazón. 1. EL FUEGO DE LA PASIÓN POR DIOS ¿De dónde proviene esa pasión, ese fuego? •
De una experiencia personal con Dios ¡Moisés, Moisés!… Heme aquí… Quita tu calzado… Yo soy el Dios de tus padres… He visto… he oído… he descendido… Ven, por tanto, ahora, y te enviaré… [Mi conversión. Reuniones todas las noches por 6 meses. Post-reunión de oración hasta pasada la medianoche. A esa hora salíamos a las calles y a los bares a buscar a los perdidos].
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De su amor que es fuego en nuestro corazón. - Nosotros le amamos a él porque él nos amó primero. “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 4.10). - Nuestro amor hacia él no proviene de nosotros, “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5.5). [La visión de Cristo crucificado. A los pocos meses de mi conversión] [Mis primeras predicaciones] 5
- Su amor es fuego inextinguible en nuestro corazón. “Fuerte es el amor, como la muerte, y tenaz la pasión, como el sepulcro. Como llama divina es el fuego ardiente del amor. Ni las muchas aguas pueden apagarlo, ni los ríos pueden extinguirlo. Si alguien ofreciera todas sus riquezas a cambio del amor, sólo conseguiría el desprecio” (Cantares 8.6-7). Ese fuego nos hace hombres y mujeres apasionados por Dios. Ese fuego hace que nuestro corazón sea una brasa encendida al rojo vivo que arde con el amor de Dios, y con el amor a Dios. Es muy fácil amarlo con todo nuestro corazón, y con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas. Es fácil amarlo más que a padre, madre, esposa e hijos, y aún… más que a uno mismo. [A los 18 años de edad, oí la voz del Señor llamándome (Tuve que dejar la Facultad de Ingeniería)] Esa pasión por Dios hace fácil negarnos a nosotros mismos, abrazar la cruz, renunciar a todo lo que poseemos, consagrarnos a Dios y a su servicio. Hace fácil decir como Pablo: “Lejos esté de mí gloriarme sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo (Gál. 6.14). Esa pasión por Dios nos lleva a declarar: “De ninguna cosa hago caso, ni estimo mi vida preciosa para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio de la gracia de Dios (Hechos 20.24). [El bautismo del Espíritu Santo] [Encuentro diario con Dios y su Palabra vivificada por el Espíritu]. •
Esa pasión y amor por Dios nos hace amar lo que Dios ama. “De tal manera amó Dios al mundo…” (Juan 3.16). Experimentar, sentir lo que Dios siente por los perdidos; y nos lleva a querer hacer lo máximo posible por llevar la salvación a los que no tienen al Señor. La pasión por Dios inevitablemente nos llevará a experimentar otro aspecto del fuego: LA COMPASIÓN POR LOS PERDIDOS.
2. EL FUEGO DE LA COMPASIÓN POR LOS PERDIDOS Más allá de los pasajes ya conocidos sobre la compasión de Jesús por los perdidos, como Mateo 9.35-38, y otros. Permítanme llevarlos a un texto que ha quebrantado últimamente mi corazón. Romanos 8.19-22 (B.A.): Porque el anhelo profundo de la creación (humanidad) es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios. Porque la creación (humanidad) fue sometida a vanidad, no de su propia voluntad, sino por causa de aquel que la sometió, en la esperanza de que la creación (humanidad) misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios. Pues sabemos que la 6
creación (humanidad) entera a una gime y sufre dolores de parto hasta ahora… El mundo está mal. Muy mal. Hay mucho dolor en todas partes. La humanidad gime a una y sufre dolores de parto. Hay sufrimientos inimaginables en el mundo. A pesar de la abundante información internacional que recibimos por los medios masivos de comunicación, para nosotros es imposible conocer todo el dolor y el sufrimiento que existe en el mundo. Sin embargo, Dios lo ve todo. Él percibe el dolor de cada criatura en cada rincón del planeta, y se conduele con cada uno. Dios llora. Sufre con cada uno de los que sufren… ¡Oh, si supieran cuánto los ama Dios! La creación -se podría leer la humanidad- vive en esclavitud. Se ha corrompido, y es esclava de su propia corrupción. La corrupción está presente en todos los niveles y esferas de la sociedad, y somete a los pueblos al dolor y al sufrimiento con injusticias de toda índole. Pero este texto, que tan dramáticamente describe el estado de la sociedad, señala a la vez, una esperanza. La esperanza ignota y sub-conciente que, en medio de tanto dolor, subyace aún en el corazón de los hombres: el anhelo profundo de la humanidad es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios. Nos están esperando a nosotros, están aguardando ansiosamente la manifestación de los hijos de Dios. Alguien debe interpretar sus gemidos indecibles. Alguien debe interpretar sus gemidos. Los gemidos de las niñas violadas por sus padrastros; de las mujeres golpeadas por sus maridos o por su pareja; de los inmigrantes engañados y explotados; de las mujeres que se prostituyen para llevar pan a sus hijos; de las madres que ven a sus hijos morir por el flagelo de las drogas; de los jóvenes sin trabajo ni futuro; de los pueblos bombardeados y masacrados por la locura de las guerras; de los secuestrados, torturados, violados y abusados; de los inocentes condenados por jueces corruptos; de aquellos que están solos en el mundo; de los que se acuestan con hambre cada noche; de los que están tan destruidos que ni tienen fuerzas para llorar; de los que se retuercen de dolor en el lecho de algún hospital; de los oprimidos por el diablo… La lista de los que gimen es interminable. Todos ellos, como si hablaran en lenguas que ni ellos entienden- nos están diciendo (y permítanme interpretar sus gemidos indecibles): “¡Hey, ustedes, los hijos de Dios, qué están esperando! ¿No son ustedes la iglesia? ¿No son la luz del mundo? ¿No ha sido derramado el amor de Dios en sus corazones? ¿No son los poseedores de la verdad que nos puede hacer libres? ¿No son los que tienen la solución para nuestros problemas? Nosotros, esclavos de la corrupción, estamos anhelando profundamente que nos saquen de la esclavitud de nuestra corrupción y nos conduzcan a la libertad gloriosa de los hijos de Dios ¿Qué están esperando? ¿Por qué no dejan sus pequeñeces y sus entretenimientos religiosos y se lanzan por completo a la misión a la que fueron llamados a favor de esta humanidad sufriente?” El texto sagrado revela que “el anhelo profundo de la creación es aguardar ansiosamente la revelación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sometida a vanidad, no de su propia voluntad, sino por causa de aquel que la sometió, en la 7
esperanza de que la creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios. El cuadro actual de la humanidad no es su cuadro final. La creación fue sometida a la vanidad en la esperanza de que será liberada de la esclavitud de corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios. ¡Es urgente! El mundo está mal. No tiene la solución; no tiene la medicina para curarse de su propia corrupción, egoísmo, avaricia, injusticia y mentira. La única solución es el reino de Dios. ¿Qué están esperando? Que tú y yo nos manifestemos. Están anhelando profundamente la manifestación de los hijos de Dios. Sin saberlo ellos nos están esperando a nosotros, porque en nosotros está Dios. “Es Cristo en vosotros la esperanza de gloria (Colos. 1.27). Lo que hará que nos lancemos decididamente a cumplir nuestra misión en el mundo es el fuego de la PASIÓN POR DIOS y LA COMPASIÓN POR LOS PERDIDOS. 3. EL FUEGO DE LA CONVICCIÓN Jesús resucitado reunió a los suyos en el Monte de Galilea, y declaró palabras que jamás persona alguna pronunció en este mundo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. (Mateo 28.18-20) Detrás de estas palabras podemos entender que Jesús tenía la convicción absoluta de que él es la única y total solución para todos los problemas de la humanidad. Por lo tanto, antes de su ascensión, encomienda a sus discípulos la gran misión de llevar esa solución a todos, al decirles: “Vayan y hagan discípulos a todas las personas de todas las naciones y de todas las generaciones… y yo les aseguro que estaré con ustedes hasta el fin”. Estos sencillos galileos, hombres sin muchas letras y de tierra adentro, después de ser llenos del Espíritu Santo, se lanzaron a esta tarea en medio de un mundo totalmente adverso. Después de unos 250 años había en el Imperio Romano grandes regiones en las que más de la mitad de la población eran seguidores de Jesús; a tal punto que el mismo Emperador de Roma, Constantino, en el año 311 se convirtió y estableció el cristianismo como la religión oficial del Imperio. ¿Cómo lograron semejante crecimiento? No tenían los adelantos que hoy tenemos: Imprenta, radio, TV, autos, aviones, teléfonos, celulares, computadoras, Internet, etc. ¿Qué es lo que tenían? 8
A mi entender, tenían la fuerza y el fuego de la convicción absoluta de que Jesús es la única y total solución para todos los hombres de todas las naciones. ¿Tenemos nosotros la misma convicción? ¿Estamos absolutamente convencidos de que Jesús es la única y total solución para todos los habitantes de Argentina y de todos los países del mundo? Necesitamos arder con esta convicción y fe. Necesitamos en la comunión con Dios y su Palabra reencendernos cada día con esa convicción. Esta convicción nos llevará, al igual que los cristianos de los primeros siglos, a que nada nos importe sino el hacer discípulos a todas las personas de todas las naciones de la tierra. Esta convicción nos hará ir a cada pueblo y rincón de nuestro país y del mundo -sin importarnos costo ni sacrificio- a plantar una comunidad de discípulos, con la confianza que esos discípulos se reproducirán hasta que toda la tierra sea llena del conocimiento de la gloria de Dios como las aguas cubren el mar. 4. LA PERSISTENCIA … la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía (Éxodo 3.2) Los entusiasmos humanos duran un tiempo y luego se apagan. Pero el amor (ágape) nunca deja de ser (1 Cor.13.8). Permítanme contarles una historia personal. Hace unos 35 años, un grupo de unos 25 pastores del “Movimiento” nos fuimos tres o cuatro días a una casa quinta en el Parque Leloir, en la Zona Oeste de Buenos Aires, para tener un retiro espiritual. La casa tenia un hermoso parque de unos 7.000 metros cuadrados. Pero nos tocaron días lluviosos y fríos. Y cuando no llovía había tal humedad que casi no se podía estar afuera. Una noche Iván Baker y yo nos propusimos encender una fogata. Fue en vano. No encontramos una sola ramita seca. Toda hoja, pajita, maderita o ramita estaban mojadas. Buscamos papel de diario en el interior de la casa, y no encontramos nada; absolutamente nada. Encontramos algunas pajitas y ramitas un poco más secas debajo de algunos troncos gruesos, pero no había caso. Cada vez que encendíamos algunos fósforos, y algunas ramitas, volvían a apagarse. Nuestros amigos pastores nos decían: “Mal día eligieron para encender el fuego… y cosas por el estilo”. Persistimos, persistimos y persistimos… (Y para abreviar la historia), después de una hora o más el fuego comenzó a encenderse definitivamente. Después de unos 45 minutos los grandes troncos estaban ardiendo en la fogata. Y todos los pastores disfrutando alredor del fuego hasta altas horas de la noche, orando, cantando y compartiendo del Señor. Esa experiencia para Iván y para mi fue una parábola que nos marcó definitivamente.
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Si dos se pusieren de acuerdo, no importa la dificultad, no importa los comentarios negativos, no importa el tiempo que lleve, si dos… se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieran, les será hecho por mi Padre que está en los cielos (Mateo 18.19). Aquí somos más que dos. Necesitamos ponernos de acuerdo y persistir hasta que el fuego se encienda en cada vida y congregación, y persistir para que el fuego siga ardiendo hasta lograr el objetivo de Dios: que la tierra sea llena del conocimiento de su gloria. Amén. ¿Qué es lo que apaga el fuego? A principio de mayo nos visitó el pastor Sergio Franco de Brasil, y al final de su mensaje, en Condarco, hizo un sencillo experimento. Encendió una vela, la que ardía muy bien, y luego le puso un vaso de vidrio boca abajo sobre la vela. En pocos segundos el fuego se apagó. ¿Cuál fue la causa? El fuego para seguir ardiendo necesita oxígeno. Muchos de nosotros y de nuestras congregaciones corremos el riesgo de parecernos a esa vela. Estamos encerrados en nuestras reuniones, en medio de cuatro paredes. Las reuniones son lindas, todo parece ir bien, pero en muchos casos el fuego se ha apagado. ¡Necesitamos una revolución! Necesitamos salir de las cuatro paredes. Necesitamos ser como la iglesia de los primeros tiempos: ser la iglesia de la calle y de las casas; la iglesia de la plaza y de los barrios; la iglesia que está cerca de la gente. Necesitamos ser la iglesia que sale, que camina, que recorre y busca a los perdidos. La iglesia que está en el palacio de gobierno y en los medios; la iglesia en los hospitales y escuelas, en las cárceles y en los mercados. La iglesia que está donde esta la necesidad, el dolor, el sufrimiento. La iglesia que recorre las rutas, que llega a cada pueblo y ciudad. Necesitamos oxígeno. Necesitamos salir, salir y salir. Y mientras lo hagamos, el fuego no se apagará jamás. Recuerdo una antigua canción que necesitamos recuperar y hacerla realidad: Por los montes y los valles, la iglesia sigue caminando; Por los montes y los valles la iglesia sigue caminando, Sigue caminado para predicar. ¡Oh, gloria, aleluya! la iglesia sigue caminando. ¡Oh, Gloria, aleluya! La iglesia sigue caminando Sigue caminando para predicar. Por las calles y las plazas; la iglesia sigue caminando; Por las casas y los barrios; la iglesia sigue caminando; Sigue caminando para predicar. Por los pueblos y ciudades la iglesia sigue caminando; Por los pueblos y ciudades la iglesia sigue caminando; Sigue caminando para predicar. 10