Memoria Oral y Literaria de Barrios y Colonias de la Ciudad de México

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MEMORIA ORAL Y LITERARIA DE BARRIOS Y COLONIAS DE LA CIUDAD DE MÉXICO Publicación colectiva a partir del taller de Memoria Oral y Creación literaria Participantes: Davina Guadalupe Ponce Martínez Ana María Ponce Martínez Hilda Alicia Casillas Ledesma Patricia Aimeé Aguilar Galván Víctor Francisco García Reynoso Fernando Hipólito Mendoza

Este Programa es de carácter público, no es patrocinado ni promovido por partido político alguno y sus recursos provienen de los impuestos que pagan todos los contribuyentes. Está prohibido el uso de este programa con fines políticos, electorales, de lucro y otros distintos a los establecidos. Quién haga uso indebido de los recursos de este programa en la Ciudad de México, será sancionado de acuerdo con la ley aplicable y ante la autoridad competente.


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Memoria oral y literaria de barrios y colonias de la Ciudad de MĂŠxico

PublicaciĂłn colectiva a partir del taller de Memoria Oral y CreaciĂłn literaria


Secretaría de Cultura de la Ciudad de México Programa Colectivos Culturales de la Ciudad de México Colectivo Nado Mundo

Compiladores Gabriela Vega Martínez (Colectivo Nado Mundo) Fernando Hipólito Mendoza (Colectivo Nado Mundo)

Edición y corrección de estilo Gabriela Vega Martínez

Contribuciones y Fotografías Ana María Ponce Martínez Davina Guadalupe Ponce Martínez Hilda Alicia Casillas Ledesma Patricia Aimeé Aguilar Galván Victor Francisco García Reynoso Raúl Hernández Colectivo Nado Mundo

La presente publicación corresponde al proyecto “La historia de la Ramos Millán contada por las nuevas generaciones” llevado a cabo por el colectivo Nado Mundo, que a través de su taller Memoria Oral y Creación Literaria se pudo obtener este producto, mediante las contribuciones de los participantes.

Impreso y hecho en México, 2020

Publicación sin fines de lucro, Distribución gratuita, prohibida su venta.


Secretaria de Cultura de la Ciudad de México Colectivos Culturales Comunitarios de la Ciudad de México Colectivo Nado Mundo

Memoria oral y literaria de barrios y colonias de la Ciudad de México

Compiladores: Gabriela Vega Martínez Fernando Hipólito Mendoza


Índice

Agradecimientos………………………………………………………………………………………………7 Presentación…………………………………………………………………………………………………...8 I. Davina Guadalupe Ponce Martínez………………………………………………………...10 Árboles en Colonia del Valle 2020 (Crónica)…………………………………………………….12 A la colonia Del Valle (Poema)…………………………………………………………………………..17 La fiesta del Árbol el 8 de julio (Cuento)………………………………………………………….….21

II. Ana María Ponce Martínez……………………………………………………………….……25 El parque Arboledas y los Boy scouts: Un recorrido por los recuerdos del sismo de 1985 y la muerte de Manuel Felguérez en 2020, víctima del Covid-19 (Crónica)…………………………………………………………………………………....27 Memoria de la contracultura del siglo pasado en la Colonia del Valle (Crónica)………36

III. Hilda Alicia Casillas Ledesma…………………………………………………………..……39 ¿Vamos al Tianguis? (crónica)………………………………………………………………………….41

IV. Patricia Aimeé Aguilar Galván………………………………………………………………..54 Los grafittis del Congreso de la Unión (Poema)…………………………………………………..56 Grafittis en San Lázaro (Relato histórico)………………………………………………………....58

V. Víctor Francisco García Reynoso…………………………………………………………….70 Mi primer paso (Crónica)………………………………………………………………………………...72 VI. Fernando Hipólito Mendoza……………………………………………………………….….75 A mi colonia (Poema)……………………………………………………………………………………...77


Agradecimientos Agradecemos principalmente a la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, que a través del programa Colectivos Culturales Comunitarios de la Ciudad de México, nos proporcionó las condiciones necesarias para poder realizar el taller de Memoria Oral y Creación literaria, a través del cual se produjo esta compilación. Asimismo, agradecer personalmente a nuestra gestora Ixchel Solís Morales, de quien tuvimos un acompañamiento continuo y puntual sobre las actividades que se iban realizando. Por último, agradecer a las y los asistentes de este taller, quienes con mucho entusiasmo se integraron y participaron a lo largo de estas sesiones teórico/practicas. A Ana, Davina, Paty e Hilda, quienes a su vez forman parte de esta publicación. A Francisco, que tomó el taller de fotografía, pero tuvo interés de escribir un texto. El esfuerzo y talento de todas se ven reflejados en estos textos literarios que con mucho gusto presentamos aquí.

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Presentación Este trabajo, es ante todo un esfuerzo colectivo; producto del taller de memoria oral y creación literaria impartido por el colectivo Nado Mundo, que a través del programa “Colectivos Culturales Comunitarios de la Ciudad de México” de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, pudo concretarse. Es, por mucho, producto de los saberes comunitarios sobre la gran urbe que representa esta ciudad y que son transmitidos a través de la memoria oral de los barrios y colonias populares y no populares. La memoria oral es quizá la forma comunicativa más eficaz y antigua de nuestra historia; es por ello que recurrimos a esta actividad humana para indagar sobre las diversas historias que subyacen en la Ciudad de México. En este sentido, las y los integrantes del colectivo Nado Mundo propusimos este taller, pues consideramos que a pesar de toda la información que existe sobre las colonias; quedan historias sin contar o versos por plasmar sobre los distintos espacios tan cotidianos, pero que a muchas y muchos logran inspirarnos. Entre poemas, crónicas y relatos sobre los barrios y colonias de la Ciudad de México, queremos adentrar al lector a los diversos rincones no tan explorados literariamente, como es la colonia Ramos Millán, pero también a colonias conocidas históricamente como la Del Valle. Con ello, se busca rescatar literariamente la memoria oral y comunitaria del mosaico cultural que reside en las colonias del centro de México. Deseamos honestamente que esta compilación sea del agrado de aquellas y aquellos apasionados por la creación literaria desde y para los barrios. Como ya hemos advertido, en este trabajo colectivo se reúne diversos textos en los que se muestran algunos aspectos interesantes sobre los barrios y colonias. En un inicio Davina Ponce nos comparte un poco de la historia de la colonia Del Valle, haciendo un breve recorrido sobre algunos datos históricos relevantes de ese lugar; después, nos deleita con un poema inspirado en la misma colonia, resaltando sus atributos, pero también denunciando la falta de atención a la naturaleza; por último, nos regala un cuento infantil que nos hace reflexionar sobre la importancia de uno de los seres vivos más importantes para la sobrevivencia humana, pero que muchas veces no valoramos: los árboles.

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En la segunda parte, Ana María nos presenta a través de un relato, otro lugar emblemático de la colonia del Valle: el parque Arboledas, mostrándonos una actividad muy interesante que se lleva a cabo en ese lugar y que tiene su historia en el escultismo; por otro lado, nos presenta otro texto en forma de crónica, en el cual nos habla de la historia de la colonia Del Valle, recordando algunos inmuebles como lo que fue el Gran Forum, que a su vez alberga una gran historia que se relaciona con la contracultura en nuestro país, en el 69. Alicia Casillas, nos presenta un texto sobre la Merced; ese lugar lleno de historias impresionantes que a diario suceden. Con su creativo lenguaje, Alicia nos lleva de la mano a diversas situaciones que se dan en este lugar. Simplemente nos hace imaginar que estamos ahí. Con una fascinante descripción, hace que nos pongamos en los zapatos de aquellos personajes que ella ha visto y ha analizado por mucho tiempo, y que a su vez representan un icono en la Merced. Por otro lado, Patricia Aguilar, nos habla poéticamente de una historia particular que recuperó de un cronista, en donde se dice que Benito Juárez logró escapar de la intervención francesa, a través de lo que fue una vía lacustre y que ahora es parte de la avenida Congreso de la Unión. Además, nos presenta un texto reflexivo sobre los murales de esta avenida ya mencionada, mediante la recopilación de entrevistas a diversas personas de la colonia. Patricia Aimeé nos hace reflexionar sobre las nuevas interpretaciones que tiene la gente sobre los grafittis. A través de la historia de una fotografía, Francisco García, nos muestra algunos datos históricos sobre la colonia Santa Rosa y algunos lugares colindantes como lo es el acueducto de Guadalupe, el cual alberga una gran historia que data desde el siglo XVIII. Finalmente Fernando Hipólito Mendoza, integrante del colectivo, nos habla de la colonia Gabriel Ramos Millán en forma poética. Nos hace entender que cualquier colonia o barrio es digno de ser simbolizado con un poema dirigido a ese lugar que nos vio nacer y crecer.

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I Davina Guadalupe Ponce MartĂ­nez

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Davina Guadalupe Ponce Martínez

Nació en la Ciudad de Tehuacán, Puebla el 28 de septiembre de 1959; sus primeras poesías las escribió a la edad de 8 años, participó en certámenes de declamación y poesía coral, teatro, música y danza folklórica mientras cursaba sus estudios de jardín de niños. Cuando cursaba la enseñanza secundaria y preparatoria se aficionó a la poesía de Sor Juana Inés de la Cruz y de autores del siglo de Oro de la Literatura Española y a la Charrería.

También es

aficionada al Teatro, la Fotografía y a la creación documental, cultiva el género literario de las calaveras y la poesía descriptiva, el cuento, el ensayo y la prosa libre. Se inició en la pintura en 1983 y en la joyería de plata y alternativa en el año 1990, y de 2018 a la fecha pertenece al colectivo Vasijas Rotas de Teatro Comunitario. Egresó de la UNAM como Contadora Pública y como Abogada; es especialista en Contribuciones por la UNAM, y diplomada en Derechos Humanos y Medio Ambiente por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, UACM. Maestra en Derecho por la UNAM, Maestranda Ciencias Penales por el Instituto Nacional de Ciencias Penales, INACIPE; y en Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, por la UACM. Doctoranda en Derecho por el Instituto Internacional del Derecho y del Estado; y en Derecho Penal por el Centro de Estudios Superiores en Ciencias Jurídicas y Criminológicas. Ha sido docente Universitaria en la UNAM y en la Universidad Iberoamericana, capacitadora en Sistema Penal Acusatorio, en Derechos Humanos, en Género y Feminismo, en instituciones gubernamentales federales y estatales, y de forma particular. Forma parte del Secretariado Técnico del Observatorio Internacional de Derechos Humanos de los Pueblos, y es fundadora del Colectivo “Instituto para la Paz Social, INPAS”. Actualmente forma parte del Grupo Facilitador México del Foro Social Mundial y es docente Tallerista Asesora Técnica en Joyería en Autonomía Económica del Programa Pilares de la Secretaría de Educación y Cultura de la Ciudad de México.

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Árboles en Colonia del Valle 2020 Davina Guadalupe Ponce Martínez

La Colonia del Valle de la Alcaldía Benito Juárez, Ciudad de México, se fundó en 1908 durante el porfiriato, luego de la lotificación que la Cía. Colonia del Valle S. A., hizo de sus ranchos como el de “Amores” y haciendas coloniales como la de Francisco Borja, que se convirtió en la sección central o Valle centro, hoy Unidad Territorial Valle III, para fines electorales. Sus calles con nombre de frutas, rememora las huertas del lugar. Limitada, al norte, con el Viaducto Río de la Piedad, al Sur, con Río Churubusco al Oriente por Av. Universidad, Nicolás San Juan y División del Norte y al Occidente con la Av. de los Insurgentes Sur, es un polígono de gran dimensión, dividido en secciones norte, centro y sur. El generoso Valle inicialmente estuvo poblado por indígenas del pueblo de San Lorenzo Xochimanca, colindante con Mixcoac y San Ángel; todos productores de frutas, legumbres y flores por la abundancia de caudales de agua y Ciénegas, tributarios del Imperio Azteca con su producción agrícola. De los primeros recintos religiosos españoles en esta área cenagosa se conserva el templo de San Lorenzo Xochimanca del siglo XVII, en la calle de San Lorenzo, a una cuadra de Insurgentes; de la superposición de altares a las estructuras originales, está documentado el caso del CUAUHXICALLI o piedra de sacrificios, en la remodelada Parroquia del Señor del Buen Despacho, 1 en lo que fue el pueblo de Tlacoquemécatl. Por su tranquilidad y cercanía el verde valle paulatinamente se pobló de familias porfirianas acaudaladas durante el siglo XX. Uno de los mayores atractivos de la colonia del Valle, sigue siendo su verdor, ya que por su buen clima cuenta con

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https://diariobasta.com/2018/06/25/godinez-y-parque-tlacoquemecatl/,

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fuentes, parques, calles y avenidas arboladas y una diversidad de especies vegetales y gran variedad de árboles. Esas fincas de grandes extensiones de jardines y patios, ahora son fraccionados y edificados con complejos habitacionales de lujo, normalmente con más pisos de los permitidos, para generar mayores ganancias, por lo que la zona no escapa al fenómeno de la gentrificación, que provoca que actualmente sea una zona con gran desarrollo en comunicación, transporte y servicios a la que atraviesan muchos ejes viales para un ajetreado comercio. Esto ha significado que cada día esa riqueza natural se vaya extinguiendo por el maltrato, descuido e indiferencia de los habitantes respecto al medio ambiente. Ahora es frecuente ver cuadras que no cuentan con un solo árbol porque éstos son talados para liberar los cajones de estacionamiento externo de comercios de autoservicio de todo tipo, que proliferan por el alto nivel económico y de consumo de sus habitantes, que cada vez son más diversos. No solo la masiva industria inmobiliaria que se ha apoderado de la Colonia del Valle ha talado árboles para despejar cocheras inmensas y amplias terrazas que se apropian del espacio aéreo ocupado por los árboles, también las Compañías de luz cable y teléfono, que han proliferado con la política de privatización de bienes públicos, han talado y desfigurado innumerables árboles para despejar el paso del cableado aéreo y subterráneo, o para su reparación o nuevo tendido, como si esto no se pudiera hacer sin sacrificar el precioso paisaje y los innumerables servicios que brinda la naturaleza en este sitio. Campañas como la de “adopta un árbol”, han topado con la indiferencia de los habitantes y la modernidad que tiene al individualismo como bandera en el sistema económico liberal, que desprecia lo público y todo aquello que no puede comercializarse para obtener ganancias. Este mal entendido homo centrismo desprecia y discrimina a los demás seres vivos e inertes que conviven diariamente con la sociedad urbana, que debe contrarrestarse con leyes y políticas públicas que hoy parecen insuficientes para desplegar una protección con conocimiento y supervisión conveniente para el

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adecuado reemplazo, siembra, cultivo mantenimiento y conservación de los ejemplares que aún gozamos, ya que abundan las talas clandestinas de árboles centenarios sin consecuencias. La política pública y la actitud ciudadana respecto de los árboles debe mejorar; los minúsculos espacios a que están reducidos donde sus raíces no caben, alambres alrededor que los mutilan, guarniciones y rejas que se les incrustan son una tortura para ellos. La falta de mantenimiento, poda inadecuada, falta de fumigación, de riego, y ausencia de curación de sus enfermedades o heridas provocadas, reduce su salud, su belleza y la viabilidad de tantas especies animales, que se pierden en cada árbol que diariamente sacrifica nuestra insensata indiferencia. Educación, información, y prácticas estimulantes hacia los pobladores, hará que incluso, sembremos todos los espacios también con árboles frutales, para que todo aquél que padezca hambre, pueda alimentarse sin límite. Y, en serio, “Adoptar un árbol”.

Davina Ponce Martínez, árbol de la Col. Del Valle, 2020.

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Davina Gpe. Ponce Mtz. Poda en Av. Coyoacán, CDMX, 16 de octubre de 2020

Gpe. Ponce, “Sin árboles”, Vista aérea, Quinta Eugenia, Eje 5 Sur y Av. Coyoacán, Col Valle. 23 de septiembre de 2020.

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Fuentes de consulta Historia Colonia del Valle, Col http://www.coloniadelvalle.com.mx/historia.htm

del

Valle.com.mx,

https://alcaldiabenitojuarez.gob.mx/triforce.php?id=4 AlcaldĂ­a Benito JuĂĄrez, Historia, recuperado de https://alcaldiabenitojuarez.gob.mx/triforce.php?id=4

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en


A la Colonia del Valle Davina Guadalupe Ponce Martínez

Tu renombre y tu prestigio se conocen en el mundo, eres tierra transformada en un espacio fecundo. De tradición y bonanza, me inspiras amor profundo, mi corazón se reboza de lo que yo aquí, abundo:

De la capital vetusta, eres la muy afamada, mi imaginación te evoca en el tiempo, más temprana, desnudadas tus praderas, llenas de cantos de aves, idílico paraíso de juncales y en parvadas.

Desde 1510 en la Hacienda de San Borja donde Francisco vivió esta tierra prodigiosa, rezando agradecido por la venia de Dios Padre, que indulgente le ubicó, a pesar de los pesares.

Tolerante a la invasión y a todos sus horrores, este Valle recibió a los llamados “señores”, que se afincaron muy prestos con sus casas de descanso, sus haciendas productivas, en este santo remanso.

Con prados ricos e islotes, en este espacio lacustre, las historias se desgranan de una vida campirana, en que llenaban sus cestas convidados y habitantes, y encontraban el descanso, tantos, tantos caminantes.

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Y una vez desterrados jesuitas del convento, el marques Sierra Nevada tomó nuevos aposentos, que en 1821 vendió a Antonio de Acevedo, cuya nieta, a la treintena, la vendió, para el sustento.

Loteada que fue la hacienda en 1906 por la Compañía del Valle, se llenó de casas nuevas, hoy históricos ensambles, que dan crónica segura de la vida apaciguada en las grandes extensiones de las fincas relatadas.

Coyoacán y Adolfo Prieto, San Borja y el Eje 6, delimitan las leyendas del casco de esta hacienda, denominada San Borja del Jesuita Francisco y de aquél Acevedo que conserva la capilla en Tlacoquemécatl, sin miedo.

Tepanecas, chichimecas y aztecas son pueblos originarios, su piedra de sacrificio “CUAUHXICALLI” les taparon con el altar de la ermita, que se acompaña cercana de la glorieta “Cruz Roja”, que también es muy vegana.

Por coincidencia sublime, habito ese mismo espacio, no será ajeno si un día San Borja viene a contarme, entre túneles y sueños, pasillos y pesadillas sus vivencias venturosas o sus relatos de espanto. El primer tranvía vino del centro de la Ciudad, como un signo de progreso y plena modernidad, trasladando a los señores, y también para cargar, hortalizas y legumbres, todo de gran calidad.

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La vendimia de la hacienda hizo medra en este valle, en la fértil magueyera, los riachuelos y las huertas, cuando Compañía del Valle, menudeó todito el plan, las fragancias de las flores dejaron de dar el pan.

Se asientan hoy en tu Casco, para que todos lo sepan, el parque del Tío Polito junto a la Quinta Eugenia, te atraviesa el Eje 5 y al sur corre el Eje 6 que remata en este tanto radio educación, también.

Y junto, con sus palmeras, podemos localizar, la escuela e internado, y un foro singular, que artistas anónimos usan, para amateurs ensayos que refresca el aire libre a sus sueños sin engaños.

Hoy eres totalmente otra, eres un gran hábitat, muchos centros de negocios y edificios de metal cambian grises por los verdes que distinguieron tu vida, y cobijas en tu seno familias de sueños henchidas.

La esmeralda de tu aspecto atenuándose está, es un riesgo, pues el sustentable valle se va quedando en recuerdos, los árboles son resabios de tus bosques de milenios. Te queremos arbolada, llena de jardines plenos.

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Fuentes consultadas: Gómez Gallegos, Ignacio (2014). Algarabía, agosto 28, en: https://algarabia.com/libros-2/la-colonia-del-valle/. Jordi Gussinyeri Alfonso, Universitat de Barcelona, MÉXICO-TENOCHTITLAN EN UNA ISLA: OME CALLI (1325)' - El CALLI (1521):*Introducción al urbanismo de una ciudad precolombina, en: file:///C:/Users/dgpm0/Downloads/DialnetMexicoTenochtitlanEnUnaIsla-2936877.pdf

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La fiesta del Árbol el 8 de julio Davina Guadalupe Ponce Martínez

Todos los animalitos del bosque, de la selva, de la ciudad, del campo, de la sabana, del desierto, de los esteros, lagos y ríos, estaban muy afanados porque se acercaba el 8 de julio, día del Árbol. Todos querían celebrar en grande a sus amigos árboles, reconociendo su belleza, su fortaleza y su nobleza, al darles casa, comida, sustento y protección en la naturaleza. Así se estaban organizando todos los animalitos muy agradecidos: En los parques de las ciudades, se oyeron unas voces haciendo algarabía: -

¡Tenemos tanto que agradecer!, dijeron las ardillas, los escarabajos, los mosquitos y las palomillas, porque gracias al árbol todas nosotras tenemos hermosas y fragantes casas, “comemos todos los días y estamos a salvo y contentas”.

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Gaviotas, estorninos, palomas, gorriones también corearon: ¡felicitaciones a nuestros hermosos y generosos árboles, en su día!

Desde el campo el mensaje fue semejante, pues se escucharon trinos diciendo: -

Somos los pajarillos, las urracas, las aguilillas y los cenzontles “y, ¡ni que decirlo!, nuestros polluelos crecen felices en los nidos que hacemos en las copas de los árboles, y nos alimentamos de sus sabrosas semillas”;

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Los gusanos y las orugas, las mariposas, las cigarras, los mosquitos, las luciérnagas y los demás insectos alzaron también su voz: “¡aquí en nuestros árboles estamos felices, departiendo con todos los animalitos que vivimos en sus fuertes ramas, en santa paz y en armonía!”.

-

¡Nosotras también, —dijeron las tuzas, los escarabajos y las lombrices —, en todos los recovecos que forman las grandes y fuertes raíces tenemos las entradas de nuestras casitas y comemos de los frutos de los árboles vetustos!

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Las borregas, caballos, gallinas, cerdos y asnos, desde sus corrales dijeron: “nosotros dependemos de la sombra de nuestros árboles para no vivir agobiados por el sol”; y las chivas dijeron, ¡además nos alimentamos de sus retoños para tener leche para nuestras crías, gracias árboles!

En la espesura del bosque, retumbó una voz, era el oso que decía: -

“¡Adoro a los árboles!, gracias a ellos puedo afilar mis garras y marcar mis territorios, comer y tomar plácidas siestas en sus ramas”.

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Escuchó la araña, y gritó agitando sus patas: “¡amigas estoy aquí arriba entre las ramas, espero que me escuchen bien: yo vivo plácidamente asoleada todos los días, meciéndome en mi telaraña que hago de rama a rama de los frondosos árboles, y estamos afanadas preparando viandas para el festejo!”

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La hormiga dijo feliz: ¡imaginen amigas!, nosotras todos los días recolectamos las hojas y frutos que caen de los árboles, y nos sirven de sustento y de cobijo en nuestros hormigueros”.

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La puma, el coyote, la venada y el cacomiztle, dijeron a una voz: estamos contentas y contentos ¡de celebrar a nuestros árboles!

Desde la sabana, se escuchó un fuerte rugido: -

“Nosotras también marcamos el territorio en los árboles dijeron la tigresa, el león, los guepardos y las gacelas, los ciervos y cervatillos, y aquí vivimos felices guareciéndonos del sol y la lluvia gracias a nuestros hermosos árboles”.

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“Yo como los brotes tiernos de las acacias con mi largo cuello”, dijo la jirafa,

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“Nosotras rascamos nuestras espaldas en la rugosa corteza de los árboles”, dijeron la rinoceronte, la elefanta, los ñúes, las gacelas, las cebras y los jabalíes.

En la selva las abejas, avispas y libélulas informaron también a voces: -

“Nosotras libamos la miel de las flores de nuestros árboles y plantas y vivimos muy felices por tener tantos árboles con flores y frutas exóticas y sabrosas”.

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Los monos, los orangutanes los gorilas y los lémures, manifestaron con júbilo: “¡dormimos y jugamos en las ramas y en las copas de los árboles, y cada temporada cambiamos de menú gracias a tanta variedad de comida que nos dan los benditos árboles de nuestra selva”.

Desde el desierto se oyó retumbar un eco: -

Las serpientes, los alacranes, las lagartijas, las víboras, las águilas, los camellos, las dromedarias, el avestruz y los correcaminos, gritaron en un entusiasta ensamble que ¡estaban trabajando muy organizados!

En los manglares, las riveras de los ríos, esteros y lagos, se escuchó un vibrante sonido: -

Las garzas blancas, las ibis blancas, los pelícanos marrones, las fragatas, los cormoranes, los cucos de manglares, las garzas grises, las manatíes, los monos, tortugas, lagartos, halcones de cola roja, las águilas, tortugas marinas, los cocodrilos, las pirañas, los peces, las castoras, las visones, las ornitorrincos, los cangrejos, ranas, salamandras, cisnes, gansos, garzas y patos aplaudían fuertemente felicitando a los árboles y les echaban muchas porras!

Y así, todos, todos los animalitos entre mamíferos, reptiles, anfibios y aves todos se reunieron muy temprano el día 8 de julio e iniciaron un gran festejo para sus amigos y protectores, los árboles de todo tipo y de todos los lugares del mundo. En sus discursos los animalitos fueron muy agradecidos por todo lo que los árboles hacen por el medio ambiente, y brindaron por la nobleza y dignidad de los árboles del mundo. ¡Toda la tierra estaba celebrando al mismo tiempo y los árboles estaban henchidos de alegría y placer, algunos hasta dejaron escapar una que otra lagrimita! La fiesta fue de antología y todos estuvieron tan contentos, que ya están organizando para el próximo año la nueva celebración ¡en honor a los árboles!

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Davina Gpe. Ponce Mtz. “La fiesta del Árbol el 8 de julio”, 15/11/2020, CDMX.

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II Ana María Ponce Martínez

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Ana María Ponce Martínez Es abogada egresada de la Facultad de Derecho de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Maestra en Ciencias Penales por el INACIPE, Doctoranda en Derecho, con estudios en Relaciones

Internacionales

por

la

Universidad

Nacional

Autónoma de México y, además, con diversos estudios de posgrado en derechos humanos y estudios medioambientales en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México; cuenta con diversos relatos de su autoría, en género y feminismo, resultado de su incesante interés por los movimientos sociales en pro de las causas justas, por la equidad, la igualdad y la justicia social.

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El parque Arboledas y los Boy scouts: Un recorrido por los recuerdos del sismo de 1985 y la muerte de Manuel Felguérez en 2020 víctima del Covid-19 Ana María Ponce Martínez

En la colonia del valle hay varios parques, todos están bien cuidados, con árboles añejos que brindan una sombra a todas aquellas personas que los visitan. El parque Arboledas es el más grande, se encuentra ubicado entre las calles Pilares, Heriberto Frías, Pestalozzi y Matías Romero. Al recorrerlo observo que no sólo alberga unos árboles enormes; sino que sus sinuosos caminos están flanqueados por verdes setos y sus jardineras lucen espectaculares sinfonías de matices, que hacen la diversidad de plantas con sus flores otoñales.

Fotografía Ana María Ponce Martínez, parque Arboledas, Octubre 2020.

El recorrido que hago es apacible, me encuentro con varias personas, unas hablando por teléfono celular, sentadas plácidamente en las bancas de metal que se encuentran ubicadas en los pasillos y veredas.

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Son las doce del día, algunos empleados han salido a caminar y a tomar sus alimentos; se empiezan a acomodar en las mesitas con sombrillas que se encuentran ubicadas, en su conjunto, en una parte del inmenso parque. Los que no alcanzan a sentarse, recorren un poco más el camino hasta llegar a las mesas de piedra cuya superficie tiene pintada un tablero, que utilizan quienes se reúnen más tarde a jugar ajedrez. El día está en pleno esplendor, los perritos se encuentran correteando en un espacio cercado dedicado a ellos; algunos más pasean seguidos de sus dueñas, que les traen atados con sus correas. Otros más corren entusiasmados tras la pelota que les han aventado, para llevarla de regreso, y se quedan expectantes para correr justo en el momento en que la pelota empieza a surcar el aire otra vez. Los muchachos y muchachas se encuentran en el área de juegos que está enrejada. Unas juegan voleibol y los niños andan detrás de la pelota de fútbol. Del otro lado, hay un juego de básquet bol. Más adelante observo el trampolín, en el cual dos niños se encuentran haciendo luchitas, ante la mirada protectora de sus desenfadadas madres. En el área de gimnasio al aire libre veo a unos muchachos muy fuertes levantando sendas pesas -hechizas de cemento y tubos- y otros hacen lagartijas y uno más se encuentra suspendido de los aros, haciendo malabares. Entre ellos se encuentra una mujer ejercitando sus tríceps, destaca por su blusa rosa mexicano. El día de hoy los juegos infantiles lucen solitarios; por lo general sólo son visitados los fines de semana, pero debido al covid-19 parece que los domingos pasarán sin el alboroto de los niños y las niñas. A lo lejos veo a una pareja haciendo ejercicio, justo detrás de una estatua, me acerco despacio para no incomodarlos.

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Fotografía: Ana María Ponce Martínez, paque Arboledas, 2020.

La estatua es de bronce, es un busto dedicado a Baden Powel, el fundador de los Boy scouts en Inglaterra, rememoro que los Boy scouts se han reunido en este parque desde hace muchos, muchísimos años. Me doy a la tarea de indagar la historia de los Boy scouts en México y por qué se encuentra en el parque de Las Arboledas este busto. En el año 1962, los Caballeros Aztecas, con ayuda del licenciado Antonio Ortiz Mena, que trabajaba en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, mandaron a fundir tres bustos de Baden Powell, en la casa de Moneda de la Ciudad de México. En su época fueron los más grandes de todo el mundo. En Junio de 1896 el General Frederic Carrington ordenó al Teniente Coronel Robert Baden-Powell que iniciara un plan para derrotar a los violentos indígenas matabeles que causaban a toda la zona cercana a Bulawayo, donde se situaba el cuartel general militar. (Federación Mexicana de escultismo, 2020) Baden-Powell encontró muchos obstáculos para iniciar la guerra, principalmente por la inaccesibilidad de los Montes Matobo, en donde se refugiaban las impis (fuerzas de combate) matabeles. Con ayuda de Frederick Russell Burnham, explorador militar estadounidense y jefe de exploradores

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(fuerzas especiales) del ejército británico, logró hacer unos bosquejos del territorio en los que se señalaban los escondites de los matabeles, lo que fue decisivo en su sometimiento. De la relación entre ambos militares surgirían en Baden-Powell las ideas que dieron el origen al escultismo. (Wikipedia)

El escultismo proviene de la palabra inglesa scouting que significa explorar. Se convirtió en un movimiento infantil y juvenil que tiene como objetivo educar a los niños y jóvenes con base en valores y juegos al aire libre como método de enseñanza, y en un inicio se aplicó en las ciudades de Inglaterra para combatir la delincuencia. Sus bases generales se establecieron en 1908, en el manual titulado “Escultismo para muchachos” cuyo autor fue precisamente el General británico Robert Stephenson Smith Baden-Powell of Gilwell, que llegó a ser nombrado lord Baden-Powell, I barón de Gilwell en 1929. Los primeros miembros de los Boy Scouts fueron hijos de militares; posteriormente se integraron muchachos de la sociedad civil de ambos sexos. El busto original de Baden Powell, de los tres que se fundieron en la Casa de Moneda de México, se colocó en la Ciudad de México, en las calles de Jalapa y Yucatán, en la colonia Roma, en el Jardín del desaparecido Multifamiliar Juárez, que se derrumbó con el sismo de 1985. El sismo de 1985 fue un acontecimiento que cimbró los corazones de los habitantes de la capital, recuerdo que yo cursaba mi primera licenciatura en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, en la UNAM, entraba a clases a las siete de la mañana, pero por no haber escuchado el despertador, justo estaba despertando cuando empecé a sentir los vaivenes del tremendo terremoto. Vivía en un tercer piso y mi cuarto estaba justo en el frente del edificio, por lo que podía ver, la noche anterior, un extraño estremecimiento de las copas de los árboles, no acertaba a asegurar por qué del comportamiento inusual del viento y del ambiente. Así, escuchando los raros sonidos que se producían, había conciliado el sueño. En pleno estremecimiento de la tierra, corrí por los pasillos que me llevarían a las escaleras, pasillos muy angostos, que por el temblor me hacían ir dando de tumbos con las paredes. Finalmente, ya pude llegar a la calle.

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Vivía en un convento de la orden de María Inmaculada, que se dedican a albergar a jóvenes mujeres universitarias prestando servicios de pensión con alimentos. Así que las 80 hospedadas ya estábamos en la calle aún con el sismo en acción. Como ahí no hubo afectaciones, pasamos al comedor. La mayoría decidimos no salir a la calle e irnos a ver las noticias a la sala de televisión; pero hubo algunas que, con el ánimo de no dejar de cumplir con sus clases, se aventuraron a salir, desoyendo las súplicas de las demás que les invitaban a quedarse. Una compañera en especial, de Morelos, estaba estudiando para secretaria bancaria y su escuela estaba por la avenida Reforma, así que debió transitar por la avenida insurgentes; y, pasadas las 12 del día llegó pálida, se veía que había estado llorando. Entre gimoteos nos contó que, al ir en una combi del servicio público, un edificio se desplomó, afectando el vehículo en el que viajaba, que realmente sobrevivió y que emprendió el regreso a pie, hasta que llegó nuevamente al Convento. Ese día fue el último que la vimos, pues más tarde llegaron sus padres por ella, ya que decidió abandonar la ciudad y sus estudios. Como universitaria combativa nos fuimos a apoyar al multifamiliar Benito Juárez. En el jardín aledaño, ya estaban afilando los cuerpos de las personas que habían perdido la vida con el desplome de los edificios. En la calle, y cruzando la avenida Cuauhtémoc, en el puente peatonal, se podían ver a los enfermos del hospital Centro Médico vestidos de blanco; unos con sus sueros conectados a su cuerpo, caminando, poco a poco, enfilándose hacia sus casas. Un caos total. Sólo podíamos apoyar haciendo cadenas humanas para que con cubetas se pudieran ir quitando los escombros para poder liberar los espacios y sacar a las personas atrapadas. Recuerdo que mirábamos con atención cuando los rescatistas sacaban a una persona en camilla, eso significaba que estaba viva. Todos estábamos expectantes y en silencio, hasta que un grito dando gracias a Dios nos distrajo. Era un señor de unos sesenta años, con el rostro lloroso pero lleno de júbilo, pues de la manta salía

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la mano de la persona rescatada y, sólo con verla, supo que habían sacado viva a su esposa. Hasta la fecha es el recuerdo de amor que se me ha quedado grabado en mi mente. ¡Que te reconozcan tan sólo por mirar tu mano! toda abollada y llena de tierra, pero vista por quien te conoce, quien ha pasado largo rato en tu vida y se dio el tiempo de mirarte. Recorrí las calles, las personas sobrevivientes en los edificios derrumbados trataban de rescatar sus cosas, no miraban a nadie, se movían como autómatas, con la mirada perdida, llorosa, recordando a sus seres queridos. Los días que siguieron fueron muy tristes y dolorosos. El campo de beis bol, en donde ahora está una plaza comercial, en la esquina del Eje 1 poniente y el viaducto Miguel Alemán, se convirtió en un gran crematorio. Cuando regresaba a la pensión mi cara y ropa estaban llenas de hollín, de los cuerpos que ahí se consumían con el fuego para evitar males mayores a la población sobreviviente. En esa zona, en la Calle Tehuantepec vivía mi hermano con su familia. No daba crédito a lo que veía. Las casas se cayeron hacia el frente, por lo cual, se obstruía el tránsito vehicular con las jaulas de las casas. Me horroricé tanto que no podía distinguir cuál era el lugar donde vivía mi hermano. Me asomé por una ventana y la construcción parecía una maqueta de casa de muñecas. Se podían ver los muebles porque las paredes se habían derrumbado. Ya preguntando me dijeron que ahí todos habían salido vivos. No encontré a mi hermano, pero supe que estaba vivo y seguí mi recorrido hasta llegar otra vez a apoyar al multifamiliar Benito Juárez. Todos los días hacía el recorrido a pie, desde la colonia San José Insurgentes hasta el multifamiliar y cuando empezaba a anochecer, agarraba camino de regreso. Ahí nos daban de comer, junto con los rescatistas, por lo general eran tortas, hechas también por los boy scouts. Como diría Elena Poniatowska en “Nada, nadie, las voces del temblor”, “Llegaron los scouts y uno de ellos, al ver una rendija bajo la losa en medio del

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montón de escombros, dijo: -Yo me meto. Se oía un llanto. Entró el scoutito y sacó al niño. Al salir dijo “Hay otro”. Se volvió a meter y se cae la losa.” (Reyes, Arturo, 2015). Un triste recuerdo que nos deja ver el compromiso para con la comunidad de los boy scouts. Y ahí estuvieron los boy scouts de la colonia del Valle. Ellos ayudaron en el sismo de 1957 y en el de 1985. Esas tortas con las que nos alimentaron a los rescatistas, algunas, también fueron preparadas por ellos. (Ibídem, 2015). Y mi recorrido para conocer más de la memoria histórica del parque Arboledas de la colonia Del Valle me llevan a conocer a Javier torres Morales, actual presidente de la Provincia Benito Juárez de los Boy Scouts y a Ilse Lorena Vargas Vargas, actual candidata a presidenta de la citada provincia, que tiene las mismas dimensiones que la alcaldía y que actualmente cuenta con 20 grupos y alrededor de 1500 personas integrantes. Ellos me cuentan lo que es ser boy scout. Ilse, se integró a la edad de trece años, cuando cursaba la secundaria, por invitación de su compañera y mejor amiga María Gabriela Díaz Zúñiga, quien le platicaba todos los lunes, cuando se reencontraban después del fin de semana, lo maravilloso que había disfrutado su sábado en el parque Hundido. Por ello Ilse les pidió a sus padres la llevaran. Tuvo una acogida tan agradable que continuó hasta los 22 años que se puede pertenecer al Club; y ahora, hasta la fecha, ella es voluntaria. Su mayor aprendizaje que obtuvo al pertenecer a los boy scouts es que “se puede conseguir todo lo que una se propone”; solamente se debe trabajar para ello, ser constante y tocar puertas, porque vivimos en una sociedad donde todos nos debemos apoyar y ayudar. Cuando tenía 17 años ella quería ir a Inglaterra a la celebración de los 100 años de los boy scouts, por lo que se puso a trabajar durante 3 años. Ya estando allá, se dio cuenta que las personas que viven alrededor del mundo tienen las mismas preocupaciones por el planeta, aunque tengan cosmovisiones diferentes.

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“En Inglaterra nos tocó acampar en el parque Highland, doce días y después tuve la oportunidad de visitar siete países de Europa, junto con el gran grupo, pero lo que realmente me marcó fueron los días de campamento, pues ahí conocí a personas de África, alemanes, asiáticos, y con ello tuve una idea de cómo piensa, viven, sienten, sus formas específicas de hacer las cosas, es una experiencia que le recomiendo a todos los boy scouts” (Ilse).

Ese aprendizaje le ha servido para que actualmente esté cursando un doctorado en ciencias biológicas en la UNAM y sea becaria del CONACYT; y su tiempo libre lo dedique a su voluntariado, en donde, entre otras cosas, apoyó a la organización y preparación del grupo que fue al encuentro internacional de boy scouts en Virginia, Estados Unidos, en donde, por primera vez México fue coanfitrión junto con Canadá y USA. Ilse actualmente ya no vive en la colonia Del Valle, pero sí en la alcaldía Benito Juárez, su cuna. La vida cambió, y la vida scout como la conocíamos, también; ya no hay juegos de contacto, ya no se les ve cada sábado en el parque Arboledas de la colonia Del Valle, ni en ningún otro parque; pero están usando las recursos digitales, y es así, como al igual que todas las personas, están conociendo a más personas integrantes de esta asociación global de niños y jóvenes amantes del senderismo. Por su parte, Javier Torres Morales llegó a los Boy Scout a la edad de 12 años, justo en 1985, el año del terremoto. Por su edad sólo conoció los acontecimientos de los derrumbes en pláticas de los más grandes, cuando contaban sus anécdotas abrazados por las llamas de una buena fogata, en las noches de campamento, en algún bosque cercano a la Ciudad de México. Javier nos cuenta que, en el grupo más antiguo de la Ciudad de México, el número 3 que inició y sigue en la alcaldía Benito Juárez, estuvo como miembro activo y destacado el pintor de arte abstracto Manuel Felguérez, quien, junto con Ibargüengoitia, abrazaron la causa scout por muchos años, “Su antigüedad data del año de 1937 [un año después de lo que el propio aludido señalaba], y apenas llega a la edad de 13 años. Ostenta las insignias de 3ª y 2ª y 1ª Clase.” (Reyes, 2020).

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Es grato saber que un pintor tan destacado vivió en la colonia Del Valle, aunque también me comenta que ha fallecido víctima del covid-19; es una noticia muy triste, pero al mismo tiempo, nos alegra que, aunque el pintor ya no residía en la Ciudad de México, es aquí, en esta colonia donde forjó su carácter y realizó sus primeras obras.

Fuentes citadas: ________ (2020) “La Historia del Primer Tótem Scout”, Federación Mexicana de Escultismo, página Facebook, consultado en: https://www.facebook.com/fedmxescultismo/ el 12-11-2020 a las 10:25 a.m. ________“Segunda Guerra Matabelle” Wikipedia, La enciclopedia libre, página web, s/f., consultado en: el 12-11-2020 a las 10:30 a.m. Reyes Fragoso, Arturo (2020). “Felgueréz, aquél ‘boy scout’”, Periódico Milenio, Ciudad de México, jun. 12. 2020, consultado en: https://www.milenio.com/cultura/laberinto/manuel-felguerez-aquel-boy-scout el 14-11-2020 a las 09:40 p.m. De aquí mismo se tomó la última imagen. Reyes Fragoso, Arturo editor et., Al. (2015). “No hubo Dragones. Testimonios scouts del Terremoto de 1985, Asociación de Scouts de México, A. C. Córdoba 57, colonia Roma, Ciudad de México, primera edición, consultado en: https://www.scout.org/sites/default/files/scout_news/No_Hubo_Dragones.pdf el 12-11-2020 a las 02:15 p.m.

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Memoria de la contracultura del siglo pasado en la Colonia del Valle Ana María Ponce Martínez

La colonia del valle se encuentra ubicada en la alcaldía Benito Juárez, en la Ciudad de México. En un principio fue un lugar para el descanso de la aristocracia porfiriana, con casas campestres; sin embargo, con el transcurrir del tiempo se ha ido transformando en su fisonomía hasta albergar edificios gigantescos. En el siglo XVI este lugar lo ocupaba el pueblo de San Lorenzo Xochimanca, y fue en el siglo XIX que se fraccionó para ser ocupado por la élite de la época. Durante el Siglo XX siguió su transformación hasta que hoy en día destaca como una de las áreas con mayor desarrollo e infraestructura de comunicación, transporte y servicios del país. La colonia del Valle sigue cambiando su fisonomía: empiezan a surgir rascacielos que impiden recibir los rayos del sol, sólo quedan algunas casas de antaño. Casas del siglo pasado nos traen remembranzas. Todavía nos regalan sus fachadas y sus construcciones de dos plantas, y nos desvelan sucesos ocurridos en 1968 y 1969 en esta Ciudad. Ellas no nos pueden contar lo que se vivió en aquellos años, pero, por ejemplo, a diferencia de lo que pueda creerse, hay memoria viva en esta colonia que debe incorporarse a la memoria gráfica y documental de la criminalización que el gobierno hizo en contra de las manifestaciones contraculturales en México, en ese tiempo. El 68 marcó un antes y un después en la vida política y social del País. La matanza de Tlatelolco fue un acontecimiento que desveló la marcada criminalización que el gobierno ejerció sobre los jóvenes de clase media y pobre. No tuvieron oportunidad de ejercer su derecho a la protesta, pues fueron masacrados sin contemplaciones. Es precisamente, en 1969, en el Fórum, salón de eventos sociales ubicado en la Avenida Insurgentes Sur, esquina con Calle Ameyalco, en la colonia Del Valle,

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que se actualizó una discriminación más hacia las clases medias y pobres, con la llegada del grupo The Doors a México, en su gira mundial. The Doors, llegó a nuestro País para tocar en la Plaza de Toros México; sin embargo, les fue negado el permiso porque se esperaba un aforo de 48,000 personas y las reuniones masivas de jóvenes clasemedieros estaban prohibidas. Los boletos costarían alrededor de $12.00 pesos. Cuatro conciertos fueron para jóvenes de clase alta y el quinto sería para que dicha banda tocara en el Auditorio, para el público al que ellos estaban acostumbrados en sus eventos masivos. Los conciertos en el Fórum ocurrieron los días 28, 29 y 30 de junio, y 1º. de julio de 1969; la asistencia fue de 1000 personas cada noche. En las noticias se exaltaba que los muchachos se divertían sanamente tomando sólo agua de limón y refrescos. Los boletos alcanzaron la suma de hasta 16 dólares. Raúl Velasco, conocido comentarista de espectáculos en ese tiempo, se encargó de hacer una clara distinción en los jóvenes, de acuerdo con su nivel socioeconómico, justificando por qué unos sí tenían derechos y otros no, para acceder a todo tipo de espectáculos, debido al buen comportamiento de los ricos, ya que éstos no protestan. Entre los asistentes, se dice, estuvo el hijo del presidente Díaz Ordaz y el entonces joven Ricardo Salinas Pliego. Cuenta la leyenda que The Doors se fue decepcionado de México y no tuvo oportunidad de regresar, ya que 24 meses después Jim Morrison, mejor conocido como el Rey Lagarto, líder de la banda de Rock, murió por una sobredosis. El Fórum ya no existe, pues posteriormente el terreno lo ocupó un restaurante de la cadena VIPS y actualmente se construye un rascacielos destinado a oficinas, como resultado de la constante transformación de la colonia del Valle. Y las casitas de dos plantas siguen ahí, tejiendo en su interior más historias para contar.

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Fuentes consultadas: García, Álvaro (2019) “The Doors en México y su mítica visita” , MTYRCK, página wea, jun. 23. Consultado en: https://monterreyrock.com/2019/06/the-doors-enmexico-y-su-mitica-visita/ el 07-11-2020 a las 12:43 p.m. Malkin, Elisabeth (2018) “México nunca volvió a ser el mismo’, a cincuenta años de Tlatelolco”, The New York Times, América Latina, México, página web, oct. 2. consultado en: https://www.nytimes.com/es/2018/10/02/espanol/americalatina/tlatelolco-68-aniversario.html el 08-11-2020 a las 11:34 a.m. Monsalvo C., Sergio (2019) “The Doors”, Con los Audífonos puestos, página web, may. 14. Consultado en: https://sergiomonsalvoc.com/2019/05/14/the-doors/ el 12-11-2020 a las 13:55 p.m. Ortiz Pardo, Francisco (2013) “La leyenda de The Doors en la colonia Del Valle de Ciudad de México”, www.libresur.mx, página web, jun. 30. Consultado en: https://libreenelsur.mx/la-leyenda-de-the-doors-en-la-colonia-del-valle-de-laciudad-de-mexico/ el 09-11-2020 a las 10:30 p.m. Rebollar, Darío (2013) “Ecos del Pasado: Historia de la Colonia del Valle Historias urbanas La Historia de la Colonia del Valle”, caractares.mx, oct. 13. Consultado en: https://caracteres.mx/ecos-del-pasado-historia-de-la-colonia-del-valle/ el 10-112020 a las 12:05 a.m.

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III Hilda Alicia Casillas Ledesma

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Hilda Alicia Casillas Ledesma Estudió la Licenciatura en Derecho en la UNAM, así como varios diplomados y una Maestría en Defensa y Promoción de los Derechos Humanos en la UACM. Actualmente trabaja en si proyecto de obtención de grado. A edad temprana se inicia su pasión por la lectura, después en forma consecutiva su interés por la música, la danza, el cine y el teatro. Ha tomado talleres sobre video, cortometraje, paisaje sonoro urbano, y teatro entre otros, también ha tenido la oportunidad de participar en varios proyectos, cortometrajes y presentaciones teatrales. Cree firmemente que el arte en cualquiera de sus disciplinas, es una oportunidad de dar libre expresión al espíritu, es abrir un espacio donde puede manifestarse a través de la creación de imagen, literatura y la música que es capaz de elevarnos hacia lugares apenas imaginables o el teatro que nos regala la mágica belleza de lo efímero. En ¿Vamos al mercado? Se regala la oportunidad de describir una parte de ese tradicional lugar en la Ciudad de México, el mercado de la merced.

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¿Vamos al mercado? Alicia Casillas

El mercado La Merced Hoy es domingo, es el día que se pone el tianguis en la colonia. El día en que los habitantes del barrio disfrutamos

nuestros

manjares

cotidianos. Hay para todos los gustos, barbacoa, carnitas, birria, tacos de cecina, de moronga, sería una larga lista. Con los comerciantes que arman sus puestos metálicos uno junto al otro, alineados con la banqueta, formando este mercado dominguero que podría medir cientos de metros; llegan otros personajes también, buscando el pan nuestro de cada día. Algunos son artistas que se ganan la vida en la calle, cantan, tocan, recitan; dos o tres solo aprovechan que hay mucha gente y piden caridad; otros vendedores más ambulantes que el resto, van y vienen a lo largo del tianguis, llevan su merca en mandiles, en las manos, en carretillas o en diablitos. El tianguis es un ser vivo, tiene corazón, allí hay de todo. Es un caos que se equilibra, que de alguna manera logra convertir ese espacio en un lugar maravilloso, a veces mágico, sí, ahora lo sé. Estoy segura de que los mercados tienen magia, está escondida entre la parafernalia del color, de sabores, olores, en sus sonidos, en aquellas canciones que escucho al pasar, que a veces me traen de golpe el recuerdo de amores y desamores pasados; nostalgia de simples sueños, o promesas de algo que nunca pasó. Un puesto de flores donde podemos ver rosas de todos los colores, sin aroma, seguido de un puesto donde venden pollo crudo, pollo fresco del día. El siguiente, en un gran tapete de plástico sobre el piso, una exhibición de ollas

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artesanales de barro de todos los tamaños. Más allá un puesto de discos piratas, desde donde podemos escuchar a todo volumen “Idilio de amor” de Willie Colón. El corazón del tianguis es un hervidero de toda clase de personas, está hasta el gorro de gente, pareciera que no cabe nadie más, pero sí, una señora con una carriola se va abriendo paso, por el centro, empujando a todos a los lados, luego un hombre grita “va el golpe, va el golpe”, mientras jala un diablo cargado de costales, obligando a las personas a apretujarse todavía más hacia las orillas, ya casi encima de los puestos. Un hombre frente a una mesa, invita a la gente a apostar, grita: ¡el amor!, ¡el dolor!, ¡la muerte!, ¡la vida!, ¡¡¡lotería!!! Olores mezclados de todo tipo de cosas, alguien grita desde el anonimato “aguas con la cartera, que es ratero,” y sigue una carcajada estruendosa. Otro puesto de discos, ahora un corrido de los tigres del norte, escuchamos acordes de Camelia la tejana, y “pasaron por san clemente, los paró la inmigración, les pidió sus documentos…”; llega un olor a limones, abren cervezas en un puesto de micheladas, al tiempo que alguien pasa canturreando “cómpreme agujas, cómpreme botones, agujas, agujas, botones, botones,” .Una voz “que va llevar marchanta, que le damos”, el grito de un joven y entusiasta comerciante “dos kilos por veinte, dos kilos por veinte”, el mango está de temporada, y el joven, de pie, a un lado de su puesto ofrece pequeños pedazos del fruto a los que van pasando. El empujón de algún distraído. Una mujer indígena de larga falda, que viste una blusa bordada a mano, está sentada frente a una gran canasta llena de camarón seco, parece ser del Istmo de Tehuantepec, una tehuana. Escucho a lo lejos un saxofón “perfume de gardenias” de la Sonora Santanera. A medida que avanzo hay menos gente, un hombre joven, con alma de barrio, atiende un puesto de teléfonos celulares, tal vez haya un centenar. Se ven en muy buen estado, y algunos de esos caros, no puedo evitar pensar que tal vez son robados. Más allá un hombre con su perro hojeando libros usados. Aprovechando que un comerciante no sacó, tres o cuatro músicos con una marimba se ponen en su lugar, tocan mientras uno de ellos utiliza un sombrero

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como si fuera el capote de un torero, que mueve enfrente de la gente que va pasando, “copera para la marimba”, “copera para la marimba”. Más adelante, una enorme carpa donde hay por lo menos veinte mesas, un puesto de comida de los más grandes, ahí está otra vez, es él, lo ve visto varias veces, a lo largo de años, me llamó la atención desde la primera vez. Es un hombre entre 40 y 50, delgado, moreno y muy alto, siempre lo he visto engalanado, va vestido de pachuco, traje con pañuelo en el bolsillo, camisa clara, zapatos de dos colores, una pluma en el sombrero. Que fácil imaginarlo bailando “Elodia” o “Nereidas” en algún salón, pero éste también toca la guitarra, imitando a “Tin Tan” el pachucote de oro. Canta “me importas tú, y tú, y tú, y solamente tú”.

Hoy fue un día especial, una de las comerciantes nos dijo que el próximo domingo no van a venir, que se suspende el tianguis por el covid. Y si, el siguiente domingo no hubo tianguis, y no hubo tianguis muchos domingos más, yo me preguntaba ¿dónde están los comerciantes? solo dios sabe. Era domingo, pero no parecía. No estaba el tianguis, el lugar estaba vacío, y en la ausencia del acostumbrado bullicio, hubo en momento en que mi sentimiento voló, de la incredulidad y la sorpresa; una pena que poco a poco se transformó, y por un instante fue pura desolación.

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Es viernes, y ya son las ocho de la noche, qué gusto me da, porque ya casi es hora de cerrar la tienda, los viernes hay baile en el salón de al lado, el salón se abre a las seis; a partir de esa hora empieza a llegar la gente, llegan parejas, y también llegan muchas mujeres y hombres solos, pero lo mejor de la tarde es ver a los pachucos, me gusta verlos entrar a la tienda. Muchas veces se les adelanta su perfume, perfumes finos, que a mí me huelen a sueños, a bohemia, a fantasía de barrio, a esa magia efímera que se construye paso a paso, sobre la pista, bailando un danzón. La belleza del traje del pachuco está el su sombrero con una sola pluma, el pantalón de pretina alta con valenciana española, tirantes, cadena larga, medalla, esclava, saco largo y ancho, zapatos de tacón cubano, a veces de dos colores, flor o pañuelo en la solapa. Camisa de cuello ancho; a los pachucos les gusta gozar la vida, vestir bien y bailar mejor. Uno, dos, tres, cuatro, de pie frente a mi pareja de baile escuchando esa canción que dice “piensa en mí, cuando sufras, cuando llores también piensa en mí, cuando quieras quitarme la vida”, puedo sentir la tibieza, el calor de sus manos mientras nuestros pies se mueven acoplados, al unísono, casi solos, uno, dos, y voy sintiendo como poco a poco la realidad cotidiana se diluye, en su calor, su perfume, en su aliento con olor a canela, en la música que nos envuelve, un ritmo que suave y firmemente nos lleva, y que es, en este momento, también el ritmo de ese amor que se vive en un contacto de piel a piel. El baile es puro gozo. El color del traje del pachuco es muchas veces estridente, estrafalario, morado, rosa fuerte, amarillo. Ella va a la pista con vestido de gala y zapatos altos, sigue una de Dámaso Pérez Prado… Lo veo entrar a la tienda, con ese traje morado –güera, deme unos chicles de canela por favor- , saca una cartera de piel, con un billete de 50 pesos hace su pago, -gracias- y lo veo salir, dispuesto a iniciar una noche que yo creo que ni el mismo sabe si terminara en guarapeta o en un hotel de paso. El ritmo y cadencia cala hasta los huesos, “el bodeguero”, “toma chocolate, paga lo que debes”, “en la bodega se baila si, entre frijoles, papa y anís”.

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Los pachucos bailan de todo, mambo, cumbia colombiana, salsa, bailan de todo y bien, yo he visto a uno que también toca la guitarra, lo he visto recorrer la zona de comida de los mercados, de los tianguis del barrio. Canta dos o tres canciones y al final pasa el sombrero, sé por casualidad que es un imitador profesional de Tin-Tan, que una vez hasta ganó un concurso nacional, se la pasa cantando, en la bohemia; el hombre es libre, no está atado una empresa, ni a un horario. Los pies y el cuerpo se mueven solos, a un ritmo que dice “bomboro quiñá quiñá, quiñá quiñá, el bomboro”, “me encontré un amor, lo llevé a pasear”. Los pachucos están por todas partes, en Chihuahua, en los salones de baile, en las fiestas, en los toquines y hasta daban clases de baile en el parque de la ciudadela antes del Covid. Dicen que ser pachuco es más que una forma de vestir; es una forma de ver el mundo, ser rebelde con causa, un estilo de vivir.

El pachuco Yo fui un niño tímido, me costaba mucho relacionarme con los demás, me costaba mucho relacionarme con la gente. En la secundaria los compañeros se burlaban de mí, yo era alto y flaco, más alto y más flaco que ellos. Sentía que crecía y crecía, y en esa misma medida crecían las burlas de los otros chavales, me gritaban –pinche garrocha, estás horrible-, yo cada vez me sentía peor y estaba más aislado, callado, tímido, introvertido, más alto y más flaco. Si terminé la escuela, pero ahí me fue mal. Pero tenía un amigo, era un muchacho de mi edad que vivía en la misma calle que yo, como a media cuadra de la casa, en una vecindad que le decían “la casa de los locos”, ahí vivían varias familias, era una casa muy rara, dos o tres contaban cada historia, decían que el padre había embarazado a su propia hija, que una niña que a veces veníamos jugar y correr en la calle, era al mismo tiempo su hija y su nieta.

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Mi amigo vivía con su mamá, en un cuarto al fondo de la vecindad. Ella vendía fruta, en los tianguis, pero le gustaba más irse a vender a La Merced. Decía que ahí vendía más, a veces llevaba limones o ajos en una manta que se amarraba alrededor de la cintura, se iba a vender por la calle de manzanares, muy cerca de la avenida circunvalación. Allí mismo se sentaba y en el piso, sobre un hule hacia montoncitos de ajos, cebollas. A mi amigo le gustaba la música y me decía –vamos al baile - yo al principio no quería, pero a veces lo acompañaba. A mí el baile me ha ayudado mucho, a vencer la timidez, el miedo a acercarme a los demás. Yo cuando estoy en la pista me transformo, es como si dejara atrás el miedo, la zozobra, es como sacudirme de todas las miserias, yo escucho la música y me suelto, me dejo ir, y ya, es como si la música fuera creciendo y creciendo. Es como si en algún momento dejara de escuchar como siempre y empezara a escuchar de otro modo, más profundo, más intenso, como si empezara a escuchar con cada uno de mis poros, con cada centímetro de mi piel, con cada cabello, con los músculos y los huesos. La música empieza a envolverlo todo. Es como si el cuerpo se moviera solo, como si se convirtiera en música. Sí, es como si se volviera uno solo con la música, y en esos momentos yo siento que no me importa nada, ni mi timidez, ni mis complejos, ni siquiera pienso si me miran o no, son momentos que parecen eternos. Vestirse de pachuco es un ritual, una ceremonia, porque un pachuco no es cualquier cosa, es un pachuco. Yo soy libre y con mi guitarra voy por donde me llevan los pies, me gusta cantar en los restaurantes y en los bares, amenizarle el momento a la raza, a veces me contratan en algún lugar y ahí me quedo un rato, pero luego me aburro y siempre me voy, voy recorriendo las plazas, los mercados, las ferias, también me subo a cantar en los camiones, así me voy moviendo por toda la ciudad. Hay lugares que me gustan más que otros, donde la gente coopera más. La conocí trabajando de mesera en una lonchería, en el mercado de Sonora, en la merced, era muy joven, una india de buena estampa y de ojos color miel, una vez que fui a darme un rol por ahí con la guitarra, desde la primera vez que la vi le

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cante “quien será la que me quiera a mí, quien será, quien será”, la vi ir y venir llevando y recogiendo platos en las mesas mientras le cantaba, sus ojos sonreían y yo empecé a frecuentar ese lugar a partir de ese día. Llegaba por el metro y tenía que atravesar calles enteras llenas de comerciantes, luego la Av. Fray Servando, y ya en el Sonora varios corredores para llegar a la zona donde ella estaba, de puro curioso me metía por los pasillos de los yerberos. El lugar huele a perfume, a incienso y a copal, creo que hay una bruja en cada puesto, al pasar me dicen “que busca amigo, que le damos, le hacemos una limpia con ramo”, y con voz más discreta –quiere un hechizo, un amarre- . Un hombre me sale al paso, me dice con voz suplicante - señor, por favor, ayúdeme, me asaltaron y me quitaron mi mercancía y mi dinero, necesito juntar para mi pasaje, para regresar a Sultepec -. La mercancía en los puestos va de todo, yerbas medicinales, ramos de flores para hacer limpias, coronas de ajos, collares para santeros, amuletos para la buena suerte, jabones de “ven dinero”, hay incienso, veladoras, calaveras, cartas de tarot, dijes con todo tipo de figuras, estatuas de Joaquín Malverde, San Judas Tadeo, de la Virgen de Guadalupe, San Charbel. También hay medallas de plata y de oro con la imagen de la santísima muerte. Está en esculturas de muchos tamaños y diferente postura, aparece de pie o sentada, las más grandes podrían alcanzar los dos metros altura, hay puestos donde costureras les hacen su traje a la medida, al gusto del cliente, según su presupuesto. De telas finas hacen capas rojas, negras, moradas, les cambian su ropita cada año, como se hace también con otros santos, el culto a la Santa se ido extendiendo poco a poco, cada vez tiene más seguidores, muchos de este barrio hasta andan tatuados. Hay imágenes y esculturas de yeso, plástico, maderas finas, en algún próspero negocio, hasta los Orishas de la santería tallados a mano en maderas preciosas y de todos los tamaños. Llegan de lejos las voces de los Caminantes: “Olvídate de todo menos de mí, y vete a donde quieras, pero llévame en ti, que al

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fin de tu camino comprenderás tus males, sabiendo que nacimos para morir iguales” Fui a ver a mi novia al Sonora, de regreso pasé a comprar algo al mercado de los dulces, compro en los puestos de enfrente, sobre Avenida Circunvalación, entre dos hileras de puestos va la gente, ya cargando cajas, bolsas, a un paso lento, entre puestos de dulces de leche, mazapanes, palanquetas de amaranto, camotes de puebla, a veces espantando con las manos abejas que revolotean sobre los dulces de fruta seca. Más allá, juguetes baratos, pirinolas, trompos, loterías, baleros, títeres y carritos de madera.

Sobre la avenida, los carros y camiones avanzan a vuelta de rueda, el aire saturado por el humo de sus escapes, ruido de los motores, bocinazos, de repente una pequeña ráfaga de aire trae el hedor pestilente de las coladeras; demasiada gente. Se escucha la voz de Chayito Valdez, cantando la silla vacía, “a veces me preguntan si estas en el cielo, y me muerdo los labios al decir que si, por Dios…”. Salí del corredor para dirigirme a Corregidora, esperé al cambio de luz del semáforo para cruzar la calle, y ya estaba del otro lado de la acera de la Avenida Circunvalación. Caminar acá es diferente, la banqueta es más ancha, a la izquierda hay locales de todo, de ropa, zapatos, aparatos eléctricos, algunas joyerías,

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peluquerías, fundas para celular, hay entradas de hoteluchos, tiendas naturistas, taquerías, teléfonos celulares. Algunos comercios tienen bocinas a la entrada de sus negocios con grabaciones donde le invitan a uno a entrar, también hay mucha gente, pero hay más espacio para caminar. A la orilla de la banqueta hay una maya metálica, que corre casi a todo lo largo de la avenida, y que solo se interrumpe al cruce de calle. Un indigente se acerca con paso vacilante a pedir una moneda estirando una mano mientras en la otra lleva una mona. Más adelante esta la Capilla del señor de la humildad, puestos de pomadas, cremas, desde la bocina de algún ambulante se escucha “pomadas para los callos, para esos hongos en los pies”. A unos pasos más hay un local que vende comida corrida, con paredes oscurecidas por el humo y el cochambre, a la entrada tiene un comal donde hacen tortillas a mano y quesadillas. De los dos lados de la amplia banqueta, de tanto en tanto, hay mujeres, de esas a la que alguna canción llamo pajarillos, “maquillaje a granel, usaba a diario, y vendía la piel a precio caro, era un pajarillo de blancas alas, de balcón…”.

Falda cortita, tacones altos, la mayoría son mujeres jóvenes, alguna que otra parece casi niña, pero también se ven mujeres maduras, con la piel ajada, la falda más corta y la cara más pintada. Se venden en ese lugar, a veces bajo un sol que cae

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a plomo, frente a los comerciantes y a una multitud entre curiosa o indiferente que llega cada día a comprar esto, lo otro y lo de más allá. Media calle antes de llegar a Corregidora, de pronto veo a una pareja que camina unos pasos delante de mí, un hombre de mediana edad lleva del brazo a su mujer y los veo bien, aquella que en un principio creí su mujer, viste falda cortita, grandes tacones, bolsita, es un pajarillo de los que cantan en la avenida. En algún lugar indeterminado alguien fuma, el airecillo trae olor a marihuana. Ya estamos cerca de la esquina, veo a la pareja acercarse a una zapatería, el semáforo cambia a rojo, me detengo. El hombre fue a dejar a su dama, le escucho decir -muchas gracias-, cruzan la mirada, en los ojos del hombre hay un agradecimiento profundo, complicidad; en ella aceptación, simpatía, plenitud. Lo veo alejarse y antes de perderse entre la multitud, volver la cabeza un par de veces para mirar a la mujer que ha quedado de pie en aquella esquina. Llega un sonido lejano, una canción de Julio Jaramillo “en ti se ensañaron toda la amargura de un dolor profundo, como si pagaras todos los pecados que hay …”. Aquí hay que andar con cuidado, cuidar la cartera, las bolsas, hay que estar a las vivas porque si no, en tantito que te distraes ya te dieron vuelta. A mí ya me la aplicaron, ya me la sé, una vez que había una oferta de mochilas en un almacén, buenas, mezclilla con aplicaciones de piel, antes de entrar me fijé cuanto traía, dos billetes nuevecitos, la cartera con mucho cuidado guardé bien. Fue lo mismo entrar al almacén, que tratar de agarrar la más bonita, en medio de un montón de gente que se peleaba por conseguir un lugarcito alrededor del botadero. Agarran una mochila, no les gusta, la botan de regreso donde caiga, todos peleándose por lo mejor, me gustó una, y a pagar a la caja; en medio del montón de gente, alguien me sacó la cartera, ni sentí, son finos, elegantes, ni cuenta me di. Por aquí hay mucho de eso, mucha rata, y algunos no son tan elegantes ni finos. Me han contado que en una vecindad vieja que está como a dos cuadras para adentro, viven seis o siete farderos, son gente que entra a robar a las tiendas, se esconden las cosas en sus propias ropas, entre lo que llevan puesto.

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Y hay otros que de plano están locos, asaltan a la gente con cuchillos, con pistolas, son drogadictos que atracan y no respetan nada, todo por pagarse el vicio. Gente mala. Una vez me tocó ver que asaltaban a un muchacho que vendía celulares, le picaron la panza, varios nos acercamos a ver qué pasaba ¡hasta se me olvido la guitarra!, el hombre se tapaba la herida con la mano, los comerciantes de al lado empezaron a gritar - ¡llamen una ambulancia, hay que hablarle a la ambulancia! -, nadie sabía qué hacer, una mujer que lo conocía gritó

–vayan a avisarle a su

hermano, al que vende a dos cuadras de aquí, rápido- ¿Quién sabe dónde vende su hermano?, ¡rápido! Fueron a avisarle al hermano, cuando llegó, el herido empezó a decirle ¡te encargo a mis hijos, cuida a mis hijos!, ¡te encargo a mis hijos!, ¡te encargo a mis hijos, cuida a mis hijos!, el hermano contestaba –¡sí, guey, sí!-, -¡Te encargo a mis hijos, a mi mujer, prométeme que los vas a cuidar!- siguió diciendo el hombre, durante la casi media hora que la ambulancia tardó en llegar. Cuco Sánchez le cantó al dolor “Guitarras Lloren guitarras, violines lloren igual, no dejen que yo me vaya con el silencio de su cantar, gritemos a pecho abierto un canto que haga temblar…”.

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Unos van, otros vienen, caminando sobre banquetas áridas, polvorientas, desgastadas. Comerciantes que pregonan sus cantos, en medio de un aire pesado, denso, vendiendo escobetas, cepillos, grasa para calzado, cerillos, cucharas, cuchillos. Un hombre mueve ágilmente sus manos sobre una mesita, esperando atrapar incautos “¿dónde quedó la bolita, donde quedó la bolita?”. Me contaron hace mucho que ya entrada la noche, en este y en otros barrios hay gente que sale de sus madrigueras, les dicen “el círculo o el escuadrón de la muerte”, son hombres y tal vez mujeres que ha tocado el fondo del vicio, del alcohol, de las drogas, son desahuciados, decían que cuando alguien entra en ese grupo, ya no sale, que de eso solo sigue la muerte “Llegó borracho, el borracho, pidiendo cinco tequilas, y le dijo el cantinero, se acabaron las bebidas, si quieres echarte un trago…”. En la merced hay de todo, amor, dolor, alegría, tristeza, ilusiones, pasión, vida y muerte, oscuridad, esperanzas, odio y rencor, en menudeo y al por mayor.

Frente a la Iglesia de nuestra Señora de la Merced, hay un hombre viejo vendiendo libros y estampitas de santos, le apodan el Rojín, me contó que él nació ahí, en la banqueta de atrás de la iglesia, nació de una mujer indígena muy pobre

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que dejo su tierra porque ahí, no había ni para comer. Se vino embarazada a la capital, y en la merced encontró un lugar para sentarse a vender, cuando anochecía, abrazaba a sus hijitos y se acurrucaba contra la pared. Rojín recuerda que cuando era niño había montones de arena y grava por aquí y por allá, creció con la cara sucia, vistiendo ropa usada que le regalaban y que casi siempre le quedaba mal, corriendo y brincando en la tierra, haciendo travesuras, jugando con piedras. El aire trae tristeza: “Yo como creído me equivoqué, triste es mi vida, joven querida y ese albur yo lo jugué, y todavía valor me sobra, hasta onde tuve aposte”.

Al final de la jornada, fui a recoger a mi novia al Sonora, me gusta que me vean ahí, que la gente sepa que es novia de un pachuco, que la quiero y que le canto, ahora, un tango, el Choclo: “ …Con este tango nació el tango y como un grito, salió del sórdido arrabal buscando el cielo, conjuro extraño de un amor hecho cadencia, que abrió camino sin más ley que su esperanza, mezcla de rabia, de dolor, de fe, de ausencia….”.

Fotografías: Alicia Casillas

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IV Patricia Aimeé Aguilar Galván

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Patricia Aimeé Aguilar Galván

Patricia Aimeé Aguilar Galván, nació el 17 de marzo de 1975. Es egresada de la Licenciatura en Historia y Sociedad Contemporánea, por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM). En dicha universidad, participó en coloquios y presentaciones de libros. Asimismo, ha apoyado en diversos eventos académicos, como el registro preliminar de cuadernos de dibujo del pintor ruso “Vladimir Kibálchich Rusakov” en el centro cultural Vlady. Ha participado en encuentros y ha cursado diversos cursos y diplomados. Actualmente trabaja como coordinadora administrativa en la empresa Ingeniería Energética Integral S.A. de C.V.

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Los murales de Congreso de la Unión Patricia Aguilar

En la nostalgia de ensueños que muchas veces se pierden en el olvido, viene a mí la leyenda un tejedor de historias; el cronista de Iztacalco. De un pasado que aún no se ahoga en el mar de los descuidos, porque mientras alguien lo comente, mientras haya quien lo transmita, no perderá su aporte, no perderá su brillo.

Dicen que en tiempos de Juárez, cuando la intervención francesa, allá por 1863, allá cuando el segundo imperio comienza, se persigue al presidente que a la nación simboliza, más éste logra evadir el cautiverio que su captura presenta; ya cayendo el ocaso, por la Garita de San Lazaro, se desliza.

El cronista de Iztacalco mentaba que, Juárez fue sacado por calles de agua, aprovechando el tumulto de comerciantes que formaba, en ingreso a esta ciudad entre ríos.

Y llegaron hasta el canal, que ahora por nombre lleva el de un honorable Congreso, que la Unión representa.

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Mucho de su legado, cimentó las bases de nuestra soberanía, que esas leyes reformistas sin esa gloriosa salida, no se contarían ni en cuento, si no hubiera triunfado el gobierno que Juárez presidia.

Hoy con nostalgia en la mirada de un corredor oscuro, se representa próceres, héroes y actores, figuras públicas de nuestro agitado México convulso, que se revisten de sueños, de identidad de futuro.

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Grafittis en San Lázaro Patricia Aimeé Aguilar Galván «En un tiempo muy distinto del nuestro, y por hombres cuyo poder de acción sobre las cosas era insignificante comparado con el que nosotros poseemos, fueron instituidas nuestras Bellas Artes y fijados sus tipos y usos. Pero el acrecentamiento sorprendente de nuestros medios, la flexibilidad y la precisión que éstos alcanzan, las ideas y costumbres que introducen nos aseguran respecto de cambios próximos y profundos en la antigua industria de lo Bello. En todas las artes hay una parte física que no puede ser tratada como antaño, que no puede sustraerse a la acometividad del conocimiento y la fuerza modernos. Ni la materia, ni el espacio, ni el tiempo son, desde hace veinte años, lo que han venido siendo desde siempre. Es preciso contar con que novedades tan grandes transformen toda la técnica de las artes y operen por tanto sobre la inventiva, llegando quizás hasta a modificar de una manera maravillosa la noción misma del arte.»

PAUL VALÉRY, Pièces sur l'art ( «La conquête de l'ubiquité»).2

En aquellos años los abuelitos decían come todo, aunque sea revuelto, total todo va para San Lázaro. Esto porque fue, ha sido y quizás será un espacio marginado desde los primeros tiempos coloniales. Es un barrio con sabor a todo e identidad de nada. Colindante de lo que conocemos como el Honorable Congreso de la Unión “El Palacio Legislativo de San Lázaro”. La avenida que separa a San Lázaro / Candelaria con el Palacio Legislativo, lleva su nombre, Av. H. Congreso de la Unión. El barrio de San Lázaro está ubicado al oriente de la Ciudad de México. Fue entrada de agua a lo que conocemos como la ciudad de México Tenochtitlán. Espacio limítrofe con el lago de Texcoco. En esta avenida pasa el transporte Metropolitano (metro) línea 4 Santa Anita- Martín Carrera, es una línea que en su mayoría corre sobre pilares a gran altura respecto al suelo, por lo que de manera coloquial se le ha denominado un metro volado. 2

Publicado en BENJAMIN, Walter Discursos Interrumpidos I, Taurus, Buenos Aires, 1989.

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Los muros que sostienen esta obra de ingeniería hoy en día albergan un mosaico de representaciones artísticas, gráficas, sociales, culturales e históricas que dan pretexto a la elaboración del presente escrito; los murales pintados con grafitti en sus muros. La palabra grafitti viene del griego que quiere decir escribir, “inscripción o dibujo hecho en una pared”(RAE, 2005). La aparición de estas ideas, representaciones, dibujos en la historia de la humanidad es importantísima como soporte de expresión para comunicarse con los demás. Los romanos fueron grafiteros destacados, e incluso se encontraron incisiones en los bloques egipcios hallados en el siglo XVIII. Ellos utilizaron el muro como elemento expresivo y comunicacional para dejar testimonio de sus pasos.” (Pacini, Carlos: 2008). El vocablo italiano grafitti procede de las incisiones hechas con materiales de carbón y grafito. Esas inscripciones fueron hechas en sitios públicos no autorizados para ello. Ya en el siglo XX, para la segunda mitad aparece en Nueva York estas pintas públicas como una especie de desafío, reto y desacuerdo al orden político existente. Bojórquez, en efecto, sostiene que el origen del tag debe remontarse a esa experiencia en los treinta y que sin lugar a duda en los cuarenta el tag fue práctica frecuente dentro del movimiento chicano que se manifiesta en contra del gobierno estadounidense. (Claudia Kozak, citada en Pacini, 2008: 60).

Entre un pilar y otro se instalaron jardines corredores, que mucho tiempo fueron espacio de desconfianza, temor e incluso percibidos como mal vistos. Lo cierto es que la zona alberga a muchos indigentes que usan estos espacios para pernoctar, habitar y realizar sus necesidades. Aunado a que algunos vecinos, no todos, ocupan estos espacios como tiraderos de basura. La iniciativa de las autoridades de brindar estos espacios para que los grafiteros (artistas) puedan expresarse, ha traído consecuencias interesantes que van desde conservadoras y radicales, hasta inclusivas e identitarias. En sus paredes vemos representaciones de personajes que han formado parte importante en la historia y cultura nacional. Luchadores sociales, deportistas,

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actores, actrices, literatos, héroes nacionales, pasajes históricos, espacios representativos de la alcaldía como lo es el aeropuerto, entre otros. Estas representaciones artísticas son percibidas por los vecinos con distintas perspectivas, pero en el fondo se vuelve parte de su identificación con los espacios públicos, sus usos y costumbres. A continuación, algunas entrevistas realizadas a vecinas de las colonias aledañas a Av. Congreso de la Unión que evidencian la percepción de los vecinos respecto a estas expresiones gráficas:

Josefina Corona Vecina de la unidad habitacional Emiliano Zapata, 30 años viviendo en la unidad habitacional PA: ¿me podría decir su opinión acerca de los murales ubicados en av. Congreso de la unión? JC: es un lugar que está aprovechando el muralista para poner cosas muy bonitas, la avenida se ve muy bonita, me gustaría que le pusieran, no sé, algún mensaje o algo que quiera decir el…el… alguno de los murales, bueno por ejemplo nosotros que hemos viajado a otro lugar, vemos lo de Xcaret, la cultura que tienen y estaría bien que pusieran que es lo qué representa para el artista, qué es lo que él está plasmando en esos murales. PA: ¿y usted siente que ha habido un cambio, se siente como que es parte de su identidad, que se refleje? JC: hay cosas que sí, hay cosas que no, como los que te acabo de decir, hay unos como que tienen la cara de la muerte y esos no, no me parece que sea parte de nuestra delegación, es por eso la importancia de alguna remembranza de lo que ellos están plasmando en el mural.

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PA: una pregunta más, de los espacios comunes o públicos que tenemos aquí al rededor del barrio, ¿cuál para usted sería un espacio representativo para la localidad, para lo colonos? JC: el deportivo Venustiano Carranza PA: ¿por qué? JC: antes, las, las, este, todo lo que venían a vender para la época navideña, todo lo que venían a vender de los diferentes estados para la época navideña, se ponía ahí, y yo llevaba a mis hijos pequeños a ver, esperábamos con ilusión ir a ver, para mí ese es un espacio muy representativo de la Delegación.

Daniela Gomora Visita a unidad habitacional Emiliano Zapata Edad 19 años, su opinión respecto a los murales. DG: hola pues yo soy Daniela, cómo ya lo mencionas tengo 19 años, estudio química farmacéutica, y bueno mi perspectiva de los murales, a mí me parecen bastante bien porque creo que se pueden expresar perfectamente, depende primero de qué sean los murales, porque hay muchos tipos de arte que se pueden plasmar en ellos, desde retratos algo tan simbólico o histórico hasta algo muy abstracto, creo que son una muy buena forma para expresar porque son muy libres. PA: ¿qué te parecen ese tipo de murales, que están ubicados aquí en avenida Congreso de la unión? DG: yo creo que están interesantes porque al plasmar a cierto personaje incluso para las nuevas generaciones que están apenas estudiando esos temas de historia en la escuela, te da como que curiosidad plasmar, e identificar, investigar quienes son o qué hicieron, por lo mismo incluso niños chiquitos pasan por ahí y preguntan quiénes son o algo así, no sé, me parece interesante. PA: ¿entonces tú sí te sentirías identificada con este tipo de representación?

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DG: identificada ¿cómo? PA: como tu generación, porque es una cuestión ya de una nueva generación, por ejemplo, hace algunos años, quizás a ti no te toco, pero el grafitti era identificado como una agresión visual y se trastoca este contexto, y ahora es una representación identitaria, ya que ahora están tratando de plasmar esta cuestión de plasmar héroes, momentos, ¿qué piensas tú de eso, si te representa, si crees es una buena alternativa? DG: si yo creo que sí, porque creo que en estos momentos ya no es una agresión, no se ve ya mal, porque ayudan mucho. Siento que son muy libres y permiten la libertad de expresión.

Patricia Dueñas Vecina de Av. Congreso de la Unión, viviendo en el barrio 40 años PA: su opinión acerca de los murales que están sobre Avenida Congreso de la Unión. ¿Nos podría decir cuál es su opinión al respecto? PD: mi opinión es pues que, si están muy bien los murales, porque están representando lo que fue nuestro México. PA: ¿está de acuerdo con esta representación, se siente identificada? PD: si porque los he visto, y si me siento identificada con alguno de ellos PA: ahora bien, estos son grafittis ¿está de acuerdo con que se usen ese tipo de espacios para eso? PD: si, de echo cuando yo lo vi, lo que llegué a pensar es que está bien, porque las personas que se dedique a eso, sea con alguna información algún tema, un objetivo el estar pintando y que sea en ciertos lugares, que no sea en cualquier lado, que no anden pintando o grafiteando cosas que no deben ser. Que sean cosas culturales. PA: ¿cómo interpreta esta manifestación artística?

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PD: como la interpreto, a mi punto de vista, es buena opción porque, en algún momento se llega a pensar si quieren hacerlo ellos, de ellos nace esta inquietud, que no anden pintando en cualquier lugar, que no anden pintando cosas que ni información dan, o ni un sentido tienen y en esta ocasión cuando yo ví esos murales, si se me hizo una buena idea, porque es un lugar específico y tal vez se puedan identificar, ósea las personas con esa pintura.

Patricia Ávila Martínez PAg: hola, Paty, ¿cómo está? solicito su apoyo con la respuesta de 4 preguntas, espero me pueda ayudar: su opinión respecto a los murales realizados con grafiti en los pilares ubicados en la avenida H. Congreso de la unión, arteria vial importante en esta alcaldía. ¿Fungen como factor identitario del barrio, la colonia, la zona? ¿sienten algún tipo de representación en/con ellos? PAv: Si, es un espacio libre, siempre y cuando sea representativo de nuestra historia. PAg: ¿Qué otro espacio considera que es representativo y retrata un poco la historia local e identidad del barrio, de su colonia? PAv: Sería los arcos que están sobre congreso y calle Emiliano Zapata x que tienen una gran historia como era una estación de ferrocarril PAg: En particular de los grafitis que están en los pilares que sostienen el metro línea 4, ¿cuál es su opinión? PAv: Que fuera reconocido y cuidado y no permitir que tanto vago este ahí ya que no saben lo que representa y deberían quitarlos de ahí y rescatar ese espacio. PAg: ¿Su opinión sobre el grafiti en las calles y bardas? PAv: Es un arte urbano muy bonito ya que podemos observar famosos como luchadores, boxeadores, expresidentes, la madre patria y nos remonta recordar los ídolos.

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PAg: Para usted, ¿el grafiti lo considera una agresión visual o un espacio libre de expresión aceptado por la comunidad? PAv: Los personajes se me hacen bonitos y el colorido en la noche fluorescente que le pusieron, resalta en las noches.

Guadalupe Gómez Huerta PA: su opinión respecto a los murales realizados con grafiti en los pilares ubicados en la avenida H. Congreso de la unión, arteria vial importante en esta alcaldía. ¿Cuál es su punto de vista respecto a estos grafitis? GG: me gustan los grafitis, están bien hechos, es como un museo de concreto, nos muestran diferentes personajes representativos de la historia, una manera diferente de conocer la historia. PA: ¿Fungen como factor identitario del barrio, la colonia, la zona? ¿Siente algún tipo de representación en/con ellos? GG: sí, yo en lo personal no he visto en otras alcaldías que hagan este tipo de grafitis, si, no solo rayones. PA: ¿Qué otro espacio considera que es representativo y retrata un poco la historia local e identidad del barrio, de su colonia? GG: el mercado de la Merced es un espacio conocido, incluso ha salido en películas, documentales es algo representativo al cual sería bueno conservar, pero limpio. PA: ¿Su opinión sobre el grafiti en las calles y bardas? Para usted, ¿el grafiti lo considera una agresión visual o un espacio libre de expresión aceptado por la comunidad? GG: Me gusta siempre y cuando realmente representante, enseñe, o simplemente sea estético, claro, en espacios que no afecten las propiedades y esto se convierta en ilegal.

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Se elaboraron otras entrevistas más, que por la extensión del texto no se pudieron vaciar en este escrito, pero coinciden con la idea de que antes de pasar, atravesar la calle por estos pasillos corredores que se encuentran entre los pilares, era aterradora y a raíz de que se han plasmado estos grafittis han tenido mayor seguridad para pasar por ese espacio, les puede gustar o no pero perciben esos espacios como válvulas de escape para que los artistas se expresen y como los temas que

representan son

de cultura popular se sienten identificados no

necesariamente con su barrio, pero si con su identidad nacional. A continuación, algunas imágenes que pude captar acerca de los grafittis.

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Fotos: Patricia Aimeé Aguilar Galván, Avenida Congreso de la Unión, Ciudad de México, 2020.

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Fuentes citadas: Sub voce grafitti/grafitto, Diccionario panhispánico de dudas 2005, Real Academia Española. Pacini, Carlos Alberto, “El grafitti. Historia social, origen y desarrollo en América. Cuatro casos en Mendoza”, página 1, hora de consulta 18:30 hr, 08-11-2020, consultado

en:

http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/10915/39176/Documento_completo.p df?sequence=1

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V Víctor Francisco Reynoso García

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Víctor Francisco García Reynoso Víctor Francisco García Reynoso nació en la Ciudad de México, es gestor cultural, pasante de la licenciatura de Arte y Patrimonio Cultural Autónoma México, estudiante

de de

la la

campus de

la

Universidad Ciudad

de

Cuautepec, licenciatura

Administración y Comercio del Instituto de Estudios Superiores Rosario Castellanos y estudiante de idioma coreano. Colaboró junto a los gestores culturales Fabiola Ronquillo y Ricardo Ramírez en el proyecto de vídeo documental sobre el Mercado de Jamaica. Participó en el recital “Xochitl in Cuicatl, poesía en Náhuatl” junto a la gestora cultural Reyna Villalba en la Casa de Cultura Santa Rosa y obtuvo la mención honorífica en el “Concurso de Traducción de Libros Ilustrados Coreanos”, del Centro Cultural Coreano.

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Mi primer paso Francisco García Aquella tarde cálida del 19 de octubre del 2020, el cielo estaba despejado y limpio, creo que es gracias al confinamiento, pues muchos carros no circulan todavía como normalmente lo hacían, ya no contaminan más, ojalá siempre estuviera así. Incluso el canto de las aves es más nítido, ya que no hay tráfico que lo opaque, la naturaleza ha regresado a tomar lo que le habíamos arrebatado. Durante esta tarde, pienso en ir a tomar unas fotos para mi taller de fotografía, por lo que me decido a salir a capturar imágenes con la cámara que una prima me prestó y aplicar lo que me han enseñado en el taller durante algunos meses. Tomo mi bicicleta, un poco oxidada por el tiempo, pues la había arrumbado durante dos años. La había comprado para ir y venir de la universidad, para ahorrar algunos pesos, así como para evitar las constantes a conglomeraciones, apretones o el ir colgando, aferrandome con la punta del pie en el escalón y sujetándome apenas de las ventanas de los camiones de la ruta 88, que va del metro Politécnico a Cuautepec. Vaya que aquellos camiones parecen autosardinas. Pero mi encanto se acabó muy pronto, pues mi escuela está a la mitad de una colina y próxima a la sierra de Guadalupe, así que las constantes pendientes y mi condición física me forzaron a recurrir de nuevo al transporte público. Durante mi salida, decido ir al acueducto de Guadalupe, pues está muy cerca de donde vivo, a unos escasos 5 o 10 min. Debo decir que alguna vez investigué sobre la estructura, ya que estudié Arte y Patrimonio Cultural. Ahora sé que el acueducto es un monumento histórico de la nación desde 1982, data del siglo XVIII, contaba con 2287 arcos y tiene una longitud de casi diez kilómetros. Su función era transportar agua desde el río de Tlalnepantla a la Villa de Guadalupe. A partir de mi investigación, supe que su construcción inició en 1743 y concluyó en 1751 en el virreinato del conde Revillagigedo. El ingeniero Horacio Ramírez, menciona que se conservan unos 1584 arcos actualmente, pues muchas partes del acueducto fueron mutilados para dar paso a

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avenidas, cruces y autopistas; en pocas palabras, a la urbanización de la Ciudad de México. Ello se debe a la poca valorización que se tenía de la estructura, además de que dejó de funcionar alrededor de 1950. Para llegar a mi destino, paso por el pueblo de Santiago Atepetlac, Santiaguito como se le conoce por estos rumbos, es un pueblo originario que era conocido como Atepetlac, “Cerro del agua” y que hoy conserva aún ese nombre pero a la sombra de Santiago. El cronista del lugar, José Guerrero, platica que cuando se escarbó para pavimentar las calles, se encontraron muchas vasijas, cerámicas, entre otras cosas características de la época mesoamericana, pero que aquellos objetos fueron puestos en una camioneta del gobierno y nunca se supo más de ellas. También comenta de un supuesto túnel que conecta con el basamento y zona arqueológica de Tenayuca, que se encuentra a casi dos kilómetros del pueblo. Ya en el acueducto, realizo un recorrido para conocer el lugar y apreciarlo, pues nunca lo había hecho. Hay una pista de correr junto al acueducto de unos dos kilómetros, que es la longitud de este primer trazo antes de ser mutilado en una avenida en Ticomán. El acueducto se ve bien conservado, se ve fuerte, hay muchas partes donde han plantado flores, pequeños árboles, magueyes y sábilas. Hay poca gente corriendo, trotando, veo que son amigos, familiares, ligues que se postran en las bancas entre las zonas verdes para contemplar la tranquilidad y el suave acariciar del viento a las hojas de los árboles, que dan una paz inexplicable. Algunas partes voy solo, escucho el crujido que provoca mi llanta en la tierra, percibo el sonido de cómo trabaja mi cadena, admiro como los rayos de luz del atardecer son capturados por los arcos, parece como si cada uno fuera una puerta con su propia luz, como si te llevara a algún otro lado. Quiero tomar muchas fotos, quiero detenerme en todos lados para capturar las imágenes de este atardecer, lo debo de hacer rápido, pues pronto bajará más el astro sol, y la belleza de los arcos que me brindan, se irá junto con la tarde. Me detengo a mitad de camino, veo algunas plantas a pie del acueducto, me siento a apreciar el lugar que he escogido, saco la cámara, tomo una o dos fotos con

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gran timidez, tomo aire, recuerdo que en el taller me sugirieron tomar algunas imágenes en blanco y negro, así que lo hago. Ahora enfoco, regulo mis parámetros de luz y disparo. El resultado y satisfacción fue tan grande, que esa tarde regresé a casa tan nostálgico y lleno de alegría, pues había dado mi primer paso en la fotografía, ahora sé que la imagen en un futuro será un registro del pasado.

Fotografía: Víctor Francisco García Reynoso, Acueducto de Guadalupe, Ciudad de México, 2020.

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VI Fernando Hipรณlito Mendoza

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Fernando Hipólito Mendoza

Fernando Hipólito Mendoza, nació en la ciudad de México el 13 de abril de 1977, pandillero del amor por las letras, amante del arte y del desbordarse por las calles como un perro callejero. Estudio libremente en un camino multidisciplinario y es parte de los primeros poetas de la UACM. Cronista de la Colonia Gabriel Ramos Millán, es poeta, artista y documentalista e imparte talleres de cine documental en la UACM. Ha sido colaborador del programa de Raíz Luna, conducido por Mardonio Carballo, canal 22. Ha escrito Poesías para un mundo en llamas, El amor viene de morirse en otros brazos y en otros cuerpos, irremediablemente México es…, ha sido compilación de varias antologías como Poesía de una tierra ensangrentada y cuentos de una tierra ensangrentada.

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A mi colonia y otras poesías Mi colonia es un viejo conquistarse de sí, es un entrar de remotas huellas, que la hacen retomar la estatua urbanizada de sus entrañas.

Hay viejas noches endureciendo las pieles de sus calles, sus amadas huellas de sus gentes se renombran en ríos entubados, en cines olvidados, en pulquerías sin espacio y tiempo, en potreros y rancherías que se nos fueron a no sé dónde. El asfalto, la ciudad y mi amada colonia envejecen.

Hemos de saber que su historia es de manos que trabajan, de juegos de niños que se a adueñan de sus calles, de leyendas y mitos que se anclan en el corazón que esculpe todo existencia en ella. Es urbe, calle y vida colectivizando su gran hazaña.

Aquí vivimos y morimos un rato, bajo el astro encantado que da el tiempo en su caminar hay remotas luces de negocios vivos que recrean un tiempo para cazar nostalgias.

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Mi colonia es toda estancia de mundos enterrados en el día a día. Hay sus casas, edificios, iglesias y mercados, que la nombran en el parque de nuestras ilusiones, un cantar de poesías que vagan en ella. Se alegra y vive, como cualquier niña enamorada son sus años que despiertan a las nuevas generaciones de un devenir a ciegas.

En esta parte del mundo, en este lugar mágico y surrealista también yace una encarnada violencia, una encadenada forma salvaje que no cede en ella, habitándola y mil veces nombrándola, urbe mi colonia bella.

Pero ante todo malformada sombra, mi colonia enamora a esta ciudad, dinosaurio enfurecido de rascacielos. Y todo buen acto en ella se hace renombrase en el tiempo titánico, donde los padres y abuelos dieron parte de su corazón para que esta historia urbana fuera posible llamarla, colonia viva.

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. Fotografía: Del excine Piojito, o cine Calderon, un ícono de la colonia Gabriel Ramos Millán, Alcaldía Iztacalco. Foto: Fernando Hipólito Mendoza tomada en 2020.

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Este barrio en el que la vida entra, es un altar de vivencias que palpitan en el alma urbana.

Fotografía: Baños el rayo, un ícono de la colonia Gabriel Ramos Millán, Alcaldía Iztacalco. Foto: Fernando Hipólito Mendoza tomada en 2020.

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El cuento que habla mi ciudad, hace que ella, mi colonia se ponga de pie y camine.

Fotografía: miselania, un ícono de la colonia Gabriel Ramos Millán, Alcaldía Iztacalco. Foto: Fernando Hipólito Mendoza tomada en 2020.

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He leído en su cuerpo, esas historias que atrapan a los niños, que son mágicas para que el amor habite en sus calles, para que el tiempo se enamore de la gran hazaña que dejaron nuestros padres y abuelos. Un pedacito de cielo y tierra, un renombrase en la urbanidad y desvelo un nido llamado, casa familiar, que hoy es también un recuerdo que abraza a esta colonia de todos, por estas almas urbanas de nadie. Una urbe, una casa con alas, una colonia históricamente nos ama.

Fotografía: Reparadora de calzado tres golpes de la Mixsteca, un ícono de la colonia Gabriel Ramos Millán, Alcaldía Iztacalco. Foto: Fernando Hipólito Mendoza tomada en 2020.

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Constantemente yo, niño urbano, hombre de todas la edades, vivo y muero en la colonia que tú ya conoces.

Fotografía: Esquina de todos, una calle que es un ícono de la colonia Gabriel Ramos Millán, Alcaldía Iztacalco. Foto: Fernando Hipólito Mendoza tomada en 2020.

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En el oriente de la urbe, en los ríos alegres de los días, en el sabor de las ya ausentadas pulquerías, en el excine piojito, donde nuestros padres y madres se besaban, en la arena monumental de la Ramos Millán, donde los guerreros del cuadrilátero peleaban con un dios llamado Santo, en el tequio amoroso que vio nacer a nuestro barrio, en el esfuerzo titánico de los viejos habitantes de estas calles, que renombran viva urbana, esta tú, mi amada colonia. Mis amigos y familiares saben algo de eso. Que tú niña entre la ciudad, eres como un cántaro que resguarda las aguas de la urbe, donde un otoño mágico de nuestro vagar, yace en un cuento memorizando a mi colonia, que es también un ser vivo que se arrastra, como y vive como un serpiente urbana.

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Fotografía: ExArena Monumental de la colonia Ramos Millán, es un ícono de la Ramos Millán, Alcaldía Iztacalco. Foto: Fernando Hipólito Mendoza tomada en 2020

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