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Qué es un cuerpe?

Por María Emilia Abarca Tortolero

Había una vez un cuerpo que se construía de partes que formaban un ser vivo. Primero aparecía su torso moldeable como de arcilla ¿Qué forma tenía este cuerpo? Era redondo para rodar por la colina. O como una pera, porque le gustaba bailar con un aro. Quizás era cuadrado, para guardar en los libros que leía antes de dormir.

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Brotaron de él un par de brazos. ¿Cómo eran estos brazos? Largos para alcanzar las estrellas. Suaves para abrazar a su perro. Fuertes para hacer piruetas. O flexibles para alcanzar la canasta.

Surgieron entonces las piernas. ¿Cómo eran estas piernas? Cortas, para esconderse debajo de la cama. Largas, para recorrer el mundo en bicicleta. Fuertes, para romper las tablas en el karate. Flexibles, para alcanzar con ellas la cabeza.

Apareció de pronto un cuello ¿Cómo era este cuello? Largo como el de una jirafa para ver todo. Corto como de tortuga, para esconderse detrás de su mamá. Robusto, para cargar todas las ideas. Frágil, porque se cayó de un árbol mientras jugaba.

Este cuello cargaba una cabeza. ¿Cómo era esta cabeza? Redonda como carita feliz. Ovalada como el huevo que desayuno hoy. Cuadrada como el robot que armé la semana pasada. Esta cara tenía unos ojos que le permitían ver un mundo lleno de colores, una nariz que lo protegía de comer algo que no estuviera en buen estado o fuera dañino para su salud, una boca para cantar y contar su propia historia y oídos capaces de escuchar todas las voces que lo rodean.

Entre sus piernas se dibujaba un sexo. ¿Cómo era este sexo? Como una puerta que se abre para dar origen a la vida. Como una manguera que riega las plantas. Llena de maleza como una jungla que esconde un jaguar. Quizás una mezcla entre ambas formas.

También de su torso podrían haber surgido pectorales o quizás mamas. ¿Cómo eran? Cuadradas y fuertes porque disfrutaba de hacer pesas en el gimnasio. Redondas y llenas de leche, porque ahora alimentaban a alguien más. Pequeños como dos puntitos que forman un triángulo con su ombligo. Quizás solo hay uno porque ganó en una batalla contra la muerte.

De su pecho surgió un corazón para resguardar lo más valioso en su vida. Lo que le gusta. Lo que quiere. Lo que ama. Lo que teme. Lo que cuida. Lo que lo apasiona.

Este cuerpo ahora está completo, pero no está preparado para caminar en las aceras, ni hacer frente a los climas extremos. ¿Cómo se viste? Lleva lentes para tomar el sol. Usa falda para sentir el aire entre sus piernas. Trae botas para subir los cerros. Quizás use un bolso para guardar sus colores.

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