EL FUTURO DESDE EL AHORA El arte salvadoreño piensa el futuro amarrado a un día a día construido por las cenizas del pasado y los conflictos del presente. ¿Cómo vemos el futuro? Carmen Elena Trigueros presenta una bandera fragmentada, cosida a retazos, como si a la fuerza debiera permanecer unida. Muriel Hasbún nos habla igualmente del terruño y la memoria, Barquitos de papel plantea la necesidad imperiosa de encontrar un suelo en el que crecer, en coherencia con Memory Insertion Capsule de Beatriz Cortez, una pieza sobre migrar a otro lugar donde podamos existir haciendo referencia al multiculturalismo. También existe una noción de futuro diferenciada y se muestra con obra de artistas nacidos después de la guerra. Supersonido una pieza conjunta entre Lucy Tomasino, Óscar Díaz y Patricio Majano explora «el sonido del futuro» tomando como punto de partida la nostalgia de lo que pudo ser, una nación que no es tuya y que se romantiza a través de las cintas de casetes de los 90 sobre las que se podrá grabar los deseos, historias y esperanzas, una memoria a lo play, stop, rewind, fast-forward. Artificialidad de lo humano, vigilancia y multiplicidad, Luis Cornejo muestra a un personaje dormido bajo un jardín edulcorado mientras que Mauricio Esquivel expone a una sociedad cada vez más fragmentada por los nuevos medios de comunicación. Dialogando con estas obras, Walter Iraheta muestra una sociedad contemplativa y artificial a manera de Lección de anatomía. Falso Franca de Dalia Chévez ofrece una imagen robotizada y de abuso que se dramatiza con una cámara de vigilancia que monitoriza cada movimiento coral/laboral, mientras que Orlando Villatoro nos expone directamente frente al ejercicio de vigilar a través de un código QR que nos refiere a un lugar específico desde el que podemos espiar al otro, parafraseando a Orlando «El futuro de El Salvador es la seguridad». Imágenes dramáticas que plantean la salvadoreñidad entre la inacción y la huida, ¿somos el personaje dormido en un espacio edulcorado?
An ton i o Rom e ro
W