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Sumario

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William Carballo

William Carballo

¿QUÉ ES? ¿PARA QUÉ?

En el primer texto de este capítulo, Paula Álvarez, aborda la cultura desde un para qué, “como registro de la historia”, enuncia en su titular, rematado, casi con cinismo, por ese “¿quién cuenta la pandemia?”. Y para responder, inicia con una revisión crítica de un qué es la Cultura, que tiene como denominación de origen al paradigma del consenso de lo consensuable, las Naciones Unidas y su Agenda 2030. Tras señalar falencias y carencias de la agenda, puestas en evidencia con la precaria vulnerabilidad de la cultura ante la pandemia, la autora nos dirige a otro qué es más acá de la academia burocrática internacional, y afirma que “lo que no ha podido la pandemia es detener las intrínsecas necesidades humanas de expresar, crear y producir símbolos para entender nuestro presente”, una idea que resuena es ese “habitar la verdad real”. A partir de ahí, la autora presenta dos casos que muestran ese habitar, que se desarrollan en los otros dos textos que componen este capítulo.

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Carlos Henríquez Consalvi, director del Museo de la Palabra y la Imagen, de El Salvador, desarrolla, desde su habitar, los desafíos que enfrentan los museos ante la pandemia para desarrollar los trabajos de la memoria. “Es preciso velar para que, a partir del miedo al virus, no se establezca el olvido”, dice el autor, y advierte sobre los autoritarismos que echan raíces en las tierras del miedo.

Por su parte, el chileno Sebastián Valenzuela-Valdivia, une la experiencia de las prácticas comunitarias para crear archivo durante el estallido social que sacudió Chile justo en los albores de la pandemia con la experiencia de las mismas comunidades durante la pandemia misma. Ofrece en su texto sus “reflexiones sobre el patrimonio comunitario”, que me remite nuevamente al habitar, desde una praxis, la verdad real. Como el mismo autor enuncia, en su texto “el fenómeno del patrimonio y sus procesos son visitados y cuestionados con el objetivo de permitir que aquellos acervos culturales surgidos en estas manifestaciones puedan ser entendidos como archivos o colecciones y, a su vez, como patrimonio cultural de nuestro cuerpo social”.

En septiembre de 2015, los países miembros de la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptaron el compromiso con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, “un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que también tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia”5.

Este plan acción se desarrolla sobre diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que cubren los grandes retos programáticos, y aunque no cuenta con una definición de cultura y ninguno está enfocado en ella, tanto cultura como memoria histórica deambulan en lo que la Resolución llama “esferas de importancia crítica para la humanidad y el planeta” cuando define a las personas, la prosperidad y la paz.

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