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I Presencial o a distancia
Blog de Juan Manuel
Presencial o a distancia
La disyuntiva se encuentra en la mesa de todos los directivos: trabajo presencial o a distancia. Si lo pensamos bien, no es nada nuevo esto de trabajar a distancia, en casa. Yo mismo he tenido colaboradores, durante años, que trabajaban a cientos de kilómetros de distancia. En ningún caso los resultados han sido mejores -tanto los buenos como los malos- que los obtenidos por los colaboradores con los que he trabajado codo con codo.
Dentro de la complejidad del tema, hay algunos casos claros. Con los barrenderos, los dependientes de ferretería, los cirujanos, los bomberos, los instaladores, los albañiles y el resto de oficios, los socorristas, los camareros, los toreros o los futbolistas, no hay dudas. En el otro extremo podríamos colocar a programadores, teleoperadores, proyectistas, contables, youtubers o artistas como pintores o escritores. No parece difícil aceptar que no tendrán ningún problema en teletrabajar, siempre que cuenten en su casa con las herramientas adecuadas y los sistemas de seguridad que garanticen la confidencialidad de sus trabajos.
¿Y qué pasa con el resto? La mayoría de los artículos que he leído sobre el tema están analizados desde el punto de vista del trabajador: cómo afecta a su productividad, a su conciliación familiar, a su formación, a su carrera profesional dentro de la empresa. Unos pocos están escritos teniendo en cuenta cómo afecta a la empresa y a sus resultados: si se puede ahorrar en oficinas, si se puede controlar al trabajador igual que presencialmente, si se puede sustituir mano de obra nacional por otra más barata o de más talento. Lo que no he leído, salvo mínimas alusiones, es cómo afecta el teletrabajo a los clientes. Cosa que, en mi opinión, debería ser la clave del asunto.
Es verdad que la pandemia ha puesto en solfa muchos de los paradigmas de la sociedad de consumo y algunas cosas, como que la venta ‘online’ ha venido para quedarse, están ya generalmente aceptadas.
Lo que no acabo de entender es que no se valore o se valore poco el trato personal cara a cara. Yo sí lo valoro. Tanto, que me niego a interactuar con máquinas siempre que tenga una alternativa. Y como al final se trata de eso, de alternativas. Prefiero tratar con una persona que con una máquina; prefiero ver a la persona que hablo que solo oírla; y prefiero estrecharle la mano que solo verle en una pantalla; en resumen, prefiero empresas que me den un trato personal, de persona a persona.
Yo sigo confiando más en las personas que en las máquinas, más en un apretón de manos que en un documento de decenas de páginas con letra pequeña. Las palabras dicen mucho, pero el lenguaje gestual aporta información que a veces el interlocutor preferiría no transmitir
No entiendo que no se valore el trato personal, cara a cara
Juan Manuel Fernández
Director general