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Romina Luna..........................................................................................................................p. 9 a

¿Por qué piensan que somos timidez, retraidxs, vergonzosxs? Si siempre me/nos retrataste después de robarnos todo, hasta las ganas de sonreír. Ya no quiero más sonreír a tu camara blancx Ya no quiero más ser objeto de adorno en tus fotos andinas Ya no quiero más que me quieras enseñar siempre desde tu mundo colonizador de mierda Dejame aprender con lxs mixs, que tenemos el pasado siempre delante nuestro Estoy harta de NO VERME!!! De que desprecien mi color en lugares donde ni si quiera me/nos dejarían pasar al baño. Nos quisieron hacer olvidar, borrando nuestros archivos, ¿dónde están nuestras fotos sonrientes sacadas por nosotrxs mismxs? Estamos acá hace mucho Y no venimos en son de paz

Romi Luna, fotógrafa marrón

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Suena por el parlante “Yo no sé si tú mañana me va’ a querer, o si después de hoy te voa’ perder”1. Domingo por la tarde en un recóndito barrio del oeste del conurbano bonaerense. Capas sobre capas de introspección, desmotivación creativa de aislamiento, que las palabras no bajen, que las palabras no se hagan cuerpo.

Premisa uno: nadie es inocente.

En los 10 años que llevo en el mundo de la fotografía me he encontrado con un gran abanico de situaciones que me hizo conflictuar directamente con las formas y los modos, la gente y las clases, los cuerpos y la ocupación del espacio. De un tiempo para acá muchxs parecían o querían ser aliadxs, pero aliadxs de qué y por qué y para qué. Con esas preguntas suelo comenzar las clases que vengo dando hace un tiempo. Parece muy simple pero no. ¿Por qué empecé a sacar fotografías? ¿Para qué o para quién lo hice? Para no morir, claro, para salir de La Matanza, también, para encontrar amigxs tan freaks como yo que no tengan miedo de acariciar mi estómago con suavidad. Como buena alternapunki amante de la cultura subterránea, los recis de mala muerte, y lxs amigxs encontradxs al márgen, empecé a sacar fotos por las meras ganas de retratar todo eso que no quería olvidar y me hacia salir del lugar social que se me había otorgado: el silencio de ser un cuerpo no muy posible de ser ni de amar. Del punk para acá, mucho amor. Un reci en Merlo al fondo, una caminata de 10 kilómetros drogada en la madrugada, viajes, dedos, cuerpos, carne, sexo, miedos, peligros y alegrías. Personas, muchas personas increíbles, que verles me generaba tanta inspiración como ganas de vivir y de construir junto a ellxs. Ganas de ir construyendo un retrato poético de la vida y el mirar.

“Esa nena cuando baila me vuelve loco y yo pago ese show. E’ callaita’ pero la motiva el dembow”2

Un día llegaron las muestras y mis ganas de ocupar la vida que me habían robado. Crecemos, vemos como la inocencia del mundo cae. De pronto somos interesantes para alguien. Está bueno llegar a este punto con las preguntas anteriores respondidas para unx porque sino la vorágine nos puede llevar puestxs. ¿Qué vieron en mis fotos? ¿Cuáles son las intenciones de la gente cuando te invitan a exponer? ¿Vieron amor o solo una buena idea a explotar? ¿Pudieron ver ambas? ¿Para quién o qué queremos explotarlos?

Premisa dos: a la gente le gustan las cosas “lindas”.

Hay algo en lo superficial (o profundo) de la estética que muchas veces en mi vida me devolvió las ganas de todo. Pero ¿cómo se mide la estética? ¿a qué estética respondo? Hace poco hablando con una amiga pensábamos formas estéticas no ligadas a los parámetros coloniales. ¿Respondemos a eso? ¿Cómo podría generarse una estética por fuera de la educación del ojo equilibrado con la que venimos? Ese ojo, ¿es un ojo que apunta a un primer mundo o decide recortar los pedazos rotos de este tercer mundo que habitamos con cansancio y cariño?

“Tu me conociste arrebatado, la noche prendida los ojos apagado igual sigo confiado que si te llego a besar yo se que tu te vas a estremecer”2

Hace unos años le decía a un amigo que yo bien resentida desconfiaba de todas las grupalidades en las que no había alguien gordx. En muchos espacios del under o de la foto me veía a mi siendo la única con buen passing por piba piola, bonita de cara, graciosa, intensa, blanca. Siempre que señalo algo que me parece mal en los tiempos que corren se que va a haber alguien muy de la buena conciencia que me va a decir que tengo razón y que va a hacer de mi

idea un potencial negocio o mejor aún: un enriquecimiento propio, cultural, sobre el sentir ajeno. Aprendí a moverme con cuidado. Hace unos años siento que algunos espacios del arte nos aceptaron porque tuvieron un devenir United Colors of Benneton, osea, una representación visual de unx de cada etnia, unx de cada género, unx de cada cuerpo, bastante macabra. Obvio igual que Benneton solo contrato personas cis o un estereotipo bien estilizado y andrógino, cero gordxs ni otres diversxs corporales, mientras se encarga de explotar y expropiar territorio Mapuche al sur de nuestra latitud. No sé si el arte me abrió puertas en ese tiro o me la puso más compleja: mi espíritu es porfiado y si abrazan el márgen, yo quiero correrme más al límite.

Premisa tres: lxs fexs no tenemos plata.

Un 80% de los artistas que conozco se la pasan presentándose a becas, un 10% las gana. Yo no gané nunca un subsidio, solo una vez una beca que no alcanzaba ni en un 20% para desarrollar la idea (todxs trabajamos gratis) y como el soporte de la idea no les servía pero si el contenido, nos insistieron hasta que cedimos en transformar nuestra propuesta en algo más espectaculizable, por ende vendible.

“Peleamo. Nos arreglamos, nos mantenemos en esa pero nos amamos”3

Hace un tiempo escribí una carta de porque soy precaria y más en cuarentena, estoy hace días revisando el correo para ver si llegaron los resultados, y no. ¿Capaz no soy lo suficientemente precaria? ¿O no soy lo suficientemente artista? Osea monotributo no tengo y la semana pasada se me partieron dos muelas que me las sacaré en una salita pública de Morón Sur en medio de crisis covid. Y creía llevar 10 años dedicándome a generar propuestas visuales, reviendo formas de ver, formas de retratar, formas de exponer, ideas, eso no es un poco el arte? Siempre me pregunto cuáles son los criterios de selección para estas cosas, tal vez el escribir como pienso me juega en contra. O capaz no soy lo suficientemente feminista cliché con mis palabras o no las utilizó para hacer escuchar lo que quieren escuchar, sino otro copy-paste más indignante. Me duele hacer por momentos un producto de mi, tanto que lo hago mal. Por más de ser muy social nunca hago el suficiente lobby como para ser artista de museo en la época que corre. Si total siempre consigo lo que quiero aunque eso sea exigirme hasta el hartazgo las ideas y el cuerpo. Porque lo que quiero tiene que ver con la red y la autogestión, con vivir alejada del centro, con mancharme las manos con tinta serigráfica y fumarme un porrito al sol con quienes me vienen a visitar al taller mientras trabajamos: confío solo en aquellxs que cruzan la general paz y no piden permiso para hacer una muestra okupa en un baño público. Supe fundar una editorial, una productora audiovisual, un archivo, una casa, todxs pobres pero todxs colectivos y con mucha convicción. Yo sé que aunque no tenga el mony, tengo la fuerza necesaria, el poder y las ganas de intentar construir en colectivo de manera horizontal y cooperativista. Pero el problema es que la cosa, osea el arte, y sus lógicas no se trata de mí, se trata de un aparatejo bien complejo y expulsivo que deja a muchos más afuera. Ojalá que si no me dan el subsidio a mí se lo den a alguien que ni siquiera tiene cámara y quiere hacer de su vida algo menos miserable.

“¿Por qué sigues con él? Si borracha me confesaste que él no te lo hace bien, tú le calientas la comida, pero él no te sabe comer”4

Invoco la caída de este mundo y el surgimiento de otro, un nuevo mundo que abrace al caos, uno que se mire bien a los ojos, que baile cumbiayregeton en la inauguraciones, pero sin choripanes because ningún animal merece ser muerto para alimento humano. “F5” señorx progresista.

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