Micropolíticas 2

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Periódico bimestral independiente Rosario Año1 Nº2 Septiembre/Octubre

2009

$5,00 El amor como micropolítica Beatriz Piedrabuena Página 1 Una historia sencilla Laura Bazzana. Página 2 Editorial y staff Página 3 Catita Regina Paz Página 4 Una micropolítica con humor Adrián Giampani Página 5 Historias de Lelo Página 6 La filosofía de los niños Ma. del Carmen Marini Página 7

El amor como micropolítica

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Es posible el amor en tiempos de la gripe A? ¿En estos tiempos que algún teórico denominó de “modernidad líquida”? Amor pura inmanencia que no quiere más que amar y que en el amor se regocija? En “Bleu”, film de Kieslowski, la protagonista pierde a su esposo y a su hijo en un accidente automovilístico; descubre luego la infidelidad del primero, un músico que ha estado componiendo una sinfonía tomando la epístola del apóstol San Pablo a los corintios “…tres son las virtudes, fe, esperanza y caridad. Pero sin dudas el amor es la más grande de todas”. Parafraseando esto el director nos muestra a una mujer desgarrada por la pérdida que buscará encontrarse con esa sinfonía inconclusa y que acompañará a la amante de su marido en el parto del hijo de ambos. Una película de amor… A mediados de julio, un grupo de jóvenes organizó a través de la red, una movilización denunciando muertes evitables en un efector privado de la ciudad de San Lorenzo. Algunos eran deudos de esos muertos, adultos mayores.

Los niños y las máquinas

por Beatriz Piedrabuena

¿Qué los movía? Tal vez la impotencia, la rabia ante la injusticia y también el amor. En los testimonios que daban, aparecía con todo su esplendor “lo amoroso”. Ese amor en que, al decir de Suely Rolnik, el cuerpo vibrátil es capaz de captar esa diferencia de intensidad que se expresa en la presencia viva del otro, de lo otro. En tiempos en que se da la caída del pensamiento único, vía elecciones, por ejemplo; en que tambalean los centros de poder y la peste se expande ¿las fuerzas de abolición de lo dado* encontrarán en el amor una forma de modulación que no las arrastre a la locura y a la muerte? Amor como fuerza de composición con otros cuerpos y que ha funcionado como concepto político en la medida en que explica la creación de comunidades. Pero hubo una privatización del amor que desarticuló su profundo carácter expansivo y creativo y una corrupción del amor expresada en la xenofobia y en el sometimiento al líder. Se operó así una separación entre la política y el amor.

En “Así hablaba Zaratustra” dice Nietzsche “no amar al prójimo sino al que está más lejos”, exaltando un amor que funciona desde la diferencia.

Se operó así una separación entre la política y el amor. Amor de mundo, amor de otros mundos en el mundo, cuando la vida está aquí y no en otra parte, tal como dice el poeta Nazim Hikmet: Miro la tierra, de rodillas. Miro la hierba y el insecto. Miro el florido instante, tan azul.

Página 8 Mariposas Conce Mule Rotondi Página 8 El poder de los que no podían Alberto Ascolani Página 9 Cuidar qué? Alejandra Lilles Página 10 La difícil tarea de desaprender lo aprendido Fernanda Felice Página 11 Cocina Juan Gabriel Simón Página 11 Entrevista

Y como tú recuerdas la tierra en primavera, te miro en todo lo que miro. Acostado de espaldas, veo el cielo, veo los árboles, las ramas, veo volar las cigüeñas… Y como te pareces al cielo en primavera, te veo en todo lo que veo. …… Yo estoy entre los hombres. continúa en pág. 4 >

Página 12 Esquizoanálisis, ¿y eso con qué se come? Alberto Ascolani Página 14 Sobria ebriedad Antonio Escohotado Página 15 Los zapatistas Eduardo Galeano Página 16


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Una historia sencilla

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lla dice que en esos tiempos las víboras del campo eran más grandes, las yararaes, de la zona pampeana, ondulaban por entre los surcos del sembrado. Si parece que la veo cuando narra con nitidez su experiencia. Ella dice que tenía seis años y mucho miedo porque la rastrera aparecía y desaparecía como un náufrago en el oleaje furioso del mar, y se agigantaba al acercarse y la miraba, y la acechaba y le decía me dirijo hacia vos, le juraba la mordedura, le prometía la muerte. Ella dice que era así, que no miente. - Bueno, abuela, te parecía a vos porque eras chica, nunca hubo yararaes gigantes. - ¿Qué, no?, pero te digo que sí!, yo las vi, yo las vi… Está empecinada en creer su historia. Aunque es lo que nos pasa a todos con los recuerdos de la infancia: la heladera era altísima, en la cama grande de los padres cabían seis o siete personas como mínimo, los autos en la parte trasera servían para armar una casita con cocina y dormitorio.

La vida o la muerte sin más explicación que el mismo azar. No sé si la abuela guarda este tipo de recuerdos. No había autos ni heladeras en su infancia, y nunca supe dónde dormían ni cómo. Eran once hermanos, o nueve. Es lo mismo, en toda la ascendencia familiar los hermanos venían de a ocho para arriba. Algunos morían en el camino y los que resistían se convertirían en longevos. Algo extremista en una primera mirada. Morir niño-joven o vivir casi cien años. Sin escalas. Sin grises. La vida o la muerte sin

más explicación que el mismo azar. Los padres cuando morían jóvenes dejaban estas proles a cargo de madres que luego la historia y la sociología llamaron matriarcados. Lo curioso es que la fuerza de estas mujeres por salir adelante las convertía en una especie de déspotas con polleras largas. Y eran los hijos varones los encargados de imponer el machismo necesario para sobrevivir a la época. Al menos así lo cuentan algunos, otros dicen otras cosas. La abuela dice que los once hermanos (supongamos que esos dos no murieron) trabajaban de sol a sol en la siembra de un campo de vaya uno a saber qué dueño. Eran peoncitos rurales de cuatro años a doce, trece. Uno seguidito con el otro, todos con el sombrero de paja por el sol, las manos lastimadas, los pies cansados y el calzado poco adecuado para la jornada. Parece que no había distinción entre nenas y varones, todos trabajaban a la par, entre bueyes del arado y víboras venenosas amenazando. Nunca pregunté pero supongo que la madre los habrá esperado en la casa preparando comida para cuando los niños famélicos llegaran del trabajo. ¡Qué hígados fuertes tenían esos niños hoy ancianos, otros muertos! Se comía carne de cerdo, huevos fritos, mate cocido y pan casero. Huevos fritos en plural porque podían ser cinco o seis, dependiendo del apetito y de la disponibilidad de algo más para comer. Quizás tenían huerta, y árboles frutales, seguramente. Se ven hoy en los campos los naranjos viejos, los ciruelos, que alguna vez fueron retoños jóvenes y lugar de juego de estos niños peones. Sí, debe haber habido árboles frutales de donde comer

por Laura Bazzana

la fruta caliente recién cortada. Esa pureza de contacto con la naturaleza haría que los domingos a la hora de la siesta se recostaran sobre las ramas fuertes de estos árboles y eligieran la mejor cosecha de sus frutos. Si no parecía lo suficientemente delicioso por su aspecto, o luego de la primera mordida, simplemente lo arrojarían al piso, que lo coman los pájaros, dirían. Ese acto peculiar del placer de saborear a la sombra un trozo de fruta recién cortado del árbol y de desechar aquel que no brindara ese deleite, ese acto, marca la infancia. A los ojos de hoy diríamos qué desperdicio, qué inconciencia. Tirar fruta porque le faltara dulzura o buen color. A los ojos de ayer, a los ojos de niño, cuánta desmesura en ese rato. Qué poco habiendo tanto. Cuánto trabajo los niños habiendo grandes. La libertad de la naturaleza con sus flores y sus árboles repletos de alimento, los gallineros, los huevos, los pájaros atrapados por una atinada gomera, el trigo para hacer la harina para luego hacer el pan. Las carneadas de cerdos angurrientos. Dice la abuela que sufrieron mucho en la infancia. Pero al mirarla… fuerte, octogenaria entrando con facilidad a los noventa. Decidida a quedarse por aquí un tiempo bastante. El azar de la vida y la muerte acaso se encuentre en el árbol frutal. En la mañana clara y el amanecer tan temprano que todavía era la noche. En la tierra, guarida ante el dolor y la intemperie. No iban casi a la escuela. Porque casi nadie iba a la escuela. Porque casi todo era trabajo, y supervivencia. Una historia tan sencilla si no fuera por la gigante serpiente pampeana que estremecía a esos niños, cabalgando los surcos más velozmente que lozanos caballos. .


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Editorial

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cá estamos con el segundo renovando la alegría que vivimos con la aparición de Micropolíticas, incluída la presentación que hicimos en un bar de Pichincha. Y seguimos sosteniendo la certeza de nuestras ganas de seguir con este espacio abierto a nuestras reflexiones y a las de aquellos que sienten que tienen algo que decir. Certezas de que queremos hacer y escribir sobre cuestiones que hacen a nuestras vidas, a nuestras condiciones existenciales, al amor que es lo que nos hace vivir, en esto, en los encuentros que componen otros cuerpos productivos y creativos, es decir, en aquellas cosas que son primeras con relación a otras que hacen de la vida lugares de carencias y sufrimientos. Lucha milenaria que en estos tiempos aparece en las crisis multiplicadas y en la incertidumbre como idea-sentimiento, efecto de cambios que van ocurriendo en diferentes esferas de la vida. Aparece en la economía con modelos dominantes que se creían únicos y ahora van cayendo, en la política, donde la figura de la representación va haciendo agua por todos lados; en la vida cotidiana, donde los modelos de sujetos, género mediante y las formas de relación social, afectivas, amorosas, familiares también están siendo conmovidos. En el equilibrio del planeta que, junto con la economía, con la que mucho ha tenido que ver, se está constituyendo en la gran preocupación, con esas sombras ominosas que se dicen capa de ozono, calentamiento global, desastres climáticos o enfermedades pandémicas. Hasta en las ciencias duras la incertidumbre se ha introducido como una presencia ineludible. En todas esas esferas es necesario considerar sesgos posibles. Por un lado el fracaso de modelos dominantes que han ido corroyéndose debido a sus propias perversiones internas, y por otro lo que han puesto los movimientos de resistencia a esos modelos que desean ir más allá en la creencia de que un mundo mejor es posible. Hay que andar y hacer caminos, hacer marcas, dejar huellas que colaboren a construir eso que imaginamos como un mundo mejor. Esas son certezas, pero ahí también aparece nuestra incertidumbre respecto de cómo seguir este proyecto de conexión entre nosotros y con otros.

¿Cómo hacerlo? Si plantear cosas que todos entiendan pero corriendo el peligro de que sean aquellas ya dichas que todos sabemos, y que pasan sin dejar nada en realidad. O plantear las ideas complejas de la mejor manera posible, pero dificultosas al fin, pues fueron esas que nos ha costado llegar a pensar porque nosotros fuimos hechos en esta civilización judía-griegaromana-cristiana, que ha dado cosas extraordinarias pero por otro lado, con sus concepciones jerárquicas absolutas, fuesen religiosas o laicas, con las injusticias y desigualdades que ha promovido y que no se han modificado sustancialmente con nuestras tibias democracias representativas que siguen intentando lo imposible de la igualdad ciudadana en algunos aspectos y desigualdad estructural que implica el despotismo irredimible del capital, siempre rapiñoso, siempre insensible, siempre esclavo de la ganancia, que ha llevado una y otra vez a callejones sin salida. Civilización que nos ha constituido en sujetos que lloran siempre sus faltas, siempre culposos, sentimientos siempre funcionales a esos poderes que nos necesitan así, para dominarnos. Y siempre buscando certezas que nos alienan y nos dañan. Nos ha costado reaprender a pensar de otra manera, ¿por qué entonces no incluir alguna dosis de dificultad en nuestros planteos si eso ayuda a salir de nuestras alienaciones? Cuestión no saldada entre nosotros y que tal vez podamos ir salvando con la inclusión de materiales diversos que permitan elecciones y caminos más esforzados unos y menos otros. Son certidumbres, incertidumbres y positividades que potencian la acción y la creación. Entonces podemos animarnos a saltar los límites de nuestro pensamiento y aceptar el vértigo y el trabajo arduo de hacer camino al andar.

ISSN 1852-5881 micropoliticas@gmail.com Río de Janeiro 1240 / Rosario - Sta. Fe. C.P: 2000 Te: (0341) 438-1008 / Cel: 155040640

Dirección y Coordinación Periodística Ana Sagues Beatriz Piedrabuena Alberto Ascolani Laura Bazzana Alejandra Lilles

Colaboración en este número Adrián Giampani María del Carmen Marini Conce Mule Rotondi Fernanda Felice Juan Gabriel Simón Regina Paz Antonio Escohotado

Fotografías Paulina Scheitlin José Luis Aguirre

Diseño Ducrot, comunicación como la gente comunicacionducrot.com.ar

Distribución En las principales librerías y kioscos de diarios de la ciudad

Impresión Art Talleres Gráficos San Lorenzo 3255. Rosario


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Yo los amo. Yo amo la acción y el pensamiento. Yo amo la lucha y, como encarnas todo lo que yo amo luchando, Te amo en todo lo que amo.

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iguel tiene 21 años y teme conectarse con lo que antes hacía, leer , escribir , porque todo lo creativo lo remite a la locura. Una amiga le ha dicho que su miedo a conectarse es temor a lo incierto a que puede llevarlo esa conexión. El dice que teme perderse. Pienso: ¿no es la conexión con el mundo, con el afuera (en el sentido deleuziano de fuera de toda representación) un confiado acto amoroso? Perderse en lo otro, sea lo otro la imaginación, una grupalidad cualquiera, la amistad, es un movimiento desde la confianza en lo otro y en la propia potencia. Profunda relación entre el amor y la confianza. “Creer en el mundo es lo que más nos falta, perdimos el mundo, nos lo quitaron. Creer en el mundo es suscitar acontecimientos, aunque pequeños, que escapen del control, o entonces hacer nacer nuevos espacio-tiempos, incluso de superficie o volumen reducidos. Es en el nivel de cada tentativa que son juzgadas la capacidad de resistencia o, al contrario, la sumisión a un control”. Gilles Deleuze.

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veces sueño que los muertos hablan y caminan, sueño con paisajes irreales, con lunas azules, con bibliotecas entre escaleras color sepia que serpentean entre pisos colmados de libros. Cuando Carmen “sueña despierta” es la reina de Europa que detiene las guerras. “Todo delirio es político” escribe Guattari. Los sueños hacen posible lo imposible, los que soñamos dormidos, los que soñamos despiertos. Cuando Shakespeare da a luz el amor entre Romeo y Julieta, sueña un amor que da caída a la imposibilidad gestada por el resentimiento entre Capuletos y Montescos. Tal vez el amor es ese movimiento de enlace entre dos o más cuerpos intensivos que ma-

quina un tercer cuerpo más potente que los cuerpos puestos en composición. Entonces algunos arman una publicación que llaman Micropolíticas y otros arman una Biblioteca Popular en tierra arrasada por la dictadura, el menemismo,…y otros…y otros… Porque el amor es eminentemente político es que el Poder intentará encerrarlo entre cuatro paredes, reducirlo a una foto de familia, psicoanálisis mediante, corromperlo en el amor a los iguales ( amor de casta, de clase , de raza). Puesto que el amor es potencia, el Poder intentará entristecerlo en el cotejo con los ideales, enajenándolo así de lo que puede. Anécdotas para sonreír

M

i amiga María me cuenta que, observando a su novio, descubrió un movimiento en su pelo semejante a E, y un gesto que le recordaba a J, ambos ex novios de ella. Ambas reímos diciendo: “en un amor, todos los amores”!! En un reportaje a Eduardo Galeano, el periodista le planteó la contradicción entre “aquella vez que dijo que el amor era polígamo” y su relación de largos años con Helena. Galeano respondió sonriendo: “es que Helena es un harem”.

T

al vez el amor tenga que ver con un “Restringido propósito” como dice el amigo Oliverio Gi-

rondo:

Catita

C

por Regina Paz

uando ella nació

Demasiado corpóreo, limitado, compacto. Tendré que abrir los poros y disgregarme un poco. No digo demasiado.

me echó un vistazo de reojo, me increpó con su media mirada neonata. Habrá pensado “es ella”, ella es mi recipiente móvil, y ahora que estoy fuera de su calor acuoso y movedizo, habrá pensado, desato el nudo de mi ombligo y nos vamos, juntas por distintos caminos.


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Una micropolítica con humor

por Adrián Giampani

UN EJÉRCITO DE PAYASOS

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areciera el título de una historia de ficción, pero no. El Ejército Popular de Payasos, o mejor dicho la presentación y lectura de su manifiesto fundacional fue una intervención que realizamos desde febrero de 2002 a mediados de 2005, con el objeto principal de apoyar las luchas sociales que surgieron en nuestro país después de los hechos de diciembre de 2001. Fue presentada en más de ochenta espacios no convencionales que van desde la Plaza de Mayo a la Fiesta de Colectividades, escuelas especiales, el Ministerio de Educación provincial, el Hospital Borda en Buenos Aires, programas radiales, facultades, numerosos eventos organizados por las asambleas barriales y muchos más. Una de las ocasiones más intensas fue cuando tomamos el Concejo Municipal de Capitán Bermúdez (cuna del EPP) por el impacto que provocó en la población y también la intervención en el Hospital neuropsiquiátrico de Oliveros por la interacción con los internos. El Ejército Popular de Payasos fue algo que sucedió… No fue premeditado, ni planificado… sucedió. Ocurrió que había en nosotros una necesidad de decir opinando desde el oficio teatral frente a lo que sucedía en esos días -los primeros de 2002- y el EPP fue el acontecimiento en consecuencia con esa necesidad. El formato, los modos, las características que fue tomando aquella intervención callejera, cuyo primer objetivo era declarar el “estado de circo permanente” frente a tanta desgracia, fue modificado por y desde el acontecer. Nunca sabíamos cuántos íbamos a ser los que efectivamente sostendríamos cada una de las presentaciones, pero sin embargo sabíamos qué decir y en ese momento eso alcanzaba para que quienes oficiaban como espectadores casuales o no de aquel evento se sintieran inmediatamente convocados a la acción y pasaran de ser espectadores a ser actores, a suscribir el manifiesto que revalorizaba la dignidad de los payasos, vituperada por la gratuita y burda comparación del universo circense con el universo político. Todos los espectadores transmutados en payasos “verdaderos”, por la irrefutable acción de colocarnos una nariz roja (máscara mínima de máxima potencia) éramos, desde entonces, depositarios y protagonistas del riesgo necesario para emprender la reescritura de esta parte de la historia que estábamos transitando, en contrapartida con la vergonzosa inconciencia tan “institucional” de nuestros dirigentes. Ponerse una nariz como lúdico acto fundacional de un nuevo sujeto colectivo, con una nueva mirada posible, una mirada capaz de reírse de lo instituido de una manera crítica y con la única certeza de que algo nuevo debía sur-

gir. Y ahí estábamos, disfrutando de esa cierta certeza incierta, de la potencia colectiva que ese incierto generó a pesar de la desazón y la impotencia y la injusticia y todo lo demás. El humor, nuevamente el humor, cruzándose entre los escombros de un tejido social casi destejido, para restablecer vínculos, el humor aportando ese color inesperado que destraba y agiliza que descomprime lo irremediable y habilita lo posible. El Ejército Popular de Payasos, jamás organizado, fiel al desorden que le dio vida, caótico hasta su vaporización apenas ocurridas las elecciones presidenciales de 2005, cuando en gran mayoría volvimos a elegir delegar la potencia de gobernarnos, fue coherente con la paradoja que su propio nombre propone y se mantuvo en sintonía con la situación que lo hizo suceder, es decir, dejó de ser convocante cuando volvimos a las urnas. Creo que fue una expresión cómico reflexiva de ese orden desordenado que vivimos, riesgoso, inquietante, intenso, profundo y necesario (aunque evitable) para reinventarnos subjetiva y colectivamente; un aporte más a la necesidad de articular ese momento histórico con su después de un modo al menos, ocurrente. Sigue allí, vigente como idea y como herramienta para ser utilizada cuando sea necesaria. De hecho ha regresado eventualmente a la acción concreta y se ha transmutado en otras ideas afines. MANIFIESTO / ACTA FUNDACIONAL (para leer en manifestaciones o actos fundacionales) Ha llegado la hora del payaso

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eñoras y Señores: conciudadanos acorralados, acorralados por arriba, acorralados por abajo, aco-

rralados por la diestra, acorralados por los siniestros. Venimos a decirles que ha llegado la hora del payaso. Estamos decididos a tomar el poder a fuerza de zancadillas y cachetazos estridentes a fuerza de escupitajos y piruetas escandalosas. Sin sacarnos la nariz, sin abandonar la ingenuidad, o mejor dicho por el poder que ella misma nos otorga, asumiremos la conducción de esta sociedad devastada por quienes se auto proclaman razonables, coherentes, capacitados para organizarnos. Los payasos estamos hartos, hartos, absolutamente hartos de que nos comparen con quienes no tienen la más mínima capacidad de inventiva, de ocurrencia y lo que es peor, de alegría para pensar la vida. Un verdadero payaso señores es quien puede reírse de sí mismo y nada está más lejos de nuestros dirigentes que no son graciosos, son lamentables, patéticos. ¿No es acaso más creíble el discurso de nuestros cómicos de cabaret que el de nuestros políticos? Declararemos el estado de circo permanente pero antes vamos a aclarar el mal uso de algunos términos circenses que son utilizados de modo peyorativo por mucha gente, para agredir a personajes funestos o para designar a lugares non sanctos, sin tener clara conciencia de qué es lo que se está diciendo...y nos dejan muy mal parados... En primer lugar: muchas veces se ha llamado a más de un ministro por el mote de payaso... eso no es un payaso, un ministro nunca es un payaso... Un payaso tiene inteligencia, tiene alegría, tiene imaginación, tiene dignidad e inocencia. Nada de lo que tiene un ministro, más bien continúa en pág. 6 >


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diría lo opuesto... Bueno... algo en común tenemos, la torpeza, sólo que en nuestro caso, en el caso del payaso es una torpeza fingida, una torpeza actuada y no una tremenda torpeza real. En segundo lugar: muchas veces han llamado circo a la cámara de senadores o diputados del país... Nada más erróneo que esta comparación. En el circo hay magia, hay ternura, hay riesgo verdadero, cuerpos en vértigo desafiando leyes naturales, haciendo posible lo imposible y un público atento, expectante, co-

Historias de Lelo

Un payaso tiene inteligencia, tiene alegría, tiene imaginación, tiene dignidad e inocencia. nectado con ese instante en el que la humanidad toda... crece, se agiganta... y el público... Aplaude. Si algo no hay en nuestras cámaras es riesgo... nos ponen en riesgo, que no es lo mismo... Ahí están los funcionarios, aplastados en sus ideas opacas y sus intereses mediocres, ahí están apoltronados en sus sillones monótonos e inamovibles, tomando las decisiones previstas por el poder de siempre, incapaces de un gesto que ponga a todo el público (nosotros) en vilo, al borde de algo nuevo... ahí están ellos, en cambio durmiendo, bostezando, derogando, derivando, mientras la gente, el público, nosotros, afuera, sí cruzamos la cuerda floja. No señores, si algo no tienen nuestros representantes es riesgo... y estamos hablando de riesgo político, y donde no hay riesgos no hay ideas nuevas, donde no hay riesgos no hay lugar para decisiones históricas. Y por todo esto decidimos fundar el Ejercito Popular de Payasos y tomar el poder tomar el poder para poder poder tomar el poder para poder reír tomar el poder para poder comer tomar el poder para poder soñar tomar el poder para poder decir tomar el poder para poder creer tomar el poder para poder hacerles pito catalán a estos verdaderos farsantes de la vida para poder darles una certera patada en el centro del culo y hacerlos morder la arena para poder escupirles el rostro y al segundo romper en una carcajada sarcástica tomar el poder para poder sacarles el poder para dejarles en claro que los que podemos somos nosotros los verdaderos payasos. Declaramos en este momento el estado de circo permanente y les pedimos a todos aquellos que acuerdan con nuestra propuesta que se calcen ya mismo su nariz roja, la más pequeña de las máscaras, la más ingenua, la más luminosa. (Los payasos presentes arrojan narices al público mientras suenan los acordes de “Cómo me pica la nariz” versión de Gaby - Fofó y Miliki)

L

elo, aunque su nombre diga lo contrario, es una mujer de 84 años que está ciega. En una sobremesa de amigos Lelo nos cuenta de su primer trabajo en la Fábrica Militar de Fray Luis Beltrán. Estaba en la sección Fulminantes y trabajaba doce horas diarias, de pie, con un descanso de diez minutos para comer. -Cuando subió Perón-dice- las condiciones de trabajo cambiaron, disminuyó la cantidad de horas, tuvimos más tiempo para comer y hacíamos las tareas sentadas. Después Lelo cuenta de aquella vez en que su marido, obrero de John Deere , “se ganó la grande”. Cuenta que fue con un número que le dio el agenciero pues el que siempre jugaba no estaba en la agencia de loterías. Tras comprarlo, la pareja con sus cinco hijos fue a vacacionar a Córdoba por primera vez. Allí se enteraron que habían “sacado la grande”. El padre compró un

auto y con el resto del dinero no sabía qué hacer. Llovían las propuestas de negocios: departamentos en la Av. Pellegrini, camiones, campos. Decidió dejar el dinero en el banco. -¿Y qué pasó?-preguntamos todos. -Perdimos todo- dice Lelo- otro gobierno peronista armó el Rodrigazo.


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La filosofía de los niños

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iriam nos dice que en todo niño de 5 años hay un pequeño filósofo. Y puedo dar cuenta de ello e ilustrarlo con ejemplos. De la recopilación de anécdotas de niñitos propios y de otras aportadas por sus padres, elijo al azar. Loli me cuenta de su hijo mayor. Entre las cosas que primero la sorprendieron de él estuvo su cara, tan seria y concentrada. Javier fue creciendo tranquilamente, más allá de las alertas iniciales y, a lo sumo les dirigía una mirada sobradora mientras chupaba un pedazo de gomapluma o la cinta de su Moisés. Como demoraba en hablar su padre lo interpelaba: -¿Y? ¿Cuándo vas a decir algo? Y le preguntaba a ella: -¿Qué pasa con éste? El los miraba fijo, entrecerrando los ojos, sabio y enigmático, como si supiera mucho de la vida y estuviera de vuelta de muchas cosas y entretanto masticaba un trozo de manguera que se había apropiado en sus incursiones por el patio. Cuando empezó a decir algo entraron a sobresaltarse. Empezaban a advertir la que se les venía encima. Porque lo cierto es que cuando habló (cuando a él se le dio la gana, por supuesto) fue para formular planteos filosóficos y científicos fundamentales, con una elocuencia, precisión y fluidez dignas de un orador consumado y desde una retórica impecable. La macana era que lo hacía en los horarios y situaciones más insólitas. Por ejemplo, a las cuatro de la madrugada, cuando no se logra conectar dos neuronas, él venía despabilado y exigente y les largaba una andanada de preguntas y cuestionamientos en este estilo: -Hoy quiero saber algo de la vida... ¿Por qué el mundo da vueltas? ¿Y cómo se hacen las tormentas? ¿Y cómo se fabrica la gomina? ¿Y… A veces se quedaba reflexionando y luego de rumiar un rato sus ideas los apabullaba con conclusiones que eran enunciadas con fuerza de dogma. Por ejemplo: -El jamón es una especie de mortadela. La nariz es la casita del aire y de los mocos. La cabeza es una cosa redonda con pelos por fuera y pensamientos por dentro. Una vez preguntó: -¿El paraíso existe? Después de ingentes esfuerzos lograron hilvanar unos cuantos argumentos titubeantes, barajando los pocos datos teológicos, filosóficos y científicos de que disponían. Y cuando terminó de escucharlos agregó socarrón: -Yo pregunto si el árbol paraíso existe. Cuando cayeron en que se hacía el sabihondo, y aprovechaba para burlarse de ellos siempre que podía, empezaron a cuidarse. No fuera cuestión que el mocoso los hi-

ciera pasar por boludos. Loli recuerda que tomó nota cabalmente una vez que se coló cuando ella se estaba maquillando. Él miraba absorto el despliegue de potes y frasquitos a los que iba echando mano (y esperanzas). Miraba y miraba y ella se dio cuenta de que estaba por decir algo. Pensó que iba a decir: -¡Qué linda estás! En vez de eso le largó: -Parecés The Kiss. Desde allí fueron aún más prudentes.

“¿Por qué el mundo da vueltas? ¿Y cómo se hacen las tormentas? ¿Y cómo se fabrica la gomina?” La puesta en marcha de reflexiones en horarios insólitos, cuando los adultos agotados ya claudicaron y los niños quedan libres de tutelas, parece favorecer algunos despliegues creativos. Pintar, modelar y construir cosas que después nos muestran marcan esta posibilidad. En una oportunidad mi hijo se acercó con un diccionario (cuando ya me estaba durmiendo) insistiendo en que mirara la figura de uno peces. Como yo no entendía qué quería significarme, qué era lo que quería decirme, se fue corriendo a su caja de juguetes y volvió con un pececito de plástico, que le habían regalado para jugar en la bañera. Tenía exactamente la forma del que me señalaba en el dibujo. En cuanto a eso de creerse el ombligo del mundo, Miriam refiere a la niña que cuando una amiguita le preguntó cómo se llamaban sus padres respondió: -Pérez, como yo. Y condescendió a explicarles: -Como yo me llamo Pérez, * (N de la R: hemos quitado dos párrafos que continuaban en esta parte del artículo porque ya fueron publicados en la primera edición de Micropolíticas, página 5, bajo el título de “Filosofía” y “Teología”.

por María del Carmen Marini

ellos también se llaman Pérez. En otro caso, coincidente con este, pese a las advertencias, y recién llegados al camping, Luis se puso a caminar entre las carpas mientras sus padres armaban la propia. Y se perdió entre ellas. Cuando sus padres escucharon por los parlantes que convocaban a la familia de un niño de pullover azul, y corrieron a su encuentro, él los amonestó: ¡Ustedes no se tienen que ir de donde yo estoy! También están las asociaciones bizarras como la de la niña que pregunto a su mamá: ¿Los pechos, los senos, ¿son de Dios? Por eso… que cuentan los Sanfriscanos (Franciscanos) de Dios que estuvo en la última cena… Por proximidad en el sonido, había metido en una misma bolsa cuestiones diferentes. ¿O había logrado una metáfora creativa y original del relato bíblico? Y también están las asociaciones originales, como las de Micaela, que me mostraba un botón de strass, llamándolo “espejito bebé”. Y advirtiendo que algunos zapatos tienen “baranda” para referirse a la presilla.* Otro niño, colándose en la cama de los padres en plena madrugada preguntó: -¿Y que quiere decir interferir? Supuestamente preguntaba un significado. Doy fe de que todas estas son situaciones reales vividas en familias como las nuestras. Entre todas estas cuestiones que hacen a las reflexiones compartidas en familia no podría faltar el tema de los afectos. Por ejemplo el surgimiento del amor y la fascinación. En relación a esto puedo referirme a ese asunto personal que Marta tiene con Shakira. continúa en pág. 8 >


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Surgió cuando Pedro le dijo: -¡Shakira me gusta tanto! ¡Cómo para casarme con ella!. Debió ver su expresión desolada. (¿Cómo? ¿No es que los niñitos de 5 años desean desplazar al padre y casarse con la madre? ¿Freud estaba equivocado?). Se dio cuenta del efecto de sus palabras e intentó arreglarlo. Se apuró a agregar: -Pero vos también me gustás... Con vos me gusta... me gusta…- Buscaba desesperadamente un argumento, ella casi podía ver la lucha que se libraba en el interior de su cabeza, exprimiendo dendritas y cilindroejes, para extraer la frase consoladora. Lucha que se reflejaba en su cara hasta que se iluminó, y pudo decir triunfal, porque había encontrado algo con lo cual compensarla de la afrenta de querer casarse con otra. Aclaró la garganta y dijo contento con una voz cantarina, seguro de sí mismo y de decir algo brillante: -¡Con vos me gusta conversar! (Recordé a Nora Ephron: En mis fantasías sexuales nadie me ama nunca por mi mente.) ¡¡¡Con vos me gusta conversar!!! Mejor se hubiera quedado callado. Está bien. Se ve que su lugar no es el de Edipo para esta Yocasta. ¿O los Edipitos ya no vienen como antes? Pero lo que hace irreductibles los términos del conflicto que tiene con Shakira es lo último que pasó. Pedro estaba sentado en su falda, y tal vez, para persuadirla de algo, empezó diciendo: -¡Qué linda sos! Linda como Shakira... ¿Quería seducirla para convencerla de

algo? Y luego agregó: -Tengo ganas de jugar a la casita robada. ¡Ah! Era eso. Reconoció el estilo. Su padre también recurre a seducirla para convencerla de jugar. A algo. Pero según Marta, Pedro es un poeta en miniatura. Cuando dice: -¡Qué linda sos!, ella se emociona porque recuerda cuando comparaba su ombligo a una cavernita donde podrían guardarse de la tormenta los hombres prehistóricos, y a sus pechos a iglúes en donde se cobijarían los esquimales del frío. Y esas imágenes son tan hermosas que si Pedro le dice: -¡Qué linda sos! Marta entra a ser fácilmente seducible y puede llegar a convencerla de cualquier cosa, hasta de jugar a la casita robada.

“¿Los pechos, los senos, son de Dios? Por eso que cuentan los Sanfriscanos (Franciscanos) de Dios que estuvo en la última cena...” Esa vez la miró detenidamente y dijo: Pero tendrías que ponerte una flor roja en el pelo. Se acercó más y con actitud crítica: -Y teñirte de rubia. Y luego, poniendo su cara delante muy cerca, observándola minuciosamente y en un tonito levemente reprobador: -Y hacerte estirar la piel para parecer más joven. Concluyó muy firme: -¡Con todo eso serías como Shakira! Entendí perfectamente a Marta, ¿cómo no va a tener una cuestión personal con Shakira?

Los niños y las máquinas

M

atías, de 8 años, jugaba con un palo. Le había adosado, con hilos, la punta de otro palo y corría por la cocina apuntando hacia arriba. A qué jugás, le pregunté. Ay, abu, me respondió, es una máquina de cazar estrellas.

V

icente, de 4 años, estaba dibujando. Dibujaba un cuadrado del que salían lenguas de fuego. La tía le preguntó qué era. Un dragón, respondió Vicente. La tía, asombrada, le preguntó por el cuerpo, la cabeza… No tía, le dijo el nene, no es por fuera. Es un dragón por dentro y ésta es la máquina de hacer fuego.

Mariposas

por Conce Mule Rotondi (13 años)

E

sas mariposas son mis lindas

cosas que tengo en mi corazón. Yo tengo la razón que esas mariposas son como rosas mariposas de la noche oscura mariposas raras de multicolores que me dan tanta alegría por mirar tus ojos lindos cuando veo mariposas tengo ganas de agarrarlas y de tocarlas lo más bello de la vida es mirar mariposas.


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El poder de los que no podían Una pequeña reflexión sobre vida, resistencia y pensamiento

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uiero hablar del poder como energía que hace mover al deseo, como poder hacer o como conjunción de potencia-poder, remedando tal vez algo de lo que Nietzsche proponía como “voluntad de poder”. Por lo tanto, no el poder que se ejerce en las cúspides de las estructuras institucionales. Poder político en su sentido clásico. Para avanzar un poco es conveniente diferenciar las ideas de potencia, poder, realidad, saber y pensar. Interesante en un mundo donde el saber se ha constituido casi en un absoluto. Cuando por ejemplo se enuncia que la universidad debe ser productora de conocimientos, en la realidad aparece más como reproductora de lo dado, por ser consecuente en su mayor parte con concepciones epistemológicas y metodológicas obsoletas respecto de lo que se podría pensar como constructivo y creativo, por lo tanto, transgresor de lo dado. Pero, una aclaración. Mi interés no es hacer un desarrollo teórico-abstracto sino reflexionar a partir de algunas situaciones reales que inquietan a académicos, a estudiantes y a determinados profesionales y viene de la necesidad de reflexionar sobre las ideas que Deleuze plantea respecto de que el pensamiento no piensa si la vida no lo obliga, o también que resistir es pensar. Es decir, la vida nos obliga a pensar no en cualquier caso, sino especialmente cuando nos coloca ante la necesidad de resistir a aquello que nos afecta negativamente, nos descompone, nos causa dolores. En la vida social, más allá de causas naturales, esa resistencia se refiere principalmente a determinantes estructurales, que producen situaciones que vivimos como injustas. Pero bien, como decía Gasalla en una memorable presentación de hace unas cuantas décadas: “dejémonos de historias y cosaquiemos la cosaquia”, o sea, vayamos al grano. Escena 1. Congreso nacional de empresas recuperadas. Grupo de discusión con miembros de varios emprendimientos: fábrica de pastas, hotel, cartoneros, procesadores de conchillas, plásticos, metalúrgicos y otros. Grupo de unas treinta personas y algunos espectadores, coordinados por una socióloga y un psicólogo. La discusión se desarrolla con aportes muy interesantes y cuando hace un análisis un miembro de la fábrica de pastas, el psicólogo, un joven inteligente y estudioso que había sido alumno en un posgrado en el que participé, me mira insistentemente y en un momento cruza por el medio de la rueda del grupo y me dice al oído: “Este está diciendo lo que dice Castoriadis,

pero no lo debe haber leído”. Le respondí que lo veía así, pero que no usaba los términos de ese autor, por lo que pensé también que no lo había leído. Escena 2. Facultad de Ciencia Política. Materia de quinto año, Análisis de las Instituciones. Charla con invitados, mujeres de la organización Rigoberta Menchú, Lola Mora y otros. Una de las mujeres hace un análisis de su grupo, sus experiencias, sus relaciones con el poder político, el sentido de su trabajo, sus cambios subjetivos, con gran lucidez. Luego, uno de los estudiantes dice que la señora, mujer con muchos hijos y con escolaridad primaria, coincidió en sus análisis con conceptos básicos de Guattari sobre esas cuestiones

“Dejémonos de historias y cosaquiemos la cosaquia” que estábamos estudiando. Escena 3. Obrera de Zanón, gran fábrica de cerámicos recuperada: “Nosotros siempre creímos que los patrones eran los que conocían y sabían qué había que hacer para que la fábrica funcionara. No nos imaginábamos que podríamos saber, pensar y decidir qué hacer para que la fábrica siga adelante. Ellos decían que no se podía seguir y nosotros demostramos que se puede…” En esas experiencias aparece claramente la resistencia, el pensar, la potencia y el poder hacer que son dignos de análisis. Pero me interesa señalar que en los dos primeros, académicos, profesionales y estudiantes se sorprenden ante ese pensamiento de quienes se suponía que no debían saber ni hacer. No sabían de las ideas y conceptos de Castoriadis y de Guattari, pero mostraban que sus vidas, aunque alejadas de los ámbitos intelectuales, a partir de la necesidad de resistir, los llevaba a poder pensar en nuevas perspectivas, que podían llevar adelante esos proyectos que habían creído eran sólo patrimonio de los “patrones” o de los políticos. Durante años, aun sabiendo hacer, no podían pensar que serían capaces de asumir posiciones que no fuesen las de la obediencia.

por Alberto Ascolani En el otro caso, que en sus barrios ellas podrían hacerse cargo de funciones que siempre habían competido al poder político, aunque éste no los asumiera como correspondía. Y está la inquietud de los intelectuales. ¿Cómo es posible que ellos hayan llegado a poder pensar lo que habían pensado los más brillantes intelectuales? Estos, por otro lado desconocidos y muchas veces rechazados por vastos sectores académicos y profesionales. Estas situaciones son puntuales, pero podrían sumarse a muchas otras, más visibles, de acciones micropolíticas multiplicadas en número difíciles de apreciar. Las acciones y los dichos de otros sujetos colectivos, llamados movimiento sociales, que fueron enunciando sus verdades a partir de su resistencia y fueron imponiéndolas, pese a los intentos represivos o de tornarlos equivalentes, de los poderes sociales ubicados en todos los niveles, desde las cúspides a las bases sociales. Recordemos aquello de que el poder no está en un centro, sino diseminado. Caso paradigmático el de los grupos de reivindicación de la mujer y otras situaciones de género, cuyas voces se alzaron para decir a esos poderes institucionales, incluidos los familiares, que ya no creían en lo que esos discursos decían de ellas, que ellas no eran lo que ese discurso decía sino que son sujetos otros. Aquí también la sorpresa de muchos al enterarse que esos sujetos también dicen muchas cosas que autores como Castoriadis, Guattari, Deleuze o Toni Negri vinieron planteando desde hace tiempo a partir de diferentes prácticas profesionales, filosóficas, militantes, políticas. Multitud de ideas y conceptos que esos sujetos hacen carne, muchas veces sin conocer esas producciones. Pensamientos y acciones que surgen en la resistencia a las condiciones existenciales que consideran injustas. Incertidumbre en algunos sectores intelectuales. Certidumbre en aquellos cuyos pensamientos hacen raíz en los cuerpos, en los encuentros, en el amor a la vida, en el deseo de una vida mejor. Todas ellas, positividades que van más allá, felizmente, de las ontologías negativas que reinaron durante mucho tiempo.


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Cuidar qué?

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a noche está helada en Rosario, son casi las once. Toco timbre en el edificio y mientras espero que bajen a abrir, vuelvo la cabeza, siento una mirada. Hay una mujer parada detrás de mí. - ¿Se asustó?- me pregunta. - No voy a hacerle nada, agrega. - Hay gente que a uno lo ve así y se asusta. “Así”, dijo. ¿Qué maquinaria es responsable de que se vea así? Le brillan los ojos… Mi infancia transcurrió en un barrio bajo, de la provincia de Buenos Aires. Cada tanto nos visitaban las aguas del río que se tragaban la tierra y también alguna que otra casa, gracias a la postergación de una decisión política de realizar obras que podían evitarlo. De noche, en esos tiempos, dormíamos acunados por las sirenas de los barcos areneros, de tarde jugábamos en la calle, o entre botes y ranas que transitaban las veredas en días de inundación. También mentiras de aquellos, los de siempre, los que se llenan la boca y vacían los vientres y hablan de solidaridad, hermandad, votos de austeridad, igualdad, seguridad. Los chicos del barrio hacíamos actividades extraescolares, como guitarra, dibujo y quien quisiera catequesis, en una capilla tercermundista, a la que entre otros asistía quien mucho tiempo después recibiría el premio Nóbel de la Paz. Allí, una maestra nos hizo sentar un día en ronda y nos pidió que nos mirásemos a los ojos. Después de un rato, dijo que no buscáramos a dios en las alturas porque él estaba en nosotros. En esa luz que se vislumbra en cada rostro. Eran los años 70. Desde entonces, quizás de tanto mirar a los ojos, he dejado de rogar por una divinidad trascendente. Confío en cambio en los encuentros cara a cara y le doy lugar a los desencuentros. No vale la pena desmentirlos. ¿Qué es valioso para cada uno de nosotros? ¿Qué merece atención y cuidado? Nunca entendí, por ejemplo, por qué el día del amigo conmemora el arribo de un hombre a la luna. Me he preguntado por qué el valor de la amistad no se compara con la llegada de una escritura de devolución de tierras a los pueblos originarios, o por qué no rememora la derogación de la esclavitud, o el reconocimiento de derechos de mujeres y niña/os. O por qué no recuerda la primera proyección de un film en la historia. O por qué no celebrarlo el día que cada uno elija con los afectos con que desee estar. Es hora de dormir. Apago la luz, pero la habitación sigue iluminada por la mirada de esa mujer…

por Alejandra Lilles -¿Me baja algo para comer? -Gracias, pero… ¿no me miente, no?, ¿no me va a dejar acá esperando? -Algunos me dicen que espere que ya me alcanzan algo, y no aparecen más. Me pide que no me asuste. Me pide que no le mienta. Y yo recuerdo mentiras declamadas en los ´70, como “El silencio es salud” o “Los argentinos somos derechos y humanos”. O luego, quizá muchos siglos oscuros después, a partir de los ‘90 y aún hoy, otras mentiras nos aturden, ahora sobre la necesaria y urgente distribución de las riquezas y la ansiada justicia social. También mentiras de aquellos, los de siempre, los que se llenan la boca y vacían los vientres y hablan de solidaridad, hermandad, votos de austeridad, igualdad, seguridad. Entonces: ¿Cuidar qué? Vittorio de Sica fue un director de cine y un hombre sensible, que supo que hacer con el dolor y nos donó belleza. De Sica no mentía cuando filmó, en 1950, una fábula sobre hombres y mujeres en situación de pobreza que llamó “Milagro en Milán”. Hubo quienes tildaron este film de ingenuo, o hasta de hipócrita porque lo creían negador de los efectos de tantas necesidades básicas insatisfechas. Apenas cinco años después de finalizada la segunda guerra mundial, logró reflejar poéticamente el anhelo de que hombres y mujeres pudiésemos encontrarnos para hacernos bien. Quiso sentarnos en ronda, obligarnos casi a mirarnos a los ojos. Quiso valorar la amistad como potencia en cuerpos diezmados por el hambre, endurecidos por la condición de

“enemigos”, desconfiados y escondidos en medio de una trinchera. ...el dolor provoca, empuja, fuerza, en lugar de al pesimismo y la desconfianza paranoica, a conmoverse sosteniendo la mirada y a hacer con otros Inolvidable, entre otras, una escena en la que una presa de pollo motiva una fiesta comunitaria y “el sorteo” de la única porción: el azar nombrará al ganador en un juego donde todos participan. El humor no está ausente y tampoco la música, en la que con realismo los personajes le cantan a la tierra y al trabajo:”con estas condiciones creeremos en el mañana”. En aquel momento histórico De Sica necesitó enfatizar ese punto de vista pero no quedó encorsetado en el formato. En el año 1948 fue capaz de filmar un drama, maravilla del neorrealismo italiano como “Ladrón de bicicletas”, que refleja con crudeza la crisis social. De Sica, el mismo creador que para realizar “Las puertas del cielo”, contrató a 300 extras de origen judío, y al darles trabajo y demorar intencionalmente el término del film los salvó de la deportación. A veces el dolor provoca, empuja, fuerza, en lugar de al pesimismo y la desconfianza paranoica, a conmoverse sosteniendo la mirada y a hacer con otros. Será nuestra traición a los mandatos de un sistema que nos necesita tristes y miserables, por dentro y por fuera. Será el asombro de un “Querer sin presentir”.* * “Uno”, poesía de Discépolo, música de Mariano Mores.


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La difícil tarea de desaprender Cocina por Fernanda Felice

...lo aprendido para poder “aprender de verdad”.

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as causales que pueden obturar la oportunidad de aprender son múltiples y diversas, en tanto, el niñ@ pensado como sujeto de aprendizaje, es constituid@ por atravesamientos de diferente orden. Podemos pensarlo desde los distintos aspectos que lo constituyen como tal: lo emocional, lo afectivo, lo psicológico, lo biológico, lo comunicacional, lo lingüístico, lo cognitivo, lo social, lo cultural, entre otros.

...el proceso de aprendizaje supone el deseo de apropiación respecto de nuevos saberes... En este sentido, resulta significativo atender a ciertas causas que quizás no se exhiban a simple vista, y que sin embargo, pudieran convertirse en la razón crucial para “no aprender”. Lo dilemático será descubrir cuáles son los procedimientos que operan en el niñ@, a fin de obstaculizar el proceso de aprender, ya sea porque “no quiere, o no puede”. Pero ¿por qué un niñ@ no puede aprender o no quiere aprender? Sabemos que el proceso de aprendizaje supone el deseo de apropiación respecto de nuevos saberes y conocimientos, que convoca a sus potencialidades afectivas, psicológicas, comunicacionales, lingüísticas y cognitivas, entre otras; implica poder funcionar a través de operaciones lógicas, poder establecer ciertas coordenadas témporo-espaciales, poder vincularse con otr@s para que el aprendizaje acontezca a través de intercambios múltiples y diversos. Y si nos remitimos específicamente al lenguaje, es preciso poder expresar y comprender, así como también, es necesario que los dispositivos básicos para el aprendizaje estén disponibles (motivación, atención, memoria, habituación y sensopercepción) El impacto que provoca el abuso y la violencia procurados durante la infancia deja sus huellas en la vida de un niñ@. Una de esas marcas suele registrarse en el aprendizaje escolar, tanto en la apropiación de los conocimientos como en el acceso al sistema lecto-escrito. Por lo cual, podríamos preguntarnos cuáles serían las posibles vinculaciones existentes entre abuso y aprendizaje. Además de la ineludible necesidad de desear aprender, es preciso poder entender, comprender, pensar, reflexionar, comunicar, operar a través de la lógica, entre otras funciones po-

sibles. Para l@s niñ@s que han transitado por situaciones de abuso, muchas de dichas operaciones se han visto obturadas, en tanto, la confusión, el silencio y el desorden han imperado en la vida de ese sujeto. Durante mucho tiempo, est@s niñ@s se han visto obligados a no pensar, a no lograr comprender tales circunstancias, a no poder comunicar su dolor, a no desear saber la verdad, a no razonar respecto de los hechos acontecidos, rompiéndose así el funcionamiento de toda lógica posible. De esta manera, el niñ@ abusad@ ahora convocado a aprender, se sitúa en una encrucijada entre lo aprendido hasta entonces y lo solicitado en la institución escolar, demanda de la cual resulta difícil salir airoso; ya que la confusión persiste y la posibilidad de aprender se ve obstaculizada. Para que ese sujeto pueda y desee aprender, es necesario que ordene el caos interno acontecido para otorgarle un sentido al dolor vivido. Así, el niñ@ podrá poco a poco apelar a sus recursos internos adormecidos para transitar el proceso de aprendizaje escolar. Resulta interesante resaltar que la posibilidad de aprender no sólo convoca a las potencialidades cognitivas con las que cuenta un niñ@, sino que además, invita a ese sujeto a posicionarse en un lugar distinto hasta entonces. La escuela lo persuade para que pregunte, para que entienda, para que comprenda, para que busque respuestas, para que se apropie de nuevos saberes, para que se vincule con otras personas adultas y pares, para que reflexione, para que opere lógicamente en tiempo y espacio, para que se comunique, para que sea capaz de convertirse en un sujeto autónomo e independiente que construya verdades con juicio crítico. Entonces ¿cómo suponer que ante semejante invitación ese niñ@ no se sienta paralizad@? Por lo tanto, quienes nos ocupamos de acompañar a los niñ@s en el proceso de aprender debemos estar atentos a estas circunstancias vividas, a fin de entender sus dificultades y abordarlas desde un lugar que no los rotule ni censure; sino que por el contrario, despierte su deseo de aprender. De esta manera, podremos mostrarles que otros vínculos son posibles y que otros espacios de comunicación y aprendizaje pueden ser creados para que sus recursos adormecidos despierten y con ellos, el sujeto que detrás se va fundando.

por Juan Gabriel Simón

Un taller con niños y jóvenes.

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ste artículo intenta esbozar algunos de los posibles caminos recorridos con los niños y jóvenes durante el transcurso del taller. Habiendo muchas formas de desarrollar y acercarse al universo gastronómico, éste es simplemente el relato de nuestra experiencia. En el transcurso de estos años en diferentes espacios de trabajo con niños y jóvenes he observado cómo comenzaron a presentarse nuevas visiones en cuanto a una estructuración formal de un marco teórico y metodológico en mi práctica. Estas experiencias provocaron en mí un impacto profundo desde mi formación y experiencia profesional, que me permitieron observar un hilo común en lo que respecta a las posibilidades de aprender que tenemos desde lo cotidiano todos los seres humanos. El interés por las prácticas culinarias ofrece posibilidades de educación. El acto de alimentarse, de producir alimentos, de compartirlos, de montar un escenario propicio, de reproducir ritos, nos acerca a nuevas relaciones y nuevos saberes. El taller de cocina, del gusto y educación de los sentidos, fue cambiando y creciendo con el tiempo. Los niños y jóvenes participantes aportaron con sus ganas de hacer y sus reflexiones nuevas miradas acerca del trabajo desarrollado en este tiempo. El sentido del gusto, los procedimientos básicos intervinientes en las preparaciones y los procesos creativos fueron los primeros ejes que fuimos desarrollando. Saber si los jóvenes verdaderamente percibían los cuatro sabores básicos (dulce, salado, amargo y ácido) despertó en mí la curiosidad y el entusiasmo que a su vez despertó en ellos. La función del sentido del gusto aparentemente parece tener múltiples usos, sin embargo me parece importante destacar que por las diversas sustancias que la naturaleza nos presenta nos ayuda a elegir aquellas que son propias para servirnos de alimento. Poder descubrir qué sabor es el que más le gusta a cada niño me permitió la invitación a crear con esos sabores. Generalmente a los niños les gustan los dulces, y comenzamos a jugar a investigar las texturas de esos dulces: blandas, crocantes,


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espumosas, cremosas… Estas observaciones que hacemos en grupo nos permiten ver las transformaciones de los ingredientes, por ejemplo: los ingredientes húmedos sumados a los secos darán como resultado una masa blanda que todos tocaremos, olfatearemos y jugaremos a darle una forma deseada. Esa masa blanda luego de horneada se transformará en una textura firme donde el color y el aroma serán otros .El gusto que empezamos a percibir también es otro. Y comenzamos a preguntarnos cómo realizábamos esas preparaciones, dando lugar a enunciar los procedimientos básicos como paso previo a empezar a reflexionar qué es una receta. Para no pocos una receta está compuesta por una formulación y un procedimiento. La formulación dicta los ingredientes y sus cantidades y el procedimiento la forma de componerlos y tratarlos. Es dable destacar que algunos grupos de jóvenes primeramente se apropiaron de los ingredientes trabajando sin medir las cantidades. Luego de conocer la forma de comportarse los ingredientes entre sus manos y ver los diferentes resultados de las preparaciones que muchas veces no fueron los esperados, comenzamos a trabajar con las variables de peso, temperatura, tiempo…. En este proceso de aprendizaje, donde también soy partícipe, pude observar cómo el uso de instrumentos de medición y utensilios despertó interés en los jóvenes y niños y fue acompañado de nuevas acciones y deseos de conocer sus funcionalidades. Estas prácticas nos permitieron empezar a pensar en crear nuestras propias recetas y el armado de recetarios. Experimentar los tiempos de los procesos creativos de los grupo de niños y jóvenes me hace reflexionar sobre la forma en que los conocimientos son traídos al grupo por cada

persona, y como empezamos a proyectar nuestras producciones, sobre lo ya conocido me pareció importante estimular el gusto individual de cada uno, por ejemplo, uno de los trabajos más interesantes que realizamos fue el armado de bocaditos con texturas y sabores que los chicos iban seleccionando en función de su gusto personal. Así empezamos a jugar con los colores, aromas, formas, temperaturas, texturas, recuerdos, costumbres. Los intercambios que producen los jóvenes y niños a la hora de mostrar sus trabajos son de una riqueza afectiva y estética notables, siendo muy generosos compartiendo sus producciones. Si bien los objetivos generales que dieron inicio a este taller fueron dar a la diversidad de gustos de los niños una interpretación fiel o nueva si fuese necesaria, conocer las condiciones que nos permiten realizar las preparaciones, lograr un registro y una educación del gusto, generar un espacio de encuentro abierto, fomentar intercambios con otros grupos de niños, incentivar la creatividad y establecer lazos solidarios; con el tiempo y en el encuentro con otros adultos pude articular este trabajo y aparecieron, entre otras, estas nuevas formas de pensar la identidad como reconocimiento a la pertenencia a un grupo, al valor del trabajo cooperativo, los proyectos de vida social, la participación y el compromiso. Dejando de lado aspectos técnicos en cuanto a las preparaciones culinarias resalto en el transcurso de esta práctica el hecho de poder reunirnos a celebrar los alimentos, compartir, divertirnos y encontrarnos.

Entrevista

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harlamos con Federico, un amigo de la ciudad de San Lorenzo. Conversador y aficionado al análisis político, compartimos con Uds. algunos de sus pensamientos - Nuestra idea era charlar con vos para saber qué cosas pensás desde tu lugar de chico. ¿Cuántos años tenés, Fede? - 10 años casi 11. - Yo me enteré que hay algo que te llama la atención sobre la abuela Chela (N de la R: la abuela Chela es la mamá de una amiga de la madre de Fede, y tiene 90 años), ¿qué es lo que te llama la atención? - Ah, sí… Y, que me sorprende que parece una mujer muy joven, es joven. - ¿Cuántos años tiene? - 90. Lee, cocina, y a mí me sorprendió un día que estaba cebando mates, y dice mi mamá que mira películas, me sorprendió, mi abuela tiene 70 o algo así pero está en silla de ruedas ya. - ¿Y vos cómo dirías esto que hace la abuela Chela, que vos decís que es joven…? - No quiero decir una ofensa porque tiene 90 años y digo que es joven. - Pero vos decís que es joven por las cosas que hace, hace cosas de gente de 30 o 40 años, ¿qué es lo que hará que Chela haga esas cosas? - Ser positiva, y también, que me sorprendió bastante, que el marido falleció y el hijo también y eso me sorprendió porque ella siguió para adelante, no se quedó ahí. - Hay cosas que te sorprenden… ¿qué es la sorpresa? - Eso, eso es la sorpresa, que la gente sea positiva a esa edad y en general también, pero para mí una persona de 40 años es positiva porque lo piensa, no sé como explicarlo… es positiva porque quiere ser positiva, algo así, pero si a uno se le muere una persona familiar se pone triste pero si tiene 60 y algo de años además de triste se pone deprimido, la vida lo pone así, cae mal, por ejemplo mi abuela cayó en silla de ruedas cuando murió mi abuelo pero la abuela Chela está re bien, esa es la sorpresa para mí. - Lo de la abuela Chela es como distinto y eso te sorprende… - Sí. - ¿Que sería esto de ser positivo? - Salir siempre para adelante, por ejemplo mi papá, un día se cortó la luz y él decía en un minuto vuelve la luz y yo decía en 10 segundos y no volvía y él me dijo no dejes que la negatividad te atrape. Ser positivo para mí es decir siempre que va a pasar algo bueno. - ¿Y vos pensás que la gente muchas veces no es así? - Claro, la gente grande. Aunque conozco un chico que no es positivo porque para mí es negativo porque más que negativo es insoportable a veces, se pone así con la fiebre porcina,


Año1 Nº2 Septiembre/Octubre 2009 qué sé yo, y eso no sé si es negativo pero para mí es un poco de negatividad. - Vos decís que es insoportable algunas veces, ¿por qué? ¿ tiene miedo? ¿espera lo peor? - Sí, o algunas veces dice, por ejemplo, esta carne esta feísima, está re dura, parece seca. - ¿Vos crees que influye lo que ve en la tele? Que nos dicen todo el tiempo que el mundo está mal… - Para mí exageran. Creo algunas cosas pero él cree lo que le dice la tele y los padres. - ¿Y la escuela? ¿Qué cosas dicen en la escuela? ¿Lo que dicen ahí vos lo crees todo? - Dudo, algunas cosas dudo. Por ejemplo, ¿viste la hamaca que se movía? Ellos dicen que es verdad que pasó esto, tanto me decían que yo dudaba. Para mí y para toda mi familia, porque son ateos, es mentira. - ¿En tu familia son ateos? - Sí, yo también. - Te preguntaba de la escuela, porque ahí también hay grandes, ¿qué pasa con lo que dicen? ¿Cómo te sentís en la escuela? ¿Cómo ves a los grandes? - Son creyentes, no son ateos los maestros. Por ahí algunas cosas las dicen y no dicen cosas negativas ni positivas capaz que lo dijeron y no me acuerdo, dicen todo lo que nos tienen que enseñar, por ahí sacan un tema de lo que pasa en la Argentina como el nene que no podía salir al sol. - ¿Y no hablan de otras cosas que pasan? - Sí, de la gripe A, del dengue, no sé qué más… - Pero suponete que querés contar sobre la abuela Chela, ¿esas cosas se hablan en la escuela? - Por ahí alguno dice pero yo nunca lo conté. Una cosa que pasó en la escuela es que cada día iban a elegir a dos chicos de cada aula y le iban a dar un diploma por la responsabilidad, solidaridad… de los valores. Y no me parecía porque todos tenían valores, no podían elegir dos de cada aula. - ¿Y pudieron elegir? - No, porque a nadie de la escuela le

Ser positivo para mí es decir siempre que va a pasar algo bueno.

gustó, sólo a la directora. Eligieron más en cada aula pero dos chicos en cada aula de cada valor. - ¿Cuántos eran? - Eramos 27 y algunos se quedaban sin ningún valor, a una compañera no la eligieron en nada, eso es injusto, yo no estaba de acuerdo. - ¿Nadie estaba de acuerdo pero lo hicieron igual? - Cambió porque fueron más chicos, agregaron más valores pero igual algunos quedaron afuera, sin premio, ¿y qué pensaban ellos? ¡¿que no tenían valores?! - ¿Te animaste a decirle a tu seño? - Sí, y me dijo que hablarían con la directora y hablaron. Le dije por algunos pero por

Página 13 otros me callé la boca… te digo la verdad, yo tuve uno por responsabilidad.. - ¿Pero será por eso que te callaste? ¡no creo! - No creo… porque no me animé. - No es fácil solito… además te tocó responsabilidad pero sos más cosas además de responsable… - Sí, soy generoso… - Y ahora con esto de la gripe A hace un mes que no vas a la escuela, ¿cómo la pasaste? - Un poco aburrido y un poco entretenido. Hice la tarea, me fui de mi primo, jugué a la play, mire televisión. - ¿Y aburrido cuándo estabas? - Estuve con amigos también… cuando estaba aburrido era cuando estaba sin hacer nada. - Ya que hablaste de los amigos, ¿qué te parece que es la amistad? - ¿La amistad?… querimiento, qué sé yo, por dos personas que se quieren o más… ¿existe esa palabra? - No sé si existe pero es linda, hermosa esa palabra. - También ayudarse entre uno y otro. Todos esos valores que en la escuela decían que los tenían algunos nomás… pero los tenemos todos. - Y en la escuela, hablando de la amistad, querimiento, ¿la amistad no es un valor? - Sí, amistad sí, querimiento no. Y también por ahí le ponían un valor a un chico que en realidad no lo era, eso me pareció injusto. A un chico que no presta las cosas lo pusieron como generoso. - Nos encantó la palabra querimiento… - Realmente la saqué por ser querido. - ¿Tenés muchos amigos? - Sí, tengo bastantes, son de mi grado. Y uno es más chico que yo, se cambió de escuela pero seguimos siendo amigos y nos vimos en el día del amigo. - ¿Qué hicieron el día del amigo? - Su hermana es amiga de la mía, jugamos con otra chica más, éramos cinco.

- Festejaron jugando… ¿A qué suelen jugar? - Jugamos al robo, porque Stefano tienen muchas armas, que mi hermana y Sofía (N de la R: la hermana de Stefano) están comprando y Stefano y yo les empezamos a robar, las secuestramos… - ¡Qué juego más raro!, ¿todos los chicos juegan a eso? - También Sofía y mi hermana jugaban a la mamá y el papá y Stefano y yo nos enganchamos, también jugamos a vendedores trabajadores, también a otras cosas, no sólo vendedores. Bajamos los libros y los ponemos en la mesa y compramos, y fue un trabajo bárbaro ponerles los precios! - ¿Hacés deporte? - Sí, karate. - ¿Y jugás eso con tus amigos? - Sí, con Stefano por ejemplo, ¿conocés “Cien por ciento lucha“?, él lo veía y algunas veces pelamos o por ejemplo a Batman jugamos, para mí no es imaginativo, me gusta mucho, me gusta cuando aparece el Guasón o cuando pelean, me gusta todo, sobre todo cuando hay un crimen. - ¿Qué es la política para vos? - Qué sé yo, para mí es… no sé cómo explicarlo… la sociedad de los habitantes de la República Argentina, algo que nos interesa a todos porque es algo que tiene que ver con la vida para vivir, con los precios,… - ¿Y con la religión tiene que ver? - No, para mí no. - ¿Con la economía sí?, decías de los precios… - Ah, sí, con la economía sí. - ¿Con la cultura, la educación, el arte? - Con el arte no, con la educación sí. - ¿Con el deporte? - No. - ¿Con la escuela tuya, por ejemplo? - Con las escuelas, no sobre todo con la mía. - ¿Qué pensás de las guerras? - Sí, siguen (N de la R: ante la sorpresa de Fede por la pregunta hacemos referencia a que en muchos lugares del mundo hay pequeñas guerras sucediendo todos los días), no sé si hay diferentes formas de resolverlo, no las hay, hay dos enemigos que se odian, no hay otra solución, es feo para todos pero no hay otra solución. - ¿Son dos enemigos que se odian? - Dos enemigos, también dos empresas ¡qué voy a saber!, hay diferentes ocasiones de guerra, por ejemplo guerra de habitantes y policías o habitantes y otro más fuerte o más grande. - Bueno Fede nos encantó charlar con vos, después te vamos a regalar la revista cuando publiquemos esta entrevista. - Ah, me la van a regalar, bueno, gracias.


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Esquizoanálisis. ¿Y eso, con qué se come?...

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omo decían los muchachos del rioba, pero, ¿por qué la pregunta?

Porque como diría Derrida una vez, el fantasma de Marx recorre Europa, y Deleuze, en una de sus últimas entrevistas, declaró que él se sentía cada vez más marxista. Interesante, sobre todo porque el Marx al cual él se refiere no tiene nada que ver con aquel de la mayoría de los marxistas. Es el que él contribuyó a redescubrir allá por los años 70, a partir del rescate de los Grundisse y sobre todo el cuaderno titulado “Fragmento sobre las máquinas”. Allí aparece un Marx colocando la subjetividad y el trabajo intelectual en un lugar que hoy, a aquellos marxistas que la mayoría conocimos, les da un gran escozor. Pero este es un tema para otra historia que tal vez podamos contar… Nos parece importante ir respondiendo a la pregunta porque nuestras prácticas (por suerte no es sólo una), deben algunas cosas importantes a ese pensamiento que transmite otras prácticas a través de diversas producciones escritas. Mao la decía alguna vez, hay libros que transmiten prácticas y nos hacen participar de ellas, por eso nos hacen pensar. Fantasmas, pregunta, con qué se come, de qué se trata, algo que viene surgiendo en muchos ámbitos, no sólo académicos, no sólo del campo psi. Y tratándose de Rosario, se diría que no sólo la pregunta, sino trabajos que apuntan a ese desarrollo se observan en el campo de la filosofía, de la comunicación social, de la literatura, de estéticas varias, en movimientos sociales. Pero ese nombre parece también introducir algo diferente al término hegemónico “psicoanálisis” cuando se trata del análisis en el campo de las personas y sus relaciones. Ese nombre es el de esquizoanálisis.

por Alberto Ascolani

El nombre esquizoanálisis es el que predomina aunque ha sido dicho con otras palabras: rizomática, cartografías, prágmática. Como esquizoanálisis surgió en una coyuntura histórica (años 60-70) como crícita radical al psicoanálisis al que sin decirlo implicaban que podría denominárselo “edipoanálisis” con la crítica al familiarismo que conllevaba. Una de las ideas era que a la propuesta del Edipo como fundante de la estructura psíquica, se oponía lo que denominaron “proceso esquizo”. Aclaremos que dicho término no se refiere a la esquizofrenia como entidad clínica, la que implicaría el pasaje de un límite del que el sujeto no puede volver. Junto a la crítica al psicoanálisis, se desarrolla una crítica al marxismo economicista y al estructuralismo tanto dentro como fuera del marxismo. Precisamente, lo más interesante desde cierta perspectiva en este planteo surgido de la producción de Gilles Deleuze y Félix Guattari, era que la citada denominación era un punto de llegada transitorio, un entre en el que se cruzaba el análisis de modelos de sociedad que designaron como territorial, despótica y capitalista y en las cuales las determinaciones sociales en la construcción de los sujetos diferían en unas y otras. Culminan en esta etapa histórica en el capitalismo, una sociedad que funciona según varios “registros” o formas de las cuales el de la “producción de producción” es básica, siendo la que produce multitud de “máquinas sociales y técnicas” que producen y producen sin una organización estricta y planificada a tal punto que sin un límite, el sistema estallaría. Por ello, aparece la “producción de registro” que está constituida por las instancias ins-

titucionales destinadas a la puesta de esos límites, al control del proceso anterior. Estas formas provienen de las sociedades despóticas actualizadas. Con las mencionadas se articula complejamente la “producción de consumo” que se refiere a las necesidades y deseos que se satisfacen y los goces derivados de esta trama de producciones que remiten unas a otras. Lo esquizo deviene entonces de la multiplicidad de máquinas sociales y técnicas que determinan al sujeto y lo someten de diferente manera a sus regímenes, de tal manera que éste va pasando de unas a otras máquinas, familiar, escolar, religiosa, laboral, económica, erótica y otras, siendo uno en una y otro en otras. “Santo en la iglesia, diablo en la casa” como decían las abuelas. Es decir, no somos sujetos de una determinación paterna real o simbólica donde se cumpla con la ley, sino que somos sujetos de múltiples determinaciones, cuya coherentización siempre es fragmentaria y parcial. En otra perspectiva podría decirse que la determinación del ser no proviene de un Uno absoluto, Dios o padre en todas sus envolturas de aparición posibles, sino de funcionamientos que se producen por una multiplicidad de causas inmanentes que vienen del suelo mismo de las cosas, de su propio interior y no de alguna causa siempre externa que sobrevuela todo. Es decir, los procesos sociales y el pensamiento mismo no tienen la estructura de un árbol, con sus ramas, tronco y raíz de la cual surge todo, como se pensaba en los enfoques tradicionales en los cuales coinciden de una u otra forma religión, filosofía platónica-hegeliana, psicoanálisis y ciencias sociales. Por el contrario, la realidad y el pensamiento se procesan rizomáticamente, es decir, como una trama compleja que funciona sin centro y que posibilita entradas y salidas múltiples. Estos planteos han venido resultando intempestivos, revulsivos para las ideas oficiales, por lo cual han sido ignorados o reprimidos de diversas maneras. Con esto solamente queremos puntualizar algunos elementos a los que esperamos sigan otros que permitan ir calando en este pensamiento cuya profundidad y consistencia son difíciles de refutar..


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Sobria ebriedad

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por Antonio Escohotado*

l prohibicionismo en materia de drogas es -cada vez más- un remedio que agrava el mal en lugar de evitarlo; su vigencia sostiene imperios criminales, corrupción, envenenamiento con sucedáneos y meros venenos, hipocresía, marginación, falsa conciencia, suspensión de las garantías inherentes a un Estado de Derecho, histeria de masas, sistemática desinformación y -cómo noun mercado negro en perpetuo crecimiento. Los millones de personas que mueren o son encarceladas, chantajeadas y expropiadas cada año en el mundo, y los muchos millones más expuestos cada día a semejante suerte no son un argumento pequeño; súmese a ello la atrocidad de que mueran o yazcan retorcidos por dolores perfectamente remediables un número todavía superior de personas y tendremos un cuadro realista de la situación. Pero el cambio de esa pesadilla, la ley vigente, no sólo promete evitar de inmediato muchas cosas indeseables como la sobredosis accidental o involuntaria-, sino promover algunas deseables, empezando por la moderación misma. Aunque parezca imposible un mundo sin drogas, hay quien piensa que sería lo idóneo; tiene demasiado cerca la ganda prohibicionista para observar que las sustancias psicoactivas no se inventaron para hundir al ser humano, esclavizándole y mutilando su dotación orgánica, sino para ayudarle a sobrellevar desafíos vitales, mejorando su autocontrol y, en definitiva, su libertad y su dignidad personal. La guerra a las drogas es una guerra a la euforia autoinducida y delata miedo al placer. El sufrimiento, tan común, coge a todos preparados y no suele exigir pedagogos; pero el placer -especialmente si se presume intenso- demanda una protección, que pedagogos oficiales se encargan de impartir por las buenas o por las malas, normalmente por las malas. Nada más oportuno entonces que recordar el concepto clásico de euforia así como la idea que otras culturas tuvieron y tienen de la ebriedad. Hacia el siglo VI antes de Cristo, Hipócrates -creador de la medicina científica- recomendaba “dormir sobre algo blando, embriagarse de cuando en cuando y entregarse al coito cuando se presente ocasión”. Preconi-

zaba opio para tratar la histeria y concebía la euforia (de eu-phoria: “ánimo correcto”) como algo terapéutico. Para él, como para Teofrasto y Galeno, las drogas no eran sustancias buenas o malas, sino “espíritus neutros”, oportunos o inoportunos atendiendo al individuo y la ocasión. Durante la era pagana, el vino y las bebidas alcohólicas son las únicas drogas que sugieren degradación ética e indigna huida ante la realidad. Ecos del reproche se remontan al primer imperio egipcio, prosiguen en la vieja religión indoirania y llegan a la cuenca mediterránea como dilema: ¿quiso DionisoBaco regalar a los mortales algo que enloquece o algo que ayuda a vivir? Los usuarios de cualesquiera otras drogas no interesan para nada al derecho ni a la moral, y cometeríamos un error creyendo que eran escasos. En la Roma de Augusto y Tiberio, por ejemplo, había casi 900 tiendas dedicadas de modo exclusivo a vender opio, cuyo producto representaba el 15% de toda la recaudación fiscal, y el opio era una mercancía estatalmente subvencionada, como la harina, para impedir especulaciones con su precio; sin embargo, no hay palabra en latín para opiómano, mientras se acercan a la docena las que

nombran al alcohólico, y ni un solo caso de adicto al opio aparece mencionado en los anales de la cultura grecorromana. Lo mismo debe decirse de quien usa marihuana, hachís, beleño, daturas, hongos visionarios y demás drogas antiguas. Las raíces del mundo occidental coinciden con las de otras innumerables culturas en un concepto a la vez profundo y claro de la ebriedad -alcohólica o no-, que en definitiva apunta a un acto de júbilo y abandono, pues como señalara Nietzsche- es “el juego de la naturaleza con el hombre”. Filón de Alejandría, padre de la corriente jónica, vincula la palabra griega para ebriedad (methe) con el verbo methyeni, que significa “soltar”, “permitir”, y define al ebrio como quien se adentra en “liberación del alma”. Platón, su maestro, no ignoraba que el ebrio puede caer en patosería, aturdimiento, avidez y fealdad, pero defendió vigorosamente el entusiasmo ebrio como antídoto para aligerar la tirantez del carácter y sus ropajes rutinarios, que suscita la interioridad original y aquella inocencia donde pueden aparecer a una nueva luz las cosas. Como resumiría mucho más tarde Montaigne, “los paganos continúa en pág. 16 >


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aconsejaban la ebriedad para relajar el alma”. De ahí que el ideal grecorromano no fuese la sobriedad, sino la sobria ebrietas, la ebriedad sobria que faculta para gozar el entusiasmo sin incurrir en necedades. El sobrio no debe ser confundido con el abstemio, porque el primero es racional con o sin drogas, mientras el segundo sólo lo es sin ellas; uno puede penetrar en los pliegues de la desnudez, y el otro ha de rehuirlo para no avergonzarse ante los demás y ante su propia conciencia. Esta constelación se derrumba al triunfar el cristianismo, que no sólo combate los cultos orgiásticos y extáticos de la religión pagana apoyados casi siempre con drogas de tipo visionariosino la propia medicina hipócrato-galénica, en nombre de remedios mejores corno exvotos, santos óleos y agua bendita; el saber farmacológico antiguo, será destruido, y se perseguirá como crimen de lesa majestad la eutanasia, que hasta entonces había sido considerada un signo de excelencia ética. El uso médico, moral, sacramental y recreativo de drogas distintas del vino constituye apostasía, desprecio por la fe verdadera. Los dispersos restos del saber previo quedan al cuidado de curanderos y curanderas, y la persecución de estos focos acabará suscitando una cruzada contra la brujería, que, por estructura y métodos, es un calco de la actual guerra a las drogas. Para terminar les recuerdo que Europa recobró la farmacología científica -y libertad para hacer uso de ellas- cuando aparecieron las primeras fisuras graves en la monolítica unidad de la Iglesia y el Estado, y que desde el siglo XVII hasta el actual concibió las drogas otra vez al modo pagano, confiando en ellas como buenos remedios cuando se usaban sensatamente, y restaurando como orientación la sobria ebriedad. Les recuerdo que el afán prohibicionista, nacido en Estados Unidos y promovido por este país al ritmo en que iba alzándose al rango de superpotencia, es una iniciativa de misioneros y círculos puritanos, pensada expresamente -en palabras del reverendo Wilbur S. Crafts, director del lnternational Reforin Bureau en tiempos de T. Roosevelt“para celebrar el segundo milenio de égida cris-

tiana sobre el planeta”. La cruzada contra las drogas ha tenido y tiene el mismo efecto que la cruzada contra las brujas: exacerbar hasta extremos inauditos un supuesto mal, justificando el sádico exterminio y el expolio de innumerables personas, así como el enriquecimiento de inquisidores corruptos y un próspero mercado negro de lo prohibido, que en el siglo XVI era de ungüentos brujeriles y hoy es de heroína o cocaína. No quebrantaremos el círculo vicioso de la cruzada sin sustituir las pautas de barbarie oscurantista por un principio de ilustración. Las drogas son cosas que siempre estuvieron entre nosotros, que siguen estándolo y que van a continuar así. Dado el clima de alarmismo contraproducente, donde para los jóvenes usar lo ilícito es en parte rito de pasaje hacia la madurez y en parte coartada que sugiere declararse irresponsable, nuestra alternativa es excitar un consumo irracional de productos adulterados, o apoyar un uso informado de sustancias puras. Demonizar las drogas sólo nos ha hecho más inermes, más crueles para con nuestros semejantes y más idiotas en sentido original, ya que idiotez nombra en griego clásico a quien delega indefinidamente en otros la gestión de aquello común, y por tanto suyo. No ya nuestra salud sino la de nuestros hijos y nietos pende de que recobremos su empleo como reto ético y estético personal -atendiendo a la aventura de libertad y saber allí subyacente-, sin desoír su valor como lenitivo mejor o peor para partes difíciles del vivir y vidas amargas. A mi juicio, sólo así podrán renacer en este campo un sentido crítico y una mesura dignos de su nombre, que fueron regla antes del experimento prohibicionista * Extraído “El País“ - 16 de Julio de 1994.

Los zapatistas

por Eduardo Galeano*

L

a niebla es el pasamontañas que usa la selva. Así ella oculta a sus hijos perseguidos. De la niebla salen, a la niebla vuelven: los indios de Chiapas visten ropas majestuosas, caminan flotando, callan o hablan de callada manera. Estos príncipes, condenados a la servidumbre, fueron los primeros y son los últimos. Han sido expulsados de la tierra y de la historia, y han encontrado refugio en la niebla, en el misterio. De allí han salido, enmascarados, para desenmascarar el poder que los humilla. “La justicia es como las serpientes, sólo muerde a los descalzos” (Monseñor Oscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador, asesinado en 1980) * Extraído del libro “Patas Arriba”.


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