Micropolíticas 6

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Periódico bimestral independiente Rosario - San Lorenzo

Año 1 - Nº6 Mayo/Junio 2010

$5,00

Mujer bonita es la que lucha Ana Sagües Página 1

Tiempos

Alberto Ascolani Página 2

Editorial y staff Página 3

Mujer bonita es la que lucha1

por Ana Sagües

A

sí enuncia una premisa de lucha de agrupaciones de mujeres, en defensa de nuestros derechos, para la liberación de las micro esclavitudes que cotidianamente sufren muchas mujeres, sea cual sea su orientación sexo erótica. Me gusta esta premisa de relacionar belleza y lucha como un signo de época. continúa en pág. 2 >

Devenir mujer del trabajo Antonio Negri Página 4

Cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor “del fuego” Simone Seija Paseyro Página 4

La plaza de mi pueblo Julieta Ferragutti Página 5

GlobAL. Biopoder y luchas en una América Latina globalizada Antonio Negri Giuseppe Cocco Página 5

Si de cantar se trata... recordar resulta más fácil y placentero Itaca

Fernanda Felice Página 6 Constantino P. Cavafis Página 7

Escribir

Alberto Ascolani Página 7

Invictus

William Ernest Henley Página 7

Payaso

A. A. Página 7

Memoria y olvido Beatriz Piedrabuena Página 8

¿Humor-sapiens? Mirta Puig Página 9

Las micropoliticistas Sandinistas Guevarizados Página 11

Evolución a medida

María Rosa Colautti Página 11

Los chicos les enseñan a los grandes Fernanda Felice Página 12

Creando aprendizajes Graciela Gallegos Página 12

Por favor rebobinar Alejandra Lilles Página 13

Del biopoder a la biopolítica 1º parte Maurizio Lazzarato Página 14


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< viene de pág. 1

Todas, más o menos, padecimos los efectos del patriarcado en la educación, muchas veces la transmitimos impensadamente a lxs hijxs, la reproducimos en nuestras prácticas, en nuestros dichos y prejuicios. Yo no soy militante feminista, no he sido brutalmente coaccionada en mis derechos, ni tampoco he tenido experiencia de sometimiento declarado o abusivo, sin embargo reflexiono desde las pequeñas situaciones, mínimas, de desvalorización, de manipulación por el afecto o por el saber y la razón que han padecido muchas mujeres desde la infancia frente al narcisismo inquebrantable de padres, encerrados en sus necesidades, hasta compañeros sexuales que criticaron un modo de sentir la eroticidad, haciendo valer el propio goce (el de ellos) como parámetro universal. Que la mujer decida cuándo quiere tener un encuentro sexual, con quién o quienes ha sido motivo de crítica, de juicio de muchos varones sobre las que eligieron sobre su propio cuerpo, deseo y tiempo. Y esto lo he escuchado de boca de mujeres de diversas edades, con experiencias disímiles, que han sentido la exigencia machista de responder, no tan sólo de los hombres a los que estaban ligadas sino también de sus propias madres. Una amiga, recordaba una advertencia feminista de su abuela que la transmitía con espíritu de solidaridad de género: “no hay que dar por el pito más de lo que el pito vale”, en otras palabras, desprenderse del poder patriarcal que nos subjetiva, ubicar al otro en el lugar de nuestro deseo de autonomía, de lucha y de coraje, no sólo frente a varones machistas sean heteros, homos, bisexuales, también frente al micro fascismo de la vida cotidiana, expresado en cualquier subjetividad más allá de su posición y elección sexual, frente a los impensados que el discurrir de la vida nos interpela. Todas, más o menos, padecimos los efectos del patriarcado en la educación, muchas veces la transmitimos impensadamente a lxs hijxs, la reproducimos en nuestras prácticas, en nuestros dichos y prejuicios Pienso en mujeres que deciden asumir la maternidad solas, sin compañera o compañero de crianza, con donantes anónimos, como un modo de no imponer paternidades ni orígenes ocultos, sino como una elección del propio deseo de vida y que, sin embargo, se interrogan frente a las indiscretas miradas sociales de quienes aún suponen una sola forma de vivir: “la que dios manda”, sea éste la de cualquier ojo censor. Creo que son mujeres bonitas, sean homos, heteros, bisexuales, hedonistas, ascéticas, místicas y cualquier otra condición y cualidad que se pueda sentir, y son bonitas, no de 90-60-90 como impondría el modelo estético capitalista, sino porque se atreven a visibilizar sus deseos, sus necesidades, sus virtudes, sus desencantos, sus dificultades, sus preocupaciones, sus elecciones, sus opresiones y sus libertades. Son lindas porque luchan por estar en el mundo con su singularidad. Este título es un robo declarado que hago a un agrupación feminista, esta agrupación lo toma como premisa de concientización de los estados de muchas mujeres. 1

Tiempos por Alberto Ascolani

H

abía muerto un amigo. Cuando me encontré con Hugo le dije: “Viste que murió Juan”. Él me miro apenas y como es su forma, miró hacia un costado con esa mirada que nunca se sabe hacia donde se dirige y me dijo: “Sí che, lo que pasa es que nosotros ya estamos entrando en la línea de fuego”. Y en su boca se marcó casi imperceptible algo que podría ser el esbozo de una sonrisa. Era así, él decía una verdad incontrovertible y le daba un tono donde la muerte que habíamos mentado se alejaba y dejaba paso al humor. Ese “nosotros ya estamos entrando en la línea de fuego”, que luego he pensado tantas veces, me hizo conciente en mayor medida que antes, que de lo que se trata es de un tiempo diferente. No es lo mismo la alegre despreocupación de un joven que camina por la vida como si nada pudiera pasarle. De ahí tal vez que a veces se pongan en situaciones que los llevan a desenlaces hasta trágicos. No es lo mismo caminar por el campo y detenerse a mirar y tratar de alcanzar a una mariposa, que aquella escena de una vieja película que hizo época, Sin novedad en el frente, cuando un soldado extiende la mano para alcanzar una mariposa levantándose un poco sobre la línea de la trinchera y, por estar en la línea de fuego, encuentra la muerte. Pero no se trata de que ese cuidado sea excesivo, como no se trata en el joven de la despreocupación que lo puede poner en el límite, sino, más allá de lo que hagamos y cómo vivamos, tengamos clara conciencia del tiempo en que vivimos, que no es como cualquier otro. Es un tiempo acotado. Tengo setenta años que no es lo mismo que tener veinte o treinta. Y el cuerpo va enviando señales de que hay cosas que ir dejando, sean deportes u otras actividades que exigen cierto despliegue físico. Entonces surge el interrogante sobre qué proyectos emprender en estas nuevas condiciones. Porque de eso se trata, o tenemos proyectos o nos arriesgamos a que nuestros sistemas se deterioren más rápido. Como decía aquel loco genial: “La vida es irrespetuosa y deseosa de si misma”, por lo que el problema no es de la vida sino de que nosotros aceptemos, más allá de nuestros narcisismos, que la vida merece vivirse siempre, aún cuando nuestros despertares trai-

gan los dolores de la artrosis que avanza. En vez de lamentarnos, podemos hacer unas elongaciones, entrar un poco en calor y hacer que esos dolores se vayan. De todos modos, eso que el tiempo le hace a la vida, eso que se vive, que se siente, es una manera. Pero hay otras que se dan en forma larvada e imperceptible. Es lo que cuadra al dicho de aquel poeta español cuando exclama: “cuán pronto se va el placer, cuán pronto se va la vida, cuán pronto viene la muerte tan callando”. A veces es así cuando uno va por la vida sin preocupaciones y de pronto, en un control cualquiera te dicen que tenés eso. En el peor de los casos eso que las abuelas no podían pronunciar y mencionaban con gesto trágico: “y, tiene una cosa mala…” Esa cosa mala, venía trabajando en silencio y seguirá trabajando en silencio, y contrastará con el ruido infernal que introduce en nuestras vidas. Ese ruido que introdujo en mi vida hace diez años y con lo que sigo peleando. Entonces puede ser la edad de la entrada en la línea de fuego en la cual se produce este impacto o puede ser en otro tiempo, de todos modos no cambia demasiado la necesidad de decidir si uno lo va a pelear y de qué manera. Pero tomarse a pecho aquello de “trabajar como si fuese a vivir cien años, vivir como si fuese a morir mañana”, requiere que el deseo fluya y encuentre su consistencia en algún proyecto para este tiempo, el de estar en la línea de fuego, el de la jubilación, el de los dolores artrósicos o el de aquello que trabaja en silencio. La verdad es que a pesar de todo eso, el deseo, si lo dejamos, siempre fluye y nos permite ver y sentir que las cosas hermosas de la vida siguen estando ahí, aunque en el pensamiento de muchos jóvenes, los viejos no tendrían porqué sentir ciertas cosas. Es un “viejo verde” dicen si mira a las mujeres (pareciera que si mira a los hombres no se nota). Esa opinión discriminatoria suprime lo que decía, que el deseo no tiene edad y siempre fluye de la misma manera, a los quince, a los veinticinco o a los ochenta y cinco. Y el problema es siempre el mismo: cómo hacer lo que deseo con lo que tengo. Y esa relación siempre tendrá que ver con la teoría del vaso medio lleno o medio vacío. La primera opción me permitirá sentirme bien con eso que tengo, potenciarlo y avanzar. La segunda, aunque sea un Adonis, me sumirá en el sufrimiento y en la paralización. Eterno dilema entre vivir según la potencia que late en mí y me hace vivir o según la carencia, la falta, que lo menos que puede hacer, es oscurecer la vida. Nuestra pertenencia a este occidente cristiano nos sitúa en este oscurecimiento con la promesa de que la iluminación vendrá después, en la otra vida. Cuestión muy conveniente al poder porque entristecer y dominar son correlativos. Un poco diferente de ese otro pensamiento que expresaba aquel viejo y sabio indio Yaqui y que nos sitúa de otra manera cuando dice: “el guerrero enfrenta la batalla como si fuera la última, sonriendo…


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Editorial

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niversarios. Con este número cumplimos un año. Un año de un desafío que signaba a una expresión, tal vez mínima, de la búsqueda del sentido para nuestras prácticas, para nuestro vivir. Dijimos “Micropolíticas” porque sentíamos que la potencia de la multitud se expresa sobre todo ahí, en las acciones acotadas sobre todo a preocupaciones existenciales de mucha gente distribuidas a lo largo y a lo ancho de nuestro territorio. Pero esta designación no significa lo pequeño frente a lo grande de la macropolítica, sino que son acciones que aparecen en grupos que pueden ser pequeños, pero que sumados componen grandes agrupamientos. Esto es así si tomamos algún movimiento en forma individual y lo es en un grado muchísimo mayor si tomamos el conjunto de los movimientos. Los movimientos implican prácticas que son también políticas aunque de un nuevo tipo, porque en su base se halla la puesta en marcha de una potencia de hacer que apunta a la mejora de las condiciones de vida de unos o a la mejora de la vida en general, como es el caso de los movimientos por la ecología. Cambiar el mundo sin tomar el poder, decían muchos y en su base esto sigue siendo cierto porque se trata de cambiar a veces una pequeña parte de ese mundo para vivir mejor, lo que implica cambios significativos e incluso revolucionarios en cuanto a la trama inmediata de esas vidas. Es lo que se ha dado en llamar el “devenir revolucionario de la gente”. Estas presencias han venido constituyéndose en un interrogante para la gran política porque esos nuevos movimientos o nuevos sujetos son vistos como participantes de los procesos de cambio social. Pero el problema es cómo situarlos en cuanto a la lucha política por los lugares de poder en el gobierno de la cosa pública. Esto se ha visto claramente en más de una ocasión. Es el caso de las asambleas a partir de los hechos del 2001 que intentaron ser capturadas por militantes de partidos políticos y que en muchos casos provocaron o la expulsión de los mismos o el fracaso de las asambleas mismas. Estos y otros han sido ejemplos de la aplicación de la ley de equivalencia por el poder del Estado que tiende a tomar lo diferente y tornarlo equivalente a las instancias de ese poder. En este caso se trataría de la tendencia de los partidos a fagocitar a los movimientos y subordinarlos

a sus estructuras de poder, lo que implicaría neutralizar la potencia y el hacer concreto de los mismos para incluirlos en las cáscaras vacías de los partidos. Contra ese proceso se han erigido movimientos que, como los que componen el Movimiento hacia la Constituyente Social, vienen diciendo no a la “representación” y sí al ejercicio del poder por sí mismos. Los dados se están tirando y habrá que ver cómo van cayendo. Este aniversario se da en la trama de ese otro que pertenece al conjunto de la gente y que tiene su lugar en el plano de la gran política, el del Bicentenario. Nos parece interesante esa celebración del nacimiento del país a la vida independiente, con el avance que ello implicó en el plano de la vida y de la organización social. A pesar de ello, nos parece interesante también pensar en qué fue pasando desde los tiempos en que el territorio era habitado por los pueblos originarios, pasando por las diferentes formas de la conquista: militar, económica, religiosa, cultural. La independencia marcó el cambio en el nivel de lo político y en lo militar, pero no han sido nada claros los cambios en los otros niveles. Y no por casualidad, sino porque era más funcional a ciertos poderes encubrir la continuidad de ciertas dominaciones. De ellos, el caso de lo económico y de lo religioso es paradigmático. Sobre todo en lo religioso (léase poder de la Iglesia Católica) no hay independencia que valga porque la Iglesia es un Estado que está en otra parte, piramidal, de mando vertical despótico que obliga incluso a la fe de los gobernantes y sigue infiltrando además a las estructuras políticas con el traslado de las figuras de la intangibilidad religiosas, como es el caso de las investiduras sagradas de ciertos funcionarios. En fin, según parece, el bicentenario es un hito en un proceso de independencia, de libertad, de igualdad y de justicia que no se ha realizado, sino que sigue su curso de realización. Y para ello, quedan muchas batallas por emprender.

ISSN 1852-5881 micropoliticas@gmail.com micropoliticas-rosario.blogspot.com Río de Janeiro 1240 / Rosario - Sta. Fe. C.P: 2000 Te: (0341) 438-1008/155-849977

Dirección y Coordinación Periodística Alberto Ascolani Beatriz Piedrabuena Ana Sagües Laura Bazzana Alejandra Lilles

Colaboración en este número María Rosa Colautti Fernanda Felice Julieta Ferragutti Graciela Gallegos Mirta Puig

Fotografías Cecilia Ducca María Victoria Piccione

Diseño Ducrot, comunicación como la gente comunicacionducrot.com.ar

Distribución Distribuidora Publicaciones Rosario S.A. La República 7481 - Rosario Tel.: (0341)458-4417 Números anteriores: 0341-155-849977 o podés visitar nuestro blog

Impresión DWP S.R.L. Callao 5841 “B”. Rosario (0341) 156-890163 Las opiniones de los autores no necesariamente son compartidas por el Periódico Micropolíticas.


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Devenir mujer del trabajo

Cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor “del fuego”

por Antonio Negri (Fragmento)

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n torno al concepto de “devenir-mujer del trabajo” se juega uno de los aspectos más centrales de la revolución que estamos viviendo. En realidad, ya no es posible imaginar la producción de las riquezas y de los saberes si no es a través de la producción de subjetividad, y por tanto la reproducción general de los procesos vitales. Las mujeres están en el centro del problema. Precisamente porque se encuentran en el centro de la producción de subjetividad, es decir, de la vitalidad por excelencia, se han visto excluidas de la vieja concepción de la producción. Dicho esto, decir “devenir-mujer del trabajo” es decir a la vez demasiado y demasiado poco. Es decir demasiado poco porque esta transformación no comprende formalmente en sí misma todo lo que el feminismo nos ha enseñado. Pero es decir demasiado, porque lo que hoy nos interesa es la transgresividad general del trabajo: una transgresividad que se juega entre el hombre, la mujer y la comunidad en el seno de una reproducción general de la sociedad, a la que contribuyen además los procesos de producción de saber, de riqueza, de lenguaje y de afectos. Ya no es posible imaginar la producción de las riquezas y de los saberes si no es a través de la producción de subjetividad, y por tanto la reproducción general de los procesos vitales Tratando de ser crítico conmigo mismo y pensando en la distinción clásica entre producción de mercancías (fundamentalmente atribuidas a los hombres, pues aunque hubiera otros sujetos se hablaba siempre de obreros-varones-blancos habitantes de la ciudad, etc.) y reproducción de la fuerza de trabajo (exclusivamente a cargo de las mujeres) y en sus consecuencias, es decir, en la exclusión de las mujeres de la capacidad de producir valor -valor económico, se entiende-, y pensando que también nosotros, dentro del operaismo (obrerismo) clásico, éramos prisioneros de esa mistificación, creo que hoy el devenir-mujer del trabajo es una idea absolutamente extraordinaria. Nos vemos frente a un devenir-mujer del trabajo porque la reproducción, los procesos de producción y de comunicación, las cargas afectivas, las cargas que atañen a la educación y a la reproducción material de los cerebros están volviéndose cada vez más esenciales. Desde luego, es evidente que las mujeres no serán las únicas que se ocupen de todo ello: se da una masculinización de las mujeres y una feminización de los hombres que opera dentro de ese mecanismo. Esto me parece de una importancia capital.

por Simone Seija Paseyro

A

lguien me dijo que no es casual…que desde siempre las elegimos. Que las encontramos en el camino de la vida, nos reconocemos y sabemos que en algún lugar de la historia de los mundos fuimos del mismo clan. Pasan las décadas y al volver a recorrer los ríos esos cauces, tengo muy presentes las cualidades que las trajeron a mi tierra personal. Valientes, reidoras y con labia. Capaces de pasar horas enteras escuchando, muriéndose de risa, consolando. Arquitectas de sueños, hacedoras de planes, ingenieras de la cocina, cantautoras de canciones de cuna. Cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor de “un fuego”, nacen fuerzas, crecen magias, arden brasas, que gozan, festejan, curan, recomponen, inventan, crean, unen, desunen, entierran, dan vida, rezongan, se conduelen. Ese fuego puede ser la mesa de un bar, las idas para afuera en vacaciones, el patio de un colegio, el galpón donde jugábamos en la infancia, el living de una casa, el corredor de una facultad, un mate en el parque, la señal de alarma de que alguna nos necesita o ese tesoro incalculable que son las quedadas a dormir en la casa de las otras. Las de adolescentes después de un baile, o para preparar un examen, o para cerrar una noche de cine. Las de “veníte el sábado” porque no hay nada mejor que hacer en el mundo que escuchar música, y hablar, hablar y hablar hasta cansarse. Las de adultas, a veces para asilar en nuestras almas a una con desesperanza en los ojos, y entonces nos desdoblamos en abrazos, en mimos, en palabras, para recordarle que siempre hay un mañana. A veces para compartir, departir, construir, sin excusas, sólo por las meras ganas. El futuro en un tiempo no existía. Cualquiera mayor de 25 era de una vejez no imaginada…y sin embargo…detrás de cada una de nosotras, nuestros ojos.

Cambiamos. Crecimos. Nos dolimos. Parimos hijos, o no. Enterramos muertos. Amamos. Fuimos y somos amadas. Dejamos y nos dejaron. Nos enojamos para toda la vida, para descubrir que toda la vida es mucho y no valía la pena. Cuidamos y en el mejor de los casos nos dejamos cuidar. Nos casamos, nos juntamos, nos divorciamos. O no. Creímos morirnos muchas veces, y encontramos en algún lugar la fuerza de seguir. Pasamos noches en blanco, noches en negro, noches en rojo, noches de luz y de sombras. Noches de miles de estrellas y noches desangeladas. Hicimos el amor, y cuando correspondió, también la guerra. Nos entregamos. Nos protegimos. Fuimos heridas e inevitablemente, herimos. Entonces… los cuerpos dieron cuenta de esas lides, pero todas mantuvimos intacta la mirada. La que nos define, la que nos hace saber que ahí estamos, que seguimos estando y nunca dejamos de estar. Porque juntas construimos nuestros propios cimientos, en tiempos donde nuestro edificio recién se empezaba a erigir. Somos más sabias, más hermosas, más completas, más plenas, más dulces, más risueñas y por suerte, de alguna manera, más salvajes. Y en aquel tiempo también lo éramos, sólo que no lo sabíamos. Hoy somos todas espejos de las unas, y al vernos reflejadas en esta danza cotidiana, me emociono. Porque cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor “del fuego” que deciden avivar con su presencia, hay fiesta, hay aquelarre, misterio, tormenta, centellas y armonía. Como siempre. Como nunca. Como toda la vida. Para todas las brasas de mi vida, las que arden desde hace tanto, y las que recién se suman al fogón.


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La plaza de mi pueblo

GlobAL. Biopoder y luchas en una América Latina globalizada

por Julieta Ferragutti

por Antonio Negri y Giuseppe Cocco. (Fragmento)

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ste verano en una de las visitas a Tancacha, mi entrañable pueblo, me enteré por la publicidad que se escuchaba en la calle que se reinauguraba la fuente de la plaza Rivadavia. Automáticamente sentí que mi corazón comenzaba a latir fuerte y que en mi mente fluían imágenes de mi niñez, de mi adolescencia, de tantos momentos vividos en la plaza de mi pueblo y alrededor de esa fuente. Cómo olvidar a Natacha, mi primer muñeca, la que me acompañaba con papá cuando me llevaba a las hamacas… o mi primer día de jardín cuando de repente un flash nos retrató para siempre a mí con mi guardapolvo rosa a cuadritos y a Gerardo, mi hermano, que me acompañaba con su enterizo color turquesa que hacía juego con sus ojitos. ¡Y cuándo jugaba en el cantero de flores color naranja! Y cuando juntábamos renacuajos de la fuente con mis hermanos… ¡qué aventura! La Nochebuena era un día mágico… recuerdo que mi abuelo Genaro nos llevaba a la plaza, mientras la familia preparaba la mesa para la cena y nos decía que miráramos entre las aguas danzantes de la fuente… muy atentos… porque el niño Dios pasaría por allí camino a casa para luego dejarnos los regalos… O esas hermosas noches del veranito cordobés, cuando en familia decidíamos partir a tomar un helado al Club, pegado a la plaza… siempre el mío era de ananá y limón… y después corríamos a buscarle jazmines a mamá… ¡y sin que nos viera el placero! Eso sí… la salida del año era en enero… todos los eneros… ¡el festival folclórico en la plaza! Esa noche sí o sí la fuente lucía más hermosa que nunca, era una verdadera fiesta. Y fuimos creciendo… y un día la fuente dejó de funcionar… pero la plaza siguió siendo para mí “mi lugar especial”. Tal es así que se convirtió en “nuestro” lugar cuando con Diego nos enamoramos… siempre el mismo banco… invierno y verano… cuántos sueños y proyectos compartidos… cuántas charlas, largas charlas … cuánto amor… hoy pasamos por allí y juntos recordamos esos momentos… Por todo esto es que cuando volví a ver el agua fluir… los colores que se mezclaban en el aire… sentí una emoción tan tan grande que creí que mi corazón iba a estallar… me pareció sentir que volvía a ser niña y a revivir pedacitos de mi vida que quedaron en esa plaza… en esa fuente… Ahora, cada vez que vuelvo a mi pueblo me doy una vueltita por la plaza… mi plaza… mi lugar especial... ese que me conecta con la vida, con mi vida.

Cuando más nos adentramos en este primer decenio del siglo XXI, más fuerte es la sensación de que el proyecto neoliberal se ha agotado. El proceso mismo de globalización atraviesa una fase de turbulencias. Nuevos y viejos fundamentalismos se alimentan recíprocamente como máquinas mortíferas para hacernos creer que la salida del neoliberalismo sólo puede darse por la vía reaccionaria y conservadora, tanto a través de un renovado populismo nacionalista e imperialista como de populismos resucitados por los fundamentalismos religiosos. Estas opciones están en la base de la revolución neoconservadora norteamericana, conciben la guerra como elemento de legitimación de un poder basado en el mercado y la tradición. Las viejas elites del Tercer Mundo se ven fuertemente tentadas por esta propuesta que, sin embargo, resultan de difícil o imposible gestión en el interior de cada país frente a la emergencia de las nuevas fuerzas productivas del trabajo. En realidad, por primera vez, la ideología capitalista, en su nivel más alto, distingue y separa (y de modo más fuerte de lo que pudieron hacerlo el fascismo y el nazismo) el mercado y la libertad”. Nuevos y viejos fundamentalismos se alimentan recíprocamente como máquinas mortíferas para hacernos creer que la salida del neoliberalismo sólo puede darse por la vía reaccionaria y conservadora Sigue nota: “El fascismo y el nazismo lo llevaron de manera disciplinar; el neoconservadurismo lo hace hoy en términos de control y biopolítica. Para esta distinción se presupone el pasaje histórico, que sobrevino en la segunda mitad del siglo XX, de la sociedad

“disciplinar” a la sociedad de “control”. La distinción fue puesta en evidencia en los análisis de Foucault y Deleuze. Simplificando, para Foucault la sociedad disciplinar es la sociedad en la cual el poder social está constituido a través de una red ramificada de dispositivos que rigen costumbres, hábitos y prácticas productivas. Este modelo, que prevaleció en toda la primera fase de acumulación del capitalismo europeo, está basado en la rentabilidad de la producción y normaliza el desviación de los comportamientos desviatorios (o no) por medio de grandes instituciones como la cárcel, el manicomio, la escuela o la fábrica; la norma proviene del exterior, y se inscribe sobre el sujeto a través de las instituciones. No ocurre así el en segundo tipo de sociedad. He aquí como la caracteriza Deleuze: “Se debe entender, por el contrario, a la sociedad de control como aquella en la cual los mecanismos de poder se vuelven siempre más democráticos, siempre más inmanentes en el campo social, difusos en el cerebro y en el cuerpo de los ciudadanos”. Aquí, la norma está siempre más interiorizada, tiende a un estado de alienación autónoma. Allí donde la sociedad disciplinar procedía a través de redes ramificadas de dispositivos, la sociedad de control opera por medio de redes flexibles, modulables o fluctuantes. En esta instancia, la biopolítica se vuelve completamente biopoder, esto es, una forma de poder que rige y regula la vida social desde el interior, siguiéndola, interpretándola, asimilándola y re-plasmándola. Estos conceptos de sociedad disciplinar y de sociedad de control nos permiten abordar también en América Latina de manera más precisa las fases actuales de transformación del biopoder.”


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Si de cantar se trata... recordar resulta más fácil y placentero por Fernanda Felice

U

n fuerte golpe en su cabeza se había llevado casi todos sus recuerdos, incluso aquellos que podían darle algunas pistas sobre sí mismo. No sabía quién era, cuántos años tenía, dónde estaba y quiénes eran esos extraños conocidos que le rodeaban y miraban con preocupación. Con el correr de los días, pudo advertir apenas su nombre y el de sus seres más queridos; sin embargo, no podía recordar mucho más aún. Resulta extraño que alguien que tenía obturada su memoria, que no lograba hallar las palabras que intentaba expresar, que no conseguía hablar más que una especie de jerga casi indescifrable, fuese capaz de romper con ese tremendo obstáculo a través de la música. En su estadía en terapia intensiva, solía tararear alguna que otra canción folklórica, de esas que antes acompañaba con su voz, su guitarra y su bombo. Y a medida que la internación hospitalaria se sucedía, nuevas canciones invitaban a su mente a recordar y a su alma a cantar. Su voz volvió a sonar al son de unos golpeteos de sus manos sobre su pecho intentando ficcionar, por apenas unos instantes, aquel bombo de cantor de otros tiempos lejanos. Sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas al escuchar a sus entrañables “Chalchaleros”, y como era costumbre, se atrevió a acompañarlos poniéndole voz a ese canto, que desde siempre, había sido compartido. Su lenguaje convoca a las palabras, a las melodías, pero que pueden ser percibidas y aprendidas a través de la afectación del alma. Si lo hubiesen escuchado hablar, no creerían que fuese capaz de cantar así; si supieran que las palabras que decía se aproximaban, a veces se alejaban bastante, de aquello que intentaba decir, no entenderían porqué las canciones que entonaba guardaban la precisión de una partitura que nunca se logra olvidar; si lo hubiesen visto tan confuso y amnésico, no comprenderían cómo podía recordar letras, melodías, notas y acordes a la perfección. Muchos dirían que las canciones no son discursos propios, dirían que son relatos ajenos que memorizamos casi “mecánicamente” pudiendo quedar

alojados en nuestras mentes por siempre. De este modo, no se supone en ellos una construcción propia que dé lugar a una producción singular, por lo cual, sería más simple evocar este tipo de lenguajes que otros que implican la puesta en funcionamiento de mecanismos más complejos y elaborados. Sin embargo, la música difícilmente pueda ser aprehendida de manera mecanizada porque ella, poco sabe de la razón. Su lenguaje convoca a las palabras, a las melodías, pero que pueden ser percibidas y aprendidas a través de la afectación del alma. La voz es capaz de transferir el sentido más profundo de aquello que se intenta contar en una historia cantada, y quien oficia como interlocutor de ese diálogo implícito, casi virtual pero no menos real por ello, puede sentir lo que aquel trata de propiciar a través del canto y de la música. De manera que, aquellas voces oídas calan en nuestras mentes y en nuestras almas dejando allí huellas imborrables, tanto que ni un golpe en la cabeza, ni un déficit neurológico pueden lograr quitar fácilmente. Aquellas canciones que lograron conmoverlo, cautivarlo, afectarlo, rápidamente volvieron a hacer eco en el silencio de la soledad de las palabras perdidas

pero que podían recuperarse a través de esas antiguas voces que alguna vez le hicieron vibrar. Así, le resultaba más simple cantar que hablar; ficcionar el sonido de un bombo y los acordes de una guitarra, que recordar aquello que intentaba decir; mojar sus ojos ante el susurro de viejos amigos cantores, que llorar por la reciente pérdida vivida. La música es fuente de vida, y así le permitió anudarse a aquellos momentos en los que vivir parecía más fácil, en los que morir parecía un imposible, en los que recordar era tarea cotidiana, en los que hablar era cosa de todos los días, y en los que cantar era pura alegría… como hoy, que pese a que algunas de esas circunstancias hayan cambiado un poco, cantar sigue siendo motivo de alegría. Como dicen ellos, sus inolvidables compañeros “Los Chalchaleros”, si de cantar se trata… recordar resulta más fácil y placentero. No hay zamba ni chacarera que borre todos los recuerdos que alguna vez hicieron latir ese corazón, que afectaron su alma y que hoy vuelven a hacer oír su voz…


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Ítaca

Escribir por Constantino P. Cavafis

Invictus1 por Alberto Ascolani

C

uando empieces tu ida hacia Ítaca, desea que el camino sea largo, lleno de peripecias, lleno de conocimientos. A los Lestrígones y a los Cíclopes, al encolerizado Poseidón no temas, tales cosas en tu camino nunca las encontrarás, si tu mirada permanece alta, si una escogida emoción a tu alma y a tu cuerpo les guía. A los Lestrígones y a los Cíclopes, al fiero Poseidón no los encontrarás, si no los llevas dentro de tu alma, si tu alma no los coloca delante de ti. Desea que el camino sea largo. Que muchas sean las mañanas estivales en que con cuánta satisfacción, con qué alegría entrarás en puertos por primera vez vistos. Haz un alto en los mercados fenicios, y adquiere hermosas cosas, nácares y corales, ámbares y ébanos, y sensuales perfumes de todas clases, los más abundantes y sensuales perfumes que puedas. Visita muchas ciudades egipcias, aprende y aprende de los instruidos. Siempre en tu mente ten a Itaca. La llegada a allí es tu destino. Pero no precipites el viaje en absoluto. Es mejor que muchos años dure. Y que, ya anciano, arribes a la isla, rico con cuanto obtuviste en el camino, sin esperar que riquezas te dé Itaca. Itaca te dio el hermoso viaje. Sin ella no hubieras emprendido el camino. No puede darte nada más. Aunque la encuentres pobre, Ítaca no te engañó. Tan sabio como te has hecho, con tanta experiencia, ahora ya habrás comprendido qué significan las Itacas.

por William Ernest Henley En la película Invictus, el personaje de Mandela le da al coprotagonista este poema que lo acompañó en los momentos de quebranto en la cárcel.

F

uera de la noche que me cubre negra como el abismo entre los polos agradezco a lo que sea que los dioses puedan ser por mi alma inconquistable

En la caída en las garras de la circunstancia no hice un gesto de dolor ni lloré en voz alta bajo las apaleadas del azar mi cabeza está ensangrentada pero erguida

E

scribir no siendo escritor, no queriendo serlo.

Escribir para hacer de la soledad un tiempo productivo. Diferencia entre estar solo y escribir, a tener una idea y buscar la soledad para realizarla, porque hay momentos para la creación que la hacen necesaria. Soledad y escritura. Mensaje a otros pensados, a otros desconocidos, a uno mismo mañana. Esta última tal vez sea la experiencia más rica. Mañana leernos y reconocernos a medias. Casi siempre esa sensación de que lo hicimos sin saber cómo lo pensamos y a veces sabiendo solamente que algo funcionó en lo profundo de nosotros mismos y de lo cual no somos dueños. Escribir en los bares, bajo un árbol en la isla. Escribir fuera de la casa, fuera del lugar de trabajo. Escribir en un afuera siempre fugaz y extrañamente sentir que esos lugares son los más propios, siendo de todos. Presencias, sonidos, voces, luces y colores que no interfieren. Multitud de estímulos que restan en un borde pero de los que somos parte.

Más allá de este lugar de ira y lágrimas no se avecina otra cosa que los horrores de la sombra Y a pesar de la amenaza de los años me encuentra y me encontrará sin miedo No importa cuán estrecha sea la entrada qué tan cargado de castigos el desplazamiento yo soy el amo de mi destino yo soy el capitán de mi alma 1

Poema escrito en 1875 y publicado en 1888

Payaso por A.A

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quello me extrañó en su momento y con el tiempo aparece con ribetes de misterio. Apareció justo en ese instante en que habíamos terminado de cargar las máquinas y las herramientas de carpintería, ese otro adiós al viejo. Me contó de sus charlas con él y de su promesa de darle esa carretilla de madera que vendría tan bien a su trabajo de payaso. Cuando se la llevaba me dijo: “Cuando lleve a un chico feliz en la carretilla, don Santos estará allí riéndose con él”. Hacía mucho que no me emocionaba tanto y no me había imaginado una mejor despedida. 8-3-97 Nunca lo había visto, nunca había sido mencionado y nunca lo volví a ver. Quedaron sólo su figura pequeña, sus palabras y su sonrisa. Y me quedó a mí la sonrisa de mi viejo en la carretilla con el niño que reía con él. Nunca pude contarlo porque mi garganta se cerraba, se sigue cerrando previniendo el llanto. Desde aquel entonces a hoy, un día en que la sangre volvió a decir de ese misterio del cuerpo donde la vida y la muerte combaten en silencio. 27-3-06


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Memoria y olvido por Beatriz Piedrabuena de dar paso a nuevos sentidos haciendo caer la captura de un sentido único: entonces la boca aullante del Grito de Munch puede ser boca que cuenta, un pañal puede ser un pañuelo, y un vientre resguardo de lo por venir. Cuando entre olvido y memoria se genera un acto de resistencia hasta que se haga la justicia. Una historia pequeña

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ediodía de mediados de abril. Por los parlantes se anuncia la sentencia a una muchedumbre que “vigilia” desde hace horas. La gente estalla en una ovación ante cada condena, son cinco, cinco genocidas sentenciados a cadena perpetua en cárceles comunes. Una larga bandera negra colgada en el muro de los Tribunales Federales de Rosario, se abre y expande: “Arderá la memoria hasta que todo sea como lo soñamos”. La memoria puede ser un ardor, la memoria quema, “memoria en carne viva que no tiene otro nombre que el exceso de dolor”.1 ¿Cuánto de memoria, cuánto de olvido? ¿Cuándo es necesario olvidar? ¿Qué es bueno olvidar? “Pues aquello que, no pudiendo dar al olvido toda su fuerza, traducimos en pasivo por “lo inolvidable” es también (hipótesis que aventuro) lo que habría que llamar “inolvidadizo”: aquello mismo que, en la tradición poética griega, no olvida, y habita al enlutado hasta decir yo por su boca”.2 El psicólogo ruso Alexander Romanovich Luria plantea en dos libros problemas distintos respecto de la memoria. “El hombre al que el mundo se le hizo añicos “había sufrido, en la batalla de Smolensk, durante la Segunda Guerra Mundial, una herida de bala en la cabeza. No recordaba nada de su pasado y su vida sería por veinticinco años un intento por escribir día tras día jirones de su pasado y datarlos de un sentido. El Mnemonista, por el contrario, mostraba desde su infancia una memoria tan prodigiosa, que convocaba multitudes que iban a ver sus exhibiciones. El hombre de Smolensk no podía recordar, el Mnemonista no podía olvidar. Lo que no olvida, la “memoria en carne viva” de la tragedia griega es expresada por Electra cuando dice no solamente “mi era no se me escapa” o “yo no olvido mi ira” sino también “mi ira no me olvida”, donde se entrega por entera a la ira y ésta es presencia ininterrumpida de sí a sí mismo. Ira en duelo cuyo principio es la eterna repetición. Tal vez estas formas de funcionamiento de la memoria puedan corresponder a distintos momentos una vez que algo acontece en la vida personal y/o en la vida de los pueblos. Distintos paisajes de la memoria: paisaje frío y abigarrado de un hombre que no puede más que recordar, habitado solamente por lo que fue y sigue siendo; velocidad de un paisaje en llamas del que puede

sólo seguir sintiendo lo que sintió “y dice yo por su boca”; paisaje pura presencia de un presente que no pasa, siempre presente, “eterno resplandor de una mente sin recuerdos”, como el título de una película. Y acá aparece Nietzsche con su apuesta “sobre todo es absolutamente imposible vivir sin olvidar” y concluye con sobriedad “… se trata de saber olvidar adrede, así como uno sabe acordarse adrede; es preciso que un instinto vigoroso nos advierta cuándo es necesario ver las cosas históricamente y cuándo es necesario verlas no históricamente. Y he aquí el principio sobre el que el lector está invitado a reflexionar: el sentido no histórico y el sentido histórico son igualmente necesarios para la salud de un individuo, de una Nación, de una Civilización”. Si tanto tenemos necesidad de recordar como de olvidar: ¿Dónde está la frontera? ¿De qué deberíamos acordarnos y qué podemos autorizarnos a olvidar? Y más aún. ¿Cómo, de qué modo recordar? ¿Cómo, de qué manera olvidar? Y más aún. ¿En función de qué? ¿Hay una ética en la manera de recordar y/u olvidar? Tal vez las Madres hayan tenido que olvidar “esa memoria en carne viva” cuyo dolor por la desaparición de los hijos aúlla y dice yo por la propia boca, para transformar la boca en la posibilidad de un tartamudo balbuceante que se acerca a lo inolvidable dándole el sentido de un relato para las generaciones venideras. Metamorfosis de la boca. Devenir de un vientre en que la maternidad se socializa. Posibilidad

Un 24 de marzo, a principios de los 90, María Victoria es llevada por su mamá a la movilización de Plaza Pringles. La marcha es pequeña, corren años del menemismo, las Madres la encabezan. Mavi pregunta quiénes son las señoras de pañuelo blanco en la cabeza. Luego saca su libreta de notas y escribe un poema que le regala a una de las Madres. Hace algunas semanas, Herminia, una de las Madres de la Plaza de Rosario, llama por teléfono a María Victoria, a quién no encuentra, para invitarla a su cumpleaños y al estreno de un documental sobre su vida, en La Toma. Mavi va a la cita pero no puede saludarla pues hay mucha gente. En esa semana, un amigo en común le cuenta que Herminia ha estado buscando a esa nena que le había escrito un poema que guardaba entre sus recuerdos. El 15 de abril, Mavi va a Tribunales a escuchar y acompañar a las Madres en el momento de la sentencia. Cámara en mano sube al palco a sacar fotos a la concurrencia. En el palco está Herminia y se acerca a saludarla, mientras se abrazan le pregunta: - ¿Sabés quién soy? - No, no -dice Herminia, aturdida. - Soy Mavi, la que te escribió un poema… Entonces se miran y se abrazan llorando. Se han encontrado. Nicole Loreaux y otros “Usos del olvido” Idem

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Comunicado de prensa1 El Espacio por la Memoria, la Verdad y la Justicia de San Lorenzo, Cordón Industrial, se encuentra en estado de alerta y movilización ante la posible resolución de la Cámara Contenciosa Administrativa Nº 2 de Rosario, de permitir la incorporación del Procesado como Partícipe Necesario por delitos de Lesa Humanidad Pedro “Pili” Rodríguez, quien fuera impugnado por esta razón por el Concejo Municipal de esta ciudad el 10 de diciembre de 2009, cuya resolución de impugnación se confirmó el 16 de marzo de 2010. La lucha mancomunada con todos los Organismos de DDHH del sur de la provincia de Santa Fe, militantes políticos, sociales, estudiantiles, culturales, hijos, madres, familiares, trabajadores y ciudadanos se coronó con la no incorporación al cuerpo legislativo de nuestra ciudad de uno de los responsables del terrorismo de estado local. Seguimos en la lucha esperando el Juicio Oral a todos los procesados del Cordón Industrial y exigimos a los integrantes de la Cámara Contenciosa Administrativa actúen conforme a derecho. Expresamos que ningún acto administrativo puede estar por encima de los preceptos de la Constitución Nacional. Del Espacio por la Memoria, la Verdad y la Justicia San Lorenzo - Colectivo La Ventolera -Convocados por el Proyecto Nacional y Popular PSA en Proyecto Sur - Partido Socialista - ciudadanos. 1


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¿Humor-sapiens? por Mirta Puig

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l fenómeno del humor presenta una multiplicidad de puertas de entrada, ha sido estudiado desde distintos discursos, y por más diversos autores, desde los griegos hasta nuestros días. Siguiendo la línea de pensamiento del esquizoanálisis, me acerco a él, como un intento de poder pensarlo desde una mirada ética-estética, tratando de atender a su especificidad, despejando aquellas connotaciones que suelen confundirlo con lo “gracioso”, lo “divertido”,etc. El humor, como toda creación artística, rompe con el mundo de la representación, es una línea de fuga, que desterritorializa el mundo de lo dado, de lo sagrado, lo cotidiano va perdiendo peso y deviene acontecimiento, como “expresión del ser, que adviene libertad en la existencia”. De allí entonces la posibilidad de darle un status ontológico. Me pregunto entonces por las dificultades que me ha dado escribir sobre este tema, cómo aprisionar a aquello que fuga en la inevitable cárcel del lenguaje. En Antología del humor negro, André Breton hace una interesante introducción, tomando dos palabras coincidentes en Baudelaire y Rimbaud, que intentan dar cuenta de una definición: emanación y explosión, ambos fenómenos atmosféricos dice él. Pero además, me produjo una cierta tranquilidad una frase de Paul Valery: “...cada oración que la contiene modifica su sentido, hasta el punto de no hallarse su significado propio más que en el conjunto estadístico de todas las frases que la contienen, y que van a contenerla en el futuro”. Justamente el humor negro, el hilo conductor que tiende puentes entre Diógenes el cínico, Rabelais, Antonin Artaud, entre otros. Si digo “fluidos humorales”, “brotan de mi cuerpo”, “no estoy de humor para hacer humor”, recorro históricamente como fue entendido el humor, desde el sustantivo al verbo, algo del cuerpo, un estado de ánimo, a la intencionalidad manifiesta del humorista, hacer humor. La medicina y la filosofía griega pivotearon sobre la teoría humoral, los fluidos humorales del cuerpo; aquí encontramos a la bilis negra, perturbadora de las funciones del cuerpo y del cerebro. Hipócrates consideraba a los humores como la causa principal de las enfermedades, de allí el nombre de Humoralismo. Entre las cartas hipocráticas es muy interesante la que hace referencia a la enfermedad de Demócrito, filósofo a quien en la Antología de la risa Planchard Licea adjudica haber creado una filosofía materialista vinculada a la dimensión ética de la risa.

Para él como para Epicuro el estado natural del ánimo del hombre era la apacible alegría, ¿resonancias Spinozianas? “Dicen que (Demócrito) ríe de todo -dice Hipócrates- lo cual les parece un signo de locura”. En el encuentro entre ambos, le dice: “Los abderidas para demostrarle su locura empiezan a gemir y a llorar como cuando a una mujer se le hubiere muerto un hijo fulminantemente, otros se lamentan de haber perdido sus bienes en un viaje”. Ante esto, Demócrito sonrió a lo primero y soltó una carcajada al segundo, dejó de escribir y movió la cabeza. Hipócrates quiso probar la supuesta locura y le preguntó sobre qué escribía, a lo cual respondió: “De la locura, de cómo les da a los hombres y cómo se puede calmar. Por eso investigo sobre los humores del cuerpo y su relación con la bilis”. “¿No te resulta extravagante reír de la muerte de un hombre, de los trastornos de la locura, de la melancolía, del asesinato de una persona?”. “Mi risa -responde Demócrito- tiene como un objeto único el hombre, lleno de sinrazón, vacío de obras rectas, que sufre sin motivos, se sacrifica sin fin; a quien sus deseos inmoderados han llevado hasta los límites de la tierra y las inmensas cavidades, el que funde la plata y el oro, y no cesa de adquirirlas, el que lucha todo el tiempo por tener más, el que no tiene ningún remordimiento al declararse feliz una vez que ordenó a sus esclavos encadenados a excavar las profundidades de la tierra -y así va enumerando el absurdo de la existencia humana- y todas las locuras me dan risa y sólo deseo estar fuera de su alcance”. Demócrito increpa a Hipócrates: “¿Qué tiene de malo mi risa? Solo no río cuando esos problemas son resueltos con buen sentido,

pero los hombres tienen el juicio trastornado, nada los mueve a la reflexión. Desean lo que les aflige, buscan lo que no sirve”. Según Planchard Licea, Demócrito “compara entonces con la filosofía de Heráclito, siempre llorón y melancólico, y se larga a reír. ¿Historia o novela? ¿Será así cómo ocurrieron las cosas de esta filosofía presocrática? Si bien es Hipócrates el que relaciona el thumós (ánimo) con la Krasis (mezcla) humoral, esto aparece con más precisión, en el pensamiento aristotélico.” ¿Por qué razón, -se pregunta Aristóteles, autor del Problema XXX- todos los que fueron hombres de excepción, en lo que se refiere a la filosofía, la ciencia del Estado, la poesía y las artes, son manifiestamente melancólicos? Todo esto será sistematizado por Galeno, quien considera a un solo órgano el productor de la risa y la bilis negra: el bazo. Y alcanzará su esplendor con El elogio de la locura de Erasmo. Hay una intencionalidad, podríamos decir condenatoria o crítica, en la risa. Función que también ejercerán Los Cínicos en la filosofía socrática, entre ellos Diógenes, de quien los historiadores extraen anécdotas sumamente ingeniosas. Como cuando Alejandro el rey se acerca a preguntarle cuál es su deseo, a lo que le responde: “que te quites, porque me estás tapando el sol”. O cuando le tira a Platón en la asamblea un pollo desplumado, ante la manifestación de éste de que el hombre es un bípedo sin plumas. Todo este pensamiento humoralista impregnará la Edad Media y el Renacimiento. Algunos autores dicen que durante catorce siglos las ideas de Galeno e Hipócrates generaron serios debates al interior de la religión, en el siglo de oro español, al intentar diferenciar la melancolía de lo demoníaco. Durante el Renacimiento se produce el pasaje, por así decir, de lo médico a lo poético, que ya había comenzado en la Edad Media. De esta época, es sumamente interesante la investigación de Mijail Bajtin, en La Cultura Popular en la Edad Media y el Renacimiento, dando un lugar destacado al humor del pueblo, que se separa de la cultura oficial produciendo en la fiesta pública y en el carnaval del pueblo “una verdadera inversión topográfica”. Es la ridiculización de lo establecido, de la fe, las costumbres, el saber y los mitos de la sociedad feudal, es el mundo al revés, lo abajo arriba, lo arriba abajo, es la rueda que gira y gira, es el llamado realismo grotesco, bufones y “bobos”, enanos, lo obsceno, lo soez, lo bajo continúa en pág. 10 >


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del cuerpo, para burlar y degradar lo alto de las divinidades. Es la segunda vida del pueblo -dirá Bajtinpero también es la muerte y la resurrección, niega y afirma a la vez. En este contexto hará su aparición Rabelais, que en su obra más conocida Gargantúa y Pantagruel da cuenta de esta cosmovisión particular e inquietante; tan inquietante, que la religión oficial necesita capturar este modo de producción popular mediante la “fiesta de bobos” o por el “Rictus Pascuali” donde la risa y el humor popular estaba permitido e incluso los sacerdotes oficiantes podían hacer chistes, decir obscenidades, hasta incluso masturbarse delante de los fieles en las misas durante esos días. El humor y la palabra humor adquieren un giro radical en la escena isabelina, se empieza a expresar un sentido distinto, ya no es solamente un fluído o un estado de ánimo, es algo como de antojo, capricho, fantasía, temperamento, excentricidad, obsesión, etc. Los dramaturgos prefieren representar en el teatro para que la palabra no quede vacía. En las obras de Shakespeare aparecen con frecuencia los bufones o los zanni, que eran como criados bromistas, que luego formarán parte también de La Comedia del Arte. Pirandello hace una crítica a los historiadores, por haber jerarquizado el humorismo en Inglaterra. Dice que los italianos no tenían la palabra, pero podían reconocer la cosa; igualmente se plantea encontrar los significados o sentidos de esta palabra como una empresa babilónica. Bilis negra, melancolía, locura, humor, humor negro. Es André Breton, quien utiliza este término por primera vez e incluso compone una Antología, tal vez bastante caprichosa, del humor negro. Aquí, entonces, la palabra humor ya no designa una cosa, expresa una acción, pero esta acción no se refiere al objeto si no que se limita al agente. El sujeto permanece dentro del proceso, hace humor afectándose a sí mismo. Es lo que Deleuze llamaría una contraefectuación. Hay una intencionalidad manifiesta de hacer humor, una especie de liberación. Y aquí tal vez me meta en un terreno pantanoso, ya que puedo “intuir” de qué se trata, pero no sé si podré transmitirla, se evapora, se me escapa. Por ello hablarán por mí otras voces, o como dice Rabelais, yo soy otro u otros. El humor, como toda creación artística, rompe con el mundo de la representación, es una línea de fuga, que desterritorializa el mundo de lo dado Pero como se pregunta Pirandello, ¿esta intencionalidad manifiesta es prioritaria de los surrealistas? Como la rebeldía de Diógenes, el cínico, el esclavo que cuando en el mercado de esclavos se le pregunta qué sabe hacer responde: “mandar”; o cuando se le expulsa de su ciudad por haber robado, les contesta: “… y yo los condeno a vivir en su tierra.” La antigüedad -dice Pirandello- ciñó serenamente las formas, en la armonía de lo finito”. He aquí una síntesis: ¿Toda la antigüedad? ¿Sin excluir a ningún antiguo? ¿El cíclope, o los gnomos, las gracias, o las parcas? ¿Y porque no también las sirenas, mitad pez, mitad mujer? ¿Y no podía algún libre sentirse siervo, o algún siervo sentirse libre dentro de sí? Y cita entonces a Diógenes que no reconocía la grandeza de Alejandro ni la filosofía de Platón -agregaría yo-. Si fuera cierto lo que cuenta su biógrafo, Diógenes

Laercio llamaba a la enseñanza de Platón “diatribre”: pérdida de tiempo. Una vez le ofreció un paquete de higos secos y le dijo: “Puedes tomar algunos”, cuando Platón se puso a comerlos se enfadó. “Te dije que podías tomarlos, no comerlos”, replicó. Según Platón, Diógenes es un Sócrates loco, y según Lacán, en Sócrates ya están todas las figuras del cínico.

Encontramos en Rabelais en el carnaval y la fiesta del pueblo de la Edad Media, en Shakespeare, en Cervantes con su Quijote, la potencia de subversión social que anima a los surrealistas con Artaud a la cabeza. “¡Vamos! -dice Pirandello- es realmente inútil desplegar ejemplos y citas. Son disquisiciones académicas. No es necesario buscar lejos a la Humanidad pasada, sigue estando en nosotros igual. Por algo Diógenes, con su tonel y su linterna, no es de ayer, y no hay más serio que lo ridículo ni más ridículo que lo serio”. Igualmente cuando Breton consideraba a Jonathan Swift como el verdadero iniciador del humor negro, dice: “existieron manifestaciones fugitivas de este tipo de humor, por ejemplo en Heráclito, o entre los cínicos, y en las obras de los poetas dramáticos ingleses del siglo isabelino...” ¿Qué hay de común en todos ellos? El humordestrucción de Antonin Artaud (únicas palabras escritas en mayúsculas en el primer manifiesto de El teatro y su doble) o la descomposición que el humor provoca al decir de Pirandello, pero una destrucción, una descomposición, para liberar las fuerzas creativas, para afirmar la vida, como quería Spinoza, separar lo que puede de lo que no puede. “La destrucción sin reservas, crea el espacio para que surjan fuerzas creativas y libres”. A Pollock, le llama la atención una herramienta gramatical que ha sido utilizada por los humoristas en todos los tiempos, el “sí”. Al respecto, dice Pirandello en un ensayo sobre el humor: “ese pequeño sí, esta minúscula partícula que uno puede cortar y clavar como una cuña en todas las cuestiones de la tierra, cuántas desagregaciones es capaz de producir, qué inmenso juego de desmontaje puede causar en manos de un humorista”. Deleuze en Lógica del sentido expone el caso de Antonin Artaud, poniendo el acento en la dimensión humoral del humor, tal como ésta se manifiesta en las inquietas profundidades del cuerpo: veneno, mezcla nociva, bilis negra, locura. “El actor efectúa el acontecimiento, pero de una manera muy diferente de cómo se efectúa el acontecimiento en la profundidad de las cosas. O más exactamente el actor hace otra versión de esta efectuación cósmica, física, que a su ma-

nera es singularmente superficial y por ello, más neta, más pura y que delimita la primera, extrae de ella una línea abstracta, sólo conserva el contorno, o el esplendor del acontecimiento: llegar ser el propio comediante de los propios acontecimientos de uno, contraefectuación”. El actor se convierte en su propio espectador, puede imitar su propio mal, “y mediante este proceso renacer, rehacer su nacimiento, romper con su nacimiento de carne”. Tratando de pensarlo desde las líneas que proponen Deleuze y Guattari, el humor sería una línea de fuga creativa, la locura una línea de fuga destructiva, el fondo oscuro sube a la superficie como un real, el humorista reivindica el salvajismo de su enfermedad y lo transforma en potencia de subversión social. Siguiendo una forma poética, Pirandello, nos propone una imagen: en la concepción humorística, la reflexión es como un espejo, pero de agua helada en la que la llama del sentimiento no sólo se mira, sino que se sumerge y apaga: el hervir del agua, es la risa que provoca el humorista, el vapor que emana de ella es la fantasía, con frecuencia un poco humeante, de la obra humorística”. El humor es anárquico, es la coexistencia del sentido y del sinsentido, “necesario será que por el mismo movimiento mediante el cual el lenguaje se hunde, seamos reconducidos de nuevo a la superficie donde ya no hay más nada que designar, ni siquiera que significar, pero donde es producido el sentido puro, producido en su relación esencial, con un tercer elemento, el sinsentido de superficie...”. Ruptura del mundo de la representación, cualquiera sea el poder de que se trata, el rey Alejandro o Platón, los señores feudales en la Edad Media, la institución del manicomio, en el caso de Artaud, la locura escapando de la “enfermedad mental”. Inversión, trastrocamientos, bufos. Por eso el poder le teme tanto al humor, como dice Ascolani. En la inscripción humorística aparece un sujeto que no es alineado, un sujeto libre que aparece en la fulguración del instante, es el acontecimiento del humor, “un instante de tiempo que nos despliega al caocosmos y nos devuelve inocentes, sin finalidad, no objetivos, sorprendidos y victoriosos...”, según Zambrini. Decía al comienzo que iba a entrar por una de las tantas puertas de entrada para acercarme al tema del humor, y creo que también elijo una de las tantas puertas de salida, pensar el humor como la posibilidad de creación de nuevos territorios existenciales. ¿Será ésta un modo de poner en práctica una filosofía? ¿Será ésta la filosofía a la que se le impone la tarea de ser mimo que contraefectúa la nueva realidad, como dice Tony Negri? Transcribo un párrafo de ¿Qué es la filosofía?, de este autor: “Un tal mimo no reproduce el estado de cosas, ni tampoco imita lo vivido, no produce imágenes, si no que construye el concepto. No busca la función de aquello que sucede, sino que extrae el evento, o sea, la parte real de lo que no se deja actualizar. No querer lo que sucede, con la falsa voluntad que se lamenta y se defiende, y se pierde en mímica. Sino llevar el lamento y el furor al punto en el cual se vuelven contra lo que sucede para construir el evento, liberarlo, extraerlo en el concepto viviente.” Mimo es un nombre ambiguo, sin embargo es el personaje conceptual que opera el movimiento infinito. Querer la guerra contra todas las guerras futuras y pasadas, en nombre del devenir y no de lo eterno.


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Las micropoliticistas

Evolución a medida por Sandinistas Guevarizados

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i la cansina calma aparece todo será con c, con c de casa, de comedor, de caleidoscopio. Pero cuando pase el puente pararemos proverbialmente, puros, pretéritos y protozoos. Porque así como para un inventor de armas químicas no hay nada mejor que alguien que plante esas armas alrededor de su propio hogar (se refiere al hogar de él, no del otro)1, para un tío no hay nada mejor que un sobrino y para un glóbulo no hay nada mejor que otro glóbulo, así sea un glóbulo rojo por lo menos. Así también, para un apellidista no hay nada mejor que otro correligionario y para un león no hay nada mejor que una cebra. Porque el apellidista sigue y anima al apellidista dirigente. Nombra a sus hijos en su honor, y haciendo honor a eso, decepcionarse del sujeto al que hace referencia el nombre del nombrado más nuevo, es una opción que referenciaría al vástago con el otrora ídolo de multitudes. Yo soy yo y mi nombre se eleva entre las multitudes, yo soy yo e inauguraré una categoría, a partir de mi es que existe el mundo y la esperanza, yo soy el que no los va a decepcionar, pónganle mi nombre a sus hijos, tatúenselo en su facebook y adhiéranlo a sus peinados. Un rótulo se eleva, un rótulo que reclama una historia, cuál es la historia que nos estamos perdiendo, por qué nuestros padres nos pusieron nuestros nombres. Ellos no pensaron que seríamos tiernos corderos temerosos de poderosos y todopoderosos, ellos nos imaginaron libres y libertarios, ricos y famosos, inteligentes y decididos, néstor y cristina.

Esa es una cosa interesante, dos nombres juntos que definen otra cosa que esos nombres por separado. Qué pasará cuando dentro de 20 años haya hermanos con estos nombres... Llegará a haberlos, esos nombres serán esta historia aún viviendo, de quienes depositaron las esperanzas en el banco más confiable que encontraron. Y esta historia seguirá viva, la historia de la esperanza puesta en un nombre o más precisamente en un apellido2, la historia de rosistas, yrigoyenistas, peronistas, kirchneristas y cobistas. La tragedia fue puesta en marcha hace mucho, la esperanza puesta en un hombre de carne y hueso, la figura divina en la que encarna la salvación. No hermanos y hermanas, la esperanza está puesta en nosotros, somos la esperanza de nuestros padres y de nuestros hijos y de nuestros primos lejanos también. Somos una tragedia andando que se anuda y desanuda frente a lo que pasa en este jardín de infantes donde nos tienen encerrados. Que se hambrea y vomita de hambre y alienación. Que se enamora y desenamora por razones prácticas. Llevaremos el mismo apellido cuando la conquista no se aplique a América y las mujeres, cuando tener una cerveza fresca o un buen papel o una pija así de grande o un auto que ni te cuento sea visto como lo que es, pavadas que pretender para pretender ser algo que no somos, mejores que los demás. Somos una ecuación muy fácil, queremos ser aquel que aquel que queríamos quería en otro. Somos la tragedia del día a día. Pero hace falta recordarnos que nuestros padres si existen, y fuimos creados a imagen y semejanza de ellos con la esperanza de prolongar sus sueños y vehiculizarlos. Y ahí está el punto y coma, cómo ser libres sin traicionar la tradición, cómo hacer nuestro el objetivo de otros y cómo compartir nuestro objetivo. Sería bueno sincerarse y preguntar, como lo hacía una conocida actriz: “¿qué pretende usted de mí?” y pensar la reacción ante un “¡sos igual a tu madre!”. (se refiere al hogar de él, no del otro) Ésto está puesto al sólo efecto de acentuar la confusión no es un error, hacemos esta aclaración porque en el afán corrector muchas personas tienden a pulir compulsivamente sin dar espacio o tiempo (depende de si hablamos de la grafía o del relato) a que la diégesis se desarrolle. 1

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Si, ya sabemos que también existen los cristianos.

por María Rosa Colautti A Cortázar

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na mujer se pone un vestido que le queda perfecto y entonces cree, vanidosamente, que el mismo está hecho a su medida. Pero en realidad, es ella quien encaja en el vestido, es ella la que fue hecha para el vestido y no al revés. Otra mujer se mide una camisa pero sus pechos voluminosos no permiten a los botones encontrarse con los ojales a la altura del busto. Más inteligente que la anterior decide quitarse con un cirujano plástico lo que le sobra en pechos a fin de poder comprarse la camisa ansiada. Un hombre se prueba un par de zapatos elegantes y sobrios. Está decidido a llevarlos pero… hay un inconveniente: le quedan chicos. El vendedor le aconseja cortarse los dedos de los pies para poder entrar en ellos. El hombre se niega en forma rotunda y se disgusta enormemente por la disparatada propuesta. Cuando llega al su casa enciende el televisor y escucha a un antropólogo decir que los primeros homínidos tenían en sus pies seis dedos en lugar de cinco, pues los usaban para colgarse de las ramas de los árboles, y que el dedo meñique del pie es un resabio de aquellos hábitos. Por lo tanto era probable que las generaciones futuras empezaran a nacer sin meñique. El hombre inmediatamente reflexiona: primero eran seis dedos, ahora cinco, dentro de poco cuatro, y si seguimos así quién dice que un día nos preguntemos para qué sirven los dedos de los pies si ya no cumplen la función de garras. Se va corriendo a un cirujano y con todos sus valederos argumentos (sobre todo el de los zapatos) lo convence para que le extirpe sus diez dedos de sus pies. Ni bien le quitan los vendajes y le dan el alta corre a la zapatería a buscar el objeto de sus desvelos, pero ay… se lo llevaron el día anterior. El vendedor le recrimina: “Se hubiera decidido antes. No era una oportunidad para perdérsela”. Se mide otros zapatos, pero ninguno como aquellos y, los pocos que le gustan, ahora le son grandes. Sale a la calle triste, recorre otras vidrieras buscando algo similar, pero nada. No importa, ya encontrará otros zapatos hermosos como aquellos, para los cuales haya valido el sacrificio de sus pies.


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Los chicos les enseñan a los grandes Creando aprenpor Fernanda Felice

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uchas veces nos preguntamos acerca de las “diferencias” que nos constituyen como seres humanos singulares, semejantes a otros pero distintos de todas maneras. Si bien todos somos capaces de reconocer que somos distintos, pareciera que no todos somos capaces de aceptar esas diferencias. El concepto de “diversidad” es un tema tan complejo como controvertido, pero por fortuna contamos con la sabiduría de los niños y con la dicha de poder entender, a través de sus contundentes y argumentadas explicaciones, que las diferencias deben ser aceptadas pero no “marcadas” incesantemente. Marcos es un niño muy inteligente, dulce y charlatán que se encuentra cursando el preescolar. Pero además de estas particularidades que lo convierten en un pequeño único, cuenta con un nombre extra que la genética le supo regalar, él es un niño con Síndrome de Down. Contamos con la sabiduría de los niños y con la dicha de poder entender (...) que las diferencias deben ser aceptadas pero no “marcadas” incesantemente. Les dije que Marcos es muy inteligente, por lo cual rápidamente logró advertir algunas diferencias que los grandes hacían por ese nombre que le habían agregado. Claro que esas diferencias que pudiéramos pensar como negativas hallaron su lado positivo, al menos para él, ya que se convirtieron en ciertos beneficios secundarios obtenidos. Si bien no es justo suponer que alguien no puede o no podrá lograr algo por una determinada diferencia respecto de los otros, eso le otorgaba ciertos permisos tales como una sobreprotección innecesaria y una cierta sensación de pena que produce alguien al que se le suponen más limitaciones que capacidades. Así, Marcos logró dentro de la escuela un lugar “especial”: no tenía que cumplir con sus tareas, no debía respetar ciertos límites y podía jugar cuando debía trabajar. Estos episodios que se sucedían con frecuencia provocaban un considerable malestar en el resto del grupo, en tanto que sus compañeros pensaban que Marcos debía cumplir con las mismas tareas, reglas y obligaciones que ellos. Y como suele suceder en distintos aspectos de la vida, la injusticia genera situaciones de violencia. Un día, un niño llamado Maximiliano se cansó de tales injustas situaciones y tomó cartas en el asunto enfrentando a Marcos y fundamentalmente a su maestra. Era una de esas tantas veces en las que Marcos se rehusaba a trabajar y elegía seguir jugando, mientras que el resto hacía su tarea. Así fue que Maxi se levantó de su silla e interpeló a su docente diciendo: “O se los saca usted o se los saco yo a los juguetes”. La docente, con cara de desconcierto, no supo dar respuesta alguna; por lo cual, el pequeño intrépido continuó: “Si nosotros no podemos jugar porque debemos trabajar, Marcos tampoco puede hacerlo. Él también debe trabajar”. La maestra seguía asombrada y Marcos, completamente enojado. Les dije que era muy inteligente,

dizajes

por Graciela Gallegos

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él era capaz de comprender que su compañero estaba interviniendo justamente pero que eso podría poner en riesgo los beneficios hasta ahora conseguidos. Como ambos no supieron responderle, Maxi dejó las palabras de lado, actuó siendo coherente con su discurso y le quitó los juguetes a su compañero. La escena de violencia volvió a desatarse y la docente, una vez más, no supo cómo impartir justicia para ambos niños. De todos modos, a partir de ese momento ella pudo permitirse reflexionar sobre su posición respecto de las “diferencias”. Desde aquel día, los beneficios poco a poco fueron diluyéndose y con ellos, los berrinches de Marcos y los enojos de sus compañeros. Marcos pudo ir aprendiendo a aceptar límites, responsabilidades y obligaciones; sus amigos se alegraron de que él pudiera hacerlo. Su maestra pudo comprender que, muchas veces, los grandes hacen diferencias y que esas diferencias no le hacen bien a nadie. Si bien todos somos distintos, eso no nos hace más o menos capaces de aprender Una vez más, un pequeño niño supo mostrarle a una persona adulta una lección importante: que si bien todos somos distintos, eso no nos hace más o menos capaces de aprender; que Marcos era capaz de respetar las normas y los límites, siempre y cuando alguien se los mostrara, que Marcos podía aprender cosas nuevas, si alguien confiaba en que él pudiera lograrlo; que crecer no es fácil pero que Marcos también tenía derecho a intentarlo y que para eso, necesitaba de adultos dispuestos a acompañarlos… y de compañeros que confiaran en todo lo que él es capaz pese a lo que muchos grandes puedan creer, sentir, pensar o hacer. Crecer y aprender resulta ser un desafío en el que sólo pueden participar aquellos que están dispuestos a correr ciertos riesgos. Muchos niños y niñas están deseosos de enfrentarlos, esperemos que los adultos tengan la misma osadía y sepan acompañarlos…

i partimos de la definición de aprendizaje como la acción de aprender un arte o un oficio podemos analizar lo lejos que estamos muchas veces de realizarlo en la práctica. La influencia de la sociedad mercantilista en la que estamos inmersos ha hecho notar sus efectos; todo debe tener un orden y un rendimiento determinado por aquel que tiene “el saber”. Entonces el sistema escolar suele no fomentar la espontaneidad de la creatividad personal y el niño (sujeto del aprendizaje) es evaluado exclusivamente por su respuesta a la norma establecida. Tiene más valor (nota) el que alcanza mayor cantidad de estos conocimientos, esto perjudica la apropiación del proceso de aprender y a veces provoca el rechazo o las fobias a la escuela. Si logramos que los niños sean sujetos generadores de sus propios saberes, cambiando la actitud pasiva por la participativa, estimulando sus posibilidades de ir al encuentro de nuevos conocimientos como una aventura que motiva seguir conociendo, tal vez en la práctica veríamos mejores resultados. De hecho, cuando llega a nuestro taller un niño con dificultades de aprendizaje, de lo primero que nos ocupamos es de su persona, de descubrir con él qué lugar ocupa en su vida la escuela, cómo se siente “mirado” por sus adultos, cuáles son sus capacidades, cuáles sus fallas y qué quiere hacer con todo eso. De esa manera, él es el artífice de su propio cambio (a veces aunque la nota siga siendo baja). Si logramos que los niños sean sujetos generadores de sus propios saberes (...) tal vez en la práctica veríamos mejores resultados Esto de tener conciencia de sí mismo, de meterle el cuerpo a esta situación, poniendo en acción todos los sentidos, quitando el eje del saber intelectual como único elemento, ayudando a emerger la creatividad que transforma y potencia la capacidad de acción y que lleva a la necesidad del encuentro con otros para compartirla. De esta manera lo alejamos más de ser un aprendiz en serie porque apostamos a un aprendizaje artesanal. Y lo más apasionante de este tránsito que inicia un niño para su transformación es que nunca sabemos cómo va a terminar, pero, como en una obra de arte, estamos dispuestos a esperar esa creación, como algo único y personal. Y nos sorprendemos cuando logra pasar de ser un niño con problemas de aprendizaje a ser una persona con posibilidades de aprender, en definitiva a ser un poco más feliz.


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Por favor rebobinar por Alejandra Lilles aquel, y luego demolidas y convertidas en shopings o playas de estacionamiento. También el cine mudo lagrimeó cuando fue aplastado por el cine sonoro como tan bien lo refleja el film Cantando bajo la lluvia. Me conmovió como celebración de lo que somos capaces de sentir cuando jugamos, cuando creamos, cuando somos sensibles, generosos y agradecidos. Muchos de los actores son habitantes de Passaic en su primera experiencia cinematográfica, otros de extensa trayectoria: Jack Black, Dany Glover, Mos Def, Sigourney Weaver, Melonnie Diaz. Y la participación de Mia Farrow, quizás como un guiño cariñoso a La rosa púrpura del Cairo, en aquella, por amor, un personaje sale de la pantalla, en ésta, de tanto amor un pueblo entra. Mientras juegan y filman y al mismo tiempo van construyendo sus vidas, los protagonistas dicen: “No tiene que ser perfecta, sólo hay que hacerla”. Vale para el cine, vale para la vida.

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n medio de un verano de lluvias copiosas y temperaturas agobiantes, incluidos sismos y fuertes debates políticos, sentí que una bocanada de aire fresco y ligero podría hacernos bien. Su paso por las salas nacionales fue casi imperceptible, como tantas presencias que tienen la capacidad de alegrarnos tan sólo si nos detenemos a mirarlas (¿y la vamos a dejar ir? ¿así? ¿sin pestañear?) Este film se estrenó aquí bajo el título Rebobinados en el año 2009, dirigido por el francés Michel Gondry. Conocido en el mundo de la música como realizador de videoclips, entre otros, para Björk y The Rolling Stones. Publicista y cineasta, premiado por el guión de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos y creador también de La ciencia de los sueños (o Soñar despierto). ...al jugar corremos el riesgo de despeinarnos, o más temido aún, de desarmarnos, dudar de los mapas y disfraces... Sucede que Gondry, este joven cercano a los 50 años, combina en sus películas: juego, imaginación, trabajo y actividad onírica. El cóctel más cercano a la socialmente reconocida categoría de la “infancia”, en

retirada en la prolongada adolescencia y cuasi milagroso en la adultez. Quizás porque al jugar corremos el riesgo de despeinarnos, o más temido aún, desarmarnos, dudar de los mapas y disfraces que tan reconocidos y seguros nos hacen transitar la vida. A decir verdad, hacerse el serio, el exitoso o fracasado, el productivo, el académico o el despreocupado, el lindo o el feo, el fuerte o el débil, pueden ser las identidades que nos han vendido y hemos comprado para asegurarnos un lugar con “título” en el mundo de los adultos. En Por favor rebobinar, el relato se construye con distintas voces y miradas, en un pueblo, Passaic (E.E.U.U). Un local de videos está a punto de cerrar, por la competencia de los incipientes DVD y por la longevidad del edificio donde funciona. Su anciano dueño debe emprender un viaje en memoria de un gran amigo (Fats, músico de jazz) y dos jóvenes se hacen cargo del lugar. Accidentalmente las cintas de los VHS se desmagnetizan borrándose de ellas todas las películas. Semejante traspié será la oportunidad para crear, con un pueblo como multitud de protagonistas. ¿Se trata de un homenaje al cine? No puedo obviar que así como el VHS fue víctima del DVD, antes lo fueron las numerosas salas de cine desplazadas por


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Del biopoder a la biopolítica 1ª parte Maurizio Lazzarato que atraviesa toda la reflexión de Foucault. En efecto, la introdución de la "vida en la historia" es positivamente interpretada por Foucault como una posibilidad de concebir una nueva ontología que parte del cuerpo y de sus potencias para pensar el "sujeto político como un sujeto ético", contra la tradición del pensamiento occidental que lo piensa exclusivamente bajo la forma del "sujeto de derecho". Foucault interroga al poder, sus dispositivos y sus prácticas, no ya a partir de una teoría de la obediencia y sus formas de legitimación, sino a partir de la "libertad" y de la "capacidad de transformación" que todo "ejercicio de poder" implica. La nueva ontología que la introducción de la "vida en la historia" afirma, permite a Foucault "hacer valer la libertad del sujeto" en la constitución de la relación consigo y en la constitución de la relación con los otros, lo que es para él, la "materia misma de la ética". Habermas y los filósofos del Estado de derecho no se han equivocado al tomar el pensamiento de Foucault como un blanco privilegiado, ya que representa una alternativa radical a una ética transcendental de la comunicación y de los derechos del hombre. 2.

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Michel Foucault, a través del concepto de biopolítica, nos había anunciado desde los años setenta lo que hoy día va haciéndose evidente: la "vida" y lo "viviente" son los retos de las nuevas luchas políticas y de las nuevas estrategias económicas. También nos había mostrado que la "entrada de la vida en la historia" corresponde al surgimiento del capitalismo. En efecto, desde el siglo XVIII, los dispositivos de poder y de saber tienen en cuenta los "procesos de la vida" y la posibilidad de controlarlos y modificarlos. "El hombre occidental aprende poco a poco lo que significa ser una especie viviente en un mundo viviente, tener un cuerpo, condiciones de existencia, probabilidades de vida, una salud individual y colectiva, fuerzas que se pueden modificar..."1 Que la vida y lo viviente, que la especie y sus condiciones de producción se hayan convertido en los retos de las luchas políticas constituye una novedad radical en la historia de la humanidad. "Durante miles de años, el hombre ha permanecido siendo lo que era ya para Aristóteles: un

animal vivo y, además, capaz de una existencia política; el hombre moderno es un animal en la política cuya vida, en tanto que ser vivo, está en cuestión"2 La patente del genoma y el desarrollo de las máquinas inteligentes; las biotecnologías y la puesta a trabajar de las fuerzas de la vida, trazan una nueva cartografía de los biopoderes. Estas estrategias ponen en discusión las formas mismas de la vida. La patente del genoma y el desarrollo de las máquinas inteligentes; las biotecnologías y la puesta a trabajar de las fuerzas de la vida, trazan una nueva cartografía de los biopoderes Pero los trabajos de Foucault no estaban sino indirectamente orientados en la descripción de estos nuevos biopoderes. Si el poder toma la vida como objeto de su ejercicio, Foucault está interesado en determinar lo que en la vida le resiste y, al resistírsele, crea formas de subjetivación y formas de vida que escapan a los biopoderes. Definir las condiciones de un nuevo "proceso de creación política, confiscado desde el siglo XIX por las grandes instituciones políticas y los grandes partidos políticos", me parece ser el hilo rojo

Recientemente Giorgio Agamben, en un libro que se inscribe explícitamente en las búsquedas emprendidas alrededor del concepto de biopolítica, afirma que de la distinción entre la vida y la política que los antiguos establecían entre zoé y bios, entre vida natural y vida política, entre el hombre como simple viviente que tenía su lugar de expresión en la casa y el hombre como sujeto político que tenía su lugar de expresión en la polis, de esta distinción "nosotros no sabemos nada". Como en Foucault, la introducción de la zoé en la esfera de la polis constituye el acontecimiento decisivo de la modernidad, que marca una transformación radical de las categorías políticas y filosóficas del pensamiento clásico. Pero esta imposibilidad de distinguir entre zoé y bios, entre el hombre como simple viviente y el hombre como sujeto político, ¿es el producto de la acción del poder soberano, o es el resultado de la acción de las nuevas fuerzas sobre las cuales el poder soberano no tiene "ninguna influencia"? La respuesta de Agamben es muy ambigua y oscila continuamente entre estas dos alternativas. Totalmente diferente es la respuesta de Foucault: la biopolítica es la forma de gobierno de una nueva dinámica de las fuerzas que expresan entre ellas relaciones de poder que el mundo clásico no conocía. ...la introducción de la zoé en la esfera de la polis constituye el acontecimiento decisivo de la modernidad... Esta dinámica será descrita, a lo largo del desarrollo de la búsqueda, como la emergencia de una potencia múltiple y heterogénea de resistencia y creación que pone radicalmente en cuestión todo ordenamiento transcendental y toda regulación que sea exterior a su constitución. El nacimiento de los biopoderes y la re-


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definición del problema de la soberanía son para nosotros comprensibles sólo sobre esta base. Si la dinámica de esta potencia, fundada sobre la "libertad" de los "sujetos", y su capacidad de tratar sobre la "conducta de los otros" es enunciada de manera coherente sólo al final de la vida de Foucault, me parece que toda su obra conduce a este fin. La entrada de la "vida en la historia" es analizada por Foucault a través del desarrollo de la economía política. Foucault demuestra cómo las técnicas de poder cambian en el momento preciso en el que la economía (en tanto que gobierno de la familia) y la política (en tanto que gobierno de la polis) se integran la una en la otra. Los nuevos dispositivos biopolíticos nacen en el momento en el que se plantea la cuestión de "la manera de gobernar como es debido a los individuos, los bienes, las riquezas, como puede hacerse dentro de una familia, como puede hacerlo un buen padre de familia que sabe dirigir a su mujer, a sus hijos, a sus domésticos, que sabe hacer prosperar a su familia, que sabe distinguir para ella las alianzas que le conviene. ¿Cómo introducir esta atención, esta meticulosidad, este tipo de relación del padre con su familia dentro de la gestión de un Estado ?"3 Los nuevos dispositivos biopolíticos nacen en el momento en el que se plantea la cuestión de "la manera de gobernar como es debido...” ¿Pero por qué hay que buscar la "arcana imperii" de la modernidad en la economía política ? La biopolítica entedida como relación entre gobierno-población-economía política remite a una dinámica de las fuerzas que funda una nueva relación entre ontología y política. La economía política de la que habla Foucault no es la economía del capital y del trabajo de los economistas clásicos, ni la crítica de la economía marxiana del "trabajo vivo". Se trata de una economía política de las fuerzas, a la vez muy próxima y muy lejana de estos dos puntos de vista. Muy próxima del punto de vista de Marx, ya que el problema de la coordinación y del mando de las relaciones de los hombres en tanto que vivientes y de los hombres con las "cosas", con el objeto de extraer "más fuerza", no es un simple problema económico, sino ontológico. Muy lejana porque Foucault reprocha a Marx y a la economía política reducir las relaciones entre fuerzas a relaciones entre capital y trabajo, haciendo de esas relaciones simétricas y binarias el origen de toda dinámica social y de todas relaciones de poder. La economía biopolítica, como sintagma de lo biopolítico, comprende, así, los dispositivos de poder... La economía política de la que habla Foucault gobierna, por el contrario, "todo un campo material complejo en el que entran en juego los recursos naturales, los productos del trabajo, su circulación, la amplitud del comercio, pero también la disposición de las ciudades y carreteras, las condiciones de vida (hábitat, alimentación, etc.), el número de habitantes, su longevidad, su vigor y su actitud para con el trabajo."4 La economía biopolítica, como sintagma de lo biopolítico, comprende, así, los dispositivos de poder

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que permiten maximizar la multiplicidad de las relaciones entre fuerzas que son coextensivas al cuerpo social, y no sólo, como en la economía política clásica y su crítica, la relación entre capital y trabajo. En la economía política de las fuerzas se expresan nuevas relaciones de poder, y para describirlas, Foucault necesita una nueva teoría política y una nueva ontología. En efecto, la biopolítica se "incorpora" y se "afianza" sobre una multiplicidad de relaciones de mando y de obediencia entre fuerzas que el poder "coordina, institucionaliza, estratifica, concluye", pero que no son su proyección pura y simple sobre los individuos. El problema político fundamental de la modernidad no es el de una causa de poder único y soberano, sino el de una multitud de fuerzas que actúan y reaccionan entre ellas según relaciones de obediencia y mando. Las relaciones entre hombre y mujer, entre maestro y alumno, entre médico y enfermo, entre patrón y obrero, con las que Foucault ejemplifica la dinámica del cuerpo social, son relaciones entre fuerzas que implican en cada momento una relación de poder. Si, según esta descripción, el poder se constituye partiendo desde la base, entonces hay que partir de los mecanismos infinitesimales que más tarde son "investidos, colonizados, utilizados, plegados, transformados, institucionalizados, por mecanismos siempre más generales y por formas de dominación globales". La biopolítica es entonces la coordinación estratégica de estas relaciones de poder dirigidas a que

los vivientes produzcan más fuerza. La biopolítica es una relación estratégica y no un poder de decir la ley o de fundar la soberanía. "Coordinar y dar una finalidad" son, según las palabras de Foucault, las funciones de la biopolítica que, en el momento mismo en el que obra de este modo, reconoce que ella no es la causa del poder: Coordina y da finalidad a una potencia que, en propiedad, no le pertenece, que viene de "afuera". El biopoder nace siempre de otra cosa que de él. 3. Históricamente, es la asociación de las fuerzas que la economía política quiere gobernar lo que pone en crisis la firma del poder soberano y quien fuerza a la biopolítica a una "inmanencia" cada vez más extendida de sus tecnologías de gobierno de la "sociedad". Y es siempre ella quien obliga al poder a desdoblarse en dispositivos a la vez "complementarios" e "incompatibles" que se expresan, en nuestra actualidad, por una "transcendencia inmanente", es decir una integración del biopoder y del poder soberano. En efecto, la emergencia de la serie solidaria entre arte de gobernar-población-riqueza desplaza radicalmente el problema de la soberanía. Foucault no descuida el análisis de la soberanía, él afirma solamente que la potencia fundadora no está ya del lado del poder, puesto que este es "ciego e impotente"5, sino del lado de las fuerzas que constituyen el "cuerpo socontinúa en pág. 16 >


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cial" o la "sociedad". Que el poder soberano sea impotente y ciego no significa, de ninguna manera, que haya perdido su eficacia: su impotencia es ontológica. Desde este punto de vista, no hacemos ningún favor al pensamiento de Foucault cuando describimos su trayectoria en el análisis de las relaciones de poder como una simple sucesión y sustitución de los diferentes dispositivos, ya que el dispositivo biopolítico no reemplaza la soberanía, pero desplaza su función volviendo aún más "agudo el problema de su fundación." "De suerte que hay que comprender bien las cosas, en absoluto como el reemplazamiento de una sociedad de soberanía por una sociedad de disciplina, después una sociedad de disciplina por una sociedad de, digámoslo, gobierno. Tenemos, en efecto, un triángulo: soberanía-disciplina-gestión gubernamental, de la que el objetivo principal es la población".6 Más bien hay que pensar la presencia simultánea de los diferentes dispositivos que se articulan y se distribuyen diferentemente bajo la potencia del encadenamiento gobierno, población, economía política. Que el poder soberano sea impotente y ciego no significa, de ninguna manera, que haya perdido su eficacia ¿Podemos entonces leer el desarrollo de la biopolítica no como la organización de una relación de poder unilateral, sino como la necesidad de asegurar una coordinación inmanente y estratégica de las fuerzas ? Lo que nos interesa señalar es la diferencia de los principios y de las dinámicas que rigen la socialización de las fuerzas, el poder soberano y el biopoder. Las relaciones entre estos dos últimos pueden ser comprendidas sólo sobre la base de la acción múltiple y heterogénea de las fuerzas. Sin la introducción de la "libertad" y de la resistencia de las fuerzas, los dispositivos del poder moderno permanecen incomprensibles, y su inteligibilidad será inexorablemente reducida a la lógica de la ciencia política, cosa que Foucault expresa de la manera siguiente: "En primer lugar está la resistencia, y ella permanece superior a todas las fuerzas del proceso; ella obliga, bajo su efecto, a cambiar las relaciones del poder. Considero entonces que el término "resistencia" es la palabra más importante, la palabra-clave de esta dinámica".7 4. En los años setenta Foucault piensa esta nueva concepción del poder fundamentalmente a través del modelo de la batalla y de la guerra. En esta forma de entender el poder y las relaciones sociales hay, seguro, una "libertad" (una autonomía y una independencia) de las fuerzas en juego, pero se trata más bien de una libertad que sólo puede ser comprendida como "poder de arrebatársela a los otros". En efecto, en la guerra hay fuertes y débiles, pícaros e ingenuos, vencedores y vencidos, y todos son "sujetos actuantes" y "libres", incluso si esta libertad consiste sólo en la apropiación, la conquista y el sometimiento de otras fuerzas. Foucault, quien hace funcionar ese modelo de poder como "enfrentamiento guerrero de las fuerzas" contra la tradición filosófico-jurídica del contrato y de la soberanía, está ya sólidamente instalado en un paradigma en el que la articulación de los conceptos de

potencia, diferencia y libertad de las fuerzas sirve para explicar la relación social. Pero esta "filosofía" de la diferencia corre el peligro de aprehender todas las relaciones entre los hombres, de la naturaleza que sean, como relaciones de dominio. Impasse al que habría sido confrontado el pensamiento de Foucault. Pero los cuerpos no están capturados de forma absoluta por los dispositivos de poder. El poder no es una relación unilateral, una dominación totalitaria sobre los individuos, tal y como la ejerce el ejercicio del Panóptico8, sino una relación estratégica. El poder es ejercido por cada fuerza de la sociedad y pasa por los cuerpos, no porque sea "omnipotente y omnisciente", sino porque las fuerzas son las potencias del cuerpo. El poder viene de abajo; las relaciones que le constituyen son múltiples y heterogéneas. Lo que llamamos poder es una integración, una coordinación y una dirección de las relaciones entre una multiplicidad de fuerzas. ¿Cómo liberar a esta nueva concepción del poder fundado sobre la potencia, la diferencia y la autonomía de las fuerzas del modelo de la "dominación universal"? ¿Cómo hacer advenir una "libertad" y una potencia que no fuera sólo de dominación o de resistencia? Es en respuesta a esta interrogante que Foucault desarrolla el paso del modelo de la guerra al del "gobierno". Esta temática del gobierno estaba ya presente en las reflexiones de Foucault, ya que ella definía el ejercicio del poder en la biopolítica. El desplazamiento que Foucault opera, alrededor de los años ochenta, consiste en el hecho de considerar el "arte de gobernar" no ya sólo como una estrategia del poder, incluso biopolítico, sino como acción de los sujetos sobre ellos mismos y sobre los otros. En los antiguos busca la respuesta a esta cuestión: ¿de qué modo los sujetos devienen activos; cómo el gobierno de sí y de

los otros da paso a subjetivaciones independientes del arte de gobernar de la biopolítica? De este modo el "gobierno de las almas" es el desafío de luchas políticas, y no exclusivamente la modalidad de acción del biopoder. Este paso a la ética es una necesidad interna al análisis foucaultiano del poder. Gilles Deleuze tiene razón al señalar que no hay dos Foucault, el Foucault del análisis del poder y el Foucault de la problemática del sujeto. Un interrogante atraviesa toda la obra de Foucault: ¿Cómo aprehender estas relaciones de poder infinitesimales, difusas, heterogéneas, para que no se resuelvan siempre en dominación o en fenómenos de resistencia9? ¿Cómo esta nueva ontología de las fuerzas puede dar lugar a procesos de constitución políticos inéditos y a procesos de subjetivación independientes? Michel Foucault, La volonté de savoir, p.187. Idem, p. 188. 3 Michel Foucault, "La gouvernementalité", Dits et Écrits, Tome IV,pp. 641-642 4 Michel Foucault, La politique de la santé au XVIII siècle, p. 729. 5 "El poder no es omnipotente, omnisciente, ¡al contrario! Si las relaciones de poder han producido formas de investigación, de análisis de los modos de saber, es precisamente porque el poder no es omnisciente, sino que era ciego[...] Si asistimos al desarrollo de tantas fuerzas de poder, de tantos sistemas de control, de tantas formas de vigilancia, es precisamente porque el poder es siempre impotente." Michel Foucault, Précisions sur le pouvoir. Réponses à certaines critiques, p. 625. 1 2


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