Aventuras de un globo terráqueo

Page 1





Victor Manuel Ramos

Aventuras de un Globo Terraqueo


Género: Narrativa para niños. Idioma: Español Ilustrador: Isabel Rosa Diagramador: Cecy Romero Primer premio en narrativa para niños. Certamen permanente Centroamericano “15 de septiembre 1991” Guatemala. Fecha de publicación: 16 de junio de 2016 Formato: Digital Páginas: 34 Miní proyecto académico, no puede ser reproducido total o parcialmente.


ร ndice El Globo terrรกqueo descubre a un amigo...................................................................1 El Globo terrรกqueo va al espacio.....................9 El globo terrรกqueo cuenta sus aventuras.....14 El globo terrรกqueo y su amigo se van de viaje....................................................................19



Biografía Victor Manuel Ramos Nació en Camasca, Departamento de Intibucá, República de Honduras, el 29 de setiembre de 1946. Casi de inmediato se trasladó a La Esperanza, la cabecera del Departamento, y a Jesús de Otoro en donde su madre ejercía como maestra de enseñanza primaria. Desde que cursaba estudios secundarios enviaba colaboraciones a los periódicos en Tegucigalpa en donde reproducían sus trabajos, casi todos relacionados con asuntos literarios, principalmente en la página cultural de diario El Día que estaba a cargo del poeta Oscar Acosta. Otra faceta del trabajo de Ramos es la investigación histórica. El más reciente libro, Antonio Ramón Vallejo, Vida y obra, editado por el Ministerio de Cultura de Honduras, contiene una semblanza de uno de los más ilustrados y trascendentales personajes de la vida cultura hondureña. Con esta obra se hizo acreedor al Premio de Investigaciones Históricas Rey Juan Carlos I.



El Globo terráqueo descubre a un amigo

El viejo globo terráqueo estaba tirado en el desván. Ahí era un objeto abandonado, viejo e inservible. No podía girar alrededor del sol como los planetas, ni siquiera tener un reconfortante rayo de luz. Nadie se acordaba de él. Cada día, cada semana, cada mes, cada año sentíase envejecer irremediablemente. Los continentes y los mares no brillaban, no se percibían las tormentas en la Amazonía, ni las nieves perpetuas en los Alpes, ni las erupciones volcánicas en los Andes, ni el trepidar de los elefantes en las sabanas africanas, ni el rugir de los tigres de bengala en las selvas de la India, ni las alfombras de tulipanes en Holanda. Era un globo terráqueo sin lustre, apegado. Era un globo terráqueo lleno de telarañas, triste. 1


Pero el viejo globo terráqueo, nuestro amigo, que a pesar de su deterioro era amigo de todos los niños, lo que más le atormentaba era la falta de algunas letras en los nombre geográficos impresos en su superficie. Las letras fueron arrancadas por una camada de zompopos. Así donde debía leer Mar Caribe decía M r Ca i e; donde antes estaba escrito océano Pacifico, sobrevivían solamente las siguientes letras O ea o Pa i f o; en el citio América Central faltaba la m, la r, la C, él acento sobre la é y la sílaba completa tral. En verdad el globo terráqueo estaba mutilado y, con aquel mar de confusión en sus nombres truncados, era difícil orientarse y muy sencillo perder el rumbo. Cierto día Mario Fernando, un niño muy inquieto, subió al desván y encontró al viejo globo terráqueo arrinconado en el sitio más oscuro. Lloraba por aquella lamentable situación. Entonces Mario Fernando se dio cuenta que al viejo globo terráqueo le faltaba el brillo y, sobre todo, muchas letras a sus nombres geográficos. A él le gustaba reparar las cosas viejas o estropeadas de la casa y, decidido como era, fue corriendo a su alcoba, trajo un paño húmedo y procedió a quitar el polvo y las telarañas y devolvió el lustre al viejo globo terráqueo. Luego quiso indagar que pasaba con las letras faltantes en los 2


3


nombres geográficos. La primera pista para sus averiguaciones fue un sendero entre los trastos viejos del desván. Siguió por el sendero mientras saboreaba un pedazo de galleta de chocolate. Bajo las escaleras y salió al zaguán donde fue a toparse con el nido de zompopos. En la última porción del camino algunos zompopos cargaban una pequeña letra arrancada, por supuesto, a los nombres geográficos del viejo globo terráqueo. Escondido tras un barril recolector de basura, Mario Fernando estuvo largo rato observando a los zompopos hasta que todos, con su letra a cuestas, entraron con la madriguera. En ese momento dispuso examinar la casa de los zompopos. Ayudado por una lupa penetró en el interior de las galerías con todo sigilo para no ser descubierto y, a medida que se acercaba al salón principal, comenzó a escuchar alegrares y bonitas canciones infantiles. Y vaya la sorpresa que se llevó al llegar a la puerta del salón principal: Las letras del viejo globo terráqueo cantaban y danzaban formando palabras repetidas en coro por millares de zompopos que de esta manera aprendían a leer. Mario Fernando comprendió el aburrimiento en el que estarían las letras mientras habitaban el viejo globo terráqueo, empolvado y lleno de telarañas, abandonado en el sitio más oscuro del 4


desván. Tratando de hacer el menor ruido se alejó para no importunar la clase. Mientras se alejaba percibía como se apagaban las alegres canciones infantiles conque las letras del viejo globo terráqueo enseñaban a leer a los zompopos. Aunque las letras fueron arrancadas de los nombres geográficos al globo terráqueo contra su voluntad, no cabía la menor duda de que ahí donde estaban ahora, en la cueva de los zompopos se divertían, vivían felices, hacían una meritoria labor y seguramente no querrían volver a habitar al viejo globo terráqueo donde soñaron inútilmente excursiones a los más divertidos parajes de la tierra. Así como Mario Fernando no se sintió defraudado porque de todas maneras él ya tenía la solución en las manos. Mario Fernando subió nuevamente al desván, rescató al viejo globo terráqueo y lo llevo a su alcoba. Con herramientas que compro su papa, apretó los tornillos para sujetar al viejo globo terráqueo en su base, colocó unas gotitas de aceite en los ejes y lo hizo girar rápidamente. Luego tomo una caja de lápices de colores y escribió en cada espacio vació, en vez de las viejas letras negras ausentes, nuevas letras de colores brillantes y alegres. Cuando todos los nombres geográficos fueron 5


restaurados, el globo terráqueo estaba resplandeciente. Ya no era posible extraviarse en cualquier viaje a sus más apartados parajes. Una vez reparado el globo terráqueo Mario Fernando lo puso en el escritorio frente a la ventana a su alcoba. Por la noche el globo terráqueo sentía el frescor del sereno y por el día la tibieza del sol. Así volvió a tener la sensación de que giraba en torno al sol, como los demás planetas, y podía disfrutar de sus días y sus noches. Mario Fernando, por su parte, se divertía mucho con el globo terráqueo, que ahora, como podrán comprender, ya no era viejo, sino joven, alegre y responsable. Mario Fernando ponía el dedo en cada punto geográfico y podía escuchar el rumor de las olas del mar, sentir la bravura de las tormentas en la Amazonía, palpar el frío de las nieves de los nieves Alpes, gozar del espectáculo de las erupciones volcánicas en los Andes, perseguir a los elefantes en sabanas africanas, estremecerse con el rugido de los tigres de Bengala en las selvas de la India o acostarse a soñar sobre alfombras de tulipanes de Holanda. Era feliz Mario Fernando con su globo terráqueo. El globo terráqueo era feliz con sus 6


7


días y noches. Las letras multicolores de los nombres geográficos eran felices. Las viejas letras arrancadas por lo zompopos también eran felices. Pero más felices eran los zompopos que cantaban y aprendían a leer con las letras que los zompopos arrancaron de los nombres geográficos de lo que en un tiempo fue un viejo globo terráqueo.

8


El Globo terráqueo va al espacio

El globo terráqueo, rescatado del desván, ahora brillante y con todos sus nombres geográficos completos, pintados con alegres lápices de colores, ya no estaba satisfecho con su posición estática sobre el escritorio frente a la ventana de la alcoba de Mario Fernando. Quería, como todos los planetas, viajar por el espacio, girar en entorno al sol. Sentía una atracción irresistible como la sienten los insectos que vuelan alrededor de una lámpara. 9


Mario Fernando se entretenía todos los días con el globo terráqueo. Pasaba revistas a los mares, a las islas, a los continentes. Seguía con sus dedos el cursor de los ríos o palpaba las arrugas que representaban las montañas. Con los conocimientos que adquiría al revisar el globo terráqueo era el mejor alumno en la escuela. Pero ahora el globo terráqueo ya no era feliz con su posición estática frente a la ventana. Un día, cuando Mario Fernando regreso de la escuela, y fue a la alcoba a buscar al globo terráqueo para ubicar América Central, encontró solamente el soporte. ¿Quién tomo globo terráqueo?, grito acongojado a comprobar la ausencia de su amigo. Luego corrió hacia la ventana, desde donde, asombrado, descubrió al globo terráqueo en el cielo, que se alejaba para situarse en una órbita en torno al sol. Mario Fernando muy triste levanto la mano para despedirse del amigo que se alejaba cada vez más hasta percibirse como solo un punto dibujado en el firmamento. Desde allá arriba, el globo terráqueo miraba al niño y también decía adiós. El niño estaba triste. En sus ojos había lágrimas. El globo terráqueo, en cambio, era feliz cursando el límpido cielo de aquella tarde despejada.

10


A la velocidad con que viajaba, el globo terráqueo muy pronto se alejó tanto que ni siquiera el puntito podía verse en el cielo desde la ventana de la alcoba de Mario Fernando. Así que el niño perdió todas las esperanzas de volver a verlo. Esa noche se acostó temprano no sin antes observar la vieja base donde antes giraba su amigo. No cerro la ventana, ni corrió las cortinas para ver el cielo desde la cama con todas las estrellas entre las cuales, seguramente, estaría s globo terráqueo. Por supuesto tampoco se durmió y estuvo por largo rato escrutando el firmamento. Y sorpresa, frente a la ventana, vio pasar a su globo terráqueo, que describía una órbita a lo largo del horizonte. Era precisamente el suyo porque los nombres geográficos estaban escritos abandonó la cama y se plantó frente a la ventana pasa saludar a su amigo. El globo terráqueo, por su parte, también descubrió al niño en la ventana y lo saludó, desde lo alto, con su mano que era la sala de cuba y con su sonrisa que eran las olas de sus mares. Uno minutos después el globo terráqueo se perdió en el horizonte. Al día siguiente Mario Fernando pidió a su papá que le comprara un telescopio para observar mejor a su amigo. En cuanto 11


regresó de la tienda sacó el aparato de la caja. Siguió las instrucciones impresas en el papel, amó el telescopio y lo situó frente a la ventana. Esa noche, a la misma hora que a la anterior, el globo terráqueo apareció en el horizonte. El niño orientó su telescopio y pudo observarlo como si estuviera frente a él, al alcance de la mano. Se veía hermoso y alegre, porque tenía sus nombres geográficos pintados con brillantes letras de múltiples colores. A partir de entonces el niño esperaba ver a su amigo todas las noches. A las ocho en punto aparecía en el horizonte.

12


El niño orientó su telescopio y pudo observar como si estuviera frente a él, al alcance de la mano. Se veía hermoso y alegre, porque tenía sus nombres geográficos pintados con brillantes letras de múltiples colores. A partir de entonces el niño esperaba ver su amigo todas las noches. A las ocho en punto aparecía en el horizonte lleno de las letras multicolores. El niño saludaba al globo terráqueo y éste respondía los saludos hasta que se perdía en el horizonte. Cansado de tanto girar alrededor del sol y nostálgico porque sólo podía saludad desde lejos a su amigo, el niño que lo rescató del desván, le devolvió el brillo y le pintó las letras multicolores para sustituir las que arrancaron los zompopos, decidió una noche abandonar su órbita y regresa a la tierra. A la mañana siguiente, cuando el niño despertó, su sorpresa fue grande al ver a su globo terráqueo sentado sobre la vieja base, alegre porque así lo decían los pájaros que cantaban en sus selvas. E niño con las lágrimas de sus ojos, el globo terráqueo con las lágrimas de sus mares.

13


El globo terráqueo cuenta sus aventuras Al regresa Mario Fernando de la escuela, entró en la sala, saludó a sus padres y sin detenerse fue presuroso hasta la alcoba pensando en que el globo terráqueo podría haberse escapado nuevamente. Pero, al abrir la puerta lo vio fijo en el eje y la base, con sus montañas y sus mares brillantes y con las letras de sus nombres geográficos de todos los colores. Parecía más bien que el viaje interestelar se llenó de salpicaduras resplandecientes de estrellas. Fue entonces cuando Mario Fernando quiso que el globo terráqueo le contara sus expectativas. 14


-Cuéntame cómo se ve la tierra desde allá arriba. Como se ven las estrellas. Cómo se ve la luna. Cómo se ven los niños en todos los países. Al principio el globo mostró algunas resistencias para hablar. Y no es que no lo quisiera pues en verdad nunca se ha visto a un globo terráqueo decir palabra alguna. Ellos se comunican con las gentes a través de sus nombres geográficos. Pero el globo terráqueo de este cuento era amigo entrañable del niño y sus nombres eran más expresivos porque las letras estaban pintadas con alegres colores. Al fin habló. Esto no causó asombro alguno en el niño porque de tanto ser amigos era natural para Mario Fernando que el globo terráqueo hablara. Nuestro héroe intéstela comenzó a contar las maravillas e sus viaje. El niño se acomodó en la silla junto al escritorio y el globo terráqueo, frente a la ventana desde donde se veía el cielo todo tachonado de estrellas y astros. A esa hora asomaba la noche. -Pues verás, mi querido Mario Fernando, desde arriba la tierra se ve muy bella. En océano se percibe el navegar de los peces de colores o el trote de los caballitos de mar; en los valles se admira el verdor de los cultivos 15


y la alegría de los pájaros que vuelan a sus nidos para alimentar a los polluelos; en las montañas se escucha el canto fresco del nacimiento de los ríos. Ah, pero no se te olvide, también se puede ver y oír la destrucción de los bosques, el lamento de los pinos cuando caen mortalmente herido; la angustia de los animales silvestres cuando son perseguidos por el hombre; la contaminación de los cielos, de los ríos, de los mares… Las estrellas son como florecillas perfumadas tiradas al azar en toda la extensión del cielo; la luna es como un inmenso campo de tranquilidad. Pero no todos los niños son felices. Desde arriba puedes ver los ojos de los niños en harapos y hambrientos como soles tristes y apagados. No todos tienen las comodidades que tú disfrutas. Algunos se acuestan sin comer, otros no tienen juguetes, otros se conforman con contar las estrellas. Muchos niños están felices en sus hogares y en la escuela; pero también muchos otros están tristes en el abandono. Y como yo estaba arriba te miraba triste, porque querías tener a tu lado a este amigo tuyo, decidí bajar y quedarme contigo por siempre. -Muy pronto, cualquier noche de estas lo 16


17


haremos- contestó el globo terráqueo, transmitiéndole al niño, con la firmeza de sus vos, la seguridad de que aquel maravilloso viaje sería realidad. Mario Fernando comenzó a hilvanar fantasías hasta que, agobiado por el sueño se fue a su cama y quedo profundamente dormido.

18


El globo terráqueo y su amigo se van de viaje Apenas Mario Fernando quedó dormido, el globo terráqueo comenzó a girar en torno a la cabeza del niño quien de pronto se encontró viajando en sueños por el espacio sideral montado a horcajas sobre su amigo. Luego de volar interminables horas y de ver que los astros se hacían cada vez más grandes, Mario Fernando y el globo terráqueo llegaron a una estrella era, en efecto, el ojo de la osa que desde la ventana miraba dibujada en el cielo. Era un ojo bello y enorme. Mario Fernando se acercó al agujero de la pupila y pudo observar en el interior jardines recién florecidos llenos de claveles aromáticos, rosas en botón y rojos geranios, muy parecidos a los payasitos de la tierra, con una regadera ponían agua en el jardín y cortaban las flores más hermosas, las tiraba a través de la pupila de aquel enorme ojo al espacio donde se convertían en nuevas y rutilantes estrellas. . 19


Mario Fernando tomó una de aquellas flores y la guardó entre su pecho y la camisa. Desde la osa volaron hasta Saturno. Ahí vieron a muchos extraños seres muy parecidos a los niños en la tierra pero con grandes ojos, con dos antenas en la cabeza y con la piel verde. Los niños de Saturno se divertían patinaban sobre las pistas multicolores de los anillos del planeta. Mario Fernando pidió prestado un par de patines y comenzó a deslizarse lleno de felicidad bajo la vigilante mirada del globo terráqueo. Más tarde el globo terráqueo con el niño en sus espaldas se posó en el mar de Tranquilidad, de Marte. El niño se zambulló para jugar con los pececitos tropicales, con los caracolitos que cargaban sus casas, con los cangrejos que amenazaban con sus tenazas a los tiburones, con los pulpos que enturbiaban el agua con su tinta para que los caballitos de mar escaparan de las pirañas y las gaviotas. De regreso, a unos cuantos kilómetros de la capa atmosférica de la tierra, los viajeros se encontraron con una estación espacial tripulada por humanos. Ambos se acercaron al satélite y saludaron a los astronautas a través de la ventanita de vidrio de la cabina. Los astronautas vieron a los visitantes, abrieron la escotilla de la nave y los pasaron 20


21


al interior. Los dos hicieron amistad con los astronautas y les contaron las maravillas del viaje. Y tan amigos se hicieron que los cosmonautas los invitaron a comandar la nave y a comer pastillas porque así es la comida en las naves espaciales. Los que más le gustó a Mario Fernando fue la ingravidez del interior del satélite que le permitía hacer múltiples cabriolas. Los astronautas realizaba un viaje más allá de los límites del sistema solar e invitaron al niño y al globo terráqueo a acompañarles, pero el niño les dijo que deberían volver a casa porque si al amanecer sus padres no lo encontraban en cama, podrían preocuparse demasiado pensando que algo le habría pasado. Entonces se despidieron. Los astronautas continuaron su viaje y el globo terráqueo regresó a la tierra con el nuño a cuestas. Cuando estuvieron muy cerca de la tierra, Mario Fernando observó en las ciudades a muchos niños andrajosos que pedían monedas en los sitios en donde autos se paran frente a los semáforos en rojo. Otros dormían en las aceras o debajo de los puentes arropados con cartones. Había también niños que trabajaban duramente en el campo a la hora en que deberían estar en la escuela. Esto lo conmovió profundamente.

22


A las seis el reloj despertador sonó como todas las mañanas. El niño se despertó y de un brinco estuvo fuera de la cama. El globo terráqueo estaba sonriente en su eje. El niño se acercó y lo abrazo profundamente emocionado, cerró los ojos y sintió nuevamente la sensación de volar. Entre su pecho y la camisa tenía una hermosa flor convertía en estrella. En ese momento comprendió que en efecto habían realizado un maravilloso viaje interestelar. Mas quedó con una inquietud que iba a consultar con su padre: ¿ Por qué hay niño pobres en la tierra?

Continuara... 23







Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.