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'. ' Buenos Aires, MaJO ¡6j27. Señor Arquitecto D. Alejandro, Christo pliersen, Presente. 'I" " Quer·ido maestro: UII viejo amigo mío, que reside " ..desde hace algunos meses enl el cam p o=en cuya dolorosa soledad purga los excesos de sus descabelladas teorías estéticas-me envía la "Carta Abierta" que sigue. Atento a mis vinculaciones en el medio periodístico, en el que he actuado a veces mlÍs. por afición que por necesidad, me .confía la, penosa misión de hacerla pública por medio de la prensa. Me ha parecido correcto dirigir a Vd. 1l1ia copia de la misma, al propio tiempo que a la "Revista de AI'qltitectltr.d" y a cierto ínfimo periodicuclio "revoluciona1'Ío". Sospecho que no le será a Vd. difícil convenir-pese a la opinión de algún cev iiudo moralista-que la vanidad es el más leve de nuestros pecados. Así, 11t1!permito solicitar de su bCl1t'volencia el perdón que necesita es/e humilde camarada , de mi infancia, amigo dilecto de mi corazón y que "me ressemble comm e tUl [rére" .. Solúdalo mu.y respetuosamente. - S. S. Alberto Prebisch. CARTA
ABIERTA
A DON ALEJAN:DRO TOPHERSEN.
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En el último llIí.me1'0 de la "Revista de Arquitectura", correspondiente al mes de l.1ayo del año ea curso, 1'11blica Vd. 1m artículo intitulado: "Un rato de charla con un [uiurisia", CU.)IOprimer párrafo deja ea el ánimo de los que lo leen la certidumbre de tuui alusión solapada. La uoluotaric imprecisión de ésta hace posible mI molent endid o por parte de las personas que 110 me conocen suficientemente. Yo so}', en efecto, el 1Íllico arquitecto que haya publicado, en reuistas de vangvardia de Buenos Aires, los artículos a que Vd. parece rcjcrirse. Y como a la susodicha alwsuni se agregan ricrlas falsedades COILque la malevolencia general podría armar se para molestarnie, me apresuro a escribirle es/as aclaraiorias, y es ésta la única racán que me mueue a liacerlo.
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De no mediar U11plebeyo emp ettán contra mi persona, 110 me tom.aría la molestia de' replicar a sus vagos argumentos. Ya el encabezamiento de Slt artículo, en el que campea pretenciosamente una citación' de quinta mano, habia ratificado mi concepto respecto a su catadura intelectual, Y la totalidad de su escrito evidencia la bajeza moral que esquiva la mano tras la puiíalada traicionera. Lo rejntgnante de la mediocridad es su vileza. Así, en una circunstancia el! que la polémica ideológica erq la única actitud decentemente posible, tuerce . Vd. el asunto hacia el campo de la chabacanería vulgar y estrecha, en el que Vd. ha conquistado-fuerza _es reconoccrlo=sus mejores laureles literarios. . , Uná certidumbre inqucbraniable me ha conducido a la posición estética en que n!e encuentro, .)1 que a. Vd.
MALLET STEVENS. - Su novísíma ••Villa" cemento armado
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parece in olestarle tanto. Jamás he puesto mis ideas al servicio de mis intereses. UII inuencible pudor Ilativo, que a Vd. le falta, me obliga a callar todo lo que )'0 he sacrificado eti favor de mis convicciones. Jamás ha intervenido en mis actos el deseo de la 1l0'toriedad y del éxito. 7 etiqo de mí mismo la estimación suficiente para 110 apetecer la de mis semejantes. He sido ea 11/i taller de la Escuela de Arquitectura ItIlO de los mejores alumllos. Y créame Vd. que 110 es la im pot encia la que conduce mis pasos por el más áspero sendero. Le desafío a Vd. a que me sciiale "una sola Ilota" virulenta en lo,' escritos que han ap arecido CO/I mi firma. l.-fi pluma se ha resistido siempre al vitu.perio gratuito y a la alusión envenenada. Y si mis artículos luni parecido a veces violen/os, ello debe atribuirse a las ideas que expresaban y' a la naturaleza del medio a que iban dirigidos. Pero .)lO creo ver en el fondo de SltS ataques, baja una apnriencia sonriente )' "bonhomme" una 'acritud sospechosa. Nadie desconoce, en efecto, sus últimos reveses projesionoles, Lo que su inmensa vanidad 110 le permite tolerar, es que del éxito circunstancial que a(aricio S1tS comienzos 110 puede más que 111Irecuerdo cada día más atenuado. Y SOII nutchos los que-como :l'0, - le neqam os deiinitiuament c el título prestigioso a que Vd. ha aspirado siempre. ¡Qué quiere Vd.! Citando se está acostumbrado a mirar las montciias de ccr-, ea, es 11/1/,y'difícil toinar como tal cualquierhucca armazón de cartón piedra. ' Yo hubiera deseado guardar en el fondo de mí mismo la opinión que Vd. y su obra me merecen, Pero sus reiteradas iillpertillencias me obligan a decir una . verdad que hubiera estado m e[or oculta. Dura ucrd ad, J difícil de expresar: pues es/a es otra condición inh crente a todo lo mediocre: sil! lIingún asidero para la crítica desinteresada, se escapa de la mano al más leve 'esfuerzo, como una pastilla de jabón. Por la copia. A. r. ,i
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