La Argentina de los artistas-ciudadanos Guillermo
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Publicado en edición impresa
tiempos difíciles,
I ',11 e~íOs días de elecciones se vio de rodo, l 'ri piedra libre en el que pareciera que no hav límites para la descalificación, Pero, como siempre, hay alguna excepción, El país quedó paralizado. Huérfano de sueños, de ideas, de realizaciones y de esas utopías ncccsanas. Todo se achicó, \' ea a la gente que camina por la calle agobiada, los barrios de Buenos Aires hace tiempo que ya no tienen el vivir chispeante porque nos hemos quedado encerrados detrás de las rejas con temor, Los que tendrían que estar presos, están libres, Pensaba estas cosas mirando desde la ventanilla del rnxi l¡Ue me lleva al Centro Cultural Borges )', por supuesto, el taxista se queja, con razón, de las quince horas que tiene que trabajar para llevar algo a su casa. "Es que no hay turismo", me dice. "Si el auto fuera mío, me iría mejor, pero no tengo el dinero ~.no me dan préstamos. No me queda otra que trabajar como un burro, puedo ver a mi familia una tarde a la semana." Viamonte y San Martín, llegamos al Borges. Esta tarde se da el Premio Trabucco de Dibujo y Pintura. La Academia Nacional de Bellas Artes cumple con la voluntad de otorgarlo todos los años de acuerdo con el deseo de aquel generoso artista que fue Alberto Trabucco.
*** Segundo piso del Centro Borgcs. Soy parte del jurado de prerniación integrado por miembros de la Academia Nacional de Bellas Artes. I.lego cansado por el trabajo en mi taller y un poco apesadumbrado por la realidad que nos toca YIVlr.
l .a sala está vacía. Los miembros del jurado la recorren en silencio y yo, al entrar, quedo asombrado frente a un conjunto de trabajos extraordinarios, como si el invierno que traía de afuera se hubiera dorado por el sol. La energía, el esfuerzo, la fe y la convicción de lo que está colgado en las paredes de la sala me sacude del desencanto que traía de la calle.
*** Los premios están dados, pero para mí ahora ésa no es la cuestión. Más allá de toda valoración personal, no se puede hacer lo que está alli sin amor y sin sentir que esta vida y nuestro país valen la pena. Mientras la televisión y la realidad nos traen el desencanto, aquí, en esta sala del Borges, hay otra Argentina. Estos artistas, pintores y dibujantes, a los que ahora prefiero llamar ciudadanos, nos muestran lo mejor de nosotros mismos y nos devuelven un país de antes, de ahora y de siempre, que marcha fresco, creativo y lleno de maravillosa energía al costado de tanta vulgaridad y desilusión. Vengan a ver esta otra Argentina y piensen que para poner la intensidad espiritual que se concreta en esos trabajos y la fuerza que transmiten, primero hay que apoyarse en algo muy sólido que está en la base. Si no, nada de esto sería posible. Estos artistas-ciudadanos son la esencia, la manifestación de un país por el que vale la pena luchar. No todo está perdido ni mucho menos. Yo, particularmente agradecido. El autor de la nota es artista plástico.