César J. Loustau Infantozzi (Montevideo –Uruguay-, 1926) Siendo estudiante de Arquitectura, recibió una beca del Gobierno francés para perfeccionar sus estudios en l’Ecole des Beaux Arts de Paris. Allí, a través de las enseñanzas de maestros como Lavedan, Beaudoin y Vitale surgió su interés en la investigación histórica relacionada con la Arquitectura a la que sumó su creciente dominio de la fotografía. En 1956, se graduó de Arquitecto en Montevideo y a la vez que ponía en práctica su condición de proyectista en numerosas obras, ejerció como catedrático de Historia en la misma Facultad. Fue también Director Nacional de Cultura y ha integrado importantes instituciones ligadas a la preservación del patrimonio uruguayo como la Comisión Nacional del Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural; la Comisión Cultural de la UNESCO; la Sociedad Central de Arquitectos y el Consejo Latinoamericano de Cultura. Asimismo, fue distinguido por la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires como académico correspondiente; por el gobierno francés, con las “Palmas Académicas” y por el Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, como miembro supernumerario y académico, además de ejercer como jurado y realizar diversas asesorías en Patrimonio Histórico. Desde 1963 sus investigaciones fueron publicadas en periódicos, revistas y es autor de numerosos libros en los cuales además de analizar la evolución de la Arquitectura en Uruguay, los ilustra con sus propias fotografías. Ha colaborado con el CEDODAL desde la fundación del mismo.
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Arq. Ramón Gutiérrez Director Mg. Arq. Patricia Méndez Dirección Editorial Por el entusiasmo que imprimen a nuestra labor cotidiana, agradecemos muy especialmente a los señores Tomás Dagnino, Margarita Gibbons y Graciela M Viñuales. Las imágenes fotográficas del presente folleto y de la exposición son autoría del Arq. César J. Loustau a quien el CEDODAL agradece muy especialmente la confianza depositada en esta realización. Tapa: Casa Vilamajó, Domingo Cullen 895, Montevideo. Arq. Julio Vilamajó, 1930. Sede CEDODAL Uruguay Pág. 3: Hospital de Clínicas, Av. Italia 2870, Montevideo. Arq. Carlos Surraco, 1930 Pág. 5 superior: Estadio Centenario, Navarro y A. Ricaldoni, Montevideo. Arq. Juan A. Scasso, 1930 Pág. 5 inferior: Facultad de Ingeniería y Ramas Anexas, Av. Julio Herrera y Reissig 6565, Montevideo. Arq. Julio Vilamajó, 1936 Pág. 9: Iglesia de Soca. Arq. Antonio Bonet Castellana, 1959 Pág. 11: Casa Cravotto, Av. Sarmiento 2360, Montevideo. Arq. Mauricio Cravotto, 1932 Pág. 13: Edificio Panamericano, Luis A. Herrera 1042, Montevideo. Arq. Raúl Sicchero Bouret, 1958 Retiro de contratapa: Edificio “Centenario”, 25 de mayo 555, Montevideo. Arqs. O. de los Campos, E. M. Puente e I. H. Tournier, 1929
Diseño Gráfico DG Marcelo Bukavec marcebuk@ciudad.com.ar Impresión Marcelo Kohan / Impresión y diseño © CEDODAL, mayo de 2007. Impreso en Argentina / Printed in Argentina ISBN: 978-987-1033-21-8 Hecho el depósito que marca la Ley 11.723. Su reproducción en cualquier formato está condicionada al permiso expreso de los titulares de la colección. CEDODAL César Loustau : miradas a la modernidad uruguaya / CEDODAL ; dirigido por Ramón Gutiérrez ; edición literaria a cargo de: Patricia Méndez - 1a ed. - Buenos Aires : CEDODAL - Centro de Documentación de Arte y Arquitectura Latinoamericana: CTOD, 2007. 16 p. : il. ; 22x22 cm. ISBN 978-987-1033-21-8 1. Arquitectura Uruguaya. I. Gutiérrez, Ramón, dir. II. Méndez, Patricia, ed. lit. III. Título CDD 720.989 5 Este libro se terminó de imprimir en el mes de mayo de 2007 en “Marcelo Kohan / Impresión y Diseño”, Olleros 3951 2º 27. 4553-4544
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CÉSAR LOUSTAU
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La Fotografía en Arquitectura Arq. César J. Loustau Para hacer un edificio, el arquitecto tiene que elaborar planos a fin de transmitir sus ideas a quienes se encargarán de construirlo. Pero, además de los planos técnicos, normalmente, el proyectista dibuja una o varias perspectivas para mostrar al comitente el aspecto que aquél tendrá en la realidad. La habilidad del diseñador está en elegir un punto de vista que favorezca su imagen, así como un consumado retratista elige y capta la pose que realza las características faciales de quien es su modelo. Así, en el curso de «Perspectiva y sombras» de la Facultad, se enseña el trazado a método de una perspectiva: en él se aprende que las líneas Horizontales «fugan» a diferentes puntos -los focos- que se hallan todos sobre la línea del horizonte y que las líneas verticales se conservan como tales en el dibujo. Con esto estamos diciendo que un arquitecto tiene un bagaje de conocimientos fotográficos que lo ayudan, al empuñar una cámara y poner el ojo en el visor, a seleccionar el lugar, «el punto de vista» más adecuado para la toma. Después, por supuesto, hay que aprender toda la técnica fotográfica, el métier, para poder sacar el mayor provecho a la cámara. Mi contacto con la fotografía lo comencé en el año 1951. Siendo estudiante de cuarto año de facultad, gané una beca del gobierno francés para proseguir mis estudios en l’École des Beaux Arts de Paris y mi padre -gran amateur de la fotografía- me enseñó los rudimentos de tal arte. Aprendí, junto a él, a revelar un negativo y a imprimirlo utilizando una ampliadora en el «cuarto oscuro». Me regaló, en esa ocasión, una Rolleiflex 6 x 6 provista de un estupendo objetivo Tessar 1:3,5 de la casa Zeiss, además de diversos filtros de colores y un fotómetro Weston. En l’École asistí, regularmente, al curso de Histoire de l’Architecture que dictaba el famoso profesor Pierre Lavedan. Cuando en clase se refería a la catedral de Chartres, por ejemplo, allá me iba el fin de semana con mi Rollei a cuestas, un trípode y el fotómetro y tomaba imágenes tanto del exterior como del interior. Es así que fui formando un voluminoso archivo de fotos de los principales monumentos arquitectónicos de Francia. La Rollei era -y sigue siendo- una estupenda cámara que permite ver en el vidrio esmerilado la imagen que se va a tomar y del mismo tamaño que tendrá el negativo. Sin embargo, mantener la verticalidad de las líneas se hace dificultoso si uno quiere aprovechar al máximo el negativo. Si uno se aleja suficientemente del motivo y mantiene la cámara bien vertical, sí es posible lograrlo, pero a costa de que aparezca en la imagen demasiado piso. Sin embargo, si uno se acerca demasiado corre el riesgo de cercenar la parte superior del motivo y, si se inclinara la cámara para que aparezca la parte superior, las verticales dejarían de serlo y «fugarían» a un punto situado por encima del edificio. No obstante, aprendí entonces que la manera de solucionar este problema era mediante lo que se llama el «descentrado» que se obtiene por un movimiento de báscula, artilugio solamente posible de realizar con una
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