ALFREDO MASSÜE: UN ARQUETIPO
DE SU TIEMPO - VIDA Y OBRA
Hay algunas existencias que parecen estar signadas más que las del común de la gente, por su tiempo histórico, de tal modo que reflejan en forma evidente las pautas y las características de su propia época. Tal es el caso de Alfredo Massüe. Esta impresión se nos ha hecho manifiesta a medida que cotejamos su biografia con el marco de la sociedad francesa y rioplatense en que transcurrió su vida. (1)
El extraordinario adelanto de las ciencias y de las técnicas fue de tal magnitud en la segunda mitad del siglo XIX, hecho que llevó a la creencia del hombre europeo en un progreso lineal y contínuo. El siglo XIX fue definido como el siglo del progreso. Como lo analiza agudamente el pensador Jean Grenier en un clásico ensayo: cada época tiene su mitología. La propia del XIX fué haber fundado esta idea del progreso en la práctica de los avances científico-técnicos. En Francia especialmente se desarrolló además la sociedad industrial, la cual si bien mostró sus mayores progresos (era la sociedad esencialmente económica o industrial definida por los saintsimonianos), también mostró sus contradicciones. Entre 1852 y 1871, Europa vivió una época feliz de prosperidad; el éxito también de las nacionalidades. Raymond Aaron la definió así: fue el período del liberalismo que afirmaba que la riqueza crecería con la aplicación de recetas económicas, sostenidas en la libre iniciativa y en la competitividad. Peor las crisis de confianza en la índustría incipiente comenzaron a delatar en distintos años (1862; 1872) las propias contradicciones del sistema capitalista revelando períodos alternados de prosperidad y depresión, motivados por crisis de confianza en las finanzas y en los negocios·(2). En consecuencia, el optimismo en el progreso humano ya fomentado en el siglo precedente se quebró ante la fatalidad de los hechos económicos, ante las confrontaciones nacionales, ante las convulsiones sociales.
Precisamente, el otro rasgo fundente de la idea del progreso en el siglo pasado no se basó en realidades evidentes sino en los deseos de todos aquellos que estando relegados a los segundos planos, aspiraban a una mejor situación. A un mundo mejor. El siglo XIX ha sido también así definido como el siglo de las revoluciones en el sentido amplio de sublevaciones, insurreccipnes, guerras civiles que triunfan y se aplastan dirigidas contra el orden establecido.
Finalmente, fue el siglo de conflictos entre las naciones. Y Europa fue el centro de la historia. En el interior de los Estados si bien el período está marcado por una tendencia a la evolución democrática (Gran Bretaña, Rusia, Alemania y la propia Francia), hacia el exterior su posición dominante la orientará hacia un imperialismo expansivo con pesadas consecuencias para fe propio continente. De su momento de apogeo pasará a su declinación en el desgarramiento de la Primera Guerra Mundial.
En cuanto a los países hispanoamericanos, ya encaminados en la tarea de reorqanízación nacional. Se convirtieron en focos de atracción de migraciones y de capitales europeos. Y dada su dependencia de esos capitales, tuvieron una economía complementaria de la economía europea. y de manera más aguda sufrieron las crisis de desarrollo más o menos frecuentes de la economía internacional.
Nos interesa presentar este panorama general a fin de mejor encuadrar la vida y obra de un hombre que vivió en este tiempo y que se destacó sobre todo en la acción. Su formación fue europea y su obra realizada en tres países sudamericanos: Uruguay, Argentina y Brasil. Los
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