Tropo a la Uña 21

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S u m a r i o

Entrevista

Revista del Centro de Creatividad Literaria, A. C. Director Miguel Ángel Meza Consejo directivo José Luis Gaytán Saules (Director) Marcos Constandse Madrazo (Fundador) Carlos Constandse Madrazo (Fundador) Consejo editorial Javier España

Norma Quintana

José Díaz Cervera

Lourdes Cabrera

Wildernain Villegas Carrillo

Martín Ramos

Carlos Torres

Lorena Careaga

Marién Espinosa

Agustín Labrada

Antonio Leal

David Anuar

Elvira Aguilar Angulo

Ramón Suárez Caamal

Rodolfo Novelo

Jorge Cortés Ancona

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Le debo al periodismo el escritor que soy: Padura Agustín Labrada

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Ángel Vargas: Lo que yo he aprendido es a mentir Premio de Poesía Elias Nandino 2019 David Anuar

20 En la literatura soy muy libre e inmoral: Mónica Salmón Mariel Turrent

Trasluz 10 Muestra de poesía de becarios de la FLM María Baranda

Diseño Mauricio Cejín

10 Cada semana escucho poemas nuevos Xel-Ha López Méndez

Consejo artístico Gena Bezanilla Angélica Mercado

11 Arqueología Andrea González Aguilar

Norma Ordieres Jesús Montalvo

12 Mamá cuida mi cuerpo Nicté Toxqui

Corresponsal en Playa del Carmen Ana María Moreno Pérez

13 qué tal si la herida… Ana Lucía Terán

Corresponsal en Felipe Carrillo Puerto Ángel Sulub Corresponsal en Yucatán Svetlana Larrocha Administración Servicios Corporativos de Cancún, S. C.

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TROPO a la uña es una publicación trimestral del Centro de Creatividad Literaria, A. C. Oficinas: Av. Contoy 48, SM 17, Esq. Av. Nichupté, Cancún, Quintana Roo. Teléfonos: 01 (998) 887 4374 y 01 (998) 887 4364. No se responde por originales no solicitados. Las opiniones contenidas en los artículos firmados son responsabilidad exclusiva de los autores. Se autoriza la reproducción total o parcial de los artículos incluidos en TROPO a la uña, siempre que se citen la fuente y el autor. Certificado de licitud y contenido: en trámite. Número de Reserva al título en Derechos de Autor: 04-2000-032217031500-102.

Visítenos en nuestra página web: www.tropoalauna.org

Consulte la revista digital en: issuu.com/centrodecreatividadliteraria

Envío de colaboraciones: miguelmeza57@hotmail.com

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13 No he visto patos deambular por la calle David Anuar

42 Los perros duros no bailan de Arturo Pérez-Reverte Svetlana Larrocha

14 Foráneo Sergio Eduardo Cruz

44 La poesía yucateca contemporánea. Notas a dos antologías Daniel Medina

15 Exorcismo Julia Piastro 19 Deslealtad Ángel Vargas

Latintatenta 23 El hiperconsumo individualista no genera felicidad: Lipovetsky Miguel Ángel Meza 28 Marcel Duchamp y Jeff Koons Marién Espinosa Garay

48 La otra vida de Daniel, de Eva Marcuschamer Stavchansky Vanesa González-Rizzo Krasniansky

Tertulias 52 Dolor y gloria, de Almodóvar Svetlana Larrocha 54 AMLO: esperanza y riesgo (II) Marcos Constandse

33 ¿Cuál es la finalidad de la educación? Héctor Hernández

58 En sus marcas, listos, dispara Fotografía de aficionados Angélica Mercado

37 Bye bye, Ramírez: digo yo no más digo Mauricio Ocampo C.

Portafolio

Papiros

62 Víctor Rubio

40 La corriente del Golfo, de Fernando Cobos Flores Miguel Ignacio Miranda

P U N T O S

Marcel Duchamp El Gran Vidrio 1915-1922 (fragmento)

Art-Tropo-Do 64 Carlos Varela

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D I S T R I B U C I Ó N

CANCÚN: LIBRERÍAS: Porrúa • Dante • Iztaccíhuatl

HOSPITALES, CLÍNICAS, NOTARÍAS Y COMERCIOS: Galenia

Needful Things • Colibrí • Utopía City

Hospiten • Notaría 6 • Notaría 2 • Estética Yareri • C. Dental Evolución

CENTROS CULTURALES : Casa de la Cultura • Instituto de Cultura y

OTROS: Talleres y salas de lectura, ferias de libros, cruzadas poeticas y

Artes • Café Divertimento • Teatro Xbalanqué • La Pitahaya • El Pa-

encuentros de escritores y medios de difusión

bilo • Centro de Creatividad Fotográfica • Talulah • Galería de Plaza

PLAYA DEL CARMEN: Café Andrade • Jardín El Edén

Caracol • Biblioteca Barocio

Le Lotus Rouge Galería Escamilla • Galería de Arte 5ta. Avenida

RESTAURANTES: Pasteletería • 100% Natural • Tapioka Café

Biblioteca Jaime Torres Bodet

Bisquets Obregón • La Casa de los Abuelos • Marakamé • Mangiare

COZUMEL: Magenta Centro • Cultural • Restaurante del Museo de

UNIVERSIDADES: U. del Caribe • La Salle • U. del Sur • Anáhuac

la Isla * El Coffee Cozumel.

UNID • Universidad de Quintana Roo (Chetumal y campus Cancún).

CARRILLO PUERTO: Museo Maya Santa Cruz Xbáalam Naj • Casa de

EMPRESAS Y ORGANISMOS: Grupo Xcaret • CCE • Delphinus

la Cultura de FCP • Centro Cultural La Casa de los sueños • Tierra Café

AMMJE • Ayuntamiento

MÉRIDA: Centros culturales, librerías y cafeterías


Entrevista con

Leonardo Padura 4


Le debo al periodismo el escritor que soy Por Agustín Labrada Ubicado ya en el canon de los novelistas cubanos más leídos en la actualidad —tanto por su prolífico aporte a la novela negra como por su obra emblemática El hombre que amaba los perros—, Leonardo Padura es uno de esos escritores forjados en la estética del llamado Nuevo Periodismo, faceta tal vez poco conocida por la mayoría de sus lectores. Para comprender los orígenes de la pericia narrativa del gran fabulador, Padura rememora aquí el momento en que descubrió las posibilidades expresivas de una mezcla decisiva para su trabajo: el periodismo creativo de investigación y un depurado lenguaje literario. La siguiente entrevista forma parte del libro Padura y el Nuevo Periodismo publicado por Gaceta del Pensamiento, que circula ya en nuestro medio. Se publica aquí un fragmento con autorización del editor.

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or sus propios senderos, Leonardo Padura llega a converger con la estética del Nuevo Periodismo y el enfoque literario en la escritura periodística manejado, entre otros autores, por García Márquez y Ryszard Kapuscinski, como se trasluce en sus libros de reportajes, entrevistas y crónicas El viaje más largo, Los rostros de la salsa y Entre dos siglos. Formado académicamente como filólogo, Padura convierte una ausencia en virtud cuando al ejercer el periodismo, sin conocer sus técnicas a fondo, recurre a la literatura para escribir con dignidad sus textos y al lograrlo (concediéndole estilo y gracia) los vuelve perdurables —hacia el porvenir en diálogo con nuevas generaciones— en forma de libros. La profesión periodística no riñe, en el caso de Leonardo, con la de escritor: ambas se complemen-

tan y discurren tanto en sus cuadernos periodísticos como en sus ensayos, cuentos y novelas, estas últimas muy reconocidas como El hombre que amaba a los perros, que en 2011 obtuvo en Francia el premio Roger Caillois de literatura latinoamericana. Leonardo Padura Fuentes, el autor más prolífico de Cuba, cuyas novelas han visto la luz en diferentes idiomas y han leído desde presidentes hasta bailarinas y albañiles es, desde hace mucho tiempo, un crítico de su realidad circundante y un asiduo viajero hacia el pasado: mundo y vida a los que pone música con su instrumento invencible: el lenguaje. —¿Qué te propusiste con la creación del libro El viaje más largo? —El viaje más largo, realmente, es un resultado. Quise con este libro recuperar una serie de reportajes que

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había escrito en el periódico Juventud Rebelde entre 1984 y 1988, que fue casi todo mi periodo de estancia allí. Yo llego a Juventud Rebelde en el año de 1983 con una historia bastante turbulenta, pues me habían expulsado de El Caimán Barbudo. En ese momento, había problemas entre el equipo creador y la dirección de la revista, que estaba al mando de una persona que no tenía los conocimientos suficientes, y que se había apoyado en el trabajo de los jefes de redacción: Omar González y Lichi Diego, pero Lichi también entró en conflicto con el director. Esto que ocurrió en El Caimán… fue decisivo. Fue decisivo porque yo pensé que allí tendría mi lugar de trabajo por muchos años. Imagínate, yo, recién graduado de la Universidad de La Habana, logré entrar a trabajar en El Caimán Barbudo, cuando El Caimán… era la revista más importante de Cuba, era la revista que estaba tratando de promover el cambio que se desarrolló en los años ochenta. Yo caí ahí en ese grupo y comencé a relacionarme con artistas e intelectuales y me sentía en el centro de la vida cultural cubana. Cuando en 1983 me dicen que tengo que irme para Juventud Rebelde para mí fue una tragedia, porque iba a trabajar a un periódico sin ser periodista (yo había estudiado Filología) y en unas condiciones que podían ser muy duras. Llegué con el estigma de ser una persona con problemas ideológicos, pero pronto en Juventud Rebelde encontré un espacio que no imaginaba. Los primeros meses estuve trabajando en el equipo de Cultura. Me tocó, en calidad de último, agarrar lo que nadie quería: escribir notas sobre artistas aficionados, casas de cultura y movimientos juveniles. Escribiendo sobre estos temas, descubrí que se podían hacer cosas interesantes y simpáticas con los aficionados: personajes enloquecidos que hacían cosas inusuales. También sobre la popularización de la cultura, que era un proyecto realmente válido. La dirección del periódico vio que yo estaba haciendo algo distinto a lo que se hacía en esa sección. Yo empecé a hacer algo distinto como entrevistar a un viejo loco que todo lo que veía lo pintaba y, cada noche, cuando él veía la novela La esclava Isaura pintaba ese capítulo. Te podrás imaginar que vivía entre pinturas y dibujos, y así fui encontrándome a personajes singulares hasta que en 1984 se decide hacer una edición especial para los domingos. Entonces, nos llaman a Ángel Tomás y a mí para que trabajemos en esa edición y ahí es cuando empiezo a hacer este tipo de periodismo que fue el que me llevó a darme la posibilidad de después hacer la selección de

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los textos que conforman El viaje más largo. Este libro lo preparé para la editorial José Martí, pero no pudo publicarlo esa editorial. Llegó el “periodo especial”, estuvo como tres años en la UNEAC y finalmente salió en 1994 con un papel de mala calidad y una portada también de muy mala calidad. Patricia Gutiérrez Menoyo lo reeditó después en Puerto Rico, y muchos de los textos han aparecido en distintas publicaciones del mundo. Hasta en alemán salió la historia del Bacardí. Fue una sorpresa para mí lo que pasó con este libro, porque se convirtió de pronto en un libro casi de texto para estudiantes universitarios de periodismo como una manera de ver lo que se podía hacer en el periodismo a partir de la creatividad y, sobre todo, de la relación de tener una mirada cultural respecto del periodismo, que fue lo quise hacer desde el principio. —¿Los reportajes que integran ese libro han sido cuestionados por historiadores y periodistas debido a sus áreas imaginativas o de marcada subjetividad? —En casi todos los casos hay una investigación, más profunda o más elemental según el tema. Algunos como los de Yarini, el barrio chino, la Virgen de la Caridad del Cobre, el mismo del ron Bacardí fueron investigaciones muy profundas. Hay otros en que, por la ligereza del tema, sólo hacía algunas entrevistas y buscaba una que otra referencia. Hay uno que trata sobre la historia de los condes de Bellavista, de los parientes de Sánchez Galarraga, que tiene unas inexactitudes históricas que no se deben a mí. Se deben al informante, que después se supo que era un verdadero “informante”: Néstor Baguer, quien años más tarde resultó ser un infiltrado en los grupos de periodistas independientes. Lo que sí es cierto es que yo hice algo que viola las reglas elementales del periodismo y es incluir la ficción dentro del periodismo. En el caso del reportaje “El Bagá: cenizas y diamantes”, necesitaba una solución para aquella poca información y darle así cierta unidad, y el recurso fue entrevistar a un muerto. Eso, en el periodismo, no es válido. Se supone que el periodismo trata sobre hechos, y aquí yo trabajo sobre hechos, pero creo un personaje de ficción, y la ficción y el lenguaje literario fueron importantes para darle carácter a ese periodismo. Eso tuvo un doble resultado: me ayudó a hacer un periodismo diferente y a convertirme en el escritor diferente que soy a partir de Pasado perfecto. La distancia que hay entre la novela Fiebre de caballos y la novela Pasado perfecto, entre mis primeros cuentos y “El


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cazador”, que es de 1990, la recorrí dentro del periodismo. Es curioso porque yo cierro mi primer libro de cuentos en 1984 y termino Fiebre de caballos en 1984, y no vuelvo a escribir narrativa hasta finales de 1989 y principios de 1990. Cuando empiezo a escribirla, ya soy un escritor distinto y ese tránsito lo hice durante el tiempo en que estuve en el periódico. Le debo al periodismo el escritor que soy y a su vez logré hacer ese periodismo gracias a que era un escritor, un escritor muy rudimentario en su práctica entonces, pero con pensamiento de escritor, y eso me ayudó mucho en mi trabajo. —De los viajes y conversaciones sostenidos durante la gestación de estos reportajes, ¿qué fue lo que más te impresionó? —Me impresionaron muchas cosas durante esos años. Hay una serie de trabajos importantes que no están en el libro por distintas razones: porque temáticamente no encajaban o porque tenían un fin más preciso. Yo tuve el privilegio de entrevistar a los últimos cuatro mambises que habían luchado en el Ejército Libertador, que quedaban vivos en Cuba. Cuando se murió el último, se hizo una edición especial dedicada a ese hombre y al Ejército Libertador y el centro fue la entrevista a ese mambí. Como no sabía cuál de los cuatro se iba a morir primero y cuál se iba a morir después, yo entrevisté a los cuatro. Eran niños cuando se enrolaron en la guerra de independencia, con poca conciencia de lo que hicieron. Eso me dio la medida de cómo la Historia se encuentra con la personas y las personas viven en la Historia sin tener una conciencia de ello. Eso fue muy lindo y también la historia del barrio chino. Fue el reportaje más difícil de escribir porque entre más sabía entendía menos, hasta que apareció el chino Francisco y me explicó la complejidad de las sociedades. Muy tentador como construcción es la historia del Bacardí, porque estaba convencido de que había un misterio en la fabricación e inicié esa búsqueda y cada vez que le preguntaba a alguien me decía: “No hay ningún misterio”, hasta que al final el jefe de producción me dijo: “El misterio consiste en hacer bien el ron respetando una disciplina tecnológica.” Aunque no tiene que ver con El viaje más largo, sí tiene que ver con ese periodo de trabajo, y creo que lo más agradable para mí fue el conjunto de entrevistas que les hice a los peloteros, que es el otro libro paralelo: El alma en el terreno. Esas entrevistas las hice más con la nostalgia que con el oficio, fui buscando a mis ídolos de cuando yo era un niño. Pude conversar con ellos y comprobar que algunos eran personas absolutamente elementales y que otros eran genios que tenían una gran capacidad para procesar qué cosa

es un juego de pelota. Eso me satisfizo mucho y en general los seis años que trabajé en Juventud Rebelde con el paréntesis del año que estuve en Angola, que fue muy difícil. —Cuando creas un reportaje narrativo o una entrevista de semblanza, ¿lo haces concibiendo esos textos como literatura? —No, los concibo como periodismo. Lo que pasa es que el periodista, por lo general, no dignifica su propio trabajo y yo creo que hay que darle una dignidad al periodismo, eso implica que tienes que conseguir, de acuerdo con tus capacidades, que ese texto que tiene una función comunicativa inmediata tenga también determinados valores estéticos. Yo escribo entrevistas, reportajes, crónicas… como periodismo, pero mi instrumento de trabajo es el mismo que cuando escribo novelas o cuentos: el lenguaje, la palabra; y no hay razón para que yo escriba de una manera más fácil cuando escribo periodismo a diferencia de cuando escribo literatura, y trato de hacer esa escritura con la misma dignidad. A veces, me pregunto: “¿Para qué me pongo a revisar cuántas veces utilizo el verbo ‘ser’ en una crónica?” Si uso “es”, entonces pongo por allá “resulta” o “significa” para que quede más depurado el texto, aunque muchos lectores ni cuentan se dan, pero yo sí me doy cuenta y trato de darle ese respeto que merece el texto periodístico, si no lo lamento muchísimo.

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Yo escribo entrevistas, reportajes, crónicas… como periodismo, pero mi instrumento de trabajo es el mismo que cuando escribo novelas o cuentos: el lenguaje, la palabra; y no hay razón para que yo escriba de una manera más fácil cuando escribo periodismo a diferencia de cuando escribo literatura, y trato de hacer esa escritura con la misma dignidad.

—¿Puedes identificar las principales influencias o zonas de contacto, estilísticas y formales, en tu escritura periodística? —Hemingway me influye por todas partes tanto en la novelística como en el periodismo, y en el manejo de conceptos. Yo descubro tarde y mal lo que se llamó el Nuevo Periodismo norteamericano, vengo a enterarme de que esto existía cuando ya estoy montado en el caballo de hacer un “nuevo periodismo”, pero me ayudó a perfilar lo que estaba haciendo. Sí había leído las obras menos periodísticas de Norman Mailer y de Truman Capote. Para mí era literatura sobre la realidad, pero literatura. Al provenir de la academia literaria e iniciarme como periodista, sin conocer las técnicas periodísticas, me vi obligado a encontrar soluciones en la medida en que escribía y las encontraba en la literatura. Por lo tanto más que escribir como periodista, escribí como narrador. En esa época, estaba muy cerca de la novela latinoamericana. Ya estaba trabajando con la obra de Alejo Carpentier y para entenderla hay que estudiar a Mario Vargas Llosa, Cabrera Infante, Juan Rulfo… y en la medida en que leía se me iban pegando cosas de estos escritores. En cuanto a estilo, Rulfo y Gabriel García Márquez son muy peligrosos. No se puede escribir mientras uno los está leyendo, porque la prosa te sale rulfiana o garciamarqueana. En el caso de Alejo Carpentier o Mario Vargas Llosa, no es lo mismo. Esta gente tiene que ver con la estructura y los conceptos. Los adjetivos del Gabo se huelen a la legua. —¿Usas un mecanismo singular para el proceso investigativo? —No, cada investigación tuvo su modo, sus características. Por ejemplo, en el caso de Yarini investigué mucho en hemerotecas. Muchos periódicos de la época fueron los que me pudieron dar una idea de la época y el personaje. En el caso del Bacardí, tuve que estudiar en los libros de historia lo que había pasado en Santiago de Cuba con la migración catalana. En el caso del barrio chino, sólo existían un reportaje y un libro inédito sobre el tema, lo demás era salir a la calle a ver qué aparecía, hacer trabajo de campo. Todas las inves-

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tigaciones fueron distintas, pero casi siempre encontré una afinidad con la gente que conocía los temas: querían que ese conocimiento y esa información se divulgaran. Por ejemplo, fui a Santiago de Cuba y Jorge Luis Hernández, quien trabajaba en la Casa del Caribe, me ayudó a que se canalizaran mis investigaciones sobre los cafetales franceses de la Sierra Maestra y la historia de los Bacardí. Recibí igual ayuda del historiador de Camagüey, quien sabía que había historias allí y que lo importante era contarlas. —¿Te consideras un novoperiodista? —Hice el periodismo que podía hacer. Dio la casualidad de que todo eso entroncó con el Nuevo Periodismo. No estudié periodismo, no sabía lo que era un lead ni cómo organizar una entrevista. Entonces me dije: “Si yo hago una entrevista, tengo que darle una estructura que me funcione como un relato; que tenga una introducción, un clímax y un desenlace.” No sabía hacerlo de otra forma, no tenía el instrumental que tiene el periodista cuando pasa por la escuela. La mayoría de los buenos periodistas cubanos de las últimas décadas no pasaron por ninguna escuela, la escuela fue el periódico. A partir de ahí, los que tenían talento escribían mejor, los que no eran gacetilleros y los restantes se iban al carajo. Haber estudiado Filología me ayudó en mi profesión más que si hubiera estudiado periodismo, porque me dio una cultura general que muchas veces el periodista no tiene y me dio un instrumental teórico y técnico respecto de la literatura que no lo tiene tampoco el graduado de periodismo. Con ese conocimiento, hice el periodismo que pude hacer. Tuve la suerte de que en el periódico no me preguntaban acerca de lo que yo iba a escribir, ni cuándo lo iba a entregar, ni qué extensión iba a tener el trabajo. Me facilitaban dietas, automóvil, pasaje de avión, fotógrafo…Tenía la posibilidad espacio-temporal de hacer ese periodismo que no es lo habitual en ningún periódico. Tuve una gran libertad. * Fragmento de la entrevista con Leonardo Padura Fuentes que aparece en el libro Padura y el Nuevo Periodismo de Agustín Labrada publicado por Gaceta del Pensamiento (cuaderno 42, junio-julio 2019).


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Entre chinos se vean* Por Norma Quintana Padrón

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on un atinado sentido de la estructura, se despliega en estas páginas el argumento que ubica a Padura dentro de la corriente —llamémosle de algún modo— del nombrado Nuevo Periodismo, y para dar sustento a este criterio arranca el ensayo con una pregunta. Si hemos de hacerle caso a la gramática, lo que los académicos llaman modalización implica la actitud adoptada por el hablante respecto de su contenido. Así pues, al arrancar su dictum preguntándose si el Nuevo Periodismo es de Nueva York, nuestro autor no hace sino deslizar sutilmente la duda en torno a las generalizaciones aceptadas sobre la génesis de dicho fenómeno, atribuciones de originalidad que se levantan como patrimonio del periodismo anglófono, made in New York, con olvido de lo que mucho antes había hecho un joven periodista colombiano llamado Gabriel García Márquez, acaso porque la producción periodística de un hijo de Latinoamérica para un periódico local se encontraba girando en la periferia de los centros de la cultura, sin posibilidades de defender su condición pionera. Se logra, además, en este apartado inicial resumir de forma muy puntual a qué se llama Nuevo Periodismo, cuáles son sus cartas de presentación y los rasgos que lo distinguen. Se basa Labrada no sólo en su notable conocimiento de los libros y los autores emblemáticos de tal corriente, sino también en su información acerca de los estudios críticos y las consideraciones de los académicos que han indagado y teorizado sobre el tema. Destacan aquí los aportes y los logros, uno de los cuales es dar lugar no únicamente a un nuevo modo de entender y generar el discurso periodístico, sino también a una manera de escribir novelas. Toda una estética se disemina a partir de los dictados del Nuevo Periodismo y aparece la llamada novela sin ficción —tendencia iniciada por A sangre fría (1966), de Truman Capote—, que se ha venido deslizando a tientas en el fárrago de cuanto

se ha producido desde esa fecha, hasta alzarse en los últimos tiempos como la gran novedad literaria en las voces de Karl Ove Knausgard y Enmanuel Carrère, entre otros extranjeros, y de Jorge Volpi entre otros autores del patio. Lo cierto es, y en este ensayo queda muy claro con datos y fechas, que el Nuevo Periodismo ni es tan nuevo ni es patrimonio exclusivo de los escritores angloparlantes, porque García Márquez había subvertido los códigos del reportaje y la crónica mucho antes de que a Tom Wolfe y Norman Mailer se les ocurriera que el periodismo no tenía por qué ser gris y desangelado. Transitando por estos argumentos, llega Labrada a la conclusión de que la objetividad periodística es, si no una rotunda falacia, al menos una aspiración de dudoso cumplimiento, dado que la noticia no se escribe sola y al ser producto de hombres tendrá tarde o temprano una dosis de subjetividad, y hasta de maliciosa superchería. Una vez establecida la perspectiva de enfoque, el resto del trabajo consiste en un recorrido, oscilante entre la descripción y el análisis, por la obra periodística de Padura, a quien sitúa como heredero del quehacer de los clásicos de la corriente en cuestión, García Márquez incluido. Para quienes no están familiarizados con esta faceta de Padura, pueden ser estas páginas la guía más adecuada para conducirlos a la fuente de su maestría como narrador, y a la explicación más plausible acerca de un rasgo que lo distingue y es su sello personal: la férrea disciplina de investigador que se impone ante cada proyecto novelesco para poder enmarcar a sus personajes en una circunstancia histórica. Ese escarbar en archivos, expedientes y documentos en busca de verdades, para crear los ambientes y sustentar las circunstancias concebidas como telón de fondo, proviene del rigor con que en sus tiempos de reportero investigó cada esquina de sus asuntos para hacer honor a la verdad que debía sustentar su trabajo. * Fragmento del prólogo del libro Padura y el Nuevo Periodismo.

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Muestra de poesía de becarios de la FLM María Baranda. Aquí hay un grupo de poetas reunidos por el simple gozo de la palabra. Cada uno de ellos tiene una voz, una manera, un tono, pero sobre todo, un universo propio. Hemos trabajado juntos, los últimos meses, en la Fundación para las Letras Mexicanas, y desde entonces compartimos un lugar de privilegio, en donde la lectura de sus poemas, la discusión abierta, el comentario justo o, a veces, impreciso, ha formado parte de todos nosotros. En varios de sus poemas esbozan, intuyen, despliegan, el sentir de su época. La poesía, quizás, les ayude a develar sus más íntimos anhelos, su propia versión de lo cotidiano o sus líneas de pensamiento. Conocerlos, a través de sus poemas, me ha hecho saber que la poesía vive y palpita en esta nueva generación de poetas.

Cada semana escucho poemas nuevos No se alimenta nadie de palabras pero seguimos creyendo que el mundo es un poco mejor después de los poemas. Hay algo brujo en querer cambiar siempre el lugar donde estamos. A veces lloramos y yo me pregunto si en verdad la palabra tiene poderes mágicos. A veces no sentimos nada y hablamos del poema como de un cuerpo en partes. Seriamente decimos cualquier cosa sin entender nada sobre la muerte, nos turnamos las obviedades

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pues sabemos que el poema nunca nace y es difícil dar un pésame a alguien que se ama aunque sea un poco. Es difícil ir más allá salirse de la muerte (nadie que conozca lo ha hecho). No hay nada súper heroico que reviva a un poema. Es lo que es. Aunque igual depositamos en él lo que tenemos: una sopa de piedras.

Xel-Ha López Méndez (Guadalajara, 1991). Estudió Letras Hispánicas (UdG). Becaria del FONCA en Medios Alternativos (2017-2018). Ha publicado los libros Crónicas de un nuevo siglo (Cooperativa editorial, 2016). Premio Nacional de Poesía Jorge Lara 2012.


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Arqueología Para mis padres

Fue mi padre quien colgó un espejo en la enredadera. Cada mañana bendice al jardín con minúsculos restos de barba (es de esos hombres que todavía acostumbran la cara tersa y evitan tapar el drenaje). Fue mi madre quien clavó una cuchara en la enredadera. (es de esas mujeres que hidratan las hojas con rociador de pelo y las sacuden del polvo). Mi madre riega a las 12 en punto. Mi padre se rasura a las 7. Juntos, fundaron una civilización herbácea cuyos vestigios los protegen de las pequeñas incomodidades domésticas. Hay algo humano en la enredadera y algo de planta en la rutina de mis padres. A veces, al descubrirlos pienso que me gustaría ser tan grande como ellos. Otras, prefiero atravesar su espejo, beberme su cuchara.

Andrea González Aguilar (Ciudad de México, 1989) Maestra en Antropología (University College London), Directora de la Revista Opción ITAM (2012-2013). Ha publicado cuentos infantiles en Cambridge University Press.

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Mamá cuida mi cuerpo en términos de cadáver. Es celosa con el tacto. Me trenza el cabello besa mis manos. Prefiere llorar escondida. Mamá es reflejo de otras que han perdido todo: la sangre de los blancos imposibles de lavar la impaciencia entre peritos e investigaciones la limpieza de una sala después de la fiesta fúnebre. Mamá nunca habla de la pérdida porque indigesta cada hora alimenticia. Y levanta platos y riega las flores que resisten el mal clima como nosotras a una cerradura forzada. Adentro de la casa siempre es de noche las fotografías duermen boca abajo, las polillas roen tan despiertas como ella de sospechas y preguntas. Mamá cierra los ojos mientras cubre mi cuerpo con una sábana. Mamá está despierta en otros tiempos velándome. Nicté Toxqui (Orizaba, Veracruz, 1994). Autora de Errata (Sangre Ediciones, 2017) y acreedora al premio Dolores Castro de Poesía (2015) y al Carlos Fuentes de Ensayo (2017).

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que las notas del pájaro hagan de la herida herida necesaria María Negroni

qué tal si la herida no se traduce en pájaro si las piedras no vuelven a su timbre con el pálpito del agua y sus acentos si no volvemos a encontrar en el lenguaje una voz que haga rotar su faro para la barca donde tiemblan mujeres viejos y niños mar adentro qué pasa si el dolor no encuentra escollos y corre abriéndonos las manos para el verso simulando que la música está afuera en la punta de la lengua Ana Lucía Terán (Cd. Obregón, 1990). Escritora y traductora. Ha publicado en Periódico de Poesía, Punto de partida, Círculo de Poesía y The Insighters.

No he visto patos deambular por la calle ¿cuándo se pierde la perspectiva del vuelo? ¿en qué momento plegamos los instrumentos del aire para beber el cuenco de la tierra o la fortuna del agua? cuelgan de la transparencia inmóvil de un aparador que refleja palmípeda imagen de nos tras la vidriera David Anuar (Cancún, 1989). Licenciado en Literatura (UADY) y maestro en Historia (CIESAS). Editor de Y mi cuerpo no ha muerto, de Adriana Cupul Itzá (2019), y de Contramarea. Breve antología de poesía joven de Quintana Roo (2018).

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Foráneo Empezamos a dormir en nuestra propia cama con cobijas nuestras, en este departamento. Por primera vez estamos con nosotros, aislados de la gente en este mundo. Desconocemos el sentido de las calles, el código postal, a los vecinos. Quién sabe de quién era este paraguas escondido en el armario, estos aretes que alguien más dejó en la cómoda. Salimos a la calle. Es de noche. Está lloviendo y las palabras pesan más que sus sentidos. Mañana calentaremos agua en la estufa, veremos a la lluvia caer sobre la gente y hablaremos en plural, para no sentirnos solos. Sergio Eduardo Cruz (Naucalpan, 1994) escribe poemas y ensayos. Ha publicado en revistas y antologías varias. Premio Nacional de Poesía Joven Jorge Lara (2012) y Premio Internacional Universitario USAL-FILUNI “Al aire de tu vuelo”.

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Exorcismo Lárgate, miriápodo, desierto cacareante, tendones tibios de terreno fácil. Ya me cimbraste, me alambicaste, me dejaste chirriando. ¿Por qué sigues calando con tu queroseno catedrático? Mírame: como brújula siempremuerta, turulata. Me purula el plexo, se me astilla la calaca. ¿Qué tengo que hacer para que te mendrugues? Voragínate, curcúbito, tropiezo de entropía. Lameinsomnios. Salte de una vez de mis endentros. Julia Piastro (Ciudad de México, 1989). Poeta, editora, cronista y traductora. Estudió la carrera en Lengua y Literaturas Modernas Francesas, y la maestría en Letras Latinoamericanas. Autora del poemario Pies en la tierra (Literal, 2016).

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Á n g e l Va r g a s

Lo que yo he aprendido es a mentir Por David Anuar Ángel Vargas (Acapulco, 1989) ha sido becario del PECDA, del FONCA y de la Fundación para las Letras Mexicanas (2017-2019). Es autor de cuatro libros de poesía y una plaquette: Díptico (De otro tipo, 2015), Límulo (FETA, 2016), A pesar de la voz (Mantis Editores, 2016), El viaje y lo doméstico (Praxis, 2017) y Antibiótica (FETA, 2019), poemario con el que recientemente obtuvo el premio de poesía joven más prestigioso del país, el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino.

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stamos en el segundo piso de la Fundación para las Letras Mexicanas, en el salón de ventanales grandes y mesa ovalada donde nos reunimos cada miércoles a las 10 de la mañana para tener la tutoría de poesía con María Baranda. Ahora estamos solos y ha comenzado a llover. Son más de las 6 de la tarde y veo el agua caer a la espalda de Ángel, quien me mira atento, con esa elegancia que distingue cada uno de sus gestos, y el olor a fragancia que impregna su camisa. Es un hombre bello. Quien lo conoce, sabe lo que digo. Tomo el celular y comienzo a grabar. DAVID ANUAR: En Límulo, uno de tus primeros libros, escribiste lo siguiente: “La verdad es que a los siete yo sabía que los niños eran guapos”, y más adelante añades: “Yo prefiero observar a los muchachos / […] prefiero a mi vecino que me mira con culpa / […] Prefiero la intimidad del agua, / los paseos en barco / y la playa

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obstruida en un mundo adolescente.” Cuéntame sobre tu infancia y adolescencia en Acapulco, ¿cómo fue crecer en esa ciudad? ÁNGEL VARGAS: En realidad yo no crecí en la ciudad de Acapulco, no crecí en el epicentro turístico de Guerrero. Mi infancia se desarrolló como a unos 20 minutos del puerto, y fue más bien rural. Recuerdo el contacto con la naturaleza en un lugar bastante sencillo y humilde, pero siempre en un ir y venir con el puerto de Acapulco, del epicentro a la periferia. DA: ¿Cómo se llama el lugar? ÁV: Barra de Coyuca, un pueblito en la costa. Y sabes, justo ahora que me recuerdas esos versos, digo que fue a los 7, pero puedo haber sido antes, a los 5 o a los 6, en realidad desde que tengo uso de razón recuerdo haber tenido una especial afinidad y gusto por los chicos. DA: Lo que has dicho me parece que está relacionado con mi siguiente pregunta. En el poema que abre tu tercer libro, El viaje y lo doméstico, dices: “Cómo ubico en un mapa / el día en que nací, / el hospital en que mi madre dijo


Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 2019

Fotografía: Nede Moguel.

/ esto es el mundo”. Pienso que la geografía y la memoria son temas importantes en tu poesía. Qué me puedes contar al respecto, ¿de dónde viene ese interés o esas obsesiones? ÁV: Hay temas a los que siempre regreso, inevitablemente. Después de la escritura de mi primer libro, me di cuenta de que había al menos tres temas que me obsesionaban: la familia; el deseo, la sexualidad, incluso el amor; y probablemente la infancia. Cuando cerré ese libro ya había escrito de mi familia, de mi infancia y también sobre Dios, que es otro de los temas que me obsesiona. DA: Que está muy presente en Límulo, ¿no?, ese origen metafísico. ÁV: Bueno, pues repensándolo, ahí están esos tres temas: la sexualidad, la familia y lo divino. Entonces yo quería pasar a otra cosa, y me di cuenta de que estaba revolcando una y otra vez los mismos temas. No podía salir de ellos, pero la escritura era distinta. Al final quien estaba cambiando era yo, mi perspectiva, mi forma de acercarme al pasado y al presente. DA: Hablemos de nalgas y “Diferencias estéticas”, uno de mis poemas predilectos de Antibiótica que inicia así: “Dis-

crepo totalmente con el señor Castillo. / Quizá nunca tocó las nalgas a otro hombre, / ni las miró / ni hizo indagación de campo / y qué vergüenza / esa falta al método científico”. En el poema le dices una que otra cosa a Ricardo Castillo, autor de El pobrecito señor x, ¿qué me puedes decir al respecto? ÁV: La maravilla de poder leer a otros autores de tu misma tradición pero de otros momentos históricos, de otras generaciones, es que puedes dialogar y no estar de acuerdo con ellos. Yo admiro muchísimo a El pobrecito señor x y a Ricardo Castillo, su libro me sigue pareciendo novedoso y contemporáneo. Considero que es un autor muy importante de la literatura mexicana. DA: Un renovador. Uno de esos poetas que, como nos dice María Baranda, abre puertas. ÁV: Mostró en su tiempo que se podía escribir poesía de otro tipo, de otro tono. Sin embargo, recuerdo el momento en que yo leí ese poema donde básicamente dice: “…que las nalgas de una mujer / son incomparablemente mejores que las de un hombre”, y como lector eso te permite reaccionar. Lo que yo hice fue una especie de respuesta más o menos

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Á n g e l

V a r g a s

El texto es lo más importante. Más allá de dónde haya nacido el poema, lo que uno muestra no es la anécdota o la experiencia sino un trabajo lingüístico. Y que es válido no ser fiel a la experiencia cuando la escritura tiende a lo biográfico. En mi caso, la escritura tiene mucho que ver con procesos personales de vida. Lo que yo he aprendido es a mentir. en un tono similar. He tenido la oportunidad de leer este poema al menos dos veces en público, entre quienes había gente muy joven y personas de la generación de Castillo. Curiosamente, sé que a esos poetas de la edad de Castillo no les ha gustado, y a los más jóvenes les ha entusiasmado. No sé a qué se deba, pero me hizo dudar mucho sobre su pertinencia y pensé incluso en sacarlo del libro. Al final decidí dejarlo y lo cierto es que me divierte mucho. DA: Ojalá que te puedas seguir divirtiendo y nos des más poemas como ése. Desde hace rato que estamos hablando de tu último libro, y yo quisiera preguntarte en términos poéticos y personales ¿qué significa Antibiótica para ti: poesía de la diferencia, poesía homoerótica, poesía de la ironía, metapoesía, o simple y llanamente, poesía de amor? ÁV: Todo eso junto. DA: Es un coctel. ÁV: Sí, de hecho lo es. Antibiótica es una herencia que me dejó un poeta a quien yo admiro mucho, Jaime Gil de Biedma. Él escribió un poema que para mí ha sido fundamental. Se llama “Pandémica y celeste”. Es un poema de largo aliento que habla de dos formas de acercarse al amor, lo idílico en una mano y ese otro amor que es lo pandémico, el de la carne. Hay otro poema de él, “Epigrama votivo”, en el que habla de otra advocación de Afrodita que no es la pandémica ni la urania o celeste sino la antibiótica, y tiene que ver con cómo se vive el amor después de la llegada de los antibióticos. Entonces es una especie de homenaje. Una de las características que recorre el poemario es una vocación hacia lo narrativo, de situaciones y descubrimientos cotidianos que llegan a ser poéticos sin que el lenguaje figurado esté tan presente. Intenté despojar a los poemas de ese lenguaje que pensamos como poético. DA: Quisiera que me contaras un poco de tu experiencia como becario de la Fundación para las Letras Mexicanas, donde tuviste la oportunidad de formarte por dos años en el área de poesía, y con la fortuna de tener a tutores como Antonio del Toro, Eduardo Langagne y María Baranda. ÁV: Es un lujo que poetas a los que yo admiraba y había leído, fueran ahora mis maestros, vieran mis textos y se tomaran el tiempo de sugerir cosas para mejorarlos. Ha sido una experiencia muy linda, gratificante, y yo he aprendido muchísimo.

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DA: ¿Cuáles serían las dos, tres enseñanzas más importantes que te llevarías de tu tiempo en la Fundación? ÁV: El texto es lo más importante. Más allá de dónde haya nacido el poema, lo que uno muestra no es la anécdota o la experiencia sino un trabajo lingüístico. Y que es válido no ser fiel a la experiencia cuando la escritura tiende a lo biográfico. En mi caso, la escritura tiene mucho que ver con procesos personales de vida. Lo que yo he aprendido es a mentir. DA: No ser fiel a la realidad. La realidad muchas veces estorba al poema. ÁV: Esa es una de las grandes enseñanzas de María: si la realidad no está funcionando para el texto, miente, modifícala. DA: Al final, la poesía también es ficción. ÁV: Yo miento todo el tiempo en la poesía. Hay gente que me ha dicho a raíz de la lectura de un poema anecdótico, “oye, qué pena lo que pasó en tu niñez”. Me gusta que el texto logre ese impacto, eso quiere decir que algo está funcionando aunque las cosas que diga hayan sido muy distintas a las que en realidad pasaron. Hay una fidelidad que tiene que ver con la emoción. DA: Claro, ahí está la verdad en la poesía, está en la emoción y no en la anécdota. Es curioso que se tienda a identificar al autor con el yo lírico del poema. ÁV: En este momento ya me siento capaz de distanciarme y escribir desde otras voces. El reto, desde luego, es que esas voces estén bien construidas y que un posible lector… DA: Se las trague. Que sean verosímiles. ÁV: Exacto, al final la poesía también es artificio. Afuera ha dejado de llover. Frente a mí Ángel me dice que tiene que irse. Son casi las 7 y debe ir a la presentación de Enola Gay, el último libro de su editor, Luis Armenta Malpica, en la Casa del Poeta. El silencio reina en la casona de inicios de siglo XX que acoge a la Fundación para las Letras Mexicanas. Ángel se levanta, me da un abrazo y desciende por las escaleras de madera y yo imagino que se interna en la frescura de la noche y camina por la calle de Liverpool hacia su destino o su próxima mentira. Tropo


Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 2019

Deslealtad Resguardo la biblioteca de un amigo. Mientras se muda, leo cada uno de los tomos hasta asignarles un sitio entre los libros que sí compré y veo cómo algo se va reorganizando cuando nos apropiamos de lo ajeno. ¿O será que las cosas van tomando su lugar en nosotros? Observo los estantes cada día con menos extrañeza, algo de deslealtad que prefiero no ver, como si cada ejemplar reconociera la presión de mis dedos, la suciedad que dejamos sin querer en lo prestado y sé que poco a poco olvidan a mi amigo. ¿Y cómo están mis libros? ¿No se han vuelto un estorbo? Dice pronto iré por ellos. Guardo silencio. Cómo explicarle que ya no lo necesitamos.

Ángel Vargas (Acapulco, 1989). Autor de A pesar de la voz (2016), Límulo (2016) y El viaje y lo doméstico (2017). Beneficiario del PECDA Guerrero y del Programa de Jóvenes Creadores del FONCA.

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c o n

Mónica Salmón

En la literatura soy muy libre e inmoral Por Mariel Turrent Ganadora del Canadem, Premio Nacional de la Mujer, por su aportación al género femenino en 2012, Mónica Salmón comenzó escribiendo diarios catárticos desde pequeña, lo que despertó su interés por el comportamiento humano y la llevó a convertirse en una psicóloga comprometida con su profesión. En 2013 publicó el libro Debajo de mi piel, como una forma de catarsis y en homenaje su madre, que falleció después de una larga lucha contra el cáncer. Dicho libro la catapultó en la industria editorial y marcó el inicio de su carrera como escritora. En la siguiente entrevista, Mónica Salmón explica cómo logró dar voz en su nuevo libro, Cuídame de ti, a quienes fueron víctimas de abuso materno: “hay que dar luz a esa obscuridad en la que la gente no ha querido entrar, pero que nos mueve a todos.”

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n su más reciente novela Cuídame de ti, Nadia es una mujer mayor que cuenta su historia a Sofía, una psicóloga que pretende escribir una novela erótica tras su exitoso libro para niños sobre una madre cocodrilo que devora a sus crías. Y ese es precisamente el tema de este relato, Cuídame de ti nos hace creer que leeremos una historia erótica cuando en realidad trata de madres abusadoras que psicológicamente se devoran a sus hijos, “tratando de cultivar una observación fenomenológica”, que ayudó Mónica Salmón “a mantener distancia y a evitar que sus prejuicios se interpusieran en la historia”.

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—Cuéntame, Mónica, en tu libro Sofía dice: “Antes que nada eres psicóloga, tienes un compromiso moral con tu profesión”. Dado que este libro está basado en hechos reales, y tú eres psicóloga, ¿cuál es tu compromiso moral con la psicología y cuál con la literatura? —Como psicóloga mi compromiso es darle un lugar al otro, entendiendo las herramientas que ha tenido en su pasado. En la literatura soy muy libre e inmoral. No siento tener un compromiso, es un proceso de mucha libertad donde me puedo explayar y jugar con los personajes, romper límites, valores, cambiarlos y modificarlos. —Nadia, tu personaje le dice a Sofía que tiene que escribir un libro para todas esas mujeres frígidas y frustradas. Y por


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otro lado escuché una comparación con Las Sombras de Gray. Sin embargo, me parece que tu libro no es realmente una novela erótica, sino una novela que habla de un problema social. Dime, ¿para quién escribió Mónica Salmón esta novela? —Escribí esta novela, antes que nada, para Nadia, la persona que me confió su historia. El erotismo en mi novela se va a un segundo plano porque hay una historia más fuerte que contar. Hay cosas eróticas que pueden ser incluso desagradables para algunas personas, pero no es una novela erótica sino un thriller psicológico. —Sofía dice que de una novela erótica que pensó que podía escribir, está a nada de terminar la historia infantil más terrorífica que puede existir. ¿Qué es lo que quieres comunicar en este libro? —Quiero romper prejuicios, en el sentido en el que México es un país donde nuestra madre es intocable. Yo tenía ese prejuicio, la palabra mamá era sinónimo de protección y amor. Me sorprendió mucho darme cuenta de que yo tenía ese prejuicio. Yo aceptaba que la agresión viniera del lado masculino, pero nunca, nunca había escuchado que viniera el mal de una madre. Menos de una madre que estaba siempre presente, una mujer educada, que en la foto era un modelo a seguir; que se ve como una mujer guapa, preparada y elegante y todo eso la gente lo ve como un sinónimo de salud mental. Yo quiero darle voz a quienes tienen pasados rotos y dolorosos que no les permiten reconciliarse consigo mismos. Para mí es importante que esas personas que fueron víctimas de un abuso materno encuentren su voz. La gente no quiere asumir que hay casos reales así y me dicen que es

ficción, pero hay que dar luz a esa obscuridad en la que la gente no ha querido entrar, porque nos mueve a todos. Nadia no fue mi paciente, pero como psicóloga, nunca tuve un caso así y no habría sabido a dónde referirla o qué hacer con eso, pues yo no tuve ni una mamá ni una abuela así: para mí la palabra mamá es lo más importante en mi vida. Mi primer libro es un homenaje a mi madre y encontrarme con esta historia fue fuertísimo, pero la escritora ayudó a la psicóloga a liberarlo. Así que la escritora Mónica Salmón le ayudó a la psicóloga a liberarse de esos prejuicios. —Tú dices que el amor cura, ¿Tu libro es en algún momento un libro de amor? ¿En dónde vemos reflejado el amor curativo en tu libro? —El amor cura y lo reflejamos al no juzgar al otro. Marco y Nadia son una historia de amor porque creen el uno en el otro. Él se involucra, cree, está presente siempre. No somos seres individuales y nos reafirmamos a través de otro ser humano. El amor que ellos se tenían la salvó. —También hay un amor de Sofía a Nadia. —Acabas de tocar un punto importante. No importa qué tipo de amor, lo que nos salva es esta relación positiva. No solo es el amor de pareja, sino cualquier tipo de amor que hace que nos involucremos con el otro. Nadia lleva a Sofía a un lugar al que le daba miedo asomarse, altera su vida linda y rosa, pero Sofía entra, porque su compromiso como psicóloga es buscar el bien del otro. —En otra entrevista mencionas que tal vez te hubiera gustado ser una actriz porno. ¿Cuéntanos por qué? ¿Cómo vives tú el erotismo?

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—Estaba muy cansada ese día, ¡qué belleza! —dice riendo—. Ese día estaba agotada. La verdad es que las admiro. Mi erotismo lo vivo desde un lado muy libre. Sí vivo mi sexualidad y estoy convencida de que la mujer tiene una sexualidad más intensa que el hombre, por eso tenemos un órgano cuya función exclusivamente es darnos placer. Pero nos acompañan muchos tabúes. Mi vida sexual ha sido muy sana y he tratado de entender que entre más libertad y respeto exista hacia mi sexualidad tendré una mayor salud mental. —¿Tu otro libro es erótico? —Mi primer libro, Debajo de mi Piel, es el que más me costó escribir, habla del amor, de la vida y la muerte de mi madre después de su lucha contra el cáncer. Esa novela me libera y me ayuda a entender que Tánatos y Eros van de la mano. Después de esa novela inundada de Tánatos, tenía que liberarme, porque la gente ya me conocía como “Mónica la del cáncer”, así que le dije a mi esposo: “Ya no quiero ser Mónica la del cáncer, ahora quiero ser Mónica la del sexo.” Esa transición fue para olvidar esa etiqueta del cáncer, por eso es erótica. Se llama Que todo quede entre nosotros, y en ella libero a la mujer de las culpas de la religión, de la sociedad, de las miradas. Victoria, mi personaje, se hace una heroína, una mujer ya hecha y con mucha fuerza, que es dueña de sí misma y se libera de las ataduras, que llevan a las mujeres a tener una vida infeliz y frustrada. Las mujeres infelices y frustradas sexualmente canalizan su frustración tratando de solucionarla con cirugías, compras, pastillas. Incluso culpando a otros de su insatisfacción. La sexualidad es algo natural que se tiene que satisfacer en lugar de negarlo y hacer responsable a otros. Si tienen malos maridos o amantes ellas son responsables. —Somos responsables. —Exacto, somos responsables. —Cuéntame, Mónica, ¿con qué dificultades te has topado en el camino a la publicación de tu obra? —Me he topado con muchas dificultades por parte de las librerías. Algunas te bajan el libro, no lo ponen en novedades, lo quitan del almacén. Sobre todo, me ha pasado con esta última novela y ha sido por censurar la portada y el contenido. Con la novela erótica no había problema, porque no hablaba de un problema de abuso de la madre, además la portada era solamente una cara. Aquí la portada es un dorso desnudo. —Y ¿por qué esa portada? Me parece que el libro da la idea de una novela erótica y el público que se acercaría a esta portada no es el que se acercaría al contenido. —Es marketing y también para avisar que la novela tiene un contenido para mayores de veintiún años. Es un

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marketing y un warning comercial: si te vas a meter a leer esto, te advierto que el contenido es fuerte. También de entrada hay un rollo de suspense, la portada anticipa al lector a lo que va a entrar. —Es una portada estéticamente hermosa, artística. —Pues para que te des una idea, no se puede publicar en Facebook, y eso que es un torso solamente, que no se le ve nada. Las librerías por eso la bajan y no la ponen tan a la vista. —Dicen que los escritores nunca estamos conformes con lo que escribimos. ¿Eres de esas escritoras inconformes, ahora que lo ves impreso, le cambiarías algo a tu libro? —No le cambio nada, una vez que la dejo ya me libero y la suelto. Siempre se podría mejorar algo, pero una vez que la suelto, la dejo ir. Tropo Mariel Turrent Eggleton (México, D. F., 1967). Ha publicado los libros “Desde adentro” (aforismos) y “Cajón de muertes y amores” (cuentos), y “La jornada del viento” y “Desnudeces de agua” (poemas). Obtuvo el primer lugar en el segundo Concurso de Cuento Juan Domingo Argüelles (1999). Es autora de la novela Hasta el último vuelo (Malix editores, 2018). Correo-e marielturrent@gmail.com


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Fotografía: Departamento de Difusión de la Cultura y Comunicación de la Universidad del Caribe.

El hiperconsumo individualista no genera felicidad: Lipovetsky Por Miguel Ángel Meza * Convocado inicialmente como uno de los conferencistas premier para hablar de turismo en el marco del Sustainable and social Tourism Summit organizado por Sustentur, e invitado posteriormente por la Universidad del Caribe para ofrecer la conferencia “El individualismo en los tiempos hipermodernos”, Gilles Lipovetsky (1944) corroboró en Cancún por qué es una figura clave del pensamiento contemporáneo. Sociólogo y filósofo de las paradojas actuales, cuyo diagnóstico de la sociedad individualista hipermoderna ha cimbrado nuestras ideas de presente y de futuro, Lipovetsky denuncia que “el bienestar que da el consumo no debe ser la finalidad de la vida misma; es con el arte de la educación y la creatividad como el ser humano llenará su vacío existencial en este capitalismo hiperconsumista al parecer irreversible”.

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Fotografía: Departamento de Difusión de la Cultura y Comunicación de la Universidad del Caribe.

urante su presentación en la Universidad del Caribe en junio pasado, donde ofreció una conferencia magistral, y antes de llegar a la conclusión paradójica de que el bienestar del hiperconsumo individualista no genera la felicidad del ser humano, Gilles Lipovetsky, el pensador francés más optimista del siglo XXI (otra paradoja), realizó un recorrido por los conceptos de su pensamiento más reciente. Frente a un selecto público, y vestido de manera casual —pantalón negro y sencilla camisa blanca de manga corta—, Lipovetsky fue focalizando rápidamente la atención con su expresividad en cuerpo y brazos y su rostro sonriente y animoso, y fue explicando cómo la forma de vida y el mismo consumo se han reestructurado en las sociedades contemporáneas y cómo han creado un impacto sobre la felicidad, impacto que abre muchas interrogantes.

CRECER MÁS, AUMENTAR MÁS, TENER MÁS Si en los años cincuenta —recordó el autor de La era del vacío— el consumo estaba enfocado a satisfacer necesidades colectivas —autos en serie para clases medias, un

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coche, un televisor (con una única programación), un teléfono y un baño para una sola familia, etcétera—, hoy hay una personalización exacerbada con una diversificación de productos en infinitas opciones de uso. Hoy en día —ejemplificó—, en la televisión la oferta de canales es casi infinita; Netflix ofrece cien mil títulos y su manejo es exclusivamente personalizado; las plataformas musicales —como Spotify— brindan más de 30 millones de canciones; en la moda, antes había dos temporadas al año, hoy las fast fashion Zara y H&M (venta de ropa en línea) renuevan cada quince días; y los aeropuertos —antes solo espacios de paso para transportarse— muestran pasillos repletos de restaurantes, almacenes y logotipos comerciales: en suma, los consumidores no tienen límites espacio temporales. Así —plantea el pensador—, a esta nueva era del consumo de masa habrá que renombrarla como la sociedad del hiperconsumo y al consumidor como un hiperconsumidor que se caracteriza por tres rasgos: el deseo de crecer más, de aumentar más y de tener siempre más de lo que necesita, lo cual se vincula directamente con la oferta y la demanda, porque en la lógica del libre comercio, de la globalización y de la superabundancia, la ciber compra permite adquirirlo todo: hay pues una mercadización en espiral exponencial.


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Se consume tres veces más energía que en los años 60, y el PIB de Europa se duplicó desde los años 70 gracias a ese consumo, pero las personas no son más felices, lo que se comprueba con estadísticas al alza de depresión, ansiedad y patologías psicosociales.

Incluso los comportamientos antropomórficos —comer, caminar, hablar—han cambiado y son impensables en las grandes metrópolis: se paga por correr en espacios cerrados, se paga por hablar y escuchar (la gente va al psicoanalista), se paga hasta por lo más sencillo: una forma de festejo como la Navidad —antigua fiesta religiosa— hoy es una orgía de regalos. Y en la lógica de la hipermercantilización, este consumo de las familias es lo que hace crecer la macroeconomía de los países: el motor es el consumo, que genera hasta 70% del PIB de países desarrollados, como Estados Unidos.

HIPERINDIVIDUALIZACIÓN Y SOCIEDAD “SIN CLASES” El profesor de la Universidad de Grenoble dijo que hasta los años ochenta, la lógica del consumo se basaba en el nivel colectivo. Lo que se tenía era un coche, un teléfono y una serie de bienes que se compartían, que eran para el conjunto de personas que habitaban una casa. Hoy es el multiequipamiento de bienes y compras basadas en una persona; es decir, el consumo entró en la era de la hiperindividualización, y ha revolucionado la forma de comprar, dice Lipovetsky. Y agrega: esta nueva cultura de hiperconsumo lo ha penetrado todo, pues los gustos por el lujo ya no pertenecen a la

clase alta. Ya no hay signos de consumo. En 1900, la gente del campo se vestía como campesino y el burgués como burgués porque había diferencia de clases muy marcada y cada una cumplía un rol específico. Hoy esta presión simbólica ya no existe. Se han relajado las limitaciones de las clases sociales; hoy sigue habiendo pobres pero con cultura del consumo. Por otra parte, si antes se establecía un modelo de distinción —y la gente compraba cosas para ser clasificada, valorada, observada, y para diferenciarse de las clases inferiores—, hoy parece que se trata solo de obtener placer. En suma, el modelo ostentatorio del consumo se ha ido transformando en una relación nueva con los bienes: se compra el placer para evadir, ya no se compra el ascenso social. Compramos emociones y experiencias —afirma Lipovetsky— tanto en turismo y deportes como en todas aquellas actividades que causen nuevas sensaciones. Somos hiperconsumidores emocionales pero también individuos complejos, ansiosos y nerviosos al mismo tiempo. El hiperconsumidor piensa y trabaja más, reflexiona y explora más y eso le plantea problemas: ¿acaso hoy se vive mejor? Se consume tres veces más energía que en los años 60, y el PIB de Europa se duplicó desde los años 70 gracias a ese consumo, pero las personas no son más felices, lo que se comprueba con estadísticas al alza de depresión, ansiedad y patologías psicosociales.

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(…) no existe otra razón más existencial que proponer a los jóvenes otras finalidades: ser creadores, artistas que hacen cosas con pasión, con amor, con altruismo, y producir otro sentido de vida. Y eso solo se logra con un cambio profundo en el sistema educativo a fin de elevar la conciencia de las personas.

LA NUEVA ECONOMÍA DE LA FELICIDAD El autor de El imperio de lo efímero afirma que ante este estado de infelicidad asociado a la búsqueda inagotable del bienestar material, surge entonces un nuevo fenómeno, una revolución de conciencia que, paradójicamente, también entra en la cultura del consumo: el mercado lucrativo del desarrollo personal con gurús que publican grandes best seller y mesías que venden la felicidad con fórmulas —ya sean de yoga, meditación, y hasta budismo adaptado— donde occidente mira hacia oriente, y que genera también un gran negocio: es, en suma, la nueva economía de la felicidad. Pero esta tecnología psicológica, que vende muy bien —enfatiza el filósofo—, no da la felicidad. La felicidad es un sentimiento que se mueve, que cambia y no se solidifica, se vive. Aunque Jean Jacques Rosseau aseguraba que “solo los dioses viven la felicidad”, lo cierto es que los seres humanos intentamos ser felices. Intentémoslo, dice Lipovetsky, pero sin fórmulas, “porque el hombre no vive solo. Dependemos de los demás y del entorno, y no se puede sostener la felicidad en la mano, la existencia no se dirige como dirigimos las cosas”.

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Si bien muchas veces la vida material incide en la felicidad individual, la felicidad no proviene del dinero, dice. El objetivo de la vida no puede ser comprar marcas porque esto la empobrece. Si la gente va al supermercado y a las grandes tiendas porque no hay nada mejor que hacer, y solo queda el consumo, algo grave está pasando en el individuo, en su razón existencial: el consumo no puede ser el objetivo o finalidad de la vida misma. Por supuesto, aunque la economía hiperconsumista irreversible en la que vivimos tiene consecuencias y está generando un desastre en el ecosistema que contribuye al calentamiento global, no se trata de demonizar el consumo ni de estigmatizarlo. Lo que debemos hacer es modificar las formas de consumir, equilibrarlas, pues hemos llegado al límite y debemos hacer transformaciones profundas para que los jóvenes usen mejor los recursos y sean más ahorrativos. Y concluye Lipovestky: no existe otra razón más existencial que proponer a los jóvenes otras finalidades: ser creadores, artistas que hacen cosas con pasión, con amor, con altruismo, y producir otro sentido de vida. Y eso solo se logra con un cambio profundo en el sistema educativo a fin de elevar la conciencia de las personas.


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EDUCACIÓN. UNA SOLUCIÓN Ante esta compleja problemática, Gilles Lipovetsky señaló que el papel de las instituciones educativas y los docentes es fundamental para abrir la conciencia de niñas y niños, para que aprendan a llenar el vacío de la existencia con una educación que abra las posibilidades de la vida y no las estreche a lo que ofrece el mercado. “Debemos ponerle límites a la pasión consumista; y una pasión solo se puede echar atrás con otra pasión, ya que la razón es muy débil para combatirla… Como maestros debemos cargar con la responsabilidad. ¿Qué pasaría si la gente tuviera otros intereses además de comprar?”, afirmó. Propuso, finalmente, que las y los docentes enseñen que hay mucho más en la vida que solo comprar; capacitar las conciencias en relaciones humanas, en solidaridad, para salir del individualismo y obtener cambios sociales; al elevar el nivel de la conciencia, se generan sociedades más exigentes y, por tanto, tendremos una oferta más inteligente. Tropo * Texto elaborado con información de Patricia Maya y Marcela Nobmann; y el Departamento de Difusión de la Cultura y Comunicación de La Universidad del Caribe.

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Fuente, 1917, el más emblemático y escandaloso de los ready-mades de Duchamp.

Balloon Dog, escultura globo en acero inoxidable con recubrimiento de color transparente.

Marcel Duchamp y Jeff Koons Apariencia desnuda: inocencia, erotismo y perros brillantes, aun… Por Marién Espinosa Garay La muestra ocupaba varios pisos del Museo Jumex. Mientras la Ciudad de México se asfixiaba en medio de una contingencia ambiental extraordinaria, una enorme Seated Ballerina de impoluta inocencia custodiaba la entrada del mencionado recinto. Lisa, contundente, colorida, algo insulsa pero al fin ingenua, el enorme globo acaramelado abría paso a otras presencias acaso menos virtuosas.

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Rueda de bicicleta, 1913. El primero de los legendarios ready-mades de Duchamp, quien aparece al lado del “objeto anestesiado”, como les llamó él.

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orque quizás los enormes perros y conejos metálicos que pretenden semejarse a los globos infantiles no estén exentos de culpas. Definitivamente los títulos de los espacios no aluden precisamente a la candidez: La erótica de las cosas, El Sex Appeal de lo inorgánico, Las anatomías del deseo, Inocencia y corrupción, etc. Pero… ¿Es posible que algunos juguetes de enormes y chillantes colores puedan esconder pasiones bajo las pulidas superficies que los convierten en distorsionados espejos? ¿Qué miran los que se miran en un metal rechinante de luces, o mejor aún, envían el selfie a los amigos, en medio de sonrisas deslumbrantes también? Las obras de Marcel Duchamp y Jeff Koons están separadas por un hiato de más de medio siglo y, ciertamente, se encuentran algunas coincidencias, como la despreocupación en cuanto a técnicas, estilos y tradiciones, así como la irrenunciable vocación a la mercadotecnia y la publicidad. Sin embrago, ya que la muestra toma prestado el nombre de los ensayos que Octavio Paz elaboró sobre Duchamp, publicados bajo el título Apariencia Desnuda, quizá resulte adecuado hacer un pequeño ejercicio de comparación en cuanto a las desnudeces de ambos creadores. Y para encontrar algún hilo conductor, retomemos el breve adverbio que la exposición lleva al final de su largo título, la palabra aun, como lo hiciera Duchamp en una de sus obras emblemáticas La novia puesta al desnudo por sus pretendientes, aun.

Jeff Koons posa histriónicamente frente a su famoso Balloon Venus.

Sin acento, el diccionario lo traduce como incluso. ¿Qué tan incluyente puede resultar una variopinta colección de juguetes con intenciones sospechosas? La obra mencionada también se conoce como El Gran Vidrio. Marcel Duchamp dedicó a ella casi diez años, más un montón de apuntes y reflexiones. De esta manera, para ilustrar propiamente la relación entre los objetos artísticos y el erotismo, La novia desnudada por sus solteros, aun, resulta emblemática, aunque nadie debe imaginar alguna escena de ultraje en grupo, sino un esfuerzo por objetivar las emociones que alborotan a las pequeñas formas geométricas, o sea, a los mencionados solteros quienes, a través de una elaborada maquinaria de engranes y poleas, fantasean con quitar los complicados atavíos a una novia que no está allí, acaso sus crinolinas, velos y su desmigajado corset, como la crisálida de una abeja reina que ha emprendido el vuelo. Los ansiosos pretendientes permanecen en un ángulo inferior, junto a la inextricable máquina desnudadora, condenados a un autoerotismo sin fin. Sin embargo, nadie puede ver sino siluetas al óleo, alambres, hilos y rajaduras de vidrio. Es el erotismo sublimado en aras de la objetualidad artística. Son metáforas materializadas, atrapadas, como insectos opacos, en el abrazo de dos vidrios transparentes, que cambian de escenario cuando la obra cambia de lugar. Como expresó el gran crítico de arte Robert Hughes, en su afamada serie de los años ochenta El shock de lo nuevo, estos mecanismos y las instrucciones que al fin Duchamp recopiló en el llamado Libro verde, no sig-

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Portabotellas o secador de botellas o erizo, 1914. Duchamp se limita a seleccionar el objeto y propone un ready-made sin justificación ni asistencia.

Jeff Koons. Metallic Venus, 2010.2012, escultura en acero inoxidable con recubrimiento de color transparente y florero con plantas vivas.

nificarían nada para algún ingeniero mecánico, porque al final se trata de una máquina de alegorías. El deseo mecanizado de los pretendientes jamás alcanzará a la novia, pues están separados por una barra metálica que divide los dos universos. Ella está destinada a ser siempre el acicate del deseo insatisfecho para que los hombres muevan los engranajes del cuerpo, el alma y el mundo en círculos viciosos sin esperanza. Reflexiona Octavio Paz en Los Privilegios de la Vista I:

Sin embargo décadas después, el corredor de bolsa y artista multifacético Jeff Koons reacciona en contra del deseo nunca satisfecho. Como confesara al mismo Robert Hughes en el programa El Shock de lo nuevo, 25 años después, se sintió desalentado ante la triste contemplación del fresco de Masaccio en Florencia, donde Adán y Eva son expulsados del paraíso y lloran desconsolados. Ante semejante situación, optó por presentar la exposición Made in Heaven, donde exhibió sin pudor alguno todo lo que aquellos pretendientes del Gran Vidrio de Duchamp hubieran querido ejercitar con la novia inalcanzable, pero que el mismo Koons ejecutó desenfadadamente con su entonces esposa la actriz porno Cicciolina. Aquí no hay metáforas, alegorías, insinuaciones o erotismo sublimado, sino fotografías enormes a todo color, que fueron expuestas en varios lugares del mundo, abriendo la controversia entre el arte y la pornografía. De esta manera, aquí hay dos concepciones del erotismo completamente opuestas y divergentes,

“La novia es un paisaje y nosotros mismos, que la contemplamos desnuda, somos parte de ese paisaje. Nosotros somos los ojos con que la novia nos mira. Los ojos ávidos con que se desnuda, los ojos se cierran en el momento en que cae su vestido sobre el horizonte del vidrio. La novia y su paisaje son una sombra, una idea, el trazo de un ser invisible sobre un espejo. Una especulación. La novia es nuestro horizonte, nuestra realidad; la naturaleza de esta realidad es ideal o, mejor dicho, hipotética: la novia es un punto de vista…”1 1

Citado por Carmen Gloria Baldebenito, file:///C:/Users/marie/Downloads/Dialnet-MarcelDuchampAparienciaDesnuda-3984393%20(2).pdf

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Las esculturas que adornan la entrada del Hostel and Beach Club Agua y Fuego, fueron realizadas por el pintor y escultor Alejo Jacobo (Q.E.P.D), profesor emérito de la escuela IRBAC (Instituto Regional de Bellas Artes de Cuernavaca), y llevadas a cabo y fundidas en bronce en el taller de arte Constandse-Jacobo en Huitzilac Morelos, forman parte de los cuatro elementos, fuego, agua, viento y tierra en la antigua tradición maya de la naturaleza. El Hostel and Beach Club Agua y Fuego tiene los siguientes objetivos: SU MISIÓN: “Ser únicos en turismo económico y sustentable” SU VISIÓN: A través de las mejores instalaciones y servicios de la Hostelería, lograr cumplir con su misión. Creemos que la recreación turística económica, no tiene por qué considerarse barata, al cliente lo que tratamos de darle, es el mejor “costo beneficio” por su dinero y que obtenga con altos estándares de calidad, la mejor retribución posible en bienestar y servicios. El Hostel Agua y Fuego y su Beach Club, estarán en paralelo con sus objetivos de recreación sustentable y ecológica, en sus tours, servicios e instalaciones, brindándoles lo mejor posible a sus clientes y visitantes. Nuestro lema será: AGUA DE DIA Y FUEGO DE NOCHE.

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Bailarina sentada, 1917, copia de la Bailarina Lenochka de la escultora ucraniana Oksana Zhnykrup, quien demandó por plagio al artista.

Conejo, 1986, escultura en acero inoxidable. Se vendió en 91 millones de dólares, el precio más alto de una obra de un artista vivo.

antípodas en un camino que lleva de la sugestión al exhibicionismo. El filósofo coreano Byung Chul Han expresa en su libro La Salvación de lo bello: “El porno es la antípoda del Eros. La transformación del mundo en porno se realiza como su profanación. Esta transformación profana el erotismo”. Y hasta aquí una de las diferencias que podrían señalarse entre ambos expositores. Hablemos ahora de algunas coincidencias. Marcel Duchamp —así como Jeff Koons— no pretendió nunca jugar al héroe inmiscuyéndose en las guerras y avatares geopolíticos de su tiempo. Tampoco creyó que un artista debe estudiar durante años las técnicas y ejercitarse en el dominio de los materiales, sino tomar objetos y declararlos ready made. Ambos alquilaban equipos de artesanos que se encargan del trabajo sucio en el taller o la fundición. Y como dice Avelina Lesper, además de la autopropaganda continua, el afán mediático y una comercialización extrema, ambos se distinguen por plagiar continuamente los temas de sus obras a otros creadores. 2

¿Habrá sin embargo algo rescatable en medio del brillo de los perros de juguete? ¿Hay algo siniestro en una exposición de objetos banales que nos hace dudar de nuestra percepción del mal gusto? Cuenta la leyenda urbana que la señora Cicciolina se sintió incomprendida después de que su marido la exhibiera ante los ojos de todo el mundo para elevarla a las alturas del arte, aunque es verdad que ella estaba acostumbrada al exhibicionismo. Sea como fuere, se divorció del artista secuestrando al hijo de ambos. Koons sugiere que entonces sus creaciones dieron un giro hacia los temas infantiles, como una manera de comunicarse con el pequeño ausente. Esto podría significar algún hito de redención en medio de este drama familiar. Pero aun así, los juguetes resultan fríos y distantes, presencias enormes que imposibilitan la calidez de la comunicación. Al acercarnos, miramos nuestra imagen distorsionada en la superficie brillante mientras nos asalta nuestro propio rostro, tan cono-

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Avelina Lesper en Milenio https://www.milenio.com/cultura/laberinto/verdaderas-semejanzas-duchamp-koons-avelina-lesper

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“Retirado de los Independientes de 1912 y aclamado al año siguiente en Nueva York, este cuadro establece ya claras distancias entre Duchamp y el cubismo. Aunque se ha hablado de las influencias del futurismo italiano por su relación con las cronofotografías de Marey y Muybridge, que tanto interesaban a aquéllos, a Duchamp no le preocupa representar el dinamismo físico sino la transformación, el cambio de estado que supone cada posición desmultiplicada de la figura.” (Texto tomado de Marcel Duchamp, ediciones Polígrafa, Barcelona, 1995).

Desnudo bajando una escalera, n° 2, 1912.

cido pero aún extraño. Y experimentamos el estupor del que se observa a sí mismo, infinitamente, como un enamorado aunque incauto Narciso. Pero esto representa otra gran diferencia entre ambos artistas, pues como afirmaba Octavio Paz, al acercarnos al Gran Vidrio no nos quedaremos en la superficie, porque somos parte del episodio allí representado y, sin quererlo, nos convertimos en cómplices de aquellos solteros insaciables o tal vez acompañemos en su soledad sin remedio a la novia etérea. Y es que desde tiempos inmemoriales, los soportes de las obras impiden al espectador entrar en el universo allí recreado: la textura del óleo, el grano del lienzo, los acrílicos plásticos, todos los materiales opacos han impedido que el público se ubique en la frontera de alguna obra maestra y penetre en ella. Al menos,

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esto otorga al Gran Vidrio una interesante característica. Duchamp confesó que deseaba provocar, a través de las transparencias de los cristales, una aproximación con el espectador y también con el paisaje detrás de la obra, que él hubiera querido instalar en una ventana para que los solteros y la novia tuvieran siempre una cambiante sucesión de atmósferas: soles y lluvias, atardeceres y ocasos. Pero este deseo nunca fue cumplido. Sin embargo, ante los juguetes brillantes de Jeff Koons ocurre otra cosa. El espectador atisba la lustrosa superficie del sobrevaluado Rabbit y, sin embargo —y esta es otra diferencia entre ambos artistas—, nunca habita la obra, sino que la imagen del osado Narciso se resbala en la superficie pulida y, entre puntos de luces como destellos de aguas eléctricas, desaparece sin hacer ruido… Tropo Marién Espinosa Garay (Monterrey, NL, 1953). Maestra en estudios humanísticos y Licenciada en Ciencias Humanas. Primer Lugar Premio FIMPES 2012 a la Innovación Educativa y Segundo Lugar Premio FIMPES 1996. 1er. Lugar concurso de cuento “Como el mar que Regresa”, 2000, Casa de la Cultura, Cancún. Premio Sor Juana Inés de la Cruz 1990. Docente universitaria. Artista plástica, pintora y escultora. Correo: HYPERLINK “mailto:marien46@hotmail.com” marien46@hotmail.com


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¿Cuál es la finalidad de la educación? Por Héctor Hernández

S

Educa a los niños y no será necesario castigar a los hombres. Pitágoras

e dice que en cierta ocasión el famoso escultor griego Praxísteles le dio a elegir a su bella modelo y amante, Friné, la escultura que más le gustara. Friné no sabía cuál era la más valiosa y por tanto no sabía cuál elegir. Así que se puso de acuerdo con un sirviente para que diera un aviso de que había fuego y se estaba quemado el taller del escultor. Praxíteles de inmediato dijo “Salven mi cupido aunque todo lo demás se pierda”. La joven Friné entonces le confesó que en realidad no había fuego, solo quería saber cuál era la escultura más valiosa y ahora sabía que es el cupido, así que eligió el cupido. Esta joven astuta sabía que en la toma de decisiones importantes es cuando se revelan las prioridades que hay en el interior. Normalmente en la misión y visión de las Instituciones de Educación Superior (IES) se puede responder la pregunta de qué es lo que se considera más valioso en la educación pretendida atendiendo al contenido de los conocimientos y habilidades que se espera de los egresados, pero cuando se proponen carreras o construyen y actualizan los planes y programas se suelen tomar decisiones que revelan las prioridades que existen en la región. De manera similar, actualmente en términos generales, en la educación superior se suele dar prioridad a la capacitación para el trabajo y la consecución de bienes materiales en forma eficaz. El tipo de programas educativos y las asig-

naturas contenidas en ellos están mayormente orientadas a desarrollar habilidades laborales específicas o transversales. Los valores que suelen enfatizarse son el liderazgo, la innovación, el emprendimiento, la proactividad y la asertividad. El éxito se mide casi exclusivamente en términos económicos. Groucho Marx dijo: “Hay tantas cosas en la vida más importantes que el dinero. ¡Pero cuestan tanto!”. No hay duda de que el dinero es necesario incluso para cultivar ciertas cualidades como la generosidad. Como dijo Margaret Thatcher: “Nadie recordaría al buen samaritano, si además de buenas intenciones no hubiera tenido dinero”. Sin embargo, muchos han llegado a ver el dinero como un fin en sí mismo y no como un medio. “Hemos construido un sistema que nos persuade para gastar dinero que no tenemos en cosas que no necesitamos para crear impresiones que no durarán en personas que no nos importan”, expresó el escritor Emile H. Gauvreay. Al mismo tiempo que la gente está dando gran importancia al dinero al grado de mentir, robar, defraudar y matar para conseguirlo, hay valores que parecen estar devaluándose en la educación. Si nos preguntamos qué conocimientos son valiosos para saber vivir, además de leer, escribir y contar, ¿sería útil para la vida en general saber cómo afrontar los problemas de salud, la maternidad, la muerte de un ser querido y los sentimientos de soledad? ¿Es valioso conocer las mejores formas de convivencia familiar y social, la resolución pacífica de conflictos, la supe-

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Si nos preguntamos qué conocimientos son valiosos para saber vivir, además de leer, escribir y contar, ¿sería útil para la vida en general saber cómo afrontar los problemas de salud, la maternidad, la muerte de un ser querido y los sentimientos de soledad? ¿Es valioso conocer las mejores formas de convivencia familiar y social, la resolución pacífica de conflictos, la superación de ideas suicidas y cómo lidiar con la frustración, el rencor y la envidia? Fotografía: El Naranjo Estudio.

ración de ideas suicidas y cómo lidiar con la frustración, el rencor y la envidia? ¿Sería importante cultivar el valor del respeto a la naturaleza, la amabilidad, la honestidad, la disciplina, la perseverancia, la tolerancia, la amistad, la integridad, la empatía, el autocontrol, la autoestima equilibrada, el altruismo y la diversidad cultural? Si se cultivan las cualidades o valores de la empatía, el altruismo, la amistad, la amabilidad y la disciplina, no sería necesario dar tanto énfasis al trabajo en equipo en las escuelas, como si el trabajar en equipo facilitara esas virtudes, cuando más bien el desarrollo de estas cualidades facilita trabajar en equipo. De hecho, muchos ven el trabajo en equipo como la oportunidad de echarle la culpa a alguien más si las cosas salen mal, o dejar en otros la responsabilidad y diluirse en la holgazanería grupal. Dicen que “errar es humano, pero echarle la culpa a otro es más humano todavía”. También el cultivo de la honestidad e integridad nos evitaría tener que afrontar la abundancia de problemas de corrupción, robo o fraude que abundan en nuestro entorno. El escritor británico Peter Alexander Ustinov dijo: “El dinero corrompe, sobre todo a los que no lo tienen”. Pero a fin de recibir los beneficios de una educación en valores se requiere fomentar una capacidad de reflexión interna que suele basarse en una habilidad de razonamiento analítico y crítico, el cual debe fomentarse

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con actividades y experiencias significativas y relevantes para los estudiantes. Por ejemplo, compartir alguno de los engaños de los que hemos sido objeto en nuestra vida puede ayudar a otros compañeros a estar alerta y tomar decisiones sensatas en momentos cruciales. Como aquel comerciante que iba en el mercado gritando “¡Polvos para adivinar, polvos para adivinar!” y cuando una persona le dice: “Eso es carbón que…”, el vendedor contesta: “Lo ve, ya está empezando a adivinar”. Un fenómeno actual que está generando perturbación es la cantidad de jóvenes que están muriendo por tomarse selfies en situaciones muy riesgosas. Se dice que entre octubre de 2011 y noviembre de 2017 se produjeron 259 muertes por accidentes al tomarse una autofoto, el 86% de las víctimas son jóvenes entre los 10 y 29 años. El narcisismo y egocentrismo orienta a los jóvenes en la dirección de estimar demasiado su imagen en las selfies compartidas en sus redes sociales. Pero como dijo Séneca: “Importa mucho más lo que tú piensas de ti mismo que lo que los otros opinen de ti.” Una discusión y reflexión crítica sobre el tema y el cultivo de una sana autoestima pueden ser útiles para evitar caer en esta conducta riesgosa a la que son propensos mayormente los jóvenes varones. Hay gente de mentalidad muy pragmática, algo típico de los ingenieros, que suelen justificar una inversión de tiempo, esfuerzo o dinero en algo que les sirva en forma


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casi inmediata y posiblemente no vean muy útil alguna actividad de tipo psicológico, aunque es proverbial de los ingenieros su poca habilidad social para atender ciertas situaciones prácticas (yo me incluyo). Un viejo cuento lo enfatiza. Llega un ingeniero al trabajo y se encuentra a un colega y le dice: —No sabes lo que me pasó. —¿Qué? —Iba caminando por la calle y una chica en bicicleta se paró justo delante de mí, se quitó el suéter y la blusa y me dice: “Toma lo que quieras”. —¿Y qué hiciste? —Me llevé la bicicleta. —Bien hecho, probablemente la ropa te habría quedado pequeña. La educación tendría que ayudar al profesionista a conseguir una mejor calidad de vida, no solo a ser un trabajador competente, sino a ser un ciudadano feliz, con un buen desarrollo personal y equilibrio emocional. Ya existen atisbos de esta idea en las llamadas universidades positivas. Pero todavía es común que cuando un ingeniero tiene un curso de desarrollo humano se pregunte “¿y esto para qué me va a servir?”. Hay una historia judía de un hijo que le expresa a su padre su deseo de casarse con la señorita Katz. El padre se opone porque piensa que la señorita no aporta nada. El hijo insiste di-

ciendo que solo será feliz si se casa con la señorita Katz. El padre le dice: “Ser feliz, ¿y de qué te servirá eso?”. Más bien valdría la pena pensar de qué sirve producir profesionistas altamente capacitados si van a usar sus habilidades para robar al pueblo cuando estén en puestos públicos clave. Actualmente no se suele confiar mucho en quienes ocupan los puestos políticos debido a que su comportamiento deja mucho que desear. Como dijo Doug Larson: “En vez de darle las llaves de la ciudad a un político, deberíamos cambiar las cerraduras”. Vivimos en un ambiente de desconfianza. Pocas personas son honradas, y desafortunadamente el haber estudiado una licenciatura a veces no hace diferencia en términos de la honestidad y la integridad. Hace poco salió una noticia sobre un juez que ejerció durante años con documentos falsos. Su argumento fue que, como en el estado donde ejerció no hay una ley que indique qué profesiones requieren título, ninguna profesión requiere título para su ejercicio, ya que “lo que no está prohibido, está permitido”. Pero como dijo el filósofo Séneca: “Lo que las leyes no prohíben, puede prohibirlo la honestidad”. ¿Se puede fomentar la honestidad en la universidad? Copiar en los exámenes o pasarse la tarea sigue siendo una práctica común, por no mencionar el copiar y pegar de internet cuando se les pide un ensayo de su opinión personal. El énfasis en el manejo de la tecnología ahora les

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permite consultar en el celular las respuestas de los exámenes y compartirlas, bajo la premisa de que “los maestros no se dan cuenta”. Parece que algunos universitarios se percatan de la importancia que tiene parecer honestos, pero no de la importancia de ser honestos. Como dijo Groucho Marx: “El secreto de la vida es la honestidad y el juego limpio. Si puedes simular eso, lo has conseguido.” Un cuento de la antigua China puede servir como inicio de una actividad de discusión sobre el valor de la honestidad. Hace muchos años, en China, vivía un príncipe que pronto sería coronado emperador, pero para ello debía estar casado. Se organizó un concurso entre las jóvenes de la corte, el cual consistía en un reto que le presentaría el príncipe y quien diera la mejor solución sería su esposa. Entonces, el príncipe anunció el desafío: “Daré una semilla a cada una de ustedes. Aquella que, en seis meses, me traiga la flor más bella, será mi esposa”. Una de las jóvenes que participó en el concurso era la hija de una de las criadas del palacio, ella cuidó su semilla día y noche, con amor y paciencia. Pero pasaron seis meses y nunca nació una flor. Cuando la muchacha se presentó en el palacio, muy afligida, vio que ya estaban todas las damas, cada una con su flor. El príncipe las observó atentamente y dijo: “Me casaré con la joven sin flor”. Aunque la muchacha estaba muy feliz, un murmullo de desaproba-

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ción inundó la sala hasta que el príncipe explicó: “Es la única que merece ser emperatriz de China, pues fue la única honesta: todas las semillas eran estériles.” En resumen, la educación debería servir para saber vivir, saber ser y saber convivir en armonía, no solo para saber trabajar, saber servir, saber resolver y saber producir bienes materiales. Es valioso que los profesionistas contribuyan al entorno social local y general, pero el daño que puede causar alguien indiferente al dolor del pueblo en un puesto público puede ser mayor que todos los bienes que produjo su formación. Quizás en el futuro el fin último de la educación no sea el trabajo, sino la felicidad, pero como dijo Aristóteles: “la felicidad, además, parece consistir en el reposo, pues trabajamos para reposar y guerreamos para vivir en paz”. Tropo

Héctor Hernández (México, D. F.). Licenciado en Actuaría y Matemáticas, doctor en Filosofía de la Ciencia y doctor en Educación. Actualmente es profesor del departamento de Desarrollo Humano en la Universidad del Caribe.


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Bye bye, Ramírez: digo yo no más digo Por Mauricio Ocampo C. Al correr la vida, uno se va haciendo duro como un bolillo de tres días. Mi corazón era una roca, y mi vida un libro abierto que se estaba escribiendo. Armando Ramírez

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aminamos sobre el Eje Central y llegamos a Garibaldi. A unos metros de la esquina de la Plaza, se encuentra el Teatro Burlesque Garibaldi. Entramos. Ya no recuerdo cuánto costó el boleto, sólo que en la esquina de la entrada había un señor de avanzada edad con un bastón, sentado en una silla recibiendo los boletos, y en una pared una taquilla. En los muros aledaños unos carteles de mujeres en poses sugerentes que anunciaban el espectáculo. Yo, nervioso, a mis 17 años no había conocido un burlesque; fue mi primera y última vez. Adentro había penumbra. De repente una luz alumbró una pasarela roja y empezó la música. Una chica en lencería apareció moviéndose apenas ante los gritos que no se hicieron esperar. Avanzaba sobre la pasarela, se detenía y el público aprovechaba para tocarla y meterle la mano hasta donde alcanzaba. El rostro de ella denotaba fastidio. No sonreía. Su mirada se mantenía fija hacia la entrada, mientras el

animador incitaba al público a gritar, a acercarse, a tocarla, y ella se iba desprendiendo de la ropa hasta quedar desnuda. El animador la despedía entonces ante la rechifla de desaprobación del público. Así pasaron tres chicas más, antes del intermedio amenizado por un imitador de Cantinflas. Yo me sentía incómodo, fuera de mí. Estábamos a finales de los 90. Había escuchado que en Cancún había un lugar de “tolerancia cero” llamado “El 21”, frase que siempre se mencionaba en la secundaria y provocaba el alarde de alguien que aseguraba haber asistido. Todo eso quedó atrás. Ese lugar ya no existe y ahora Cancún es una zona de tolerancia total en la que el crimen organizado deambula como Pedro por su casa dejando muertos en cada esquina. Todo lo anterior pasó cuando yo estudiaba la preparatoria, y lo recuerdo como si fuera ayer porque viajamos a la Ciudad de México con dirección a Zacatecas para conocer a una novia que tenía por internet, pero esa es otra historia. El país venía de varias décadas de golpes a los de abajo: las décadas de los 60 y 70 llenos de sangre y tensión

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Fotografía: Agustín Labrada. Una gota de música, por el amor de Dios

mundial, entre guerras y el impacto creciente de los nuevos movimientos sociales. En México, la masacre del 68 y del 71 seguidas por una guerra llamada —a modo de pleonasmo— “sucia”, con persecución de líderes estudiantiles, políticos, sindicalistas y todo aquel que se oponía a papá gobierno. Los 80 con un golpe a la ciudad más grande del mundo, “el gran terremoto”, el movimiento punk que avanzaba a pasos agigantados en las urbes más grandes de nuestro país, y con ello, la creación de varias bandas como Los Panchitos Punk y Los Buk´s, jóvenes que eran la protesta viva que escupía al American Way of Life, y que permeaba los lugares más recónditos de nuestro país, dando nacimiento de poco en poco a las submetrópolis que abrazarían a los desharrapados, a los hambrientos, aquellos a los que la revolución sigue sin hacerles justicia; se iba dibujando lo folck como objeto de estudio de alguno que otro “antropólogo positivista”, y al mismo tiempo salían desde las entrañas de la bestia vatos, chavos banda, jóvenes suburbanos que tenían el deseo de plasmar lo vivido, escupir la cara del sistema, denunciar las condiciones infrahumanas a las que el otro México, el México profundo mostrado por Bonfil Batalla, vivía en su quehacer cotidiano. Ahí viajaba la droga, la prostitución, el atraco, la violencia, el agandalle, pero también la resistencia, la solidaridad y la dignidad. El Teatro Burlesque Garibaldi se suspendió en el tiempo, clausurado pero en funcionamiento como giro negro. Quizá ha cambiado, pero su esencia fue plasmada por Armando Ramírez en el primer capítulo del libro Bye bye Tenochtitlán: digo yo nomás digo (1999).

II El otro México, aunque negado por la academia la mayoría de las veces, existe y es en suma, el más grande, el más golpeado y el que más ha aportado a la identidad de nuestra nación. Pero también es el más incomprendido y mal interpretado desde “la academia”. Así ocurre con antropó-

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logos y sociólogos teoricistas que consideran que en pos de la ciencia pueden interpretar lo que nunca han vivido. Así le sucedió a José Agustín con su libro de La Contracultura en México: un pequeño burgués pretendiendo hablar de las entrañas de la bestia a kilómetros de distancia, presentando una imagen distorsionada de lo que es. Pero no, la bestia creó a sus detractores, y creó con dolor y muerte a quienes plasmarían desde sus entrañas y sin cuentos chinos ni distorsiones, la forma en la que ella se configuraba. En voz de Chin Chin el teporocho (1971), Armando Ramírez le daba la voz a la suburbe, al lumpen proletario que no era digno de mencionarse en los libros de literatura de élite, porque rompía con la estética que el capital quería presentar de las grandes metrópolis. Pero era sólo una ilusión, ilusión que escritores como Ramírez fisuraron dando apertura a una literatura netamente mexicana, con personajes de carne y hueso que abundaban en las esquinas, en las pulquerías, rifándose la vida para sobrevivir en una ciudad de carne y hueso, donde el tiro era necesario para medirse con el verga de la banda, con el macizo, para ganarse el respeto y el pan de cada día, taloneando, moviéndose en metro al camello, así, con un lenguaje lleno de simbolismos, de “magia chilanga”, de doble sentido en la riqueza semántica del albur. Sí, todo eso lo podemos leer en la literatura de Ramírez, cronista urbano, cronista neto, sin pelos en la lengua, porque sabía que maquillar la realidad, era negarla. Antropólogo y sociólogo urbano de facto y sin pedir permiso a universidad alguna para que avalara su actuar, sin recursos del CONACyT, chingaquedito de la élite de investigadores maquilla todo, periodista de profesión, novelista, narrador y guionista cinematográfico. La literatura de Armando es un espejo de nuestra miseria, de nuestra idiosincrasia, es El laberinto de la soledad o el Águila o sol del barrio. Armando, sin ser escritor de profesión, narró de una manera inequívoca la contraparte de la ciudad por una sencilla razón: todo lo plasmado lo vivió.


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En voz de Chin Chin el teporocho (1971), Armando Ramírez le daba la voz a la suburbe, al lumpen proletario que no era digno de mencionarse en los libros de literatura de élite. (…) … Ramírez (creó) personajes de carne y hueso que abundaban en las esquinas, en las pulquerías, (…) donde el tiro era necesario para medirse con el verga de la banda, con el macizo, (…) con un lenguaje lleno de simbolismos, de “magia chilanga”, de doble sentido en la riqueza semántica del albur.

III El 10 de julio pasado, a los 67 años, falleció Armando Ramírez, el cronista de los invisibles. Fue un golpe duro para la urbe ex/defeña. Uno de sus más grandes cronistas, oriundo de Tepito, nos dejaba. Sin embargo, su vasta obra ha quedado como un precedente en la literatura e historia de nuestro país. Inició su carrera literaria con su libro Chin Chin el Teporocho, con cuyo lenguaje honesto, claro y sin tapujos, nos mostró que un teporocho, una puta, un ama de casa, una trabajadora doméstica y/o un niño de la calle, siempre tienen algo que decir, y que las locaciones y paisajes de la narrativa clásica se deconstruían en calles mugrosas, con baches, postes orinados y perros callejeros; un metarrealismo acá. Sí, acá. Ramírez fue cofundador del Colectivo Artístico y cultural “Tepito Arte Acá”, llamado así por las razones que él mismo definiría: Tepito como lugar donde se origina; Arte como base de todo conocimiento de lo moderno y lo universal, y Acá, situación anímica de entrega y de aportación espontánea que surge de lo tradicional, religioso y urbano. Con más de quince títulos escritos, entre narrativa, crónica, cuento y novela, Ramírez siempre preservó la cultura popular a partir de su lenguaje, sus costumbres y sus imaginarios, sin alteraciones estéticas políticamente correctas, utilizando los espacios que se le tendían como

la radio, la prensa, literatura y el cine, compartiendo encuentros e ideas con grandes cineastas de la talla de Ismael Rodríguez y Gabriel Retes, quien llevaría en 1975 a la pantalla grande a Chin Chin el Teporocho. Otras publicaciones destacadas suyas son Chin Chin el Teporocho (1971), La crónica de los chorrocientos mil días del año del barrio de Tepito (1972), Tepito (1983), Quinceañera (1987), Bye bye Tenochtitlán: digo yo no más digo (1992), ¡Pantaletas!: Confesiones sentimentales del estudiante Maciosare, el último de los Mohicanos (2001). Fue el vato, el ñero, el escuadrón de la muerte encarnado, la puta que lleva al desarropado un desahogo sexual en un teatro revestido de burdel, el grito de una generación que vio parir a la democracia un 2 de octubre, un 10 de junio, un primero de enero de 1994. Él fue Armando Ramírez. ¡Hasta siempre! Tropo

Mauricio Ocampo. Sociólogo con especialidad en Cultura y maestro en Pedagogía. Es autor de los libros La Universidad Pública: vendedora de paisajes oníricos como objetos de consumo (Ediciones del Lirio, 2012), Aprendizaje basado en proyectos (Ediciones del Lirio, 2013) y Pedagogía crítica y crítica pedagógica (Ediciones RR/Consejo de lucha de Q. Roo, 2016).

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Viento en popa Por Miguel Ignacio Miranda

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La corriente del Golfo Fernando Cobos Flores Malix Editores 2019 169 p.

onocí a Fernando Cobos cuando era un estudiante larguirucho y flaco, con una melena que me recordaba un poco a mí cuando yo tenía su edad. Cursaba la carrera de Turismo Internacional, pero se colaba a clases de la Escuela de Comunicación, donde yo era —y sigo siendo— un humilde docente de asignatura. Fue hace exactamente diez años; Cobos, como le llamaban sus amigos, era un chico poco común. A pesar de que sus compañeros se distinguían de otros grupos por su pertinaz entrega (poco común en estudiantes de universidades privadas), el joven larguirucho tenía una mirada resolutiva de querer absorber cuanto entraba por su mirada y se embelesaba en su mente. Como profesor, notaba que el joven Cobos tenía un sentido de la observación diferente al común de sus compañeros. Los blogs estaban de moda y nos leíamos mutuamente. Yo escribía por esos años “El blog del Zorombático” y Cobos inició uno donde “protestaba” por diversas causas. En el verano del año pasado recibí un inbox: “Profe, ¿te acuerdas de mí?”. Cobos me pedía que leyera su novela; “Escribí esto. Yo creo que no está tan mal, ¿pero tú qué opinas?”. Mi respuesta, que ahora forma parte de esta reseña, inició con misteriosas fuerzas que se concatenaron; por esos días Mariel Turrent estaba por publicar su primera novela y habíamos decidido emprender la edición autogestiva creando Malix Editores. El joven Cobos también había sido alumno de Mariel, así que todas las piezas encajaban perfectamente: teníamos una novela más que publicar.

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La novela de Fernando Cobos lleva al lector a una serie de aventuras que comienzan con un preludio en el oceáno y prosiguen en Isla Mujeres. La corriente del Golfo nos lleva a la vida de tres familias: los Teruel, los Besser y los Lutzhoff. A las tres las une el mar de diferente manera. Fernando Teruel es el primer protagonista, a quien el autor le da la alternativa de partir como personaje principal; ha nacido en 1950, hijo de una familia de empresarios navieros tiene privilegios y comodidades sociales, es criado para seguir la senda de los negocios, sin embargo se interpone el mar. En la historia, Fernando transita entre su juventud en los barcos y andanzas en Veracruz y el Teruel, ya viejo, en la época actual, que está buscando a alguien en Isla Mujeres. Así aparecen los Besser, cubanos. La revolución ha hecho agua en su economía rural y encuentran en el contrabando una manera de resarcirse, de reinventarse. Pero hay un tercer personaje que proviene de la familia Lutzhoff, de origen judío que huye de la persecución europea antisemita de la postguerra; Jerome “hace las Américas” o “brinca el charco”, desde España hasta Cuba a los doce años, y cuando llega a La Habana


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Fernando Cobos. Fotografía: Miguel Miranda (Malix Editores).

se embarca en una aventura rocambolesca donde “Papa” Hemingway le ayudará a llegar a la Florida. Es entonces cuando el lector astuto irá encontrando los hilos conductores del relato, pues las tres familias se entrelazan en diverso tiempo y situaciones, hasta que sobreviene el desenlace que no contaré aquí porque mi ética de reseñista literario me lo impide. La historia se desmadeja congruentemente en el tiempo. Cobos ha seguido un mapa histórico preciso en cuanto a sucesos, acontecimientos y personalidades que inciden en los personajes, que conviven con Hemingway y viven realidades que van desde las postrimerías de la guerra civil española hasta la primera misión tripulada a la luna. El joven autor ha sido exigente en la manufactura creativa, forjando una historia interesante, verosímil y muy entretenida. La novela se deja leer rápidamente, casi a un ritmo adictivo, porque los personajes van viviendo su vida a partir del relato y el lector va descubriendo las intimidades de cada uno de ellos. La corriente del Golfo es una novela contundente y redonda. Afirmo lo primero por el trabajo que representa, tomando en cuenta que Fernando Cobos es un escri-

tor que, como muchos, no vive de las letras y ha sacado tiempo para escribir un relato emotivo que fluye desde el inicio hasta el final, redondeando la obra en una historia con personajes bien construidos y afianzados en una trama congruente, divertida, fácil de leer pero inteligente y con aporte literario, esto último, desdeñado totalmente por algunos autores que publican con editoriales “de prestigio” que ni siquiera se preocupan por el estilo y la forma. A pesar de su poca experiencia literaria, Fernando trabajó su novela a base de tesón y constancia; al principio basándose en su intuición de lector (él mismo acepta la influencia de escritores como Gabriel García Márquez, William Faulkner y Chuck Palahniuk) pero conforme avanzaba y reconocía que estaba “creando un monstruo” recurrió a los consejos de otros escritores más avezados como Mariel Turrent. Y cuando un escritor joven permite la opinión de los demás para luego dar paso a la autocrítica, el camino está más que despejado para un futuro brillante. Puede ocurrir que la novatez sea un tanto indeseable, sin embargo, hasta esa compañera que parece flaca por bisoña, florecerá cuando embarnezca con el tiempo. En el mundillo de las editoriales comerciales encontramos muchas veces bazofia literaria acompañada de tendencias y demagogias. La honestidad de autores independientes como Fernando Cobos es patente en la búsqueda por lo literario, por la definición de un estilo y por el aporte auténtico de un autor apasionado que se entrega, con su yo de escritor, en su trabajo. Poblano de nacimiento, Fernando vino a estudiar Turismo Internacional; Cancún se convirtió en su casa y ha echado raíces en estas tierras, abrevando en las historias que obtiene, parte en su trabajo y parte en su acervo familiar. Es un escritor honesto en cuanto a su deseo de seguir avanzando por el camino de las letras y hacerse un lugar en él. Con su primera novela lo demuestra a cabalidad y seguramente dará mucho de qué hablar en el ámbito literario y cultural de esta ciudad que eligió como suya. Con un tiraje muy corto, de apenas 200 ejemplares, La corriente del golfo se vende de manera independiente a través de la página de Malix Editores (www.malixeditores. com). Si usted gusta de lecturas ágiles, divertidas y bien escritas, le invito a que apoye a escritores locales como Fernando Cobos, quien con valentía, gran honestidad literaria y de manera independiente, se atreve a navegar, viento en popa, por los mares de las letras. Tropo Miguel Ignacio Miranda (Cd. de México, 1966) Diseñador gráfico, comunicólogo, publicista, editor, escritor. Profesor en la Universidad Anáhuac. Reseñista habitual de Tropo a la uña. Miembro fundador de Malix Editores. Correo electrónico: miguel@malixeditores.com

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La prosopopeya perruna Por Svetlana Larrocha Para Sorrel (q.e.p.d.), eternamente. Los perros duros no bailan Arturo Pérez-Reverte Alfaguara 2018 168 pp

No existe mejor alivio para la melancolía y la soledad que su compañía fiel, la seguridad de que moriría por ti, sacrificándose por una caricia o una palabra.

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Pérez-Reverte

e antemano, hay que decir que no es la mejor novela de Arturo Pérez-Reverte. De hecho, para algunos de sus críticos, es una novela menor. Lo cierto es que es la más sensible, la más conmovedora, la más humana, porque el autor español, en Los perros duros no bailan se preo-

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cupa de un asunto: el maltrato, el abuso, el abandono y la indiferencia humana hacia “el mejor amigo del hombre”. Cruce de mastín español y fila brasileña, Negro, el personaje de esta novela, es un perro de unos ocho años, lleno de cicatrices en el cuerpo y en el espíritu, que antaño fue luchador —y ganador— en peleas clandestinas, las que pudo dejar y así convertirse en guardián de un almacén. Ahora, Negro dedica su tiempo yendo a beber agua anisada en un canalillo que chorrea de una destilería. Allí van otros perros, algunos de raza y otros de baja estirpe canina. En esas, Negro se percata de que dos perros que frecuentaban el abrevadero de anís han desaparecido: Teo, su mejor amigo en un pasado no lejano (amistad truncada debido a Dido, una perra que prefirió a Teo), y Boris el guapo. Entonces, Negro se embarca en una aventura para rescatar a sus compañeros en el bajo mundo de las peleas de perros. Los perros duros… es una novela de homenajes, empezando con el título: a Norman Mailer (que en 1984 escribió la excelente Los tipos duros no bailan), y auto homenaje, cuando nos

presenta a personajes como Lupe, una perra xoloitzcuintle, apodada la Reina Tequila, a quien “hasta los Chuchos del Norte le habían compuesto aquel perro-corrido”. Por supuesto, una versión canina de “La reina del sur”. Negro es un poco Alatriste, un poco Falcó, es verdad, pero eso no le resta méritos a esta historia donde Pérez-Reverte retoma el tema que abordó en la colección de artículos, escritos entre 1993 y 2014, Perros e hijos de perra. “No soy un perro inteligente, como dije. Ni siquiera listo. Y los años de Desolladero no me afinaron la claridad de ideas: a veces los sesos parecen movérseme como si estuvieran sueltos.” Pero, sin ser inteligente, Negro nos comparte sus sentimientos y reflexiones: “Una de las ventajas que los animales poseemos sobre los humanos es que nadie nos exige ser políticamente correctos. Ahí jugamos en casa. Miren los monos: todo el día dale que te pego al manubrio o


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Arturo Pérez-Reverte

la coyunda, a su rollo, con los niños encantados en los zoológicos y los padres riendo la gracia. O sea, que los animales estamos a salvo de esa clase de gilipolleces. De momento, al menos. Nadie anda fiscalizándonos, y cuando se impone nuestra naturaleza tenemos la excusa de que somos, dicen, irracionales.” La novela es simple, ágil, pero con una adecuada y sostenida tensión dramática. Hay referencias a los neonazis, al machismo, a la homofobia --todo perruno--, y considero que es aquí donde radica el brillo de la novela: “Margot era, y lo sigue siendo, una perra resentida, áspera, feminista — ninguno de nosotros podía alardear de haberla montado nunca— y con muy mala leche.” Los personajes de esta novela satirizan distintos comportamientos humanos, con su lenguaje, actitudes, conductas, pensamientos. Dos ejemplos: “Te comeríamos hasta el collar antiparásitos (…) Si lo que le dijimos aquel día se lo dice un humano a una humana, el fulano acaba en

comisaría a la media hora. Pero por suerte no éramos humanos. Los perros somos machistas, oigan. Faltaría más. Y a mucha honra.” “Mientras la montaba —con más urgencia que habilidad, pues grandullón como soy siempre fui torpe con las hembras—, Dido se había limitado a quedarse quieta, flexionadas las patas de atrás. Sumisa, y punto. Pero cuando Teo tomó el relevo con sus modales de chulo de barrio, con su manera canalla de sonreír pasándose la lengua entre los colmillos, ella torció el pescuezo y empezó a tirarle mordiscos apasionados mientras ladraba, enloquecida. Aullando como una perra.” Decía que Los perros duros… es una denuncia social contra los que organizan peleas de perros y contra las autoridades que lo permiten, al aplicar multas y castigos risibles. También un intento de concientización acerca del abuso y maltrato que sufren los cánidos en diversos lugares: España es uno de los países donde más maltratos sufren los animales,

por las llamadas tradiciones antiguas. Entre estos maltratos está, por ejemplo, ahorcar a los galgos luego de haber sido utilizados en temporadas de caza, cuando pierden la velocidad para continuar con su “trabajo”. Se calcula que anualmente, cerca de 50.000 galgos sufren esta suerte, especialmente en las regiones de Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha, donde se emplea especialmente el galgo para la caza. En la novela, igualmente se hace énfasis a la traición que reciben los perros al confiar en los humanos, los dueños, los amos, que reciben abandono o maltrato cuando dan lealtad, la “estúpida lealtad que tanto nos ata a ellos y tantos males nos causa, cuando no nos merecen”. Finalmente, Los perros duros no bailan es también una oda a la libertad, a esa capacidad que tienen los seres humanos —caracterizados aquí por perros—, de aspirar a no ser esclavo de nadie, de elegir un destino, así cueste la existencia, como Espartaco, el “gladiador romano, un luchador que se había rebelado contra sus amos…”. Tropo

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La poesía yucateca contemporánea Por Daniel Medina

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a poesía yucateca pasa por momentos importantes. Autores como Manuel Iris (Campeche, 1983) e Ileana Garma (1985) han dejado, como suele decirse, la vara bastante alta. Otros poetas como Nadia Escalante (1982), Manuel Tejada (1981) o Irma Torregrosa (1993) han aportado también a este fenómeno cada vez más abierto, menos arraigado al terruño y progresivamente más partícipe de situaciones poéticas del exterior. Se vive, a decir de muchos, un buen momento literario. Cierto es, sin embargo, que por asuntos de geografía los vicios de la literatura mexicana alcanzan a la yucateca. Estos tiempos de letras mexicanas permiten cada vez más situaciones que, por ejemplo, nos dejan situar el libro de un poeta como su mejor obra aunque este no contenga su mejor poesía. Libros estructurados perfectamente, realizados a las temperaturas idóneas, no significan precisamente gran poesía en el sentido estricto de la frase. En este panorama, las antologías –de las que cada vez hay más– juegan un papel decisivo: reúnen voces, líneas, posturas poéticas bajo parámetros puntuales que permiten dar un vistazo más o menos preciso de lo que sucede en un momento y un espacio. Así, en el año 2015, la Secretaría de la Cultura y las Artes de Yucatán (SEDECULTA) publica Casi una isla. Nueve poetas yucatecos nacidos en la década de 1980, antología realizada por los poetas Marco Antonio Murillo (1986) y Jorge Manzanilla (1986), autores que, por cierto, también forman parte de ese mínimo grupo de escritores que han aportado lo suyo a la literatura reciente del estado.

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Casi una isla nos presenta, de la mano de sus antologadores, un prólogo que cumple la función de revelar cuáles fueron los parámetros de la selección y cuáles las características del discurso resultante. Nos mencionan, por ejemplo y apunto casi textualmente, que no hay una línea estilística o temática que una las escrituras antologadas sino visiones de mundo particulares y la forma en que cada poeta entiende la noción de poema. Se destaca, claro, la casi impresencia de los hechos culturales yucatecos frente a los mexicanos debido a la lejana relación de la península con el resto del país. Pasamos también por una lista de antecedentes en materia antológica yucateca encabezada por La voz ante el espejo. Antología general de poetas yucatecos (1995) realizada por Rubén Reyes Ra-


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mírez (1954); también es válido mencionar Las formas de la nube: antología de poetas yucatecos nacidos en la década de los ochenta (2011), realizada por el mismo Murillo, publicada en el portal de Círculo de poesía. Rematan recordándonos que, como prácticamente todas las antologías recientes, la única intención de la suya es ofrecer una breve muestra del panorama determinado. No hay, pues, pretensiones exageradas. Finalmente, señalan los criterios de selección: que los autores hayan nacido (o posean una residencia de cinco años o más) en la entidad durante la década de 1980, o bien hayan nacido en la década señalada y tengan historial de eventos literarios en Yucatán; que propongan una poética clara y novedosa (en lo que concierne al contexto literario estatal, y esto es importante señalarlo); que sea acreedor y partícipe de premios, encuentros o publicaciones; y, por extraño que suene, que no haya abandonado la poesía de forma definitiva. Hay que decir, ahora, que no todos los autores antologados merecen una mención puntual más allá de identificarlos. Como sucede en gran parte de los libros de esta naturaleza, la intención de balancear sus páginas es una tarea imposible. Hay textos de más –que no poetas–. Los seleccionados son: Agustín Abreu (México DF, 1980), Wildernain Villegas (1981), Christian Núñez (1981), Nadia Escalante, Manuel Iris, Karla Marrufo (1982), Ileana Garma, y los propios antologadores: Jorge Manzanilla y Marco Antonio Murillo. De entre todos estos nombres destacan sobre todo los textos de: Abreu, Villegas, Escalante, Iris, Garma, Manzanilla y Murillo, es decir, la mayor parte. Y esto es, por donde se vea, un acierto necesario y digno

de celebrarse. Dejamos fuera a sólo dos autores: Núñez y Marrufo, cuyos textos no son un aporte novedoso o, en ocasiones, de calidad; como señala el prólogo. Lo erróneo de este caso no es la inclusión de los poetas sino la irregular calidad y propuesta de sus respectivas páginas. Como ejemplo de esto pueden revisarse sus respectivos poemas “Octuber fields” y “Preacher” por un lado (ambos textos que pretenden ser contundentes en su brevedad, pero que en la práctica logran un chispazo y alguna referencia vacua) y “Leyes de gravedad” y “Lección I” por el otro (impecables en el sentido formal, pero lineales en su discurso hasta el punto de la monotonía que, sumada a los campos semánticos en extremo comunes, terminan en apenas una lectura agradable). Textos como “Héroe” o “I´m still here” de Agustín Abreu; “La lluvia” o “Yo sé lo que restaré al pasado” de Nadia Escalante; “Nueva Nieve”, “Para brindar ahora” y “Homeless” de Manuel Iris, condensan el valor literario de esta antología y, claro, la indudable calidad de esta generación. Sin embargo, como han señalado algunos, el volumen como totalidad carece de ciertas cosas: no tiene un estudio crítico –por cuestiones editoriales, quizá– y esto resta bastante a la importancia que Casi una isla puede representar para la poesía de la entidad. Son, pues, textos de varia autoría reunidos en un bloque. Un libro colectivo. El trabajo de selección representa tan sólo una parte, un porcentaje del universo antológico. Por otro lado, la falta de los poemas originales escritos en lengua maya por el poeta Wildernain Villegas queda a deber y, además, contradice uno de los señalamientos de los antologadores que mencionan que la inclusión de Villegas

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es debido a la clara relevancia de su obra en el panorama como también a los puentes o diálogos entre la tradición maya y castellana. En pocas palabras, se trata de reconocer la poesía y no la poesía en castellano; intención aplaudible pero opacada por la contradicción que hace desaparecer ese diálogo. Finalmente, la cuestionable inclusión de los propios antologadores en las últimas páginas del volumen. De este tema, incluirse a uno mismo cuando se realiza un trabajo de este tipo, se han pronunciado muchas razones y sinrazones. Por un lado, el trabajo, digamos, académico de realizar un estudio formal de cierta literatura se ensucia por esta autoinclusión de los antologadores que pasan a ser antologados. La razón, en sí, se ubica en que el antologador no pasó por los criterios de selección y su presencia se convierte en un capricho. Pero entonces, ¿qué sucede cuando son dos antologadores y, quiérase o no, forman parte de lo destacable que se estudia? Es cuestionable, por supuesto. Uno de ellos selecciona al otro, hacen “curaduría” como suele decirse de lo ajeno aunque, al final, el visto bueno sea una decisión compartida. Señalamos esto como una debilidad de la antología porque termina confirmando su naturaleza de libro colectivo, de obra literaria a varias manos. El peso del término antología es, quizá, el gran enemigo de Casi una isla. Nueve poetas yucatecos nacidos en la década de 1980. Si bien este es un libro necesario, válido e importante en lo que respecta a la poesía como fenómeno literario y estatal, es un hecho también que en el mundo de las antologías publicadas en la entidad termina por ser un intento que, ya sea por razones editoriales o de cualquier índole, presenta un buen producto con la etiqueta equivocada. Por otro lado, en el año 2016 se publicó en el portal de Círculo de poesía la Antología de poesía yucateca contemporánea compilada por Alejandro Rejón Huchin (1997). De esta “antología” hay pocos apuntes positivos: es una reunión arbitraria de toda la poesía contemporánea yucateca que, a decir del antologador, inicia con la obra de Raúl Renán (Yucatán, 1928-2017) y concluye –digamos al momento– con él mismo, quien antologa. El orden de los poetas obedece a la cronología, de atrás hacia adelante, pasado y presente del estado. Para adentrarnos al contenido de esta reunión arbitraria –no digamos antología– es necesario tomar al antecedente publicado, como se mencionó antes, por Marco Antonio Murillo en el 2011. Existe una similitud entre las dos publicaciones: ambas son alojadas por Círculo de poesía, revista de innegable alcance a pesar de todo. Y punto. La antología de Murillo posee parámetros intermitentemente arbitrarios,

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pero logra su cometido y el autor practica, claro, sus cualidades antológicas y seguramente comprende, tras la publicación del 2011, la magnitud y complejidad de la Antología. La de Rejón, por su parte, posee un prólogo –que a diferencia del de Casi una isla no es explicativo sino crítico o cuando menos analítico, pero terriblemente mal ejecutado– que pretende comentar las poéticas de los autores a partir de la primicia de que poseen una “propuesta novedosa y bien desarrollada, cuantificable en el marco de la poesía nacional”. En este sentido, figuran algunos de los nombres de Casi una isla, como vimos en su mayoría destacables, y otros nombres ciertamente importantes como José Díaz Cervera (1958) y Fernando de la Cruz (1971). No se necesita ningún sentido crítico para notarlo; cualquier lector en sus cabales que haya tenido contacto con estos dos poetas lo sabe. El tema, ahora, es la ingenuidad de quien antologa y, además, decide incluirse a sí mismo como el cierre de la antología. El texto, pues, empieza y termina con Alejandro Rejón Huchin, el antologador. Quien, en el prólogo, no desarrolla nunca la crítica sino la lluvia de conceptos trillados que encajan en cualquier discurso. Cito aquí algunos ejemplos: “voz plenamente existencial y críptica” “a partir de la connotación de imágenes cotidianas que hablan desde el silencio como un todo que va distendiendo su ruptura” “profundización de la imagen mediante una expresión de un ‘yo’ fenoménico que habla desde el acaecer como una carne que resiste en el tiempo” “estética que se basa en lo telúrico y en imágenes elocuentes con una estructura rítmica bien lograda” “resquicio que opta más por la imagen de lo cotidiano sin perder ese abismo existencial” “tópicos más clásicos retomándolos desde un plano existencial” “muestra un afloramiento de la metáfora, haciendo una lectura minuciosa que ilumina la condición humana a la que aluden los objetos” “logra dilucidar lo mismo desde ciertas instantáneas o situaciones concretas que interpelan la posición del individuo frente a la vida como fenómeno saturado”


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Daniel Medina (Mérida, Yucatán; 1996) es autor de los libros de poemas Una extraña música (Sombrario Ediciones, 2018) y Médium (Sangre Ediciones, 2018). Obtuvo el Premio Nacional de Poesía Joven Jorge Lara 2014 y el Premio Peninsular de Poesía José Díaz Bolio 2017. Becario del PECDA Jóvenes Creadores en el área de poesía (2017-2018), de verano de la Fundación para las Letras Mexicanas (2018) y del Festival Cultural Interfaz 2018. Forma parte del Centro de Experimentación Literaria. Fotografía: El Naranjo Estudio.

Lo rescatable de este prólogo son las obviedades que dictan, por ejemplo, que la obra de Raúl Renán busca romper moldes. Del resto, nada. Lo importante a notar, aquí, es la forma en que el antologador se expresa respecto a los textos: no es una crítica sino frases hechas que funcionan como piezas intercambiables, encajan en casi todas las “visiones de mundo” del fenómeno literario o artístico que se apunte. Hay que señalar, también, que este vicio suele verse en todas las reseñas, a veces críticas, de las que todos hemos sido partícipes. Se agudiza, claro, cuando un montón de textos, como es el caso que nos ocupa, aparecen con el fin de ser leídos pero que, gracias a ese prólogo, terminan lejos del lector. No se puede ignorar un prólogo cuando se presenta como la apertura de una antología; este, al final, es prácticamente un género literario que exige capacidades específicas. No se necesita nada, realmente nada, para agrupar poemas en un procesador de textos. Innecesario es también firmar su conjunto puesto que no se hizo, en el fondo, nada. Como nota final, apuntemos que Casi una isla cumple una función necesaria, pero incompleta. El segundo caso, recién comentado, no logra cometido alguno, es un error que, de haberse ejecutado de la manera correcta, consumaría un aporte al menos interesante. Para consultar: https://circulodepoesia.com/2016/10/antologia-de-poesia-yucateca-contemporanea/ https://circulodepoesia.com/2011/04/antologia-de-poetas-yucatecos-nacidos-en-la-decada-de-los-ochenta/

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Las heridas,cicatrices que acompañan Por Vanesa González-Rizzo K. Abrazos hasta donde estés La otra vida de Daniel Eva Marcuschamer Stavchansky Amazon.com 2019.

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l libro La otra vida de Daniel es una carta abierta al dolor, la pérdida y el intento de aliviarse frente al suicidio de un hijo. Me resultó un texto desgarrador, quizá más de lo que le podría resultar a cualquiera. Conozco hace muchos años a la autora, una psicoanalista generosa, una mujer inteligente y sensible, una amiga entrañable que está presente a pesar de los kilómetros que en los últimos años nos separan. Eva ha acompañado momentos significativos de mi vida, es amorosa, y tengo mucho cariño y gratitud hacia ella. Leerla con tanto dolor, con una herida tan difícil de sanar, me hacía querer abrazarla y llorar con ella en algunos de los pasajes. Lloré con ella desde que me enteré de que Daniel había fallecido, lloré con ella al leer partes del libro, y sin tener la experiencia precisa de lo que significa perder a un hijo, la acompaño en el dolor. El libro podría tener un subtítulo, “Las heridas, cicatrices que acompañan”, pues de eso nos habla la autora. Es

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claro que el libro lo que busca es compartir lo más fielmente posible el proceso personal, privado e íntimo que para una madre ha significado el suicidio de su hijo aún joven. Sin buscar la poesía, Eva nos muestra las heridas y los recovecos que tuvo que pasar desde que se enteró de que Daniel había volado. Es a partir del vínculo cercano y amoroso que esta madre tiene con su hijo que ella decide emprender nuevos caminos, decide buscar en lo más recóndito de los saberes si hay vida después de la muerte, si la ciencia puede enseñarnos de fenómenos que trascienden la barrera de la materia. Si somos algo más que carne, si el alma existe o es una invención… Cualquier cosa que pudiera calmar el dolor. Tuvo que emprender nuevos senderos, se afianzó a la limpieza del hogar, se permitió tirarse en la cama, llorar, gritar… Nos narra cómo necesitaba comprender qué le pasó a Daniel, por qué ella que es su madre no logró dimensionar el profundo dolor, cómo hacer para trabajar la culpa que resulta una tormenta para quienes quedan con vida. Eva nos abre su corazón e intercala diálogos directos con su hijo y otros en los que relata lo que ella siente y ha ido transitando desde que Daniel partió. Divide el libro en tres capítulos (“La historia”; “La otra cara del duelo: la esperanza”, y “Los restos emocionales y cómo lidiar con ellos”), una introducción y un epílogo. El primer capítulo es duro. Cuenta los momentos siguientes a saber la

noticia, las historias anteriores vividas con Daniel, la locura que ella sintió y las preguntas que le atormentaban día y noche. Transmite con mucho dolor el derrumbe, la falta de vitalidad, eso que en el instante posterior a la muerte de un ser amado inunda con tal fuerza que parece que no desaparecerá jamás. Es el momento del libro en el que mayor diálogo hay con su hijo, y en esas conversaciones nos va contando la historia de ambos, incluso el momento en que él le pide permiso para suicidarse. Nos presenta al opresor interno, ese al que Daniel le puso “Nazi” haciendo así el lazo con la historia que le antecedía, con la fuerza que para una persona judía implica nombrar al opresor con esa palabra. Parece que lo que Daniel buscaba al saltar era acallar ese tirano interno que no le permitía vivir en paz, un tirano que se fue formando de varios acontecimientos y Eva nos comparte algunos de lo que ella cree fueron los más significativos: la cultura conservadora y religiosa en la que creció, la separación de sus padres, la dificultad que tuvo para salir del clóset y lo que ello representó para Daniel, quien no lograba sentirse cómodo ni siquiera en


p a p i r o s San Francisco, donde la homosexualidad tiene menor juicio social que en otras partes del mundo. Fuiste un hombre dotado de amor, comprensión, inteligencia y sensibilidad. Las situaciones de la vida te dolían más y no había mente que penetrara tu calvario. No sé cuántos días más de mi duelo me despertaré culpable, frágil o desamparada por la imposibilidad de conocer tu sufrimiento; cuántos días de silencio necesite para detener mi lamento; cuándo dejaré de enojarme por no compartir nunca más nuestros cumpleaños o de culparme de lo que hubiera sido. El “hubiera” se convirtió en mi “opresor interno”. En el segundo capítulo hay una intensa investigación por los temas que a Daniel le apasionaban. Eva intenta acercarse a la ciencia y a la conexión entre lo extrasensorial y su relación con la vida, la muerte e incluso con teorías que se comprueban. Duda, le cuesta, intenta explicarse eventos y sensaciones que ella misma ha tenido y que son de difícil comprensión para la cultura occidental. También es un capítulo difícil, pues en el lector queda una sensación de que hay algo que se busca pero que no logra encontrarse. Eso genera sentimientos encontrados ya que se tiene la sensación de querer brindar paz, resignación, pero ella insiste, y, hace bien, es un proceso individual, quién es uno para juzgar. Hay que acoger el libro y sus experiencias sin ganas de que suceda algo. Abiertos a recibir y transitar por el dolor ajeno que remite a dolores y duelos propios. En el tercer capítulo hay una reflexión en torno al duelo, se insiste en el “opresor interno” y se reflexiona mucho sobre la culpa, se la aborda desde diferentes vértices, con ejemplos cotidianos, con teorías, con sensaciones precisas, junto a ella nuestra autora nos habla de la vergüenza y la pena, las

diferencia, también enlaza sus ideas con la homosexualidad. Parece que en relación con la orientación sexual de Daniel, Eva también se inserta en una búsqueda, una que comenzó mucho tiempo atrás, pero que cobró mayor fuerza a partir de su muerte. Tiene ideas claras, a nadie debemos juzgar por lo que le gusta en la vida, no hay que inmiscuirse en lo privado de las personas, hay que preguntar menos y escuchar más. Ella comparte con generosidad sus ideas, incluso sus confusiones y teorías en torno a lo que implica ser homosexual. Comparte también lo que sabe que a Daniel le pasó; sus intentos durante la adolescencia de sostener deseos que no eran propios, en un contexto que margina y discrimina las diferencias. Con todo ello nos dice que él fue valiente, pudo nombrarlo y se dio el espacio para vivirlo. Quedan huellas, se portan desde lugares difíciles de acceder. Tuviste cuatro o cinco novias maravillosas y dos novios amorosos; me los presentaste a todos y establecí amistad con ellos. Estabas confundido, decidir para ti suponía perder una parte de ti. No sé si fue por cumplir el ideal de tus padres, los míos, mi familia, lo que se convirtió en la fuente de tu sufrimiento. No pudiste salir del clóset antes y me puedo imaginar las consecuencias que te persiguieron por acatar, sin querer, las opresivas “normas” culturales que te tocó vivir. Nos comparte cómo ha logrado sostenerse después de tremendo sufrimiento, se menciona el perdón, perdonarse para poder seguir. El libro, para Eva, parece ser parte de su reparación interior, un reencuentro con su propia historia, fluye recuperando momentos, decires, experiencias, las propias y las de Daniel. Logra separarse de la decisión, sabe que a ella no le correspondía decidir, se compenetra con el profundo sufrimiento que el hijo transmitió y

con resignación asume que la decisión de quitarse la vida fue de él, un hombre adulto. Siente respeto por eso, amor, porque el hijo se hizo cargo de que la decisión era suya y de nadie más. El conocimiento popular define al que se suicida como un valiente y un cobarde a la vez. Imagino que una gran parte de la mente de quien se suicida está entera. Mi hijo me pidió permiso para suicidarse; no pude contestarle, ambos sabíamos lo que eso significaba. Me cuesta mucho imaginar el valor que alguien necesita para aventarse, para volar hacia el abismo hasta perder el cuerpo. Dicen que es cobardía porque al momento del impulso, por el dolor mental tan intenso, se debería “poder tolerar”. Mi hijo era valiente y todos deberían saber que en ese acto no hay debilidad. (…) Con todo el dolor que significa, Eva creció, y nos lo comparte en un libro que podrá servir a otras personas que estén pasando por momentos similares. Es un libro con el que mucha gente logrará identificarse, saber de qué se está hablando con la vivencia en la memoria. El relato, en estos tres tiempos termina resultando un sostén, uno repleto de huecos, de imperfecciones, lleno de cicatrices, así como la vida. Un sostén que tolera la falta. Tropo

Vanesa González-Rizzo Krasniansky. Psicoanalista con más de 18 años de experiencia clínica en el tratamiento de bebés, niños, adolescentes y adultos. Fundadora en 2005 del Espacio de Desarrollo Infantil e Intervención Temprana (EDIIT) en la Ciudad de México. Miembro activo de la Asociación Mexicana para el Estudio del Retardo y la Psicosis Infantil (AMERPI), integrante de la Asociación Mundial para la Observación de Lactantes. Ha sido docente en el Círculo Psicoanalítico Mexicano, la Universidad La Salle Cancún, y la Universidad Marista de Mérida, entre otras instituciones.

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De la sanación y sus consecuencias Por Arazú Cortés El diario de Loreta Angélica Navarro unasletras 2019 172 pp

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o puedo compartir esta lectura de El diario de Loreta hablando únicamente del personaje de Angélica Navarro —y lo que me provoca— sin involucrar la relación entre la creadora de Loreta y mi persona. He conocido a Angélica en diferentes momentos y mi visión de ella es amplia, aunque incompleta e irreal en cierta forma pues influye la interpretación de mis ojos y de mi entendimiento con el personaje. Mientras leo esta aventura creativa, reconozco el cariño sembrado en mi corazón hacia Angélica (¿o debo decirle Loreta?), y la emoción me eriza la piel por sentir su impulso de vida manifestado en esta gestación. Me conmueve la valentía de abrirnos su alma, su mente, su ser y el ser creado en su hacer. A través de su personaje, Angélica nos deja ver sus sueños, anhelos, lucha, locura, verdades, creencias e imágenes. La batalla entre la simpleza y la necesidad de sentirse especial y regresar a la ligereza de solo ser, sus ganas de habitarse y perderse en el

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intento pero regresar, luego enfocarse y llevar su atención a donde en verdad está su energía, en la vida misma. En su juego con la muerte, la siento a veces consciente y no tanto, pero siempre con el compromiso de regresar a ella y con nosotros. En su Diario… se asoman las ganas de la rendición del ego para asumir que sí quiere y sí necesita el regalo del contacto, del vínculo con ella misma y con el otro. Y en otras ocasiones, sin velos, se descubre y nos muestra cómo se enmascara su necesidad básica de pertenencia, cómo proyecta en el otro la responsabilidad de su dificultad de vincularse y de quedarse presente, pero una y otra vez me vuelve a conmover cómo regresa a ella, cómo se integra y se desintegra, cómo crece, cómo se encuentra. Veo el juicio y la dureza, pero también los momentos de intimidad con suavidad, profundidad y claridad. Siento su miedo, la compasión hacia sí misma y hacia el otro que viene de un descubrirse a ella en su esencia, verse, tomarse, reconciliarse con dignidad, humor y respeto. Siempre he admirado de Angélica —y Loreta necesitaba heredarla— su conexión con la divinidad, con ese mundo mágico, espiritual y divino explorado y experimentado, donde ha crecido y se ha nutrido y fortalecido para asumir su humanidad. Este Diario… rebosa de la consciencia de ser divinos, de venir de ahí, para regresar por último ahí.

En esta novela veo su amor al drama y a la comedia como formas elegidas para crear y contarse a ella misma el cuento de su vida con la responsabilidad de querer ser descubiertos, la necesidad de ser leídos, aceptados y recibidos. Es un movimiento de sanación que nos lleva a asumir lo que generamos, para qué lo hacemos y sus consecuencias. Respeto el oficio literario y entiendo que este libro no pretende un valor en ese sentido. Se trata meramente de una novela llena de vivencias para ser compartidas. Angélica —como muchas personas que están escribiendo sus historias y experiencias de vida— ofrece un gran regalo a un nivel humano. Es, en suma, el Diario… de la mujer, Loreta, la chamana divina, la psicóloga y senadora, y el cómo Angélica Navarro la vuelve escritora de historias con sabiduría de vida, de riqueza en experiencias y madurez. Al descubrirse, Angélica se ha atrevido a romper el pacto de ser la guardiana de los secretos que sólo enferman y matan el flujo de la vida. Aquellos que, cuando se sacan a la luz, no son ni tan secretos ni tan graves ni tan ciertos… Solo queda seguir viviendo y seguir creando. Tropo


p a p i r o s

El diario como espejo Eugenia Montalván Colón. Escrito por una mujer fuerte y apasionada que se mira a sí misma para revisar desde la madurez su pasado personal y familiar, en El diario de Loreta Angélica Navarro ficcionaliza a varios de sus personajes significativos: la abuela materna, de una pieza, robusta y guadalupana; la niña Loreta, que anda en bici, juega con sus amiguitos en la calle, siempre fantaseando, mentalmente distante de casa, ese lugar violento que forja su personalidad; las nanas, que la contagiaron con su loca manera de entender el mundo terrenal; la adolescente, que confronta la gran intriga —¿quién la desposará?— porque le urge dejar sus cuatro paredes y conocer algo que se parezca a la felicidad; y un primer matrimonio denso que la vuelve libre y madre huidiza, en donde crece y llega a la autocomplacencia. Amigas/hermanas, amantes/antihéroes, hijos/maestros. Con ellos, Loreta se gana el oro a la sinceridad escribiendo con el temple de una fiera apacible que a veces rasguña y muerde. Porque Loreta es el espejo de hombres y mujeres de sangre hirviente y de aquellos que aun bravos son seres sutiles de luz poderosa y benigna. En este libro, que surge de la soledad, de la insatisfacción, del destierro, de la angustia, Angélica realizó un ejercicio individual profundo para configurar la vida de un personaje femenino complejo.

Con su capacidad psicoanalítica, dibujó a Loreta con un carboncillo de buena punta desde una infancia color pinacate hasta la edad adulta, examinando sus estados de ánimo, sus aspiraciones, sus malos momentos, sus deseos de cambiar, de ser otra y también de empezar a quererse. En su libro En torno a la literatura, Gao Xingjian afirma que “la única relación que existe entre el escritor y el lector es de índole espiritual, en la que uno, el escritor, no necesita conocer al otro ni a los otros ni permanecer en contacto con ellos, pues solo se comunica a través de lo escrito”. En efecto, lo esencial es hacer notar que la literatura nos lleva a una comunión profunda; es decir, hacia los linderos de la consciencia. Escribir es un acto solitario, lo mismo que el acto de leer. Y leer este libro me inquietó mucho: me llevó a mirar con otros ojos mi propia infancia —un pozo sin fondo, donde se encuentra lo bello pero también lo oscuro—, y la soledad a la que tiende la sociedad en la que vivimos, esa soledad donde —por fortuna— tiene su casa la poesía. Con el dolor a cuestas, con lo difícil que es dar vida a una historia, al final Angélica Navarro llegó a la consumación de un acto regenerador, un acto que como tal es muy placentero. Quien decida recorrer este libro va a sentir en la columna vertebral el zigzagueo electrizante de un toque mágico. Tropo

Fotografía: El Naranjo Estudio.

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Dolor y Gloria

Las autoficciones de Almodóvar Por Svetlana Larrocha “Las noches en que coinciden varios dolores, esas noches creo en Dios, y le rezo. Los días en que padezco sólo un tipo de dolor, soy ateo.”

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Salvador Mallo

omencé a mirar y a admirar el cine de Pedro Almodóvar en los años 90. Al principio, quedé encantada con películas como Matador (1986), La ley del deseo (1987), Átame (1990), Tacones lejanos (1991) y La flor de mi secreto (1995), etc. Entonces, llegó la aclamada y premiada Todo sobre mi madre (1999) y esa admiración decayó. ¿La causa? Vi de nuevo la repetición de situaciones y personajes. Era un repetir, magistralmente, sí, pero un tanto cansado. Ya

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en el 2002, retomo la afición a la obra almodovariana con Hable con ella, a mi parecer la mejor película de este director. Este año, a principios de verano, se estrenó Dolor y gloria en las salas de cine de nuestro país. La trama: Salvador Mallo, un reconocido cineasta español, retirado y viejo, con diversas dolencias físicas, se halla inmerso en una crisis existencial que afecta sus ganas de vivir, de amar y de seguir creando. En la soledad, sus fantasmas y el consumo de heroína le llevan a su pasado intenso, donde surgen aquellas experiencias que le señalan lo que dejó inconcluso y que es necesario terminar. Ésta es la base de Dolor y gloria, que nos presenta múltiples referencias a sus películas anteriores, sus obsesiones recurrentes y, por supuesto, a elementos de su vida personal. “Sin haberlo pretendido, Dolor y Gloria es la tercera parte de una trilogía de creación espontánea que ha tardado 32 años en completarse”, señaló en sus notas de producción del filme Pedro Almodóvar. Completan dicha trilogía La ley del deseo (1987) y La mala educación (2004). Las tres pelí-


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culas tienen en común estar caracterizadas por personajes masculinos y directores de cine, y en las tres el deseo y la ficción cinematográfica son los ejes narrativos. Almodóvar ha repetido, a lo largo de su obra, elementos de autoficción, pero es quizá Dolor y Gloria la que contiene más aspectos autobiográficos. La película se centra, especialmente, en lastres físicos y emocionales que no le permiten seguir rodando (algo similar a lo que vivió el cineasta hace unos años, antes de Julieta (2016). La historia abarca tres épocas del protagonista: su infancia en un pueblo al que emigró en los años 60; su primer amor en los años 80, ya en la capital española; y la actualidad de Salvador, sumido en la depresión, el aislamiento y la imposibilidad de la creación. Las voces narrativas de la película son la de Mallo, leyendo sus memorias; la de Alberto Crespo (un magnífico Ansier Etxeandia), amigo y actor que ensaya los monólogos que el director está escribiendo; y los flashbacks que nos transportan a la infancia del protagonista. Antonio Banderas, álter ego del autor de La piel que habito (2010) —apreciación confirmada por el realizador—, excelente en su interpretación —la que le dio a ganar el Premio a Mejor Actor en Cannes—, alcanza en este octavo filme junto al manchego a convencer al espectador de todo el desconsuelo, sufrimiento, vulnerabilidad y culpa que rodea al personaje. A decir verdad, todas las actuaciones de Dolor y… son las precisas para que este nuevo trabajo sitúe de nuevo a Almodóvar en el lugar que otros filmes le habían hecho tener, luego de que la comedia Los amantes pasajeros (2013) desencantara a casi todos y que Julieta no haya recibido los elogios acostumbrados. Destaca, por supuesto, la caracterización de Penélope Cruz, madre de Salvador niño, sensual e inteligente, que sabe

llevar con dignidad su pobreza. Hermosa escena la del río cantando la copla “A tu vera”, con Rosalía: “siempre a la verita tuya, siempre a la verita tuya, hasta que de amor me muera… ”. Además de las escenas con la madre, dos episodios son fundamentales en Dolor y…: el primero, el encuentro con Alberto, actor fetiche con quien no se habla desde más de treinta años. El segundo, el encuentro con Federico, antiguo amante, adicto a las drogas, lo que causó la ruptura de esa relación. No podía ser una película con elementos autobiográficos sin rendir tributo a la mujer más importante de todas en el universo almodovariano: la madre. Ella es principio y fin de todo. Como anteriormente mencioné, Penélope es soberbia, y Julieta Serrano, madre anciana de Salvador, es la prueba de que la abnegación no es de un solo lado, sino también del hijo hacia la madre. Al igual que 8 y 1/2 (1963), de Fellini, donde la crisis en la creación es el tema, Dolor y gloria está también hecha de confesiones, miedos antiguos, de nostalgia y pasión, y aunque es un filme melancólico, es un canto a la vida y a la creación. Sin duda, el trabajo hasta ahora más concluyente de Almodóvar. En Dolor y Gloria, Pedro Almodóvar rinde un homenaje al amor de su vida, el cine: recurriendo a la memoria, nos regala una película de ficción con muchas partes autobiográficas. También, inevitablemente, se homenajea a sí mismo, con su película irrebatiblemente más personal. Y aquí viene la pregunta necesaria, sin demeritar la genialidad de este realizador: ¿nos gustaría igual el filme, si no tuviéramos el antecedente de que nos hallamos ante gran parte de la representación de la vida del cineasta español contemporáneo más importante de las últimas décadas, desde Luis Buñuel? Tropo

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López Obrador: esperanza y riesgo (II parte) Por Marcos Constandse

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l analizar detenidamente los objetivos del Plan Nacional de Desarrollo (PND), se puede apreciar con toda certeza el hecho de que este es fundamentalmente un documento que marca un objetivo de “moralización del país”. En un mundo en donde el pragmatismo y el materialismo son predominantes, es difícil entender un mensaje moralizador en un instrumento de esta naturaleza, pues la misma realidad así lo ha venido demostrando. Lo que se tendría que hacer en México es promover un gran diálogo para analizar qué objetivo es más importante para el país: moralizarlo (eliminando la corrupción, la criminalidad y la impunidad) o impulsar el simple desarrollo económico, meta principal de los últimos tres sexenios. Si observamos el resultado de los tres gobiernos precedentes, la realidad parece darnos la respuesta.

CORRUPCIÓN

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• Condonación “sin justificación” de impuestos 600 mil millones • Evasión de impuesto (facturación falsa, mordidas, etc. ) 1 millón de millones • Corrupción en “todas” las compras del gobierno 200 mil millones

• Corrupción en los programas de ayuda del gobierno - Guarderías - Casas protección a mujeres en condición crítica - Procampo - Solidaridad etc. • Corrupción en publicidad y sobornos a periodistas 30 mil millones • Corrupción en contratos de obras pública 30% de las obras • Corrupción en 90% de los gobiernos estatales • Corrupción en 90% de los gobiernos municipales

López Obrador ha dicho que sus programas sociales se pueden pagar eliminando la corrupción, y todo indica que es factible lo que a todos nos parecía imposible.

INSEGURIDAD Todos los índices que registran el total de los crímenes cometidos en México, tanto los relacionados con las drogas como los del crimen organizado, han crecido (drogas, raptos, violaciones, asesinatos, asaltos, despojos, etc.), creando en TODA la población una sensación de inseguridad y temor. En no menos de diez estados, encabezados por Veracruz, Quintana Roo y algunos del norte, se consolidó el despojo de propiedades privadas a manos de bandas or-


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El PND revela el espíritu del gobierno de López Obrador En sus tres partes, el Plan Nacional de Desarrollo (PND) nos permite comprender en gran medida el “espíritu del gobierno” de la 4ª. Transformación que el nuevo régimen pretende. El PND hace inicialmente una presentación donde se expone el objetivo general, que es transformar la vida pública del país para lograr un desarrollo incluyente. Luego, se ofrece una versión que intenta sintetizar parcialmente el programa general y explica los 12 principios y el objetivo. Y la tercera parte, un poco más formal, expone cada eje con sus derivados y diagnósticos, su estrategia e indicadores. A continuación presentamos un esquema de los principios rectores y sus complementos.

Principios Complemento 1. Honradez y honestidad. Acabar corrupción, simulación y mentira. 2. No al gobierno rico y pueblo pobre. Poner fin a los dispendios: austeridad republicana. 3. Nada al margen de la ley, por encima de la ley, nadie. Estricto acatamiento al orden legal. Nada por la fuerza, todo por la razón. 4. Economía para el bienestar. “El objetivo de la política económica es el bienestar de la población”. 5. El mercado no sustituye al Estado. “El estado recuperará su fortaleza como articulador de los propósitos nacionales”. 6. Por el bien de todos, primero los pobres. “La IV T se propone separar el poder político del poder económico” (frase omitida en la tercera parte”. 7. No dejar a nadie atrás, no dejar a nadie fuera. Por “un modelo de desarrollo equitativo, orientado a subsanar y no a agudizar las desigualdades”. 8. No puede haber paz sin justicia. El nuevo paradigma en la materia plantea restarle base social a la criminalidad. 9. El respeto al derecho ajeno es la paz. Recuperar los principios de no intervención y autodeterminación en política exterior. 10. No más migración por hambre o violencia. “La mayor riqueza de las naciones es su población”. 11. Democracia significa el poder del pueblo. “Que el gobierno mande obedeciendo y que la sociedad mandando se obedezca a sí misma”. 12. Ética, libertad y justicia. “Es más fuerte la generosidad que el egoísmo; más poderosa la empatía que el odio”.

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t e r t u l i a s ganizadas por sus respectivos gobernadores. Se trató de despojar a la iniciativa privada de sus propiedades, hoteles, comercios, departamentos y terrenos, tanto federales, municipales, como privados, con juicios laborales y agrarios, perversos y amañados, denunciados en la prensa nacional sin ninguna consecuencia. A nivel federal, desde el mismo gobierno, se organizaron despojos y desviación de recursos (como la llamada “Estafa maestra”, las mordidas de Odebrecht, los robos a Pemex a través del huachicoleo) que derivaron en grave daño patrimonial y al presupuesto por miles de millones de pesos, acciones que se llevaron a cabo con absoluta impunidad.

IMPUNIDAD A partir de la declaración del ex presidente de la república, Enrique Peña Nieto, de que la corrupción formaba parte de los “usos y costumbres” del mexicano, se desalentó inexplicablemente un castigo para aquello que cometieran delitos. Se estableció así la impunidad como la imposibilidad de impartir justicia. Según declaraciones oficiales, provenientes de todas las dependencias relacionadas con la justicia en México, “solo 1%” de los delitos cometidos en México se castigaban con penas de cárcel, lo que convertía la infracción a la ley como uno de los emprendimientos más seguros y de menos inversión inicial para los responsables debido a su inmensa rentabilidad. Así, no sorprende que López Obrador haya heredado un país que enriquece absurdamente a algunos, un país inmerso en un caos de corrupción e inseguridad, con leyes perfectamente estructuradas desde el Congreso por legisladores traidores a la patria, quienes las redactaron para proteger a sus padrinos y patrones. Ejemplos de ello son la ley anticorrupción, que se convirtió en la ley de protección a la corrupción con sus fiscales a modo (los llamados “fiscales carnales”) a quienes se les designaba para nueve años de modo que pudieran proteger a los que los pusieron en el cargo. O la ley que protegía a los políticos ladrones y corruptos, cuyo máximo castigo por robar al erario era la suspensión parcial de sus derechos políticos, sin pena de cárcel, ni devolución de lo robado, etc. López Obrador inicia su campaña moralizadora contra viento y marea, con prácticamente toda la prensa y televisión enfurecida en su contra, en parte porque ya no “les regala” dinero. Igualmente, tiene en contra a los grandes empresarios acostumbrados a sus monopolios y cochupos gubernamentales, quienes lo odian porque les ha quitado sus privilegios, uno de ellos muy específico, el del “huachicoleo”, que privó a la delincuencia de un negocio de 50 mil millones de pesos anuales y al cual la prensa y televisión atacaron despiadadamente. Un ataque despia-

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dado, por cierto, que el tabasqueño viene soportando desde hace veinte años, lo cual lo ha forjado en esa lucha. Y al parecer nada lo va a intimidar.

UN RIESGO: EL PARTIDO ÚNICO Y EL AUTORITARISMO López Obrador fundó hace seis años el partido político Morena, que al parecer solo tiene sentido por él mismo como fundador: él es el partido. Y como todo político en el mundo, desea que su visión de gobierno y su programa político se perpetúe. Solo así se entiende que el tabasqueño haya organizado en “Instituto de capacitación política” que busca consolidar al partido como tal en la línea de convertirlo en el organismo de un solo hombre. Hoy Morena está constituido por tres sectores. El primero, conformado por personas responsables (colocadas en los puestos clave en el gobierno), partidarios como él del libre mercado, del sistema democrático, la libertad personal y el derecho a la propiedad privada; el segundo, conformado por personas sin ideología determinada, que igual se acomodan en un lado que en el otro, y que provienen en su mayoría de los partidos que han perdido poder; y el tercero donde se encuentran los radicales de todo tipo, derivados de las tribus de izquierda, donde puede haber incluso personajes extremos, como aquel que declaró que no entendía cómo el sistema universal de gobierno no era como el de Maduro en Venezuela. Pero el problema real está en el debilitamiento del sistema de partidos en nuestro país. Los partidos tradicionales PRI, PAN y PRD, y los pequeños satélites, dependientes de alianzas oportunistas, quedaron merecidamente destrozados y desprestigiados en la última elección y con riesgo de perder su registro. De esta manera, sin oposición, López Obrador podrá designar al próximo presidente de México, que surgirá seguramente de Morena. Lo grave es que el ungido podría pertenecer a cualquiera de los tres sectores mencionados. López Obrador podría elegirlo según el momento histórico que estuviese viviendo el país en el momento de la decisión.

OTRO RIESGO: LA POLARIZACIÓN DE LA SOCIEDAD Al clasificar a la sociedad en dos bandos —los “fifís”, por un lado, y “el pueblo bueno”, por el otro—, López Obrador ha propiciado la polarización del país, y los medios lo han magnificado. Esto ha creado una confusión en la iniciativa privada conformada por millones de empresarios que no son “fifís”, pero que sí son grandes emprendedores, algunos simpatizantes con el nuevo régimen y otros no, y que por eso no se sienten apoyados por el mandatario. En lo personal, estoy convencido de que la iniciativa privada puede estar segura con el Presidente, aunque admito que mi sentimiento no es mayoritario.


t e r t u l i a s La realidad más preocupante se encuentra sin duda en esa tercera sección del partido Morena, aquella conocida como “extrema izquierda” que se caracteriza por confundir “justicia con venganza” y que parte de la creencia de que la pobreza de años es resultado de la riqueza de otros. Por lo tanto, según este principio, si se despoja de la riqueza a unos y se les regala a los que no tienen, se hace justicia. Quienes piensan así, no se dan cuenta de dos graves consecuencias de este principio: por un lado, al impartir este tipo de “justicia” (que no es sino venganza material y psicológica), se evidencian las limitaciones sociales y económicas para generar valor, para generar riqueza; y por otro, se corre el riesgo de implementar tácitamente ideologías que fracasaron a lo largo del siglo XX, que acabaron con la libertad, la creatividad y el desarrollo de los pueblos, esclavizando a su población y generalizando la pobreza. López Obrador ha demostrado ser partidario del libre mercado —por lo tanto, de la iniciativa privada–; se ha comprometido a mantener la estabilidad macro-económica —lo que implica por lo tanto el respeto a la autonomía del Banco de México—; ha prometido ceñirse al presupuesto aprobado —por lo tanto, a continuar con el no endeudamiento—; ha sido congruente con los acuerdos del Tratado de Libre Comercio —por lo tanto, a respetar la libertad y las leyes laborales que lo rigen— y ha declarado su respeto por las libertades civiles y la separación de poderes —por lo tanto, su compromiso con la democracia—. Si mantiene estos principios, será sin duda —y no solo desde el punto de vista de valores— el mejor presidente de México en los últimos 50 años, pues habrá demostrado su honradez y su inobjetable amor por México.

para apoyar los programas sociales, en la conciencia de que lo hará en una atmosfera de menos corrupción e impunidad. Y por otro, se debe configurar una oposición “de centro”, consciente, que enarbole como suyos los problemas sociales que sean correctos (“los pobres primero”), y una política clara y abierta en defensa de la economía de mercado y sus principios de justicia, verdad, belleza y libertad. Estos deberían constituir los principios básicos de la democracia moderna. Hay que enfrentar con firmeza toda forma de autoritarismo con una oposición fuerte y consolidada que establezca un equilibrio de poder. No podemos olvidar nunca el precepto histórico de que “el poder absoluto pervierte a los que lo detentan”. Tropo

CÓMO CONTRIBUIR Creo con firmeza que en México se deben seguir dos caminos a fin de alejar el riesgo de una confrontación más grave. Por un lado, la iniciativa privada debe invertir con certeza y fuerza, a fin de generar la riqueza necesaria

Marcos Constandse. Empresario cancunense. Autor de los libros Yo soy nosotros. Una visión transpersonal del mundo (Diana, 2002) y Ecología y espiritualidad (Diana 2003). Su más reciente libro es Déjalo ser, una novela sobre la historia de Cancún. Correo-e: marcos@xcaret.com

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En sus marcas, listos, dispara

Fotografía de aficionados Por Angélica Mercado Ser fotógrafo profesional, literal, no es una carrera. En México, la Licenciatura en fotografía como tal es relativamente nueva, sin embargo contamos con oferta académica de calidad en varios estados desde hace décadas, y actualmente, existen opciones para cubrir cualquier necesidad, desde cursos y talleres básicos, hasta especializaciones. ¿Te interesa?

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esde que la cámara se automatizó, se democratizó su uso. Y, en consecuencia, un acontecimiento como lo es el complejo acto fotográfico, se popularizó como si hacer imágenes fuera un acto de suerte. Comúnmente se cree que si es bello, debe ser fotografiado y eso parece garantizar la belleza de una fotografía y la habilidad del fotógrafo; sin embargo, no se trata de un concurso de belleza sino de decir algo con autenticidad. Millones de imágenes flotan en la red compitiendo por un poco de tiempo de contemplación, y ganar esta carrera implica encarar razón y emoción para crear; y tal vez en el camino, te convierte en un mirón solitario que se delata en cada imagen y que prefiere invertir en equipo fotográfico que en cualquier otra cosa; un fotógrafo trabaja a todas horas con su cargamento a la espalda, se ensucia, sube, baja, va y regresa. ¿Para qué entrar en esa carrera? Hacer fotografía es ver claramente, decir lo que se piensa y descubrir lo que no se sabe; ser fotógrafo es una carrera contra sí mismo, es encarar al tiempo y mostrarse sin velo; sin duda, es enriquecedor y apasionante. La fotografía es una práctica tan común que es fácil confundir a un profesional con un aficionado. ¿La diferencia? Básicamente, que el primero vive

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de ella y el segundo no, dejando de lado importantes detalles que suenan más a ego que a hechos. Para arrancar en esta carrera, habrá que reflexionar sobre varias cuestiones que harán placentera y exitosa tu incursión en la fotografía. No pretendo escribir un manual de procedimientos, solo un acercamiento a lo que puede ser tu vida al lado de la mejor compañera del mundo.

EL TAMAÑO SÍ IMPORTA La fotografía es una inversión que vale cada peso. A nivel profesional, hablar de equipo fotográfico es hablar en plural. Las cámaras, los lentes, los software y los hardware, son inversiones que ascienden hasta donde tu bolsillo lo permita. Una cámara profesional réflex de 35 mm. (llamadas también SLR —single lens réflex— o DLR —digital lens réflex—, que refiere a cámaras que cuentan con juego de espejos y visor) puede ir desde los 40 mil hasta los 120 mil pesos, solo el cuerpo, más el lente, un promedio de otros 8 mil pesos y la lista aumenta, entre accesorios —todos necesarios por supuesto—, y en el caso de fotografía química, el laboratorio con sus químicos. Es decir, todo es una inversión interminable. En el mercado existen cámaras que impresionan por su tamaño en resolución y en sensibilidad —ISO—, entre muchas otras monerías, y por supuesto que im-


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Intercambio de saberes entre alumnos de fotografía del colegio Británico Cancún y fotógrafos de la comunidad maya de Uspibil.

porta. Tanto la resolución, el sensor de color, como el ISO son factores que deben considerarse cuando se adquiere equipo. Sin embargo, la tecnología ha avanzado tan rápido que cada vez es más accesible encontrar cámaras que se ofertan como semiprofesionales y que cuentan con la calidad necesaria para hacer fotografía de calidad a un costo mucho menor. Pero, como en todo caso, lo barato sale caro. Invertir en una cámara de marcas comerciales como Nikon, Canon o Sony (antes Minolta) garantiza una calidad mínima para arrancar y permite alejar la frustración derivada de las limitaciones de aparatos más económicos. No necesitas una cámara último modelo ni de formatos superiores a 35 mm. Y, aunque el tamaño sí importa, una cámara semiprofesional será más que suficiente, además, te permitirá ir ligero y sin temor a ser asaltado, a menos de que puedas ir por ahí despistando al enemigo con una hermosísima Leica Q2, una clásica de apariencia sencilla y finura sin igual (inversión: 125,000 pesos, solo cuerpo).

De hecho, ya no necesitas una cámara réflex para aprender fotografía. Las cámaras integradas, como las de celular, cuentan con funciones básicas que facilitan las tomas en distintas condiciones de luz y disponen de herramientas para editar y compartir lo más rápido posible; asimismo, las cámaras sin espejo de “apunta y dispara” ya compiten en calidad con otras réflex. En la era del wireless, la tecnología apunta a ofrecer mejores conexiones wi fi y bluetooth desde la cámara. Las últimas versiones de cámaras réflex comerciales se comunican con tu celular a través de una app diseñada especialmente para la marca, mediante la cual envías y/o descargas imágenes, las editas, y mejor aún, las capturas usando tu celular como control remoto para disparar a distancia. Sin duda, avances significativos. Es pertinente cuestionarte para qué usarías más la cámara, eso ayudará en tu decisión de compra. En el caso de celulares, checa la óptica (algunos modelos de Huawei cuentan con óptica Leica) antes que la resolución: de nada sirve un gran tamaño de resolución si el lente no es de calidad, y mejor que Leica, solo Carl Zeiss.

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VERBO MATA CARITA Por fin compraste la súper cámara que anhelabas, con funciones y accesorios de sobra para estrenar, tan bonita como irresistible. Todo marcha de maravilla y de repente, silencio, no tienes nada que decir. El primer reto del fotógrafo no es aprender la técnica, ni hablar con tecnicismos que eleven tu ego: que si el #f es tal o mueves el ISO a uno rápido, nada de eso importa si no tienes algo que decir. La técnica es una herramienta, y como tal, sirve para que puedas expresar tus ideas de la mejor forma posible. Tu experiencia personal, formación académica y postura ante la vida es lo que definirá tus imágenes; dedica más tiempo a indagar, a contrastar información y discernir, observa, reflexiona, analiza, crea tu propia opinión. Saber ver es saber decir. Es cierto que el estudio del lenguaje visual y la técnica fotográfica te llevará al dominio de la fotografía, pero de nada servirá si no tienes inquietudes que expresar. Suéltate y confía. En fotografía rara vez hay malas ideas, solo malas ejecuciones; al no tener claro qué quieres decir, la imagen se torna confusa y peor aún, la frustración de pensar una cosa y decir otra podría alejarte de la fotografía. Escucha música que no conoces, atiende las noticias, discute temas de actualidad con amigos y familiares, ejercita la mente, pasea contigo, viaja, decora tu intelecto, visita museos, enriquece tu cultura. Recuerda que la fotografía es una forma de expresión. Todo aquello que eres lo puedes decir sin hablar y sin limitaciones, la fotografía es una oportunidad para descubrir más sobre ti y lo que te importa .

IMPOSIBLE, SOLO LO QUE NO SE HACE

Leer sobre fotografía resolverá parte del reto, ya que como medio, habrá que entender su función y filosofía. Puedes empezar con títulos que todo interesado en la fotografía debería leer —y estará eternamente agradecido por haberlo hecho— como Sobre la fotografía de Susan Sontag y Hacia una filosofía de la fotografía de Vilem Flusser; en cuanto a la técnica, si quieres resultados, escoge calidad: así, existen manuales muy útiles como los de Michael Langford. La oferta de información sobre fotografía dispuesta en la red es tan vasta que podrías encontrar un tutorial para cada duda, por lo que es recomendable definir tu objeto de estudio y después consultar, en un orden asignado, estas útiles herramientas. Puedes inscribirte a boletines informativos de la marca de tu equipo o mejor aún, encuentra talleres, pláticas, conferencias o webinars que enriquezcan tu práctica. Si realizas ejercicios grupales con otros interesados en la fo-

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tografía, aprenderás que la competencia genera creatividad y que la autocrítica y la objetividad son necesarias para compartir comentarios con los demás. Idea ejercicios con otros interesados en la fotografía y aplica la técnica para comunicar mensajes; puedes empezar con expresar alguna emoción sin retratar gestos por ejemplo. Juega con la cámara, piérdete a propósito en la calle o la playa, fotografía lo mismo con distintos propósitos y descubre cómo a cada situación le corresponde un ángulo de toma, un plano y cierta profundidad de campo (el área de nitidez que se percibe por delante y por detrás del objeto enfocado) entre otros factores; la idea es que explores el medio para lograr manipularlo y quede a tu disposición, así, dedicarás más tiempo al qué y no al cómo.

BELLEZA = 1.618 Da una oportunidad a las matemáticas, deja que el Pato Donald te muestre cómo los números componen imágenes en la película “Donald en el país de las matemágicas”, una excelente introducción a conceptos básicos de composición y estética. Si decides comunicar tus ideas a través de imágenes, debes saber que usarás más números de los que imaginas. No solo ajustarás números proporcionales en la cámara, también lo harás al organizar los elementos dentro del cuadro y al editar una fotografía. Apreciar la belleza es un acto matemático. Desde que los presocráticos numeraron la perfección, nuestro concepto de belleza se ha regido bajo la regla de oro. Si comprendes la proporción de un rectángulo áureo, todo tendrá sentido, comprenderás por qué percibes como bello algo tan común como una hoja de árbol o bien, cómo una pintura, aparentemente sencilla, digamos, La Mona Lisa es una obra maestra. Si acompañas tu estudio con un poco de historia y arte, se revelarán secretos que tu mirada agradecerá. A un ojo educado se le abren muchas puertas.

ANDA Y VE Es decir, derecha la flecha. Ya tienes práctica y teoría, ahora organiza tus ideas y crea un proyecto. Puedes hacer un ensayo corto o realizar los retos que ofrecen varios sitios de fotografía en la web y, por qué no, proponer una serie para exhibir o publicar, digamos aquí, en el espacio que Tropo dedica a la fotografía. La mayoría de los fotógrafos aficionados pierden el rumbo cuando superan algunas dudas técnicas y enfrentan la parte de la fotografía que exige disciplina; el orden y la claridad de ideas son consecuencia de un trabajo previo, no esperes a las musas, ellas viven felices en el Olimpo.


f o t o g r a f í a

Un proyecto fotográfico puede ser tan versátil como flexible. Que te inclines por fotografiar naturaleza no significa que solo tengas ojos para eso; es curioso pensar que un fotógrafo solo fotografiaría un tema por especializarse en él. Explora tus opciones, enfréntate a lo que crees que no te gustaría fotografiar, tal vez descubras algo sobre ti. Lo que sea que decidas fotografiar, hazlo con tiempo y soltura. No invites a que alguien te siga: es muy aburrido para ellos y es presión para ti; se trata de disfrutarlo. Hacer fotografía es un ejercicio integral, ejercitas la mente, el cuerpo y el espíritu, todo a tu ritmo, y aunque se puede practicar en grupo y es muy divertido, planea una cita a solas contigo de vez en cuando. Una vez que hayas hecho tus fotos, edita. Editar es un término que actualmente se refiere a la manipulación digital, sin embargo, me refiero a dar orden, preparar o dirigir el contenido de una obra según objetivo. Al igual que las palabras en los textos, las imágenes obedecen un orden narrativo. Cada fotografía relata una parte de la historia que elegiste. Decide cómo la quieres contar y listo, a compartir. En conclusión, hacer fotografía implica trabajo previo y posterior, un proceso creativo que se disfruta paso a paso y que enriquecerá la forma en que percibes tu entorno, tanto natural como social. Quedas invitado, ¡haz foto! Tropo Fotografía: Víctor Rubio.

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Víctor Rubio

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Víctor Rubio. Ingeniero Agrónomo aficionado a la fotografía, que destaca por su versatilidad temática y el uso de la técnica subordinada a la expresión. Inicialmente, la fotografía fue una herramienta de registro de obras de un proyecto de producción de hortalizas de alta calidad, por el cual había llegado a Cancún en 1991; y luego fue un instrumento para capturar paisajes únicos y majestuosos de la naturaleza de Quintana Roo, hasta convertirse en una afición a la cual se ha entregado con gran disfrute y conocimiento. “El placer de emplazar la cámara, checar la luz, ajustar la velocidad y la exposición, buscar el encuadre no tienen parangón (…) si al final obtengo la imagen que he creado en mi cabeza (…). Soy feliz si puedo compartir con ello un poco de mí mismo en cada fotografía.”

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ART TOPO




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