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El libro de Ester: la historia de dos reinas

El libro de Ester contiene una historia de intriga palaciega que concluye con la salvación del pueblo judío. En él se menciona a dos reinas, Vastí y Ester, además de otras figuras femeninas. El artículo aborda los dos personajes femeninos principales y las estructuras paralelas antitéticas que el autor establece entre ellas como estrategia clave de construcción del relato. Entre ellas se percibe cómo son, cómo es su relación con el pueblo, cómo son consideradas socialmente o qué valor tienen los banquetes regios. La historia, centrada en Ester, la reina de origen judío, permite conocer el entramado de las cortes orientales y sus significados, así como el uso de esas imágenes en la literatura bíblica.

En 1859, el autor británico Charles Dickens publicó su novela Historia de dos ciudades , en la que describe la vida en Londres y en París durante el final del siglo XVIII, justo antes del estallido de la Revolución francesa. Esta descripción de dos ciudades, dos países y dos sociedades se basa en la figura literaria de la comparación para enaltecer la civilizada Londres sobre la caótica París.

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Desde el inicio del libro se invita de manera obvia al lector a efectuar ese parangón: “Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos. La edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación”. Esta figura retórica, aun cuando no aparece tan específicamente como en esta novela, es una clave de interpretación para otras obras literarias. Este es el caso del libro bíblico de Ester. La trama está escrita de tal manera que solo en la comparación de los personajes y actividades se encuentra el significado del relato. El libro de Ester es uno de los grandes desconocidos de entre los libros bíblicos, que contiene una historia de intriga palaciega que concluye con la salvación del pueblo judío gracias a la intercesión de la reina Ester.

Trama

Junto con los libros de Rut y Judit, Ester es uno de los tres libros bíblicos que lleva el nombre de la protagonista de la historia. Ester es un libro que comienza con una visión de dragones y un complot fallido contra el rey. Después de este peculiar inicio, se nos hace espectadores de una extravagante fiesta que el todopoderoso rey Asuero da para sus colaboradores y otro banquete poco después para sus súbditos. En esta descripción se presenta una crisis familiar que adquiere connotaciones de crisis de Estado. El rey quiere que su consorte, la reina Vastí, se presente ante los comensales. Ella se niega y crea una situación inoportuna para todos. Una vez solucionado el problema con la deposición de la reina, el rey quiere encontrar otra consorte. Convoca un concurso y la agraciada es Ester.

Como lectores, sabemos que la nueva reina es judía y huérfana. Su mentor ha sido su primo Mardoqueo, que, sirviendo en la administración real, se enfrenta con el visir de palacio, Amán, en un conflicto que empieza siendo personal y acaba con un decreto de exterminio de todos los judíos. Después de haber estallado este conflicto, Mardoqueo y Ester desarrollan un plan para desenmascarar el com- plot de Amán y hacer que este sea ajusticiado. Ella adquiere un papel principal en esta parte de la trama. Terminado el enemigo e instigador, se espera el final del conflicto. Sin embargo, la historia no termina ahí, pues las leyes de los persas son irrevocables y el decreto de exterminio se debe cumplir. Mardoqueo y Ester consiguen del rey permiso para que los judíos puedan defenderse. La historia concluye con un final feliz para los judíos en general y para Mardoqueo en particular, ya que es nombrado primero del reino después del rey (Est 10,3). La intriga palaciega termina con la exaltación de Mardoqueo y, como en los cuentos populares, todo acaba en paz y armonía (Est 10,3).

PALACIO

La historia se ambienta en el palacio del rey Asuero. Uno podría decir que el tema principal del libro es el de la monarquía en la persona del reinante y su consorte, que recibe el título de reina. El marco de la primera escena del libro es un banquete en la corte real. Es importante subrayar que la mayoría de los cambios en la trama de este libro suceden en el contexto de un banquete que se celebra en el palacio del rey.

Se presenta al rey dando un banquete, cuya excentricidad es tal que se dice incluso que el rey “ofreció un banquete para todos sus príncipes y servidores, estando en su presencia los oficiales del ejército de Persia y Media, los nobles y los príncipes de sus provincias. Y él les mostró las riquezas de la gloria de su reino y el magnífico esplendor de su majestad durante muchos días, ciento ochenta días” (Est 1,2-3).

Después de describir a un rey todopoderoso en un amplio imperio, se presenta un palacio suntuoso: “Cuando se cumplieron estos días, el rey ofreció un banquete de siete días para todo el pueblo que se encontraba en la fortaleza de Susa, desde el mayor hasta el menor, en el atrio del jardín del palacio del rey. Había colgaduras de lino blanco y violeta, sostenidas por cordones de lino fino y púrpura en anillos de plata y columnas de mármol, y lechos de oro y plata sobre un pavimento de mosaico de pórfido, de mármol, de alabastro y de piedras preciosas. Las bebidas se servían en vasijas de oro de diferentes formas, y el vino real abundaba conforme a la liberalidad del rey” (Est 1,5-7).

El tema del reinado es uno de los importantes de la historia. La palabra “rey” y sus derivados –reina, reino, reinar– son los que más aparecen en este libro. Por eso Asuero es el primero en aparecer en la historia y el último en desaparecer. En su poderío se le describe como una persona débil que necesita constantemente ser aconsejado y afirmado, tal y como se demuestra en el primer acto de la trama, cuando se presenta a la reina Vastí.

Vast

Entre los invitados del rey se encontraban solo hombres, ya que “la reina Vastí también hizo un banquete para las mujeres en el palacio del rey Asuero” (Est 1,9). Esta es la primera noticia que tenemos de la consorte del rey. Vastí recibe el nombre de “reina” y, aunque parezca que tiene cierta independencia porque ha organizado un banquete en su casa, el palacio donde vive pertenece a Asuero, que tiene poder absoluto sobre todo.

Se dice a continuación: “Al séptimo día, cuando el corazón del rey estaba alegre a causa del vino, él ordenó a […] los siete eunucos que servían en la presencia del rey Asuero que trajeran a la reina Vastí a la presencia del rey con su corona real, para mostrar al pueblo y a los príncipes su belleza, porque era muy hermosa” (Est 1,10-11). Vastí es bella y aparece como otra posesión del rey que tiene que ser mostrada ante todos.

Se descubre entonces a una mujer de carácter fuerte que se niega a obedecer los deseos de su marido,

La reina Vastí es la que dirige este capítulo. Su rebeldía hace que los consejeros se reúnan con el rey para solucionar el problema que la reina ha iniciado que está borracho. Este rechazo a acatar órdenes la hace la protagonista del primer capítulo del libro. Es ella la que inicia la acción del relato, que hasta ese momento era una descripción de lo que estaba pasando sin que nadie hiciera nada. El rey se enfada muchísimo y aparece aquí un modelo que se repite varias veces en el libro, esto es, al enfado del rey le siguen acciones violentas. Solo cuando el sujeto que había provocado esta reacción en el rey desaparece, la ira del monarca se aplaca. La reina es la que dirige este capítulo. Su rebeldía hace que los consejeros se reúnan con el rey para solucionar el problema que la reina ha iniciado. En esta ocasión, Memucán, el consejero del rey, describe a Vastí como una transgresora. Se teme que otras mujeres hagan lo mismo y se rebelen contra sus maridos, por lo que el correctivo a Vastí es ejemplar. Deja de ser reina inmediatamente y el decreto se escribe en los anales del reino. “Si le place al rey, proclame él un decreto real y que se escriba en las leyes de Persia y Media para que no sea revocado, que Vastí no entre más a la presencia del rey Asuero, y que el rey dé su título de reina a otra que sea más digna que ella” (Est 1,19). De esta manera, Vastí consigue lo que quería, esto es, no aparecer delante del rey. Por el mismo decreto Vastí desaparece de la acción, pero su sombra se deja sentir en el relato y en la historia sucesiva, ya que quien lea las crónicas del reino leerá lo que hizo la reina Vastí (Est 2,1.4.17). Este personaje ha preparado la escena para la aparición de la protagonista. El lector conoce ya cuáles son las cualidades que deberá tener la nueva reina para poder prosperar. La principal será la sumisión, pero también los consejeros del rey le recomiendan “buscar jóvenes vírgenes y hermosas” (Est 2,2). De esta manera se busca una candidata que pueda cumplir las funciones de reina y consorte de Asuero. Mientras que Vastí provocó la ira del rey y sufrió las consecuencias en su carne, la sustituta usará la ira del rey para su bien y el de su pueblo, manipulando al soberano.

Vastí ha dado también otra característica de la reina: la de preparar banquetes. La consorte tiene independencia para servir comida y bebida en su palacio, que seguramente serían las dependencias de las mujeres, que en otras culturas es el harén. En el caso de Vastí se invita solo a las mujeres, mientras que Ester dará de comer y beber al rey y a su visir. Es en el contexto de los banquetes que los acontecimientos principales del re- lato suceden. De la misma manera que se depone a Vastí dentro de un banquete, así sucederá con Amán. De esta manera, Vastí desaparece, pero no se la olvida.

Ester

Vastí deja un vacío en el trono que necesita ser llenado. Se con- voca un concurso de belleza para elegir una digna sucesora a la reina depuesta. Es evidente que parte del concurso consiste en conquistar el corazón del rey. Las aspirantes tienen que prepararse durante un año para tener una oportunidad que puede hacerlas reinas. Desde el inicio del capítulo segundo del libro se realza a la joven judía por su belleza. Es una huérfana que depende de su primo Mardoqueo, su padre adoptivo, que la presenta al concurso de belleza con la condición de que no revele sus orígenes judíos. Desde su entrada en el palacio para la preparación se sabe que tiene muchísimas posibilidades de ganar, ya que “Ester hallaba favor ante los ojos de cuantos la veían” (Est 2,15). Cuando el rey la vio, la eligió inmediatamente sobre todas las demás “y el rey amó a Ester más que a todas las otras mujeres, y ella halló gracia y bondad con él más que todas las demás vírgenes. Así que él puso la corona real sobre su cabeza y la hizo reina en lugar de Vastí” (Est 2,17). En el texto bíblico, amar y elegir son sinónimos. La primera acción que Ester hace después de su coronación es la de intercesora. Su primo Mardoqueo se entera de un complot contra el rey y quiere decírselo, así que usa a la joven como intermediaria para entregar el mensaje a Asuero. Esta acción la muestra de nuevo haciendo lo que le dice Mardoqueo.

En la tradición de los grandes intercesores, Ester aparece como la persona que tiene acceso al rey y ejerce influencia en él. Usando su posición y belleza, Ester representa a su primo.

La atención se distrae de la reina para enfocarse en Mardoqueo y su disputa con Amán, el visir de Asuero. Lo que parece una rencilla entre compañeros adquiere un cariz internacional y propicia que se promulgue el decreto de exterminio de todos los judíos del reino. El lector sabe que este decreto afectaría a la reina, que no había revelado todavía su nacionalidad. Mardoqueo

Ester aparece como una judía devota que pide el ayuno de su pueblo. En esta circunstancia, Ester se transforma y empieza a dar órdenes la increpa diciéndole que no está a salvo y que debe actuar. La situación no es tan simple, porque ningún súbdito del rey puede presentarse ante él si no ha sido convocado bajo pena de muerte. Ester aparece entonces como una judía devota que pide el ayuno de su pueblo. En esta circunstancia, Ester se transforma y empieza a dar órdenes. La reina se prepara para el encuentro con Asuero siguiendo los rituales de la penitencia: vestido de saco, ayuno y oración. El narrador abre una ventana a la persona de la reina a través de las oraciones que pronuncia. En la oración, la reina hace profesión de fe en Dios: “Señor mío, rey nuestro, tú eres el único. Defiéndeme, que estoy sola y no tengo más defensor que tú, porque yo misma me he puesto en peligro. Desde mi nacimiento yo oí en mi tribu y en mi familia que tú, Señor, escogiste a Israel entre todas las naciones y a nuestros padres entre todos sus antepasados para que fueran por siempre tu heredad” (Est 4,17l-m).

Tras su oración deja los atributos de penitente y se viste con el lujo de su posición. Entra a la presencia del rey, que le perdona la vida. El suspense crece y la descripción es dramática: “Y ella le confesó: ‘Te vi, señor, con el aspecto de un ángel de Dios y se agitó mi corazón por el miedo a tu majestad, porque eres admirable y tu rostro está lleno de gracia’. Al decirle esto se desmayó a causa de su debilidad y el rey se asustó” (Est 5,2). De esta manera ejerce de nuevo de intercesora, aunque no lo haga inmediatamente. Invita al rey y a su visir, el enemigo de los judíos, a una cena. En la cena, Asuero pregunta a Ester cuál es su petición. Ester no expresa ninguna petición, aparte de invitar a sus comensales a otro banquete.

Un lector avispado sabe que, después de lo sucedido a Vastí, la combinación de banquete, vino y el rey no tiene buen final. En el segundo banquete, el rey vuelve a preguntar cuál es el deseo de Ester. En este momento desenmascara el plan de destrucción maquinado contra los judíos, pueblo con el que por primera vez se identifica Ester. “El rey Asuero preguntó a la reina Ester: ‘¿Quién es y dónde está el que pretende hacer semejante cosa?’. Ester respondió: ‘El perseguidor y enemigo es ese malvado, Amán’. Amán quedó aterrorizado ante el rey y la reina” (Est 7,5). La ironía toma posesión de este relato, porque el rey desaparece de la escena y, cuando vuelve al harén, encuentra a Amán echado sobre el diván de la reina implorando misericordia. El rey cree que su visir quiere violar a su mujer y lo manda ajusticiar usando el mismo castigo que él quería usar con Mardoqueo. El rey quiere defender a su mujer y al pueblo judío, como se descubre más tarde.

Desde la muerte de Amán, Ester crece en poder e influencia, consiguiendo las propiedades del antiguo potentado. Ester intercede de nuevo ante el rey, que no puede hacer nada contra las leyes de su propia nación. Después de hablar con el rey, en una conversación en la que presenta a Mardoqueo como miembro de su familia, Ester junto con Mardoqueo consiguen que los judíos puedan defenderse. El rey, de hecho, abdica de su poder: “El rey Asuero dijo a la reina Ester y al judío Mardoqueo: ‘He dado a Ester la casa de Amán, y él ha sido ahorcado por su maquinación contra los judíos. Ahora vosotros escribid en nombre del rey lo que mejor os parezca en favor de los judíos y selladlo con el sello real, pues lo que se escribe en nombre del rey y se sella con su sello es irrevocable’” (Est 8,7-8). Ester y Mardoqueo decretan la salvación de su pueblo mediante el uso de la violencia. Esta es la última intervención de la reina, que ha cambiado radicalmente desde el inicio del libro. Ester aparece de nuevo hablando con su esposo sobre la violencia ejercida por el pueblo. Una vez más el rey pregunta a Ester: “¿Cuál es ahora tu petición? Se te concederá. ¿Y cuál es tu deseo todavía? Se cumplirá”. Esta es la misma pregunta que el rey había hecho a Ester anteriormente (5,3.6; 7,2), y la respuesta de la reina fue la salvación de su pueblo. Esta vez la contestación dada por Ester consta de dos peticiones: un segundo día de lucha en Susa y la exposición pública de los hijos de Amán, que habían sido ajus- ticiados con su padre. La petición de Ester es doble: un acto de violencia y la deshonra de la familia del antiguo visir. Por tanto, la primera petición de Ester es correctiva y precautoria, eliminando a los opositores que puedan causar problemas en el futuro, mientras que su segunda petición es disuasoria, mostrando cuál será el final de quienes se oponen a los judíos.

La memoria que el narrador deja de la reina Ester es: “Pero, cuando Ester se presentó ante el rey, este revocó por escrito el proyecto de Amán, haciendo que los males que él había urdido contra los judíos recayeran sobre su propia cabeza, y así él y sus hijos fueron colgados en la horca” (Est 9,25). La imagen que queda es la de una intercesora y defensora de los intereses de su pueblo. Este podría ser el resu- men de su vida y de su misión en el relato.

Ester había aparecido como una joven bella y sumisa, bajo el amparo de su primo y protector Mardoqueo. Una serie de complicaciones hacen que el personaje de la reina se revele como miembro del pueblo judío al intentar resolver el problema planteado por el decreto de exterminio. La reina salva a su pueblo a través de un acto de desobediencia. Este mismo acto es el que hace que se desarrolle a sí misma como personaje. De esta manera se la compara con Vastí. Su desobediencia tuvo consecuencias negativas para ella, mientras que la de Ester conlleva la salvación para su pueblo.

Ester cambia radicalmente en el capítulo cuarto. Esta variación en su personalidad es doble: primero

Ester renuncia a su pasividad anterior y, segundo, decide arriesgar su vida por el bien de su pueblo. La reina opta conscientemente y elige libremente ir a la presencia del rey sin previo aviso, poniendo en peligro su vida (4,16). Si el rey actúa de acuerdo con la ley, puede decretar su muerte. En ese momento, Ester representa a todo el pueblo. En el relato se pone a prueba si el rey pondrá en práctica la ley persa o no y, del mismo modo, si se implementará o no el decreto de Amán. Perdonando la vida de la reina se vislumbra que hay esperanza para la salvación de las vidas de su pueblo. Sin embargo, esto tiene que ser verificado a medida que se desarrolla la historia. De esta manera, no se recuerda a Ester solo por una súplica que conlleva violencia, sino como la mujer que consiguió la victoria judía. Junto con su primo Mardoqueo establecen las celebraciones de la liberación del pueblo judío en la fiesta de Purim, con la que se perpetúa el recuerdo de las dos reinas, al leer anualmente el libro y hacer memoria de las hazañas en él contadas.

Conclusiones

En la comparación entre las dos regentes descubrimos una serie de acciones similares y otras diferentes. Vastí aparece en la escena y es descrita por el narrador como muy hermosa. De la misma manera, Ester es también modelo de belleza. La otra descripción que tenemos de Vastí, dada por Memucán, es la de una rebelde. El narrador, por su parte, presenta a Ester como un caso de aparente sumisión. Ester obedece a su primo, pero, a la vez, desobedece la ley real y consigue la salvación de su pueblo. En este sentido es distinta a Vastí, que desobedece los deseos del rey y se acarrea su condena. En esta acción de Ester descubrimos un plan de salvación para todo el pueblo judío.

Las dos mujeres preparan sendos banquetes en los que se decide la suerte de personas individuales.

Tanto Amán como Vastí desaparecen de la historia, aunque su influencia aparece reflejada en las menciones que aparecen en el resto del libro. En la violencia ejercida por el rey y los leales bajo sus órdenes se ahorca a Amán, pero no hay mención de violencia contra Vastí o contra ninguna otra mujer.

Podríamos decir que la principal característica de la reina Ester es su papel como intercesora. Desde el inicio del relato ejerce como mediadora. Su posición en el palacio es privilegiada como la única que puede acceder al rey. En el mundo del relato, el rey escucha a sus consejeros, pero solo obedece de todo corazón a la reina. De ahí la importancia del libro de Ester en su contexto posexílico, cuando no hay lugar para la monarquía judía, sino solo para las potencias extran- jeras. Por tanto, en este contexto nace, o más bien se crea, una reina judía, no como consorte de un rey judío, sino como instrumento para salvar a su pueblo en un momento de dificultad. Desde un punto de vista dinástico, Ester es un fracaso, porque no proporciona un heredero al rey para asegurar el futuro de su linaje. Sin embargo, al final de la historia, el lector comprende que fue traída al harén para cumplir otra misión, esto es, asegurar la supervivencia del pueblo judío.

Bibliograf A

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> D. RUIZ LÓPEZ, “El libro de Ester”, monográfico de Reseña Bíblica 56 (2007).

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