Enrique García y Omar Demichelis. «Los prostíbulos de Ensenada y el tango»

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Invocación Ajena De nuevo os acercáis, vagas formas que allá en los días de mi juventud os mostrásteis ya a mi turbada vista. ¿Intentaré yo reteneros esta vez? ¿Siento mi corazón inclinado todavía a aquellas ilusiones? Estáis pugnando por acercaros a mí. En buena hora: podéis disponer, tal como del seno de los vapores y de la niebla os alzáis en torno de mí. Siéntese mi pecho estremecido como en mis juveniles años por los mágicos efluvios que en vuestro desfile os envuelven. Aportáis con vosotras las imágenes de placenteros días; álzanse muchas sombras amadas, y semejantes a una añeja leyenda medio olvidada, resurgen con ellas el primer amor y la primera amistad; renuévase el dolor, y el lamento vuelve a seguir el laberíntico y extraviado curso de la vida, nombrando los seres queridos que, burlados en horas risueñas por la fortuna, desaparecieron antes que yo. No oyen ya los siguientes cantos las almas para quienes yo entoné los primeros; cual polvo se ha esparcido la multitud cariñosa, y se han ido perdiendo ¡ay! los primeros ecos. Resuenan mis acentos para una muchedumbre desconocida, cuyo aplauso mismo llena de inquietud mi corazón, y aquellos que en otro tiempo se deleitaban en mi canto, si alientan aún, vagan por el mundo, errabundos y dispersos. Apodérase de mí un anhelo insólito largo tiempo ha, por esa plácida y augusta región de los espíritus; fluctúa ahora en vagos sonidos el murmurio de mi canto, parecido a las modulaciones del arpa eólica. Un estremecimiento invade mi ser, las lágrimas suceden a las lágrimas; el yerto corazón siéntese blando y tierno; lo que poseo, lo percibo como en lontananza, y lo que desapareció truécase para mí en palpitante realidad. Johann Wolfgang von Goethe

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Índice de Contenidos

§ 1 - Historia Universal de la Prostitución………………14 § 2 - Exégesis sobre un Placer en las Sombras..………26 § 3 - El Fantasma de la Sexualidad………………………..37 § 4 - Arqueología del Placer…………………………………56 § 5 - La Musa y el Lupanar……………………………….….75 § 6 - Fulanas de Papel……………………………………..….90 § 7 - Fulanas de Película…………………………………....123 § 8 - Fulanas al Oleo…………………………………………138 § 9 - El Cuño Sexual………………………………………….143 § 10 - La Ensenada de Barragán………………….………148 § 11 - Tengo un Lupanar…………………………………….162 § 12 - Casas, Casos y Noticias……………………….……..178 § 13 - Después de un Largo Viaje…………………...…….194 § 14 - Tabú y Clandestinidad……………………….………199 § 15 - Tango y Sexualidad…………………………………..208 § 16 - Los Pioneros……………………………………………223 § 17 - Vidas Tangueras………………………...…………….228 § 18 - Tangos Procaces……………………………………...250 § 19 - Café y Bar La Marina...........................................260 § 20 - El Verbo del Bajo Fondo…………………..……….264

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§ - Prólogo

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Es

con el Marqués de Sade 1 , con quien el

hedonismo empieza a concebirse como una característica distintiva de la naturaleza humana. Es entonces cuando irrumpe una nueva cosmovisión solamente comparable a la revolución que estalló con el advenimiento del Giro Copernicano, es decir con la modernidad que se estaba abriendo paso gracias a la fuerza del poder de la seducción racional con que irrumpía ejerciendo una arrolladora fortaleza cuya debilidad iba a pretender demostrarse más tarde. Los cirenaicos de la antigua Grecia habían entendido la vida como el cultivo del placer. Definían al hedonismo como un bien supremo y buscaban las vías para alcanzarlo a través de las sensaciones. También los epicúreos hablaron con entusiasmo sobre el hedonismo. Los materialistas franceses, los utilitaristas ingleses, y muchas otras escuelas filosóficas abogaron por el hedonismo. 1 Donatien-Alphonse-François, marqués

de Sade, nació en París en 1740, y murió en Charenton, Francia, en 1814. Escritor y filósofo francés, conocido por haber dado nombre a una tendencia sexual que se caracteriza por la obtención de placer infligiendo dolor: «el sadismo». Se trata de un escritor maldito por antonomasia. De origen aristocrático, se educó con un tío, un erudito libertino que ejerció sobre él una gran influencia. En 1766 contrajo matrimonio con la hija de un magistrado, a la que abandonó cinco años más tarde. Juzgado y condenado a muerte por delitos sexuales en 1772, consiguió huir a Génova. Regresó a París en 1777, donde fue detenido y encarcelado a instancias de su suegro. En 1784 fue trasladado a la Bastilla y en 1789 al hospital psiquiátrico de Charenton, que abandonó en 1790 gracias a un indulto. Luego participó en política de manera activa, curiosamente, en el bando más moderado.

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Omar Demichelis y Enrique García En nuestro país la cuestión de la inmigración asumió el carácter de una política de estado. Debían adoptarse todas las medidas necesarias para realizar tanto la aspiración de atraer a todos los habitantes del mundo que quisieran habitar suelo argentino, cuanto imprimir en el corazón de los extranjeros el sentimiento de nuestra propia nacionalidad 2 Hablar de Los prostíbulos de Ensenada y el tango, significa tanto como remontarse hasta fines del siglo veinte, cuando el gran aluvión inmigratorio cambió la fisonomía del país, ya que aumentó la población urbana, se fundó el arrabal 3 y nació el burdel , y con él irrumpieron nuevas formas de naturaleza humana. Nos preguntamos ¿dónde debemos buscar las raíces de la prostitución, del malevaje, y del tango? Sin ninguna duda, nos respondemos, en la eclosión de la nueva ciudad, y en la insuficiencia de una clase social que aumentaba desmedidamente, es donde se pueden encontrar las raíces de un fenómeno naciente. En efecto, hacia 1869, cuando el primer censo demográfico llevado adelante durante la presidencia de Sarmiento, el país contaba con una población que se aproximaba a poco más de 1.700.000 habitantes. Entre 1853 y 1930, ingresaron 6.000.000 de extranjeros. En 1914, cuando estalla la primera Gran Congreso Nacional, Cámara de Diputados, Diario de Sesiones, 21 de octubre de 1887. Citado en L. Bertoni, Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, Argentina, 2001. 3 La palabra «arrabal» deriva de la expresión árabe «al rabad» que derivó en «arrabád», para llegar al castellano como la conocemos ahora. Con ella se define al barrio que está fuera del poblado al que pertenece o en los extremos de esa población. 2

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Omar Demichelis y Enrique García Guerra, la población extranjera ascendía al 30 por ciento del total. Se trataba, en su gran mayoría, de italianos y españoles. La aglomeración metropolitana concentró, en aquella fecha, entre el 40 y el 50 por ciento de la población extranjera tomada en su conjunto. En realidad, la etapa de mayor crecimiento urbano se corresponde con el período de mayor inmigración. La población inmigrante se afirma en las ciudades y constituye el 80 por ciento de la población adulta de la ciudad de Buenos Aires. Conforme lo publica la Dirección General de Inmigración, a propósito de la estadística del movimiento migratorio registrado entre 1857 y 1924, el porcentaje masculino en ese lapso alcanzó al 70 por ciento, y el aporte del grupo etario de varones que cuentan entre 21 y 40 años de, representó el 70 por ciento. Hacia 1895, la tasa de masculinidad 4 rondaba los 172 varones por cada cien mujeres, para el acumulado extranjero, y se situaba en torno de 97 varones por cada cien mujeres para el agregado nativo. En 1914 los extranjeros registraban un nivel de 166 por ciento, mientras que los nativos mantenían un nivel del orden del 99 por ciento, lo que indica que, para la última información censal, hay un incremento de 60 puntos de porcentual a favor de los varones extranjeros, y en detrimento de los varones nativos.

4 Cantidad de varones sobre cantidad de mujeres, multiplicado por

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cien.


Omar Demichelis y Enrique García Esa diferencia, computada sobre el conjunto de la población, determinaba que, para 1914, se registrara una diferencia de 518.000 habitantes varones por sobre las habitantes mujeres. Ya se había notado, como una constante, el hecho de que del caudal total de inmigrantes, ingresaban pocas mujeres y también pocos niños. Si consideramos que, como indicamos, las derivaciones del proceso en el orden social, político, y cultural, fueron harto evidentes, corresponde entonces reflexionar acerca del impacto de este desequilibrio demográfico en orden a la alarmante desproporción genérica imperante. Los hábitos tradicionales del placer, del amor y del sexo se ven alterados no sólo por esa desproporción numérica entre varones y mujeres, sino, por otro ingrediente sociológico intercurrente: la estructura etaria. La población europea se alza constantemente sobre la nativa, moviendo la aguja del fiel de la balanza, en un tramo etario clave para la construcción de la armonía social. Este segmento, que oscila entre los 15 y los 64 años, precipita la aludida desproporción entre argentinos y extranjeros. En 1895, la proporción de la población nativa es del 49 por ciento, mientras que la proporción de la población extranjera es del orden del 85 por ciento. En 1914, la proporción de la población argentina es del orden del 50 por ciento, y la extranjera del 87 por ciento. En consecuencia, si la población criolla se encuentra en situación social de inferioridad con

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Omar Demichelis y Enrique García respecto a la población extranjera, ella será desplazada también del comercio del placer amoroso, y del sexo. Y en un orden un poco más general, surge un interrogante insoslayable: ¿Cuál era el porvenir en el amor y en la tramitación sexual de ese plus de 500.000 varones? Sin duda, ¿ellos estaban condenados a quedar relegados en la canalización del deseo de cercanía y de íntima proximidad amorosa? Estadísticamente hablando, podríamos decir que «sí», pero así y todo, ellos no se resignaron. Buscaron la solución de sus pulsiones libidinales y entonces fue cuando proliferaron tanto el prostíbulo permitido, cuanto el prostíbulo clandestino. El compadrito se hace tan «cafiolo» 5 como el «leno» Se importan prostitutas desde Europa. Se organiza el mercado de los burdeles y se lo regentea. Como correspondía a una época de eufórico frenesí, el capitalismo invierte en lenocinios y encuadra batallones de prostitutas que ocupan las casas del deseo con mujeres que ofrecen lo que los guarismos desbarajustados de la reciprocidad y de la paridad sexual, parecían reclamar. La inmigración masculina impuso sus costumbres y sus hábitos y, por ende, se importaron prostitutas y rameras europeas. Los hombres determinaron las preferencias, ya que una prostituta extranjera se consideraba superior a una prostituta criolla. Se extinguió el amor de la ciudad, las mujeres Rufián, proxeneta: explotador de mujeres individuo que vive del trabajo de otros, a veces elegante. 5

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Omar Demichelis y Enrique García desaparecieron de las calles y, la fugacidad del amor se refugió en los prostíbulos que requerían de viandantes y de transeúntes que deambularan por un submundo tan colorido, como miserable: el hombre suele amar a escondidas.

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§ Capítulo 1 Historia Universal de la Prostitución

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Dicen

que la prostitución es la profesión

más antigua del mundo. Esto es algo que todos escuchamos alguna vez, pero ¿hasta qué fecha debemos remontarnos para poder comprobarlo? Siempre se dice que, como hemos dicho, fue en el Imperio Romano donde floreció el placer como búsqueda y manifestación y, por ende, allí es donde nos fijamos para tomar una fecha aproximada que señale el comienzo del comercio sexual. Eso sí, no podemos negar que tanto en la Antigua Roma, como en la Antigua Grecia, la libertad sexual reinante permitía que el tema de la prostitución no fuera considerado tabú. En efecto, se trataba de civilizaciones mucho más evolucionadas que la nuestra. Si hasta llegaron a comprender a la sexualidad, incluso a la homosexualidad, en todos sus sentidos, ya que el cuerpo humano era venerado por su belleza, En la Mesopotamia y en los alrededores del Mediterráneo encontramos la prostitución como oficio. Su origen se remonta al siglo dieciocho a. C. en la antigua Mesopotamia, donde ya existían ciertas regulaciones que protegían a las mujeres que desarrollaban la actividad. En el Código de Hammurabi, el símil más conocido de lo que hoy sería una Constitución, ya se regulaba el derecho hereditario de la prostituta.

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Omar Demichelis y Enrique García En Babilonia, siguiendo a Heródoto y a Tucídides, los dos más grandes historiadores griegos, regía una normativa que obligaba a todas las mujeres a prostituirse por lo menos una vez en la vida, como muestra de hospitalidad dispensada al extranjero. Se trataba de un acto pago que se realizaba en el Santuario de Militta. Si bien esta práctica es pasible de ser considerada como un acto de barbarie, debemos tener en cuenta que su valoración dependerá de la interpretación de la perspectiva cambiante que se da en contextos históricos disímiles. Los fenicios y griegos de la Edad del Bronce también la practicaban en honor a Astarté, la diosa de la fertilidad y la madre naturaleza. Incluso en Israel se la realizaba, aunque estaba prohibida por la ley judaica. La Biblia también hace referencia a la prostitución en Génesis 38, donde Tamar se hace pasar por meretriz con la intención de quedar embarazada de Judá. En Fenicia se daba una situación especial que atendía a las creencias religiosas de esa civilización mediterránea. Según la tradición, se

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Omar Demichelis y Enrique García solían realizar ciertas ceremonias donde las mujeres se golpeaban a sí mismas y luego ofrecían sus cabellos a la diosa. Quien no quería perder la fecundidad, debía acudir a un «mercado», por así llamarlo, donde solamente el extranjero y ella podían entrar. En ese sitio estaban obligadas a entregarse tanto cuanto menester fuera. Con la recaudación obtenida, se sufragaba la adquisición de diferentes ofrendas para la diosa de la fecundidad en cuyo honor se desplegaba la ceremonia. En la Grecia Clásica, es donde por primera vez aparece el término «porne», una acepción bastante conocida derivada de «pernemi», que significa «vender» En este período, tanto mujeres como hombres jóvenes ejercían la prostitución. Todos podían llegar a ser totalmente independientes y libres, pero era necesario que utilizaran una vestimenta distintiva, y también era obligatorio que pagaran impuestos como contribución que le cabe a todo trabajador que integra una comunidad. Entre las prostitutas más famosas de la historia de esta cultura encontramos a Lais de Corinto, conocida como la mujer más hermosa de toda la región y como la que más grandes sumas de dinero cobraba a sus acompañantes, entre los que se citan, el campeón olímpico Eubotas, y el filósofo Arístipo.

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Omar Demichelis y Enrique García El primer burdel fue fundado por Solón. El legendario rey ateniense ordenó su fundación en el siglo sexto a. C. en Atenas, aunque prohibió expresamente el proxenetismo. Todos los beneficios que dejó el burdel fueron utilizados para construir un templo en honor de Afrodita, diosa del amor, la lujuria, la belleza y la sexualidad, entre otras cosas. Por su parte, Corinto y Chipre no se quedaron atrás y, gracias a Estrabón, se conoció una novedosa forma de prostitución religiosa celebrada en un templo donde había más de 1.000 prostitutas. Se sabe que la prostitución masculina era principalmente practicada por adolescentes masculinos que la ejercían en burdeles atenienses. Se trataba de esclavos puesto que, de ejercerla en la edad adulta, los hombres libres podían llegar a perder todos sus derechos. Sin embargo, no estaba prohibida la homosexualidad propiamente dicha, salvo que se la practicara mediando dinero. En Roma, encontramos por primera vez el término «prostitutere», cuya traducción puede entenderse como «exhibirse para la venta», evidentemente para la venta del propio cuerpo. Roma es quizá el «paraíso de la prostitución» por resultar algo más que habitual, pero también por la enorme libertad sexual existente tanto para hombres como para mujeres.

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Omar Demichelis y Enrique García Ambos podían tener relaciones casi sin ninguna restricción, aunque en el caso de las mujeres, incluso las casadas, debían observarse ciertos códigos sociales y morales. Las prostitutas romanas serían como las modernas «escorts», mujeres educadas para dar placer y para mantener una conversación de alto nivel. Incluso algunas, de gran nivel, cobraban buen dinero, pero sus servicios se ofrecían a los titulares de los más altos cargos. En Roma podemos encontrar varias clases de prostitutas, Las «cuadrantarias», por ejemplo, de la más baja jerarquía, cobraban un cuadrante, en tanto que las «felatoras», eran expertas en el arte de la felación. Pero la lista de tipos de prostitutas, de acuerdo a sus características y habilidades, no se agota. Las prostitutas entregaban su cuerpo; las Palas aceptaban a cualquier persona que pudiese pagar el precio demandado; las Meretrix eran prostitutas independientes; las Prostibulae ejercían sin pagar impuestos; las Ammbulatarae trabajan en la calle o en el circo; las Lupae ejercían en los bosques de los alrededores de la ciudad; las Bastuariae ejercían la prostitución en los cementerios; y las Delicatae tenían entre sus clientes a poderosos generales y a senadores. En todos los casos, las prostitutas de la Antigua Roma solían ser mujeres independientes y, en ciertos casos, influyentes,

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Omar Demichelis y Enrique García aunque debían vestir un vestido púrpura que las identificaba y las diferenciaba del resto de las mujeres, además de tener que pagar impuestos por desarrollar su actividad. Si lo que quisiéramos conocer fueran las prostitutas más famosas de la Antigua Roma, nos encontraríamos con diversas fuentes históricas que nombran a Julia, la hija del Emperador Augusto, a Agripina e incluso a Mesalina, la esposa del Emperador Claudio, pues era frecuente que las mujeres de alta alcurnia ejercieran la prostitución por placer. Este es el caso de Mesalina, que según cuentan los relatos, realizó una apuesta con una prostituta y por ello se acostó, con una centuria completa en un solo día. De todos modos y pese a la cantidad de sitios donde se ejercía la prostitución, el lugar preferido por la mayoría era el de los baños públicos, pues allí podían ofrecer sus servicios a hombres y a mujeres sin excepción. Como dato curioso podemos añadir que, en el siglo uno, según los registros encontrados en Roma, se habían inscripto 32.000 prostitutas a las que les fue entregada una «Licentia Stupri» para ejercer el oficio.

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Omar Demichelis y Enrique García Según algunos registros, en la cultura azteca la prostitución estaba bastante difundida. La prostituta era conocidas como «āhuiyani», una forma eufemística de decir «tener lo necesario para estar feliz» Las autoridades políticas y religiosas permitían la prostitución siempre que se realizara a la vera de los caminos o bien en edificios conocidos como «ihuacalli». Si bien las mujeres que ejercían cobraban dinero por ello, no tenían un estatus social elevado, sino todo lo contrario. La Edad Media es una época histórica de grandes contradicciones al respecto. Es, como todos sabemos, un período histórico dominado por la Iglesia y por ende, la «fornicación» se consideraba pecado. Pero por otro lado, existía una cierta tolerancia de parte de las autoridades religiosas. Así lo vemos en diversos estados de gran poder como Venecia, cuyo Gran Consejo en el año 1358 declaró que «la prostitución es absolutamente indispensable para el mundo» Incluso la Iglesia de entonces la permite en algunos sitios, aunque para ello fuera necesario que las prostitutas se distinguiesen de las «mujeres decentes», por lo que su vestimenta difería de las demás. En Florencia por ejemplo, era frecuente que llevasen campanas en sus sombreros y guantes, en tanto que en Milán llevaban un manto

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Omar Demichelis y Enrique García negro. Muchas otras ciudades observaron el negocio y crearon burdeles para generar ingresos a través del oficio más antiguo del mundo, ahora gestionado por el mismo Estado. Pero tampoco ha sido tan fácil para las prostitutas, pues muchos estados se esforzaron por erradicarlas por completo, desterrándolas o enviándolas a suburbios que pronto se convirtieron en arrabales marginales, aunque esto no fue suficiente como para detener la difusión de la prostitución, un poco en virtud de la creciente demanda, otro tanto incluso por la escalada de ella hacia la nobleza o del clero. El Renacimiento es conocido por el surgimiento de una nueva concepción del mundo en el respecto del ser humano, aunque en realidad se estaban retomando ciertos valores propios de la antigüedad que se perdieron durante el medioevo. Por entonces proliferaron las mujeres que, viviendo en la proximidad de las cortes, repitieron, como cortesanas, el fenómeno de las ponderadas heteras griegas. Esa transformación antropocentrista es apreciable incluso en la prostitución, aunque debemos recordar que de todos modos, la sexualidad aún seguía siendo tabú, debido a la fuerte asociación existente entre estados e iglesias, aunque estas ya ejercían una intensa presión sobre sobre el asunto. La prostitución se continuaba considerando un «mal

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Omar Demichelis y Enrique García necesario» para satisfacer necesidades personales básicas. En la modernidad sucede algo muy particular. Prácticamente desaparece la figura de la prostituta, pero aparece la figura de la cortesana que se le asemeja bastante. Sin embargo, debemos tener cuidado al equiparar una y otra figura, pues este paralelismo comienza a popularizarse durante el siglo veinte. En la modernidad, la cortesana era simplemente considerada como un miembro más del séquito del rey, y no necesariamente debía ejercer el oficio, aunque sin duda, en este sentido, la historia registra muchas cortesanas célebres. Uno de los personajes más importantes de esta época es, sin duda, Ninón, pseudónimo de Anne de Lenclos, quien tuvo más de 5.000 amantes a lo largo de su vida, además de ser una de las más serias confidentes del «Rey Sol», Luis XIV de Francia, y de Horace Walpole, historiador del arte y hombre de letras, que la llegó a bautizar como «nuestra dama de los amoríos» En los inicios de la contemporaneidad y debido a la proliferación de las monarquías en toda Europa, las prostitutas continuaron

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Omar Demichelis y Enrique García ejerciendo su oficio como cortesanas y en el siglo diecinueve encontramos algunos nombres siempre relacionados con reyes del continente. La primera cortesana de la que debemos hablar es «La bella Otero», Agustina Otero Iglesias o Carolina Rodríguez, quién pasó a la historia como una de las mujeres más hermosas de la Belle Époque, y prueba de ello es que tanto el Rey Alfonso XIII de España, como el Rey Eduardo VII de Inglaterra, contaron entre sus amantes. Quizás la más importante de todo el siglo diecinueve fuera Lola Montez, cuyo nombre real era Marie Dolores Eliza Rosanna Gilbert, de la que se cree que tuvo más de 4.000 amantes a lo largo de su vida, incluyendo al rey Ludwing I de Baviera, y a personajes como Alejandro Dumas y el compositor Franz Liszt. Si bien sus encantos le harían ocupar un sitial de honor entre las más importantes prostitutas de la historia, fue su enorme influencia política la que la llevó a ocupar un destacado lugar, gracias a

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Omar Demichelis y Enrique GarcĂ­a Ludwing I, un experto en dilapidar dineros pĂşblicos en mujeres, hombres y castillos.

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§ Capítulo 2 Exégesis sobre un Placer en las Sombras

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Omar Demichelis y Enrique García Hay que Vigilar a las Putas

La prohibición de ejercer la prostitución en la vía pública no podía sino modificar radicalmente el carácter de la inscripción de las putas en las ciudades. Cambia eso y cambia todo. Cambia el régimen entero de la articulación de lo privado y de lo público, o, mejor dicho, de lo privado en lo público, y cambia, también, el sentido de la distribución de los lugares y de las prácticas en el espacio citadino. Se dice que si se hace la ley, se hace la trampa. En agosto de 1872 se promulga en Buenos Aires la ordenanza municipal que dispone el cierre y la erradicación de los prostíbulos en un radio de veinte cuadras alrededor de la Playa de Mayo. Es que, como dice Kohan, «hay que sacar a las putas del centro, hay que volverlas marginales» Otra ordenanza municipal, pero de 1875, les permite concentrarse en el radio céntrico para facilitar de ese modo el control sanitario y policial, es decir que «hay que vigilar a las putas, hay que traerlas de nuevo al centro, hay que tenerlas a la vista» Una ordenanza municipal de 1907 castiga la incitación sexual desde balcones o ventanas y la exhibición en las calles, es decir que «a las putas hay que tenerlas a la vista, pero sin que ellas quieran hacerse ver por eso» Una ordenanza municipal de junio de 1919 limitaba la libertad de las prostitutas en la vía pública, es decir que «a las putas no hay que tenerlas tan a la vista». En 1931 entra en vigencia una disposición de 1925, que prohíbe la prostitución, es decir que ahora «en absoluto tiene que haber putas» 27


Omar Demichelis y Enrique García Resulta preciso insistir con esta disposición. En 1935 y en 1936, igual sigue habiendo putas. En 1934 se decide clausurar los prostíbulos de la Capital Federal. Su efecto inmediato repercute en la proliferación de prostíbulos en la provincia de Buenos Aires, con equívocas aproximaciones a los bordes ambiguos de la ciudad, y una virtual invasión de putas en las calles, en las plazas, y en las estaciones de trenes. En 1965 se promulga una ley que ya no condena la prostitución, pero sí el proxenestismo, es decir que ahora «se puede vivir como puta, pero no se puede vivir de una puta» La notoria necesidad de insistir con estas disposiciones legales habla claramente de su insuficiencia, cuando no de su fracaso. Si tan inseparables resultan el hacer la ley y el hacer la trampa es porque, en cierto sentido, la propia ley es la que hace trampa. La persistente voluntad de inhibir la mostración y la visibilidad es en definitiva lo que promueve todo un arte del encubrimiento. Y con el encubrimiento, la vocación de controlar cae en sus raptos más paranoicos: ¿y si las academias de baile fueran prostíbulos encubiertos? ¿Y si las casas de modistas o de costureras fueran prostíbulos encubiertos? ¿Y si las adivinadoras estuviesen practicando una forma encubierta de prostitución ambulante? ¿Y si las pulperías sirviesen en verdad, como prostíbulos móviles encubiertos? ¿Y si las orquestas de señoritas fuesen la cara exterior de una forma encubierta de prostitución? La aplicación efectiva de la ley, cuando no su solo enunciado, se trastornó con estos desvelos. Una verdadera

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Omar Demichelis y Enrique García poética del espacio hizo falta para determinar los límites del adentro y del afuera, de lo íntimo y de lo público, ese borde que, una vez transgredido, señala el delito de exhibición o de incitación. El Reglamento de 1875 prohíbe que se atraiga a los paseantes desde las puertas de los prostíbulos. La Ordenanza Municipal de 1907 impide la instalación de esos establecimientos en calles cortadas, a la vez que postula el control de la incitación desde ventanas, puertas y balcones. El Decreto Municipal de febrero de 1910 se ve en la necesidad de insistir en la prohibición de exhibirse y de incitar desde las ventanas de las casas, y avanza en la determinación de que se instalen mamparas opacas que impidan la visión desde y hacia la calle. Luego se prohíbe la existencia de faroles en los frentes de estas casas. La ordenanza municipal de noviembre de 1911 prohíbe la distribución de impresos al efecto, tanto como impide arrojarlos en la vía pública. La legislación se torna maniática, se pone obsesiva, se pone insistente. Un fervor de minucia semiótica la desvela: la lleva nerviosa del volante al farol, del callejón a la mampara. Se enerva en una voluntad infinita de clasificación del espacio, agobiada por la significación de bisagras e intermedios. Las putas por su parte quedan siempre un poco más allá y un poco más acá de la voluntad de sus disposiciones. Enloquecen a las leyes con su don inigualable para nunca dejarse ver y para darse siempre a ver. Hay que Explicar la Prostitución

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Los

prostíbulos desde casi siempre constituyeron

una actividad clandestina generalmente vinculada a estamentos policiales y políticos encargados de admitirla, de tolerarla, o de anularla de hecho o de derecho. Como fenómeno social, la prostitución entra en el campo de la reflexión sociológica sobre la sexualidad, y se la hace depender de factores diversos. Entre las teorías sociológicas puntuales recordamos las que se refieren a la constitución biológica o a la situación económica. En un primer tiempo la causa principal de la prostitución se buscó en la mujer que sería constitucionalmente prostituta, es decir, predispuesta a relaciones sexuales múltiples. Véanse al respecto las teorías de Lombroso, de Ferraro, y de Weininger, hoy superadas en su formulación más rígida. Otros autores estiman que la demanda del varón es la causa principal, toda vez que el varón sería constitucionalmente tan polígamo como sus antepasados los monos. Es la tesis mantenida en particular por Kinsey. Desde siempre la mentalidad popular ha considerado que el varón tiene un instinto sexual difícil de dominar. Esta predisposición biológica a relaciones múltiples es sostenida ahora para explicar la conducta genital de ambos sexos. Es innegable que el fenómeno de la prostitución se funda en vastísimos intereses comerciales. Las teorías económicas ponen el acento en la situación de pobreza de las personas que se prostituyen. Ciertamente, la miseria induce con frecuencia al ejercicio de esta «profesión», pero si se focaliza en los clientes y en la organización, hay 30


Omar Demichelis y Enrique García que reconocer que es el Estado de Bienestar el que parece favorecer la demanda y la expansión de ella a escala «industrial» Entre las teorías económicas se puede encuadrar la interpretación marxista, para la cual el sistema capitalista y la falsa moralidad burguesa, son causas determinantes de su difusión. Las teorías sociológicas generales destacan que el comportamiento prostitutivo es reducido, por otros sociólogos, a explicaciones mucho más complejas. Así, la causa determinante de la prostitución se busca en el ambiente socio-cultural del que, de ordinario, provienen las prostitutas. Consta, en efecto, que la mayoría de ellas proviene de un ambiente familiar «desquiciado», es decir carente de sensibilidad y de afecto y caracterizado por una promiscuidad deformante y por experiencias incestuosas que pueden imponer la idea de que el amor es un desahogo meramente físico. Además, se ha llegado a considerar que la prostituta nacida en familias regulares y que han recibido una instrucción particular, puede ser víctima de un ambiente tal si ha vivido en un clima impregnado de falsos valores e informado por un inadecuado compromiso moral. Entre las teorías sociológicas generales se distingue la elaborada por algunos sociólogos que participan del estructuralismo alemán. En oposición a las teorías biopsíquicas, estos sociólogos consideran que el impulso sexual humano no está biológicamente determinado, como sucede en los animales inferiores, sino que depende

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Omar Demichelis y Enrique García de la cultura. La prostitución, según ellos, constituye un desahogo necesario en una sociedad jerarquizada y monogámica. Pero este fenómeno se prolonga también en la sociedad actual, que, a pesar de abolir «formalmente» las clases, conserva un enfoque jerarquizado del poder económico, junto a una existencia por demás carente de valores ideales. Analizado el fenómeno de la prostitución bajo diversos aspectos, se recuerdan ahora las soluciones propuestas a nivel de reflexión ética y social. Se comenzará con una proposición que contrasta con los valores éticos cristianos, pero que es defendida como orientación de liberación social. La única orientación social que hay que proponer, según algunos, es la liberación de la tensión sexual, congénita en la naturaleza humana, aboliendo el matrimonio monogámico y legitimando el amor libre. Reconocida la plena libertad en las relaciones sexuales, vendrá a tenerse como innecesaria, y signada negativamente, la prostitución comercializada. A esta conclusión llegan tanto los sociólogos que hacen depender la prostitución de un hecho biopsíquico como los de la escuela estructuralista alemana. Sin embargo, aun partiendo de sus análisis, los resultados podrían ser diversos. El hombre no puede reducirse a sus tensiones biopsíquicas, y estas hay que orientarlas en el respeto de las exigencias superiores que distinguen al hombre de la bestia. Este último dato debería ser tenido como razonable los epígonos del estructuralismo, que reconocen el influjo

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Omar Demichelis y Enrique García de la cultura en el comportamiento humano. A la cultura fuertemente jerarquizada, que provocaría la prostitución como desahogo, no hay que contraponerle la cultura del liberalismo sexual, que podría provocar una prostitución generalizada, aunque no comercializada. En cambio sería legítimo desear una cultura diversa que ayudara a la maduración sexual en orden a una efectividad personalizada y comprometida. Todo ello como orientación general, porque ningún comportamiento puede ser impuesto de tal modo que con ello se pretenda que sea adoptado por todos. Hay que distinguir la valoración moral de la prostitución de la actitud que el Estado pueda asumir en el respecto de este fenómeno social. La ética cristiana ha condenado siempre a la prostitución como inmoral porque ella implica el ejercicio de la genitalidad fuera de la relación afectiva y definitiva de los cónyuges, además de promover la degradación de las personas que venden su cuerpo y la de los que reducen la satisfacción sexual a un desahogo meramente fisiológico y sensorial. Pueden añadirse también otras razones, como el pecado de adulterio, el uso de contraconceptivos y la predisposición previa hacia condiciones de posibilidad que conducirían al aborto. En cambio, son diversas las posiciones católicas sobre la actitud que el Estado puede asumir en relación con el fenómeno social de la prostitución. Ya Agustín de Hipona, y luego explícitamente Tomás de Aquino, defendieron la teoría de la tolerancia social. Partieron ellos de un principio general.

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Omar Demichelis y Enrique García Sostuvieron que el Estado no puede nunca aprobar el mal, pero tampoco puede eliminar todo mal de raigambre moral. Por tanto, debe obrar, el Estado, con una sana prudencia que puede llegar a la tolerancia de algunos males morales mientras no sea posible alcanzar una mejor solución. Este principio fue aplicado por Tomás de Aquino a la prostitución, basándose en el supuesto social de que en aquella época el prohibicionismo estatal hubiera constituido un verdadero absurdo 6 Particularmente el Colegio Carmelitano de Salamanca del siglo dieciocho, remitiéndose a la autoridad de Tomás de Aquino 7 y a la práctica de los Estados Pontificios, justificó la reglamentación de la prostitución. Se debe reconocer que la teoría de la «reglamentación» va más allá del principio tomista de la «tolerancia», pero resulta en una consecuencia suya casi necesaria. Ante un fenómeno social que no se limita a relaciones entre dos personas, sino que implica fórmulas participativas de particular importancia, el Estado debería adoptar una posición jurídica. La reglamentación podría darse en forma de apoyo, y como tal sería inmoral, o bien con la explícita intención de poner un dique de contención al fenómeno y de algún modo controlarlo para evitar males mayores. Bajo esta forma, la reglamentación puede considerarse moralmente tolerable. La hipótesis entra en la discusión ética sobre la legislación estatal. Particularmente en los estados modernos, aconfesionales y pluralistas, se podría

6 Véase S. Th, II-II, q. 10, a. 11. 7

Véase S. Th, II-II, q. 96, a. 2.

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Omar Demichelis y Enrique García discutir si sería concebible una legislación que «regulara» algunos episodios considerados inmorales. Otros moralistas estiman que el Estado debía encargarse de prohibir la prostitución. Es la tesis que se ha hecho predominante entre los moralistas de nuestro siglo. El Estado ha de ser consciente de la degradación social y de la explotación criminal que conlleva la prostitución organizada. Pero, la reglamentación, más que reducir el mal, en alguna medida lo oficializa. Ante todo hay que evidenciar que las tres hipótesis morales diversas, concuerdan en estimar que la prostitución es un mal social. No niegan la posibilidad de que tal fenómeno sea ineliminable. Tienden a evitar una complicidad directa del Estado. La discusión versa sobre el comportamiento éticamente «prudencial» que el Estado debería adoptar. Éste podría variar según las situaciones culturales y las posibilidades de control efectivo. En todo caso la tarea de la ética no se agota en la confrontación con el legislador. Hay que promover, como primera instancia privilegiada, la intervención «cultural» para una prevención ético-social del fenómeno prostitutivo. Se trata de recuperar el sentido de la sexualidad humana. Además hay que potenciar las defensas sociales de los menores, en paralelo con los respectivos desalentadores, el fomento de las asociaciones que trabajan en favor de la juventud y en defensa de las

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Omar Demichelis y Enrique GarcĂ­a muchachas madres, y que tienen en mira la recuperaciĂłn de los marginales.

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Omar Demichelis y Enrique García

§ Capítulo 3 El Fantasma de la Sexualidad

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Omar Demichelis y Enrique García ¿Por qué se nos dice que hay que consagrar a la sexualidad más que al amor? ¿No es el amor el término englobante, el polo ascendente, el móvil espiritual? Ciertamente. Pero la sexualidad es el lugar de todas las dificultades, de todos los titubeos, de todos los peligros y de los atascos, del fracaso y del gozo. Hemos preferido una reflexión sobre la sexualidad más que un elogio del amor, a fin de no eludir ninguna de las dificultades que hacen problemática la existencia del hombre como existencia sexuada. La diferencia de los sexos atraviesa a la humanidad de manera distinta que una diferencia de especie, también de una manera distinta que una diferencia social, y finalmente de manera distinta que una diferencia espiritual. Hay algo de sagrado en el sexo, algo del orden de

lo desconocido. La materia de lo sagrado es lo desconocido, lo que no se sabe, lo que se ignora, lo enigmático, lo oculto, lo escondido, lo misterioso, lo metafísico. Esto es lo que nos empuja a tener que disimular, a tener que hacer creer que sabemos, y que podemos llegar a explicarlo. Este proceder comporta una de las tantas estrategias que llevamos camino adelante al amparo de una singular falta de respeto continuo. Se ha dicho que los ateos son sexualmente más felices. En efecto. De las limitaciones morales que subyacen en la mayoría de las religiones, se sigue un ejercicio controlado de la conducta sexual. Esto no es ninguna novedad. A menudo, quienes se pronuncian 38


Omar Demichelis y Enrique García por una mayor libertad sexual, arguyen que las represiones sexuales responden a procesos históricos que revelan cómo es que el poder religioso desplegó su persistente capacidad de control. Algunos consideran que la represión sexual es parte de fantasmas, frutos de imaginerías de ficción que la alta jerarquía religiosa exalta para sujetar la conducta de los individuos. Parece que estas prácticas han sido heredadas del pensamiento vigente en la Edad Media. Recuérdese el dominio que por entonces ejercía el señor feudal o el noble sobre los súbditos que, leyendas y mitos mediante, temían toda clase de maldiciones, de encantamientos, y de calamidades si se atrevieran a desconocer la jurisdicción y el imperio depositado en el poseedor de la tierra, que se aseguraba los recursos ideológicos propiciatorios que prometían graves amenazas para el que se alejara del imperativo orden jurisdiccional impuesto. Según esta visión, la religión no dejaría de funcionar como otra instancia más de control sobre la conducta individual, utilizando sutiles y fuertes mecanismos con los que contaba. Si bien la religión predica el comportamiento a través de conductas más elevadas, el hecho de que lo haga por medios espurios y con fines que desnaturalizan la esencialidad humana, nos habilita para peguntarnos si el orden de lo «sobrenatural y lo trascendente» no constituye un severo régimen disciplinar aplicado al derecho y a la libre autodeterminación existencial.

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Omar Demichelis y Enrique García El pensamiento cristiano es compatible con la represión de los impulsos de placer, puesto que cuanto más se controle el goce mejores actitudes «civilizadas» se conseguirían. Esta es la tesis freudiana esbozada en El malestar en la cultura, aunque podría caber la refutación que consagraría una interpretación de sentido inverso, porque si se goza, se es también capaz de crear. Haber crecido con múltiples mensajes de advertencia que prohíben la práctica sexual no es algo que pueda soslayarse con tanta facilidad. Aún sigue repicando en algunos sectores sociales aquella vieja sentencia que condena haberle «fallado a los padres» que esperaban una habilitación del ejercicio sexual al amparo de un orden impuesto por la institución matrimonial. No obstante, la realidad desmiente la matriz moral impuesta, toda vez que, de ordinario, la edad promedio en la que se da inicio a las relaciones sexuales, se sitúa entre los quince y los diecisiete años, con el agregado de que ellas se practican más acá del casamiento. Sin embargo, esa suerte de programación previa, construyó un espacio cuyos mensajes progenitores no desaparecieron sin más. Tuvieron que intervenir nuevos argumentos, nuevos discursos tendientes a desmitificar los presuntos males derivados del placer sexual. Ni con el remordimiento pudo ejercerse un sistema de control duradero lo suficientemente férreo. Lamentarse por lo realizado, pese al disfrute; colocarse en un tribunal imaginario, e ir buscando el cumplimiento de la sentencia o el medio de 40


Omar Demichelis y Enrique García reparación del daño, fueron recursos eficientes que se delinearon durante mucho tiempo. El camino común para asumir la responsabilidad imaginada que supone trasgredir la disposición moral respecto del sexo, es pasar a la reproducción, es dar la noticia del embarazo, es notificar que se han rebasado los límites y que hay que hacerse cargo. Por supuesto que hay una directa vinculación socioeconómica en este señalamiento que corresponde a entornos de distinto gradación en la escala de las precariedades. Así, las clases menos desprotegidas se ven obligadas a pagar su devenir con la moneda del desarrollo demorado, o bien con el éxito inalcanzado. La disfuncionalidad sexual, también comporta el pago a la desobediencia. Se puede compartir la intimidad, pero a costa de un escaso nivel de placer. El goce no es una garantía, es una confirmación de la ineficiencia de las advertencias. En el campo de intervención de la sexualidad, se lleva a cabo la lucha sin cuartel que se da entre la construcción de la historia vivencial personal y los modelos de restricción de la realidad tangible según el contexto mediato e inmediato. La conexión religiosa con el placer sexual se encuentra enmarcada en una normatividad que puede inscribirse en diversas áreas; particularmente en la delimitada por la cultura, en la que cada religión tiene que subsumirse. Algunos pueblos tienen una vocación religiosa francamente dominante. Muchos otros son refractarios en ese respecto.

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Omar Demichelis y Enrique García En la esfera social, se han dictado leyes que regulan la actividad sexual, cuando no la prohíben o la controlan con medidas que apuntan a organizar la permisibilidad, la prohibición, o a la mera restricción graduada. Las religiones, por lo tanto, no son las únicas fuentes que limitan el intercambio sexual. La dimensión jurídica de cada grupo social, la familia, la escuela, el ejército, la policía, los grupos deportivos, y los espacios laborales, son instituciones que operan en el sentido indicado. Quizá el rasgo más distintivo de la restricción sexual estriba en las religiones, vale decir en el bagaje de dosis fantásticas que respaldan sus concepciones. Desde otro punto de vista, se piensa que bajo título de «Filosofía y sexualidad» tenemos un tema por abordar, un tema del que podemos hablar, un tema que podemos reducir al canon de lo desconocido. Así, el estudio del alcance lingüístico de lo que pedantescamente llamamos «cuerpo», comporta una de las más flagrantes faltas de respeto a lo desconocido en tanto que sagrado. Y como si esto fuera poco, el empleo de nombres médicos para las cosas sexuales, el empleo de cultismos grecolatinos nacidos en la medicina, sirven como anestésicos para aquello que se considera amenazante, desde que pudiera haber por debajo de esos nombres, una muestra del intento de aniquilación de esa amenaza de lo sagrado, es decir de lo desconocido. Es curioso que esa pretensión de dominio de la denominación, tenga una clara raigambre que no sólo

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Omar Demichelis y Enrique García se da en la literatura tradicional, sino que también aparezca en la propia literatura galante. También se da, por supuesto, en la casuística del confesionario. Si el confesor sabe de antemano cuáles son los pecados que se pueden cometer, porque de alguna manera se los tiene catalogados, es porque se sabe de antemano que se está anulando cualquier posibilidad de que imprevistamente surja lo desconocido. Tampoco en el diálogo galante falta la impronta de esa pedagogía de la denominación. Hay una larga lista de nombres pedantescos. Todos ellos representan intentos de domesticación, si se quiere de anulación de lo desconocido, de conjura de la amenaza que de ello se podría desprender. No hace falta insistir mucho en la vigencia de los grandes procedimientos de anulación de lo desconocido. El matrimonio, es una institución que no solamente se refiere a las formas consagradas por la Iglesia, por el Estado, o por cualquier otra forma constitutiva de lo que solemos llamar la «formación informal de las parejas» El matrimonio, dicen, constituye un intento de domesticación de lo no sabido, un intercambio también sexual, según el cual, a costa de perder aquella posible amenaza de vida que en el amor había, se proporciona una cierta cuota de seguridad, y se nos concede una cierta domesticidad como contrapartida. Sin embargo todos nuestros problemas relativos a la sexualidad parece que proceden del hundimiento de una sacralidad que estuvo a punto de darle sentido pleno a 43


Omar Demichelis y Enrique García la sexualidad humana. La ética conyugal de los modernos es una de las respuestas relativamente logradas gracias a ese hundimiento. La prostitución, en cambio, es complementaria: lo que se paga, aquello que se puede comprar y vender, es, por excelencia, lo sabido conocido. Ninguna prueba resulta más contundente, para verificar la validez del concepto vertido, que lo que se interpreta se está expresando a través del juego del número manifestado en dinero. Si en efecto, es posible pagar por un servicio, es porque ya se sabe a cambio de qué se está pagando. Se sabe, se conoce, no es sagrado. Es casi ostensible. El dinero es la prueba del saber. Y, por tanto, en el matrimonio, tanto como en la prostitución, se da tanto la una como la otra cosa, aun cuando el primero de los casos citados se encuentre oficialmente sacralizado. Si en las propias proclamaciones de los muchachada de estos decenios pasados, encontramos algunas expresiones del tipo «¡haced el amor!», es porque se sabe que esta expresión encierra mucho de lo que puede sugerirse como procedimiento de anulación de lo desconocido, y como dispositivo de obturación de la domesticación. Hacer el amor implica considerar que realmente el amor es algo que se hace, es decir que es una acción, un trabajo, algo que depende de la voluntad, algo que está sometido a las facultades superiores de la construcción creativa. Como sabemos, lo que está sometido a las facultades superiores, es algo sujetado a las facultades superiores de las mismas

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Omar Demichelis y Enrique García instituciones de la sociedad: se trata de una superestructura. Pareciera que el coito se convirtiera en un hacer voluntario, en algo dominado con el que paga la pérdida del paraíso para conseguir, a cambio, el dominio, la sumisión, y, por ende la seguridad para vivir en una inmanencia más acá de la trascendencia. Hace falta recordar a Freud de una manera ambigua, porque el psicoanálisis no está caratulado como una ciencia, sino que se constituye como lo contrario de la Ciencia, es decir, en otros términos, como una disolución de algo que ponía en peligro la integridad de la estructura del alma humana, mientras que ya, desde el ideario del propio Freud, esa peligrosa disolución fue acompañada por incuantificables intentos, más o menos afortunados, por volver a la asimilación, es decir a la domesticación. En un precioso ensayo de sus últimos años, el Análisis terminable e interminable, se muestra de una manera muy clara cómo después de haber levantado las capas sucesivas impuestas por la sociedad y por las convenciones, al fin se llega a lo que Freud llama «la roca viva», que es la animalidad, vale decir de aquello que está por debajo de todo eso que aparece. Pero esa roca viva es en verdad un mar, un mar oscuro y, en cambio, esa roca viva que el autor pretende, es la

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Omar Demichelis y Enrique García animalidad, la vida que en verdad no es más que la Biología. La naturaleza, entonces, se enfrenta con la cultura. Pues bien, con el mismo criterio, la naturaleza se enfrenta con la religión. Lo que encuentra Freud debajo de todo eso se llama «la vida», pero en verdad es la Biología lo que encuentra Freud, es la Ciencia lo que el psicoanálisis piensa encontrar cuando ha agotado su labor negativa, su trabajo destructivo creativo su tarea deconstructiva reconstructiva. Esa roca viva es el suelo firme que se piensa encontrar. No es en verdad el mar oscuro, sino el lecho donde mora la Biología, donde reside la Ciencia. Lo que ahí debajo encuentra Freud es otra vez la Ciencia y la fe en la Ciencia. Él cree saber algo de aquello porque la Ciencia se lo dice, porque hay unas Ciencias diversamente caratuladas. Se trata de Ciencias que le explican bien qué es eso del animal, qué es eso de la vida. No es sino un caso de la falsificación constante por la cual, dado el dominio social de aquello a que se alude como Naturaleza, la tierra se convierte en Geografía, así como el cuerpo se convierte en Anatomía, y la vida en Biología. Y cuando pensamos encontrar algo bien firme, es gracias a que encontramos el saber de ello, encontramos el saber científico que lo reemplaza. Vengamos pues, a ver qué es esto a lo que en nuestros días se suele llamar «sexo» Sería deseable que la figura que aquí tomáramos fuera justamente el revés de la figura de los sexólogos. La palabra «sexó-logo»

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Omar Demichelis y Enrique García encierra, en la descomposición del segundo término, la clara alusión al lenguaje y al razonamiento y, en la descomposición del primer término, al sexo. Se trata, en verdad, de desarrollar una ciencia, un saber predicativo acerca de lo que el primer término sustantivo tiene denominado como «sexo» Por el contrario, fuera el sexo lo que fuere logos, fuera entonces la irracionalidad, es decir lo desconocido que está por subterráneamente debajo. La historia de la palabra «sexo» es realmente sorprendente. Esta palabra latina empieza queriendo denominar las clases fundamentales, los dos sexos y la oposición entre ambos: el género. En latín antiguo la palabra no tiene otro sentido más que ése; «sexus» quiere decir «uno de los dos sexos», o, como el otro término, «secus», que a veces aparece en los autores pretéritos, el sexo, es decir la división o clase viril o mujeril, masculina o femenina. Inútil es buscar en la antigüedad más usos de la palabra. Si se nos permite por un momento trazar un paréntesis lingüístico, podremos concluir que es bastante razonable pensar que podemos arreglarnos con una sola raíz que explica tanto el prefijo de separación «se» que se usa en latín, como el adverbio secus, que quiere decir «separadamente» Tanto el nombre «secus» anteriormente aludido, como el otro nombre derivado, «sexus», han tenido una respetable difusión, aunque este último es el que ha tenido más éxito en nuestras lenguas. Todos provendrían de la misma concepción, de la idea de separación. En la época moderna, a mediados 47


Omar Demichelis y Enrique García de 1850, la palabra «sexo», que conduce al nombre, empieza a usarse para aludir a una de las dos clases de género, como si una de las dos clases propias de la Sociedad fuera el sexo por excelencia. En autores de fines del siglo dieciocho y todavía en el decimonónico, en autores franceses especialmente, podemos encontrar que «le sexe» es naturalmente femenino. El sexo es lo femenino; y así debió la cosa seguir funcionando, al menos durante un siglo, hasta que sólo después de mediados del siglo pasado empiezan las primeras apariciones con este significado que hoy queremos darle a la palabra. Evidentemente, el significado de «sexo», de «sexualidad», es una derivación de ese estadio intermedio en el que sexo refiere lo femenino. El sexo y la sexualidad son, naturalmente, como esta incursión etimológica nos muestra, las mujeres. Es lo femenino lo que es el sexo y lo que es la sexualidad. Y esto, naturalmente, es independiente de cualquier forma que las relaciones humanas puedan asumir. Sigue siendo válido en general que el sexo no sea otra cosa que lo femenino. Naturalmente, este último significado, este último deslizamiento semántico de la palabra sexo, sólo se explica como correlativo del previo desarrollo de la palabra «amor» en el sentido que podemos distinguirla como Amor, con mayúscula. Apoyándonos en esta evolución de una palabra desconocida por los antiguos, podemos explicar que la palabra en cuestión llega a tener un sentido rigurosamente contrapuesto y complementario: «hacer el amor sexual» quiere decir «hacer lo mismo, que le 48


Omar Demichelis y Enrique García pase a uno lo mismo que en el Amor, pero sin Amor», sin Amor verdadero, como en la prostitución. Así es como sigue significando esta palabra en nuestros días. Seguimos llamando «sexo», con mayor o menor repugnancia o con mayor o menor exaltación, a lo mismo que es el Amor, pero sin Amor de verdad. La evolución semántica fue deslizándose paralelamente al significado que hizo que la misma noción de «cuerpo» se fuera desarrollando, correlativa e inmediatamente después de que se fuera desarrollando la noción de «alma». El cuerpo se desarrolla en contraposición con el alma. Así, esto que hoy día llamamos «sexo», se desarrolla en contraposición con aquello que llamamos «Amor verdadero», o del alma. El pecado contra el amor sin mayúscula ni minúscula es justamente la separación: la prostitución. Esta insistencia en la separación entre lo que es Amor de veras y lo que es sexo es justamente el fundamento de todas las nuevas y más poderosas formas de represión. De esto se ocuparían el Estado, las Religiones, las Culturas, la Ética, y la Moral. El término, «pecado» remite a ese pecado contra el amor que quiere decir el pecado contra lo desconocido, contra lo imprevisible, contra la vida misma. Hay un pasaje de una de las cartas de Freud a Fliess, que ha atormentado bastante a los editores, y a los comentadores. Se trata de un momento en el que aparece el nombre de lo femenino. Aparece lo femenino

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Omar Demichelis y Enrique García en la carta, y Freud consigna tres cruces seguidas en el manuscrito de ella. Estas tres cruces han sido objeto de comentarios y de tormentos para los editores: ¿cuál era el sentido de esas tres cruces que acompañan a lo femenino? Algunos de los editores sostienen que Freud se hace cruces. No es imposible, es normal que un signo de tres cruces represente gráficamente a la persignación. Probablemente la gesticulación del simbolismo del persignarse sea independiente del carácter judío que Freud tenía. En todo caso, hay ahí una especie de signo supersticioso para alejar el maleficio, para alejar algo que se percibe como amenazante. En el momento de trazar esas tres cruces Freud es bien consciente de algo que después, durante un mucho tiempo, va a soslayar: lo desconocido y peligroso que podría esconder el término que refiere «lo femenino» Vamos a fijarnos en qué tanto es eso desconocido, que tanto peligroso es, que tan amenazante aparece, que tan enigmático resulta, que tanto de lo femenino puede haber, siendo lo femenino el sexo propiamente dicho, siendo lo femenino aquello que ahora llamamos «femenino», aquello donde entre nosotros asienta la nueva noción de «sexo». Podríamos conocer todo esto a través de su forma de presentación histórica. Diremos que esto desconocido, esto peligroso, esto amenazante, se nos presenta como dominado. Las mujeres, pues, lo desconocido, son en su aparición histórica el sexo dominado. Son el primer ejemplo de dominación. Son la primera forma de dinero en la prostitución, es decir, 50


Omar Demichelis y Enrique García son el intento más flagrante de desconocida, por tanto inefable, impredicable, a concepto, es decir abstracta y extraña de ella, que eso dinero con la cosa: representarla

reducir la cosa innumerable e a representación es lo que hace el

Hay un texto de Rabelais, que Freud mismo recoge y usa, en el que un diablo huye delante de una mujer que se levanta las faldas y sin más le muestra el sexo. El sexo aparece directamente, como un motivo de huida para el demonio, y si ese demonio es un demonio masculino, ese demonio es un representante, es decir que representa el terror, representa la angustia, representa la inquietud masculina, entonces la imaginación de Rabelais es de una asombrosa certeza. Se sabe muy bien que en eso que las señoras llaman «hacer el amor» hay una tremenda desigualdad: los hombres son limitados; el más atlético de todos los que se pongan a hacer el amor, queda, por así decirlo, encerrado dentro de números que se cuentan con los dedos de una mano. No es que haya mucho, es que, en realidad, no hay ningún motivo de limitación: se siente que no hay ningún motivo de limitación más que, en todo caso, el puro agotamiento, que no se podría llamar cansancio, porque el cansancio parece correlacionarse mejor con el trabajo, como en la prostitución. Este terror de la «innumerabilidad del placer», o como se le quiera llamar, es una de las constantes que más aparecen del terror masculino. Recordemos a Juvenal cuando presenta a Mesalina «al

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Omar Demichelis y Enrique García fin, cansada, pero no rendida, pero no saciada de hombres», pues esta aparición bajo múltiples formas de la innumerabilidad es, efectivamente, uno de los motivos más claros de terror, de angustia, de inquietud. En general, la imaginación en el sexo dominado es una imaginación sumergida, por así decirlo, es «una imaginación dormida» para cumplir con las funciones que dentro de la Sociedad Patriarcal se le asignan. La mujer tiene que carecer de imaginación respecto a lo erótico, respecto de lo amoroso. Es curioso que esta sumersión de la imaginación femenina sea precisamente la preparación para entregarse «al que ama», es decir, para la llegada del Amor verdadero al que habrá de entregarse exclusivamente, no como en la prostitución. Lo más importante, tal vez sea la amnesia respecto del placer, respecto del propio placer desconocido, innumerable y vago, anteriormente aludido. Amnesia que, por otra parte, parece no estar presente en la prostitución. El propio Freud, en una de sus cartas a Fliess, recoge el caso de una muchacha multiorgásmica de veinte años, amante de un banquero de sesenta que lo consulta precisamente por el fenómeno de amnesia que provoca fugas, es decir huidas de la realidad. Por cierto, en esa carta Freud profetiza que será el amante quien «la casará, y será anestésica [(entiéndase frígida)] con su marido» Se plantea ahora la curiosa cuestión de por qué se da, sin embargo, que la mayoría de las mujeres, no sólo

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Omar Demichelis y Enrique García las que sean más o menos frígidas, que las más de las veces la mujer se aburra copulando. No sólo parecería que fueran frígidas, sino que parecería también que lo son por lo que antes hemos dicho, por la razón teleológica, por no considerar al placer como finalidad, como algo que hay que perseguir, sino por privilegiar la función procretiva. No nos gustaría finalizar sin aproximar las dos mitades del análisis que hemos hecho. Algo se ha podido percibir en estos dos caminos de la sexualidad, el del cariño y el del erotismo, a saber: la sexualidad quizá sea en el fondo impermeable a la reflexión e inaccesible a la conquista humana; quizá sea esta opacidad lo que hace que no pueda contenerse ni en la ética del cariño ni en la no-ética del erotismo; y que incluso no pueda reabsorberse ni en una ética ni en una técnica, sino sólo representarse simbólicamente con la ayuda de lo que queda de mítico en nosotros. Finalmente, cuando dos seres se abrazan, no saben lo que hacen; no saben lo que quieren; no saben lo que buscan; no saben lo que encuentran. ¿Qué significa ese deseo que los impulsa al uno hacia el otro? ¿Es el deseo de placer? Sí, desde luego. Pero ésta es una respuesta pobre; porque al mismo tiempo vislumbramos que el propio placer no tiene sentido en sí mismo porque es figurativo. ¿Pero de qué? Tenemos la conciencia viva y oscura de que el sexo participa de una red de fuerzas cuyas armonías cósmicas se olvidan, pero no por eso quedan suprimidas; que la vida es mucho más que la vida; queremos decir que la vida es ciertamente mucho más que la lucha contra la muerte,

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Omar Demichelis y Enrique García que un retraso del plazo fatal; que la vida es única, universal, toda en todos y que es de ese misterio del que el gozo sexual tiene que participar; que el hombre no se personaliza ética y jurídicamente más que sumergiéndose también en el río de la Vida: ésta es la verdad del romanticismo como verdad de la sexualidad. Pero esta consciencia viva es también una consciencia oscura, puesto que sabemos bien que ese universo del que participa el gozo sexual se ha hundido en nosotros; que la sexualidad es lo que queda de una Atlántida sumergida. De ahí su enigma. Ese universo desquiciado no es accesible a la ingenuidad, sino a la exégesis sabia de los viejos mitos; sólo revive gracias a una hermenéutica, es decir, a un arte de «interpretar» unos escritos hoy mudos. Finalmente, dígase lo que se diga de su equilibrio en el matrimonio, Eros no es institucional. Se le ofende al reducido a contrato, al deber conyugal; su vínculo natural no se deja analizar como deber-deuda; su ley, que no es ley, es la reciprocidad del don. Por eso es infra jurídico, para jurídico, supra jurídico. Por eso pertenece a su esencia amenazar demonizando a la institución, a cualquier institución, incluso a la del matrimonio. Sigue siendo afortunado y raro el encuentro, en la fidelidad viva, entre Eros que no tolera regla alguna y la institución que el hombre no puede mantener sin sacrificio. 8 Tenemos dicho que hay algo de sagrado en el sexo, que «sagrado» quiere decir lo desconocido, lo enigmático, que lo sagrado es lo desconocido, lo que no 8

Ricoeur, Paul; Sexualidad: la maravilla, la inestabilidad, el enigma, Historia y Verdad, Ediciones Encuentro, Madrid, 1990.

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Omar Demichelis y Enrique García se sabe, que nos vemos continuamente impelidos a disimular el desconocimiento, a tener que hacer creer que sabemos, y que, por tanto, lo podríamos explicar desde el equívoco. Las muestras de tamaña falta de respeto, son infinitas, aunque es en la fenomenología de las apariciones inversas, que es como decir de las apariciones vueltas de revés, donde también tal vez encaja la prostitución.

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Omar Demichelis y Enrique García

§ Capítulo 4 Arqueología del Placer

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Omar Demichelis y Enrique García

El fenómeno

de la prostitución es complejo, y

como tal difícil de definir. Para empezar habría que distinguir entre la prostitución y el comportamiento prostitutivo. La prostitución se concibe como un intercambio, es decir como un comercio entre una persona que le concede a otra su cuerpo a cambio de dinero o de una especie que lo reemplaza, haciendo de ello una profesión, un acto frecuente, o una actividad habitual. Generalmente la ejercen mujeres, pero no es de extrañar que también la practiquen los hombres, y que también se implique en ello a los niños. El comercio sexual así entendido, puede entenderse tanto como un acto de carácter homosexual, cuanto una práctica de carácter heterosexual. La costumbre existente en algunos pueblos primitivos de conceder al huésped la propia mujer, la hija o la sierva, es conocida como «prostitución hospitalaria» y, como la intencionalidad es de orden cultural, no ha de considerarse prostitución en el estricto sentido con el que habitualmente la conocemos. Otro tanto hay que decir de las prácticas sexuales esporádicas con parientes, compañeros, o amigos, formas estas que alcanzaron un significativo predicamento entre los pobladores de numerosos países cuya máxima expresión se registró en algunos pueblos de África oriental. Esta verdadera institución antropológica y cultural es comparable al «Ius primae noctis» 9 , más 9 La expresión «derecho de pernada», en latín vulgar medieval, «ius primae

noctis», es decir «derecho de la primera noche», se refiere a un presunto

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Omar Demichelis y Enrique García conocido como «derecho de pernada» de los señores feudales medievales. La prostitución tampoco escapó del ámbito de lo sagrado, si bien resulta apropiado distinguirla del comercio sexual oneroso y frecuente. El comportamiento prostitutivo, en cambio, debe entenderse como toda explotación del propio cuerpo sin que con ello se persiga, ni se comprometa, interés afectivo alguno, tal como puede suceder con personas proclives a entregarse con el objeto de obtener ventajas ocasionales, o bien puede ocurrir con personas dadas a ceder a requerimientos chantajistas de quienes pueden favorecer aspiraciones laborales o profesionales. De algún modo, y con un amplio sentido interpretativo, entraría dentro de la categoría del «comportamiento prostitutivo», la conducta de los que se casan sin motivación afectiva alguna y, consiguientemente, por ello mismo, aceptan pasivamente mantener y sostener relaciones sexuales normales, habituales y frecuentes. En los pueblos del Cercano Oriente y de la Cuenca del Mediterráneo, existía la prostitución sagrada. Se la encontró también en algunas regiones de la India, donde las prostitutas, llamadas «siervas y esclavas de los dioses», oficiaban como cantoras y bailarinas que contaban con una formación intelectual envidiable. Las «meretrices del culto», consideradas como mujeres derecho que otorgaba a los señores feudales la potestad de mantener relaciones sexuales con cualquier doncella, o con cualquier sierva de su feudo, que se casara con uno de sus siervos. Este derecho tuvo supuesta vigencia durante la Edad Media de Europa occidental..

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Omar Demichelis y Enrique García sagradas, frecuentaban los patios de los templos y eran consideradas como transmisoras de virtudes fecundativas. La práctica de esta clase de prostitución revestía el carácter de un acto social piadoso según el cual las relaciones sexuales colectivas eran legitimadas y se ejercían en cumplimiento de un ritual sagrado. En los templos, como los de Babilonia, no faltaban los prostitutos varones. También en Palestina y en Siria la prostitución asumió un carácter religioso. Este es el motivo de la severa condenación de una práctica que fue entendida, en el Pentateuco 10 y también entre los profetas, como «fornicación con los dioses extranjeros» 11 El ejercicio de la prostitución entre los hebreos, no era considerada infamante. La prostitución como mercancía comercial de uso indiscriminado, también conocida como «profana», floreció tempranamente junto a la conocida como «sagrada», aunque la una se distinguió de la otra por la diversidad con la que fueron concebidas. En efecto, en la prostitución sagrada la sexualidad se entiende como una ofrenda a la divinidad cuyo lucro emergente de las prestaciones implicadas engrosaba las arcas del templo. En la prostitución profana, en cambio, prevalecieron tanto el uso arbitrario del cuerpo, cuanto el interés comercial asociado. Las primeras regulaciones de las «dicterias» o «burdeles», donde se ejercía la prostitución comercial, 10 Cf. Dt 23,18, y Lev 21,7.9.14. 11 Cf. Dt 23,18, y Lev 21,7.9.14.

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Omar Demichelis y Enrique García probablemente tengamos que rastrearlas para hallarlas en los tiempos de Solón, en la Antigua Grecia, aproximadamente hacia el año 600 antes de la era cristiana. Se trataba de instituciones lujosas puestas al servicio de una clientela proveniente de las clases sociales más altas, o bien de módicas instituciones abiertas al servicio de una clientela menos acomodada. La prostitución profana se ordenaba conforme a una escala jerárquica. La categoría más elevada de la prostitución, entre los griegos, estaba compuesta por «heteras» dotadas de notables cualidades físicas y culturales, mujeres que ejercieron una notable influencia sobre los representantes de la política del lugar. La cultura romana organizó la sociedad del placer bajo formas precursoras propiciatorias de las formas que rigieron en la modernidad sobreviniente. Comida rápida, puertas automáticas, legislación del divorcio, incipientes taxímetros, calefacción central, ascensores, y propiedad horizontal, fueron algunas de las modernidades conocidas. Pero también esa cultura de avanzada contó con características fuertemente ligadas a la intención de este, nuestro trabajo. En la búsqueda del placer se depositaron algunos comportamientos significativos en la intimidad social de la cultura romana. Así, el muérdago fue un símbolo de paz, y por eso se lo usó en las navidades y sentó un precedente indiscutible en la tradición religiosa cristiana. La mujer que deseaba embarazarse era azotada ritualmente con las ramas resultantes de la

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Omar Demichelis y Enrique García poda del muérdago, es decir de la puta. Existe en la mitología romana una diosa llamada «Puta» Las sacerdotisas romanas ejercieron una prostitución sagrada en honor de tal diosa. Con el tiempo, la «puta» se convirtió entonces en el nombre con el que se pasó a designar a la mujer que ejercía la prostitución 12 La prostitución fue considerada como un servicio social con jerarquía benefactora. El servicio se cumplía en los «fornices» 13 , de donde deriva «fornicar», vale decir de la celda donde la prostituta recibía a sus clientes. Cada prostituta realizaba una práctica propia del dominio de su destreza. La entrada a la celda se señalaba con un dibujo que representaba esa destreza especial. La práctica de la felación era la práctica más repugnante y más cara que un cliente podía solicitar. La prostituta estaba obligada a vestir una túnica corta y oscura para diferenciarse, en tanto que el «leno» era el encargado de regentear la actividad, tarea por la que recibía un estipendio relacionado con la paga del

En la época de la poda de los árboles frutales, se realizaban rituales de fecundidad en los que las mujeres que deseaban quedar embarazas agitaban las ramas de los árboles. Las sacerdotisas iban un poco más lejos, pues se prostituían en honor a la diosa. Es conocido lo atraídos que los romanos estaban por las bacanales, por lo que no es extraño que estas celebraciones de poda desembocaran en auténticas orgías en la que se podía participar tras el pago de una cantidad. Por ello se conoce como putas a las mujeres que ofrecían servicios sexuales a cambios de dinero 13 La palabra «fornicar» proviene del latín ‘«fornix’ (fornice)» que es el nombre que recibe la zona abovedada, es decir la curvatura interior del arco, que se encuentra bajo los puentes, callejones y otras edificaciones y que en tiempos del Imperio Romano era el lugar en el que las prostitutas callejeras esperaban a los clientes con los que mantenían relaciones sexuales allí mismo. Más tarde el vocablo se usó para designar a la celda donde esperaban sus clientes y se realizaba el intercambio sexual. 12

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Omar Demichelis y Enrique García servicio de su pupila 14 y la «statio cunnulingiorum» era el lugar donde el prostituto practicaba sexo oral a sus clientes. Como se ve, las bases del ejercicio mismo de la prostitución fueron echadas en los inicios mismos de la civilización y permanecieron, con algunas variantes, en el comportamiento cultural actual. Pero, además, el sentido del pudor de la época era, sin lugar a dudas, muy distinto al actualmente vigente, sobre todo entre los pobres que de forma promiscua vivían hacinados en familia, entre los pobres que conjuntamente dormían en una misma habitación, o incluso en el mismo camastro, y hacían sus necesidades fisiológicas a cielo abierto en el campo, sin preocuparse demasiado por resguardar su intimidad. Las prostitutas de los comienzos de Roma procedían de la «prostíbula», es decir de la clase más baja de la sociedad romana. Pero fue después de la Segunda Guerra Púnica 15 cuando las cortesanas, también llamadas «meretrices» 16, comenzaron a ganar terreno. Al numeroso grupo de las meretrices pertenecieron las «cantadoras», las «tocadoras», las «mimas» y las «bailarinas» La cultura romana consideraba el ejercicio de la prostitución como un servicio beneficioso, no sólo porque con ella se tramitaba adecuadamente la pulsión libidinal, sino también porque el producido de la tasa 14 De

aquí la denominación de «lenocinio», que se le suele conferir a los burdeles. 15 Entre el 218 y el 201 antes de la era cristiana. 16 La palabra «meretriz, proviene del verbo latino «meretrix», que significa «ganar» o «ganarse», «mercer» o «cobrar», o sea: «la que se gana la vida por sí misma»

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Omar Demichelis y Enrique García impositiva que se recaudaba representaba significativo recurso. A diferencia de la concepción griega, la prestación de la prostituta romana se consideró una práctica infame. Les estaba negado ataviarse con la indumentaria propia de las matronas, y tenían que limitarse a vestirse con cortas túnicas de colores oscuros. Después del advenimiento del cristianismo algunos emperadores, Teodosio y Justiniano entre ellos, tomaron medidas por demás severas contra los proxenetas que, en su afán desmedido, llegaron a reclutar menores de una corta de edad. Sin embargo, y pese al empeño puesto de manifiesto, aquellas prescripciones regulatorias no alcanzaron el efecto esperado. La historia de la prostitución en la Edad Media representa el avance de una variada sucesión de tentativas represivas. La habilitación de los «burdeles» se toleró y se reguló al amparo de sanciones fiscales que reportaban importantes beneficios para el erario público. Toda reunión numerosa, en ferias o en mercados, atrajo a legiones de meretrices que, de ordinario, solían acompañar a los ejércitos. Fue durante el siglo dieciséis que las autoridades comenzaron a preocuparse por la difusión de enfermedades venéreas en cuya prevención se prescribió que las prostitutas realizaran visitas sanitarias periódicas que se fueron intensificando en la modernidad. Tanto en la reforma, como en la contrarreforma protestante, se adopta una actitud más severa. Muchos burdeles fueron cerrados, pero nunca el ejercicio de la

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Omar Demichelis y Enrique García prostitución fue legalmente abolido. Precisamente por la misma época comienza a difundirse en Francia la «galantería» A menudo las damas de la corte son cortesanas significativamente influyentes. Madame Pompadour 17 , por ejemplo, fue la favorita cortesana de Luis XV que protegía a filósofos y escritores. La base de la prostitución actual registra una compleja organización con ramificaciones internacionales que imponen un código de comportamiento que las prostitutas y sus explotadores se sienten obligados a respetar como única ley. La organización de la prostitución se llama «proxenetismo», donde se reconocen cuatro categorías de participantes: los protectores, los dueños de los locales prostitutivos, las alcahuetas, y los traficantes. Normalmente la prostituta obra bajo la guía de un protector, a menudo su amante y parásito, que ora tanto teme como ama. Al protector le incumbe atraer a las prostitutas, generalmente muchachas de vida descarriada, muchachas escapadas de su hogar, o muchachas lanzadas a la búsqueda aventurera en concursos de belleza o en festivales non sanctos. El sometimiento comienza con Jeanne-Antoinette Poisson, duquesa-marquesa de Pompadour y marquesa de Menars, conocida como Madame de Pompadou, Nació en París en 1721, y murió en Versalles en 1764. Fue una muy famosa cortesana, además, fue la amante más célebre del Luis XV, y una de las principales promotoras de la cultura durante su reinado. 17

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Omar Demichelis y Enrique García algún cliente y con muchos regalos, pero bien pronto, la muchacha descubre en el protector a su amo absoluto que puede también llegar a venderla a un «colega» Aunque en menor proporción, también hay mujeres que operan como protectoras. El dueño es el amo del local puesto al servicio de los encuentros concertados. Alcahueta es la mujer que conoce el arte de seducir a las pupilas, es la que las pone en relación con un protector, y la que en forma directa las relaciona con los clientes y les enseña el oficio de la «puta» El traficante oficia como un colocador, es decir como un individuo que, mediante un pago financiado por un elenco de protectores o de dueños de prostíbulos, se compromete a captar y trasladar prostitutas. Cabe dejar establecido que se usa aquí el género femenino, porque en la mayoría de los casos es en él en el que generalmente se hallan involucradas las prostitutas, aunque, como con anterioridad se dijo, las mismas consideraciones que pueden ser vertidas respecto de las mujeres, igualmente caben para las consideraciones que pueden ser vertidas respecto de los varones. La prostitución admite categorización. Las personas que se prostituyen se dividen, si es que cabe emplear este vocablo, en categorías que distinguen una clase de otra clase de prostitución profesional, semiprofesional, y ocasional. Para las prostitutas profesionales el único verdadero oficio es la prostitución misma, lo cual implica una consciencia, una mentalidad, una moralidad, y una cosmovisión, un tenor de vida, una manera de vivir, una

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Omar Demichelis y Enrique García capacidad de seducción y de selección de los clientes. Entre las prostitutas profesionales está presente un ejército de paseadoras que son colocadas por los protectores en los lugares estratégicos de ciudades o pueblos, conforme la edad y el atractivo que la «demanda» exija. Las prostitutas semiprofesionales ejercen habitualmente la prostitución compartiéndola con otros menesteres, o bien compartiéndola con un trabajo puntual que les permite «ejercer». Es claro que tales actividades normalmente son desarrolladas por personas que no abrigan intención alguna de prostituirse, aunque ellas entran dentro de la categoría de las prostitutas semiprofesionales, y se distinguen de estas como categoría considerada más elevada. Externamente su personalidad debe aparecer como irreprensible. El giro del trabajo se establece mediante citas dispensadas a una clientela reducida, pero refinada. Las prostitutas ocasionales son mujeres que inicialmente no intentaron erigirse en prostitutas, pero sin embargo se ofrecen ocasionalmente por oscuros impulsos de naturaleza psíquica o para procurarse meros lucros suplementarios. Las prostitutas ocasionales bien pronto se convierten fácilmente en prostitutas habituales. Las prostitutas provienen, en gran medida, de clases sociales inferiores, generalmente de ambientes familiares desquiciados y moralmente disociados, cuando no, se ven empujadas por el deseo de obtener una ganancia fácil y una vida mejor. Sin embargo, las estadísticas no reflejan el quehacer de las prostitutas semiprofesionales, y sobre todo no reflejan el quehacer de las personas con estudios, 66


Omar Demichelis y Enrique García de las personas de buena posición, y de las personas que han realizado una elección consciente de su manera de vivir. La prostituta comienza su carrera a una edad temprana, por lo general mucho antes de los veinte años, aunque se vislumbra que van en aumento las que comienzan entre los doce y los trece años. Se trata de muchachitas generalmente escapadas de sus hogares o bien de muchachitas inducidas por su propia familia a la práctica del «oficio» Hay que distinguir la psicología originaria de la prostituta, de la psicología adquirida en el ejercicio de la «profesión» Inicialmente se trata de muchachas normales, en general estudiantes del nivel secundario. Su personalidad se debilita marcadamente, según y conforme van avanzando en la «carrera», acaso por el estilo de vida que eligieron practicar. Así, entre malos tratos y aviesas pretensiones e intenciones de sus protectores, entre el consumo abundante de alcohol, y entre el uso y el abuso de drogas a las que recurren para animar su diario trajinar y su profundo desaliento, discurre la vida prostibularia. No se sabe si la prostituta responde a las necesidades de una ineludible pulsión hipersexual, pero, habitualmente su prestación parece carecer de la necesaria participación psíquica, de lo contrario no podría prestarse a sostener relaciones continuadas con la misma clientela. Es más, la obligación de las prestaciones con toda especie de hombres, podría hacer nacer en ella una aversión de género.

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Omar Demichelis y Enrique García Numerosas historias de prostitutas reflejan que hay un cierto momento en el que las interesadas asumen una percepción exacta de su situación, de la disgregación moral de la que no les resulta tan fácil deshacerse. Sin embargo, aunque difíciles, suelen ser promisorias las recuperaciones morales de las prostitutas, si es que reciben una adecuada contención y una ayuda institucional sostenida. La prostitución infantil, por desgracia, ha existido desde siempre, aunque en la actualidad adquiere proporciones alarmantes. Se la conoce en los países de Asia y de Sudamérica, donde padres desesperadamente pobres, venden a sus hijos para que pueda sobrevivir el resto de la prole. Sin embargo, es menos conocida esta clase de prostitución de menores, que existe pero a escala limitada, de modo sorprendentemente vasto y en proporciones crecientes en Europa occidental y en los Estados Unidos de América. La explotación de menores como actores de películas pornográficas depende de organizaciones internacionales dedicadas a la producción y a la distribución de semejante material tan obsceno como deletéreo. La explotación directa de menores que se conceden a clientes particulares pueden realizarla también organizaciones más pequeñas, por lo general asociadas a una red con conexiones internacionales. A los menores, a veces vendidos por los padres, a veces escapados de sus hogares, se los hace emigrar, con el ojo puesto en el espejismo de protagonizar aventuras y riquezas, por quienes «legalmente» se hacen pasar por sus parientes más próximos. Una vez caídos en la red, no es tan fácil que 68


Omar Demichelis y Enrique García los interesados tengan el valor de rebelarse. Se resignan a un género de vida que consideran imposible de cambiar, entre otras cosas porque se saben atados por un tácito contrato mafioso que prevé, para todo «yerro», durísimas sanciones, que van desde el desapego a distancia, hasta la lejanía en términos de tiempo y espacio. Es casi imposible apurar un análisis sociológico de los «clientes» Se ha intentado llevar adelante algunos sondeos en clientes de la prostitución «proletaria», pero no en los clientes de otras clases. Hay que distinguir entre la clientela «ocasional», que no presenta particulares características, y la clientela «habitual». Éstos pueden ser «tímidos» que esperan perder sus complejos tomando un contacto prostitutivo, arriesgando agravar sus dificultad psicosexual. Sobre la difusión de la prostitución sólo se pueden hacer conjeturas aproximativas, porque donde está vigente el sistema de la reglamentación, las prostitutas «clandestinas» evitan el control, y en los países abolicionistas es del todo imposible hacerlo. El fenómeno de la prostitución está difundido por todas partes e implica una colosal fuente de negocios. De entre los países abiertamente abolicionistas, solamente en Rusia y en China Popular la prostitución clandestina es muy reducida, debido al efecto combinado de un sistema policíaco riguroso, de una educación cívica que reduce las evasiones individuales, y de una nivelación económica que no favorece las especulaciones privadas. En los países de economía libre, la posibilidad de explotación comercial,

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Omar Demichelis y Enrique García junto al hedonismo reinante, favorece la actividad prostitutiva más allá, y en contra, de lo que exige la norma legal. El temor al contagio venéreo, que se consideraba sobre todo provocado por la prostitución, ha tenido una parte decisiva para estimular el desarrollo de una cultura contraria a la prostitución. Las estadísticas recientes desmienten netamente este temor. Las infecciones venéreas en los países industrializados de cultura occidental son debidas en gran parte a contactos con personas diversas, carentes de todo cuidado higiénico, más que a relaciones con prostitutas. El mundo de la prostitución gira en torno a la explotación y al tráfico de personas, y está ligado a la industria de la pornografía, al «racket» de los locales de juego, y al comercio de la droga. Por eso hay que considerarlo como un factor criminógeno. La actitud cultural legislativa contemporánea oscila entre tres orientaciones diversas, que van de la reglamentación al prohibicionismo, y de este al abolicionismo. Con la reglamentación se tiende, gracias a programas más racionales y eficaces que los adoptados en los siglos pasados, a limitar rigurosamente el comercio y el ejercicio de la prostitución, reservando para ella locales autorizados insistentemente controlados. La primera reglamentación en el sentido moderno tuvo lugar en Francia en 1802. El ejemplo francés fue seguido, más temprano que tarde, por otros países.

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Omar Demichelis y Enrique García En muchos países las motivaciones sociales de la reglamentación se basan en la presunción de que la prostitución es un fenómeno ineliminable, e incluso en parte útil para canalizar pulsiones propias de la naturalezas humana, sobre todo las que son propias de la masculinidad, al par que hay que ponerle freno a un libertinaje del todo abierto, y levantar un dique contra la difusión de las enfermedades venéreas. El registro de las prostitutas implicaba la visita sanitaria obligatoria y el cumplimiento de algunas normas en su defensa. No podían ser admitidas antes de los dieciséis años, debían ser libres de rechazar al cliente, y aun de limitar sus prestaciones, prescripciones todas ellas habitualmente de ordinario ignoradas. El aspecto más discutible de la reglamentación estriba en que en tales Estados se reconocen los aspectos negativos de la prostitución y sin embargo se la oficializa. La reglamentación legitima el comercio de las prostitutas que, una vez registradas y controladas, se sienten más protegidas en el ejercicio de su menester. La protección sanitaria, que constituye la motivación social predominante de la reglamentación, es improductiva porque controla sólo a la prostituta y no al cliente, porque el control en fechas fijas descuida los períodos intermedios, y porque la mayoría de las prostitutas escapa a toda registración y control, ya que las «clandestinidad» concentra una mayor cantidad de muchachas que las que están registradas.

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Omar Demichelis y Enrique García El aspecto social más positivo de la reglamentación está centrado en la posibilidad de un control que, aunque reducido, constituye una parcial protección legal y social de la prostituta. Hacia finales del siglo diecinueve, la Asociación Inglesa de Moralidad inició una campaña contra la por entonces llamada «trata de blancas», hoy día simplemente conocida como «trata» Después de varias reuniones, se firmó en París una convención internacional que prohibía alistar menores, aunque consintieran, para la prostitución, e impedía usar, para las mayores, cualquier medio de coacción. Pero la trata clandestina de menores continúa, incluso con la complicidad de algunos de sus familiares. Para la trata de personas mayores, habitualmente no se recurre a la violencia física- Generalmente se proponen diversos espejismos asociados con ganancias fáciles que luego se resuelven en neo formas de esclavitud. En cualquier caso, las campañas contra los abusos que sobrevienen a la organización de la prostitución, han favorecido el cambio conceptual. De la reglamentación se ha pasado al «prohibicionismo», en virtud del cual la prostitución no puede entrar entre las actividades socialmente reconocibles. Este movimiento, alentado a nivel internacional, se difundió y fue adoptado en Estados Unidos de América, en Rusia, en casi todos los estados europeos, y en algunos países asiáticos como la India. El régimen prohibicionista tipifica a la prostitución como un «delito», y por tanto propone su eliminación. Sin

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Omar Demichelis y Enrique García embargo ha resultado eficaz sólo en contados casos irrelevantes. La orientación legislativa «abolicionista» parte del principio de que la prostitución en sí misma no ha de ser ni reconocida ni prohibida, por recaer en el ámbito de las relaciones privadas. Con ello se suprime el registro y la visita sanitaria de las prostitutas, que no pueden quedar sometidas a leyes especiales tan discriminatorias. Entre las mayores no es delito conceder el cuerpo propio con fines de lucro, con tal de que salvaguarden las leyes que resguardan el orden público y desalientan la seducción, los actos obscenos en lugares públicos, el atentado contra el pudor, y la incitación, y la apología abierta o encubierta de la prostitución. El «abolicionismo» se propone reprimir la organización de la prostitución. El «lenocinio», y cualquier forma de incitación a la prostitución, y el mantenimiento de locales dedicados habitualmente a la prostitución se consideran figuras tipificadas como «delito penal» Además, con el «abolicionismo» se propone una educación cultural que favorezca la reeducación de las prostitutas y, dentro del respeto que merecen las personas, que se desaliente la demanda de relaciones prostituyentes. Han actuado en este sentido diversos movimientos abolicionistas. Tanto el sistema «prohibicionista» como el «abolicionista» siguen siendo periódicamente puestos en cuestión. Se desea el retorno a la reglamentación, aunque con modalidades de control un tanto más rigurosas. Las impugnaciones han sido

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Omar Demichelis y Enrique García estimuladas ciertamente por intereses comerciales, pero son presentadas como motivaciones de orden social en torno a la disminución del peligro de contagios venéreos y la difusión escandalosa de la oferta prostituyente en las calles. Además, las prostitutas lamentan sobre todo la actual privación de toda tutela social, principalmente a nivel sanitario y previsional. Los «abolicionistas» sostienen que la defensa del pudor público no se aseguraría con la apertura de los prostíbulos, ya que las prostitutas «clandestinas» han sido siempre más numerosas que las que actúan, «legalmente», en locales autorizados. Contra el peligro de contagio, a su vez, se debe instaurar una campaña cívicosanitaria, porque el mero control de las prostitutas autorizadas no resuelve el problema.

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§ Capítulo 5 La Musa y el Lupanar

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No se puede pensar la prostitución sin pensar en el modo en que la literatura, el cine, la plástica, y la estética en general, montan, presentan y describen a quienes atraviesan por esta situación. Mujeres transgresoras, autónomas por más que sean explotadas; mujeres que merecen ser ajusticiadas ya sea a través de una enfermedad mortal o por la caída en desgracia. Mujeres que suelen servir como metáfora para hablar de otras situaciones sociales destinadas al secreto tanto como lo que se hace en la cama. En la literatura mexicana del siglo dieciocho, Sor Juana Inés de la Cruz escribió en su poema Hombres necios sobre el que ha sido llamado «el oficio más viejo del mundo» Destacó uno de los versos más conocidos de dicho poema: «¿O cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga: la que peca por la paga o el que paga por pecar?» Sor Juana pretendía, como lo indica desde el título, llamar la atención sobre la doble moral que se aplica muchas veces ante el tema de la prostitución en la que se suele castigar, estigmatizar o rechazar a quienes la practican pero poco o nada ocurre con aquellos que se benefician de este servicio. Podemos citar este poema como un primer ejemplo de cómo numerosos escritores han utilizado su pluma para hablar de la prostitución, del intercambio de dinero por favores sexuales, siendo, así la literatura un espacio en el que se ha podido abordar este hecho desde diferentes y variadas perspectivas En pocos sitios pueden hallarse tantas putas reunidas como en una Biblioteca que se precie de tal. A 76


Omar Demichelis y Enrique García propósito: «yo, que me figuraba el Paraíso, // bajo la especie de una biblioteca» 18, es toda una revelación al respecto. Orientales, europeas, latinoamericanas, todas reciben en los libros su bautismo de fuego según la época y la situación: geishas, fáciles, livianas, de la vida, de la calle, cortesanas, de compañía, visitadoras, jineteras 19 . Los anaqueles dan asilo a clásicas y discípulas, diosas de la libido o apariciones dormidas como las últimas putas tristes de García Márquez 20, y Las bellas durmientes de Yasunari Kawabata 21 Desde Tolstoi, que a los 82 años estaba decidido a abandonar a su esposa pero no a los burdeles, hasta Bioy Casares que les deja un lugar

18 Poema de los dones de Jorge Luis Borges. 19 Contrariamente a

lo que casi todo el mundo piensa, la palabra jinetera no proviene de jinete, ni de jinetear, haciendo gráfica alusión a la muy probable posición en la que creemos que las desdichadas mujeres que ejercen el comercio sexual se ganan la vida. Esta palabra se deriva del nombre francés Ginette, con el cual designan a las prostitutas los canadienses de origen francés que viven en Quebec a las prostitutas. 20 La obra aborda el peculiar amor de un viejo. A cierta edad, el vigor agota. Sin embargo, queda la emoción en el corazón. En ese momento, el anciano busca tener una relación y al hacerlo se da cuenta de que el amor no pasa, como muchos hombres creen, únicamente por el coito, sino que puede darse también a través de la caricia, la contemplación y el silencio. La nueva forma permite admirar en el terreno de la imaginación la belleza irresistible del otro, es decir, la magnificencia de la vida misma. Dice el longevo periodista: «Aquella noche, descubrí el placer inverosímil de contemplar el cuerpo de una mujer dormida sin los apremios del deseo o los estorbos del pudor» La fascinación por la querida conmueve al hombre mayor, lo llena de fantasías y le permite ocultar el temor a la muerte, así como enfrentar la decrepitud. 21 La casa de las bellas durmientes es una de las más famosas y enigmáticas novelas japonesas. Ensalzada hasta la saciedad por Gabriel García Márquez, en cuyo argumento se basó para elaborar su bella Memoria de mis putas tristes, fue la única novela japonesa que dijo que le habría gustado escribir. Pero no ha sido solamente este escritor el que ha rendido homenaje al primer Premio Nobel japonés de las Letras. La obra de Kawabata es una amalgama de sentimientos entrelazados en los que la muerte flirtea con la vida en medio de recuerdos y añoranzas por los tiempos pasados.

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Omar Demichelis y Enrique García fundamental y místico en la ramera ciega 22 de La invención de Morel 23, casi todos los escritores rindieron tributo a las mujeres sin rostro que los turbaron, iniciaron y los entretuvieron a cambio de billetes. La literatura, en un discurso completamente paralelo y ajeno al de las denuncias del periodismo y de los análisis sociológicos, ha dado cuenta de una normalidad y contribuido también a una estética de la prostitución idealizada. Por diferente carril van los datos y testimonios de violencia sexual, abuso infantil, esclavitud, infecciones y muerte que la vida prostibularia de todos los tiempos ha tenido como fundamento y vida cotidiana. Aun cuando la ficción creyó denunciar, no dejó de delinear la estampa de aquella mujer maternal, poco santa y dadora de esa infinita ternura que siempre, en el fondo, está necesitando «Lo que distingue al hombre del niño es el saber dominar a una mujer. Lo que distingue a una mujer de una niña es el saber explotar a un hombre» 24 , decía Cesare Pavese, quien en la vorágine de su militante desconfianza Uno de los antecedentes argentinos de La invención de Morel es El vampiro, de Horacio Quiroga. Un hombre se enamora de una estrella de cine y logra materializar su cuerpo. El fantasma corporificado de la actriz se convierte en el vampiro que extermina a su creador. En este sentido es interesante relacionar a los vampiros y a los espejos. Los espejos se ciegan para los vampiros pues nunca reflejan la imagen: son como Faustine que mira ciega al narrador. 23 La literatura de Bioy Casares puede considerarse como una una «literosofía», es decir como una intersección entre literatura y filosofía. La trama pone enfoca la importancia de la repetición de siempre lo mismo, porque de esto se seguirá la «litocronificación del tiempo», es decir, «el tiempo se transforma en piedra» sin posibilidad de que tenga lugar el cambio. Pero ¿por qué habría de perseguir el relato semejante finalidad? En realidad se trata de una consecuencia inesperada que derivada de una intencionalidad primera dirigida a eternizar la presencia de Faustine, de la que se había enamorado Morel, el protagonista que se ha vaalido de un «eternoretornógrafo» que reproduce siempre lo mismo. 24 Pavese, Cesare, El oficio de vivir. 22

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Omar Demichelis y Enrique García hacia todas las ellas destacaba con respeto a la que se vende porque no miente, corporiza la venganza y la nobleza de su especie. Pero no es sólo Pavese quien las distingue mientras señala su maldad, las prostitutas literarias están sospechadas siempre de esconder algo y merecen ser condenadas y redimidas también por otro misterio. Son autónomas aun cuando se las explote, tal vez por estar consideradas poseedoras del último secreto que desde Las mil y una noches se les atribuye a las sábanas. Pocos libros son tan famosos como Las mil y una noches, una recopilación de cuentos del Oriente medieval narrados, supuestamente, por una sultana llamada Sherezade. Según la leyenda, existió un sultán persa que, en venganza por la traición de su primera esposa, desposaba una mujer cada noche y al día siguiente la mandaba decapitar. Para no correr con la misma suerte, Sherezade entretuvo al sultán durante toda la noche narrándole una historia cuyo final no develó cuando llegó el amanecer, por lo que el sultán decidió esperar una noche más y no matarla. De esta forma, Sherezade se las ingenió para sobrevivir durante mil y una noches y acabó convirtiéndose en reina. Los cuentos de Las mil y una noches se denominan «relatos enmarcados», ya que, en lugar de ser independientes, cada una de las narraciones genera nuevas tramas, y un cuento lleva a hasta otro antes de conocer el desenlace del primero. En definitiva, los hombres tendrán el poder, pero son ellas las que los dejan desnudos y con ansias de

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Omar Demichelis y Enrique García regresar. Modesto consuelo. Pero no es la intención escandalizarse porque en nuestras sociedades se considera un derecho la posibilidad de comprar sexo, o porque la misma práctica deshonra al que vende y prestigia al que compra, ni mucho menos ensañarse ahora con siglos de invenciones literarias y de fantasías patriarcales. Pero volviendo a Pavese digamos que llega a cosificar al elemento femenino con una frase escrita en su diario: «Lo único que cuenta en el amor es tener a la mujer en la cama y en casa» La idea contenida en esta frase ya la había reflejado mucho antes en el relato El mal mecánico, de 1928, en el que cuenta cómo un joven, después de un amor de adolescencia que se frustra, se une a una mujer por la que no siente nada: «Gozó de ella frenéticamente... y quiso probar con ella lascivias más refinadas [...] y siempre por las noches su esposa lo aguardaba libidinosa como una puta» El cuento, igual que la frase, ofrece una visión cosificadora de la mujer, una idea del sexo femenino pronunciada en términos de utilidad. Declarada que es la condición de prostitutas que comparten todas las mujeres, Pavese habla, en aquella glosa 25, de la idea de la mujer como oponente al hombre. Esta frase es una propuesta de antagonismo basado en términos puramente sexuales, antagonismo que llega a su

25 «Lo que distingue al hombre del niño es el saber dominar a una mujer. Lo

que distingue a una mujer de una niña es el saber explotar a un hombre»

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Omar Demichelis y Enrique García grado máximo con la frase «Las mujeres son un pueblo enemigo como el pueblo alemán» Evidentemente, estas citas de su diario no revelarían una profunda misoginia, si no fuera porque están recogidas al lado de otras que nada tienen de misóginas, ya que más bien revelan la existencia de un amor profundo y atormentado alrededor del cual gira toda su existencia: «te quiero, cariño, y te odio, para mí eres como el aire que respiro, si me faltas te maldigo lo mismo que un ahogado; me duele físicamente estar lejos de ti; para mí no eres una mujer, sino la existencia misma [...] Es cierto que la mayoría de las veces la prostituta de las ficciones ha servido a los autores como metáfora. Utilizada otra vez, es verdad, pero para desenmascarar síntomas de alguna putrefacción, para cambiar la cama cada vez que una sociedad se pone a cambiar la piel. Hay una memoria de las putas clásicas. Cada vez que se acusa el impacto de una fuerte crisis en el sistema de valores dominante, se las puede ver a ellas paseándose por las calles pueblerinas, acicalarse en las casas de cita o entrar en palacios y comisarías. Las prostitutas literarias aparecen con el cometido de enfrentar a los lectores con el resquebrajamiento de un paradigma moral o una denuncia concreta, ya sea la doble vida de la burguesía decadente, la relación entre pobreza y tiranía militar. Luego quedan allí vendiendo sus cuerpos alegremente y cantando a los lectores el secreto encanto de la prostitución. La literatura latinoamericana de los años sesenta hermanó prostitución con desigualdades sociales,

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Omar Demichelis y Enrique García con abuso de poder político y con la impostura de las instituciones. El catálogo de mujeres que incluye travestis tiene títulos ya clásicos como Pantaleón y las visitadoras y La casa verde de Mario Vargas Llosa; la Cándida Eréndira de García Márquez; El lugar sin límites, de José Donoso; Juntacadáveres, de Juan Carlos Onetti; El zorro de arriba y el zorro de abajo, de José María Arguedas. Todas descendientes de la argentina de Manuel Gálvez, Nacha Regules; de Juana Lucero, de Augusto D’ Halmar y también de Santa, de Federico Gamboa. No son pioneras. Unos cuantos siglos atrás, la Madre Patria ya había dado sus versiones sobre el mismo asunto con obras que ingresaron en el canon de formación escolar de uno y otro lado del mar. En el 1500 español, La Celestina de Fernando de Rojas alertaba en un tono de picaresca sobre la derrota de los valores medievales. Un siglo más tarde, apenas comenzado el 1600, Cervantes presenta a su Don Quijote que atrapado en clave renacentista se propone resucitar a la caballería andante cometiendo a su paso un error más garrafal que el de los molinos: toma por doncellas a las prostitutas más asquerosas y mugrientas de La Mancha, respeta a Maritornes y le habla en un lenguaje que ella no podrá comprender jamás. Su equívoca relación con estas mujeres y sobre todo el respeto que les profesa, es el ejemplo máximo de la desubicación y la locura de Quijote en un mundo que definitivamente cambió sus reglas: las cortesanas se hicieron putas. Un siglo más adelante, en 1722, Daniel Defoe, el autor de Robinson Crusoe y también del Diario de la peste, se servirá de la bella y 82


Omar Demichelis y Enrique García descocada Moll Flanders para despertar a sus contemporáneos puritanos. Defoe construye a esta heroína independiente que lucha con coraje para cambiar su destino, y que como él mismo resume «nació en la prisión de New Gate y durante una accidentada vida, fue doce años prostituta, cinco veces casada (una de ellas con su propio hermano), doce años ladrona, ocho deportada en Virginia, y finalmente se hizo rica, vivió honesta y murió arrepentida, escribiendo sus propias memorias» Moll Flanders, dueña de una moralidad natural que supera la gravedad de sus propias acciones, intenta despertar a los ingleses atascados entre el antiguo y el nuevo régimen, y comienza a perfilar el principio de la tolerancia en cuestiones de fe y culto, en cuestiones políticas y lo que es más novedoso, en torno de una tolerancia ética que espera comprensión por parte del lector. Menos suerte tendrán las prostitutas francesas del siglo siguiente. Si el autor inglés le dio dinero y amor a la suya, en el siglo diecinueve tanto Margarita Gautier como Naná, tendrán que pagar sus pecados con la muerte. La primera, hija de porteros y convertida en refinada cortesana, finalmente se eleva hacia el amor puro, casi materno, y se sacrifica por el honor de su joven amante. Total, ella es nada y regresa a la nada y por lo tanto no tiene nada que perder. Y tampoco Zolá, el autor de las clases bajas, de las tabernas y los burdeles, se libra de una visión idealizada y hasta enamorada de su Naná. La cortesana de belleza

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Omar Demichelis y Enrique García provocadora encarna las debilidades de una sociedad corrompida que se vende por placer y que va a despertarse unas décadas más tarde con el estallido de la Primera Guerra. Si le restó romanticismo, la dotó de glamour y de poderío, Naná destruye con maestría a todos los que la desean. Y paga por eso. Por esa oscilación entre el costado de víctimas y el de lujuriosas, el castigo en la literatura viene muchas veces de la mano del destino, de una justicia que está por encima de los hombres y las mujeres, o del propio deseo de arrepentimiento que las conduce a un cielo que duele. Y para retroceder aún más en el estante de los clásicos, es posible llegar hasta el Apocalipsis que condena a las prostitutas no sin antes describir la lujuria como quien desliza una invitación: «ven y te mostraré la sentencia contra la gran ramera que está sentada sobre muchas aguas, con la cual han fornicado los reyes de la tierra y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación 26» En la elucidación de la realidad o melodrama, hay un código antinómico. Este código contradictorio tan próximo al melodrama con el que se vistió a la prostitución tal vez sea uno de los mayores impedimentos para que el consumo de cuerpos resulte más visible y analizable que la oferta. Un largo camino falta recorrer para que la idea de comprar personas merezca el mismo repudio que la defensa de la esclavitud o de la supremacía de alguna raza. El melodrama va y viene, observa Carlos 26 Ap. 17:1

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Omar Demichelis y Enrique García Monsivais, entre la esperanza más insensata y su escepticismo más radical. Tienta al oído porque suspende por un instante las diferencias e invita a un carnaval alegre y ruidoso donde la clase alta, la clase media, y la clase más réproba y profana se entrecruzan, se calientan y se amigan. Permite a su vez pensar en un amor tan puro y genuino como el que se les atribuyó siempre a los instintos básicos con la comodidad de un lugar, un tiempo de duración y un precio. De internautas y jineteras es el asunto. Dos libros testimoniales que llegaron recientemente a las librerías dan cuenta de la existencia de dos mundos que coexisten en torno del tema de la oferta y la demanda de sexo, la prostitución de lujo y el tráfico de gente. El primero, De internauras, es un elogio a la prostitución y a su vez un manual de instrucciones para todas aquellas mujeres que, sin intención de prostituirse, quieran recibir algunos consejos de una verdadera experta. Un libro que, como todos los que tienen una intención de autoayuda, está pensado para la multifunción, en este caso para escandalizar, para excitar y para enseñar. Se trata de El dulce veneno del escorpión, Diario íntimo de una prostituta de la brasileña Bruna Surfistinha, una adolescente de clase acomodada de San Pablo que decidió prostituirse a escondidas de sus padres y publicar sus aventuras en un blog. Los clásicos modelos de redención aparecen enseguida, a pesar de lo desprejuiciada que se la leía en las primeras páginas, cuando la niña consigna que en uno de

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Omar Demichelis y Enrique García sus encuentros laborales, como en las novelas, encontró al hombre de su vida que la liberó del mal camino. Por otro lado, y en el marco de la creciente oferta de turismo sexual en Cuba, Jineteras, el libro del periodista cubano Amir Valle presenta una serie de testimonios de prostitutas de todas las edades, orgullos y condiciones de la Cuba nocturna. Antes de hablar de los demás, Amir Valle comenzará contando su propio paseo por las calles de México en algún tour sexual y su propia experiencia en las casas de citas de su juventud. Fue en un aeropuerto que reconoció a una antigua amiga, amor de un amigo suyo, convertida en prostituta y esta mujer sirve de guía para un trabajo de escucha atenta bastante despojado de la tendencia al melodrama y también de cualquier victimización de las chicas de trece a setenta años que se venden a los extranjeros para estar mejor. Este trabajo confirma que entre la fascinación y el asco, queda un espacio para la escritura de una versión más acorde con los acuerdos internacionales sobre derechos humanos y libertades individuales. Amir Valle comienza su libro Jineteras con una cita de un amigo católico suyo, que bien puede servir para irse de esta nota terminando tal como empezamos: «Las putas son esas hijas del maligno que nos hacen gozar placeres innombrables en una cama» 27 Véase La metáfora más vieja del mundo, escrito por Liliana Viola en Las 12, en Internet: 27

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Omar Demichelis y Enrique García La prostituta ha sido un personaje ignorado por la historia del arte, pese a haber sido una figura central de la pintura del siglo XIX. Existió entonces una identificación entre el artista y la meretriz, fruto de su apego por la vida bohemia, explica. París se convirtió, en tiempos del Segundo Imperio y la belle époque, en capital europea del sexo remunerado. Los artistas reprodujeron un fenómeno que se extendía por bistrós y bulevares, convirtiendo la frenética actividad de esquineras en el tema moderno por definición. Solo logro pintar a estas mujeres con colores chillones, tal vez para expresar así la intensidad de sus existencias, dejó dicho Van Dongen. La Olympia que retrató Manet lo fue. También Agostina Senatori, musa efímera de Van Gogh. Igual que las féminas de los lienzos de Toulouse Lautrec, asiduo de los burdeles parisienses. Pintores como Picasso, Munch y Courbet utilizaron como modelos a estas mujeres de vida supuestamente alegre, tal vez a cambio de algunas monedas. Cuesta creer no haber entendido hasta ahora que esas mujeres vivían del oficio más antiguo del mundo, como lo llamó Rudyard Kipling. En sus más de 110 años de vida el cine ha representado la sexualidad humana en todas sus modalidades y desde los más variados puntos de http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-2979-2006-1105.html

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Omar Demichelis y Enrique García vista. Cierto es que la censura cinematográfica siempre ha restringido lo que se podía y no se podía mostrar del cuerpo humano y de las relaciones sexuales, pero ya desde la etapa del cine mudo nos consta la existencia de películas pornográficas que consumían sobre todo las clases adineradas y que eran distribuidas de forma clandestina. Hoy en día, se podría decir que se han explorado casi todas las formas de sexualidad, desde los abusos sexuales a menores hasta el sadomasoquismo, pasando por algunos tipos de relaciones incestuosas. Las reflexiones sobre el sexo y el amor en el cine son tan habituales como en la vida real, pues todos los seres humanos, en mayor o menor medida, tenemos o hemos tenido deseos sexuales en algún momento de nuestras vidas, pues es una parte innata de nuestros instintos animales, una necesidad como el comer o el beber. El cine de ha sorprendido y escandalizado al público por su crudeza y, a veces, excesiva violencia. El director surcoreano ha explorado a lo largo de su filmografía el tema del sexo siempre desde puntos de vista dramáticos y hasta truculentos. La mayoría de las relaciones sexuales carecen de amor y afecto. Nunca son placenteras. La violación, la prostitución, la violencia de género y las frustraciones sexuales son temas recurrentes en su cine. Sus personajes, disfuncionales y heridos, viven atrapados en mundos crueles que apenas les conceden oportunidades para salir de ellos o cambiarlos. En sus películas, el contenido sexual de las imágenes siempre causa inquietud y 88


Omar Demichelis y Enrique GarcĂ­a desagrado. Sin duda, la visiĂłn sobre el sexo es una visiĂłn pesimista y violenta. Nada que ver con el sexo placentero que todos los seres humanos anhelan encontrar en sus relaciones.

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§ Capítulo 6 Fulanas de Papel

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En el resumen que Martín Kohan 28 preparó para De putas 29 puede leerse que su «artículo recorre diferentes figuraciones de las prostitutas en diversos textos de la literatura argentina para rastrear las claves económicas, políticas y retóricas que se imprimen en el uso y representación de sus cuerpos. También indaga en el modo en el que la prostituta, ‘síntoma de la condición moderna, urbana y capitalista’, cruza sus expresiones con los modos de entender y recorrer las ciudades. De la mirada más social de Manuel Gálvez a la más política de Roberto Arlt, se llega a las reflexiones entre prostitución y ficción en los relatos de Julio Cortázar, Jorge Luis Borges y Rodolfo Fogwill» Las putas y las ciudades se entrecruzan y se dan sentido entre sí. La expresión «mujer de la calle» es una fórmula en la que aparece una sugestiva intuición, bastante ajustada, del modo en el que una ciudad impone su significación a las putas, pero en la expresión «hacer la calle» se registra un recorrido inverso, ya que ella trasunta el modo en el que las putas imprimen distintos significados en los espacios de una ciudad. Ese mutuo significarse recíprocamente, que es también un mutuo

Doctor en Letras; escritor y docente en la Facultad de Filosofía y Letras. Publicó libros de ensayo, entre ellos: Imágenes de vida, relatos de muerte. Eva Perón, cuerpo y política, Zona urbana. Ensayo de lectura sobre Walter Benjamin. También es autor de los libros de cuentos Muero contento y Una pena extraordinaria, y de las novelas La pérdida de Laura, El informe, Los cautivos, Dos veces junio, Segundos afuera, entre otras. En noviembre de 2007, recibió el Premio de Herralde 29 Véase el Dossier: Barrer debajo de la alfombra las «relaciones peligrosas»' 28

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Omar Demichelis y Enrique García hacerse, un mutuo constituirse, no se le podía pasar por alto a la sensibilidad urbana de Walter Benjamin. El flâneur Walter Benjamin creyó que los libros y las prostitutas podían llevarse a la cama. Los libros y las prostitutas atraviesan el tiempo. Tanto dominan la noche cuanto dominan el día, y al día lo dominan tanto cuanto la noche dominan. Ni los libros ni las prostitutas, advierten que los minutos les son preciosos. Solo al intimar un poco más íntimamente con ellos, uno advierte cuanta urgencia provocan. Nunca abandonan el frenesí mientras, con entusiasmo, nos adentremos en ellos. Los libros y las prostitutas se han amado, desde siempre, con un amor desgraciado. Los libros y las prostitutas convocan, cada quien a su modo, un tipo de hombres que viven de ellos y los atormentan. A los libros, los críticos. Hay libros y prostitutas en lugares publicos para estudiantes. Los libros y las prostitutas, raras veces verá su final, quien los haya poseído. No suelen desaparecer antes de expirar. ¡Qué gustosa y embusteramente cuentan ambos cómo han llegado a ser lo que son! En realidad, raramente ellos mismos lo sepan. Durante años todo suele concederse «por amor», hasta que un buen día, aparecen en la calle, convertido en un voluminoso «corpus» con el que se pone en venta aquello que, «por amor a la causa», nunca había pasado de representar un mero vago proyecto. A los libros y a las prostitutas les place lucir su buen lomo. Los libros y las prostitutas se multiplican sin cesar.

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Omar Demichelis y Enrique García Libros y prostitutas son «en la vejez, beatos, y descarriados de jóvenes» ¡De cuántos libros antaño proscritos no ha de dejar de aprender hoy la juventud! Los libros y las prostitutas ventilan sus discusiones en público. Los libros son, en las notas al pie de página, lo que en las prostitutas son los billetes ocultos en la media. Los libros y las prostitutas ejercen pues, una función vitalicia indiscernible. Los libros y las prostitutas ejercen pues, una función vitalicia indiscernible. Ni libros, ni prostitutas, pueden vociferar la no cesación de la no terminación de nunca dejar de no ser... lo mismo de lo distinto. Las Putas de Walter Benjamin 30

En Despertar del sexo, Benjamin descubre una particular correspondencia entre el hecho de aventurarse en las calles y el hallazgo inminente de la aventura sexual. Son dos formas de «perderse» Perderse en la propia ciudad, en la ciudad familiar que se conoce bien, 30 Filósofo y crítico alemán, nacido en Berlín en 1892, y muerto en Port Bou

en 1940. Hijo de un anticuario israelita, estudió en el Friedrich Wilhelm Gymnasium berlinés y luego en una escuela particular de Turingia. Publicó sus primeros ensayos en la revista juvenil Der Anfang. Estallada la guerra de 1914 se presentó como voluntario, pero fue declarado inepto para el servicio. En 1917 se casó con Dora Pollak, y junto a ella marchó a Suiza para seguir los cursos de la Universidad de Berna, donde se graduó en 1919 con una tesis acerca del concepto de crítica artística en el romanticismo alemán (Der Begriff der Kunstkritik in der deutschen Romantik), publicada en Berna en 1920.

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Omar Demichelis y Enrique García exige precisamente toda una voluntad de salirse de la esfera familiar. Exige faltar a la cita de la familia, que es por lo demás una cita para un oficio religioso. Exige llegar a destiempo, errar un poco, largarse solo. Las calles de la ciudad se vuelven cómplices de esa combinación impar de profanación y deshonra. Son no solamente el escenario sino también el soporte de la emancipación y del despertar de un instinto. Al fin y al cabo, entregan su trofeo, y ese trofeo son precisamente las prostitutas. El mismo dispositivo se activa en Mendigos y prostitutas. La ciudad se vuelve laberinto, y como tal complica la orientación. Es una iniciación, la de salirse de los barrios familiares. Y junto con eso, en sentido estricto salirse de lo familiar, largarse a aprender a cambiar el paso para deshacerse de la atadura de la madre. Berlín resulta una aliada cabal en la concreción de estos afanes. El desenlace de la aventura consiste en abordar a una prostituta «en plena calle» Las putas, las mujeres de la calle, las mujeres que hacen la calle, procuran, con sus vagabundeos, «una nueva interpretación de la imagen de la ciudad» Hay en ellas algo más que «el amor a última vista», algo distinto de esos «ojos que han perdido la capacidad de mirar», que inscriben en un plano específicamente urbano un rasgo que es propio de toda pérdida del aura. Las putas practican una «mirada de seguridad», porque tampoco ellas pueden abandonarse a la lejanía. Es la mirada de quien atiende a un peligro, y a la vez busca una presa. Es la mirada de quien tiene que cuidarse de los policías, y a la

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Omar Demichelis y Enrique García vez prestar atención a los hombres que van pasando. Definen así toda una manera de ser y de estar en las ciudades: es una cifra exacta de lo que es la ciudad moderna. Y aún más, es una cifra exacta de lo que es la modernidad capitalista, porque las putas circulan no solamente por la ciudad sino también por el mercado. Y de hecho, circulan en la ciudad tal y como circula una mercancía en el mercado. En definitiva, el amor que se tiene por una prostituta es para Benjamin «la apoteosis de la identificación con la mercancía», con la particularidad de que una puta es, a un mismo tiempo, la mercancía y la vendedora. En ese sentido convendría desestimar la premisa, sospechosamente extendida, de que la prostitución es el oficio más antiguo del mundo. Parece preferible atender a la especificidad de una condición moderna, urbana y capitalista. Si una ciudad es, de por sí, la epifanía de la condición moderna y la expresión localizada de las leyes de mercado, las putas activan, con su ir y venir, llegado el caso, o bien con su ostensible espera, tanto una cosa como la otra. Las putas son, entonces, su manifestación visceral y en cierto modo su síntoma. Las putas de García Márquez 31 31 Novelista

colombiano, nacido en Aracataca en 1927, y muerto en México en 2014. Premio Nobel de Literatura en 1982 y uno de los grandes maestros de la literatura universal. Fue la figura fundamental del llamado «Boom de la literatura hispanoamericana», fenómeno editorial que proyectó mundialmente a las últimas hornadas de narradores del continente. En todos ellos era palpable la superación del realismo y una renovación de las técnicas narrativas que entroncaba con la novela europea y estadounidense desarrollada por Franz Kafka, por James Joyce, por Marcel Proust, y por

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En

las Memorias de mis putas tristes, Gabriel

García Márquez cuenta la historia de un longevo periodista que, al cumplir 90 años, decide celebrar su aniversario con una niña virgen de 14. Para obtenerla recurre a su antigua conocida, Rosa Cabarcas, dueña de un prostíbulo que frecuentó durante muchos años. La obra aborda pues el peculiar amor de un viejo. A cierta edad, el vigor se le agota. Sin embargo, queda la emoción en el corazón. En ese momento, el anciano busca tener una relación y al hacerlo se da cuenta de que el amor no pasa, como muchos hombres creen, únicamente por el coito, sino que puede darse también a través de la caricia, la contemplación y el silencio. La nueva forma permite admirar en el terreno de la imaginación la belleza irresistible del otro, es decir, la magnificencia de la vida misma. Dice el longevo periodista: «Aquella noche, descubrí el placer inverosímil de contemplar el cuerpo de una mujer dormida sin los apremios del deseo o los estorbos del pudor» La fascinación por la querida conmueve al hombre mayor, lo llena de fantasías y le permite ocultar el temor a la muerte, así como enfrentar la decrepitud. La historia recuerda, por su brevedad y por la intensidad de la trama, a El coronel no tiene quien le William Faulkner. García Márquez sumó a ello su portentosa fantasía y sus insuperables dotes de narrador, patentes en la obra que representa la culminación del realismo mágico.

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Omar Demichelis y Enrique García escriba. De carácter realista, el alejamiento del «realismo mágico» es total. El resultado es una narración directa, íntima y, por supuesto, triste. Las putas de Manuel Gálvez 32

La

mirada compasiva revierte y cuestiona la

mirada vigilante. No ve delito sino victimidad, en la vida de las putas. Manuel Gálvez fija, con Nacha Regules, una piedra basal de la sensibilidad social en la literatura argentina en lo que a putas se refiere. La inspiración religiosa de su pietismo queda a la vista en el héroe de la novela, que se llama Monsalvat, y se entrevera convenientemente con los tópicos de la redención social. El catálogo sentimental de Monsalvat es rico en lástima, en piedad, en compasión. Quiere salvar a Nacha Regules de su vida lamentable, pero también en cierto punto quiere salvarla incluso de sí misma, de su resignada disposición a hundirse y a padecer. Hay lástima por Nacha Regules, pero también hay lástima por sí mismo, e incluso hay cierta lástima de Nacha Regules por él, su 32 Narrador,

poeta, ensayista, historiador, y biógrafo argentino, nacido en Paraná, Entre Ríos, en 1882, y fallecido en Buenos Aires en 1962. Autor de una extensa y brillante producción novelística en la que supo combinar, con tanto talento literario como rigor intelectual, la recuperación del pasado histórico argentino con los ingredientes específicos de la ficción narrativa. Fue, junto a Ricardo Rojas y Leopoldo Lugones, uno de los escritores argentinos de comienzos del siglo veinte más comprometido con la denominada «reacción nacionalista», en la que ocupó un lugar esencial el rescate del legado cultural español y el sentimiento de orgullo por pertenecer a una misma raza hispánica.

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Omar Demichelis y Enrique García defensor obstinado, por su cándida voluntad de regenerar a una puta. Nacha Regules inspira en Monsalvat una eventual hermenéutica de la sospecha. En esa clase de suspicacia debe adiestrarse el héroe redentor, porque sabe que en una puta toda alegría es falsa. Lo que él ve por debajo es siempre otra cosa, que es distinta y es opuesta: la puta alegre encubre a una puta triste que se esfuerza inútilmente por alegrarse. Lo mismo vale para la medición de cataduras morales: Nacha aparenta ser mala, pero él sabe que no lo es. Penetra su verdad, ya que no su cuerpo, y por eso puede descreer de la festividad de un traje de carnaval o reprocharle con una mirada precisa la manera en que ella reprime la verdad de su tristeza para ofrecer ante los ojos ajenos la ficción de una alegría ligera. Manuel Gálvez sella así la imagen típica de la puta como víctima. Víctima múltiple. Víctima de las condiciones sociales imperantes y de su propia necesidad de vivir, víctima del entorno y de sí misma, víctima del rufián, de la madama y de los policías cómplices, de los nefastos legisladores y del destino que le tocó. Sus elevadas ideas morales naufragan en la victimidad, y no puede liberarse aunque quisiera. La novela acude en su auxilio no menos que su héroe; la propia narración es compasiva y en su afán de denuncia alberga algún sueño de salvación. Nacha Regules consagra en la puta a un objeto del realismo social, de la sensibilidad social, de la denuncia social, de la literatura social. Hay que avanzar bastante más de la mitad del texto para que la palabra

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Omar Demichelis y Enrique García «puta» aparezca por primera vez. La ética de la piedad traba su alianza con una estética del pudor. Tal vez por su escaso trato con las «muchachas de la vida», Monsalvat se lanza a la calle a buscar a Nacha Regules, pero no la puede encontrar. Dará con ella, mucho después, en un tranvía, y será por casualidad que eso suceda, y no por el propósito de hallarla. Para entonces, como suele ocurrir, ya es demasiado tarde. La historia de los dos ha quedado signada por la búsqueda frustrada en las calles de la ciudad. Es entonces la ciudad la que hace de Nacha Regules lo que toda puta es, lo que ya era y lo que debía ser: una perdida. Las Putas de Roberto Arlt 33

Roberto Arlt, para algunos es el marginal, el gran provocador para otros, un mal escritor para el resto. Más allá de estos calificativos, lo cierto es que Arlt «inventa» una manera literaria y periodística de «construir el mundo» Como dice Beatriz Sarlo, «Roberto Arlt cambia la cultura literaria y fija su mirada en las cosas que no podían ver los escritores que eran sus contemporáneos» 33 Es uno de los más grandes escritores y periodistas en lengua castellana del

siglo veinte. Sus novelas, sus cuentos, sus aguafuertes y sus obras de teatro, constituyen piezas que ningún lector debería eludir bajo ningún concepto. Llamado en varios países europeos «el Dostoievski argentino», se anticipó en décadas a conceptos filosófico-literarios que luego adoptó el existencialismo francés, especialmente en la vertiente sartriana. En una de sus obras más monumentales, en Los siete locos, y en Los lanzallamas, conviven algunos de los personajes más entrañables de las letras locales.

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Omar Demichelis y Enrique García Y como es sabido, es cosa que sólo Arlt se atreve a plasmar en su literatura, y sus trabajos periodísticos fueron diversos aspectos de la cultura urbana de la época. La manera en que Arlt recogía ese material era producto de la observación que realizaba en el vagabundeo por las calles de Buenos Aires, del mismo modo que lo hacía el flâneur que Walter Benjamin conceptualiza en El país del Segundo Imperio de Baudelaire. El flâneur es la categoría fundamental que le sirve a Benjamin para analizar a la nueva figura que emergió en la vida moderna parisina: los literatos o escritores de folletines. De este modo, el flâneur era un personaje característico del París decimonónico: el desocupado que paseaba ociosamente por las galerías parisinas arrojando una mirada anónima deseosa de ver los múltiples aspectos de esa cultura. Pero no todos conservaban un andar «ocioso» Algunos hicieron de ese medio su trabajo. Y Arlt, un flâneur de nuestras latitudes, fue justamente uno de ellos. Como expresa Beatriz Sarlo «la mirada de Arlt conserva poco del ocio del flâneur para ser productiva de configuraciones estéticas que clasifican las imágenes y las organiza en un espacio distinto del espacio físico donde la ciudad empírica, descompuesta y recompuesta por las transformaciones que intervienen en ella desde fin de siglo, es el soporte sobre el que se imprime una ciudad imaginada, la ciudad futura, donde el presente será reparado por la imaginación técnica»

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Omar Demichelis y Enrique García Y tomando esa categoría, Benjamin analizó al poeta lírico francés Charles Baudelaire, considerado no sólo el primer escritor moderno y el precursor del simbolismo sino también catalogado como «escritor vanguardista» La figura de Baudelaire revistió importancia porque sus experiencias literarias fueron retomadas por los poetas vanguardistas de principios de la vigésima centuria. Y esas ideas repercutieron luego en nuestro país. El espíritu de «lo nuevo» estuvo «en el centro de la ideología literaria» y definió «la coyuntura estética de vanguardia» Un proceso de modernización de los medios de comunicación, la introducción de nuevas tecnologías y la configuración de una nueva geografía urbana fueron definiendo a distintos tipos de personajes característicos de la época, los cuales se vieron reflejados en la literatura de entonces. Si Manuel Gálvez escribe la novela social de la prostituta, Roberto Arlt escribe su novela política. Gálvez ensaya las justas proporciones del realismo social. Arlt elige la desproporción y la desmesura, subraya la acentuación de todo lo que admite ser acentuado. Gálvez invoca causas sociales y procura suscitar una compasión que es también social. Para Arlt, en cambio, la prostitución es menos un problema social que un modelo para la acción política. Antes que víctimas de una realidad social que permite explicarlas y por fin exige su salvación, las putas en Los siete locos son las piezas posibles de una máquina de intervención política. Son su posible sustento,

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Omar Demichelis y Enrique García pero también su impulso, y además su inspiración. Se sabe bien que son víctimas de distintas formas de explotación social, pero lo que busca Arlt es otra cosa, es el detonador eventual de su explosividad política. Las putas no se dejan pensar como objeto de una piadosa acción por parte del Estado sino como sujetos-modelo para una acción violenta en su contra. Lo que va de Gálvez a Arlt es lo que va de lo social a lo político, y es lo que va de la blandura de la compasión a la potencia del resentimiento. En Los siete locos, los prostíbulos son la base del financiamiento económico para el proyecto conspirativo que se trama en Temperley. De allí provendrá el dinero, según una concepción general que proviene ante todo del rufián melancólico y en alguna medida también del Buscador de Oro. El oro es rastreado por él, en pleno desierto, según el andar a la busca que es propio de las putas en la ciudad. De hecho, hay una puta que lo acompaña, y que se llama «Máscara», y esta parte de la ambición de riqueza no funcionaría ni se comprendería sin ella. Pero si el Buscador de Oro define precisamente un modelo de búsqueda, guiado por una puta, el Rufián Melancólico sostiene el modelo de la acumulación de riqueza por medio de la explotación de la prostitución. Tal es su historia: explotador de mujeres, paladín del puro cálculo económico, rechaza a golpes de misoginia la concepción pietista y redentora de los escritores a lo Manuel Gálvez. Su discurso demuele esa estética, que antes se parodia en el personaje de Ergueta, el que odia a los rufianes y se propone la regeneración de una puta bajo la neta inspiración de la celestialidad bíblica. 102


Omar Demichelis y Enrique García Ahora bien, los prostíbulos en Los siete locos no se limitan a ser un recurso económico para el financiamiento general de los planes del Astrólogo. Son algo más, son mucho más, son un fundamento ideológico para esos planes y un modelo a seguir en el curso de su ejecución. La propia constitución de una sociedad secreta, su combinación singular de sigilo y sociabilidad, de lo relativamente público con lo radicalmente privado, su consecuente estímulo de lo conspirativo, algo tienen de inspiración prostibularia. Sobre todo si se piensa a los prostíbulos en los márgenes suburbanos, que es como opera la conspiración en la novela. Pero antes que eso, y poniendo el foco en la figura de Erdosain, el mundo de las putas es el mundo de la humillación por excelencia. Y si el propósito del Astrólogo es en lo esencial hacer de la humillación un motor para la revolución política, se torna decisivo que las putas devengan un motor para la humillación personal. Ahí donde el Buscador de Oro detecta un método para rastrear riquezas, ahí donde el Rufián Melancólico aplica un método de explotación y acumulación de dinero, Erdosain descubre un dispositivo que será la superestructura de esa estructura que los otros han tramado en el nivel de la economía. Los prostíbulos para Erdosain no son otra cosa que eso: el lugar de la angustia y la perdición, el lugar del rebajamiento y la vergüenza. El rechazo que le inspiran no se debe a razones morales sino a la pura tristeza. Los prostíbulos son el lugar donde vivir la humillación, donde aprender la humillación y nutrirse de ella. No es en rigor, para él, el lugar de lo sexual, porque 103


Omar Demichelis y Enrique García Erdosain no tiene sexo con las putas, como tampoco lo tiene con su esposa. Erdosain les paga a las putas, pero no se acuesta con ellas; es decir que gasta el dinero justo ahí donde el Rufián lo produce. Pero no por eso lo revierte, más bien lo complementa. A la humillación de las putas ejercida por sus cafishios le agrega su propia dosis y su propia modalidad de vivir la humillación. No prescinde del acto sexual en el afán redentorista de tantos héroes literarios de vaga inspiración socialista. Antes que rescatar a alguien, lo que quiere es el rebajarse del todo, hundirse en la lástima por la otra y por sí mismo. Esa poderosa tristeza de Erdosain lo acerca al Rufián Melancólico, no justamente en su rufianismo, que él deplora, sino más bien en su melancolía. Y lo acerca también a Ergueta, que encuentra igualmente en una puta su trato con la indignidad. Porque Ergueta deja a su novia rica y su vida licenciosa para casarse con una prostituta y regenerarla. Pero eso, que podría implicar para él un acto de desprendimiento y nobleza, es en cambio un acto de completo oprobio y de degradación. Esa puta no es otra que Hipólita, a la que significativamente le llaman «La coja» Más irredenta que redimida, la Coja no puede ser salvada por Ergueta sin por eso hundirlo a su vez. El hecho de que ella se resuelva finalmente por la traición y por la delación dice tanto sobre las conspiraciones de la literatura de Arlt como sus ambiciones y su desesperación. La traición de la Coja en el final de Los siete locos remite a la traición a «El rengo» en el final de El juguete rabioso, y define cuáles son los

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Omar Demichelis y Enrique García límites de la potencia del resentimiento, a la vez que sus alcances. Las Putas de Cortázar 34

En la puta rescatada y redimida hay un resto que se escurre y se resiste, un resto que es imposible de asimilar. Incluso cuando se la trae, con el esmero salvacional de un Monserrat o de un Ergueta de este lado, algo queda del otro lado, y no se alcanza. Lo entendió muy bien Julio Cortázar en sus cuentos con putas, porque Cortázar siempre escribía precisamente sobre eso, sobre la escisión de dos mundos bien distintos y la posibilidad, siempre problemática, de pasar de un lado al otro. De eso se trata, una y otra vez, mediante tablones, o puertas, o puentes, o vidrios atravesables, o pasajes y galerías. A menudo son las putas las que están del otro lado, si es que no, más todavía, las que son el otro lado mismo. Porque ese otro lado tiende a ser, para Cortázar, el de un mundo de vida más plena y más intensa, el mundo de las experiencias cabales, contemplado con melancólica intriga desde un 34 Una

de las grandes figuras de la literatura hispanoamericana del siglo veinte. Emparentado con Borges como inteligentísimo cultivador del cuento fantástico, los relatos breves de Cortázar se apartaron de la alegoría metafísica para indagar en las facetas inquietantes y enigmáticas de lo cotidiano, en una búsqueda de la autenticidad y del sentido profundo de lo real que halló siempre lejos del encorsetamiento de las creencias, patrones y rutinas establecidas. Su afán renovador se manifiesta sobre todo en el estilo y en la subversión de los géneros que se verifica en muchos de sus libros, de entre los cuales la novela Rayuela, de 1963, sobresale como su obra maestra.

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Omar Demichelis y Enrique García mundo más anodino y más quieto. El héroe de ese mundo vital y pleno puede ser un boxeador o puede ser un músico, como Torito en Final del juego, y como El perseguido en Las armas secretas. Pero también pueden ser las putas, y al serlo se convierten no ya en el tema de algunos de sus textos sino en el objeto infinito de la literatura misma. Mauro ha conseguido redimir a Celina en Las puertas del cielo, en Bestiario: la sacó del cabaret del Griego, donde la conoció, y le dio una vida buena, sencilla y barrial que, para Cortázar, es la vida buena. Para él y para Marcelo Hardoy, que es letrado y de clase más alta, y cuyo nombre fusiona en uno solo los nombres de los otros dos, hay en Celina un sustrato que los fascina, pero que no pueden alcanzar. Es el mundo de la vida, en el sentido en que se dice de una puta que es una mujer de la vida, y esa vida que ella vive un tipo como Marcelo solo la puede contemplar. La contempla con fascinación y a la vez con repugnancia, porque lo que ve en ese cielo no es otra cosa que un infierno de monstruos y cuerpos pegajosos. Pero como la repugnancia no es la cara opuesta de la fascinación sino su complemento y su verdad, lo que cuenta en definitiva es la pasividad contemplativa, lo inaccesible de ese cielo cuyas puertas nunca se encuentran. En este sentido no hay nada menos accesible que una puta, que en otro sentido es lo más accesible por definición. El cielo de Las puertas del cielo, en Bestiario, lleva con evidencia al cielo de El otro cielo, en Todos los fuegos

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Omar Demichelis y Enrique García el fuego. Y en ese otro cielo también hay una puta: se llama Josiane. En este cuento, el otro lado es París, como en Rayuela, y el drama de los pasajes entre los mundos se resuelve en este caso desde la literalidad: los pasajes son los pasajes, son los pasajes de París, que en Buenos Aires son galerías. En lo alto de los pasajes, en sus buhardillas, están las putas. Esas putas que en la adolescencia quedaron materialmente fuera del alcance del narrador están ahora a mano en las fugas inmateriales a las noches de París. De este lado hay una vida tediosa, compuesta por una familia insulsa y un trabajo no menos insulso. Para salirse de esa vida apocada, hay que largarse a vagar por la ciudad cuando ya es de noche. Solo entonces es posible llegar al otro lado, lo que es decir a las putas. Los pasajes, como detectó Walter Benjamin, son un refugio, aunque relativo, para los peligros urbanos de las calles abiertas, y que Cortázar acentúa en el peligro de un criminal en acción. Al igual que el cafishio del cuento, que da protección pero no por nada, los pasajes combinan la seguridad de las vidrieras iluminadas con el peligro de las escaleras y los rellanos. Pasear con Josiane por la ciudad, o entrar con ella en la intimidad de su habitación, es la cifra de la vida auténtica, que trae consigo el peligro de muerte. La tragedia del cuento es que el pasaje a ese cielo, las puertas de este otro cielo, pueden bloquearse o perderse; el par de muerte y vida se reduce en ese caso al sopor de la muerte en vida. Y en esa planicie no hay putas.

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Omar Demichelis y Enrique García No es de otro modo como Cortázar trama Diario para un cuento, en Deshoras. Escinde dos mundos: en uno se vive, en el otro se escribe. No es que las dos cosas no puedan o no deban combinarse, y de hecho para dejarlo sentado en el texto aparece Bioy Casares, se nombra a Onetti, y se nombra a Arlt. Pero el relato se sostiene en un conflicto y ese conflicto es la partición de esos universos. En uno hay un escritor que quiere escribir y no puede; en el otro está la vida vivida: hay putas y hay marineros. La impotencia para la escritura se debe, en lo fundamental, a que las experiencias en este caso inhiben en vez de estimular. Y ese es precisamente el lugar de la puta: es imposible escribir sobre Anabel, es eso lo que la hace inalcanzable. Lo que en los textos de Cortázar vuelve deseables a las mujeres de la vida es lo que tienen de vida, antes incluso que lo que tienen como mujeres o lo que son como mujeres. Pero si esa plenitud de vida y experiencia que es Anabel resulta ser justamente el hueco vacante de la escritura, aquello de lo que no se puede escribir y hasta aquello que no se deja escribir, al narrador no le queda otra alternativa que convertirse en traductor. De escritor a traductor, a mediador en lo posible neutro entre dos mundos de completa intensidad, entre el marinero y la prostituta, que intercambian cartas pero precisan de sus conocimientos de idioma para poder entenderse. Por supuesto que el narrador-traductor, que es el tercero excluido frente al par de zozobra y deriva del marinero y la puta, pasa a asemejarse marcadamente a Anabel desde el momento en que, como ella, presta un servicio y lo cobra. Y luego establece una alianza que funda un nuevo par, con 108


Omar Demichelis y Enrique García el marinero, que hace de Anabel una tercera, se unen ellos dos, en un pacto tan masculino como sensible, con el propósito de «sacarla de la vida» Esta típica fantasía de salvación se cruza en Cortázar con su interés constante por el karma del letrado que se queda en la mera contemplación de esa vida que lo excluye. El resultado es otra fantasía, que Diario para un cuento, en Deshoras, en el final registra la fantasía de la puta que escribe. Una fantasía que es sexual o es literaria, según cómo se la mire. Las Putas de Borges 35

Para Cortázar, las putas señalan un límite de la literatura: su otro lado, su otra cosa, el borde que se roza pero no se puede tocar. Para Borges, en cambio, una puta puede ser la cifra de la literatura misma. Su núcleo en cierto sentido, si se piensa que la cuestión de la verosimilitud y su compleja relación con la verdad es un núcleo literario para él. Los juegos del hacer creer son en sus textos no 35 Escritor

argentino considerado una de las grandes figuras de la literatura en lengua española del siglo veinte. Cultivador de variados géneros, que a menudo fusionó deliberadamente, Borges ocupa un puesto excepcional en la historia de la literatura por sus relatos breves. Aunque las ficciones de Borges recorren el conocimiento humano, en ellas está casi ausente la condición humana de carne y hueso. Su mundo narrativo proviene de su biblioteca personal, de su lectura de los libros, y a ese mundo libresco e intelectual lo equilibran los argumentos bellamente construidos, simétricos y especulares, así como una prosa de aparente desnudez, pero cargada de sentido y de enorme capacidad de sugerencia.

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Omar Demichelis y Enrique García solamente un procedimiento sino también un objeto, o el objeto por excelencia del discurso y su reflexividad. Dirimir qué es lo que lleva de aquello que parece ser verdad a aquello que es verdad sostiene el impulso de escritura de Historia universal de la infamia, de Examen de la obra de Herbert Quain, en Ficciones, de Pierre Menard, autor del Quijote, en Ficciones, de Biografía de Tadeo Isidoro Cruz, en El Aleph. Ahora bien, en este sentido, su literatura en conexión con el tango, tenía que tener una justificación. ¿Cómo con las putas? ¿Puede decirse acaso que esa misma cuestión, la cuestión primordial, se aloja también en la figura de una puta? Sí, si esa puta es Emma Zunz, en el El Aleph. Esa Puta Llamada Emma Zunz 36

El

desafío que Emma Zunz se plantea es un

desafío de la verosimilitud. Por empezar es el dilema de la propia narración, una vez que la realidad ha cobrado de por sí la forma de la irrealidad para retomar nuevamente la realidad. Luego es la prueba discursiva que Emma tiene que superar, en lo que va de la planificación (su coartada, el verosímil) a la ejecución del plan (el lugar de la verdad). Ese es exactamente el desafío para ella: cómo hacer funcionar lo verosímil en una verdad, hasta volverla 36 Emma

Zunz es un cuento de Jorge Luis Borges. Está incluido en El Aleph, editado por primera vez en 1949. El cuento relata la venganza de la joven Emma contra su empleador, Aarón Loewenthal, culpable del exilio y suicidio de su padre.

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Omar Demichelis y Enrique García verdad, que es, en definitiva, como se sabe, el desafío de la ficción. Emma Zunz tiene que hacer creer por lo menos tres cosas: a Loewenthal, que va a delatar a los huelguistas de la fábrica; al marinero remoto, que ella es puta y busca un cliente; a los policías, que Loewenthal abusó de ella y ella tuvo que matarlo. Las tres versiones le salen bien, en la palabra y en los actos. Sabemos que le creyeron tanto el marinero como el patrón; cabe conjeturar que la policía acabará por creerle también. Es la victoria total de la verosimilitud, que vuelve verdad todo lo que toca, y acaba por imponerse incluso sobre lo increíble: la historia de Emma Zunz, que en el punto de partida es falsa pero deberá ser creíble, termina siendo en el final «increíble pero cierta» Lo planeado (vale decir lo pensado, lo que existe puesto en palabras) se vuelve verdad en los hechos (vale decir en la acción, lo que se juega en la realidad de los cuerpos) La puta de Borges es tan distinta de la de Cortázar como lo son los respectivos marineros: el de Anabel, que lee y escribe cartas, y el de Emma, con quien no cruza ni puede cruzar ni siquiera una palabra (porque no hay traductor en principio, pero tampoco nada que decirse) La verdad de las putas de Cortázar es la verdad de la vida genuina, mirada con melancolía desde los sucedáneos de la ficción literaria. La verdad de Emma Zunz, que es la puta de los relatos de Borges, es por el contrario la verdad de la propia ficción literaria, la que se funda en el verosímil mediante el arte de hacer creer, y

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Omar Demichelis y Enrique García que se derrama sobre la realidad verdadera del mundo para afectarla o para transformarla. Por supuesto que es preciso considerar en qué sentido podría sostenerse que Emma Zunz es una puta, porque en última instancia lo cierto es que ella tan solo hace de puta. Sabemos que es hija (hija de su padre, porque así nace el impulso de venganza, y luego hija de su madre, porque así es como ese impulso se redefine y se potencia), sabemos que es obrera (la caída en desgracia de su padre la arrastró a esa condición), sabemos que es mujer (asiste a un club de mujeres, tiene miedos de mujer), pensamos que acaso es judía. Pero ¿puta? Al menos hace de puta, eso es seguro. Lo necesita para llevar a cabo su plan y construir, con su propio cuerpo, la coartada de la violación. Emma puta se va del barrio al puerto (y no del barrio al centro, que es el mal paso que da la costurerita de Carriego) y aprende la conducta de seguir imitando a las otras mujeres. En algo no procede como puta: es ella la que elige al hombre, en vez de darse a elegir. ¿La puta se da a elegir? Al elegir, no obstante, en algo se parece, y es que procura el desapego. Que rompa el dinero, como lo hace, al cabo del acto sexual, dice tanto sobre su necesidad personal de revertir lo que ha pasado como de la imposibilidad objetiva de hacerlo. Emma quiere suprimir la huella material de lo que sucedió, pero esa huella material ya está alojada en su propio cuerpo, y lo que en principio fue coartada estratégica para justificar la muerte de Loewenthal con una acusación de abuso sexual, se convierte en un impulso verdadero de humillación y de venganza (aunque ya es menos al padre a 112


Omar Demichelis y Enrique García quien venga, y más a la madre; y a la madre por lo que le hizo el padre). El intercambio de cuerpo y dinero que es propio de la prostitución adquiere en Borges esta áspera forma del daño: el cuerpo lastimado, el dinero roto. Emma Zunz fingió ser puta por una noche, pero esa ficción le reveló una verdad decisiva. La verosimilitud de su ficción de ser puta tocó una verdad, y la iluminó. Porque el propio simulacro era también, por sí mismo, una verdad. ¿Cómo se puede fingir ser puta y no serlo? Una vez que Emma Zunz se acostó con un hombre cualquiera y recibió dinero por hacerlo, ¿simuló ser una puta o de hecho lo fue? ¿Hay alguna manera acaso de hacer de puta sin hacerse puta? ¿O esa derivación urbana de Emma Zunz la llevó precisamente a ese lugar en el que el simulacro y la realidad ya no pueden distinguirse, el lugar donde el verosímil bien logrado equivale a la verdad y tiene su mismo poder? Es el lugar de la prostitución para Emma Zunz, es sin duda, el lugar de la literatura para Borges. Las Putas De Fogwill 37 37 Rodolfo

Enrique Fogwill nació en Quilmes, Buenos Aires, en 1941. En 1979 creó la editorial Tierra Baldía donde publicó las obras de los hermanos Lamborghini, y Austria-Hungría, los poemas de Néstor Perlongher y también su propio libro de poemas El efecto de realidad. Fogwill cultivó la poesía, el cuento y la novela. En 1982 la Editorial de la Universidad de Belgrano publicó su libro de cuentos Música japonesa. En 1992 publica Muchacha punk, que abrió su fama como narrador. En 2003 recibió la prestigiosa beca Guggenheim y en 2004 obtuvo el Premio Nacional de Literatura por su novela Vivir Afuera. Héctor Libertilla lo definió como «un escritor violento y nato que debería ocupar el tan disputado lugar que dejó vacante Roberto Arlt»

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Omar Demichelis y Enrique García

Las putas de Fogwill en La larga risa de todos estos años, en Ejércitos imaginarios, remiten a la escritura, antes que a la literatura: «hacen puntos», eso hacen: salen a la calle a buscar hombres, o los citar en un bar si se trata de clientes conocidos, o los llevan al departamento si es que se trabaron amistad, aunque entonces dejan de ser clientes. Varias cosas que le interesan mucho las coloca Fogwill, o las encuentra, en la puta de este cuento. La lógica específica de la circulación y el consumo, o el poder real que puede llegar a obtenerse al establecer ciertos contactos o al manejar cierta información. El paralelo con las especulaciones de La Bolsa define el correlato económico de la prostitución. Las conexione con algún policía o con algún capitán, en los años más duros de la represión, resultan apropiadas para blanquearse y quedar inmune, o bien para salvarse del despido laboral: las conexiones definen un sentido político. Los adjetivos del título de los cuentos Larga y Todos, apuntan a la perduración de lo continuo. El presunto corte del año 1983 se resuelve en el relato como continuidad y como prolongación: en vez del imaginado o pretendido antes y después, se delinea una continuidad y una secuela. Es lo que se propone Fogwill: cuestionar la ruptura dictadura/democracia, para indagar en cambio cuáles son esas cosas que en realidad ya estaban antes, y

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Omar Demichelis y Enrique García cuáles las que no dejaron de estar después, es decir lo que esencialmente permanece en el “cambio” La pareja de mujeres que secretamente, en el relato, lleva su vida entre 1975 y 1978, en 1983 aparece como una estructura convencionalmente más correcta: matrimonio heterosexual, hogar, familia, hijos. La historia parece haber cambiado «para bien» No obstante, lo que importa es la secuela que sigue: la puta siguen haciendo puntos. Esa línea general de permanencias que traza Fogwill, la traza por medio de la prostitución. «La larga risa de todos estos años», en Ejércitos imaginarios se construye bajo la lógica del encubrimiento, y por ende del descubrimiento: los personajes ocultan su historia a los otros personajes, la narradora oculta a los lectores que es narradora y no un narrador. La prostitución transcurre como vida secreta, pero no hay verdad más acabada que la de esa vida secreta. Es el sustrato, la substancia, que permanece por debajo de lo que, en superficie y en apariencia, parece estar cambiando. Las putas de Fogwill circulan en las antípodas de Nacha Regules de Manuel Gálvez: habitan en la ciudad contraria. Aquellas todavía esperaban que les fuera conferida una eventual redención por parte de la sociedad. Las de Fogwill vienen a decir exactamente lo opuesto: que es la propia sociedad la que debería ser redimida, y que no será posible hacerlo.

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Omar Demichelis y Enrique García Las Putas de Umbeto Eco 38

El Epigrama 93 de la Vetustila de Marcial, del primer siglo después de Cristo, relata que «cuando tienes trescientos consulados, Vetustila, y tres pelos y cuatro dientes, pecho de cigarra, piernas y color de hormiga; cuando tienes una frente más arrugada que tu estola y unos pechos que parecen telarañas; cuando los cocodrilos del Nilo tienen estrecha la boca comparada con la abertura de la tuya, y croan mejor las ranas de Ravena, y es más dulce el zumbido de los mosquitos de Venecia, y tu vista alcanza lo que alcanzan las lechuzas por la mañana, y hueles a lo que los machos cabríos, y tienes la rabadilla de un ánade flaca, y tu coño le gana a huesudo a un viejo cínico; cuando el bañero, apagadas las luces, te permite entrar mezclada con las prostitutas de los sepulcros […] ¿tienes la osadía de querer casarte después de enviudar doscientas veces? [...] Solamente una antorcha funeraria puede penetrar en semejante coño. 39

38 Semiólogo

y escritor italiano. Se doctoró en filosofía en la Universidad de Turín. Su tesis versó sobre El problema estético en Santo Tomás, y su interés por la filosofía tomista y la cultura medieval se haría más o menos presente en toda su obra, hasta emerger de manera explícita en su novela El nombre de la rosa. Desde 1971 ejerció su labor docente en la Universidad de Bolonia, donde ostentó la cátedra de Semiótica. 39 Eco, Umberto, Historia de la fealdad, Lumern, España, 2007, p 160.

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Omar Demichelis y Enrique García La Sofisticación de Papini 40

La mujer ve en el hombre al enemigo que debe dominarla. El hombre ve en la mujer al enemigo que querría dominarlo. Entre ellos se miran como el animal no capturado y el cazador no victorioso. Los dos derrotados están siempre a punto de odiarse. La forma más célebre de este odio se llama «amor» El amor es una guerra diferente a todas: el abrazo no es sino la tentativa de suprimir a uno de los antagonistas. El varón en el acto de conquistar es un vagabundo atraído mediante perpetuas emboscadas para hacerlo prisionero. La esencia del amor consiste en querer reducir a dos seres a la unidad: uno u otro debería ser anulado pero ninguno de los dos quiere ser destruido y cada uno intenta destruir. Las dos voluntades, idénticas pero contrarias, se consumen en una lucha dolorosa interrumpida por breves armisticios de felicidad. Ya en su origen camal el amor es presentimiento de muerte: el oscuro impulso de crear un ser nuevo destinado a tomar nuestro puesto el día del fin. El acoplamiento se asemeja a un asesinato y termina en una agonía. Más fuerte es el deseo, más el abrazo camal se parece a la asfixia; y cuando los besos no bastan para obtener la imposible unidad los Papini, Giovanni, Informe para los hombres, Amor, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1980. 40

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Omar Demichelis y Enrique García dos se muerden como si quisieran arrancar la came del enemigo e incorporársela para fundirse al fin, gracias a una amorosa antropofagia. El macho penetra a la hembra como una espada en una vieja herida, y el vientre de la virgen mana sangre. El término del deseo es un doble agonizar, y el supremo espasmo se parece al de la muerte con gemidos y estertores. Pero los moribundos, al resucitar, están otra vez divididos en dos cuerpos, en dos almas, solos como antes, mas alejados que antes. La tristeza casi rencorosa del hombre después de la cópula nace al descubrir esa soledad invencible. El amor en sus formas extremas es hambre de unidad. Busca la reducción de dos criaturas a una sola carne con un solo espíritu y no logra siquiera dos cuerpos con una sola alma. Las más desesperadas voluptuosidades consumen a los dos cuerpos pero no anulan la eterna separación: cada corazón, después de todos los vuelos de la fuga, está más solitario que antes. Entre las causas del amor, una es la soledad; y el amor nos deja todavía más solos. Su promesa de comunión perfecta nos consolaba con la esperanza, pero la prueba nos despoja también de la esperanza. Cada uno de los amantes sólo puede amarse a sí mismo, a lo sumo, ama en el otro algo de sí mismo. Es un trueque mágico de sueños. La mujer, débil, le transfiere al hombre su anhelo de heroísmo; el hombre impuro, irradia en la mujer su ansia de inocencia. Cada uno ama en el otro un retrato pintado por la propia fantasía. Pone en el amado lo que en sí mismo es deseo, veleidad. Un manto imperial drapeado sobre un enano ruin, o un manto de Virgen sobre una mujerzuela fácil de comprar. Y no aprenden: 118


Omar Demichelis y Enrique García caen. Al final la experiencia descubre que el fantasma imaginario no tiene nada que ver con la persona concreta. Y cada fantaseador se vuelve a encontrar solo, hurgando en las cenizas de las llamaradas inútiles, después de haberle resistido a la verdad años y años, esa verdad que tratamos en lo posible de no ver, por vergüenza. En otros es más fuerte el instinto de la propiedad: tener cerca una criatura que depende de nosotros, que es toda nuestra, que nos debe todos los bocados de su pan, todos los placeres de su cuerpo, todos los pensamientos de su alma. La hipocresía, que por mitades participa de los amores felices, convalida exteriormente la felicidad del poseedor. Pero pasado el furor de los primeros tiempos, el poseído, ya seguro de su poder, amengua el calor de su representación, y su dueño descubre poco a poco que la obediencia es ficticia y la subordinación ilusoria: el alma del esclavo está ocupada por impulsos no confesados, por inquietantes abismos donde nadie ha llegado a fondo con su mirada. El posee un cuerpo y no conoce sus secretos, imagina poseer un alma y sólo tiene su fingida fachada. Y si llega un día en que de veras quiere disponer del otro como de algo suyo, advierte que no se posee siquiera a sí mismo. Tiene ante él un friso de costumbres, una mecánica de gestos, y nada más: la verdadera sustancia se le escapa antes de haberla sorprendido; además nunca fue suya y ahora está más pobre y más solo que antes. La esencia del amor y su grandeza reside en querer lo imposible y en su impotencia para alcanzarlo. Imposible la unidad, imposible el consorcio, imposible la propiedad. Entre el hombre y la mujer es imposible tanto la paz —los 119


Omar Demichelis y Enrique García dos vueltos uno— como la victoria —la sumisión perfecta de uno. Queda la guerra con su inútil crueldad. Una guerra en la que rendirse es el principio del desquite y una media victoria el redoblamiento de la servidumbre, en la que gozamos con nuestras llagas y sufrimos cuando el adversario es golpeado por nuestras manos. Me has herido: con la misma arma cúrame: reside aquí la única dicha del amor, también si la cicatriz se abre bajo los bálsamos. Una guerra que no se parece a ninguna donde no hay paz ni posible tregua, sino un querer saltar más allá de nuestra sombra, como los niños de Heráclito, y un querer abrazar las sombras vanas como los muertos del Dante, y un querer destruimos a nosotros mismos en el otro, y un desear la muerte para vivir una vida más hermosa. Extraña guerra en la que los mordiscos son besos más profundos, el abrazo casi estrangulamiento, en la que la víctima triunfa en su propia sangre y el asesinato es la mayor prueba de amor, el suicidio la fidelidad suprema, y el hacer sufrir el principio y el fin de la voluptuosidad. Porque la guerra no se lleva a cabo sólo entre los dos sino dentro de cada uno de ellos: la guerra entre el instinto de crear y el instinto de destruir, entre la fuerza que protege y la fuerza que martiriza, entre el deseo de dar felicidad al otro aunque debamos pagarla con nuestro dolor y el deseo de complacerse en el dolor de él. En toda pareja hay un verdugo y un torturado, y casi siempre el que atormenta no goza y el que es castigado es feliz. El amor está de tal manera circunscripto a lo imposible que destruye lo que quiere crear y da lo que quiere quitar. Al igual que el absoluto, del que es 120


Omar Demichelis y Enrique García sinónimo, es un antes y un después: jamás certeza del presente. Lo único soportable que tiene el amor es el deseo naciente y el recuerdo lejano. Surge del deseo y el deseo transfigura al amado y a la amada: toda la gracia, el poder, la dulzura del amor, pertenecen a este tiempo de preparación y de distancia, cuando cada uno es para el otro un misterio o un espejo para recrearse en su propia belleza. Ni bien el deseo es satisfecho, viene la tristeza, el desencanto, el remordimiento: comienza el fin. Y cuando el amor ha terminado y está lejano, y se recuerda sólo la belleza del principio, la ilusión de la victoria, el delirio de la embriaguez sexual, entonces experimentamos más gozo —pero es el gozo de la memoria que contempla nuestra sustancia. Lo mejor del amor se reduce a una angustiosa promesa de felicidad y a una añoranza dulce de la felicidad jamás gozada. Sólo el indefinido amor al amor —amor no comenzado o amor ya muerto— nos ofrece un resarcimiento del suplicio guerrero. Y esta compensación es concedida sólo a las almas lo suficientemente grandes para ser dignas de infelicidad. Y son las menos. En la mayoría el amor es juego de compartida lujuria o desviación del orgullo, o insaciada curiosidad por lo nuevo, o imitación, sugestión, simulación de buena fe. El amor tiene sus raíces en la animalidad y su meta en lo absoluto, y no es sino una vana contorsión para liberarse de la carnalidad y convertir en verdad lo imposible. Por eso es una batalla en la que todos son vencidos, un odio que el perdón excita, un encuentro que duplica la soledad, una agonía de la que nacen nuevas vidas. Sólo quien lo acepta como castigo tiene en premio el presentimiento de 121


Omar Demichelis y Enrique GarcĂ­a un orden mĂĄs elevado de amor, amor a todas las criaturas y a su supremo Principio.

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Omar Demichelis y Enrique García

§ Capítulo 7 Fulanas de Película

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Omar Demichelis y Enrique García

Picasso

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decía que se debía representar

aquello que se sabía de las figuras, no aquello que de ellas se veía. Como en Las señoritas de Avignon, la descomposición de las prostitutas, y la esquematización de sus cuerpos y del espacio que los inunda, se debe sobre todo a un deseo de los artistas de expresar la idea última que reside en ellos. Son prostitutas, sí, pero dejan de serlo para ser un concepto, un algo más, un yo misma que actúa y vive independientemente de cada una de ellas mismas. Lo que importa en esta nueva manera de representar a la que nos enfrentamos, es el concepto. Si Picasso concibió un homenaje póstumo a Carlos Casagemas en Las Señoritas de Avignon, un homenaje a su suicidio por amor, la atmósfera triste, oscura, mortuoria, que inunda las historias de estos personajes es en sí misma otro homenaje que nos recuerda la inevitable persistencia de lo funesto, de lo 41 Pablo Ruiz Picasso, pintor español, nació en Málaga en

1881, y murió en Moulins, Francia, en 1973. La trascendencia de Picasso no se agota en la fundación del Cubismo, revolucionaria tendencia que rompió definitivamente con la representación tradicional al liquidar la perspectiva y el punto de vista único. A lo largo de su dilatada trayectoria, Picasso exploró incesantemente nuevos caminos e influyó en todas la facetas del arte del siglo XX, encarnando como ningún otro la inquietud y la receptividad del artista contemporáneo. Su total entrega a la labor creadora y su personalidad vitalista, por otra parte, nunca lo alejarían de los problemas de su tiempo. Una de sus obras maestras, el Guernica, de 1937, es la mejor ilustración de su condición de artista comprometido con los sucesos de su tiempo

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Omar Demichelis y Enrique García fatal, de lo que a todos nos iguala por encima del placer carnal y del momento. La mujer es una máquina de sufrir. «Yo soy una mujer», ha dicho Pablo Picasso. Desamparo, soledad y desesperanza pueden palparse en las películas donde la prostitución es el protagonista. Pero Ernesto Sábato proclama que «la mayor nobleza de los hombres es la de levantar su obra en medio de la devastación, sosteniéndola infatigablemente, a medio camino entre el desgarro y la belleza» En este último sentido, los directores de cine han enfocado la prostitución desde diversos ángulos. Han mostrado mujeres abocadas a la marginalidad, mujeres que se prostituyen por dinero, mujeres que han encontrado en la prostitución una forma de vida, prostitutas independientes, prostitutas con rufián, hombres que prostituyen, y hombres que se prostituyen. Todo este espectro fue generosamente cubierto desde los albores mismos del cine. Al analizar la manera en la que el cine retrata la prostitución, podría haberse optado por ofrecer una mirada más racional, una mirada conforme el lugar desde el que la mujer es instrumentalizada y mercantilizada según la intensidad del machismo de época más o menos reinante, una mirada desde donde no se la vea a la mujer vendiendo su cuerpo a cambio de dinero, como en Princesas, de Fernando León de Aranoa, que retrata una realidad sin superar el mero tópico. Podría también haberse hecho referencia a

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Omar Demichelis y Enrique García títulos de sobra conocidos, como Irma la Dulce, de Billy Wilder, o Pretty Woman, de Garry Marshall, donde los directores adaptan un cuento con un feliz desenlace. En ambos casos, la prostituta es rescatada por un hombre que de ella se enamora. Vivian Ward e Irma son los prototipos de la prostituta finalmente rescatada, de la oveja descarriada que vuelve al rebaño, como el hijo pródigo vuelve, gracias a la todopoderosa fuerza del amor, o a la todopoderosa voluntad de alguien o de algo que las convence de que la vida que llevan no es una buena vida. Mujeres que se prostituyen con un pretexto o para conseguir algo, como la Marlene Dietrich de Fatalidad, de Josef von Sternberg, que, habiendo perdido todo en la guerra sobrevive gracias a la prostitución que ejerce desde su papel de espía. La película, más que centrarse en la prostitución, hace hincapié en el sacrificio de una mujer que acabará muriendo fusilada como la Mata Hari en, Francia; o apasionada como La Lulú, de Pabst, en La caja de Pandora, una película de cine mudo que retrata a una mujer sin escrúpulos, que se valía de sus encantos y de su belleza para conseguir de los hombres y de las mujeres todo lo que quisiera. Otros directores han utilizado el cine para denunciar la realidad de la prostitución, una realidad universal que no entiende de países. En el año 1927,

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Omar Demichelis y Enrique García Oleg Frelikh dirige Prostituta, una historia que narra los avatares de dos mujeres que, debido la precariedad en la que llevan adelante sus vidas, se ven obligadas a prostituirse. La película se despliega como un péndulo que oscila entre la ficción y el testimonio. La pantalla queda así salpicada con datos y estadísticas que muestran un elaborado análisis de las causas y de las consecuencias sobrevinientes en el estado soviético. De igual manera, el cine oriental también ha seguido esta línea de denuncia. Desde los años treinta tuvo en la figura de Kenji Mizoguchi a su cineasta más cercano. Mizoguchi fue un precursor. El discurso de sus películas está plagado de referencias a la liberación de la mujer. Sus filmes están poblados de prostitutas y de geishas. El director llegó a afirmar que «amaba la vulgaridad terrenal y la taimada decadencia de estas mujeres, que tenían suficiente valor para hacer frente a los hombres» Mizoguchi no se queda ahí, denuncia además la hipocresía de los hombres que contratan sus servicios y critica a esa sociedad que las obliga a prostituirse para ganarse la vida. La presencia de las prostitutas no representa ninguna casualidad. Si pensamos por ejemplo en su última película, La calle de la vergüenza, observamos que el director presenta el tema para que el espectador reflexione. Mizoguchi retrata un burdel llamado «El País de los Sueños», La calle de la vergüenza, en cambio, hace referencia a la calle donde viven los familiares que «venden» a sus muchachas para afrontar sus deudas. La vergüenza recorre la indignidad de los familiares. En Las 127


Omar Demichelis y Enrique García hermanas de Gion, de Gion no Shimai, también retrata la vida de unas hermanas geishas. La prostituta en el cine de Mizoguchi es fuerte e independiente, destaca su discurso feminista en tanto que reclama la liberación de las mujeres. Las trata con respeto, la cámara se aproxima hacia ellas de una manera redentora, como si quisiera acompañarlas con una mano en el hombro. Unos meses después del estreno de la última película de Mizoguchi, muchas de sus ideas se hicieron realidad, y la prostitución dejó de permitirse en el Japón. En un desconocido lugar de la antigua Unión Soviética, el director sueco Lukas Moodysson se vale de la figura de la joven Lilya, Lilja 4-ever, para denunciar la impunidad con la que actúan las mafias de Europa del Este. Abandonada por su madre, Lilya se ve obligada a ejercer la prostitución como única salida. La decisión de Lilya de suicidarse es sobrecogedora. Pocos directores han sido capaces de filmar el suicidio de un niño. Kim Ki-Duk lo hará en Samaritan Girl, de Samaria, película donde dos jóvenes surcoreanas se prostituyen para pagarse un viaje a Europa. La película del surcoreano hace gala de un simbolismo que recorre toda la película. En Taxi Driver, de Martin Scorsese, la jovenzuela Iris, interpretada por Jodie Foster, nos pone sobre aviso de una situación que ya existía, y a la que el cine no era ajeno. El cine documental es el que más se ha atrevido a afrontar la realidad de los niños sometidos a la

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Omar Demichelis y Enrique García prostitución. En el año 2004, se presenta el mediometraje Los niños de la estación Leningradsky, de Hanna Polak y Andrzej Celinski. El filme cuenta el día a día de un grupo de niños que no superan los 14 años y que viven en la estación moscovita de Leningradsky. Viven como mendigos. Son víctimas de violadores, de pederastas y de asesinos. Uno de ellos llega a declarar en el documental que las chicas de la estación de tren suelen ejercer la prostitución, suelen quedar embarazadas, y suelen abandonar luego a sus bebés que, llegados a grandes, acaban como ellas. Películas como Pretty Woman e Irma la Dulce, idealizan el trabajo de la prostituta y perpetuán la polaridad de los roles que juegan: la mujer desvalida, y el hombre como un héroe. Es de un modo maniqueo como intentan convencernos de que hay una vida que se presenta mal vivida, en tanto que hay otra vida bien vivida. En contraposición tenemos el ejemplo de Sera, encarnada por Elisabeth Shue, que en Leaving Las Vegas se manifiesta feliz con la vida que lleva adelante. Si hasta llega a declarar que saca lo mejor de los hombres, que la primera impresión que de sí misma da es la de una pobre ingenua, y que se ve a sí misma como una bomba sexual, pero que, sin embargo, en ese sentido, lo que hace es interpretar El burdel de la calle Avignon profundiza en la conducta de cinco personajes que constituyen buenos ejemplos del rol de la mujer prostituta. Cinco personajes con cinco rostros deformados, cinco

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Omar Demichelis y Enrique García personajes con cinco rostros enmascarados, igual que el de las Señoritas de la calle de Avignon que Pablo Picasso pintó hacia 1907. La historia de Belle de jour, de 1967, es el retrato vívido de Severine, una mujer burguesa, una mujer sexualmente reprimida, una mujer que no alcanza a cristalizar sus ambiciones sexuales con su propio marido. Devorada entonces por una infancia de intolerables abusos y por una rutina que a diario la envenena, su actitud se torna fría y su aspecto emerge como una estatua de gélida belleza. Sin embargo, y pesar de todo, en sus fantasías es azotada, humillada y hasta poseída brutalmente. La tranquila vida de Severine cambiará cuando descubra los prostíbulos. Allí es donde será rebautizada con el nombre de «Belle de Jour» La importancia del nombre es capital, «belle de nuit» es una manera eufemística de llamar a las prostitutas. Kessel, autor del libro en el que se basó Luis Buñuel para rodar la película, juega con ese nombre. Belle de Jour es una flor que sólo se abre de día., de dos a cinco. De día lo tiene aparentemente todo, y es entonces cuando comienza a sentirse liberada, cuando sus clientes la hacen participar en fantasías sexuales de alto voltaje. En Severine, la prostitución deja de ser un problema que solo afecta a las clases bajas, que solo afecta a las clases más desfavorecidas, que solo afecta a las clases marginadas de la sociedad, para pasar a universalizarse merced a un nuevo significado. En la

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Omar Demichelis y Enrique García película, la prostitución es un signo de liberación femenina porque es la redención de una vida burguesa y acomodada. En Belle de Jour, la perversión se ha ganado sutil, imperceptiblemente, en la vida aparentemente normal de la protagonista. Se trata de una perversión solo comparable a la que años más tarde introduciría David Lynch en Terciopelo Azul, donde Dorothy Vallens conserva algo de ese deseo de sentirse golpeada y humillada para descubrirse menos sola, más viva, y también menos culpable. Cabiria, la protagonista de Federico Fellini de Las noches de Cabiria, es una prostituta enamoradiza y soñadora que pasea por las calles en busca de clientes. Ella no tiene ni quiere tener un «rufián que la acamale» El poco dinero que gana lo ahorra. Es una mujer profundamente católica, por eso la vemos ya acudiendo a romerías junto compañeras, ya entregándose con devoción a una estampita de San Antonio. Abandonada y empujada al río por su amante en la primera escena de la película, pronto nos damos cuenta de la romántica ingenuidad de Cabiria. Ella busca el amor verdadero, busca a un hombre que la aparte de las calles. Una noche, Cabiria se dirige a Roma. Allí, su historia casi se convierte en un cuento con final feliz cuando conoce a un director de cine de buena estampa y buena fortuna. Pero, poco después, se cruza Oscar en su camino, un hombre cuyos planes no advierte la pobre Cabiria.

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Omar Demichelis y Enrique García La escena sobre el precipicio, donde Cabiria de repente se ilumina y se da cuenta de lo que va a pasar, es tristísima. Ella, consciente del engaño sufrido, despojada ya de dineros y esperanzas, le implora a Oscar que la mate. Él, incapaz, corre con el dinero mal habido y la abandona. El camino de la vida de Cabiria parece estar signado por dar vueltas a la noria de una vida sin salir del círculo de engaños a la que la conduce su propia inocencia. En Las noches de Cabiria, Fellini convierte toda miseria en poesía. Cabiria sale del bosque como el Ave Fénix. Su vida tan entre tanta miseria, su sonrisa tan entre lágrimas, son algo que atraviesa la pantalla con tantísima fuerza que uno puede suponerse frente a una majestuosa presentación. Como ya lo hiciera Federico Fellini en Las noches de Cabiria, Pier Paolo Pasolini retrata magistralmente a las prostitutas. El director siempre mostró su afinidad por los que viven en los márgenes de la sociedad. Pasolini colaboró en el guión de Las noches de Cabiria, pero profundizó en el tema de la prostitución en Mamma Roma, de 1962. Mamma Roma es una prostituta encarnada por Anna Magnani que abandona su pueblo tras la boda de Garmine, su rufián, con otra mujer. Se desplaza entonces hasta la ciudad para ofrecerle una mejor vida a su hijo Héctor. La película constituye una elaborada crítica de Pasolini al sistema político imperante, donde las dicotomías, tan presentes en las películas italianas, representan la frontera entre dos mundos diversos. El personaje de Mamma Roma personifica el intento de los desheredados por 132


Omar Demichelis y Enrique García alcanzar la ciudad donde, en vano, lucharán contra el destino y la fatalidad. Pasolini nos cuenta esta historia de una manera totalmente fragmentaria, interrumpiendo la narración con imágenes que aportan emociones y sentimientos que retratan a los personajes. Estas estampas no parecen pertenecer a la narración. Son como metáforas poéticas añadidas que buscan plantear un nivel expresivo más allá de la película. Un buen ejemplo es la bella imagen de Héctor, muerto en la prisión, yaciendo tendido sobre una mesa, donde la cámara copia la perspectiva que empleó Andrea Mantegna en su cuadro Lamentación sobre Cristo muerto. En ese momento, con este violento escorzo, la muerte se abalanza agresivamente sobre el espectador. Tras enterarse, el rostro de Anna Magnani, descompuesto, recuerda al de una virgen que ha perdido a su hijo en la cruz. Es como si Pasolini recrease la pasión, como si ofreciera, a todos los jóvenes desheredados, en definitiva, un sacrificio de muerte en el desarraigo y en la exclusión. Mike Waters representa a esa señorita de Avignon que existe en una postura imposible, el cuerpo de espaldas al espectador y la cabeza girada completamente de frente. Mike Waters es una figura inconcebible. Llama la atención que en toda la historia del cine las aportaciones «serias» sobre el hombre dedicado a la prostitución sean trabajos realizados por homosexuales. En 1961, Pasolini presentaba Accattone,

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Omar Demichelis y Enrique García a un grupo de jóvenes romanos que, en las postrimerías de la postguerra, deambula en un entorno de miseria, acuciados por el paro y por la disolución familiar, fatalmente destinados a la delincuencia para poder sobrevivir. Treinta años más tarde, el cuadro sigue siendo el mismo. Ahora situada en Portland, la vida de los jóvenes que retrata Gus Van Sant en Mi Idaho privado, es prácticamente la misma. Mike es de Idaho. Lleva más de tres años prostituyéndose en Portland, y vive con un grupo de marginales jóvenes que se dedican a lo mismo que él se dedica. Mi Idaho privado, una de las películas más interesantes de los años noventa, es un retrato sintetizado del mundo under. Se trata de una película experimental que arriesga desmarcarse de la supuesta linealidad de la que parte, y que ahonda en la posibilidad de la imagen como unidad narrativa total. Gus Van Sant detiene la acción en varios momentos de la película, cuando las fotografías de los protagonistas hablan desde el expositor de las revistas, y durante las secuencias homo eróticas sin movimiento, a modo de instantáneas, donde la actuación no existe y está sustituida por la re-representación de un «acto sexual congelado» Se deja de lado el movimiento, que tan importante y definitorio ha sido para el cine, para intuirlo y subrogarlo en la fuerza de la imagen. En estos momentos el director parece decir que no importa la sensación fluyente que proporciona el tiempo, que sólo importa que algo está sucediendo. El estilo cruel del filme se combina con imágenes simbólicas, como la de 134


Omar Demichelis y Enrique García los peces que van contracorriente, que insinúan la libertad y la vida, o el peluche de Mike, que es una clara alegoría de su infancia y de su inocencia. Jean-Luc Godard presenta a Naná en combinación desde diferentes puntos de vista para componer una sola figura. Naná es una joven que quiere ser actriz. Abandonada por su familia, y necesitada de dinero, acabará ejerciendo la prostitución para poder sobrevivir. La historia comienza aquella cita de Montaigne que dice que hay que prestarse a los otros; que hay que darse a sí mismo. Y no parece que exista una frase mejor para ejemplificar la vida de una prostituta. En Vivir su vida, de 1962, donde Anna Karina parece una actriz del cine mudo, las referencias a la Juana de Arco, de 1928, de Carl Dreyer, interpretada por Maria Falconetti, son constantes. En la película, Jean-Luc Godard experimenta con las formas narrativas. La voz en off se mezcla con los ruidos y los informes sobre la prostitución que aparecen en la pantalla. Vemos pero no escuchamos, escuchamos pero no vemos, el director trastoca el uso convencional de imagen y sonido. Jean-Luc Godard se libera del clásico plano contra plano, y nos sitúa detrás de la gente que habla. Primeros planos de nucas, rostros borrosos en la distancia reflejados en un espejo, el director parece liberar a la cámara de su objetividad para convertirla en sujeto. Vivir su vida es un ensayo sobre el cine y, en él, Godard parece compartir la inquietud que toda la literatura que el siglo veinte había mostrado acerca de

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Omar Demichelis y Enrique García los límites del lenguaje. Esa inquietud se plasma al introducir al filósofo Brice Parain dialogando con Naná, en donde se refiere al lenguaje como una segunda realidad independiente. Las referencias a la literatura son constantes, llama la atención la frase que aparece en la película, que enuncia que «yo, es otro», en clara referencia a Arthur Rimbaud. Con esta frase sobrecogedora, el autor re-concibe la identidad contemporánea, ése que ya no soy ha dejado de pertenecerme y actúa por propia voluntad; ejemplificando el momento aparece Naná, haciéndose responsable de lo que le ha tocado vivir: elige fumar un cigarro, mover la cabeza, callar o, en último caso, ser prostituta. Como Rimbaud con la literatura o Picasso con la pintura, Godard transformó las relaciones del cine con la vida, y sobre todo de la vida con la vida como antes de ellos había sido concebida. Si miramos los rostros de las prostitutas comprobaremos que como tales todas parten de un mismo origen compartido: la soledad, el abandono, la desesperación y el desarraigo. Todas representan a la misma mujer vista por el espectador desde diferentes perspectivas como siendo ella las múltiples caras en las que se descompone un mismo prisma. Igual que en la prostitución, el lugar preferente que ocupa el cuadro de 136


Omar Demichelis y Enrique GarcĂ­a Picasso en el imaginario museo de la modernidad, deriva tanto de su novedosa revolucionaria alteraciĂłn de la forma y del espacio, cuanto de su inabarcable contenido moral.

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§ Capítulo 8 Fulanas al Oleo

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En enero de 2016 el Museo d’ Orsay de Paris presentó «esplendor y miseria: imágenes de la prostitución 1850-1919» La muestra exploraba la prostitución en Paris a través de más de un centenar de obras y documentos de grandes maestros de la pintura. Por ahí desfilaron Degas, Toulouse-Lautrec, Manet, Munch, van Gogh, y Picasso. La muestra comprendió testimonios pictóricos y fotográficos que recorrieron la instauración del Segundo Imperio hasta el inicio de la Belle Epoque, período en el que Paris asume el mayor volumen de personas, de comercio y de desarrollo urbano antes no conocidos: las pequeñas callejuelas adoquinadas se transformaron en grandes avenidas, en bazares, en centros comerciales y en bulevares, eran nuevos espacios públicos que abrían nuevas posibilidades de vivir la ciudad moderna. Estos nuevos espacio públicos, los salones, los cafés y los bares, eran frecuentados por comerciantes burgueses, por escritores y por pintores, donde discutían de política, de actualidad, y alrededor de los cuales, en el momento en que se encendían las farolas, «a la hora de la absenta», el ajenjo, se organizaba la prostitución callejera. Como sugieren las pinturas de Monet, Picasso o Anquetin bastaba una mirada directa, o que una mujer bebiese o fumase sola en un café pasada las seis de la

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Omar Demichelis y Enrique García tarde para reconocerla como una pierreuses, es decir como una prostituta callejera. Otras veces bastaba una falda alzada por encima del talón o un rostro cargado de maquillaje, «las bellas de noche», para identificar a una mujer que ofrecía servicios sexuales. De acuerdo con Walter Benjamin, en el decimonónico, la prostitución transforma a la mujer en un producto masivo. Las mujeres que ejercían la prostitución callejera llevaban consigo una tarjeta, un documento que permitía a la sanidad pública francesa llevar registro sanitario de las trabajadoras como parte de un esfuerzo por controlar la propagación de enfermedades venéreas. La exhibición luego conduce al espectador a la prostitución en los espacios privados, en prostíbulos, cabarets y casas de citas, «les maisons closes» Toulouse-Lautrec proporciona un vivo testimonio de las intimidades de las chicas de las casas de la calle d’ Amboise y de la calle des Moulins entre los años 18931894. Una de las piezas centrales de la muestra es «La Olimpia» de Manet, que retrata a la musa de diecisite años, Victrine Meurent. Mira directamente al espectador, de manera desenfadada. Lleva una flor de vainilla en el pelo. Aparece con un gato negro a su lado y una sirvienta negra presentándole un ramo de flores posiblemente de algún admirador. En la muestra, alrededor de esta obra, se exhiben fotos pornográficas y películas de la época realmente ingenuas si se las

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Omar Demichelis y Enrique García compara con lo que encontramos hoy en los paraísos artificiales digitales. Como suele suceder hoy en día, por entonces las prostitutas de lujo salían del mundo del espectáculo, en donde valían más por su belleza que por su talento. Una importante «amiga de la noche» parisina de entonces fue Apollonie Sabatier, bautizada como «La presidenta» por Théophile Gautier , a quien Baudelaire dedica Las flores del mal. Regenteaba un salón frecuentado por Delacroix, Flaubert, y Baudelaire. El erudito editor italiano Roberto Calasso, en La folie Baudelaire, un libro dedicado al museo-burdel de Baudelaire y, en general, al arte decimonónico, afirma que solo con Madame Sabatier el autor de Las flores del mal descubre su identidad. Cuando se pregunta «¿qué es el arte?», el poeta responde, «el arte es prostitución» El escultor Auguste Clésinger inmortalizó a Madame Sabatier en una escultura de mármol presente en la muestra. Una ausencia clara en la muestra fue la escena de burdel más importante del arte moderno: Demoiselles d’ Avignon de Picasso. Pero dado que el título viene por un prostíbulo ubicado en una calle de Barcelona podría excusarse de una muestra dedicada exclusivamente a la prostitución en Paris. En las entradas de las salas de la exposición del museo puede leerse una advertencia: «Prohibida la entrada a menores de edad», que caprichosamente se 141


Omar Demichelis y Enrique García confunde con otras frases que adornan la exhibición, como la de Carolina Otero, la célebre meretriz gallega, conocida como La Bella Otero 42, que dijo alguna vez: «hice mi fortuna durmiendo… pero no sola»

42 Bailarina española cuyo nombre completo era Agustina

Carolina Otero Iglesias, pero su fama posterior y su belleza le valieron el apelativo de La Bella Otero, con el que fue mundialmente conocida. De carácter alegre, a pesar de haber vivido una infancia plagada de necesidades, pronto dejó ver su innata vocación artística y empezó a demostrar sus habilidades cada vez que se le presentaba la ocasión. Haciendo gala de un temperamento fuerte, díscolo y rebelde, se enamoró a los catorce años de un joven llamado Paco, con quien se fugó una noche para ir a bailar a un local nocturno.

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§ Capítulo 9 El Cuño Sexual

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Hay todo un simbolismo, toda una cadena de signos mundanos que expresan el alma humana, y también hay un sentido de esos signos mundanos que expresan el sentido espiritual, en lo profundo. Si acaso el hombre sentifica los significados de la naturaleza, si acaso el hombre significa el sentido de su libertad en un orden simbólico virtual, el hombre expresa su quimera más utópica: una colección de signos a veces indescifrables, de signos bombardeando sobre los pantanos de la reiteración y el asco, para el poeta de la marginalidad. El doctor José María Mainetti, un viejo maestro de la medicina argentina, solía describir a las operaciones quirúrgicas como grandes obras de arte llevadas adelante en medio de la sangre. En el caso de las prostitutas el dramatismo también apareció inscrito en sus almas, y respondió a un hecho real que se suscitó cuando la prostitución irrumpió con la fuerza de un furor incontenible, al abrigo de condicionantes históricos muy precisamente encastrados. En Ensenada, la prostitución estaba permitida. Su ejercicio fue objeto de una minuciosa regulación. Su planificación previa, su organización detallada, el gerenciamiento de recursos y respaldos, la formación de sus cuadros de personal, y sus mecanismos de control, habían sido diseñados con una asombrosa precisión. Es que, en cierto modo, la eficacia, la efectividad, y la eficiencia del «negocio de la actividad», operaban como factores facilitantes para las aspiraciones lucrativas de sus «asociados» Sin embargo, el éxito del emprendimiento del comercio sensual, radicaba, además, en la necesidad

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Omar Demichelis y Enrique García de cumplir con las regulaciones gubernamentales que lo reglamentaban. En particular, sobresalía la prevención, la protección y la promoción de la salud de las pupilas y de su ocasional clientela. Es que lo que estaba en juego dentro del comercio sexual organizado, tanto en Ensenada, como en todo el resto del país, era nada más, ni nada menos que «un alto riesgo empresario» En efecto tanto la observación de los extremos que la Administración Estatal imponía, como el rigor con el cual la sociedad juzgaba, muchas veces enjuiciándola en sí misma, y en sus repercusiones, la actividad en el prostíbulo, suponía una cuidadosa vigilancia de todos y de cada uno de los aspectos concernientes. De tal suerte, las meretrices, los clientes, y la administración gubernamental en su amplia facultad supervisora, constituían un verdadero sistema de relaciones de variada e incuantificable naturaleza. El quehacer había alcanzado su máxima expresión y, por tanto, también implicaba riesgos y componía complejidades, cuyo dinamismo derivaba, por lo general, en situaciones de extrema tensión, y de crucial importancia política, económica y social. El buen funcionamiento de los burdeles exigía que las mujeres contabilizaran los clientes, a guisa de cálculo y control, valiéndose de unas fichas que en la jerga del asunto se las había «bautizado» como «chapas» Se trataba de una especie de circulación interna, similar a una moneda, destinada a oficiar como un instrumento apto para organizar, habilitar el «pase», asegurar el pago, y

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Omar Demichelis y Enrique García afianzar el control 43 Entretanto, la autoridad gubernamental debía monitorear, o sea debía velar, desde la más estrecha cercanía, todos los factores determinantes de un «negocio» floreciente, cuyas proyecciones también rondaban todo lo concerniente a la salud y a la higiene pública; a la prevención y al fomento, la protección, y la promoción de la salud de las meretrices e, indirectamente, de la de los ocasionales visitantes. De tal suerte, se imponía que las pupilas debieran tramitar y obtener un carné habilitante para el ejercicio de la actividad, y una Libreta Sanitaria destinada a registrar los actos médicos periódicos a los que las meretrices quedaban sujetadas por imposición legal ineludible. Así como en el ámbito interno del prostíbulo circularon aquellas mencionadas «chapas» facilitantes,

Véase la primera y la segunda figura de la infografía de esta página . 43

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Omar Demichelis y Enrique García con el fin de ajustar la relación con la administración sanitaria gubernamental, en el ámbito externo del prostíbulo circulaba un instrumento que permitía supervisar la actividad. Se trataba de una estampilla 44 que se insertaba en la Libreta Sanitaria y que certificaba el cumplimiento de las estipulaciones legales vigentes. El acto médico debía quedar registrado en la Libreta Sanitaria y, la estampilla era el signo que demostraba la aptitud o la imposibilidad del ejercicio de la prostitución. Según puede apreciarse, tanto las mencionadas «chapas», cuanto también las mencionadas estampillas, son nada más que signos. Representaciones de una realidad que, al par que floreciente, asomó tan colorida y miserable. Y nos quedamos pensando en esa vicisitud, en esa cosa extraña que es «la puta», en su significado que se convierte en vida, en mala vida, en una vida que ya no tiene alas. Veámosla así, en su mirada loca y rara, en sus ojos que muestran una lucha, en cuánto más bella es que el horror, y que el polvo «milenar» de sus miserias.

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Véase la segunda figura la infografía de la página precende. 147


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§ Capítulo 10 La Ensenada de Barragán

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Corre

el año 1520. Hernando de Magallanes

navega en las cercanías costeras del Río de La Plata. El día 7 de febrero, a bordo de la Goleta Trinidad, descubre la caleta 45 del lugar, sin desembarcar allí. Es dable conjeturar que solamente ha hecho un avistaje de reconocimiento. Pasan 60 años. Corre el año 1580. Juan de Garay realiza las mismas maniobras que su antecesor, don Pedro de Mendoza. La historia registra este acontecimiento como la Segunda Fundación de Buenos Aires. Pedro de Mendoza procede a llevar adelante la delimitación de lotes para proceder a su posterior asignación. La finalidad consiste en organizar un sistema de chacras y estancias en los alrededores citadinos. Ensenada ahora cuenta con su carta oficial de ciudadanía. Pertenece a las tierras del Valle de Santa Ana, al que luego se lo va a conocer como el Pago de la Magdalena 46 que comprendía los actuales partidos de Magdalena, La Plata, Berisso y Ensenada. Hacia 1629 se venden las tierras que bordean La caleta de Ensenada. El comprador es el hijo del Alcalde de Buenos Aires, Antonio Gutiérrez Barragán, quien coloniza la zona estableciendo una estancia. Nace La ensenada de Barragán.

Cala o ensenada pequeña es un accidente geográfico que se caracteriza por una entrante del mar en la tierra que forma un seno donde pueden fondear los barcos. Generalmente de dimensiones menores que una bahía, sus costas suelen ser altas y escarpadas, con inexistencia de playas, aunque abundantes en rocas, y en arrecifes. 46 Véase la reseña histórica preparada por la Municipalidad de Ensenada. Disponible en http://www.ensenada.gov.ar/?p=393 45

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Omar Demichelis y Enrique García Debieron pasar 70 años para que, hacia aproximadamente 1700, Juan Antonio Guerrero ingresara a la bahía procedente de Punta Lara. Contemporáneamente son los López Osornio los que adquieren buena parte de las tierras que en 1629 había adquirido Barragán. Uno de ellos emprende las primeras obras que le imprimen a la Ensenada de Barragán la fisonomía de un pueblo naciente con identidad propia. Entre las construcciones que destacan como formando parte de aquel bosquejo citadino, se cuenta la construcción de la primera capilla que, en 1750, fuera legada a su nieta Cipriana Sosa, donante de la imagen de la Virgen de la Merced, desde entonces patrona de Ensenada, tal como consta en el informe que reseña su historia 47 Hacia 1730, el piloto y práctico del Río de La Plata, Domingo Petrarca, recorre y estudia la bahía y la costa. Realiza un plano del puerto en el que ubica a la verdadera Punta Lara, es decir a la población de Bernardo de Lara 48 Petrarca registra la población de López Osornio, el arroyo Santiago, la morfología de la Ensenada, las profundidades y demás características del cauce. El entonces Gobernador de Buenos Aires, don Bruno Mauricio de Zabala, conocedor de los informes de Guerrero y de Petrarca, recorre los canales, prefiriendo el paso por el Canal de Santiago y por el Canal del Zanjón, Véase la reseña histórica preparada por la Municipalidad de Ensenada. Disponible en el sitio oficial de Internet: http://www.ensenada.gov.ar/?p=393 48 esposo de Juana Gutiérrez de Barragán y bisnieta del primer poblador. 47

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Omar Demichelis y Enrique García consigna un lugar como San Martín, y otro como San Bruno. Ninguno de los dos nombres tuvo la recepción esperada como para permanecer en el tiempo, por lo que el nombre de Ensenada de Barragán, ya conocido por los marinos procedentes de Buenos Aires, prevalece hasta el presente por imperio del reconocimiento tradicional. Alentado de Zabala por el éxito del informe cursado al monarca español, don Bruno Mauricio de Zabala, apodado «brazo de hierro», a la sazón fundador de Montevideo en 1726, construye el Fuerte para combatir el contrabando organizado por los portugueses asentados en Colonia del Sacramento y perpetrado por franceses, por ingleses y hasta por los mismos españoles. Hacia 1789, una fuerte crecida del río provoca daños de importancia en el Fuerte que sufre el derrumbe de sus muros. El entonces Virrey, el Marqués de Loreto, ordena la reconstrucción, cuyas obras se completan hacia 1800. En esa época, el Marqués de Avilés, por entonces Virrey del Río de La Plata, amplía el proyecto original reforzándolo para que de tal suerte el Fuerte cumpliera con su verdadero cometido. Sin embargo esta medida no impidió que la intensidad del contrabando se hiciera sentir, razón por la que la mencionada actividad se constituyera en la base económica prevalente de la región, con lo que el germen que favorecería la formación naciente de una clase elitista acaudalada de nativos y españoles afincados, se había consolidado notablemente. Ensenada comienza a acentuar su actividad económica y su vida social, después de superar la instancia

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Omar Demichelis y Enrique García de incipiente nacimiento precario de la estancada industria de la carne procesada en un matadero situado sobre el Arroyo el Zanjón y en un saladero ubicado sobre el Arroyo Piloto. En el orden de la economía, por cierto primaria y por tanto de un escaso valor agregado, el Puerto promueve el tráfico de esclavos negros, la manufactura de velas de cebo, y el desarrollo de otras industrias de menor cuantía, como el amasijo de pan. El mes de diciembre de 1800 llegó trayendo un temporal que destruyó gran parte de la infraestructura operativa de la logística del Puerto de Buenos Aires. El comercio de la metrópolis requería ahora la inmediata habilitación de un puerto alternativo de operaciones. La decisión recayó en El Puerto de Ensenada, emplazamiento que contaba con los respaldos necesarios como para subsanar el daño que representaba discontinuar temporalmente la plaza habitual destinada al intercambio marítimo internacional. Teniendo en cuenta el perjuicio que el hecho referido había causado en orden a los importantes daños causados tanto a la infraestructura portuaria, cuanto a los dispositivos accesorios, se desplegaron acciones tendientes a recuperar la normalidad de las operaciones de tráfico en el menor de los plazos posibles. En enero de 1801 el Virrey, por entonces el Marqués de Avilés, habilitó el Puerto de la Ensenada de Barragán, para que los buques del tráfico comercial recalaran o zarparan en esta dársena. El decreto que dispone la medida establece, además, la fundación del Pueblo de Ensenada y, en tal sentido y a los fines operativos, se comisiona al Coronel Pedro Cerviño para 152


Omar Demichelis y Enrique García que proyectara la traza oficial que contemplara el emplazamiento de viviendas capitulares, la habilitación de plazas, de iglesias, y de otros edificios públicos del naciente Estado Municipal. Le cupo a don Pedro Duval llevar adelante la construcción de la Capilla que iba a reemplazar a la por entonces existente. En el orden demográfico, resulta ilustrativo señalar que la población de Ensenada, en aquella época de 1801, ascendía a unos aproximadamente 1.000 habitantes radicados en una extensión cercana a la que el Partido cuenta en el presente que, como hemos dejado anotado, abarcaba la superficie del Partido de Ensenada, sumada a la superficie de los partidos de La Plata, Berisso y Berazategui. La industria de la carne nació con el Virreinato del Río de La Plata. Buenos Aires prometía convertirse en una gran aldea y muy probablemente Ensenada también por contar con un puerto natural estratégico. Los criollos, y muchos españoles, dueños de grandes cantidades de cabezas de ganado, veían en el saladero la explotación de una industria propicia para poder alcanzar el aprovechamiento integral de un producto que por entonces contaba con el favor internacional que constituía una magnífica oportunidad para alcanzar rendimientos suficientemente importantes para el futuro económico sustentable. El saladero, que manufacturaba la carne que con anterioridad se desechaba, vino a incrementar el rendimiento productivo, a sumar los beneficios del producto, y a intensificar la actividad económica consiguiente. Ya no era sólo el cuero y la carne lo que abastecía al mercado consumidor de Buenos Aires. Por 153


Omar Demichelis y Enrique García ello se pensó que el Riachuelo de los Navíos y el Puerto de la Ensenada, eran las mejores plazas estratégicas para la instalación de saladeros que, por la sola razón de elaborar productos de tráfico de ultramar, debían estar necesariamente en línea con aquellas inmejorables «bocas de salida» cercanas a los principales centros de consumo. Sin embargo, la concreción material de este acariciado proyecto se retrasaba porque las invasiones inglesas ya estaban entrando en la historia de la República. Le cupo una destacada actuación a don Santiago de Liniers que, como comandante del Fuerte designado por el Virrey Sobremonte, rechazó al invasor en dos ocasiones. Durante junio de 1806, cuando se produce la primera invasión, se avistaron ocho barcos ingleses al mando de Home Riggs Popham, que intentaba el desembarco frente a las costas de Punta Lara. En la ocasión tuvo una destacada actuación la Fragata Neptuno que, amarrada en las inmediaciones, fue alistada para entrar en acción, apurando la huida de los invasores, y su posterior desembarco en Quilmes. Un año más tarde, hacia junio de 1807, cuando la segunda invasión, hallándose desguarnecida la fortificación, los ingleses, al mando de John Whitelocke, consiguieron ingresar al territorio. Después de estos acontecimientos, resurgió el tema de la instalación de los saladeros, viendo la repercusión que éstos habían tenido en la República Oriental del Uruguay, que contó con el muy importante saladero de Medina primero y Romero después. Antes de Medina pueden citarse el de Manuel Melián; el de 154


Omar Demichelis y Enrique García Francisco Albil en el Puerto de Las Vacas y el de Miguel Riana que poseía un saladero cerca de Montevideo. Los hombres del Gobierno de 1810 creían, en vistas al futuro que la industria prometía, que lo más acertado era instalar un saladero en Ensenada, una plaza por cierto mucho más promisoria que la pensada para las orillas del Riachuelo. Hacia 1810, la Primera Junta decreta la habilitación del Puerto de la Ensenada que podía operar con rebajas del dos por ciento en el cobro de los derechos de extracción de los cueros vacunos. Todos estos antecedentes fueron los que dieron origen a la instalación del primer saladero que, construido al este del Partido de Ensenada, en los terrenos adquiridos a María Cipriana Sosa e Isabel Ferreira, eran de propiedad de Roberto Staples, Juan Neile y Pedro Trapani. La obra, contabilizando lo invertido en terrenos, en ladrillos, y en maderas, rondaba el orden de los siete mil trescientos duros; contabilizando lo gastado en sal, en duelería, es decir la tonelería, y en alquería 49 , se aproximaba a los nueve mil duros, y contabilizando lo destinado a esclavos, un mil quinientos duros. La planta de personal alcanzaba a ocho toneleros, dos carpinteros, cuatro peones, y personal de maestranza. No se tienen noticias de que antes de 1815 haya funcionado otro saladero en el actual territorio nacional. Recién después de ese año, los saladeros comenzaron a 49 Casa

de campo con tierras de labor o granja que está alejada de una población.

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Omar Demichelis y Enrique García extenderse desde Barracas hacia el Sur hasta Ensenada, siendo el más renombrado el saladero Las higueritas, ubicado en el actual Partido de Quilmes, perteneciente a la Sociedad Rosas, Terreno y Cía., de propiedad de Juan Manuel de Rosas, Nepomuceno Terrero, y Luis Dorrego. En 1821, Pedro Trapani se independizó de la sociedad del primer saladero ensenadense. Se instaló, con su propio saladero, en las proximidades de lo que hoy sería la barriada de Cambaceres, sobre el Arroyo Doña Flora, emplazamiento industrial en el que se llegó a ocupar cerca de doscientos hombres. Con la caída de Rivadavia, acaecida hacia 1827, sobrevino una fuerte crisis que obligó a Trapani a levantar el saladero para instalar otro en La Boca del Riachuelo. Siendo secretario del Primer Triunvirato primero, y después ministro de Martín Rodríguez, Bernardino Rivadavia sostuvo una continua preocupación por el destino de Ensenada. Tomó partido interesándose principalmente por su puerto, a cuyos efectos envió al ingeniero Santiago Bevans, a quien le ordenó que levantara el plano de la bahía y del puerto, considerando su condición de gran puerto natural de aguas profundas existente a orillas del Río de la Plata. Bevans realizó los estudios ordenados, presentó los planos correspondientes,

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Omar Demichelis y Enrique García y proyectó el camino de acceso al puerto a través de los bañados. A esta época corresponde la construcción del Camino Blanco, actual Camino Rivadavia, que comunica a Ensenada con La Plata, obra en la que sirvió la mano de obra de prisioneros brasileños traídos por el general Alvear. Hacia 1821 la creación del Juzgado de Paz puso en evidencia la notoriedad que había cobrado la zona, con motivo de tener que elegir los representantes que habrían de constituir la Cámara de Representantes de la Provincia de Buenos Aires. En 1827 Ensenada elige y envía su representación para integrar parte de la Primera Sección Electoral. Al carecer el Partido de asistencia religiosa, se destina al Presbítero José Antonio Pérez para que, a partir de 1838, se desempeñara como Vicario para cumplir su apostolado en favor de los vecinos de la zona. El 17 de febrero de 1856 el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires declaró a Ensenada Cabecera de Partido, instalándose en forma regular el Municipio encargado de la distribución de tierras previa intervención del Escribano Venancio Luján. Las mensajerías abrieron el 17 de junio de 1859 con un servicio a Magdalena que pasaba también por la Ensenada de Barragán. Durante 1862 se dictaron varias resoluciones relacionadas con el trazado y la concesión del Ferrocarril a la Ensenada y, en mayo de 1863, se aprobó la traza que correría entre La Boca y La Ensenada y, más tarde, se transfirió esa concesión el señor William Wheelwright, un ciudadano americano estrechamente

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Omar Demichelis y Enrique García ligado a Bernardino Rivadavia que concluyó el tramo que corre primero hasta Quilmes, y luego hasta el muelle de Punta Lara, adonde llega bajo el gobierno de Sarmiento el 31 de diciembre de 1872. Hacia 1867 existían almacenes por mayor y menor, panaderías, confiterías, zapatillerías, y herrerías. En esta misma época un destacado vecino, el señor Laborde instala un hotel en un edificio con azotea y, en locales contiguos, una tienda, un almacén de comestibles y bebidas, una ferretería, una confitería, y un billar. Además decidió, mediante la compra de una galera llamada «Bella Ensenada», habilitar un servicio de transporte a Buenos Aires. La epidemia de cólera de 1868 originó la constitución de una Comisión de Sanidad integrada por distinguidos vecinos que tuvieron a su cargo la redacción de un reglamento para evitar la propagación. Al año siguiente, don Francisco Cestino abrió las puertas de la primera farmacia del lugar. Entre 1871 y 1875 comenzaron a funcionar los saladeros de Juan Berisso y de Antonio Cambaceres respectivamente. Este último, que se inauguró en 1872 con el nombre de «Saladero Tres de Febrero», introdujo tecnologías de avanzada para la época. El 10 de Abril de 1875 hizo su aparición el semanario El Porvenir, a guisa de publicación de carácter

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Omar Demichelis y Enrique García local. La autorización del Telégrafo de Ensenada llegó en 1876 y, en ese mismo año, un grupo de personas dejó constituido el Consejo Escolar del Distrito de Ensenada, bajo la presidencia del cura párroco don Próspero Ferrara. Restablecida la calma en el país, luego de los combates de Barracas, Puente Alsina y Corrales, Nicolás Avellaneda, en agosto de 1880, sobre el final de su mandato presidencial, elevó al Congreso Nacional el proyecto de ley que declaraba Capital Federal de la República Argentina al Municipio de la Ciudad de Buenos Aires. Contemporáneamente con estos hechos, el 27 de abril de 1882, durante la gobernación del Dr. Dardo Rocha, la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, al ajustarse la vida municipal a la nueva capital suprime, en 1884, el Municipio de Ensenada. En la práctica solamente se cambió el nombre y el lugar de asiento de las autoridades municipales. Por ley del 3 de setiembre de 1883 la legislatura provincial expropió una lonja de terreno de mil doscientos metros ubicada frente al Río Santiago para construir allí el Puerto de la Ensenada que se habilitó hacia 1890. Como el Puerto de Buenos Aires aún no se había inaugurado, el Puerto de La Plata, que así comenzó a llamárselo, alcanzó el primer orden de una importancia, efímera por cierto, ya que la inauguración definitiva de Puerto Madero lo relegó inmediatamente. Estas fueron las razones que impulsaron a la Provincia de Buenos Aires para que entrara en tratativas con el Gobierno Nacional a

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Omar Demichelis y Enrique García los fines de interesarlo en la adquisición del Puerto. El acuerdo se logra en octubre de 1904, ya que el Gobierno Nacional, al considerar cuan insuficiente resultaba el Puerto de Buenos Aires, pretendía utilizar el Puerto de La Plata como complemento alternativo y fue así que sus muelles fueron utilizados por buques de guerra de gran porte, y las instalaciones para el manejo del carbón, dejando de funcionar como puerto de cabecera para comenzar a ir transformándose paulatinamente en un puerto de tráfico industrial. Además, a principios de siglo, se instalan en Ensenada, la Base Naval, la Escuela Naval, el Liceo Naval y el Hospital Naval. El proyecto del Gobierno para emplazar un balneario en Punta Lara data de 1922. En 1923 el Gobierno Nacional cede tierras de su propiedad a la Secretaría de Marina para la instalación de un astillero en la margen derecha del Río Santiago, siendo este el origen de Astilleros y Fábricas Navales del Estado S. A. que, con posterioridad, es transferido al Gobierno de la Provincia por medio de un Contrato de Transferencia firmado por ambos gobiernos el 26 de agosto de 1993 y aprobado por los decretos 1.787 de 1993 y 3.826 de 1994 respectivamente. Luego de las gestiones realizadas por el General Enrique Mosconi, y firmados que fueron los convenios con las empresas constructoras, los materiales provenientes de los Estados Unidos comenzaron a llegar al Puerto, concretándose, en diciembre de 1925, la primera destilería de Yacimientos Petrolíferos Fiscales.

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Omar Demichelis y Enrique García El primero de junio de 1991 se firma el Convenio de Transferencia de Puertos Nación-Provincia, ratificado por Ley 11.206 del 27 de febrero de 1992 por el que se traspasa a la Provincia de Buenos Aires la administración y la explotación de los puertos nacionales, pero no su dominio. Es decir que, quedan sometidos a la jurisdicción de las autoridades nacionales, las bases de explotación y de operación que se fijaron a través del Decreto 1579 de 1992. Como resultado de esta transferencia, se establece una zona franca que tendrá como objetivo principal impulsar el comercio y la actividad industrial exportadora, pudiendo desarrollar tareas de almacenaje, actividades comerciales, de servicios e industriales, esta última con el único objeto de exportar las mercaderías resultantes a terceros países. La Zona Franca La Plata, es un territorio extra aduanero, ubicado a 60 km de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Capital Federal de la República Argentina, foco central de la actividad comercial argentina. Allí, las mercaderías, productos e insumos pueden ingresar, permanecer y salir sin tributar derechos, tasas o impuestos de importación o exportación. La Zona Franca La Plata, es también otro de los numerosos signos con los que La Ensenada de Barragán muestra su histórica pujanza secular.

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§ Capítulo 11 Tengo un Lupanar

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En el año 1800 llega el tango a los suburbios de Buenos Aires y, en el año 1880, llega el tango a Ensenada. Prostíbulo y tango, van a componer una dupla inseparable, influenciándose recíprocamente el uno, y el otro. Fue en los célebres prostíbulos, en los piringundines de Ensenada, donde empezaron a funcionar, aproximadamente hacia 1877, estos recintos que se sustentaban con mujeres inmigrantes de Europa, cuyos clientes, igualmente inmigrantes, habían abandonado a sus familiares, a sus madres, a sus novias, a sus esposas e hijos, en busca de un destino mejor. Durante los años de la década del ‘40, los ensenadenses negaban su pertenencia al terruño porque por entonces este era famoso por sus prostíbulos, y su prestigio estaba ligado estrechamente a la historia que en ellos se estaba escribiendo. Decían ser «de La Plata», porque así evitaban el sentimiento de vergüenza, casi siempre «ajena», que la reputación de esta ciudad portuaria les producía. Pero historias como las sucedidas, nos recuerdan ese pasado que también, nos guste o no, forma parte de nuestro acervo. Por eso, aquí está la nota publicada sobre Luis Monteagudo Tejedor que habla de esos temas y, por supuesto, nos menta. La historiografía del prostíbulo en Ensenada, ha dejado un legado que permite destacar aquellos piringundines destacadas por su arquitectura, por su funcionamiento, por su complejidad, por su ubicación, por su trayectoria, por su nombre, por la 163


Omar Demichelis y Enrique García jerarquía de sus pupilas, por la categoría de su concurrencia, o por algún sucedido inusitado que los lanzó a la fama para que se los recordará como un hito cuya evocación se hiciera imprescindible para conocer los procesos históricos, geográficos, sociales, culturales, políticos, económicos, y demográficos que desembocaron en una época de vivencias tan esplendorosas como miserables. Así, La Batería, Tres Esquinas, Las Catorce Provincias, Moulin Rouge (Molino Rojo), La Estrella, Los Chistaderos, Café de Camareras, La Ensenada, Le Chat Noir (El Gato Negro), Le Lion D’or (El León de Oro), Au Bon Ami (Al Buen Amigo), La Mariposa, El 208, El Troval, El Café de la Flaca Isabel, y La Tucumana, y otros tantos ubicados en las inmediaciones de Villa Catela, integran los anales la prostitución lugareña. Contemporáneamente, hacia 1880 se conoce el primer tango del que se tenga memoria. Se llamaba «Dame la lata», de Juan Pérez, clarinetista de romerías. El tema refiere la lata donde las pupilas de los prostíbulos colocaban unas fichas de latón numerado con las que se ordenaban los turnos de la «clientela» prostibularia El título alude a la ficha, es decir a la lata, que la regenta del prostíbulo entregaba a su pupila después de atender a

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Omar Demichelis y Enrique García cada cliente y que llevaba estampada la mitad de la tarifa cobrada por el servicio, que era la suma que el rufián recogía puntualmente todos los días lunes. De ese hábito administrativo surgió una copla anónima, considerada uno de los primeros testimonios de la poesía lunfarda. La copla se refiere al mal negocio de un oficio que obligaba a presumir ostentaciones y alardes despilfarradores, porque en el proxeneta, la elegancia y el supuesto desinterés por el dinero, operaban como verdaderos anzuelos estimulantes para el reclutamiento de nuevas pupilas. Las coplas que se cantaban sobre la melodía de Pérez precedieron al tema musical mismo, pero se le adosaron muy rápidamente. En 1890 es integrado el bandoneón a los conjuntos orquestales. Sin embargo los hechos indicarían que tales conjuntos se integraban con la cantidad de músicos que pudieran convocarse, reunirse, y mantenerse. A partir de 1900, irrumpirían los cuartetos y los quintetos, sin que por ello los dúos perdieran predicamento. Con el paso de los años, los pequeños conjuntos orquestales se fueron agrupando hasta formar las orquestas típicas. El bandoneón llegó desde Alemania, el piano, el violín, y los demás instrumentos de cuerda, desde Italia. La sola mención del nombre de don Carlos Gardel, es suficiente como para reconocer al más grande intérprete de tango de todos los tiempos. Merced a su

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Omar Demichelis y Enrique García notable carisma y a su excepcional talento, Gardel, o «el bronce que sonríe», lograba concitar los favores de los más exigentes melómanos del mundo. Como expresión bailable, el tango comenzó a discurrir entre varones. Primero, se bailó en carpas, allá por Santa Lucia y Recoleta, después en los bodegones de La Batería, más tarde en el prostíbulo La Estrella, de Ensenada, en la academia de los Tancredi, y en La Red de San Telmo. Hacia fines de siglo, de los piringundines el tango pasó a Palermo y, posteriormente, a lugares mucho más elegantes. Los prostíbulos de Ensenada tuvieron su origen en locales donde se escuchaba música de tango. Recordemos que, por entonces, el tango no gozaba de los favores de la sociedad considerada «decente». Allá por 1880 comenzó a conocérselo en el prostíbulo La Estrella de Ensenada, un piringundín atendido por camareras que, según el diario más antiguo de la ciudad, «no guardaba la cultura y decencia debida». Es que el baile del tango componía figuras sensuales que no se compadecían con el decoro, con la decencia, ni con el pudor que debían guardar las manifestaciones sociales de la época. Sin embargo, después de un comienzo azaroso, el tango empezó a ganar terreno en términos de aceptación social. Tan virulenta fue la reacción que el tango despertó en sus comienzos, no sólo por su difusión en los suburbios arrabaleros de la marginalidad, sino por las figuras que «dibujaba» la expresión bailable que se instauró como una suerte de

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Omar Demichelis y Enrique García vigilancia, en la persona del «bastonero», personaje encargado de mantener el nivel decoroso que la sociedad esperaba, al punto de poder llegar a determinar que, si se producían transgresiones de alguna clase, en algún corte, en alguna quebrada, en alguna filigrana, o en alguna otra figura, el causante podía ser inmediatamente llamado al orden y hasta podía ser sancionado con la expulsión si insistía o reincidía en su actitud. Los comienzos del tango fueron también austeros. Su música solía interpretarse, en las condiciones mencionadas, con un violín, con una flauta, y con una guitarra y, a falta de esta, con el acompañamiento de un peine convertido en instrumento de viento. Con la mediación de un papel de esos que se usan para armar cigarrillos para fumar, un avezado «soplador» marcaba el ritmo del dos por cuatro. El instrumento característico fue el bandoneón, que llegó al tango un par de décadas después de su nacimiento, aproximadamente hacia 1890, y tuvo la ingrata misión de tener que sustituir a la flauta. Hacia l898, los prostíbulos de Ensenada, constituían los centros de atracción más concurridos por causa y razón del tango. Allí se escucharon los primeros tangos que, curiosamente, carecían de letra. En algunos casos eran los propios músicos quienes la introducían improvisadamente. Cuando el tango comienza a manifestarse como expresión cantada, es decir

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Omar Demichelis y Enrique García cuando comienzan a componerse sus letras, la temática de los autores centraba en la descripción de sucedidos en torno de los piringundines, de los burdeles, y de los prostíbulos. Se trataba de letras vulgares, obscenas, y provocativas: Trasuntaban un pobre nivel de educación, y sus títulos acompañaban el estilo del contenido de las letras. Letras como «qué polvo con tanto viento», «dos sin sacarla», «con qué tropieza que no dentra», y «siete pulgadas», acreditan el aserto que acabamos de formular. El prostíbulo La Batería, de la calle América 202, no gozaba del favor popular, precisamente porque los espectáculos que allí se ofrecían carecían del acompañamiento musical que el público reclamaba. De todas maneras, bailar se bailaba al gangoso compás de un organito que los parroquianos hacían funcionar dándole incesantes vueltas a una manija que parecía liberar los sonidos aprisionados en una cajuela por lo general fileteada a guisa de las circunstancias. Un tiempo después, hacia febrero de 1877, La Batería incorporó un moderno fonógrafo, un maravilloso dispositivo inventado por un tal Thomas Alva Edison. Por supuesto, la reacción «en cadena» no se hizo esperar, puesto que sus competidores, adoptaron la misma estrategia musical.

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Omar Demichelis y Enrique García El prostíbulo La Estrella de la calle Industria 184, monopolizaba la atracción prostibularia de la época, principalmente por la categoría de los músicos, bailarines y de los cantantes que desfilaban por el establecimiento, gran parte de los cuales se convirtieron en importantes figuras de Buenos Aires que llegarían a ser artistas que gozaron de cierto predicamento. El local disponía de un salón muy largo con un patio en desnivel destinado a la orquesta. A él se accedía por una escalera que lo conectaba con el patio. En derredor, una rueda de mesitas y de sillas donde los parroquianos esperaban que les tocara el turno erótico mientras escuchaban tango y bailaban al ritmo del dos por cuatro que sonaba en el ambiente. Cada bailarín debía pagar diez centavos por cada pieza que bailaba, un dinero que luego era repartido entre los componentes de la agrupación musical que ejecutaba las piezas musicales. El sistema de La Estrella era básico, elemental, y obvio. Diez centavos tintineando en la bandeja del mozo, garantizaban el derecho a bailar un tango. Las consumiciones anejas incluyendo, desde luego, el sexo, se cobraban aparte. Parece que las opiniones de los ocasionales visitantes, respecto de la «categoría» del lugar, no eran del todo unánimes, ni reflejaban un juico ponderable. En ese sentido, uno de los asiduos

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Omar Demichelis y Enrique García concurrentes se preguntaba si «¿Valía la pena? Porque es seguro que, al llegar, los que tenían alguna pretensión experimentaban un ineludible desengaño: La Estrella decía- jamás ascendió de su condición de reducto inmundo, por más que de vez en cuando le dieran una mano de pintura y el boca a boca de sus parroquianos tendiera a favorecerlo. Esto último —su idealización— fue lo que recogieron también, apresuradamente, los cronistas posteriores» El prostíbulo Café de Camareras, estaba situado en la calle Europa 211. Allí supo actuar el pianista y compositor Manuel Campoamor, junto a un pequeño conjunto aun sin bandoneón, integrado por el mulato Sinforoso en clarinete y por el negro Casimiro Alcorta en violín. Incorporados en la primera década del siglo veinte, amenizaban la tertulia y ejecutaban piezas de bailables de tango y «prototangos» que las trabajadoras compartían con los clientes antes de pasar a las habilitaciones a cumplir con su «servicio»

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Omar Demichelis y Enrique García En 1969 el poeta Enrique Cadícamo escribe, con el sello de la Editorial Sudamericana, la novela Café de Camareras, ambientada en los comienzos del siglo veinte donde recrea al famoso guapo de Ensenada, al Tano Barone, provocador de pesados y de matones de toda laya de la zona prostibularia de La Boca y de Ensenada. En los versos fragmentarios de Barrio Boquense, un poema de 1906, Cadícamo 50 evoca la figura de Barone de la siguiente manera: «Un guapo de La Ensenada, // taita muy duro de boca, // es el que achica y provoca // a pesados y a matones; // se llama El Tano Barone // y es el que ronca en la Boca» El prostíbulo Tres Esquinas, estaba situado en la calle América 219. En el año 1914 un grupo de bandoneonistas porteños, entre los cuales merece citarse el director y compositor Juan Maglio (Pacho), irrumpe en la noche de Ensenada, provocando curiosidad, asombro y admiración por la novedosa introducción del bandoneón como instrumento que, desde entonces, iba a convertirse en el sinónimo del tango mismo. El prostíbulo Moulin Rouge, estaba ubicado en la calle Industria 174. Allí actuaba el trío de Ernesto Ponzio, «el pibe Ernesto», en violín; Vicente 50 En el poema A las calles Suárez y Necochea, Cadícamo vuelve a evocar la

figura de Barone: «Llegaban de otros barrios visitas inoportunas: // de Villa Crespo El Títere, guapo de corralones; // del Mercado de Abasto, Cielito, El Noy, Osuna, // y desde La Ensenada caía El Tano Barone»

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Omar Demichelis y Enrique García Pecci, en flauta; y Agustín Aspiazu, en bandoneón, alternaban sus presentaciones con el reconocido prostíbulo La Ensenada, o El Troval, de la calle Industria 188. La vuelta a un rincón querido forma parte también de las historias de regreso que evoca el tango. El fecundo comediógrafo Roberto Lino Cayol acopló sus versos a la música de Moulin Rouge, tango que evocaba a este prostíbulo ensenadense en el escenario del Teatro Maipo ya transformado en Viejo Rincón. Fue estrenado por Vicente Climent el 14 de agosto de 1925, como parte de la revista Me gustan todas. En 1925, Carlos Gardel dejó grabadas tres versiones acústicas (sin micrófono) de este tango para el sello Odeón, con las guitarras de José Ricardo y Guillermo Desiderio Barbieri, en 1930 con las guitarras de José María Aguilar, Guillermo Desiderio Barbieri, y Ángel Domingo Riverol, y en el mismo año con la orquesta de Francisco Canaro. El prostíbulo Le Lion D’ or (El León de Oro), está ubicado en la calle Europa 225. La sala de recepción dispone de un patio alumbrado por una única lamparita. Los hombres, en vez de esperar sus turnos sentados, permanecen allí de pie, con la espalda contra la pared y en silencio, pacientes, y resignados. La regenta se pasea por la sala con un silbato en la mano, como para hacerlo sonar en caso de trifulca, en cuyo caso acudirá el sargento Gil, atento vigilante a quien se le «adorna», con dos pesos diarios, la prestación de sus eficientes servicios. 172


Omar Demichelis y Enrique García Las noches, por cierto bastante movidas, adornadas con trompadas, con balazos, con provocaciones, con heridos, impone la presencia policial, cuya representación llega cuando todo ha de calmarse. A partir de 1922, la seccional primera de Ensenada, adquiere predicamento a expensas del comisario Rogelio Márquez, hombre que supo demostrar su autoridad cuando se imponía que actuara con enérgica vehemencia frente a desordenes y trifulcas de ordinario siempre presentes en el ámbito prostibulario. El prostíbulo Au Bon Ami (Al Buen Amigo, está ubicado en la calle Europa 202. Amenizan musicalmente la noche prostibularia, famosos tríos de la Capital Federal, con violín de Enrique Saborido, flauta de Benito Masset, y guitarra de Lorenzo Martínez. En el barrio de Ensenada, por entonces Tolosa, funciona el prostíbulo El Café de la Flaca Isabel, ubicado en la calle Circunvalación, hoy 532, entre 2 y 3, y el prostíbulo La Tucumana, en 532 esquina 2. La animación musical está a cargo de Juan Maturano, en bandoneón, acompañado por la guitarra del «zurdo» Doglia. En el lugar, también actúa el dúo de Francisco Postiglione, en violín, acompañado de su tío, que ejecuta el arpa. En estos dos burdeles saben presentarse, con cierta asiduidad, el «Negro» Luna y Enrique Neto. El prostíbulo 208 está ubicado en la calle Europa 208. Allí realiza sus presentaciones musicales José Cornilla, «El Quique»,

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Omar Demichelis y Enrique García legendario personaje del pasado, intuitivo guitarrista y orejero 51 de ley, aprendió de oído el bandoneón, y toca acompañado de los músicos de Miguel Ángel Dasso. Otro personaje de la época es «Pinín», cantor de tangos que además trabaja como mayoral 52 en los tranvías a caballo de las líneas de Ensenada. El prostíbulo La Estrella, de Ensenada, cuenta con tanto renombre que, los porteños no dudan en soportar un viaje en tren de más de sesenta kilómetros para bailar y para acostarse en sus instalaciones. Entre los músicos que animan las veladas están los que integran la orquesta de Antonio Curzio. Está «El viejo Pucho», está Eduardo Arolas, está Vicente Greco, está Juan Maglio (Pacho), y está Sebastián Ramos Mejía, «El pardo Sebastián» 53 , quien tuvo varios hermanos igualmente músicos, aunque sólo él ha quedado en los anales del tango. Se trata de un nombre que tiene importancia superlativa, puesto que comparte con Antonio Francisco Chiappe la gloria de haber sido de los primeros en tocar tangos ejecutando el bandoneón. Se gana la vida en un menester ajeno a la música, el de conductor o bien mayoral de tranvías en la línea que corre entre Buenos Aires y Belgrano. Hacia finales del siglo diecinueve actúa en el café Atenas, de la actual Scalabrini 51 Aduló, cuentero, y obsecuente. 52 Encargado de cobrar los pasajes. 53 No

debe extrañar el linaje de su apellido, ya que los esclavos lo solían recibir de la familia a la que servían.

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Omar Demichelis y Enrique García Ortiz y Santa Fe, en el prostíbulo La Estrella de Ensenada y, en los albores de la nueva centuria, lo hace en Montevideo. Poseedor de muy buen oído musical, se gana la vida, en sus años finales, como afinador de bandoneones, según le refirió a Oscar Zucchi el violinista Fausto Frontera, que llegó a conocerlo. Se ignora si compuso tangos, aunque lo más probable es que lo haya hecho. El prostíbulo Los Chistaderos, está situado en la calle Europa 218. Se lo llama así porque desde las puertas canceles entreabiertas, las prostitutas llaman a los candidatos que pasan y los invitan a entrar. Al ingresar al prostíbulo se acostumbra a palpar de armas; el pago se realiza por anticipado; para que la pupila contabilice su ganancia, al cincuenta por ciento del producido, la regenta sostiene entre sus manos y le entrega una lata de aluminio semejante a la que utilizan los mozos de café a modo de bandeja. El valor de cobro difiere según el prostíbulo. Los hay de un peso, de dos, de tres, y, entre las francesas, de cuatro pesos. Algunos datos estimativos aseguran que los servicios prestados por cada una de ellas ascienden a unos 40 clientes por día, de tal suerte que la ganancia diaria de una prostituta puede alcanzar los cuarenta pesos diarios y, al cabo de veinte días laborados, la ganancia ronda los ochocientos pesos, y los nueve mil seiscientos al cabo del año. Esa suma permite contar con un buen poder adquisitivo si es que ella es convenientemente administrada. Lamentablemente, no todas las muchachas

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Omar Demichelis y Enrique García administran convenientemente sus ingresos, por lo que la gran mayoría de ellas termina sobrellevando una vida miserable de privaciones. Aquellas que saben prever, terminan teniendo una posición económica más o menos acomodada. El prostíbulo Le Chat Noir (El Gato Negro), está ubicado en la calle América 201. Allí ameniza el trío de un bandoneonista apodado el «tano» Francisco Famiglietti, en compañía del violinista Modesto Ocampo y del flautista Lorenzo Espinosa. Al entrar en él, y sobre una pared, se encuentran las prostitutas que incitan, cada quien con su especialidad y, en ocasiones, sin más trámite que el acoplamiento «de parado» Cuenta con una sala de espera y dos habitaciones, de modo de facilitar que, mientras que la muchacha atiende en una de ellas, la «clientela» viste su atuendo en la habitación contigua. En verano cruza desnuda por el vestíbulo y, en el invierno, se caldea el ambiente con estufas a querosén, un característico olor a permanganato impregna el burdel con una sustancia química mezclada con agua donde la muchacha higieniza preventivamente al cliente. El compadrito del tango se hace «cafiolo», viste de manera original, de traje negro, saco cruzado, gran pañuelo de seda blanca en el cuello, chambergo de alas caídas, zapatos puntudos angostos, floreado hacia la mitad posterior, a modo de burdo encaje, la alta hombrera del

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Omar Demichelis y Enrique GarcĂ­a saco. Las prostitutas se visten con traje corto con tajos a los costados y colores chillones que dejan entrever los brazos, rojos los zapatos.

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Omar Demichelis y Enrique García

§ Capítulo 12 Casas, Casos y Noticias

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Omar Demichelis y Enrique García Arquitectura Prostibularia

Aún

se conserva, aunque casi en ruinas, una única

construcción que quedó como mudo testigo de lo que en su momento fuera el prostíbulo El Troval, de la calle Industria 188. Del resto de las edificaciones, nada puede decirse, ya que, casi todas ellas fueron demolidas, modificadas, o devenidas en casas de familia. Además de los templos de la Antigua Grecia, las excavaciones arqueológicas han devuelto a la luz ciertas construcciones cuyo esquema en planta nos hace pensar en espacios dedicados a la prostitución sagrada. Se trataría de prácticas sexuales asociadas a rituales iniciáticos en un templo dedicado a Afrodita, tal el caso de la llamada «stoa en u» de Locris, Magna Grecia, construida durante el sexto siglo antes de Cristo. El gran patio central, estaba limitado por sendos lados bordeados por largos corredores. Estos, a su vez, servían a unas cuantas estancias o habitaciones, de unos tres metros por tres metros cada una, dispuestas hacia ambos lados. En las figuras que se insertan, y que corresponden a los planos de las edificaciones donde funcionaron los prostíbulos La 179


Omar Demichelis y Enrique García estrella y Moulin rouge, se pueden apreciar una serie de dependencias de servicio que bordean las habitaciones en torno de un patio central, a veces en «L», a veces en «U», según la tipología cuyos paralelos con las arquitecturas de los lupanares de otras regiones resultan sorprendentemente similares. Solamente en el símil de Pompeya, las excavaciones han exhumado más de treinta de estos establecimientos fácilmente reconocibles por el particular diseño de sus plantas, cuyo patrón se compadece con las construcciones de los estructuras prostibularias ensenadenses. En cuanto a los planos de los establecimientos mencionados, el que corresponde a la edificación donde funcionó posteriormente el prostíbulo La estrella, fue aprobado durante el transcurso del año 1916; en tanto que su similar, donde iba a funcionar el prostíbulo Moulin rouge, fue aprobado en el transcurso de 1919. En este último, 180


Omar Demichelis y Enrique García bien puede observarse el detalle de la imagen que luce en el frontispicio. Se trata de una mujer que parece significar, como hemos dicho en ocasión de desarrollar la cuestión del sexo y lo sagrado, el sexo como aquella división primaria de la separación de géneros, especialmente en tanto que «sexo», «sexualidad» o «secus» de lo femenino. Casos y Noticias Noticias de un Alcahuete

En 1911 se registra una de las primeras denuncias formuladas judicialmente contra una «casa de tolerancia» situada en la Ensenada de Barragán. Se sabe que estas casas se dedicaban al tráfico de mujeres. Reclutaban mujeres que integraban una suerte de corporación dedicada al ejercicio de la «profesión más antigua del mundo», como comúnmente se suelen llamar. Con frecuencia, el ejercicio activo de la prostitución exigía que las «putas» reclutadas trabajaran en malolientes burdeles hacinados, requería que viviesen en ellos y, como función coadyuvante, se imponía que cumplieran con algunos otros menesteres y misceláneas propias de la «profesión» La casa de marras se denominaba El Troval y estaba ubicada en la calle Industria 188, donde quizás todavía resuenen los ecos reverberantes de cuantiosos sucedidos que, en la 181


Omar Demichelis y Enrique García penumbra de la intimidad lupanar, estamparon la marca en las almas de un trágico discurrir existencial. ¡Qué arrojen la primera piedra, aquellos que, de pecado, estén libres! Noticias de un «cafishio» de su Esposa

Un caso

no menos asombroso ronda en torno de

un señor que obligaba a su propia esposa a ejercer la prostitución como «yiro callejero» Como solía escribir Jorge Luis Borges, «cuentan los hombres dignos de fe» que pese a los ingentes esfuerzos que tuvo que realizar la justicia ensenadense para poner las cosas en su lugar, fue imposible conseguir que la víctima declarara en contra de su «virtuoso» marido, probablemente para evitar tener que venir a causarle un «inmerecido» perjuicio a semejante hijo de su buena santa madre, que vaya uno a saber en qué malhadada hora, vino a convertirse en su «soñado príncipe azul» Noticias de un Tango Prohibido

A

comienzos del siglo veinte, la ejecución de un

tango como El esquinazo, provocaba un excesivo fervor entre los clientes y las prostitutas del comercio sexual ensenadense. Debido a esta exagerada efervescencia, se barajó la posibilidad de demoler el local al acompañar los acordes «tangueriles» propuestos por su autor, Ángel Villoldo, golpeando mesas, sillas, vasos, paredes, y todo utensilio que oficiara como instrumento al uso. Dicen las 182


Omar Demichelis y Enrique García malas lenguas, que la regenta del lugar llegó a prohibir a los músicos que volvieran a interpretar semejante partitura musical tan incitante, como destructora. La música, que pertenece a los dominios taxonómicos de la estética, tiene mucha realidad desde que su certeza radica en una realidad absolutamente irreal. A diferencia de cualesquiera otras finalidades que persiga cualesquiera otra disciplina, que requiere verificación física permanente, las ideas flotan libremente en nuestra mente bamboleándose entre el pasado, el presente, y el futuro, o bien cruzando impensados espacios y territorios reales o imaginarios. El amor, se presenta representando una consecuencia de la falta de libertad como para negarse a entregarse. Dios, campea en la inminencia siempre diferida, y nunca inesperada. La esperanza empuja nuestra voluntad y construye un mundo como voluntad y representación con ladrillos de voluntad de poder. Nuestros sueños carecen de un presente, y tal vez de un futuro y de una concreción cierta. Todo este recuento es tan contingente, empero tan real como la ciencia dura misma, tan o más real que la realidad sensible misma, tan o más real que la materia misma que nos conmina, porque tiene, asociado a ese conteo, un componente invisible fundamental en su metafísica. Nosotros mismos sostenemos nuestra vida biológica en un poder invisible que nos habita, en esa necesidad de ser y de seguir siendo que nos constituye como una promesa cuya inminencia se nos escapa corriendo delante del tiempo y detrás del espacio. Si acaso este inventario fuera preciso, o bien fuera el resultado de nuestra decisión, y 183


Omar Demichelis y Enrique García estuviera en nuestras manos la posibilidad de autodeterminarnos absolutamente, todo sería demasiado obvio, todo sería demasiado posible, todo sería demasiado previsible, todo sería demasiado humano, como la prostitución misma. Noticias de un Machazo en Entreveros

El

Paisano Luna, era un hombre temido.

Peligroso por los protagonismos asumidos en las cercanías de los prostíbulos de Ensenada. El favor popular lo había bautizado con el nombre de «un guapo de aquellos» Hombre corpulento, de mirada penetrante, debía unas cuantas muertes. Si hasta la misma policía desalentaba cualquier pretensión de arrestarlo, por su bravura y arrojo. Caminaba con cierta dificultad, a causa del tiro de un balazo que le había dado en una pierna un malandrín de su idéntica avería. Prefería frecuentar las pulperías de Ensenada, la de Carlos Puyol, o la de Pedro Hegoburu, por ejemplo. Como en Luna, «El paisano», la locura, salvo situaciones harto excepcionales, también proyecta una falsa valentía. Su causa es la desnaturalización esencial, su efecto no podría ser distinto. La dialéctica de la locura, su lógica diríamos, debe interpretarse con el ojo abierto de la normalidad focalizando un objeto anormal en el portaobjeto del microscopio de la vida. Sobre todo, de la vida en los lindes del mundo prostibulario, donde germinan situaciones tensas y extensas, y se devanan velos y desvelos.

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Omar Demichelis y Enrique García Noticias de Bandera Blanca

Entre

1910 y 1936, las empresas de tranvías

eléctricos, la de la línea tres, y la de la línea cuatro, dispusieron que en determinados horarios llevaran una bandera blanca que indicara que llevaban a los clientes hacia un destino inconfesable: hacia la zona de los prostíbulos de Ensenada. Y claro, las mujeres del vecindario se negaban a subir en semejante amontonamiento de mentalidades calenturientas. He aquí las huellas de una marca. La que alguna vez se describió señalando su importancia en el curso de la vida, o lo que el tiempo dejó en nuestra silueta, como prueba y señal de que vivimos. Conozcamos nuestras marcas. Hagamos como Sábato, quién un día dejó roto un vidrio porque ese día algo maravilloso había pasado con Matilde. ¡No borremos la señal de nuestras marcas! Agitemos la bandera blanca de la paz... como flameando en el tranvía. Noticias de un Aabusador

Poco antes de cumplir diecisiete años, en el fragor de los carnavales porteños, Adela Lagomarsino conoció a Luis Cattaneo. Él tenía 22 años, una causa abierta por ebriedad y una condena por hurto. «La secuestró y la obligó a prostituirse», titulaba un conocido diario de la época.

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Omar Demichelis y Enrique García En el otoño de 1912, Luis Cattáneo, de veintidos años, sedujo a una joven de diecisiete, la raptó y la obligó a prostituirse en un burdel de Ensenada. Un policía encubierto la encontró. El caso fue a juicio y el proxeneta recibió la máxima condena que podía aplicarse, rondó los dos años y medio. La carátula del expendiente rezaba: «Adela Lagormasino» En la «Libreta Sanitaria» figuraba con el nombre de «Carmen Blanco» 54 Cattáneo la empezó a visitar y «con halagos y abusando de su pasión, consiguió raptarla», dijo el fiscal que investigó la desaparición de la joven. Una noche de sábado, en pleno otoño, Adela se encontró con Cattáneo. Su padre, Juan Lagomarsino, no volvió a saber de ella. La encontraron dos meses después, en julio de 1912, «trabajando» como prostituta en un burdel de la provincia, a pocos kilómetros de La Plata. En Ensenada. «Más que el amor, lo impulsaba la codicia», dijo el fiscal que acusó a Cattáneo por el delito de corrupción de menores. La causa se inició porque la noche en la que Adela no volvió, su padre se desesperó. Lagomarsino, era un inmigrante italiano, viudo, que se ocupaba de sus dos hijas con lo que ganaba como capataz de una tropa de carros. En el barrio, pronto todos se enteraron que buscaba a la menor.

54 Benitez, Vilma; Infojus Noticias. Agencia Nacional de Noticias Jurídicas.

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Omar Demichelis y Enrique García Las primeras pistas llegaron de boca de los hombres que frecuentaban el prostíbulo de Garay 1431, en la capital. La habían visto vestida como «prostituta» Lagomarsino, les pidió que atestiguaran ante el Juez del Crimen, Sotero Vázquez; pero, cuando fueron a buscarla Adela ya no estaba allí. Ángela Nicolai, una francesa de 32 años que regenteaba el lugar, la reconoció en las fotografías que le mostraron, pero aseguró que en la Libreta Sanitaria figuraba con el nombre de Carmen Blanco, de veintidós años de edad. La pesquisa quedó a cargo del policía de la capital, Juan González. El agente, bajo el disfraz de truhan, comenzó a recorrer burdeles hasta dar con ella en una habitación de El Troval, un prostíbulo de propiedad de la madama Lina Inca, que funcionaba en la esquina donde la calle Europa hace esquina con la calle Industria, en Ensenada. Cattáneo la había llevado allí, luego de haberla obligado a inscribirse en el Registro de la Inspección General de Asistencia Pública, donde quedó oficializada como prostituta. Según dispuso la Ordenanza del 21 de diciembre de 1898, de la Municipalidad de La Plata, Adela no podía ausentarse de la casa de citas «por más de veinticuatro horas sin munirse de un permiso firmado por la Inspección General» Cuando la encontraron, Cattáneo estaba con ella, pero ante el juez negó rotundamente haberla «inducido a llevar esa vida por medio de amenazas con un revolver» En el allanamiento, el agente González secuestró dos cartas que el hombre le había escrito, donde, en una, le

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Omar Demichelis y Enrique García decía: «vos deberás entender que no hay más remedio para poder salir del fango en el que estamos metidos»; mientras que en la otra, insistía: «decime si es que ya empezaste a trabajar, mándame decir si se trabaja bien» Pero no será hasta su última declaración -después de haber sido careado con el padre de la joven y con la propia Adela-, que el hombre reconoció que «el 5 o 6 de julio último entregó la joven a la patrona de un prostíbulo de la Ensenada», aunque trató de excusarse afirmando que «lo hizo por pedido de la misma Adela» El juez, no le creyó. En el expediente quedó dicho que «toda su actuación en este asunto es tendiente al fin del lucro, para lo cual seduce, engaña, envilece y pierde a una pobre muchacha» Y lucrar con el cuerpo de Adela le valió una condena de dos años y medio, la máxima pena establecida por haber cometido el delito de Corrupción de Menores. Si Cattáneo afrontara un proceso penal, hoy día sería acusado por el delito de Trata y, como Adela era menor cuando él la engañó, la secuestró y la trasladó para obligarla a prostituirse, podría haber llegado a cumplir hasta quince años de prisión. Noticias de la Redención de Van Gogh

Escribe Ernesto Sábato que estuvo en varias ocasiones frente a «la tumba de Van Gogh, aquel desdichado que nunca pudo vender un cuadro, y de quien ahora se disputan sus obras en millones de dólares, para ser exhibidas en un supermercado. Pobre Vincent; habitado por Dios y por el Demonio, humilde y bondadoso, que iba 188


Omar Demichelis y Enrique García a predicar el Evangelio a los mineros y que a la vez violentamente atacaba a Gaugain; que recogía a pobres prostitutas de la calle, como aquella con un chiquito, para ser su modelo, y terminaba llevándola a vivir con él, probablemente porque la comprendía, ya que los dos sufrían el mismo desamparo» 55 Noticias de un suicido

Según se cuenta en ámbitos ensenadenses, parece que hacia el año 1914, un hombre que vivía en el barrio de San Telmo, se enamoró perdidamente de una prostituta francesa que trabajaba en el prostíbulo conocido con el nombre de «208», a la postre ubicado en la calle Europa, a la altura del 208. Menudo esfuerzo el de la sabiduría popular para nombrar a la manera divina que con sólo pensar… ¡creaba! Cuentan que el hidalgo caballero, le habría ofrecido, a la francesita, todo lo que fuera menester para que la «franchuta» se dejara de joder con es berretín de ser «puta», y encaminara su pasos hacia las mieles de una nueva vida compartida con el empecinado caballero. Parece que la dama en cuestión hizo caso omiso al requerimiento y, no obstante las recomendaciones que constan en el manual de estrategias para el rescate de las ovejas perdidas, siguió transitando el camino que, al 55 Sábato,

Ernesto; Antes del fin, Editorial Seix Barral, 1998, Buenos Aires, Argentina, p. 104.

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Omar Demichelis y Enrique García nacer, el oráculo de su destino le señalaba. Triste, solitario, y final, el hombre cuyo nombre la historia ha querido olvidar por razones exclusivamente piadosas, abandonó este verdadero «valle de lágrimas», a la hora nona, que es decir a las tres de la tarde, como un cristo, con su cruz. Al correr de nuestros ojos por los renglones de cierta escritura, descubrimos, con algún grado de enigmático asombro, la fina sensibilidad, la aguda inteligencia, y la alta espiritualidad que un alma puede llegar a trasuntar, aun embozada entre la nutrida muchedumbre mundana. Es bastante frecuente que en algún momento de nuestra existencia, esas almas tengan que caer en un cono de sombría melancolía. La condición de los seres humanos es la de vivir angustiados y sumidos en una crisis cuya permanencia varía dentro de cierta gradación que mucho depende de aquellas condiciones intelectuales, éticas, estéticas, y metafísicas, cuya etérea silueta puede dejarse entrever. Algunas estaturas empinadas tienen ese destino y cuentan con ese presagio. Le pasó a Unamuno con su deseo de eternidad, a Romeo con su amor por Julieta, a Heráclito, a Thales, a Spinoza, a Galileo, a Giordano Bruno, a Cristo, a ese «fulano» anónimo que tanto amó a la «francesita», y a tantos otros que se asomaron al mundo desde la delgada línea imaginaria que delimitaba la frontera del nihilismo con la frontera de la virtud. Sigamos creyendo en nosotros, porque esa es nuestra bíblica tarea presente. Esperar demasiado de nosotros es una muestra de filantropía, pero también es una temeraria muestra de ingenuidad.

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Omar Demichelis y Enrique García Con estas prevenciones a la vista, uno no debería reeducar sus inquietudes, sino reaprender a escuchar su profunda voz interior que es la que lo redimiría de esa mirada melancólica que trasuntan algunos ojos nublados por el desaliento y el cansancio. Si progresamos, de alguna manera y en algún punto, lo hacemos a tientas, en borrador, como diría el maestro Sábato, con muchas contradicciones, con muchos desencantos, con muchos desalientos que constituyen la condición humana fundamental. El mismo Freud le dio pie a la lógica para que contemplara, no ya los valores polares de verdad y de falsedad con los que de ordinario, ella, la lógica, solía trabajar sus formalizaciones veritativas, sino que compuso una conjunción que en la mente puede ser, inexcluyentemente, a la vez que verdadera también falsa. De esa manera nació lo que mucho más tarde vino a denominarse «lógica trivalente» El mundo que vivimos está plagado de contradicciones que se dan como efecto del tiempo, del espacio, y de nuestras percepciones, mandatos, y esquemas «Sobresalir es incomodar», solía replicar José Ingenieros. Tal vez lo que ocurra sea eso, el hecho de pertenecer a la clase de los que han sobresalido y, porque no se lo ha podido advertir ni se lo quiere advertir, ella misma sea la razón y la causa por la que padecemos y somos depositarios de algunos malestares que nos son inoponibles. El destino cristiano señala que históricamente pudo haber sido así. Dar el alma supone cansancio, y a veces desencanto, cuando no genera vacío, tedio, y hasta destrucción y muerte. Pero es una hermosa gesta que vale la pena emprender y sostener. No 191


Omar Demichelis y Enrique García abogamos por la filantropía sin sentido, sino por el despliegue de una conducta aquilatada que rebote en nuestro ser con el fulgor de una devolución merecida y placentera, pero nos preguntamos, nosotros que siempre andamos preguntando: «¿hay otra manera de vivir?» ¡No!, porque nosotros, como tanta otra gente que no da, no damos, sino que dejamos que nos quiten, que nos roben, que nos saquen, porque el que tiene no solamente no da, sino porque no deja que le saquen, hasta que algún día, inesperadamente, imperceptiblemente, él mismo, se quite a sí propio, simbólica, o realmente, como el «fulano» de la «francesita», su bien más preciado: el de la vida misma y sus cualidades. En el más alto tribunal de la vida, que es el de nuestra íntima consciencia, seguramente no habita el cansancio, sino la frustración, la recepción insuficiente que nuestro espíritu registra como una comunicación que no llega, que no alcanza, que no deja un saldo favorable, que no termina de llenarnos, de plenificarnos. Sigamos así, seguramente no vamos tan mal, no demos, dejemos que nos roben, que nos saqueen, que nos quiten, que es el arte de seguir transitando aquello que marca la vida: la carencia que hace que nos esforcemos por completarnos siendo lo que no somos, dando lo que no tenemos, porque ser lo que no se es, y dar lo que no se tiene, supone esperanza y plenitud. El día que eso ya no suceda, en la hora final, cuando uno ya no pueda hablar de pasado, tampoco podrá hablar de futuro, ni de nada, porque ya sin estar, sin tener, sin ser,

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Omar Demichelis y Enrique García y sin hablar, será y tendrá todo siempre: existencia fría, marmórea, petrificada, y definitiva. Lo que vale es el tránsito y no la estación, como lo quería el «fulano» de la «francesita» que lo hizo suspirar.

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Omar Demichelis y Enrique García

§ Capítulo 13 Después de un Largo Viaje

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Omar Demichelis y Enrique García

En el año 1801, Ensenada ya contaba con un puerto natural. Un tiempo después, el 30 de marzo de 1890, con la inauguración del nuevo puerto, llegaban provenientes tanto del extranjero como del interior del país, embarcaciones mediante, cuantiosos tripulantes que frecuentaban los prostíbulos ensenadenses, por lo general situados a una distancia aproximada de cinco cuadras del puerto. Desde 1867, la famosa galera conocida como «La Ensenadera», realizaba frecuentes viajes de Buenos Aires a Ensenada, al mando de don Francisco Laborde, vecino de la ciudad, a su vez propietario del hotel Las Naciones, de La Merced 369, donde actualmente funciona la Casa Radical. A partir del año l877, y hasta aproximadamente 1936, fecha en la que se prohibieron los prostíbulos, fueron muchos los «clientes» que utilizaron este servicio. Algunos parroquianos radicados en las cercanías de Ensenada hacia 1880, concurrían haciendo uso de un medio de transporte de «tracción a sangre», es decir en carruajes tirados por caballos, o en victorias que hacia 1923 se empezaron a conocer como «mateos», uno de ellos conducido por un vecino de El dique 1, llamado don Juan Celia. A partir de diciembre de 1872, llega el ferrocarril de Buenos Aires a Ensenada, que transportaba la friolera de 500.000 pasajeros por año, en servicios que constaban de cinco trenes diarios que corrían de ida y vuelta, a razón de un promedio de 150 pasajeros por cada tren. Este servicio partía desde el contra frente de La Casa Rosada, donde 195


Omar Demichelis y Enrique García asentaba la Estación Central, y seguía por un largo viaducto de fierro que bordeaba la barranca del río, pasaba por La Boca y por Barracas, cruzaba El Riachuelo a la altura de la calle San Antonio, y más adelante doblaba para tomar por una vía de tráfico profuso que todavía hoy se usa: la vía de Quilmes y Berazategui. Al llegar a Pereyra, el tren iba en busca de Punta Lara, y luego continuaba derecho a metros de la orilla, hasta las cercanías del viejo Fuerte de Barragán, donde se encontraba la primera estación ferroviaria de Ensenada. Con posterioridad, el ferrocarril articuló con el del Oeste y con el del Sud, y así el tren llegó, en 1887, a la segunda estación de Ensenada, que estaba ubicada en la confluencia de las calles Rocha y América, quedando solamente a dos cuadras de los prostíbulos. El transporte ferrovial, proporcionaba un caudal clientelar adicional muy importante, que demandaba los servicios de los prostíbulos de Ensenada. A partir de 1900, cuando el viejo siglo agonizaba, el servicio de boteros del Dock Central, junto con el servicio de boteros del Canal Oeste, cruzaban desde Berisso. Entre los boteros del momento y del lugar, merece una cita especial don Pedro Torquati, también vecino de Ensenada. Desde el barrio de Tolosa, puntualmente desde el Dique 1 y, también desde La Plata, llegó, entre 1900 y 1910, el servicio de tranvías a caballo, que, posteriormente, entre 1910 y 1936 fue modernizado con el lanzamiento del servicio convencional de tranvías eléctricos,

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Omar Demichelis y Enrique García específicamente, con los servicios de la línea 3, que llegaba por el Camino Blanco; de la línea 4, que iba hacia el centro de Ensenada a través de la costa del Canal Oeste; y de la línea 11, que llegaba hasta a antigua quema. Hasta allí llegaba la «clientela», donde cinco cuadras antes, en la calle 125, entre Camino Blanco, actualmente Camino Rivadavia, y 34, estaban ubicados los prostíbulos de Villa Catela. Durante los tres últimos años de funcionamiento de los prostíbulos, es decir entre 1934 y 1936, comenzaron a funcionar los servicios de colectivos. Estas líneas cubrían el traslado a Ensenada, desde La Plata, corriendo alternativamente, en distintas épocas, las líneas 1, 3, 4, 13, 14, y 16 y, de Berisso a Ensenada, corriendo la línea 15, y la línea 2. Tal como puede apreciarse, la radicación de los prostíbulos de Ensenada, funcionaba como un eficiente estímulo para el desarrollo del transporte en sus diversas modalidades y manifestaciones, al par que abrió una red neurálgica para la comunicación social, puntualmente sostenida bajo el paraguas protector de una, tal vez, «non sancta» actividad prostibularia, de la que de consuno, también ella se nutrió con el caudaloso aporte de clientes y viandantes venidos de las aledañas cercanías. Así, puede decirse, sin temor a equivocarse, que también aquí sobrevuela el verso de Machado que proclama: «Caminante, no hay camino, se hace camino al andar // al andar se hace camino, y al volver la vista atrás, se ve

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Omar Demichelis y Enrique GarcĂ­a la senda que nunca se ha de volver a pisar // caminante, no hay camino, sino estelas, en la marÂť

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Omar Demichelis y Enrique García

§ Capítulo 14 Tabú y Clandestinidad

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Omar Demichelis y Enrique García

En nuestro país, se difundió con una inusitada rapidez entre los años 1906 y 1930, regenteada por la célebre organización Zwi Migdal, una organización judía amparada tras la fachada de una sociedad de socorros mutuos y beneficencia que llegó a controlar el lucrativo comercio sexual del argentino y del inmigrante. Con numerosos burdeles desparramados por todo el país, pero principalmente situados en Buenos Aires, en Rosario, y en Ensenada, organizaron un sistema de embarque de mujeres procedentes de Polonia y de otros países europeos. Se trataba de mujeres engañadas que, una vez llegadas al país, vivieron en soledad, desconociendo el idioma, carentes de los recursos económicos suficientes como para llevar adelante una vida digna, decorosa, y promisoria, estas mujeres eran subastadas al mejor postor, por lo general el dueño de una cadena de oscuros burdeles. Buenos Aires, Rosario, y Ensenada, se vieron invadidas por cortesanas procedentes de casi todos los países del mundo. Mujeres que, por lo general, no «trabajaban la calle», sino que se concentraban en puntos fijos llamados «prostíbulos», «burdeles», «lupanares», «casas de tolerancia», «casas de citas», «cafés de camareras», «casas públicas», «casas de

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Omar Demichelis y Enrique García prostitución, «quilombos», «piringundines», «mancebías», «quecos», o «lenocinios». Su actividad de preferencia se concentraba en los cafés de camareras y en los prostíbulos. Se puede decir, sin temor a equivocarse, que todas las mujeres que se encontraban sometidas al rigor de las señaladas condiciones de carencia apuntadas: carencia cultural; carencia social; carencia material; carencia afectiva; carencia de posibilidades; sin compañía, ellas; vagabundas sin rumbo ni destino, ellas; frecuentado tugurios y suburbios de dudosa reputación, ellas; después de cierta hora, de ordinario después de las nueve de la noche, recibían el infamante nombre de «prostitutas», mejor dicho, y para decirlo sin eufemismo alguno, recibían el desdoroso nombre que reciben las «putas», uno de los términos más expresivos del pensamiento misógino que refiere a las meretrices. Más aún, el término «puta», se aplicó a las personas que comerciaban con su cuerpo como si desplegaran un arte oculto en lo profundo del alma humana, sin libertad, y con una inconcebible promiscua intensidad. Hacia 1913, Ensenada era zona liberada para el ejercicio de la prostitución. Considerando el área delimitada por las cercanías de la calle Industria, como el área delimitada por las proximidades de la calle América, y el área delimitada por los aledaños de la calle Europa, todas escasamente iluminadas por cierto, constituían el epicentro de la trata. Allí, en lo que podríamos denominar «el casco urbano de la ciudad», es decir en el centro de

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Omar Demichelis y Enrique García mismo la ciudad, funcionaban veintitrés prostíbulos. Seis de ellos estaban radicados en el Barrio de la Villa Catela, y dos en el barrio de Tolosa. Cada diez metros se «tropezaba» con uno. En cada puerta, un farol rojo «denunciaba» su existencia. Se trata de un reducto, de un núcleo, del centro mismo de un pequeño submundo hacia los cuales peregrinaban los visitantes procedentes de Buenos Aires, sin considerar el prestigio que ellos habían adquirido hasta, incluso en el extranjero, y eso por hallarse a un paso del puerto. Ensenada ofrecía dos panoramas diametrales: uno, el que le conferían los prostíbulos donde anclaba la muchachada gastada, ajada, envejecida, y pintarrajeada, cual si fuesen veteranas goletas bien hembreadas; el otro panorama era el que le conferían sus cuatro o cinco salones modernos a los que solían ser lanzadas las jovenzuelas inexpertas, muchas de ellas prostitutas europeas recién iniciadas, mujeres venidas de Francia, de Alemania, de Polonia, de Austria, de Turquía, y hasta de Hungría, enredadas en la madeja que les había tejido un tratante de blancas, el rufián Polaco Zwi Migdal, quien operaba desde su pomposa base, en una lujosa mansión de la Avenida Córdoba al 3.280, entre Gallo y Bustamante, de la Capital Federal. Allí en ese lugar funcionaba la Sociedad de Socorros Mutuos Varsovia, fundada el primero de mayo de 1906, cuya personería le había sido concedida en Avellaneda. Estaba compuesta por quinientos socios, y controlaba dos mil prostíbulos distribuidos a los largo y a lo ancho de todo el país. Se estima que en ellos trabajaban unas quince mil mujeres, la mayoría de ellas traídas engañadas por un 202


Omar Demichelis y Enrique García agente que les prometía casamiento y fortuna en la nueva promisoria tierra argentina. Se trataba de una maniobra pergeñada con el concurso del «gestor», con el cual refrendaban un contrato avalado por los padres de las incautas jovencitas. Lo cierto es que, ni bien desembarcaban, debían enfrentarse con una cruda realidad, con la «letra chica» del contrato: la prostitución, o el remate. Raquel Liberman, una «polaquita» nacida hacia 1900 en Kiev, Rusia, desembarcó con sus dos hijos en Argentina en 1923. Engañada por la mafia, fue recluida en un burdel de la calle Valentín Gómez 2888, ejerce la prostitución forzada, pero por su reiterado mal comportamiento es amenazada con el traslado a Ensenada, donde ganaría mucho menos. Finalmente, hacia 1929, habiendo ahorrado suficiente dinero, compra su libertad y puede escapar de allí proporcionando a la Policía de Seguridad, en la Comisaría Séptima, de la por entonces Capital Federal, los datos que permitirían provocar el desbaratamiento de la célula mafiosa de la trata. Raquel fallece, cuando contaba solamente treinta y cinco años, un siete de abril de 1935. El sueño siempre acariciado de regresar a su terruño, queda para siempre sepultado, aunque su historia fuera llevada al cine bajo el título de «La Polaquita», por el director Daniel Burman.

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Omar Demichelis y Enrique García Al llegar al país, las prostitutas eran prácticamente reducidas a la esclavitud, a la servidumbre, a la trata 56, se les entregaba ropa, el cuarto amueblado todo como anticipo a cuenta La Madama 57 es una prostituta que, devenida empresaria, regentea el prostíbulo, fija la ganancia de la prostituta de tal manera que no pueda afrontar sus deudas, de manera de provocar que quede endeudada, de manera que no pueda salir del círculo vicioso y corrupto del cual unas pocas pueden salir, al par que, a las recién iniciadas las ilustra en materia de educación sanitaria y sexual. En este sentido la madama ilustra a las «novicias» en todo lo concerniente a la prevención de enfermedades, a simular orgasmos, a evitar embarazos, y a despachar a lerdos y a viciosos. Siempre rondando las inmediaciones, «la alcahueta», mujer por lo general ya entrada en años, cuya 56 Se entiende por trata de personas el ofrecimiento, la captación, el traslado,

la recepción o acogida de personas con fines de explotación, ya sea dentro del territorio nacional argentino, como desde o hacia otros países. A los fines del Artículo 2ºde la Ley 26363/2012, se entiende por explotación la configuración de cualquiera de los siguientes supuestos, sin perjuicio de que constituyan delitos autónomos respecto del delito de trata de personas: a) Cuando se redujere o mantuviere a una persona en condición de esclavitud o servidumbre, bajo cualquier modalidad; b) Cuando se obligare a una persona a realizar trabajos o servicios forzados; c) Cuando se promoviere, facilitare o comercializare la prostitución ajena o cualquier otra forma de oferta de servicios sexuales ajenos; d) Cuando se promoviere, facilitare o comercializare la pornografía infantil o la realización de cualquier tipo de representación o espectáculo con dicho contenido; e) Cuando se forzare a una persona al matrimonio o a cualquier tipo de unión de hecho; f) Cuando se promoviere, facilitare o comercializare la extracción forzosa o ilegítima de órganos, fluidos o tejidos humanos. El consentimiento dado por la víctima de la trata y explotación de personas no constituirá en ningún caso causal de eximición de responsabilidad penal, civil o administrativa de los autores, partícipes, cooperadores o instigadores. 57 Entre las madamas, o regentas, más reconocidas de Ensenada, podemos citar a la «Condesa» Willie Piazza, a la «Gitana» Schaeffer, a «Lulú» White, a la «Vasca» Rangolla, a Laurentina Montserrat, a «Madame» Natalia, a «Madame» Carmen, y a la «China» Rosa, entre otras.

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Omar Demichelis y Enrique García función consiste en propiciar encuentros entre muchacha y clientela. Siempre lleva consigo una carpeta que se esmera en mostrar a los ocasionales visitantes con el fin de arrimarles algún antecedente precursor que les permita encontrar a la candidata elegida «a gusto y piacere» Siempre tiene algo que decir acerca de las «habilidades» de las muchachas. Probablemente, y tal vez sin saberlo, «la alcahueta» haya sido la musa inspiradora del nombre «casa de citas» con el cual se conoce a los burdeles de la región. En este juego de máscaras venecianas, el «cafishio» también cumple su papel. Hombre que vive del trabajo de la prostituta, recibe sus regalos a cambio de protegerla contra los raptos de violencia que se suscitaban en su contra. Cuidar el rostro de la que «le daba de comer», es su «noble» tarea. Paga fianzas, compra remedios y, con buena parte de ganancia de la muchacha con la que se quedaba se permite el lujo de andar «finamente emperifollado», y enjoyado por demás. Los primeros prostíbulos de Ensenada tenían un patio amplio, libre de techo en verano, cubierto en invierno y cerrado en mitad de estación por un toldo de goma. Hay una profusión de lamparitas, engarzadas en ridículas guirnaldas luminosas. En el fondo, un piano eléctrico dice las agudas voces que se suponen pergeñadas

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Omar Demichelis y Enrique García para que pudieran pasar por las perforaciones de los rollos del toldo. Allí, entre el humo de cigarrillo, el vaho de las respiraciones, el tufo de los calentadores a petróleo mezclado con los perfumes de polvo de arroz, aparecen mujeres tímidas, que son echadas hacia el público como latigazos. Hay, por lo menos, tres formas de mentiras benévolas. Una es la mentira basada en el arte. El arte es un estado de lo irreal. La otra gran mentira es el amor. Es la más irreal y bella de las mentiras que jamás existiera. ¿A dónde está y cabe un sentimiento? ¿Cómo nace? ¿Cómo cabe lo que carece de cuerpo? ¿Cómo se siente su ausencia? ¿Cómo se necesita más que el aire mismo para la vida? La idea de que alguien nos ama es una loca idea. También lo es la loca idea de que amamos. Sin embargo uno puede llegar a creer que sin esa idea loca que uno ha puesto en las notas que ve en el otro son producto de «nuestras imaginerías previas»: sabemos de antemano que amamos lo que creemos haber descubierto amar como novedad. Teníamos dentro de nosotros a ese ser que creímos descubrir como un acontecimiento único y novedoso. Uno tiene la tentación de preguntarse, entonces: «¿Cómo suele vivir el amor de su desamor, una gran ‘puta’?» Sin embargo, empero, la gente no cree en las mentiras. Por lo menos ya no cree en las dos mentiras que hemos citado. La gente quiere aferrarse a las verdades en las que no caben esas mentiras. Se sospecha que la verdad y la

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Omar Demichelis y Enrique García mentira son intercambiables. Uno necesita creer, y se puede creer en la mentira. Camus, el novelista y filósofo, francés, se puso a meditar sobre la absurdidad de la existencia en su célebre libro El mito de Sísifo, que conviene frecuentar. Esta es la tercera de las mentiras anunciadas: el destino después del camino que no es el camino antes del destino. Si uno reflexiona sobre este asunto, encontrará, como encuentra toda persona inteligente y sensible, que la vida es una repetición de rutinas totalmente absurdas para un destino: dándoles un sentido en el camino. ¿Amo para vivir o vivo para amar? ¡Qué misterio el mundo y la vida! Yo acá, vos allá, los dos pergeñando una monumental mentira. Una asombrosa mentira. Cuando algo forma parte de una asombrosa y gigantesca mentira: ¿no parece que se asemejara en mucho a una gran verdad?: «¿Cómo puede vivir el amor de su desamor, una gran ‘puta’?»

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§ Capítulo 15 Tango y Sexualidad

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Corre

el año 1900. Buenos Aires aparece

irreconocible. Su rostro está desfigurado por la presencia de extraños que bajan de los barcos. Ahora tiene el rostro de los inmigrantes que ganaron sus calles. Buenos Aires tiene el mismo rostro de los que se instalaron en casas abandonadas 58 por sus antiguos moradores, ahora convertidos en fugitivos de la peste de 1871. Las enormes propiedades de las clases dominantes fueron desalojadas para evitar el contagio que se propagaba con la epidemia. Casi todo San Telmo se convierte en un poblado fantasma que parece moverse camino del Norte, buscando fundar y establecerse en nuevos barrios. Los asentamientos que hasta entonces habían servido para albergar familias de bien, de repente cambia su rostro, se transforma en una ciudad con fisonomía propia: nace «el conventillo» como una forma de convivencia compartida antes no conocida. El conventillo está dotado de decenas de habitaciones, hecho de entremezcladas variantes idiomáticas, adornado por las extrañas costumbres de unos habitantes provenientes de lejanas tierras, desde donde han migrado, para establecerse alrededor de un patio central que oficia como ágora fundante de una nueva identidad que vino a reemplazar a una ya antigua forma de convivencia comunitaria.

58 Varela,

Gustavo, Tango y sexualidad, Buenos Aires, Argentina, 20o4, en María Buenos Aires, Tango Allegory Art: http://mariabuenosairesargentina.blogspot.com.ar/2014/08/tango-ysexualidad.html

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Omar Demichelis y Enrique García El inmigrante irrumpe en Buenos Aires con unas características que la pluma de Julián Centeya supo plasmar en «Mi viejo», una composición poética inspirada en la semblanza que traza en memoria de su padre, un laborioso italiano, emigrante europeo de la primera gran posguerra: «Vino en el Conte Rosso, fue un espiro; tres hijos, la mujer, a más un perro; como un tungo tenaz cinchó de tiro; todo se lo aguantó: hasta el destierro» El inmigrante agranda el mundo del suelo argentino, lo mundializa, lo seculariza sin tiempo porque lo espacializa aún más sin anexarle ninguna extensión. Las fronteras ya no son las típicas fronteras a las que se aspiraban en el país colonial. Endebles por entonces y en pleno proceso de definición, las nuevas fronteras son ahora las equivalentes de todo el globo. Ya no hay fronteras, hay arrabales, hay costados, y hay márgenes. La frontera, que es una cuestión central decimonónica, desaparece sin moverse, con la llegada del inmigrante. Buenos Aires se ha visto invadida. Casi siete de cada diez personas son extranjeras. La población se cuadruplica en poco tiempo. Otras nuevas costumbres irrumpen, otros sonidos, otros olores, otras diversidades que desesperan a la aristocracia gubernativa representada por Mitre, por Roca, por Ramos Mejía, o por Cambaceres. Los que mandan se implican en un modelo de nacionalismo positivista, es decir que se comprometen con el destino de su aldea que se había visto invadida, y en la nación que estaba entrando en un un supuesto grave

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Omar Demichelis y Enrique García riesgo. Es necesario revisar la lectura de nuestra historia, elaborar los primeros mapas, extender los límites, matar al indio, y ocupar las tierras bajo el signo del latifundismo naciente. Es hora de escribir novelas para explicar y decir quiénes somos. ¿Quiénes somos, frente a esta nueva realidad inimaginada? Comienza a resquebrajarse la vieja razón positivista que veía a la ciudad como la expresión del ideal de civilización, de salubridad, de orden, y de progreso, y al campo como el espacio de intervención de la barbarie, del libertinaje, de la disputa, y del atraso. Se pretende entonces anular los efectos de la reversión. Comienza a trabajarse sobre la higiene pública en la metrópolis, se draga el puerto, se construyen cloacas, y se fundan nuevos hospitales y dispensarios. Es necesario recomponer el espacio citadino y su discurrir. Hay que resguardar la tradición, frente a la pletórica polisemia cultural que vino a ofrecer el inmigrante. Hay que recluirse, pensar en la tierra, hacer pie en el ideario político de la oligarquía terrateniente y, sobre ella echar las bases de una nueva modelación de la identidad nacional. Si hasta el por entonces cuestionado Restaurador, comienza a aparecer en la letra de algunos discursos liberales que lo consagran como un verdadero paladín de la nacionalidad, ahora devenido en un patriota reivindicado por los mismos detractores que hasta hacía poco tiempo lo habían denostado. El tango, como primera expresión de esta mixtura cultural inmigratoria, edifica una nueva idea de comunidad alrededor de aquellos temas que comprometían la mismísima existencia singular, la 211


Omar Demichelis y Enrique García comunidad de los individuos desplaza a la comunidad de los ciudadanos. A diferencia de otras expresiones folclóricas, en las que las letras describen el carácter y el orgullo del sentido de pertenencia a su lugar propio, el tango no se inscribe en una identidad geográfica, sino que esboza una identidad afectiva pretenciosa en los lindes de las relaciones vinculares. Se baila el deseo sexual, se versifica la pobreza, se canta el amor, se celebra la amistad, se venera la madre, y se sacraliza la traición. La cartografía sobre la que se funda aquél nuevo entramado no expresa la abstracción de la belleza de un paisaje, ni la pertenencia a la tierra, sino que identifica el lugar del encuentro social, primero se sitúa en la dicha prostibularia, más tarde en el café, en la sobremesa que reúne, en el barrio, en la esquina, o en el espacio público compartido, alrededor del cual se ha diseñado una nueva comunidad, más afectiva y moral. El tango no es reactivo; no aparece como una expresión de la marginalidad que se enfrenta a las elites discriminantes; el carácter erótico de su danza no representa la respuesta que la moral sexual imperante reclama, ni sus letras vinieron para dar cuenta del rencor del marginado social. El tango es una expresión plástica, un fogonazo estético que aparece junto a otras no menos sobresalientes expresiones del gusto y, en tal sentido se concibe como un modo de fundar nuevos valores, como el sonido inicial de una clase que se está reinventando a sí misma, como una consciencia que abrirá una significativa brecha entre la burguesía

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Omar Demichelis y Enrique García acomodada y la pobreza, entre la civilización y la barbarie, como diría Sarmiento. Suponer, como lo hizo Borges, que el tango es una manera de compensar ciertas falencias, que es un modo de edificarse por encima del mito apócrifo del coraje argentino, importa tanto como reconocer que en sus orígenes hay un dispositivo moral para una sociedad que ya tendría demarcado su destino y que, el extranjero, en su nostalgia, lo extravía. A Borges le gustaban los tangos instrumentales, sin letra, de la «guardia vieja», y las milongas en tanto que milongas de «doble sentido» Consideraba que algunas de las letras de tango acababan por malograr la ejecución de las piezas, en tanto y en cuanto trasuntaban un exacerbado sentimentalismo plañidero. Podemos conjeturar, con cierto grado de verosimilitud, que algunos cantores de la época no contaron con los favores estéticos de nuestro escritor, en la medida en que las interpretaciones se alejaban de su gusto. La masa inmigratoria está pariendo un nuevo modelo social que carece de programación alguna y, por lo tanto, en el respecto de lo impredecible no resulta previsible avizorar el destino del camino que la inmigración está trazando, tal como lo entrevió Eugenio Cambaceres. Los ámbitos por donde discurre el discurso de este

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Omar Demichelis y Enrique García escritor, se corresponden con aquellos lugares de la existencia humana que se nos revelan como una expresión que fundamenta la realidad sin rumbo ni destino fijo. Así se nos muestra la realidad propia de los que arrastran el estigma de un sector social característico en nuestra vida decimonónica: los inmigrantes que se muestran como una muchedumbre atrapada por el engranaje de la maquinaria naturalista, verdadera piedra rodante que los transporta constituyéndolos, a ellos mismos, en fieles eslabones de una cadena enhebrada, según algunos propósitos, en los que inevitablemente inhiere el estado de ánimo que proviene de un ineludible determinismo personal originario, porque en la sangre llevan ellos, su marca irrevocable. Las tradiciones culturales que los inmigrantes arrastraron desde sus países, se mezclaron así, con otras, nuestras duraderas tradiciones. En el mismo sentido se manifiesta Jorge Luis Borges, cuando se lamenta de que el tango haya perdido su coraje original a manos de un llanto decadente, y hasta inverosímil para un guapo orillero de finales de siglo. Borges distinguía muy bien entre un tango criollo y otro tango maleado por los gringos. Las relaciones que mantienen entre ellos, los inmigrantes, no tienen ningún marco desde donde poder establecerse y, a pesar del esfuerzo de muchos de ellos por aglutinarse alrededor de un origen común, la mezcla resulta inevitable. No hay entre ellos una argamasa que los reúna, ni una historia, ni unas tradiciones, ni una religión

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Omar Demichelis y Enrique García propiciatoria, y mucho menos un lenguaje común hay, que los reúna. El tango es el resultado musical de esta mixtura extraña, un calidoscopio con fragmentos de tano, de gaita, de ruso, de turco, de franchute, o de africano. Pero esto no implica que se trate de un sincretismo de saberes, sino de una fusión de vivencias, de cosas, y de instrumentos. De cada cultura se terminará tomando aquello que se necesita. Todo, por doquier, todo es foráneo: el bandoneón, el baile de agarre, el nombre mismo es una ajenidad. Pero esto no significa entender que el tango surja como una suma de elementos aislados sino que aquí también el todo es más que la suma de las partes. En su origen es la vivencia de unas mixturas fusionadas en las que vive la sociedad de Buenos Aires, la que da cuenta de una naciente nueva forma de representarse el mundo, de una manera de vivir el tiempo y de edificar un espacio común sobre un territorio ajeno. El tango será, entonces, el resultado de una matriz de identidades de origen fragmentario, será el ladrillo primero de un edificio compuesto por sexualidades prostibularias, por alegrías, y por inextricables diversidades propiciatorias, y también, después, será el portador de nostalgias de conventillo y de moral, y de soledad, y de extrañamiento. No es el sonido rioplatense por antonomasia, sino la armonía del puerto, la del prostíbulo cercano a él, la armonía que con su presencia tendrá, para el nativo de Buenos Aires, el mismo sabor contaminante que tiene el extranjero que migró ya inficionado. Para colmo, y a pesar

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Omar Demichelis y Enrique García de una política central que marcó la necesidad de la inmigración como modelo para el progreso, el inmigrante que llega no es el que la sociedad política de entonces espera. Los que bajan de los barcos arrastran, en su gran mayoría, la condición de bárbaros de su propia cultura, arrastran la capacidad de seres dispuestos para dormir en habitaciones de conventillo, apilados los unos encima de los otros, arrastran el carácter de los seres que traen, en algunos casos, ideas que chocan con la moralidad local. Entre ellos, los inmigrantes, desembarcan putas y anarquistas, napolitanos y analfabetos. Junto con teutones wagnerianos, baja la hija de algún cocinero de la corte de un rey, y también baja el polaco socialista que terminó siendo rufián en un prostíbulo de Avellaneda. La cara del extranjero reflejada sobre el espejo rioplatense es la fuente de la que brota el tango en su origen; ni el extranjero por un lado, ni el río por el otro, sino ambos conjuntados. Es por este motivo que el tango trasunta los problemas de su propia identidad inicial. Es por ese motivo que, es en el más mínimo cambio, donde se funda un presagio recurrente, es decir que en el horizonte asoman augurios de una penúltima muerte que no se presenta sino como la inminencia de una víspera que nunca termina de inscribirse como muerte que no llega, que no alcanza, que se echó a morir la muerte. En este respecto «los famosos cultivadores del tango y el tango mismo han desaparecido de la escena. Si ya no asistimos

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Omar Demichelis y Enrique García a su ignorada muerte, oímos el fúnebre tañido de la campana que anuncia su agonía» 59 Es esta una identidad plural que exige del tango un continuo reafirmar su carácter y su naturaleza, identidad que cada tanto lo expone a una recurrente necrología terminal. El terreno en el que creció el tango es múltiple, porque su florecimiento ha sido mixto. Está hecho de bandoneón alemán, de melancólica habanera, de armonía napolitana, de baile negro con cortes y quebradas, de olor a vasco, a genovés, o africano, todo junto, y a la vez todo. Es posible entender que su trayectoria prohibida, que sus primeros años en el secretismo prostibulario, justifican la aversión que, al momento de su difusión, produce el tango en las clases dominantes. Porque si bien es cierto que su danza sexual implicaba un desafío para los patrones morales de la época, el rechazo que produce está en directa relación con el rechazo dirigido al inmigrante, con la crítica hacia sus modos de vida, y con la náusea que causa en los sectores más acomodados. La generación del ́’80 escribiría novelas, promovería leyes, impulsaría disposiciones, y dictaría edictos y reglamentos, pero también vincularía al inmigrante con la peste. Y entonces, el tango recibiría los mismos adjetivos despectivos que recibió el extranjero. Su música es la expresión de una moral repugnante que da cuenta de la repugnancia que producen los inmigrantes en

59 Véase Varela, Gustavo, Tango y sexualidad, op. cit.

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Omar Demichelis y Enrique García las elites. El extranjero, al igual que el tango, es la amenaza de una infección que es necesario extirpar 60. Para la mirada de la sociedad culta, todo esto constituía un verdadero escándalo. La ciudad que Sarmiento imaginara desde su San Juan natal, la ciudad con sus habitantes leyendo por las calles el contrato social de Rousseau, la ciudad sobre la que debía construirse la civilización, ahora estaba cercada por prostíbulos, infestada de casas de tolerancia, de invertidos, de mantenidas, de yiros, de madamas y de proxenetas, es decir que, en Buenos Aires, se había instalado toda una industria en poco menos de dos décadas. Sarmiento muere en 1888. Ese mismo año funcionan en Buenos Aires unas 239 escuelas, había 16 templos católicos importantes y otros tantos templos menores. Curioso es que también funcionaran nada menos que 6.000 prostíbulos ¿Nos gana la barbarie si en lugar de maestras norteamericanas, llegaron muchachas húngaras, polacas y paraguayas? Encima, todas las noches un ejército de 600 hombres se movía por las calles de Buenos Aires en busca de diversión en las casas de baile, y de refugio en los prostíbulos. ¿Qué es el tango en esta geografía? El tango está dispuesto como atractivo, consiste en una propuesta de 60 Véase Varela, Gustavo, Tango y sexualidad, op. cit.

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Omar Demichelis y Enrique García entretenimiento para que los hombres elijan una oferta ampliada de placer. El tango sirve para convocar a los prostíbulos, pero con él no se hace otra cosa que producir la unión de los cuerpos enredados en un ritual danzante. Es el ritmo que necesita el encuentro del hombre con la mujer. Es una provocación anterior, para excitar. Después se convertirá en una danza, pero en un principio es la música de fondo que sirve para que los instintos se despierten con fuerza incontenible. El tango remeda un ritual amoroso, un modo virtual de apareamiento figurativo. El baile representa lo que después podría suceder en otro ámbito. El hombre avanza, la mujer sumisa espera, mientras tanto él gobierna con el pecho y los hombros la dirección y el paso; las piernas hacen diagramar un continuo, se abren y se cierran, el hombre avanza, su pie se entromete para abrirse camino, ella se esconde en la figuración del ocho, dice que no, que todavía no es tiempo. El insiste, la lleva, la trae, de aquí para allá, hace un corte y se le acerca más, la pega a su cuerpo. Insiste pero los pies de ella urden en retroceso. La mujer es pasiva, el hombre manda. La ceremonia repite. Son tres minutos, apenas tres minutos, en los que expira un tango. Él debe seducirla, ella urde su escape. Un culto de ligazón, obra en la gesta, también una inminencia, caerá lentamente. Hombres bien vestidos, un poco malvados, mujeres elusivas y elegantes a la vez, parejas bailando íntimamente entrelazadas, estos parecen ser las primeras imágenes que uno tiene pensando la filigrana del tango. Es un baile

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Omar Demichelis y Enrique García popular y conocido en todo el mundo. Existen varios grupos de música tanguera, desde lugares donde la gente va a bailar hasta musicales y espectáculos de tango. Al principio, sin embargo, el tango no era nada popular, antes bien, era una música alegre y fiestera manufacturada con letras improvisadas y ambiguas. No fue sino hasta los años 1910 cuando el tango se hizo famoso iniciado por la popularidad que gozaba en Europa, sobre todo en París. Gracias a las orquestas típicas, al éxito de Carlos Gardel y a la difusión vía la radio y los fonógrafos, el tango se expandió hasta alcanzar a conmover a la clase alta. Hoy en día el tango está vinculado con Argentina, con la ciudad de Buenos Aires. Los porteños, la gente de Buenos Aires, se identifica con el tango y para ellos es un medio de expresión y de comunicación. Pero, ¿siempre fue así? ¿Cuáles son sus raíces y los temas cantados en las canciones? En cuanto a la danza nota Mónica Ogando que «Abordar la danza del tango desde su evolución socio coreográfica [...] nos ayudará a entender las contradicciones de nuestra idiosincrasia» 61 ¿Pero qué es lo que hace los argentinos tan particulares, tan individuales?

Ogando, Mónica Andrea, Del burdel al salón. Una mirada sobra la evolución sociográfica del tango para entender por qué es baile nuestro, en: Doce ventanas al Tango, Buenos Aires, 2001. 61

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Omar Demichelis y Enrique García El tango es transversal, reúne en su impertinencia de encuentro sexual a las clases y a los sexos. La algarabía prostibularia de su etapa prohibida no reconoce taxonomía moral y la construcción homofóbica que después tendrá entre sus acólitos y en algunas de sus letras no está presente en sus orígenes. Por ello, travestis y homosexuales andan cerca del agua donde creció su larva, en la invasión de las calles en el carnaval, bullicio de máscaras y música, o en el prostíbulo, donde la palabra lunfardo apoda al delincuente, al rufián y al invertido, a todos a la vez. Los límites se disuelven en una Buenos Aires que respira placer e instinto. Buenos Aires construye su identidad de mixtura caminando tango en un prostíbulo. Los cuerpos, en el baile, son la única naturaleza presente, ni la cultura ni el origen ni la condición social, tallan. Sobre el cuerpo de la meretriz escribe su historia el inmigrante, tal vez el general, el escritor, y acaso el jornalero. El prostíbulo es la cara íntima de la sociedad de entonces, el ágora donde se negocia placer a la vez que se acepta una nueva sociedad cosmopolita. El tango no podía tener otra sala de parto. La mayoría de los inmigrantes eran varones. Venían sin sus familias. Pero ello no alcanza como para ensayar una explicación al por qué Buenos Aires emerge como una importante capital prostibularia. Esto puede entenderse solamente si se considerara que los sectores mejor acomodados económicamente, sectores por otra parte generalmente estrechamente vinculados al poder,

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Omar Demichelis y Enrique García colaboraron con la complicidad del silencio. Pero no nos estamos refiriendo únicamente a una complicidad económica, o quizás ideológica, sino que nos estamos refiriendo a que aquellos sectores de la oligarquía que escribían leyes, novelas y ensayos para controlar la barbarie inmigratoria, aceptaron, compartieron y hasta de algún modo promocionaron la prostitución. No se instalan 6.000 prostíbulos de la noche a la mañana. No es suficiente con pensar en la excentricidad de algunos que concurrían a los remates de prostitutas en el teatro Alcázar, prostitutas a las que mostraban desnudas, caminando encima de un tablado, prostitutas a las que revisaban sus dientes como si fuesen animales de monta. La presencia callejera de cocottes, de cabareteras, y de mantenidas, representa el monumental estallido de una orden ético diferente al que se proclamaba desde los libros. Los inmigrantes, con sus putas a cuestas, denuncian la doble moral reinante sobre la que se asienta la oligarquía dominante, y su bagaje de prohibiciones y perversiones.

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§ Capítulo 16 Los Pioneros

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El

canto, el baile, la poesía y la música, son

dimensiones que el tango expresa. Como hemos dicho, su raigambre prostibularia oficia como un dispositivo catalizador de los traspiés y de las caídas amorosas; específicamente como una escolástica suburbana contra los avatares de la sexualidad no correspondida. Ernesto Sábato lo dice al comienzo de Tango, discusión y clave: «Un napolitano que baila la tarantela lo hace para divertirse; el porteño que se baila un tango lo hace para meditar en su suerte (que generalmente es grela 62) o para redondear malos pensamientos sobre la estructura general de la existencia humana» A partir de 1905, esto es a pocos años de la difusión de los llamados «Repertorios Criollos», la industria discográfica incluía tangos. Los temas instrumentales eran ejecutados por bandas «ad hoc» entre las que merecen citarse la Real Militar, la de Sousa (española), o la de la Guardia Republicana (parisina) En esta época, los tangos se ejecutaban con la participación de solistas, ejecutantes del piano, como Manuel Campoamor, o como Rondallas. A estas formaciones les faltaba el grave rezongo del bandoneón, cuyo protagonismo se registra En el Diccionario de la Academia Argentina de Lunfardo, el término «grela» designa a la mujer perteneciente a un rufián, o bien, simple y genéricamente, a la mujer, a la amante, o a la querida. 62

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Omar Demichelis y Enrique García con posterioridad, de la mano del bandoneonista Vicente Greco, precursor de la Orquesta típica criolla, designación que permitía diferenciarla de las referidas agrupaciones, por entonces en boga. Se sabe que este acontecimiento sobrevino hacia 1911, tal como se encuentra documentado en la página 417 del libro Mis bodas de oro con el tango, de Francisco Canaro, de cuya lectura podemos extraer la glosa que afirma que «con los hermanos Greco hicimos las primeras grabaciones de discos para el sello Columbia allá por 1911/1912» En la página 76, Canaro está dando cuenta del apelativo que se le dio a su orquesta. Sin embargo, en el semanario Caras y Caretas del 23 de julio de 1910, puede hallarse un aviso publicado por la Casas Tagini, la concesionaria de la Columbia, sobre la aparición de discos correspondientes a la serie Episodios Nacionales protagonizados por Eugenio Gerardo López. Al poco tiempo, el treinta de ese mismo mes, se proclama la puesta en venta de «un selecto repertorio de todos los tangos nuevos, ejecutados por una Orquesta típica criolla», aunque sin especificar ni el repertorio ni el nombre de tal orquesta. La sola mención de este calificativo, debe llevarnos a conjeturar que se trataba del conjunto de Vicente Greco. Pero si bien, no es imposible que ello pueda ser puesto en duda, los dichos de Canaro son dignos de fe, tanto como

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Omar Demichelis y Enrique García también lo es la sucesión de numerosas publicaciones de otros autores que sostienen que 1911 es el año que marca la fecha de tales grabaciones. En efecto, las tomas de Greco abarcaron desde la matriz número 55.400 con el tango Rosendo, de Genaro Vázquez, hasta la número 55.420 con Polilla, el tango de Rosendo Mendizábal, mientras que en el mencionado aviso del día 23 se incluyeron los recitados de López denominados Jura de la bandera, Batalla de Chacabuco, y Batalla de Maipú, grabaciones registradas en las matrices 55.489, 55.495, y 55.488, respectivamente. Como se ve, estos discos patrióticos, ya mencionados en el anuncio, tenían una numeración posterior a la serie de Greco, concluyéndose entonces que la orquesta efectivamente grabó antes de la fecha del referido aviso. Teniendo en cuenta el lapso que media entre el envío de las matrices a Estados Unidos, donde la discográfica tenía su sede, el proceso de fabricación de los discos, y su ulterior retorno, permite presumir que tales grabaciones fueron hechas a principios de 1910, y no en 1911 como habitualmente se afirma. Por otra parte, suele darse como formación más probable de esa orquesta, la integrada por Lorenzo Labissier, como segundo bandoneón; por Francisco Canaro y Juan Abatte como violinistas; por Vicente Pecci, como flautista, y por Domingo Greco, como guitarrista. Cabe destacar, sin embargo, que el propio Canaro incluye, en la página 236 de sus memorias, una fotografía de esta agrupación, puntualizando haber actuado en 1914

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Omar Demichelis y Enrique García junto a Greco, durante los Carnavales celebrados en el Teatro Nacional Norte. Como vemos, este evento ocurrió cuatro años después de las grabaciones en cuestión. En la época las integraciones eran efímeras, puesto que se formaban para cumplir compromisos puntuales de actuación, o bien para efectuar ocasionales grabaciones, para después disolverse, no pudiendo suponerse con algún grado de verosimilitud, que las mencionadas grabaciones hayan sido la de los discos aludidos. Por otra parte, una atenta audición permitiría distinguir que ellas habrían sido efectuadas con un cuarteto de bandoneón, violín, flauta y guitarra. En cuanto a las identidades consignadas, quedaría por clarificar la del flautista, puesto que Canaro se declara partícipe, junto con los hermanos Greco. Así es como queda definitiva y documentalmente esclarecido, cuándo fue que se fijó tan importante hito en la discografía de la historia del tango.

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Omar Demichelis y Enrique García

§ Capítulo 17 Vidas Tangueras

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Omar Demichelis y Enrique García Música para Gardel

El 25 de Diciembre de 1904 vio la luz Juan Cruz Mateo en Ensenada, provincia de Buenos Aires. Hijo mayor de cinco hermanos del matrimonio formado por Rafael Mateo y Vicenta Goldaracena. En nuestro país, su padre, que había nacido en Barcelona, ocupó el puesto de Administrador de los puertos de La Ensenada y Comodoro Rivadavia, además de haberse erigido en el primer presidente del Círculo de Oficiales de Mar de aquella ciudad. De pequeño siente el llamado de la pintura y de la música. Estudia pintura en la Academia de Bellas Artes bajo la dirección de Mariano Montesinos, y música en el Conservatorio Santa Cecilia, donde aprende a ejecutar el violín, el violonchelo, y el piano. Hacia 1919, contando con sólo catorce años, debuta como violonchelista en la Confitería París de la calle 49 esquina 7 de La Plata, lugar en donde se lo ve integrando la orquesta del bandoneonista Ángel Eladio Ramos. La orquesta estaba formada junto por Natalio Porcellana en acordeón a piano; por Fausto Frontera en violín; por Primitivo Carrera en flauta y clarinete; y por Arturo Dallecio, en piano. Durante el año de 1920, Juan Mateo Cruz se convierte en uno de los más conspicuos habitués del Cine Bar Colón, donde actúa con la orquesta estable dirigida 229


Omar Demichelis y Enrique García por Ponciano García. La orquesta estaba integrada por el mismo Ponciano García, por Martín Yuspa, por Luis Famiglietti, y por Juan Piñero en bandoneones; por Pugliese, por Celestino Vidal, y Emilio Lodi en violines; y José Ibáñez, en piano. No fueron pocas las oportunidades en las que Mateo tenía que pedirle permiso al director de la orquesta para reemplazar alternativamente al pianista, al violinista, y también al bandoneonista. Es que, por entonces, nuestro artista contaba con muy pocos años de edad. A partir de 1924 incursiona en Buenos Aires, ejecuta el violín y realiza múltiples intervenciones como pianista. Regresa al Bar Colón, donde participa nuevamente en la orquesta de Ponciano García hasta que finaliza la década, momento en el que pasa a integrar fugazmente, como violinista, la orquesta de Anselmo Aieta y la orquesta de Osvaldo Fresedo. Contemporáneamente realiza presentaciones en el café y bar La marina. Mateo se radica en París hacia 1931 y, al año siguiente, se vincula con Carlos Gardel, acompañándolo en doce grabaciones y en el rodaje de tres de las cuatro películas que “El morocho del Abasto” supo filmar en Francia. Curiosamente, dentro de la extensa discografía gardeliana, las mencionadas doce grabaciones con Mateo, son los únicos registros que realiza Gardel durante todo el año 1932. Entre los temas grabados en Barcelona, entre los

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Omar Demichelis y Enrique García días 22 y 23 de julio, figuran El rosal y la tonada Mentiras, con la participación del guitarrista Rafael Iriarte. Entre los tangos se cuentan Aquellas cartas, Cara rota, Mentira, Noches de Montmartre, Otario que andas penando, y Sueño querido. Gardel fue secundado por Juan Cruz Mateo y un violinista que se conjetura podría haber sido Braulio Solsona, o bien Fernando Ibáñez Camallonga, agregándose Julio Aramendi, en vibráfono en el vals Sueño de juventud. La duda sobre el violinista se debe a que la mayoría de los biógrafos de Gardel, citan a Solsona, que es el apellido que figura en algunas de las etiquetas de los discos, mientras que Orlando del Greco en su libro Gardel y los autores de sus canciones, el poeta Rafael Ibáñez Camallonga, autor de la letra de Por favor dejame, uno de los temas grabados por Gardel con Mateo, menciona a su hermano Fernando Ibáñez Camallonga como el violinista que participó en los registros. No podemos dejar de recordar que los doce temas mencionados, que registrara Carlos Gardel con Juan Cruz Mateo, lo colocan a Mateo como el pianista que más veces grabó con el más grande cantor de tango, superando incluso a Rodolfo Biagi, que cuenta con siete registros, a Alberto Castellano, que cuenta con seis, y a Roberto Firpo, que contabiliza uno. Ahora estamos en septiembre de 1932. Juan Cruz Mateo vuelve a trabajar con Gardel en la filmación de las películas rodadas en Joinville, Francia, luego de que “El Zorzal criollo” participara en Luces de Buenos Aires. En

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Omar Demichelis y Enrique García Espérame, Juan Cruz Mateo lo secunda con su sexteto en el tango Me da pena confesarlo y en la zamba Criollita de mis amores. En el cortometraje La casa es seria, Gardel canta el tango Recuerdo malevo, con el acompañamiento de la orquesta típica de Mateo y en Melodía de Arrabal lo secunda con su orquesta en los tangos Silencio y Melodía de Arrabal. Cuando Gardel canta este tango por primera vez en la película homónima, Mateo también lo acompaña con su sexteto, aunque tocando el violín y, por último también lo acompaña a en la tonada campera Mañanita de sol, que canta a dúo con Imperio Argentina, donde Mateo ejecuta el piano. Integraban la orquesta Juan Cruz Mateo y Ramón Mendizábal en pianos, Julio Falcón, Ángel Maffia, Gerardo Martínez y José Schumacher, en bandoneones; Juan Ghirlanda, Segundo Ardanaz y Esteban Rovati, en violines; Horacio Pettorossi y Esteban Gutiérrez, en guitarras; y Louis Montigny en contrabajo. Hacia 1932, acompañado por el guitarrista Rafael Iriarte, presencia la actuación del cantor Juan Carlos Marambio Catán, con quien, junto al nombrado Iriarte y el cantor Julio Vega, forma el trío que a instancias del propio Mateo se iba a conocer como Trío Buenos Aires, nombre que remite a otro famoso trío de la época, el Trío Argentino, integrado por Agustín Irusta, Roberto Fugazot, y Lucio Demare. 232


Omar Demichelis y Enrique García En los catálogos de La Voz de su Amo, como se la denominaba a la Víctor en España, reproducidos por Ernesto Portalet en su libro El tango en España, se mencionan las grabaciones del trío, como ser la canción Tus trenzas negras, la chacarera La sanjuanina, la zamba Blanco y azul, el pericón de Marambio Catán Pobre gallo, y los temas del propio Vega como el vals Besos de plata y la zamba Las ocasiones. Mateo grabará con cada uno de los cantores, aunque en las etiquetas de los discos figura su actuación como Trío Buenos Aires. Así llevó al disco, con Marambio Catán, los tangos Confesión, Dicen que dicen, Dorita, Hacelo por la vieja, el vals Palomita blanca, y el tango Acquaforte del propio Marambio Catán. Con Julio Vega grabó los tangos Ayer se la llevaron, Cartas de amor, y No seas así, perteneciente al cantor, con letra del poeta Enrique Dizeo. Cierran las grabaciones del Trío Buenos Aires, el tango Guitarra mía con la intervención especial del cantor Francisco Alfredo Marino, el recordado autor de la letra del tango El ciruja. Al mismo tiempo Juan Cruz Mateo graba con su orquesta con los mismos cantores. Con Marambio Catán registra los tangos Clavel del aire, Yo tengo la culpa y nuevamente el vals Palomita blanca. Acompaña a Vega en el tango Media vida, de autoría del cantor y, en dúo con ambos cantores, lleva al disco Tango mío y la ranchera Ave María purísima. Con su piano y guitarras acompañará a la cantante Rosita Barrios, grabando Alma del bandoneón y, en dúo de la misma con el cantor Luis

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Omar Demichelis y Enrique García Mandarino, Mi viejo amor. Como autor Mateo compuso, junto a Marambio Catán, el tango Todavía estás a tiempo, siendo además autor de los tangos Yo tengo la culpa, Cartas de amor, No te deschaves, Una vida con letra del cantor Roberto Maida y la ranchera Ave María purísima con letra de Enrique Dizeo. Recorrió Europa durante siete años, regresando fugazmente a La Plata en 1938, retornando ese mismo año a París. Allí comienza a dejar el tango, para dedicarse intensamente al estilo futurista 63 de la pintura, logrando reconocimiento internacional ese mismo año, al resultar vencedor en el Gran Premio de Francia y Colonias. Ya enfermo, regresó definitivamente a La Plata en 1949, siendo agasajado en el Bar Colón, donde tres décadas antes había actuado como incipiente músico, pero ya para rendírsele homenaje como un pintor reconocido. La Poética de Luis Teisseire

Teisseire

volcó sus inquietudes poéticas en un

opúsculo titulado Mis humildes versos, que consta de

El futurismo es una de las vanguardias pictóricas que se desarrolló en la Italia de los primeros años del siglo veinte, congregada en torno al Manifiesto futurista dado a conocer por el escritor Tommaso Marinetti en 1909. Un año después varios de los pintores que configuran el grupo elaboran el Manifiesto de la pintura futurista. En él se hace una crítica a los conceptos de armonía y buen gusto, se llama inútiles a los críticos de arte y se defiende que «el movimiento y la luz destruyen la materialidad del cuerpo» En general, debemos entender el concepto de futurismo en sentido estricto, como aquel arte que hace una crítica radical al pasado y busca abrir nuevos caminos a la expresión estética. 63

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Omar Demichelis y Enrique García veinte páginas en las cuales recopila parte de su producción. De la obra de nuestro autor señalaremos una composición, de hondo contenido porteño, dedicada a su gran amigo José Fernández Perrusini, tango cuya letra transcribimos fragmentariamente: «Palermo, Cinco Esquinas, La Ensenada, // La Boca, Tierra del Fuego, Mataderos, // La Batería, Barracas, La tablada… // Barrios bravos, de ‘machazos’ entreveros. // Después…Hansen, el kiosquito y el tambito // donde ‘volaban’ los vasos y las sillas // y los ‘guapos’» de ‘lengue’ y chamberguito // «se trenzaban», con los guapos «cajetillas», // Paso el tiempo…y tomando rumbo al «centro», // Con su fe de bautismo arrabalera // Salió el tango, de sus lauros al centro // Tremolando su emoción, como bandera. // ’Compadreando’ en un ‘teclado de bandoneones’//Hizo a un lado recelos y desaires // Los magnates le abrieron sus mansiones… // Y fue el tango el ‘bacán’ de Buenos Aires…» La Musa de Cadícamo «Muchacho eterno», escribió León Benarós, Cadícamo parece ir a contramano de los años. Conserva incólume su cabellera, de un rubio pálido, que se le hace cuadrada en la nuca con cierta abundancia a la moda juvenil. Usa corbatas claras, a veces una de cierto color 235


Omar Demichelis y Enrique García amarillo sutil, y sus sacos deportivos le agregan juventud. Quiere olvidarse del tiempo, porque sabe que el tiempo, al decir del verso de Baudelaire, el «oscuro enemigo que nos roe la sangre», se alimenta de nuestras ilusiones, de nuestra vida 64. Cadícamo nació en Luján, Provincia de Buenos Aires. Su primer libro de versos, Canciones grises, data de 1926. Aunque puesto bajo la advocación del Dante, e impregnado de cierta melancolía verlainiana, no se exime de la nota tanguera: «El Pigall ha quedado desierto y bostezando, // enmudeció la orquesta sus salmos compadrones, // las rameras cansadas se retiran pensando // en sus lechos helados como sus corazones». Otros dos poemarios, de acento muy distinto pero de idéntica preocupación literaria, seguirían a éste: La luna del bajo fondo, de 1940, y Viento que lleva y trae, de 1945. Cadícamo ha publicado, además, una novela titulada «Café de camareras» y un libro de recuerdos titulado «El desconocido Juan Carlos Cobián» Además, ha mentado en un verso de Aquellas farras, a Luis Monteagudo Tejedor, emblema de una estirpe digna de los cuentos orilleros de Borges. El primer tango de Cadícamo fue Pompas de jabón, con música de Roberto Goyeneche. Dice, al respecto, el especialista Jorge Favetto: «Grabado por Gardel en 64

Cadícamo, Enrique, en Tanguera nro. 29, sin fecha. 236


Omar Demichelis y Enrique García España, el 27 de diciembre de 1925, con el solo acompañamiento de José Ricardo y en sistema eléctrico, dado que en ese país se conoció ese sistema meses antes de instalarse en Buenos Aires. Primer tango que Gardel le grabó al poeta Enrique Cadícamo y principio de sus notables creaciones. Además le cupo a Enrique Cadícamo ser el autor del último tango que Gardel grabó en la Argentina, antes de emprender su última gira, el tango Madame Ivonne, grabado el 6 de noviembre de 1933. Luego, el día 7, a bordo del Conte Biancamano, se dirige a Francia y de allí a Nueva York, ciudad a la que llega el 22 de diciembre de 1933» A éste le siguieron innumerables tangos de méritos desiguales, por lo menos 20 de ellos grabados por Gardel, pero sin concesión alguna a lo torpe y chabacano. En la tanguística de Cadícamo se encontrarán obras tan logradas como Che papusa, oí y Anclao en París y otras decididamente endebles como Tu promesa y Al subir, al bajar. Sin embargo, toda la producción se distingue por un notable decoro literario. Compadrón, tiene letra escrita ajustadamente a una música previamente compuesta por el pianista Luis Visca. Fue difundido por Sofía Bozán, que por entonces realizaba una temporada en Rosario. Che papusa, oí data de 1927. Recuerda Víctor Soliño: «El primer disco de Alberto Vila no tenía que fallar. Sin embargo, las posibilidades de un impacto disminuyeron cuando Alberto expresó su deseo de que, como homenaje a los culpables de la aventura, su primer disco tenía que ser

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Omar Demichelis y Enrique García ateniense [se refiere a la Troupe Ateniense de Montevideo] Y eligió Niño bien» «No estábamos convencidos de que ‘Niño bien’ tuviera los valores o el empuje necesarios como para significar un aporte estimable al éxito que se pretendía. Pensamos que era preciso reforzarlo. Matos Rodríguez, otro troupero de los primeros años, estaba radicado definitivamente en Buenos Aires. Era ateniense y era, además, el autor de ‘La cumparsita’. ¡Casi nada¡ A él le solicitamos ayuda. ‘Che papusa, oí’, con letra de Cadícamo fue el salvavidas que cayó providencial en medio del oleaje en que se debatían nuestras inquietudes y nuestros temores» 65 La letra de Anclao en París fue escrita por Cadícamo en Barcelona, en 1931. Se la remitió a Garlos Gardel, que por entonces se hallaba en Niza, en cuyo Casino había debutado el quince de enero de aquel mismo año. Guillermo Barbieri, uno de los guitarristas del cantor, le puso música y Gardel la grabó poco después. Tres esquinas alude al cruce de las calles Montes de Oca y Osvaldo Cruz, en el barrio de Barracas, y al café llamado Tres esquinas, luego Cabo Fels, situado en ese paraje. La letra fue escrita por Cadícamo en 1940, para una música previa de Ángel D’ Agostino, la del tango inédito titulado «Pobre piba» Lo estrenó, aquel año, Ángel Vargas, que cantaba con la orquesta de Ángel D’ Agostino. 65 Mis tangos y los atenienses, Montevideo, 1967, pp. 30 y 31.

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Omar Demichelis y Enrique García Muñeca brava, con reminiscencias de algunos tangos de Celedonio Flores, fue escrito para una música de Luis Visca que había obtenido el sexto premio para tangos sin letra del quinto concurso de Max Glücksmann, en 1928. Cruz de palo, grabada por Gardel el primero de marzo de 1929. De todo te olvidas, que glosa unas famosas cuartetas de Evaristo Carriego, las tituladas «Tu secreto», que integran los Ofertorios galantes de las Misas herejes, obtuvo el primer premio para tangos con letra en el sexto concurso de Max Glücksmann, realizado también en el Palace Theatre, en 1929. Niebla del Riachuelo, cantada por Tita Merello en la película La fuga, de Luis Saslavsky, presentada en el cine Monumental el 28 de julio de 1937. Pa’ que bailen los muchachos y el monumental Los mareados, sobre música del tango Los dopados, de Juan Carlos Cobián y Garúa, estos últimos tres, grabados por Aníbal Troilo con la voz de Francisco Fiorentino. Y así, podríamos seguir comentando títulos exitosos hasta extenuarnos en ese cometido. Sin dudas, Enrique Cadícamo fue uno de los autores más prolíficos de nuestra música popular. 66 El Arte de María Garay Véase Todotango.com. Disponible en Internet: http://www.todotango.com/ 66

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Omar Demichelis y Enrique García

Esta

cordobesa,

cancionista,

hermana

de

Danielito Rey, cantante de Lorenzo Barbero, dueña de una coloratura de voz agradable, con un delicado matiz criollo y arrabalero, con una notable fuerza dramática, interpreta un repertorio que combina tangos clásicos con los de última hora. Fue Ensenada su ciudad por adopción y es ahí donde inicia su carrera artística en el año 1969. En 1970 participa en el cuarto Festival de Canto Argentino, celebrado en la ciudad de Balcarce, Provincia de Buenos Aires, donde se consagra como Revelación del Festival Poco tiempo después gana el Gardel de Oro, en la Sexta Fiesta Nacional de Tango, llevada a cabo en la ciudad de La Falda, Provincia de Córdoba, bajo la atenta mirada de un jurado de notables figuras como Eladia Blázquez, Hugo del Carril, Homero y Virgilio Expósito, y Chabuca Granda. A partir de ese momento comienza su etapa profesional. El Canal 11 de televisión la contrata para sus programas Ronda de Ases y Buenas Noches Buenos Aires Dos figuras señeras del tango fueron sus padrinos artísticos: Alberto Marino y Alba Solís. En 1974, participa en La casa de Carlos Gardel, junto a Floreal Ruiz, Alberto Marino, y Hugo Marcel, entre otros. En el verano de ese año, se la pudo escuchar en los escenarios marplatenses, costumbre que repetirá 240


Omar Demichelis y Enrique García subsiguientemente, compartiendo elenco con grandes figuras como Roberto Goyeneche, Rubén Juárez, y Néstor Fabián, para nombrar solamente algunos entre muchos otros. La noche de Buenos Aires la ubica en los mejores locales, alternando sus funciones entre Caño 14, El Viejo Almacén, y realizando giras por el interior del país, Chile y Uruguay. Pero su consagración definitiva se producirá en diciembre de 1976, cuando debuta en Grandes valores del tango» en el Canal 9 de televisión. Fue asidua invitada de Eduardo Bergara Leuman y su Botica del Ángel. En 1971 inicia sus trabajos discográficos en el sello Fermata. Acompañada por Alberto Di Paulo interpreta los temas Un día, de Anselmo Aieta, con versos de Francisco García Jiménez, y Este corazón sentimental, de Julio De Caro y José María Contursi, que forman parte del larga duración titulado Los de siempre. En 1977 graba, con la orquesta de Osvaldo Requena, su primer disco como solista. Se trata de El tango se llama María Garay que, bajo el auspicio del sello Sur, registró una bella versión de Mi vieja viola. Luego entre el 1979 y el 1981, graba tres discos más para el sello Micronda, con la orquesta de Omar Valente. De entre ellos podemos destacar tres temas: Amor de juguete, La milonga y yo, y No me esperes esta noche. Fue una destacada embajadora de nuestra música popular. De Sudamérica a Tokio, pasó por los Estados Unidos y por Europa, en repetidas ocasiones. En 1985

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Omar Demichelis y Enrique García actúa en París, en el Teatro Empire, con su espectáculo María Garay Show y participa en la película Corazón musical, del francés Federik Rossif. Otro hito que marca su carrera apunta a las reiteradas giras anuales que, entre 1986 y 1987, realiza a Japón. Allí, en el Hotel Intercontinental Keio de Tokio, y por el término de dos meses, repite la versión de la misma puesta del mencionado show parisino. En esta ocasión graba un disco, con la dirección de Enrique Cutini. En 1998 vuelve a grabar Pasional, con la orquesta de Alberto Di Paulo, además de grabar Barro, Uno, y Los mareados, entre otros clásicos. No hace mucho, a mediados de 2002, su canto se hizo notar en varias ciudades de Italia y de España y, en 2004, grabó otro disco titulado Una Mujer de Tango, junto al maestro Ernesto Baffa, en el que se destacan el tema Gracias Buenos Aires, de Ernesto de la Cruz, Alba Savino, y Francisco Arenas, el tango de Cacho Castaña, Garganta con arena, y el tema Para después llorar, de su propia inspiración y composición musical de Pascual Mamone. El arte de Roberto Lino Cayol

Nació en Buenos Aires el 23 de setiembre de 1887 y allí mismo falleció el 29 de junio de 1927 67 En su juventud fundó la revista Cabos Sueltos para después 67 Véase Todotango.com. Disponible en Internet:

http://www.todotango.com/spanish/creadores/semblanza.aspx?id=412&ag =

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Omar Demichelis y Enrique García covertirse en redactor del diario El Tiempo, más tarde de El País y Ultima Hora. También colaboró en Caras y Caretas, El Hogar, y la Novela Semanal. Cuando la escena criolla se deslizaba hacia la época más brillante de su evolución, Roberto Lino Cayol le dedicó sus mejores esfuerzos por casi veinte años. Fue un comediógrafo estudioso y observador, cuya probidad literaria y su honradez de pensamiento estuvieron siempre fuera de discusión. El lenguaje que puso en boca de sus personajes, siempre se distinguió por su elegancia y pulcritud. Debutó en 1909 con la comedia El anzuelo, a la que siguieron La buena mentira, El jardín de la vida, El caburé, La eterna prosa, Calor de siesta, El festín de los lobos, Los ilustres gatos, El alma del tango, Una broma de Arlequín, La ronda del mal, La aventura 103, El camarín de Bermúdez, Donde las dan las toman, Los espantajo, El Debut de la piba, La casa de los Morales, El tren de las 5.20, La cena de los gaviones, Los bailes de la famosa, La rueda de los inútiles, El terror de florida, Pompas de jabón, Todo por un peso, Las jaulas de oro, Los garbanzos, La nube, La muerta de aquella noche, Pepita de oro, La escuela de los audaces, ¿Qué hacés de noche?, El barrio de los faroles, Plus ultra, París llega, La señora Caburesa, El barómetro, La mala estrella, La

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Omar Demichelis y Enrique García perra vida, Don juan malevo, La Ciudad Incrédula, La chica de la guantería, y Sin multa. Escribió la letra de algunos tangos para sus obras. Entre los que más popularidad tuvieron cabe mencionar El caburé y Gil a cuadros, musicalizados por De Bassi; Anoche a las dos, Noches de Colón, y Viejo rincón, musicalizados por De los Hoyos y llevado al disco por Carlos Gardel, quién grabó también una versión suya del famoso Valencia de José Padilla. Viejo Rincón se llamó así desde el momento en el que incorporó la letra al tango instrumental Moulin Rouge, de Raúl de los Hoyos, que evoca un prostíbulo de Ensenada, de ahí la mención de los «turbios caferatas», cuya versión predilecta es la realizada el 27 de febrero de 1964 por Julio Sosa acompañado por la orquesta de Leopoldo Federico. Sin duda que, tanto Gardel como Razzano, cultivaron su trato, dentro de la sobriedad que los caracterizaba desde sus primeras incursiones teatrales. El Arte Efímero de «El cachafaz»

El

tango «es un sentimiento que se

baila», dijo Enrique Santos Discépolo. Benito Bianquet, «El Cachafaz», ganó dinero en cantidad en el despliegue de un arte efímero como la danza, pero en el fondo, a pesar de los salones y del traje de etiqueta que lucía, seguía siendo el mismo cachafaz que intranquilizaba a su madre cuando adolescente, de modo que se mantuvo fiel a una existencia desordenada y azarosa. A su regreso de Europa

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Omar Demichelis y Enrique García sólo quedaba el recuerdo del dinero ganado, como antes ocurría con la fortuna obtenida en Buenos Aires. No tuvo otra alternativa que continuar trabajando, que continuar viviendo siempre al día y a merced de los golpes de suerte que un día lo llevaban al escenario de un teatro y otro lo arrojaban a un cabaret de mala muerte. De todas maneras, los que lo vieron transitar en sus últimos años por la “calle que nunca duerme”, siempre vertical, siempre dispuesto a lucirse como en los mejores tiempos, no pudieron dudar que para Benito Bianquet la vida suya empezaba y terminaba con la danza, con un tango bien bailado. Su compañera Carmen Calderón, había contribuido a su gloria y la pareja que formaban era realmente maravillosa. La historia de El cachafaz ocupa buena parte de la mitología tanguera, al punto de haberse alzado en autoridad de leyenda: hoy quedan pocos que puedan dar testimonio de su vida y de su arte. Fue el mejor bailarín de tango de todos los tiempos. En sus comienzos, como bailarín orillero, realizaba presentaciones en las casas de mala fama, fue así que paso por el prostíbulo La Estrella en el año 1910. Su imagen quedó grabada en el film Tango, estrenado en 1933, donde se lo puede ver con su compañera Carmencita Calderón, apenas una chiquilina

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Omar Demichelis y Enrique García menor de 20 años. Entre los años 1910 y 1929, El Cachafaz tuvo como «partenaires», en el amor y en el baile, a Emma Bóveda y a Elsa O’ Connor, más tarde destacada actriz dramática del teatro y del cine, luego de Isabel San Miguel y, desde el año 1933, como última compañera de danza a Carmencita Calderón. Había nacido el 14 de febrero de 1885 en la esquina de Boedo e Independencia, en el actual barrio de Boedo. Sin embargo, aquerenciado en el barrio del Abasto, fue en él donde conquistó sus primeros lauros. En 1911 viajó a los Estados Unidos para realizar presentaciones de baile y, de regreso, en 1913, instaló una academia de baile. Claro que por entonces era un bailarín orillero, era el bailarín para el público espeso de las casas de la mala fama. Pero a medida que crecía su éxito, a medida que saltaba de los prostíbulos a los más elegantes sitios, comenzaba a refinar su técnica y hasta a hermosear sus pasos, asombrando a las clientas en lo de Hansen o en El velódromo. El primer tango que se le dedicó, en 1913, se titula El Cachafaz, y el segundo Bailarín compadrito que, en su versión vocal fue interpretado por Carlos Gardel con singular éxito. En 1919 viajó a Paris para actuar en el mítico Garrón, donde dio a conocer nuestra música popular y brindó lecciones de baile a la alta sociedad francesa. Hacia 1920 llega a París y se impone rápidamente. Su criolla elegancia, su silueta, su arte cada vez más educado, y al mismo tiempo más hermoso, le abrieron las puertas de los

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Omar Demichelis y Enrique García salones parisinos. Este período coincide tanto con su nombre como con su mejor suerte económica. El 7 de febrero de 1942, se encontraban en Mar del Plata actuando en el cabaret El Rancho Grande, de calle Brandsen casi llegando a la costa, rodeado de los pocos amigos que conocían sus glorias pasadas, cuando se produjo su muerte. Fue escasos segundos después de concluir su presentación y en el momento mismo que buscaba un trago reparador para su fatiga. Afuera, la juventud cantaba boleros y empezaba a mirar con indiferencia al tango. Adentro, en la boîtes, un hombre cerraba los ojos para siempre, pensando que tal vez la letra que le dedicaron un día no estaba totalmente errada cuando anunciaba su irremediable vejez: “ahora triste y viejo te ves en el espejo del loco cabaret” Los amigos debieron juntar ochocientos pesos para poder pagar el entierro de Benito Bianquet, aunque El Cachafaz, tampoco tenía un “cobre”, después de tanto “yirar” El baile es un arte efímero que se extingue con la última pirueta. Por ello resulta asombrosa la persistencia de la imagen de este eximio bailarín, transformado tras su desaparición, en un increíble fenómeno: gran parte de quienes siguen hablando con veneración del «desaparecido» Benito Bianquet, «El Cachafaz», ignoran que éste aún sigue danzando. EL Balompié y el Tango

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Omar Demichelis y Enrique García

Herminio

Masantonio nació en Ensenada el

cinco de agosto de 1910, y falleció el once de septiembre de 1956. Fue una de las glorias del Club Atlético Huracán y uno de los máximos goleadores en la historia del fútbol argentino. Su carrera como futbolista comenzó en el Club Sportivo Villa Albino de su ciudad natal, para pasar luego a Huracán gracias al esfuerzo de Tomas Alberto Ducó. En Huracán jugó continuadamente durante doce años, desde el comienzo del profesionalismo en 1931, y volvió en 1945, con una estadía en Uruguay en 1943, donde actuó en Defensor Sporting de Montevideo y en el Club Atlético Banfield en 1944. Fue un impetuoso delantero, potente, cabeceador, y valiente en el área, de gran remate, que deleitó a los «quemeros» en trío central con Bálsamo, luego con Méndez; y con Baldonedo, luego con Simes. En su última temporada, alternó con el paraguayo Mellone al medio, y después en su puesto lo sucedieron Alfredo Di Stéfano, Adolfo Pedernera, Arsenio Erico, y Ricardo Infante. Sus mejores años fueron 1937 y 1939, en cada uno de los cuales marcó 28 tantos, pero fue toda su extensa trayectoria la que lo convirtió en uno de los símbolos máximos del club Huracán. Se retiró en 1945, a los treinta y cinco años de edad. Mantiene el record de haber marcado doscientos cincuenta y nueve goles en trescientos sesenta y siete 248


Omar Demichelis y Enrique García partidos jugados en Primera División, por lo que ocupa el tercer lugar en la historia del fútbol argentino. Masantonio ganó con la Selección Argentina el Campeonato Sudamericano de 1937 y de 1941, y fue el máximo goleador en los sudamericanos de 1935 y de 1942. Es, además, el futbolista de la Selección Argentina con mejor promedio de gol, 1.10 goles, por partido, al anotar veintiún goles en diecinueve partidos. Con letra de Francisco García Jiménez, y música de Miguel Padula, Herminio Masantonio fue homenajeado con un tango que lleva por título El Mortero del «Globito»: «En cuanto en la cancha // Sus once «lobitos», // Valientes y audaces // Desplaza Huracán. // Se ve en la barquilla // De los delanteros, // Un recio «mortero» // Que apunta tenaz. // Temblando, el arquero // Contrario, se encoge, // Los nervios de tigre // De lince al mirar, // Y grita la barra // De Parque Patricios, // Tirá Masantonio, // Herminio, tirá. // Y si tira Masantonio, // No hay que hacerle // Ya está el... ¡Gol...!» Otro de los tangos que se le dedicaron merced a sus proezas en el arte de definir fue titulado El Pampero de Patricio, letra y música de Carmelo Saponaro. En el futbol, como en el tango, también se componen figuraciones, significantes que tampoco escapan de la significativa carga erótica que inhiere en el sexo.

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§ Capítulo 18 Tangos Procaces

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Omar Demichelis y Enrique García

Hay una larga lista de antiguos títulos de tangos procaces. La cercanía de la pareja de bailarines entre sí, y la sensualidad de su insinuante coreografía, dice bastante acerca del origen prostibulario del tango en lo piringundines de Ensenada. «Cuando el tango comienza a manifestarse como expresión cantada, es decir cuando comienzan a componerse sus letras, la temática de los autores centraba en la descripción de sucedidos en torno de los piringundines, de los burdeles, y de los prostíbulos. Se trataba de letras vulgares, obscenas, y provocativas: trasuntaban un pobre nivel de educación, y sus títulos acompañaban el estilo del contenido de las letras» 68 Un ligero repaso por algunos de sus los títulos más representativos, así lo acreditan. Afeitate el 7 que el 8 es fiesta, es un tango de Antonio Lagomarsino. Durante aquellos primeros años, los tangos se publican como partituras para piano. Por entonces, las clases acomodadas de Argentina disponían de un piano, entre otras cosas, porque tenerlo constituía un signo de 68

Véase el capítulo Tengo un Lupanar, p. 76. 251


Omar Demichelis y Enrique García distinción. En la carátula del disco puede verse un almanaque en el que cae la hoja del día siete y se deja entrever la del ocho, tal como puede verse en la gráfica que ilustra Carátulas de Partitura de Tangos Prostibularios. En lunfardo referir el «siete» es sugerir el ano, de modo que «mutatis mutandi», el título Afeitate el 7 que el 8 es fiesta, significa recomendar «afeites» en la inminencia de una cópula simbólicamente contra natura. ¡Al palo!, es un tango de Eduardo Bolter Bulterin. «Estar al palo», es una expresión que ha perdurado, hasta el presente, con el mismo significado que aun conserva, y que sugiere experimentar una erección. Bartolo es una milonga cuya letra tematiza la anatomía genital de Bartolomé «Bartolo tenía una flauta // con un aujerito solo, // y su mamá le decía // «Dejá la flauta, Bartolo!». Surge, casi con mieridiana calridad, que la expresión «flauta […] con un aujerito solo», alude al miembro viril masculino. Dame la lata, hace referencia a las fichas de latón que se entregaban a la clientela para administrar los turnos en los antiguos quecos o quilombos. Dos sin sacarla alude a dos orgasmos masculinos consecutivos, sin solución de continuidad. El fierrazo, de Carlos Hernani Macchi, se está refiriendo un acto sexual en grado de paroxismo: «Por salir con una piba // que era muy dicharachera, // me han quedado las orejas // como flor de regadera» El verso original de la copla popular decía: «Por metérsela

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Omar Demichelis y Enrique García a una mina // muy estrecha de cadera // la ‘poronga’ me quedó // como flor de regadera» El choclo, es un tango de Ángel Villoldo. Alude a la mazorca de maíz, que en lunfardo significa pene, debido a su forma fálica. Algunos autores dicen que, originalmente, se llamaba más explícitamente «El choto» El 69. El 69 es la posición según la cual el hombre y la mujer practican el sexo oral simultáneamente. Es algo así como poder apreciar la relación entre tal posición «encastrada» y lo que representa en el grafismo el número sesenta y nueve. Hacele el rulo a la vieja, es un tango de Ernesto Zóboli. En lenguaje figurado, «hacerle el rulo a una persona» quiere decir penetrarla analmente. La c...(ara) de la l...(una), es un tango de Manuel Campoamor, con cuya edición se acompañó una portada en la que aparece un dibujo de la Luna. Pero se sobreentendía que se refería a «la concha de la lora», que es como decir en la lejanía más lejana. Se trata de una expresión que también ha perdurado, y que aun se conserva en nuestros días. Es una usadísima interjección vulgar de enojo o contrariedad, que se basa en una etimología completamente renovada ya que, en sus comienzos aludía a las prostitutas europeas, a las que se las designaba como «loras». Metele bomba al Primus, de José Arturo Severino, se vincula con el Primus, la marca registrada de un muy difundido calentador a gas de queroseno, que para

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Omar Demichelis y Enrique García encender y bombeado.

mantenerse

encendido

requería

ser

¡Qué polvo con tanto viento!, es un tango de Pedro Quijano En lunfardo, «echarse un polvo» significa tener una relación coital. Su conexidad con el texto bíblico resulta bastante obvia, desde la expresión «polvo eres…» De este tango, Ernesto Ponzio, violinista y compositor rosarino, Gardel cantó otro de sus tangos, el titulado <Culpas ajenas>; Borges y Bioy Casares lo mencionan en Seis problemas para Isidro Parodi. Siete pulgadas refiere el orgullo de poseer un pene de 17,8 cm. Sacudime la persiana, es un tango de Vicente Loduca. Se trata de una manera de indicarle a la empleada doméstica que limpiara las ventanas, pero «sacudir» es un término que está usado con una abierta insinuación genital. Tocame La Carolina, es un tango de Bernardino Terés El dibujo representa de la carátula que acompaña a la placa discográfica presenta una pareja sentada en el sillón. Al lado, un piano. En el atril una partitura titulada La Carolina. El hombre le está diciendo algo a la dama. El juego lingüístico y la picardía popular parecieran estar indicando que lo que se le está diciendo a la muchacha es «Tocamelá, Carolina» Tocámelo que me gusta, de Prudencio Muñoz tiene unos versos que eximen de mayores comentarlos. Dice así: «con tus malas purgaciones // me llenastes [sic] un

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Omar Demichelis y Enrique García barril. // Y me tuviste en la cama // febrero, marzo y abril» Va Celina en la punta dispone de una portada de la partitura en la que se ve una yegua, de nombre Celina, ganando una carrera en el hipódromo. Pero «Va Celina», en realidad se puede leer como vaselina, o como un antiguo y popular lubricante sexual. Concha sucia, de «El negro Casimiro», violinista de raza negra, un músico olvidado que murió en la miseria. Este tango, junto con Entrada Prohibida, es el único de su autoría que siguió siendo recordado en la posteridad. Su letra nos exime de formular cualquier comentario adicional. Puntualmente: «concha sucia, concha sucia, concha sucia, te viniste con la concha sin lavar». Los nombres y las letras de estos tangos tuvieron que ser cambiadas luego del golpe de estado de Uriburu, con el que, en 1930, se abre la primera instancia de la serie de interrupciones de la vida constitucional argentina que dio inicio a la llamada década Infame, de corte marcadamente represivo. Así, Concha sucia se convirtió en Cara sucia. Francisco Canaro fue quien se ocupó de cambiarle la letra: «Cara sucia, cara sucia, cara sucia, // te has venido con la cara sin lavar // esa cara y tu sonrisa picarona, // que refleja una pasión angelical. // Cara sucia, cara sucia, cara sucia, // te has venido con la cara sin lavar // melenuda, melenuda, melenuda, // te has venido con el pelo sin peinar» Fue recién hacia el final del siglo veinte que los historiadores porteños recuperaron algunos de estos

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Omar Demichelis y Enrique García tangos, aunque más no fuera tan sólo para conocer sus títulos. En el género del bolero también encontramos un comportamiento similar. «Perdida, te ha llamado la gente, sin saber que has sufrido con desesperación», canta el Trío los Panchos en la saga fílmica homónima en la que una Ninón Sevilla se expresa a lágrima viva. Mientras tanto, en escena, las prostitutas están esperando a sus clientes, mientras se entretienen jugando al dominó al compás de una música que suele ser indispensable. Durante la primera mitad del siglo pasado, el burdel no sólo es de una gran importancia para corrientes musicales como el bolero, el blues o el tango, sino que representa la gran alternativa de trabajo para el artista en estado de desesperación. Por entonces, los burdeles mexicanos también ofrecían música en vivo. Para el músico se trataba de un refugio económico, de un recurso inspirador para el perdedor y también de una especie de academia, es decir de un laboratorio donde se podían poner a prueba los lineamientos musicales que iban surgiendo. Es en el transcurso del decimosexto siglo que, en la séptima calle, allí donde Mesones hace esquina con Las Cruces, se instituye la primera zona de tolerancia de la capital mexicana. En los tiempos de Maximiliano la prostitución rozaba la problemática de Salud Pública, por lo que, entre 1865 y 1867, se hizo imprescindible organizar el primer Registro de Mujeres Públicas. La

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Omar Demichelis y Enrique García pupila tenía que entregar una fotografía a la autoridad de sanidad competente, para poder ejercer su profesión libremente. Frente al prostíbulo no se podía poner ningún tipo de señal, ninguna bandera alusiva, ni ninguna otra cosa que indicara que se trataba de un lugar de jubileo. El primer bolero de Agustín Lara se llama Imposible. Se sabe que nace en un prostíbulo situado en el número 74 de la zona roja llamada «Cuauhtemotzin» Madame Margarita Pérez se apiada del Flaco de Oro y lo deja ejecutar el piano a este perdedor que mientras lo ejecuta canta: «cambias tus besos por dinero, envenenando así mi corazón» Burdeles como La Marquesa, La Francis o El Cinco Negro fueron hervideros de músicos talentosos que veían en el prostíbulo la antesala a la gloria. El cantante Daniel Santos, de la Sonora Matancera, se hace famoso con Virgen de Media Noche, bolero boricua con letra centrada en la meretriz. La Casa de la Bandida fue, durante décadas, uno de los clubes más populares en México; el domicilio cambiaba, no así la calidad ni la atención de sus damas. Ahí Marco Antonio Muñiz y Pepe Jara hacen dueto para complacer a la calenturienta audiencia. A José José, antes de tocar en el Apache 14, se lo encuentra cantando en La Bandida, aunque él no lo recuerde.

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Omar Demichelis y Enrique García El mejor testimonio del músico en congal 69 se encuentra en la biografía El andariego, de Pepe Jara 70 Todavía hay un cancionero. Un personaje medular en la sociedad del México del milagro que en nuestros días pareciera querer renacer en una sociedad que dio origen, vivió y cantó con él los boleros, expresión nacional de los mismos sentimientos que nutrieron al tango argentino y sostuvieron el lamento ranchero. Ese México surgido en el centro de la capital donde se concentraba la vía láctea de la radio, el cine, el teatro y el cabaret, de la política y el dinero, con la presencia dorada de algún aristócrata aventurero del Viejo Continente, parece querer renacer. Pepe Jara es ese trovador, ese gran artista de la vida que ha cantado, llorado y bebido con presidentes, taqueros, señoras, damas de la sociedad, sacerdotes, escritores, grandes y míticos compositores, intérpretes no menos legendarios y sus queridísimas putas. El andariego es un recorrido de más de medio siglo por los gustos, conductas y puntos de vista de muchos que han moldeado el México de hoy, a través de casi setenta años de cantar, de sufrir, de amar, de gozar y de sacarle jugo a la vida como lo ha sabido hacer Pepe Jara. Conviene refrescar lo que quedó dicho respecto de las letras que, originariamente, signaron el lenguaje Hace algunas décadas, la palabra «antro» se usaba para designar un lugar de «mala muerte». Hoy se la utiliza para nombrar un lugar bailable. Por otro lado, «congal» es ahora la palabra que se usa en centro américa para designar a esos lugares de «mala muerte» Digamos que «antro» ha perdido su sentido peyorativo y «congal» sigue siendo un vocablo despectivo. 70 Jara, Pepe; El andariego, Editorial Cal y Arena, México, 1998. 69

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Omar Demichelis y Enrique García tanguero orillero y prostibulario: «Cuando el tango comienza a manifestarse como expresión cantada, es decir cuando comienzan a componerse sus letras, la temática de los autores centraba en la descripción de sucedidos en torno de los piringundines, de los burdeles, y de los prostíbulos. Se trataba de letras vulgares, obscenas, y provocativas: Trasuntaban un pobre nivel de educación, y sus títulos acompañaban el estilo del contenido de las letras» 71

71 Véase el capítulo

02: Los Prostíbulos en Ensenada. 259


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§ Capítulo 19 Café y Bar La Marina

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El año 1915 marca el surgimiento del Café y Bar La marina. Situado en la calle La merced, entre Colón y América, permaneció allí durante un lapso prolongado. Este local, recibía decenas de marineros que llegaban al Puerto de Ensenada. Su verdadero crecimiento se produjo cuando Vicentini, Vásquez, y Redondo, sus dueños originales, vendieron, hacia 1920, el fondo de comercio a una persona oriunda de Chubut, aunque procedente de Rojas, en la Provincia de Buenos Aires. De espíritu selecto, Pedro Lopérfido, poseedor él y su familia, de una de una prístina actitud artística, acentuó la importancia de La marina, cuando esta fue trasladada a un local de La merced 201, allí donde hace esquina con la calle Europa, a dos cuadras de la zona de los prostíbulos que funcionaron hasta 1936. En este lugar, Lopérfido montó un palco escénico, en el que supieron actuar, junto a él, su hijo Manuel, y su hijo Pedro. Su hijo Pedro, dotado de un notable espíritu innovador, tuvo una idea revolucionaria que consistió en formar una Orquesta de Señoritas, y así lo hizo. Integrada por Irene Gómez, en armonio; por Adela Ruglione, en piano; por Anita Morales, en violín; y por Margarita Sola, dueña de un cálido registro de soprano, en la parte vocal. La naciente orquesta fue apoyada por Oscar Cesar «cholo» Vegetti y por Luis Porcellana, en bandoneón; y

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Omar Demichelis y Enrique García por Pedro Lopérfido (h), nuestro músico, en violín. En algunas ocasiones, se agregaba una señorita, a título de «figurante», es decir de ejecutante de un bandoneón «mudo», sin sonido. En este local actuaron destacadas figuras, entre las cuales se impone citar a Mercedes Simone, a Juan Cruz Mateo, a Blanquita Ramírez, a José Taranto, a Ángel Ramos, «Ramito», a Los hermanos Porcellana, a José Marmonti, a Germán de la O, A Gregorio Le Uchuk, «Griska», a Néstor Parodi, y a Cesar Malmatti. El local concentraba una concurrencia que desbordaba su propia capacidad. Se trataba de una selecta clientela dispuesta a presenciar los espectáculos más atractivos de una época que marcó un importante hito cultural en cuanto a presentaciones «en vivo» se refiere. Pedro Lopérfido, nació –como se dijo- en 1907, en Rojas, en la provincia de Buenos Aires. Violinista y director de orquesta, Lopérfido fue lo que se dice «un niño prodigio» que asombró por sus interpretaciones de música clásica a muy temprana edad. Compuso el vals No pierdo la esperanza. Hacia 1916, Lopérfido ejecuta tangos en cafés de la Buenos Aires de entonces. En 1919 dirige una orquesta de señoritas en el café Colón de la Avenida de Mayo.

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Omar Demichelis y Enrique García En 1920, cuando contaba con trece años, se instala en Ensenada junto a su padre habilitando el mencionado café y bar La marina, por donde pasaron las más importantes figuras del arte de Euterpe, la musa griega de la música. Allí acompaña, entre otras prestigiosas figuras, a Mercedes Simone, «la ñata gaucha» En 1937, se integra a la Jazz Band de Eduardo Armani. Por entonces, compone la marcha dedicada a Gimnasia y Esgrima La Plata. En 1948, la orquesta de Osvaldo Fresedo, lo integra como primer violinista ejecutante.

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§ Capítulo 20 El Verbo del Bajo Fondo

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Omar Demichelis y Enrique García

La difusión territorial de la lengua española ha sido tan amplia que no puede esperarse de ella sino un léxico vastísimo al que cada región de Hispanoamérica ha contribuido con miles de vocablos. En la Argentina es considerablemente profusa la plétora léxica. En el conjunto de los argentinismos, entre los que se cuentan no solo palabras de uso común en todo el país sino también regionalismos propios de distintas provincias o regiones, una importante cantidad de términos pertenece al lunfardo. De ese modo, el lunfardo se suma a otros rasgos lingüísticos, fonéticos y morfológicos propios del habla de los argentinos, con el aporte de un caudal léxico imaginativo y lleno de matices. En torno al origen del lunfardo circula una gran cantidad de fantasías. La más grande y disparatada de todas dice que el lunfardo es un idioma. Se trata de un grave error conceptual, cuyas raíces pueden hallarse en el decimonónico, en la vieja aspiración argentina de estar forjando una naciente lengua nacional. Desde entonces no han sido pocos los pensadores e intelectuales que postularon la existencia de un idioma nacional de los argentinos. Este principio, impulsado entre otros por el poeta Juan María Gutierrez, fue defendido y llevado hasta el límite en 1900 por el francés Lucien Abeille quien publicó un libro llamado justamente «idioma nacional de los argentinos», donde proponía una especie de mixtura entre el español y los aportes tanto de lenguas 265


Omar Demichelis y Enrique García aborígenes como europeas. La doctrina de Abeille podría reducirse a un único principio: un país necesita lengua propia. Respondiendo a dicho principio el francés sostiene, con cierta impunidad, que el idioma nacional de los argentinos se aleja de la lengua castellana en su vocabulario, en su sintaxis, en su fonética. Su período se ha libertado de las frases incidentes tan comunes en el período español, y se ha organizado un mecanismo sintáctico propio que va derecho a la expresión más precisa y clara. Este trabajo, esta independencia en el idioma, es la imagen de la independencia lingüística que el pueblo argentino ha sabido conquistar. Es evidente que los cambios lingüísticos que estaba experimentando el español hablado en Argentina constituían para Abeille un signo positivo, una revelación de lo que pronto sucedería: estaba a punto de nacer el “idioma argentino” La ingente masa inmigratoria iba gestando una nueva raza y consecuentemente, según razonaba Abeille, esta forjaría un nuevo idioma. En los años siguientes la polémica por la lengua se reavivó alcanzando su punto más alto con la publicación del extenso artículo de 1902, El criollismo en la literatura argentina, de Ernesto Quesada, texto que también desarrolla una tesis de cuño nacionalista, defendida por las familias criollas tradicionales, fieles a la tradición hispánica.

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Omar Demichelis y Enrique García En principio el ensayo de Quesada nació como respuesta al larguísimo poema Nostalgias publicado en 1901 por Francisco Soto y Calvo. Quesada denuncia excesos de color local en la obra de Soto y Calvo, como también en aquellas obras que considera «parodias criollistas» por no preservar, según su opinión, los valores del auténtico criollo. Es decir, Quesada cuestionaba abiertamente el carácter de «literatura nacional» que se le estaba otorgando a la producción criollista. El género gauchesco se ha corrompido, según Quesada, y esa degradación se evidencia sobre todo en ese híbrido ítalo-criollo que es el “cocoliche”, que junto con el «dialecto orillero» prosperaba en ese período. Quesada afirma que «la jerga de ese género criollo-compadrito-orillero usa un lenguaje en el que son visibles las infiltraciones del vocabulario lunfardo, es decir, el de la gente de mal vivir» Por primera vez el lunfardo es mencionado en la polémica en torno al «idioma argentino» En nota a pie de página Quesada agrega su concepción del lunfardo: “El lunfardo es la jerga de los delincuentes. Ese dialecto es un verdadero tecnicismo, lleno de colorido, y en el cual se ha variado intencionalmente el significado de las palabras; mientras que, en el gauchesco, los términos castellanos conservan siempre su acepción lexicográfica, y es solo su ortografía y su pronunciación lo que varía. En las grandes ciudades argentinas, en las cuales la clase de los delincuentes es numerosa, es visible la influencia del lunfardo en el lenguaje popular, principalmente orillero. ¿Hasta dónde llegará esa compenetración?” 267


Omar Demichelis y Enrique García La polémica dio para todo, incluso para un graciosísimo cuadro costumbrista, que Carlos Correa Luna publicó en el número 213 de Caras y Caretas el primero de noviembre de 1902, titulado «La cuestión del criollismo», en el que un personaje de habla gauchesca le recrimina a un inmigrante italiano las deformaciones idiomáticas del español. Esta ardorosa disputa entre los propulsores de un «idioma argentino», encabezados por Abeille, y los puristas, que se encolumnaban detrás de Ernesto Quesada, se reavivó a mediados de la década del ‘20 gracias a la figura de un joven llamado Jorge Luis Borges. En 1927, en una conferencia titulada significativamente «El idioma de los argentinos» Borges arremete contra lo que él llamaba «arrabalero», habla utilizada por los compadritos, «una decantación o divulgación del lunfardo, que es jerigonza ocultadiza de los ladrones» En Invectiva contra el arrabalero, Borges había aceptado que unos pocos escritores se servían hábilmente de ese vocabulario que para él era ineficiente y criticable entre ellos, el escritor Roberto Arlt quien no solamente conocía y usaba muy bien el lunfardo, sino que lo defendía como un modo de expresión legítimo contra los puristas de la lengua que lo consideraban un peligro que debía ser conjurado. Con el tiempo, los autores que continuaron concibiendo al lunfardo como una jerga carcelaria o

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Omar Demichelis y Enrique García ladronil intentaron por todos los medios distinguirlo del habla del pueblo, pero para ese entonces, hacía décadas que el pueblo venía llamando lunfardo al habla popular de Buenos Aires. Veamos algunos ejemplos del habla que se compartió en el ambiente prostibulario rioplatense: Abatatado: Asustado. Abombado: Tonto. Acamalar: Proteger. Aceitar los patines: Prostituir. Achaco: Robo. Achurar: Asesinar. Acoyarado: Casado. Eon pareja. Adobado: Ebrio. Adornado: Sobornado. Afano: Robo. Afilar: Cortejar. Afrecho: Apetito sexual. Alcachofa: Alcahuete. Alcagüetería: Delación. Alcaucil: Alcahuete. Alpiste: Bebida alcohólica. Alzado: Erotizado. Amarrocar: Atesorar. Amarroto: Amarrete. Tacaño. Amasijar: Matar. Amurado: Abandonado. Apestiyado: Presionado. Apiolarse: Despabilarse. Apoliyar: Dormir. Apuntador: Batidor, delator. Apuntamento: Conquista. Araca: Atención! Cuidado! Argoya: Vulva. Arrabal: barrio de extramuros. Arrastre: Predicamento. Arriba, de: Gratuitamente. Arrimado: Amancebado. Arrugarse: Asustarse. Asoleado: Chambón. Aspamento: Ostentación. Atenti: Advertir un peligro. Atorado: Atolondrado. Atorranta: Ramera Azotea: Cabeza. Bacán: Niño bien. Bagayo: Mujer fea. Paquete. Balero: Cabeza. Balurdo: Embrollo. Engaño. Bancar: Defender.

Bandera: Aspaviento. Baranda: Olor desagradable Barato: Ordinario. Bardo, al: Inútilmente. Barullero: Alborotador Batacazo: Éxito inesperado Bataclana: Artista de teatro. Batifondo: Desorden, lío. Batilana: Alcahuete, delator. Batuque: Desorden. Lío. Belín: Nada. Berreta: Ordinario. Berretín: Capricho. Ilusión Biaba: Paliza Biandazo: Puñetazo. Bichoco: Achacoso. Biorse: Baño. Biyuya: Dinero Bobo: Reloj, corazón Bocho: Cabeza. Bocina: Alcahuete. Bolacero: Mentiroso. Bolada: Ocasión. Bolazo: Mentira Boletear: Asesinar. Mentir. Boletero: Mentiroso. Bólido: Tonto. Bolilla: Chisme. Boliya, dar: Atender. Bombear: Fornicar. Bombón: Beldad. Boncha: Chabón. Bondi: Ómnibus Borrarse: Irse. Desaparecer. Botón: Policía. Botón, al divino: Inútilmente. Boyo: Puñetazo. Breva: Beldad. Brígido: Tonto. Buchón: Delator. Budinazo: Beldad. Bufa: Sodomita. Bufoso: Revolver Bulín: Habitación de soltero.

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Omar Demichelis y Enrique García Buraco: Agujero Burro: Ignorante. Caballo. Bute: Excelencia. Buyón: Alimento. Comida Buzarda: Panza. Cabrero: Enojado. Cachaciento: Lento. Cachar: Burlarse. Cachirulo: Cándido. Cachucha: Vulva. Cachuso: Deteriorado. Cadenero: Proxeneta. Caferata: Rufián. Proxeneta. Cafiolo: Proxeneta. Cafisho: Gigoló. Cafúa: Cárcel. Calavera: licencioso. Calce, dar: Habilitar. Calentón: Lujurioso. Calotear: Robar. Camambuses: Zapatos. Camelo: Engaño, trampa.. Camorra: Pelea. Riña. Cana: prisión. Policía. Cañazo: Cópula. Cancha: Habilidad. Destreza. Canchero: Conocedor. Perito Canero: Relativo a la cárcel Canflia: Proxenestismo. Canoas: Zapatos. Canyengue: Arrabalero. Capanga: Jefe. Capataz. Capelo: Sombrero. Caracúlico: Con cara de culo. Carburar: Pensar. Funcionar. Carpeta: Categoría. Carpetear: Observar con disimulo. . Cascar: Castigar, pegar. Cascote: Duro de entendederas. Castañazo: Puñetazo. Cataplasma: Fastidioso. Catramina: Armatoste, Catrera: Cama. Catriela: Mujer. Cayetano, de: De callado. Cazote: Puñetazo. Golpe. Cepiyada: Reprimenda. Chabón/a: Tonto/a. Chacabuco: Enfermo. Chacar: Robar. Chafe: Agente policial. Chamuyar: Hablar. Chamuyeta: Charlatán. Changüí: Ventaja. Chantar: Endilgar. Enjaretar. Chantún: Informal. Tramposo. Chapas: Cabellos. Chaucha: Pene. Centavo.

Chauchón: Tonto. Checonato: Cheque. Chicato: Miope. Chichipío: Tonto. Chiflado: Loco. Chimenea: Cabeza. Chimento: Chisme. China: Mujer Chinchudo: Enojado. Chingar: Errar. Fracasar. Chingolo: Cándido. Chiqué: Aspaviento. Chiquilinada: Chiquillada. Chirola: Monedita. Chirusa: Muchacha vulgar. Chitrulo: Tonto. Chivarse: Enojarse Chorear: Robar. Chorizo: Ladrón Chorlito: Cándido. Chorro: Ladrón Chuchi: Muchacha. Chucho: Temor. Caballo. Chumbo: Revólver. Chupado: Borracho. Chupi: Bebida alcohólica. Churro: Beldad. Chusmear: Chismear. Cinchar: Esforzarse. Cobrar: Recibir castigo. Coca: Cocaína. Cocinar: Matar. Coco: Cabeza. Cocó: Cocaína. Cocota: Ramera. Cogotudo: Adinerado. Oligarca. Cometa: Soborno. Comilón: Sodomita. Compadrito: Valentón. Conga: Fiesta. Contreras: Opositor. Conventillo: Casa de inquilinato. Copetudo: Adinerado. Corajudo: Valiente. Cornelio: Cornudo. Corneta: Alcahuete. Coroniya: Cabeza. Coso: Individuo Costiya: Mujer. Cotorro: Cuarto humilde. Croqueta: Cabeza. Croto: Vago. Cuadrado: Ignorante. Cucha: Cama. Cucusa: Cabeza. Cuetazo: Balazo. Cuete, al: Inútilmente. Culo, tener: Suerte.

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Omar Demichelis y Enrique García Cuore: Corazón Curda: Borracho. Currar: Estafar Cusifai: Persona innombrada. Dandy: Correcto y buen mozo. Deschavar: Delatar. Desbolado: Desordenado. Descangayado: Deteriorado. Desconche: Lío. Desorden. Despachar: Matar. Despelotado: Desordenado. Despiole: Desorden. Lío. Desquicio: Desorden, Lío. Dique: Vanidad Dona: Mujer. Durañona: Chambóm. Durazno: Chambón. Embalado: Predispuesto. Embalurdado: Embrllado. Embolar: Desordenar. Embretado: Encerrado. Embrocar: Mirar. Fijar la vista. Embroncarse: Enojarse. Empacar: Ahorrar. Empaquetar: Embrollar. Empelotado: Confundido. Empilchado: Bien Vestido. Empinarse: Embriagarse. Emputecer: Indisponer. Encarajinar: Complicar. Encajetado: Enamoradísimo. Encamotarse: Enamoradísimo. Encanar: Apresar. Arrestar. Encanastar: Apresar. Encanutar: Esconder. Enchastrar: Denigrar. Enchincharse: Enojarse. Encocorarse: Rebelarse. Enconchado: Enamoradísimo. Encoparse: Embriagarse. Enculado: Enojado. Encurdelarse: Embriagarse Engayolado: Preso. Engrampar: Atrapar. Engranarse: Enojarse. Engrasado: Sobornado. Engriyado: Apresado. Engrupido: Vanidoso. Engrupir: Engañar Enjetado: Enojado. Enquilombar: Complicar. Enroscar: Embrollar. Ensartar: Engatusar Tranca: Borrachera. Entregar: Delatar. Entrevero: Desorden. Lío. Entripao: Sentimiento intimo. Enyante: Comida.

Esbornia: Borrachera. Escabiar: Beber. Escamotear: Esconder. Escarpios: Zapatos. Escasany: Indigente, pobre. Escashato: Achacoso. Escolasear: Jugar por dinero. Escombrero: Ostentoso. Escombro: Ostentación. Escorchar: Fastidiar. Molestar. Escracho: Mujer fea. Escruche: Robo. Esgunfiar: Fastidiar. Espamentoso: Ostentoso Espiantarse: Irse. Huir. Espiche: Charla. Muerte. Espiro: Escape. Huida. Esputza: Tufo. Hedor. Esquifuso: Raído. Sucio. Esquinazo: Abandono. Estaño: Mostrador de boliches. Estofado: Asunto dudoso. Estrilo: Enojo. Estrolar: Dar zurra. Estufar: Fastidiar. Excomunica: Infortunio. Faca: Arma blanca. Facha: Rostro. Cara. Fajar: Castigar Falopero: Drogadicto. Faltazo: Faltar a una cita. Fanar: Robar. Fané: Marchita Fangote: Mucho en cantidad. Farabute: Ostentoso. Fanfarrón. Farrear: Divertirse. Jugar. Fasear: Fumar. Faso: Cigarrillos Fayar: Fracasar Fayuto/a: Falso/a. Feba: Mujer. Felpear: Zurrar. Reprender. Felpudo: Obsecuente. Fesa: Tonto. Fetén: Excelente. Fiaca: Pereza. Holganza. Fiambre: Muerto. Fica: Vulva. Fichar: Observar en detalle. Fifar: Fornicar. Fifí: Galante. Fiolo: Proxeneta. Firulo: Prostíbulo Fletar: Echar. Despedir. Florearse: Alardear. Lucirse. Floreo: Alarde. Aspaviento. Forfait: Falto de algo. Formar: Pagar.

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Omar Demichelis y Enrique García Forrado: Adinerado. Forro: Ataúd, Preservativo. Franelear: Roce amoroso. Froilán: Tonto. Frilo: Tonto. Fruncido: Engreído. Fuelle: Bandoneón. Pulmón. Fulana: Mujer innominada. Fulera: Fea Funcar: Fornicar. Funcionar. Fundido: Achacoso, indigente. Funyi: Sombrero. Fusilado: Cansado. Gabión: Pretendiente, amante Gagá: Viejo. En decadencia. Gaita: Gallego. Español. Tano: Italiano. Galguear: Pasarla mal. Gambas: Piernas. Gambetear: Eludir. Esquivar. Gansada: Tontería. Garaba: Muchacha Garabito: Vago. Muchachito Garca: Tramposo. Estafador Garchar: Fornicar. Garpar: Pagar. Beneficiar. Garrón, de: Gratuitamente. Garufa: Diversión. Muchacho divertido Gatiyar: Pagar. Gavilán: Picaflor. Seductor. Gavión: Burlador de mujeres Gayeta : Desairar. Gayina: Cobarde. Gayola: Cárcel Gigoló: Rufián. Gil: Tonto Globo: Mentira. Gorra, de: Gratuitamente. Grasa: Ordinario. Rústico. Indiada: Pandilla. Inflar: Hastiar. Fastidiar. Inflarse: Engreírse. Isa: ¡Atención! Jabón: Miedo. Susto Jacobo: Hebreo. Judío Jetatore: Portador de mala fortuna. Jetear: Gorronear. Jonca: Ataúd Jovato: Viejo Jugarse: Arrojarse. Intervenir. Julepe: Susto Junar: Mirar. Observar. Justiniano: Escaso. Limitado. Kilombo: Prostíbulo. Desorden. Lío. Labia: Facilidad de palabra. Ladiya: Fastidioso. Molesto. Lambeculos: Obsecuente.

Lancero: Ratero. Atrevido. Lastrar: Comer. Lengue: Pañuelo masculino. Lenguaraz: Cunnilingüísta. Leona: Beldad Leones: Pantalones Levante: Reprimenda. Conquista amorosa. Liendre: Astuto. Despabilado. Lienzos: Pantalones. Linyera: Vagabundo. Llenarse: Malhumorarse. Locatelli: Loco. Logi: Gil Lonyi: Tonto. Lonyipietro: Tonto. Lorenzo: Mujer sin atractivos. Macana: Locura. Estupidez Macanear: Mentir. Boludear. Macanudo: Excelente. Macró: Que prostituye mujeres Madama: Regente de prostíbulo. Malandra: Malviviente. Malandrín: Delincuente. Malanfio: Asunto, hecho dudoso. Malaria: Infortunio. Malevaje: Grupo de Maleantes. Mamado: Ebrio. Mamerto: Torpe. Mamúa: Ebriedad. Manduque: Comida. Manganeta: Treta. Engaño Mangazo: Sablazo Mangos: Pesos Manguero: Pedigüeño. Manyado: Conocido en detalle. Manyaoreja: Obsecuente. Manyar: Comer. Darse cuenta Manyín: Ebrio. Vividor. Marcha atrás: Invertido. Marmota: Torpe Marote: Cabeza. Marroco: Pan Matadero: Albergue transitorio. Matasanos: Médico. Mate: Cabeza Matufia: Embrollo con propósito de fraude Maula: Cobarde Mechera: Ladrona en tiendas. Melón: Cabeza. Melonazo: Tonto. Menega: Dinero Menesunda: Droga. Desorden, lío. Mersún: Ordinario. Rústico. Metejón: Cariño apasionado Metido/a: Enamorado/a apasionadamente.

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Omar Demichelis y Enrique García Milanesa: Mentira. Milonga: Cabaret. Baile. Festín Milonguita: Mujer de vida aireada Mina: Mujer Minga: Nada. No. Faltante. Mishiadura: Indigencia. Miseria. Pobreza Mistongo: Humilde: Insignificante Mita y mita: Por mitades. Mojar: Intervenir. Fornicar Molde, en el: Aquietarse. Mordida: Cohecho. Morfar: Comer Morfi: Comida. Morlacos: Dinero Mormoso: Magullado. Morondanga: Nadería. Mosca: Dinero. Mosca, quedarse: Aquietarse. Mufarse: Mahumorarse. Mulero: Fullero. Tramposo. Mus: Silencio. Muzarela: Silencio. No placé: Perdedor. Sin figurar Naifa: Jovencita. Mujer. Ñapar: Agarrar. Napia: Nariz. Narigueta: Narigón. Nariguetearse: Drogarse. Naso: Nariz. Ñata: Nariz. Navo: Bobo. Persona de poco valor. Ñudo, al: Inútilmente. Olfa: Obsecuente. Chupamedias. Olivo, dar el: Despedir. Echar. Olivo, tomarse el: Irse. Huir. Opiarse: Malhumorarse. Oriyero: Arrabalero, de las orillas. Ortiba: Delator. Alcahuete. Otario: Tonto. Cándido Paco: Envoltorio. Paquete. Paica: Mujer Palmar: Morir. Papusa: Muy bonita Pato: Pobre Pebeta: Muchacha Pebete: Niño Pechazo: Pedir prestado. Pelechar: Progresar Percanta: Mujer. Amante Peringundines: Salones de barrio Piantao: Loco, demente. Piantar: Quitar. Dejar Pichicho: Perrito Pierna: Individuo listo y hábil. Pifiar: Errar. Equivocarse. Pilcha: Ropa Pillado: Engreído

Pingo: Caballo Pintusa: Presencia. Pinta. Aspecto. Piola: Vivo: Despierto. Avisado. Mersa: Ordinario. Rústico. Gratarola: Gratuitamente. Grela: Mujer de medio ambiente. Mugre. Suciedad. Grilo: Cartera. Billetera. Groncho: Ordinario. Rústico. Grupo, de: Cuento. Mentiras Guadaña, la: Muerte. Guapo: Valiente. Guaso: Grosero. Guay: Estafa. Fraude. Guita: Dinero Gurda: Excelencia. Gran calidad Güevón: Tonto. Hinchar: Fastidiar. Molestar. Humo, hacerse: Escapar. Huir. Imbancable: Insoportable. Pirao: Insano. Pispear: Mirar. Pituco: niño bien Poligriyo: Pelagato. Hombre pobre y despreciable Pucho: Colilla Punga: Ladrón Purrete: Niño. Queco: Prostíbulo. Quemado: Desprestigiado. Quía: Tipo innominado. Quilombo: Prostíbulo. Alboroto. Quinta del ñato: Cementerio. Ragú: Hambre. Rajar: Despedir. Echar Rana: Vivo, listo Rantifusa: Despreciable. Vil Rantifuso: Sucio. Despabilado. Rascascabuche: Indigente. Raspa: Reprimenda. Ladrón. Rasposo: Raído. Sucio. Rata: Indigente. Raviol: Sobre con cocaína. Rayado: Enloquecido. Raye: Locura. Rea: Ramera. Rechiflar: Enloquecer. Predisponer: Perturbar Rechiflarse: Enojarse. Refalar: Entregar. Obsequiar. Robar. Refundir: Liquidar. Arruinar Regalado: Indigente. Pobre. Extenuado. Vencido.. Relojear: Observar Remar: Trabajar esforzadamente. Remanye: Perspicacia Repartija: Reparto.

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Omar Demichelis y Enrique García Repuntar: Progresar. Reventar: Matar violentamente. Revire: Locura. Rifado: Extenuado. Agotado. Rolete, A: En abundancia. Roña: Enojo. Buscar pelea. Rosca: Desorden. Pelea. Rosquete, entregar el: Morir. Rula: ruleta. Runfla: Gavilla. Pandilla. Sabiola: Cabeza Salame: Tonto. Salsa: Paliza. Zurra. Sanata: Híbrido oral. Galimatías. Saque: Puñetazo. Golpe. Secante: Aburridor. Seco: Indigente. Pobre. Segurola: Seguro. Exacto. Semáforo: De mal agüero. Semblantear: Observar fijamente. Serruchar: Desprestigiar. Perjudicar. Fornicar. Sierva: Sierva. Fámula. Sesera: Cabeza. Shacar: Robar. Shomería: Ordinario. De mala calidad. Shusheta: Petimetre. Sobre el pucho: Súbitamente. Socotroco: Puñetazo. Pedazo grandote. Sofaifa: Mujer. Solfa, en: En broma. Solfear: Robar. Sombra, a la: Cárcel. Sonar: Morir. Errar. Fracasar. Sorete: Informal. Tramposo. Hombre de poco valor moral. Sosegate: Puñetazo. Reprimenda. Sotreta: Canalla. Mentecato Tacho: Reloj. Asentaderas. Taxi Taita: Valiente. Audaz. Matón Tajada: Soborno. Talompa: Pantalones. Tamangos: Zapatos Tambo: Prostíbulo Ruso: Israelita. Taquería: Comisaría. Tarros: Zapatos. Botines. Tarugo: De baja estatura. Tarúpido: Tarado y estúpido. Telo: Albergue transitorio. Tilingo: Cursi. Timba: Juego Timbo: Zapato. Botín

Tira: Policía de investigación. Tirado: Indigente en extremo. Tirifilo: Petimetre. Tocar: Sobornar. Toco: Paquete con dinero. Tole tole: Alboroto. Gresca. Tomárselas: Irse. Huir. Tongo: Trampa. Fullería Tordo: Abogado o médico. Tortiyera: Lesbiana. Trabucarse: Trabarse. Tragada: Estafa. Fraude. Tranca: Borrachera Tras cartón: Inmediatamente. Traste: Asentaderas Trenzada: Disputa. Trepador: Pancista. Trolo: Invertido. Trompa: Patrón. Trompeado: Zurrado. Tronco: Chambón. Torpe Trucha: Cara. Tungo: Caballo. Turco: Árabe Turra: Ramera Turro: Inepto. Necio Upite: Asentaderas. Culo. Vento: Dinero Verano: Vergüenza. Versero: Charlatán. Vía, en la: Indigencia. Viaraza: Resentimiento. Vichar: Astibar. Espiar. Vichenzo: Tonto. Viorsi: Baño Viyuya: Dinero. Yeca: Calle. Experiencia. Yeite: Ocasión. Asunto dudoso. Yeta: Influjo maléfico. Yeyatore: De mal agüero. Yiro: Ramera. Yirar: Andar. Buscar. Yugar: Trabajar. Yunta: Pareja. Compañera Yuta: Personal policial. Zafar: Escapar. Librarse. Zampar: Enjaretar. Encajar. Zanagoria: Tonto Zaparrastrozo: Andrajoso. Zapayaso: Azar. Imprevisto. Zapayo: Cabeza. Zaranda: Zurra. Zarpar: Irse rápidamente. Zurdo: El corazón.

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§ - Epílogo

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Omar Demichelis y Enrique García

Dice Umberto Eco que, lo feo contribuye al orden. Citándolo a San Agustín en Del orden, IV, 12-13, se expide con el siguiente largo párrafo: «Uno se pregunta si ¿hay algo más tétrico que un verdugo?, si ¿hay algo más feroz y cruel que ese espíritu? Pero en las leyes [un verdugo] ocupa un lugar necesario y forma parte del orden de un estado bien gobernado […] ¿Hay algo que pueda considerarse más repugnante, carente de dignidad y lleno de obscenidad que las prostitutas, los proxenetas y otras plagas por el estilo. Haz desaparecer a las meretrices de la sociedad y lo convulsionarás todo con las pasiones desordenadas. Ponlas en el puesto de las mujeres honestas y lo deshonrarás todo con la culpa y la desvergüenza […] ¿No es cierto que si te fijas solo en algunos miembros de los cuerpos de los animales no puedes mirarlos? No obstante, en el orden de la naturaleza, puesto que son necesarios, se ha querido que no faltaran y, puesto que son indecentes, no ha permitido que se notaran mucho. Y esas partes deformes ocupando su puesto han dejado el lugar mejor a las partes mejores [...] Los poetas han utilizado lo que llaman solecismos y barbarismos; han preferido, cambiando los nombres, llamarlos figuras y transformaciones, en vez de evitarlos como errores evidentes. Pues bien, quítalos de las poesías, y notaremos la falta de suavísimas atenuaciones. Reúne muchos en una sola composición, y me causará irritación porque todo será relamido, pedante y afectado […] El orden que los rige y los modera no soportará que haya demasiados ni que estén

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Omar Demichelis y Enrique García en todas partes. Un discurso modesto y casi descuidado destaca las expresiones elevadas y los pasajes elegantes alternándose con estos. […] Lo mismo en los espirituales que en los corporales […] entre todos estos bienes, no obstante, los que son pequeños, en comparación con los más grandes, son llamados con nombres contrarios: por ejemplo, comparada con la complexión humana, que posee una belleza mayor, la belleza del simio es llamada deformidad. De este modo se engaña a los incautos, como si aquello fuese un bien y esto un mal; estos no captan en el cuerpo del simio el modo propio, la correspondencia simétrica de los miembros, […] y otros aspectos que sería demasiado largo tratar. También un simio posee el bien de la belleza, aunque en un grado inferior […] Así se habla de luminoso y oscuro como de dos contrarios: sin embargo, también lo que es oscuro tiene cierta luz; si carece totalmente de ella, entonces son las tinieblas en cuanto ausencia de luz, como el silencio es ausencia de sonido […] no obstante, también estas carencias de las cosas forman parte del orden general de la naturaleza, hasta el punto de ocupar un lugar propio no desdeñable en la consideración de los sabios. En realidad Dios, al no iluminar determinados lugares y tiempos, ha hecho las tinieblas de manera conveniente del mismo modo que los días. Por otra parte, si nosotros, al retener el sonido, intercalamos en el discurso un silencio conveniente, cuanto más él, como artífice

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Omar Demichelis y Enrique García perfecto de todas las cosas, producirá de modo conveniente carencias en algunas de ellas [...] ninguna naturaleza, por tanto, es mala en cuanto naturaleza» 72 Con la sanción de la ley 12.331, de diciembre de 1936 sobre prevención de enfermedades venéreas se prohibieron en todo el país los prostíbulos, con lo cual la prostitución parecía languidecer. Sin embargo la prostitución clandestina fue en aumento y con ella creció el riesgo que se cernía amenazante sobre la salud pública. En la actualidad campea una mayor libertad sexual, pero también asoma, desde hace un cierto largo tiempo, una prostitución cualitativamente signada por un nuevo bagaje de modalidades y de prácticas menos victorianas, aunque muy ligadas a la marginalidad, a la trata, a la droga dependencia, a las perversiones y, en general, a la violencia de género, y al sometimiento infantil. Frente a ello, se alza un importante cúmulo de reacciones homofóbicas, de condenaciones sancionatorias provenientes del cuerpo social que, de ordinario, esgrime el recurso de la represalia, en lugar de levantar la bandera del humanismo comprensivo e integrador. Las partes del comercio sexual, es decir quienes ejercen la prostitución, la «viven» de la misma forma que la «vivieron» aquellos que ejercían la prostitución en los tiempos pretéritos de las pupilas, y son considerados por una sociedad prejuiciosa, a veces pacata, tan prejuiciosa y pacata como aquella del período que medió entre 1877 y 1936, ya que considera a Eco, Umberto; Historia de la fealdad, Lumen, Barcelona. España, pp. 46 y 47 72

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Omar Demichelis y Enrique García la prostitución como «un mal necesario», aun cuando antes bien podría considerársela como «un bien prescindible», como supo decir el Presbítero, Leonardo Castellani, respecto de la crisis de la comunicación televisiva. Y, a propósito del tema confesional, conviene dejar establecido que una sociedad adulta, y bien sostenida, siempre compromete sus mejores esfuerzos en pos de controlar al «factum» sin castigar «homo hominis lupus» 73 ni la ética, ni la moralidad, ni la integridad de la persona humana hecha a imagen y semejanza. Este recuento que transita por la inminencia del final. Esta historia enigmática y fabulosa preñada de reverberancias y de repercusiones que se dan en la caja de resonancia humana, es irreal de toda irrealidad. Forma parte de este libro prometedor que llamamos Los prostíbulos de Ensenada y el tango, cuya escritura está impregnada de una real irrealidad insoslayable, a la vez que de unas derivaciones lógicas y dialécticas, tecnológicas y éticas, estéticas y metafísicas, pocas veces imaginadas. Sobre el tema poco se ha dicho y meno se ha escrito, en tanto que, a veces, tabú y clandestinidad. El hombre, dice, en algún lugar del texto, ama a escondidas, pero se empecina en odiar a cielo abierto. Esperamos que algunos sucedidos, provoquen en el lector tanto lío como quiere nuestro Papa Francisco, inmiscusión, rebeldía, mas no resignación, sino piedad por estas verdaderas máscaras venecianas de quienes un día, en la historia, calzaron su disfraz hecho a medida, ocultos bajo la careta de los velos y 73

El hombre es un lobo para el hombre. 279


Omar Demichelis y Enrique García de los desvelos, para poder solventar las vicisitudes de la vida, y de las piruetas de un destino anómalo que nunca, o siempre, merecieron. La Biblia y el calefón, dijo Discepolín 74, Piedad, también para los que hicieron migas de las infamantes maldades, o de las luminosas bondades, y piedad también para nosotros los otros que, tal vez sin quererlo, hayamos terminado ofendiendo la dignidad de nuestros queridos hermanos. Esperamos que la indulgencia de ellos, de nuestros queridos hermanos nos favorezca, esperamos que los descendientes de los aquí aludidos, y aun ellos mismos, los aquí aludidos, nos absuelvan en orden a nuestra pretensión de imaginar un mundo feliz, no ya a la manera de Aldous Huxley. Si algo hemos mancillado, si algo hemos ofendido, si en algún punto cósmico hemos traicionado a nuestros ancestros y a nuestro solar natal vivencio existencial, mereceríamos que se nos arrojase al último círculo del Infierno del Dante 75 , allí donde fueron a parar los traidores a su dios, a su estirpe, a su raza, a su solar, a sus amigos, y a sí propios. Gracias a todos quienes colaboraron con su actitud alentadora, a quienes con su adhesión activa o con su silencio pasivo nos inyectaron un poco más de esperanzada fe ante la ardua tarea de alcanzar una honestidad intelectual tal que nos permitiera reflejar, con ajustada verosimilitud, las trayectorias de un estado de 74

Enrique Santos Discépolo.

75 Dante Alighieri.

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Omar Demichelis y Enrique García cosas históricamente sucedidas, de bondades y de maldades, de infames y de benevolentes, de timoratos y de arrojados, y a todos quienes con su benevolencia condescendiente, nos vinieron a rescatar a la hora del cansancio, del desaliento, y de la desolación que causa la duda, también va el mismo agradecimiento, también va la misma gracia, también va la misma devolución que está encerrada, escondida en los entresijos de las letras mismas aquí escritas, y que el lector sabrá comprender, desentrañar, y entender todo aquello que constituye la ganancia de la causa humana: la del hombre y sus circunstancias, de la que un día Ortega nos hablara. La prostitución es un antiguo asunto, tan viejo como la vida. Muchos han sido los escritores y cineastas que, atraídos por la sordidez de su mundo, lo han convertido en escenario de crímenes y de aventuras más o menos novelescas. Se puede imaginar la vida de prostitutas asesinas, de prostitutas espías, de otras que se convierten en honrosas madres de familia gracias al loco amor de un honrado cliente, e incluso de prostitutas heroicas como aquella de Maupassant que, durante la guerra francoprusiana, salvó a sus compañeros de viaje ofreciendo sus favores a un oficial alemán. Pero la mayoría de las biografías de las mujeres que ejercen la prostitución son tan tristes, sórdidas y similares como poco convincentes las razones que se esgrimen para mantener su mundo encerrado en el silencio y la clandestinidad.

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Omar Demichelis y Enrique García Que la luz acompañe siempre, como quería Goethe en el postrer momento.

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§ - Bibliografía

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Los Prostíbulos en Ensenada y el Tango (1877-1936) Editorial Sotto Voce © Omar Demichelis & Enrique García Demichelis44@hotmail.com enrique_v_garcia@yahoo.com.ar La Plata – Buenos Aires – Argentina Primera Edición 18 de Marzo de 2018

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