TESTA + BEDEL + BENEDIT 30 a単os del CCR
TESTA + BEDEL + BENEDIT 30 a単os del CCR
Diciembre de 2010 a marzo de 2011 Sala Cronopios, Centro Cultural Recoleta Buenos Aires
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Jefe de Gobierno: Mauricio Macri Ministro de Cultura: Hernán Lombardi Director General del Centro Cultural Recoleta: Claudio Patricio Massetti Dirección de Programación: María Rita Fernández Madero Coordinador de Programación y Curaduría: Elio Kapszuk Curador y Asesor General en Artes Visuales: Renato Rita
Asociación Amigos del Centro Cultural Recoleta Presidente: Magdalena Cordero Vicepresidente: Alejandro Corres Secretario: Norah Hojman de Garfunkel
Página 3: Benedit, Testa y Bedel en uno de los pasillos del antiguo asilo de ancianos, 1980 Foto: Oscar Balducci
Hernán Lombardi
Los centros culturales, museos y espacios de arte de Buenos Aires se erigen
Ministro de Cultura de la
como verdaderos emblemas de su identidad atravesados por la diversidad
Ciudad de Buenos Aires
de sus expresiones artísticas a lo largo de la historia, los avatares políticos y sociales. Son poderosos polos de convocatoria al pensamiento, las ideas y la creación que tienen como protagonista fundamental a la ciudadanía y se constituyen en torno de ella. Hoy celebramos los treinta años del Centro Cultural Recoleta, un espacio abierto a la diversidad y propulsor del arte, multifacético y generador de conocimiento en todas sus manifestaciones, que ha beneficiado a tantas generaciones de jóvenes que supieron nutrirse de su permanente estímulo. Su historia es reveladora. Originalmente un solar donado a los frailes franciscanos recoletos en 1716, fue claustro, luego escuela, asilo de mendigos a partir de 1870, para llegar a convertirse –cien años después– en un centro cultural donde se exhibió lo más excelso del arte nacional e internacional. La inquietud y el empuje de tres reconocidos arquitectos y apasionados por el arte, Clorindo Testa, Jacques Bedel y Luis Benedit, transformaron el sueño en realidad. Cuna del arte y las vanguardias en Buenos Aires, la década de los 80 definió al Recoleta como pionero en cuanto a su propuesta cultural, mientras la recuperación de la democracia se acercaba y, con ella, toda la fuerza de la expresión silenciada. La obra de Marta Minujín, la de Carlos Alonso, Carlos Gorriarena y Hermenegildo Sábat, por citar a algunos, los íconos del Kremlin que se exhibieron por primera vez en Latinoamérica o los inicios de aquel vertiginoso espectáculo de De la Guarda resplandecieron en sus salas. Hoy, el Centro Cultural Recoleta continúa incesante su derrotero, con más de un millón de espectadores que visitan sus muestras durante el año, participan de sus cursos y sus conferencias. Como entonces, su propuesta sigue tendiendo puentes entre la gente y la cultura. A lo largo de tres décadas, testigo de nuevas tecnologías que marcaron rumbos pero, fundamentalmente, una institución reconocedora del arte con mayúsculas, que esencialmente es creador y un agente transformador de la sociedad.
Claudio Patricio Massetti
+ Los centros culturales son espacios con posibilidades de producción de activi-
Director general
dades, presupuestos financieros disponibles o por gestionar, recursos humanos
Centro Cultural Recoleta
y técnicos, bienes y servicios para desplegar y generar diferentes programaciones. Esto facilita el acceso al aprendizaje y al disfrute colectivo de la cultura. Así, los centros culturales permiten emprender un viaje con gran sabor a aventura, para desplegar las actividades que movilizan a la gente con el fin de construir hechos culturales entre artistas, productores, técnicos, trabajadores y el público en general. Como consecuencia inevitable, podemos decir que los centros culturales generan efectos de expansión de ideas, sensaciones, opiniones, imágenes en los ciudadanos. En algunos casos estos efectos atraviesan un proceso de “ida y vuelta”, y retornan y se reciclan tomando otras dimensiones, disparando y generando efectos nuevos. Podemos hacer una analogía y decir que un centro cultural se convierte en un “sol irradiante” de energía social que permite la creación y supervivencia de más vida cultural cercana o distante. Así como el Sol permite la vida en la Tierra, las acciones de un centro cultural promueven la vida cultural en la sociedad. Los centros culturales son, acaso, energía vital de la sociedad contemporánea. Son instituciones generadoras de acciones que representan la diversidad cultural. El Centro Cultural Recoleta es también un puente que vincula la producción de acciones, intercambios y transformaciones que dinamizan la construcción y circulación de sentido. La búsqueda de calidad está siempre presente, en la estética, en el servicio, en el compromiso con el ciudadano. Parecemos una galería de arte, pero no lo somos. Pretendemos ser la representación de la calidad en el espacio público, al alcance de todos, transmitiendo contenidos y recibiendo el beneplácito del ciudadano que se nutre y lo retroalimenta, convirtiéndolo en hábito y práctica ciudadana. Con nuestra labor, transmitimos el valor simbólico de la obra de arte, su contenido, representatividad y sentido, por encima de su valor material y precio en el mercado. Comunicamos y acercamos el arte a la vida cotidiana. Nuestra concepción del arte abarca elementos más allá de lo decorativo y atractivo a la vista. Lo pensamos como una potente herramienta de transformación social, romántico y también humanista, destinado a mejorar la calidad de vida de la gente, permitiendo el acceso a todos los ciudadanos que necesitan de un espacio público para compartir, reflexionar, cuestionar, admirar y disfrutar el arte en su conjunto. Agradezco la oportunidad que me brindaron el señor jefe de Gobierno, ingeniero Mauricio Macri, y el señor ministro de Cultura, ingeniero Hernán Lombardi,
de poder conducir y gestionar el Centro Cultural con mayor actividad en nuestro país. En este fin de año de 2010, conmemorando nuestro tercer año de gestión, nos toca festejar el trigésimo aniversario de esta maravillosa institución; por tal motivo era indispensable convocar a los tres geniales artistas que lo diseñaron: Clorindo Testa, Luis Benedit y Jacques Bedel, para realizar una exposición en nuestra sala principal donde podamos descubrir los signos de ADN de nuestro Centro Cultural y los aportes creativos, estéticos y conceptuales engendrados por ellos. Aprovechamos también esta muestra para presentar este catálogo, que incluye, además de las referencias lógicas a la exposición, reseñas históricas sobre el lugar, el relato de los empleados con mayores experiencias y vivencias en el organismo y los testimonios de cada uno de los directores y directoras que aportaron a la construcción de un modelo cultural único. Pero yo debo confesar que me siento un admirador de lujo de cada uno de estos componentes; el Centro Cultural Recoleta, como un sol, nunca podrá ser definido con una sola mirada. +
Elio Kapszuk
+ Los aniversarios son importantes, son parte del ejercicio de la construcción
Coordinador de Programación
de la memoria. Sin las acciones conmemorativas, el trabajo corrosivo del olvido
y Curaduría
termina sumergiendo la historia.
Centro Cultural Recoleta
Nacido durante la última dictadura militar, el Centro Cultural Recoleta se ha convertido en un referente indiscutible e indisoluble de la cultura de la Ciudad de Buenos Aires, basado y sostenido por la libertad de las ideas. Los sitios son atravesados por la historia y el lugar que ocuparon en ese proceso; por eso, el CCR es una parte significativa de la construcción democrática desde la cultura. En estas tres décadas también se entrecruzan otras historias que fueron constitutivas de artistas, instituciones y vecinos, que se interrelacionaron de distinta forma con este lugar. Cuántos artistas hicieron su primera muestra en estas salas; cuántos expusieron en estos treinta años; cuántas personas participaron de sus actividades; cuántas instituciones dieron sus primeros pasos en el CCR. La creación de arteBA, la inauguración de Villa Villa –primera sala para teatro aéreo–, las Jornadas del color y de la forma, que permitieron que miles de chicos experimentaran con el lenguaje pictórico. En síntesis, hoy el Centro Cultural Recoleta es parte del anecdotario de la ciudad. Siempre me llamó la atención que todos tienen algo para contar de este lugar, que en algún momento los cruzó y les fue significativo. El arte contemporáneo argentino también está atravesado por estas salas que han generado una diversidad de público infrecuente para las propuestas culturales de la ciudad. Ser parte de esta institución es un compromiso con esta historia, es por eso que uno de los ejes que decidimos trabajar es ampliar la mirada y profundizar la diversidad. En estos últimos tres años han convivido artistas de las más distintas tendencias, lenguajes y sistemas expresivos, mostrándonos generalmente su obra más reciente, sus nuevos caminos, sus aperturas, sus intentos, sus dudas y certezas, sus cuestionamientos, sus incomodidades. No se trata de marcar tendencia siempre, sino de establecer un mapeo de lo que sucede. El Centro Cultural Recoleta sigue siendo testigo de su tiempo y alberga a cientos de artistas que de modos distintos siguen demostrando lo más fuerte que tienen: sus ideas. +
Renato Rita
+ La mirada “común” recorre la escena de objetos diseñados en estado de
Curador y asesor general
alerta-intuitivo, como caracteriza Le Corbusier la sustancia del arte (intuición
de Artes Visuales
y racionalidad), con hábitos y condiciones generalmente distintos de aquellos
Centro Cultural Recoleta
a los que está acostumbrado y entrenado el artista. El intento del curador es acercar todo lo posible este escenario a la comprensión sensible que anima el objeto propuesto por el artista. Los lineamientos básicos para el desarrollo de esta tarea fueron iniciados por mi antecesora, la licenciada Laura Batkis, y son los que en definitiva han prevalecido en razón de su acertado criterio. Bedel, Benedit y Testa, en el derrotero contemporáneo del arte argentino, son una conclusión. Es decir, sobresalieron con intuiciones concebidas en una férrea y deslizada actividad, donde el eje de producción no dejó que las tendencias determinaran las intenciones; el sesgo fundante, que la personalidad de estos artistas nutrió, es y fue la constante percepción, en cuanto tono y modo, de las demandas vernáculas que nos acontecen, acompañando de esta manera las exigencias que se desprenden de nuestro crecimiento y desarrollo. El porqué de sus productos artísticos “concluyentes” es el de haber fijado en la propuesta de un quehacer difícilmente administrable, como es la galaxia artística de nuestra época, un hito de pertenencia y sugestión para emprendimientos venideros ausente de enfáticas mutaciones moduladoras de la producción artística. Elegidos por el secretario de Cultura Ricardo Freixá, por sus condiciones de artistas y arquitectos, como lo recuerda Clorindo Testa, recibieron el encargo de diseñar este espacio de la cultura que hoy, con sus treinta años, nos muestra el logro que la convicción y el criterio obtienen. +
30 años del CCR | 11
Helena Ferronato
+ El edificio del Centro Cultural Recoleta es una de las construcciones más
Asistente de curaduría
antiguas de la ciudad de Buenos Aires; se remonta al siglo XVIII, cuando perte-
Centro Cultural Recoleta
necía a los frailes Franciscanos Recoletos. A lo largo de la centuria siguiente el edificio tuvo varios destinos, hasta convertirse en el asilo de mendigos llamado Hogar “Gobernador Viamonte”. Los arquitectos y artistas Jacques Bedel, Luis F. Benedit y Clorindo Testa fueron los profesionales convocados para llevar a cabo la remodelación del antiguo asilo para convertirlo en un complejo cultural en donde funcionarían los museos de Arte Precolombino, de Arte Moderno, de Artes Plásticas “Eduardo Sívori”, de Arte Hispanoamericano “Isaac Fernández Blanco” y del Cine “Pablo C. Ducrós Hicken”; un taller de restauración, el Instituto de Estudios Lingüísticos y Literarios “Juan de Garay”, centros de producción audiovisual y escénica, un auditorio, un teatro al aire libre y varios salones para exposiciones artísticas temporarias, todo delimitado por patios y terrazas con vista a los jardines de la plaza Intendente Alvear. Bedel, Testa y Benedit eligieron preservar las antiguas edificaciones combinándolas con la audacia del diseño contemporáneo para evidenciar arquitectónicamente y optimizar el uso de una serie de edificios construidos y modificados a través del tiempo. Por ello, la propuesta tendía a que los distintos museos y espacios no estuvieran separados, sino que se integraran en un recorrido conceptual. De este modo, la articulación no buscó suavizar los contrastes estilísticos, sino que, por el contrario, destacó las características respectivas. De ese modo, el conjunto se expresó en diseños, volúmenes, espacios, texturas y colores. El contrapunto de arquerías coloniales con tuberías de aire acondicionado, las ventanas triangulares que dialogan con las ventanas originales o arcadas de ficción que contrapuntean con las arquerías del viejo convento integraron lo nuevo a lo viejo, sin perder el respeto y la admiración por el pasado y sin tener que subordinar el uno al otro; de este modo se exaltan ambos léxicos. El proyecto no fue una reconstrucción, sino una transformación. La nueva obra arquitectónica resignificó en el uso algunos espacios existentes. Así la capilla gótica se convirtió en auditorio y los claustros, en galerías de exposición. Utilizaron una variada paleta de colores para diferenciar los momentos históricos en los que fue construido cada edificio. Así la parte colonial fue blanca, la italiana del siglo XIX, rosa viejo, y con otros colores como el celeste y el naranja se pintó lo nuevo. Los espacios exteriores se conservaron en su totalidad –respetando los ejemplares de árboles y plantas de mayor importancia, alrededor de los cuales se
instalaron canteros– y algunos claustros fueron transformados en patios –cada uno con una característica distintiva– rodeados de escaleras de hormigón, pasarelas y marquesinas metálicas, dando origen a los patios del Tilo, de los Naranjos, del Aljibe y de la Fuente. El 3 de diciembre de 1980 la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires inauguró las primeras obras realizadas del Complejo Museográfico, al que bautizó con el nombre de Centro Cultural Ciudad de Buenos Aires, como parte de la celebración de los cuatrocientos años de la fundación de la ciudad. Treinta años transcurrieron desde que Bedel, Testa y Benedit imaginaron la infraestructura contenedora de una institución cultural, que se fue adaptando a las necesidades y requerimientos de los artistas y creadores y de un público ávido de propuestas innovadoras y de calidad, modificando el uso de sus espacios e inclusive convirtiendo en oficial la denominación con la que popularmente se lo conocía. El Centro Cultural Recoleta crece y se desarrolla culturalmente a partir del concepto de “nada se destruye, todo se transforma” que le supieron imprimir con práctica sabiduría tres maestros del arte y la arquitectura. +
TESTA + BEDEL + BENEDIT Entre la imagen, la idea y el objeto
Raúl Santana
+ Hacia fines de la década del 70, la entonces Intendencia Municipal de la Ciudad de Buenos Aires propuso remodelar lo que hasta poco tiempo antes había sido el asilo de ancianos Hogar “Gobernador Viamonte” para transformarlo en un centro que albergara los museos de la ciudad. El concurso fue ganado por tres activos profesionales de nuestro medio: Clorindo Testa, Luis F. Benedit y Jacques Bedel, quienes, además de la práctica de la arquitectura, estaban intensamente abocados a las artes visuales con un merecido reconocimiento. Los edificios –desde algunos del siglo XVII hasta los que por fin constituyeron el hogar– presentaban una diversidad compleja a resolver. El proyecto llevado a cabo –conservando cuidadosamente los claustros y los espacios originales– finalmente transformó el heterogéneo conjunto edilicio en un espacio coherente para la realización de exposiciones y demás actividades de los museos. Pero del antiguo propósito quedó lo que hoy conocemos como el Centro Cultural Recoleta. Al cumplirse treinta años de aquel emprendimiento, la institución invitó en carácter de homenaje a aquellos tres grandes artistas que estuvieron en el proyecto original para conmemorar el aniversario de lo que se transformó en uno de los espacios más concurridos y exitosos de la ciudad. Pertenecientes a tres generaciones distintas, los planteos de Clorindo Testa, Luis F. Benedit y Jacques Bedel tienen marcadas diferencias en lo formal, pero también señaladas afinidades en lo conceptual. No es casual que en 1971 los tres formaran parte del naciente Grupo de los Trece, que se definía por lo que entonces llamaron “arte de sistemas” y que tuvo una destacada actuación por casi dos décadas en nuestro medio. El grupo proponía concebir las obras como resultado de un deliberado espíritu analítico, donde se desplegaban entre la imagen, la idea y el objeto. Impulsado por el CAyC –el legendario Centro de Arte y Comunicación dirigido por Jorge Glusberg–, en 1977 obtiene el Gran Premio Itamaraty en la XIII Bienal Internacional de San Pablo con la muestra colectiva Signos en ecosistemas artificiales.
Clorindo Testa Realizó su primera exposición individual en 1952 en la galería Van Riel, que por entonces venía nucleando las más novedosas inquietudes vanguardistas. Pero su nombre irrumpió propiamente hacia fines de la década, cuando ya estaba vinculado a la actitud rupturista que significó el “informalismo”, aquella aventura con la materia que tendría corta vida, pero aportaría una actitud vital e inspirada, opuesta a la racionalidad y despersonalización propuestas por las geometrías emergentes en la década anterior. Pero la oposición de los
informalistas no solo se daba con respecto a las geometrías, sino también a la tradición pictórica, valorizando al máximo el gesto espontáneo, que en su arte adquirió un valor primordial, generando pinturas cuya materia expresaba una elocuente puesta en obra de las pulsiones del artista. Esta actitud será fundamental para algunas estéticas que se desarrollaron en la década del 60. Aquella gestualidad –a veces acumulativa–, no obstante las transformaciones del arte de Testa a lo largo de su trayectoria, siempre reaparecerá como un insistente bajo continuo. Basta observar hoy La explosión, pieza realizada con motivo del criminal atentado a la AMIA, para percibir en los pequeños cuadritos que la componen la presencia de aquel gesto soberano; también estará presente en el Autorretrato, de 1987, o en Mancha azul, de 2010. Pero ya desde comienzos de la década del 70 sus obras tendrán cada vez más una fuerte impronta narrativa; recuerdo La peste en Ceppaloni o La fiebre amarilla, para nombrar solo dos, donde el artista creará imaginarios apelando a los más variados medios: pinturas, dibujos –que a veces serán realizados con aerosol como un tributo a la imagen popular– y objetos que, por fin, dispuestos en los espacios y en los muros, serán inquietantes instalaciones o ambientaciones, que evocarán los motivos con visiones sintéticas. En estas piezas a veces la historia, otras el presente o la antropología serán puntos de partida que entran y salen oscilando entre tensas y significativas imágenes para proponer un espacio estético que se inscribe en lo que en las últimas décadas fue definido como “concepto ampliado del arte”. Un arte que trasvasa los tradicionales valores –en sentido museístico– para inaugurar inéditas metáforas sobre la sociedad y la cultura. En un reportaje realizado en 1989 para la revista Artinf, Testa dijo, refiriéndose a sus obras: “…las voy variando y no me importa que estilísticamente una cosa sea distinta que otra: muchas veces la ligazón la podés hacer con imágenes o elementos de otros años…”. Por ejemplo, los obispos que hoy presenta formaron parte de la instalación que realizó en 1989 en el ICI denominada La línea. Aquellas palabras de Testa son claves para entender por qué en sus muestras el artista asume una libertad que muchas veces bordea el escándalo. Ocurre que Testa combina de manera admirable la distanciada ironía con la entrega a un humor casi infantil. Basta ver en esta muestra obras como El pájaro (1992) o El gato, del mismo año, ambas de cerámica esmaltada, o Gliptodonte, de 1988, realizado con cerámica, barro, telgopor y madera, para encontrar el humor y la ironía antes mencionados. Por otra parte, es paradójico que el gran arquitecto Clorindo Testa, cuyas innumerables obras arquitectónicas fueron realizadas para resistir al tiempo, propicie en sus instalaciones y ambientaciones un arte “efímero” haciendo ingresar el tiempo y su incidencia como protagonista esencial. Esta posición lleva al artista a proponer lo que
T+B+B | 16
podríamos denominar una “estética precaria”. Trabajos como Obispo muerto (1988), Obispo vivo (1989), Jaula con perro (1997) y Lámpara troglodita (2009), realizadas con madera de cajón y papel moldeado, parecerían, con su precariedad, una burla al valor asignado históricamente a la obra de arte. Aquel valor que Walter Benjamin definió como “aurático”. Es obvio, después de una cuidadosa recorrida por la producción de Clorindo Testa, que el artista pareciera minimizar el valor del objeto artístico para proponer una obra que sea “acontecimiento”; es decir, algo que no está hecho para resistir al tiempo, sino para aceptar su voracidad.
Jacques Bedel Realizó su primera exposición individual en 1968 en la galería Galatea. Casi al final de aquella década eufórica en la que todo parecía posible, incluso –como decía Rimbaud– la transformación de la vida. Su entrada al arte lo muestra como escultor que trabaja en los parámetros del arte cinético con aquellas obras que el artista denominó “cromosombras”. El movimiento, la luz y la sombra serán temas reiterados, aun cuando Bedel ya trabaje con otras propuestas. También de aquella primera etapa le quedará su constante recurrencia al universo de la técnica, que será un aliado permanente para la concepción y realización de sus obras. Alejado por completo de los materiales tradicionales del arte, sus esculturas y pinturas se verán siempre como resultado de singulares invenciones y alquimias. Como Benedit, aunque con otros propósitos, sus obras –a las que el crítico brasileño Fabio Magalhaes denominó con acierto “Poéticas trascendentes”– convocan a cada momento de su andadura un cruce de lenguajes que expresarán las multifacéticas preocupaciones del artista: los enigmas del cosmos, la memoria de las ciudades, la oposición entre naturaleza y cultura, la invención de una arqueología propia y la búsqueda de Dios o lo sagrado. Grandes interrogantes del artista que manifiestan una afección muy contemporánea del fin de milenio y a más de un siglo de aquella sentencia pronunciada por Nietzsche: “Dios ha muerto”. Sentencia que debemos interpretar como la muerte del sentido del mundo clausurada con la muerte de Dios. Y no hay duda de que aquella sentencia ya portaba la intuición de lo que hace unas pocas décadas Lyotard denominó “la caída de los grandes relatos” en su magnífico libro La condición posmoderna. Si admitimos que uno de los grandes relatos –quizás el central– es el bíblico, es obvio que Bedel –basta recorrer la temática de sus obras– pareciera reclamar aquel sentido desconforme con la inmanencia que advino al mundo en estos tiempos posmodernos de
30 años del CCR | 17
“estructuras débiles” donde, como contrapartida, es notable el retorno de lo religioso o la búsqueda de lo sagrado. Ocurre que ni la razón, ni la ciencia, ni la filosofía, ni la “técnica” han logrado iluminar el oscurecimiento de la existencia tal como sucede en nuestros días. Es ahí donde el gesto trascendente del artista llena sus obras de constantes luces y sombras que parecieran surgir como un dictado de la lucha contra el vacío que nos asedia. Los relieves y pinturas de paisajes imaginarios que hoy presenta el artista, fieles al sentimiento del mundo que lo habita, traspasan los límites de la experiencia sensible para proponer visiones metafísicas que a veces parecen consecuencia de alucinaciones. En los cinco temas que recorren sus imágenes: llanos –que pertenecen a la serie denominada El llano en llamas, como tributo a Juan Rulfo–, ciudades, mares, cielos y explosiones, jamás encontramos una naturaleza mansa y domesticada como la de aquellos paisajes de los siglos XVIII y XIX –y excluyo de esta consideración al genio de Turner– que parecen la recuperación del paraíso perdido. En las obras de Bedel la naturaleza es misteriosa y enigmática, irreductible a las leyes de la razón, está llena de oscuros recovecos, feroces amenazas y provocadores signos que parecen anunciaciones o premoniciones fantásticas. Paisajes que se resisten a cualquier actividad humana que quisiera reducirlos para incorporarlos a la cultura; casi primigenios, podrían ser algunos de los escenarios bíblicos donde el hombre espera que la voz de Dios hable desde los cielos o de los tiempos míticos donde los dioses paganos traman cada día en secreto los destinos del hombre. Con sus metamorfosis y transformaciones, la obra de Jacques Bedel configura una épica donde la energía que la atraviesa es la lucha indestructible entre Eros y Tánatos, esos protagonistas fundamentales de su arte y también de nuestra existencia. +
Luis F. Benedit Pintor autodidacta, realiza su primera exposición individual en 1961 en la galería Lirolay, dos años antes de recibirse de arquitecto. Estamos en los inicios de la paradigmática y fecunda década que vino a conmover el escenario artístico de nuestro medio con la heterogeneidad de sus propuestas. Aquellas primeras obras de Benedit –que ya representaban temas argentinos que serían una constante a lo largo de su trayectoria, aunque con otros abordajes– muestran pinturas con potente y contrastado color vinculadas al art brut, aventura comenzada en la posguerra por Jean Dubuffet, que cuestionará a fondo los métodos y conceptos del arte occidental. Pero la irrupción de su nombre vendrá
T+B+B | 18
cuando, en la XXXV Bienal de Venecia (1970), represente a la Argentina con Biotrón, hábitat artificial que contenía cinco mil abejas vivas. Aquella obra y las que realizaría durante algunos años más manifestaban las preocupaciones de Benedit por indagar la oscilación entre naturaleza y cultura. Desde entonces su camino, con vertiginosas transformaciones, seguirá acrecentando un imaginario cargado de signos expresivos que no se resolverá en un lenguaje único, sino en obras altamente especulativas que se desdoblan en otras desplegando lenguajes que van de la imagen al concepto, de la representación a la escritura y de la pintura al roce de especulaciones científicas. Esta versatilidad de sus imponderables obras, al entrecruzar distintos códigos, crea una variedad de estímulos que transforman su estética en una aventura que pone en funcionamiento mucho más que la simple mirada, aunque sea la imagen visual el punto de partida. Su recurrencia a los sistemáticos estudios que nutrieron su imaginación de artista propone singulares y elaboradas visiones en las que no se priva de incluir también procedimientos de arquitecto en los trazados de planta, elevación y corte de sus dibujos. Sus inagotables narrativas se manifiestan como puntuales relevamientos de la historia, la sociología, la geografía, la etnología y el campo. De ahí la relevancia que adquiere el cuchillo –figura de permanente circulación en sus instalaciones– como un constante dato de nuestra identidad gauchesca. En el pequeño grupo de obras que hoy presenta el artista, están como claves muchas de las preocupaciones antes mencionadas. La instalación Carne nos remite al suicidio de Lisandro de la Torre y sus debates acerca de la vaca, ese esencial producto argentino que, más allá de su valor, adquirió una dimensión metafísica que está en la base de bienestares y malestares. Y no puedo dejar de evocar otras instalaciones realizadas por el artista que aluden al suicidio de Leopoldo Lugones, Alfonsina Storni y Horacio Quiroga y configuran en su conjunto una profunda reflexión sociológica. Otra vertiente la encontramos en los transfigurados Ranchos de piedra, cuyo pulcro diseño hace de la precariedad del hábitat del gaucho un símil que funciona como arquetipo. También de su relevamiento del campo se muestra La tijera de descornar, probablemente empleada para impedir que los toros se hieran o hieran a las vacas. En cualquiera de los casos la tijera propone innumerables metáforas. Otro aspecto aparece en los magníficos diseños de muebles y objetos realizados con huesos de animales. Debemos recordar que caballos y vacas traídos por los españoles han dejado sus huesos a lo largo y a lo ancho de la pampa mientras se gestaba el mestizaje de este sur que habitamos. Y no faltan en la muestra los resultados de sus indagaciones de los textos y láminas del jesuita de Silesia Florián Paucke (1719-1780), que vivió quince años entre los mocovíes de Santa Fe. Benedit transforma en objeto pecera con peces vivos –no exento de gracia– la lámina
30 años del CCR | 19
de Paucke que lo representa cruzando el río con una canasta amarrada a la boca del indio que lo lleva a nado. Otra evocación, ahora etnológica, es la carbonilla que alude al viajero Del Pozo mientras dibuja por primera vez a un indio patagón. También es citado Humboldt –cuyos testimonios han sido fundamentales para Benedit– al recrear el volcán Pichincha tal como lo había dibujado el naturalista, dándole un impulso decisivo a la cartografía. Imposible incluir la obra de Benedit en cualquiera de las tendencias de nuestro medio, y mucho menos conceptualizarla como algo unívoco. Solo es posible señalar que ella está atravesada por un obsesivo y apasionado deseo de explorar, con todos los procedimientos que pone en juego, no solamente la vida pasada y presente de nuestro país sino el sustrato regional de nuestra identidad. +
Testa, Bedel y Benedit en uno de los patios del antiguo asilo de ancianos, 1980 Foto: Oscar Balducci
T+B+B | 20
30 a単os del CCR | 21
TESTA
T+B+B | 22
Derecha y páginas 24 y 25: Gliptodonte, 1988 Cerámica, madera, telgopor y barro 150 x 80 x 300 cm Foto: Estudio Roth
30 años del CCR | 23
Jaula con perro, 1997 Jaula de madera y papel 140 x 150 x 68 cm Foto: Estudio Roth
T+B+B | 26
Jaula con perro, 1997 Jaula de madera y papel 140 x 150 x 68 cm Foto: Estudio Roth
30 a単os del CCR | 27
Páginas 28 y 29: La explosión, 1994 Madera y acrílico sobre tela 40 x 150 x 20 cm Foto: Estudio Roth
El pájaro, 1992 Cerámica esmaltada 44 x 40 x 65 cm Foto: Estudio Roth
T+B+B | 30
Obispo muerto, 1989 Madera, papel y pintura 275 x 118 x 110 cm Foto: Estudio Roth
30 a単os del CCR | 31
Lรกmpara troglodita, 2009 Madera y papel 180 x 55 x 55 cm Foto: Estudio Roth
T+B+B | 32
Obispo vivo, 1989 Madera, papel y pintura 170 x 61 x 110 cm Foto: Estudio Roth
Página 34: Mancha azul, 2010 Acrílico sobre tela 150 x 150 cm
Foto: gentileza Estudio Clorindo Testa
Página 35: Mancha verde, 2010 Acrílico sobre tela 150 x 150 cm
Foto: gentileza Estudio Clorindo Testa
30 años del CCR | 33
T+B+B | 34
30 a単os del CCR | 35
BEDEL
T+B+B | 36
El llano en llamas, 1981 Hierro electrolĂtico sobre madera 100 x 100 cm Foto: Jacques Bedel
30 aĂąos del CCR | 37
El llano en llamas, 1996 Aluminio electrolítico y sílice sobre madera 110 x 280 cm Foto: Oscar Balducci
Páginas 40 y 41: El llano en llamas, 2007 Técnica mixta s/PET 122 X 244 cm Foto: Fabián Cañás
T+B+B | 38
30 a単os del CCR | 39
T+B+B | 40
30 a単os del CCR | 41
T+B+B | 42
30 a単os del CCR | 43
Páginas 40 y 41: Iluminaciones II, 2009 Fotografía sobre PVC y técnica mixta 120 x 240 cm Foto: Jacques Bedel
Hipótesis para la sombra de un punto, 2003 Técnica mixta bajo HIP 200 x 200 cm Foto: Oscar Balducci
El árbol de la ciencia del bien y del mal, 2004 Técnica mixta bajo HIP 200 x 200 cm Foto: Oscar Balducci
Página opuesta: El llano en llamas, 2003 Técnica mixta bajo HIP 200 x 200 cm Foto: Oscar Balducci
T+B+B | 44
30 a単os del CCR | 45
Sílfides, 2010 Fotografía sobre PVC 120 x 240 cm Foto: Jacques Bedel
T+B+B | 46
30 a単os del CCR | 47
Las ciudades de plata, 1994 Aluminio y hierro electrolĂtico sobre material sintĂŠtico 100 x 300 x 7 cm Foto: Oscar Balducci
T+B+B | 48
30 a単os del CCR | 49
La ciudad junto al río inmóvil, 1994 Fotografía sobre PVC 120 x 240 cm Foto: Jacques Bedel
T+B+B | 50
30 a単os del CCR | 51
T+B+B | 52
30 a単os del CCR | 53
La mar Océana, 2010 Fotografía sobre PVC 120 x 240 cm Foto: Jacques Bedel
Páginas 52 y 53: La mar Océana, 1984 Aluminio electrolítico sobre papel Kraft 95 x 185 cm Foto: Jacques Bedel
T+B+B | 54
30 a単os del CCR | 55
BENEDIT
30 a単os del CCR | 57
José del Pozo retratando a los patagones – Malaspina, 1992 Lápiz sobre papel y proyección 142 x 196 cm Foto: Estudio Roth
Página 57: Del viaje del Beagle - Delfín Fitz Roy, 1987 Carbonilla sobre tela 200 x 200 cm Foto: Estudio Roth
T+B+B | 58
Volcán Pichincha, 1992 Lápiz sobre papel y proyección de Alejandro von Humboldt 146,5 x 197 cm Foto: Estudio Roth
30 años del CCR | 59
Tijera de descornar, 1991 Madera, plexi y tijera de descornar verdadera de acero y madera 71 x 101 x 8 cm
Foto: Estudio Roth
Páginas 62 y 63: Del viaje de Florián Paucke S.J., 1991 Plexi, resina epoxi, óleo, esmalte, piedras, filtro aireador, termómetro, peces vivos y texto de Florián Paucke Foto: Facundo de Zuviría
T+B+B | 60
T+B+B | 62
Rancho de piedra A, 2002 Granito azul labrador noruego 26 x 27 x 20 cm Foto: Gustavo Sosa Pinilla
Rancho de piedra B, 2002 Granito giallo veneziano 26 x 27 x 20 cm Foto: Gustavo Sosa Pinilla
Rancho de piedra C, 2002 Mármol verde Guatemala 26 x 27 x 20 cm Foto: Gustavo Sosa Pinilla
Rancho de piedra D, 2002 Mármol silver 26 x 27 x 20 cm Foto: Gustavo Sosa Pinilla
Rancho de piedra E, 2002 Mármol negro Marquina 26 x 27 x 20 cm Foto: Gustavo Sosa Pinilla
T+B+B | 64
30 a単os del CCR | 65
Agrupaci贸n 7, 2004 Carbonilla sobre tela 200 x 200 cm Foto: Gustavo Sosa Pinilla
T+B+B | 66
San Martín en Chacabuco, 2002 Carbonilla sobre tela 153 x 192 cm Foto: Estudio Roth
30 años del CCR | 67
Prototipo Sleeping chair, 2002 Madera y tapizado 87 x 37 x 44 cm Pรกgina opuesta: Silla de hueso A, 2008 Hierro y huesos de vaca y caballo lustrados y pulidos 82 x 45 x 47 cm
T+B+B | 68
Biografías
Clorindo Testa Nacido en Nápoles, Italia, en 1923. Egresado de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires en 1948. En 1952 expone en la Galería Van Riel. Realizó exhibiciones individuales e integró numerosas muestras colectivas en el país y en el extranjero. Participó en las bienales de Venecia y San Pablo en varias oportunidades. En 1961 le otorgaron el Premio Di Tella; en 1977, con el grupo CAyC, obtuvo el Gran Premio Itamaraty en la Bienal de San Pablo, y en 1997, el primer premio en Pintura de la Universidad del Salvador. Otras exposiciones y distinciones: Arlequín de Oro, Fundación Pettoruti (1999); Premio del Cincuentenario AACA/AICA (2000); retrospectiva Arquitecto y Artista, Netherland Architectural Institute, Rótterdam, Holanda (2000); Premio Banco Ciudad, mención especial (2002); Veintemasdós, junto con Ennio Iommi, Galería Del Infinito (2003); Clorindo Testa en el Cabildo de Córdoba (2004); Dos maestros irreverentes y su invitado, con Ennio Iommi y Lorenzo Barra, Galería Del Infinito (2007); Primer Premio Nacional de Pintura Banco Central (2007); Foto: Carolina Santos
+amanzanamientos (2008), exposición individual en Galería Agalma.Arte; Los que quedamos, con Enio Iommi, Miguel Ocampo, Martín Blaszko, María Juana Heras Velasco, Eduardo Mac Entyre, Dalila Puzzovio, Charlie Squirru, Jorge Demirjian, Felipe Pino y Alejandro Puente (2009). En su tarea de arquitecto obtuvo numerosos premios, asociado con varios colegas. Realizó la Cámara de la Construcción (1951), el Banco de Londres y América del Sur (Lloyd’s Bank) (1960), la Biblioteca Nacional (1962), el Centro Cívico de Santa Rosa, La Pampa (1956), el Hospital Naval (1970), el Centro Cultural de la Ciudad de Buenos Aires (1979). Obtuvo el Premio Arquitecto de América (1987) y los títulos Doctor Honoris Causa, de la Universidad de Buenos Aires (1992), y Honoris Causa in Architettura, de La Sapienza - Roma, Italia (2003). Entre sus trabajos, invitaciones y premios figuran la realización del Centro Cultural Recoleta (1990); el Concurso Internacional para el Museo de la Acrópolis, Atenas, Grecia (1991); el Auditorium de la Paz (1993); la sede del Colegio de Escribanos de la Capital Federal (1998); el Proyecto Universidad Torcuato Di Tella (1998); invitado especial a la Bienal de Arquitectura de San Pablo, Brasil (1999); la exposición The Un-Private House, en el Museum of Modern Art (MoMA), Nueva York (1999); invitado especial a la Bienal de Venecia, Italia (2000); el Concurso
Páginas 68 y 69: Benedit, Testa y Bedel en el estudio de Clorindo Testa, 2010 Foto: Carolina Santos
Internacional de Proyecto The City of Cultures, Milán, Italia (seleccionado entre los 10 finalistas) (2000); invitado especial a la Bienal de Arquitectura de Venecia, Italia (2001); el primer premio Ciudad Cultural Konex, en Abasto (2003); el
30 años del CCR | 73
primer premio Árbol de la Vida ETZ JAIM Comunidad AMIJAI (2004); la Biblioteca del Palacio Legislativo de Santa Rosa, La Pampa (2005); el Museo Agropecuario INTA Castelar (2006), el primer premio Módulos de Viviendas en 4 Regiones de la República Argentina para el Banco Hipotecario, Región E (Formosa, Chaco, Santiago del Estero, Misiones y Corrientes) y el tercer premio en la Región C (Mendoza, San Juan y San Luis) (2007); el primer premio Concurso Nacional de Anteproyectos para el Frente Ribereño de San Fernando y sus accesos públicos (2008). Entre sus proyectos actuales se encuentran la Librería para el Fondo de Cultura Económica, en el barrio de Palermo, Capital Federal; la Universidad Nacional de Tres de Febrero, en la provincia de Buenos Aires, y la Universidad del Salvador, sede Lavalle 1854/78. Recibió un tercer premio en el Concurso Nacional de Anteproyectos Vivienda Experimental (2009). Jacques Bedel Nació en Buenos Aires en 1947. Escultor, pintor, diseñador y arquitecto egresado de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires. En 1968 obtiene una beca del gobierno francés para realizar investigaciones en el área de las artes plásticas en ese país. En 1972 es invitado a formar parte del Grupo CAyC, fundado por Jorge Glusberg, junto a artistas de renombre, como Grippo, Testa y Benedit, entre otros. En 1974, el British Council le otorga una beca para realizar estudios de escultura en Londres, y en 1980 obtiene el Premio Fulbright para llevar a cabo investigaciones en el National Astronomy and Ionosphere Center de la Cornell University y en la NASA, en Washington, Estados Unidos. Ese mismo año se inaugura el Centro Cultural Ciudad de Buenos Aires, proyecto de Jacques Bedel, junto con los arquitectos Clorindo Testa y Luis Fernando Benedit. Ha sido invitado a 14 bienales internacionales de arte y ha participado en más de 400 exposiciones en la Argentina y el extranjero; entre las últimas se destacan Le mille e una notte (Roma, 2005); Ficciones (Buenos Aires, 2005, Foto: Carolina Santos
en la sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta), gran muestra antológica que se acompaña de una monografía sobre su obra artística (Jacques Bedel, Buenos Aires, Antoine Raymond, 2005); Political Crimes (Londres, 2008), y Aproximaciones, en el Museo Nacional de Bellas Artes (Buenos Aires, 20082009), que coincidió con la publicación de Jacques Bedel. Aproximaciones (Buenos Aires, Antoine Raymond, 2008). Paralelamente a su trayectoria artística, Bedel realiza una obra arquitectónica coherente, síntesis de lo clásico y lo moderno, compuesta mayormente por viviendas unifamiliares y cascos de estancia en Argentina, Uruguay y Chile.
T+B+B | 74
Ha obtenido 45 premios nacionales e internacionales, entre los cuales se destacan la Medalla de Oro en la Exposición de las Naciones Unidas en 1975, el Gran Premio de la Bienal de San Pablo en 1977, el Gran Premio de Honor en la I Bienal Internacional de Montevideo en 1980, una Medalla de Oro en la II Bienal de Arquitectura de Buenos Aires en 1987, el Gran Premio Leonardo al Artista del Año, en 1996, el Gran Premio Latinoamericano en la VII Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires en 1998 y la Medalla de Oro de la Bienal de Arquitectura, Buenos Aires, 1998. Sus obras se encuentran en colecciones privadas y museos en la Argentina y en el extranjero. Vive y trabaja en Buenos Aires Luis F. Benedit Artista plástico y arquitecto argentino, Luis Fernando Benedit nace en Buenos Aires en 1937. Pintor autodidacto, sus primeras obras se relacionaban con la estética del informalismo. Su trayectoria plástica se inicia en la década del 60, con un conjunto de trabajos realizados en base a esmaltes industriales. En 1963 se gradúa de arquitecto en la Universidad de Buenos Aires y viaja a España –donde reside en Madrid dos años– para especializarse en arquitectura popular. En 1967 es becado por el gobierno italiano, y estudia paisajística en Roma. Comienza a investigar la posibilidad de transformar el hábitat de los animales. Exhibe su primera obra, en la cual introduce peces. En 1970 representa a la Argentina en la XXXV Bienal de Venecia, donde exhibe su obra Biotrón, con 4.000 abejas vivas que podían optar entre la alimentación natural o la artificial. En esta etapa, su obra se inscribe dentro de las manifestaciones de arte conceptual, ligadas al ecologismo. Realiza experiencias biológicas y fisioquímicas y produce numerosos hábitats artificiales que evidencian estructuras de comportamiento animal y vegetal. Foto: Carolina Santos
En 1972 es el primer artista latinoamericano invitado a exhibir en el espacio Projects del Museum of Modern Art de Nueva York (MoMA), donde presenta la obra Fitotrón, un cultivo hidropónico. Desde 1971 integra, junto con otros artistas conceptuales, el Grupo de los Trece, posteriormente llamado Grupo CAyC. En 1977 obtienen el Gran Premio por la obra colectiva presentada en la XIV Bienal de San Pablo. Entre 1973 y 1978 crea obras ejecutadas en lápiz y acuarela sobre papel que incluyen descripciones lingüísticas y la representación en escala de sus dibujos: animales, insectos, carretas y ranchos, y posteriormente, objetos y herramientas que generaron cambios en la estructura productiva del campo argentino.
30 años del CCR | 75
En el período 1977-1982 realiza acuarelas y objetos a partir de los dibujos de su hijo Tomás, entonces de siete años. Son obras que se exhiben en tres etapas de un mismo proceso: el dibujo original del niño, el plano analítico del diseño basado en su composición y el objeto final. En 1980 su discurso se centra en la reflexión acerca de la identidad cultural, la problemática regional y el rescate de la memoria histórica, temas que ya se han manifestado en etapas previas y que también persisten en su obra posterior. Entre 1984 y 1986 sus trabajos están compuestos mediante la interrelación pintura y objeto. Símbolos que aluden a la actividad del gaucho y a la vida del campo: duelos, cuchillos, etc. También trabaja en una serie de dibujos basados en las litografías del pintor costumbrista Juan León Pallière (1823-1887). Desde 1986 a 1988 lleva a cabo pinturas y objetos formulados a partir del relevamiento de la flora y fauna de la Patagonia que realizó Charles Darwin entre 1831 y 1836 a bordo de la nave Beagle, comandada por el capitán Fitz Roy. También trabaja sobre las primeras imágenes de indígenas registradas por el pintor sevillano José del Pozo en 1789, durante la expedición de Alejandro Malaspina a los mares del Sur. En 1987 obtiene el primer premio de Pintura del LXXVI Salón Nacional. Entre 1986 y 1991 efectúa una serie de reinterpretaciones de la obra de Florencio Molina Campos (1891-1959), acuarelas, dibujos y objetos; herramientas que introdujeron cambios culturales en el campo y series de obras, basadas en el formato de las viviendas populares llamadas ranchos, empleando materiales tan disímiles como crin de caballo, trozos de ramas, lana o terrones de azúcar. En el período 1991-1998 hace instalaciones que llama “Obras-Informe”, las que involucran diversos elementos –como proyecciones, minerales, cueros, y documentación– y diseños especiales –como lámparas y cuchillos y producción de muebles en piezas únicas–. De 1996-2002 son sus primeras piezas realizadas en hueso de vaca y caballo, armadas a través de fragmentos lijados y pulidos. Crea mesas, sillas, objetos de distinto formato y paneles con señalética luminosa, que indican el consumo de carne argentina en distintos años; objetos de madera y mercurio sobre sitios nacionales paradigmáticos, como faros o el Hotel de los Inmigrantes, ranchos realizados en un solo bloque y en distintas clases de mármol. Entre 2002 y 2010 produce piezas de hueso, acuarelas basadas en reinterpretaciones de obras de los pintores Madí y concretos y carbonillas de gran formato basadas en iconografía indígena y descendientes de caciques pampeanos. Página opuesta: Bedel, Benedit y Testa en el patio del Tilo del antiguo asilo de ancianos, 1980 Foto: Oscar Balducci
Ha realizado exhibiciones individuales y colectivas en América, Europa y Asia y la mayor parte de su obra gira en torno del rescate de nuestra memoria cultural y regional.
T+B+B | 76
30 a単os del CCR | 77
403 a帽os de arquitecturas e instituciones en el predio de la Santa Recolecci贸n
Lic. Valeria Bortoletto
1580-1717. Proyecto y primera construcción de la capilla
CeDIP
y el convento en la Chacra de los Ombúes En 1580, luego de la fundación de Buenos Aires, Juan de Garay reparte 65 suertes o parcelas de tierra del llamado Pago de la Costa. La suerte Nº 5, que se extendía en el actual barrio de la Recoleta, le correspondió al adelantado Rodrigo Ortiz de Zárate. Conocida como Chacra de los Ombúes, albergó a sucesivos dueños que establecieron labradíos en esos antiguos viñedos. El gobernador de Buenos Aires, don Juan Alonso de Valdez, y el procurador franciscano Pedro de la Torre solicitan al rey de España la creación de un convento y una capilla, con motivo de la donación ofrecida por el capitán Bustinza. Debido a la lentitud de las tramitaciones de las Leyes de Indias, el donante y el sacerdote murieron antes de concretar el proyecto. En las ciudades americanas era habitual que el patronazgo de las principales familias contribuyera a la expansión de las órdenes religiosas El mercader y constructor Juan de Narbona levanta una pequeña capilla, cuatro celdas monásticas y un obrador para la edificación del Convento y la Iglesia de la Santa Recolección en tierras pertenecientes a la Chacra de los Ombúes. Estos territorios, alejados del centro urbano, eran apropiados para el retiro que imponía la orden llamada de los Recoletos, rama franciscana fundada en España en 1448. En 1716 doña Gregoria Herrero de Hurtado, heredera de los Ombúes, cede al síndico Juan de Narbona la parte alta del territorio de la chacra para la continuación de las ya iniciadas obras del convento e iglesia. Como Narbona era oriundo de Zaragoza y devoto de la Pilarica, pone como condición que el mencionado edificio esté bajo la advocación de la Virgen del Pilar.
1717-1822. Vida contemplativa y labores comunitarias en el Convento de la santa Recolección En 1717 llega a Buenos Aires la autorización de Felipe V para la fundación del convento. En 1718 el Noviciado es elevado a Guardianía de la Orden de la Santa Recolección de la Estrecha Observancia del Señor San Francisco. Esta identificación se debe a la reforma que en 1556 estableció Pedro de Alcántara en España. Durante quince años se desarrolló la construcción definitiva del complejo religioso. La arquitectura del Convento de la Recoleta se origina en la estricta disciplina que los monjes debían acatar. La vida contemplativa y el trabajo se desarrollaban en espacios organizados a través de patios cuadrangulares
30 años del CCR | 79
rodeados de galerías porticadas con arcos y columnas. Detrás de estos corredores se encontraban las celdas, salas de trabajo y estudios, refectorio y cocina común. Hasta comenzado el siglo XIX, los frailes cultivaron, entre la iglesia y el convento, una huerta para el propio abastecimiento. En otro sector adyacente a ella se emplazó, según lo establecían las leyes españolas, un cementerio bendecido o camposanto. Caído el virreinato, en épocas del gobierno del Directorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata, el padre recoleto Francisco de Paula Castañeda habilitó, en enero de 1815, una Academia de Dibujo en el convento, a la que asistieron 18 alumnos. Seis meses después, la entidad fue trasladada al Consulado de Buenos Aires,1 y pasó luego a convertirse en la Cátedra de Dibujo de la Universidad, entrando así a formar parte del programa de la educación superior Francisco de Paula Castañeda. Dibujo de Ch. Decaux
del país. Según el profesor J.A. García Martínez, la iniciativa del padre Castañeda constituye un antecedente directo de la enseñanza artística en el país.2
1822-1856. Expropiación del convento y nuevos destinos del edificio. Creación del Asilo de Mendigos Durante 1822, los diecinueve religiosos que habitaban el Convento de la Recoleta debieron abandonarlo. En diciembre de 1821, el Decreto de Reforma Eclesiástica del gobernador de Buenos Aires, general Martín Rodríguez, y su ministro Bernardino Rivadavia había establecido un máximo de treinta frailes y un mínimo de dieciséis para cada comunidad. Expropiado el edificio y trasladadas las pertenencias de la orden, el complejo conventual fue utilizado como escuela de agricultura, jardín botánico, prisión y cuartel. Sobre la antigua huerta de los Recoletos se inaugura el primer cementerio público católico de la ciudad de Buenos Aires. Durante el segundo mandato del gobernador Juan José Viamonte y con el auspicio de la Sociedad de Beneficencia San Vicente de Paul se funda, en un sector del ex convento, un asilo de mendigos. El resto del edificio funciona como hospital de enfermos mentales.
En este edificio funcionó hasta 1807 la primera Escuela de Dibujo del Virreinato, fundada por Manuel Belgrano. 2 Martínez, J.A, Arte y enseñanza artística en la Argentina, Buenos Aires, Fundación Banco de Boston, 1985, p. 33. 1
T+B+B | 80
1856-1948. Las sociedades filántropicas y la reinauguración del asilo. Intervención del Estado y reformas edilicias y urbanas Imbuidas de los paradigmas higienistas del siglo XIX, las autoridades y las sociedades filantrópicas buscaban el control de la mendicidad en las calles de Buenos Aires. El 3 de septiembre de 1858 es dictada la ordenanza que prohíbe la mendicidad en las calles.3 El 17 de octubre del mencionado año se reinauguran las dos plantas del hogar, que albergaba a hombres en la parte baja y a mujeres en el primer piso. Ese mismo año, la nota “Subterráneos” del diario El Nacional invitaba a todos los paseantes a recorrer las ruinas que se encontraban debajo de la capilla del asilo.4 En 1860, las autoridades de este hospicio proponen colocar en la entrada la siguiente inscripción: Asilo para inválidos que no tengan otro recurso que ser mendigos.5 Durante algunos años, la remodelación del hogar se desarrolla gracias a la Sociedad Hermana de los Pobres y a la Gran Logia de Libres y Aceptados Masones. Ambas fundaciones organizan a beneficio del asilo un remate de Foto: archivo CCR
treinta cuadros, entre los que se encontraba La Caridad, donado por su autor, el artista Cándido López. Entre 1880 y 1885, el ingeniero Juan A. Buschiazzo construye, con el asesoramiento del doctor Ramos Mejía, la enfermería y el lavadero. Bajo su proyecto se edifica también el gran vestíbulo de ingreso al asilo. A estas reformas se suma, en 1886, la inauguración de la capilla del asilo, también bajo la dirección de Juan Buschiazzo y con el patrocinio de Clara de Roca y del intendente Marcelo Torcuato de Alvear. Esta obra, diseñada en un gótico sencillo, permitía albergar un grupo numeroso de hombres y mujeres ubicados en dos niveles con accesos separados. Gracias a una donación de Saturnino Unzué se inauguró, con su nombre, un pabellón con treinta nuevas camas. En 1893 se abre la sala Basualdo, para internos muy enfermos, y en 1902 se habilitan nuevas enfermerías para las cuatrocientas cincuenta personas que alojaba el establecimiento. A partir de 1870, muchas familias aristocráticas porteñas se trasladaron al barrio de la Recoleta, abandonando sus residencias de la zona sur, infectada por la epidemia de fiebre amarilla. A fines del siglo XIX el antiguo bajo de la Recoleta se convertía en un barrio residencial de afrancesada arquitectura.
Publicado en el diario El Nacional, 3 de diciembre de 1858. Ídem, 11 de octubre de 1858. 5 Ídem, 8 de abril de 1865. 3
4
30 años del CCR | 81
En 1880 y 1887, el paisajista Eugène Courtois realiza la gruta y la ampliación del paseo Intendente Alvear, en el que se encuentra ubicado el complejo de la Recoleta. Entre 1895 y 1910, Carlos Thays diseña los canteros y escalinatas de la plaza Francia, situada frente al mencionado paseo.6 Según expediente del 30 de julio de 1885, el asilo pasa a depender de la Municipalidad de Buenos Aires, organizada desde 1883 por la Ley Orgá nica Municipal. El hospital de enfermos crónicos es desalojado del edificio. En 1907 el Hogar de Ancianos de Buenos Ayres es transferido al gobierno nacional. Hasta 1935 se sucedieron las obras del secretario municipal de Obras Públicas Juan Carlos Buschiazzo y de su hijo Juan Antonio. Ambos incorporaban nuevos pabellones y galerías vidriadas al edificio del viejo convento. En 1944 el antiguo asilo recibe el nombre de Hogar de Ancianos “Gobernador Viamonte”, en homenaje a su primer fundador. En ese momento contaba con trescientos cuarenta y un empleados distribuidos en tres turnos y podía albergar a ochocientos internados. Funcionó hasta 1978. En 1948, el presidente Juan Domingo Perón y su ministro de Educación, doctor Oscar Ivanissevich, promueven la conservación del antiguo edificio del convento de los Recoletos, declarándolo monumento histórico por el decreto 29.746.
1948-1979. El edificio y el asilo en la fotografía y el cine A comienzos de la década del 60, el escritor Adolfo Bioy Casares toma una serie de fotografías de los muros y terrazas del convento, las que son publicadas en el libro El barrio de la Recoleta.7 Ese mismo año, Daniel Tinayre elige las instalaciones del asilo como escenario para rodar Bajo un mismo rostro, film protagonizado por las hermanas Mirtha y Silvia Legrand.8 Dos años más tarde, Dino Minitti selecciona el mismo Fotos: Diana Frey
entorno para filmar Máscaras de otoño. En 1969, la cineasta Diana Frey realiza subrepticiamente una serie de fotografías que testimonian la vida de los ancianos en el asilo. Treinta años más tarde, estas imágenes fueron exhibidas bajo el nombre de Al asilo del tiempo en el actual Centro Cultural Recoleta.
En noviembre de 2009 el Centro Cultural Recoleta exhibió la muestra Carlos Thays, un jardinero francés en Buenos Aires. 7 Ricardo de la Fuente Machain, El barrio de la Recoleta, Cuadernos de Buenos Aires, Municipalidad de Buenos Aires, 1962, 2ª edición. 8 El guión del film está basado en Las hijas de la alegría, novela de Guy des Cars adaptada por Silvina Bullrich. 6
T+B+B | 82
En 1980, Alejandro Doria filma, en el hall de entrada, una secuencia de su película Los miedos.
1979-1983. Creación del Centro Cultural Ciudad de Buenos aires como complejo museológico Como parte de los festejos del cuarto centenario de la fundación de la ciudad de Buenos Aires, la municipalidad dispone9 la transferencia del edificio del ex Hogar Viamonte a la Secretaría de Cultura. Ese mismo año se licita el proyecto para la remodelación del complejo destinado a instituciones culturales. De las diez ofertas presentadas es elegido el diseño de los arquitectos Jacques Bedel, Luis F. Benedit y ClorindoTesta. El 4 de diciembre de 1980 quedan inaugurados el frente y la primera parte de las obras del Centro Cultural Ciudad de Buenos Aires (CCCBA), concebido como complejo museológico y futura sede de los ya existentes Museo de Artes Plásticas “Eduardo Sívori”, Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Museo Boceto de Clorindo Testa
del Cine “Pablo C. Ducrós Hicken” y Museo de Arte Hispánico “Isaac Fernández Blanco”. Este proyecto contemplaba además la creación de un Museo de Arte Precolombino, del Instituto de Estudios Lingüísticos e Históricos “Juan de Garay”, de un taller de restauración10 y de un teatro al aire libre, auditórium y terrazas. En 1982 los mencionados museos fueron desvinculados del Centro Cultural. El 1º de enero de 1981 el licenciado José Maranzano asume como primer director del CCCBA. En su gestión, convoca a los compositores del Instituto Di Tella Francisco Kropfl y Fernando von Reichenbach para la instalación del Laboratorio de Investigación y Producción Musical (LIPM). En octubre de 1981, los restos del pintor Antonio Berni son velados en las salas del Centro. En noviembre del mismo año la artista Mirta Dermisache organiza la sexta edición de las multitudinarias Jornadas del color y de la forma. En 1982, el profesor Guillermo Withelow, entonces director del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, se hace cargo de la dirección del CCCBA. Organiza tres exhibiciones de artistas argentinos bajo el nombre de Expresiones 83, collage y objeto del objeto. Junto con el CAyC presenta, en octubre de 1983, Trece años del Grupo de los Trece. Ese mismo año, el museo Sívori expone Los artistas y
Boceto de Clorindo Testa
el tiempo libre y el Salón de Artes Plásticas “Manuel Belgrano”; este premio se realizó en las salas del CCCBA entre 1981 y 1988.
Decreto 357, Boletín Municipal, nº 15.960, 1979. Decreto 8.366, Boletín Municipal, nº 16.477, 1980.
9
10
30 años del CCR | 83
Im谩genes de la remodelaci贸n a cargo de Testa, Bedel y Benedit, 1980 Fotos: archivo CCR
El CCR y sus directores
Arq. Osvaldo Giesso (Gestión: 1983-1989) Creación de la primera Asociación de Amigos del Centro Cultural Ciudad de Buenos Aires, hoy Centro Cultural Recoleta. Cartelería en vía pública con Meca y publicidad semanal con la programación en La Nación. Creación de un espacio de diseño, a cargo de Ricardo Blanco, y de un espacio fotográfico dirigido por Oscar Pintor. Habilitación de espacios y salones al público, como la que fue después sala Cronopios Nombramiento de un equipo honorario de asesores: Artes Plásticas (Laura Buccellato, Jorge Glusberg y Carlos Espartaco), Música (Gerardo Gandini), Cine Experimental (Narcisa Hirsch), Prensa y Promoción (Matilde Bensignor). Creación de una feria para promoción y venta de obras (antecedente de arteBA). Convocatoria a grupos de artistas del interior para realizar kermeses y gastronomía. Participación en ferias y muestras nacionales e internacionales. Habilitación de la capilla con espectáculos más numerosos, como teatro, conferencias, música, desfile de modas con Via Vai, Casa Muñoz, etc. Apertura a disciplinas que no estaban incluidas dentro de lo tradicionalmente llamado “cultura”. Exposiciones relevantes: Bienal de Arte Joven, Expomarca latinoamericana, Artistas en el papel, Diseñadores argentinos de ropa, Renata Schussheim, Nicolás García Uriburu, El nuevo diseño, Fotógrafos publicitarios, Autorretratos de fotógrafos, Carlos Alonso, Marta Minujín, Duillo Pierri, Juan Carlos Distéfano, 25 años de fotografía, Sara Facio y Alicia D’Amico, Ricardo Longhini, Nora Iniesta, El Cubo, Voces Emergentes, Caloi, La Organización Negra, Oscar Pintor, Edgardo Giménez, Clorindo Testa, Mireya Baglietto, entre otros. “Una vez que me fui de vacaciones el Grupo de la X quería hacer algo, y yo les dije que intervinieran mi despacho; pintaron escritorio, mesas, sillas, sillones, paredes, ¡todo!, después el intendente, Facundo Suárez Lastra, me pidió el lugar prestado para hacer una de las reuniones de gabinete”.
30 años del CCR | 87
Arq. Rodolfo Livingston (Gestión: 1989) Se creó “Conversódromos”, espacios abiertos de diálogo entre artistas y p úblico, coordinados por psicólogos sociales que se ofrecieron gratuitamente. Se habilitó el acceso libre a las terrazas, hasta entonces clausuradas. Se propiciaron reuniones de artistas en las terrazas, para la discusión de temas de arte, con la libre asistencia del público. Se designaron comisiones de artistas, libremente elegidos por ellos mismos, para seleccionar muestras en cada rubro. Se ofrecieron clases voluntarias de gimnasia para el personal, fuera de las horas de trabajo, en el patio central, con la asistencia del director general en calidad de alumno. Se organizaron reuniones de un departamento completo por sesión, una vez a la semana, en el despacho del director general, en las cuales se invitaba a criticar y proponer ideas a todo el personal, incluyendo el de maestranza. El concepto central de la gestión fue comunicar: – a los artistas con el público, – a los artistas entre sí, – a los empleados entre sí y con el público, – al director general con artistas, público y empleados. Toda esta experiencia de cinco meses y medio de gestión, incluyendo la programación completa para el año 90, está plasmada en el libro Memorias de un funcionario, con seis ediciones (Editorial Obuko).
T+B+B | 88
Arq. Diana Saiegh (Gestión: 1990-1991 / 1993-1996) El Centro Cultural Ciudad de Buenos Aires pasa a llamarse Centro Cultural Recoleta. Se bautiza Cronopios la sala de creaciones multidisciplinarias, con la J y C, en homenaje a Julio Cortázar. Se crea la Asociación de Amigos del CCR y se festejan los diez años del Centro. La capilla (auditorio) pasa a llamarse El Aleph, en conmemoración de Jorge Luis Borges, y se amplía su escenario. Se suman el Espacio Diseño y el Espacio Arquitectura a los ya existentes Historieta y Foto. Artes visuales Se realiza la primera edición de arteBA. Megaexposición a: e, i u o (arte: esculturas, instalaciones u objetos; tres ediciones). Muestras homenaje a Le Corbusier, Amancio Williams, La Nueva Figuración; La nave, de Renata Schussheim. Artes escénicas Creación del Centro Experimental en Ópera y Ballet (CEOB), en conjunto con el Teatro Colón. La compañía De la Guarda estrena Villa Villa en el patio del Tanque. Obra de teatro La pirámide, de Copi, con dirección de Roberto Villanueva. Se realiza Contemporánea 95, espectáculos de danza contemporánea dirigidos por Oscar Araiz. Obras Se crea el anfiteatro al aire libre en las terrazas con un Homenaje a Piazzolla. Se completan las salas de planta baja y se abre el acceso a la avenida Pueyrredón.
30 años del CCR | 89
Miguel Briante (Gestión: 1991-1993) Por Omar Estela “Los artistas argentinos recuerdan su paso por el Centro Cultural Recoleta, primero como asesor (1989-1990), y luego como director (1991-1993)”. Así reza la biografía de Miguel Briante escrita por Charly E. Feiling. Creó el espacio Oesterheld (en presencia de la viuda), también la sala donde Liliana Maresca, León Ferrari y muchos más realizaban instalaciones en relación con los acontecimientos políticos inmediatos (la Guerra del Golfo, el festejo de los 500 años del descubrimiento de América, etc.). Se hicieron los murales cerámicos de la línea B de subterráneos a la vista del público. Muestras colectivas: entre muchas, Los 500 años de la Conquista, La Nueva Figuración, las organizadas por las Madres, cuando no había espacio para recordar el golpe y los desaparecidos. También el Rojas, y muchos etcéteras. Un centro donde transcurría “vida” cultural (debates, foros, presentaciones, conciertos, obras de teatro...), con el asesoramiento de Alberto Ure y de Omar Estela. Miguel no era un “gestor cultural”, sino un artista. Y el conjunto de las exposiciones mantenía una profunda coherencia. Si se le imponía algo, surgía la polémica, la controversia, la falta de consenso, si se quiere: “vida”. Esto, “sin un mango”, empujado hacia la salida, porque había que hacer lugar al Shopping Recoleta, con una lamentable contrapartida para el Centro Cultural. Unos meses después de su muerte, para homenajear su memoria y su gestión, el Concejo Deliberante colocó una placa, hoy extraviada.
T+B+B | 90
Teresa de Anchorena (Gestión: 1997-1999) Exposiciones Se organizaron quinientas muestras de pintura, fotografía, escultura e instalaciones de artistas argentinos, entre ellas: Gran exposición del año 2000 –pintura, escultura, objetos, grabado, publicidad, historieta, moda, diseño, radio, video e instalaciones–, Identidad, con Abuelas de Plaza de Mayo, Miguel Ocampo, Kenneth Kemble, Rómulo Macció, Marcia Schvartz, Ricardo Garabito, Raquel Forner, Ricardo Carpani, Juan Del Prete, Manuel Álvarez, Duilio Pierri, Iglesias Brickles, Zdravko Ducmelic, Horacio Coppola, Miguel Ángel Vidal, Arte argentino federal, Marcelo Bonevardi. Exposiciones internacionales: Miquel Barceló, Yoko Ono, Alex Katz, Richard Estes, Enzo Cucchi, François-Marie Banier, Tunga, entre otros. Obras Restauración y adaptación a condiciones internacionales de exhibición de obras de arte de las salas Cronopios, J, C, 4, 5, 6, 8 y 10. Puesta en valor de todas las salas del Centro Cultural Recoleta. Reinstalación, obras de refacción y equipamiento para el Laboratorio de Investigación Musical. Creación del hotel “Estar”, para artistas y gente de la cultura. Proyectos Generación de fondos, articulación entre lo público y lo privado. Restauración del Centro Cultural empleando trabajadores de los planes “Trabajar”. Edición de 50 catálogos con recursos propios. Taller de serigrafía para chicos de la calle.
30 años del CCR | 91
Lic. Nora Hochbaum (Gestión 1999-2005) Exposiciones Se realizaron más de doscientas exhibiciones y actividades por año, entre las que se pueden destacar: Las muestras antológicas de León Ferrari, uno de los sucesos artísticos de mayor repercusión en la década, y de Jacques Bedel, Ficciones. Las retrospectivas de Roberto Aizenberg, Liliana Porter, Annemarie Heinrich, Rogelio Polesello, Roberto Elía; Berni: Premio Bienal de Venecia, Arte plumario y Arte al plato. Los homenajes a Tato Bores, Niní Marshall y Mario Roberto Álvarez y la creación del programa “Argentina pinta bien”. Entre las muestras internacionales se destacan: Íconos rusos, Vanguardia rusa, Leiro, Equipo Crónica, Brasil 500 años, Jean-Pierre Raynaud. Espectáculos El Descueve, Villa Villa, Festival Internacional de Teatro, Festival Internacional de Danza. Obras Construcción de la sala Villa Villa, especialmente diseñada y preparada para espectáculos y experimentación en teatro y danza contemporánea. Nuevo microcine, sala Prometeus, dedicada a las nuevas tecnologías. Puesta en valor de las salas 1, 2, 8 y 9. Nueva subestación eléctrica para dar capacidad a las crecientes necesidades del Centro. Remodelación integral del laboratorio fotográfico y áreas de mantenimiento, depósitos y oficinas. Otros proyectos y actividades Creación del Archivo Digital. 200 x 200 (actividad articulada con la Asociación Amigos) Edición y coproducción editorial con Malba.
T+B+B | 92
Arq. Liliana Piñeiro (Gestión: 2005-2007) Se creó el Centro de Documentación, Investigaciones y Publicaciones (CeDIP), espacio dedicado a la investigación y reflexión acerca de las actividades artísticas realizadas, enfocado al pensamiento y la investigación. Además de las tareas de archivo se llevaron a cabo debates y conferencias. La creación de este espacio se complementó con la publicación de la revista anual Transvisual –destinada a recopilar la memoria anual y los debates teóricos que se desarrollaran en el CeDIP– y de la serie de fichas que acompañaran las exposiciones. Proyecto CeDIP: Se realizaron entrevistas a los artistas plásticos María Juana Heras Velazco, Clorindo Testa, Gyula Kosice, Antoni Muntadas, León Ferrari, entre otros. Una manera de preservar nuestro patrimonio artístico. Microcine: fue remodelado por completo, dotándolo de acondicionamiento acústico, butacas, aire acondicionado y un excelente sistema de imagen y sonido. Se crearon el Espacio Literario y el Espacio Living, destinados a la literatura y a las performances y actividades no formales. Se realizaron las Primeras Jornadas Internacionales acerca de la Dimensión Educativa en los Museos de Arte y Centros Culturales, para la reflexión y el intercambio de ideas sobre los programas educativos. Asistieron más de trescientos participantes, representantes de España, Francia, EE.UU., Latinoamérica y de todo el país. Se llevaron a cabo relevantes exhibiciones internacionales: Midi/Minuit - Palais de Tokyo à Buenos Aires, Antoni Muntadas, Antonio Seguí, Literaturas del exilio, Berlín Buenos Aires Art Xchange, Onedotzero, Tony Cragg, exposición por la cual el CCR recibió el Premio Asociación de Críticos a la mejor exposición individual de artista extranjero. Se hicieron destacadas exposiciones nacionales: 30 años, Estéticas de la memoria, Eduardo Stupía, Enrique Aguirrezabala, Expo Les Luthiers 40 años, Franco Venturi, Remo Bianchedi, El Macro en Recoleta, Carolina Antoniadis, Resplandores - Arte digital, entre otras.
30 años del CCR | 93
Claudio Patricio Massetti (Gestión: diciembre de 2007 en curso) Obras Reconstrucción y puesta en valor de la fachada, patio del Aljibe y patio de la Fuente. Recuperación de la fuente, que hacía más de veinte años que no funcionaba. Apertura del paseo del Tilo, generando un doble ingreso, también por Azcuénaga y Pueyrredón. Restauración y puesta en valor del Auditorio El Aleph, en convenio con la Universidad Maimónides más aportes de la Asociación Amigos del CCR. Creación y puesta en marcha de la Fuente 13, que permite el uso oficial de los recursos generados por el organismo. Se regularizó la impresión de catálogos presentados en el marco de las exposiciones de la sala Cronopios, generando –a través de esta actividad– recursos que permiten financiar otros catálogos de muestras en otras salas del CCR. Recuperación de la sala Villa Villa para teatro aéreo, con el regreso de Fuerza Bruta durante 2010. Construcción de tres aulas taller en el sector de fotografía. Remodelación del depósito de montaje y nuevo espacio para los controles de salas. Ampliación de las visitas del público a los días lunes. Regularización de la situación contractual del Museo Participativo de Ciencias. Licitación del espacio destinado a bar y confitería. Inclusión de los espacios del CCR en la Ley Tarifaria que posibilita la obtención de recursos con alquileres temporarios para actividades afines con los objetivos del lugar. Creación de las direcciones operativas, particularmente la Dirección de Infraestructura y Funcionamiento Edilicio. Creación de la Tesorería, para la administración de recursos generados por el organismo. Espectáculos Promoción en las terrazas de los espectáculos Agua, Aire y Nocturna. El CCR como sede de todos los festivales del Gobierno de la Ciudad: Festival Buenos Aires Jazz, Festival de Matemáticas MatBaires, Festival Buenos Aires Danza Contemporánea, BAFICI - Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente, Tango Festival y Mundial de Baile, Ciudad Emergente. Presentación de Fuerza Bruta, con más de 250 funciones.
T+B+B | 94
Música Ciclo Ventanas, Conciertos de música contemporánea, clásica, folklórica, jazz y rock. Principales exposiciones y catálogos Pablo Suárez, Juan José Cambre, Luis Wells, Matilde Marín, Luis Tomasello, Res, Carlos Gorriarena, Aldo Sessa, Carlos Thays: “Jardín Estival de Mariposas”, Remo Bianchedi, Liniers, Onedotzero, Fase 2 y 3, Joseph Beuys, Enio Iommi y 190 exposiciones por año. CCR como sede de la Bienal Internacional de Arquitectura y la presentación de trescientos diferentes artistas sin repetición por cuatro años. Publicaciones Brochure 2007-2010. En el CeDIP: serie Fichas 2008 y 2009, Transvisual 2 2008 y Transvisual 3 - 2009.
30 años del CCR | 95
Imรกgenes de las restauraciones realizadas entre 2008 y 2010 Fotos: Carolina Santos
Testimonios
+ “¿Pasás al Recoleta?… Es un lugar que tiene lo suyo…”, deslizó mi amiga, que había trabajado en el Centro. Me quedé pensando: ¿qué me querrá decir? Pasaron unos meses y pude afirmar: sí, definitivamente, tiene lo suyo. Y hoy puedo seguir sosteniéndolo: el CCR tiene lo suyo. Eso quiere decir que tiene cosas magníficas y otras que no lo son tanto: generosidad y reconocimiento, a veces arbitrariedad, solidaridad, infinitas charlas de pasillo, risas, accesos de histeria, peleas, algún escándalo. Lo que se dice: una verdadera familia. Una familia a la vez grande y pequeña. Una familia loca. Vine al Recoleta del Museo de Arte Moderno; ingresé en épocas de la dirección de Teresa Anchorena y solicité trabajar en prensa, tarea que había desarrollado por años en el Museo Larreta. ¿Qué recuerdo? Un ritmo estimulante, grandes muestras argentinas e internacionales, eventos… Teresa, ¡una máquina imparable! Después Nora Hochbaum, ¡un tractor!, a cuidarse cuando se enojaba, pero justa, una cabeza abierta, atenta; con ella fue la movida del caso Ferrari… Años en los que colaboré en prensa, en producción de muestras, redacté un Ana Aldaburu
desplegable. A mi regreso de una breve experiencia en Turismo, me encargan
Centro de Documentación,
hacer el archivo. No me lo imaginaba. La palabra archivo, no hay nada que ha-
Investigación y Publicaciones
cerle, suena muy aburrida; sin embargo, cambié de óptica, consulté instituciones que fueron supergenerosas con la información –como el Museo Nacional de Bellas Artes, el de Arte Moderno, la Fundación Espigas, bibliotecología de la UBA– y sin prisa, pero también sin pausa y con absoluta libertad, fui recuperando sobres, disquetes, CD, DVD, afiches, libros, catálogos dispersos, y armando una especie de rompecabezas en un espacio casi inexistente, y el archivo fue ocupando tímidamente su lugar. Cuando Liliana Piñeiro, con años de trabajo y de experiencia en el CCR, fue ascendida a directora, proyectó, entre otras propuestas renovadoras, hacer del archivo un centro de documentación a cargo de Andrea Giunta, y me ofreció su coordinación. Con su dirección y con su estímulo se concretó lo que es hoy el CeDIP. Finalizada la gestión de Liliana, y con Claudio Massetti como director –un fanático de la “gestión” si los hay–, quedo a cargo del espacio. Un espacio nuevo en el que tratamos de actualizar y conservar la memoria de este querido lugar, del que no ceso de pensar que es generoso con su gente. Más allá y más acá de las alegrías, el CCR es uno de esos sitios que centralizan una parte importante del capital simbólico de nuestra ciudad. No tenemos conciencia, porque se hace costumbre, de la cantidad de personajes, artistas, eventos y de las oportunidades de todo tipo con los que nos topamos cada día, y que solo tomando distancia podremos calibrar. Espero estar devolviendo lo que el CCR me dio: en este flamante trigésimo aniversario le
Fotos (excepto H. Buira, A.M. Monte y R. Olmos): Carolina Santos
deseo muchos años de propuestas renovadoras en un ámbito de respeto total a la diversidad, su impronta en la vida de Buenos Aires. +
30 años del CCR | 99
+ Veintiocho años es el tiempo transcurrido desde que me uní al Centro Cultural Recoleta como integrante de la planta de trabajadores que hace posible que se abran las puertas al público asistente. Éste, cuando ingresa, puede observar que todo está limpio, las paredes blancas y los cuadros montados en las respectivas salas. Entonces, en un recorrido sensible, puede disfrutar de lo allí expuesto. Una interacción entre el artista y los trabajadores, para ofrecer excelencia al visitante interesado en el mundo del arte. Pero cuánto tiempo, cuánta la tarea previa, cuánto el trabajo para que eso sea posible. La concordancia entre las distintas áreas permite que se lleve a cabo la tarea que tiene como consecuencia mostrar el perfil que cada gestión, como una impronta, les fue procurando a quienes recorren sus salas. Y en esa impronta están las decisiones tomadas rigurosamente en la selección de lo que será expuesto. Me es imposible hacer mención de las muestras realizadas en tantos años (me refiero a todas las disciplinas que se manifiestan, ya sean teatro, cine, artes Helios Buira
visuales u otras), pero sí puedo decir que algunas fueron memorables, increí-
Administrativo
bles, maravillosas, dada la calidad de la oferta.
Departamento de Coordinación
Y esto me produce una inmensa alegría, pues ser un trabajador de la cultura y desplegar mi tarea en el Centro Cultural Recoleta es una cuestión de orgullo.+
+ Hoy estamos cumpliendo treinta años como Centro Cultural Recoleta, fecha muy importante y llena de contenidos. Yo solo cumplo “veinte abriles” aquí, como directora de Programación. Fui designada por Diana Saiegh, continué con Teresa Anchorena, acompañé en sus gestiones a Nora Hochbaum y Liliana Piñeiro y, en la actualidad, a Claudio Massetti. Han pasado en estos años infinidad de artistas de todas las disciplinas, tanto plásticas como teatrales y musicales. Para mí han sido veinte placenteros años; he madurado y crecido junto a mis compañeros de ruta, a quienes no quiero nombrar pero los tengo muy cerca de mí a todos. Seguramente en esta fecha comiencen los primeros pasos de mi despedida. Para mí no hay nada mejor que despedirse con paz, alegría y amor. Tanto de los directores como de cada uno de los artistas me llevo algo muy bueno, así como de cada uno de mis compañeros. María Rita Fernández Madero Directora de Programación
Solo me queda decir gracias por haber llegado hasta aquí, con mucha paz y felicidad. +
T+B+B | 100
+ ¡Treinta años! ¡Qué barbaridad! Parece muchísimo en la vida de uno, ¿no?, pero en la historia de este venerable edificio casi tricentenario es apenas un suspiro. Y sin embargo, pese al tiempo transcurrido, me acuerdo como si hubiese sido ayer de aquella noche en que vine a la fiesta de inauguración del que por entonces se llamaba Centro Cultural Ciudad de Buenos Aires. Yo trabajaba en otra biblioteca musical (la del Collegium Musicum de Buenos Aires) y, como estaba a pocas cuadras de acá, después de terminar mi día de trabajo enfilé caminando por Posadas y, cruzando la plaza San Martín de Tours, llegué a lo que, para mí, todavía era el Asilo de Ancianos. Pero al arribar me maravilló el gentío que se había dado cita para la fiesta y, sobre todo, ya adentro, me impresionó sentir una rara vibración en el aire, una extraña alegría triunfal en una época sombría de la patria, en la que las alegrías colectivas eran tan pocas. Jamás se me hubiera ocurrido pensar en ese momento que yo iba a terminar Silvio Killian
trabajando en ese lugar tan misterioso y tan mágico, maravillosa encrucijada de
Biblioteca Musical
tradición dieciochesca y novísimas tecnologías. Pero, como decía una canción muy de moda por esos años: La vida te da sorpresas; sorpresas te da la vida. Me acuerdo también de que el barrio era muy otro y que por la calle Vicente López (donde después se levantó el Village Recoleta) aún persistían algunos sórdidos conventillos, inimaginables hoy en día, y que, como contrapartida, en la coqueta avenida Alvear todavía agonizaban algunos palacetes aristocráticos de la Belle Époque que, al poco tiempo, vi desaparecer, para dar lugar a anodinos edificios de una chocante fealdad suntuosa. Pero en esa época la palabra “patrimonio” todavía no sonaba en el aire y la codicia y la especulación edilicia estaban a la orden del día. Época en que el shopping parecía ser la única meta de empresarios, arquitectos y políticos. Aunque ésa es otra historia, que no debe hacernos olvidar la importancia que tuvo, tiene y tendrá esta institución en la vida cultural de nuestra ciudad, pese a los avatares que, como toda dependencia oficial, debe superar día a día. Pero en eso estamos. Tratando de mejorar, siempre. +
30 años del CCR | 101
+ Mi primer encuentro con el Centro Cultural Recoleta –en ese momento denominado Centro Cultural Ciudad de Buenos Aires– se produjo hacía fines de 1981 y fue impactante para mí. Asistí a las 7as Jornadas del color y de la forma, realizadas por Mirtha Demirsache. Me encontré con un lugar mágico, colmado de gente que ocupaba amplísimos espacios, tanto en las salas como en los patios, expresándose creativamente mediante diferentes técnicas artísticas, como monocopias color, modelado en arcilla, tallado en ladrillo, témpera mural y otras. Funcionaba como un enorme taller de libre expresión, donde la necesidad de manifestarse artísticamente, ya sea en forma individual o grupal, irrumpía por doquier. Toda esa gran creatividad conjunta incentivaba el interés por integrarse y participar activamente. Quedé gratamente impresionada. Descubrí un espacio cultural único, en el que me quería quedar… En 1984 ingresé a trabajar en el Centro, me asignaron mi primera tarea en el ex Departamento de Comunicación, División Relaciones Institucionales, donde, además de colaborar en la realización de gacetillas y otras funciones de Ana María Monte
Prensa, me inicié como guía, atendiendo las visitas de escolares y de públi-
Jefa de Formación
co adulto en general. Ese mismo año se inauguró el Auditorio –la ex capilla
e Instrucción Cultural
del Hogar de Ancianos–; fue una verdadera fiesta, con multitud de público. Recuerdo muestras notables de esos tiempos, tales como Travesía, de Renata Schussheim (1984), exposición-performance muy movilizante que despertaba diferentes sensaciones, como extrañeza, sorpresa, admiración; también el Laberinto Minujinda, creado por Marta Minujín (1985), propuesta estética que provocaba la vivencia de experiencias excitantes e inesperadas a lo largo de su recorrido. Al iniciarse los años 90 fui ascendida a jefa de la División Planificación Programática, en la Dirección de Programación, donde realicé tareas generales de coordinación de la programación general del CCR. De esos tiempos recuerdo con mucho placer las tres ediciones de las megamuestras a: e, i u o, tan representativas de las tendencias artísticas de dicha década, entre las que ocupaban un lugar primordial las instalaciones y los objetos. En 1995 se crea el Departamento de Formación e Instrucción Cultural del CCR, del cual fui designada jefa, cargo en el que continúo actualmente. Sin duda, fue un gran desafío para este Departamento organizar la tarea educativa, la que a lo largo de los últimos quince años se fue fortaleciendo a través de numerosas propuestas para diferentes públicos. Actualmente el Departamento se conforma como el área específica para el desarrollo educativo y se consolida como elemento fundamental de mediación entre el espacio cultural, la obra de arte, el artista y los públicos. +
T+B+B | 102
+ Es un orgullo poder estar expresando lo bello y hermoso que es ser parte del personal de este Centro Cultural Recoleta y poder brindar al público tantas actividades libres y gratuitas para que la cultura llegue a todos, sin diferencia alguna. Recuerdo mi primer día; fue el 17 de septiembre de 1984 cuando ingresé, fecha en la que se festejaba el Día Internacional de la Paz; ¡comenzar con tal evento me conmovió el alma! Ver progresar al CCR es imponente; a la derecha lo que se convirtió en salas Cronopios, J y C, el ya casi reinaugurado Auditorio El Aleph, y así mucho más; estar en las inauguraciones y verlo crecer día a día es también parte de mi crecimiento personal. +
Elsa Cristina García Jefa Departamento Coordinación
+ En 1984 comenzó mi camino en el Centro Cultural Recoleta; aprendí mucho aquí, a ser mejor persona, y también intelectualmente. Mi propósito fue siempre trabajar para los artistas, que son los verdaderos protagonistas de este lugar. Y si hablamos del Centro Cultural Recoleta no puedo dejar de destacar al arquitecto Osvaldo Giesso, que fue sin lugar a dudas quien le dio la impronta al lugar, los demás directores continuaron su trabajo y, con la colaboración de todos nuestros compañeros, formamos lo que es hoy, un lugar reconocido y considerado dentro del ámbito cultural. Agradezco cada día trabajar en un sitio tan agradable. ¡Por otros treinta queridos años del Centro Cultural Recoleta! +
Jorge Moreno Jefe de Producción Artística
30 años del CCR | 103
+ Nunca imaginé, allá por el 92, cuando ingresé al CCR para asistir a la directora de Programación, María Rita Fernández Madero, y luego en la Dirección General como asistente de los sucesivos directores generales, Diana Saiegh, Teresa Anchorena, Nora Hochbaum, Liliana Piñeiro y, en la actualidad, Claudio Massetti, que mi tarea se iba a convertir, en los años transcurridos, en experiencias tan enriquecedoras, tanto a nivel humano como de conocimiento en este mundo del arte y la cultura. En este abanico de compañeros y personalidades, este espacio se ha convertido en mi segundo hogar, donde los sentimientos transcurren entre la emoción, la gratificación, el conocimiento, la esperanza y la creatividad, día a día y hora a hora. Todas estas vivencias las producen este mágico lugar y el conjunto de seres que lo componemos, protagonistas a la hora de festejar sus primeros treinta años. + Cristina Olivieri Asistente de Dirección General
+ Muchas son las imágenes que pasaron a través de mi cámara en estos treinta años, desde que entré como fotógrafo y nunca me fui. El arte, la cultura y el espectáculo pasaron a formar parte de mi vida. También los espíritus presentes en este edificio me obligaron a descubrirlo paso a paso. A entender cada una de sus heridas y cicatrices; la fotografía me permitió ahondar en su memoria y desentrañar lo que sus paredes y pasillos cuentan, porque no solo se trata de un lugar de trabajo, sino de un refugio para nuestra historia. Puedo decir que es un privilegio estar todos los días entre sus muros, compartiendo este lugar con los viejos fantasmas que se siguen cruzando a través de mi objetivo, posando con orgullo, para mantenerse vivos. +
Juan Carlos Solowej Artes Escénicas
T+B+B | 104
+ Todo comenzó quince años atrás, cuando me ofrecieron un cargo de jefe de departamento en el Centro Cultural Recoleta; asombrado y con mucha alegría respondí que sí. De inmediato me comuniqué con el director de Administración y acordamos la entrevista. En su transcurso, el contador Armando Atis me presenta a la directora general, arquitecta Diana Saiegh, quien luego de charlar me convoca a trabajar inmediatamente. Lo más sorprendente de todo fue cómo me llegó la propuesta, el lugar, y la rapidez del trámite de transferencia, en un día, un verdadero récord. Así comienza mi aventura. “Hace falta poner orden, supervisar y controlar a la gente de mantenimiento y limpieza, y a los controles de sala”, me dijeron. El primer día recorrimos los pasillos de planta baja y algo sucedió que me tranquilizó y me ayudó a ver cómo serían las cosas: la directora general saludó al pintor del Centro con un beso y un “Hola, ¿cómo estás, negrito?”. ¡Ah, bueno!, me dije; esto me ayudó mucho. Qué bárbaro, qué tarea la mía. Lo primero que Eduardo Vicente Tapia
hice fue estudiar a la gente, uno por uno, sus cosas, sus formas de ser, sus ma-
Jefe del Departamento de
nías y picardías; logré así conocerlos bastante bien. Sesenta personas; con ellas
Infraestructura y Funcionamiento
–poniendo empeño, paciencia, esfuerzo y voluntad– tratamos de contrarrestar
Edilicio
lo invasivo y destructivo que la intervención en los espacios de exposiciones provoca. Una incógnita –¿quién sabe?–, a veces me pregunto qué rara mística encierran tus paredes, qué misterio te invade y no lo descubrimos. ¿Será el espíritu de tantos ancianos que vivieron en este lugar lo que no deja que este Centro se consolide y se armonice en su funcionamiento? ¿Será esto que afecta nuestras conciencias y no logramos que se nos trate igualitariamente? En fin, éste es un lugar histórico, emblemático, generoso, abierto al visitante, único, vanguardista, antiguo y joven a la vez; dinámico en su preparación y puesta a punto; con la inmediatez de los requerimientos que en los quince años de pertenencia aún no resolvimos. A pesar de todo, por todo esto y más, somos únicos. ¡Felices treinta años, CCR! +
30 años del CCR | 105
+ Ingresé a trabajar, como personal de limpieza, en este Centro Cultural en noviembre de 1990; era contratada y la directora general era Diana Saiegh. Me enamoré del lugar, trabajé mucho, me esforcé mucho y me propuse crecer, para dejar la escoba y el plumero. Logré el primer objetivo, pasé a cumplir tareas de correo en el Departamento de Prensa, cuya jefa era en ese momento Marta Ramos. Caminé mucho, entregando en todos los medios periodísticos la programación mensual del Centro Cultural Recoleta. Entonces me dije que podía llegar a administrativa y dejar el área de mayordomía. Con esa finalidad consulté al director administrativo, que era en ese momento el contador Armando Atis (actualmente jubilado), quien me aconsejó que para lograr dicho objetivo debía terminar el secundario. Qué mal me puse, qué desilusión, pero luego de pensarlo mucho me dije: ¿por qué no? Mi jefa empezó averiguar los CEMS para adultos y me anoté. Cumplí los tres años de estudio y, muy orgullosa, entregué el título de perito Marta Rivera Asistente de Dirección de Programación
en Administración de Empresas; otro objetivo cumplido. En 2001 me llegó la oportunidad de ser secretaria de Dirección de Programación, cuya directora era, y es, María Rita Fernández Madero; actualmente, sigo en este cargo. Hace veinte años que estoy cumpliendo funciones en el Centro, durante los cuales pasé muy buenos y malos momentos; logré los objetivos que me propuse, siempre dando todo de mí, esfuerzo, esmero y mucho amor. Hoy el Centro Cultural Recoleta cumple treinta años, me hace muy feliz poder compartir con directores, jefes y empleados este emocionante agasajo. Me propuse jubilarme en este lugar, que ya forma parte de mí. Por supuesto, lo lograré. +
T+B+B | 106
+ Una vez nevó sobre el tilo. Una historia común de gente común. Los sábados, domingos y feriados abrimos las puertas a las 10 y no las cerramos hasta altas horas de la noche. Comenzamos a ocupar nuestros puestos de trabajo luego de firmar en la Oficina de Personal, que está a cargo de la coordinadora administrativa Andrea Chiessa, a quien acompañan Luis Redruello y Georgina López. En la boletería, Ricardo del Grosso y Ana Peco, y en Contable, Karina Moreno. Afuera ya empiezan a iluminarse las salas –el responsable de que esto ocurra es Walter Roldán–, mientras que los murmullos de los visitantes ya comienzan a oírse. Desde la Mesa de Informes Enrique López atiende al público, acompañado desde hace años por Esteban Martínez. Todo luce limpio, porque desde las 7 ha pasado el personal de Mantenimiento, con Mario Álamo al frente, es un histórico. El resto del sector lo integran Miguel Alborte, Ángel Ruiz, Félix Garay, Delia Zárate y Lucrecia Chocobar. La representante de Relaciones Institucionales y Prensa Susana Seoane dice: Raquel Olmos
“Somos un cuerpo con muchos brazos que no se pueden separar y juntos cons-
Coordinadora de sábados,
truyen”; a su lado, Silvia Carrizo.
domingos y feriados
Haciendo que nada se olvide en el Archivo Digital, Carlos Pascual. María Pía Zubillaga acompaña a los que participan en los talleres, facilitándoles lo necesario. Los alumnos entran con sus máquinas al Laboratorio de Fotografía; allí está Gabriel Liporace, fotógrafo responsable de detener en el tiempo los hechos importantes del Centro. Ana María Burgos prepara los colores para su actividad con los chicos. La puerta de Montaje la abrimos con Sebastián Carballeira y Walter Blanco. En la oficina de Artes Escénicas está Constanza Comune trabajando en producción; los técnicos Juan Manuel Ovejero y Esteban Nicodemo, con Diego Crabas a la cabeza, son responsables del sonido y las luces. Un párrafo aparte para Pedro Casas, que recibe al público, desde hace veintidós años, en el Auditorio. En el Microcine, Gustavo De Sousa y Mary Falcón, que cumple treinta años de actividad en el CCR. En la sala Villa Villa, Héctor Pasaragua. En las salas, los auxiliares técnicos de museos están atentos a ellas. En la planta baja: Mario Cigno, Ramona Moya, Andrea Paolini, Irene Cerrizuela y Cristina Michaud; en el primer piso: Fernanda Antonucci y Gabriela Pasaragua, y en Cronopios: Alicia Iruretagoyena, Alcira Calascibetta, Diana Basulto y Matías Cortés. En el Hostel, Zulema Luque, a cargo del lugar, y Vanesa Soto. La Oficina de Bomberos recorre a diario las instalaciones, con Jesús Pastor y Emilio Costas. Mientras Gustavo Moledo apaga las luces, seguramente empezarán a aparecer las figuras que rezan o cantan o tal vez la dama de blanco que recorre los pasillos, quién sabe. +
30 años del CCR | 107
Pรกginas 104 y 105: Patio de la Fuente, Centro Cultural Recoleta Foto: archivo CCR
Testa + Bedel + Benedit. 30 años del Centro Cultural Recoleta
Responsables de las áreas que intervienen en la exposición Producción de Artes Visuales y Escénicas Jorge Moreno Coordinación Técnica Jorge Doliszniak Relaciones Institucionales y Comunicación Marisela Oberto Programa CeDIP Ana Aldaburu Montaje Horacio Vega Infraestructura y Funcionamiento Edilicio Eduardo Tapia Coordinación de Recursos Humanos Elsa García Formación e Instrucción Cultural Ana María Monte Coordinación de sábados, domingos y feriados Raquel Olmos Colaboraciones María Cristina Olivieri María del Carmen La Macchia Marta Rivera
Exposición
Catálogo
Curaduría Renato Rita
Dirección editorial Claudio Massetti
Asistente de curaduría Helena Ferronato
Edición y producción Verónica Otero
Producción Verónica Otero
Diseño gráfico Marius Riveiro Villar
Diseño gráfico Marius Riveiro Villar
Investigación de antecedentes e historia del CCR Dirección y edición Ana Aldaburu
Montaje Arturo Aguilera, Martín Labonia, Adrián Borda, Rodolfo Martínez, Horacio Vega, Miguel Viceconte, Hernán César Artes escénicas Eduardo Maggiolo, Roberto Moreno, Agustín Mujica, Claudio De Plante, Daniel De Lorenzi, Héctor Brito Iluminación Enzo Cuenca, Gabriel Marola, José Montero, Roberto Orellana Prensa Carolina Ortú, Ileana Stosfenmacher, Lucía Hernández, Susana Seoane Diseño y realización del CD de prensa Federica Bolomo
Agradecimientos
Infraestructura y funcionamiento edilicio José Luis Fariña
Laura Batkis Diana Frey
Coordinación de visitas guiadas Inés Agazzi
Colaboración Florence Baranger-Bedel, Silvio Killian, Patricia Rizzo, Juan Fontana, Fermín Arosteguy, Susana Parada, Graciela Siscar Archivos consultados CeDIP y Archivo Digital CCR LIPM y Biblioteca Musical del CCR Instituto Histórico GCBA (Sedes Av. Córdoba y Pringles) CEDOM Biblioteca MAMbA Biblioteca Museo del Cine “Pablo C. Ducrós Hicken” Fundación Espigas Biblioteca Prebisch Biblioteca MNBA Hemeroteca Biblioteca Nacional Corrección Alicia Di Stasio Mario Valledor Impresión Talleres Trama
Esta exposición se realizó con la colaboración de todo el personal del Centro Cultural Recoleta. Gracias a todos.
Osvaldo Giesso y Claudio P. Massetti, 2010 Foto: Mar铆a Mohorade Cardus
Se termin贸 de imprimir en noviembre de 2010 en Talleres Trama, Garro 3160/70 Buenos Aires, Argentina