Adolescencia en Contextos Actuales

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VIOLENCIA Y ESCOLARIDAD EN LA ADOLESCENCIA ¿QUÉ RESPUESTAS FRENTE AL MAL-ESTAR ACTUAL?

DIRECTIVOS DE FUNDACIÓN CENTRO CRIANZA DIRECCIÓN ACADEMICA Prof. Graciela Petrini DIRECCIÓN ADMINISTRATIVA Prof. Patricia Buteler DOCENTE A CARGO Prof. Gabriela Koretzky

El material de estudio ha sido elaborado por el docente tutor para el dictado exclusivo de este curso. Esta prohibida su reproducción total o parcial.



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PRESENTACION GENERAL DEL CURSO PALABRAS PRELIMINARES Contracara de la imprecisión de la adolescencia como categoría y de la contingencia cultural de su aparición, una diversidad de discursos intenta cernir su especificidad a partir de ciertos rasgos esenciales, y en el que la transición temporal es un aspecto siempre invocado. Así, desde el ángulo psicosocial se habla de moratoria para indicar la demora entre la aparición de una determinada capacidad y su desempeño laboral efectivo. En el terreno de la sexualidad, la moratoria es de orden psicosexual, por cuanto remite al tiempo que separa la maduración genital de la oportunidad culturalmente aceptada para la materialización del encuentro amoroso En el campo cognitivo, se considera un período que abraca el acceso a las formas más abstractas del pensamiento (operaciones lógico-formales) hacia los 12 años hasta el inicio de la declinación intelectual, en torno a los 25. Desde la endocrinología, se trata de un período de una sensacional transformación glandular, cuyas manifestaciones se evidencian en los caracteres sexuales secundarios, y encuentran una visible traducción en el comportamiento. En el plano afectivo, la completa reestructuración de las identificaciones, que resulta de las modificaciones antes mencionadas, se conjuga con ellas para delimitar un momento considerado de crisis (crisis de identidad, crisis vital) evaluado como propicio a los desvíos, a los trastornos y los comportamientos extravagantes.

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Desde siempre se ha considerado a la adolescencia como una época critica de la vida caracterizada fundamentalmente por el acceso a la sexualidad y la separación de los padres a partir del diseño de un proyecto personal que culmina con la entrada en el mundo laboral. Pero el psicoanálisis nos ha enseñado que tal crisis reedita una problemática antigua, inscrita en el inconsciente, que se inicio en los primeros años y se mantuvo en suspenso, a la espera de su resolución definitiva en el encuentro real con la sexualidad y con las responsabilidades que convoca un lazo social estable. Los trastornos de la identidad, típicos del adolescente, que comprometen su estabilidad y la construcción de su futuro provienen de soluciones subjetivas precarias o débiles identificaciones con las que el sujeto no consigue afrontar esta etapa esencial. Fenómenos de errancia, abulia, desidia, inhibiciones, adicciones, violencia, anorexia, bulimia, requieren la máxima prudencia en su diagnostico porque de su adecuado tratamiento y de las intervenciones "a tiempo" depende que el o la joven puedan retomar su camino de una manera eficaz. Si pensamos en las incidencias que tiene nuestra época en la adolescencia, no podemos dejar de preguntarnos acerca de las aceleradas transformaciones del sistema educativo y los procesos sociales que modifican el contexto económico y cultural, lo que nos lleva a replantear y revisar el alcance de la expresión "fracaso escolar", así como las modalidades de su ocurrencia. Los problemas escolares en la adolescencia, en particular el fracaso escolar y la desmotivación intelectual, son hoy uno de los principales problemas que aquejan a padres y maestros. Estos últimos se sienten sin herramientas suficientes para comprender e intervenir dicha problemática que puede generar rupturas en las relaciones entre adolescentes y adultos, con consecuencias muy graves para el adolescente. En este curso se busca establecer un proceso de reflexión, estudio y análisis del mundo del adolescente y su relación con la esco-

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laridad, que permita generar procesos reflexivos con miras a subsanar esta ausencia de herramientas de comprensión e intervención, y posibilitar así un cambio en las relaciones maestro-alumno y padres-hijo. ¿De dónde proviene el malestar que aqueja al adolescente?. ¿En qué consiste la crisis de la adolescencia?.¿De qué adolescen los jóvenes hoy?. ¿Cuál es el límite entre lo normal y lo patológico en esta etapa?. ¿Qué influencia tiene la sociedad a través del consumismo y el avance científico-tecnológico en patologías como las adicciones, la anorexia-bulimia, la violencia, el suicidio...?. Estos son algunos de los interrogantes que orientan este curso. A partir de los mismos, proponemos abordar la problemática de la adolescencia a partir de revisar criterios, enfoques y modalidades para el logro de una lectura precisa, clara y pertinente de lo que en ella se expresa a través de sus diferentes modalidades. Para ello, intentaremos analizar los factores que intervienen en la problemática de la adolescencia, estableciendo la distinción entre los fenómenos normales que en ella se presentan y que la caracterizan, y los fenómenos psicopatológicos. Esto es porque consideramos que intervenir adecuada y oportunamente en esta etapa permite prevenir futuros conflictos o ayudar a resolver los que se presentan en determinados momentos. Nuestra intención es profundizar sobre distintas facetas de la realidad de los jóvenes y adolescentes de nuestro tiempo; desde la convicción de que debemos analizar la adolescencia y la juventud como una de las etapas del desarrollo que más dramáticamente nos denuncia los sucesos socio-culturales del momento histórico en que se halla inserta. Por ello, nos proponemos problematizar las dimensiones psico-socio-culturales-pedagógicas que atraviesan a los sujetos en las instituciones educativas. La convicción de la función de subjetivación de la escuela nos compromete en la profundización de los fenómenos que allí se juegan. Esto exige el abordaje de problemáticas cotidianas, que tienen que ver con el dilema actual que presenta el adolescente en busca de su identidad, el desafío educativo y el riesgo social,

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la problemática de la elección, las representaciones que tienen los adolescentes sobre ellos mismos y sobre la realidad, las adicciones, las conductas violentas, la violencia como expresión de la problemática social, las posibilidades de elaborar un proyecto de vida en un entorno en crisis, el suicidio... Todos estos temas tienen que ver con situaciones problemáticas que han generado y generan profundo impacto en la sociedad, pero el poder pensar sobre ellas nos permitirá elaborar estrategias de acción tendientes a posibilitar un desarrollo más saludable para nuestros adolescentes El eje de nuestro análisis intenta encadenar los distintos eslabones de la realidad y superar la mirada que lee estas problemáticas como "los problemas de los jóvenes". Es nuestro afán brindar un aporte que permita la comprensión de este proceso a la luz de los acontecimientos actuales. Partimos de una mirada profunda sobre algunos aspectos psicológicos, lo que nos permite pensar lo ya pensado y en otros casos pensar algo nuevo... Lo que nos posibilita ampliar nuestro conocimiento como profesionales, transmitir estos conocimientos y operar sobre esa realidad como profesionales, pero por sobre todo comprometernos en lo que indudablemente "somos parte".

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DURACIÓN: 4 meses (120 horas cátedra) ENCUENTRO PRESENCIAL: Uno LOS

DESTINATARIOS.

Este curso está dirigido a profesionales del área de salud y de educación que desempeñen su actividad en torno a la adolescencia: docentes, psicólogos, psicopedagogos, psicomotricicistas, pediatras, neurólogos, fonoaudiólogos, . Con este curso se espera satisfacer la necesidad de capacitación y actualización desde una perspectiva amplia y actualizada.

OBJETIVO

GENERAL

• Estudiar la relación existente entre las manifestaciones de la crisis de la adolescencia y la escolaridad, haciendo hincapié en los fenómenos de violencia que en ella acontecen

OBJETIVOS

ESPECÍFICOS

• Analizar todos los elementos psicológicos que intervienen en la crisis de la adolescencia. • Estudiar las manifestaciones contemporáneas de la crisis de la adolescencia. • Determinar las causas del fracaso escolar en la adolescencia, así como la relación del adolescente con el saber intelectual. • Analizar la incidencia de la cultura posmoderrna en los fenómenos de violencia que se desencadenan en la adolescencia • Indicar las estrategias de intervención frente a los problemas generados por la crisis de la adolescencia en el contexto educativo. • Visualizar los aspectos determinantes de la Identidad Ocupacional y su importancia en la elección vocacional Pág

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MODALIDAD

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DE LA PROPUESTA

La propuesta que ofrecemos presenta las características de la modalidad a distancia. Es decir que intenta respetar los ritmos individuales y los procesos de aprendizaje autónomos, pues permite que la sobrecarga laboral o las distancia físicas de los centros de formación no interfieran con el deseo de actualización y capacitación de los profesionales. Es sabido que el lugar otorgado a la formación suele ser limitado a partir de las condiciones en las que trabajan la mayoría de los profesionales vinculados al trabajo con niños. Es en este sentido que con la modalidad a distancia intentaremos contemplar tiempos y situaciones personales, para desde ellas contribuír a las demandas de capacitación. La novedad de esta forma de estudiar consiste en que las instancias de encuentro con el docente asumen características diferentes a las que estamos acostumbrados en nuestra trayectoria por el sistema educativo. Es decir, las clases se convierten en tutorías, el discurso del docente en texto escrito, sus interrogantes en actividades de aprendizaje. Es así como esta modalidad se propone generar alternativas para la acción y reflexión, así como herramientas que permitan enriquecer la práctica profesional.

DISEÑO

DIDÁCTICO DEL CURSO

Esta propuesta de formación se diseño atendiendo a las particulares situaciones y necesidades de cada destinatario. De este modo Ud. contará con: • Material impreso (Módulos de capacitación) • Sistema de tutorías

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Material impreso El texto escrito, como eje de la propuesta educativa, ha sido diseñado especialmente para el estudio a distancia, razón por la cual su estructura está pensada para facilitar y acompañar su proceso de aprendizaje, intentando propiciar procesos reflexivos, procesos de construcción de conocimientos que permitan el uso activo y la transferencia de los conocimientos aprendidos. Este material se divide en cuatro unidades que se articulan entre si, integrando los conceptos centrales que desde la perspectiva psicoanalítica permitan pensar la adolescencia y sus vicisitudes en el contexto educativo. De este modo, constituyen un material formativo integrado. En cada unidad temática Ud podrá reconocer: • Actividades de aprendizaje: Se encuentran al final de las unidades 2 y 4. Apuntan a facilitar los procesos de comprensión a partir de consignas que orientan la identificación de los conceptos centrales de cada eje temático y sus relaciones. El propósito de estas actividades es promover practicas de aprendizaje a través de la reflexión sobre las problemáticas cotidianas y sobre las posibilidades de resolución y generación de alternativas de acción. Se recomienda su realización, aunque su entrega no sea obligatoria a los fines de acreditación del curso. Si Ud. envía estas actividades, las mismas serán corregidas y devueltas por la docente del curso. • Actividades integradoras: Se encuentran al final de las unidades 1 y 3 . Su resolución y envío puede realizarse en forma individual o grupal, siendo de carácter obligatorio a los fines de acreditación del curso. Las fechas de envío de estas actividades estarán consignadas en el cronograma general del curso que Ud. recibirá junto con el material de estudio. Pág

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Estas actividades apuntan a la integración de los conocimientos teóricos desarrollados con posibles derivaciones practicas. • Material anexo: Esta bibliografía se adjunta al texto escrito por el docente. Las mismas son extraídas de libros o revistas vinculados a la temática que nos ocupa, y deberá ser trabajada en articulación con el texto escrito de acuerdo a las indicaciones consignadas en cada unidad temática. Este material tiene la particularidad de ampliar conceptos ya desarrollados o de incluír temáticas nuevas que se consideran pertinentes. Su revisión es de carácter obligatorio. • Referencias bibliográficas: Tiene por finalidad indicar las fuentes bibliográficas utilizadas para la confección del material, permitiendo su consulta a aquellos que deseen profundizar las temáticas desarrolladas

SISTEMA

DE TUTORÍAS

Consiste en un encuentro presencial o virtual donde se interactúa y comparten experiencias de aprendizaje. El propósito de los mismos es garantizar un seguimiento personalizado e integral de su proceso de aprendizaje. El sistema se apoya fundamentalmente en la tecnología de comunicación disponible: teléfono, fax, correo electrónico. Las tutorías procuran: • Orientar el proceso de aprendizaje • Facilitar la resolución de dificultades • Estimular la reflexión sobre los problemas de la práctica y su revisión desde los aportes de las diversas disciplinas

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PÁGINA WEB

En la página web del curso encontrará toda la información administrativa y las novedades que se vayan produciendo.

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EVALUACIÓN

El curso completo se aprueba con el entrega de un trabajo final escrito, cuyo objetivo será la aplicación y transferencia de los contenidos conceptuales centrales desarrollados en el curso. Su realización es de carácter presencial, individual y obligatorio a los fines de la acreditación del curso. Los criterios de evaluación serán los siguientes: • Capacidad de integración conceptual • Claridad en el uso de los conceptos

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ÍNDICE DE CONTENIDOS

Presentación general del curso ........................................................................................3 Introducción ..................................................................................................................17 UNIDAD I: ELEMENTOS DE LA CRISIS ........................................................................21 1. Caracterización de la adolescencia ............................................................................21 2. La crisis de la adolescencia. Fenómenos normales y patológicos. ..............................34 3. El adolescente y su familia ........................................................................................50 4. Identidad ¿punto de llegada o de partida? ................................................................63 5. El adolescente moderno. ¿qué respuestas frente al malestar actual?. ........................70 6. La problemática amorosa. ¿qué función cumple el amor para el adolescente? ..........77 MATERIAL ANEXO A ..................................................................................................94 PELAEZ CARLOS. "Más allá de la infancia" ACTIVIDAD INTEGRADORA Nº 1 ..............................................................................102

UNIDAD II: MANIFESTACIONES DE LA CRISIS ........................................................103 1. Problemáticas adolescentes actuales ........................................................................103 2. Patologías graves en la adolescencia........................................................................107 3. La crisis de la adolescencia y la psicosis. ..................................................................115 4. Adicciones: Del padecimiento en el cuerpo a la palabra del sujeto ..........................116 5. ¿Por qué consultan los adolescentes? ......................................................................125

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MATERIAL ANEXO B ................................................................................................131 ARCE, SONIA. "El consumo. Una modalidad de ser en la adolescencia" GUIÑAZÚ, SUSANA."El suicidio en los adolescentes" ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE ..............................................................................150

UNIDAD III: VIOLENCIA Y ESCOLARIDAD EN LA ADOLESCENCIA ........................151 1. Caracterización de la violencia ................................................................................151 2. Fenómenos que caracterizan al adolescente en la actualidad. ..................................155 3. Psicoanálisis y educación. Una apuesta posible ........................................................167 4. Adolescentes en la escuela ......................................................................................177 MATERIAL ANEXO C ................................................................................................201 FERNANDEZ MOUJAN OCTAVIO. "Violencia temprana y cultura" ARCE SONIA Y GARCIA CABELLO. M. "Juventud y violencia". GARCIA CABELLO. M. "La transición hacia la escuela media". CRABAY, M. "Desafío educativo. Adolescencia y riesgo social". GUIÑAZÚ, S "Adolescencia y violencia: Su expresión a través de la conducta grupal". CARDOZO, G Y DUBINI, P. "La juventud violenta: Una expresión de la problemática social actual". ROSALÍA MONDELO. "El fracaso escolar. ¿Quiénes fracasan? ACTIVIDAD INTEGRADORA Nº 2 ..............................................................................268

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UNIDAD IV: HACIA EL FUTURO DE LOS ADOLESCENTES ......................................269 1. Construyendo un proyecto de vida ..........................................................................269 2. La posmodernidad y el logro de la identidad de los adolescentes de hoy ................277 MATERIAL ANEXO D ................................................................................................282 SALZOTTO, D Y OJEDA, A. "Las elecciones en los adolescentes de la fase inicial: los ciclos de especialización". FERNÁNDEZ ALICIA. "La autoría de pensamiento y el elegir o los movimientos de discrimación-exclusión.". FERNÁNDEZ ALICIA. "Autoría de pensar. Un lugar de resistencia de vida ante la desubjetivación de la sociedad.". ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE ..............................................................................297

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INTRODUCCION

Extraña y fascinante época, que aún no resuelve su enigma. El adolescente y su adolescencia convocan nuestro interés. ¿Qué pretende la sociedad de los adolescentes? Que sean los autores del futuro de la humanidad, que salven el mundo, que preserven los restos de un pasado esplendoroso, que hereden y transmitan valores. Se insiste en la idea de que la juventud es el mejor momento de la vida. Hoy en día pareciera que se ha convertido en un territorio codiciado. Niños y adultos, se adolescentizan. Los niños, sin las evidencias tranquilas de la latencia -puente de contención, en el que la represión se asienta-, aceleran el desarrollo prematuro de una pubertad psíquica sobre un cuerpo biológico más sujeto a la acción que a la simbolización. Los adultos realizan una fuga idealizada hacia una adolescencia narcisista complaciente que, suponen, los pone a resguardo de su vacío existencial y de su crisis de valores. La edad adulta, conquista excitante, donde la renuncia a las certezas abre el juego a la creación y a la liberación de un encierro defensivo rígido, ya no es pensada como una bella etapa, sino como un estorbo. Como si fuese peligroso y demasiado triste devenir adulto. ¿Y cómo es vivir la adolescencia? Abrumada por el proceso de transformación intrapsíquico que le imponen los movimientos pulsionales inconscientes y las constelaciones edípicas, la adolescencia pone a prueba teorías, creencias o convicciones antiguas y las fuerza a revisión o confirmación. Alguna cosa cambia en lo vivenciado, lo percibido, lo pensado, acompañando las modificaciones del cuerpo. El adolescente puede transformar el pasado mien-

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tras lo está reexaminando, identificando sus evasiones, distorsiones o mentiras y revelando sus secretos. Oscila entre la superioridad de su nuevo mundo y sus nuevos valores con respecto al mundo de los adultos y la fragilidad de ser una posibilidad. Los cambios psicológicos que se producen en la adolescencia, y que son correlato de cambios corporales, llevan a los adolescentes a una nueva relación con los padres y con el mundo, lo que sólo es posible si se realiza positivamente el duelo por el cuerpo infantil, la identidad de niño y su relación con los padres de la infancia. Todas las modificaciones corporales incontrolables, como los imperativos del mundo externo que exigen del adolescente nuevas pautas de convivencia, son vividos al principio como una invasión. Esto genera a veces intentos de retener logros infantiles, refugiarse en su mundo interno, reconectándose con su pasado para poder proyectarse al futuro. En el proyecto de su viaje a la adultez en el que pierde cosas, cosas que hay que dar por desaparecidas del tiempo de la infancia, puede sostener una memoria y una historia. Embrollo de las identificaciones. Sentimiento de vacío redescubierto, amenazado no sólo por las pérdidas sino también por la facticidad de todo deseo, de toda representación, de todo acto. Ante el vacío y la extrañeza surge el miedo. Ante la falla, la evasión. Ligadura fecunda o ruptura catastrófica, ausencia de una vida de fantasía y sueños enmascarada detrás de ciertas conductas adictivas, delictivas, errantes, donjuanescas, alternativas posibles con las que acompañar el proyecto de adulto que fracasa todos los días para volver a empezar. Esta es la ilusión de goce, la inmediatez sensorial con la que los adultos se identifican, y los descubrimos "adictos a la adolescencia". Adicción que los desacredita o desacraliza como figuras parentales por lo que pierden la capacidad para reconocer límites entre las generaciones, entre lo verdadero y lo falso. Todos estos caracteres signan lo más notable de este período que es la construcción de la identidad, que se va a ir conformando tanto en forma conciente como inconciente. 18

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En este proceso de crecimiento corporal y psicológico, muchas veces los adolescentes pueden asumir conductas provocadoras, omnipotentes, que niegan el dolor, el padecimiento. Actitud defensiva que es un grave indicador ya que condiciona crisis de rebeldía que se manifiestan en actitudes antisociales y/o autodestructivas. También para los adultos puede resultar conflictivo, aceptar las fluctuaciones entre los avances y retrocesos propios de esta etapa vital. Las posiciones que éstos pueden adoptar son variables; desde incentivar, retener, fomentar excesivamente hasta reprimir los logros de los adolescentes. La inserción en el mundo social del adulto será lo que va a ir definiendo y configurando su personalidad. Se plantea el dilema de los valores éticos, intelectuales, afectivos, lo que implica el surgimiento de nuevos ideales y la adquisición de la capacidad de lucha para conseguirlos. Deja el "como si" del juego de la infancia, para confrontar los si y los no de la realidad. Se distancia del presente y se proyecta hacia el futuro independizándose de ser con y como los padres. Para ello elabora y colecciona teorías; es decir, un sistema de ideas, un programa al cual se aferra y con el que se identifica y también la necesidad de poseer algo en lo que pueda descargar el monto de ansiedad frente al conflicto que genera la necesidad ambivalente de desprenderse y a la vez seguir ligado. Su hostilidad frente al mundo se expresa en desconfianza, en la idea de no ser comprendido, en su rechazo a la realidad siempre que no sea constatada. La crisis se manifiesta en la interpelación que el adolescente hace hacia el sistema de referencias: la familia, la escuela, la sociedad. Nada es ya cuestionable como cuando era niño. Los conflictos generacionales se pueden comprender a esta luz: la adolescencia marca el comienzo del "desacople de la herencia familiar y la progresiva decisión del sujeto en la elección de sus grupos de perte-

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nencia futuros". Toda adolescencia lleva una característica singular, individual y una característica cultural sociohistórica desde la cual se manifiesta.

Prevenir una adolescencia dificil implica comprender los tiempos necesarios para que el proceso no se retrace ni se acelere. Necesita de una libertad adecuada con la seguridad de normas que le ayuden a adaptarse sin entrar en conflictos graves con su medio y con la sociedad en general.

¿Y con qué recursos contamos para trabajar actualmente con nuestros adolescentes? Es preciso tener una postura abierta, atento a la pregunta, a la acción comunicativa, al diálogo, no tanto en búsqueda de las causas sino de los significados enigmáticos posibles de sus conductas, para que el adolescente pueda emerger con un espectro más libre de opciones, con menos necesidad de una vía de escape impulsiva, con mayor tolerancia a las incertidumbres. Cuando esto es posible, el adolescente encontrará los nuevos puntos de anclaje con los que pueda situarse frente a sí mismo y al mundo.

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UNIDAD I ELEMENTOS DE LA CRISIS

1. CARACTERIZACIÓN DE LA ADOLESCENCIA

ACERCA

DE LA CONSTITUCIÓN SUBJETIVA

En cuanto a la fenomenología, sin olvidar la singularidad, la adolescencia es un momento de profunda conmoción. Ya no se es el niño que se era, tampoco los padres son los mismos. Cae la idealización en relación a ellos, con el consecuente movimiento a nivel del narcisismo, produciéndose un fuerte sacudón del mapa de identificaciones. Tiempo donde el crecimiento corporal produce intensa extrañeza. El reconocimiento del cuerpo gira hacia el desconocimiento frente al rebrote de la sexualidad. Es un momento de transición donde el edificio tambalea, se desmontan algunas paredes y es necesario construír otras, utilizando los mismos cimientos que hacen al orígen de la subjetividad. Podemos decir entonces que este tiempo tiene sus particularidades, claro que no va sólo de la mano de la cronología, ya que a veces encontramos adultos con problemáticas adolescentes. Las trasformaciones corporales que aparecen en la pubertad funcionan como una explosión en el cuerpo de alguien que no sabe qué hacer con esto y que tiene consecuencias en la estructura subjetiva de cada uno de los púberes. El adolescente tiene que necesariamente comenzar a historizar, a escribir su propia historia. Ya no es más como en la infancia: "mi mamá me dijo, mi papá me dijo". De allí que muchos adolescentes, ante esta dificultad que tienen de poder escribir su historia, lo hacen en un diario íntimo que nunca nadie conoce. Pág

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La búsqueda de autonomía, la rebeldía, el aislamiento, la emergencia del deseo sexual están presentes. ¿Pero, cómo acompañarlos en esta etapa si a causa de un déficit intelectual han quedado fuera de la cadena de filiación?. De estos chicos no se espera que tengan hijos, que se ganen el sustento, que vivan solos. Esto los condena a permanecer en un lugar de niños eternos......... Veremos qué respuesta podemos ir construyendo. En tanto la vida del sujeto humano no tiene que ver con un desarrollo natural evolutivo, podemos hablar de un tiempo lógico, enlazado al tiempo cronológico. No hay que plantearlo en términos de exclusión; se trata de un factor temporal, no con fechas generalizables, sino propias de cada sujeto, articulado en una red histórico-cultural. No es lo mismo para un sujeto, que siendo niño su madre lo bañe, asista su cuerpo en cuanto higiene, a que lo siga haciendo cuando es adolescente. No es lo mismo que un niño en un tiempo no lejano al control de esfínteres moje la cama, a que le suceda a un adolescente. Hay entonces un factor temporal, cronológico, que no podemos desconocer, pero pensado en sí mismo no nos dice nada. Es necesario interrogarnos acerca de qué situación está atravesando el sujeto adolescente con respecto a las operaciones simbólicas fundamentales que hacen a su psiquismo. Esto refiere a su constitución subjetiva, en tanto la adolescencia es un momento que hace a la constitución subjetiva Partamos de la idea de que un sujeto no nace, se hace En cuanto a su constitución hay distintos modos de abordarlo. Tomaremos la perspectiva psicoanalítica. Recurramos al ejemplo de los niños ferales, es decir, aquellos que han sido criados por animales y cuyos caracteres son a imagen y semejanza del animal de crianza. Este es un claro ejemplo de que humanizarse es sólo a condición de ser asistido por otros seres humanos, entrando así en lo que diferencia al humano de otros seres vivos: el lenguaje. Baño de lenguaje.

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La constitución del sujeto conduce a ir construyendo su lugar. Claro que en principio el sujeto no puede procurárselo solo por sus propios medios. Dada su indefensión e inermidad es necesario que otro se lo oferte, y esto es absolutamente determinante en lo que hace a los avatares de lo humano. Con respecto a las significaciones que marcan al sujeto, a veces escuchamos a adolescentes que quedan adheridos a atrapados en algunas significaciones del discurso familiar. Un adolescente, por ejemplo estaba enredado en una frase que le condicionaba la vida: "soy único, siempre me dijeron que soy único", único entendido como el mejor, como el perfecto. Esto desplegaba grandes inhibiciones, trabas al no poder soportar que hubiera otro, ni límites, ni fallas propias. El no era tal o cual, sino que era "único", construcción hermética e inamovible. En la adolescencia las significaciones que representaban al sujeto hasta ese momento, se mueven, tambalean. Lo que le servía al niño que era ya no le sirve ahora. Por ejemplo, si el adolescente sigue siendo "mi chiquito" para esos padres y no se mueve de ahí, algo está pasando, o por ejemplo "el más bueno y aplicado". ¿Qué pasa si en el adolescente todo sigue igual?. ¿Si no pone en cuestión el saber de los padres, ni se da por aludido de los cambios que en él se están produciendo, si no puede salirse de las significaciones que encuentra en el marco familiar?. Porque justamente está ahora la posibilidad y la necesidad de buscar elementos que lo constituyan también fuera de la familia, de manera tal que posibilite ese duelo con el niño que fue y con los padres de la infancia ya que las identificaciones no sostienen del mismo modo. Si hablamos de duelo ponemos en juego el registro de la pérdida. Aparece una ruptura, un reposicionamiento subjetivo muy trabajoso y conmovedor. No hay linealidad, se da a los saltos. No es casual que este sea un momento de la vida donde se producen descompensaciones, desorganizaciones importantes a nivel de lo psíquico. Surge un proceso que se suele

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nombrar como de desidentificación, no por quedarse sin ellas, sino por ser transformadas en otras. Al moverse las piezas, al entrar en escena otras significaciones, suele aparecer en el adolescente la necesidad de enlazarse fuertemente a alguna significación, como cobertura a la vivencia de desamparo y pérdida de puntos de referencia. Hemos visto hasta aquí uno de los ejes de la constitución subjetiva, que se refiere al movimiento de las significaciones, aquellos que van representando a un sujeto y a través de los cuales va construyendo un lugar, donde aparecerá la marca propia que lo diferenciará de los otros. Pasemos a los ejes que hacen a la constitución subjetiva. En la perspectiva del psicoanàlisis, el ser humano es capturado por el lenguaje, es decir que el lenguaje lo preexiste en la medida en que desde antes de su nacimiento, los padres hablan de ese niño que va a venir, de una manera particular, en funciòn de lo que desean para èl. Es decir que el sujeto es materia del discurso de los padres, por eso Lacan va a decir que "el niño nace en un baño de lenguaje". De esta manera se lo va apresando en el orden de la cultura, del discurso familiar. El niño està atrapado en la estructura de un discurso que cae sobre èl a traves de los dichos que lo anteceden, de los hechos que lo determinan, de lo que de èl se desea, particularidad que delimita el lugar que le es asignado en la estructura familiar. Entonces todo lo que se dice de un niño, aquellos dichos que son previos a su nacimiento, o aquello que lo define o lo nombra posteriormente a su nacimiento tiene determinada significación. Es asì como el orden del lenguaje y del discurso nos introducen en un mundo humano donde la palabra puede curar o enfermar, y donde lo que se predica a travès de la palabra puede provocar en el sujeto efectos de inhibiciòn, efectos sintomàticos y efectos de angustia.

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De esta manera, cuando el sujeto es atravesado por la palabra de los padres, es dividido. Hablamos se "sujeto dividido" en la medida en que se nace en un baño de lenguaje. El sujeto està dividido en relaciòn a las cosas que son prohibidas y en relaciòn a lo reprimido, es decir, en relaciòn al inconciente, lo que implica que hay significaciones que se reprimen para el sujeto y que provocan sìntomas como efecto, en tanto son significaciones inconcientes que la conciencia rechaza. Entonces, podemos decir que esta relaciòn de significaciòn marcarà para el niño, el orden del placer y del sufrimiento.

Pensar entonces la constitución subjetiva es pensar qué se le dice a un niño, lo que va especificando un mundo de significaciones para él, quién se lo dice y desde qué lugar se lo dice.

Desde esta perspectiva, ocupar un espacio fìsico viniendo al mundo, primeramente implica sobre todo ocupar un lugar en el deseo del Otro, sin el cual la vida de entrada, pierde toda posibilidad de sentido, pero para que esto se cumpla es preciso que alguien otorgue ese lugar. Lacan introduce el concepto de "Gran Otro" para designar el lugar que ocupa la madre en tanto es quien acogerà al niño en su deseo, permitièndole constituìrse como sujeto. En la medida en que el Gran Otro se refiere a un lugar, èste puede ser ocupado por cualquiera que cumpla la funciòn de madre para el niño: una tìa, la abuela, la niñera, etc. Desde el comienzo de su enseñanza Lacan afirma la anterioridad y la preeminencia del Otro sobre el sujeto. "Incluso antes de que un niño nazca, las relaciones entre sus genitores estàn organizadas por la palabra. Las circunstancias que presidieron el encuentro de su padre y su madre, la historia propia de èstos, forman ya una constelaciòn que antecede a su misma concepciòn. El niño es esperado con esperanza o con temor, se impone o es demandado, asì como puede demandarse la ayuda de la ciencia para su llegada. Toda una historia de generaciones, de leyendas familiares invocadas, de deberes alegados circunscriben el adve-

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nimiento del niño. En este àmbito el niño tendrà que subjetivarse, es decir hacer suya su historia para encontrarse en ella, para ubicarse en el lugar que le es destinado". Entonces ¿qué se transmite a un hijo dándole vida?. ¿qué deseó el Otro en ese lugar al que lo destina como sujeto?. La forma en que fue acogido en el deseo de los padres determinarà un sitio privilegiado para ese niño; esto quiere decir que ese lugar que el niño ocupa, previo a su nacimiento, tendrà determinadas consecuencias en lo que va a hacer a su nombre propio, a la construcciòn de su cuerpo, a los atributos de su sexo, es decir, a su constituciòn. "El niño es el espacio construìdo por el deseo de los padres, su subjetivaciòn depende de este deseo". Ha nacido de alguien que lo deseò o no lo deseò. El niño es un efecto de ese tipo de madre y de padre y de ese tipo de significaciones que caen sobre èl, y su pregunta al deseo parental serà ¿qué deseo soy en ese lugar que me destinas?. Por eso en las consultas es importante preguntar sobre la historia de la pareja parental para poder leer las significaciones que rodean al niño en el discurso familiar. "Un analizante decìa que segùn su madre, èl habìa llegado de "contrabando". Èl interpretaba ese dicho como no deseado, confundièndolo con el no programado por los padres. Este significante contrabando se jugaba en sus identificaciones en el camino de còmo su deseo se enlaza en su vida siempre a situaciones por fuera de los lìmites de los otros". Este ejemplo nos muestra que el deseo del Otro se le presenta al niño como algo enigmàtico, y en su encuentro con este deseo, intentarà responder, interpretar, nombar lo que puede ser ese deseo del Otro. ¿Cuàl es la incidencia de ese deseo enigmàtico que efectivamente puede ser un no deseo, en la subjetivaciòn de un niño?. Si decimos que la construcciòn del deseo del niño depende del deseo del Otro, la pregunta ¿què soy?, ¿què quiero? se plantearà para el niño por el ¿què quiere mi madre de mì?, ¿què soy en su deseo?. Entonces para esta pregunta que el niño se hace hay una respuesta, aùn si el niño la encuentra al precio de sìntomas, en tanto el niño habla y contesta con su posiciòn. De esta

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manera, intentarà situarse en eso que èl supone que fue para el Otro. Entonces el problema del niño es còmo ubicarse respecto del deseo del Otro. Por otro lado, la problemàtica del deseo del Otro conduce a la pregunta: ¿deseado para què y en calidad de què es un hijo?, vìa que abre destinos bien diversos. Un ejemplo posibilita aclarar este concepto. Es el del nacimiento de un niño demasiado pròximo a la muerte de un hijo anterior, con el agravante de que el nuevo bebè recibe el nombre del desaparecido. El sìntoma que el niño manifiesta es una depresiòn muy acentuada, angustia, desinterès por las cosas. Ocupar el lugar de un muerto no es sin costo, se ha nacido gracias a que alguien muriò, lo cual se hace màs literal aùn al recibir el mismo nombre. En funciòn de la negaciòn de esa muerte, el hijo vivo es anulado en su diferencia especìfica, se lo pretende ese otro muertecito viviente, sin mayores oportunidades de ser reconocido en su particularidad. Extremo que pone en evidencia la imposibilidad del duelo de la madre. Asì el niño entra en un sistema de ecuaciones donde lo muerto equivale a lo vivo con demasiada facilidad. El estatuto del niño serà el de muerto vivo. Recordemos que el ser humano nace en un estado de tal indefensiòn que si queda abandonado a su suerte, muere. Es del Otro de quien nos viene la vida y es tambièn ese Otro quien posee el don de que ella se mantenga y fluya. La calidad de ese vìnculo, su especial modalidad y todos sus avatares, determinaràn en gran parte los cauces por los que ella se propague: sus accidentes, logros y fracasos. Por lo tanto, para que se instale el circuito del deseo, se necesita como condiciòn la presencia de un Otro humano que lo desee. Ese deseo marca al placer como una señal de amor o desamor. Ese deseo constituye al sujeto y lo sostiene. Como conclusión, podemos decir que es a partir del deseo del Otro que el ser humano entra en el camino de la subjetivación. Es fundamental que el hijo se constituya en algo deseado para esa madre para que se empiecen a producir las marcas de la asistencia ajena, en esa

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inermidad de orígen, en esa imposibilidad del bebé de autoabastecerse. A partir de ese lugar que el niño ocupa en el deseo materno podrá empezar a constituírse la subjetivación. Es fundamental que un hijo funcione como lo que viene al encuentro del desear de una madre.

EL

ESTATUTO DEL CUERPO

Como sabemos, en principio, el niño es en el Otro, aparece un solo cuerpo, continuidad donde dos son uno, un espacio completo sin fisuras. Cuerpo de Otro que permite la construcción de la imagen corporal. Pero es necesario estar muy fusionado para poder separarse. La no existencia de esta continuidad en el inicio es causa de mal pronóstico. Se trata de transitar el recorrido hacia la diferenciación no sin antes la indiferenciación. Diferenciación que se va desplegando cuando el corte en la continuidad permite la construcción de la alteridad, movimiento de simbolización donde se va montando la diferenciación yo - no yo. Para abordar este tema, tomaré la diferencia que Lacan establece entre el organismo o cuerpo biològico y el cuerpo erògeno. A diferencia de los animales, en el ser humano el cuerpo se construye, no es algo que està dado de entrada. Es evidente que la disponibilidad del organismo para que se constituya un cuerpo, es necesaria, sin embargo no es suficiente. Si determinadas condiciones no son cumplidas, este cuerpo aparece como deficitario. Sabemos que el sujeto humano no nace humano en forma innata, nace como un cuerpo biològico que se constituye humano en un campo que es el de la relaciòn con el Otro. Este campo del Otro es un campo caracterizado por el deseo, por las intenciones y por toda la historia de ese que oficia de Otro para el niño. Es decir que es a travès del contacto con el cuerpo de la madre, de los intercambios libidinales que se producen y de lo que se dice en relaciòn al cuerpo, que èste se irà construyendo y delimitando como un cuerpo erògeno.

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De esta manera, el cuerpo adquiere significaciones que lo van marcando, y que le permitiràn al sujeto ser y sexuarse. Entonces, el concepto de cuerpo, poco tiene que ver con el cuerpo orgànico y anatòmico del que se ocupa la medicina. Desde el psicoanàlisis hablamos de cuerpo erógeno como aquèl constituìdo por el contacto con el cuerpo de la madre. "El cuerpo es un efecto hecho en la carne por la palabra que lo habita; es el cuerpo constituìdo por los intercambios y las respuestas recìprocas a las demandas" El cuerpo es la representaciòn psìquica del organismo, esta representaciòn psìquica hace que el cuerpo sea cuerpo erògeno. Es decir que la representaciòn psìquica del cuerpo varìa màs allà del peso que el organismo le da. Pero ¿còmo logra el niño acceder a esta representaciòn de su cuerpo?. La construcciòn de la imàgen especular permite la construcciòn del yo. Pero esta imàgen especular se constituye a partir de ciertos requisitos. Es asì como Lacan conceptualiza el "Estadio del espejo" como un momento que atraviesa el niño entre los seis y dieciocho y meses, donde su imàgen reflejada en el espejo le produce un estado de jùbilo, lo que generalmente es festejado por su madre. El niño reconoce su imàgen y se interesa en ella. Lo que Lacan rescata de esta experiencia es la importancia de la mirada materna, mirando al niño cuando éste mira su imàgen en el espejo, porque si no hay alguien allì que sostenga esa imàgen de sì mismo que el niño ve, nos encontramos con dificultades en el proceso de construcciòn del cuerpo. Este encuentro con su imàgen a travès de la del otro, introduce al sujeto en el conocimiento de sì y del otro. La madre sostiene con su mirada la totalidad de la imàgen que el niño ve. Asì, el niño goza de su imàgen especular y se identifica a ella. Es desde la imàgen del espejo que el niño adquiere esa unidad imaginaria que es el yo, en la cual se reconoce. Asì el niño va adquiriendo la nociòn de su yo desde su madre. Serà entonces el estadio del espejo, la matrìz de la constituciòn del yo.

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A partir de las consideraciones expuestas, nos preguntamos ¿qué sucede con todo esto en un sujeto adolescente?. Debemos remitirnos al caso por caso, pero esto no excluye la posibilidad de enunciar algunas cuestiones que caracterizan a esta etapa.

FASES

DE LA ADOLESCENCIA

La Adolescencia es una etapa vital comprendida aproximadamente entre los 12 y 25 años. En la misma se irán atravesando diferentes etapas donde cada adolescente lo hará de una manera única y particular de acuerdo a su individualidad psíquica, a su historia, su familia y el entorno cultural, como también a sus propias posibilidades, experiencias y tiempos. Es esencialmente un proceso de cambio tanto para el adolescente como para la familia. La emergencia de su apariencia adentro le requiere que actúa como tal pero aun no cuenta con recursos psíquicos a esa altura. Este proceso a los fines descriptivos se presenta en 3 etapas: • Adolescencia Temprana 12 a 15 aproximadamente • Adolescencia media entre 15 a 18 • Adolescencia Tardía entre 18 a 25 A través de cada una de ella se va transitando cambios y pasajes de la niñez a la adultez.

PROBLEMÁTICAS

PREPONDERANTES

Estos niveles se interrelacionan e interactúan produciendo diferentes efectos. • A nivel corporal • A nivel psíquico - pensamiento 30

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• A nivel familiar • A nivel social Corporal • Aumento del tamaño del cuerpo, estatura, peso y proporciones asimétricas. El cambio es tan brusco en momentos que el adolescente siente extrañeza de su esquema corporal, parecen toscos y torpes por momentos. • Desarrollo de las características sexuales primarias: en el varón se agrandan los testículos y el pene, aparece el bello púbico, y aparecen las primeras las primeras poluciones nocturnas. En las chicas el útero y ovario crecen rápidamente hasta lograr madurez para que se produzca la menarca. • Características sexuales secundarias, características propias al varón y a la mujer. Psicológico - Afectivo - Pensamiento • Reformulación de su identidad: quien soy?, que genera momentos de confusión y angustia. • Duelo cuerpo infantil, y de los padres infantiles idealizados. • Separación paulatina de los padres, no hay posibilidades de separación y duelo, sin momentos de rebeldía. • Cuestionamiento de los valores y normas establecidas para ir consolidando y eligiendo su propio sistema de valores y creencias. • Se consolida la estructura de pensamiento. • Asunción de una identidad sexual. Primeras elecciones de objeto amoroso exogámicas. • Asunción de roles sociales en la escuela, etc. • Inserción en grupos de pertenencia.

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Nivel familiar • Resulta conflictiva la irrupción adolescente en la familia por varias razones: los hijos comienzan a ver a sus padres como personas por ende con defectos y virtudes, con fallas, y las denuncian. • Se comienzan a reconocer como seres individuales, separados de los papas y dueños de sus vidas, pero aun dependen se sus padres ya que están en crecimiento psíquico y social; esto genera fuertes discusiones y conflictos, y hasta caos por momentos. • Los hijos en busca de un futuro exogámico que no siempre coincide con la experiencia familiar. • Debido a la mayor vinculación con el mundo externo, compañeros, familia, otras ideas y costumbres, les permite hacer comparaciones y juicios sobre la familia propia. Estos juicios resultan decepcionantes no solo por situaciones reales sino que hasta esta etapa, sus padres habían sido idealizados y eran quienes le garantizaban seguridad y la satisfacción de sus necesidades. • Su salida al mundo externo aparecen como gestores de cambios para la estructura familiar: música, salidas, diferentes formas, y ello entra en conflicto con las formas parentales que se manejaban hasta ese momento. • El grupo es un fenómeno típico del adolescente que le permite sentirse contenido dentro de una zona intermedia, que ya no es la familia ni es aun la sociedad. El grupo los introduce como seres sociales y sexuales, en una zona donde se manipula lo real con un fuerte sentimiento de omnipotencia lograda por la unión y la integridad del mismo. Logran en grupo lo que aun se sienten inseguros de hacerlo solos o aun no saben como.

CONDUCTAS

ADOLESCENTES MÁS COMUNES

Estas no deben tomarse de manera alarmante, son parte de un proceso a la adultez, de ensayo y error, de angustia y exaltación. Cabria una consulta causante si estas conductas 32

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persisten fijas en el tiempo y en intensidad, donde el malestar o angustia se torna difícil de soportar, produciendo ciertos síntomas; que los padres no sepan qué hacer no significa que el adolescente este "mal", sino que en los diferentes momentos o etapas de la vida se requieren nuevos instrumentos para resolver o encaminar las situaciones nuevas, tanto del adolescente como de los padres. Por esto muchas veces la consulta a tiempo de los padres permite darse un espacio para pensar con ayuda del profesional evitando que se compliquen las situaciones Si el sujeto crece y los padres se siguen manejando con los instrumentos que cuando tenia 8 años, el choque y desfasaje será indefectible. Y si se los cree mas grande de lo que son, el adolescente hará el ruido necesario para mostrarles que aun los necesita y le cuesta su independencia. Por ende, se trata ir encontrando un camino donde los padres tengan la autoridad, pero respetando el ser individual del hijo,.No resulta nada fácil y no siempre es " prolijo" , sin momentos de confusión y angustia. Una actitud reflexiva de observación y búsqueda de las formas posibles de comunicación será el vehículo que mas favorecerá para encontrar el camino. Conductas esperables • Rebeldía • Aburrimiento • Inestabilidad emocional • Exaltación y entusiasmo frente a algo que luego cae abruptamente • Idealización, ideas, lideres • Pensamiento mesiánico • Comportamientos infantiles y adultos • Juicio y critica a los padres • Momentos de fuerte angustia o tristeza sin saber las causas

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• Irritabilidad • Desaliño.,arreglo excesivo, rituales • Identificación a líderes, música, actores etc. • Transgresiones • Primeros encuentros sexuales

2. LA CRISIS DE LA ADOLESCENCIA. FENÓMENOS NORMALES Y PATOLÓGICOS El concepto de normalidad se halla ligado al concepto de salud. Ambos implican controversias, pues su comprensión depende de los parámetros que se adopten para definirlos. En este sentido, la noción de normalidad suele estar atravesada por una serie de prejuicios fundados por ejemplo en la idea de que ser normal es encontrar un lugar ideal, luego de haber transitado un camino lineal, sin desvíos. El concepto de normalidad se vuelve incuestionable si se entiende como algo que implica mayoría y/o uniformidad por parte de los individuos. Es necesario en cambio, abordar el tema de la adolescencia partiendo de una perspectiva crítica de la normalidad para evitar juzgar con un criterio de patología conductas que son el efecto de un contexto que acelera, lentifica o desvía ciertos procesos psíquicos. La conducta manifiesta, visible, interesa en tanto es el resultado de un proceso psíquico que tiene una determinación inconciente. Desde el enfoque psicoanalítico no sólo interesa la conducta objetiva en sí misma, sino también el modo en que esa conducta llegó a ser lo que es, para poder extraer su sentido y su forma de producción psíquica a partir de criterios que trascienden lo observable. Entonces, existen dos tipos de concepciones acerca de la normalidad entendida como salud. La primera depende de criterios exteriores, la segunda parte de criterios inherentes al aparato psíquico.

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NOS DICE EL PSICOANÁLISIS DE LA ADOLESCENCIA?

La adolescencia es un momento de separación, de ruptura, de quebranto. Ante todo es un trabajo de duelo lo que se perfila en el umbral de la adolescencia. Es el renunciamiento a la seguridad de la infancia y a su entorno protector. El sujeto ya no puede retroceder ante los imperativos de la maduración sexual. Su cuerpo, bajo el crecimiento pubertario se transforma y aparecen cambios corporales hasta entonces desconocidos, y el problema de la elección sexual se hace apremiante. En este contexto, es necesario crecer, convertirse en adulto; es entonces cuando el deseo de seguir adelante se entremezcla con el temor a lo desconocido, generando en ocasiones sentimientos de confusión y de desorientación ante los cuales el adolescente y su entorno más próximo deben hacer frente. El adolescente deberá enfrentar estas problemáticas con la ambivalencia propia de este período, en donde se producen una serie de renunciamientos y reacomodamientos identificatorios que repercuten también en la dinámica familiar. Por ello, es preciso poder acompañar y orientar tanto al jóven como a sus padres en esta etapa de la vida. Escuchemos una cara de la moneda: "Mi hijo está insoportable, todo el día de mal humor. Casi no nos habla, ni nos mira, se encierra a escuchar música y ninguna propuesta le viene bien". Escuchemos la otra: "A mis padres no los aguanto. Todo lo que digo o hago les cae mal, siempre ponen mala cara. Se meten en mis cosas o me echan en cara lo que hicieron por mí". Los consultorios se pueblan de quejas similares. Dichos que surgen en los padres de adolescentes y en los adolescentes mismos. Las frases revelan una curiosa reciprocidad al tiempo que revelan un quiebre, la imposibilidad de un encuentro. Admiración hasta el fanatismo por alguna música y/o músico, fascinación por las imágenes, familiaridad con el lenguaje que habla de droga, y con máquinas que asumen formas cada Pág

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vez más sofisticadas, son algunas de las categorías mencionadas cada vez que se habla o se describe al adolescente y a la adolescencia hoy. Advertidos tanto del peligro de la idealización o de la exasperación, como de la particular tendencia a la generalización, la adolescencia merece un párrafo importante en la literatura y en el quehacer psicoanalítico.

Algunos interrogantes guiarán esta exposición: ¿Se trata de una etapa de la vida o de un estado mental? ¿Es homologable a la pubertad o presenta alguna originalidad que lleva a distinguirla? ¿En qué sentido se puede hablar de categorías del hoy en el adolescente?

El adolescente de hoy, no puede ser pensado con las mismas categorías que el de principios de siglo. Ente 1865 y 1880, la palabra adolescencia se instaló de manera definitiva en el diccionario, indicando un criterio de pasaje y de momento. Las edades de la adolescencia pueden variar, la terminología no es la misma si se trata de un hombre o de una mujer, ni tampoco las obligaciones que se le atribuyen. A pesar de esto existe un rasgo que es constante: la adolescencia es siempre un momento de la vida que encuentra su especificidad en el hecho de cerrar un ciclo que va de la infancia a la vida adulta. Entre estos dos momentos se sitúa la adolescencia. Es una verdadera zona de paso, un período que encuentra su razón de ser en su resolución. Sabemos que el adolescente no es un niño, pero aún no es un adulto, está en un pasaje no exento de desvíos, de tropiezos, de dificultades. Conocemos que hay adolescentes adultos y adultos que persisten en ser adolescentes, que hay adolescencias que a veces se precipitan y otras que se postergan. Hay adolescencias interminables, adolescencias resucitadas, adolescencias prematuras. Si nos interrogamos qué es un adulto, una definición posible es que es un sujeto que ha llegado al término del crecimiento, comenzando en el hombre la edad adulta al final de la adolescencia y terminando al comienzo de la vejez. Si bien esta

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definición no presenta ambigüedad para el crecimiento físico, resulta sin embargo incierta para el crecimiento psíquico. La esquematización de la edad por los números y el calendario se encuentra reemplazada por el tiempo psíquico, aquel que no quiere pasar, aquel que vuelve, el que se adelanta. Aclaremos que la adolescencia es un concepto occidental. En las sociedades primitivas ese paso está marcado por rituales de iniciación, casi siempre dolorosos que se imponen como prueba al sujeto para integrarlo al mundo adulto. La palabra adolescencia es como todas, polisémica. No es un vocablo utilizado por Freud, quien prefirió hablar de una sexualidad infantil y una metamorfosis de la pubertad. Hay un momento decisivo en el que los jóvenes eligen su orientación, eligen nuevos modelos identificatorios, y a menudo no encuentran ninguno. Los adolescentes la mayoría de las veces se ven expuestos a los conflictos con sus padres, autoridades y hasta con el conjunto social; es la manera como quedan ofrecidos tanto para ser seducidos como perseguidos, ser invocados permanentemente por el discurso político, religioso, social. Este carácter de ofrecimiento está dado no sólo por la incertidumbre que genera el desasimiento de los padres, sino además por lo doloroso que esta operación implica. Adicciones, anorexia, bulimia, intentos de suicidio, se entremezclan con tatuajes, errancias e insomnios. Padeceres que intentando escapar de las palabras traduce al menos una angustia ignorada cuando no un dolor insoportable. El adolescente da cuenta de un sufrimiento psíquico cuyas bases hay que buscarlas en distintos niveles interdependientes. Por un lado, sexualidad y edipo, en su resignificación o reedición están presentes. Por otro lado, algo que está en la base hace al fundamento: la conflictiva narcisista reflejada en la reestructuración de las identificaciones y por lo tanto en un yo que se disloca.

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La entrada en la adolescencia se apoyará en ciertos interrogantes que surgen: ¿cómo ir hacia allí?, ¿hacia dónde ir?. He aquí un trayecto a realizar, siendo las preguntas habituales del adolescente ¿qué hacer?, ¿cómo hago?, ¿qué hago?.

Este yo que se disloca, a menudo provoca una desorganización que puede llegar hasta el sentimiento de un vacío. La intensidad de la conmoción no es ajena a la constitución narcisista a partir de los ideales parentales, es decir, a la constitución de las identificaciones primarias. Será el desenvolvimiento y los tropiezos de esta operación en la temprana infancia lo que producirá las diferencias y singularidades en el vivir y soportar la angustia y el dolor. El dolor es una reacción frente a lo no simbolizado. Por eso, cuando llega el momento de desasimiento de los padres, cuando se revelan las faltas o fallas de las relaciones del sujeto con los otros, el dolor se presenta como una respuesta, que a veces genera un vacío que conduce a la búsqueda inmediata de algo que lo llene. Impulsos, droga, comida, alcohol son búsquedas desesperadas para hallar una homeostasis.

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LA METAMORFOSIS PUBERAL A LA ASUNCIÓN DE LO REAL DEL CUERPO

“Pero a los 14 años no existen las diferencias y, además no existe el tiempo. La meta se impone como único punto de referencia. La meta es el tiempo y la distancia de todo adolescente ansioso”. Terency Moix "El beso de Peter Pan". Partamos de que la adolescencia es el momento de una mutación, de una transformación profunda que señala un pasaje, aquel que conduce de una a otra época de la vida. Este tema del pasaje es también el del cambio como lo confirma el "adolescere", término latino que pone el acento sobre el hecho de crecer, desarrollarse. El psicoanálisis, lejos de rechazar esta idea, participa de esta corriente de pensamiento, con la restricción de que la adolescencia es concebida alrededor de un cambio muy preciso, aquel que se refiere a la sexualidad. En la pubertad hay una hecatombe hormonal. La adolescencia se define entonces por esta entrada en el orden de la reproducción sexuada que implica una confrontación diferente a la que implicaba la infancia. Freud nos habla de la metamorfosis de la pubertad, para decirnos que hay algo que en la vida sexual se metamorfosea. ¿De qué cambio se trata?. En su configuración general es el momento de una transición entre una forma autoerótica de sexualidad y una actividad más compleja en la cual dos elementos opuestos se vienen a articular. Estos dos elementos son respectivamente la tensión sexual y el placer, o también la satisfacción. Aclaremos esta idea. Hablar del cuerpo que se metamorfosea, evocándonos lo que magistralmente Kafka nos ha legado en su relato así llamado "La metamorfosis", no es cuestión casual. No se trata de poner un punto de partida como orden causal o como pura cronología, sino de tratar de Pág

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establecer desde lo que irrumpe y destituye, como se van a ir produciendo o no, reordenamientos que implican esa idea tan cara a Freud que es la idea de trabajo. Trabajo de anudamientos, trabajo de elaboraciones y tramitaciones subjetivas que no son sin angustia, dolor y pena. Decir cuerpo, no es hablar de un organismo dado, sino de una construcción a hacerse y que los avatares de la pubertad ponen en extrema tensión. Irrupción pulsional del orden de lo traumático, marcará a la pubertad como un tiempo donde la vacilación entre lo que fue y lo a advenir, tejerán su trama. Si el estadio del espejo tal como lo describe Lacan, permitirá la asunción de una imagen integrada, donde en la anticipación que el otro me ofrece encontrare la unificación a mi fragmentación, la pubertad logra romper ese espejo y lograr a fragmentar la imagen lograda, o lograda al menos parcialmente. Anticipación y prematuración vuelven a instalarse. La transformación de los genitales no pueden dar aun respuesta a la cuestión del sexo, al menos no otras respuestas que las que provienen de actividad autoerótica infantil y de las teorías y fantasías que les son propias. ¿No es a caso así como suelen presentarse así los púberes, afectados por ese entre-dos de un sexo que se les impone y los acosa?. Chicos que parecen estar prisioneros de su cuerpo, sin saber como ir hacia el otro, el otro sexo. Cuerpo del que aun no han podido apropiarse, son ese cuerpo , no lo pueden tener. Se ha confundido muchas veces el despertar sexual de la pubertad con una cuestión simplemente anclada en lo biológico (cambio en los caracteres sexuales secundarios, producción de sustancias genésicas). Se trata en cambio de una transformación mucho más compleja, donde la posición subjetiva estabilizada en el periodo de latencia, se subvierte. Dicha transformación tendrá efectos arrolladores que configuraran un marco nuevo e inédito.

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Ubiquemos en primer lugar esto que el mismo Freud señala como hallazgo del objeto. ¿De que objeto se trata?. He aquí como lo dice el mismo Freud "desde el lado psíquico se consuma el hallazgo de objeto preparado desde la más temprana infancia". "Cuando la primerísima satisfacción sexual estaba todavía conectada con la nutrición, la pulsión sexual tenia un objeto fuera del cuerpo propio, el pecho materno. Lo perdió solo mas tarde, quizás justo en la época en que el niño pudo formarse la representación global de la persona a quien pertenecía el órgano que le dispensaba satisfacción. Después la pulsión sexual pasa a ser, regularmente autoerótica, y solo luego de superado el periodo de latencia se reestablece la relación originaria ......El hallazgo (encuentro) de objeto es propiamente un reencuentro". Suele manifestarse clínicamente, que los elementos regresivos que la pubertad desata suelen ser precisamente motivos que llevan a la consulta a aquellos (padres, maestros, etc) que no entienden que les pasa, como tampoco lo entienden los propios protagonistas. Cuestión de des-tiempos que parecen marcar y definir precisamente este tiempo. Tiempo en el que cierta abulia, pasividad, desazón, irritabilidad, pueden tomar el comando de la incertidumbre que tan solo y quizás las manifestaciones de la angustia podrán relevar ¿Qué es lo que va a marcar la diferencia entre la niñez y la adolescencia?. Es la sexualidad, el atravesamiento de la pubertad. La institución de una sexualidad con posibilidades de procreación va a marcar la entrada en la pubertad, y de ahí el comienzo de la adolescencia. Entonces, lo que marca la diferencia entre la infancia y la adolescencia es el tema de la sexualidad, que en realidad es la gran revolución en la cual se introduce el psicoanálisis en la historiad e la cultura. Freud sostiene que la sexualidad no comienza en la pubertad, sino en la infancia. Pero es en la pubertad cuando el cuerpo empieza a experimentar ciertos cambios porque empiezan a desarrollarse los caracteres sexuales secundarios

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y acá aparece notoriamente un real biológico que es sentido como que viene de afuera, de hecho, viene de afuera del aparato, o sea, no es algo para lo cual hay una anticipación específica.

LO

PÚBER.

UNA

CONMOCIÓN

A partir de las consideraciones expuestas podemos preguntarnos entonces ¿cómo define el psicoanálisis el campo de la pubertad?. Retomamos este significante "pubertad" que nos viene de nuestra cultura, cultura con pregnancia del discurso de la ciencia, y proponemos desplazarlo a "lo púber", "lo puberal". ¿Cón qué categorías aborda el psicoanálisis el estatuto de lo puber?. Habíamos dicho que la pubertad, para el psicoanálisis toma la marca freudiana de una metamorfosis y es aludida por Lacan en términos de despertar. Proponemos entonces destacar su aspecto de "conmoción". ¿Por qué conmoción?. Conmoción en referencia a la conmoción traumática, una vertiente del despertar, allí donde surgen los signos de un encuentro con la exigencia de un trabajo psíquico, donde la emergencia de lo real del cuerpo, de metamorfosis, de transformación del sujeto en relación con su ser sexuado, obliga a una confrontación donde lo infantil agujerea el saber-hacer de la infancia. Es decir, lo que ha sido jugado en la infancia es convocado a una cita en la que lo azaroso toma su valor. Es decir que más allá de los cambios funcionales hormonales y orgánicos manifestados por el crecimiento disarmónico del cuerpo, la aparición del vello púbico, etc, el púber es aquel que despierta fundamentalmente del sueño de su niñez de una manera brusca, pues se enfrenta al otro sexo y no sabe qué hacer con él. A diferencia de los animales que poseen instinto que los empuja a aparearse, los seres humanos no saben qué es lo que tienen que hacer juntos, porque el apetito sexual en la vida amorosa de cada sujeto no tiene nada que ver con la mecánica instintiva de los ani42

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males. Entonces, la pubertad es un momento donde el sujeto se confronta con la falta de armonia entre los sexos. De allí que observamos que los varones se agrupan para tomar fuerza entre ellos para mirar a las chicas, y las mujeres hablan de amor por otro lado a escondidas de ellos. En la pubertad también se modifica la imagen del cuerpo. Por eso tanto el empuje pulsional de las miradas furtivas y tendenciosas, como las palabras dichas y escuchadas toman una dimensión nueva para el sujeto; también la imagen del cuerpo viene a conmoverlo en lo más profundo de su ser. De ahí que pase horas frente al espejo intentando a acomodarse a su nueva imagen. Este despertar de la sexualidad es un hecho que no se puede ignorar, se impone, más allá de que uno quiera verlo o no, porque la ropa no entra, por ejemplo, o el hecho de ir a comprar un corpiño ya marca que hay algo que no se puede ignorar. La pubertad despierta la conciencia de que el sexo tiene un destino y que muchas veces ese destino no coincide con la anatomía. El hombre como hombre sexuado no nace como tal, o sea, el hombre no es macho, sino que se constituye a través de identificaciones y no siempre se constituye como hombre, el varón se puede constituír como mujer y viceversa, por eso ese enfrentamiento con lo biológico en la adolescencia a veces hace que el destino no coincida con la identificación sexual que su aparato exige. ¿Qué es lo que va a producir esta irrupción abrupta de este real biológico?. La confrontación con la posibilidad de una descarga real de excitación; o sea, los niños se excitan sexualmente, pero no hay descarga. A partir del desarrollo, la sexualidad tiene una descarga. En la infancia se llega a la etapa fálica, pero no a la genital. En la pubertad hay acceso a la genitalidad como órgano a ser utilizado.

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El yo es la instancia encargada de gobernar y distribuír los impulsos, y en la pubertad el yo tiene que modificarse para enfrentar esto. La consecuencia de esto es que hay una regresión a sí mismo, y esto hace que de alguna manera el adolescente se sienta omnipotente y que se lo vea como que lo único que le importa es lo que él quiere, y esto, aunque molesto para su entorno, es probable que así sea.. Es por eso que las figuras parentales, que son los primeros objetos de amor empiezan a ser cuestionadas, y éste es el modo que tienen de desprenderse de ellos. Todo el sistema identificatorio empieza a conmoverse, el mundo y él mismo ya no se ven desde el mismo lugar. Todo el sistema se está preparando para la salida exogámica. Las identificaciones de la infancia se sustituyen por otras más firmes, pero esto lleva su tiempo. A este reacomodamiento, Peter Blos lo llama "segundo proceso de individuación". Hay una fuerte tendencia a alejarse de los objetos infantiles de amor, es decir, los padres, que a la vez se incorporan como identificaciones. Hay alternancia de manifestaciones de desapego, de desvalorización hacia los mayores, y a la vez de admiración. Aparecen sentimientos de vergüenza, de inferioridad, de no saber qué nombre ponerle a las cosas que le pasan. Es la época de los grandes conflictos morales y de las defensas apasionadas de justicia, es la época del héroe, de las grandes proezas. Es una búsqueda y un encuentro de recursos que el adolescente desconoce, y en general, el tratamiento es un acompañamiento a que él pueda encontrar sus propios recursos.

Para el adolescente la rebeldía es una causa, y es importante que así sea. La rebeldía no es un síntoma, es algo esperable, deseable que eso suceda. El adolescente no tiene todavía ubicado cuáles son las cosas que le pasan. La adolescencia es una edad en la cual las identificaciones son todavía muy lábiles, las identificaciones se están constituyendo, y el adolescente necesita sentirse representado por alguna entidad o algún personaje.

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PROBLEMÁTICA DE LA ELECCIÓN

Otra modificación importante que se produce en la adolescencia consiste en la elección de la pareja sexual. La adolescencia es el tiempo de una elección. ¿Por qué detenernos en esta temática de la elección?. Lo que debe ser elegido se encuentra en la más profunda relación con el que elige. Por la elección se es lo que se ha elegido. "O esto o lo otro" es la alternativa que va a acechar constantemente al sujeto. Instaurar una verdadera alternativa no es posible sino a partir de una crisis. La lucha que se instaura en el sujeto, ante el paso que implica su metamorfosis, no es sin sufrimiento y sin vacilaciones.

Hablamos de crisis de la adolescencia, que significa al mismo tiempo fase decisiva y decisión. Existe una particular temporalidad de la crisis subjetiva que atraviesa el adolescente, crisis donde los deseos demasiado divergentes pueden sobrevenir bruscamente y confrontar al sujeto, aún joven e inmaduro, a un conflicto psíquico inconciliable, a rupturas o a aspiraciones que no está preparado a asumir, y que pueden suscitar en él una fuerte culpabilidad. La adolescencia corresponde a un pasaje crucial, un atravesamiento, donde el sujeto es de alguna manera confrontado a no retroceder frente a las elecciones que se le plantean.

La crisis adolescente es producto de la necesidad de cambio de objeto de amor; esta ilusión de que en la infancia todo lo soluciona la madre, en la adolescencia empieza a conmoverse. Todo a esta edad va acompañado de una particular sensación de tensión, que obviamente va asociada al displacer, y esto tiene consecuencias en la conducta, en el comportamiento de los adolescentes. Hay irrupción de conductas como expresión de sentimientos, de cualidades a los que no saben poner nombre. Sus defensas buscan nuevas formas de satisfacción, y esto conlleva un reacomodamiento personal frente a sí mismo y frente a los demás.

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En la adolescencia hay un aumento de la motilidad, hay un aumento de la voracidad, no solamente en el sentido de la comida, sino voracidad en el sentido de incorporar relaciones, objetos, estímulos, etc. Hay un aumento del lenguaje obsceno, y esto en el entorno familiar genera situaciones chocantes porque de pronto uno ve que su hijo hace o dice cosas que antes no hacía y que tampoco tiene mucho que ver con el estilo de la familia. Hay un gran rechazo por la limpieza. Tiene gran habilidad para producir ruidos, se ponen grotescos y groseros con sus cuerpos y con sus movimientos. Había una armonía corporal que ahora han perdido.

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SENTIMIENTO DE VACÍO

Lo otro que creo donde hay que estar bastante advertido es lo que Otto Kemberg describe como el "sentimiento de vacío" que aparece fundamentalmente en la adolescencia. Se percibe como apatía, como depresión, subjetivamente hay sensación de vacío interior que hace que se vacíe el entorno, por eso tampoco hay búsqueda hacia fuera. Hay vacío, aburrimiento y desasosiego como manifestación de la angustia, no pueden estar solos y hay una sensación de que la vida no tiene sentido. Otras veces, como manifestación también del sentimiento de vacío, pero que se manifiesta de manera contraria, es decir, como escape por el lado de la ansiedad. La angustia se manifiesta no por el lado de la depresión o la apatía, sino que se ponen hiperansiosos. Se manifiesta como ese adolescente descarado, hipersociable, con una sexualidad compulsiva. Es el adolescente que se presenta con aires de superioridad, o sea que uno sabe que se está armando, pero tenemos que tener en cuenta ese sentimiento de vacío que aparece tanto por el lado de lo negativo como por el lado de síntomas positivos, tenemos que saber que son expresión de la vulnerabilidad de toda la etapa adolescente.

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MUNDO INTERNO Y LA REALIDAD

Otra de las cosas que sucede en la adolescencia es que el mundo interno sufre un cambio. Cuando hablamos de mundo interno es la realidad que el adolescente construye. Entonces puede aparecer la sensación de despersonalización, de extrañamiento, de no encontrarse cómodo con su cara, con su cuerpo, son las edades de pedido de las cirugías estéticas, por ejemplo. Así como dijimos que la adolescencia es un proceso, en ese proceso es donde se va a ir desarrollando el sentido de realidad, que no es el criterio de realidad, sino que es el modo en que el adolescente ve la realidad, o sea que el lugar desde el cual va a ver el mundo a partir de la pubertad es distinto al de la infancia. Lo que se produce es un reacomodamiento y una adaptación a la realidad que se realiza a través de las funciones defensivas que son: las regresiones y las detenciones en el desarrollo libidinal. Los que trabajamos con adolescentes sabemos que muchas veces esto puede ser bastante angustiante para los padres. Debemos propiciar un cierto espacio para que estas detenciones en el desarrollo no queden instaladas como tales. De todas maneras siempre va a haber detenciones en el desarrollo de la libido y regresiones también, lo que pasa es que a veces las inhibiciones son tan grandes que las cicatrices que quedan como marca no son facilmente remontables en la adultez.

DE

LA ANGUSTIA Y SUS TRAMITACIONES

Es llamativo que así como habitualmente al tratar la problemática adolescente se pone énfasis en las viscisitudes del Yo en su lucha contra tal florecimiento, sin embargo se hace poco énfasis en la cuestión de la angustia. En cambio se habla de los duelos en su relación con las pérdidas objetales correspondientes al desasimiento parental, a la pérdida de la idealización de esas figuras en tanto objetos investidos en la infancia con cualidades ideales, al cambio en la relación con el propio cuerpo, etc. Pág

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Y digo que es interesante por cuanto en el duelo se privilegia la relación con el objeto (su pérdida), y en la angustia la problemática del objeto abre a una serie de interrogantes. Y más bien parece presentificarse como adelantándose a la pérdida misma, la angustia parece tener que ver más con la sensación de amenaza de pérdida (siguiendo a Freud). Es decir por un lado problemática adolescente, vinculada a las cuestiones del Yo y la emergencia pulsional, búsqueda de un nuevo objeto como clásicamente se afirma, pero justamente la cuestión de la angustia es lo que subvierte la relación con el o los objetos. Se tratará entonces de: ¿búsqueda de un nuevo objeto?, ¿de un espacio que se abre a la no presencia de objeto?, ¿a la búsqueda del reencuentro con el objeto radicalmente perdido?, ¿o a la presencia de un objeto que marca la ausencia? A partir de estos interrogantes podemos pensar ese "afecto" tan singular que es la angustia y que aún hoy sigue abriendonos interrogantes, no sólo por sus diferentes modos de presentación sino por lo que implica su presencia o su ausencia en los adolescentes. Sin embargo, el tema de la angustia no es en sí mismo un tema de la psicopatología. Más aún es un tema que antecede al psicoanálisis y a otras disciplinas, a partir de ser una preocupación para la filosofía. De todos modos no intento aquí discurrir acerca de los diversos modos de teorizar la angustia, sino de ubicar el status que ocupa en las manifestaciones de los adolescentes. Al decirlo de este modo estoy definiendo además que no se trata de un recorte simplemente temporal (período evolutivo) sino en todo caso se trataría de formas de tramitación de la temporalidad, de la sexualidad, de un "modo de estar en el mundo", de modos de posicionamiento subjetivo que hacen a un tiempo de desestructuración y reestructuración del psiquismo que se producen en un devenir. Por otra parte la temática de la angustia y la de la adolescencia se entrecruzan muy singularmente y precisamente en el punto de la temporalidad. No es infrecuente hablar del

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"apronte angustiado", de la "espectativa angustiosa" como si se tratara de un afecto que abre hacia un por-venir. Lacan dice lo siguiente en el Seminario 4: "Cada vez que se despega el sujeto de su existencia, por imperceptible que esto sea, el momento en que el sujeto queda suspendido entre un tiempo en que ya no sabe dónde está, hacia un tiempo en el que va a ser algo que nunca más podrá reencontrarse. La angustia es eso". Podríamos nosotros decir ¿no es eso acaso lo nodal de la adolescencia?. Tiempo de suspensión, tiempo que va de una caída o un naufragio al reestablecimiento de nuevos puntos de amarre. Y no es casual que hable de naufragio si éste es el témino que Freud planteó para el Complejo de Edipo. Destino necesario para que alguien se posicione como sujeto sexuado en el orden generacional. Pero si algo debe quedar claro es que ningún naufragio es idéntico a otro y tampoco lo que sobreviene a partir del mismo. Los modos de tramitación de la angustia son múltiples, cualquier ordenamiento que hagamos va a contener cierto grado de arbitrariedad, no obstante lo creo necesario. Cuando el yo se ve avasallado o teme verse avasallado por un montante de angustia imposible de tramitar, lo que prima es la desorganización. Y no necesitamos irnos hacia el lado de los fenómenos psicóticos para ejemplificar esas situaciones, porque precisamente son fenómenos bastante propios en la adolescencia y que precisamente llevan a confundir ciertas crisis con procesos psicóticos, son esas manifestaciones que guardan cierta espectacularidad y que muchos autores han definido como crisis de identidad. Como no es mi intención plantear una gnoseología, sino vuelvo a insistir tratar de describir diversos modos en que se procesa la angustia en la adolescencia, quisiera puntuar dos cuestiones que me parecen interesantes: una, tiene que ver con que lo que Freud ha remarcado en relación a la reacción de pánico (como fenómenos desorganizativos en la masa), y que hace a cuando el referente ideal que unifica y sostiene los lazos libidinales cae o se pierde, en ese caso la desorganización y el pánico son los efectos de esa pérdida. Este sería uno

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de los modos de expresión o de manifestación de la angustia. Recordemos que uno de los fenómenos típicos en la adolescencia es la búsqueda de la agrupación, de la instalación de un Otro que funcione como ideal, líder, o jefe. Y que es allí donde suele encontrar un sustituto a los ideales perdidos o caídos ubicados hasta ese momento en las figuras parentales. Si tal sustitución no se logra o resulta frágil o poco consistente, el sostén del propio Yo en ese ideal se fractura. De ahí un paso al pánico, angustia, amenaza catastrófica. Y como consecuencia la búsqueda muchas veces compulsiva de un "algo" que venga a ocupar el lugar vacante, de los ideales caídos o del sostén unificador. Se ha hecho habitual hoy en día, hablar del "ataque de pánico". Esta nominación suele reducirse tan solo a eso y a una precisa y a veces detallada descripción de una serie de fenómenos que supuestamente servirían para diagnosticarla. Dos cosas suelen olvidarse: una, qué implica esta forma de presentación de la angustia y cuáles son sus fundamentos; y otra, qué del sujeto en relación a ese padecimiento. Se confunde los efectos de cierta desubjetivización que puede emerger en tales crisis, con un borramiento del mismo (del sujeto). Lo que creo necesario retomar aquí, es que la angustia cualquiera sean sus formas de presentación es solidaria de la presencia del deseo, bajo la forma de deseo del Otro. Presencia amenazante allí donde el sujeto se encuentra sin recursos para sostenerse ante el ¿qué me quiere el Otro?. Cuando esto ocurre, allí sólo hay falta de respuesta (detención) o emergencia de angustia. No hay saberes que den respuesta.

3. EL ADOLESCENTE Y SU FAMILIA Si hay una crisis del adolescente, hay también una crisis parental, y ambas son correlativas, es decir que el adolescente no puede salir de su crisis sino a costa del difícil camino que recorrerán sus padres. Esta crisis parental se caracterizará por un trabajo de duelo. 50

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TRABAJO DE DUELO EN LA ADOLESCENCIA

La infancia tiene un límite en la adolescencia. Ella implica su pérdida y consecuentemente su duelo. El duelo por el niño de sus padres, pues para ser adolescente tiene que morir, renunciando al amor de la niñez, y con él a sus juegos. Podríamos situar el tiempo de la metamorfosis de la infancia como un tiempo de duelo, donde no sólo se pierde el cuerpo de niño o niña, sino también su funcionamiento dependiente de sus padres o adultos. Claramente se diferencia así la función del niño de la del adolescente para los padres. Podríamos afirmar que cuando el hijo deja su condición de niño, él genera un corte en sus padres, en tanto ya no depende tanto de ellos. El jóven es hijo, pero ha perdido su condición de indefensión, de niño; he allí en parte su problemática. Los padres tendrán que soportar la pérdida y realizar el duelo por el niño perdido para recuperarlo como jóven e hijo. Dejar la infancia implicará un sacrificio, el de dejar de jugar con su cuerpo y el cuerpo del otro para re-encontrarse con el suyo sexualizado. El tiempo de la pubertad, con sus transformaciones corporales implica re-posicionamientos que enmarcan el nuevo espejo identificatorio, donde padres y jóvenes se encuentran con nuevos rostros. Los niños se registran jóvenes, los padres se miran envejeciendo. La declinación de la condición de niño dibuja un nuevo pliegue identificatorio que produce extrañeza, pérdida y resignificación. La infancia es un tiempo que necesariamente se pierde, de allí el duelo, pero no es un tiempo que se olvide, por ello puede resignificarse. La infancia como tal no es un estadio del desarrollo, es un tiempo lógico y no sólo cronológico que se pierde y se recupera tras la incorporación y el duelo. ¿Qué es lo que ocurre entonces en la adolescencia? Los padres se miran en los hijos. Y resulta que cuando lo miran éste le presenta un yo desdibujado y una mirada dirigida en el mejor de los casos cada vez más hacia fuera. En extraña paradoja, los padres se encuentran con

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un retorno y con un vacío, con una angustia que podrá, según la singularidad del caso llegar a anclar en el dolor. Es decir, los vacíos tendrán la duración de un instante, de minutos o días, posibilidades que guardan relación con el peso de las anteriores identificaciones instaladas. Si los niños cautivan la mirada de los adultos, a los adolescentes no se los suele mirar con simpatía, sino más bien con desagrado o miedo, y es que la contradicción que traen a veces rompe el espejo narcisista de los padres. El desasimiento de la autoridad parental y fraterna es entonces una operación necesaria, pero también angustiante en el período de la adolescencia, y puede ser denegado cuando en el vínculo entre hijos y padres prevalecen relaciones de tipo narcisista, en las cuales el otro no es considerado diferente ni separado. En estos vínculos la alteridad y la mismidad quedan total o parcialmente desmentidas con el objeto de garantizar la omnipotencia y la inmortalidad de los progenitores y la cohesión del medio familiar. Tanto los padres como el adolescente deberán atravesar por diferentes y complejas elaboraciones psíquicas. a) Duelo por la caída progresiva de la inmortalidad y omnipotencia de los padres que envejecen, que implica una desidealización gradual de la imagen de los padres maravillosos para el hijo y del hijo maravilloso que no alcanza a satisfacer el cumplimiento de los ideales parentales. b) Procesos de reordenamiento identificatorio y de resignificación tanto en el adolescente como en los progenitores.

EL

IDEAL FAMILIAR Y EL DUELO POR LOS PADRES DE LA INFANCIA

El adolescente debe liberarse de la autoridad de sus padres, y quizás sea ésta una de las cuestiones más dolorosas de la pubertad. Cuando el niño deja de depender de los padres sobrevienen una crisis de desidentificación que cuestiona profundamente su ser, dice Marisa Rodulfo. En medio de esta crisis el adolescente irá librando costosas batallas. Deberá dar 52

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muerte a la infancia, desasirse de la autoridad de sus mayores, lograr un ideal propio, conseguir autonomía. La muerte de los padres de la infancia implica no necesariamente una muerte real, sino la caída de un juicio entendido como una decepción con respecto a un ideal, lo que produce sentimientos de nostalgia y añoranza por los objetos perdidos. No se trata de la ausencia parental real, sino de un estado en el que los padres actuales no son aquellos que el adolescente necesita, sea porque ellos están envejeciendo o porque no pueden otorgar ya lo que el adolescente desearía. El adolescente navega por estados afectivos polarizados que van por ejemplo desde el estado ilusorio de completud característico del enamoramiento a la desilusión y sufrimiento por percibir que el amor no saldará su estado de desamparo, desde la demanda de justicia a la desilusión de darse cuenta que ella es un ideal proveniente más de un deseo que de una realidad. Aceptar la pérdida de las ilusiones supone tener un yo fortalecido y estar acompañado por un contexto familiar aceptable, capaz de soportar el desmantelamiento en que el psiquismo del adolescente queda ante la pérdida de ilusiones. Habitualmente lo que el adolescente siente es que la vida ha perdido sentido, dado que dicho sentido lo daban sus padres idealizados. La pregunta que surge es quién soy yo y qué deseo, ya que quién era y qué deseaba pertenecían al patrimonio parental. Esta conflictiva deriva del desasimiento de aquellos padres que funcionan como ideales. El riesgo de derrumbamiento yoico frente a la pérdida de ilusiones es vivido muchas veces como peligroso y el yo decide mantener una vida de fantasía y decepcionarse de la realidad, trasladando el conflicto al ámbito contextual. En la práctica clínica es frecuente encontrarse con el adulto jóven que presenta este tipo de conflicto observable como un trastorno de personalidad en una prolongación indefinida de su adolescencia. El duelo por los padres infantiles podemos leerlo como el duelo por las distintas posiciones en que el adolescente

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colocó a sus padres, y de las cuales derivaron diversas representaciones que aparecen o como recuerdos o como productos de la fantasía. Si consideramos los tres duelos que el adolescente debe atravesar, el duelo por la pérdida del cuerpo infantil queda transformado en un proceso de identificación con una nueva imagen de sí. El duelo por la pérdida de los padres de la infancia nos conduce al proceso de desasimiento que incluye dos vertientes: la de la autoridad parental y la del ideal. El duelo por la pérdida de la identidad infantil conduce a la búsqueda del objeto heterosexual externo. Podemos decir entonces que todo este proceso implica una complicada tarea que exige un nuevo tiempo de espera. Mientras tanto irán cayendo identificaciones y aparecerán otras nuevas. En "La causa de los adolescentes" Francoise Doltó dice: "Lo que caracteriza al adolescente es que dirige su mirada a un proyecto lejano que él imagina en un tiempo y un espacio diferentes de aquellos en que ha vivido hasta entonces. Se produce entonces un conflicto con el ideal familiar, entre lo que él debería ser como adolescente y como adulto, y sus propios y confusos deseos. El resultado es un desencuentro en el que se dan todas las combinaciones posibles, desde el acatamiento hasta la rebeldía total, desde la adaptación pasiva hasta la adaptación del ideal familiar al deseo del sujeto que se las arregla para moldear aquél a su propia manera. A menudo escuchamos los efectos y confrontaciones de lo sujetos con ciertos ideales, respecto de los cuales se despliega toda una serie de respuestas: represión del deseo, inhibición, ambivalencia, sumisión, oposición, etc. El exceso de ideal mata las posibilidades del sujeto, sobre todo si el adolescente tiene entronizada a alguna figura familiar como yo ideal, realización misma de la perfección narcisista. Tal entronización impotentiza al sujeto, y en el análisis se tratará de liberarlo de ese aplastamiento devenido de fuertes ideales familiares.

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Ese es un orden de cosas, pero existe otro que provoca consecuencias más destructivas toda vez que no se constituye, o sólo en forma frágil esa instancia del ideal. El ideal entonces puede oscilar entre aplastar a un sujeto con sus características y estimularlo en su autoconstrucción. Hay algo peor que el peso de los ideales, y que es su ausencia, su desaparición o su no instauración. En las psicosis adolescentes, el punto de desencadenamiento, el punto de brote, es el punto donde, por primera vez en la existencia de ese sujeto se pone de manifiesto que allí no hay nada del orden de ideal que lo sostenga, lo único que encuentra para él allí son deseos mortíferos. Por eso el delirio restituye eso que aparece como vacío en el ideal. Pero haya o no delirio, la categoría de agujero en el ideal implica patologías muy severas.

RENUNCIAMIENTO

Y ELECCIÓN SEXUAL

El adolescente deberá enfrentar la problemática edípica con la ambivalencia que caracteriza a este período, es decir, el sentimiento de una elección imposible entre renunciar a sus objetos edípicos y/o conservarlos. Se siente entrampado en esta ambivalencia, reforzada a veces por la actitud paterna. Bajo el crecimiento pubertario debe renunciar efectivamente a una relación demasiado íntima con sus padres, sucede que a veces, esto es significado por los padres como rechazo, entonces se preguntan ¿cómo, no nos quieres más?. Surgen entonces la angustia y la culpabilidad. A esta edad se hace insostenible permanecer demasiado próximo a la madre, por ejemplo. En las parejas separadas vemos a los adolescentes hacer crisis severas cuando se los pone en la posición de ser confidentes del padre o de la madre; se asiste entonces a conductas de oscilación entre posiciones que el sujeto cree antinómicas: perder a sus padres o conservarlos.

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Otra elección difícil es la elección sexual que se hace urgente frente a la maduración sexual. El sujeto está encerrado en lo que, acá también le parece antinómico: la pulsión y el deseo. Se alimentará de un amor idealizado por otro inaccesible, un cantante de fama, por ejemplo, o cualquier otra figura que se mantenga a distancia, mientras que por otra parte, sentirá el placer de descalificar al otro sexo mediante bromas en que lo sexual es rebajado; no sabe todavía cómo organizar su deseo. Está preocupado por seducir, absorvido por sus fantasías, sus nuevas sensaciones, entonces su trabajo escolar puede aparecer como mediocre y se verá relegado a un segundo plano. Todos los docentes conocen las inestabilidades de los alumnos de segundo y tercero.

RENUNCIAMIENTOS

Y REORDENAMIENTOS IDENTIFICATORIOS

Para afirmarse a veces es necesario afirmarse contra algo. La adolescencia trata de cortar con el pasado, en particular con los valores en los que creyó hasta entonces, valores que compartió con frecuencia con su familia o su entorno social. La inteligencia, los estudios, el éxito, valores reconocidos por nuestra sociedad e investidos por los padres, con frecuencia van a pagar el costo de estos reacomodamientos identificatorios. La inhibición intelectual está vinculada a las posiciones edípicas conflictivas. Una interdicción superyoica, con su corolario: la culpabilidad, puede detener cualquier aspiración al éxito cuando el mismo es vivido como una rivalidad peligrosa con el padre, por ejemplo. El temor de soprepasarlo, con las fantasías que lo acompañan (reemplazarlo al lado de la madre, destruírlo) despierta los temores de contradicción. Se trata a veces de jóvenes brillantes que fracasan en sus estudios cuando alcanzan un nivel no logrado por el padre. Son también las hijas que después de estudios exitosos, se prohíben el éxito social para no diferenciarse de una figura materna borrosa, sin existencia social. El yo ideal se sostiene en la identificación a un modelo. El adolescente está en busca de este tipo de referencias. Los modelos cambian con las épocas, pero evolucionan también cuan56

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do se pasa de la infancia a la adolescencia. Esos cambios sorprenden a los padres que no se dan cuenta que lo frustrado es su propio deseo. Ese niño que aspiraba a ser técnico como el abuelo o científico como el tío, se pone a soñar con otra cosa. La diferencia sexual puede intervenir de una manera inesperada en las elecciones, por ejemplo, si un muchacho deseaba ejercer la profesión materna, la juzga a partir de ahora marcada por lo femenino y renuncia a ella, de la misma manera que una hija será detenida en el momento de ejercer la profesión del padre por temor de asumir una identificación masculina. Los adolescentes tienen con frecuencia oposiciones en relación a los ideales que hasta entonces habían compartido con el entorno familiar o social. Por ejemplo, se pueden suscitar divergencias en relación a las creencias: rechazo a continuar con una práctica religiosa, o a la inversa, reproches a los padres por no haberle dado una educación religiosa. Lo mismo sucede con los principios morales, de la moral sexual, en particular; cuántos padres son sorprendidos por la precocidad sexual de su hijo. Los estudios están incluídos en estos cuestionamientos porque tienen como soporte ideales tales como el éxito, la riqueza, el poder. Hay adolescentes que rechazan el dinero de sus padres para la mantención de sus estudios. Si el rechazo es masivo, agresivo, puede desembocar en un rechazo absoluto a los estudios. A esta edad el fracaso escolar puede ser considerado como una actitud de oposición y rebeldía. Ser trata de un claro rechazo a proseguir los estudios, pero también se puede tratar de una inhibición vinculada con conflictos edípicos no resueltos. Entonces, ¿cuál es la salida normal para el sujeto que sufre esta metamorfosis?. La salida es que el sujeto encuentre a su yo otra forma, distinta de la que sus padres depositaron en él cuando era niño. Para ello es necesario que se oriente por el ideal, que necesariamente está fuera de él, es decir, en el Otro, y esta elección se hace en la adolescencia. ¿Qué quiere decir constituírse un ideal del yo?. Es poder hacer una nueva elección de vida, por ejemplo, la pasión por estudiar tal cosa, orientarse por una profesión, ponerse al serviPág

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cio de otros mediante un trabajo, querer constituír una familia, etc; es decir que la salida normal adolescente es hacerse una nueva forma de vida que da satisfacción particular, lo que no implica que su grupo originario esté satisfecho con su elección. Esta elección se lee en dichos como: "soy escritor de alma", "me apasiona la matemática".

TIEMPOS

DE CAMBIO

El tiempo de cambio, de pasaje al que quiero referirme aquí es ese tiempo que llamamos adolescencia. Pasaje que, como dice Freud en "La novela familiar del neurótico" apunta al desasimiento de la autoridad parental, recalcando que es una de las operaciones más necesarias pero también más dolorosas del desarrollo. ¿Por qué esta operación es tan dolorosa?. Lo responde él mismo en este texto en la forma más poética. Dice así: "Y aún el íntegro afán de sustituir al padre verdadero por uno más noble no es sino expresión de la añoranza del niño por la edad dichosa y perdida en que su padre le parecía el hombre más noble y poderoso y su madre la mujer más bella y amorosa. Entonces se extraña del padre a quien ahora conoce y regresa a aquel en quien creyó durante su primera infancia; así la fantasía no es en verdad sino la expresión del lamento por la desaparición de esa dichosa edad". Según Freud el lamento es dejar de ser un niño lo cual implica la pérdida de los padres. La aparición de los caracteres sexuales manifiestos en el cuerpo del puber cuestionan la completud narcisística. Su consecuencia es que el padre ideal, aquel que se había transformado en el refugio del narcisismo del niño a posteriori de la castración, vía amor al padre, cae. Con la pubertad, tal como la sostiene Freud en "Metamorfosis de la pubertad" sobreviene una poderosa corriente sensual que en un principio recorrerá los caminos anteriores, acumulando sobre los objetos de la elección primaria magnitudes de líbido mucho más amplias. 58

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O sea que se produce una reactualización del Complejo de Edipo. Es al tropezar con la barrera contra el incesto erigida en el intervalo, que tenderá a transferirse lo antes posible de dichos objetos primarios a otros, ajenos al círculo familiar del sujeto con los cuales sea posible una vida sexual real. Me gustaría entonces subrayar tres cuestiones que se desprenden de lo que Freud nos dice: • La corriente sensual que permaneció en latencia surge con fuerza en este segundo despertar sexual pero ya con la posibilidad de un acontecimiento absolutamente nuevo, esto es una vida sexual realizable. Es necesario entonces que la prohibición del incesto sea ratificada en este momento. • La posibilidad de la realización del coito implica tanto para el varón como para la mujer enfrentarse a lo real del sexo, de otro modo, o sea, sin los velos, sin la cobertura del amor al padre de la infancia. Es esta cobertura y el enfrentarse a lo real del sexo lo que antes aparecía como el lamento de la pérdida de la niñez en Freud. • Y la otra posibilidad que surge en este momento es la de procrear, posibilidad biológica que choca con la insuficiencia simbólica del sujeto en ese momento de acceder a la función de madre o de padre, lo cual será tramitado durante la adolescencia. Cuando se produce la procreación en este momento, las consecuencias para el producto ahí gestado suelen ser nefastas. Padres adolescentes que no se pueden hacer cargo de sus hijos, es decir de la función. Si bien el Complejo de Edipo de la niña se resuelve de alguna manera a través de la ecuación niño-pene, en la pubertad y a lo largo de la adolescencia no se tratará en principio para ella de ser madre sino de devenir mujer con un compañero sexual exogámico, no se trata aquí del padre sino de un hombre. Para el varón, que saca a relucir el certificado conferido por el padre y que había mantenido guardado durante la latencia, si bien absolutamente necesario, éste, no dice, no recubre aquello con lo que él también se enfrentará en su approach al otro sexo.

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Ahora bien la adolescencia no es un hecho "natural", como nada lo es en el ser hablante. En este sentido creo que es lícito preguntarnos ¿qué es lo que dispara la crisis adolescente?. Retomando lo que acabamos de mencionar como las nuevas posibilidades reales con que se encuentra el sujeto, enfrentado a estas cuestiones de la vida hay desde el sujeto un llamado al Nombre del padre, un llamado al Otro esperando una respuesta, respuesta que no llega ya que el Otro no la tiene. Se produce aquí una confluencia entre lo que implica enfrentar el agujero de lo real del sexo y la insuficiencia simbólica del Nombre del Padre para responder a ello. Es entonces donde se desencadena lo que llamamos la crisis adolescente, crisis que aunque comúnmente se atraviesa rodeado por los semejantes, conlleva un sentimiento de profunda soledad. Habíamos dicho que el disparador de este tiempo de pasaje es la falta de respuesta que el sujeto recibe desde el Otro frente a la irrupción de la sexualidad que podríamos llamar adulta en contraposición a la sexualidad infantil. Enfrentados entonces a este real intentarán bordearlo de alguna manera para que la aproximación al otro sexo se produzca. Los ideales paternos que no dan cuenta, que no le sirven al joven en esta tarea serán cuestionados para ser reemplazados por otros que no solamente intentarán cernir este real sino que también serán guía de un nuevo imaginario donde el espejo ya no devuelve una imagen de niño o niña. Es así que los jóvenes forman grupos con ideales propios, se visten de la misma manera mirándose en el pequeño otro, identificándose imaginariamente con él, escuchan las mismas bandas de música cuyas letras los representan, se entienden entre ellos con sus propios códigos creando un discurso que identifica este tiempo y que da cuenta de los diferentes grados de aproximación sexual que van realizando. Digamos que los jóvenes se agrupan porque adolescen de lo mismo. Buscan entre ellos, entre pares soluciones para el mismo padecimiento, para el mismo problema. Pero, dado que este

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problema no tiene solución, lo simbólico no puede recubrir lo real, se produce un recrudecimiento, una proliferación de las identificaciones imaginarias. La paradoja adolescente consiste en que los anhelos de independencia y de encontrar su lugar como sujeto deseante chocan con una todavía fuerte ligazón y dependencia al Otro real. Efectivamente el cuestionamiento de los ideales paternos va en paralelo con la confrontación, la rebelión, la desestimación de los padres. En esta confrontación y hasta agotarla es que se producirá el pasaje. El joven convoca y provoca la mirada de los padres en una mostración de cambio a nivel imaginario que impacta la mirada. Mostración de lo que está en vías pero todavía no cayó. Lacán afirma en el Seminario V, "Las Formaciones del Inconsciente", que el Nombre del Padre hay que tenerlo pero también hay que saber servirse de él. Más tarde, en el Seminario "El Sinthome" dirá "Se puede muy bien prescindir de él a condición de servirse de él". No se puede prescindir del Nombre del Padre sin antes haberlo tenido. Es condición necesaria para un sujeto tener el Nombre del Padre para poder hacer su rebelión juvenil. De acuerdo a lo que dijimos antes, es condición necesaria pero no suficiente, ya que la confrontación con el padre forma parte de esta posibilidad. Esta crisis es entonces el drama de la separación real de los padres en un tiempo en que el aparato psíquico del sujeto se encuentra aún en insuficiencia para producirla. En suma, Va a ser justamente esta crisis la que impulse el establecimiento de las condiciones subjetivas para poder finalmente producir la separación. Los ideales paternos cuestionados son reemplazados por ideales que el sujeto va encontrando en el Otro social. En este sentido el adolescente corre sus riesgos. Es en el punto en que quedando huérfano de los ideales que cuestiona, y no habiendo aún tramitado la separación que lo llevará a introyectar la ley, puede quedar pegado a las ofertas falaces de felicidad que vienen desde este Otro social y que apunta a este momento de insuficiencia del sujeto.

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Mannoni dice que no corresponde combatir la adolescencia, curarla o acortarla antes bien corresponde acompañarla. Acompañar la adolescencia implica en un análisis acompañar el pasaje que implica la caída de la idealidad, de ser objeto amable para otro a la posición de sujeto deseante de un o una compañera sexual. Es un momento donde la castración vuelve a ponerse en juego como operación de descompletud, de caída del objeto. Al final del Complejo de Edipo se da el pasaje de la madre al padre, con lo que conlleva de amor a este padre y la identificación en tanto ideal del yo que permite la socialización del sujeto en la latencia. En esta nueva vuelta la caída del objeto llevará al joven a desear y a amar a un partenaire del otro sexo con las posibilidades reales que antes mencionamos. O sea que se produce la caída de los objetos parentales y en su lugar la aparición de otros objetos de atracción erótica y amorosa y nuevos ideales. Cuando este pasaje está bloqueado, las consecuencias pueden ser una inhibición de la vida erótica, también una degradación de la misma en el sentido que lo plantea Freud en su escrito. El riesgo de este bloqueo es que deje al sujeto pegado a objetos pulsionales no tramitados haciendo su aparición en los actings: el alcohol, la droga, objetos que están mostrando que el pasaje no se puede transitar. Cuando este bloqueo se produce es muchas veces porque el Otro no está dispuesto a dejar caer su producto, cuando la separación del hijo se transforma en una afrenta para el otro real, o sea, retomando lo dicho anteriormente cuando el padre no es suficientemente sólido para ser confrontado. En esta encerrona es que se producen los pasajes al acto adolescentes saliendo de la escena donde no hay lugar para el desprendimiento, intento fallido de separación. En este punto podríamos decir que la función del análisis es propiciar que el sujeto pueda producir un corte que permita la tramitación de este desprendimiento, tramitación que si ocurre, no solo reducirá los riesgos a los que nos hemos referido, sino que le favorecerá apropiarse de su deseo. Un analizante adolescente que consulta por una crisis de angustia le dice al analista: "Si presento una chica en mi casa mi imagen va a cambiar, ya no voy a ser el mismo para mis

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padres". Este mismo analizante le pregunta angustiado una y otra vez al analista: "¿si crezco, voy a ser otro o voy a seguir siendo yo?". En el Seminario IV Lacán nos dice: "La angustia es correlativa al momento en que el sujeto está suspendido entre un tiempo en el que ya no sabe dónde está hacia un tiempo en el que será algo dónde jamás podrá reencontrarse". Pasaje entonces que no se dará sin el surgimiento de la angustia, que anuncia un corte que aún no se ha efectuado. El riesgo podrá ser sustituir los ideales paternos por los ideales del Otro Social en bloque, que también son paternos. Sin embargo no es sin este Otro Social que el adolescente hará su pasaje. Ideas sobre la sociedad, lo justo, lo injusto, movimientos artísticos, corrientes filosóficas, la música de vanguardia de la época en que le toca vivir su adolescencia, marcarán al sujeto y será lo que diferenciará a su generación de la de sus padres. Estas serán marcas duraderas, ideales y deseos que acompañarán al sujeto a lo largo de toda su vida. Será con esta nueva guía construida a lo largo de este pasaje que el sujeto enfrentará el sexo, la paternidad y/o la maternidad, y llegará el día en que él tampoco tendrá respuesta para las preguntas de un hijo adolescente.

4. IDENTIDAD: ¿PUNTO DE LLEGADA O DE PARTIDA? Nuestra práctica cotidiana nos impone el ocuparnos detenidamente sobre los modos en que la subjetividad va siendo afectada, modificada vertiginosamente por nuestro tiempo. Basta solo mencionar los efectos de la hoy posible clonación humana en torno a la filiación y a la alteridad para darnos una idea de la dimensión del asunto. Es precisamente alrededor de ambas cuestiones, de sus diversos modos de articulación, que se delinea la subjetividad de cada época. Sabemos que la alteridad se manifiesta como fuente de satisfacción y como padecimiento. Pero sobre todo como trabajo impuesto al psiquismo en su constitución. El encuentro con Pág

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el otro exige un recorrido, un trayecto, un movimiento que incluye la pérdida y el duelo y que es propiciatorio de pasajes, de lugares nuevos, en un viaje incesante en cuyo transcurso las identidades se conforman y modifican. Es desde este punto de partida que me propongo abordar la cuestión de la identidad, experiencia inseparable del lazo social. La noción de identidad remite al narcisismo, al investimiento libidinal de sí, positivo o negativo, a las identificaciones inconscientes y a los conflictos identificatorios. De allí, en referencia al narcisismo y a la adolescencia, la siguiente hipótesis: es el investimiento positivo de la representación de sí el que da un sentimiento de identidad. Este permite, cuando es suficientemente estable y sólido, tomar el riesgo de comprometerse, con cuerpo y alma, en una relación con un otro diferente y diferenciado de sí, sin perderse en ella. A pesar de que la construcción de la identidad es una exigencia del proceso de la adolescencia, no debe considerársela como un punto de llegada, como un fin en sí mismo, sino más bien como un punto de partida, una condición previa. Del mismo modo, la identidad representa un tope. Indispensable para poner un límite entre lo individual y lo colectivo, y preservar de este modo la individualidad. La identidad constituye en no menor medida una limitación al oponerse al ideal de completud ("aceptar que yo soy X significa que no soy Y"). Estas perspectivas dobles hacen de la identidad una noción profundamente paradojal: por un lado, es una condición previa al reconocimiento, y por ello a la aceptación de la alteridad y de la complementariedad1; pero por otro lado ella ofrece la garantía de una tranquilizante preservación de la subjetividad al precio, es cierto, del abandono de una aspiración a la ubicuidad, ilusoria pero sumamente fascinante. Pensar la identidad es pensar la relación con los otros; como lo propio se articula con lo otro, con lo extranjero. Lo extranjero en uno y lo propio en lo extranjero. Pensar la identidad es también pensar acerca de lo irreductible, lo no asimilable en lo semejante, que hace que uno sea en algún sentido otro para si. La cuestión de la identidad nos plantea mover-

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nos en un territorio que es de frontera, un espacio paradojal donde confluyen lo diverso y lo mismo, cuya condición polimórfica es fuente de metamorfosis donde lo real puede salir transfigurado. Hoy que estamos transcurriendo una crisis tal que pareciera que no hay lugar para la transformación y lo que nos reúne estuviera en vías de disolución, donde a la amenaza de estallido desintegrador se le suma el desaliento y la desesperanza, se vuelve necesario pensar y crear en cada ámbito de nuestra cultura formas que permitan constituir redes efectivas de contención y de proyección futura, que posibiliten desarrollar un sentimiento de unidad y pertenencia imprescindible para tramitar las angustias de desintegración yoica y las agonías primitivas de estos tiempos de crisis. Es en este contexto, en el que la incidencia brutal de lo real sobre los sujetos es de una dimensión tal, que nuestras reflexiones se ubican más que nunca en nuestra responsabilidad ética como profesionales.

LAS

IDENTIFICACIONES Y EL GRUPO DE PARES

Es importante en la adolescencia la función que cumplen otros adolescentes Tomado el concepto de objeto transicional de Winnicott, el grupo de pares sería el objeto transicional entre la familia y la sociedad. Bloss va a decir que la adolescencia es un período donde se arman identificaciones pasajeras, al estilo de identificaciones miméticas, por eso el problema de las imágenes, o sea, la importancia que tiene la influencia de lo que se ve, cómo nos muestra como espejo de lo deseable que uno debería tener o ser. El rol que cumple esto es tener identificaciones imaginarias pasajeras, y uno lo ve en el cumplimiento de roles. Uno lo ve claramente en los chicos, empiezan a hablar de determinada manera, como algún personaje, les dura un mes o dos meses. Es una etapa donde la función de los pares es muy importante en la construcción de sus identificaciones. De este modo, las bandas de adolescentes nos ofrecen matePág

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rial para interrogarnos acerca de los recovecos y subterfugios de las identificaciones. En esos grupos cada uno aparece reflejado en el espejo del otro: la misma vestimenta, el mismo peinado, las mismas insignias, los mismos códigos. Cuando se abordan problemáticas específicas como drogadicción, bulimia, anorexia, etc, lo que siempre está incluído en estos tratamientos es el grupo de pares. Los que trabajan con adictos dicen que tienen que cambiar de amistades, y en algunas instituciones eso es condición de tratamiento, lo que pasa es que no es tan sencillo que esto se produzca porque por algo eligieron esas amistades y no otras más ligadas al tema de la vida. El adolescente hace un uso importante del grupo de pares y es necesario que así suceda. Es la excusa para poder sustituír las relaciones objetales primarias por identificaciones, porque con estas relaciones, se comienzan a hacer conciente las ambivalencias con los padres, entonces se van del odio al amor muy rápidamente, y esto genera mucha culpa en el adolescente. Entonces el grupo de pares cumple la función de alivianar esa culpa del superyó que en ese momento está funcionando muy a presión, porque entre los chicos es como que se perdonan; "si el otro lo hace yo también me lo permito". Por ejemplo, si se incorpora lo feo como valor estético, éste suele formar parte de una ideología de grupo. ES el caso de los punks, de los cortes de pelo irregulares, de las pinturas, de las vestimentas de determinados cantantes o músicos de moda, donde lo lindo-feo está dentro de una variable sociológica grupal que otorga sentido de pertenencia. Si el niño se sostiene en el deseo de ser grande, deseo que no es sin el querer ser como papá o como mamá, ¿qué ocurre en la adolescencia, cuando la promesa edípica de poder acceder al lugar anhelado, resulta ser eso, una promesa, un engaño? El serás como, a condición de renunciar al mismo tiempo al objeto edípico, no garantiza por sí, el acceso al objeto sexual. La identificación al progenitor del mismo sexo no alcanza para resolver demasiado, aunque no es sin ellas (las identificaciones) que el joven se lanzará a la vida. La cuestión

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identificatoria es harto compleja y lo es aún más si no se ubican algunos parámetros que ordenen el lugar que ocupan. En la obra freudiana podemos hallar algunos pero también la apertura a muchos interrogantes. Para comenzar quisiera recordar que siempre encontraremos una tensión necesaria entre la cuestión del ser y la del tener. Las identificaciones corresponden a lo que efectivamente pone en cuestión aquello del ser, ser insustancial para el psicoanálisis, pero que opera, y opera desde el lugar mismo en que el narcisismo entra en juego. Es decir estamos en la esfera en que se despliegan las cuestiones yoicas. Habíamos hecho referencia en algún momento a cómo la imagen especular a la que el niño se identifica pasa a constituir la imagen de su propio cuerpo, y habíamos agregado que dicha imagen sufre una serie de fracturas con los cambios emergentes del movimiento puberal. Pero, agregamos ahora, las identificaciones imaginarias constituyentes del yo, conforman tan sólo una parte. Y el movimiento de juegos identificatorios resulta ser tanto más complejo. Entiendo que este tipo de identificación, es el que podemos hallar en situaciones tales como aquellas en que la "imitación" de ciertos modos de hablar, vestir o actuar, tienen como condición la fantasía de apoderarse o compartir una situación que le es atribuída al otro (semejante), situación donde opera un deseo. No se trata por lo tanto de una mera copia o imitación, sino del mecanismo inconsciente que las sostiene. Quizás un modo de decirlo sería éste: Si ella o él son deseados (o amados) y/o desean (o aman), al ocupar ese lugar (leído en los efectos acontecidos) puedo acceder a eso mismo que ellos poseen y que yo no reconozco en mí. Esta cuestión de la comunidad afectiva, marca muchos de los lazos que hallamos en la relación del adolescente con sus pares, y que no son mera imitación, ésta al decir de Freud (la imitación) es efecto o consecuencia de la identificación.

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Este proceso se diferencia por otra parte, de lo que acontece en las relaciones grupales donde lo que prima es una relación mediada por la identificación al líder. Líder que no necesariamente se encarna en una persona, sino que también puede estar representado por un ideal o una convicción. Lo que suele producirse en cierto tipo de agrupamientos conformados siguiendo ese modelo, modelo que Freud describe para la formación de masas. Y es a consecuencia de ese proceso que se identifican entre sí. En los sujetos que los componen se produce cierta desubjetivización, precisamente por esa "delegación" o "deposición" producida, y ésta situación puede llevar al mayor de los sometimientos y sacrificios. Precisamente por esa "fuerza" y seguridad que confieren este tipo de grupos, suelen ser tentadores para los adolescentes que oscilan entre la incertidumbre y la inseguridad, cuestión que no deja de implicar serios riesgos. Existen numerosos ejemplos de la posición sacrificial al que conducen líderes fascinantes y reaseguradores. Por otra parte la imposibilidad para el joven de sostenerse en una des-creencia radical, descreencia que suele acompañar la pérdida de la idealización que hasta ese momento recaía sobre las figuras parentales, o la de el adulto como representante de un Otro "fuente de todo saber y creencia" (al decir de Freud en la Novela familiar del neurótico) La cuestión es el costo que puede implicar esa salida en tanto favorezca la sumisión a una figura u objeto unificante y no la facilitación de una apertura y relación de paridad con otros como semejantes. La relación de identificación con los pares ocupa un lugar fundamental en el proceso adolescente, la búsqueda de marcas comunes o de lo que haga signo de una comunidad afectiva o de ideales, no nos debe resultar extraña. Tampoco puede resultarnos sorprendente la creación de una "jerga" o lenguaje propio que actúa como contraseña de la pertenencia a un grupo o a una suerte de clase (la de una cierta edad). Se podría pensar que ante la incertidumbre de una pertenencia a un cuerpo, a un lugar, a una posición subjetiva, se acentúa la creación de límites o fronteras demarcatorias que

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ponen distancia con un mundo extraño, ajeno (el de los otros- adultos). Una de las manifestaciones de esta búsqueda de signos identificatorios es la tendencia al uso de tatuajes, piercing, etc. Se habla mucho de este tema, creo que muchas veces con el riesgo de simplificarlo y generalizarlo, cuando no desde una perspectiva crítica. Entiendo que para cada sujeto, la necesidad de marcar-se el cuerpo, puede tener alcances distintos; tampoco es lo mismo un tatuaje que una perforación. Habría que pensar qué lugar darle a la economía del dolor en la adolescencia. Estas marcas (tatuajes, perforaciones, etc.) suelen tener muchas veces una función de tipo ritual, en el sentido que indican una suerte de cuestión iniciática, de pasaje, ya que remiten a un hacer lazo y comunidad con otros, semejantes, y operan como separación del mundo familiar y/o adulto (remisión puramente imaginaria en gran parte). Siendo la nuestra una cultura que ha perdido el valor del ritual como forma de atravesamiento de un tiempo a otro, o de un espacio a otro (en tanto tiempos y espacios de la subjetividad), muchas veces esos tatuajes o marcas hacen suplencia a lo faltante en el orden institucionalizado. De todos modos carecen del valor de transmisión que portan aquellos que una cultura determinada ha creado y donde se definen una serie de pautas (rituales) que todos quienes pasan por determinada situación deben cumplir. Recientemente un adolescente que se había tatuado el escudo de su club de fútbol favorito, al preguntarle por qué lo había hecho, me respondió: Es un amor para toda la vida, por eso. Es decir, lugar de una retención, donde el objeto de amor, resistiría todo avatar temporal. Marca indeleble que desafiaría cualquier pérdida. Pero también podría decirse, marca elegida, en la que cada quien inventa su propio "tótem" al cual adorar.. Se suele confundir el decaimiento de ciertos valores, su vacilación o la vigencia de ideales que no han podido ser asimilados, con lo que hace al movimiento subjetivo en los adoles-

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centes. Que éstos puedan hacerse porta-estandarte de esos valores que para el mundo adulto resultan extraños o incomprensibles, resulta coherente con la necesaria posición contestataria que éstos (los adolescentes) necesitan asumir. Se trate de formas musicales, vestimentas, costumbres, etc., es ese "mundo nuevo" que necesitan inventar. Se trata en todo caso de valores y objetos que podrán o no ser tomados como sostén y también pantalla, donde podrá deslizarse algo del deseo en juego.

5. EL ADOLESCENTE MODERNO. ¿QUÉ RESPUESTAS FRENTE AL MALESTAR ACTUAL?

LA

ADOLESCENCIA FRENTE A LOS CAMBIOS CIENTÍFICO-TECNOLÓGICOS

La familia de nuestra época muestra una clara tendencia al distanciamiento entre padres e hijos, por las exigencias crecientes de trabajo. La pérdida de ideales, unida al desengaño de la fantasía de encontrar el paraíso anhelado es determinante de un estado de duelo en el que pronto quedan sumergidos. A veces estos factores producen huellas indelebles de perturbación que marcarán decisivamente, con modos patológicos de funcionamiento que desembocan en la violencia, la drogadicción, el alcoholismo, la segregación, la delincuencia, etc. Durante el siglo XX el adolescente ha sido un activo protagonista. Como siempre ha estado presente en los cambios sociales y culturales, en los cuestionamientos. En nuestro país fue un vital promotor de la Reforma universitaria y de la expansión del rock. Vemos al joven ante las computadoras, jugando con ellas y manejándolas creativamente; devorando videos o capturado por el televisor. Le atraen los programas musicales, deportivos, las telenovelas, los desfiles de modelos (siempre son adolescentes) y es el ávido consumidor de los productos ofrecidos por la publicidad, pugnando por conseguirlos y lucirlos, portando 70

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"marcas registradas" como emblemas, en su sed por encontrar una inscripción definida en el concierto social. El jóven de nuestra época es también el blanco del negocio de drogas; quizás el más importante consumidor, y por lo tanto su víctima más afectada. Bebedor de alcohol, menos culto en esta materia que sus mayores, protagoniza actos espectaculares estando ebrio. Los actos antisociales también tienen a los jóvenes a la cabeza de las estadísticas. Ante la incapacidad o dificultad del medio familiar de proveerles de continencia, afecto y parámetros delimitadores, desbordan el marco de las instituciones educativas expresando a viva voz su carencia. ¿Qué nos indican los gestos y actos de desafío, los desórdenes y obstinadas rebeldías de los jóvenes de nuestro tiempo?. Podemos conjeturar que son expresiones que intentan lograr al menos dos tipos de metas: por un lado es obvio que hay una búsqueda de placeres, de sensaciones, como una manera de certificar su vitalidad, su condición de seres vivientes. Sería como decir: "siento, luego existo". Sensación que no sólo es obtenida mediante actos corporales, sino también mediante constataciones que pasan por procesos psíquicos, por ejemplo, identificaciones desde otra perspectiva, el cuestionamiento ruidoso y la adhesión a ideales transgresivos, modificadores de la sociedad en sus injusticias, prejuicios estéticos o artísticos y a líderes de movimientos de masas, permite dar un cauce expresivo para la puesta en escena de conflictos entre sus estructuras psíquicas. Es el escenario donde puede ponerse en acto el cuestionamiento del superyó, representante de exigencias parentales y educativas, de mandatos implícitos y no verbalizados de su entorno familiar y social. La cultura impone normas y pautas que requieren de elaboración y que en buena medida son inaceptables; el jóven responde modificándolas y creando nuevas formas de cultura.

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Las manifestaciones masivas permiten la identificación entre pares, que también adhieren a ideales y héroes a los que consideran sus portavoces. De este modo pueden sentirse pertenecientes a un grupo, tener una filiación escogida y no heredada o impuesta, empezar a sentir que existen plenamente en tanto se perciben sensibles e imbuídos de vitalidad. Como principal fuerza motríz en juego la sexualidad pulsa intentando encontrar un derrotero. No siempre cuenta con un psiquismo capaz de dominarla y encausarla eficazmente. La confusión generada por el incesante cambio del esquema corporal impide superar el escollo de la represión, que colorea los impulsos posibles de efectivizarse en acción y promueve la búsqueda de refugio en el narcisismo. Surge entonces la proclividad a los cortocircuitos que permitan transgredir las trabas represivas y las tendencias a las soluciones milagrosas tales como las manifestaciones maníacas que proponen los modelos consumistas o las tentaciones de las drogas, trampas destructivas o mortales. El psicoanálisis nos permite ubicar a la adolescencia como uno de los ciclos vitales del individuo que va más allá de la edad cronológica y de los parámetros biológicos observables. Refiere a la metamorfosis que sufre un sujeto que se pregunta por su sexualidad, contextuando las transformaciones subjetivas que acontecen en esta etapa. El camino de búsqueda de respuestas se enmarca en relación al amor, donde el joven experimentará con sumo interés e mirar y el ser mirado por el otro. La anatomía o el papel social que se tenga ante los otros no responde por el ser hombre o mujer. De allí la importancia y el difícil trayecto del fenómeno adolescente de ir al encuentro del otro sexo. La paradoja que se encuentra en nuestra modernidad es que si la técnica y la ciencia nos meten en el progreso, el malestar del individuo se acrecienta día a día. Sabemos que los adolescentes tratan de crear nuevos ideales en la búsqueda de la propia identidad. Sin embargo, no podemos dejar de tener en cuenta el fenómeno de alienación en la que a veces caen algunos adolescentes tras las imágenes ideales que el mercado ofrece de la mano de la ciencia y la técnica; su herramienta transformadora, o ideologías que

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ofrecen soluciones futuras y posibilidades de manipular la realidad. La informática y la electrónica han irrumpido adquiriendo un prodigioso desarrollo. Los llamados adolescentes expresan al malestar actual con toda claridad en sus dificultades de encuentros entre los sexos, en fenómenos de alcoholismo, drogadicción, en la violencia, en episodios de segregación (conformando sectas), en las llamadas enfermedades psicosomáticas, etc. ¿Por qué se dan estas respuestas como nuevas formas de expresión del malestar actual?. Sabemos que el hombre moderno está inmerso en una cultura consumista, bañada de imperativos masificantes que empujan a que cada individuo termine sintiéndose un proletario más del mercado actual. Y si quiere quejarse de ello, se encontrará con que el amo actual es el mercado con sus leyes de oferta y demanda compulsivas que no considera lo que cada uno quiere o dice necesitar.

El discurso actual le hace creer a cada individuo que él puede comandar libremente su modo de vivir, pero en realidad cada uno termina siendo comandado por los modos de satisfacción que le ofrece el mercado: la droga, los niños de probeta, los productos ligth, etc. De manera tal que se termina adolesciendo de los imperativos sociales que indican los modos de satisfacción industrializados. Es lo que se puede leer en los slogans publicitarios: "serás alguien si...".

En esta dinámica cultural cada individuo se ve empujado a producir más y mejor, cuestión que realimenta su impotencia e insatisfacción en un circuito infernal. Y el resultado es que se adolesce cada vez más del sacrificio de las particularidades, de los gustos personales y de los sueños y anhelos de cada hombre, porque no tienen cabida en el mercado actual. Esta

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es la encrucijada moderna: lo que cada uno quiere no es contemplado por las leyes del mercado. Por ejemplo, si un joven se inclina hacia las artes y esto no tiene cabida en el mercado, es decir, que no hay ofertas laborales, el individuo termina haciendo otra cosa aunque no le guste. Otras respuestas más extremas son adherirse a un objeto que da consistencia de ser, identidad, en las adicciones varias: soy alcohólico, soy drogadicto, etc. Otros fenómenos se observan en los encuentros entre los sexos. ¿Qué ocurre con la oferta cada vez mayor de mujeres dispuestas al amor libre?. Cae la demanda de los hombres de elegir a una mujer, entre otras, para hacerla su mujer. Los jóvenes expresan que no quieren concretar un lazo firme: O se ponen anoréxicos y "comen nada", es decir que no les interesa ninguna mujer, o bulímicos entrando en la práctica del amor libre y después... si te he visto no me acuerdo. Esta conducta ¿no responde al slogan mayor de nuestra cultura?: "Todo se usa y se tira" (moda de lo descartable). ¿Y cuál termina siendo la compañera del joven actual?. La botella, la droga, el poder, etc. Si estamos en un mundo gobernado por la técnica, es lógico que los ideales y valores de los hombres han cambiado. Hoy día se les impone a los jóvenes el ideal de ser alguien si tiene dinero y consume más. Y si el hombre moderno adolesce de una encrucijada generada por la misma ciencia y su tecnificación progresista, no saldrá de ello con posturas de falta de deberes éticos para con los demás ni con el cinismo de no creer en nada.

Tal vez sí se puede pasar del adolescer de una encrucijada, apostando a la metamorfosis subjetiva que expresa el fenómeno adolescente, lo que no es sin consecuencias, pues cada transformación subjetiva permite enfrentarse al despertar al propio deseo inventando salidas ante el sufrimiento.

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LA ADOLESCENCIA SE PROLONGA

La adolescencia marca dos momentos: la entrada; la pubertad, y la salida, más difícil de situar y ligada a un sistema simbólico determinado, que establece cuándo un sujeto debe acceder a ciertos lugares, a ciertas responsabilidades. Actualmente se describe un adolescente de fin de siglo, acorralado por el vacío y la falta de un padre que pueda transmitir una experiencia. Un adolescente que no ha nacido en una familia grande, con abuelos, tíos y primos que compartían un saber de cómo manejarse en la vida, cómo orientarse en la estructura social, poseían un código social. Ese tipo de familia se ha disuelto o se ha debilitado. En la medida que el discurso de la ciencia y el discurso capitalista han atrapado al mundo han desaparecido las familias amplias. Agambain dirá que hace un siglo atrás lo cotidiano, y n o lo extraordinario constituía la materia prima de la experiencia que cada generación transmitía a la siguiente, transmisión sostenida en la autoridad. Actualmente, afirma, nadie dispone de autoridad suficiente para transmitir una experiencia. En los años 60 y 70, los padres lamentaban que sus hijos se fueran a vivir solos alrededor de los 22 años. Estos padres recordaban que ellos salían del hogar paterno a esa edad, pero casados. Hoy, en los sectores sociales de clase media, no son pocos los padres que se preguntan cuándo se irán estos hijos dependientes, que pasado los 30 siguen viviendo en casa, con apariencia de adultos y comportamientos adolescentes. Eliseo Verón, destacado sociólogo, realiza la siguiente lectura de esta problemática. Dice que los adolescentes actuales son demasiado adultos para ser jóvenes. Conviven con sus padres bajo el mismo techo, sin tener problemas, dado que consideran que no hay más conflictos en la familia. Hay una especie de cordialidad, de distancia mitigada. Indicará la cultura jóven pierde especificidad. Por ejemplo, un jóven sin trabajo se sentirá más identifica-

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do con otro desempleado de cualquier edad que con otro jóven de su edad que está cursando materias en la Universidad. Giddens afirma que sólo durante la pasada generación, asumir el propio destino, pasaje d ela adolescencia a la adultez, ha significado abandonar la casa paterna. En períodos anteriores, sobre todo para las mujeres, salvo una pequeña proporción, dejar la casa paterna ha significado casarse. Habría una búsqueda que no es pasiva. No se trata ya de esperar al príncipe azul. No existe ya la lucha por la libertad sexual. Se constata el choque entre el amor romántico y el modelo de las relaciones informales. Pero estas ¿no son sólo descripciones?, ¿qué otros factores intervienen para establecer el límite de este período llamado adolescencia?, ¿coincidimos con que el pasaje de adolescente a adulto está dado por alguno de los parámetros antes mencionados?. En la clínica psicoanalítica se afirma que el llamado adolescente se encuentra con una crisis de identificaciones. Se trata de la soledad del sujeto frente a las circunstancias del propio cuerpo y del partenaire. Ubicar la salida de la adolescencia tiene el riego de caer en la norma que diga qué es lo que se espera, y por lo tanto, no es ajeno a ideales compartidos, lo que conlleva un peligro: la homogeneización o la universalización. Puede además conducir a pensar la adolescencia evolutivamente y a adjuntarle términos superadores: la adultez o la maduración.. Marcelo Esses, psicoanalista, afirma que la adolescencia sería el tiempo de la búsqueda de marcas diferenciales, búsquedas que permitirían cumplir el anhelo de ir más allá de lo instituído por lo social y lo familiar. Nos propone llamar adolescencia al recorrido para alcanzar un punto de viraje dentro de la estructura, teniendo el que intente este giro, cualquier edad, diferenciando de esta forma el momento de entrada, la pubertad (polémica también porque obliga a revisar la idea de infancia) del resto del recorrido.

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6. LA PROBLEMÁTICA AMOROSA. ¿QUÉ FUNCION CUMPLE EL AMOR PARA EL ADOLESCENTE? El cambio del adolescente se evidencia en el encuentro y el interrogante que le despierta el otro sexo. Recuerdo el caso de una jovencita que me vino a ver porque sus padres la veian inmadura; les preocupaba que esta joven no se comportara socialmente como las chicas de su edad y ellos la veian sufrir con su crecimiento. Al preguntarle a ella qué significaba madurar, no encontraba las palabras hasta que definió como: "Es todavía no, no se...". En realidad ese era el motivo de su consulta, el que extraje de su excelente concepto. Ella estaba llena de fobias al contacto con sus pares, especialmente con los varones, lo que le daba la apariencia de una niña infantilizada, casi tonta. Algunas entrevistas más tarde ella me pudo confirmar un juego que tenía en su colegio (único lugar social para ella, no porque sus padres le impidieran salir, sino porque ella evitaba cualquier encuentro extraescolar). Su juego consistía en ocultarse tras la máscara de la niña para no ser mirada por los varones como una mujer. Vale aclarar que su cuerpo no la acompañaba en ese disfraz de la niña inocente. Esta situación ejemplifica que los cambios que tiene un adolescente en su sexualidad implican transformaciones subjetivas que se relacionan con la determinación inconciente de tener que elegir una posición sexuada: como hombre o como mujer. El fenómeno del amor enmarcará las trasformaciones que sufre el adolescente frente a la sexualidad. De modo que el adolescente experimentará el mirar y ser mirado, el besar y ser besado, el expulsar (cortar el rostro) y ser expulsado, el hablar (hacer el verso) y el ser hablado, etc, como pasos preliminares de lo que llamamos el acto amoroso de la pareja sexuada. De modo que todo el proceso adolescente atañe al mismo cambio de intereses en relación al propio cuerpo, al otro sexo; y también las relaciones entre amigos, con los padres y la autoridad sufren modificaciones. Pág

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Si se adolece de esos cambios subjetivos es porque la sexualidad misma es normalmente traumática. ¿Qué quiere decir esto?. Es evidente que el animal no tiene problemas con su instinto sexual en tanto que con la descarga de sus productos sexuales ya está satisfecho, lo que se diferencia del deseo sexual en los humanos. Porque para el ser humano no hay respuesta universal a la cuestión del sexo. Los animales tiene escrito ese saber en los genes, y esto les permite su quehacer sexual sin necesidad de hacerse preguntas. Sin embargo, en el ser hablante, este saber no está escrito en los genes, no hay una escritura de cómo abordar la relación sexual y así encontramos que las preguntas no faltan en el género humano. En el hombre no existe el saber que el instinto suministra a cada especie animal: para todos los individuos, de la misma manera y con un partenaire prefijado. Por eso las soluciones técnicas que proponen los sexólogos, caen en la impotencia, pues el deseo sexual no es manejable como se pretende. El deseo sexual se alimenta o se satisface de diversas maneras, en cada sujeto con sus particularidades. Pensemos en la frustración amorosa, donde frente al primer desencanto amoroso surge la vivencia de desestructuración psíquica y emocional, ya que la significación que toma el objeto amoroso es tal que aparece la idea de que esa persona es insustituible; es el primero y es el ultimo, es como que no puede haber otro porque no hay registro de que puede haber otro, dolorosamente esto se va aprendiendo. Entonces el amor...¿qué función cumple para el adolescente?. El amor permite revestir el objeto amado con atributos atractivos, lo que facilita ir hacia el otro sexo o hacia lo desconocido sin demasiados sobresaltos. Ahora, las formas de ubicarse en el amor, son diferentes del lado de los varones y de las mujeres.

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CUERPO Y LA SEXUALIDAD.

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IMAGEN CORPORAL EN LA ADOLESCENCIA

Durante la pubertad los cambios orgánicos primarios y secundarios hacen que la representación corporal de la infancia entre en caos. Se produce un estallido de la imagen corporal y la fantasía subyacente es la de un cuerpo fragmentado. En tanto el cuerpo significado de la infancia formaba parte de la representación yo, este cuerpo actua, también hace estallar la representación yo, que trae como consecuencia desarrollos de afecto especiales, entre ellos la despersonalización y el extrañamiento. La imagen corporal sufre un colapso y se pierden los límites de la corporeidad y del espacio, el adentro-afuera queda deconstruído. Si decimos que la prepubertad y la pubertad conllevan cambios morfológicos y fisiológicos, cambios que deben ser procesados psíquicamente, se trata de trabajos de ligadura, de representación que corresponden al yo que producirán tanto nuevos afectos como representaciones. Así, en la adolescencia temprana, se observa en la jóven un esfuerzo por elaborar psíquicamente los cambios corporales. Se produce una disociación en el vestir bien o en el andar desgarabado que expresa esa sensación de cuerpo fragmentado que se experimenta ante la propia mirada de sí., desidentificada. La adolescencia temprana privilegia dos tipos de encantos: aquellos ligados a ser mirada o los que conforman una imagen de omnipotencia. El anterior sentimiento de displacer ante el cuerpo fragmentado sufre una transformación psíquica que le permite cambiar a la jóven la visión de ser horrible por sus encantos para seducir a otros. Esos cambios corporales se completan con adornos de todo tipo, desde el cabello hasta la vestimenta que hacen convertir lo feo en encantador. Los varones también sienten aversión y miedo frente al cuerpo de la mujeres y al propio.. "Con el advenimiento de la pubertad se introducen los cambios que llevan a la vida sexual infantil a su conformación normal definitiva. La pulsión sexual era hasta entonces predomi-

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nantemente autoerótica; ahora halla al objeto sexual". Así comienza Freud su tercer ensayo sobre una teoría sexual titulado "La metamorfosis de la pubertad". Sí, se trata a todas luces de una metamorfosis. Un sistema hormonal sujeto a profundas transformaciones hará de la niña y del varón cuerpos dispuestos para la procreación. Esto tiene sus efectos en la estructura. Suele decirse que la adolescencia es la reedición del complejo de edipo. Aquello que hubo de reprimirse a fines de la primera infancia irrumpe nuevamente pero con algunas variantes: el objeto sexual será elegido por fuera del círculo familiar y existe la posibilidad del encuentro con él. Nada sencillo atravesar este pasaje de niño a adulto. Aclaremos que adolescencia es un concepto occidental. En las sociedades primitivas ese paso está marcado por rituales de iniciación, casi siempre dolorosos que se imponen como prueba al sujeto para integrarlo al mundo adulto. Se dice que la adolescencia es un estado donde se sufren cambios, también se dice que la adolescencia es la época del crecimiento (lo que se manifiesta en la aparición del vello pubiano, de las axilas, de los genitales que se preparan para la función de reproducción). Pero estas características no define los cambios principales de la sexualidad, ni determinan la elección del sexo: ser hombre o mujer. ¿Qué es lo que cambia entonces?. Es la misma posición del sujeto en su sexualidad que deja de estar organizada al modo infantil, para quedar subordinada a la primacía de la zona genital. Esto se manifiesta en los cambios de intereses, en los mismos juegos y modos de relacionarse entre chicos y chicas, apareciendo sentimientos de pudor y vergüenza ante el otro sexo. El cambio del adolescente se evidencia en el encuentro y el interrogante que le despierta el otro sexo. El fenómeno del amor enmarcará las transformaciones que sufre el adolescente frente a su sexualidad. De modo que todo el proceso adolescente atañe al mismo cambio de intereses en relación al propio cuerpo, al otro sexo, y también las relaciones entre amigos, con los padres y la autoridad sufren cambios.

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En lo que refiere al cuerpo, y por el embate del crecimiento corporal, se pone en cuestión la unidad, el reconocimiento corporal cae ante la emergencia de las sexualidad(el empuje pulsional ). La unidad del cuerpo familiar ya no le sirve, se resquebraja. Deja de ser el único punto de referencia, de unificación y hay que recurrir a otros espacios. Se plantea la posibilidad de diferenciar que no es lo mismo separarse a destruír. Si se homologa es difícil salir de lo familiar ya que se produce una adherencia a ello para evitar el caos. Solemos encontrarnos así con detenciones o fijaciones. ¿Es posible reconocer que hay un afuera de la familia, que hace diferencia, que no todo se reduce a una estructura endogámica, sino que es necesario llevar la mirada hacia otros lugares?. ¿Qué sucede con la posibilidad de soportar que no todo es conocido, que es necesario desprenderse de los objetos primordiales?. ¿Puede el adolescente pensarse como ausente de la familia o a la familia ausente de él?. Ahora tomemos la vía del edipo articulado a lo dicho anteriormente.

EL

COMPLEJO DE EDIPO Y LA SEXUALIDAD

En el edipo se pone en juego la existencia del sujeto como ser sexuado. A través del edipo se enlazan las generaciones marcando las diferencias y construyendo historia. Hablar de Complejo de Edipo en la teorìa psicoanalìtica significa referirse a las relaciones màs tempranas del niño con la madre, al valor de los primeros cuidados maternales. Freud llamò "desarrollo de la libido" a las consecuencias de la historia de esa relaciòn de amor del niño y la madre. La teorìa del desarrollo de la libido, que son las etapas oral, anal, fàlica, perìodo de latencia y etapa genital en la pubertad, es la historia de la sexualizaciòn del cuerpo. Si el cuerpo se erogeiniza es porque extrae en primer tèrmino su sexualidad de su contacto con el cuerpo de la madre. Pero Freud señala tambièn el aspecto conflictivo que inaugura este desarrollo, porque paradòjicamente, con quien se aprende es con quien no podrà lo aprendido ser utilizado. Esto quiere decir que el lugar edìpico de las relaciones del niño con sus padres es el sitio donde incidirà ese impedimento que se denomina "prohibiciòn del

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incesto". "La prohibiciòn del incesto, constitutiva de toda sociedad humana a nivel de sus leyes, es causa estructurante del cuerpo erògeno, a saber, de un conflicto de base que se construye sobre el filo de una transgresiòn, la que define ese tipo especial de aprendizaje por donde el cuerpo se inviste de sexualidad". Si el complejo de Edipo remite entonces al hecho de que la prohibiciòn del incesto es estructurante del cuerpo erògeno, es porque el sujeto de entrada se ve referido a los polos donde la relaciòn se constituye: el padre y la madre. Esos polos no son los personajes ni sus caracteres, sino que son "funciones" que la madre y el padre asumiràn en la estructura edìpica. Si el sujeto ha de ser un ser sexuado, lo aprendido en el conflicto del acceso a la sexualidad, debe ser conservado. Mientras que deberà desprenderse del lugar del aprendizaje, es decir, del cuerpo de la madre, en la medida en que esa relaciòn con la madre es una relaciòn prohibida. Hay ahì un corte necesario, corte que aìsla al niño del cuerpo de la madre, cuestiòn que toca los fundamentos de la estructura del sujeto. Si la prohibiciòn del incesto no marcara al cuerpo erògeno del sujeto, las consecuencias serìan desvastadoras para èl. Entonces, hablar de la prohibiciòn del incesto es hablar de la funciòn paterna, en tanto es èsta la que permitirà el cumplimiento de dicha ley. Para Lacan el Edipo es un espacio que està desde antes de nacer porque està en el discurso familiar, y ademàs tiene que ver con la historia edìpica de cada uno de los padres. En este sentido, Lacan lo va a ubicar como un momento lògico, no cronològico. Y para explicar la dinàmica de las funciones materna y paterna, va a decir que se estructura en tres tiempos lògicos. Primer tiempo. Es el del idilio del amor de la madre y el hijo. Hay una relaciòn diàdica con la madre, donde cada uno se siente completado por el otro, es una relaciòn sin interdicciòn, en tanto la figura del padre todavìa no està allì. Los accidentes de ese idilio son importantes en la clìnica, y no ùnicamente en el tratamiento con niños.

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Segundo tiempo. Emerge aquì el padre como figura capaz de llevar a cabo la funciòn de corte en el vìnculo entre el niño y la madre. Aparece entonces el padre como interdictor, como privador, es quien representa la ley de prohibiciòn del incesto, con una doble prohibiciòn: al hijo, "no te acostaràs con tu madre", y a la madre, "no reintegraràs tu producto". Tercer tiempo. Reaparece el padre, pero bajo la forma de padre permisivo, condiciòn de acceso a la mujer, bajo el modelo de la madre prohibida. Esto permite que ya no sea una relaciòn de dos, sino que aparece un tercero que es el padre, lo que implica que el niño debe aceptar que hay algo entre la madre y el padre que a èl no le pertenece, siempre que la madre pueda ubicarse como deseante de un tercero exterior al hijo. Si el padre queda como padre, si la madre queda como madre, el niño no puede ser sujeto. Para que pueda advenir un sujeto es necesario que la madre advenga en una posiciòn de mujer - madre, de tal forma que su deseo se dirija a un tercero diferente del niño, para introducir la dialèctica del deseo. Es decir que es necesario que el niño ubique que hay otro diferente de èl que es objeto causa del deseo de la madre. En relaciòn al padre, si èste es quien representa la ley, debe someterse tambièn a ella. En este sentido, debe advenir tambièn el padre un hombre - padre, es decir, un hombre que tiene lìmites, un hombre con el cual el niño puede rivalizar, con el cual se puede identificar para estructurar el campo de su deseo con el sexo opuesto. Esto significa que el padre, en este tiempo, tambièn se ofrece como polo de las identificaciones sexuales del hijo, y simultàneamente de los ideales sociales. Esto introduce el problema de las identificaciones. Recordemos que Freud ubica a la madre como primer objeto de amor tanto para la niña como para el varòn. Entonces el niño, dirigirà sentimientos hostiles hacia el padre, tomàndolo como rival por el amor de la madre. Pero para la niña el camino es màs complejo, porque debe cambiar su objeto de amor para ir en busca del padre, lo que le permitirà escapar al encierro dual y catastròfico con la madre.

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¿Cuàl es entonces el valor de la identificaciòn en la normativizaciòn de la sexualidad del hijo?. El padre serà objeto de identificaciòn para el niño en la medida en que le permitirà identificarse a los rasgos paternos. En el caso de la niña, tomarà al padre como objeto de amor, identificàndose a los rasgos maternos. Se trata de que el niño se adorne con los atributos de cada uno de los progenitores. De esta manera el proceso de identificaciòn decidirà tanto para el varòn como para la niña su destino sexual, y por lo tanto su posterior elecciòn de objeto sexual. No es suficiente con nacer niño o niña, hay que llegar a serlo. Para ello es necesario que haya un Otro deseante. El lenguaje, cuando lo nombra varòn o niña, es una invitaciòn a devenir hombre o mujer, pero este depende de la dialèctica edìpica, de còmo se jueguen las identificaciones. Si la estructura edìpica se jugò normalmente, habrà un proceso de identificaciòn con el sexo que le corresponde.

La estructura edìpica implica entonces que hay un lugar determinado desde la perspectiva de la posiciòn que ocupe el padre como hombre, es la funciòn paterna, y hay una posiciòn que debe ser femenina, aunque materna, y hay un efecto producto de esta estructura que es el hijo. Vemos asì que la estructura edìpica es esencial para la constituciòn del sujeto del deseo. El edipo como marca estructural queda para cada uno toda la vida porque es lo que sostiene el deseo. En sìntesis, podemos decir que el problema para la constituciòn del sujeto va a ser no solamente còmo opera este deseo de la madre, sino còmo el padre funciona produciendo un corte en la relaciòn entre el niño y su madre.

Ahora bien, ¿qué sucede con estas cuestiones en la adolescencia?. En el reposicionamiento de piezas de este segundo despertar aparece un reflote de la adherencia a la madre, obje-

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to primordial. Así lo plantea Freud en "La metamorfosis de la pubertad". Tiempo de reedición y de resignificación de la escena edípica de la infancia para que el sujeto puede ir hacia otro lugar que no sea el materno y el paterno y puede acceder a la elección sexual. Se trata de que el sujeto vaya más allá de estos objetos primordiales para poder ser. ¿Hay otro lugar para él que no sea la familia?, ¿las relaciones familiares dan paso al campo de los lazos sociales.?. Vayamos entonces a la estructura para ver qué operaciones están en curso y cuáles están fallando o en detención. En qué trabajo subjetivo está el adolescente y qué consecuencias tiene eso para él. Si es que cuenta con recursos para atravesar este movimiento de aguas o si le es muy difícil soportarlo cayendo en situaciones riesgosas o patológicas.

PROBLEMÁTICA

DEL AMOR.

VÍA

DE LOS SUSTITUTOS.

El adolescente se halla abocado a un proceso de afirmación de su estructura psíquica. Para que esto se lleve a cabo es necesario que se ponga en juego el engendramiento de un objeto como ausente, un vacío. Esta cuestión está enlazada a la posibilidad o no de entrar en una lógica de sustituciones, lo que conduce a la problemática del amor. Existen dos motivos de consulta predominantes: adolescentes en crisis en relación a dramas amorosos, y otros con dificultades más centradas en lo que podemos llamar impulsiones, tales como la adherencia a un tóxico. En relación a ésta última nos encontramos con un objeto presente, objeto de necesidad, que está a la vista. Con el otro se puede contar o no en el campo del amor, diferencia con el tóxico que siempre está allí. En diferentes patologías severas suelen aparecer obstáculos en la posibilidad de avanzar en el terreno del amor: "amores locos", relaciones totalizadoras al modo de darlo todo y recibirlo todo, cosa que no prospera, búsqueda de un espacio sin hendiduras, gran dificultad para amar. Ahora bien, ¿porque estas cosas del amor suelen tomar ribetes fuertes, un tinte trágico, siendo una verdadera tragedia en algunos adolescentes?. Desde el punto de vista del fenómeno del amor, quiero hacer algunas puntuaciones en relación al adolescente. Pág

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El hallazgo de objeto exterior constituye uno de los signos que indica el tiempo lógico de pasaje a la adolescencia media. El tiempo cronológico se da entre los 15 y 16 años. En la adolescencia este tema cobra particular importancia, ya que además de un proceso intrapsíquico y vincular, por el cual el sujeto se transforma en sujeto de deseo, la necesidad de salir de la endogamia lo transforma en sujeto de la cultura. Cuando hablamos del amor, inmediatamente deriva el tema del objeto. Con este nuevo despertar sexual, la búsqueda del objeto estará intensamente marcada por la relación con los objetos primitivos, que se redimensiona en este momento en tanto vuelve a tomar protagonismo el movimiento de piezas de la situación edípica. Freud habló de puntos de fijación libidinal, de deseos paralizados sobre objetos primarios, produciendo como efecto inhibiciones, síntomas y angustia. La interdicción del incesto, la no continuidad entre el sujeto y el objeto abre la larga serie de los sustitutos. El amor está en el orígen de la subjetividad, más allá de la satisfacción de la necesidad y en tiempos de la adolescencia, la posibilidad real de establecer un vínculo con un objeto de amor no parental, produce un sacudón a nivel de la estructura. El circuito de los sustitutos no se despliega sin complicaciones. A través de evitaciones y huídas se construyen obstáculos ante la posibilidad de establecer una relación amorosa... Freud nos dice: "El que ama ha sacrificado, por así decir, un fragmento de su narcisismo y sólo puede restituírselo a trueque de ser amado". En algún sentido, su ser, su existencia, depende de que el objeto de amor le corresponda. En el límite de la tragedia, dos adolescentes de la literatura, Romeo y Julieta, deciden la muerte a la separación, que sería para ellos como la muerte misma. No parece casual que Shakespeare haya situado este drama de amor en dos sujetos adolescentes. La posición de amante no correspondido puede tomar diferentes vías. En lo planteado anteriormente se establece un movimiento donde no está en juego el tener o no, sino el ser, con

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lo cual el sujeto puede quedar reducido a nada, al vacío, si no es correspondido. Estas cuestiones remiten al momento estructural por el que está atravesando el adolescente en tanto proceso de búsqueda de un lugar para afianzarse como sujeto, siendo su sostén endeble. En el caso de una adolescente de 16 años que al pelearse con el novio llevó a cabo un acto que puso en peligro su vida, surgió la vivencia de perderlo todo a partir de esa ruptura. Decía:"Me siento desarmada, estoy perdida, no tengo hambre, parezco un cactus". Esto daba cuenta de lo espinoso en tanto agresivo. La relación con el novio estaba caracterizada por una fuerte tensión agresiva, que al fallar el intento de diferenciarse uno del otro, tomados en una continuidad narcisista, producía como efecto actos agresivos. Podemos decir que lo verdaderamente amenazante en esta sujeto era diluírse en el otro, del partenaire, quedando a expensas del mismo. La dificultad de esta jóven giraba en torno a la certeza de la existencia de un objeto único, ese era el objeto buscado, lo que la conducía a un entrampamiento narcisista. Aparecía una falla en la posibilidad de la sustitución, lo cual tenía que ver con la historia materna, marcada por haber tenido un gran amor en su adolescencia, "el único amor" de su vida, al que "nunca más pudo olvidar" ni sustituír. Otra vía en relación al amor no correspondido es el amor en silencio. Ese que el sujeto atesora con dolor, y que en tanto secreto no da lugar a ser correspondido. Amor a un objeto idealizado. Si se da un acercamiento se pone en riesgo el ideal, en tanto aparece lo que el otro es, ya no producto de la idealización, sino alguien real, con su historia y sus propias vicisitudes. Confrontarse con ello produce un quiebre en esa exaltación del ideal. Pasemos a considerar otra perspectiva en relación al amor. En lo fenomenológico vemos a sujetos adolescentes, elegidos por sus pares, elección que frecuentemente recae sobre los mismos, quienes en general son bellos. Se constituyen en una suerte de caricatura de la belleza, patrón monolítico que circula en la cultura. Así, la certeza de ser objeto de amor suele producir un repliegue narcisista, donde por el camino de la fascinación por la propia

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imagen, se dificulta el poder desear al otro. "Narciso está perdido y condenado por no haber podido arriesgarse en el amor con otro y haberse replegado al amor de su imagen visual" (Francoise Doltó "La causa de los adolescentes"). En lo que hace al amor hay siempre una discordancia interna, lo que le falta a uno no es lo que está escondido en el otro, y en esto reside todo el problema del amor y del deseo. Es así que el amor, si escapa a la idea imaginaria de cubrirlo todo, dará paso al amor que es producto de que algo falta a la ilusión narcisista, enlazándose al deseo. En la confrontación amorosa con otro, algo es posible si se incluye la discordancia, poniéndose en juego la posibilidad de un amor que no sea aplastante, territorio de la parte, no del todo, donde hay circulación y no cristalización del lugar que cada uno ocupa. Estas cristalizaciones serían efecto, en principio, del protagonismo que adquiere un momento inicial de la constitución subjetiva, de trama narcisista, como modo de enfrentar el sismo que implica el que se ponga en cuestión la unidad, ya sea corporal o familiar. Sismo que además se relaciona con el límite al que confronta el hecho de que en el amor, el todo es sólo ficción. Que su búsqueda pertenece a espejismos imaginarios, solidarios con la suposición de un objeto único y adecuado. De acuerdo a cómo el sujeto vaya atravesando estas vicisitudes, el amor podrá desplegarse por espacios simbólicos donde dos ya no son uno, diferencia que posibilita amar a otro más allá de uno mismo, diferencia sostenida en que ningún objeto es el único, el perfecto, que la satisfacción es siempre parcial. El amor que puede incluír las diferencias es el que no queda varado, sostenido en las semejanzas. Así, de un punto estructural de alienación en el otro, se pondrá en juego la posibilidad de la operación de separación, que hará soportable las diferencias. Puede pensarse entonces que los ribetes trágicos que toma el amor en algunos adolescentes surge de encierros narcisísticos, a partir de que la verdadera tragedia es que el amor, en un punto, enfrenta a una diferencia, a que el objeto no está al alcance de la mano en pura 88

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continuidad. Decepción importante en relación a la unidad. El amor en la adolescencia está marcado por su carácter de inaugural, en tanto amor posible con otro no parental. Sabemos que todo momento de pasaje a otras circunstancias de vida son conmovedoras. La intensidad del amor en este tiempo, es producto de la necesariedad de salir de la endogamia, ir más allá de los padres haciendo lazos con otros. Lo que podríamos pensar como realmente grave es la desvalorización que del amor se hace en este siglo, donde el amar, está interceptado por una sociedad que ofrece objetos inertes de consumo, al modo de satisfacción de necesidades, confundiendo el ser con el tener y el deseo con la necesidad. Se trata de pensar qué efectos esto tiene en la adolescencia. En síntesis, el centro de la cuestión adolescente es "nacer en un cuerpo". Segundo nacimiento, metamorfosis de la pubertad, como dice Freud. Comienzo de una vida nueva que convoca abruptamente a un último término, fin de lo que se ha sido. El niño se hizo hombre, la niña mujer. Y todo hombre y mujer, nacido a su vez de un hombre y una mujer, está convocado a dar una repuesta. Aparición del prójimo como diferente: el otro sexo. Intentar dar una respuesta que no es sin angustia, a la cuestión del deseo. Cuestiones que basculan entre el aislamiento, vuelta sobre sí mismo y un nuevo acontecer. Todas las relaciones humanas cambian de sentido. El amor, en su oscilación entre pasión infinita sin cuerpo o cuerpo degradado al extremo de la pasión. ¿Como amar al otro tal como es en lugar de amar la idea exaltada del amor?.

CABECITAS

LOCAS

¿Cómo aman las jovencitas?. Como aman todas las mujeres; sólo que un tanto más desbozadamente. Al abordar adolescentes uno se encuentra con ciertos comportamiento "locos", absolutamente difíciles de tipificar que basculan entre la neurosis y la psicosis, y en este tiempo vital se muestran sobre el fondo, el escenario del amor-odio. Pág

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El amor es, en la adolescente el vehículo más adecuado para que fluya su locura. Locura inherente a la condición femenina y a su tiempo de adolecer. Amar es "saber hacer con la falta", nos dice Lacan, pero ¿qué pasa cuando falta la falta, cuando el sujeto no se las puede arreglar con la ausencia del objeto, como decíamos anteriormente, y la angustia desbordante es señal de ello, en tiempos sobre todo de una gran inestabilidad?. La adolescencia es el tiempo donde las fantasías que se fueron armando en la infancia se ponen en juego. Hay que hacer con ellas, es decir, jugarlas en el encuentro con el mundo, y sobre todo con el otro sexo. Ya sea desde un lugar superyoico ("debe ser así") o desee una entrega absoluta por amor ("no me dejes"), lo que se pone en escena es el miedo a la pérdida del amor. Entonces se existe en tanto y en cuanto se es todo para el otro. "Soy a condición de ser eso para él". "El era todo para mí y yo quería ser todo para él. Nada más quería hacer que estar todo el tiempo con él. Cualquier otra cosa no tenía sentido". Todo es aceptado, justificado siempre y cuando se asegura la permanencia del otro; él debe estar ahí.. "Se me va la voz cuando hablo de él. Si él no está mi vida no tiene sentido. Nada importa sin él". Frases pronunciadas por adolescentes que dicen del modo en que se sujetan al partenaire. Una situación repetida en los tratamientos: "Si, ya se que no es lógico, pero él tiene que quererme, y no me digas que puede haber otro porque no quiero otro, quiero ése". Lo que está por detrás del "sólo ese", es la captura del otro, en el que alienada la jovencita cobra existencia, mientras que al pensar en "perderse" del campo del otro, enloquece.. Marguerite Yourenar nos ilustra esa sensación de desparición si el Otro no está en estos versos: Amar con los ojos cerrados es amar como una Ciega, Amar con los ojos bien abiertos tal vez Sea amar como un loco: es aceptarlo todo apasionadamente. Yo te amo como una loca.

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Un Dios que quiere que yo viva te ha ordenado Que dejes de amarme. No soporto bien la Felicidad. Falta de costumbre. En tus brazos, Lo único que yo podía hacer era morir. Dejar de ser amada es convertirse en invisible. Tu ya no te das cuenta de que poseo un cuerpo. (De "Fuegos")

INICIO

DE LAS RELACIONES SEXUALES: DE ENCUENTROS Y DESENCUENTROS

El inicio de las relaciones sexuales, con frecuencia se localiza en los tiempos de la adolescencia. La travesía hacia la confrontación sexual pondrá en juego cuestiones estructurales. Si nos preguntamos cuál es el estatuto psicoanalítico particular del adolescente, su particularidad, podemos considerar a esta vicisitud de la sexualidad como uno de los elementos que nos pueden dar pistas para ir construyendo algunas respuestas. Freud, en "Tres ensayos de teoría sexual" plantea que en estos tiempos se producen nuevos enlaces y composiciones. Para dar cuenta de esto hace un recorrido en relación al estatuto del cuerpo y su evolución biológica, haciendo referencia a la química de la sexualidad, en relación al desarrollo de los caracteres secundarios en cada sexo. Las zonas erógenas producirán el incremento de tensión que hará surgir la energía motríz necesaria para llevar a cabo el acto sexual. Los cambios planteados por Freud en este texto giran en torno a encontrar un nuevo fin sexual: el acto sexual, dejando de la lado la masturbación infantil como práctica central. Esto conduce a la búsqueda de un nuevo objeto, más allá de las figuras parentales, marPág

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cando el camino hacia la exogamia. Este es un trabajo arduo a realizar, enlazado a la construcción de la posición masculina o femenina. Allí donde el encuentro sexual va a desembocar en un desencuentro radical, en tanto dos no serán uno, sino discontinuidad, diferencia, allí aparece imaginariamente una superficie contínua, los cuerpos se poseen mutuamente, son inseparables. Pensemos en los primeros tiempos de la constitución subjetiva, donde supuestamente hay continuidad en relación a la madre. Para ejemplificar estas cuestiones tomaré algunos fragmentos de la clínica. Una adolescente, contemporáneamente al comienzo de sus relaciones sexuales, refería sentirse sin padres, desamparada, con falta de puntos de referencia. No contó a su madre sobre esta experiencia, cosa sobre la que volvía una y otra vez, preguntándose qué era lo correcto a hacer. En su discurso se pudo detectar su fantasía que oscilaba entre "no me puedo sacar a mamá de encima", referido a sentirse muy controlada por ella, y "no la encuentro a mi mamá", "nunca está", aludiendo a sentirla ausente. Surgió también un montaje de preceptos religiosos y de interpelaciones superyoicas. Entonces de la alusión a la falta de sostén pasaba a sentirse sin distancia con respecto a la madre. Otra adolescente, ante su primera experiencia, le contó a su madre lo ocurrido. Decía: "nos une una gran amistad","no hay secretos entre nosotras". La intimidad de cada una se evaporaba en tanto el deber era contarlo todo, regla que funcionaba para ambas. En la sujeto apareció, pasado poco tiempo un fuerte desvanecimiento del desear, una angustia intensa detrás de una mascarada de armonía, con detención en el movimiento libidinal. La alusión al padre era en términos de desvalorización. En ambos casos apareció la significación de haber entregado el cuerpo. ¿Hay algo que se ha conmovido ante este acontecimiento inicial?. Acontecimiento en términos freudianos habla de un antes y de un después. No fue lo mismo antes que después de producirse.

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INICIO SEXUAL Y EL CUERPO.

¿Qué es lo que hace posible llevar a cabo el inicio sexual?. Se trata de poder ir más allá de la actividad masturbatoria, del autoerotismo, ante la imposibilidad de completarse el sujeto mismo sobre el propio cuerpo. Esto impulsa hacia el otro, de modo que se intenta encontrar eso que falta en el cuerpo del otro. Cuando nos referimos al acto sexual, inmediatamente se pone en juego el estatuto del cuerpo, cuerpo que debe ser significado. Cuando abordamos el concepto freudiano de cuerpo debemos referirnos al concepto de zona erógena como aquellas partes del cuerpo capaces de enviar a la vida anímica estímulos de excitación sexual. Es conocido el hecho de que para Freud, todo el cuerpo, aún sus órganos internos pueden comportarse como una zona erógena, (por donde circula la libido) como sucedáneo del órgano genital. ¿Qué sucede entre la vía del amor y la vía de la sexualidad, en términos de confrontación sexual, de confrontación de los cuerpos?. Una jóven de 17 años, luego de dejar de salir con su primer novio, con quien se había iniciado sexualmente, tuvo un encuentro sexual con otro chico. Entró en una situación dificultosa a partir de plantearse "que no había sido por amor", cuestión que se escucha en los adolescentes, pero que también circula en la cultura. Surgió un estado de angustia a partir de sentirse fuertemente desilusionada en relación al chico y a ella misma. Aparecieron críticas intensas respecto a su cuerpo "imperfecto y desagradable". En este caso parece ser el amor o la alusión fuerte a él, lo que le posibilitó con su primer novio enfrentarse a su cuerpo, es lo que le permitió implicarse en esa compleja confrontación, y al faltarle el sostén del amor, le produjo una fuerte conmoción conduciéndola a la angustia. Este tema tiene muchas aristas. He desplegado algo. Se trata de dejarlo abierto a la reflexión, y sujeto a los avatares a los que nos enfrentamos en el trabajo con adolescentes.

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MATERIAL ANEXO A PELAEZ CARLOS. "Más allá de la infancia" Publicación de Psicoanálisis y el Hospital Nº 25. Ed. Del seminario 2004.

MÁS ALLÁ DE LA INFANCIA Carlos Pérez* Dice Oliverio Girondo: "Cansado, sobre todo, de estar siempre conmigo, de hallarme cada día, cuando termina el sueño, allí, donde me encuentre, con las mismas narices y con las mismas piernas; como si no deseara esperar la rompiente con un cutis de playa, ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia, acariciar la tierra con un vientre de oruga, y vivir, unos meses, adentro de una piedra"1 Hallarse siempre con lo mismo, transcurrir en un tiempo detenido, reiteración, pesadez, opacidad, inercia, petrificación. Etimológicamente aburrimiento remite a aversión, erizarse, fastidiar, disgustarse, estar desesperado. Tedio, cansancio, desgano, aburrimiento. Modalidades que puede tomar el pedido de consulta por un púber o adolescente. Irrupción de un momento de detención durante el tratamiento. Para los estoicos los males antinómicos del Bien son .La estupidez, el aburrimiento y la tristeza. El aburrimiento se presentaba como el fracaso en la realización de un ideal a alcanzar. Entre los antiguos griegos era el indicio de sufrimiento por una ausencia, experiencia subjetiva del vacío. Georgio Agamben, en su texto Estancias, sostiene que en la Edad Media son la acidia, la tristeza, el tedio, la desidia los nombres que los padres de la Iglesia dan a la muerte que se produce en el alma. Para los doctores de la Iglesia este pecado capital no está en relación a la pereza sino bajo el signo de la angustiosa tristeza y la desesperación. * Integrante de la Unidad de Psicopatología Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutierrez. Docente Pasantía UBA: Práctica Profesional y de Investigación. Titular: Marta Ainsztein. 1 Oliverio Girondo. "Cansancio". Obras de Oliverio Girondo. Losada, Buenos Aires, 1992. 94

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La acidia constituye, entonces, un vertiginoso y asustado sustraerse. Agrega Agamben que para la ciencia psicológica medieval "... en términos teológicos, lo que falta no es la salvación, sino la vía que conduce a ella, en términos psicológicos la retracción del acidioso no delata un eclipse del deseo, sino más bien el hacerse inalcanzable de su objeto: la suya es la perversión de una voluntad que quiere el objeto, pero no la vía que conduce a él y desea y yerra a la vez el camino hacia el propio deseo"2 Para Agamben es efecto del pensamiento capitalista asociar a la idea de acidia los conceptos de pereza y desgano. Es común en la consulta por un joven que los padres, entre preocupación y queja, se refieran a su hijo como alguien vago y sin iniciativa. Si avanzamos por el lado de la vagancia como efecto de un no querer realizar ningún esfuerzo o no tener iniciativa, podemos quedar del lado sin salida de la queja parental. Abrir sentidos de lo vago en tanto vaguedad, imprecisión, indeterminación, tal vez nos permita otra apertura del trabajo asociativo. Si en los niños podemos pensar el aburrimiento como efecto de un momento de detención de una escena lúdica, tal vez el aburrirse del pasaje puberal sea una experiencia de vacío, un momento de retracción, más cercana al horror frente a otra escena donde el "jugar" deja de tener su amparo en el "como si". En la pubertad, este jugar es de verdad y tiene consecuencias. Los niños pueden jugar a la mamá y al papá; después de la pubertad tienen la posibilidad de serlo. Cuando me consultan por Federico, éste tenía 11 años y hacía tres que sus padres estaban separados. La mamá es derivada al hospital por un neurólogo para realizar una interconsulta ante un posible cuadro de déficit de atención con hiperactividad. El paciente prefería la soledad a la compañía de sus pares. Ana relató que en los primeros años Federico era muy inquieto y ella no tenía paciencia ni contención. Si bien su hijo hacía cosas normales, no las podía entender. Antes de Federico pierde un embarazo y muere su padre. Cuando el paciente tiene tres años, nace su hermana Aldana. Será con esta hija con quien podrá mas 2 Giorgio Agamben. Estancias. La palabra y el fantasma en la cultura occidental. Pre-textos. Pág

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tarde compartir la pasión por la pintura y la escultura. Aldana estudia teatro y participa en obras en las que Ana siempre está presente. Federico era un apasionado jugador de footba11, deporte en el que era acompañado por su papá. La madre se ha referido a esta actividad con poco interés: "No me nace de verlo jugar. Siempre tengo alguna excusa. Cuando lo vi me sentí bien pero yo siento fallas en la relación de apego con él". Ana comentó que se había distanciado de su hermano y su madre ya que nunca había sido comprendida por ellos en sus intereses y agregó: "mi mamá se quedó con mi hermano y mi papá conmigo, no sé cómo hacer para que la historia no se repita. Me enojé con Federico, tuve un ataque de furia. Le rompí todos los pósters de football y le pinché la pelota. Sé que es terrible, pero no pude hacer otra cosa". Para el papá de Federico, su hijo era el intermediario entre él y su ex mujer. Hernán sostenía que no sabía cómo llegar a sus hijos y que si él no podía ponerle freno a Ana, cómo lo iba a poder hacer Federico. Relató: "Nunca pude pasar las fiestas con mis hijos, los chicos son de ella". Comentó que mientras Ana estudiaba una carrera universitaria y se ocupaba de Aldana, le exigía a Federico realizar las tareas de la casa, siendo esto el origen de discusiones y malos tratos entre ambos. Hernán no sólo continuaba siendo quien mantenía económicamente a sus hijos sino que también mantenía a su ex mujer, situación en la que quedaba pasiva y quejosamente entrampado. Pagando deudas anteriores, no podía responder a los reiterados pedidos de su hijo mayor. Federico, entre pesadillas donde una bola de nieve lo aplastaba y veía lejos a su mamá, momentos de desatención, aislamiento y situaciones en las que solía ponerse en riesgo, podía disfrutar del football y de lecturas sobre geografía. Recuerdo que, en un primer encuentro que mantuve con él, comentó: "Me gusta mirar mapas. Tengo un libro de distancias entre ciudades". Lecturas que permitían tomar distancia, introducir una pausa, tal vez velar una petrificante mirada materna que no dejaba de venírsele encima. El trabajo con Federico ha tenido una de las modalidades propias de los tratamientos con púberes o adolescentes: tiempos discontinuos, interrupciones esperadas e inesperadas,

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pausas y reaperturas. Entre continuos cambios de escuela, sentencias que lo ubicaban en un futuro marginal y sin expectativas, peleas en las que el paciente y su madre se insultaban y descalificaban, Federico dejó de mediar entre sus padres, mejoró su rendimiento escolar, jugaba al football, comenzó a tener un grupo de amigos, se fue a vivir con su papá y repartía comidas a domicilio para conseguir algo de dinero. Ahora transcurren otros tiempos. Ha pedido por primera vez, con sus 16 años, venirme a ver porque algo le preocupa y no porque su madre se lo haya sugerido. Lo único que hace es ir al colegio. Dejó de practicar su deporte favorito (football) y dice que le llama la atención no sentir nada por sus padres y su hermana, preguntándome si eso es normal. Refiere: "Yo me voy y no los extraño, no me doy cuenta que los extraño. Mi hermana no me importa, no me interesa llamarla. Estoy podrido de la rutina, nada me divierte, vivo aburrido. Me quiero ir a vivir a un pueblo donde no haya nadie", Federico insiste en que se siente malhumorado y aburrido. Su madre teme que si continúa viviendo con su padre termine depresivo como él. Quizás una forma extrema de estar aburrido, aburrirse mortalmente, aburrirse como una ostra, quedarse solo. Podría resumir la situación actual del paciente: estando en cuarto año sostiene que de seguir así no va encontrar nada que le guste estudiar con las mujeres dice ser todo lo cagón que no es para otras cosas y cualquier posible encuentro con una chica que le gusta se malogra; en la escuela no le va mal pero no deja de estar malhumorado y no encontrarle sentido a nada. Si los síntomas postpuberales remiten a los padres de la infancia y a aque11o que no ha podido formar parte de los juegos infantiles, el adolescente se tendrá que enfrentar a éste y otros desajustes en esa reedición. Un cuerpo que retumba en su metamorfosis, la añoranza dolorosa por una autoridad parental devaluada, el vaciamiento de antiguos ideales, lo inquietante del encuentro con el partenaire sexual, el abismo vocacional y laboral, el reclamo de un reciclaje pulsional que presiona, la reubicación en un linaje, labores que exigen un arduo trabajo. Momentos iniciáticos que producen una frontera y que no se dan de una vez para siempre.

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Si consideramos la infancia como el tiempo de los sueños, de las promesas por venir y la pubertad como el tiempo del despertar, este despertar nos remite a ese confuso momento entre sueño y vigilia. Confusión que puede manifestarse como un anonadamiento y retracción subjetiva, un modo de presentiticación de la angustia, que tanto en Federico como en otros pacientes se vivencia como un estar aburrido, allí donde un joven comienza a soportar y a hacerse de algún modo responsable de sus actos y su palabra. "Movimiento que no es sencillo, en tanto implique la renuncia a satisfacciones que se realizan en y con los padres"3. No resultó un cambio fácil que Federico dejara de hablar en nombre de su mamá diciendo "ella me dijo que te contara que..., ella quiere que trabaje con vos el tema de..." y comenzara a portar su propia palabra. Si bien hay algo que caracteriza la clínica y es que producimos un trabajo artesanal intentando descubrir los sutiles matices propios de cada paciente propondré pensar el aburrimiento en los púberes o adolescentes como el efecto que se produce ante el traspié y la imposibilidad del desasimiento del Otro parental / autoridad parental, y lo que este desprenderse haría posible. Momento estructural y de pasaje que marca un inicio y un volver sobre él en y más allá de la pubertad. Podemos situar el aburrimiento en el punto donde el sujeto retrocede ante aquello que le implicaría un más allá del amparo de los padres, apostando a un deseo propio. Tal vez en Federico su malhumor reactualice una separación aún no realizada. Operación fallida de la cual el aburrimiento es heredero. "El aburrimiento en el fondo es lo que se produce cuando un sujeto ya no es apto para la sorpresa, para el asombro... En el aburrimiento accedemos a una percepción dolorosa de la repetición bajo el sesgo de lo monótono"4. La iconografía medieval figuraba a la desidia con el gesto de dejar caer la cabeza y la mirada, como emblema de la desesperada parálisis del ánimo ante una situación sin salida. 3 J Jorge Palant. Jóvenes en análisis. Conjetural. Buenos Aires. 4 Jaques Lacan. Seminario 26. La topología y el tiempo. Inédito.

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Sabemos que el encierro adormece. Somnolencia por una destitución que no termina de realizarse. Figuras parentales que siguen sosteniéndose en su consistencia. Para Federico, seguir los dictados matemos lo deja sin salida pero, por otro lado, si deja sin argumentos a su madre, la debilita, produce su caída. Paradójicamente la etimología de aburrirse remite a aventurarse y aventurar implica arriesgarse, poder dudar. Frente a la carga y pesadez producto del aburrimiento, lo inesperado de la aventura nos puede indicar un modo de operar frente al aplastamiento que el estar aburrido toma cuerpo en el espacio transferencial. Creo que Italo Calvino en sus Seis propuestas para el próximo milenio nos abre un camino posible en sus teorizaciones sobre la levedad. No se refiere a ella como lo light propio de los tiempos de la globalización posmoderna sino como aquello que se opone a algo denso, pesado. Recorre el capítulo con ejemplos literarios y mitológicos donde lo liviano pudo conjurar la pesadez pétrea y mortificante. Inicia la conferencia dando una definición general de su trabajo y dice así: " ... mi labor ha consistido la más de las veces en sustraer peso; he tratado de quitar peso a las figuras humanas, a los cuerpos celestes, a las ciudades; he tratado, sobre todo, de quitar peso a la estructura del relato y al lenguaje"5. Sostiene Calvino que alivianar lo pesado no es simple, constituye una tarea de mucha seriedad, requiere de un arduo y perspicaz trabajo como el que el personaje mitológico debió realizar para cortar la cabeza de Medusa y no quedar petrificado. Tal vez algo de la posición de Perseo nos pueda orientar para intervenir ante el fastidio, el hastío y lo pétreo que el aburrimiento convoca.

5 Italo Ca!vino. Seis propuestas para el próximo milenio. Siruela, Madrid, 2000 Pág

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

• ABERASTURY. A. Y KNOBEL.M."La adolescencia normal". Bs. As. Paidos. 1972 • BLOS. P."Psicoanálisis de la adolescencia". México. Joaquín Mortiz. 1971. • ERIKSON. E. "Identidad, juventud y crisis". Bs. As. Paidos. 1971. • DOLTO. F. "La causa de los adolescentes". Ed. Seix barral. Bs. As. 1990 • FERNANDEZ MOUJAN. O. "Abordaje teórico clínico de la adolescencia". Bs.As. Nueva visión. 1974. • RODULFO. MARISA Y RICARDO: "Clínica psicoanalítica con niños y adolescentes". Ed. Lugar. Bs. As. 1989. • AUTORES VARIOS "Infancia - Pubertad: Una práctica psicoanalítica con el obstáculo".Ed. Labrado. Bs As. 1998 • FREUD, S. "La novela familiar de los neuróticos". Ed. Amorrortu. • FREUD, S. "Tres ensayos de teoría sexual". Ed. Amorrortu. • AMIGO, SILVIA. "De la práctica analítica. Escrituras". Ed. Vergara. • LACAN, J. "Seminario 8". Ed. Paidós. • LACAN, J. "Seminario 5". Ed. Paidós. • LACAN, J. Seminario "El Sinthome" Clase 13 de abril de 1976. • MANNONI, O "La crisis de la adolescencia" Ed. Pedisa. 100

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• INSUA GABRIELA. "Cabecitas locas" Psicoanálisis y el Hospital Nº 22. Ed. Del seminario 2002. • GIRALDI GRACIELA. ¿Qué es la adolescencia?. Sexuación y otras investigaciones". Centro Pequeño Hans 2001. • FISCHER. C. (compiladora). "Mujeres poetas enamoradas"Ed Longseller. Bs As 2001

BIBLIOGRAFÍA AMPLIATORIA

• FREUD. S. "Tres ensayos de teoría sexual" (1905). T. VII. Ed. Amorrortu. Bs. As. 1992. • GIDDENS. A. "Modernidad e identidad del yo". Barcelona, Península/Ideas. 1994. • BLOS. P. "La transición adolescente". Bs. As. Amorrortu. 1971 • GRINBERG, L Y R. "Identidad y cambio". Edit. Paidos 1993. Barcelona

MATERIAL ANEXO A

• PELAEZ CARLOS. "Más allá de la infancia" Publicación de Psicoanálisis y el Hospital Nº 25. Ed. Del seminario 2004.

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Actividad Integradora Nº1

1)Analice y describa cuáles son los factores determinantes de la crisis de la adolescencia, estableciendo la distinción entre fenómenos normales y patológicos 2) ¿Qué estatuto tiene la metamorfosis del cuerpo que acontece en la pubertad?. Explique por qué hablamos de "conmoción puberal". 3) Caracterice el mundo interno y el sentimiento de angustia que caracterizan a la adolescencia. 4) Explique los diferentes duelos que atraviesa el adolescente. 5) Explique la importancia del grupo de pares y su articulación con la problemática de las identificaciones. 6) Analice qué respuestas surgen hoy en la adolescencia como nuevas formas de expresión del malestar actual?.

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UNIDAD II MANIFESTACIONES DE LA CRISIS

1. PROBLEMATICAS ADOLESCENTES ACTUALES. LAS

ACTUACIONES EN LA ADOLESCENCIA

En la adolescencia hay una necesidad imperiosa de búsqueda de nuevos modelos identificatorios que le sirvan para tomar distancia de los lazos familiares, y acá hay un tema muy importante en la adolescencia que es la transgresión. A esta edad la transgresión es una búsqueda de nuevas formas. Los riesgos y las emociones son buscados activamente, todo es tomado como un desafío personal: "yo puedo". Aquí es donde debemos tomar en cuenta la cuestión de las actuaciones en la adolescencia, estar advertidos de que puede ser el anuncio de un desencadenamiento psicótico. Esto es importante porque uno puede pensar que ha sido un chico que no ha tenido límites, pero hasta que uno no hace la serie no puede decir que son actuaciones. Los problemas de conducta aparecen así; a veces un desencadenamiento psicótico aparece como un trastorno de conducta, por ejemplo, un pequeño robo, empezar a tener problemas en el colegio, hacer provocaciones en la calle, etc. También hay que estar advertidos de que las actuaciones son descargas deshinibidas como modo de enfrentar el mundo. Propensos a las actuaciones debido a la dificultad de procesar angustias, suelen generar un nivel de demanda incrementado; llamados urgentes de ellos, llamados urgentes de los padres, de las instituciones, etc. Paradoja central del adolescente; búsqueda de lo eterno que se opone a lo fugaz de esta etapa, y que sólo podrá resolverse en un acto creación, creación que puede ser de sueños,

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fantasías y hechos reveladores de deseos. Acaso favorecer esto sea la tarea central de quienes lo acompañan en esta etapa. En la adolescencia las actuaciones son el modo de ir construyendo el sentido de realidad. En todo proceso adolescente hay una seguidilla de actuaciones que no todos se pueden considerar dañinos. Lo importante en el tratamiento es poder hacer una lectura progresiva de las actuaciones, el valor que van cobrando y únicamente intervenir cuando existe algun peligro para el paciente. El resto de las actuaciones hay que dejarlas transcurrir porque sería la forma que ese sujeto tiene de ir construyendo su realidad. También hay sentimientos de inferioridad, tema muy importante en el momento de la adolescencia. Antes esto no se registraba tanto o se lo tomaba como que estaba en la edad del pavo, que ya se le va a pasar, o sea que había toda una concepción de los maestros, de los doctores, de los padres mismos que era "ya se le va a pasar". Creo que acá ha tenido que ver toda la impronta psi en saber que esto no necesariamente se pasa con el tiempo y las marcas que deja a veces son muy difíciles de remontar. En general estos sentimientos de inferioridad tienen que ver con la culpa, culpa fundamentalmente por no cumplir con las expectativas parentales. En algunos adolescentes, generalmente asociado a un contexto familiar no contenedor, se produce una modificación o intentan modificar el estado de ánimo de ellos mismos o del contexto familiar o social, a costa de dañar el propio cuerpo. En esta gama se encuentran los intentos de suicidio, las psicopatías, la anorexia, la bulimia, las adicciones. En otros adolescentes, la modificación del estado afectivo se realiza a través de la modificación del contexto social, por ejemplo en actos delictivos. ¿Cuáles serían las patologías más importantes del riesgo adolescente?. En general las consultas son por síntomas bastante ruidosos. En primer lugar están las depresiones graves o

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los intentos de suicidio. Hay como algo común en los intentos de suicidio. Siempre hay algun motivo, un novio que los deja, oque le fue mal en alguna materia, o que está decepcionando a los padres porque tiene que repetir el año, siempre hay algun motivo. Lo que no pueden describir de una manera minuciosa es qué es lo qiue los llevó a hacer ese pasaje al acto, o sea el momento ese de haber tomado la decisión es muy difícil de ponerlo en palabras. El otro problema que empieza a aparecer, y cada vez a edades más tempranas es el problema de la droga. En la utilización de la droga o del alcohol, lo que vemos aparecer más frecuentemente es un consumo solitario. Existe en algunos adolescentes una utilización de productos tóxicos, alcohol, en particular, que tienden a obtener un desvanecimiento del sujeto rápido y brutal. Estos consumos, a la vez breves y masivos son, la mayor parte de tiempo, solitarios, aún si ellos no excluyen una inserción en el mundo. El lazo a los padres también es un factor decisivo en el encuentro con el tóxico. Otra de las patologías de riesgo son los trastornos de conducta, entre los que podemos destacar como más riesgosos los robos pequeños, medianos a grandes, si están implicados en el problema de la droga, robos que pueden ser dentro de la familia, que eso legalmente no es robo, por eso lo hacen. Robar a los padres no está penado judicialmente; esto los adictos lo saben muy bien, por eso venden lo que hay adentro de la casa porque saben que eso no es pasible de una condena. El otro problema de conducta al que hay que estar alerta es el tema de la promiscuidad. Este es un tema complicado porque seguramente tiene que ver con el medio socio-cultural en el que el adolescente se mueve. En general la promiscuidad está más ligada a la sexualidad femenina por una cuestión cultural. No podemos decir que alguien sea promiscuo simplemente porque los padres lo consideren o porque uno diría que es promiscuo. Obviamente que esto va a depender de las costumbres sexuales del grupo en el cual ese

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chico se mueve, pero es general se podría decir que alguien tiene relaciones promiscuas, no sólo por la cantidad, sino por la calidad de relaciones, es decir, relaciones en las cuales no hay un compromiso afectivo. La otra cuestión de las patologías de riesgo son los trastornos de la conducta alimentaria. De hecho no es un síntoma nuevo, pero ha crecido de forma alarmante el problema de la anorexia y la bulimia. Justamente por la implicancia orgánica que tiene esta patología, son patologías que en general no se pueden trabajar si no es con un médico porque las consecuencias a nivel orgánico de la anorexia son irreversibles, como puede ser la destrucción de la hipófisis. Es frecuente entonces, encontrarnos en la adolescencia con dificultades en la alimentación en momentos de reactualización o de encuentro con la sexualidad. Ahora bien, la desestructuración imaginaria que la adolescencia implica, transforma el cuerpo y produce una nueva imagen a veces difícil de subjetivar. Es en el pasaje de niña a mujer donde los cambios corporales tales como el surgimiento de la menstruación surge en la anorexia con un retraso o un no crecimiento del tejido mamario. Que es un tiempo lógico y cronológico y no sólo cronológico se verifica en los caos donde el mismo programa biológico de la pubertad experimenta una alteración profunda. La niña puede prorrogar los cambios naturales de su cuerpo con un retraso considerable de los caracteres sexuales secundarios. A pesar del empuje puberal, la anorexia debuta allí, para el asombro de la fisiología, con la postergación de un cuerpo que pretende continuar siendo infantil. La cronología queda allí sujeta a la lógica. Lo que supuestamente desde un esquema madurativo evolutivo debería aparecer, no surge, la fisiología queda sujeta a lo singular de la constitución subjetiva. La imagen del cuerpo no será por lo tanto un dato anatómico, sino que se elaborará en la historia misma de un sujeto. El yo y el esquema corporal tiene que ser desarrollado. Nacemos sin yo, sin imagen, esa imagen, ese yo, ese cuerpo

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se construye en la relación con el otro y eso marcará una relación que puede ser difícil con ese otro. Las otras patologías de riesgo son los accidentes reiterados, y esto tiene muchas explicaciones; una es porque los adolescentes buscan activamente los riesgos, por eso las "patologías de riesgo" que hay en la adolescencia. Además el adolescente está buscando sus propios límites, no sólo que se los pongan de afuera, sino que él mismo busca activamente así como los riesgos sus propios límites. Otro de los motivos de los accidentes es por la omnipotencia del adolescente, otro es por el desconocimiento del cuerpo, porque el cuerpo tiene cambios tan bruscos y en forma tan acelerada que no hay una percepción adecuada entre este crecimiento y la imagen que tiene de sí mismo. Entonces esto hace que el adolescente se confíe en manejar un auto o una moto a gran velocidad, y después cuando quiere apretar el freno, o la pierna le queda corta o le queda larga, porque no tiene todavía registro de las longitudes o de los movimientos del cuerpo.

2. PATOLOGIAS GRAVES EN LA ADOLESCENCIA. La adolescencia constituye una etapa crítica que supone riesgos. Ya se plantee como un momento de cambios y duelos, como una crisis a acompañar, como una encrucijada con posibilidades creativas, como un momento de transición, siempre hay algo de un peligro en juego. Psicosis, adicciones, suicidio, anorexia, bulimia, aparecen generalmente en esta etapa. ¿Qué es lo que puede desencadenar la catástrofe?. El adolescente se encuentra con un cuerpo indominable, desde sus propias sensaciones y desde la mirada que le devuelven los otros, y debe hacer un duelo por su cuerpo de niño, debe resignar identificaciones, separarse de los padres de la infancia y reconstruír su narcisismo puesto en jaque apelando a nuevos logros. Y al mismo tiempo la emergencia de los impulsos sexuales y las exigencias sociales presionan desde un interno-externo que vuelve a confundirse. Pág

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Así, los requerimientos externos no son vividos como tales, se entremezclan con las pasiones, operando como disparadores de éstas. Y todo requerimiento es vivido como algo a rechazar: "Quiero dormir", "no los soporto", "que me dejen tranquilo" (refiriéndose a los padres). Podemos pensar la adolescencia desde la idea de caos, de indeterminación, de un juego de fuerzas que posibilitará nuevas construcciones, nuevas formas. Reorganización representacional que dará lugar a diferentes posibilidades. Historia y proyectos, pasado y futuro se entrecruzan en el adolescente. Pero el pasado se le viene encima cuando quiere desembarazarse de él y el futuro aparece lejano e inalcanzable. En el presente hay sufrimiento, pero también nuevos placeres. Es por esto que todo adolescente vive necesariamente una crisis, y que esta crisis, generalmente implica una pelea con el mundo adulto. Hay adolescentes que no pueden enfrentar esta pelea y hacen una retirada en la que arrasan con ellos mismos. Esta resolución de la crisis tiene sus raíces en una estructuración psíquica incapaz de soportar el caos de pasiones e ideales. Son adolescentes que frente a la crisis, desertan de entrada. Y cuando hablo de deserción no me refiero sólo a los que desertan de la escuela, que es sólo una de las caras de la huída, sino al abandono de toda lucha, que deriva en una vuelta sobre sí de la agresión. Abandono que se manifiesta en abulia, aburrimiento, negativa a estudiar y a trabajar, y que puede derivar en adicciones. Así, investigando en historias sobre adolescentes adictos, podemos encontrar un tiempo previo a la adicción, que no fue registrado como patológico, en el que huían de todo vínculo, dormían todo el día o tenían momentos de desborde, fluctuando entre estadios de abulia y estadios de violencia o eran incapaces de resolver solos las mínimas exigencias escolares, aunque hubiesen sido antes alumnos brillantes.

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Si bien son situaciones muy disímiles, siempre encontramos ese antes perturbado en el que se insinuaba una oposición, un conflicto, exigencias internas y externas y un borrar-borrándose: "estoy mal, pero no sé qué me pasa, no tengo ganas de nada, voy al colegio porque me llevan, no escucho lo que dicen los profesores, no me interesa, es problema de ellos. No tengo amigos", comenta desplomado sobre el escritorio un chico de 15 años que repite segundo año y ha comenzado a consumir alcohol. "Es lo único que me pone contento", afirma. Los adolescentes tienden habitualmente a pelearse con sus padres y con todo aquello a lo que éstos están ligados, pero se arman su propio contexto. El grupo de pertenencia les resulta fundamental, así como los ideales compartidos. Y madre y padre permanecen como un puerto al que pueden volver hasta que se animan a quemar las naves. Oposición, pelea, creación. Pero estos adolescentes adolescen de un dolor diferente. Si los adolescentes son habitualmente cuestionadores, innovadores, ¿qué pasa con estos chicos que rondan el circuito de la muerte?. "No siento, nada me importa, todo es un gran vacío, los demás no entienden", dice en una de sus primeras sesiones un adolescente de 16 años drogadicto. En ellos la pérdida de cierta estabilidad funciona como un terremoto que no deja nada en pie, por lo endeble de las construcciones previas. Esto implica que la separación que deben realizar queda estancada, como una especie de empresa imposible, de exigencia ciega. Exigencia que, en lugar de ser posibilitadora, les resulta abrumadora. Iré tomando los elementos mencionados: impulsos sexuales, duelo, narcisismo, identificaciones, ideales, reorganización representacional y construcción de representaciones abstractas para plantear las diferencias y las determinaciones.

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a) Sufrimiento y desierto anímico "No quiero, no pienso, no siento". Arminda Aberastury habla de los tres duelos por los que el adolescente debe atravesar: • Duelo por la pérdida del cuerpo infantil. • Duelo por la pérdida de los padres de la infancia. • Duelo por la pérdida de la identidad de la infancia. El adolescente se mira en un espejo que le ofrece una imagen siempre discordante y siempre variable de sí. Y hay adolescentes que parecen no soportar estos duelos y, más que una pérdida a elaborar, enfrentan un dolor terrorífico. Lo que registran es una fragilidad a nivel de las representaciones corporales, de la ligazón de sensaciones. Perder los soportes infantiles se torna insoportable cuando esos soportes no fueron firmemente internalizados. Más que la pérdida de algo, mientras lo demás permanece, parece ser el derrumbe de todo el edificio lo que está en juego. Y frente a tanto dolor es frecuente que se produzca un efecto de tierra arrasada. Hacen como los rusos frente a las tropas de Napoleón, queman todo en la retirada. Cuando los adultos avanzan suponiendo que conquistan territorio, lo que hacen es marchar sobre un territorio desvastado, en el que el repliegue ha sido absoluto. Y entonces se encuentran con que del otro lado no hay nadie, ni para escuchar ni para conectarse afectivamente. Está desierto. ¿Estos chicos habrán vivenciado la ausencia del otro, la desconexión afectiva?. Un adolescente de 16 años, adicto a la cocaína, hablando de sus ataques de nervios, decía que de chico tenía momentos en los que se descontrolaba y pegaba a quien estuviera cerca y rompía todo lo que tenía a mano. De pronto con una profunda tristeza pregunta: Mis hermanos no podían frenarme porque eran más chicos que yo y me tenían miedo, mi mamá no podía porque no tenía fuerza, por ser mujer, pero ¿mi papá?. Reclamo de contención y sostén que no pudo ser escuchado. 110

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También es frecuente que los padres desmientan el abatimiento generalizado de estos chicos y el consumo de drogas o alcohol, enterándose generalmente porque alguien denuncia la situación, después de varios años. ¿Por qué la pérdida se transforma en desgarro, la separación no puede realizarse y la tensión dolorosa se vive como algo intolerable que debe ser anulado como sea?. Se separan aparentemente de los padres sin separarse, adhiriéndose a un objeto, la droga que no pueda abandonarlos. Los vínculos que establecen tiene un carácter de adhesividad, pero son superficiales, no pueden amar ni se sienten amados. Tiene anestesiado el sentir porque el dolor es excesivo. Intentan entonces expulsar todo dolor. La capacidad para registrar los propios sentimientos se da en una relación con otros, a veces adultos que buscan sentirse vivos a través del consumo vertiginoso, desconectados de sí mismos y de los otros. Freud afirma que la vivencia de dolor deja una impronta que genera la tendencia a huir de la situación dolorosa y de su recuerdo. Así, el dolor es el más imperioso de todos los procesos, es decir, implica una exigencia, que es una exigencia de huída, arrasando con el entramado psíquico, impidiendo el armado de conexiones. Lo que queda entonces, si no hay nadie que frene el devenir expulsor, es una tendencia desinscriptora. También puede quedar un estado de obnubilación de la conciencia o de abolición de la conciencia y de la subjetividad. Estados anímicos que encontramos en los adolescentes y que nos llevan a pensar en la cuestión del procesamiento del dolor. Freud nos dice que la defensa primaria implica una urgencia para abandonar la imagenrecuerdo hostil, y que esto fuerza una actividad de descarga acrecentada y un "desague de los recuerdos". Está planteando el vaciamiento representacional. Vaciamiento de pensamientos, de sentimientos, vacío del que dan prueba las patología que priman actualmente. Exceso de dolor sin procesamiento, sin nadie que contenga y calme. Desague de recuerdos en la tentativa de separarse, el adolescente intenta sacar de sí todo aquello que vive como presencia materna-paterna dentro de él. Sin embargo él es ya rasgos maternos- paternos, identificaciones estructurantes que lo sostienen. Pág

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Pero si las identificaciones se han ido edificando como una cáscara vacía, la sensación de "romperse en mil pedazos" en el cambio, lo abrumará constantemente. Esto facilita que se aferre a algo-alguien para sostenerse, algo-alguien que le garantice ese entorno de cuidados, disponibilidad, sostén que anhela, y fundamentalmente algo-alguien que lo haga sentirse existiendo. b) Los caminos del dolor Hay adolescentes que sufren pasivamente y se desarman por la carencia de sostenes internos. Renuncian a buscar salidas desertan porque la lucha se presenta desde el vamos como imposible. Pero, al expulsar las representaciones dolorosas, expulsan todo sentir. Son chicos tristes, abúlicos, apagados. Generalmente la crisis adolescente lleva a separarse de los padres y a buscar nuevos objetos, sosteniendo las identificaciones constitutivas del yo y la prohibición del incesto frente a la reedición edípica. Y si en un primer momento lo que quieren es aplacar el dolor, en un segundo moento, el no sentir les genera desazón, los deja con vivencias de vacío, de no vida. Frente a esto, buscan emociones fuertes: alcohol, droga, velocidad, golpes, como elementos que los sacuden, que lo sacan del estado de apatía. c) Consecuencias de la deserción frente a la crisis • En lugar de duelos a elaborar, un dolor insoslayable, no simbolizable, irrepresentable, que arrasa con todo. • En lugar de identificaciones nuevas, tambaleo de las antiguas. • En lugar de la reorganización representacional, un vaciamiento representacional. • En lugar de proyectos, un presente considerado eterno. • En lugar del reaseguro narcisista a partir de logros, sensación de fracaso.

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d) Los ideales culturales Generalmente los ideales cobran una importancia fundamental en la adolescencia. Frente al quiebre de la imagen de sí mismo, los ideales son sosten narcisista. Los ideales culturales favorecen o entorpecen la resolución de la crisis adolescente. En un contexto familiar transgresor en el que las normas y los ideales no están claros, el pasaje del vínculo corporal a la palabra se hace más difícil, y esto lleva a que se fluctúe entre momentos de confusión y violencia. En el bagaje previo, en aquello que un sujeto trae cuando entra en la adolescencia, la incorporación de normas e ideales que se fue dando a lo largo de toda su infancia, así como las marcas de la violencia no tramitada, son claves. La creación supone normas, reglas y posibilidades de ir más allá de ellas, de romper con los caminos ya establecidos, retomando la historia para abrir recorridos nuevos. La transgresión en cambio, implica la desmentida o la desestimación de la norma en una suerte de burla omnipotente que lleva a la autodestrucción... La disyunción es: o se es un "ganador" o no se es, situación que deja a alguien en crisis absolutamente solo y desamparado. Esto en un momento en que el yo está siendo cuestionado, puede ser desvastador. "Quedas afuera del mundo" es una frase muy usada actualmente, que alude a una marginalidad radical. La profusa utilización del adjetivo nuevo es lo primero que salta a la vista. "Nuevas patologías", "nuevos abordajes". Lo que se lanza en primavera se revela en otoño como algo pasado de moda. e) El discurso de los adolescentes ¿Existe un discurso propiamente adolescente?. Hay al menos una variedad de rasgos que hacen al habla en el plano de los dichos como en el del decir, así como determinados vínPág

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culos que los jóvenes tienden a establecer y suelen ser considerados característicos, hasta el punto que su falta suele dar lugar a una sospecha de anormalidad. Entre esos rasgos sobresalen en primer lugar los largos silencios, mantenidos frente al analista, los padres, los maestros, pero también los pares, el otro en general. En segundo lugar una posición dialógica de mal-estar, desgano, disconformismo, frecuentemente padecida por los padres que a menudo lamentan no poder hablar con sus hijos, con quienes establecen un diálogo que suele oscilar entre la camaradería y la reinvindicación. Se trata además de un hablar marcado por la proliferación de términos que se renuevan incesantemente, y cuyo empleo, más allá de cualquier significación, entiende afirmar algo acerca de la identidad de quien los usa, convirtiéndose en una suerte de insignia o contraseña, con su valor de pertenencia. En el plano de los vínculos sociales, dos formas de relación constantes a lo largo de la vida, adquieren en esta época una intensidad especial. Por un lado, el grupo; la sociedad fomenta la inclusión de los jóvenes en actividades grupales, en función de la educación, el deporte, el esparcimiento, adoptando por su propia iniciativa formas gregarias definidas: la barra, la banda de rock, el equipo, el club, etc. De modo contemporáneo, e inclusive en el interior mismo de esos grupos pero siempre en tensión con ellos suele plantearse una forma intensa de amistad entre individuos del mismo sexo. Una relación de confidencia, compañerismo y fidelidad, que salvo la ausencia de actividad sexual, es comparable a ciertas relaciones de pareja, dando lugar a reclamos y exigencias comparables. Inseparables, no los une tanto el amor como el espanto: la misma soledad, el mismo no lugar, la misma vivencia de extrañamiento. Amistad que transcurre de tal modo que cuando se da, difícilmente pueda sobrevivir al establecimiento efectivo de una pareja por alguno de los amigos.

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El silencio entonces, se lo conciba como un momento de ensoñación, inhibición o vergüenza, es resultado y manifestación de la confrontación con ese real que emerge del cuerpo, ubicado por fuera de la posibilidad de la palabra. Aunque en el diálogo ese silencio llegue a tener valor de respuesta, recíproco de un no escuchar, tanto en el sentido del desafío, la desatención o el desinterés. En ese trayecto que progresa de la falta de palabra hacia la búsqueda de una palabra propia, la enunciación del sujeto suele afirmarse a través de la sistemática oposición a los enunciados del otro, se encarne en los padres, los profesores o a veces en el terapeuta. Se trata de la puesta en escena de una pantomima de separación que ataca el discurso paterno en un esfuerzo de desalienación de un "pensar por si mismo". La decepción respecto del discurso de los padres, contemporánea de la revalorización del grupo de pares, encuentra en la jerga, insignias que aseguran una pertenencia extra familiar

3. LA CRISIS DE LA ADOLESCENCIA Y LA PSICOSIS El período adolescente es un período crítico de la vida, en donde las recomposiciones del sujeto pueden problematizar su eficiencia intelectual y no son raros los fracasos escolares: rechazo a los estudios, descenso del rendimiento escolar, asociados con frecuencia a otras manifestaciones. Es un período clave en el que el sujeto sale de su infancia y aborda al mundo adulto, lo que significa que de ahora en adelante deberá dirigir su vida, hablar en su propio nombre, y llevado por el empuje pubertario, va a tener que hacer sus elecciones sexuales. Las causas del fracaso escolar son difíciles de determinar en este período, hasta tal punto existen factores de desequilibrio. Otra dificultad se debe a la necesidad de determinar aquello que corresponde a una simple crisis de la adolescencia y aquello que puede revelar un ingreso en la psicosis; en efecto, las causas que entran en juego en las crisis de la adolescencia son las mismas que pueden jugar como factor desencadenante de un estado psicótico.

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Octave Mannoni advierte que esta crisis entraña riesgos y dice estar persuadido de que cierto número de esquizofrenias son la culminación de crisis de la adolescencia que han sido impedidas, no resueltas. Winnicott lo considera un estado patológico normal; negarla implicaría una detención del desarrollo. ¿Qué sucede cuando esta crisis es vivida desde una marca irreversible?. Sabemos que un accidente genético pondrá escollos en la estructuración de quien lo ha sufrido. Transitar la adolescencia con un síndrome hace de esta crisis un camino aún más riesgoso.

4. ADICCIONES: DEL PADECIMIENTO EN EL CUERPO A LA PALABRA DEL SUJETO

LA

ADOLESCENCIA.

ESE

NUEVO DESPERTAR

Cuando hablamos de adolescencia la entendemos como un tiempo de cambio, de transformación que remite simultáneamente a pasión, sufrimiento, adolecer. Será por eso que en este tiempo, caracterizado entre otras cosas, por un progreso tecnológico vertiginosamente veloz, que nos excede, los adolescentes sean tan proclives a mostrarnos algo, o mejor dicho, a querer decir algunas cosas con eso que nos muestran. Ellos, que justamente están más sensibles que otros a la recepción de los cambios. Hay una protesta en lo que nos traen y también un llamado. Seguramente es un llamado mal formulado, pero algo intentan decir cuando corren picadas con sus motos, o cuando toman o se drogan..... Si pensamos en la particular relación que el adolescente tiene con las palabras, observamos que suelen hablar poco o mucho, pero sin decir nada. Suelen también usar una jerga propia, propia de los grupos. Las palabras que tiene el adolescente le resultan ajenas; son aquellas que sus padres le han prestado, fue hablado mucho o poco por sus familiares que le antecedieron. En la búsqueda de las mismas trata de utilizar los más variados recursos. 116

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Tratará de hacerse oír de alguna manera. Con la adicción, por ejemplo quiere decir algo al tiempo que quiere marcar un rasgo que lo diferencie sobre todo ante un mundo violento, competitivo y que pretende uniformar a todos con un mismo ropaje Y es que en ese momento, que podemos calificar como el de un despertar, la droga suele jugar un papel a considerar. ¿Por qué un despertar?. Una pequeña digresión sobre este término y lo que implica, permite articular el tema de la adolescencia con el del cuerpo y las adicciones. Freud nos habla del momento de despertar del sueño, y la diferencia que se produce en la escena entre estar dormidos y estar despiertos. El despertar es un tiempo de conmoción, de crisis de la representación del mundo. Cualquiera de nosotros puede recordar la sensación de irrealidad que experimentamos al despertar y el gradual armado de la pantalla del mundo, que nos permite reubicarnos. No es sin relación a esto que Freud habla de otro despertar: el sexual Nos dice que la pubertad es un momento específico de despertar sexual, pero no es el primero; se lo llama secundario. El niño en la primera infancia ha atravesado un primer despertar que no es banal a la hora del segundo. Ante la conmoción del segundo despertar el sujeto busca las marcas, los investimientos libidinales con los que contó en esta primera vuelta. Lacan dice que la primera vuelta del despertar sexual le deja al sujeto un cheque (un título) que recién podrá utilizar en la segunda. Sucede a veces que cuando el adolescente sale al mundo, sale al otro sexo, mete la mano en el bolsillo y no encuentra el cheque, o encuentra uno muy precario. Es decir, salir a la exogamia implica poder hacer juego con los recursos que la familia le ha dado durante la primera infancia. Lo que ocurre es que en ocasiones esos recursos son muy pobres, muy escasos y entonces cuando salen al mundo no

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saben qué hacer para reconocerse y hacer que los reconozcan. No saben tampoco qué desean. El encuentro con lo desconocido los lleva en algunas ocasiones al recurso de la droga, para paliar el dolor que la conmoción de lo desconocido produce. Un testimonio de la clínica será ocasión de articular las nociones antedichas. José tiene 22 años. Desde los 15 consume cocaína, a la que suele acompañar con alcohol. A raíz de un episodio de violencia su familia decide vigilarlo severamente provocando con ello una brusca interrupción con ambos objetos (cocaína y alcohol). Pocos días después José presenta todos los síntomas del llamado "síndrome de abstinencia". A partir de ese momento se origina la consulta. El joven presenta un rostro desencajado, presa de un pánico que se refleja en su confusión, en su mirada y en los gritos que profería. Sudoración, temblor en sus extremidades y un insomnio que lo mantiene en vigilia permanente, se agregan al cuadro. Ni él ni sus familiares pueden ya más. La abstinencia le producía la reaparición de los dolores que su cuerpo anestesiado antes no percibía. La abstinencia le implicaba el retorno de una búsqueda desesperada de la droga para lograr la cancelación tóxica del mismo. Se advierte de esta forma la relación de extrema dependencia con la droga, relación comparable con lo pasional. La adicción tiene la estructura de una formación narcisista que revela en verdad, el fracaso en estos pacientes, de la organización narcisista. Es decir, la correspondiente a la primera vuelta o primer período de la sexualidad infantil. Por ello cualquier falta le produce la imposibilidad de soportarla, lo remite a un vacío que hay que llenar de inmediato. En la bulimia será con la comida, en la adicción tóxica será con la droga. Como si quisiera para una hemorragia se agarra de un recurso, se abraza a la droga. Tiempo después efectivamente José narrará que son estados de vacío e inseguridad en extremo los que lo llevan a recurrir a la droga. Su vida es descripta como una permanente

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desesperación; se define como alguien sin fuerza, sin vitalidad. Cuando no consume es alguien "sin motor", "sin pilas", según su decir. La cocaína, el vino o la combinación de ambos son para él los encargados de poner su cuerpo en funcionamiento, al tiempo que lo consumen y parasitan. Es un cuerpo entre la vida y la muerte que para funcionar ha de recibir la prótesis de la droga: "Sin ella no soy nadie", suele comentar José; y no está hablando de su novia ni de persona alguna, está hablando de la cocaína, su motor, sus pilas. Podríamos Decir entonces que hoy, el término adicción ha pasado a ser un lugar común en el uso cotidiano del lenguaje. Es así que un hábito, una costumbre, una forma de darse un gusto, una preferencia que se destaca entre otras, caen bajo la etiqueta común de "adicciones". La pregunta ingenua que aparece de inmediato es ¿por qué se ha generalizado el uso común de este término?, o ¿por qué por ejemplo se dice soy adicta a tal o cual comida, y se deja de lado la referencia al gusto o al placer que una comida o lo que fuere produce?. ¿Cuál es la razón de ese desplazamiento en el uso del lenguaje?, ¿qué encubre o bien qué pone en evidencia?. Tentativamente podemos decir que es un artificio por el cual alguien dice estar sujetado a un modo de procurarse algo. Es esta una respuesta alusiva, lo suficientemente imprecisa y ambigua como para dar lugar a una elaboración más explícita de sus términos. Esa elaboración es nuestra propuesta. Las preguntas planteadas abren un abanico de respuestas en cuyo vértice convergen las razones contextuales, es decir, sociales, políticas y económicas, los múltiples estilos de vida, o dicho de un modo más general, el estado de cosas en el mundo que vivimos, al que podemos calificar como uno y múltiple, uniforme y diverso, unificado y fragmentado al mismo tiempo. Es el mundo que nos representamos a través de la mediatización de la experiencia que implican los medios de comunicación. Sin duda, las imágenes visuales presentadas por la televisión, el cine y los videos crean redes de experiencia mediada, inalcanzables por la palabra impresa.

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No obstante, tanto el material impreso como el electrónico son medios de expresión de lo que Anthony Giddens llama las tendencias al "desenclave" y la "mundialización de la modernidad". Este autor analiza con notable agudeza lo que denomina, refiriéndose a la actualidad de nuestro tiempo, la "modernidad tardía", "postradicional". En sus análisis y observaciones hay una referencia constante a la incidencia del psicoanálisis en lo que identifica como rasgos estructurales del núcleo de la modernidad, que interactúan con el yo. Retomaremos este punto en relación al tema específico de la adicción.

EL

MUNDO MODERNO, UN MUNDO DESBOCADO

¿Cuál es la explicación, pregunta Giddens, del carácter extremadamente dinámico de la vida social moderna?. En su respuesta aparecen tres elementos de interés para nuestro tema: la separación entre espacio y tiempo, el desenclave de las instituciones y la reflexividad generalizada. La separación entre el espacio y el tiempo supone el desarrollo de una dimensión "vacía" del tiempo. Todas las culturas han poseído modos de calcular el tiempo así como formas de situarse en el espacio. En épocas premodernas el tiempo y el espacio se vinculaban mediante la ubicación de un lugar. Hoy, dos elementos cotidianos, el mapamundi y el reloj son, respectivamente símbolos de ese vaciamiento espacio-temporal. El proceso de vaciamiento del tiempo y el espacio da lugar a otro elemento decisivo en el fenómeno de la mundialización: el desenclave de las instituciones sociales. Desenclave es extracción. Entre los mecanismos de desenclave interesa destacar los llamados "sistemas expertos". Estos sistemas dejan en suspenso el tiempo y el espacio al emplear modos de conocimiento técnico, cuya validez no depende ni de quienes los practican ni de quienes los utilizan. Tales sistemas, dice Giddens, impregnan todos los aspectos de la vida social, los alimentos que comemos, las medicinas que tomamos, los edificios que habitamos, las formas 120

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de transporte de que nos servimos y una multiplicidad de otros fenómenos, que se extienden a las mismas relaciones sociales y a la intimidad del yo. Sin duda, es dable observar estos aspectos de la organización social en el tema que nos ocupa. Drogadicción, alcoholismo, adicciones son nombres sociales alrededor de los cuales se organizan conocimientos técnicos, dando lugar a lo que podemos llamar con Jermy Bentham una "ingeniería social", que en este caso es política, médica y legal. La existencia de una máquina eficaz que adiestra, clasifica y legisla sobre los usos lícitos e ilícitos de sustancias químicas calificadas como peligrosas para la salud del cuerpo individual como social, es común a muchos países. La transformación de tiempo y espacio, unida a los mecanismos de desenclave libera la vida social de la dependencia de los preceptos y prácticas establecidas. Sobre estas condiciones aparece un tercer elemento: la reflexividad generalizada o identidad del yo, que se refiere al hecho de que la mayoría de los aspectos de la actividad social están sometidos a revisión contínua, a la luz de nuevas informaciones o conocimientos. Así, la droga aparece como el medio más idóneo para apaciguar o atenuar tensiones y angustias. A mediados de los años 80 se produce una extensión y disolución simultánea de la noción de droga, como consecuencia de la entrada de medicamentos psicotrópicos en la epidemiología de la droga, como drogas de performance y de socialización. Este es una claro ejemplo de la reflexividad generalizada. La incidencia de estos nuevos conocimientos químicos y técnicos desdibuja, en los usos que se propagan socialmente , las fronteras establecidas entre drogas ilícitas y lícitas (los psicotrópicos). Y pasa a ser signo de una reorganización de los criterios de clasificación y juicio social.

LA

ADICCIÓN COMO SUSTITUCIÓN

En el libro "La transformación de la intimidad" A. Giddens incluye un apartado sobre la naturaleza de la adicción. La noción de adicción estuvo ligada en su orígen a la dependenPág

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cia química del alcohol o drogas de diversos tipos. Medicalizada la idea fue definida como una patología física. Sin embargo, si bien Giddens reconoce este orígen, destaca un rasgo fundamental de la conducta adictiva: la compulsión, incluso en los casos de dependencia química. De hecho, ese rasgo se mide en términos de las consecuencias que tiene tal hábito en el control del individuo sobre su vida, más las dificultades inherentes para liberarse de él. Desde esta perspectiva, que es también la de Freud, la compulsión es el mecanismo que desplaza, en la configuración de la adicción, el valor determinante que se le da al elemento químico en esta patología. Una temprana observación clínica de Freud, en el año 1898 advierte que los resultados seguirán siendo efímeros y aparentes mientras el médico se limite a quitar el agente narcótico, sin preocuparse de la fuente de donde surge la necesidad imperativa del mismo. La perspectiva de análisis de A. Giddens remite a una época muy temprana de la obra de Freud donde aparece por primera vez una referencia a la adicción. En 1897 Freud intersecta dos ideas: adicción y masturbación. Dice: "La masturbación es el primero y único de los grandes hábitos, y todas las demás adicciones como el alcohol, la morfina, el tabaco, etc, sólo aparecen en la vida como sustitutos y remplazantes de aquella". Así, la droga aparece como un modo de satisfacción en lo más íntimo del sujeto. Definida la adicción como acto compulsivo, se puede afirmar que todas las adicciones son narcotizantes, más allá de que haya o no un efecto químico. Esta afirmación es posible porque la compulsión en sí misma es narcotizante, en la medida en que la repetición confirma y cristaliza un modo de satisfacción para el sujeto. Una compulsión, observa también Giddens, escapa a todo intento de control voluntario, por eso se asocia a una pérdida de control del yo. No obstante, las compulsiones asumen la forma de rituales estereotipados, e incluso hay acciones rituales que pueden llegar a realizarse en una especie de estado de trance. La adicción es definido así como "un hábito estereotipado que se asume compulsivamente". Por lo tanto, el ritual, que por un lado se cristaliza como una compulsión a la

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repetición, por el otro, es una defensa, una coraza, frente a la emergencia de algo que aparece como intolerable, un recurso para neutralizar lo que cobra valor de amenaza para el yo.

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TOXICOMANÍA Y SUS MARCAS: LAS MARCAS DEL CUERPO

La toxicomanía se nos presenta como un hecho de la clínica cotidiana que cuestiona las respuestas dadas, y nos pone frente a exigencias técnicas que no podemos desatender. El nombre de "drogadicto", "toxicómano", "drogón", etc, designa una práctica no sólo de consumo de sustancia, sino un modo particular de consumirse el sujeto. Con estos nombres asistimos a la degradación del nombre propio y vemos surgir en su lugar los nombres mencionados. De este modo, ningún nombre parece representar al sujeto más que ese prestado del discurso social. Coagulado en un nombre que si bien le da pertenencia a un grupo, es a costa de borrar su individualidad. Hijo de la droga sin apellido paterno. Nombre que sólo pasa a nominar una modalidad de satisfacción que mantiene al sujeto alienado a un nombre dado por el discurso social con una denominación injuriante. Como psicoanalistas hablamos de cuerpo en tanto cuerpo erógeno, cuerpo tocado, mirado, significado desde el Otro materno a partir de las significaciones que éste le ha dado a ese cuerpo en función de su deseo y de los primeros intercambios que inscriben en el cuerpo este deseo y posibilitan la conformación de la imagen corporal y del yo. En la adicción nos encontramos con un cuerpo tratado como lo hace la ciencia, como organismo que se modifica con las sustancias, observado en sus efectos, tenido en cuenta en sus límites y umbrales, pero no cuerpo de deseo, donde el Otro vaya haciendo marca con las manos o la mirada.

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¿Cómo pensar los tatuajes sobre el cuerpo tan frecuente en los adictos?. Es frecuente escuchar en el discurso de los adictos: "Porque sí", "porque me gusta", "porque se usa". ¿Podríamos pensarlo en el orden del signo, de ser algo para alguien?. Como dice Severo Sarduay: "Sólo el fragmento cubierto por el tatuaje, iniciales, anclas, corazones, vienen a inscribirse como por casualidad sobre los biceps, los músculos más erectiles, realzados por la tinta minuciosa o sometidos a la torsión, al dolor, tienen acceso al endurecimiento o a la erección notoria, a golpear con su tensión; el resto no merece más que pudor, flaccidez y aburrimiento". Será tarea del psicoanalista ofertar palabra por droga. Trámite que permitiría el pasaje del nombre alienante al sujeto de la individuación.

CONCLUSIONES La adolescencia como una etapa donde se conjugan momentos de crisis de identidad, de iniciación sexual, de replanteo de valores, normas establecidas, duelos, salida al mundo externo, con exigencias de modelos, ofertas de lideres, genera angustia y malestar. Momentos intolerables, donde se requiere que el adolescente haga de soporte a la angustia y al conflicto. Si su estructura psíquica afectiva familiar no logra ese soporte, el consumo de alcohol y / o drogas que la sociedad y los grupos ofertan les sirve para "solucionar" el malestar encontrando momentos de placer y alivio. Por esto se desprende que el eje del problema no son las sustancias, sino qué pasa con ese chico que no puede con lo que le pasa, y le resulta intolerable, o encuentra caminos mas fáciles de alivio y placer que el que implica pensar y resolver acerca del conflicto. Hay que descifrar "para que le sirve" la droga, y por que no puede encontrar otra manera de resolver sus obstáculos. Se debe hacer una buena evaluación terapéutica por profe124

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sionales que tengan experiencia en el tema ya que no todo chico que consume o pruebe se lo considera un adicto, pero muchos lo pueden terminar siendo. Por ende los padres son los indicados para ayudarlos a encontrar el camino que les de más elementos para resolver la crisis que están atravesando, de forma mas productiva, ya que a lo largo de sus vidas tendrán que atravesar varias y el malestar y la angustia son propios de la vida como el placer y otros estados afectivos Estar atentos y generar espacios de comunicación permiten mayores posibilidades que esta etapa se transite de la mejor manera posible.

5. ¿POR QUÉ CONSULTAN LOS ADOLESCENTES?

PERSPECTIVAS

ACTUALES DE LAS PROBLEMÁTICAS ADOLESCENTES.

A la par de una demanda de análisis desencadenada por conflictos sexuales, tropezamos con demandas que giran en torno a un malestar, a una infelicidad. Fenómenos mencionados corrientemente en la adolescencia: evitaciones, fugas, inhibiciones, oposiciones, ambiguedades, conflictos, tensiones, desencuentros, bloqueos. Con frecuencia, las consultas reconocen como factor desencadenante la terminación del secundario, una conmoción emocional, un duelo, etc. No pocas veces esas consultas se rotulan como vocacionales, dada la repetición de decires como "no se qué hacer", "no se para qué lado agarrar", "no se qué carrera seguir. Las imagos fliares, masculinas y femeninas de que el sujeto dispone en cuanto a los ideales son los que están en la base de ese no se que hacer.

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Entonces, ¿por qué vienen a vernos los adolescentes?. Cuando vienen acompañados de sus padres, la queja emana generalmente de ellos: su hijo, tan amable hasta entonces, cambió. Con mucha frecuencia, lo que se pone en evidencia como fuente de sufrimiento y de conflicto es este cambio: "Se volvió agresivo el que era tan amable hasta ahora, se opone a todo, no quiere entender nada, no escucha nada, el trabajo escolar deja que desear, los malos resultados se multiplican, pero lo peor es que él parece no inquietarse, aunque hasta ahora fue escrupuloso y aplicado. Pueden aparecer síntomas más graves, tales como anorexia, fuga, tentativa de suicidio, una acción delictiva, adicciones, etc. ¿De dónde proviene este malestar y en qué consiste la crisis de la adolescencia?. Es un momento de separación, de ruptura, de quebranto. Ante todo es un trabajo de duelo que se perfila en e umbral de la adolescencia. Es el renunciamiento a la seguridad de la infancia y a su entorno protector. El sujeto ya no puede retroceder frente a los imperativos de la maduración sexual. Su cuerpo, bajo el crecimiento pubertario se transforma, aparecen sensaciones hasta entonces desconocidas y el problema de la elección sexual se hace apremiante; es entonces cuando el deseo de seguir adelante y el temor a lo desconocido se mezclan. De ahora en adelante es necesario contar con la soledad, la responsabilidad, trabajar, triunfar. Este temor es la base de las manifestaciones de la crisis. Esta contradicción entre el deseo de alejarse de la familia, de ser autónomo, y el deseo de permanecer bajo su protección, si es difícil de vivir para el adolescente, también lo es para los padres. En general han olvidado sus propias dificultades a esta edad y enterrado un pasado de relaciones más o menos conflictivas con sus propios padres. Por ejemplo, en su deseo de afirmarse, el joven reinvindica su libertad. Si los padres le permiten todo sin plantear ningun límite, es una prueba, a los ojos del adolescente de que no tienen en cuenta su seguridad y se desinteresan de lo que le suceda. La severidad es a veces más tranquilizante, permite discutir, rebelarse, y a través de eso afirmarse. Nada es peor a esta edad que esos "buenos padres" tan indulgentes, tan permisi126

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vos, que no se pueden atacar ni contrariar. Los jóvenes se quejan de que sus padres no los escuchan, no los comprenden, no quieren dialogar con ellos, que la comunicación es imposible. Detrás de esta demanda hay en realidad, una repugnancia a intercambios demasiado personales; es el momento en el que intentan construír su intimidad, esbozar un trabajo de separación y de duelo; la demanda que ellos hacen a la familia es paradójica: compréndanme sin escucharme, no me planteen preguntas pero contestenme y no me pidan nada. En la actualidad el jóven llega a una consulta psicológica enmarcado en dos posibles situaciones diferentes, según se encuentre en los comienzos de esta etapa vital o haya avanzado más en ella, como para hacerse más independiente en sus demandas. En el primer caso, son sus padres quienes suelen acudir ante la preocupación que le producen sus síntomas, sus rarezas o sus rebeldías. Desde esta perspectiva, el jóven responde más a una estructura sintomática familiar o de alguno de sus padres, que a la demanda formal de un ser sufriente. Suelen por lo tanto ser destinatarios de un tratamiento por encargo. El segundo momento de la adolescencia es el de las consultas espontáneas suscitadas predominantemente por motivos relacionados con sus dificultades o inhibiciones escolares o sociales, incluyendo éstas últimas el malestar originado por la imposibilidad de manejar las exigencias planteadas por sus impulsos sexuales. También las promueven crisis de angustia y de depresión que tienen los mismos orígenes que sus inhibiciones y malestares. Lo más importante en la consulta, cuando uno recibe a un adolescente es poder discriminar qué grado de riesgo tiene el motivo de consulta o la patología supuesta que traen. Digo supuesta porque hay que discriminar muy bien si lo que sucede es producto del desarrollo evolutivo o si lo que está pasando uno ya puede catalogarlo de algo patológico. Y éste es el problema en la adolescencia. Lo importante entonces en las consultas de adolescentes es llegar a hacer un diagnóstico diferencial entre neurosis y psicosis.

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A veces el brote psicótico no se ve en el momento, sino que la consulta se hace posteriormente. Uno tiene referencias por la familia de que ha tenido algún episodio delirante o de que se quedaba mucho tiempo en la cama, entonces los padres se empiezan a preocupar. Esto uno lo toma como dato, pero con un solo episodio no se puede establecer un diagnóstico diferencial.. El segundo episodio puede aparecer a los seis meses o a los dos años. El motivo más profundo que promueve el pedido de ayuda es la sexualidad. Confrontando las consultas de adolescentes con las de adultos se puede decir que mientras que el adolescente está embarcado en una empresa de desprendimiento y autonomía de su núcleo familiar de orígen, el adulto ya lo ha logrado. Sus síntomas están relacionados fundamentalmente con las dificultades que encuentra en ese trayecto y en los que encuentra en el dominio de su sexualidad, tarea para la que no cuenta con un aparato psíquico fehacientemente estructurado, plástico y armónico. En el adulto cabe pensar que sus malestares se desplegarán ante los conflictos y dificultades que no pueda superar de las situaciones de desarrollo posteriores a la adolescencia, o mejor aún, que tendrán su factor desencadenante en ella: situaciones de crisis en relación con el matrimonio, divorcio, nacimiento de los hijos, alternativas derivadas de la crianza de éstos, su envejecimiento y elaboración de la aceptación de su mortalidad. Las situaciones emocionales que tuvieron cierto impacto traumático en épocas tempranas, se manifiesta en la adolescencia en inhibiciones y encasillamientos del yo, que ve reducida su plasticidad, favoreciéndose de ese modo la emergencia de síntomas psicosomáticos, por ejemplo. De los cuadros psicosomáticos el más llamativo lo constituye la anorexia. Aunque la temática, en estos casos se plantea estereotipadamente en relación al cuerpo, es fácil detectar que buena parte de la problemática afecta a la autoestima. Ser amada, estimada, valorada, elogiada. Winnicott señala que al adolescente le preocupa sentirse vivo. Los comportamientos antisociales de quienes consumen drogas a menudo tienen que ver con esa "pelea contra la 128

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nada" que manifiestan sentir. Los jóvenes adictos se refieren frecuentemente a los que consumen y a sí mismos cuando están sobrios como "caretas". De ese modo quieren dar a entender que sienten ese estado como artificial, mientras que con la sustancia en su cuerpo están bien, se sienten "entonados". Algo no se integra de la realidad externa. Si se está sobrio suscita rechazo, si media la sustancia química caben el sometimiento o la ironía. Es un sentimiento más profundo que la inhibición juvenil por la que se busca el levantamiento parcial de las represiones mediadas por el alcohol. Obedece más bien a la búsqueda de imágenes, huellas de las que no se dispone porque remite a momentos que no se ha podido vivir. El consumo de droga produce una identificación entre los cofrades de aventura, que se sienten hermandados por una transgresión transformada en ceremonia ritual. Probablemente se trate también de la ideologización de una incapacidad: la de tolerar las tensiones que conlleva tolerar la falta de un objeto sentido como imprescindible para llenar una necesidad o paliar un sentimiento intolerable. Existen también otros problemas que observamos en los adolescentes cotidianamente y no motivan una consulta. Por ejemplo, ciertas manifestaciones de empobrecimiento intelectual o afectivo: pensamiento concretizado, dificultades para la abstracción conceptual. Ciertos chicos con estas características hacen pensar en una proclividad, disposición a recalar en el consumo de drogas por falta de vivencias de vitalidad. Es previsible que aumente la frecuencia de casos influídos por el distanciamiento precoz entre los niños y sus padres, mencionado anteriormente, determinantes de carencia en la función de sosten o continencia con que se apuntala el crecimiento de los niños de corta edad, y de funciones de delimitación que cumplen los padres. Al llegar a la adolescencia las angustias y depresiones motivadas por el desprendimiento encontrarán el mismo déficit de sostén, continencia y delimitación ya ocurrido en la infancia.

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Podemos encontrar así el entremezclado de una función materna signada por un movimiento que va desde el desapaego hasta la asfixia. Ambas posiciones marcan fallas posibles de ser halladas desde su alojamiento en tanto su hijo no le hace falta, como en los tropiezos de la operación de separación, actuando una no renuncia a que su hijo le pueda faltar, a perderlo. También nos encontramos con lo desfalleciente de la función paterna. Figura del padre que ha sufrido una declinación y hasta una devaluación, donde la caída de la palabra del padre fue quedando sustituída por su silencio o sus gritos. Si pensamos la incidencia de la socieda a través de los medios de comunicación; la televisión, las revistas, los concursos de modelos, consagran a la adolescencia como un paradigma de belleza, en cambio, la literatura, el cine y el arte, escenifican su mentado disconformismo, su desprejuicio, su romanticismo, su autenticidad, hasta convertirlos en ideal. Imagen fascinante, pero también de peligrosidad potencial. Es así como el discurso mediático transforma el apetito identificatorio de los jóvenes en un mercado de proporciones nada desdeñables: música, indumentaria, marcas, logos, etc, generando una lógica de exclusión, alienación y segregación, en tanto quienes no ingresan al sistema de objetos y códigos que desde lo social se imprime, quedaría apartado. Bajo esta lógica que segrega lo subjetivo y prima lo uniforme, el para todos igual, ¿cómo pensar lo singular de cada adolescente?, ¿qué responsabilidad tiene aquí también el Otro social con su política de exclusión social?. Difusión de los no lugares vigentes en el prefijo des: en tanto sujeto desocupados, desescolarizados, desnutridos, desalojados, seres de la desafiliación La exclusión social como un quedarse afuera, un exilio de los lugares sociales constitutivos de la subjetividad, un posmoderno encierro en los no lugares de los espacios abiertos. ¿No nos ilustra acaso que

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cuando un adolescente queda por fuera de la escolaridad por faltar demasiado es merecedor de un paradojal quedarse libre?.. "…..El discurso de la ciencia refuerza esta ubicación de los sujetos desde una tecnologizada cultura del anonimato quien sustituye ininterrumpidamente a otros por artefactos electrónicos. El Otro social puede ser concebido tanto como una red de marcas que tallan y fijan al sujeto como en términos de un escenario que establece las condiciones de posibilidad donde el jóven encuentra las oportunidades o la falta de ellas para la realización de sus deseos"(Marcelo Esses)

MATERIAL ANEXO B ARCE, S. "El consumo. Una modalidad de ser en la adolescencia" Publicado en la Revista: Córdoba, la adolescencia hoy..... Facultad de Psicología. U.N.C. Ed. BRUJAS 2000

EL CONSUMO UNA MODALIDAD

DE SER EN LA ADOLESCENCIA.

Lic. Sonia Arce*

I. Lo que observamos. Enlas últimas décadas la adolescencia y juventud se han convertido en una de las franjas poblacionales que más consumo presenta, a tal punto que algunos sociólogos denominan este tiempo como "la era del consumo o era del consumismo". Las múltiples y cambiantes ofertas, parecen exacerbar el deseo del "tener", surgiendo una serie de necesidades artificiales o pseudos-necesidades que uniforman los comportamientos y las identidades. Los * Docente de la Cátedra de Psicología de Evolutiva de la Adolescencia y Juventud, en la Universidad Nacional de Córdoba y Psicologa del Hospital Tránsito C. de Allende. Pág

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mass medias, estimulando los sentidos promueven en las distintas sub-culturas adolescentes la sensación que el "tener" y el "acceder" a determinados objetos, ropas y divertimentos son formas de diferenciarse y de realización personal. En realidad esta búsqueda simbólica de autonomía, termina siendo una subordinación a una dinámica de mercado que responde a necesidades económicas, que manipulan hábilmente las características de este momento evolutivo. Bajo la máscara de libre elección, las tentadoras ofertas que realizan los medios masivos de comunicación prometen libertad, diferenciación, felicidad y ocupando así un rol protagónico, penetran hasta los espacios mas íntimos y participan en la construcción de la subjetividad. Los objetos que proponen se convierten en "ideales" y van adquiriendo un alto nivel de significación en la construcción de la identidad. En la adolescencia, la vivencia de la propia existencia moviliza en el yo aspectos de la historia del sujeto que se entraman con un presente de búsquedas y con un futuro incierto; vivencia que despierta angustias, temores, fantasías y desafíos, que suponen acomodamientos internos y externos. Las formas en que cada persona va realizando estos acomodamientos, dependerá de su historia, pero también del medio socio-cultural en el que esta inserto. Así es que, por ejemplo, la juventud en las décadas de los años 60-70, tenía roles protagónicos en las acciones colectivas, con participaciones transformadoras en distintos ámbitos sociales, políticos, educacionales, deportivos, etc., aspectos que devenían de modelos adultos que se ofrecían como tales. A su vez los adultos veían en la juventud la fuerza promotora de los grandes cambios, por lo tanto era una fuerza admirada y temida. Paulatinamente a partir de la década del 80, comienzan las búsquedas individuales de satisfacciones parcializadas Y momentáneas. Alcohol, drogas, indumentarias de marcas, bebidas gaseosas, espacios de divertimentos en el que cada uno se mira a sí mismo o a máquinas

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enajenantes, videogames, perfumes y modas, ... modas de cuerpos, de hablar y moverse... Y por que no... de cultura, cultura que cambia a ritmos acelerados, que no tiene fronteras ni límites, que no es propia ni ajena. Gozar de la vida y mantenerse al corriente de todo lo que sucede es la condición que permite "estar bien", adultos que consumen en su afán de "ser adolescentes", adolescentes que consumen para "ser". Aspectos que presuponen el estar muy atentos a los cambios, para así poder cambiar al ritmo de lo que impera en el momento... esta es una de las premisas básicas. En nuestra sociedad no todas las personas pueden acceder al consumismo, muchos apenas logran satisfacer las necesidades básicas y otros no logran cubrirlas, la exclusión laboral va en aumento y una estrecha franja poblacional posee el poder económico que le permite moverse con tranquilidad en este mundo de mercancías. Sin embargo todos tenemos acceso a la visión de los ideales propuestos por los medios de comunicación y nos convertimos en espectadores de lo que, para el imaginario social, es el éxito y la felicidad, intentando poner todos los esfuerzos para alcanzar lo deseado. Esfuerzos que abarcan una amplia gama de conductas que van desde el trabajo, hasta conductas antisociales, ya que los valores se han banalizado dando lugar a la vivencia de vacío que intenta llenarse mediante la incorporación de bienes. Al decir de Rojas y Sternbach (4) "Se trata, del consumo entendido como una lógica reguladora de lo social y de lo individual". Estas reflexiones pretenden dar sentido a un breve recorrido sobre: el lugar del consumismo en la adolescencia y juventud, su lógica intrapsíquica y la importancia de los entrecruzamientos de aspectos individuales y socioculturales.

II. Algunas reflexiones. Entendemos la adolescencia como período de cambios, duelos y crisis, momento evolutivo en que se deconstruye el pasado, dejando de lado los amores de la infancia, rompiendo Pág

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con las generaciones anteriores y comenzando la búsqueda amorosa exogámica, como así también de otras alternativas personales y sociales. Duro momento en que las nuevas identificaciones y mecanismos irán posibilitando este proceso que implica la construcción de la identidad, mediante replanteos éticos, filosóficos y morales, que producirán modificaciones en el sujeto y por lo tanto en el mundo. Identidad, logro subjetivo, momento de reconstrucción, que hace que cada persona y cada generación mediante su singularidad, dejen su huella en la historia y en la sociedad. El contexto va marcando con sus características a cada una de las personas y ellas a su entorno. Renuncias y expectativas, dolor y esperanza, pasado y futuro, momentos de la diferenciación del sujeto ligados a la dialéctica entre el narcisismo y la relación de objetos extra-familiares, entre el Yo Ideal e Ideal del Yo. Pasajes que se logran realizar en tanto la familia y la sociedad se constituyan en los pilares que promuevan la identidad. Modelos adultos que se deberán ofrecer como tales a los adolescentes, posibilitando el despegue y el deseo de acceder a nuevas metas vocacionales, laborales, de pareja y sociales. Vale aquí una reflexión sobre los actuales modelos adultos, quienes parecen observar deslumbrados a los adolescentes pretendiendo acercarse a ellos mediante el consumo de modos, ropas, cirugías, divertimentos…etc., por lo que la adultez que era un estado deseable, se diluye en una indiferenciación generacional, intentando los adultos ser adolescentes. Sabidos es, además, que la crisis socioeconómica afecta los proyectos de necesidades económicas y espirituales que se intenta llenar mediante un multiplicidad de actividades, por lo que en consecuencia se ven afectados los espacios de comunicación intra y extrafamiliares. Por otra parte esta misma realidad se les ofrece a los jóvenes quienes para sus proyectos solamente encuentran un vacío. Las imágenes con las que trabajan algunos medios audiovisuales, surgen de estudios de mercados, que han permitido conocer esta realidad, por lo que los jóvenes espectadores no pueden excluirse de estos mensajes que apuntan directamente a sus necesidades y que terminan ejerciendo una función de modelaje y modelo.

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Nuestros adolescentes se encuentran entonces con "ausencia de lugares asignados, falta de respuestas, modelos e ideales... Estas modalidades, ligadas a la idealización del presente y al vaciamiento del futuro, se entraman, como hemos señalado, con una oferta consumista no ajena a la lógica de las adicciones". Rojas y Sternbach (4) La oferta antecede a la demanda y en el campo de la constitución subjetiva, ésta adquiere significación a la par que las significaciones familiares. Produciendo además la ilusión de la libre elección. Viene a llenar espacios vacíos y a satisfacer imaginariamente aquello que en otros momentos históricos llenaron los padres, los adultos, los objetos exogámicos. Deseos que, mediante la estrategia del consumo pretenden ser colmados y que pronto dan lugar a una nueva demanda, posición narcisista que responde a imperativos socioeconómicos. Punto de intersección entre cultura y subjetividad, en el que el Yo se convierte en la preocupación central, narcisismo y hedonismo, al decir de G. Lipovetsky (3) es lo que termina produciendo la desubstancialización del Yo. Es así que, "el consumo en los jóvenes es impulsivo y hasta compulsivo, despreocupado, orientado en forma evidente a la obtención inmediata del placer". Silvina Chmiel (3). Detectar y crear necesidades, satisfacer las pulsiones y producir identificaciones con productos de mercado, se convierte en el circuito que promueve la construcción de un imaginario de realización. La perfección estética y el goce total ocupan los vacíos estructurales que se presentan en este momento evolutivo. Es así que, los adolescentes que mediante el proceso epigenético no han logrado un bagaje identificatorio, con modelos adultos claros y referentes, resuelven la situación con diferentes mecanismos que los fijan en conductas infantiles, en una eterna adolescencia o en formas de autodestrucción. El pasaje al mundo adulto moviliza ansiedades y frente a las nuevas situaciones que se deberán resolver, la fijación en conductas narcisistas producen la

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sensación de omnipotencia, centramiento en el Yo, que como manera de negar las carencias, está en búsqueda constante de placer. El consumismo de aquello mostrado como lo ideal, se convierta en el mecanismo permanente que fija al Yo en una postura hedonista. Se es, en tanto se viste con determinada indumentaria, en tanto se accede a ciertos lugares o se escucha tal música. La interioridad, la singularidad, el ser, son evitados dado que implican búsquedas, sufrimiento y tiempo de espera. Placer que evita la angustia, produciendo una fuga de todo lo que pueda resultar doloroso mediante la incorporación de objetos, espectáculos, divertimentos, bebidas, etc. que parecen producir un estado de plenitud ilusoria, cuando en realidad se esta en presencia de un Yo saturado por mensajes y ofertas parcializadas, contradictorias, cambiantes y aceleradas. Los medios, desde la publicidad, las series, los conductores de programas, los slogans, la música, los ídolos, los programas juveniles,... todos muestran el grado de perfección, realización y felicidad personal que se logrará mediante su consumo. Aspectos, con los que muchos adolescentes se identifican evitando inconcientemente los dilemas de su crisis juvenil y negando la angustia de acceder a la adultez, por las inseguridades y limitaciones que ella implica en el momento socio-económico actual.

III. A modo de cierre. La incorporación, el consumo, parecerían sustituir los dolorosos procesos de elaboración adolescente, los temores a un futuro incierto y con pocas posibilidades se disuelven, las carencias se niegan, la imposibilidad de elección se ignora y el debilitamiento del tejido social y familiar es sobrecompensado por la ilusión del eterno bienestar. "Si de todo el proceso, el adolescente extrae la prerrogativa de aspirar a valores e ideales que trasciendan a la realidad de la vida cotidiana, esto será el resultado de una lucha interna personal, de una lucha que no puede ser decretada por ningún 136

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orden social. Pero la formaciรณn de esta estructura interior de la mente que llamamos el ideal del yo adulto sรณlo puede ser promovida en un orden social que sustente la estrecha concatenaciรณn de las generaciones; una sociedad que fomente las conexiones entre los diรกlogos de amor". Louise Kaplan, 1986.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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GUIÑAZÚ, S."El suicidio en los adolescentes" Publicado en la Revista: Córdoba, la adolescencia hoy..... Facultad de Psicología. U.N.C. Ed. BRUJAS 2000

EL SUICIDIO EN LOS ADOLECENTES. Lic. Susana C. T. de Guiñazú.* "Todo dolor, aún el más grande, lleva implícito el germen de su trascendencia, y muchas veces es el motivo decisivo para alcanzar un ogro superior" E. Pascual. La adolescencia dentro del ciclo vital del hombre, nos muestra el complejo drama de pasar de una forma de existencia a otra; aparece así, como el punto crítico en el que se debaten las pasiones sexuales y morales que, según su resolución, lo conducirán al logro de la madurez. Esta madurez, deseada y temida por el adolescente, implica para éste el desafío de reconocer la necesidad de la reconstrucción de su historia de vida, y "su lugar" en esta construcción. Surge de esta manera, la etapa, como eje unificador entre una infancia que se va y una adultez cuya presencia anticipada en sus fantasías, es inminente. Esta historia de vida, más que una sucesión de escenas, acontecimientos y personajes, en las que el pasado, presente y futuro se unen a través de un relato lineal, es una etapa activa; en ella el sujeto somete su historia a una deconstrucción, construcción y reconstrucción; es un período "en que el pasado, presente y futuro se vuelven a entretejer y enhebrar con hilos de fantasía y deseos que no siguen, necesariamente, las pautas de la cronología lineal" (Kaplan L. 1986). Se presenta este ciclo de la vida como una totalidad, plena de historia y potencialidades. * Profesora Titular de la Cátedra de Psicología Evolutiva de la Adolescencia y Juventud. Pág

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Siendo esta etapa un momento de la existencia humana pleno de posibilidades, que se vigorizan con el desborde de vitalidad propio de la misma ¿Qué conduce al adolescente al acto suicida? ¿Por qué recurren a él? ¿Quiénes son estos adolescentes? ¿Sujetos enfermos, o sujetos que eligen libremente morir? ¿Son concientes de lo que hacen? ¿Qué trama siniestra se entreteje detrás de este acto? ¿Qué relación existe entre las ideas suicidas, tentativas de suicidio, y el suicidio fatal? ¿A qué se debe la frecuencia en los Últimos años del aumento de las tentativas de suicidio en los adolescentes? ¿Incidirá en este acto los procesos psíquicos propios de este período de la vida? ¿Qué fin oculto, esconde este acto? ¿Qué lugar ocupan en el mismo, sus objetos de amor? ¿Es éste, expresión de una huida o un encuentro? ... Muchos son los interrogantes que surgen alrededor de esta problemática, intentaremos lograr una aproximación a la misma, a fin de posibilitar su comprensión para, a partir de ésta, facilitar la anticipación para su prevención en los jóvenes. Lo primero que viene a nuestra reflexión, es lo referente a las posibilidades de contención psíquica con que cuenta el adolescente, para enfrentar los desafíos a que se ve sometido por los cambios propios de este período, su vulnerabilidad frente a situaciones traumáticas, la incidencia que tienen en este momento, los conflictos infantiles no resueltos, su poder y fortaleza para organizar su mundo interno y proyectarse constructivamente hacia el futuro, como los mecanismos protectores con que cuenta para enfrentar, sobrellevar y superar los riesgos propios de este momento evolutivo. El suicidio aparece en la vida del sujeto como una salida, como una acción que apresura el desenlace de conflictos psíquicos, que éste siente, que no puede resolver más que por ésta vía. El tema de la muerte, es un tema que preocupa al adolescente ya que este pensamiento se incorpora en él, en el momento en que su historia debe ser re examinada, re inventada, re construida, lo que implica la inscripción de la muerte en su continuum generacional. El sentimiento de muerte se instala, cuando percibe en su vida una sucesión de muertes parciales, que lo lleva a la aceptación (después de un largo proceso) que sin muerte no hay vida.

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Esta paradoja surge cuando coexisten en él tanto la fantasía de infinitud, de inmortalidad propia de los deseos inconcientes del ser humano, con la toma de conciencia de la finitud de la vida y la opción de la muerte como alternativa ante un dolor que no puede remediar. Si bien, en la vida cotidiana los términos "suicidio" y "suicida" se refieren a conductas adoptadas por el sujeto para provocar su muerte, no siempre estos actos encierran en sí, la convicción de terminar con su vida; en muchos casos suele ser un pedido de auxilio ante un profundo sentimiento de desesperación, desesperanza o enojo. Sentimientos de vergüenza, pérdida, abandono o venganza suelen estar detrás de estas acciones, así como también una fuerte necesidad de reafirmación y reconocimiento como de unión con el objeto amado perdido. Los expertos en el tema, reconocen en estos actos suicidarios, tres categorías: a) Ideaciones suicidarias: que se manifiestan a través de ideas, pensamientos o sentimientos referidos a la falta de sentido de vivir, elaboración de planes para quitarse la vida, hasta la preocupación sistemática y delirante sobre acciones referidas a la autodestrucción (Goldney, R. D., 1989). b) Parasuicidios: se refiere a gestos, conductas autodestructivas como intentos fallidos de terminar con su vida. Son actos deliberados que no alcanzan su fin y, por lo general, poco habituales. c) Suicidios: incluye todas las acciones ejecutadas por la víctima para alcanzar su fin: la muerte. Puede ser, directo o indirecto como accidentes frecuentes, o actitudes de negación a la propia subsistencia como el negarse a alimentarse (por rebeldía, protesta, etc.), o no ingerir medicamentos recomendados en caso de enfermedad, etc. En cada una de estas categoría podemos percibir a un adolescente sufriente, que trata de acabar con una situación intolerable, fantasea con la muerte, o efectivamente ejecuta el

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acto de auto destrucción como única alternativa para "alcanzar la paz" y terminar con ese estado de tensión dolorosa.

¿Qué lugar ocupa el suicidio en la vida del adolescente? Parecería que la dinámica misma del proceso adolescencial lleva inscripta en si misma, como vimos anteriormente, la idea de muerte que se actualiza ante una decepción devastadora (fracasos escolares, rupturas afectivas, pérdida de objetos valiosos para él, etc.), ante la cual, no encuentra otra solución. "La decisión conciente de morir, según Mosés Laufer de la Asociación Psicoanalítica Británica, (cualquiera sea el significado que esta tenga en la mente de la persona) y la ejecución del acto en sí, como el resultado de las propias acciones de uno, existe como una posibilidad y un riesgo, sólo desde la pubertad; esto es, desde el momento en que el sujeto alcanza la madurez física sexual", que conlleva a una definición personal y a una revisión y reafirmación de sí. Esto lo logrará el sujeto según su historia personal como lo recursos actuales con que cuente para enfrentar y re encauzar su crisis. Así, detrás del acto suicida del adolescente, tanto puede estar la desesperación, como la creencia de que la muerte es necesaria para sobrevivir. A veces, aparece como un primer acto de voluntad, como una manifestación de autodeterminación que rompe con las ligaduras parentales ( como se ve en el personaje de Neil en la película "La sociedad de los poetas muertos", aquí su suicidio aparece como un acto heroico en el que muestra su determinación de morir para "ser", ante la posibilidad de vivir "sin ser" que era (para él) la opción impuesta por su padre). En la adolescencia el pasado nos alcanza y, por primera vez, sentimos la fusión con el futuro, "lo que hoy defina, logre y especifique respecto a mi identidad, se establecerá y proyectará en el tiempo"; por primera vez se siente hacedor, responsable y protagonista de su propia vida y sus proyectos. Esto supone la vivencia de la inscripción de su temporalidad, la 142

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vivencia de las diferencias en cuanto a su sexualidad, la vivencia de su lugar en la dimensión generacional, como la vivencia de la reproducción y de la muerte. Los cambios suscitados, generan alternativamente sentimientos de separación, pérdida, individuación, diferenciación. Aquí los soportes, tanto internos como externos, con que cuente el adolescente son fundamentales ya que el verse privado de estos, puede llevarlo al "derrumbe mental" del mismo, sentimiento generador en muchos casos del acto suicida como forma de garantizar la permanencia de su vida psíquica (morir para perpetuarse.) El acto suicida puede tener variadas significaciones; puede aparecer como: 1. Huida, fuga, para escapar a una situación dolorosa intolerable. 2. Duelo, reacción ante una pérdida. 3. Castigo, ante la necesidad de expiar una falta real o imaginaria. Aquí siente el peso de la culpa, que lo lleva al autocastigo. 4. Crimen, atenta contra su vida, pero hay un deseo encubierto de llevar a otros a la muerte. 5. Venganza, cuando el acto en sí, no es atentar contra su vida, sino destruir a otro, con el que afectivamente está involucrado, buscando generar en éste, no solo dolor, sino remordimiento y culpa (suelen dejar cartas expresando, en forma explícita o implícita estos sentimientos). 6. Llamado de atención y chantaje, mediante el cual se desea ejercer presión sobre otros. 7. Sacrificio, se actúa sobre su vida, para conseguir trascendencia, valor o prestigio "morir por una causa", "no importa si muero, porque mi ideología me trasciende" "que es no morir porque yo, estoy en ella". 8. Juego, cuando el acto aparece para ponerse a prueba o demostrar valor ante el grupo (ruleta rusa).

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Como vemos, el acto suicida no siempre encierra la intencionalidad de morir, sino más bien pareciera que en él coexiste tanto la pulsión de muerte como de vida. Estudios realizados en Francia, Austria, Inglaterra, dan cuenta de la existencia de ciertos ejes que pueden ser tomados como parámetros, para revelar la posible tendencia al suicidio en los adolescentes; el conocimiento de los mismos serían muy necesarios para la implementación de toda actividad preventiva en este grupo etáreo. Son estos: • fragilidad de los basamentos narcisistas. • poca eficiencia en los mecanismos de contención psíquica. • el fracaso parcial de la organización edípica para desempeñar su rol estructurante. • fuerte influencia de las primeras relaciones objetales. • esconde una relación sujeto-objeto conflictiva de tipo persecutoria; intentando con el suicidio destruir estos objetos (tanto internos como externos). • dificultad para resolver con eficacia los procesos de separación-individuación.

Entre los indicadores conductuales que se observan en éstos adolescentes, tendríamos síntomas de depresión, signos francos, como la conversación acerca de suicidio, las fantasías suicidas, la automutilación, la entrega de objetos queridos a otras personas, la preocupación por el tema de la muerte en la música, en el arte, la poesía o en los diarios personales que escriben los propios adolescentes, la expresión de sentimientos de indignidad, la afirmación de que la familia estará mejor sin ellos. Suelen tener dificultades para resolver situaciones problemáticas, tienden al aislamiento y la soledad, muestran incapacidad para pedir ayuda y apoyo afectivo y suelen tener sentimientos de vergüenza, humillación, rechazo afectivo, fracasos escolares y laborales, todos estos rasgos son factores precipitantes de un comportamiento suicida.

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Estos rasgos, nos muestran a un adolescente hipersensibilizado para soportar los cambios que implican en las relaciones objetales, las desinvestiduras, como las que subyacen en los procesos de desidealización y desidentificación propios de la etapa. De la misma manera, se agrava ante los acontecimientos de pérdidas, decepciones, cambios familiares o sociales. "No se trata de un perfil del suicida, sino de una conjunción de modalidades del funcionamiento mental" que hacen al sujeto, más vulnerable para la respuesta suicida. Autores como Shaffi (1985), Fremonow (1993), señalan como indicadores de posibles conductas suicidas en adolescentes los siguientes: a) uso de alcohol y drogas, intentos suicidas anteriores, trastornos afectivos, síntomas depresivos, comportamientos violentos, antisociales, historia familiar con suicidios, fácil acceso a armas de fuego. b) Preocupación exagerada en torno al tema de la "muerte", fracasos escolares, ausencia de vínculos con sus pares, familias disfuncionales, exposición a situaciones estresantes, experiencias de abuso sexual y/o violencia, presencia de psicopatologías severas en uno o ambos progenitores, comportamientos suicidas en uno o ambos padres, haber sufrido accidentes personales serios. Entre los factores que pueden condicionar la aparición de estas conductas suicidas tendríamos: a) factores predisponentes: historia genética familiar, factores biológicos perinatales, estilos de personalidad. b) Factores de riesgo: determinados tanto por aquellas situaciones que devienen del contexto socio cultural como de construcciones personales que tornan al sujeto vulnerable para enfrentar y resolver situaciones de conflicto. Pág

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c) Factores precipitantes: pueden ser el aislamiento, la soledad prolongada, como el fácil acceso a situaciones que le faciliten la posibilidad de quitarse la vida. Así mismo podríamos decir que aquellos adolescentes que poseen cierta flexibilidad cognitiva, fuertes redes de apoyo social, ausencia de situaciones estresantes, existencia de un proyecto de vida, apoyo o tratamiento oportuno ante situaciones críticas, tienen menos posibilidades de caer en estas conductas de riesgo. Comprender y explicar el suicidio en el adolescente nos remite a la necesidad de una doble lectura que comprometa tanto al sujeto como al contexto del cual emerge, a fin de lograr una síntesis integradora entre subjetividad personal y relaciones Interpersonales. El momento histórico actual y las características que presenta la sociedad pos moderna, lejos de contener al sujeto, promueve una vida banal, light, hedonista que aleja al hombre de sí mismo, de sus raíces y de sus verdaderas necesidades humanas. Sumergido en una necesidad imperiosa de tener, más que de ser, vemos que esto lleva a una búsqueda incesante de bienes materiales con los que busca tapar una vida carente de significación y sentido, más que el sustentado por este hombre "fachada" que intenta parecer más que ser. El adolescente inmerso en estos códigos, siente la doble presión generada, por un lado en este proceso de separación individuación, surgido desde la profundidad de su subjetividad, y por otro, la necesidad de "parecer", de seguir el modelo impuesto por la sociedad. El poco lugar que hoy ocupa el pensar reflexivo, el esfuerzo, el compromiso, la lealtad a los principios, debilita en los adolescentes la posibilidad de encontrar referentes identificatorios válidos, que le sirvan de guía y contención a su débil estructura yoica, lo que facilita la aparición de tendencias agresivas entre las que se hallan estas tendencias autodestructivas, que se efectivizan en el suicidio. De acuerdo a lo expuesto, el estudio del suicidio en adolescentes, como de conductas parasuicidas, implican una investigación minuciosa profunda que contemple tanto la dinámica

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de la estructura psíquica del adolescente, como la relación distorsionada que éste mantiene con sus objetos de amor, así como también debe incluirse el análisis de la estructura familiar y social con la que convive el sujeto. El trabajo de seguimiento de estos adolescentes debe resaltar la necesidad de realizar un trabajo de apuntalamiento en el entorno, junto con el tratamiento terapéutico que posibilite el logro de defensas narcisistas eficaces. El éxito de la acción terapéutica dependerá de las potencialidades del sujeto y de la "puesta en acción" de las mismas, que surgirán en los encuentros con sus pares. La calidad de estas relaciones, re-investirá los vínculos del adolescente con los otros y a la inversa, lo que puede resultar el inicio de una vida más saludable.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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BIBLIOGRAFÍA AMPLIATORIA

• MANNONI. OCTAVE Y OTROS. "La crisis de la adolescencia". Ed. Gedisa. Barcelona 1986. • QUIROGA. E. Y OTROS. "Acerca de la adolescencia". Bs.As. Tekné. 1987. • FERNANDEZ MOUJAN. O. "Abordaje teórico clínico de la adolescencia". Bs.As. Nueva visión. 1974. • RODULFO. MARISA Y RICARDO: "Clínica psicoanalítica con niños y adolescentes". Ed. Lugar. Bs. As. 1989. • AUTORES VARIOS "Infancia - Pubertad: Una práctica psicoanalítica con el obstáculo".Ed. Labrado. Bs As. 1998

MATERIAL ANEXO B

• ARCE, S. "El consumo. Una modalidad de ser en la adolescencia" Publicado en la Revista: Córdoba, la adolescencia hoy..... Facultad de Psicología. U.N.C. Ed. BRUJAS 2000 • GUIÑAZÚ, S."El suicidio en los adolescentes" Publicado en la Revista: Córdoba, la adolescencia hoy..... Facultad de Psicología. U.N.C. Ed. BRUJAS 2000

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Actividades de Aprendizaje

1)Identifique el estatuto de las actuaciones en la adolescencia

2) Qué conclusión es posible extraer del análisis que realiza Giddens sobre las adicciones?. Reflexione sobre ello, aportando su opinión personal. 3) ¿Qué significación adquiere el cuerpo en las adicciones?. ¿Por qué hablamos del cuerpo y sus marcas?.

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UNIDAD III VIOLENCIA Y ESCOLARIDAD EN LA ADOLESCENCIA

1. CARACTERIZACIÓN DE LA VIOLENCIA El análisis de la violencia tiene sentido en tanto se refiera al sujeto, de otra manera circula como un discurso abstracto. Habitualmente nos referimos a lo violento como una cualidad de ciertas acciones, ligadas a fuertes emociones vinculadas a la agresión, con una característica de exceso en el sentimiento de no tolerancia al límite ofrecido por otro sujeto, su mente y en especial su cuerpo. Así se puede hablar de un amor violento, de una pasión violenta, de una muerte violenta. Por lo general transmite la idea de un plus de destructividad que se agrega al acto y lo califica dándole un sentido de rotura de su forma original, o de ensañamiento y degradación. Pero las circunstancias han llevado a usar el término también como sustantivo, no sólo como cualidad sino como el nombre de una acción o conjunto de acciones consistente en invadir el límite del otro a los efectos de ejercer una imposición sobre él mediante la fuerza con su componente motor (muscular). El sujeto que ejerce la violencia tiene poder para hacerlo y el que la recibe por lo general está, por distintas circunstancias, en una posición inerme. Muchas veces es un niño respecto de un adulto. A veces quien recibe la violencia es un adulto destituido de su lugar de sujeto con un deseo propio y con una propia forma de pensar, inmovilizado por la fuerza del o de los otros. La imposición de un sentido llevado a cabo por la madre sobre el bebé llevó a Piera Aulagnier a un notable desarrollo metapsicológico con su concepto de violencia primaria, usado en el sentido de instituir al bebé como sujeto al irrumpir en su espacio psíquico en el momento de encuentro con la voz materna. Ello perPág

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mitió complejizar el concepto de violencia y ubicarlo en la trama de las relaciones originarias. "Así trata de un trinomio (sistema de parentesco, estructura lingüística y los efectos sobre el discurso de lo ocurrido en la otra escena) que es la causa de la primera violencia, radical y necesaria, que la psique del infans vivirá". Referirse al sujeto es también hacerlo a los distintos espacios mentales en los que habita y donde es posible que una violencia tenga origen. Veámoslo en los tres espacios subjetivos: individual, vincular y social (Puget, J., 1988; Berenstein, I., 1990). En lo individual (intrasubjetivo) podemos decir que la violencia surge de una acción que irrumpe desde el interior de su mundo interno, lo cual incluye lo corporal y mental, llevado a cabo por un objeto interno a un Yo del cual no tolera la separatividad y que tiene como base un conjunto de imposiciones en situaciones infantiles de inermidad. Cuando no puede ser tramitado por las representaciones y acciones que en general la orientan hacia un otro, la violencia opera sobre el propio cuerpo. Debería diferenciarse de la agresión que responde a una fusión pulsional de vida y muerte, a predominio de una u de otra, pero su característica de combinación hace que su efecto, salvo casos extremos, y sus consecuencias sean tolerables por el sujeto. Desde el punto de vista vincular (intersubjetivo) la violencia consiste en los actos que se realizan entre un sujeto y un otro vinculados consistentes en el despojo de su carácter de ajenidad y el intento de transformarlo en semejante o idéntico a sí mismo. Se asocia a borramiento de la subjetividad del otro, la cual se apoya no sólo en la especificidad de su deseo sino en su carácter de otredad en un vínculo, sea éste familiar o social. Es ni más ni menos que hacerlo desaparecer como un Yo distinto. Lo ajeno caracteriza aquello del otro que el Yo no puede inscribir como propio a pesar de intentarlo. Es lo que irremisiblemente hace que el otro sea otro. Diré que hay tres sectores ajenos al Yo: el propio inconsciente, lo ajeno del otro y lo ajeno del conjunto social al cual pertenezco. La violencia opera distinta en cada uno de ellos.

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La violencia intersubjetiva tiene como fuente el vínculo con los otros y opera una desvinculación, en especial con aquellos con los que se está ligado en una relación estable como ocurre en la familia o la pareja. Uno de sus orígenes es la permanente negación y desmentida del otro por parte del Yo o del Yo porque parte del otro, se considera sólo como una prolongación de sí mismo. Cuando los límites del Yo son desestimados o cuando se desoye que el otro no autoriza, no desea ni busca esa acción, se habla de violación. Ese sería el lugar definitorio del sujeto en la violencia que recibe. Los vínculos pasionales, la violación y el abuso sexual así como la tortura estarían en este lugar. Desde el punto de vista social diré que la violencia incluye el arrasamiento del sentimiento de pertenencia de un conjunto de sujetos o parte de la comunidad por parte de otro conjunto o parte de la misma comunidad. Nótese que se toma como violencia social sólo aquella que el poder del estado define como tal: los robos, los asesinatos, el abuso sexual, la represión de un sector social hacia otro aunque aquí ya depende de quién la nomine. No se nombran y por lo tanto parecieran no existir aquellas formas de violencia dadas por el despojo de la subjetividad de los otros por abuso económico, religioso o pérdida de la fuente de trabajo. Cuando somos atacados y lastimados en el cuerpo social, al perderse el continente-sostén de la confianza básica en lo humano protector, lo que queda en su lugar, es ocupado por vivencias del orden de lo siniestro y de lo terrorífico. La palabra soporte de la subjetividad y de la diferencia queda, una vez más, inmolada. Lo traumático no encuentra ni palabras ni representaciones. El desapuntalamiento social es una afrenta al yo donde el fracaso de las redes de lo imaginario-simbólico atentan contra el sentimiento de mismidad y amenazan la psique. Se anudan así violencia y desamparo. La herida narcisista proveniente de lo social está en directa relación con la privación peligrosa y humillante de la libertad y de los duelos.

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Y PODER

Como fue dicho anteriormente, para ejercer o aplicar una violencia es necesaria la fuerza en una relación con otro sujeto puesto en estado de pasividad. Se ha de establecer una diferencia entre violencia y relaciones de poder. Aunque se suele asociar violencia con poder, es un agregado que además desestructura la misma relación de poder en su carácter instituyente de un Yo y de un otro, en su posibilidad de marcar y de recibir esa marca, representar a otro y constituir un vínculo. Al decir de Foucault, las relaciones de poder designan relaciones entre sujetos y "el modo en que ciertas acciones pueden estructurar el campo de otras acciones posibles." Es en este sentido que las relaciones de poder están en la base de las relaciones entre los sujetos, como lo están la sexualidad y las relaciones de comunicación, cada una de ellas con distinto origen y diferente estatuto. Es posible la transferencia de un tipo de relación a otro pero cada uno de estos campos, sexualidad, poder y lingüística tiene sus características específicas y deja sus marcas singulares en el sujeto. No remiten a un sólo origen y no tienen la misma lógica. En las relaciones de poder la operación sobre las acciones de los otros o de éstos sobre el Yo implica que no opera y su objetivo directamente no es el cuerpo como sí lo es en la violencia. En las relaciones de poder quien lo recibe no está en estado de pasividad y necesariamente interviene en el conjunto del Yo y los otros con los cuales se relaciona. La violación, sea sexual o de los derechos de los otros, sea política, social, religiosa o económica apunta y se dirige al cuerpo pero éste es maltratado en forma específica en cada una de esas violencias. Aunque un primer paso es agrupar las diversas formas de violencia, luego se impone analizarlas en su especificidad.

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2. FENÓMENOS QUE CARACTERIZAN AL ADOLESCENTE EN LA ACTUALIDAD Hablar de adolescencia es hablar de un proceso cuyas características y duración varían, por factores que atañen a experiencias personales, familiares, sociales, como así también factores que devienen del momento histórico social como del avance técnico científico del momento en que se enmarca dicho proceso. La fenomenología expresiva del mismo, se caracteriza por el cambio que subyace a las contradicciones y diversidad abrumadora de manifestaciones conductuales; éstas reflejan con total nitidez, el discurso simbólico de la moda, de ese momento histórico, las que se expresarán no sólo en la vestimenta, sino también en el lenguaje, ideologías, intereses y actividades del adolescente Enmarcado por un espacio y un tiempo sujeto a cambio, el proceso nos muestra aspectos, dilemas, vicisitudes y resoluciones propias de un sujeto "en cambio", que vive en un espacio y un tiempo determinado, que también está en cambio. En este sentido, tal como afirma Concepción Fernández Villanueva: "Es habitual que los jóvenes y la violencia aparezcan relacionados en los medios de comunicación, como una articulación natural... En principio, no todos los jóvenes son violentos, la juventud, por ser joven no necesariamente es violenta. Por ello, es preciso distinguir violencia y juventud, aunque sean jóvenes los que implementan conductas violentas. ¿Cuál sería el eje de esta diferencia?. El eje es el contexto. La violencia es un contexto donde hay amenazas, hay un conflicto social, es un estado de cosas, un estado de relaciones sociales donde se producen amenazas, agresiones psicológicas o físicas. La violencia es un clima, y en este sentido no es lo mismo que la agresión. La violencia se caracteriza por la tensión social y la amenaza, siendo ésta el indicador fundamental en el clima de violencia. Si hay coacción, eso puede desembocar en agresiones". Pág

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Desde esta óptica nuestros interrogantes apuntan a dilucidar: ¿cómo son nuestros adolescentes en la actualidad?, ¿en qué medida las conductas propias de este momento de transición siguen vigentes en este espacio y tiempo?, ¿qué rasgos perduran?, ¿cuáles han cambiado?, ¿a qué factores obedecen?. Sabemos que la Adolescencia no es una unidad definible con precisión; cambios biológicos, psicológicos y sociales profundos se suceden en ella. Dentro de su dimensión temporal, distinguimos una serie de momentos, que jerarquizan determinados aspectos del proceso, configurando en consecuencia distintos tipos de vínculos consigo mismo y con el medio. El desarrollo físico-hormonal aumenta la sensualidad, generando cierta dificultad en el control de los impulsos sexuales y agresivos que surgen con cierta intensidad en este momento. Si bien el acceso a la genitalidad se logra, la confusión instintual persiste por un tiempo. Los profundos cambios que deben afrontar implican pérdidas que deben asumirse, elaborarse y resolverse; surgen aquí los duelos como posibilidad de reestructuración de su realidad, en virtud de la nueva situación, la que lo llevará a la necesidad de redefinir sus vínculos consigo mismo y con el otro. El proceso adolescente supone la posibilidad de organizar lo desorganizado, como resignificar lo significado, esto genera movimientos regresivos y progresivos; observamos en este vaiven la aparición de viejos mecanismos defensivos, como así también del desarrollo de nuevas funciones yoicas, que son las que ayudarán a contener el proceso. Las fuerzas normativas incorporadas en la infancia surgirán como protección, a fin de evitar el desborde instintual; ante el cual tiende a reaccionar actuando o reprimiendo total o parcialmente tanto el impulso sexual como agresivo. Como forma sublimada del primero se observa el culto a la amistad y la tendencia a agruparse. Respecto del segundo, cobra importancia la conciencia de culpa, que puede surgir ante un desborde agresivo. Esta con156

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ciencia de culpa, emanada de las pautas normativas incorporadas en la infancia, servirán de contención, protección y control de la ansiedad, que surge de la fuerza de estos impulsos. El control de los impulsos sexuales y agresivos en esta etapa depende de la calidad de las pautas normativas incorporadas e instauradas en la conciencia moral del sujeto. Esto nos lleva a remarcar la importancia de "la calidad de las normas, principios y prohibiciones" en los primeros años del proceso, ya que ayudarán a evitar desbordes futuros. Este momento del ciclo vital lleva al sujeto a la necesidad de afianzamiento de sí mismo como ser autónomo y libre; afianzamiento que lo hace nacer ante la sociedad como responsable de su libertad. Subyace aquí la ruptura de ligámenes simbióticos que lo unían a su familia, y el comienzo doloroso del proceso separación-individuación, que lo lleva a la necesidad, tanto de alejarse de la familia, como de explorar el mundo que lo rodea, para con el correr del tiempo volver a buscar el reestablecimiento emocional y moral en las figuras parentales.. La incursión en el medio social lo lleva a establecer nuevos vínculos e incorporar nuevos códigos, roles y valores; es convierte en el depositante de la cultura del momento; lo que le facilita su adaptación al medio. Esta se expresa a través de fenómenos transicionales que le permitirán integrar lo nuevo a lo viejo, expresado en su lenguaje, cargado de pensamientos mágicos, revestidos con la aparente lógica del mensaje adulto, o en el culto al héroe o ídolo del momento que condensa ambivalentemente lo temido y lo deseado.

VIOLENCIA ¿MAL-ESTAR

DE ÉPOCA?

Hablar de adolescentes involucrados en delitos violentos constituye un tema altamente complejo por las aristas que implica, y porque además, el tema está hoy en día expuesto por los medios a la opinión y a la consideración de la sociedad. Toda sociedad que se consPág

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tituye, busca como tal favorecer los pactos de convivencia entre sus integrantes, de modo que sus miembros tengan la oportunidad de proyectarse en su vida de la manera más productiva y satisfactoria posible. El acto delictivo o violento viene a romper el pacto social que se establece a partir de la ley como norma. Sabemos que la ley genera el deseo como tal, y bajo la ley el deseo se expresa como falta, pero sin ley no hay deseo, no hay nada. La ley es por ello imprescindible para el sujeto, y su inscripción delimita lo prohibido, haciendo posible la convivencia social y sus formas de subjetividad. Es posible hablar de violencia para referirse a guerras, revoluciones, conflictos étnicos, delitos, disputas callejeras, maltrato infantil, abuso de poder, ofensas sexuales, conductas autodestructivas, entre otros fenómenos. Aparecen también aquellos otros tipos de violencia más sutiles, silenciosas, enmascaradas, casi accidentales, y que si bien no arrasan con la vida, atentan contra la subjetividad dejándola en el desamparo y en la soledad, que se producen a menudo en el plano del discurso y podríamos situarlas del lado de la omisión. Es amplio el espectro de violencias y todas son desestructurantes, avasallantes de la subjetividad, al ubicarnos en la marginalidad respecto de la palabra del otro como semejante. Nuevas formas de violencia que nos sitúan en un lugar de indiferencia o de silencio, lugar del mal-estar, lugares para el vacío y la no construcción, donde todo se desmorona. ¿Cómo construír subjetividades en esas condiciones cuando se instala la desubjetivación, frente a una nueva y decadente realidad social?. Consideramos, a la luz de las aportaciones psicoanalíticas, un fenómeno emergente en nuestra sociedad como es el de la violencia en el medio escolar, centrada básicamente en la población adolescente. Se trata de pensar las crisis de violencia y los fenómenos de agresividad en la institución escolar como referidos a una sobredeterminación de causas y no como un simple problema disciplinario.

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Una primera constatación, confirmada por los enseñantes, es que mayoritariamente las conductas violentas/agresivas van asociadas a respuestas académicas calificadas como fracaso escolar, fracaso que suele tener precedentes en la educación primaria, pero que alcanza su cenit en la adolescencia. Así pues ya de entrada tenemos dos fenómenos unidos: violencia y fracaso escolar, por cuya articulación nos interrogaremos. Si consideramos rápidamente los ejes en que se desarrolla la adolescencia de un sujeto, vemos que hay una tensión entre el duelo con su correlato de angustia de separación y la necesaria reconstrucción identificatoria que le sucede con todas sus detenciones y dificultades.. Separación de los objetos infantiles, que incluye a los padres como objetos de amor, a veces interrumpida por una excesiva dependencia. Por otra parte, del lado de los padres, este proceso no les deja indiferentes y aparece entonces un mensaje contradictorio dirigido al adolescente: se autónomo pero no nos dejes (quejas sobre su falta de apego, celebración del estatuto de confidentes de los padres...) En las sociedades tradicionales, los ritos tenían la función de acompañar este proceso para contener la crisis. Actualmente estos ritos, o bien no existen o se han degradado, perdiendo su valor simbólico . Su efecto pasa de ser contendor a ser desestructurante. Los ritos son así actos aislados en el seno familiar, sin el acompañamiento social que requieren y donde la presencia del padre muchas veces no se da, por lo que el enfrentamiento madre-adolescente se tiñe de mayor violencia, no permitiendo el pasaje de lo fami8liar a lo social. Por otro lado, el objetivo de marcar diferencias, sexuales, generacionales, que conllevaban los ritos, se ha diluido, ya que la cultura contemporánea apunta al borramiento de esas diferencias (unisex, infantilismo), lo cual eleva la angustia de los adolescentes que ven en la denegación generacional una mayor dificultad para hacer efectiva la separación que requiePág

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re devenir adulto. No hay tampoco que olvidar que el afan de rejuvecimiento al que empuja nuestra cultura, convierte a estos padres-adultos en "nuevos jóvenes" que entran así en competitividad y rivalidad con sus propios hijos situando la relación en un registro imaginario donde la violencia encuentra su caldo de cultivo. ¿Qué respuestas encontramos en los adolescentes contemporáneos respecto a su crisis?.. Las respuestas subjetivas, por lo que se refiere a aspectos conductuales, son variada, para tratar de apaciguar esa vivencia de la falta como un vacío interior, una especie de desubjetivación que en ocasiones puede llegar a la despersonalización: • Depresión: la imposibilidad de esa separación conduce al sujeto a una dependencia mortífera con el Otro que puede incluir actos suicidas. • Droga: la sustancia tóxica permite la ilusión de reconstrucción de una completud perdida. • Conductas de riesgo: desde embarazos prematuros, deportes de riesgo que implican un desafío a la muerte del que los sujetos salen con su narcisismo reforzado y con el sentimiento de haber pagado su deuda con la existencia. • Violencia: la necesidad de rebeldía se manifiesta en la agresividad (auto o hetero) que acompaña a muchas de sus acciones. A veces, en algunos medios familiares, la no interiorización de la ley y de las reglas de la vida social hace que cualquier norma, escolar o social, sea vivida como represión injusta y respondida con agresividad. Estas respuestas van también acompañadas, por lo que hace a la relación del saber con una inhibición que impide el progreso de los aprendizajes. En los primeros años este bloqueo cognitivo aparece ligado a la posición del niño de extrema dependencia de la madre. Recordemos que el niño debe haber reconocido la castración materna, es decir, que a ella algo le falta, por lo tanto desea, pero este deseo tiene que ver con un tercero, que es el

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padre y no él. Esto le va a permitir abrir su mundo a otros objetos de su interés, como los aprendizajes escolares. El estatuto del padre en psicoanálisis es el de un lugar, una función. No se trata del padre como persona, personaje o sujeto ni de las posibles formas en las que ejerce su rol, ni de la carencia o exceso de su presencia, se trata de que su función sea efectiva para limitar la relación fusional que se establece entre el niño y la madre en los primeros tiempos de su constitución. Para poder reconocerse el niño en un primer momento queda alienado al deseo del Otro. Será necesaria la separación para que advenga un sujeto más allá de lo que desea el otro, donde el sujeto ya no es todo para el Otro. Algunos niños presentan problemas con el aprendizaje cuando quedan alienados a la demanda materna, no logran descifrar qué es lo que se espera de ellos, qué se quiere. Entonces, la posibilidad de cuestionar, de preguntarse por las cosas de este mundo, se vuelve problemático. Es aquí donde el psicoanálisis nos confronta con la idea de un sujeto constituido en el campo del Otro, lo que determinará su posición frente al saber y al conocimiento, sujeto que por alguna desventura no ha podido posicionarse o sostener su deseo de saber. Si el saber está en el Otro, si el adulto sabe siempre todo, el sujeto no puede construirlo, simplemente se es para el Otro. El deseo, diferente al anhelo deviene de la ubicación que alguien toma respecto de aquello que puede faltar. Será necesario soportar la falta, no serlo todo para el Otro, para poder pasar del yo soy al yo pienso, posición que permitirá al niño inaugurar su propia cadena de interrogantes, construir sus enigmas. A partir de esto podemos concebir el aprendizaje como un proceso que tiene que ver con el deseo y con la significación que haya adquirido el aprender para cada niño en función de su historia particular. Consideramos el problema de aprendizaje no como una entidad en sí

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misma, sino como el emergente de la posición del sujeto en el lenguaje. Cómo constituye el niño su saber y su conocer?, ¿Qué articulación podemos establecer entre los momentos fundantes de la constitución del sujeto y la construcción de las estructuras cognitivas?. Si el sujeto se constituye en el campo del Otro, en el devenir de esta estructuración se constituirán también sus aprendizajes. Es a partir de esta constitución en el campo del Otro donde podrá situarse en una relación de mayor o menor afinidad con el conocimiento y el saber. Esto implica poner en valor cuál es su modalidad de aprender, desde qué lógica aborda sus conocimientos, qué es lo que dice sobre su padecer, en qué lugar ubica sus dificultades, qué puede hacer con ellas En la adolescencia, la inhibición en el aprendizaje aparece asociada a la manera en la que el sujeto aborda las identificaciones parentales edípicas. Se observa, por ejemplo, cómo la vivencia de culpabilidad edípica es insoportable (jóven que no logra superar a padre o muchacha que teme realizar el deseo del padre). Este fracaso encuentra muchas formas entre las que incluímos un sujeto que no puede sostener la rivalidad con un padre fuerte y dominador, y que fracasa para así (inconcientemente) humillar al padre. La inhibición es pues un proceso inconciente (no puedo comprender y no se por qué) que da cuenta de una represión de un deseo que se ha visto confrontado a una prohibición superyoica. En el momento de tener que hacerse cargo subjetivamente de ese deseo, y no simplemente satisfacer la demanda paterna, surge la inhibición. De allí que en muchos casos, ese fracaso surja sólo en la adolescencia, coincidiendo con el paso a la educación secundaria. El fracaso escolar no es un déficit (cognitivo, afectivo o socio-laboral). Lo que en ocasiones suele ser identificado como agresividad, desafío o violencia por enseñantes que personalizan las conductas de los alumnos, produce un rechazo que se suma a la conciencia de fra-

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caso del sujeto (herida narcisista intima y social que se acompaña de autodesprecio) redoblando la respuesta violenta. Toman al sujeto como un rechazo del éxito esperado sin tomar en cuenta su deseo y las significaciones que lo articulan con su historia (discurso de los padres, discurso educativo) y por lo tanto con su subjetividad. Las contingencias de la vida de un sujeto: nacimiento de un hermano, prohibición de saber sobre los orígenes, los secretos de familia, el incesto, la pobreza socio-familiar en los estímulos, etc refuerzan la inhibición en el aprendizaje como respuesta subjetiva. Una forma de tratamiento de la violencia escolar apunta, no a la creación de dispositivos segregativos, al margen del marco escolar, ni tampoco a la competencia con la industria audiovisual en el terreno del divertimento. Se trata más bien de conjugar las necesidades formativas (aspectos instrumentales básicos y de métodos de trabajo) con la articulación entre la escuela y lo socio-laboral, destino próximo de esos alumnos.

¿QUÉ

HACER CON LA VIOLENCIA?

¿Qué lectura podemos hacer de estos fenómenos actuales?, ¿a qué responden?. Nuestra época se caracteriza por estos malestares que se presentan obscenamente. Se habla en los medios masivos de la violencia y la delincuencia de niños y jóvenes, de las instituciones, de los encargados del orden social, etc. Hay un exceso en la modernidad, de exhibir estos modos de satisfacción sin límites, sin sentir vergüenza. En el Psicoanálisis, a esa fuerza destructiva se la llama pulsión de muerte, en tanto va contra la vida propia y la de los demás, es decir, contra la subjetividad misma de los individuos. El mercado mundial, intenta controlar ese malestar brindando aparatología especializada, saberes técnicos y nuevas drogas curativas, lo que a veces también termina ejerciendo cierPág

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ta violencia. Y la paradoja es que con tanta producción de modos de lograr el bienestar masivo, no se tiene en cuenta al sujeto en su particularidad, menos aún en buscar las razones de una problemática. Si el marco social es violento en sus respuestas para curar la violencia, eso genera más violencia. Se provoca de esa forma un movimiento entrópico donde se quiere curar o extirpar el mal con el mal. Se observa en la pululación de slogans publicitarios, que apuntan a que los individuos consuman sin límites para estar mejor. De modo que la ventaja que nos vende el mercado del "todo se usa, todo se tira", hace que el mismo individuo se sienta un desecho más, si no consume sin límites todos los saberes técnicos que se le ofrecen. El avance del discurso tecnicista se expandió a las instituciones escolares. Se pide a los profesionales; psicólogos, psiquiatras, etc que den el saber técnico parta erradicar los problemas de violencia que observan en sus alumnos, tapando de ese modo el interrogante sobre las posibles causas de tal fenómeno en su particularidad. Si bien una escuela no es idéntica a otra, siempre un fenómeno que puede ser igual al de otras, difiere en su constitución, es decir, en las razones que lo determinan. Por lo tanto una pregunta de partida es interrogarse por qué y en qué momento surgió tal malestar en el orden escolar, ¿cuáles son las variables que intervienen en esa institución y en sus alumnos?. Es vedad que el discurso social imperante apunta a tapar el mal con el mal: los internados para delicuentes, las escuelas especiales para los problemas de aprendizaje, la psicopedagogía correctiva para problemas de conducta, etc. Lo que no es otra cosa que aumentar la discriminación y segregación de la subjetividad de niños y jóvenes.. La misma publicidad del mercado vehiculiza ofertas técnicas para curar estos males de época: saberes técnicos profesionalizados sobre cómo curar la drogadependencia y las conductas violentas. 164

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El mismo rol que tenía la educación en la sociedad, en su función de transmitir los valores fundamentales para la vida, cayó de su estatuto siendo desplazados por los saberes técnicos. ¿Cómo recuperar ese lugar de la educación?, ¿cómo alimentar la inventiva y la creación de los educadores mismos ante una época dominada por el tecnicismo?, ¿cómo apostar a la subjetividad de nuestra época?. Son tal vez esas pequeñas cosas las únicas salidas que podamos encontrar ante un marco social dormido en la pulsión de muerte que tiende a marginar y segregar a niños y jóvenes que sufren de las problemáticas que el mismo avance tecnicista engendra, respondiendo en tanto víctimas a las ordenes imperativas de nuestro mercado consumista. La velocidad tecnológica compacta los tiempos y la expectativa del futuro se sacrifica en aras de una satisfacción inminente, lo que supone una modificación de la temporalidad subjetiva. Mario Pujó, en su artículo "la edad de la inocencia" nos dice: "Si el privilegio medieval funda su legitimidad en la nobleza de sus orígenes, y el ímpetu de la modernidad naciente justifica su entusiasmo en la promesa del porvenir, la posmodernidad asoma como un himno a la ahistoricidad -el mentado fin de la historia-, a un elogio de la inmediatez, al tiempo presente, a lo que la disolución temporal informática colabora". Podríamos interrogarnos también acerca del lazo social, que en la actualidad se caracteriza por cierta ajenidad; se trata de lazos que parecen agotados, marcados por el descreimiento en el semejante. Freud menciona que "el sufrimiento nos amenaza desde tres lados: desde el propio cuerpo, desde el mundo exterior y desde los vínculos con los otros. Al padecer que viene de esta fuente lo sentimos tal vez más doloroso que a cualquier otro". ¿Qué alternativas buscar?, ¿Cómo escuchar la demanda cuando el otro falta, se ausenta y emerge el desamparo, lo prescindible, lo negociable?. Se trata de rescatar aquello de lo que Pág

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somos despojados día a día: nuestra propia subjetividad e individualidad. No se trata de trabajar desde el lugar del mal-estar, generador por sí mismo de violencia, sino de intentar subjetivar, intentando escuchar lo singular en cada demanda y no la generalidad de la demanda social, promoviendo la apertura de un espacio en el que cada quien pueda articular una palabra sobre su sufrimiento

¿PATOLOGÍAS

DE ÉPOCA?

Escuchamos hablar de anorexia, bulimia, adicciones, fenómenos psicosomáticos, impulsividad, violencia y otras patologías del acto, como algo perteneciente a nuestra época y a nuestra cultura posmoderna. Si bien las formas de manifestarse el mal-estar cambian a lo largo del tiempo como cambian las ideologías, lo que más preocupa es la gravedad del cambio. Porque en efecto, verificamos más enfermedades del tipo de las impulsiones y de las patologías del acto marcadas por lo social. Estas patología tiene que ver, por un lado, con acciones, y por otro, existe la expectativa de que un elemento externo vaya a colmar un vacío, una falta interna. La ilusión está centrada en que un elemento externo pueda modificar la vida anímica. La carencia que pueda sentir un sujeto toma la forma de un vacío posible de ser llenado con objetos de consumo (comida, alcohol, psicofármacos, droga). Es sin duda el hiperdesarrollo tecnológico el que afecta de un modo inédito a nuestra civilización, cuando llámeselo "era de la tecnociencia" o "discurso del capitalista", parece proveer en el objeto técnico al consumidor, una satisfacción adictiva, autoerótica e individualizante, que al extenderse universalmente, conmueve el entramado simbólico que sujeta al sujeto su comunidad, empujándolo al espacio virtual de una soledad sin límites Entonces la pregunta que se nos impone es ¿cómo introducir algo del deseo en ese vacío que traen estos adolescentes?.

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En los adolescentes, por la falta de modelos de identificación, se produce un proceso de pérdida de la subjetividad. Escuchamos a menudo a pacientes que se nombran "soy adicto", "soy anoréxica", etc. Pensemos entonces estas cuestiones desde el punto de vista de la falla en la función paterna. La función paterna es una función simbólica que consiste en estructurar nuestra ordenación psíquica en calidad de sujetos. El padre interviene como garante de la prohibición del incesto, debe hacer cumplir esta ley, interviene como aquel que posibilita a la vez que prohibe. Podemos decir entonces que se trata de una falla en la función paterna. Otra función del padre es la de donar emblemas de identificación. En la adolescencia estos emblemas deberán ponerse en juego.

3. PSICOANÁLISIS Y EDUCACIÓN. UNA APUESTA POSIBLE

EDUCACIÓN

Y DESARROLLO

Sabemos que la acción del medio-socio cultural al que pertenece el adolescente permitirá o no actualizar sus potencialidades. En este sentido, el microsistema (la familia, la escuela) es el más cercano, allí se encontrarán los elementos determinantes de la constitución subjetiva. El microsistema (instituciones, la sociedad) también influye porque forma parte de la red de interacciones. Desde el momento de la concepción el ser humano está inmerso en ese atravesamiento cultural. En todo este entramado o red social se da el proceso de maduración que conducirá a la plenitud personal. Los elementos que posibilitan el desarrollo tienen que ver con "los otros" y un "en" lo relacional y las situaciones. Así planteada la problemática, hoy la escuela se ve sobredimensionada, porque está en el sistema social y la influencia del contexto se hace sentir. Los docentes no pueden permaPág

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necer fuera de las cuestiones que van más allá de lo escolar, lo pedagógico o institucional, el enseñar y el aprender, los espacios donde el niño y el adolescente deben vivenciar experiencias y descubrirse como personas. En este socializarse y experimentar con los otros se hace presente el momento histórico-cultural.. Los cambios que trajo la posmodernidad desalientan a los trabajadores de la educación. Este final de siglo nos enfrenta con lo irracional, la violencia, el exitismo y en la escuela se viven situaciones difíciles. Frente a esta realidad surgen interrogantes acerca del sentido de los cambios y en estos debemos descubrir aquellas modalidades de pensamiento que apoyen y den sentido a lo humano. La escuela es transmisora de valores y enseña y construye legitimando pautas culturales relativas a esos valores que promueve. La realidad escolar debe ser apuntalada para que el cambio pueda darse desde allí y abarque a toda la red social. Se requiere un posicionarse más allá del docente, más allá de la escuela. El adolescente podrá resolver su conflictiva evolutiva, si familia y escuela los apuntalan y así será posible generar cambios en la red social. Tomar conciencia de las falencias del sistema educativo es hacerse cargo del propio malestar como docentes, profesionales, padres, es decir, como adultos La escuela que hoy es un importante espacio con capacidad de impacto y autoridad cultural y ética, deberá realizar con la familia y la sociedad toda esa concreción que supone la constitución de niños y jóvenes como sujetos y actores sociales, asegurando interacciones participativas que apuntes a los valores promulgados como deseables. Desde esta perspectiva podremos decir que la educación apuntala el derecho de los niños y adolescentes al despliegue de sus potencialidades. Ahora bien, ¿cuáles son las dificultades y los obstáculos que encontramos para la concreción de tales cuestiones?

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La adolescencia no es una etapa "fácil" de tramitar. Constituye una situación de "muda" (como la define Doltó) que enfrenta al sujeto con importantes modificaciones corporales, con fuertes y costosos cambios intrapsíquicos, y dentro de la cual, los procesos de duelo y el eje narcisista cobran un carácter central como articuladores. La resignificación de la conflictiva edípica, y con ella la necesidad de salida exogámica, abre un nuevo juego identificatorio. Las contradicciones y ambivalencias propias del proceso descripto producen situaciones de sufrimiento, que logran superarse cuando aparecen los soportes intelectuales, éticos y morales representados por los adultos significativos. Hasta aquí la denominada "adolescencia normal". ¿Qué sería normal hoy?. ¿Cómo modificó el pasaje de niñez a adolescencia la condición posmoderna, signada por la caída de las ideologías?. ¿Cómo se realiza el camino hacia la adultez en un país en crisis social intensa y permanente?. En el momento actual es clara la dominancia de patologías graves: desde el consumo cada vez más descontrolado de droga y alcohol, concretado en adicciones y depresiones severas, pasando por mutilaciones corporales (tatuajes, piercings), conductas alimentarias autoagresivas, que llevan a serios compromisos corporales, negación de conductas de riesgo a nivel sexual, fobias, trastornos de ansiedad, actitudes transgresoras a la ley. La adolescencia, como proceso vital es sinónimo de crisis, sufrimiento y violencia. Violencia indispensable, como nos recuerda Doltó, para romper el caparazón (como la langosta) y dar espacio a un nuevo cuerpo. Momento de ruptura signado por la angustia y la fragilidad. Allí la presencia del adulto es indispensable como sostén y organizador. Y a la inversa, cuando el otro como garante desaparece, lo difícil suele tornarse grave. ¿Qué sucede con las escuelas?. La escuela funcionó siempre como un espacio de transición entre el jóven y la sociedad. Ya Freíd colocaba a los padres y docentes en lugar de soportes Pág

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identificatorios de peso que marchaban juntos, en lo que se refiere a transmisión de valores. No obstante, hoy poco puede preocuparse esta institución por lo jóvenes, por crear ámbitos de reflexión para el alumno, acerca de la capacidad para elegir y decidir de manera responsable. Ates, dentro de las escuelas, existían reglamentos que regían lo permitido y lo prohibido, la sanción eran las amonestaciones que eran emitidas por quienes ejercían la autoridad. Su cumplimiento dependía de ella, no tenían discusión. El intento de reemplazo por códigos de convivencia parecía interesante al comienzo. Se podría suponer que se acercaría a un Código de Etica, que rigiera la conducta de los alumnos. Sin embrago, en la mayoría de los establecimientos, las diferencias entre éste y el antiguo reglamento es sólo formal. Es un conjunto de normas vacío de significado. Las amonestaciones en algunos colegios fueron reemplazadas por créditos, que al terminarse sólo determinan el pase del alumno a otro establecimiento. ¿Qué modelo da el mundo adulto al jóven?. Con frecuencia los conflictos y actuaciones del jóven dentro de la escuela tiene estrecha vinculación con situaciones familiares: son repeticiones o desplazamientos de las mismas, favorecidos por variables institucionales En este sentido, el interrogante del título invita a la reflexión y a la lectura de algunas situaciones. Situaciones donde impera la violencia institucional, ya sea por maltrato o falta de comunicación, y donde es posible un abordaje, previo análisis del conflicto, apuntando a elegir la estrategia de intervención adecuada. Situaciones de abuso, maltrato, violencia, que desembocan en problemas de conducta en el ámbito escolar. Otras veces, la violencia se da como respuesta subjetiva, tanto de adultos entre sí como de adultos hacia los niños o de los niños hacia sus pares. Difícil abordaje que, a veces, no cuenta con los actores necesarios para que algún cambio sea posible haciendo lugar a la orientación y al tratamiento pertinente. 170

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Ante la violencia del adulto, el niño responde subjetivamente de manera sintomática, en el mejor de los casos, mostrando en su conducta "ese algo que no anda bien" en su estructura familiar; la escuela es el lugar donde el niño pone en escena la conflictiva de la que es víctima... ¿quizá en su pedido de auxilio hacia otro adulto que se comporte como un referente válido?. Niños que, a merced del Otro, tanto en su ausencia como en su exceso, muestran distintas respuestas subjetivas que pueden leerse como angustia, depresión, exaltación, impulsividad, agresión, inhibición, bloqueo, entre otras. ¿Qué se hace con estas manifestaciones en el ámbito escolar?. Carecemos de recetas, habrá que ser cautelosos y tomarse el tiempo para elegir el abordaje adecuado con la necesaria apertura que facilite la tarea. Quizá se escuche como utópico pero... ¿si logramos hacer algo con la imposibilidad, no será porque ponemos en juego el deseo?. Podremos desde allí orientar a un docente desamparado ante una situación que lo desborda, presionado por la problemática de un niño, de sus padres u otras veces, de su conducción. Podremos orientar a conducción, a padres y a docentes y derivar a los efectores de salud pero si la escucha no es posible o el compromiso falla, la tarea se tornará imposible. En las instituciones también se da el desamparo, tanto ante la ausencia de respuestas y compromiso cuanto por el exceso de mandatos: léase integraciones impuestas; docentes en conflicto, padres ausentes o profesionales que no aportan la respuesta adecuada. Volvemos al título que nos convoca: Psicoanálisis y Educación: una apuesta posible. ¿Cuáles serían los pro y los contra de su articulación?. Mi apuesta es poner a trabajar los interrogantes que les hagan cuestión apuntando a un intercambio que promueva una discusión enriquecedora.

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Hay muchas formas de violencia y otras tantas, de desamparo. Violencia y desamparo aparecen como muros obstaculizantes en diferentes lugares de la sociedad: en las instituciones, en las calles, en los hogares; podemos decir que atraviesa las capas sociales y las fronteras geográficas. De la diversidad de síntomas y problemáticas en juego, invitamos a centrarnos en Psicoanálisis y Educación, en particular, y sin desconocer la emergencias diversas suscitadas por la violencia y el desamparo, voy a intentar situar hoy nuestra atención sobre algunas situaciones padecidas por niños durante su escolaridad. Violencia y desamparo son temas que producen problemas tanto en los hogares de algunos niños como en la escuela, en el aula; si embargo, cuando "explotan " en el patio, en el aula, creo que pasa algo muy importante que es para sopesar en esta apuesta a la que estamos siendo invitados y es que en ese lugar, el problema, no puede ya esconderse, no se lo puede negar, ocultar ni tapar. Si bien la violencia marca hoy día la vida cotidiana, tanto adentro como afuera del hogar, digo que cuando salta afuera, afuera de la casa, por ejemplo, en la escuela, ahí indefectiblemente hay que hacer algo. En la familia muchas veces se oculta durante mucho tiempo el problema; en la escuela, si bien cuesta y no es fácil orientar la cuestión, en principio, contemos con esa herramienta y es que ahí, ello es inocultable. Las escuelas enfrentan el problema de modos diferentes (no voy a hablar de casos en particular pero son ejemplos recogidos a lo largo del tiempo y mi experiencia)... llaman a una ambulancia, o sea, un chico explota en la escuela y se llama a la ambulancia o a la policía, o se sacan de encima el problema vía expulsión, también en algunos casos se ha llamado a un analista. Es decir, hay diferentes maneras... pero... siempre hay algo que hoy quiero poner en juego como central y es la presencia de testigos, de miradas ajenas: los maestros, los chicos, los padres de los chicos, eso hace que se juegue ahí algo diferente que en la casa, donde violencia y desamparo pueden permanecer amurallados durante mucho tiempo pro-

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duciendo como efecto desamparo y violencia con matices, cada vez, más dramáticos. Hay miradas, puertas abiertas, hay gente que va y que viene. La violencia parte de nuestra sociedad pero allí, otras miradas, otros testigos, pueden abrir la vía para nuevos caminos. En una entrevista con padres que vinieron porque les dijeron en la escuela, surgió que la mamá se dio cuenta de que eso que le decía la maestra que el chico hacía en la escuela, en realidad, también lo hacía en la casa, sólo que ella pensaba que, con eso, no iba a poder jamás hacer algo. También, como dije antes, una escuela puede llamar a la policía, excluir el problema, con el riesgo de taponar para siempre la posibilidad de una vía simbólica. Pero lo que me parece importante plantear es que desde la violencia en el aula, en el patio de la escuela, desde el chico violento, algo salta como un resorte en un espacio público, en un espacio exogámico y esto puede llegar a implicar la posibilidad de aperturas si la problemática puede, de alguna manera, ser escuchada, para lo cual sólo hace falta, en cierto sentido, digamos, tener cierto respeto por el sujeto, por el deseo, por el tiempo del otro. De hecho, en la experiencia cotidiana en el consultorio, más de una vez, un análisis partió de ahí, de alguien que fue "mandado" porque hubo un escándalo o una serie de escándalos en ámbitos exogámicos. En un ámbito exogámico que se nutre de lo que hace al lazo social, si el lazo propuesto es la violencia, es decir, cortar el lazo, eso no es soportable para nadie. ¿Qué es una acción violenta?. Se trata de una acción que significa violar, forzar a alguien contra su voluntad, esto es la violencia, es el punto en el cual el deseo, el anhelo del sujeto no es tenido en cuenta, es pisoteado, es el hacer de uno contra el gusto del otro sin que el otro lo desee; arrasa así la acción violenta las fronteras de la subjetividad, las expectativas, los anhelos, los deseos. Los chicos van al patio a jugar, si uno o varios pegan patadas, rompen plantas, insultan, esto viola la subjetividad del semejante, pero atención: no sólo la subjetividad del otro, también

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eso viola la subjetividad en formación del mismo sujeto que está realizando esta acción de violencia contra el otro. Su reacción atenta contra el cuerpo del otro en sus manifestaciones y en sus productos, atenta contra el cuerpo real y simbólico que habita o no ha llegado a habitar en él mismo, ello coarta la posibilidad del lazo social. Una pregunta válida, que no implica ser una concesión a la violencia, es preguntarse: Cómo llega alguien a esta situación, cómo llega una madre, o sea, cómo se hizo, cómo se forjó, cuál es la estofa en que se armó el tejido, la masa, en que se horneó la masa de un padre violador, de un abuelo violador. ¿Qué hubo ahí, en esa historia que llevó a una madre a encadenar a su hijo porque no soportaba sus gritos por la noche? ¿Cómo llega un sujeto a esto?. ¿Por naturaleza?. ¿Por herencia?. ¿Por qué un sujeto humano se pone o es puesto en esa posición que lo pone en contra de lo que es más propiamente humano, es decir, la relación con el deseo del Otro en terrenos endo o exogámicos?. Ya plantearse la pregunta en el ámbito exogámico donde el problema estalla, vuelve a situar, al menos, en principio, algo de la subjetividad perdida en el acto de violencia. Un chico pegador viola el espacio del otro, pero un violador niño también está demandando que su rabia, odio, pueda ser escuchada y así iniciar un proceso de simbolización. Un chico en un aula... un día la maestra pide una tarea y no tiene mejor idea, este pequeño, que empezar a romper todo, pero lo que rompe son los productos de sus compañeros que estaban pegados en las paredes, etc. Se arma una situación de desborde impresionante, se llama a la policía, etc. El chico estaba en tratamiento, la escuela no usó esta vía, el chico dijo que estaba en tratamiento y,¡ oh milagro!, esta vez... ¡un policía escuchó!... y se llamó al terapeuta. ¿Qué había pasado? . Se les pide a los chicos que dibujen algo sobre el pasado día de la madre; no voy a dar los detalles, el chico la había pasado mal. Cuando se le pide este dibujo, rompe todo. Los primeros síntomas, cuando llega el chico, ponen al descubierto fallas en la elaboración del lazo social, en el proceso de sublimación, en el proceso de simbolización, maltrato, abu174

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sos; vidas donde no hay juego sino incitación a escenas perversas en más de una oportunidad. Hay dificultades en la discriminación de los bordes de las fronteras de las subjetividades en juego; esto es una forma de violencia que deja al sujeto privado, en lo real, de la posibilidad de ser avistado por el amor y por el deseo. Al no poder sostenerse en el deseo del Otro, sus Otros primordiales necesarios para sus dependencias primeras y su constitución, no logra situar los bordes de sus fronteras subjetivas y los bordes de su cuerpo. Un niño llegó a mi consulta cuando tenía cinco años, estaba aterrorizado pero a su vez aterrorizaba a la maestra, ponía las órbitas en blanco, aullaba, a veces parecía entrar en trance; se hizo caca en la escuela, eso fue intolerable para todos, este avance del cuerpo propio, de los excrementos del cuerpo propio sobre el cuerpo de los demás; era violento, pegaba, daba patadas, no avanzaba en la escolaridad, detenía el avance de las clases con sus conductas. Recién ahí los padres hacen la consulta que esclareció, desde los primeros días, que la situación venía desde hacía tiempo. Recordaron los padres que ya en salita de tres (estaba actualmente en preescolar) había habido situaciones de gravedad del chico con otros chicos, en ese momento, no se abrió ninguna vía, ni en la escuela, ni en la consulta pediátrica. En la casa, los modos eran habituales, la madre lo bañaba, lo alimentaba; le calmaba la rabia metiéndolo en la cama con ella ( me apresuro); el chico padecía de alucinaciones intensas, lo descubrimos juntos él y yo, esas alucinaciones lo enloquecían, sus conductas violentas eran una respuesta al mandato escuchado durante las alucinaciones, eran terroríficas, también tuvo intentos de suicidio a los cinco años, porque él mismo no soportaba sus alucinaciones y sus violencias. La posibilidad de trabajar con ese chiquito y su familia se sostuvo de varias cuestiones. Los docentes, los profesionales, el médico clínico, el neurólogo, la dirección de la escuela y la maestra que colaboraron porque estuvieron, en esa oportunidad privilegiada, en la vía del respeto por el sujeto, por sus tiempos, sin que ello implicara tolerar los desbordes y la falta de discriminación y límites. Sus padres, que se volcaron al tratamiento del chico y a entre-

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vistas a las que, hay que reconocer, no concurrían muy a menudo. El trabajo con el chico fue lo más importante de todo a partir de que un contexto, basado en estas cuestiones que mencionaba anteriormente, lo sostuviera. Con él, a razón de dos sesiones semanales durante varios meses, descubrimos las alucinaciones, los motivos de los desbordes, las identificaciones en juego, los intentos de suicidio, o sea, las razones. De milagro lo que pude hacer fue sólo intentar que descubra si eso eran sus deseos o eran mandatos enloquecidos; lo ayudé a descubrir si quería decir sí o si quería decir no a esos desbordes, provocados en forma alucinante. Su estructura psíquica estaba articulada en esas alucinaciones que no le permitían hacer otra cosa que lo que estaba haciendo en la escuela. Recibí llamados angustiosos de la maestra, hablé con los médicos, el ámbito donde todo eso se situaba, en realidad, más allá de todo este contexto, era el ámbito de su análisis, porque sin él, sin los obstáculos que él traía cada vez y que debían ser afrontados, nada hubiera sido posible. Pongo este ejemplo como paradigma de otros, no me voy a extender más en esto. Éstas diferentes cuestiones de las que hablé se ordenan a partir de sus bordes, sus fronteras diversas. Podemos hacer varias cosas a partir de que hay fronteras: enfrentar los territorios, transformando las fronteras en muros de cemento, rodear la escuela con muros de cemento, el análisis como un ámbito rodeado por un muro de cemento enfrentando territorios enemigos; o permitirnos que las fronteras discriminen espacios. Cuando un adulto pone límites, discrimina espacios, bordea con fronteras. Pero las fronteras posibilitan, entonces, un atravesamiento, y de aquí para allá, viajar, correr aventuras, en la medida que los adultos soporten sostener la importancia de esas fronteras, mojones en el camino del sujeto. El desatar esencial del que habla Freud, y en el que en algún momento es preciso situarse y poder soportarlo, se torna vacío propicio si las fronteras han amparado al sujeto, si lo cobijan, si le dan un lugar. Así, en ese cobijamiento... guía, educar significa guía, orientación; si

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en ese cobijamiento que es guía, que es orientación, que es educación, el sujeto puede situarse, entonces puede avistar ese espacio, soportando ese vacío. Requiere desde el adulto decir no a formas de urgencias, de manipulación, de goces. Los adultos sujetos de la posibilidad de decir que no a formas de goce inconvenientes, posibilitan la emergencia de fronteras subjetivantes. El sujeto podrá atravesar el desamparo esencial porque ese decir no de los adultos lo ampara en fronteras significantes, que le abren espacios simbólicos; pero si hay privación en lo real de significante, de amor, de cuidado y de deseo, el desamparo se tornará patógeno con su secuela de violencia y destrucción del otro y del sujeto. Los maestros, los pediatras, los psicoanalistas, los adultos que rodean al niño están llamados a situarse frente a esta problemática, posibilitando que sus ámbitos de trabajo no produzcan fronteras estancas. Si Freud planteó que gobernar, educar y analizar son tres imposibles, se trata de hacer de estos imposibles, que no cesan de no escribirse, la causa que por su misma apuesta ponga en juego, hasta donde podamos, intentar abrir, cada vez, la causa del deseo en el sujeto humano. Esta es en parte, considero hoy, nuestra responsabilidad como sujetos deseantes.

4. ADOLESCENTES EN LA ESCUELA Las capacidades intelectuales que se desarrollan durante la adolescencia permiten confrontar valores, normas, concepciones del mundo y reflexionar sobre sí-mismo. Estas potencialidades producen transformaciones en las relaciones intergeneracionales, marcan el posicionamiento frente a los adultos que fuerzan la diferenciación, el proceso de individuación y el intento por construir una identidad. Así, resignifica el mundo, busca un sentido a las experiencias infantiles e inicia la búsqueda de "su lugar en el mundo". Desde el paradigma de la adolescencia como etapa de transición, se sostiene al adulto como poseedor del saber. Pero estas representaciones parecen quebrarse por el nuevo orden vigente (globalización,

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diferencias económicas extremas, etc.). La familia y la escuela se ven influidas y atravesadas, en su función subjetivadora, educadora y socializadora, por los medios de comunicación masiva y por la multiculturalidad a los que las nuevas tecnologías permiten acceder. Podemos decir que los conocimientos a que accede el adolescente se juegan entre la tradición y la modernidad. A su vez, la rapidez de los cambios, que conlleva a la permanente capacitación de los adultos, tiende a desdibujar a éstos como poseedores de un saber cierto, a trasmitir, a las nuevas generaciones. La relación de los jóvenes con el presente y el futuro difiere notablemente de la vivida por sus mayores. En general, la búsqueda de ellos se vincula a la construcción de habilidades y estrategias para alcanzar "algún futuro" más que hacia una decisión única y definitiva que oriente el resto de su vida, como lo hacían las generaciones anteriores. El adolescente "sabe" que se prepara para vivir en la incertidumbre. Algunos antropólogos plantean que el "adultismo" desplegado por padres y/o docentes intenta forzar la vida del adolescente hacia una reproducción de las experiencias vividas por aquéllos, considerándolas como parámetro de la "normalidad" adolescente. Tanto en la familia, origen de la estructura desiderativa, como en la escuela, legalizadora de la estructura cognitiva, el adolescente se observa como aquél que trae la confusión: pareciera que nadie sabe que hacer con él, ni para él. En contextos críticos, la escuela reproduce la desigualdad del entorno. Entendemos como desigualdad a aquellas manifestaciones que se generan en las condiciones económicas de los grupos sociales. Es necesario tener presente este concepto pues el riesgo es confundirlo con diversidad, cuya determinación es cultural y debiera ser respetada, en tanto que las secuelas de la desigualdad debieran ser revertidas. La escuela, de y para adolescentes, debe ofrecer los nuevos conocimientos y las nuevas tecnologías para permitir la inserción sociallaboral de los jóvenes al egreso. Pero, como decíamos, la distribución de los conocimientos

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y las condiciones para la creación de nuevos saberes parecen concentrarse en los sectores que poseen condiciones económicas más ventajosas. Los grupos de adolescentes que viven bajo la línea de pobreza o en la indigencia, hoy en doloroso crecimiento, obligarían a la institución educativa a un primer objetivo que es ofrecer las condiciones de permanencia dentro del sistema mismo. Esto implica trabajar desde lo pedagógico en procesos de enseñanza y de aprendizaje que tengan sentido en la realidad de los jóvenes que ya ejercen la responsabilidad de sostener y cuidar a miembros de su familia, o que ya entraron al mundo del trabajo, casi siempre desde lo informal, o que ya son padres o madres. Reconocer que en estos grupos la escuela es el único espacio social donde pueden jugar el rol adolescente, supone trabajar sobre las representaciones del mundo del estudio de estos jóvenes, pero también, sobre las representaciones de adolescente desde la que operan los actores adultos de la institución.

TRANSGRESIÓN

Y RIESGO

La transgresión y las conductas de riesgo son parte de la adolescencia misma. Son tanteos, modos de aproximarse y conocer la realidad desde un lugar diferente al que proponen los adultos. En la transgresión, el joven "tensa" la norma. Esto le permite conocer la posibilidad de transformación de la realidad, en particular la realidad social. A su vez, y en relación con el aprendizaje, la transgresión implica "cuestionar los saberes" que trasmiten los adultos e intentar crear nuevos conocimientos. En este sentido, la transgresión se constituye en el resorte más fecundo para el quehacer pedagógico. Esto es posible porque allí hay un sujeto-alumno que acepta que hay normas, valores, leyes, así como avanza hacia la construcción de nuevos aprendizajes desde el "deseo de saber". Se podría decir que el adolescente transgresor es el que debe estar presente para poder trabajar con ellos. O sea, en toda interacción entre adultos y jóvenes debe jugarse esta conPág

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frontación. Esta relación no debe confundirse con violencia o agresión, sino todo lo contrario. Este juego, a modo de espacio transicional como lo define Winnicott, puede sostenerse siempre y cuando el adulto pueda soportar el peso de la función paterna. De no ser así, el adolescente encuentra frente a sí un adulto que se desvanece ante sus ensayos, frustrando la demanda de contención y percibiendo como débil, frágil el mundo de los adultos. Suelen definir como "caretas" a estos mayores dando cuenta de una máscara que oculta y encubre la verdad. Es desde la potencia y no desde la omnipotencia, desde la duda y no desde la certeza, desde la tolerancia a la frustración y desde el compromiso ético con su trabajo que el alumno adolescente otorga valor de líder al profesor que está frente a él. Pero ocurre que muchas veces estas conductas de los alumnos son señaladas como "inadaptadas, inadecuadas, indisciplinadas", dando lugar a la "negativización" de lo que es propio de la vida adolescente, anulando el ser mismo del joven. Siguiendo el trabajo de Krauskopf (1999) podemos atender a la diferencia entre conductas de riesgo y conductas riesgosas. En las primeras se halla comprometido el desarrollo, la supervivencia del sujeto y de los otros. En las segundas, el riesgo implica la exploración, el avance y el enriquecimiento del desarrollo intelectual y afectivo del joven. Estas conductas deben promoverse para lograr la construcción de un locus de control interno en las y los jóvenes. Ciertas dosis de adversidad, de frustración, fortalecen la capacidad de autocuidado y de reconocimiento del peligro y de como enfrentarlo. Volvemos a Winnicott recordando que la "madre suficientemente buena" es aquella que instala pausadamente la des-ilusión primordial; con los adolescentes esta función continúa siendo necesaria para consolidar el yo. En cuanto a las conductas de riesgo, no existe la intencionalidad de transgredir, ni de confrontar con los adultos. Allí la atracción la ejerce el riesgo en sí mismo. Están comprometidos en ellas los rasgos narcisísticos que obturan la consolidación del Yo e imperan bajo el predominio del yo ideal. Hay una correspondencia entre adolescentes que manifiestan estas

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conductas de riesgo y contextos de riesgo estructural. Si bien la escuela no puede revertir todas las variables que operan en los adolescentes que manifiestan estas tendencias autodestructivas, puede ofrecer un espacio donde la necesidad de riesgo se oriente hacia acciones inscriptas en lo simbólico, ofreciendo la posibilidad de construir opciones que permitan divisar nuevas alternativas para preservar y fomentar el desarrollo del sujeto. La dificultad se agrava cuando la tendencia al "acto", que se encuentra en los jóvenes, también se halla en las instituciones del sistema educativo a través de sanciones arbitrarias y especialmente desde la modalidad expulsora. Se trata de realizar un esfuerzo de invención para un siglo nuevo. Podríamos pensar, por ejemplo, en cómo dar soporte a los niños y a los adolescentes para que puedan mantener con éxito su escolaridad, y acceder a lo social en sentido amplio y plural. Tal vez pase por otorgarles estatuto de sujetos de derecho, con quienes es posible convenir propuestas, propulsar proyectos, discutir alternativas. La educación social puede aquí iniciar su andadura. Podríamos pensar también en cómo dar soporte a la escuela para que recentre su función en la transmisión de los valiosos legados culturales y trabaje en red con otras instituciones, para que niños y adolescentes puedan realizar sus experiencias de movilidad y confrontación.

En suma, se trata de apostar porque la educación recupere, ante los procesos de banalización y vaciamiento culturales, la transmisión como polea social y cultural que articule a los jóvenes con el mundo. He aquí un posible punto para iniciar el despliegue de las redes educativas: pensar cómo brindar a cada niño y a cada adolescente lugares reconocidos, valiosos, en los que se dé cabida a su palabra y se aloje su subjetividad; lugares en los que instituirse en sujeto social actual a su época.

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ESCUELAS

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QUE CREAN... ALTERNATIVAS PARA APRENDER E INCLUIR

El escritor y actor Luis M. Pescetti reflexionaba recientemente: "Hay una tendencia a la extinción de la infancia como especie. Porque los chicos necesitan modelos, no como si habláramos de prohombres o próceres, sino formas que los reflejen. Elementos que den un modelo de ser humano, que hablen de una forma de ser humano, donde un chico encaje de manera natural, sin exigencias." Y analizando la oferta de los distintos medios de comunicación en la Argentina encuentra que hay una imagen del niño argentino identificado con el acelere, el vértigo y el consumo y observa: "Y se le da a los chicos lo que los adultos piensan que necesitan. Parten de supuestos básicos falsos. Si los ven acelerados, les dan velocidad, cuando a lo mejor necesitan lo contrario". (Pescetti, 1998). ¿No nos resulta conocido este planteo? Si vamos a ver qué ocurre con los adolescentes y los jóvenes, toda la información actual (basta con analizar las demandas a los servicios de apoyo escolar) coincide en señalar el incremento del fracaso en los aprendizajes escolares, y por otro lado la dificultad del encuentro adulto/adolescente, docente/alumno, en las actuales condiciones de fragmentación cultural e institucional. En la escuela de nivel medio sería necesario contextualizar, en experiencias más amplias y con significado, los procesos de construcción de conocimientos (tan diferentes del consumo de información). Claro está que esto no es posible si no existen el intercambio personal, la mediación del lenguaje, el ordenamiento simbólico de la propia historia, esto es, el diálogo interesante que permita entablar algún tipo de relación entre la propia subjetividad, los objetivos de la escuela y los ideales sociales. 182

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Sabemos que la escuela media continúa siendo objeto de diagnósticos recurrentes en relación con su crisis de calidad y legitimidad. Se suman a ello las problemáticas de la adolescencia y la juventud y la gravedad de la situación socioeconómica. Aunque en muchas escuelas los directivos y docentes construyen modos singulares de abordar estas problemáticas, reinstituyendo la enseñanza como una prioridad institucional. El valor de estas experiencias radica en el desarrollo de proyectos orientados por una pedagogía de la inclusión, resultante de reflexionar y resignificar las prácticas escolares habituales. Se trata de espacios que promueven el aprendizaje y la participación plena sin centrar en el alumno -sea en sus potencialidades intelectuales, lingüísticas o en sus condiciones materiales de vida- la responsabilidad por los resultados de la escolaridad. Aprendimos que la "calidad educativa" reviste múltiples aristas, ninguna de las cuales agota los alcances del término. Evaluación de rendimientos, validez y relevancia social de los aprendizajes son, sin duda, cualidades importantes y estas escuelas las tienen en cuenta. Pero dan un paso más cuando se proponen la inclusión de capas cada vez más amplias de población, enriqueciendo y legitimando su presencia en el espacio escolar y social. En definitiva, es nuestro deseo recuperar prácticas que apuesten a garantizar la inclusión de los jóvenes en una trayectoria educativa completa, que enriquezca el horizonte de su futuro y mejore sus perspectivas de vida. Frente a estas problemáticas, las instituciones ponen en práctica diversos caminos. Algunas optan por efectuar cambios significativos en la organización, como ampliación de la jornada, articulación de ciclos y niveles, reestructuración de los grupos de estudiantes, incorporación de nuevos perfiles profesionales… Otras escuelas se proponen transformar las prácticas de enseñanza y aprendizaje creando opciones novedosas de evaluación, elaborando materiales didácticos específicos, diversificando herramientas pedagógicas... En ocasiones

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se generan estrategias para redefinir el trabajo de los estudiantes y ampliar sus márgenes de autonomía y participación, fortalecer su relación con el conocimiento y reconocer y valorar la diversidad de los contextos sociales y culturales. También es frecuente que se trabaje en forma conjunta con otras escuelas, organizaciones o agentes de la comunidad en pos de enriquecer el aprendizaje de los jóvenes. Se podría arriesgar que la primera responsabilidad del educador es admitir el enigma que cada sujeto representa, dando tiempo al tiempo, tiempo a los tiempos de la educación de cada sujeto. El trabajo pedagógico pone de manifiesto que el problema no es tan sólo de recursos (ofertas) -que sin duda deben estar-, sino que, específicamente, se refiere al interés del propio sujeto por las propuestas culturales: he aquí el primer punto del trabajo educativo, un punto de encrucijada. Cuando decimos primer punto nos estamos refiriendo a un primer tiempo, cuya duración es diversa pues cambia en cada caso, durante el cual el educador trabaja para que en el sujeto emerja algún interrogante. Esta posibilidad puede plantearse si se entiende la dimensión educativa como espacio y como tiempo en el que un sujeto puede realizar actividades exploratorias tales como circular, manipular, elegir, equivocarse, cambiar de objeto, de actividades, sin que ello signifique una valoración negativa de su persona. Dar tiempo a ese tiempo que un sujeto necesita para poder elegir, esto es, un despertar del sujeto a un mundo que pueda aparecer y parecer diferente. Por ello, postulamos espacios y tiempos diversos que puedan permitir nuevas aproximaciones del sujeto a lo social en la construcción de estrategias y de trayectos. Eso no significa la no-norma. Al contrario, quiere decir estructurar el trabajo social educativo como contexto normativo claro, escueto, preciso, que posibilite la percepción de la norma como un instrumento a favor de la convivencia y del trabajo.

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El pedagogo vienés Aichhorn señalaba que, antes de comenzar a exigir al sujeto, el educador debe hacer posible la existencia de un vínculo. Un vínculo -podemos entender- que, de alguna manera, opere a modo de un nuevo articulador hacia otras vías. Entramos entonces en una nueva consideración en educación ¿qué ofertas se pueden proponer que ayuden o promuevan la búsqueda del sujeto? La cuestión de los contenidos no es tangencial, ya que a veces éstos parecerían buscar el desinterés del sujeto por la tarea educativa. Contenidos que, se puede sospechar, sólo sirven para sostener y justificar el mantenimiento de los marcos institucionales en los que se gestionan. Kant y Herbart11 fueron tal vez los primeros en advertir que los contenidos de la educación posibilitan el encuentro entre el sujeto y el agente de la educación, y de éstos con los tiempos sociales. No hay educación (ni escolar ni social) sin la función instructiva12, esto es, sin que algo de los patrimonios culturales se ponga en juego, sin que algo de los tesoros de la humanidad se distribuya y afilie simbólicamente a todos y cada uno de los sujetos de la educación. Algo de lo nuevo se produce cuando cada agente pone en juego el deseo de educar. Algo de lo que obstaculiza se mueve y el tiempo de la educación se abre verdaderamente a lo imprevisible, al acontecer de algún sujeto. Suele ser fácil atribuir a las nuevas generaciones condiciones como el desinterés o la violencia, sin ver que tales cuestiones pueden ser efecto de las actuales condiciones del discurso pedagógico y de la desresponsabilización de los adultos. Los contenidos de la educación, cuando están vivificados por el deseo de transmisión del educador, pueden causar el interés del sujeto, lo cual tiene un efecto pacificador. De tal manera, tanto las dificultades para fijar el interés como la violencia escolar, devienen síntomas de la desregulación del discurso pedagógico.

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Pero el futuro de la educación aún no está escrito. Ni el de ninguno de los jóvenes con quienes el educador trabaja. Es importante recordarlo para entender que nos abrirnos a lo por venir, que también nos concierne. Por tanto, algo de nuestra responsabilidad entra en juego. Sin duda, hay que remar contra corriente. Podemos evocar el texto de Nico Hirtt: Las formas y lugares de la resistencia son múltiples: hay que luchar contra las multinacionales y las organizaciones internacionales que impulsan la evolución mercantil de la escuela, contra los gobiernos que aseguran las condiciones para desarrollar esa mercantilización, contra ciertos poderes organizadores, inspecciones, direcciones, muy a menudo cómplices o celosos ejecutores. Hay que luchar contra enseñantes que dejan hacer, contra padres que siguen el discurso oficial creyendo asegurar así un futuro para sus hijos, contra (los propios sujetos) a veces demasiado contentos con menores exigencias. Hay que luchar contra uno mismo, en fin, pues nadie está a salvo de la desmoralización, del repliegue corporativista o de los efectos lenitivos de la intoxicación ideológica ambiente [...]. Cada uno entra en la resistencia por vías que le son propias. Hemos de saber también que cada día, en el cotidiano oficio pedagógico, nos encontramos ante las dimensiones complejas, entrecruzadas, discontinuas que entretejen ese proceso viejo y nuevo, siempre inacabado, que se da en llamar educación. Y, siguiendo a Bachelard, conviene no olvidar que "cada acción, por simple que sea, quiebra inevitablemente la continuidad del devenir".

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VIOLENCIA TEMPRANA Y CULTURA. HACIA UN NUEVO CONCEPTO DE ADOLESCENCIA Octavio Fernandez Moujan La adolescencia es un período de transición que supone el complejo duelo de la niñez hasta alcanzar la juventud. Por lo tanto existen dos términos en este punto; por un lado, lo que hay que dejar; una infancia invadida por los medios y la tecnología que aportan ideales deformadores y fáciles de alcanzar, los cuales aceleran el proceso madurativo. Junto a esta, hay otra infancia hoy maltratada, desnutrida y abusada de la que se quiere salir lo antes posible. Se ha perdido en parte la infancia "dorada" porque permitía respetar el ritmo natural del crecimiento. Infancia muy distinta a otras épocas, frente a una juventud que hoy se parece más a una infancia peligrosamente repetida, dada la difícil inserción social y desarrollo personal. Entre estos dos polos, infancia y juventud, está el adolescente como individuo y como grupo generacional que requiere de un espacio y tiempo especial para su elaboración. Este espacio hoy está contaminado. Tenemos entonces tres términos para analizar: 1. De dónde viene el adolescente respecto de su familia y circunstancias culturales 2. Hacia dónde se dirigen sus ideales sociales, culturales y generacionales 3. El espacio adolescente hoy peligrosamente invadido Este análisis será un intento de pesquisar las causas del incremento de la violencia actual en los adolescentes y jóvenes hoy, extensión de una adolescencia adolescencia no resuelta desde una perspectiva teórica abierta a ser revisada. Planteado el problema de la violencia

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juvenil, podemos pensar algunas posibles soluciones desde una perspectiva psicológica, lo que implica, revisar, a la luz de la realidad actual el concepto de adolescencia 1. La crisis familiar y educacional de la infancia de hoy 2. La adolescencia y la invasión de su espacio 3. Las dificultades de alcanzar la juventud y sus consecuencias violentas en las relaciones 4. Algunas posibles soluciones desde una perspectiva psicológica

1. La crisis familiar y educacional de la infancia de hoy Sólo será un esquema que nos permita entender qué dificulta atravesar la adolescencia. Partimos de algunas premisas: • La familia y las instituciones educativas han perdido su autoridad real, lo que deviene en autoritarismo o carencia de toda autoridad • La infancia, sobre todo la latencia, como período de crecimiento ha sido penetrada por la cultura de la imagen (muchas veces violenta) y la tecnología como instrumento de dominio. • Existe hoy una infancia especialmente maltratada, abusada y desnutrida como consecuencia de los niveles de pobreza extrema. • Estos tres hechos fácilmente constatables están dando un perfil de la infancia muy distinta a aquella latencia que antes considerábamos como período preparatorio para la pubertad. La pregunta es ¿dónde está hoy la latencia?. Tradicionalmente la latencia es un período que se extiende desde los 5 o 6 años hasta la pubertad, período que se inicia con la declinación de la sexualidad infantil con el incremento de la ternura. ES explicado según Freud a la declinación de la turbulencia del período edí188

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pico, como hemos visto, con la consiguiente desexualización de las relaciones primarias de objeto (los padres) y la aparición de sentimientos de pudor y ciertas aspiraciones morales. Se supone que existe por un lado mayor represión y por otro, una cierta tranquilidad hormonal que se despertará con la pubertad. Sin pretender hacer un análisis de este concepto, que tiene que ser revisado a la luz de las actuales circunstancias, planteo el impacto que a este período de "tranquilidad" significa la invasión de las imágenes de la TV, y la informática (hoy manejado por los latentes) en estos niños que supuestamente tendrían que estar desarrollando a pleno la ternura y el pensamiento "lógico concreto". La imagen de violencia, sexualidad, manipulación de personas, y la carencia de ideales morales, necesariamente vienen cambiando al niño y predisponiéndolo a afrontar la pubertad de una manera diferente. Piaget había descrito que el pensamiento lógico concreto predomina todo este período, que consiste en aprender a realizar o concretar lo pensado. Lo representado y elaborado encuentra su realización en sus tareas escolares, familiares y recreativas. No podemos dejar de preguntarnos qué impacto tiene en este inicio del pensar, la inteligencia artificial y toda la gama de imágenes sobre excitantes que aún no lo dejan repensar en la ternura, sino más bien lo sobre estimulan a una acción social prematura. Y si esta reflexión la trasladamos a lugares de extrema pobreza o a familias disueltas como organización con autoridad e ideales esperanzadores, la imagen de la latencia infantil queda totalmente deformada. Una primera conclusión que se puede extraer de este panorama actual es que más que un período latente es un período "explosivo" dado que por un lado ha sido sobre estimulado, sin los medios adecuados para llevar adelante dichos deseos. Por otra parte, se le propone instrumentos artificiales para inteligir y manipular la realidad, y además se lo somete a un forzado encierro dada la desconfianza en que se desarrolla. Pág

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Podemos decir que la violencia, tanto latente como expresada, es una manera coherente de resolver este período dedicado al desarrollo de la ternura, el pensamiento concreto y la confianza en los ideales que la familia y las instituciones escolares proponen. La coherencia está en si hay invasión de un período que requiere confiada contención, además hay sobre excitación sexual y sobre estimulación para una acción sin pensar y además respuestas artificiales que reemplazan un ámbito social e institucional carente de autoridad moral. El resultado es doble: o violencia o exagerado bloqueo e inhibición. Por lo tanto, tenemos en esta trasformación de la latencia infantil actual, un caldo de cultivo de la violencia muy significativo. Si pensamos en el síntoma de violencia familiar, ésta puede restringirse a la pareja parental, o entre padres e hijos o también contra uno mismo (intentos de suicidio, anorexia, bulimia, drogas, accidentes, etc). Lo que genera esta violencia latente y hoy explicitada son básicamente dos aspectos • Por un lado el autoritarismo o violencia que el más "fuerte" ejerce sobre el más "débil" (que no se refiere sólo a lo físico, sino al rol que juega en la interacción). Sucede cuando la familia perdió autoridad real, entonces es reemplazada por la fuerza y el miedo. • Por otro lado depende de la marginación que un sector ejerce sobre otro sector o persona. La más típica es la madre y los hijos que excluyen al padre, o el padre y su trabajo que lo aleja de la familia, y la de los hijos y sus amigos que los alejan de los padres. El poder desde arriba y la marginación son hechos clínicos que no siempre son muy manifiestos, pero sin embargo son el caldo de cultivo de un clima de violencia que va disolviendo la unidad familiar y desgastando la energía propia de un grupo motivador de comunicación para el crecimiento. Cada uno va armando autodefensas o alianzas que generan un 190

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verdadero círculo vicioso que incrementará la violencia. Siempre se relacionó la violencia juvenil con la disolución de las familias. El criterio era coherente, pues indicaba la falta de contención institucional en el momento en que el adolescente empieza a tener acceso a una interacción más directa con la sociedad. Hoy esto vale para la latencia. Sabemos que toda división genera más violencia; el dicho popular "divide y reinarás" está vigente desde la política, la religión, la ideología y la familia. División de arriba hacia abajo, como división entre partes, provoca tensión y lucha por dominar y tener el control de los objetos, dada la carencia de valores (Los valores no son de nadie, por eso todos participamos de sus beneficios, en cambio los objetos son identificados por el Yo, y por lo tanto generan violencia si no hay autoridad moral). En otros términos, la división en la familia refleja la división e injusticia en el plano social. Ambos son estilos de marginación que separan del bien común que significa participar del potencial energético y vital de la unidad (no uniformidad) en los anhelos y objetivos.. Antes, las fallas en las familias era compensada por las instituciones escolares, deportivas, religiosas o sociales. Por eso se ubicaba como causa de violencia el divorcio, deserción escolar, familias de nivel extremo de pobreza, obviamente sin descartar la psicopatología de los adolescentes que constituían lo que se denominó "delincuentes juveniles", "fronterizos", "psicópatas", etc. Hoy esta explicación es insuficiente y se necesita ampliar y complejizar el fenómeno de la violencia. La imagen y la tecnología manipuladora de la comunicación han convertido a los niños, adolescentes y púberes en dueños de instrumentos de dominio sobre los demás de una manera exagerada. La pasión por dominar y consumir ha penetrado el espacio "sagrado de la adolescencia" (que alude a un espacio virtual donde el adolescente aprende a ser uno y socializarse), convirtiéndolos en seudo adultos por sus deseos hiper desarrollados de domi-

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nio. Esto muestra uno de los pilares de la generación de violencia; el dominio de un sujeto sobre otros/s convertidos en objetos de la sociedad y la naturaleza. "El poder de arriba" genera una violencia."de abajo" al principio latente, luego manifiesta. El otro pilar dijimos que es la marginación y la exclusión. El avance del mundo globalizado con su alta tecnología, margina, pues, pues no todos tiene acceso a la información. Si a esto le sumamos el sistema socio-económico generador de desempleo y pobreza, la marginación se convierte en caldo de cultivo de violencia en todos los niveles. En síntesis, lo que llamamos la cultura, ha dejado de existir, siendo marginada a subsistir como cultura de la frivolidad y divertimento. Pero se ha perdido la cultura participativa de valores que nos hacen solidarios. Hoy, la identidad cultural, que nos hermana, va languideciendo en pos del poder tecnológico, económico y político, partidista y exclusivista, impregnando la sociedad y opacando la cultura como ámbito natural de crecimiento humano. Sumemos a esta visión las crisis de las instituciones escolares y familiares que han perdido autoridad real, es decir, aquella que emerge de la participación de valores culturales. Tenemos entonces sus consecuencias en la tremenda violencia desatada desde la pubertad y en todos los ámbitos.

2. La adolescencia invadida Una sociedad como la actual que idealiza el objeto en detrimento del sujeto, atenta contra el corazón del adolescente, pues al estar en crisis su subjetividad, se encuentra confundido con sus objetos conocidos y naturales que le daban hasta su comienzo, estabilidad respecto de su cuerpo, con los demás y con su mundo interno. Al sobrevalorar los objetos que el Yo como sujeto identifica para aliviar su confusión normal, lo lleva a seudoidentidades provisorias que le sirven de refugio en momentos más turbulentos, ya sea idealizando pro192

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puestas sociales, como actuando fantasías ilusorias sin ser elaboradas. Lo esperable es que esta circunstancia normal sea transitoria y no definitiva, reemplazando la realidad que le toca asumir, lo que sería peligroso. Actualmente el síntoma de violencia social se ha agravado, tanto por su notable incremento como también por la edad temprana de sus ejecutores. Esto indica, entre muchas cosas que lo realizado hasta ahora es ineficaz, y además, que lo pensado merece una revisión fuera del lugar de observadores. La invasión sociocultural sufrida en la latencia se potencia en la pubertad dada la trasformación del cuerpo y el surgimiento hormonal que transforman las fantasías concientes e inconcientes del puber, por eso se la ha denominado etapa "polimorfo perversa". Lo cual quiere decir que existe naturalmente una pulsión contaminada de violencia tanto sexual sádica como masoquista que en su mundo de fantasías va elaborando a través de la masturbación como mecanismo de autocontrol y reconocimiento de las mismas. La misma elaboración la realiza a traves del "grupo pandilla" de furtes características narcisistas y restringidas a su edad. A estos mecanismos elaborativos se suman la fuerte contención y organización de la familia con autoridad, las instituciones pertinentes y el desarrollo de un pensamiento lógico concreto que le permite aprender respecto de su cuerpo y los demas semejantes. Si la autoridad familiar está debilitada puede ocurrir que: • El pensamiento lógico concreto se acelera por una activa inteligencia artificial. • El autoconocimiento masturbatorio y elaborativo de las fantasías se pierde dando lugar a sobreactuaciones sexuales. • El pequeño "grupo pandilla" se disuelve para insertarse precozmente en sociedad como "banda".

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Tenemos así uno de los motivos más directos de la violencia puberal social. Su período normal se sobreactuó por todos los motivos que se han expuesto. La violencia perversa puberal ha sido avasallada con la profunda pérdida de tres elementos esenciales para afrontar la adolescencia: • Ternura • Amistad • Autocontrol La consecuencia está a la vista; una tremenda vulnerabilidad para actuar violentamente contra uno mismo y contra los demás. Si consideramos la adolescencia propiamente dicha, aquella que se extiende entre los 15 y 18 años, vemos que lo adquirido en esta edad es muy importante respecto de la violencia. Por una parte, el pensamiento se transforma en "lógico formal" (Piaget) capaz de reflexionar antes que actuar, además el descubrimiento del juego erótico previo a la actuación sexual genital y en especial el cambio de relaciones más concordantes con el mundo adulto y familiar. Si estos logros son perturbados por la invasión que hoy vive la familiar y la adolescencia, la consecuencia respecto a la violencia también está a la vista. La pobreza reflexiva debilita la imaginación creativa, incrementa el peligro de las actuaciones violentas que ya venían aumentadas desde la latencia y la pubertad. En síntesis, la falta de ternura en los vínculos, la falta de autocontrol y de autoconocimiento de su mundo de fantasías violentas, provoca la carencia de un pensamiento reflexivo y la incapacidad de desarrollar la imaginación creativa que orienta la acción hacia el encuentro participativo amoroso y solidario. Tenemos como resultado, no sólo una adolescencia no realizada, sino el incremento de la violencia y la competencia en todos los planos, que intentan compensar la falta de maduración

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3. Las dificultades de alcanzar la juventud y sus consecuencias violentas El fin de la adolescencia no se logra hoy de manera suficiente para iniciar la construcción de proyectos futuros tanto afectivo como laborales. Las dificultades que hemos señalado para atravesarla es un intento de explicarla. Las razones que estimulan la violencia para alcanzar sus fines evitando enfrentar inhibiciones y pruebas de la realidad social serán: • el escaso control de sus impulsos • deficiente conciencia de su autonomía • sobre estimulación • perturbación en el pensamiento reflexivo y la imaginación creativa • poco desarrollo del juego erótico y solidaridad social A estos problemas agregamos las actuales dificultades en la inserción en el mercado laboral, cuestiones que desorientan significativamente la vocación y el interés por una socialización adulta en todos los planos; afectivo, laboral y político. Las consecuencias negativas que hoy observamos son el facilismo y la prolongación de la adolescencia en todo el período juvenil hasta casi los 30 años. Por supuesto que se trata de una tendencia, no de una generalización, pero que nos posibilita pensar preventivamente en este fenómeno social tan extendido y en ascenso. La confusión en la identidad y los proyectos dificultan la toma de decisiones y la voluntad de concretarlas. Entonces la vigencia del mercado consumista ofrece soluciones fáciles, que al ser masiva la propaganda, desarrolla una modalidad facilista para dejar la adolescencia. Este facilismo social surge de la incorporación de falsas propuestas motivadas por el interés económico y/o ideológico, que tratan a traves de la propaganda de debilitar el sentido de realidad responsable. Estos ideales son masivamente identificados por el poco sentido crítico y la carencia de una vocación personal. Ellos son: Pág

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• La idealización de soluciones que prometen rápido placer y con poco esfuerzo. Además deshinibición de ciertos temores. El alcohol, (en especial la cerveza) y las drogas en general son rápidamente adquiridos con una doble función: facilitar conductas para alcanzar fines y cierta masificación ante la profunda desorientación. La campaña publicitaria para la venta de cerveza se inició en el 80 cuando el consumo de alcohol por habitante era de 8 litros, en 20 años esta esta cifra llegó a 35 litros.. • Otra tendencia marcada es el facilismo sexual al convertir al sujeto adolescente en objeto sexual. Esto promueve el intercambio con poca mediación de juego y mutuo reconocimiento deformado y amistades "interesadas" • Otro facilismo que quiero subrayar s la violencia como forma rápida y fácil de dominar lo deseado por la fuerza directa y estrategias de dominio. Los obstáculos en la inserción social más la inmadurez en el desarrollo que hoy el adolescente sufre, hace de la violencia individual y grupal, un medio excelente de alcanzar ciertas metas sociales consoladoras o elitistas, muy lejos de verdaderas vocaciones personales y de solidaridad social que exigen desarrollar la imaginación creativa y una inteligencia más solidaria. • El ultimo facilismo que quería recalcar es la competitividad como modalidad mediocre de éxito. Al no tener acceso a alcanzar su verdadera vocación, y la gran tentación facilista de tener éxito y alcanzar placer. La competencia opera como consuelo, pues ganar al otro se prioriza a ganarse a sí mismo en la búsqueda de una verdadera identidad La imagen publicitaria de los medios, por ser un instrumento básicamente comercial y no cultural, convierte al que la consume en agente pasivo con un fuerte impacto en la codicia y la envidia. Estos sentimientos son poco tolerables cuando existe un sentimiento de identidad muy vulnerable. Entonces tienen que ser rápidamente negados. El facilismo que hoy los medios promueven ayuda al adolescente a calmarse. Las consecuencias de estos son cuatro: 1. la masificación (mal de muchos consuelo de tontos) 2. la violencia que destruye todo lo que puede desearse y no ser alcanzado o envidiado

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3. el consumismo desenfrenado de objetos de satisfacción en un intento ilusorio de calmar el anhelo de ser por el deseo de tener 4. la alienación tanto en los vínculos afectivos, en los compromisos políticos, ideológicos y religiosos. Responde a la idea que la realidad está ahí como en el mercado y que hay que tomarla como se pueda. La persona queda así alienada

4. ALGUNAS

POSIBLES SOLUCIONES DESDE UNA PERSPECTIVA PSICOLOGICA

Cuando los niños actúan violentamente con modalidades adultas, lo hacen por imitación o por reacción. Hoy esto está agravado por la profunda alteración sufrida desde la latencia infantil y la adolescencia. Al niño y al adolescente se la han cortado sus dos fuentes genuinas de libertad: el libre juego de las fantasías (por más violentas que sean) y el libre juego de las palabras en un diálogo participativo. Ambas generadoras de confianza en uno mismo y en los otros. Estamos dentro de un sistema dominado por una ideología que idealiza el mercado como regulador de la vida social y dueño de los medios y la tecnología, lo que ha eliminado el campo de valores e idealizado el objeto: el dinero, capaz de darme poder. Se produce así una ruptura de la igualdad ante los valores y se aniquila la libertad para elegir nuevas posibilidades. Lo que prima es la seguridad que trae el poder y el éxito competitivo donde unos ganan y otros pierden; esa es la ley. Ley consistente en convencer de las bondades de un producto sobre otros a traves de una feroz competencia, en estimular el consumo generando necesidades superlativas y apuro en alcanzarlas. Hoy esta ideología ha eliminado la libertad que nos da los valores generando violencia. La necesidad nos quita libertad de elegir, y lo que es peor es el carácter perverso del resultado: la parte exitosa a costa del fracaso del resto.

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Este modelo ideológico se repite en las instituciones donde crecen los niños y adolescentes. Suponemos que esta estructura ha penetrado las instituciones y el espacio adolescente. Vivimos así una crisis vital que nos conecta con la realidad vivida sin ninguna lente preetablecida de lo que está bien o mal. Que la violencia se haya trasladado a etapas más tempranas es un signo que nos alarma. En la actualidad no es asombroso que los niños y los adolescentes tengan fantasías terroríficas donde la violencia tiene carácter de perversión. Los niños muchas veces juegan como protagonistas sádicos, que representan sus propias fantasías. Lo que sí nos asombra es que este mundo posible de fantasías pase a la acción sin mediación alguna; tanto de su propio psiquismo como como de las instituciones que los contienen. Dijimos que en la pubertad y en la adolescencia propiamente dicha, existen como espacios virtuales donde se participa de una experiencia vital, donde conviven lo bueno y lo malo a través de la fantasía, los grupos erarios, el juego erótico, la imaginación creativa y la reflexión. Todo esto contenido dentro de las instituciones con autoridad moral. Cuando esto se pierde, no hay transformación orientada por los valores. Los deseos individuales y determinantes por el poder dominante se disuelven en ese campo de valores, que por no ser de nadie, lo que es bueno para uno lo será para todos y viceversa. Los objetos de intercambio en el mercado social globalizado se han convertido en valores. Por ejemplo, si yo digo que amo a maría , pero después pretendo celarla como forma de control o seducirla o manipularla para controlarla, es que el amor como valor perdió su poder y se convirtió en objeto identificatorio que me da poder sobre el otro. Conocemos el popular dicho: "hecha la ley, hecha la trampa". ¿de qué ley estamos hablando?. Si la ley es un objeto que podemos manipular, podemos hacer la trampa, presionarla y hasta legislarla según la conveniencia sectorial o individual. Pero si la ley es un valor todos participamos de su espíritu de justicia. Una familia que manipula los afectos para conservar el poder sobre el otro resta confianza sumando inseguridad y violencia potencial.

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Es importante vivir esta crisis como oportunidad para rescatar los valores que nos igualan y liberan un pensamiento más confiable tanto para los adolescentes como para los adultos. Hoy, las instituciones que protegen y generan confianza: la familia y la escuela, no filtran los mensajes manipuladores de la sociedad actual. Los medios masivos de comunicación han invadido todo espacio íntimo de encuentro con os valores. Por eso decimos que hoy el sistema dominante social, es reproducido en los ámbitos institucionales para el aprendizaje en libertad. Una forma de recuperar esta confianza perdida es generando campo de valores, lo que significa generar en las familias y en las escuelas, espacios donde se dialoguen los problemas, haciéndolos de todos. Los adolescentes que el sistema margina y violenta, pueden autogenerar espacios solidarios con sus pares, padres y maestros. Participando de campos de valores, estamos respondiendo sin enfrentamientos, al generar capacidades de resistir y superar los desafíos. Finalmente, podríamos decir que la violencia de un sistema dominante cerrado ha trasladado su estructura a la familia y la escuela. Si a esto le sumamos la violencia propia del despertar adolescente, el cual tampoco encuentra un ámbito apropiado para su elaboración, nos encontramos con que la violencia temprana es actuada en el campo institucional y social, provocando un desborde difícil de resolver con las mismas pautas que el sistema pretende imponer. Se nos hace necesario generar espacios más allá del sistema con el fin de recuperar valores abiertos a la complejidad de la vida cultural. Tenemos que empezar a pensar la adolescencia como espacio cultural más allá de los parámetros psico-biológicos. La violencia que hoy vive el adolescente merece ser comprendida en varios puntos de vista 1. la violencia interna a raíz del cambio hormonal y las fantasías que lo acompañan Pág

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2. la violencia externa familiar e institucional como situación moral que determina conductas 3. la violencia social de un sistema dominante que para mantener su estructura necesita la idealización de objetos identificables que promueve y no de valores que crean situaciones. Siempre será la violencia que todo cambio genera respecto a lo anterior establecido. Por eso que trae miedo, pues lo conocido tranquiliza y lo desconocido inquieta. Por lo tanto el adolescente vive estas violencias con miedo; miedo que varía según las circunstancias, pues una familia violenta, un barrio violento, una sociedad violenta tiene impactos diferentes. Loa adolescentes frente al miedo se bloquean, se someten, consumen o se drogan, lo cual genera más violencia contra sí que lo lleva a reaccionar con desconfianza, resentimiento y uso despiadado de los objetos que se le presentan, sean cosas o personas. Y ante la violencia reacciona con más violencia alimentada por las fantasías inconcientes de carácter perverso. Por eso la criminalidad temprana, los accidentes, la pura competencia, los suicidios, etc. Meterse en "situación adolescente" es participar de la adolescencia como valor cultural que a todos nos convoca. Vivir diferenciadamente las mismas emociones de miedo y violencia para anhelar con ellos no reaccionar, sino superarlas. Cambio de actitud que rescata el espacio adolescente como campo de valores donde renace la ética, como más allá del bien o del mal para transformar el miedo y la violencia en confianza, amor y esperanza. Esto es posible cuando la situación adolescente es rescatada como valor con su fuerza de anhelar ser más con los demás.

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MATERIAL ANEXO C ARCE SONIA Y GARCIA CABELLO. M. "Juventud y violencia". Publicado en la Revista: Córdoba, la adolescencia hoy..... Nº1 Facultad de Psicología. U.N.C. Ed. BRUJAS 1998

JUVENTUD Y VIOLENCIA Lic. Sonia Arce Lic. María Mercedes Gacría Cabello 1998

PRIMERA PARTE Los vertiginosos cambios que nos han sobrepasado, en este final de siglo, son tan violentos que se hace necesario un replanteo de las modalidades con las que podremos seleccionar y descubrir cuáles, de tantos cambios, nos van a permitir promover la salud, sobre todo en niños, adolescentes y jóvenes. Esos cambios que apuntan fundamentalmente a lo económico, ponen de manifiesto que no se busca una nueva visión del hombre desde el hombre mismo, sino que se observa que lo que tiene que ver con el hombre y su realización está teñido de una suerte de nihilismo, con una valoración de lo individual, lo inmediato, el hedonismo y la oferta de valores falsos. Cuando describimos de esta forma al entorno socio-cultural no podemos dejar de referimos a ciertas conductas que se relacionan directamente con la violencia. Entendemos por violencia aquello relacionado con el ejercicio de la fuerza física, psíquica o moral, directa e indirecta de alguien o algunos en contra de algo, alguien o algunos y adolescencia y juventud como aquellas etapas de la vida humana que van desde la niñez hasta la adultez con el conPág

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siguiente logro de la identidad. Ambas variables interjuegan en el medio social, especialmente en las áreas de salud, educación y trabajo. De este modo, la violencia se cuela por los espacios de lo social, lo personal. Es una violencia que nos diferencia social y humanamente. Es aquélla que va desde la ausencia de los derechos más básicos hasta llegar a situaciones en las que la vida y la muerte no se diferencian, en donde la muerte se constituye en una forma de vivir. Se trata de una violencia que marca profundamente las conductas, pero está escondida, hablada a media voz. En ese sistema de violencia, peligrosa por lo subterránea, están involucrados la sociedad, la familia. Violencia representada por el tráfico de drogas, de armas y de órganos; hasta la escuela con la violencia en los recreos, situaciones todas que generan inseguridad, miedo. Si repasamos los indicadores de las diferentes áreas, llegaríamos a un diagnóstico del impacto que el actual contexto económico y sociocultural produce en esta sociedad. En lo relativo a salud se ve el incremento de suicidios, accidentes, drogas, alcoholismo. Patologías como la depresión, desórdenes alimentarios, embarazos de adolescentes, abortos, SIDA. En educación vemos indicadores muy fuertes de esta crisis. Siendo aquélla la herramienta básica para el desarrollo de los valores, para la movilidad social, para una mejor calidad de vida en lo personal y comunicado. En muchos países latinoamericanos, el sistema educativo se ha convertido en un sistema de exclusión social. En otro ámbito en el que se observa esta situación con respecto a los jóvenes es en el trabajo, en las poblaciones desocupadas, ya que por cada adulto desocupado, hay dos o tres jóvenes en esa condición. El pensar en la violencia nos hace suponer un acto violento en que claramente se puede identificar al agredido y al agresor, sin embargo otra forma mucho más sutil pero no por eso menos devastadora es la violencia simbólica. Distinguimos así la violencia actuada de la simbólica. Ésta se encuentra incorporada a las instituciones, es una forma más pasiva, arrasa progresivamente con la constitución de la subjetividad en tanto y en cuanto impide la evolución del sujeto como persona diferente. Con ella se ve obstaculizada la autonomía, la

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que en un proceso de desarrollo se debería lograr mediante la diferenciación de los padres y otros adultos significativos. Quien no elige no puede sentirse protagonista de su propia historia. Hoy la elección tiene carácter de ficción, pues todos respondemos a modelos impuestos. En esto hay violencia, las elecciones no se realizan a partir de una singularidad que nos permita un pensamiento crítico y discriminativo, sino que se basa en lo que nos ofrece el escenario construido por los medios de comunicación y es a partir de lo que decidiremos cuál es la 'realidad programa' que nos conviene "elegir-consumir". ¿Qué sucede con los adolescentes y niños que son los sectores más vulnerables y consumidores de imágenes por excelencia? Los referentes identificativos destinados a consolidar el sentimiento de sí, padre, madre, docentes, etc. se encuentran también inmersos en un sistema de competencia, lucha permanente por la subsistencia, ocupados en responder a las demandas que emergen de las representaciones sociales, por lo que también son lábiles y cambiantes. Los sólidos pilares, las figuras paren tales y sus sustitutos están inmersos también en un individualismo tal que no pueden sostener a los niños y jóvenes en su desarrollo y búsqueda de la identidad. Fernández Mouján dice "en la adolescencia ante el incremento de los impulsos del Ello, perversos, hostiles y libidinales, el Yo deberá entrara en acción como elemento defensivo y discriminador y el Super Yo es estimulado en sus funciones protectoras. Esto hará que el adolescente reprima o actúe total o parcialmente los impulsos". Aquí nos cuestionamos acerca del aprendizaje social de la agresividad: imitación de modelos de reconocimiento social que tiene conductas agresivas o los actos de violencia que se dan en la familia. Muchos niños crecen en ambientes violentos, los padres maltratan a sus hijos física, emocional e incluso sexualmente, con abandono, negligencia, explotación labo-

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ral. Las marcas del maltrato quedan como huellas o efectos emocionales cuyos daños severos aparecen en la adolescencia. La ley, la autoridad parecen ausentes en todas las instituciones. Hoy los jóvenes están involucrados en diferentes hechos de violencia estructural como nos lo muestran los medios de comunicación. Esto esconde la violencia estructural que elige a los jóvenes como víctimas y victimados. En este sentido la crisis estructural se traduce en crisis moral que afecta a los valores y la subjetividad. Ante mensajes ambiguos, en los que el amor y la violencia no parecen tener una relación contradictoria, muchas veces la violencia se constituye en una forma de diferenciarse, de ser distinto, de resolver conflictos (tal como se muestra en los programas que se consumen, estimulándose la manía y la omnipotencia). Al existir crisis institucionales tan profundas, el diálogo como puente de entrada al conocimiento y entendimiento entre los hombres desapareció, abriéndose un espacio para otra forma de comunicación en la que la palabra tiene muy poco lugar y en la que prima la imagen y la acción. Según Mario Margulis "llegado a un extremo el razonar posmoderno desplaza las reflexiones que entendían el diálogo, la educación y el saber, como la mejor arma para la emancipación de los hombres. Ya no hay razón para pelear por las utopías, sólo hay que gratificarse y disfrutar de la vida. Los medios mantienen presente que quien no logre el éxito en sus metas es porque no se lo propone, dado que todos tenemos las mismas oportunidades." Este impulso consumiste, con su "imaginado de igualdad" en que es mínima la posibilidad de llevado a la realidad, produce las frustraciones más grandes, las formas más descarnadas de poder llegan al ideal propuesto: así también como las autodestrucciones más patéticas, Los accidentes y muertes que se relacionan con la violencia son la primera causa de muerte en la adolescencia y juventud. Los jóvenes adoptan conductas de riesgo en accidentes

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para sí y para los demás, conductas éstas que se agravan con el consumo de estupefacientes y alcohol que por lo general se constituyen en la causa del hecho desafortunado. Los grupos de adolescentes se involucran en los comportamientos violentos porque el grupo potencia ideas, ofrece anonimato, permite contención brindando protagonismo social. En este marco emerge la violencia, violencia hacia el entorno, violencia hacia sí mismo. El joven, el adolescente, el niño ejerciendo violencia en pos de satisfacer necesidades básicas en muchos casos, pseudo necesidades en otros, de expresar frustraciones y resentimientos ante un modelo que los excluye. El robo, las violaciones, el vandalismo, violencia actuada, la discriminación, la falta de oportunidades, la explotación, la violencia simbólica. En el caso de aquella dirigida hacia sí mismo, consciente e inconsciente, el suicidio, la anorexia y la bulimia, los accidentes por velocidad, los deportes riesgosos, los juegos autodestructivos, el alcoholismo, la drogadicción, el sida. Los jóvenes sujetos y también objetos de violencia. Jóvenes y adolescentes violentados al no poder establecer un proyecto de futuro, no tener acceso al trabajo o ser explotado en los mismos, al no lograr espacios de participación en las decisiones políticas o jóvenes que mueren en enfrentamientos poco claros con la policía, jóvenes que atentan con la propia vida y que son violentados con discursos pos modernos de políticos y docentes, carentes de contenidos y llenos de palabras. Víctimas y victimarios, la juventud se constituye en el grupo más afectado por la violencia. ¿Por qué? Es válido recordar aquí a Fernández Mouján cuando sostenía que "el Yo en la adolescencia puede llegar a cualquier extremo con tal de no sentirse sin identidad, porque este sentimiento es motivo de una ansiedad totalmente intolerable para el Yo, peor aún que la ansiedad promovida por la percepción de la muerte biológica". Esto hace que en ésta etapa la lucha por la identidad exceda el ambiente familiar e institucional y se transforme en algo social. Si lo familiar, lo institucional, y lo social no se constituyen en referentes claros, el Yo en su búsqueda de modelos identificatorios en pos de la identidad, es capaz de apelar a cualquier instrumento defensivo para ayudar a ello. Pág

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La violencia como forma de llegar a aquello que se desea es una de las maneras antisociales que tiene el Yo para apropiarse de aquello a partir de lo que el joven presume que es necesario para llegar a ser. El estudio de la violencia y los jóvenes demanda implementación de algunas estrategias o acciones para su enfrentamiento. En el marco de una propuesta psicosocial, tal estrategia debe estar dirigida a generar actitudes de defensa frente a situaciones que encierran estructuralmente la violencia como fenómeno social. Es necesario que los jóvenes sean informados y educados para enfrentar críticamente la violencia y disminuir sus efectos. Se hace importante identificar en este grupo etario a aquellos en situación de riesgo para promover líneas de acción e investigación. Para superar la violencia cotidiana se hace imprescindible detener esta curva donde el delito, la muerte y el hambre se hacen normales, apuntando a diversos aspectos. 1. Necesidad sentida: la sociedad debe percibir que la violencia es un problema y que está relacionado con los jóvenes, es algo que le pertenece y ante lo cual debe asumir responsabilidades. 2. Creer en la propia capacidad de acción: creer y asumir que las cosas dependen de uno mismo, el esfuerzo individual sumado al colectivo. 3. Establecer y reforzar la vinculación de los agentes socializadores con la comunidad: escuela que articule la problemática socio-individual con la familia y la comunidad. 4. Atraer la atención hacia la dimensión axiológica, rescatando lo humano que permite el protagonismo de las personas, involucrando a la mayor cantidad de instituciones, personas y propuestas que orienten a los jóvenes, basadas en un contacto formativo, a la vez que ofrezcan un continente de seguridad para permitirles el paso a la madurez. De 206

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este modo se podrá contribuir a la salud integral de adolescentes y jóvenes mediante la implementación de acciones adecuadas a las necesidades de los mismos, enfatizando la promoción y prevención. La violencia y los jóvenes forma parte de las preocupaciones centrales de la sociedad pero esta problemática es interpretada de tal manera que su inclusión dentro de los problemas sociales es frágil, vacilante, tal vez por una cierta desarticulación juventud-sociedad. Este desencuentro estuvo presente en nuestro país en las últimas décadas. Esta situación en relación con los jóvenes, es la que condiciona, posibilita y acrecienta el desfase entre las demandas juveniles, sus expectativas y sus posibilidades reales de concreción con la consecuente falta de perspectivas y un debilitamiento de las esperanzas, la crisis moral afecta valores y subjetividades.

SEGUNDA PARTE INVESTIGACIÓN6 Resumen El propósito de este trabajo fue analizar la incidencia de la violencia en el joven actual, partiendo de la premisa que el acercamiento a esta problemática nos permitirá plantear estrategias como promotores de salud sobre todo en esta etapa evolutiva. Los ejes centrales del estudio fueron la violencia, la adolescencia específicamente la última etapa y el contexto sociocultural actual. Nos basamos en la relación dialéctica entre persona -entorno, considerando (jue la violencia que emana la sociedad pasa a ser constitutiva de la identidad del joven, el que ante las distintas experiencias de su vida la actúa como modo de 'adaptación', 'defensa', 'huida' ... 6 Con la colaboración de los ayudantes alumnos Ariel Aibar, Natalia Arce, Carola Bercovich, Daniela Salzotto. Pág

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Ejes: • Violencia: toda conducta relacionada con el ejercicio de las fuerzas físicas, psíquicas o morales, directa o indirecta, de alguien o algunos en contra de algo, alguien o algunos. • Adolescencia y juventud: etapa de la vida humana que va desde la niñez Justa la adultez con consiguiente logro de la identidad. • Contexto sociocultural: crisis de valores, hombre deshumanizado, era de la comunicación, hedonismo, consumismo individualismo, narcisismo.

Introducción La violencia se presenta en la actualidad como una modalidad de relación entre los hombres. Se observa tanto a nivel individual, como familiar y social, creando un entramado de alto riesgo para la adolescencia y por lo tanto para el logro resolutivo de la JUVENTUD, la identidad. Las instituciones en crisis no se ofrecen como referentes claros para nuestros jóvenes, quienes se constituyen en parte de estas estructuras como víctimas o victimarios. Exclusión social, laboral, accidentes, adicciones, discriminaciones, suicidios, hambre, corrupción, realidad programada por los medios de comunicación; violencia actuada o violencia simbólica; contra sí mismo o contra los otros; formas todas que atentan contra la constitución de la subjetividad... contra el ser humano.

Metodología Se aplicó un cuestionario a una población de 100 jóvenes de entre 18 y 22 años, de clase media de la ciudad de Córdoba, Argentina. La finalidad fue: indagar, acerca del imaginario 208

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de violencia; cuál es la vivencia de esta situación común a nuestra sociedad e inferir las dificultades que produce en los logros de la juventud. Cuestionario: 1. ¿Qué es la violencia para vos? 2. ¿Ante que situaciones reaccionas con violencia? Injusticia Discriminación Mentira Celos Abuso Todas ¿Otras? ¿Cuáles? 3. ¿Cómo reaccionas ante los hechos que generan violencia? Indiferencia Agresión física Agresión verbal ¿Otras formas? ¿Cuáles? 4. Nombre tres ámbitos donde se refleje o la violencia en la sociedad Ámbito político Ámbito educativo Ámbito económico Medios de comunicación Salud Deporte

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Justicia ¿Otros? ¿Cuáles? ¿Por qué? 5. ¿Cómo ves que los adultos responden a las situaciones de violencia?

Observar Conductas, ingesta de alcohol, drogas, actitudes de violencia física, verbal. Actitudes discriminatorias, bailes violentos, etc.

Resultados • Con respecto a la pregunta número uno, se observa que un alto porcentaje de los encuestados considera a la violencia como una agresión (mujeres 77,14% y varones 66,66 %), especificando además un gran porcentaje de mujeres que es una agresión física (91,42%) y/o verbal (85,71%). En cuanto a los varones, disminuye esta consideración ya que un 63,33% la ubica en la categoría agresión física y 53,33% en agresión verbal. Es interesante en esta pregunta la diferencia entre el número de mujeres que eligen definir la agresión como expresión de un estado de ánimo como expresión de un estado de ánimo (42,85%) y el porcentaje de varones (30%). Posiblemente esto responda a una cuestión de género porque el sexo femenino tiende a ser más expresivo de sus emociones, mientras el masculino (según datos estadísticos), somatiza más frecuentemente las mismas. Es necesario señalar también que en las categorías hacia si mismo o hacia los otros, la segunda duplica el porcentaje de respuestas elegidas, esto nos permite hipotetizar que los adolescentes de ambos sexos perciben a la violencia como opresión hacia los otros.

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• En cuanto a la pregunta número dos, las situaciones que provocaron reacciones de violencia en el sexo femenino son en primer lugar el abuso, 68,57%, en segundo lugar la mentira, 57,14% y en tercer lugar la injusticia 51,42%. En los varones, si bien la preferencia cae en primer lugar en la injusticia, 53,33%, en segundo lugar en el abuso, 50%, y en tercer lugar en la mentira, 40%, cabe señalar que han sido priorizadas por ambos sexos las mismos categorías. • En el análisis de la pregunta número tres, se evidencia que en ambos sexos la forma de reacción más frecuente ante los hechos que les genera violencia a los jóvenes, es la agresión verbal (mujeres 11,42%, varones 60%), seguida por indiferencia (mujeres 65,71 %, varones 56,66%). La tercera elección se ubica, en las mujeres, en la violencia de impotencia (31,42%) Y en los varones la agresión física (36,66%). • En la pregunta número cuatro que Indaga acerca de los ámbitos donde se refleja la violencia en la sociedad, los jóvenes de ambos sexos eligen el político en primer lugar (mujeres 82,85%, varones 76,66%). Las mujeres eligen en segundo lugar los medios masivos de comunicación como incitadores (74,28%), mientras que los varones se inclinan por el ámbito deportivo (70%) que es elegido en tercer lugar por las chicas. • Con respecto a cómo responden los adultos a las situaciones de violencia (pregunta número cinco), las mujeres eligen la categoría "con violencia" en primer lugar (91,42%), con indiferencia en segundo (68,57'%). En el caso de los varones, en primer lugar opinan que con indiferencia (60%) y en segundo lugar con violencia (53,33%), no siendo significativa la diferencia. Es importante destacar que los porcentajes de las otras categorías son irrelevantes.

Conclusiones • Los jóvenes de ambos sexos vivencian, en su mayoría, a la violencia como una agresión. Se prioriza la violencia hacia los otros, si bien en la realidad observamos un notable aumento de la violencia contra si mismos (suicidio, adicciones, trastornos de la alimentación, exceso de velocidad, deportes de alto riesgo, etc.).

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• Resaltan como situaciones que engendran violencia las que apuntan a lo social, tales como la injusticia, la discriminación y el abuso. Posiblemente la realidad sociocultural actual con su falta de oportunidades para los jóvenes, en lo educativo, laboral; el marcado individualismo, la corrupción en lo político y económico, los hace sentir víctimas de situaciones que no pueden enfrentar. Esto estaría también presente al incluir a los ámbitos político, educativo y deportivo como aquellos que en marcan la violencia, a pesar que en otros momentos históricos esos espacios contenían y apoyaban la búsqueda de identidad de los jóvenes a través de los modelos que ofrecían. La violencia, desde la perspectiva de los jóvenes, es un signo alarmante en la agenda social y está reforzada como modelo de conducta los medios de comunicación que transmiten un modelo violento como llave para el éxito social. • Lo señalado anteriormente también está presente en la forma en que reaccionan los jóvenes ante situaciones de violencia, pareciendo que no mediara la reflexión sino el paso al acto verbal o físico. Se daría así en forma dialéctica, un debilitamiento de los lazos sociales, y por ende de las normas y leyes que regulan las conductas humanas junto con una disminución del valor de la vida, tanto propia como de los demás. • Es interesante destacar que el rol de] adulto, marco de referencia, de confrontación, aparece desdibujado como contenedor y modelo, ya que son percibidos por los jóvenes como generación poco comprometida, indiferente o formando parte también de la violencia social. Así planteado el tema de la violencia y la forma como es vivenciada por los grupos de adolescentes en su fase final o sea la juventud, nos lleva a concluir que en este contexto donde la opresión se ha transformado en un estilo de vida, donde se violenta todo en todos los ámbitos (individual, familiar, escolar, seguridad) y con una generación de adultos que no son referentes fuerte comprometidos, a los jóvenes les resulta muy difícil el acceso a una integración, a ese logro de una identidad que supone la fase resolutoria de problemática adolescente.

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Propuestas Superadoras 1) Orientar en la percepción de la violencia como un problema que es de todos 2) Sumar el esfuerzo individual al colectivo para cuestionar la naturalización de la violencia como modo de relación entre las personas. 3) Establecer y reforzar vínculos entre los agentes formalizadores de la comunidad para que ofrezcan modelos alternativos de resolución no violenta de los conflictos. 4) Promover las dimensiones axiológicas, rescatando la importancia de la comunicación humana por los canales naturales, involucrando tanto a las instituciones como a las personas en espacios de reflexión hacia conductas no violentas que le permitan dar un sentido a su vida. 5) Elaborar programas de acción en los que los jóvenes, previamente capacitados, sean agentes promotores de salud en sus grupos de pares.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

• Bias P. La transición adolescente. Ed. Amorrortu, 1991. • Eriekson, E. Identidad, juventud y crisis. Ed. Paidós. 1968. • FernáncJez Mouján, O. Abordaje teórico y clínico del adolescente. Ed. Nueva Visión. 1979. • Odiols, G. Y Odiols, D. Adolescencia, posmoderniidad y escuela secundaria. Ed. Kapeluz. 1995. • Sarlo, B. Escenas de la vida posmoderna. Ed. Abril 1995. • Lipovetsky, Giles. La era del vacío. Ed. Anagrama. 1986. • Vergara, Jorge. La cultura de la violencia en Chile. ED. Nueva Sociedad. 1990.

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GARCIA CABELLO. M. "La transición hacia la escuela media". Publicado en la Revista: Córdoba, la adolescencia hoy..... Nº1 Facultad de Psicología. U.N.C. Ed. BRUJAS 1998

LA TRANSICIÓN HACIA LA ESCUELA MEDIA. Lic. Mercedes García Cabello 1996 La escuela es el lugar de aprendizaje en el más amplio sentido, allí no sólo se adquieren conocimientos, capacidades, destrezas sino que también se aprende a convivir y comprenderse a sí mismos y al mundo. Como espacio de socialización, como lugar de preparación para la vida adulta, el centro escolar cumple junto con la familia, un importante papel en la sociedad ya que en el compartir distintas actividades los educandos se desarrollan como personas Desde hace algunas décadas, a partir de investigar cómo se desarrolla el aprendizaje humano, se concluyó que al aprender algo nuevo las personas usamos los conocimientos anteriores y experiencias, afectos, motivaciones previas. No se aprende a partir de cero, sino desde una base amplia de conocimientos y experiencias anteriores. El conocimiento se construye. Este modelo constructivista parte de estos supuestos y sostiene que en el proceso de enseñanza aprendizaje se debe partir de los conocimientos, experiencias, expectativas y motivaciones del alumnado así los aprendizajes resultarán significativos. Por lo anterior, y partiendo del centro del proceso, el alumno debe ser comprendido en su realidad evolutiva y todo cambio en el sistema educativo debe partir de ésta y a su vez preparar a docentes y padres, antes de implementar modificaciones para hacer frente a las mismas.

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Por todo lo expuesto y habida cuenta que el cambio implementado, lo fue de manera no gradual, es que se realiza el presente análisis y la elaboración de propuestas superadoras para que los agentes comprometidos encuentren contención para enfrentarlo. Para abordar el presente trabajo es necesario articular los siguientes núcleos conceptuales alumno (adolescente), familia (padres) y escuela (docentes), en un entramado característico que es el contexto cultural posmoderno. Si entendemos que la secundarización del 7° grado, trajo una serie de de ajustes en todos los participantes, veremos necesario describir qué entendemos acerca de la dinámica de cada uno de ellos y de todos articulados. Comenzaremos describiendo al sujeto adolescente que cronológicamente responde a una edad de doce años y se encuentra transitando la primera fase de la adolescencia, adolescencia inicial, claramente significativa porque la problemática evolutiva, al ubicarse en los cambios corporales producidos por la actividad hormonal endocrino, genera en el pubescente, púber; una vivencia de ambigüedad. Se produce una metamorfosis a nivel del cuerpo que al decir de F. Dolto, nos permite hablar del complejo de la langosta, señalando con esto que todos los cambios físicos y psicológicos, dejan al adolescente en una situación de desprotección y de extrañato frente al propio cuerpo, con vivencias de invasión desde lo biológico. El tiempo de la infancia se acelera y ya no se maneja con autonomía el propio cuerpo. El alumno que asiste al primer año y se ubica dentro del C.B.U. se caracteriza conductualmente por una motricidad exacerbada, con fenómenos de comportamiento exuberante y una actitud de marcada oposición al adulto. Padres y docentes que se interrelacionan con este hijo/alumno que transita la adolescencia inicial y está, como se ha señalado, atrapado en los propios cambios corporales que lo des216

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ubican espacial y temporalmente, observan las transformaciones del sujeto adolescente en crecimiento, proyectan en este interjuego las propias vivencias y observan el proceso como actualizando lo que fue y no volverá y además con una actitud dual, mostrando la paradoja de aceptación y rechazo. Agregamos a esto la realidad posmoderna con sus características de individualimo, consumismo, soledad que se agudiza al no haber un respaldo en lo social que generen vivencias comunitarias, la rapidez de los cambios, todo es transitorio, intercambiable, se destaca el hedonismo, el valor de la imagen, la vivencia del hoy como lo único verdadero. Este contexto agudiza las vivencias de inseguridad en las relaciones humanas, y en ese entramado, adolescentes y adultos intercambian actividades. En nuestro análisis observamos que desde el sistema educativo se implementó un cambio, otro más en el momento evolutivo adolescencial, fase inicial, con una falta de preparación para los adultos docentes y padres. La currícula no incluyó en el primer año del C.B.U. contenidos que cubrieran el vacío del 7° grado. Alumnos de 6° grado pasaron a Primer año y los de 7° a Segundo año, todo esto dispuesto de una vez y en pocos meses. Es necesario caracterizar a los alumnos: • Es buscador de una mejor forma de equilibrio en un nudo humano. • Inicia su etapa adolescente, adolescencia inicial, desde los cambios corporales hasta el logro de la identidad del yo, lo vocacional, la pareja, logros que se deben alcanzar en la adolescencia superior, • Empiezan los grandes interrogantes: ¿quién soy? ¿soy el que soy?, clave metafísica de la experiencia humana. • Se vive en el mundo con un cuerpo, desde este momento un cuerpo sexuado. Pág

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• Vivencia de incomprensión. • Importancia del grupo de pares. • Oposición y rebelión frente a los adultos. • Indecisión, egocentrismo, repliegue narcisista. • Frente a tantos cambios se deben elaborar nuevas respuestas. • Bajo rendimiento escolar. También caracterizamos a los adultos. • A lo incierto que ven al adolescente, se agrega la incertidumbre del cambio escolar implantado sin preparación. • Se sienten desvalorizados por los hijos / alumnos. • Frente a los conflictos, se agudizan las respuestas, en la escuela se implanta un didactismo rígido y en la familia se busca imponer desde el adulto sin dialogar o "se deja hacer", en otros casos. • A veces la imagen que dan es de poca consistencia, con objetivos de vida poco claros para los hijos/alumnos. • No dan respuestas a la necesidad de expansión del pubescente/púber. • Entran en una suerte de competencia con el adolescente en esta adolescentización de la cultura. Estas aproximaciones desde lo teórico fueron enriquecidas con las respuestas de docentes y padres en un cuestionario que se aplicó para conocer la opini6n de aquellos acerca del cambio. En todos los casos, los datos recogidos señalan en un alto porcentaje la vivencia de desinformación y apresuramiento al implementar el cambio desde las Autoridades Educativas, con escasa claridad en las líneas de acción bajadas al nivel áulico.

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También fue oportuno trabajar con docentes afectados a los cursos nuevos y alumnos de los mismos, en talleres de reflexión donde se analizaron los núcleos problemáticos planteados en el presente trabajo.

Conclusiones Para elaborar esta conclusión se articuló lo teórico con lo trabajado en la realidad con alumnos, docentes y padres y de esa integración surgió la elaboración de líneas de acción que tracen un puente entre la realidad de vida de los adolescentes y la realidad escolar, puente que suponga una promoción del desarrollo saludable de los pubescentcs y púberes, que se concretaran implementando algunas propuestas superadoras:

Con los alumnos • Asambleas que clarifiquen el proceso. • Utilización de la actividad lúdica que permita la expansión y expresión de las distintas problemáticas. • Uso de técnicas de psicodrama pedagógico generando espacios en que se actúe lo que no se puede explicar a nivel pensamiento.

Con padres y docentes • Tallares de reflexión que permitan un cambio de actitud para contener y acompañar la realidad evolutiva de hijos/alumnos,

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

• Aberastury, A. y Knobel, M.: La adolescencia normal (Ed. Paidós) • Bases Curriculares de la Provincia de Córdoba. Blos, P.: La Transición Adolescente. • Documento Unidad Tec. de Publicaciones Seco Progr. Educ, Ministerio de Educación. 1997 • Dolto. F.: La Causa de los adolescentes. • Margullis, M.: Juventud es más que una palabra. • Obiols, G. y Obiols, S.: Adolescencia, Posmodernidad y Escuela Secundaria.

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CRABAY, M. "Desafío educativo. Adolescencia y riesgo social". Publicado en la Revista: Córdoba, la adolescencia hoy..... Nº2 Facultad de Psicología. U.N.C. Ed. BRUJAS 2000

DESAFÍO EDUCATIVO ADOLESCENCIA Y RIESGO PSICOSOCIAL Lic. Marta Isabel Crab La adolescencia como etapa crítica y de profundas transformaciones, muestra un interjuego de relaciones, entre mundo interno y externo oscilante entre fantasías y deseos frente a la realidad Sin embargo la especificidad de la etapa evolutiva y la mutable realidad, pautada por cambios sociodemográficos y culturales, pérdida de modelos, etc. en un momento social francamente individual y competitivo, refiere signos distintos a los de otra época. La adolescencia como etapa de crisis vital de desarrollo, puede desorientar y sorprender por los cambios de conducta observables. La conducta de los adolescentes, sigue siendo cambiantes e inesperada y casi nunca generalizable. La adolescencia como periodo de transición a sido objeto de estudio de muchos teóricos del desarrollo, entre ellos Stone y Church, Stanley Hall, Hurlock, por citar los más clásicos, pero también ha sido estudiada por Gesell, Freíd, Piaget, Aberasturi, Knobel, Doltó, Kaplan, etc. Sin embargo, la conducta adolescente sigue mostrando particularidades, y a diferencia del adulto, el joven está creciendo y éste crecimiento hace a aspectos cuantitativos, tales como talla, pero, caracteres secundarios, etc., como también refiere a aspectos cualitativos como el nacimiento de la propia intimidad y más adelante al descubrimiento del propio yo.7 7 G. Castillo "Los adolescentes y sus problemas", pág. 32. Pág

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El descubrimiento, de sí mismo permite al adolescente conocer otras posibilidades. El descubrimiento del yo, va permitir su afirmación y va a consolidar los sentimientos vinculados a la necesidad de autovalerse, generándose una progresiva adaptación del joven consigo mismo y con los demás. Aquel que crece es el adolescente, se desarrolla y madura. De éste modo un aspecto observable alrededor de los catorce o quince años, es la capacidad reflexiva, que se vincula fuertemente al desarrollo de la subjetividad. Esto permite al joven el reconocimiento de sus sentimientos y necesidades de un modo individual. Esta etapa crucial del desarrollo, se ha caracterizado en todas las épocas, por ser la edad en donde se diferencia progresivamente la identidad, se esboza la personalidad y comienzan definiciones que implican, lo personal, lo familiar y lo social. En todos los casos el despertar de lo nuevo conlleva fuerzas contradictorias, que suponen una pérdida del mundo infantil, pero también una sensibilización de roles futuros. Los cambios culturales atraviesan la vida del joven, y otorgan un matiz distintivo, es diferente la adolescencia de nuestro país a la de otros países. La vertiginosidad de los cambios actuales, entre otros factores conduce a una revisión de los criterios educativos tradicionales, la enseñanza de padres a hijos, como así también de los docentes a lo s a 1 u m n o s vas u f r i en d o transformaciones. El joven en la Escuela Media, también presenta otros requerimientos, no sólo por sus vivencias, sino por la realidad educativa. Al decir de Obiols, los jóvenes parecen más violentos, los contenidos educativos aparecen tediosos y aburridos. Los docentes están desmovilizados e impotentes y los jóvenes no pueden adaptarse. La crisis del sistema educativo atraviesa la realidad de los adolescentes apa222

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rentemente "sin valores", mostrando sus aristas conflictivas una vez más, nos encontramos así con un docente que no sabe o no puede y con alumnos que se aburren o se violentan. ¿Cómo compatibilizar? ¿Cómo acercarnos a los Jóvenes? ¿Cómo trabajar con valores como la responsabilidad y la solidaridad? ¿Cómo lograr la participación? Ahora bien, los ejemplos de malestar y violencia en ámbitos educativos, como en el período adolescente son evidentes, esto es tanto para los docentes como para los alumnos; la crisis socio-económica actual, y sus efectos pueden observarse en distintos contextos. Pensar la Adolescencia como fenómeno universal, es tan importante como pensar en nuestros adolescentes. Y si nos remitimos a los chicos, no podemos evitar pensar en los riesgos. Cuando se habla de riesgos, se está pensando en todos aquellos factores vinculados a la estructuración o conformación de cierto tipo de conductas se manifiestan de modo voluntario, con resultados ambiguos o indefinidos que contienen en sí mismos una alta posibilidad de provocar consecuencias negativas, sobre todo a nivel de salud. Incluye de este modo lo individual, personal y subjetivo, como lo social comunitario. Muchos autores sostienen que las conductas riesgosas están siempre presentes cuando tomamos decisiones. Sin embargo, podemos preguntarnos ¿cuándo una persona está en riesgo? o más bien ¿cuándo un adolescente está en riesgo? Un riesgo indica una posibilidad de enfermar o padecer enfermedades o limitaciones físicas, psíquicas y sociales, como así también la posibilidad de desarrollar conductas que pongan en riesgo la seguridad social. Todo riesgo supone relaciones o vínculos. En todos los casos posee implicancias colectivas y sociales. La etapa adolescente, se presenta como una etapa única, por la novedad de los cambios, pero también por los riesgos que pueden presentarse. Cuando tomamos conocimiento, por investigaciones realizadas de la temprana edad que se comienza con adicciones, como la temprana edad en que pueden aparecer enfermedades de Pág

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transmisión sexual, SIDA, o embarazos tempranos como así también manifestaciones violentas, suicidio u homicidio etc. advertimos rápidamente la importancia de actividades preventivas. Es un denominador común a todos la existencia de los problemas que se generan a partir de estos padecimientos y que ubican a los adolescentes y la adolescencia, como un grupo poblacional en especial situación de riesgo. Es preocupante para toda la comunidad, la situación actual, pero también es altamente comprometedor y preocupante poseer estrategias adecuadas para intervenir. La reversión de condiciones de la pasividad a la actividad y el protagonismo, poseen en estos casos muchísima importancia, ya sea pensado desde los jóvenes, como desde los adultos o docentes... Así la conjunción de muchos factores, etapa adolescente, crisis familiar y social, contexto actual condujeron a la pérdida de credibilidad y de ideales, generando en algunos casos verdaderas iatrogenias. Sin embargo, la Escuela y las Instituciones, siguen siendo ámbitos francamente autoritarios y por ende antidemocráticos, en donde la opinión del alumno raramente es tenida en cuenta y los espacios de participación o debate son restringidos, todo lo opuesto a lo esperable, por lo tanto parecería bastante difícil pensar que en este contexto un joven pueda ponerse activo. A la luz de los conocimientos psicológicos y evolutivos, la participación puede ser pensada desde los tiempos personales e individuales. La participación, tal como se la entiende etimológicamente "tornar parte de", supone respeto por el desarrollo y el reconocimiento de que las relaciones entre pares en reiteradas ocasiones permiten el propio conocimiento y no el conocimiento y la cooperación con el otro. Sí puede pensarse que todos éstos aspectos 224

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permiten una gran sensibilización hacia lo nuevo y constituyen un "buen banco de pruebas para el aprendizaje de la amistad y la convivencia social"8. Una participación oportuna y posible puede darse a partir del conocimiento de la problemática adolescente y de la consideración especial de esta etapa con el nacimiento de la intimidad y el descubrimiento del yo, aspectos éstos consolidadores de la personalidad. Es probable que la homogeneidad del aula y la falta de diferenciación en una planificación normativa, junto al escaso conocimiento de la etapa adolescente y sus posibles riesgos, no sean menos importantes que la falta de capacitación, el desprestigio y los salarios docentes. Ya Jurjo Torres -1994- sostiene en su libro El Curriculum Oculto que el análisis del sistema educativo supone una atención sobre los aspectos explícitos pero también sobre los contenidos implícitos. Las interacciones, conocimientos y aptitudes no explicitados, que se transmiten no siempre guardan relación con lo explícito, y la práctica demuestra que generalmente se aprende a resistir con lo implícito, a sortear obstáculos, a deformar mensajes, etc., aspectos estos altamente dominantes en el escenario educativo. Formar para la participación el respeto, la ayuda mutua y la solidaridad en el marco de la democracia supone un cuestionamiento a aspectos homogéneos y obvios, con el propósito de propiciar una revisión crítica que acepte las diferencias y que discrimine otros contenidos más diferenciados y particulares. Asimismo, alumnos y profesores en la búsqueda del conocimiento no pueden ser vistos desde su pasividad sino desde su actividad en la articulación con la realidad y con el compromiso renovado que supone el crecimiento y progreso en todos los ámbitos. La adolescencia como etapa de transformaciones y portadora de cambios ofrece nuevas perspectivas al debate. 8 G. Castillo. Ob. Cit. Pág 69. Pág

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El escenario social, la conflictividad de todos los días, la pérdida de sentido y de significados dan el marco a un desarrollo en donde los cambios parecen converger en desfasajes inesperados e indeseables. La participación en la etapa adolescente está sujeta a las vicisitudes de lo evolutivo y los procedimientos utilizados con los jóvenes deberían ser cuidadosos y prudentes en este sentido. El impulso hacia la madurez está presente a lo largo de todo el desarrollo y las orientaciones educativas de estos años deberán tener como ejes la formación de la personalidad y la formación de la capacidad de relacionarse con los demás. La participación y la autonomía para la cooperación y el respeto tiene su anclaje en la historización del desarrollo, por lo tanto la solidaridad social y la participación y protagonismo, elementos preventivos de los riesgos tal como corresponde a "tomar parte de", " ¿dónde?, ¿cómo?, ¿porqué? y ¿para qué?" serán posibilidades a resolver oportunamente, una vez que el adolescente pueda darse respuestas a sí mismo. Prevenir los riesgos en la etapa adolescente, supone generar espacios de diálogo, de participación, de creación. Indudablemente los jóvenes frente a la realidad actual no encuentran una actitud o mirada adulta, que permita asumir con responsabilidad los desafíos sociales y humanos para superar las complejas y contextuales problemáticas. Asimismo, hay que agregar que la adolescencia como objeto de estudio de disciplinas diversas, pero fundamentalmente psicológicas y sociales, presenta desde las teorías convencionales una ineficiencia descriptiva Y explicativa para valorar las transformaciones actuales. Por último, la compleja realidad, interpela nuestros paradigmas Y nuestras estrategias, mostrando de modo significativo las dificultades de integración de los jóvenes, adultos y docentes en sociedades modernas.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

• BARYLKO,J : "Los hijos y los límites". Ed. Emecé. 1995. • CASTILLO, G: Los adolescentes y sus problemas". Ed. Biblioteca, 1990. España • FILMUS: "¿Para qué sirve la escuela?". Ed. Norma. 1994. • Jaim ETCHEVERRY, G: "La tragedia educativa". Fondo de Cultura Económico. 1999. • LIPOVETSKY, G: "La era del vacío". Anagrama. 1998 • TORRES, J: "El currículo oculto". Morata.1994.

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GUIÑAZÚ, S "Adolescencia y violencia: Su expresión a través de la conducta grupal". Publicado en la Revista: Córdoba, la adolescencia hoy..... Nº3. Facultad de Psicología. U.N.C. Ed. BRUJAS 2002.

ADOLESCENCIA Y VIOLENCIA: SU EXPRESIÓN A TRAVÉS DE LA CONDUCTA GRUPAL Lic. Susana T de Guiñazú Interpretar la violencia de los grupos juveniles en la actualidad, implica analizar la misma desde una doble perspectiva que abarque tanto la dinámica subjetiva que lleva a su inserción en el grupo y su expresión a través del mismo con actos violentos, como la significación que dichos grupos tienen para la sociedad de la cual emergen, siendo éstos, representantes y expresión del imaginario social, en ellos inscriptos. La violencia de los grupos juveniles, parecería responder tanto a un malestar individual como social. Desde lo individual, las frustraciones, abandono, ausencia de respuestas apropiadas a sus necesidades básicas de amor, respeto, contención, orientación, dejan profundas huellas en el individuo que tienden a ser reactivadas durante el proceso adolescente. Lo no resuelto, surge con toda su intensidad ante un yo debilitado y sin recursos efectivos para enfrentar los obstáculos propios del momento. Desde lo social, las contradicciones en los mensajes, la ausencia de una línea directriz clara en la conducción, la promoción de valores que tienden a debilitar el proceso de humanización, aparecen en el imaginario social, como violencia simbólica, violencia que, como "síntoma social", surge en las conductas adolescentes, quienes en su accionar denuncian acríticamente esta situación.

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Hacer una lectura detenida y profunda de esta problemรกtica, implica captar el sentido y significaciรณn individual y social que la misma tiene para el sujeto y/o grupo que la expresa, como para la sociedad que recibe sus impactos. Estudiar la violencia grupal juvenil, nos obliga a replantear nuestro marco de referencia de manera tal, de lograr una lectura ajustada al contexto histรณrico social actual. Analizar esta problemรกtica exige al estudioso de la misma: 1) Amplitud de criterios para su anรกlisis, que debe ser amplio, dinรกmico, multidimensional y plurifascรฉtico. 2) Recordar que la adolescencia: Forma parte de un proceso dentro del ciclo vital que este proceso estรก enmarcado por su propia historia; que aparece como una circunstancia evolutiva de tipo geogrรกfico, temporal e histรณrico; que su estudio requiere un doble abordaje, superficial y profundo. El primero nos da cuenta de los que acontece en el sujeto, el segundo de las motivaciones profundas conscientes o inconscientes que subyacen en la expresiรณn de los mismos. Este abordaje nos obliga a abarcar en nuestra reflexiรณn tanto lo que acontece en el sujeto, como lo que ocurre en el contexto socio cultural e histรณrico que lo enmarca. Desde el sujeto observamos un ser en "transformaciรณn" por la multiplicidad de cambios que debe enfrentar (biolรณgicos, psicolรณgicos, sociales) que lo desestabilizan y obligan a una revisiรณn, reorganizaciรณn, reestructuraciรณn y resignificaciรณn de su vida, en virtud de las nuevas circunstancias, como de las metas biolรณgicas y sociales que debe asumir. Dentro de las crisis vitales, posiblemente sea la mรกs turbulenta, ya que en ella debe elaborar numerosas pรฉrdidas, como resolver la situaciรณn confusional que las mismas le generan. Pone en duda sus identificaciones y antiguos modelos, se da la ruptura de los ligรกmenes Pรกg

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simbióticos de la infancia, por la pérdida de sostén de los antiguos vínculos parentales, lo que genera tanto sentimientos de desvalimiento, como ansias de autonomía, independencia y libertad. Es frecuente observar aquí la parición de antiguos mecanismos defensivos como la negación, introyección, proyección, formación reactiva, que pueden analizarse como mecanismos regresivos al servicio del propio proceso del desarrollo personal, siendo estos, según los recursos yoicos con que cuente, el elemento incentivador para la asunción de los cambios que lo obligarían a la aceptación de su autoimagen, su sexo, y a definir su identidad. La desprotección vivenciada por el adolescente, ante la ruptura de los ligámenes simbióticos que lo unían a las figuras parentales, genera la aparición de un fenómeno típico de esta etapa: los grupos adolescentes. El grupo le permitirá sentirse "contenido", le brindará seguridad, apoyo, pero sobre todo aparecerá como el espacio que le permitirá sentirse "ser y pertenecer". Es vivido como un espacio intermedio entre familia y sociedad; aparece así el grupo como una transición en el que se fusiona lo ilusorio y lo real; lo ilusorio por pertenecer a un sistema que lo protege, lo real porque el grupo los incluye en la sociedad, como seres sociales y sexuales reconocidos. El grupo representa también para el adolescente una transacción, ya que le permite crear una zona imaginaria donde se "manipula lo real" con fuerte sentimiento de omnipotencia, que surge de la cohesión, integridad y fuerza que le brinda la experiencia grupal. El grupo le permite crear su propia estructura relacional, sus propios códigos; lo que le posibilitará "ponerse a prueba" y "poner a prueba a los demás", en una zona protegida. El grupo le permite aprehender lo real y elaborar duelos y ansiedades propios de esta edad. En este interjuego dialéctico entre lo interno y lo externo, entre su realidad subjetiva y su mundo objetivo, representado por el otro, se va introduciendo en la búsqueda y construc-

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ción de su identidad, como en su inserción en la realidad social (no siempre bien aceptada). El grupo representa así en el adolescente, una zona de encuentros y desencuentros. Ser aceptado por el grupo y estar dentro de él, le permite incursionar en un sentimiento de identidad más abarcativo. De esta manera, la es reforzada por el grupo y resignificada a través de él. El grupo Con sus códigos y sistemas de relación, le da responsabilidad y lo "protege" de la responsabilidad social. Esta experiencia, a través de la identidad grupal, genera en el adolescente la aparición de los siguientes rasgos: • Amplia zona de influencia del yo. • Le permite hacer un manejo omnipotente de la realidad. • Facilita la conciencia de que el grupo es una circunstancia transitoria, sin él siente que pierde fuerza subjetiva. • Le brinda seguridad, conciencia de poder, de fuerza, adquirido a través del "prestigio ", ganado dentro del grupo, según el cumplimiento de los códigos impuesto por el mismo. • Le permite el "manipule o " de situaciones conflictivas, lo que lo hace hacedor y descubridor de nuevas relaciones humanas (sanas o enfermas). • Le brinda un nuevo núcleo de pertenencia y referencia, a través de los códigos que cada uno de sus miembros, trae de su antiguo grupo de pertenencia. • Entre los 16, 18 aiios el grupo se abre a lo social identificándose, por lo general, con los "sectores en pugna ", lo que les permite la lucha justificada contra la familia, las instituciones, otros grupos o la sociedad. En otros casos se da la catarsis emocional a través de la cual se liberan de su hostilidad. • El grupo adolescente no es un fin en sí mismo, sino representa una transición en la vida de éste; le sirve para reafirmar su identidad y consolidar su inserción en el medio social.

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Es importante reflexionar sobre: ¿Quiénes integran estos grupos? ¿Con qué historias personales se insertan ellos? Según el nivel de integración yoica de sus miembros, según el nivel de evolución de equilibrio, claridad o desequilibrio y confusión de cada uno de ellos del que ejerce el liderazgo, será la o menor homeostasis del grupo, su funcionamiento sintónico o asintónico, intragrupal e intergrupal, como su nivel de adecuación o no, al medio social. Sabemos que el ser humano construye su subjetividad en un medio social, cultural e histórico. Subjetividad y cultura no actúan en forma independiente, sino que se entrelazan y construyen permanentemente. Así, la cultura se inscribe en los sujetos a través de los grupos sociales, de manera tal que el sujeto aprende y repite consciente o inconscientemente el discurso que cohabita cada época. Cobran aquí importancia los vínculos que se establecen, ya que estas ligaduras conforman complejas estructuras de relación, según respondan a la necesidad de fusión y plenitud a través del otro, de dominio, de sometimiento o de encuentro desinteresado. La raíz de la modalidad vincular la encontramos en la familia, en las primeras relaciones objetales, en los primeros vínculos de amor, en la forma de imposición de los límites, de la ley, de la prohibición, del compartir solidario... Esto le permitirá al sujeto, vivenciar la sutil dialéctica entre gratificación y frustración, fantasía y realidad, le enseñará tanto a compartir como a tolerar las diferencias. El contexto socio-cultural actual brinda modelos de levedad, en donde prima la inconsistencia de la razón, ésta no desapareció sino se volatilizó; en la vida cotidiana se observa la pérdida de sentido de lo grave, se trivializa tanto la vida como la muerte; se observa la tendencia a homogeneizar, intentando que todo sea igual, se niegan las diferencias; se promueve lo placentero, todo es fugaz, se vive el presente como "ya", se niega el pasado a través del "fue", y el futuro es vivido como incierto, desaparecen los proyectos. Se acentúa el individualismo, el hedonismo, el consumismo, el materialismo, el narcisismo. La inscripción de este discurso social en la subjetividad del adolescente, reniega de todos aquellos principios reconocidos como fundantes de una personalidad sana. De esta mane232

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ra, la inconsistencia de los modelos propuestos y las contradicciones, generan sentimientos de inseguridad, descreimiento, confusión en cuanto criterios de autoridad, límites. Observamos en niños y adolescentes la aparición de conductas desbordadas por la ausencia de contención del adulto, como la ausencia de recursos internos para sostener su actuación en el medio. Incumplimiento de normas, actos violentos muestran su insatisfacción y su poca tolerancia a la frustración. Conductas primarias, predominio de la omnipotencia (yo ideal) desechando el esfuerzo y búsqueda que implica el alcanzar los logros propuestos por el ideal del yo. Se observan grupos que se manejan sin control ni contención. En esta nueva lógica cultural que nos atraviesan se entrecruzan discursos modernos y posmodernos; estos discursos contradictorios son los que incorpora el adolescente, apareciendo como consecuencia, un alto porcentaje de caer en "conductas de riesgo social", es decir en conductas que en forma consciente y voluntaria tiene alta probabilidad de provocar situaciones de daño para sí o para el prójimo. Dentro de estas conductas se halla la violencia. La violencia pone de manifiesto no solo "la agresividad instintiva, sino también la racionalidad, lo que hace que la misma no sólo refleje una acción inteligente, sino una intención, una dirección y un mensaje". Tiene múltiples manifestaciones: Simbólica, en tanto niega la presencia del otro; como proceso, ya que no se presenta como hecho aislado sino que se inscribe en una historia y en un contexto; como fuerza, ya que el lenguaje se reemplaza por la acción, por la fuerza con las que se intenta someter al otro, dominar, destruir o cambiar un orden (tiene un fin); como un daño que se produce a otro, puede ser físico o psíquico; como una relación asimétrica, implica el sometimiento de otro, ya sea por relación de fuerza o por ejercicio de poder. Hay una relación de desventaja entre el sometedor y el sometido. De acuerdo a esto la violencia presenta diversas facetas, algunas explícitas otras implícitas, que surgen en las relaciones psicoafectivas humanas. Esta modalidad de relación tanto se observa en la familia, en la escuela, en las relaciones entre pares, en las instituciones laborales, en los medios de comunicación y en la sociedad en general.

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Podemos decir que la violencia "es una forma de interacción humana mediada por la fuerza, en búsqueda de determinados intereses, con una finalidad específica, que siempre produce daño". La violencia aparece como una conducta que expresa el fracaso de la relación interpersonal; quien utiliza la fuerza para comunicarse, pone en evidencia la falta de recursos internos para mediar con el otro a través de la palabra. Revela inmadurez y expresa manifiestamente una conducta regresiva. En la configuración de estas conductas inciden tanto factores personales, familiares, como sociales. En el primer caso, influyen la calidad de las primeras relaciones objetales, la calidad de los mensajes, los modelos identificatorios que brindan las figuras parentales son definitorios. En este sentido la carencia de afecto, la situación abandónica a que son sometidos en los primeros años los niños, la ausencia de límites claros, los mensajes contradictorios, inhabilitan al sujeto para el logro de un proceso humanizante sano, generando frustración y violencia. En el segundo caso, la atmósfera inarmónica, la desintegración del grupo familiar, y la presencia de una cultura familiar aberrante, es generadora de violencia. En el tercer caso, la ausencia de modelos saludables la presencia de mensajes contradictorios, la violación permanente de las leyes y la inconsistencia del sistema para mantener el orden social, es generador de violencia.

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CARDOZO, G Y DUBINI, P. "La juventud violenta: Una expresión de la problemática social actual". Publicado en la Revista: Córdoba, la adolescencia hoy.....

Nº3.Facultad de

Psicología. U.N.C. Ed. BRUJAS 2002.

LA JUVENTUD VIOLENTA: UNA EXPRESIÓN DE LA PROBLEMÁTICA SOCIAL ACTUAL9 Lic. Griselda Cardozo Lic. Patricia Dubini

El impacto de las últimas noticias acerca de los actos de violencia acaecidos en el seno de las bandas juveniles o en instituciones escolares de nuestra ciudact generalmente en barrios inermes y con desventajas en diferentes dimensione~ nos desafía a reflexionar sobre el tema de la violencia que hoy en día no sólo aparece instaurado en pequeños contextos como lo son las grupos de adolescentes, sino también en un contexto mayor como el orden nacional e internacional. Sipartimos de analizar la violencia como proceso es licito recurrir a explorar su génesi~ la causas que la motivan, sus consecuencias y los contextos de realización y legitimación. Por esto es que el presente trabajo apunta a indagar sobre el fenómeno de la violencia en las subculturas juveniles atendiendo a alguno de los múltiples factores que la generan.

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Y VIOLENCIA.

Consideramos que interpretar la violencia de los grupos en la actualidad implica analizar la misma desde una doble perspectiva que abarque tanto la dinámica subjetiva que lleva al 9 El presente trabajo es una síntesis de la ponencia realizada en las III Jornadas de Psicología, 4 y 5 de septiembre de 2001, Facultad de Psicología, U.N.C. Pág

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adolescente a su inserción en el grupo y su expresión a través del mismo, como la significación que dichos grupos tienen para la sociedad como representantes y expresión del imaginario social en ellos inscriptos. Si tenemos en cuenta el proceso evolutivo conocemos la importancia que adquiere el grupo para el joven, el mismo necesita salir de su grupo familiar -romper con el vínculo infantil sostenido hasta el momento- para definir su identidad; necesita de otro grupo primario (entendiendo por tal el grupo en el que se establece una relación cara a cara) formado por sus pares, promoviendo de esta manera su inserción en la sociedad con un rol diferente. Las normas familiares son sustituidas por las del grupo y si una y otras se oponen radicalmente, se produce un rompimiento con la familia y en consecuencia la inserción total en la subcultura de sus pares. Encontramos que cada grupo de adolescentes tiene una fisonomía propia, conformada por normas que le dan un status propio. Comprenden desde las formas de vestirse, un lenguaje singular, la manera de moverse y gesticular, hasta un sistema de valores que les permite manejarse con ciertos códigos tanto hacia el interior del grupo como así también hacia el afuera. Estas características particulares que impregnan al grupo le confieren "identidad grupal" siendo ésta la primera identidad manifiesta de los integrantes a la que se adhieren llevándolos a romper con el orden establecido, si fuera necesario. El grupo procura al adolescente un "estatuto autónomo simbólico" (Ausubel) basado en sus producciones, de carácter provisional, transitorio, marginal y en cierto modo solamente simbólico porque no garantiza derechos y prerrogativas fuera de él, estatuto que en última instancia la sociedad le niega. Los grupos nacen de la marginalidad social de los jóvenes como un intento de remediarla creando espacios de participación. Reproduce "las discriminaciones entre las clases sociales" reforzando la discriminación como hecho socialmente dado, esto se observa en los lugares de reunión, en la cultura de los grupos, valores,

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temas de discusión, actividades. Finalmente Y en relación a la importancia del grupo para los jóvenes diremos que poseen un objeto-meta explícita o implícitamente en función de las cuales el adolescente puede llegar a hacer desde los actos más sublimes hasta los más crueles. Ahora bien... qué sucede con grupos de jóvenes en los que el fin es en sí mismo la expresión de la violencia? Siguiendo a Lutte, existe un lazo estructural entre la formación de grupos y la conducta desviada en la adolescencia, dado el carácter marginal del joven respecto de la sociedad adulta. Las actividades "desviadas" son generalmente una desviación de grupos, de bandas que a menudo nuclean a los más marginales. La banda difiere de otros grupos al ser por esencia más agresiva y destructiva, sus actividades tienen por meta obtener resultados concretos exigiendo mayor cohesión y solidaridad entre sus miembros; en su seno se concede mayor importancia al secreto y al contacto y proezas físicas, imponen sanciones más severas a quienes transgreden sus normas, a tal punto de llegar a pagar con la muerte. Si bien, las bandas juveniles no son privativas de una clase social, la desviación es más visible en los barrios populares y están sometidas a un mayor control policial y estigma social. Los comportamientos desviados pueden interpretarse como expresión del malestar de los jóvenes en la sociedad, como una forma exasperada de lograr identidad, protagonismo y participación, una forma de comunicarse y de situarse socialmente. En los casos más extremos, cuando se pierde toda esperanza de transformación e inclusión pueden expresar sencillamente el resentimiento. Según Avanzini, el adolescente que se adhiere a una banda se encuentra motivado por la necesidad de compensar ciertas frustraciones. La banda responde a la necesidad de afecto que pueden tener algunos adolescentes Y que no la encuentran en su hogar o para verse libres de la soledad y el abandono. También ofrece seguridad ante un mundo que se ofrece como "destructivo". Ofrece un sentimiento de valorización frente al sentimiento de inferioridad que suponen las frustraciones.

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En estos grupos se produce un acostumbramiento a la violencia, en alguna medida resultado de una socialización afectada por hechos violentos; así, la agresión aparece legitimada como una forma de resolución de conflictos y como meta para adquirir una posición social. La relación de pertenencia que el grupo otorga tiene tal sentido e intensidad, que todas sus maniobras y actuaciones están justificadas en la pertenencia misma, produciendo un proceso de desculpabilización personal acentuando el anonimato. Muchas veces la violencia no se disimula, al contrario, se la exhibe con orgullo, como forma de provocación. Ya el mismo "look" más extremado y menos convencional, denota una actitud más activa y hasta agresiva. Las bandas son constructoras de espacios, delimitan territorios (esquinas, plazas, calles, barrios...); un espacio que le permite la oposición simbólica entre un "afuera" y un "adentro"; entre una identidad propia y otra ajena; un espacio que aporta sentido de pertenencia.

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Los grupos en tanto representantes del imaginario social asumen características que son expresión de sus conflictos y contradicciones. Echando una mirada a nuestra realidad cotidiana observamos que en el mundo actual el clima social se encuentra signado por graves conflictos sociales, y transformaciones culturales en cuyo seno emergen manifestaciones de violencia cotidiana. Vivimos inmersos en un orden violento10, que se manifiesta en todos los escenarios de la vida social, sin distinción de edades y género, en las formas de dirimir conflictos, diferencias, en las luchas de poder, en las relaciones familiares, interpersonales, interinstitucionales, en la vida cotidiana, en el imaginario colectivo, en las representaciones culturales. 10 Entendido como conjunto de representaciones y formas de relaciones interhumanas y sociales dominantemente pautadas por la violencia 238

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Entendemos que es desde esta perspectiva en donde se inscribe la violencia de los grupos juveniles, pareciendo responder a un malestar tanto individual como social. Por ello es que consideramos que el acto violento no debe leerse como un acto sino como un "proceso y como una señal". Una sociedad como la nuestra que atraviesa por una profunda crisis económica, ve aumentar a diario los conflictos sociales, y en consecuencia la espiral de marginalidad lleva implícita mayores índices de violencia y delitos. En Córdoba nos encontramos que en los últimos tiempos estos indicadores son factores que recrudecen las características de grupos marginales portadores en sí de la violencia, cuyas expresiones se tornan más dramáticas si están asociadas al consumo de alcohol y drogas. El discurso económico neoliberal dominante, lleva implícito el mensaje del consumo como paradigma social, en donde se sobrevalora el éxito y el poder; valores que aparecen siempre, bajo el signo de la apropiación: del trabajo, los espacios sociales ... Asimismo asistimos a una desvalorización de la palabra, a la transgresión del código social, al predominio de la imagen y lo sensorial, sobre la palabra y la racionalidad, con la consecuente precariedad de los lazos sociales llevando al "individualismo" en lugar de la conquista de la "individualización" Un marco sociocultural con estas características, genera "conductas antisociales", que en el caso de los jóvenes se manifiestan de un modo más intenso y dramático. Su inserción en el orden Social se concreta a través de la violencia, llevándolos a construir su identidad social desde la "exclusión". Tal dinámica de exclusión se cristaliza en la estigmatización de los grupos construyendo desde lo social representaciones asociadas a la peligrosidad reflejados en estereotipos como rasgos físicos y vestimentas que los hacen sospechosos, llevando en última instancia a un rechazo más cruel por parte de la sociedad. A modo de ejemplo esto sucede con grupos fieles al cuarteto, o aquellos constituidos a partir de las barras de fútbol Talleres-Belgrano-Instituto.

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Por esto es que consideramos que sería una ilusión desprendernos de éste nuestro tiempo, de la cultura y los acontecimientos que nos pertenecen. El sujeto y el grupo adolescente contienen y expresan las contradicciones que el funcionamiento social ha creado. La cultura moderna, por los factores antes señalados, favorece la liberación de los impulsos agresivos de una manera directa y no siempre sublimada, siendo además la adolescencia una etapa en la que la palabra no logra contener el desborde corporal y la actitud violenta parece irrefrenable; en los grupos la violencia y el conflicto social quedan anudados en el actuar. Creemos así que tal vez interrogamos hoy por sobre la impulsividad adolescente, las exigencias pulsionales y las confrontaciones con el contexto, nos acercaría a explicar la facilidad de los acting. Se observa a diario que la falta de oportunidades reales de desarrollo incide de un modo significativo en la emergencia de conductas violentas. Los bienes materiales y servicios educativos son sólo alcanzados por algunos, siendo para los demás una fuente cotidiana de frustración y desilusión; que unido a la falta de perspectivas futuras claras, que favorezcan en los adolescentes la inserción en el mundo adulto y en particular en el mercado laboral, generan un gran escepticismo y una actitud inmediatista. La violencia pertenece al presente, ignora el futuro; donde hay proyecto posible y factible de llevarse a cabo ésta no emerge fácilmente. Cuando el tejido social se encuentra tan debilitado y son frágiles o insuficientes los diferentes vínculos y ámbitos de contención afectiva y de sostén social para el joven (familia, escuela... ), cuando la creación de vínculos e inserción en ámbitos adultos aparece tan dificultada, el grupo se puede convertir en el único ámbito que otorgue identidad e integración, pudiendo por lo tanto perder su carácter transitorio y transicional, al decir de F. Moujan, denunciando el fracaso de la lucha por la identidad a nivel social. Con esto queremos significar que las condiciones de pobreza crítica en la que algunos sectores sociales se encuentran inmersos, conjuntamente con el "síndrome de depriva240

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ción"11 que la misma genera, producen por medio de un proceso diferencial de socialización, mayor vulnerabilidad psicosocial en los grupos de jóvenes. En consecuencia, la estructuración y organización subjetiva construidas a partir de condiciones de existencia precarias y vulnerables, se expresarán en actitudes, normas de comportamiento, valores diferenciales que dificultarán el acceso a otros patrones dominantes de conducta. Violencia social y daño psíquico como efectos del desempleo o precariedad en la subsistencia, son una de las dimensiones actuales donde se advierte la implicancia de las condiciones de existencia y su condición de lazo social. Débil sostén que complica las estructuración psíquica al liberar componentes agresivos y narcisistas volcados hacía sí o los otros. Como refiere Agudelo (1995): "es la violencia ubicua y omnímoda sustituyendo la palabra, el argumento, acallando la razón, creando héroes y norma, regulando los tiempos, los espacios, los gestos, las palabras y las ideas, destruyendo el disfrute, los sueños, la vida"

11 La relación establecida por Winnicott, entre la deprivación y los actos delictivos y la delincuencia, es posible considerarla a nivel colectivo en términos de vulnerabilidad subjetiva y de exclusión social. "La realidad se derrumba cuando los "otros" que confirman pierden su significado para la persona que trata de ubicarse o hallar un lugar en la sociedad" (Bell, 1992)

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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ROSALÍA MONDELO. "El fracaso escolar. ¿Quiénes fracasan?. Publicado en "Fracaso Escolar". Ed. Atuel. Bs As 2001.

EL FRACASO ESCOLAR: ¿QUIÉNES FRACASAN? Rosalía Mondelo12 El tema de fracaso escolar, ha adquirido en la actualidad dimensiones altamente preocupantes y hasta se podría expresar, sin caer en un negativismo, en una devastadora acción en la cual aparecen dos grandes situaciones: la exclusión del alumno -de un saber- y la responsabilidad desmedida del docente -que queda como único responsable. En toda situación educativa, que implique el fracaso, lo que en realidad está fracasando, es el modelo teórico con el que se pretende explicar e interpretar la enseñanza y el aprendizaje, y a su vez, los modos de intervención pedagógica que efectúan los docentes. Frente a los porcentajes tan altos, tanto en la repetición como en la deserción, modos explícitos del fracaso escolar, cabría preguntarse si las razones son sólo pedagógicas, o hay algunas otras, otorgándole a este tema, la categoría de complejidad.

PARADOJA

DE UNA REALIDAD MÚLTIPLE

Pareciera que hoy, en la agenda política e ideológica de las naciones de América Latina, no se vislumbran proyectos que puedan generar cambios sociales, políticos y económicos, que redunden en la estructura interna de la propia escuela y en el Sistema Educativo. 12 Profesora en Ciencias de la Educación. Directora Pedagógica del Colegio Nuevo Día. Especialista en Didáctica de la UBA, docente titular de Pedagogía Especial de la Universidad de Luján, docente de Didáctica Especial de la UBA. docente de Pedagogía Especial de la UAI, capacitadota docente del I.S.F.D. Nº 45. Pág

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No sólo va en aumento la población escolar que fracasa, sino también la inequidad, la falta de trabajo, la violencia, la ausencia de seguridad y la salud resquebrajada. Podría considerarse a este tema, por lo tanto, dentro de un sistema social que revise sus políticas de control y regulación, y que a su vez recupere un sistema de valores y redes, que permitan el acceso de las mayorías y las minorías, pudiendo integrarse dentro de un nuevo sistema social que pondere la Integración cultural, con la inclusión de las diferencias y diversidades culturales. Sin caer en un discurso optimista, ni entusiasta, es preciso que se investigue este tema desde múltiples miradas, sin excluir del análisis, la relación que este aspecto tiene con el poder y sus implicancias. El mundo simbólico que predomina toda relación en la enseñanza y su vinculación con el alumno, es la misma que se da entre la desintegración del material (pérdida de la producción) y la integración simbólica (emancipación y participación del sujeto). Esta gran brecha dada en el plano social, se da a su vez en lo educativo. Mientras una gran mayoría, queda excluida al bienestar material, se expande cada vez más el acceso a bienes simbólicos, como la televisión, la educación formal y la informática. Por lo tanto toda situación que implique fracaso queda enmarcada en una ley de exclusión, de marginación, de despojo, siendo desde una visión histórica, como una existencia de orfandad, donde el sujeto pierde su identidad al reconocerse en lo colectivo. Parece que esta ausencia de perspectiva personal (fracaso personal) aparece a su vez en lo local y en lo nacional.

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Dentro de este contexto social, esta desazón e incertidumbre puede ser generadora a su vez de líneas que propicien proyectos de vida, integrando el espacio público y privado, hacia fronteras más abiertas y democráticas. Es preciso, definir una sociedad en la que el despliegue de la subjetividad, genere emancipación y derecho a la diferencia.

PROFECÍAS,

MITOS O VERDADES

El fracaso escolar, sólo se da en la escuela común, o también puede indagarse la escuela especial. ¿Es posible pensar que puede considerarse el fracaso dentro del sistema que recibe a muchos de los que fracasan en lo común? Es preciso considerar, que es un tema abarcativo de todos los niveles del Sistema Educativo, por lo tanto incluye a la escuela especial del mismo modo. El paradigma social como el pedagógico es hegemónico y homogéneo, por lo que, en la escuela, más allá de su modalidad, hay una reproducción social constante, continua, repetitiva y de exclusión, por lo que el saber no es el centro de acceso para todos, sino para algunos. Donde la enseñanza de calidad la reciben pocos, los otros fragmentos de ésta. Donde lo simbólico está "partido", por lo que el sujeto queda barrido desde el comienzo por una ausencia en el sistema de conceptualizaciones pluralista, pues predomina la mirada única y dogmática. Será cuestión entre los profesionales, y desde el campo intelectual, reafirmar mitos y profecías, o develar palabras para ir aproximando y construyendo Verdades. En la actualidad el sistema vigente constituye esencialmente un sistema fragmentado de formación y calificación, no generando espacios de formación continua, a todos los ciudadanos, para poder acceder a trabajos diversos y múltiples. Ante la pérdida de vigencia de Pág

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los conocimientos será preciso revertir esta situación límite, para no aumentar el fracaso escolar tanto dentro como fuera del sistema. Habría que revisar tanto en las prácticas educativas, como en los modelos teóricos educativos, los criterios y formas de selección y relación de contenidos que circulan en la escuela y más precisamente en la enseñanza, eje de la formación de ciudadanos. Si el paradigma que se va construyendo es el del conocimiento, este no puede ser visto ni restringido ni selectivo, sino a partir de conocimientos generales, de acceso a rodos, para lograr luego la especialización o especificidad. La característica de la actual revolución científica y tecnológica será siempre el cambio, lo que implica una revisión filosófica y epistemológica de las conceptualizaciones que atraviesa la enseñanza y esta característica constitutiva del sujeto y las transformaciones. Se sabe, o al menos se sospecha, que el fracaso, está muy unido a políticas sociales, económicas y educativas muy conservadoras, lo que plantearía una gran dicotomía: ser preservador estricto de conocimientos o un gran mediatizador de cambios, lo que implicaría, un giro en el modo de entender la enseñanza, la dificultad de aprendizaje, y por ende, es probable que el concepto de Fracaso Escolar sea resignificado. Desde esta perspectiva, podríamos planteamos algunas ideas que propician algunas teorías y paradigmas, con una visión amplia, no restrictiva y compleja. Este nuevo paradigma de intentar explicar por qué ocurre el fracaso escolar, plantea las siguientes cuestiones: Plantear el fracaso escolar no desde una perspectiva unilateral, ni en categorías, tales como déficit, dificu1tades de aprendizaje o retrasos madurativos, dando como causa sólo el alumno o el ambiente familiar o social. Se sabe ya, que todo programa centrado en las posibili246

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dades individuales, ha dado poco o escaso resultado, por lo que no se erradicó el fracaso escolar. Será importante conceptualizar este problema desde una perspectiva múltiple combinada, pretendiendo el trabajo desde lo interactivo, recíproco, desde una dinámica y estructura dialéctica. Porque en las escuelas como en los profesorados, aquella perspectiva no se ha extendido, estando todavía vigente el modelo tradicional y en objetivos existentes, por lo que el error no es constructivo. Reveer dentro del modelo pedagógico, que ocasiona tanto el fracaso escolar, el propio germen para la nueva postura pedagógica. Construir una pedagogía y una didáctica en la que el trabajar cooperativamente el intercambio y la conformación permitan que surjan las actividades socio-cognitivas. El nuevo paradigma para resolver el fracaso escolar, requiere de una gran formación profesional, desde el conocimiento de la personalidad, como su diversidad y la singularidad de cada sujeto. Este nuevo mirar propone volver a instaurar o recuperar el clima de confianza en cada niño y docente, donde la acción no sea de enfrentamiento sino de confianza. El concepto de grupal, cultura, respeto por las similitudes y diferencias, no son discursos, son acciones pedagógicas y teorías constantes. La heterogeneidad es el modo de resolver los agrupamientos, sin descuidar la individualidad. Las dos dimensiones coexisten: lo que lleva a una rigurosidad en la toma de decisiones, tamo en la evaluación total como en la promoción. Pág

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Puede parecer que dicho planteo, en el que el fracaso escolar se resignifica desde un lugar donde el proceso indica y expresa la situación en tanto el sujeto es el que lo constituye con un otro sujeto (par. adulto, familia, etc.), es imposible o todavía una utopía, pero pequeñas y grandes experiencias van dando cuenta, desde las investigaciones, de las posibles preguntas y respuestas, de qué y cómo resolver este problema. Parafraseando a Henry Giroue: "Separar la teoría de la práctica es una de las trampas con la que se refuerza a los profesionales, de ser meros replicadores. Propiciar el rol docente, como disertadores culturales, supone preguntamos, permanentemente acerca de la teoría y práctica, que están determinando al entorno. La teoría crítica, la crítica a la teoría y práctica, implica a quien la dice a quien la habla, pero también al que la recibe: Es el fracaso escolar del alumno (el que recibe) o del docente el que dice."

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UN SÍNTOMA DE NUESTRA CIVILIZACIÓN Jorge Sosa* El malestar en la cultura tiene hoy una de sus manifestaciones más evidentes en el campo de la enseñanza. A diario nos encontramos con profesionales de este campo que nos hablan de que se sienten desbordados por la situación. Por otra parte, a los servicios de salud mental infantil nos llegan, cada vez con más frecuencia, demandas de maestros o de directores de colegios, para que determinado niño sea medicado, argumentado que "no lo pueden soportar más", que "va a perder el curso", que "no se está quieto en clase", que "no se concentra" o que "podría tener un rendimiento más alto pero no quiere esforzarse". Sin embargo, cuando escuchamos a esos sujetos, niños o adolescentes, no podemos evitar sentir, en algunos casos, que hay cierto abuso por parte del sistema educativo o de la sociedad en general hacia ellos, una falta de respeto por su particularidad y también un desconocimiento, evidentemente producto de la "amnesia infantil" de los adultos, de las cuestiones que están en juego en ese período de la vida. La sexualidad infantil complejo de Edipo, la angustia de castración, la con moción que produce la maduración sexual en la adolescencia, los imperativos superyoicos, descubrimientos del psicoanálisis que apuntan a una "realidad psíquica" con la que hay que contar, son sistemáticamente "olvidados" en los programas y en las prácticas educativas. Esta amnesia infantil, que es uno de lo nombres que Freud dio a la represión, es una de las causas del malestar en la enseñanza y por lo tanto, el llamado "fracaso escolar" no debería ser puesto únicamente a cuenta de los alumnos o de la gestión de los recursos educativos. Este fra* Psicoanalista. Psicoanalisra. Miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis (España) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).

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caso es más complejo y nos interroga a todos, pues compromete a la subjetividad de nuestra época. Cuando escuchamos hablar a los políticos o a los intelectuales, constatamos a menudo que sus declaraciones tienen un punto en común: codo aquello que la ciencia no puede solucionar -en general se trata de los problemas generados por las relaciones humanas- lo debería solucionar la educación. "Educación" es la palabra mágica con la que muchas veces se cierran los debates, parece que todo el mundo fuera a estar de acuerdo con eso. Pero en el fondo no es así, porque cada uno sabe a su manera que no todo lo que no marcha bien es educable. Esta idealización del poder de la educación es en cierta forma una cobardía y no hace sino aumentar la sensación de fracaso y callejón sin salida, además de caer como una losa sobre los que trabajan en ese campo y que constatan, día a día, los límites de su práctica. La educación comienza desde los primeros días de vida, digamos desde el momento en que una madre hace dormir al bebé a determinadas horas y lo alimenta según cierto ritmo. A partir del momento en que se instaura esta relación de dependencia respecto a ese gran otro materno, podemos decir que el sujeto está en situación de empezar a hacer suyos los valores morales de una cultura. Como dice Freud, "la indefensión original del ser humano conviértese así en la fuente primordial de todas las motivaciones morales"13 La educación apunta entonces a una regulación y en cierta forma a un sometimiento de la vida pulsional del niño con la finalidad de producir un sujeto ordenado según el régimen de goce de una cultura determinada. A esta estructura responde la fórmula que Lacan llamó "discurso universitario", en donde vemos producirse un sujeto a partir de su condición primera de puro objeto. Se podría decir que en toda educación hay un ideal de dominio y en consecuencia una tensión estructural entre el ideal al cual el sujeto debes someterse y lo 13 Freud, Sigmund: "Proyecto de una Psicología para neurlogos" Obras Completas. 250

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particular de su goce, es decir, esa parte de la vida pulsional que se muestra irreductible a los ideales y que los adultos hemos conseguido "olvidar" pagando a veces un alto precio. Pero si esa parte indomable de la sexualidad ha sido reprimida por los adultos, nos encontramos con que maestros y profesores, igual que no ocurre a los padres, se encuentran "expuestos" en el ejercicio de su función a un "retorno de lo reprimido", es decir a que determinados síntomas o actitudes de los niños evoquen en ellos una satisfacción pulsional inconsciente que despierte su angustia. Por eso en estas demandas de medicación o de cualquier otro tipo de intervención que apunte a borrar el problema de un plumazo de modo que ya no haya que hacerse más preguntas, deberíamos reconocer la respuesta angustiada del adulto ante la emergencia de lo real de su inconsciente, algo de lo que nadie quiere saber, según Freud, excepto quizás el que ha hecho un Psicoanálisis. En este contexto, es muy interesante la lectura del libro de Anny Cordié titulado "Malestar en el docente". El impacto que ha causado entre profesionales de la educación que lo han leído, da la medida de lo importante que es en este momento la introducción de la hipótesis del sujeto del inconsciente en el campo de la enseñanza. Las teorías de Freud y de Lacan así como los efectos formativos de la experiencia psicoanalítica, no son, en efecto, propiedad de los psicoanalistas. Tener en cuenca la realidad del inconsciente es algo que puede arrojar nuevas luces en otras prácticas y especialmente en aquellas que, como la pedagogía, no son reducibles a una técnica, sino que implican una apuesta, ya que hay algo de los resultados que no se puede calcular de antemano y por lo tanto lo único que puede sostener al practicante es su deseo. En un pequeño texto de Freud, titulado "La psicología del colegial", podemos apreciar la complejidad de lo que está en juego en la relación de enseñanza y ver por qué todo esto no puede ser completamente objetivado, programado, codificado y evaluado. Fechado en el año 1914, fue publicado en el libro de oro que conmemoró el cincuenta aniversario del colegio al que Freud asistió para cursar sus estudios secundarios. En el momento de escri-

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bir/o, Freud era ya un científico reconocido en casi todo el mundo, aunque como él mismo lo dice, no tanto en su propia patria. Después de una introducción en la que evoca esta situación y los sentimientos que se despiertan en él cada vez que se encuentra con alguno de sus antiguos profesores, escribe: "La emoción experimentada al encontrarme con mi antiguo profesor del colegio me conmina a una primera confesión: no sé qué nos embargó más y qué fue más importante para nosotros: si la labor con las ciencias que nos exponían o la preocupación por las personalidades de nuestros profesores. En todo caso, con éstos nos unía una corriente subterránea jamás interrumpida, y en muchos de nosotros el camino a la ciencia sólo pudo pasar por las personas de los profesores: muchos quedaron detenidos en este camino y a unos pocos -¿por qué no confesarlo?- se les cerró así para siempre." Vemos aquí la duda de Freud sobre qué fue lo más importante del colegio a la hora de influir en su pasión por el saber y la .investigación. Por un lado está lo que enseñaban los profesores, el saber referencial más o menos interesante; por otro está la persona del profesor, la relación que se establecía con él, y en este aspecto no entra solamente la manera como enseñaban, su técnica, sino algo más subterráneo, algo que ponía en juego otros aspectos más particulares del profesor y del alumno. Se percibe entonces que para Freud lo que está en juego en la relación entre maestro y alumno no se reduce a los contenidos, a las técnicas utilizadas para la transmisión de esos contenidos y a los mecanismos cognitivos que se ponen en juego, sino que hay otro saber en juego, un saber que es el saber del inconsciente, es decir, lo que cada uno de los participantes en esa relación pone en acto sin ser consciente de ello, pero que no obstante crea una "corriente subterránea" que preside todos los intercambios entre profesor y alumno. Freud explica a continuación en qué consiste ese saber inconsciente. Refiriéndose a los profesores escribe: "Los cortejábamos o nos apartábamos de ellos; imaginábamos su probablemente inexistente simpatía o antipatía; estudiábamos sus caracteres y formábamos o

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deformábamos los nuestros, tomándolos como modelos. Despertaban nuestras más potentes rebeliones y nos obligaban a un sometimiento completo; atisbábamos sus más pequeñas debilidades y estábamos orgullosos de sus virtudes, de su sapiencia y su justicia. En el fondo, los amábamos entrañablemente cuando nos daban el menor motivo para ello; más no sé si todos nuestros maestros lo advirtieron. Pero no es posible negar que teníamos una particularísima animosidad contra ellos, que bien puede haber sido incómoda para los afectados. Desde un principio tendíamos por igual al amor y al odio, a la crítica y a la veneración." Esta "ambivalencia" que experimenta el alumno ante el profesor, llega a veces a sorprender a este último, incluso a angustiarle, pues no alcanza a explicarse el por qué de esas fuertes pasiones, no sabe cómo responder a unas actitudes que lo desconciertan por su virulencia o su desproporción con lo que ha ocurrido en la realidad. A la pregunta de por qué se da esta ambivalencia hacia el profesor, Freud se remite a los descubrimientos del psicoanálisis. Éste ha demostrado, según él, que "las actitudes afectivas frente a otras personas, actitudes tan importantes para la conducta ulterior del individuo, quedan establecidas en una época increíblemente temprana. Ya en los primeros seis años de la infancia el pequeño ser humano ha fijado de una vez y por todas la forma y el cono afectivo de sus relaciones con los individuos del sexo propio y del opuesto; a partir de ese momento podrá desarrollarlas y orientarlas en distintos sentidos, pero ya no logrará abandonarlas. Las personas a las cuales se ha fijado de tal manera son sus padres y sus hermanos. Todos los hombres que haya de conocer posteriormente serán, para él, personajes sustitutivos de estos primeros objetos afectivos (quizás, junto a los padres, también los personajes educadores), y los ordenará en series que parten, todas, de las denominadas imágenes del padre, de la madre, de los hermanos, etc. Estas relaciones ulteriores asumen, pues, una especie de herencia afectiva, tropiezan con simpatías y antipatías en cuya producción escasamente han participado; todas las amistades y vinculaciones amorosas ulteriores son seleccionadas sobre la base de las huellas mnemónicas que cada uno de aquellos modelos primitivos haya dejado." Pág

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El docente se ve implicado, aunque no quiera, por los procesos inconscientes de sus alumnos; hereda ciertas relaciones ya establecidas por éstos con sus objetos primordiales y se encuentra colocado en un lugar que él no ha elegido y que puede incluso ponerlo en dificultades. Dos ejemplos pueden ilustrar este punto. El primero: un profesor que había evitado enfrentarse hasta entonces a la paternidad debido a los avatares de su propia relación con su padre tuvo su primera crisis de angustia cuando un alumno le confesó que era como un padre para él. El segundo: un maestro que no podía dejar de reproducir con sus alumnos cierto tipo de situaciones violentas cayó en la cuenta, en su análisis, de que se trataba de la repetición de una escena reprimida de su propia historia infantil. En los párrafos siguientes el texto Freud se va a referir a lo que le sucede al niño a partir de la segunda infancia, es decir cuando empieza a experimentar lo que está más allá del universo paterno: "…de todas las imágenes de la infancia, por lo general extinguidas ya en la memoria, ninguna tiene para el adolescente y para el hombre mayor importancia que la del padre... El niño pequeño se ve obligado a amar y admirar a su padre, pues este le parece el más fuerte, bondadoso y sabio de todos los seres;… Pero muy pronto se manifiesta el cariz opuesto de tal relación afectiva. El padre también es identificado como el todopoderoso perturbador de la propia vida instintiva; se convierte en el modelo que no sólo se querría imitar, sino también destruir para ocupar su propia plaza". Podemos ver que para Freud el papel del padre no se reduce al de perturbador o interdictor, sino que cambien aparece como transmisor de un modelo que permite cierta solución al problema de la satisfacción de las pulsiones. La transmisión de la ley está marcada por las particularidades del padre; esa figura que aglutina en el inconsciente del sujeto la instancia de la prohibición y la del derecho al goce. No se trata por tanto de domesticación de las pulsiones sino de "destino" de las pulsiones. Freud continúa: "En la segunda mitad de la infancia se prepara un cambio de esta relación con el padre, cambio cuya magnitud no es posible exagerar. El niño comienza a salir de su 254

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cuarto de juegos para contemplar el mundo real que lo rodea, y debe descubrir entonces cosas que minan la primitiva exaltación del padre y que facilitan el abandono de este primer personaje ideal. Comprueba que el padre ya no es el más poderoso, el más sabio y el más acaudalado de los seres; comienza a dejar de estar conforme con él; aprende a criticarle y a situarle en la escala social, y suele hacerle pagar muy cara la decepción que le produjera. Todas las esperanzas que ofrece la nueva generación -pero también todo lo condenable que presenta- se originan en este apartamiento del padre. En esta fase evolutiva del joven hombre acaece su encuentro con los maestros. Comprenderemos ahora la actitud que adoptamos ante nuestros profesores del colegio. Estos hombres, que ni siquiera eran todos padres de familia, se convirtieron para nosotros en sustitutos del padre... Nuestra conducta frente a nuestros maestros no podría ser comprendida, ni tampoco justificada, sin considerar los años de la infancia y el hogar paterno." En este caso Freud se refiere a los profesores del colegio secundario, pero la idea es válida también para las demás situaciones. La relación del alumno con el maestro no es una relación completameme transparente, que parte de cero, sino el lugar privilegiado en donde el alumno va a reproducir sus primitivas relaciones con los personajes idealizados de su primera infancia. Esto no quiere decir que todo sea repetición -hay lugar para lo nuevo, para la modificación o el enriquecimiento- pero lo importante consiste en que la relación pedagógica se apoya en un substrato inconsciente que ya está ahí y que no debe ser obviado si se quiere entender realmente lo que ocurre en la enseñanza. En los casos de fracaso escolar podemos encontramos con diferentes tipos de problema: los síntomas del niño, que le impiden alcanzar determinados objetivos de la educación o la enseñanza; las dificultades de los padres, las de los maestros... Hay casos que se resuelven casi exclusivameme en el tratamiento con el niño, y con poca intervención de los otros elementos. Hay otros en que la solución depende más de una intervención dirigida a los padres

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o a alguno de ellos. Y también están los casos en que el maestro ha convertido al niño en su síntoma y su lucha apasionada por educarlo o instruirlo no es otra cosa que la lucha contra su propio inconsciente. En estos casos, a veces no hay otra salida que apoyar a los padres o al niño en la decisión de cambiar de clase o de colegio. En todo caso, ante el sentimiento de impotencia que a veces nos invade a todos ante el problema del fracaso escolar entendido como síntoma de nuestra civilización, no es desde luego desdeñable recordar la fórmula de Lacan acerca del "poder de los imposibles"14. El hecho de aceptar que la vida pulsional del niño no es en absoluto reducible a nuestros ideales de dominio abre una perspectiva completamente distinta para entender el campo de fenómenos que denominamos fracaso escolar. Hay aspectos que nos remiten a la clínica de cada caso, pero hay otros que no son sino el síntoma de una civilización que pretende vivir en la ignorancia acerca de lo real del sexo y de la muerte. Es el momento de referimos, aunque sea muy brevemente, al auge actual de las teorías cognitivistas. No hay duda de que la buena acogida que tienen estas teorías en el campo de las ciencias de la educación, se debe en gran parte a que proporcionan una coartada inteligente y elegante a aquellos que no quieren reconocer el papel del inconsciente en los procesos de aprendizaje. La crítica que desde el psicoanálisis se puede hacer al cognitivismo se condensa de manera brillante en este párrafo del libro de A. Cordié: "Este enfoque (el cognitivista) resulta intelectualmente seductor pues apela a la razón, a la reflexión y a la voluntad. Habría un error en la apreciación de la realidad y este error, del que derivan trastornos psicológicos (depresión, fobia, etc.), podría corregirse a través de un aprendizaje adecuado. El sistema (consciente) de creencias erróneas se vería así revisado y reelaborado en una suerte de "gestión de sí mismo"15.

14 Lacan, Jaques: El Seminario, Libro 17, problemas cruciales del psicoanálisis, Ed. Paidós, 1992 15 Cordié, Annie: Malestar en el docente, Ed. Nueva Visión, 1998 256

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¡Es verdad! Todos queremos de alguna manera identificamos con un yo fuerte, autónomo, capaz de elegir de modo racional lo que deseamos, capaz de dominar nuestras pulsiones; y con igual fuerza luchamos por olvidar nuestras servidumbres inconscientes, nuestra cobardía, nuestros deseos inaceptables. De ahí que esta teoría sea perfecta para sostener la ilusión de una pedagogía científica capaz de eliminar la variable "inconsciente" en nombre de un saber "objetivo" sobre los procesos cognitivos del yo. Pero los síntomas están ahí para recordarnos que la realidad del inconsciente es terca y que el yo está más a su merced cuanto menos quiere saber de ella. Esta "realidad psíquica", como la calificó Freud, es algo con lo que se debería contar en todas las prácticas con sujetos, por las mismas razones que contamos para otras cosas con las leyes de la física, es decir, para no estrellamos.

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EL FRACASO DEL ESCOLAR Mariel Adán16 Todo lo escrito se escribió antes; en las historias de niños y niñas que concurren a la escuela, por ejemplo. Pero la escritura nos asegura la aventura de poder atravesar la experiencia y armar con distintos registros simbólicos, nuevas versiones y nuevas preguntas. Así es que, la intención de este texto dentro de la publicación sobre fracaso escolar, es mostrar hacia cuantos lugares nos puede trasladar el concepto mismo de "fracaso escolar". Inicialmente menciono al fracaso, como fenómeno que se describe en apariencia en el contexto escolar, pero espero poder encontrar a lo largo de algunas consideraciones que, así como se lo puede pensar corno fenómeno producido por el efecto de determinados factores, también se lo puede pensar como drama y trama tejida por distintos actores que según el relato de la historia pueden resultar o no protagonistas. Desde otro punto de vista, creo necesario señalar que considero que en eso que se llama "fracaso escolar" se encierra casi como un enigma "EI fracaso del escolar". En ésta última línea del análisis uno podría plantear qué hay de la idea de fracaso en la escuela, en este momento histórico social donde circula un valor concreto de éxito-fracaso como elemento determinante de la pertenencia o la exclusión al grupo social, escolar. Cómo se describe a este sujeto escolar en este contexto institucional escuela... y en definitiva cuál es el fracaso de este escolar.

16 Psicopedagoga del Instituto Infancias. ex-concurrente del Hospital Elizalde, Servicio de Psicopatología, y Coordinadora de! Departamento de Aprendizaje de los Consultorio Médico-especializados de Caseros 258

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Sobre esto último, una apreciación ligera sería decir: el fracaso de este escolar es que "no aprende". Coloco este encomillado como señal de que no acuerdo con el concepto de que no aprende. Por otro lado, no siempre el "fracaso del escolar" tiene que ver con una dificultad de aprendizaje. En otros casos, el escolar no aprende porque no se acomoda al formato esperado por determinados valores instituidos en el contexto escolar, (dígase tiempos y programas, expectativas evaluativas de los docentes, tendencia instituida a homogeneizar a los participantes de dicho contexto) y tiene todo su caudal simbólico disponible para tejer el síntoma. Desde la práctica y acá es donde nuestras acciones siempre nos tiene como alertas para repreguntar a la teoría y avanzar en nuestro presupuesto de ideas... se observa que en el 80% si no más de las consultas psicopedagógicas la definición de Fracaso dada por la escuela, la maestra y la madre (triángulo femenino y singular al que se le podría dedicar un espacio del análisis) está reducido al problema de la Atención, al no atender; el no aprender se explica con el no atender. Así mismo lo que se denuncia como síntoma, y es importante evaluarlo en el diagnóstico diferencial, no tiene rasgos de dificultad o compromiso funcional. Por el contrario, viene siendo dicho descaradamente como una imposibilidad de atender ahí en la situación de enseñanza aprendizaje, de prestar -como ceder- atención al objeto de conocimiento. Suele aparecer como esquema de significación del atender, el Mirar Fijo y así se explica al niño atento. El "mirar atentamente el pizarrón para poder atender y no estar en otra cosa" tiene una importancia casi paralizante en los discursos de maestras/os y madres. Digo paralizante porPág

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que esto de mirar fijo deja sin potencia al esquema de la mirada como esquema de acción significación mirar-mirándose en su propio hacer. Consigue en ese "mirar fijo", sustraer la acción, que siempre es acción significada por un sujeto, y es justamente en este proceso subjetivo donde el objeto empieza a distinguirse por medio del sentido y de los sentidos. Para aprender, el sujeto opera sobre el objeto y lo reconoce. Lo recorta en sus condiciones, sus atributos, lo caracteriza. En esto la atención tiene una función muy importante, nos dice Levinas (1998) "... el objeto se hace -visible- a partir de la atención hacia determinadas propiedades -disponibles- a la mirada, que lo, estructuran y lo definen." Esta condición del objeto de ser recortado, no sólo tiene que ver con quién aprende, sino con quién enseña, que sobre el objeto muestra un recorte, como emblema una "enseña". La misma es fruto de sus sucesivas elaboraciones objetivantes y subjetivantes, y fundamentalmente de la resignación básica de que lo cedido en la enseña, no irá al lugar de la completud de quién aprende. Así el conocimiento, en la enseña como su representante simbólico -recorte de lo real-, introduce la condición de ser suplementaria; da conocimiento y marca la falta, la diferencia. A partir de esto se puede curiosear, pedir, desear, buscar... y dialectizar lo conocido y lo desconocido entre quien enseña y quien aprende. La acción los diferencia y pone entre ellos al objeto a conocer. Por lo tanto, el objeto tiene que estar para que exista alguna posibilidad de estar en tensión... atención, y a la vez ceder atención a algo que se presente como interesante, como diferente. Poner en tensión el deseo de conocer con el objeto de conocimiento, tiene que ver para esta lectura, con estar atento. 260

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Dicho esto, pareciera que lo que se denuncia expresamente o con las omisiones propias del sufrimiento subjetivo es que, algo pasa en la relación del aprendiente con el objeto de conocimiento. Objeto de conocimiento del que poco se habla, porque entre otras cosas todo (fracaso o éxito) se lo personaliza sobre las bondades o en caso de problemas en las maldades de la docente. Es muy común escuchar que las madres digan que sus hijos aprendieron porque "tal señorita lo apoyaba, en cambio la que tiene ahora... o porque la del año pasado era buena, pero la de este año ya es más exigente". Pero del objeto de conocimiento nadie habla. O mejor dicho sí, hablan los niños en su descripción del malestar, cuando vuelven sobre la relación con el objeto de conocimiento y dicen: "lo leo y no me queda, y por ahí lo leo dos millones de veces, y hay veces que lo leo palabra por palabra…" "no le di mucha atención... hay veces que lo ves pero no le prestas atención. Yo cuando miro las cosas a veces le presto atención", Y también sobre lo que pasa con su intermediario en la escena escolar de aprendizaje: "Te lo dicen y te tiene que quedar, te lo dicen hasta que te queda a vos en la cabeza... si le queda lo aprende" Si como intenté reformular cuestiones acerca de qué entiendo por atención, considero necesario definir ciertos tópicos que forman parte de lo instituido en la escuela, en relación a los objetos de conocimiento y a su condición de ser transmitidos, porque de alguna manera pueden dar cuenta de este fracaso del escolar. Es común que la escuela asuma determinadas formas de transmitir el conocimiento. Desde lo cognitivo, tendiendo a homologar procesos individuales renegando del potencial creativo de ideas. A su vez el sometimiento a una cantidad de información externamente organizada, que no da debida cuenta de los conocimientos previos de quien aprende, corre el riesgo de interrumpir o aniquilar recursos propios y originales para la comprensión. Pág

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Además... la carrera contra reloj. En estos últimos años se observó en cuadernos y carpetas que el hacer en tiempo récord es una de las condiciones para ser competitivo. Una cantidad compleja de contenidos llega a la carpeta didáctica con la premisa de ser enseñados sí o sí. Padres de niños del primer ciclo como también del nivel inicial, apoyados en discursos institucionales reales y existentes, creen más que beneficioso que se aumente desmedidamente y se anticipe en el tiempo la cantidad y el tipo de contenidos "porque tienen que estar preparados". Así por ejemplo en algunos jardines es más importante en la sala de cuatro escribir los números y resolver cuentas sencillas que jugar, inventar, experimentar. La educación ha sido y sigue siendo selectiva, y encarna algo que supone es lo esperado para la comunidad. Determina que usos deben considerarse básicos de aprender además de seleccionar, cuáles corresponden según la clase social, la capacidad intelectual, y lo esperado por la diferencia de genero. De esta manera el rendimiento escolar tiene que ver con determinados rasgos que, una cultura decide honrar, recompensar y cultivar. En esto el niño que fracasa en la escuela pareciera estar atrapado, porque no responde a lo esperado, por oposición al modelo o tal vez por cierta incongruencia entre la ilusión escolar y la ilusión parental. La homogeneización de los procesos individuales, mencionados anteriormente no sólo es resultante de la política y la cultura de la globalización, que apuesta a los resultados más que a los procesos. También ocurre en algunos casos bajo la suposición de que el objeto de conocimiento no le pertenece a nadie. Se supone que el objeto es externo como fenómeno que se presenta en la situación de aprendizaje, y que le es ajeno a la construcción individual y social. Así la escuela se olvida de que tanto a la exterioridad del objeto que tiene que ver con lo particular de una disciplina, como a su internalización por parte del sujeto, deben agregár262

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sele las formas colectivas que asumen los objetos a conocer, que tienen que ver con su lugar de crecimiento en lo histórico y lo social. El aprendizaje no ocurre de manera "desvinculante", por el contrario tiene que ver con el contacto con el mundo, y además con el contacto con todos los mundos posibles que plantean los campos disciplinares, a los que se accede justamente por la vía de la escuela. Este objeto de conocimiento no se inicia como una invención docente, diríamos más bien que se genera en un ámbito diferente al educativo. A partir de allí, y como en un segundo momento este objeto será transformado en un "objeto a enseñar" que a su vez será transformado en un "objeto de enseñanza". Como en un devenir, el objeto pasa de ser creado y seleccionado, a ser legitimado por la vía de la transmisión y a tener hasta un determinado status. Esto lo da, el discurso político por ejemplo o el valor de la palabra de la maestra, o algunos contenidos como todo lo relacionado con la lecto escritura que se definen desde lo social, como pilares de la estancia de un niño en la escuela. Ahora bien, si el objeto cambia por que el proceso de enseñanza reniega de las modificaciones que le infrige las acciones del sujeto. Aparentemente con una actitud antidogmática la escuela tiende a presentar que no hay verdades excluyentes. Pero muchas veces, y de forma casi simultanea aparece en los discursos del aula que existe una verdad acerca de las cosas, que lo real ha podido conocerse y que además es plausible de ser comunicado. Para nosotros que estamos pensando en cómo se representa el fracaso de este escolar, lo más grave es que además se piensa que todo eso se puede aprender efectivamente.

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Tal vez, el fracaso del escolar, tiene que ver con que Lo Escolar supone cierto forzamiento de lo singular no sólo sobre el sujeto que aprende sino también sobre el objeto a conocer. Frente a eso, el objetó puede quedar preso de los avatares y complicidades de "la escuela", "la maestra"... pero parece que El Escolar no está dispuesto a ser exitoso a costa de cualquier precio, más bien elige qué precio quiere pagar…

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

• "Jóvenes violentos". Entrevista a la Lic. Concepción Fernandez Villanueva, publicada en Revista "El niño". Ed. Paidos. 1999 • PUJÓ MARIO. "Patologías de época". Publicación de Psicoanálisis y el Hospital Nº 24. Ed. Del seminario 2003. • RICCI CRISTINA "El no aprender. ¿Patología DE época o síntoma de la época del no deseo?" Publicación de Psicoanálisis y el Hospital Nº 24. Ed. Del seminario 2003. • BARALDI. C. "Aprender: la aventura de soportar el equívoco". Ed. Homosapiens. Rosario 1992. • CORDIÉ. A. "Los retrasados no existen". Ed. Nueva visión. Bs. As. 1998. • MONICA SEVILLA. "Los recorridos escolares. En la intersección social y subjetiva". Publicado en "Fracaso Escolar". Ed. Atuel. Bs As 2001. • ROSALÍA MONDELO. "El fracaso escolar. ¿Quiénes fracasan?. Publicado en "Fracaso Escolar". Ed. Atuel. Bs As 2001. • SOSA JORGE. "Un síntoma de nuestra civilización" Publicado en "Fracaso Escolar". Ed. Atuel. Bs As 2001. • ADAN MARIEL. "El fracaso del escolar" Publicado en "Fracaso Escolar". Ed. Atuel. Bs As 2001. • "Deseo de Saber vs. Pasión por la Ignorancia". En: Cuadernos Pedagógicos N. 7, Facultad de Educación, Universidad de Antioquia.

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• "El fracaso escolar en la adolescencia". En: Revista Universidad Católica de Oriente N. 15, Año 2002. • FERNANDEZ MOUJAN. O "Extensión del campo clínica para adolescentes". Rev Actualidad Psicológica. Nº 240 1997. • MARUCCO. N "Identificación y afecto. Vivencias de vacío y plenitud". Psicoanálisis con niños y adolescentes Nº 2. Paidos. Bs As 1992

BIBLIOGRAFÍA AMPLIATORIA

• FERNÁNDEZ ALICIA "Poner en juego el saber". Ed Nueva visión 2000 • CORDIÉ ANNY. "Malestar en el docente. La educación confrontada con el psicoanálisis". Ed. Nueva visión. 1998. • BRUNER JEROME. "La educación, puerta de la cultura". Ed. Visor 1997 • AUTORES VARIOS. "Fracaso Escolar". Ed. Atuel. Bs As 2001. • ODIOLS, S Y ODIOLS, G. "Adolescencia, Posmodernidad y Escuela secundaria"

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MATERIAL ANEXO C

• FERNADEZ MOUJAN.O . "Violencia temprana y cultura". Publicado en la Revista Actualidad Psicológica • ARCE SONIA Y GARCIA CABELLO. M. "Juventud y violencia". Publicado en la Revista: Córdoba, la adolescencia hoy..... Nº1 Facultad de Psicología. U.N.C. Ed. BRUJAS 1998 • GARCIA CABELLO. M. "La transición hacia la escuela media". Publicado en la Revista: Córdoba, la adolescencia hoy..... Nº1 Facultad de Psicología. U.N.C. Ed. BRUJAS 1998 • CRABAY, M. "Desafío educativo. Adolescencia y riesgo social". Publicado en la Revista: Córdoba, la adolescencia hoy..... Nº2 Facultad de Psicología. U.N.C. Ed. BRUJAS 2000 • GUIÑAZÚ, S "Adolescencia y violencia: Su expresión a través de la conducta grupal". Publicado en la Revista: Córdoba, la adolescencia hoy..... Nº3. Facultad de Psicología. U.N.C. Ed. BRUJAS 2002. • CARDOZO, G Y DUBINI, P. "La juventud violenta: Una expresión de la problemática social actual". Publicado en la Revista: Córdoba, la adolescencia hoy.....

Nº3.Facultad de

Psicología. U.N.C. Ed. BRUJAS 2002.

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Actividad Integradora Nº2

1) A partir del presente párrafo, respecto de la articulación violencia - escolaridad, reflexione y elabore una opinión personal en torno a la misma: "Se trata de pensar las crisis de violencia y los fenómenos de agresividad en la institución escolar como referidos a una sobredeterminación de causas y no como un simple problema disciplinario". 2) A partir del apartado: Violencia en la escuela. ¿Desamparo del niño y/o del docente?. Realice un análisis del mismo, considerando situaciones que haya observado o experimentado desde su práctica laboral/profesional. 3) ¿Qué articulación es posible establecer entre psicoanálisis y educación?. 4) A partir de la lectura del texto: "Violencia temprana y cultura", explique qué entiende por "Adolescencia invadida" y cuáles serían las incidencias en los fenómenos de violencia que se manifiestan esta etapa. 5) Identifique y extraiga las ideas más relevantes del artículo. "El fracaso escolar ¿Quiénes fracasan?" que le permitan elaborar una reflexión en torno a esta problemática en la adolescencia.

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UNIDAD IV HACIA EL FUTURO DE LOS ADOLESCENTES

1. CONSTRUYENDO UN PROYECTO DE VIDA La elaboración de un proyecto personal de vida implica realizar un recorrido a lo largo de las experiencias vitales que fueron dando forma a la identidad del ser humano, en un determinado contexto socio-cultural. Esta tarea plantea la necesidad de confrontar la imagen que cada persona tiene de sí misma expresada en sus conductas, expectativas, ideales de vida y las demandas provenientes de los otros, grupos, instituciones con las que interactúa, dentro de un particular marco ideológico. La configuración evolutiva de la identidad, entendida como construcción psicosocial, supone la síntesis y resíntesis de aquellos aspectos de la persona que le darán unicidad y singularidad al diferenciarla de otras. Al mismo tiempo involucra la dimensión social en tanto tarea de cotejo con los ideales del grupo y el desarrollo de una actitud de aceptación y compromiso; o por el contrario, la oposición y emancipación de los mismos. La dimensión temporal sobre la que se edifica la identidad contribuye a definirla como el sentimiento y la percepción de que seguimos siendo la misma persona a lo largo de las más diversas situaciones de cambio y en relación a los más diversos roles que necesitamos asumir. En la experiencia de la identidad se entrecruzan la historia personal del individuo; esto es, el pasado con sus movimientos identificatorios, con las marcas que dejó un singular desarrollo libidinal construido a partir de diferentes tipos de vínculos, y la historia social en cuanto contexto amplio y proveedor que también demanda, exige e impone.

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A lo largo de las sucesivas crisis vitales, el sujeto va elaborando autoimágenes y autoconceptos, representaciones de sí mismo que se manifestarán a través de determinadas capacidades, aptitudes, acciones que evidencien interés o desinterés, agrado o desagrado, que irán orientando su comportamiento. Elaborar un proyecto personal de vida pone en juego la dinámica emergente entre el quien soy y qué hago y el quién quisiera ser y qué quisiera hacer. Proyectar implica anticipar situaciones futuras e involucra procesos afectivos e intelectuales que se encuentran vulnerables en la adolescencia. El adolescente percibe una ruptura en su unidad psicofísica, en su continuidad histórica y en sus vínculos sociales. Es ahora cuando se moviliza la necesidad de volver a encontrar las coincidencias entre los mundos interno y externo, a luchar por lograr reordenamientos defensivos y nuevas identificaciones. Y es también ahora cuando se le impone al adolescente realizar elecciones y tomar decisiones que irán dando forma a su proyecto de vida. Desde el campo familiar y social se le demanda al adolescente que complete tareas tan importantes como definir su identidad sexual, su identidad ocupacional y el compromiso con determinados valores. El adolescente actual no sólo está viviendo un proceso de trasformaciones en su evolución madurativa, sino que también está transitando por un camino de profundos cambios en las condiciones de su medio socio-cultural, donde rigen nuevos modelos de producción y distribución económica. Esta situación puede dificultar el proceso de construcción de un proyecto de vida, ya que el mismo debe enraizarse en un contexto en el que prevalecen la incertidumbre, la tiranía del presente y el incremento de la desocupación y la marginación social. De este modo, la juventud actual vive en constantes desafíos, para los cuales necesita tener los distintos aspectos de su identidad afianzados. Según las características del adolescente posmoderno, parecería plantearse esta etapa como un "estado ideal" en el que se permanece..., dificultándose la proyección en el tiem-

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po y viviendo la inmediatez del presente. Las consecuencias de esto son: un bajo rendimiento intelectual, apatía ante el enfrentamiento a responsabilidades, falta de sentido crítico, incapacidad y rebeldía para asumir errores y ausencia de disposición para superarlos, como así también desorientación al explicar los motivos de su elección vocacional Si nos detenemos a pensar que el adolescente ha sido víctima de la amputación de la ilusión, no nos será difícil imaginarnos la alteración que ha sufrido la creación de ideales capaces de sostener un proyecto probable, un proyecto que convierta al adolescente en un sujeto en el mundo. Como bien nos enseñó Winnicott, la ilusión (dentro de un espacio lúdico creativo) necesita de un contexto que fomente en el sujeto la creencia de que él está creando el mundo. Esa experiencia es imprescindible para crear una realidad psíquica y externa confiable, con la concomitante creencia en esa "omnipotencia" necesaria para que el sujeto se siente creador del mundo que lo rodea, o por lo menos un participante activo en él. Freud nos enseñó que el ideal colectivo deviene de la convergencia de los ideales del yo individuales, a partir de lo cual se van generando diferentes grupos. ¿Esto hoy es posible?. Si no lo es, para los adolescentes perderá sentido agruparse y ser solidarios. El ideal imperante en los ultimos años en nuestro país, se le ha vuelto al adolescente, confuso, inestable, lejano. A quienes han conservado los proyectos soñados, anhelados, se les abre la salida de la emigración como una posibilidad de completar lo que el ideal del yo marcó en algún momento de su historia. Esto implica un gasto psíquico importante, por cuanto deben renunciar a su contexto emocional cotidiano, que es parte importante del sostén de la identidad. Muchos adolescentes que emigran, se sienten urgidos por el afan de pertenencia y rápidamente, a veces de un modo maníaco, buscan establecer contactos de cualquier manera, otros eligen el confinamiento esquizoide o el encierro depresivo. Cuando un sujeto adolescente va construyendo su identidad, ciertas situaciones contextuales-sociales pueden interferir en dicha construcción. Estas interferencias guardan relación

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con la idea de "trauma". Son traumáticas porque impiden que el individuo sea (Aulagnier 1989; Winnicott, 1971). El adolescente necesita un piso consistente sobre el que pueda experimentar; si el suelo es demasiado fluído y poco firme, no habrá proceso de desarrollo. El contexto social incierto, esfumado, sin horizonte, no permite construír ningun proyecto. Así es como muchos adolescentes piensan en el éxodo, en huir con la ilusión de que hay un lugar en el mundo con un piso firme que va a permitir desarrollar un proyecto y donde, por lo tanto, la construcción yoica vuelva a ser una meta posible. Para todos, lo que ha sucedido los ultimos años en nuestro país fue traumático, pero en los adolescentes implicó un plus de angustia. El problema no era sólo si se podría seguir siendo, el plus de angustia lo provocaba la pregunta: ¿lograré ser?. ¿Qué es lo que diferencia un yo que naufraga de otro que sigue navegando?. La historia de la construcción subjetiva del segundo permite que su yo se vuelva "idealmente plástico" (Liberman, 1983) y recurra a diferentes modalidades de "navegación" para atravesar tormentas sin naufragar, mientras que el primero se sumerge en aguas psicopatológicas (depresiones, enfermedades psicosomáticas, fragmentaciones, adicciones, etc). El yo no colapsará en la medida en que pueda seguir estructurando proyectos, armando historia, generando un futuro. Aquí entramos en el terreno de cómo fue narcisizada una persona, cómo fue la historia de sus identificaciones, en qué contexto emocional y social devino sujeto. Si todo lo anterior fue más o menos armónico, la usina de proyectos continua funcionando, y por lo tanto el proceso identificatorio sigue teniendo la vitalidad que ahuyenta el peligro del colapso y la fragmentación. Si un sujeto transitó por vivencias de amparo y apego (Bowlby, 1969), tendrá más recursos que si vivió sumergido en el desamparo y el desapego. En cambio, quienes hayan padecido una historia llena de discontinuidades, duelos, traumas severos, o experiencias que obsta-

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culizan la narcisización del sujeto en desarrollo, estarán en desventaja respecto de los primeros. No obstante esto no es una condición que inexorablemete provocará dificultades y síntomas mayores. Como la historia es una construcción constante, el sujeto tendrá innumerables encuentros intersubjetivos (la amistad, el enamoramiento, los grupos de pares, etc) que posibilitarán reparar ese yo padeciente y averiado. En la historia de un sujeto no todo es repetición o reedición, el psiquismo siempre está abierto a lo nuevo, a la edición original. En síntesis, el comenzar a construír un proyecto personal de vida exige desarrollar algunos aprendizajes básicos, que se relacionan con orientar dicho proyecto a partir de determinados valores, el indagar y recoger información sobre las distintas alternativas de elección, la aceptación de que elegir implica renunciar, el actuar comprometidamente, responsabilizándose de las consecuencias de las propias decisiones. La tarea no es sencilla y es este un buen momento para que padres, educadores y agentes de salud garanticen a los adolescentes la ayuda necesaria para que puedan afianzar el sentimiento de confianza y seguridad necesarios para proyectar un futuro.

EN

BUSCA DEL SENTIDO DEL SER, DE LA IDENTIDAD, DEL

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SOY"

De deportista a intelectual, de religioso a agnóstico, de roquero a barroco, soñador al fin, el adolescente no sabe dónde y cómo aterrizará su yo. De ahí su gran interrogante y su gran desafío. Hasta la infancia la identidad se completaba bastante con "yo pertenezco a esta familia", "yo soy hijo de mamá y papá". Rota esta pertenencia, para decirlo de alguna manera, el adolescente debe salir a conquistar nuevos territorios, enunciados diferentes a los que lo acompañaron y sostuvieron hasta que hizo su irrupción la sensación y la necesidad de ser el constructor de sí mismo, es decir, de ser él quien elija sus otros significativos, sus pares, sus compinches. Pág

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Al desaparecer un mundo plagado de certezas y estar inmerso en un mundo de incertidumbres, en medio de su búsqueda de identidad, el adolescente, construye su yo de un modo frágil. Y paralelamente esta situación lo lleva a aferrarse a todo aquello que lo aleja de la incertidumbre (fanatismo, convicciones sin alternativa de reflexión, etc) para alcanzar su identidad, y en eso se juega su subjetividad. Entonces, podemos decir que, o se abroquelan en una imagen de sí mismos, y aparecen así los fanáticos, los obsesivos que defienden a ultranza su identidad frente al temor a la fragmentación yoica, o su vida se convierte en un cambio y una búsqueda permanente, porque para ellos elegir es quedar congelado en un bastión sin salida ni posibilidad de encuentro de su identidad. El adolescente puede crear una trinchera identitaria, un búnker en el que se siente a salvo, un refugio que lo protege de los fuertes temporales de la adolescencia (lo pulsional, lo social, el vacío, etc), y a veces defiende obsesivamente ese refugio para sentirse seguro. Hasta hace no tantos años el adolescente estaba inmerso en una cultura de búsqueda de su identidad, suponía que debía encontrar su vocación de una vez y para siempre.. Hoy ese modelo ha cambiado, los adolescentes deben aprender a navegar y buscar con la idea de que el encuentro con su vocación va a ser muchas veces transitorio. Podemos pensar que el adolescente tiene como trabajo psíquico central la búsqueda de su identidad, o si se quiere el delineamiento de su proyecto identificatorio, aunque éste sea cambiante. Como señala Rother de Horstein, el adolescente deberá sentir con convicción:…. "Yo soy éste" (y no aquel). Sentimiento que procede de la representación de un cuerpo unificado, de la separación y límite entre él mismo y el otro, de un sentimiento de propiedad de sí, de su imagen narcisista, de la identificación con las imágenes, los mandatos y los valores parentales, del sentimiento de pertenencia a una familia, un grupo, una cultura". La identidad no es un estado, sino un proceso, cuya primera fase es el júbilo extremo del bebé que se reconoce frente al espejo.. Afirma Vecslir: "La identidad del yo se construye a

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lo largo de la vida, sostenida desde una matríz básica de identificaciones que permanece y actúa como sostén y resistencia frente al impacto de acontecimientos que, sigla existencia de esta forma estable de organización, podrían desestructurar al sujeto. El trabajo de identificación no acaba nunca, porque el sujeto no sólo se constituye, sino que se transforma a traves de procesos de identificación" Observando la adolescencia parece que estuviéramos presenciando estos fenómenos con una lente de aumento. El grupo adolescente, matríz identificatoria por excelencia funciona como sostén y co-construye subjetividades y muchas veces permite que lo traumático no devenga en detención y desestructuración, sinoen enriquecimiento y mayor complejización psíquica. La especularidad que aporta el grupo adolescente funciona como contención y aceptación de que lo traumático, lo inexplicable, lo que angustia, son experiencia compartidas que permiten que el adolescente no se wsienta aislado en sus "rumiaciones". Le hace saber que hay otros significativos, que al transitar los mismos caminos, funcionan como objetos especulares que le devuelven una imagen de poder, y que las convulsiones emocionales que los invaden son experiencias comunes y no los detendrán. Ahora bien, si hubo una historia traumática que impidió ligar los distintos momentos evolutivos, se producirá una discontinuidad en la sensación de "ser uno", de sentir un "yo continuo" con historia, con pasado, presente y futuro. En aquellos que tiene un yo debilitado, los fracasos sexuales, en el estudio, en las relaciones amorosas, en las amistades, pueden abrir la puerta para patologías graves, donde el fracaso toma la dimensión de un "para siempre", en tanto no hay futuro que presuponga una salida o cambio posible. El tiempo se congela en la experiencia traumática. Este sujeto sólo podrá romper con ese futuro siniestro si inicia un vínculo que le posibilite otra mirada, que podrá ser una pareja, amigos o un analista que de lugar a la creación de una historia nueva y evite que el adolescente quede colapsado en la búsqueda de historias culpabilizantes y estériles.

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El adolescente deberá ser "inmaduro, irresponsable, cambiante, juguetón", como nos recuerda Winnicott, y a los adultos nos incumbe acompañarlos. Inmaduros , irresponsables, cambiantes, juguetones, reinvindicadores, en ultima instancia practicantes incansables de todo aquello que los ubique en un proceso identificatorio, auque muchas veces estén al borde del colapso, la mayoría logrará sortear este tránsito sin caer en el intento. Arribar a la sensación de "yo soy", y la consecuente relación con "yo era" y "yo seré" (construír su historia) es un trabajo psíquico que se desenvuelve entretejido con el mundo. De cómo se entramen esos hilados sociales, de qué marcos contextuales surjan en la vida del adolescente y cómo los transite, dependerá que los traumas, adversidades, cataclismos emocionales, etc, dejen un sedimento, estructuras y no vacíos. La lucha se libra entre el proceso identificatorio (proceso en tanto la identidad no es algo acabado sino en movimiento, por un lado, y por otro, el vacío, la futilidad, la sensación de inexistencia, la patología)

IDENTIDAD

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La adolescencia en sí misma implica crisis en la medida en que se produce una desestructuración y reestructuración del mundo interno y de sus relaciones con el mundo externo. Es decir, necesidad de reestructuración de la personalidad hasta lograr su identidad, la cual debe organizarse en la integración del tiempo-espacio-otros. En cuanto al tiempo, uno siente que es uno cuando logra integrar su pasado con un presente organizado y elaborar un proyecto de vida. El espacio en el logro de la identidad se basa en el esquema corporal. También al encontrar la identidad adulta juega un papel determinante la relación con los otros, en el doble vínculo de procesos proyectivos e introyectivos, de lo que surgirá un acercamiento a nuevos objetos de la realidad. La identidad ocupacional, como un aspecto de la identidad del sujeto, es la autopercepción a lo largo del tiempo en términos de roles ocupacionales. El rol es una secuencia pautada 276

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de acciones aprendidas, ejecutadas por la persona en situación de interacción, que puede asumirse conciente o inconcientemente. Concientemente cuando se asume poseer una identidad ocupacional, inconcientemente cuando tiene que ver más con identificaciones que con la identidad.

2. LA POSMODERNIDAD Y EL LOGRO DE LA IDENTIDAD DE LOS ADOLESCENTES DE HOY Si realizamos una lectura panorámica de nuestra realidad observaremos una homogeneización de la cultura, con pluralidades de ofertas y pobrezas de ideales colectivos; "cultura juvenil" en la que predomina la fantasía de la libertad de elección sin límites como afirmación de la singularidad, pero que contradictoriamente genera necesidades iguales en todos los hombres que creen que satisfacerlas en un acto de libertad y diferenciación. Los jóvenes pasan por alto desigualdades reales, y dejándose llevar por los medios de comunicación, refuerzan su idea de igualdad de libertad, cuando en realidad, se trata de igualdad sin posibilidades de elección ni diferenciación. Beatríz Sarlo dice: "Las identidades han estallado; en su lugar no está el vacío, sino el mercado; frase que refleja la esencia del hombre actual. La relación sujeto-medio está determinada por los medios de comunicación y la tecnología en general, que resultan mediadores del hombre con el entorno social y cultural, por lo que se hace innecesario el contacto directo con el contexto. El bombardeo informacional estimula deseos y necesidades que responden a intereses comerciales; éxito, placer, juventud, no hay mentira ni verdad, estereotipo ni invención. Para algunos estudiosos de la posmodernidad, este es el final de las ideologías, mientras que para otros, están surgiendo nuevas propuestas ideológicas, de las que nos apropiamos narcisística y alienadamente, es decir, matando la singularidad, fusionándose masivamente en el pensamiento pensado por otros.. Pág

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Este aspecto se observa claramente en las pautas de comportamiento adolescente. Los jóvenes orientan su consumo en función de las modas, buscando pertenencia, reconocimiento y legitimidad. Se adecuan a la realidad exterior o medio social al que aspiran con el consecuente conflicto que supone construír la identidad personal sobre la adecuación a una exterior. El cuerpo se convierte en el referente de la totalidad del sujeto por lo que hay quue modificarlo y mantenerlo, respondiendo a los modelos impuestos, fenómeno que se da en la adolescencia y se repite en los adultos adolescentizados. La preocupación por el aspecto asume las características del imperativo social y la dedicación y el esmero por trabajar y modelar la propia exterioridad se constituye en la magnitud y en la virtud individual. Así, el aspecto se constituye en lo que se "es", que en realidad es "parecer. La cultura de la imagen no sólo se hace extensiva al cuerpo, a la ropa, al consumo, sino a todos los ámbitos de la cultura. Transformaciones aceleradas que apuntan al éxito carente de prospectividad hacen que el hombre actual se aleje de los valores e ideales, primando sobre la verdad-falsedad el éxitofracaso. El éxito se ha convertido en el valor supremos del momento a punto que la transgresión, cuando apunta a este logro se convierte en la "normalidad". En general vemos cómo los ideales de hoy autorizan la relación inmediata aquí y ahora, promoviéndose una actitud narcisista, lo que nos interroga respecto de ¿hasta dónde el entrecruzamiento de los factores individuales familiares, sociales, políticos, culturales, propios de este momento promueve el logro de la identidad personal?, ¿Será el medio posmoderno de fines del segundo milenio, contexto promotor de la singularidad, o por el contrario el consumismo, la alineación a través de la imagen, la carencia de ideologías y valores, del parecer y no del ser, están jerarquizando la masificación, es decir, la pérdida del sujeto en lo colectivo?, ¿Qué lugar ocupa el trabajo en el logro de la identidad?.

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EL JUGAR Y EL JUGARSE. ASPECTOS ESTRUCTURANTES

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La adolescencia es un período de crisis, de duelos y de elaboraciones. Pero no podemos considerarlo como un duelo puro, sino la mezcla de un contínuo renacer. Por lo cual, sus temas no se centran tanto en la pérdida, sino en las fantasías e ideas prospectivas. Estas conceptualizaciones de la adolescencia nos invitan a pensar e interrogarnos ¿qué se juega en el adolescente?. Subrayamos el verbo jugar, porque es lo propio y estructurante del ser humano, su capacidad para jugar y jugarse; es decir, para animarse a tomarse a sí, como objeto propio de deseo, y poder desde allí pensarse, sentirse y proyectarse. En primer lugar, debemos tener en cuenta una cuestión que ya es conocida por su circulación en la sociedad y en los medios de comunicación. Los problemas y efectos que trae la llamada "globalización" no son, por repetidos solamente una simple muletilla. Hoy los jóvenes están afectados por ciertos temas, aquí, como en otros lugares del mundo. Las noticias, las películas o los textos dicen de todo esto. Volviendo a nuestro marco mas cercano, estos factores, la reducción de la esperanza y el consecuente nivel de escepticismo, mas o menos consciente, tiene distintas salidas o manifestaciones. Una de ellas es el "estiramiento" de la adolescencia y de la dependencia de la familia. En el horizonte del joven, y esto se escucha en los grupos de orientación vocacional, hablan muchas veces de ese escepticismo. Lo refieren al valor del estudio, e incluso al del trabajo, medido como instrumento de progreso. Difícil de pensar para ellos el trabajo como un valor en sí. Esto trae aparejado frecuentemente el debilitamiento de una posición activa por parte de los adolescentes. Decíamos que se acentúa la dependencia familiar, y esta se confunde, a veces, entre la expectativa innecesaria y la legítima de ser ayudados o ayudarlos. Aparece, por ejemplo, en

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la salida laboral cada vez mas dependiente del campo familiar o de su entorno. Todo esto puede ser vivido con o sin malestar, con o sin beneplácito. Habrá que tener en cuenta que efectos se producen en cada individuo. En la misma línea se puede estudiar todo esto en la comunidad educativa. Puede haber familias y alumnos que requieran soluciones, por parte de los colegios, a las dificultades no solo escolares, sino de la vida cotidiana, estableciéndose así una cadena por la cual se deslizan las responsabilidades propias. A la inversa, lo mismo podemos pensar desde las instituciones escolares, ¿cuándo es aceptable y necesaria la intervención?. Creemos que no se justifica responder a un modelo dependiente y pasivo, ni tampoco desresponsabilizarse. Otra posibilidad es brindar instrumentos, cañas de pesca y no pescados. Si hay algún principio de solución pasa por que cada uno se haga cargo de los límites y de la posibilidad de manejarlos o superarlos. Entre esa frágil esperanza y el escepticismo que asoma vemos muchos adolescentes que comienzan con el consumo de bebidas alcohólicas, de marihuana y a veces con la prueba de otras drogas. Frágil intento también de estirar una infancia/estado placentero y sin límites ante un proyecto de vida y futuro incierto. En este sentido en muchos egresados notamos el esfuerzo de conservar los viejos grupos de pertenencia, lo cual nos lleva a mencionar algunas de las características de los adolescentes. Sabido es de los cambios corporales y emocionales por los que esta pasando y que provocan en el un estado de duelo, pero precisamente el duelo principal por el que tiene que pasar es por el abandono de una posición de dependencia hacia una actitud independiente y activa. Este es el mas difícil de los duelos y por lo que señalamos, en relación al marco de nuestra cultura, favorecedora de todo tipo de "consumos" y esquiva a la hora de brindar posibilidades de realización, no se resuelve fácilmente.

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Por otro lado, ante las importantes fallas en los modelos adultos que tendrían que servir de apoyo para la identificación, (el escepticismo no les surge arbitrariamente, les llega todos los días información sobre corrupción, desocupación etc.), se fortalece un modelo narcisista en el cual el adolescente cree que es el que "sabe" sobre la droga y sus códigos, mientras que para él, el adulto no entiende nada. Si tomamos entonces este conjunto de elementos, sociales por un lado, y particulares del proceso adolescente por otro, tenemos un panorama de los problemas a resolver. También compartimos nuestro "que-hacer" con jóvenes y adultos, que a pesar de todo esto tienen y defienden una posición activa en el desarrollo. Creemos que el objetivo debe ser el descarte de falsas ilusiones, el reconocimiento y la puesta en palabras de los distintos límites (sean individuales o culturales ) y la búsqueda de superación en un encuadre solidario.

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MATERIAL ANEXO D SALZOTTO, D Y OJEDA, A. "Las elecciones en los adolescentes de la fase inicial: los ciclos de especialización". Publicado en la Revista: Córdoba, la adolescencia hoy..... Nº2 Facultad de Psicología. U.N.C. Ed. BRUJAS 2000.

"LAS ELECCIONES EN LOS ADOLESCENTES DE LA FASE INICIAL: LOS CICLOS DE ESPECIALIZACIÓN" Lic. Prof. Daniela Salzotto Lic. Ana Ojeda Quiero ser yo quien decida por mí" (Philippe) "… si desde la edad de diez, once años supieras que a los quince serías mayor, te prepararías para ello…" (Françoise Dolto) En la actualidad la etapa de la adolescencia es vivenciada con algunas particularidades. La realidad de nuestra experiencia en la práctica clínica con adolescentes, nos motiva a realizar un análisis de los problemas que están apareciendo en los mismos, principalmente de la fase inicial, frente a las elecciones que influirían en el proceso del logro de su Identidad. Al hablar de elecciones, consideramos la existencia de un amplio expectro, pero específicamente nuestros cuestionamientos hacen referencia a la conflictiva que se genera en los adolescentes ante la situación de elección de los ciclos de especialización de la enseñanza en el nivel medio.

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A partir de la Transformación Educativa, los ciclos de especialización fueron implementados con la finalidad de brindar una formación que contemple las necesidades de los adolescentes, considerando el contexto socio-productivo regional y facilitando el futuro desempeño ocupacional de los mismos en ésta sociedad. A raíz de las experiencias surgidas, hemos podido rescatar de docentes, directivos, padres y educandos, su preocupación por lograr una articulación entre las demandas de la sociedad actual plasmadas en la Transformación Educativa y las reales necesidades e intereses de los adolescentes púberes que deben enfrentarse con elecciones pre-ocupacionales, que influirían en el logro de su futura identidad. Frente a esta realidad es que nos planteamos como interrogantes: ¿Es pues que los adolescentes de 13 y 14 años en el momento de elegir su ciclo de especialización, lo hacen pensando en la futura carrera u ocupación a realizar? O bien ¿sólo se ven motivados por intereses propios de sus grupos de pares o por conveniencias personales - familiares, que nada tiene que ver con lo mencionado anteriormente?, ¿Es que estas elecciones preparan a los púberes para sus futuras elecciones vocacionales y así favorecen al logro de un mejor proceso de desarrollo de la Identidad?, ¿Los adolescentes de la fase inicial poseen la madurez suficiente cómo para llevar adelante una elección de esta naturaleza? Además: ¿En qué medida influyen el ambiente familiar y el contexto socio cultural en facilitar la elección del ciclo de especialización que posteriormente se relacionará con una elección vocacional ocupacional? Consideramos que la elección del ciclo de especialización en la educación del nivel medio, es un posible ensayo de elecciones que debe realizar el adolescente, en donde la elección de una carrera u ocupación en el futuro, será el resultado de todo un proceso. La elección de una tarea, de una ocupación es la que inserta al adolescente en el sistema productor económico al que pertenece y es un aspecto de la identidad a establecer.

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En la Adolescencia la problemática de la identidad se plantea como una crisis debido, entre otras cosas, a la reestructuración del esquema corporal, al rol sexual que se adquiere y a la experimentación de nuevos roles sociales. Aquí creemos importante definir que dentro del logro de la identidad de una persona, cumple un papel muy importante la Identidad Vocacional- Ocupacional. Por un lado, se entiende a la identidad ocupacional, como la autopercepción a lo largo del tiempo en término de roles ocupacionales. R. Bohoslasky define a las ocupaciones como aquel conjunto de expectativas acerca del rol. Dicha Identidad Vocacional-Ocupacional se desarrolla como un aspecto de la identidad personal. El sentimiento de la identidad ocupacional se ha gestado sobre la base de las relaciones con otros. Y por otro lado la identidad vocacional, es caracterizada por el autor como el saber "que se quiere hacer", de "que manera", en "que contexto" y cuando se puede responder al "por que" y "para que de ella". Por tanto, durante la etapa de la adolescencia, se van produciendo elecciones que contribuirán al logro de la identidad vocacional ocupacional. Quisiéramos aclarar en cuanto al interrogante planteado sobre la madurez que poseen los adolescentes de esta fase, que nos vemos en la necesidad de definir las características que son propias del comienzo de la Adolescencia. Definimos a la fase Inicial según Peter Blos, en donde se produce un aumento en los impulsos, llevando al resurgimiento de la pregenitalidad, dirigida ésta hacia las satisfacciones auto eróticas y narcisistas fundamentalmente. Esta etapa comienza con los primeros signos de maduración fisiológica que se advierte, tanto en varones como en mujeres. Además según G. Grinberg, el adolescente de esta fase atraviesa por un periodo de tentativas y proyectos de elección hasta los 17 años. En un comienzo el púber presta mayor atención a sus intereses, luego trata de sintetizarlos junto a sus posibilidades en término de 284

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metas u objetivos. Existe una interrelación entre el crecimiento de las vocaciones y la exploración de las mismas principalmente en esta fase inicial. Es decir, el adolescente se inicia en los primeros años de la escuela secundaria en proceso de prueba, en donde la idea de exploración preside todas las actividades del adolescente. Todo este proceso supone pues, la búsqueda de conversión del adolescente en un adulto. Frente a la problemática planteada surgen aún nuevos interrogantes que requerirán de un estudio más profundo. Para ello llevaremos adelante un trabajo de investigación cuyo objetivo supondrá el poder reflexionar y elaborar una propuesta alternativa, que contribuya al mejoramiento del proceso del logro de la Identidad de los adolescentes de la fase inicial en relación con sus elecciones y a la reformulación de contenidos y propuestas curriculares de la enseñanza media.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

• AMENABAR, R: "Adolescencia". Cap. 1, II, m. BLOS, P.: "La transición adolescente". Posfacio, 1976. • BOHOSLASKY, R.: "Orientación Vocacional. La estrategia clínica". Nueva visión, Bs. As. • DOLTO, F.: "La causa de los adolescentes". Tercera parte. Seix - Barra!. Bs. As., 1993. • ERIKSON, E.: "Identidad, Juventud y crisis". Cap. m • FERNÁNDEZ MOUJAN: "AhordaJe teórico clínico del Adolescente". Capa. V. Ed. Nueva Visión. Bs. As. • GRINBERG, G.: "Identidad y cambio". Cap. II; IV; V. • INTERNET: Diseño curricular. www.elsitio. año 1996. • ORIENTACIÓN VOCACIONAL - OCUPACIONAL: Apunte de cátedra, año 1999.

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FERNÁNDEZ ALICIA. "La autoría de pensamiento y el elegir o los movimientos de discrimación-exclusión.". Extraído del libro "Poner en juego el saber". Ed. Nueva Visión. 2000

LA AUTORÍA DE PENSAMIENTO Y EL ELEGIR O LOS MOVIMIENTOS DE DISCRIMINACIÓN-EXCLUSIÓN Para comer una manzana necesito primero registrar la señal de hambre, luego preciso elegir: "¿hambre de qué?": de una manzana, de un churrasco... ¿Hambre de qué?, si bien gramáticamente puede ser una pregunta mal formulada, desde el punto de vista subjetivante del aprendizaje, pasa a ser fundamental. El niño dice "tengo hambre", y su mamá pregunta ¿qué querés comer? Escena simple que nos permite ver cómo entre el registro de la necesidad y su enunciación se establece el elegir, aun antes de la satisfacción. Volvamos a Ricardo Rodulfo, quien respondiendo a qué remite el concepto de subjetivación dice: ... se lo puede pensar como un largo comentario, desarrollo y despliegue de la vivencia de satisfacción, punto de partida de la vida psíquica al inscribir paso a paso, parte a parte, el cuerpo en el registro, el gran registro, del principio de placer o del eje placer/displacer. Personalización implica que entra un cuerpo enteramente ordenado por lo biológico y sale un cuerpo bautizado por las marcas de placer/displacer que ya requiere del orden simbólico para ser pensado y para resolver alguna de sus perturbaciones más tempranas…17

17 Ricardo Rodulfo, Estudios Clínicos, Paídós, Buenos Aires, 1992 Pág

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Existe una imbricación entre la experiencia de placer/displacer, el acto de elegir y la relación con un otro, imponiendo ya desde los inicios de la vida humana, una cierta ética entrelazada con la actividad del pensamiento en acción. Dice Jacky Beillerot18 aprender es aprender la libre disposición del espíritu que es el saber, una facultad de elegir entre todas las cosas y las opiniones de acuerdo con la razón. Hemos realizado trabajo psicopedagógico con familias que consultan por alguno de sus hijos por problemas a nivel de aprendizaje, teniendo suficiente casuística para fundamentar cuáles serían los factores facilitadores del problema de aprendizaje. Quiero detenerme en uno de ellos: la no creación de un espacio favorable para que cada uno pueda hacer la experiencia de elegir y responsabilizarse de lo elegido.

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FAMILIAS Y LOS ESPACIOS DE AUTORÍA DE PENSAMIENTO

En una familia, por ejemplo, cuando el hijo adolescente elegía cualquier cosa trivial, como ponerse el buzo al revés, o el pantalón grande, la mamá lo significaba, como si el hijo se estuviera poniendo el buzo al revés porque estaba en contra de ella. A su vez, su esposo (el padre del adolescente) refiriéndose a su mujer, varias veces comenta: "Dice eso para llevarme la contra", o "Se puso esa pollera porque sabe que a mí no me gusta". El elegir, no es significado como "elegir por", sino como "elegir contra". En las familias productoras de problemas de aprendizaje, no se abre un espacio propicio a la autoría de pensamiento y esto se expresa principalmente a través de la no autorización o 18 Jacky Beillerot, Blanchard Laville y Mosconi, Saber y relación con el saber, Buenos Aires, Editorial Paidós, 1998.

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rechazo a que el otro pueda elegir algo diferente. Esquemáticamente diríamos que en tales familias encontramos tres cuestiones insistentes: 1. La diferencia significada como deficiencia, o/y preferencia. 2. La elección culpabilizada y significada como ataque a otro. 3. La circulación del conocimiento fragmentada y con poca movilidad. Contábamos ya desde el año 1987 con suficientes datos obtenidos a partir de nuestra práctica interdisciplinaria19, que permitían afirmar la incidencia en la producción del problema de aprendizaje, de factores tales como: a) Las significaciones inconscientes y preconscientes del aprender y del pensar que circulan en el grupo familiar. b) Los sistemas vinculares intrafamiliares. c) La singular modalidad de enseñanza de cada uno de los padres en su relación con la modalidad de aprendizaje de los hijos. Pensamos que si tales factores intervenían como condicionantes patógenos también deberían intervenir como factores posibilitadores. Diseñamos entonces un proyecto de investigación, para tratar de encontrar los agentes saneantes que posibilitan un buen aprendizaje.

19 Me refiero a los diagnósticos interdisciplinarios llamados por mí: DIFAJ (Diagnóstico interdisciplinario familiar de aprendizaje en una jornada). Véase La inteligencia atrapada, ob.cit. Pág

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FERNÁNDEZ ALICIA. "Autoría de pensar. Un lugar de resistencia de vida ante la desubjetivación de la sociedad.". Extraído del libro "Poner en juego el saber". Ed. Nueva Visión. 2000

AUTORÍA DE PENSAR: UN LUGAR DE RESISTENCIA DE VIDA ANTE LA DESUBJETIVACIÓN DE LA SOCIEDAD Nuestra época podría describirse a partir de tres expropiaciones que los seres humanos estamos sufriendo, la del saber, la de la capacidad de pensar, y la de poder conectarnos con la dimensión trágica de nuestro existir, único lugar desde donde podemos reconocernos humanos. …Nunca como en nuestra época el saber de los individuos, sus habilidades para el pensar y el hacer creativo, les habían sido expropiadas en este nivel, por los dueños de las técnicas y los conocimientos especiales...20 ...Hoy existe una dominancia de la fragmentación subjetiva, la superficialidad, el vacío, la indiferencia, lo que cuestiona, a mi entender, la relación del hombre actual con su dimensión trágica. Aunque, cabe aclararlo, no sea lo único, la cotidianeidad se ha vuelto para muchos ritualizada, sin reflexión ni crítica, sin sospecha, haciendo repetitivo, automático y banal el estilo de vida de grandes conjuntos urbanos…21 ... La era postmoderna que estamos transitando, rompió con la tradición heredada de los siglos precedentes que invitaba a pensar y a reflexionar acerca de los problemas cada vez que nos enfrentábamos con ellos…22 20 Emíliano Galende, "La cultura de la imagen y la subjetividad actual. A propósito del artículo de S. Rolnik", Revista Zona Erógena nº 24, Invierno '95. 21 Ibídem 22 Jaime Lutenberg, "El vacío mental - Una nueva dimensión teórico clínica.", Revista Zona Erógena, n° 44, Buenos Aires. 290

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Delante de la realidad descripta por los dos autores citados, ¡cuánto más importante se hace abrir espacios para la autoría de pensamiento! Las maestras, los maestros, las profesoras, los profesores tienen, tenemos, una herramienta poderosa en nuestras manos. Claro que tal herramienta puede ser utilizada cuando la reconocemos en nosotros mismos. Un maestro, un psicopedagogo, no puede hacer por los otros lo que no hace por sí mismo. Por lo tanto para favorecer espacios de autoría de pensamiento (tarea del maestro y también del psicopedagogo) y para destrabar las condiciones de su culpabilización o mutilación (tarea del psicopedagogo) ambos necesitarán estar favoreciendo continuamente los espacios propios de autorizarse a pensar y conseguir sentir placer, y sentirse vivos a partir de ese trabajo consigo mismo. A veces observo que, a partir de haber avanzado, es cierto, realizando un cuestionamiento a la idea cartesiana del pensamiento como algo disociado del sentir y desear, se repite el mismo esquema cuestionado si bien de otra manera. En consecuencia, resulta que se mantiene el concepto del pensar escindido de la experiencia y se conduce como si fuera posible para un ser humano o sólo pensar o sólo actuar. Por el contrario, necesitamos diseminar la idea de pensar y entrelazarla con la de experiencia, acción, transformación. Pensar implica, necesariamente, transformar (se). Cuando digo: "yo pienso", estoy diciendo que estoy construyendo algo nuevo, aun en relación con lo que ayer pensaba. Pensar se ha asociado con racionalizar, como si pensar fuese un acto que evita la acción y el sentimiento. El mecanismo defensivo de racionalizar, justamente está al servicio de no pensar o, mejor aún, quizás allí sí podríamos hablar de un pensamiento autónomo y sin autoría. En el lenguaje coloquial, tanto en Brasil como en Argentina, escucho comúnmente expresiones tales como "Tengo que dejar de pensar para comenzar a actuar", o "Me quedé para-

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lizada pensando"; en tales circunstancias el hablante se remite a que no pensó, y dice "pensar". En esas ocasiones, suelo decir ante la primera de las frases: "¿No sería mejor proponerse comenzar a pensar cómo cambiar?" o ante la segunda: "Probablemente te hayas quedado paralizada por no poder pensar, y ahora estás tratando de hacerlo". Una intervención de este tipo, a veces permite al sujeto abrirse a la posibilidad de pensar, a hacer pensable lo no-pensable o lo no pensado. Aquí estoy introduciendo otra categoría a las ya trabajadas de no pensable e impensable, las cuestiones que están no pensadas, pero no son ni impensables, ni se han constituido como no-pensables. La pedagogía, de acuerdo también con un necesario conocimiento de las características etarias y de adquisición de conocimientos de los alumnos, trabaja en función de ir disminuyendo los no-pensados, para qué se vayan abriendo otros, y allí circula la llamada por Sara Paín "función positiva de la ignorancia", donde se nutre el deseo de conocer. Establezco diferencias entre lo impensable, lo no pensable, y lo no pensado. En lo impensable el obstáculo está dado por los límites que nos impone lo real. En cambio, un no pensable parte de un obstáculo subjetivo. En nuestra sociedad existen muchos no pensables que cercenan nuestra autoría de pensamiento. Son estos no-pensables a nivel social e individual los que ocupan a la psicopedagogía. Las condiciones de vida actuales, "con la primacía de la técnica, la imagen, la velocidad, etc., inductoras de estrés y depresión, tienden a reducir el espacio psíquico y a anular la capacidad de representación"23 Es decir no sólo el propio acto de pensar está dificultado sino que quien piensa se siente excluido, ya que el consumidor está reemplazando al ciudadano y cuanto menos piensen los consumidores más van a comprar lo que les ofrecen.

23 Julia Kristeva, Buenos Aires, La revuelta íntima, Eudeba, 1994

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Pero como nos recuerda Julia Kristeva, "poner en entredicho al pensamiento, implica poner en entredicho el juicio y con él, la moral y el lazo social"24 …Un materialismo esquemático pretende prescindir "del psicoanálisis y con él de" la iniciativa, la autonomía, el deseo del sujeto; un cognitivismo a ultranza subsume a la vez en una misma lógica la heteronomía de las representaciones psíquicas tributarias del otro y de la economía neuronal…25 En psicopedagogía hemos conseguido o, mejor aún, estamos consiguiendo reconocer el primer obstáculo (la pretensión de que se podría hablar de aprender sin incluir el nivel del deseo), pero está creciendo cada vez más el segundo (la pretensión de que en el organismo se podrían encontrar las explicaciones para ciertos problemas de aprendizaje y hasta para el fracaso escolar). Entra entonces todo en la misma bolsa, síntomas individuales graves, indicadores de angustia o descontento, respuestas reactivas, psicosis, y problemas que la sociedad en su conjunto no consigue encarar, como el "fracaso escolar", que es un fracaso de la Escuela y no del alumno. "... La curiosidad psíquica cede ante la exigencia de una presunta eficacia": [Jorge Gonçalves Da Cruz diría eficiencia] entonces "los indiscutibles progresos de las neurociencias son ideológicamente valorizados y pregonados como antídotos contra los malestares psíquicos..."

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Recordemos que el problema de aprendizaje y principalmente el fracaso escolar, son dos de los malestares más extendidos en nuestros jóvenes.

24 Ibídem. 25 Ibídem. 26 Ibídem. Pág

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Psicopedagogos y psicólogos que no promueven su propia autoría de pensamiento, caen fácilmente presos en los nuevos modos de presentación de antiguas trampas, de las que Julia Kristeva nos alerta. …Los malestares psíquicos en la actualidad se ven denegados en su existencia misma y reducidos meramente a su substrato biológico, que sería la deficiencia neurológica...27 Más de seis millones de niños que consumen metilfemidato sólo en EE. UU., son un triste ejemplo de esta epidemia que ataca el pensamiento de psicólogos, psicopedagogos, maestros y, lógicamente, también a muchos de los padres de aquellos niños y niñas que sufren. Digo que ataca el pensamiento de psicopedagogos, psicólogos y maestros, que anularon su "curiosidad", su capacidad de reflexión, de pregunta, y hasta sus conocimientos, cuando ceden al facilismo de la supuesta eficiencia de un remedio para "curar". La sociedad hiperkinética y desatenta medica lo que produce. ¿Cómo entendemos que muchos psicólogos, psicopedagogos y médicos se transformen en difusores del consumismo de drogas legalmente recetadas?28

27 Ibídem. 28 Ibídem. 294

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

• MULLER. M. "Orientar Para un mundo en transformación". Edit. Bonum. Bs. As. 1997 • ABERASTURY. A. Y KNOBEL.M."La adolescencia normal". Bs. As. Paidos. 1972 • BLOS. P."Psicoanálisis de la adolescencia". México. Joaquín Mortiz. 1971. • BLOS. P. "La transición adolescente". Bs. As. Amorrortu. 1971. • BOHOSLAVSKY. R "Orientación vocacional. Una estrategia clínica". Ed. Nueva visión 1972. • AULAGNIER. P "La violencia de la interpretación". Amorrortu. Bs As. 1988 • FREUD. S "Esquema del Psicoanálisis". Obras Completas. Amorortu. T.XXIII. Bs.As. 1979. • HORSTEIN. L "Intersubjetividad y clínica". Pidos. Bs As. 2003 • LERNER. H "Afectos, afecciones, afectaciones". Psicoanálisis Apdeba, Vol XX. Nº 3. 1998. • "Psicoanálisis, crisis y subjetividad". Actas del 4to Congreso Argentino de Psicoanálisis. Rosario 2002 • LIBERMAN. D

"lingüística, interacción comunicativa y proceso psicoanalítico". Ed

Kargieman. Bs As 1983 • SARLO. B "Escenas de la vida posmoderna". Ariel. Bs As. 1994 • WINNICOTT. D "Realidad y juego". Granica. Bs As 1972 • RIOS. C. "Las identificaciones en la adolescencia". Psicoanálisis Vol VII Nº3. Bs As. 1985 Pág

295


BIBLIOGRAFÍA AMPLIATORIA

• CASULLO, M Y OTROS "Proyecto de vida y decisión vocacional". Ed. Piados. Bs As 1994. • ERIKSON. E. "Identidad, juventud y crisis". Bs. As. Paidos. 1971. • FRYDMAN ARTURO. "Una concepción de la adolescencia: la elección". Revista Registros: Psicoanálisis y Adolescencia. 1998.

MATERIAL ANEXO D

• SALZOTTO, D Y OJEDA, A. "Las elecciones en los adolescentes de la fase inicial: los ciclos de especialización". Publicado en la Revista: Córdoba, la adolescencia hoy..... Nº2 Facultad de Psicología. U.N.C. Ed. BRUJAS 2000. • FERNÁNDEZ ALICIA. "La autoría de pensamiento y el elegir o los movimientos de discrimación-exclusión.". Extraído del libro "Poner en juego el saber". Ed. Nueva Visión. 2000 • FERNÁNDEZ ALICIA. "Autoría de pensar. Un lugar de resistencia de vida ante la desubjetivación de la sociedad.". Extraído del libro "Poner en juego el saber". Ed. Nueva Visión. 2000

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Actividades de Aprendizaje

1) Establezca las causas que pueden dificultar o conflictuar la elección vocacional. 2) Explique cómo se conforma la identidad ocupacional 3) Qué efectos tiene la posmodernidad en la conformación de la identidad ocupacional y en la posterior elección vocacional?

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