Presentación. El viaje o la travesía en el cine de nuestra Latinoamérica
Recorriendo las áridas pampas, los selváticos dominios o las heladas estepas y bosques, los habitantes del continente los vieron llegar con sus extraños aparatos, tratando de capturar los singulares movimientos de mujeres y hombres que, desafiando la pobreza y lo riguroso del paisaje, construían la vida. Quien pudiera trazar la travesía de nuestro cine de los comienzos, puede descubrir que el maravillarse fue un rasgo de uno y otro lado de la cámara, de los filmados y de los filmantes. Allí están los orgullosos onas en las imágenes de Tierra del Fuego, los eufóricos revolucionarios mexicanos, Corisco y Dadá en el nordeste brasileño, así como los rostros que nos miran desde cada época y diversos rincones de Latinoamérica. Durante décadas, este rasgo esencial ha sido parte de las películas, reconocible tanto en los cineastas y productores que intentaron levantar una industria en nuestros países, de la mano del melodrama y de la comedia, como así también de quienes, años más tarde, quisieron cambiar la dura realidad del continente «con una cámara en la mano y una idea en la cabeza». Es quizás también el rasgo esencial de quienes hoy investigan en las películas que dan cuenta de nuestros pueblos y del propio cine que ha intentado expresarlos. Para que la travesía de unos y otros, de los filmados y los filmantes, y de los que lo estudian, no sufra de la intermitencia que ha sido frecuente en nuestros países, es necesario persistir a pesar de lo árido del camino. Por ello saludamos a quienes confiaron en la Cineteca Nacional de Chile como convocante para estas ya cuatro versiones del Encuentro Internacional de Investigación sobre cine chileno y latinoamericano que hemos realizado. Revisitando las ponencias que se han dado a conocer en ellos, nos entusiasmamos de cómo el Encuentro está aportando a
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