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RUMBO 5 Y Y SUS RELACIONES CONTEXTUALES

Por Gabriel Galeano, Licenciado en Filosofía y profesor de estética de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. El profesor Galeano además es un destacado artista visual.

> Ana Granera. Título: Viaje para dos (detalle). Objeto; 2014, 30x8x5 cm. Fotografía cortesía de Paúl Martínez.

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Rumbo 5 es una exposición procesual. Tuvo su punto de inicio en la ciudad de Comayagua a finales del año anterior (2014), concretamente en las instalaciones de la Galería Nacional de Arte, y su segunda y más reciente edición (2015), en el Centro de Arte y Cultura de la UNAH, en Comayagüela.

A mi juicio, la primera edición fue menos problemática dado que en ella se agruparon un conjunto de artistas modernos, de tradición figurativa y con pocas preocupaciones por la alteración de lo artístico permitiendo que la unidad, como criterio estructural de toda exposición, prevaleciera. Si bien, en su última versión se incluyó a un mayor número de artistas, la mayoría representaba disímiles procesos de creación, inquietudes conceptuales y miradas del arte.

Está claro que se presentaron sus excepciones, para el caso: Celsa Flores, Federico Rosa, Nahúm Flores y Otoniel Sabillón. A pesar de anclarse en la tradición figurativa, estos artistas, en su mayoría, han orientado su proceso creativo bajo preocupaciones intelectivas que les ha permitido alterar la pobre tradición que se fundamenta en criterios referenciales para iniciar un diálogo con su propia subjetividad y, desde tal perspectiva, construir un nuevo imaginario simbólico-visual.

Pero… carezco de los elementos suficientes como para emitir valoraciones sobre las obras exhibidas en su primera edición aunque, tampoco es parte de la discusión que ocupa para esta ocasión; mi interés puntual es fundamentar a partir de un análisis crítico- herméneutico algunos elementos que a mi juicio permitirán comprender algunas de las causas que inciden en la inconsistencia de los discursos, en la repetición de las formas materializadas, en la ausencia de narrativas propositivas de la producción del arte de hoy. Esto en tanto representaciones visuales que se sostienen a partir de la tradición figurativa como en las que pretenden postularse en lo objetual o relacional.

La relación contextual e histórica de los textos artísticos

Si se considera válida la analogía del proceso de creación artística con el de la gestión científica del conocimiento, se puede aceptar el principio que el proceso de gestación de lo estético es el resultado de un proceso de abstracción, analisis y síntesis, donde el creador puede dividir el todo inicial a partir de sus preocupaciones y delimitaciones conceptuales, recuperar a través de un proceso fenomenológico el pasado histórico, y anticiparse al futuro a través de la revelación poética. Precisamente por las razones anteriores Hegel G. W. F. (2008) manifestaba que el arte, la ciencia y la filosofía ocupan un mismo peldaño como formas de conocimiento o sistemas de representación.

Nuestra tradición no ha logrado sentar las bases para fundamentar una práctica artística bajo la rigurosidad y la exhaustividad del discurso científico -evidentemente- considerando los modos distintos con los que la ciencia y la actividad artística se enfrentan a la complejidad de lo real. La tradición conformada en nuestro contexto, producto de los endebles procesos de teorización y de reflexión en lo estético, ha logrado constituirse a partir de la intuición y la revelación creadora, pero no bajo sistematizaciones racionales; nuestros artistas más jóvenes, así como los más próximos, son fieles herederos de estos enormes males históricos.

No se puede obviar que nuestra tradición es relativamente reciente. Fue Pablo Zelaya Sierra el primer creador que estructuró un programa que implicaba la creación de las instituciones difusoras de los bienes culturales y formadoras de los artistas. Pero a pesar de los enormes esfuerzos de Pablo, estos no lograron fomentar en los creadores la necesidad de estudio, investigación y de gestión del conocimiento.

Son pocos los artistas en Honduras que han asumido sus compromisos creadores desde programas estéticos y bajo una poética fundamentada desde modelos racionales, al contrario, el proceso de creación se ha fundamentado bajo los principios de la inspiración o la emotividad. Probablemente, esas sean las razones por las cuales nuestros procesos artísticos, sobre todo los relacionados con la práctica relacional, sean volátiles, líquidos o efímeros. Precisamente por carecer de la rigurosidad y exhaustividad que los discursos racionales demandan. Me refiero a práctica relacional, al arte que establece una red de relaciones con lo multidimensional, al tipo de arte que sirve como intersticio entre las múltiples esferas de lo real. Lo estético se entrecruza con lo político, lo moral, lo científico, lo ideológico.

La obra artística es, de este modo y según esta perspectiva, un objeto que cobra sentido(s), que produce significaciones, un elemento estético: construido, elaborado, creado como obra de arte; una manifestación exterior física –dada a los sentidos, y a la imaginación‐ en donde hay una conexión voluntaria de una fuente generadora de nuevos símbolos no instituidos. Vista de este modo, la creación artística refiere a una construcción (que implica conocimientos teórico‐prácticos) y es, por lo tanto, una forma de praxis: la obra de arte es una producción humana que lleva adelante creación de un mundo formal y significativo diferente al mundo dado, instituido.

> Victor López. Título: Abatida (detalle). Dibujo a la tinta; 2013. 21.59 x 27.94 cm.

En la creación artística, el artista se re‐apropia del mundo para re-crearlo, para re‐construirlo. Por esto en la praxis artística ‐a partir de la cual se genera un producto perceptible‐ se despliega la capacidad inventiva de los sujetos, como una forma de materialización de lo que Castoriadis llama “Imaginación Radical” en un sistema de símbolos dados.

Lo imaginario debe utilizar lo simbólico no sólo para expresarse, lo cual es evidente, sino para existir, para pasar de lo virtual a cualquier otra cosa más. (…) Pero también, inversamente, el simbolismo admite la capacidad imaginaria, ya que presupone la capacidad de ver en una cosa lo que no es, de verla otra de lo que es. (Castoriadis,1999: 219‐20). De este modo, como producto que surge del proceso de creación artística, la obra de arte no puede reducirse a su soporte –corpóreo, físico, simbólico‐ ni a la combinación de los elementos que la componen porque, en su globalidad, la obra artística construye significaciones/sentidos que desbordan el aspecto formal/material, aunque sean inseparables de éste.

La relación con lo institucional

El comportamiento intuitivo que impera entre nuestros creadores –esta claro que no es en todos los casos- probablemente sea por problemas de formación académica, técnica y científica y de un endeble capital cultural, pero también se debe a factores institucionales. Con referencia a estos últimos, considero que las instituciones, en las que se incluyen los museos, galerías, espacios expositivos y bienales no han logrado impulsar rutas a seguir por los creadores, para el caso, en algunos casos se legitima un tipo de arte figurativo o en algunos casos propuestas que pretenden ser transgresoras por la utilización de elementos diversos, pero carecen de la intención racional del artista que emprende sus proyectos desde una poética fundamentada desde los saberes especiales.

Nuestras instituciones, han contribuido a instituir ciertas prácticas que a mi juicio no son las más apropiadas, sobre todo por no aportar a la alteración de lo artístico a partir de procesos intelectivos. Han reforzado modelos de tradición realista que únicamente valoran las destrezas técnicas y dominio de los generos tradicionales.

Pero también existen instituciones que han pretendido legitimar discursos mal edificados e impulsarlos como prácticas novedosas, a pesar de sus inconsistencias narrativas y debilidades formales y estructurales permitiendo su inserción en bienales, festivales internacionales, etc. Este comportamiento errático revela males mucho más profundos. La poca reflexión y la inexistencia de profesionales capaces que orienten los procesos creativos son problemas que no solo se manifiestan entre los creadores, sino también en el campo de la gestión, curaduría y crítica de arte.

Es evidente que no se requiere de profesionales formados únicamente en estas disciplinas pues, de acuerdo a Canclini N. (2010), los críticos cada vez más se forman en varias profesiones a la vez. Saben de museografía, de filosofía, de antropología, y pueden ser curadores porque entienden mucho más que la obra aislada. Ser crítico hoy es estar en la intersección de varias disciplinas. Como en realidad se tiene que ser en cualquier otra disciplina. No se puede ser antropólogo solo en la forma en que clásicamente lo dijeron Boas o Lévi-Strauss.

Sin embargo, en este tema que refiere a la formación académica a nivel superior las universidades de Honduras han aportado muy poco. Por un lado la inexistencia de carreras universitarias que formen a los creadores y les provean de los insumos epistemológicos, gnoseológicos, lógicos, axiológicos, ontológicos, estéticos ha sido una de las más grandes deficiencias del arte local y de su institucionalidad. Por tal razón, hemos recibido con una profunda alegría la iniciativa de las autoridades universitarias en la apertura de la Licenciatura de Artes visuales, esperamos la gestión de tan importante proyecto logre concretarse y consolidarse para, más adelante, pensar en la apertura de postgrados que contribuyan en la gestión del conocimiento artístico.

El Arte como actividad puede ser considerado como una institución social en la medida en que presenta un conjunto estructurado de normas y valores que implican un modo de “hacer” y que divide lo que es correcto y no, bello y feo, arte y no arte, entre otras cosas. Todas las consideraciones con respecto al arte, incluso la concepción misma de lo artístico, están dadas por el contexto socio‐histórico en el cual surgen. Por tal razón, no se puede desprender las obras producidas para esta muestra de su contexto más próximo.

En este sentido, se puede considerar al Arte en tanto institución histórica, ya que es reflejo de la sociedad en la que emerge. Decir que el arte es una institución histórica y que constituye un sistema simbólico socialmente sancionado ‐más allá que en su hacer se transforme, transformando la propia historia‐ es decir que ninguna creación artística surge de la nada. En palabras de Castoriadis: “...La sociedad constituye cada vez su orden simbólico en un sentido totalmente otro del que el individuo puede hacer. Pero esta constitución no es “libre”. Debe también tomar su materia en “lo que ya se encuentra ahí” (…) todo simbolismo se edifica sobre las ruinas de los edificios simbólicos precedentes y utiliza sus materiales...” (Castoriadis, 1999:209).

La manera de concebir y llevar a cabo la creación artística en cada sociedad y momento, no es cualquiera, incluso considerando la obra de arte como producto de una creación individual, el artista no compone en un libre albedrío total. Tal como proclama Castoriadis los “edificios simbólicos precedentes” son su terreno propicio, hay en el arte historia, hay intertextualidad, hay un campo. De esta forma, tanto el artista como el destinatario cuentan con un bagaje sociocultural desde donde y con el cual abordan la obra.

> Darvin Rodríguez. Título: Des-Atadura (de la serie Personajes de Acción). Tinta china y marcador sobre formica; 2015. 244x167.3 cm. Fotografía cortesía de Paúl Martínez.

LOS TEXTOS ARTÍSTICOS Y SU RELACIÓN CON EL MERCADO

Buena parte de nuestros artistas, sobre todo aquellos que han logrado suplir sus necesidades materiales a partir de la comercialización de los bienes estéticos que producen, han sido víctimas de la estrechez del mercado y de la inexistencia de gestores comerciales como galerías, ferias de arte, etc. Esta dinámica ha obligado a los creadores a producir obras para satisfacer los gustos de una elite pobre, vacía y con enormes dificultades para valorar críticamente la obra. Desafortunadamente en nuestro caso, los criterios de valoración se forman por la acción de la conciencia social de cada clase en cada época histórica; esta acción no se desarrolla al azar, sino que se haya determinado en última instancia por las condiciones económicas de la vida social, por la existencia material de la sociedad en general. La asimilación estética supone una conciencia humana, una conciencia estética de la sociedad que representa el reflejo estético de la existencia social en la conciencia social. Por cierto, dicha conciencia social en materia de lo estético, ha sido muy poco desarrollada precisamente por las dificultades de las instituciones del arte y la existencia de unas relaciones de producción y económicas que no han permitido a la sociedad alcanzar otros estadios de desarrollo.

> Celsa Flores. Título: Generaciones (3ra. generación de la serie Querer “Familia Generada”) (detalle). 2014-2015. Dimensiones variables. Fotografía cortesía de Paúl Martínez.

La conformación del “buen gusto” se da en la práctica y puede orientársele a través de la educación estética. Para estructurar juicios de “buen gusto” se requiere de un alto capital cultural, el cual es obtenido a partir de la inversión de tiempo, de la contemplación de obras de arte, de la aprehensión de valores estéticos a partir de la lectura de libros, obras cinematográficas, novelas, piezas musicales y, evidentemente, de la formación académica y la herencia familiar. El capital cultural se transmite a través de las relaciones sociales, la familia es la primera institución social que edifica el capital cultural.

Estos rasgos en común son adquiridos en el espacio social, considerando que cada estrato o grupo social se caracteriza por presentar diferencias en sus prácticas y en los bienes que poseen. La cultura se reproduce en el espacio social y se reafirma a través de los hábitos, los cuales serán diferentes de acuerdo a las condiciones y condicionamientos sociales.

> Medardo Cardona. Título: Viajeros (detalle). Instalación con materiales varios; 2015. Dimensiones variables. Fotografía cortesía de Paúl Martínez.

De esa manera, Bourdieu introduce el concepto de habitus, el cual lo define como el principio generador y unificador que retraduce las características intrínsecas y relacionales de una posesión en el estilo de vida de las personas, de bienes, de prácticas. Los habitus están diferenciados pero también son diferenciantes, distintos, distinguidos, son operadores de distinción, estructuras estructuradas, principios generadores de prácticas distintas y distintivas.

Para Bourdieu las diferencias de clase no solo se expresan a partir de los ingresos o el lugar que se ocupa en la producción, sino también en los hábitos, patrones conductuales, imaginarios y en la forma de acceder a los distintos bienes culturales. Esto es así porque las clases se desarrollan en sus propios espacios y medios, con esto transmiten su herencia cultural, sus gustos, preferencias e imaginarios. No obstante, el “buen gusto” ha sido una de las cosas menos cultivadas por la burguesía hondureña, y en su devenir histórico el papel de las instituciones que pueden contribuir a la conformación del “buen gusto” ha sido escaso.

> Victor López. Título: El que lee poco. Dibujo con marcador; 2015. 67.31x89cm. Fotografía cortesía de Paúl Martínez.

A MANERA DE CONCLUSIÓN

Los problemas evidenciados en la muestra no son responsabilidad únicamente de los artistas. No se puede aislar la influencia del espacio social en la conformación del discurso por parte de los creadores, ni tampoco el peso de nuestra propia historia.

Sin embargo, es importante plantear dichos problemas para que colectivamente busquemos soluciones que permitan obtener un mayor desarrollo y con ello aportar a la conformación de una cultura espiritual que pueda deleitar y obtener un mayor goce estético a partir de las obras edificadas por nuestros creadores. No se puede obviar que una de las razones de ser del arte es provocar goce, deleite (tanto en el artista como en su público) y lo que es gozado o deleitado depende de cada sociedad y de cada momento histórico. Por ello es que las reglas que rigen el orden de lo estético varían según los contextos y los momentos históricos.

En este sentido, el fenómeno artístico refiere a una instancia que da cuenta de cómo las sociedades inventan sus necesidades, reflejando que el significado de “funcional” trasciende por completo la satisfacción de meras necesidades biológicas y materiales. Como dice Castoriadis, “las necesidades expresan un estado social e histórico” (Castoriadis, 1999:230).

No se puede dejar de desconocer que Rumbo 5 representa un enorme esfuerzo colectivo –situación compleja en un contexto que cercena los lazos solidarios- y que como todo proceso tendrá aspectos a rescatar y otros a superar. Desde mi visión, sobre el impacto de ciertas obras o procesos puede o seguramente será abordado desde la perspectiva de la valoración crítica. Pero, se hace necesario señalar algunas debilidades a partir de un analisis de los conglomerados de las obras exhibidas.

A pesar de la temática sugerida por el Curador de la muestra, que por cierto, se proponía como una ruta o simplemente una sugerencia para la conformación de una poética o un discurso artístico se visualizan enormes dificultades en la estructuración de un lenguaje cuyo referente sean las temáticas o ejes curatoriales propuestos. El proponer temas genera conflictos por las debilidades de nuestros artistas.

Así mismo, es notorio la permanencia e insistencia en emplear modelos de representación que carecen de mediación intelectual, los mismos tienen como basamento ideológico el más sano sentido común. Razón por la cual, sus mensajes son anecdóticos y poco sugerentes.

En la misma medida, la muestra amalgama procesos retenidos o paralizados por los propios artistas, situación que demuestra la inconsistencia en el quehacer creativo.

Por último, en algunas de las propuestas se demuestra un enorme desconocimiento del género y de la materia, me refiero a los materiales e instrumentos empleados, lo que provocó enormes problemas estructurales. Está bien experimentar e incursionar en diversos géneros, pero hacerlo bajo los requerimientos técnicos establecidos por la tradición del arte. El arte conceptual no es menos fácil en su materialización que el arte clásico. Una obra, como mínimo deberá de garantizar calidad estructural, considerando que esta contiene valores o cualidades independientes al sujeto que valora y que le permiten tener en si valores estéticos.La improvisación y el desconocimiento de requerimientos técnicos permitieron atiborrar los espacios, no emplear criterios de iluminación y no incorporar los textos dentro de un espacio organizado de forma coherente. Esto generó distorsión y problemas en la comunicación visual. Mucha de la información recolectada para la elaboración de este documento proviene de la observación participante, pero también la emitida por el público que presenció la muestra, que por cierto, los más especializados cuestionaron la disposición y el atrevimiento de muchas propuestas por desconsiderar principios técnicos elementales. Esta claro, que muchas de las propuestas al estar mal ejecutadas generaron la debida sospecha.

Con todo, pienso que son problemas que pueden ser superados fortaleciendo el papel de las instituciones y reafirmando la voluntad irreverente y capacidad reflexiva de los creadores.

Pero también, hace falta el acompañamiento profesional de un curador o de un equipo curatorial, que por cierto, el Centro de Arte y Cultura de la UNAH está en la obligación de conformar. Al mismo tiempo, hace falta de un museógrafo o equipo de museografía y de un espacio propio para la exhibición de obras de arte experimental, pensado que existen propuestas que no logran insertarse de manera apropiada en inmuebles patrimoniales.

La UNAH puede generar diplomados para la profesionalización de los creadores y, desde luego, generar las condiciones necesarias para el debate teórico en las artes visuales. En relación a eso, pienso que el CAC-UNAH ha dado pasos valiosos con la Revista de Arte y Cultura, sin embargo hace falta incorporar más reflexión estética y las valoraciones críticas en los próximos ejemplares.

Podrán exponerse más sugerencias, pero son los artistas los que deberán de asaltar la palabra.

> Alfredo Martínez Ponce. Título: Hacerdor de musas (detalle). Acrílico sobre lona; 2014. 145x164cm. Fotografía cortesía de Paúl Martínez.

Bibliografía

Bourdieu, P.( 1996). La reproducción: Elementos para una teoría de enseñanza. Mexico, Editorial Laia.

Catoriadis, C. (1999). La institución imaginaria de la sociedad. Buenos Aires: Tusquets.

Canclini, N. (2011). La sociedad sin relato: Antropología y estética de la inminencia. España: Rustica.

Hegel G. W. F. (2008). Estética. Buenos Aires: Editorial Losada.

> Francisco Alvarado-Juárez. Título: Auto retrato. Fotografía digital; 2013-2014. 32.02x48.26 cm. Fotografía cortesía de Paúl Martínez.

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