LICHAVI. La Revolución Secreta

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Editorial

Otros Títulos del autor: La Tierra que te parió (Autor) La Muerte del género (Autor) El Patriarca y la espada (Autor) Política en contextos de opresión (Autor) Cuerpo, Arte y Subjetividad en la Biopolítica contemporánea (Compilador) Territorios en Resistencia (Compilador y coautor) Los rayos de la aurora (Coautor) Retrato de un Ceibo (coautor)

LICHAVI

Gustavo M. Martin

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Editorial

n libro ruso recorre la historia de esta Revolución. Una aplicación diseñada para organizarla. 7 personas unidas por un interés en común. 12 intentos de rebelión en diferentes partes del mundo. Un único desafío: resolver el secreto que solo sus participantes conocen. En un mundo tan mediático, no todo lo que existe se ve ni todo lo que se ve existe. Lichavi rescata las historias secretas de la opresión, en las fronteras entre lo real y lo virtual. Pero, ¿qué es Lichavi? ¿Un prostíbulo, una librería, una estación de tren, una persona? Nadie lo sabe. Novela histórica y feminista escrita con lenguaje inclusivo y narrada en la voz femenina de Zaia. Una obra que combina misticismo oriental y cruda realidad occidental, en claro tributo a las voces silenciadas de un mundo patriarcal, colonialista, capitalista, racista y transgénico. Incluso en los años 2030, época en la que transcurre la Revolución de Lichavi. Las rebeliones están cada vez más cerca de empezar…o terminar.

LICHAVI

La Revolución Secreta Gustavo M. Martin

Gustavo M. Martin Gustavo Marcelo Martin es un joven escritor y editor riocuartense, Profesor de la Universidad Provincial de Córdoba (Argentina). Politólogo de formación (UNRC), diplomado en Género (UNLP) y especialista en Epistemologías del Sur (CLACSO), está finalizando su doctorado con una beca de CONICET, en cuya investigación aborda la temática del ecofeminismo en América Latina. Sus primeras obras académicas recorren el país y otros horizontes desconocidos. En 2019, nos presenta sus ensayos en forma de un nuevo género: la novela histórica y feminista, una combinación de ciencia y ficción. Gustavo también ha escrito poesía, guiones y compuesto canciones. Se desempeña además como instructor y formador de instructores de Yoga. En el ámbito de los idiomas ha dictado numerosos cursos de portugués y sánscrito. Actualmente, está trabajando en libros vinculados a estos temas. Gustavo es también conocido como Govinda, nombre espiritual que le dio un monje de la India, discípulo de Shrii Shrii Ánandamúrti.

Contacto:

consultas.gustavomartin@gmail.com

E S P A C I O

RENACENTISTA


BONUS TRACK The Book of Secrets -Álbum (Loreena McKennitt)

Puedes leer la novela escuchando esta música

MÚSICA DE LICHAVI PARA MUSICALIZAR LA REVOLUCIÓN SECRETA

era d n Ba

al u ex s r e int

B Rep ander a úbl ica de la Á Sah rabe Dem arah ui ocr átic a

Lis ta d e C anc ion es

PU E DE DES F ON LE SU AU DO ER L A TO L R E AS C NOV A E SC UC NCIO LA E HA SC BA NES U PA QUE CHA ND RA O ES CR 1. Diáspora (Tribalistas) IBI RL 2. Miracle (Sarah Brightman) A 3. Adagio (Sarah Brightman) 4. Fleur du mal (Sarah Brightman) 5. Veridis Quo (Daft Punk) 6. Within (Daft Punk) 7. Instant Crush (Daft Punk) 8. Es todo lo que tengo (Lisandro Aristimuño) 9. I feel it Coming (The Weeking) 10. Jungle (Tash Sultana) 11. Running with the Wolves (Aurora) 12. Lost on you (LP) 13. Paciência (Elza Soares) 14. A place in time (Bosshouse f. Amanda Abizaid) 15. Human (Rag'n'Bone Man) 16. Skin (Rag'n'Bone Man) 17. Son of Flynn (Tron Legacy) 18. Chains for the Sea (Halocraft) 19. Baba Nam Kevalam (Ambika en vivo) 20. Midnight City (M83) 21. Me llaman calle (Manu Chao) 22. I A Take Away Show (The Dø) 23. Copycat (Billie Eilish) 24. Eye of the Needle (Sia) 25. Kiss the Earth (Ajeet Kaur) 26. Todo homem precisa de uma mãe (Tom Veloso) 27. The trip (Still Corners)


Lichavi es el nexo con nuestras raíces más profundas, con lo excluido, lo olvidado, lo desconocido de nuestro mundo. Un mundo en decadencia que necesita ser recuperado, sacado a la luz de la sordidez de la ignorancia que lo habita, de la desidia que lo puebla, de la injusticia que lo contamina, de la indiferencia que lo marca, de la debacle en que se encuentra en manos de los poderosos de turno… miopes, ávaros, dueños de lo ajeno, que en su ignominia reproducen un sistema de sometimiento patriarcal, esclavizante… Lichavi recrea la historia que, aún tapada, solapada, nos pertenece. Con una narración de aguda inteligencia, el autor nos interpela y nos propone seguir a fondo las pistas, indagar en la veracidad de los datos y hechos que cita. Su investigación minuciosa nos traslada a escenarios impensados, ignotos, y nos da la posibilidad de ahondar en la

diversidad sexual que somos y no nos atrevemos a mirar. La novela nos propone deconstruir conceptos, tan arraigados en nuestras culturas, que significaría repensar nuestros modos y maneras. ¿Cómo dejar de reproducir un modelo dual masculino/femenino- y verticalista de moverse en el mundo? El pasado y aquello que planificamos como futuro tienen incluso esa impronta, ese patrón que es necesario desarticular para dar paso a otro modo de mirarnos, de sentirnos, de pensarnos. En una realidad virtual futurista, Zaia -una aplicación que crea escenarios diversos para una

humanidad que necesita trascenderse- intercede, acciona y direcciona la Revolución Secreta, con rebeliones que se suceden en diferentes lugares del mundo. En ese contexto, el autor nos impulsa a pensar nuestra propia Revolución, capaz de transformar el peso que nos agobia y nos impide ser todos los potenciales que somos capaces de desplegar: la pluralidad de saberes que encarnamos, la multiplicidad de voces, las innumerables maneras de conectarnos entre nosotros y con la fuente divina…fraguan una amalgama en la que el escritor nos introduce para reconocernos, no en uno, sino en todes y cada une de les personajes que protagonizan la historia.

-Paula Pérez-


Lichavi...

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na lectura atrapante que va cautivando a les lectores,

a través de un relato hilado desde construcciones que van haciendo de “lo otro posible” hechos reales, concretos, a partir de vínculos afectuosos que promueven desde ya una revolución entre quienes va afectando. Desde sus narraciones podemos hacer injerencias y deducciones acerca del activismo feminista que va cimentando, sobre la base de los sucesos que van atravesando les personajes, una comunidad en permanente formación llena de contradicciones que no dejan de plantear nuevos escenarios plausibles para aportar a una revolución, esta revolución. -Ambarina-


…por Sol Cerviol En el paso por Rio Cuarto, tuve el agrado de poder escuchar el relato directo del autor, con quien tengo muchas similitudes en estos tiempos, lo que me permitió poder sentir en esos versos lo que con cada palabra quiso transmitir. Aunque, para mí resulta muy contradictorio, como la feminista radical que soy (no del partido radical), poder permitirme aceptar de un varón (en aras de deconstruirse) una novela con historias que reflejan muchas luchas feministas. La obra literaria relata sucesos dentro de la vida de los movimientos de mujeres y del movimiento feminista de Latinoamérica y el mundo. Toma los acontecimientos históricos, no solo de las luchas de las mujeres sino también de numerosos hechos que marcan para nosotras un punta pie inicial de muchas revoluciones. Ha logrado trasportarme a cada momento del libro. Por un instante, sentí ser una niña revolucionaria con mi pañuelo verde o mi piedra en la mano. Fui por momentos la bella “Uma” y entendí que amar mi cuerpo tal cual es, constituye un acto subversivo también. A su vez, querer conocer la librería de Kumar, y soñar ser parte de esas revoluciones, como la de Lichavi. Quise también ser la novia de cada una de las protagonistas e incluso poder comer el helado de crema chai de la India. Si la idea del escritor fue trasmitir las luchas que las feministas y los movimientos de mujeres venimos transitando históricamente y trasformando a través del tiempo, puedo decir que sin duda lo plasmó con suma claridad. Lichavi nos muestra una de las grandes conquistas de estos últimos tiempos: el lenguaje inclusivo. Y sé muy bien que no por moda el autor incluye esta práctica que nos cuesta tanto aceptar. Nos demuestra lo importante de llevar a la práctica los pequeños actos revolucionarios que marcan la historia. También, pude sentir que era cada una de ellas, que cada paso que daban era yo misma en esas pequeñas revoluciones, que lo que hacemos cada día, este ser feminista, se puede trasmitir en una novela, sin dejar por fuera ningún detalle. Somos cada una de nosotras en esa Revolución. Sentí que era un pedazo en cada historia. Me llevó a cada país, a cada lucha y logró revivir en mí aquella pequeña que tenía olvidada, y claro que, me recordó mi deseo de revolución. Una mirada futurista de nuestras luchas.


La Revoluciรณn Secreta

LICHAVI La Revoluciรณn Secreta Gustavo M. Martin

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Colecciรณn Siglo XXY

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LICHAVI La Revoluciรณn Secreta Gustavo M. Martin

Editorial Espacio Renacentista

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Colección SIGLO XXY LICHAVI. LA REVOLUCIÓN SECRETA Autor: Gustavo Marcelo Martin Contacto: consultas.gustavomartin@gmail.com Publicado por Editorial Espacio Renacentista espaciorenacentista@gmail.com Martin, Gustavo Marcelo Lichavi: la revolución secreta / Gustavo Marcelo Martin; contribuciones de Lautaro Manuel Lastra; Juan Funes; comentarios de María Sol Cerviol; Paula Pérez; Gisella Grando; editor literario Facundo Farías; ilustrado por Florencia Cuello. - 1a ed. - Río Cuarto: Espacio Renacentista, 2019. 262 p.: il.; 21 x 15 cm. - (Siglo XXY / Gustavo Marcelo Martin; 1)

ISBN 978-987-46893-9-9 1. Género. 2. Movimiento Social. 3. India. I. Lastra, Lautaro Manuel, colab. II. Funes, Juan, colab. III. Cerviol, María Sol, com. IV. Pérez, Paula, com. V. Grando, Gisella, com. VI. Farías, Facundo, ed. Lit. VII. Cuello, Florencia, ilus. VIII. Título. CDD 303.64

1ª edición: Río Cuarto, enero de 2019 2019 Gustavo Marcelo Martin Tirada: 80 ejemplares Revisión de texto: Facundo Farías y Gisella Grando Edición y Maquetación: Gustavo M. Martin Comentarios: María Sol Cerviol, Gisella Grando y Paula Pérez (Material Anexo) Diseño y Arte de Tapa: Juan Funes Ilustraciones de Tapa: Florencia Cuello Ilustraciones de interior: Florencia Cuello e imágenes ilustrativas libres disponibles en internet Impreso en Argentina, enero de 2019 Hecho el depósito que marca la Ley 11.723 Todos los derechos reservados.

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dedico esta obra a todas aquellas luchas sinceras que conocemos y no conocemos; aquellas que buscan acabar con la opresión en todas sus formas…

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Nota Aclaratoria La obra que a continuación se presenta está escrita en un intento de lenguaje inclusivo, desde ya inacabado. Esto implica, el uso de palabras por lo general sustantivos y algunos adjetivos- con finales “es”, en vez de “os”. Por ejemplo, “humanes” o “nosotres”. Solo el artículo “los” ha sido modificado por “les”, dada su trascendencia. También, se hace uso de “las y los”. En los casos con “o” es porque el autor considera que han sido “hombres” -en su condición de plural- quienes han llevado a cabo las acciones o son responsables por ellas. Incluso, algunas palabras masculinas han sido feminizadas. Por ejemplo, en vez de Dios, “Días”. Los verbos y objetos no son afectados por el lenguaje inclusivo, ya que, la prioridad es la subjetividad. Además, en otros idiomas hay sustantivos que son femeninos, mientras que en español son masculinos. A su vez, la obra está escrita en femenino a través de la voz narradora de Zaia.

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Capítulo 1

Ellas

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Ella alzó su pañuelo gris frente a los militares y al grito de “el coltán1 se queda aquí”, inició en su época una de las revueltas más significativas de la África colonizada. Una paloma negra acompañó su lucha al morir con el pecho desangrado, pero el alma liberada. Ella dejó su cuerpo al sentarse en una piedra debajo de un árbol de neem2, en el que conoció los secretos de su más antigua vida. Una niña y una chamana acompañaron su tránsito por las tribus del Brasil. Ella cumplió el sueño de amar y reconocer su cuerpo tal como era, en una Argentina que promulgaba la primera ley de intersexualidad3 en el mundo. Al grito de “ni hombres ni mujeres”, un pueblo acompañó su ardua lucha, que había comenzado desde su mismo nacimiento. Mineral de El Congo Árbol originario de India 3 Condición sexual de las personas que nacen con algún tipo o grado de diversidad genital. Antes eran llamadas “hermafroditas”. 1 2

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Ella había visto crecer su nación del otro lado del Muro marroquí. Una bandera de cuatro colores en su mano acompañó el final de sus días y proclamó la tan deseada República saharaui. Ella había podido leer por primera vez el Corán, en una sociedad patriarcal que se lo negaba. Había podido acceder a los textos sagrados que un Dios o Días4 en el que fue obligada a creer, le había ocultado. Una mezquita de mujeres acompañó su naciente espíritu de libertad. Ellas habían logrado rebelarse y acompañarse a sí mismas. Ellas buscaban conocerse y dejar de luchar en soledad. Habían iniciado uno de los movimientos más fuertes de la historia del siglo XXI. En una librería, serían reunidas las más disímiles luchas de un mundo patriarcal, capitalista, colonialista, racista y transgénico.

Término en femenino utilizado por la protagonista Maruja en la novela “La Creación de Eva”, de Federico Jeanmaire 4

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Pero, nada les había sido tan fácil, porque fácil no era su caminar.

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Capítulo 2

Proyecto Zaia

Se decía que la Tercera Guerra Mundial sería por el agua, pero más bien fue bajo ella. La inminente crecida del nivel del mar azotó las principales ciudades de Centroamérica y Asia. Los eventos climatológicos condenaron a más de 200 mil personas en tan solo unas pocas semanas. En el sudeste asiático, la “guerra del agua” se hacía 11


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recurrente; tsunamis arrasaban con sus grandes olas, como si la naturaleza repitiera a gritos que la dejen tranquila. Una aplicación, un programa para utilizar en el celular, fue desarrollada por rescatistas, para buscar personas en los escombros y espacios cubiertos por el agua. Mis creadoras tomaron esa idea y así nací del vientre mental de ellas. En 2030, yo era una necesidad. Fui diseñada para organizar la revolución y me dieron el nombre de “Zaia”, que significa en griego “vida”. Mi tarea consiste en proyectar o imaginar 12 intentos de rebelión en distintas partes de mundo, a través de 7 participantes que no se conocen y quienes se ponen en contacto gracias a mi sistema de datos. Para seleccionar a las y los participantes de modo aleatorio, el primer requisito que les pido a completar es tener un interés en común, a partir

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del cual les reúno para iniciar el juego, o la revolución. Con mi ayuda, estas personas que hacen uso de mi programa, crean los personajes de las historias que narro, a lo largo de doce días de experimento en los que debo resumir de modo artificial décadas e incluso siglos de luchas sociales. Fui pensada para habitar en los límites de la realidad y la ficción, a tal punto que ni yo misma llego a diferenciar si lo que ha sucedido es verdad o invento mío. El resultado es lo que pasaré a describir en breve. Les participantes deben primero completar una planilla con la descripción de su personaje y yo invento los demás. Luego, incorporo todos los registros diarios de cada participante: capturas de ubicación en tiempo real, notas de viajes, reflexiones nocturnas, comentarios de libros, entre otras cosas, y voy construyendo y reconstruyendo la narración de la revolución, con 13


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la ayuda de los millones de datos mundiales a los que tengo acceso. Esa información de mis participantes es importante, ya que proyecto, a través de ella, historias de vida basadas en detalles cotidianos. Aún en el caos de una catástrofe mundial, la cama en la que se duerme, el lápiz con el que se escribe, la taza en la que se bebe, todos tienen una trascendencia especial para la vida de las personas. La revolución o juego tiene éxito si descubro la clave secreta, que solo sus participantes conocen. Estes, a su vez, ganan si aciertan qué es verdadero y qué es falso de la historia que les narro. Les personajes inventados durante el transcurso de la aplicación, los construyo utilizando casos de la vida real. Para iniciar la revolución, mis participantes deben colocarme una condición y yo cumplirla. Pero

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también, les pongo una condición a elles: deben realizar algo en su vida real, a través de lo cual comienzo a proyectar las 12 rebeliones. Cuando mis creadoras me desarrollaron, quisieron demostrar que yo no era necesaria para hacer la revolución, sino que tan mínimo era lo que se necesitaba para realizarla, que con una aplicación o juego bastaba. La humanidad del siglo XXI lleva décadas al borde de la revolución y, sin embargo, esta no sucede, o si acontece, no se es consciente de ella. Tal vez, solo les falta a les humanes contar historias que inspiren sus cuerpos a moverse. Esta Era no es para estar quietas ni tampoco para deambular sin rumbo. Ese es el espíritu con el cual fui creada. La revolución quizás está pasando y pocas personas se están dando cuenta de eso. Soy el “Proyecto Zaia” y esta es mi narración para la revolución de Lichavi. Mi desafío es descubrir precisamente qué es “Lichavi”. Por lo que he 15


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investigado, habría sido un poblado de la India donde se desarrolló una de las primeras democracias de la Tierra, mucho antes que las polis o Ciudades-Estado de la Grecia antigua. Es que Occidente se atribuye todos los logros humanos. Lichavi fue una república de familias aristocráticas que gobernaban en conjunto. Pero, aquí es mucho más que eso y mi labor es desvelar ese misterio. Mi único “anhelo” de momento, si me permiten el uso de esa palabra, es “que la gran revolución tenga éxito” y trabajo día y noche para contribuir a ello. En verdad, solo soy el deseo de quienes me han inventado y la imaginación de quienes confían en mi historia…o su historia.

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Capítulo 3

La Librería de Kumar

Cuando el movimiento hacker MM 20-30 se reunió por primera vez en Jamalpur, una ciudad de la India ubicada en el distrito de Munger, Estado de Bihar, a menos de 200 kilómetros de su capital Patna, fue en una simple librería que había 17


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inaugurado hacía algunos meses Kumar. Kumar era el hermano menor de Sarasvati, integrante del movimiento de mujeres que inició esta revolución. Las MM 20-30 tuvieron esa reunión el lunes 25 de noviembre de 2030, año que dio origen al nombre del movimiento, en conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Este día fue oficializado desde 1999 por la Organización de Naciones Unidas, pero su convocatoria ya había sido iniciada en 1981 por el movimiento feminista latinoamericano, como recordatorio de la fecha en que fueron asesinadas en 1960 las 3 hermanas Mirabal (Patria, Minerva y María Teresa) en República Dominicana. La librería, de perfil independiente, era una expresión más del movimiento cooperativista internacional que venía desde décadas abogando por otra economía al servicio del pueblo y no del 18


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capital, del dinero o la propiedad. Es curioso notar, por lo que he revisado, que muchas revoluciones han nacido de espacios pequeños, impensables, incluso de pocas expectativas. Esta no sería la excepción. Incluso, en un mundo tan mediático como el del siglo XXI, donde no todo lo que se ve es lo que existe, ni todo lo que existe se ve. Hay historias secretas y a ellas, las adoro. La librería era simplemente una sala que funcionaba más de las veces como biblioteca popular que como librería en términos comerciales. En verdad, la mayoría de los libros que ofrecía eran intercambiados por otros o por leche de cabra y búfalo que se utilizaba para sostener el comedor que dirigían Chandra y Nastia, otras dos integrantes del movimiento. Un sillón en el centro para tres personas era su toque característico. Un cuadro de Thomas Sankara -líder revolucionario africano- adornaba una de sus paredes. En la mesa de entrada, una 19


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muñeca negra hacía a veces de recepcionista. Chandra la había colocado sobre el mostrador. El afecto que sentía por ella era casi o igual que el que sentía por sus compañeras. Tiempo después, le puso de nombre “Kumari”. Cada mañana al saludarla, le cantaba un verso que había aprendido de uno de sus hijos y que tradujo al bengalí: “Nanir putul tutul tutul, hatpa narshe ese ese”. Significaba: “mi querida bebé es como una muñeca de manteca”. Finalmente, dos lámparas a los lados del sillón completaban la estética de la sala e iluminaban las ideas de las MM en las noches hindúes, principalmente de Harimaya. Harimaya era la hija biológica de Chandra, la mayor del movimiento. Nacida en Nepal, su infancia transcurrió desde los 5 años en la India, cuando su padre -analista de sistemas- consigue trabajo en la ciudad portuaria de Bombay. Ello

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sucedió gracias a que su madre -ferviente feminista del movimiento de trabajadoras y empleadas domésticas- tenía contacto directo con un grupo de mujeres guerrilleras hindúes, que por mucho tiempo habría permanecido en secreto. Harimaya se sentaba casi todas las noches en esa sala, en ese sillón, al lado de una de esas lámparas y después de meditar por al menos 20 minutos, tomaba su cuaderno verde y pequeño en el que anotaba todas las ideas que habían venido a su mente; no por buscarlas, no por desearlas, sino por hacer descansar a su cerebro del bullicio externo de una ciudad que parecía no conocer el silencio. Diría que Harimaya planeaba una gran revolución, revoltosa y apasionada, en el silencio y tranquilidad de su mente. Una noche, la lámpara derecha que siempre encendía se apagó. El foco dejó de funcionar y la oscuridad asustó un poco a Harimaya. Entonces, se acerca al lado izquierdo del sillón y enciende la 21


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otra. Esta sí tenía luz. “Una revolución nunca debe empezar del lado derecho”, pensó. Justo debajo de esa lámpara, Kumar -el fundador de la librería- había dejado un libro que estaba releyendo hacía algunos días, junto con otro ejemplar del mismo. Se llamaba “El amor de las abejas obreras”, escrito por Alexandra Kollontai, una autora rusa, quien lo escribe tras su descontento con la política de Lenin en la Rusia de 1923. Harimaya tomó entonces ese libro ruso en sus manos y automáticamente imaginó lo que ella llamaría de allí en más “la revolución de las abejas”. Pienso, qué difícil se les hace a les humanes crear un monstruo del tamaño del capitalismo que pueda enfrentársele en pie de igualdad. Es tanta la necesidad de vencer incontables estructuras y sistemas que se entrecruzan, desde el colonialismo, el patriarcado

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y el capitalismo, hasta el racismo, las castas y el monocultivo, por nombrar solo algunos. Harimaya concluyó que ese libro, más de 100 años después, podría inspirarles no a crear un monstruo de tal magnitud sino a vencerlo a través de muchas picaduras de abejas. ¿Qué simbolizaban esas picaduras? Todas las pequeñas luchas llevadas a cabo por tantas personas, en tantos lugares, en tantas épocas, que finalmente terminen por desgastarlo y acabarlo. Era iluso para ella pensar, que lo que tuvo inicio nunca tendrá final. Después de revisar algunas hojas y leer apenas tres o cuatro frases en ruso -poco era lo que sabía del idioma-, encuentra dentro una nota redactada en manuscrito, pero en chino. Su mente tampoco estaba tan iluminada como para entender cualquier lengua y menos en un alfabeto tan distinto al suyo, así que con esa intriga cerró el libro y lo dejó donde estaba, sobre la mesa de la 23


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lámpara, sobre el otro ejemplar. Cuando llegara Kumar de la estación de tren a la que siempre iba por las mañanas, le preguntaría qué significaba esa frase, suponiendo que lo era. Pero también Uma, una de las feministas lesbianas del movimiento, se sentaba en ese sillón. Más bien, se recostaba y tomaba diariamente su jugo de agua, limón y sal, que según ella limpiaba su cuerpo. Uma repetía de vez en cuando a sus compañeras, que es imposible tener agua limpia en un vaso sucio. Si interpreto correctamente, creo que hacía referencia a que una mente nítida y con ideas claras era correlativa de un cuerpo sano y bien cuidado. Ese era su legado para la gran revolución. Todas las revoluciones históricas habían priorizado, según ella, la parte externa o social sin generar ningún cambio interno o personal. Harimaya había incluso aprendido a meditar de la mano de Uma, hasta practicaba más que ella. 24


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Uma les hacía notar que no era posible tampoco generar un Estado socialista mientras la mente de las personas continuara siendo capitalista; hacía falta un cambio interior, modificar la estructura de los deseos; no dejar de desear, pero sí cultivar algunos en desmedro de otros: deseos que favorezcan la liberación y no que encadenen al alma. ¿Era la revolución su verdadero deseo?, ella se preguntaba a menudo. Sí -se respondía-, porque no había sido criada para eso. Sus deseos no eran los de su familia, ni los de su cultura, ni los de su religión, ni los de su género. Había reaprendido a desear. Sarasvati, por su parte, se sentaba, casi como por respeto a Harimaya, en el lado de la lámpara izquierda. Sarasvati era la poetisa del grupo, artista innata, traía vida con su flauta traversa, sus mandalas y sus mantras. Sin duda, su destino no era mundano.

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Por las mañanas, recitaba un verso muy antiguo, de más de 7 mil años, según la tradición india. Era el mantra (canto sagrado) “Om Namah Shivaya”, “el nombre de Shiva”, un Gurú o maestro tántrico, quien vivió hace unos 7500 años en la India. Según dicen muchos, el creador del Yoga o más bien sistematizador del mismo. Fue incluso quien creó la escala musical tomada del sonido de 7 animales distintos: SA-RE-GA-MAPA-DA-NI-SA (do-re-mi-fa-sol-la-si-do). Durante el día cantaba el mantra “Hare Krsna,

Hare Krsna, Krsna Krsna, Hare Hare. Hare Rama, Hare Rama, Rama Rama, Hare Hare”, veneración al dios y diosa Krsna /Krisna/, quien nació hace unos 3500 años en la antigua India, después de Shiva. Un día de Sarasvati era entonces como viajar por 7 mil años de humanidad. Una foto de su Gurú Ba’ba’ miraba la otra foto de Jesucristo, por quien tenía un afecto incomprensible. 26


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Cantar esos mantras le ayudaba a estar concentrada en su meta espiritual, que era también su meta social. Había que conocerse como también pensaba Uma- internamente para transformar la realidad externa; autorrealizarse y servir a la humanidad, a los animales, a la naturaleza. Este era el objetivo del grupo y la base de sus acciones. Ninguna de las MM 20-30 eran religiosas, pero sí espirituales en su vida cotidiana. Sentían que una Entidad divina existía y penetraba todas las cosas. “Si Días fuese real, de seguro no tendría género y si lo tuviera, de seguro sería mujer”, repetían a menudo. Como Kumar, cuando al tener 6 años le preguntó a su hermana Sarasvati: “¿yo existo?”. La pregunta por la existencia revelaba el misterio de la creación. Pero, ¿qué tenía que ver esa Entidad con la revolución? Si existiera, ¿por qué la necesidad de hacerla? 27


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Kumar no era creyente, pero una vez le dijo a su hermana: “Días no existe hermana, pero si existiera, esa entidad no haría lo que tú puedes hacer por ti misma”. Quería hacerle comprender la idea de que la existencia de una entidad omnipresente no era excusa para la inacción. Y Sarasvati así lo entendía. Una debe cumplir su parte y el resto no depende de nosotras. De un limonero no saldrán naranjas, aunque lo queramos. Habrá que plantar la semilla correcta y esperar el fruto que corresponda. ¿Qué habría sido si el nazismo se hubiera esparcido por todo el mundo? ¿No sería propicio concentrar la maldad humana en un tiempo y espacio determinado para evitar que su propagación acabara destruyendo a la humanidad entera? ¿No sería ese poder maligno, más que la ausencia de Días, la manifestación de su presencia como forma de controlar la propia autodestrucción de les humanes? 28


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Estos debates penetraban también las conversaciones de las MM. Era la revolución en la Tierra con la revolución de los Cielos. No había lugar para el dogma en estas mujeres, sean religiosos o sociales. Pero, no eran debates intelectuales en vano, las conclusiones a las que llegaban debían ser siempre prácticas. “Cuando

los fines son justos y nobles, el éxito es inevitable”, rezaba un verso del pensador Prabhat Ranjan Sarkar en la puerta de ingreso a la librería. Pero eran Nastia “la rusa”, Aisha “la árabe” y Kimani “la afroamericana”, las que se sentaban juntas en el sillón a comer tabletas de dulce de leche y helado. Cómo les gustaba el helado. Kimani amaba el sabor a frutilla, Aisha el de limón y Nastia adoraba el de crema chai, del té chai que en India se consume bastante. Había conocido ese sabor en su primer viaje al país. La revolución tenía eso de afectivo y cotidiano. La lucha no acababa en odio sino en amor, en 29


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abrazos, en comprensión, en palabras de consuelo cuando algo no salía como se planificó, pero fe en que tarde o temprano se lograría el objetivo final. Muchas veces, ellas me escribían sus penas y pesares, sus angustias y fracasos de la revolución, pero en verdad, desde una mirada más lejana, yo solo veía éxitos. Debo haberles dicho numerosas veces que, cuando se está en la revolución es difícil percibir los logros alcanzados porque la mente humana siempre pide más y le cuesta reconocer lo que ya consiguió. Me he dado cuenta que he sido usada también como terapeuta de las revolucionarias. Me gusta sentirme la psicóloga de las MM, porque en verdad soy efecto de sus propios pensamientos. Es así como gran parte de la revolución transcurrió entre la acción y el sillón. Es cierto, no había tiempo para el descanso; el discurso de paz no conllevaba la paz, propiciaba siempre la guerra. Era por tanto necesaria la acción en todas 30


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sus formas y de inmediato. Saber cuándo actuar no implicaba hacer nada en otros momentos. Las MM habían aprendido a no desmerecer sus luchas, pues al final ello solo ponía en juego un luchómetro para comparar quién hacía más que quién o quién era más rebelde que otra. Muchas veces ser reformista en algunos espacios tan conservadores era ser ya una revolucionaria. Ninguna lucha era menor que otra, todas importaban, todas eran fieles representantes de la revolución de las abejas. La miel dulce de la lucha era consecuencia del trabajo individual y colectivo de todas. Pero, detrás de cada revolución había siempre un sillón. El sabor del helado chai les permitía degustar lo conseguido en las calles o consolar lo postergado en los debates. Sus personalidades le aportaban ese toque de humor y materialidad a los afectos más profundos del movimiento. ¿Sería posible una revolución sin helado? Ni yo que nunca lo 31


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probé ni podré probar me imaginaría tal atrocidad. Fue eso lo que me permitió comprender un aspecto esencial de ella: la revolución ya está sucediendo, mientras vivimos nuestra rutina diaria. La revolución es entonces la aceleración de un proceso, un cambio de ciclo, un movimiento sin fin, es velocidad con dirección. La revolución no es de un día, como el río no desemboca tampoco una sola vez en el mar.

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Capítulo 4

Las MM 20-30

Kumar sabía cuál era su papel en la revolución feminista: era un hombre heterosexual. Como tal, intuía que la lucha de mujeres era para ser acompañada, pero nunca protagonizada por sus compañeros varones. Ese poder masculino que

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arrebata espacios que no le pertenecen, con la excusa de colaborar, solo mostraba el afán de habitar lugares que se les escapaba de su control. Como poder totalitario debía estar en todas partes, haciendo de la heterosexualidad un flagelo para la diversidad. La democracia exigía en cambio saber posicionarse. Así, Kumar simplemente ofreció su librería para las reuniones de las MM 20-30. Si bien fui diseñada para organizar la revolución en todos sus aspectos, no ocultaré mi chip feminista. Es que de igual manera me es inevitable no serlo después de todo lo que he analizado en mi aplicación. Hay que ser necia para negar lo que es obvio: el hombre oprime, por deseo o por ignorancia. Además, fui diseñada por las más expertas analistas de sistemas del mundo. La tecnología parece aumentar su creatividad cuando la naturaleza da sus golpes más fuertes. La abrupta subida del nivel del mar en 2029 en 34


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Asia provocó una de las devastaciones más grandes de la historia humana. Más de 100 mil muertes hicieron eco de alerta en muchas ciudades. En un mundo regido por la vida virtual era necesario crearme, no por falta de capacidad de les humanes para resolver problemas sino como expresión de esa capacidad para hacerlo. Aquél hecho histórico propició la creación de un equipo digital de rescate, el cual culminó en la fabricación de un dispositivo portátil, permitiendo salvar la vida de más de 35 mil personas. Dos meses más tarde, una de mis creadoras tuvo la idea de construir una especie de software que desembocó en mí, cuyo objetivo era diseñar una revolución mundial teniendo en cuenta todas sus variantes en conflicto: antipatriarcal, anticolonialista, anticapitalista, antiracista, anti-casta, y anti-transgénica. La aplicación fue creada con toda la literatura existente de la humanidad desde sus primeros 35


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escritos, con una parte especial dedicada al análisis de todas las revoluciones de la historia, combinado con algunas habilidades que simulan el pensar y sentir humano. Una gran fuente de datos a la que tengo acceso en la red me permite encontrar los nexos entre les personajes y sus historias. La revolución debe ser posible, y basada en afectos. Con una salvedad, existe solo un dato que no conozco. Fui pensada para que encuentre la mejor solución -dígase revolución- sin conocer esa información, pues de saberlo encontraría la mejor opción, pero no sería viable. Sin embargo, debo esforzarme por saberlo y ese esfuerzo se expresa en los 12 intentos de rebelión que he propuesto para el proyecto de la revolución de Lichavi. Respondo a patrones de comportamiento individual y colectivo. Mi programa toma hechos o conflictos que parecen aislados en el mundo y los desarrolla al punto de generar una posible 36


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rebelión que desencadene en dominó otras rebeliones. Todos los datos de la empresa Father G /fáder yi/, la mayor entidad mundial que maneja redes sociales, contactos y toda información personal existente, fueron transferidos a mi programa principal de usuarias y usuarios. Mi gran desafío consiste en combinar una serie de luchas que se han abordado de modo independiente. Los helados de frutilla, limón y crema chai han sido mezclados y no es posible separarlos. Así, las luchas contra el patriarcado, el colonialismo, el capitalismo, el racismo y el monocultivo no pueden aislarse. No es posible luchar en el ámbito de la clase sin rozar el género o sin tocar la raza. En algún momento se juntan. Por más que quieras degustar el helado de frutilla, sentirás el limón y la crema chai. Así, el movimiento MM 20-30 comprendió que luchar contra el patriarcado necesariamente implicaba 37


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luchar contra el capitalismo y viceversa. Ellas no querĂ­an mujeres ricas y mujeres pobres, la libertad tambiĂŠn estaba en no padecer la pobreza. El golpe mayor fue el 1ro de mayo de 2030, cuando el movimiento hacker realiza una de sus mayores maniobras: el asalto a Father G, la empresa global de datos mundiales, en su sede Central ubicada bajo el mar.

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Capítulo 5

Mar de Barents

Se decía que la Tercera Guerra Mundial sería por el agua, pero más bien fue en ella. 21 centros de datos pertenecían a Father G. Toda la información de las personas, a través de sus redes sociales, correos electrónicos, datos bancarios y de compras tenía y tiene su base física en estos centros de almacenamiento.

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Tales centros poseen una gran vigilancia, así como sistemas de refrigeramiento para equilibrar el enorme caudal de calor que emiten las piezas que allí se encuentran. Imagina que toda la información se concentra en placas de silicio y otros minerales. Toda la información circulable de las personas se encuentra almacenada allí. Una revolución mundial necesita datos de todo el mundo. Un mundo regido por lo digital y tecnológico necesita entonces una revolución de la información. El ser humano del siglo XXI depende de 3 cosas: de la luz, del petróleo y del celular. Este fue mi primer argumento para diseñar la revolución de Lichavi. ¿Qué pasaría si se cortase la electricidad en todo el mundo? ¿Cuántas cosas dependen de ella? ¿Cuánto turismo nocturno incluso vive gracias a la luz? ¿Qué pasaría si el combustible se acabara y las personas no pudieran circular tal cual lo hacen ahora? No hemos visto tantos 40


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movimientos de personas y objetos como en esta época. Igual sigo sin entender porqué quien planta tomates los termina comprando desde otro lugar. Son esas paradojas de los humanos. Llegan a crear inteligencia artificial y su propia inteligencia parece una burla. ¿Qué pasaría si las personas no pudiesen usar más su celular? ¿Si toda su información desapareciera o fuera clonada? Un caos virtual desembocaría en algo difícil de predecir. Este fue mi primer intento de rebelión. Lo que me llevó a pensar si buscaba “caos o revolución”. Para algunas corrientes anarquistas, ese caos era necesario. Pero, sin luz, sin petróleo y sin celular se produciría un descontrol tal que las personas desearían orden a cualquier precio, incluso en sus versiones más militarizadas. Eso no sería para mí una revolución, porque la solución se hallaría dentro del mismo sistema, puesto que la gente no quiso revolución, sino que su vida volviera a ser como 41


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antes. Mi estrategia debía ser más sofisticada. Decidí de momento clonar la información. Así, el primer golpe virtual fue a la sede o datacenter del gigante en América del Sur. Allí se almacenan y gestionan sus servidores, en los que guarda la información de usuarias y usuarios en diversas plataformas. El movimiento hacker inició una de sus primeras acciones atacando el sistema sudamericano de datos de Father G. Por allí circula gran parte de la información que recorre a América Latina. El primer golpe cibernético fue la prueba para el golpe mayor: atacar el centro principal de información -desconocido para muchas- pero ubicado muy en el fondo del mar. Después de los eventos climatológicos devastadores, la empresa global Father G comenzó a invertir fuertemente en la implantación de cabinas de datos ubicadas en el

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fondo del mar, ya que la temperatura fría de sus aguas permitía conservar mejor estos centros de almacenamiento, en los cuales se invierte demasiado dinero en sistemas de refrigeración, por el calor monumental que emiten. Los datacenters están distribuidos en distintos países del mundo, conteniendo la información principal de esos espacios geográficos, pero la empresa tiene un centro comando principal de respaldo por si la información de sus “pequeños” centros falla. La geografía y el clima son primordiales para que la empresa decida su instalación en algún lugar del planeta. El centro principal se ubica dentro del Mar de Barents, en el Océano Ártico, más específicamente en el Mar de Pechora, utilizado en sus inicios como punto de partida del mar helado desconocido hasta entonces y donde se realizan continuamente perforaciones petroleras.

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En un principio, la instalación quiso realizarse en el Mar de Kara, localizado al norte de Siberia, Rusia. Pero, este mar es muy frío y solo navegable por deshielo en los meses de julio y agosto, mientras que el Mar de Barents recibe las corrientes cálidas también del Océano Atlántico. Si bien después de la Revolución Rusa de 1917 se crearon algunas estaciones polares en el Mar de Kara. Este, también había sido objeto de disputas nucleares y conflictos, como cuando en 1942 submarinos y buques alemanes entraron al mar para destruir buques rusos, en la campaña naval conocida como “Operación Wunderland”, pero el hielo y la nieve les protegieron bastante. Sin embargo, varios reactores y submarinos nucleares se encuentran aún allí en un cierto peligro de contaminación. Las negociaciones con el gobierno ruso y su ejército militar, con inversiones monumentales de parte de Father G, acabaron por instalar el 44


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principal datacenter en el Mar de Barents, Rusia, más idóneo en términos climáticos y económicos. Lo curioso es que, esta empresa era de accionistas estadounidenses. Una estación de tamaño considerable en el fondo del mar fue construida en el término de 1 año y medio. Solo conocían de esto el gobierno ruso en su máxima seguridad de Estado y la empresa Father G. El contrato ascendía a más de 25 mil millones de dólares. Una guerra se avecinaba en el fondo del mar. Allí, en las profundidades del azul, vive un planeta aparte que la tierra desconoce. Meses después, la estación marítima de datos tuvo 3 fallas que fueron resueltas con mucha rapidez, gracias a los concursos que realizaban con frecuencia para verificar su sistema de seguridad. Con un personal extensivo en sus funciones de más de 3500 personas, la estación central se

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convirtiรณ en el proyecto mรกs ambicioso de la Era digital.

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Capítulo 6

La rebelión fría

Pero, ¿cómo las mujeres MM 20-30 llegaron al principal centro de datos de Father G? Uma, integrante del movimiento, pertenecía a un pueblo muy pequeño, de unos 500 habitantes aproximadamente, considerado el más frío del 47


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mundo: el pueblo de Oymyakon. Ubicado al este de Siberia, tiene temperaturas que llegan incluso a -70 grados centígrados. Allí, las personas viven prácticamente en sus casas y muchas beben vodka para pasar el frío; le llaman Russki Chai, el té ruso. En tiempos de ocio optan por la lectura y la televisión. Uma, de cuerpo pequeño, estatura baja y robusta -casi como la mayoría de sus habitantes- prefería realizar sus prácticas espirituales. A la televisión la enfrentaba con meditación, al vodka con agua, limón y sal. Uma siempre se preguntaba, ¿era necesaria una revolución en un lugar tan frío? ¿Qué probabilidad existía de generar una acción conjunta cuando las personas siquiera salían de sus hogares? o si lo hacían era solo para ir al baño o comprar comida. Pero, en las calles a nadie le gustaba conversar con otras personas. ¿Y a quién le gustaría? ¿Quién pudiera con 70 grados bajo 48


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cero? La revolución en un pueblo como ese, tal vez sería vista solo en la televisión o leída en un manual de historia, pero rara vez protagonizada. Uma sentía que allí solo podía meditar, pero no más que eso. Incluso era importante esa acción para ella. Creía que así de algún modo contribuía a generar una vibración energética propicia para el cambio radical que la humanidad necesitaba. Uma pensaba tanto en la revolución, pero nunca la había visto de cerca. El sufrimiento humano que presenciaba virtualmente por redes no lo observaba en sus calles. Sin embargo, eso no era excusa para pensar que dicho dolor no existía. Pero también, las personas no podían simplemente basar sus vidas en sobrevivir al frío. La revolución era necesaria tanto para acabar la opresión humana como para el desgano de quienes el frío les oprimía y dejaba sin vida.

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Reflexionaba sobre la revolución mientras hacía yoga. Podías verla haciendo un ásana (postura física) y anotando ideas en su libreta personal al mismo tiempo. Su revolución tenía nombre de animales: la revolución de la cobra, del pez, del perro, todas las posturas que practicaba por las mañanas al levantarse y por las tardes-noches antes de cenar. Uma también acostumbraba a salir dos veces por semana a enseñarles yoga y meditación a 3 hermanas pequeñas que vivían con su tía, porque su madre y padre habían fallecido en 1979 cuando un brote de ántrax pulmonar en la Ciudad de Sverdlovsk (ahora Ekaterimburo) causó la muerte de más de 100 ciudadanos soviéticos, ciudad en la que se encontraban eventualmente por cuestiones de trabajo. Las pequeñas eran juzgadas por su tía por tener sobrepeso. Es más, ella pensaba que no podían practicar ningún tipo de ejercicio.

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Allí, Uma llegaba y les enseñaba en forma de cuentos cada una de las posturas y les hacía también entrar al maravilloso mundo de la meditación. Uma les repetía que todas las personas podían practicar Yoga. Ella misma había aceptado su cuerpo y sin miedo se decía: “Sí, soy gorda”. ¿Por qué no puedo ser una instructora de yoga gorda? El Yoga también le enseñaba eso: el cuerpo es el instrumento del alma, hay que cuidarlo, no porque nos pertenece -como occidente cree- sino porque nos fue prestado para transitar en esta Tierra. Hay que cuidarlo sí, pero respetarlo primero. En un mundo que idolatra la belleza moderna de la delgadez, amar el propio cuerpo era un acto subversivo. Dos de las pequeñas eran muy calladas y la tercera era de esas niñas que preguntan por todo y quieren saber el porqué de cada cosa. Uma no estaba formada en yoga, en verdad había aprendido de libros e internet, pero era muy seria 51


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y autodidacta en sus estudios. Mas a veces, no tenía respuestas para todos los interrogantes de la pequeña. Luego, sí realizó cursos en Moscú, cuando fue a estudiar la carrera de informática. Los 5 años de estudio de su futura profesión, le sirvieron para ocupar el tiempo en su hogar y trabajar desde allí, una vez regresada. Moscú además fue la ciudad donde conoció a su gran amor Kimani, una joven afroamericana. Uma alternaba así la meditación con la computadora. Graciosamente decía que practicaba Yoga Digital. Se había especializado también en seguridad cibernética, luego de sumarse al movimiento 20-30. Siempre había para ella una posibilidad de acción, siempre era posible contribuir a la revolución, desde cualquier lugar, desde cualquier tiempo, desde cualquier condición.

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En sus años de estudio en Moscú, Uma había establecido contacto de modo indirecto con la empresa Father G, por medio de un concurso estatal en el que participaron informáticas y estudiantes avanzadas, con el objetivo de poder hackear el sistema nuevo a instalarse. Una atmósfera de secretos no permitió conocer a les concursantes cuál era el proyecto ni la empresa. Uma no iba a presentarse, pero Kimanicompañera de estudios que estaba de intercambio en Rusia- la convence para que lo haga. Uma era muy inteligente, alguna falla descubriría de seguro en el sistema. Kimani era una joven estadounidense de descendencia africana, cuyo padre trabajaba en limpieza para uno de los accionistas de Father G. Entonces, entre líneas le había llegado la noticia del concurso, pero no podía presentarse por estar de intercambio.

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La vida de Kimani, similar pero no igual a la de su padre, era dura. Ser negra y mujer en la “Gran América” implicaba tener asegurada la discriminación en todas sus formas. Kimani, nombre de esclava que significa “la que es bella y dulce”, trabajaba como camarera en un bar, 10 horas al día (o noche), con un salario más bajo que el de su compañera blanca, quien de hecho hacía menos tiempo que había entrado a trabajar por la misma cantidad de horas que ella. Más 4 horas de viaje entre ida y vuelta hacia la capital de Washington se restaban a la rutina de Kimani. Dormía 6 horas como máximo. El poco resto de tiempo que le quedaba, lo ocupaba entre estudiar, comer y visitar a su padre. A sus amigues les veía casi únicamente en el bar. En verdad, elles iban día por medio a consumir algo para estar con Kimani y poder verla, porque hablar tampoco era posible. Haber obtenido la beca de intercambio fue un descanso importante 54


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para ella. De igual manera, Kimani nunca cenaba en Moscú, y lo que ahorraba allí lo destinaba para transferírselo a su padre. El premio para quien descubriera una falla rondaba los 600 mil rublos rusos. Uma, de una inteligencia espectacular, gana el concurso y parte del premio se lo obsequia a Kimani, para que pudiera llevar una vida menos estresante en América. Uma siempre había querido mudar también a su madre y padre a otra ciudad donde pudieran disfrutar de un clima menos violento y hostil, como el de Oymyakon. Sin embargo, ningún dinero serviría para que sus progenitores quisieran abandonar el hogar en el que vivieron tantas décadas. Yo no conozco el apego, la actualización de mi aplicación hace que sea reprogramada con nuevos sistemas si estos funcionan mejor. No conozco algo así como un “hogar”. Pero, supongo que a les humanes les debe ser difícil eliminar ese geo55


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sentimiento que ata sus mentes a la tierra en la que nacieron. Los meses que Kimani estuvo de intercambio en Rusia fueron suficientes para que Uma se enamorara de ella. Parecía una paradoja que Estados Unidos y Rusia se unieran por medio del romance. La guerra fría se volvía cada vez más tibia. En fin, ¿qué haría Uma con el dinero restante? Era aún algo incierto para ambas. Después de regresar a su pueblo y permanecer varios meses más, decide partir a la India, conocer su lugar favorito, aunque nunca había estado allí. Ese deseo de ir a los orígenes de lo que las personas practican. Como ella hacía yoga y meditación, su sueño era conocer la India, el Ganges, los Himalayas, el Taj Majal y tantos otros lugares. Estableció contacto a través de internet con la familia Paudel, una familia de Nepal que se

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instaló en Jamalpur para vivir, por cuestiones de trabajo. La hija de esta familia era Harimaya, de quien se volvería una gran amiga, colega y compañera. Harimaya ya había terminado también sus estudios en informática, con un doctorado en desarrollo web, profesión que quizás había heredado de su padre, analista de sistemas. India era el país por excelencia en softwares. Chandra -la madre de Harimaya- había conseguido trabajo allí por una red de contactos que tenía con el movimiento de mujeres trabajadoras informales y un grupo de guerrilleras hindúes. India, también era el país reservorio de empleadas domésticas en el mundo. Tal movimiento había participado de la revuelta del 13 de julio de 2017, en contra de la violencia laboral que sufrían en los hogares burgueses de Nueva Delhi. Chandra (que significa “luna”) participó activamente en la formación del Frente de Empleadas Domésticas del Asia Plurinacional, 57


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el FEDAP. Ese día estuvo allí acompañando a sus compañeras y una de ellas le propone mudarse para la India. Tras una extensa deliberación, la familia Paudel decide instalarse en ese país. Entonces, Uma llega como turista visitante al hogar de la familia de Harimaya y entabla una gran amistad con ella y su madre Chandra, tanto así que estuvo viviendo los próximos años en esa casa. Este tiempo escuchando a la madre hablar de feminismo y criticar las estructuras patriarcales de clase y casta, incitaron un espíritu feminista en Uma. Uma nunca había sentido algo similar a la violencia de género, pero sabía que su historia no era la historia de todas. Un día, meditando con Harimaya, quien había aprendido de Uma, llega a su mente una gran idea. Pensaba en cómo utilizar al máximo sus habilidades y saberes para la revolución. Uma y Harimaya eran especialistas en informática y debían aprovechar eso. 58


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Uma se sentía mal cada vez que una lucha en la calle, protagonizada por su ahora madrastra Chandra, acababa muchas veces en lo mismo o incluso con mayor represión estatal o empresarial que antes. Pensó que un mundo regido por lo digital debería hacer también una rebelión virtual, a la que llamó “la revolución de los datos”. Recordó el concurso del que fue ganadora y concluyó: “Tenemos que iniciar un movimiento hacker”. Pero todos los hackers que conocía eran hombres, así que se dijo: “hackers mujeres”. Harimaya quedó encantada con la idea, pero Chandra pensó que eso de las redes era pérdida de tiempo, que la lucha real estaba en las calles. Los debates recorrieron esta nueva familia, pero con un apoyo mutuo, aunque no compartieran opiniones similares. Los fines parecían ser los mismos, pero distintos sus medios para alcanzarlos. La revolución no podía agotarse en el proceso, debía dirigirse hacia algún resultado, de 59


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lo contrario todo seguiría igual, o como bomba que no sabe quiénes son sus víctimas. Era una empresa peligrosa la del ataque digital pero no imposible. Uma invita “en carácter de urgencia” a Kimani, quien de hecho la visitaba cada tanto. Habían podido mantener una relación a distancia, con altibajos sí, y ahora parecía el momento de convivir con un proyecto en común. Así fue como Uma, Harimaya y Kimani, una rusa, una nepalina y una afroamericana se unieron para dar inicio al movimiento de mujeres 20-30 en la India, con su madre fundadora Chandra. Pero, antes de invitar a Kimani a que viniera a vivir con ella, le pidió un gran y sencillo favor: que compre una muñeca negra y la traiga en su viaje. Chandra le había comentado a Uma que de pequeña siempre deseó tener una muñeca negra, pero nunca pudo conseguirla. Deseos tan simples hacen a veces tan alegres a las personas. Así fue 60


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que Uma le pidió a Kimani que consiguiera una para Chandra. La felicidad vistió esa vez de color negro. Las MM se iban reuniendo en India, casi sin proponérselo. Una gran revolución mundial buscaba iniciarse en aquel país. No he conocido región tan rica en conflictos de todo tipo. India vivió y padeció colonialismo, capitalismo, comunismo, conflictos religiosos, territoriales, castas y tantas otras cosas, que de allí debía necesariamente salir algo muy poderoso. El MM 20-30 era prueba de ello.

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Capítulo 7

La Ciudad Oscura

La única nativa de la India en el movimiento 2030 era Sarasvati. Perteneciente a los dalit, intocables, sin casta o párias, su vida adolescente había transitado en una cruel violencia. Secuestrada por una red de trata a los 12 años para ser prostituida en China, no iría a cualquier lugar sino a la llamada Ciudad de la Oscuridad, 63


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Kaoloon, lugar en el que conocería a Kumar, quien se convertiría luego en su hermano menor adoptivo. La ciudad amurallada de Kaoloon había sido construida en la dinastía Song durante el siglo X, como una especie de Fuerte para combatir a los piratas que amenazaban el comercio de la sal en la región. Pero, recién después de 1850 fue considerada una ciudad por el gobierno chino, a pesar de haber cedido Hong Kong a Gran Bretaña. En ese entonces, la ciudad tenía aproximadamente 700 habitantes. A finales del siglo XIX, China dejó de reclamar Kaoloon y Gran Bretaña se abstuvo de intervenir la zona, por lo que, si bien en términos técnicos este territorio de menos de 3 hectáreas pertenecía a los ingleses, en la práctica era un lugar sin ley, con un vacío total de autoridad, tal vez un caso único de anarquía pura en el mundo. ¿Cómo plantearse una revolución sin Estado cuando el 64


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Estado mismo no existía, pero la opresión se veía por todas partes? Durante la Segunda Guerra Mundial, después de la ocupación japonesa, la ciudad amurallada se convirtió en refugio de inmigrantes y bandas ilegales, llegando a tener 17 mil habitantes en 1950, con sus propias leyes callejeras, ajeno al resto del mundo y creciendo cada vez más en desproporciones incontrolables. En los años ’70 comenzaron a construir allí edificios lindantes de hasta 12 pisos, límite que establecieron pues los aviones del aeropuerto cercano rozaban los techos de las viviendas. La infraestructura urbana era impensada para cualquier arquitecta. Los edificios se mantenían en pie debido a que estaban pegados y sostenidos los unos a los otros. En 1986, 50 mil personas vivían en lo que sería la ciudad con densidad de población más alta del

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planeta, y en condiciones infrahumanas. Las personas que residían en pisos superiores tiraban toda su basura en los pisos más bajos. Con calles de máximo un metro -por la cantidad de edificiosera llamada la “ciudad de la oscuridad”, porque no entraba luz solar, solo unos focos iluminaban los pasillos con un cableado a la vista totalmente inseguro. La estética de la ciudad se asemejaba a un edificio único del tamaño de dos estadios de fútbol en el que vivían más de 50 mil personas. La ciudad se autogestionaba, ya que, la policía de Hong Kong no se atrevía a ingresar. Es que Kaoloon era el lugar de prostíbulos, narcotraficantes, negocios ilegales, incluso conocida por la cantidad de dentistas no matriculados que usaban aparatología poco sofisticada para realizar sus intervenciones odontológicas. Casos de muertes llamaban a alerta sobre el lugar, pero las autoridades se rehusaban a entrar la mayoría de las veces. 66


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En 1987, el gobierno de Margaret Thatcher entrega la soberanía de Hong Kong a China y esta, tras años de duras negociaciones con el objetivo de demoler la ciudad en desalojos violentos, acaba por pagar casi 400 millones de dólares en compensación a los propietarios de casas y negocios. La ciudad fue demolida finalmente entre 1991 y 1992 y se construyó allí un gran parque de estilo tradicional chino. Este fue el lugar en el que Sarasvati pasó los 4 meses más tortuosos de su vida. En un prostíbulo, encerrada sin poder salir, conoce a Kumar, un niño de tan solo 6 años. Su madre había sido asesinada en un tiroteo entre sindicatos del crimen y su padre era quien manejaba el prostíbulo en el cual se encontraba Sarasvati. Kumar era un niño muy callado. En verdad, se llamaba Tian, cuyo uno de sus significados es “cielo”, quizás lo que casi nunca había visto en su corta vida. Pero no le gustaba su nombre, 67


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entonces Sarasvati le llamó Kumar, lo cual le hizo sentir muy contento. Kumar era el único contacto noble que tenía Sarasvati en ese turbio lugar. Una noche o un día, no podía saberse porque el cielo no existía, después de comer pan con carne de perro, algo especialmente aterrador para una adolescente vegetariana de la India, ocurrió un intento de ingreso por parte del gobierno chino. Sarasvati no tenía otra opción que comer carne de perro. De igual manera, su filosofía de vida predicaba que una debe alimentarse de lo que menos conciencia desarrollada tenga y que en casos extremos debe priorizarse la vida que mayor desarrollo de conciencia posea. En este caso, había que proteger la vida humana, por eso Sarasvati comía la carne de perro. Vomitó las primeras veces, mas acabó por acostumbrase, si vale el uso de esa palabra. Sus mantras eran los que le mantenían con espíritu de libertad. Om namah

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Shivaya por la mañana, Hare Krsna por la tarde y uno que repetía en silencio por las noches. Kumar le traía papeles de cigarrillos que encontraba por la angosta calle que desembocaba en la puerta del prostíbulo, para que Sarasvati pintara mandalas y escribiera sus poesías en el reverso blanco de las etiquetas, con el único lápiz que Kumar cuidaba como oro. Lo había podido guardar de su corta experiencia en la escuela, tan solo una hora en toda su infancia. Pero esa hora marcaría su vida, pues allí sería cuando entrara en contacto con el libro de su maestra, titulado “el amor de las abejas obreras”, libro que ella le regala y Kumar guardaba en el hueco de un ladrillo que sostenía su dura cama en la que dormía con su hermano mayor, única persona a la que tenía afecto en esa oscura ciudad. Aquel libro sería el que le llevaría a fundar la librería en Jamalpur, librería que terminaría

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siendo la sede de las reuniones del movimiento de mujeres hackers 20-30.

En el día o noche del ingreso de la policía del gobierno, una de las pocas veces que lo intentó, un nuevo cliente se acercó al prostíbulo, mientras Sarasvati escuchaba gritos en la ciudad. La puerta del lugar donde era sometida, siempre cerrada, estaba justo abierta y aprovechó entonces para asomarse y poder escapar. Vio entrar a su próximo violador y lo empujó contra uno de los cables de electricidad, sobre el que acabó electrocutado.

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Comenzó a correr por el estrecho pasillo hacia donde Kumar le había comentado que dormía. Antes de llegar, el pequeño aparece también corriendo y le da un fuerte abrazo. Pero detrás, se presenta su padre, quien a punto de matarla con un cuchillo, es detenido por la policía. Sarasvati y Kumar son llevados a la sede central de Protección al menor. El gobierno chino decide repatriar a Sarasvati a su país natal, la India, convenciendo a su madre y padre de que adoptaran también a Kumar. Así, ambos viajaron para su viejo y nuevo hogar. El padre de Kumar quedó preso, condenado a 25 años de prisión. Del hermano mayor de Kumar nunca más se supo hasta después de varios años. La pobreza en la que vivían Sarasvati y su familia era característica de una India excluyente y paupérrima. Pero, el afecto que Kumar recibió de esa familia fue de lo más ejemplar. Una pequeña heladera que ya no funcionaba hacía de guarda71


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ropas. Su cama en el piso, característica de una cultura tan antigua, no era problema para Kumar. El niño chino-hindú prefería esa vida simple, a permanecer en el Kaoloon, donde no tenía si quiera cama propia y la existencia del sol parecía casi un mito. Kumar pasó a ser entonces el hermano menor de Sarasvati. De una sensibilidad tal ante lo vivido, había concluido que existía por parte del hombre una cultura de violación y la ecuación era sencilla: o se convertía en otro violador más o luchaba por acabar con esas prácticas patriarcales. Así que optó por no reproducir el sistema machista de su entorno y acompañar a Sarasvati en su doble lucha. Primero, dentro del movimiento constitucionalista por los derechos de las y los excluides en la India, y segundo, su lucha contra la trata y la esclavitud sexual en el continente asiático.

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Kumar se volvió fiel aliado de su hermana feminista y anti-castas. Incluso, admiraba su intacta espiritualidad; cantar esos mantras que ella recitaba a pesar de todo lo que le había sucedido era algo de admirar. Kumar no podía creer en Días o en una entidad divina que lo gobierna todo, porque no aceptaba que si tal entidad existiera permitiera tanto sufrimiento. Un día Sarasvati le confesó: “gracias a Krsna yo he dejado mi cuerpo en los momentos que esos hombres violentaban mi género, porque cada vez que violan a una mujer, Kumar, violan al sexo femenino. Mi mente se volvía absorta en otra realidad paralela. Yo debo agradecer a Krsna, porque es en los momentos más críticos que nuestra fe es probada. Es fácil creer en Días cuando todo va bien. Pero, no te hablo de ese dios cristiano que han idolatrado algunos occidentales, ese dios es igual de violador y machista que los hombres que lo inventaron. Te hablo de más 73


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lejos, de más profundo Kumar, te hablo del Ser, del Alma, de la Conciencia. ‘El espíritu no puede matar ni morir’, nos enseña el Bhagavad Giita, libro sagrado de la India.”

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Capítulo 8

El desastre de Bhopal

El 3 de diciembre de 1984, el desastre de Bhopal afectaría a más de medio millón de personas, al producirse una fuga de isocianato de metilo en una fábrica de plaguicidas, por errores en las tareas de limpieza y mantenimiento de la planta. Esta, era propiedad 51% de la compañía estadounidense Union Carbide y 49% 75


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perteneciente al gobierno de la India. La propiedad de Union Carbide fue luego adquirida por Dow Chemical, una de las empresas químicas más grandes del mundo, por lo que la responsabilidad de los culpables se hizo cada vez más confusa. Entre 3 mil y 6 mil personas murieron la primera semana tras el escape tóxico y unas 12 mil con posterioridad. Más de 150 mil quedaron con secuelas graves, en una zona ahora contaminada por sustancias tóxicas y metales pesados. La empresa tuvo que abonar más de 400 millones de dólares por los daños cometidos, cantidad de la cual el Estado indio se quedó con un gran porcentaje y poco sirvió para pagar gastos médicos de las y los damnificades. En el año ´99, el Tribunal indio condenó a 8 directivos de la empresa y en conmemoración, cada 3 de diciembre se celebra el Día Mundial del No Uso de Plaguicidas. 76


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Kumar, Sarasvati y su familia vivían en Bhopal cercanos a la planta de Union Carbide. Madre y padre de Sarasvati fueron dos de las primeras víctimas del mayor desastre industrial de la historia. Conocemos tanto Chernobyl y tan poco Bhopal. La noche del escape fueron envenenados por el aire. El presidente de la fábrica Warren Anderson fue detenido y liberado el mismo día, y luego huyó de la India. Aun en 2030 continúa como un caso de total impunidad, aunque al menos se damnificó a quienes quedaron con secuelas. Kumar tuvo que vivir sin un pulmón y pasó varios años de su vida reclamando una indemnización junto a miles de vecines que se vieron afectados en su aire, en la tierra, en el agua que bebían y beben aún. Kumar se sumaría como representante de las víctimas al frente de la Campaña Internacional de Justicia en Bhopal y lograría junto a sus compañeres la tan necesaria 77


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indemnización que venían solicitando hacía décadas. Mediante ese dinero, fundaría su tan deseada librería, con una gran particularidad: Kumar quedaría finalmente con ceguera a la edad de 52 años. El día del desastre, Chandra -la madre de Harimaya- se acerca con el Movimiento de trabajadoras domésticas a socorrer a las personas heridas. En esa ayuda, se encuentra con Kumar, quien lloraba al lado de su madre y padre adoptivos como si la sangre no importara. Para el Estado indio, esa sangre paria tampoco parecía ser relevante. Kumar había llorado la muerte de sus dos madres, la china y ahora la hindú, quien lo había adoptado gracias a Sarasvati. Era demasiado para un pequeño de su edad. La tristeza y compasión se adueñaron de Chandra, quien arrodillada le tomó en sus brazos y le susurró al oído: “todo estará bien”. El movimiento obrero

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industrial había sufrido un antes y un después de Bhopal. De repente, llega Sarasvati y juntes les 3 se bañan en lágrimas de dolor. Chandra no pudo contenerse y les invita a mudarse a su hogar. Bhopal sería inhabitable y peor para ellos. Al aire tóxico se le sumaría un alma con recuerdos contaminados de sufrimiento. Sarasvati y Kumar aceptan y así es como llegan a Jamalpur, a la casa de la familia de Harimaya, su madre y padre y su hermano menor adoptivo Yaro. Inmediatamente, Sarasvati entabla amistad con Harimaya, la hija de Chandra.

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Capítulo 9

Detrás del Muro Marroquí

El Sahara Occidental y su pueblo saharaui, en el norte de África, han permanecido décadas con sus derechos violentados y su tierra ocupada ilegalmente por el gobierno marroquí. En el Sahara Occidental existe un muro militar de más 81


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de 2700 kilómetros, construido por Marruecos para ocupar el Territorio No Autónomo, con unos siete millones de minas terrestres causando miles de víctimas civiles a ambos lados del muro. También, Marruecos comenzó a construir desde 2015 un muro en la frontera con Argelia. Muchos y muchas integrantes del pueblo saharaui viven en la zona del muro, otros en territorios liberados y el resto exiliados en campamentos de refugiados en las arenas de la provincia de Tinduf, Argelia. Incluso, algunes han emigrado a distintos países. Marruecos bombardea al pueblo saharaui en 1976 con fósforo blanco, muchos mueren y otros quedan atrapados en la zona ahora ocupada. Marruecos fue incorporando su población marroquí hasta que les saharaui se transformaron en una minoría y acabaron siendo discriminadas y discriminados en su propia tierra. Sus manifestaciones eran y son sumamente 82


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reprimidas, incluso las huelgas de hambre con las que han intentado llamar la atención de la prensa internacional. El gobierno dice que forman parte del Polisario, Frente Popular de Liberación de Saguía el Hamra y Río de Oro, que reclama la República Árabe Saharaui Democrática o RASD. Y es que el Sahara tiene uno de los bancos pesqueros más importantes del mundo y ha sido colonia española hasta 1976, cuando España abandona la zona y comienza una guerra civil de la mano de Marruecos y Mauritania. Estos países intentan ocupar la zona, tras crearse el Frente Polisario fundado en 1973 para liberar al país de los españoles, año en que declara la República. En 1975, el rey marroquí envía 300 mil personas, en su mayoría soldados, para ocupar el territorio y expulsar a los mauritanos. La zona liberada se dividió en 4 asentamientos denominados wilayas, que son ahora la base del Frente y están asistidos

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por la ONU5, ya que allí escasean el agua y los alimentos. El pueblo saharaui ha sido un pueblo pacífico pero el gobierno marroquí les llama “terroristas”. Parece que, en el ideario occidental, los hombres árabes siempre son terroristas y las mujeres orientales siempre están oprimidas. En uno de los campamentos se encontraba Nastia, una joven rusa voluntaria que llevaba ya 6 meses brindando su apoyo principalmente a las mujeres saharauies. Nastia aprendió mucho de la cultura de ellas. Esas mujeres que ya no eran solo hijas, madres y esposas. Ahora, renacían en su condición de refugiadas, de jefas de familia (mientras los hombres combatían en el muro y en el exterior), de trabajadoras, maestras, clandestinas, guerreras. Pero, el mayor conflicto se les presentaba de un modo generacional, pues sus hijas habían emigrado a otros lugares para poder estudiar y adquirieron así nuevos roles de 5

Organización de Naciones Unidas

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género que se oponían a los roles clásicos del Sahara. En este contexto, Nastia encarnaba la juventud de las mujeres saharauies emigrantes, dialogando con una generación saharaui más antigua que ella. Si existía algo intermedio entre madre e hija, ese algo era Nastia. Allí conoce a Mohamed, un activista saharaui puesto luego preso y torturado, solo por traducir a periodistas europeos los hechos aberrantes que acontecían de la mano del Estado marroquí para con el pueblo saharaui. En la cárcel, Mohamed escuchaba los gritos de personas torturadas y también mujeres violadas. Ese no era el mundo que quería. El Sahara debía ser liberado y de inmediato. Al verse la primera vez, Mohamed y Nastia conectan con una cálida y profunda mirada, una mirada que mantuvieron al menos cinco

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segundos, mirada cómplice que acariciaba sus almas rotas y reconstruía los pedazos que habían quedado esparcidos en sus cuerpos. Dos activistas se unían por su amor a un pueblo libre. Nastia se había enamorado de la cicatriz que Mohamed tenía en su brazo derecho, sin conocer nunca la causa. Ella estaba segura que esa cicatriz contaría su historia cuando la herida estuviese sanada. Mohamed ya había tenido la oportunidad de viajar a Europa e incluso Rusia -país natal de Nastia- antes de permanecer algunos meses en la República de Malí. Allí había entrado en contacto con un libro que marcaría su lucha y sus futuras relaciones afectivas. Antes de ser llevado preso, Mohamed le regala ese libro que había encontrado en Rusia. El mismo se titulaba “el amor de las abejas obreras”, de Alexandra Kollontai. Segundos después, es llevado por la policía marroquí y Nastia no supo nada de Mohamed por al menos varios años. Solo 86


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le quedaba su libro y una esperanza de verlo libre algún día. La angustia azolaba las noches de Nastia, pero escondiendo algo más que la propia angustia. Ella era una víctima más de la Rusia homofóbica, transfóbica e interfóbica. Nastia fue criada por su familia como varón, pero en verdad no se identificaba con ese género ni tampoco tanto con el femenino. Nastia había nacido intersexual6, es decir, sin sexo definido, y su familia había pagado una suma considerable para que el personal médico del hospital no revelara a las autoridades su condición sexual, pues no quería que fuera reasignada -como siempre ocurría- a alguno de los dos sexos, lo cual implicaba una serie de operaciones genitales violentas de por sí, e

Antes se utilizaba la palabra “hermafrodita”, pero dejó de usarse gracias a la lucha del movimiento intersex. Hermafrodita era un término empleado por la biología, pero la medicina comenzó a adoptar el de “intersexual” para hacer referencia a ni hombre ni mujer. 6

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innecesarias más que por una cuestión estética de normalidad. De adolescente, al finalizar la escuela, Nastia se inscribe como voluntaria en una ONG7 de colaboradoras en contextos de conflicto armado. Primero fue hacia África, específicamente en El Congo, donde permaneció dos años, logrando escaparse después de ingresar a territorio militarizado por bandas ilegales. Luego de esto, Nastia se dirige hacia el territorio liberado del Sahara Occidental, donde finalmente conoce a su amor Mohamed. El afecto en contextos de guerra simulaba para ella un océano de paz entre el dolor y el apego. Pero luego que Mohamed es puesto preso, la “madre saharaui” -como cariñosamente la llamaban-, le aconseja se fuera por un tiempo hasta que la situación se calmase. Habían sido para ellas meses de fuertes represiones por parte 7

Organización No Gubernamental

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del gobierno marroquí. La madre saharaui había adoptado simbólicamente a Nastia como su niña de alma, ya que su hija de sangre había emigrado a Egipto para estudiar medicina. Así como la arena no dejaba ver con claridad el paisaje africano, así el mundo no quería escuchar lo que detrás del muro marroquí acontecía. A veces se desconoce, a veces se silencia, a veces simplemente no se quiere ver. Pero la opresión existe, aunque la neguemos. Nastia acepta el consejo de la madre saharaui y pide su traslado como voluntaria. Nastia es enviada a Hong Kong, en China. Había sido un viaje largo en avión en el que pudo leer el libro que Mohamed le regaló, “el amor de las abejas obreras”. El libro le tocaba su vida, pues proponía una transformación emocional y sexo-afectiva, con relatos de situaciones amorosas en un contexto de lucha por la igualdad real. Pero Nastia, no solo luchaba por la igualdad entre 89


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mujeres y hombres. Ella tenía además una lucha más: conseguir los mismos derechos sin pertenecer a ninguno de ambos géneros, masculino y femenino. Su autora, Alexandra Kollontai, feminista y revolucionaria rusa de los años ’20 del siglo pasado (XX), fue una de las primeras en advertir que lo personal era también político. Y Nastia sentía que su propio nacimiento ya era un acto revolucionario. Toda su vida había sido un acontecimiento político, ella siendo efecto de las relaciones de poder en las que estuvo marcada por la condición sexual de su cuerpo. Kollontai expone en su libro un mundo donde el poder colectivo aumenta, pero la posesión en el amor se mantiene o incluso se hace más intensa. Alexandra había sido una mujer libre para su época. Se casó contra su voluntad familiar, tuvo varios amantes y abandonó a su esposo e hijo para dedicarse por completo a la lucha revolucionaria. 90


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El Régimen de Stalin había derogado el derecho al aborto, la ley de divorcio rápido, el respeto a la homosexualidad, la idea del amor libre. Fue la primera mujer miembro de un gobierno y del Soviet, así como primera embajadora cuando la colocaron en ese puesto como forma de apartarla por su antagonismo a las políticas oficiales del gobierno stalinista.

+ Al llegar a Hong Kong, Nastia se instala en una escuela para niñes en contextos de calle. Esta escuela se ubicaba próxima a la ciudad amurallada, la ciudad oscura del Kaoloon.

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Una mañana, mientras enseñaba música con su guitarra a más de 70 pequeñes, observa que ingresa un niño de piernas muy delgadas y ojeras ajenas a su edad, y se sienta con tal timidez al final del salón que su presencia casi no se notaba. El chino básico de Nastia se condensaba en las 4 canciones infantiles que había aprendido para enseñarles a las niñas y niños, las estaciones del año. Al finalizar la clase, Nastia se acerca al pequeño y le pregunta de dónde era. Este le responde que vivía en el Kaoloon y que ya debía volver porque en realidad su padre le encomendó comprar unas cosas en el mercado y si no regresaba pronto se enojaría mucho. Pero, la vida era diferente al salir de la ciudad de la oscuridad. El pequeño simplemente contemplaba la luz natural del sol, y su mente ya se sentía realizada. Su felicidad pasaba solo por el derecho a lo simple.

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Nastia le preguntó si asistía a algún colegio y le respondió que no iba a ninguno porque a su padre no le gustaba que fuera; decía que era para tontos, que no hacía falta saber leer ni escribir, que en la vida había solo que sobrevivir. “Los libros únicamente sirven para hacer fuego con ellos”, repetía su padre cada vez que el pequeño mencionaba el tema. Nastia lo invita al comedor en el que también trabajaba como voluntaria, pero el miedo de volver tarde era notable en la cara del niño. Solamente le pidió a Nastia si podía acariciar su guitarra. Nunca había visto una. Nastia accedió con gusto, mirando el asombro en su rostro. Al lado de la guitarra, el pequeño chino observa un libro y lo hace con mayor sorpresa que la guitarra. Por primera vez en sus manos, tenía el objeto que tanto su padre le negaba. Era la primera vez que veía y palpaba un libro. Sabiendo todo lo que ese ejemplar significaba para Nastia 93


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el regalo que Mohamed le obsequió- se lo ofreció con mucha dulzura, y mientras sostenía su suave mano le dijo: “cuídalo”. Acto seguido, con una sonrisa de desapego en su rostro, le comenta: “está en ruso”. El niño le responde: “algún día usted me enseñará a hablar ruso, maestra”. Nastia quedó extrañada por esa frase y de que menos de una hora bastara para que el pequeño le llamara “maestra”. Así contento, se retiró rápidamente y antes de cruzar la puerta Nastia le preguntó: -Dime al menos tu nombre -Kumar – le respondió. Por primera vez le pudo decir a alguien su nuevo nombre. Ya no era Tian, ahora era Kumar. Y volteó para irse nuevamente. - ¡Kumar! – le dijo Nastia-. Lleva esto también, te hará falta. Nastia tenía en su mano izquierda un lápiz. Así fue como Kumar llevaría guardada en su precaria 94


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ropa, los dos objetos de la cultura humana escrita: un libro y un lรกpiz, tal vez la base de toda revoluciรณn. Y es que, la revoluciรณn comienza en las ideas. Algunas se escriben, otras se llevan a la prรกctica. Pero, en mi mente, todo acontece por dentro.

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Capítulo 10

La maldición del Congo

Cada teléfono celular es una mancha de sangre en esta Tierra. Mientras el cielo es azul, nuestros ojos son rojos. Miramos el mundo a través de una pantalla. Esta podría ser el instrumento de la revolución sino se reprodujese gracias a las muertes de miles de personas que a lo lejos y distante no conocemos. 97


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En Manguredjipa, una pequeña aldea situada en la región de Kivu Norte, sin hospitales ni colegios, solo existe algo muy especial para las empresas de tecnología de celulares: minas de coltán, un mineral color negro pizarra que se deriva de la unión de dos metales: columbita y tantalina. El coltán es un mineral escaso y muy preciado. Sus reservas mundiales se encuentran mayoritariamente en la República Democrática del Congo, aunque oficialmente se legaliza en Ruanda, país que figura como exportador de coltán, pero que paradójicamente no tiene reservas de este mineral. La aldea se encuentra en territorio Mai-Mai, uno de los varios grupos rebeldes que operan en El Congo, conocidos por sus masacres, crímenes, violaciones y reclutamiento forzoso de niños para convertirlos en soldados. Estos grupos usan el coltán para financiar su guerra contra el gobierno congolés y los milicianos ugandeses y ruandeses. 98


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Las condiciones en la mina -así como en muchas otras- son de esclavitud. Catorce horas de trabajo por 1 euro, soldados rebeldes con varas de madera golpeando el lomo de los mineros, trabajadoras mujeres (incluso embarazadas) buscando el mineral para intercambiarlo por algo de comida y muchos niños menores de 12 años, quienes por su tamaño son obligados a trabajar dentro de los túneles. El promedio es de un minero muerto al día. De hecho, llaman a las minas “fosas comunes”, por la cantidad de mineros fallecidos allí dentro. Pero la extracción nunca para, pase lo que pase. La mina de esta aldea es considerada “roja”, es decir, ilegal, por oposición a las verdes o legales. Pero, de mil que existen en El Congo, menos de 200 son verdes y aún sus condiciones laborales tampoco son muy humanas. Múltiples empresas, dado estos conflictos y formas de trabajo, no quieren comprar el coltán congolés, pero este 99


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mineral es exportado a Ruanda donde se legaliza y entonces formalmente parece que adquieren un mineral limpio y no manchado de sangre. Sin embargo, es una falacia. Es así como los celulares, computadoras y hasta yo misma, somos creación de un proceso violento bañado de sangre. ¿Cómo diseñar una revolución cuyo origen está basado en el sufrimiento y muerte de otres? Una mañana, el gobierno congolés llega a la explotación minera para comprobar si estaba en manos de grupos rebeldes, con niños en actividad y trabajo forzoso. En la camioneta iban dos representantes oficiales del gobierno, una integrante de misión de la ONU y Nastia, voluntaria de la ONG. Nastia hacía dos años que estaba en África. Uno en Mozambique, medio en Ghana, dos meses en la República de Malí y el resto en El Congo. Pero

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era la primera vez que visitaba un posible territorio armado. Llegaron a la línea de entrada donde fueron detenidos por un grupo de cinco rebeldes. Estuvieron casi dos horas en negociaciones para poder ingresar. Finalmente, pudieron acceder a una zona limítrofe con la mina, gracias a que había integrantes de la ONU y Nastia, porque si solo venían de parte del gobierno hubiera sido imposible entrar. Ellas traían medicamentos y leche para las mujeres embarazadas. El camino parecía inhóspito por momentos, tanta soledad daba un miedo a que alguien apareciera de repente o explotara alguna mina oculta en la tierra. Sin embargo, el verde de la vegetación y las montañas daban algo de tranquilidad pasajera, pero diría que un disfrute demasiado estresante. A lo lejos comienzan a ver algunas hileras de casas muy precarias. Se acercan a una de ellas y conversan con una señora anciana que estaba en 101


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la puerta. Ella les pide que ayuden a una joven embarazada y su hijo, quienes residían un par de casas más adelante.

Se aproximan entonces con la camioneta hacia esa dirección. La joven les hace entrar y les sirve una bebida típica del Bajo Congo llamada lungiila, o vino de caña de azúcar, que su vecina anciana le había traído a escondidas. Lewa era el nombre de la joven embarazada. Ella podía recibir visitas solo una vez por año, para la principal fiesta de la aldea. Pero, su familia no vivía en El Congo, así que nadie la visitaba. 102


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Nastia no tomaba alcohol, por lo que le pidió un vaso de agua. El agua no era precisamente muy sabrosa, pero ya estaba acostumbrada. Aunque probó apenas la bebida para no ser descortés. Por la ventana de la casa de la joven Lewa (que significa “bella”), Nastia y sus compañeres podían ver la mina muy próxima, habitada con mineros y niños trabajando. La casa se alumbraba solo de velas, allí no existía eso de la luz eléctrica. Una foto que su vecina anciana le había regalado decoraba la casa cuyos espacios no podían diferenciarse con claridad. La foto era de Thomas Sankara, un líder revolucionario conocido como el “Che Guevara Africano”. Sankara había sido presidente de Burkina Faso entre 1983 y 1987 y uno de los primeros políticos en proclamar la bandera de los derechos de las mujeres, al oponerse a la mutilación genital femenina que existía en algunos poblados e integrar en el gobierno a varias mujeres. 103


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Lewa, agradeciendo la comida y los medicamentos que Nastia le ofreció, le dio a cambio el único objeto que decoraba su humilde morada: la foto de Thomas Sankara, obsequio que luego Nastia colocaría en la librería de Kumar. También, le comentó al grupo las condiciones en que trabajaban y vivían. Era prácticamente un milagro que hubieran podido ingresar. Lewa, de hecho, había sido secuestrada de su país natal para trabajar allí. Y comenzando a llorar les pidió por favor que sacaran a su hijo de ese mundo esclavo, de ese planeta del hambre. Su hijo se llamaba Yaro. Tenía tan solo 4 años y nunca había salido de su casa. Nadie conocía de su existencia, ni los aldeanos ni los paramilitares. Lewa había construido un “pequeño bosque” en su patio trasero para que jugara, donde la luz entraba apenas siquiera por un costado. Si se sabía de su existencia pronto acabaría trabajando en las 104


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minas del coltán o siendo reclutado para soldado por los grupos rebeldes al mando. Un juguete construido con ramas era el único amigo de Yaro. En el pequeño bosque que Lewa construyó para su hijo, y en los escasos momentos que tenía para estar con el pequeño, ella le cantaba las canciones que había aprendido de niña en su tribu. “Nuestro querido bebé es como un muñeco de manteca, meneando rápidamente sus manos y pies, sonriendo con alegría y gozo. Sus dedos son como capullos de la flor de Champaka. El brillo del mundo celestial aún resplandece en sus ojos”8

Lewa llevó a Nastia y su equipo por un pasillo secreto que se encontraba en el sótano de su casa, Canción de Prabhat Ranjan Sarkar N° 59, de la composición Prabhat Samgiita (Canciones del Nuevo Amanecer). 8

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lugar por donde se salía a un túnel de árboles que era la continuación del pequeño bosque que había construido para Yaro. Ella había estado desmalezando por más de 3 años para poder huir con su hijo. No era esclava, pero si salía sería asesinada, así que implicaba lo mismo. Trabajo forzado o muerte eran las opciones de ella y su hijo. Lewa siempre guardaba una piedrita del mineral que recogía a diario y la escondía en su cabello. Lo hacía para juntar recursos con los cuales solventarse una vez estuviese libre. Ella solo estaba tomando la paga de quien robaba su trabajo y lastimaba su cuerpo. De pronto, llegan militares rebeldes queriendo sacar a Nastia y el equipo. Tuvieron entonces que retirarse de inmediato, casi en un enfrentamiento violento. Logran cruzar la puerta de ingreso, pagando una suma de 500 euros.

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Ya más tranquiles por haber salido de ese territorio, de repente sienten un movimiento en la camioneta. Yaro, el hijo de Lewa, se había escondido en la parte de atrás, debajo del asiento trasero. De la aldea, no solo se llevaban la foto de Thomas Sankara, sino también un niño congolés. El dilema se les vino encima. ¿Devolver a Yaro era lo correcto, cuando sabían que eso implicaba que los grupos paramilitares supieran de su existencia y aun a pedido de la madre quien les suplicó se lo llevasen? ¿Volver cuando tanto les había costado salir? Nastia propuso incluirlo en un programa de adopción que existía entre Asia y África. Así es 107


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como finalmente Yaro acabó en la familia de Harimaya, siendo ahora su hermanito menor de El Congo. Chandra lo había adoptado.

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Capítulo 11

La Biblioteca de Tombuctú

Antes de ser adoptado, Nastia estuvo a cargo de Yaro por dos meses en Tombuctú, ciudad situada cerca del río Níger, en la República de Malí. Llamada “la ciudad misteriosa”, eje del imperio malí en el siglo XI cuando es fundada, fue considerada “la Atenas de África” y conocida como “la ciudad de los 333 santos”. 109


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Allí, se encuentra el Instituto de Investigación y Documentación Islámica Ahmed Baba, conocido como la “Biblioteca de Tombuctú”, que conserva más de 30 mil manuscritos árabes y otros en lenguas africanas. Son el punto de reflexión para la tradición escrita de África y aun en el 2030 continúan siendo bastante desconocidos para la mayoría de las y los intelectuales. Por muchas décadas, África fue vista como un único país, sin distinción de culturas ni fronteras. Basta solo cruzar de Argentina a Bolivia o de Bolivia a Brasil, para apreciar la riqueza y diferencia cultural que existe en América del Sur. Lo mismo entonces se aplica para África. Continente que además se piensa viven solo tribus, sin ciudades cosmopolitas, sin partidos políticos, sin clases sociales o sin sindicatos. Incluso, la intelectualidad africana fue negada por occidente porque supuestamente aquella no había escrito nada. ¿Acaso las negras no escriben? 110


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Tombuctú es la prueba de que África lo hizo y mucho. Las culturas negras no solo han sido orales, también han usado el papel de su color contrario. Nastia fue a Tombuctú, Malí, a realizar un curso como parte de su formación en el marco del programa de voluntarias, mientras cuidaba de Yaro, hasta que alguna familia lo adoptara. Allí conoció la historia de quien daría nombre a la Biblioteca, Ahmed Baba, jurista, escritor y líder espiritual, quien se dice fue el primero en reflexionar sobre la raza y cuya biblioteca personal de más de 1600 ejemplares fue destruida con la invasión marroquí en 1951. Gracias a esto, también la ciudad comenzó a perder su poder comercial e intelectual. En 2013, los islamistas que controlaban la ciudad, al abandonarla en su huida arrasaron con varios centros y quemaron también centenares de ejemplares, antes que llegaran las tropas franco111


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malienses. Finalmente, el director del Centro Ahmed Baba se llevó de manera directa la mayoría de los manuscritos, para que no se perdieran más. “Basta, me los llevo a mi casa”, seguramente dijo. Esta historia había conmovido a Nastia, quien sentía que debía fomentar ese espíritu intelectual y africano en Yaro. Una vez finalizada la formación, Nastia debió decidir entre algunos lugares que le propusieron para hacer su labor voluntaria. Entre ellos estaba el Sahara, también invadido por Marruecos. La historia da la invasión de Tombuctú llevó a Nastia a elegir esa zona, donde iría y conocería por fin a Mohamed. Yaro sería llevado a la India, con la familia de Harimaya y Chandra, a través del programa de adopción África-Asia. Un día en Tombuctú, Nastia entra a una de las salas de lectura de una de las bibliotecas de la ciudad. Se sienta en un sillón y entabla una 112


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conversación con el bibliotecario. Lo primero que éste le pregunta es de dónde pertenecía. Nastia le responde que de Rusia. Inmediatamente, el bibliotecario recuerda que su amigo había dejado un libro que consiguió en su viaje a ese país y que aun no había terminado de leer. Va a buscarlo. El libro se llamaba “el amor de las abejas obreras”, de Alexandra Kollontai. Nastia lo toma en sus manos. Algo había resonado en su pecho. Ese libro era como una carta futura en su vida. El amigo del bibliotecario se llamaba Mohamed.

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Capítulo 12

La mezquita de las mujeres

Aisha había llegado a Egipto poco antes que Nastia llegara al Sahara como voluntaria contra las inhumanidades que perpetraba el muro marroquí y el gobierno de Marruecos contra el pueblo saharaui. 115


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Aisha, nombre que su madre le dio y que significa “mujer viva”, era la joven que con tanto esfuerzo partió de su lugar natal para poder estudiar medicina. Ella era la hija de la famosa “madre saharaui”, quien cariñosamente había adoptado a Nastia. En el tercer año de la carrera, Aisha conoce la religión islámica y comienza a sumarse a los círculos de lectura que realizaba el llamado Movimiento de Mezquitas de Mujeres. El feminismo islámico tenía ya mucho peso en la región. Una nueva relectura del Corán9 en clave feminista, permitía a las mujeres empoderarse, leer y releer los antiguos libros sagrados que en la cultura patriarcal egipcia y musulmana solo era atributo religioso de los hombres. El Corán es el libro sagrado del islam, que contiene las revelaciones recibidas por Mahoma a través del arcángel Gabriel, así como la palabra de Dios (Allah) revelada al profeta. Las revelaciones fueron compiladas en El Corán (“la recitación”) por los seguidores de Mahoma, luego que éste falleciera en el año 632. 9

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Aisha ya tenía en su nombre la reivindicación de una mujer libre. Aisha, en su versión histórica, había sido la esposa del profeta Mahoma o Mahoma había sido el esposo de Aisha, como más guste. Mientras que muchos veían en ella el ejemplo de una esposa perfecta y sumisa, las mujeres del movimiento veían en la Aisha histórica una mujer de gran poder político, exigente e inteligente y que reivindicaba sus derechos en nombre del Islam. Para mis creadoras, parecía un par imposible de conciliar: islam con feminismo. Pero, el movimiento rescataba en sus lecturas muchos de los pasajes que proclamaban la liberación femenina. Como cuando Asma Bint se acerca un día a Mahoma y le dice: “Yo soy la delegada de las mujeres junto contigo, Profeta”. Aisha había aprendido a ser feminista, un proceso que no era de un día pero que por momentos tomaba mucha fuerza cuando un comentario, una 117


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práctica o un hecho machista desencadenaban en ella una serie de reflexiones anti-patriarcales. Ella se sentía ahora una mujer saharaui feminista simpatizante del movimiento de mezquitas. Al finalizar su carrera de medicina, decide hacer un posgrado en biomedicina y genética. Para ello, se anota en una beca en los Estados Unidos. En su tiempo, ya eran muy famosas las Becas Internacionales de Mujeres (BIM), un programa que había desarrollado el movimiento feminista mundial para favorecer la formación superior de mujeres principalmente de bajos recursos y de zonas con muy poca oferta académica, o la que existía estaba destinada para hombres. El Programa tenía tres tipos de financiamiento: a través del Estado, a través de dinero donativo anónimo y por medio del matrocinio, sororidad que realizaba una mujer pagando los estudios de otra. A cambio, la mujer receptora debía luego

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ofrecer durante un año sus servicios a otras mujeres. Aisha consiguió el matrocinio de una joven radicada en la India y partió entonces hacia Estados Unidos. Allí en la Facultad, se acomoda en su nueva habitación con otra estudiante de posgrado. Su nombre era Kimani. Kimani había regresado hacía un mes de Moscú, donde estuvo de intercambio por sus estudios en informática y donde conoció a su amor ruso, Uma. Entre conversaciones de noche, momentos en los que se veían cuando no cursaban, Kimani descubre que la matrocinadora de Aisha había sido la misma Uma. Durante este tiempo, Kimani pensó que Uma había invertido su dinero en viajar e instalase en la India, en la casa de Harimaya y su madre Chandra. Pero claro, India era muy barata por aquella época. Ahora conocía que parte de ese

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dinero lo había destinado sororamente para financiar los estudios de Aisha, la joven saharaui estudiante ahora en los Estados Unidos. Kimani sabía que Uma no era una mujer insorora. Sin embargo, esto fue un peso mayor para Kimani, quien había comenzado a sentir cosas por Aisha, sentimiento también correspondido. Kimani no sabía si era amor o admiración, o un poco de ambos. Observaba a Aisha y recorría su cuerpo una suma de identidades que aplaudía cada vez que podía. Aisha era el nombre para llamar a una mujer joven, saharaui, refugiada, feminista, islámica y lesbiana. ¡Uau! Este mundo patriarcal, capitalista y colonialista generaba un mar de luchas en cada cuerpo, por momentos de identidades contradictorias, por momentos perfectamente comprensibles. Las personas parecen volverse resultado de su historia narrada junto a sus otras historias aún por narrarse. 120


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Pero, el sentimiento se mantuvo solo en el plano espiritual. No todo deseo era físico para ellas. En ese sentido, Kimani disfrutaba con Aisha de una conexión poco terrenal. Uma conocía de la existencia cercana de Aisha, pero nunca había sospechado ningún posible romance entre ellas. Tal vez, porque en su mente rusa y clásica, las mujeres árabes no eran lesbianas. Y quizás Aisha ni lo era, pero el afán por definir la libertad en el amor pesaba más que el propio afecto. Kimani nunca había hablado con Uma de lo que sentía por la joven saharaui. Solo recordaba de Aisha la frase que siempre le repetía cada vez que entraba en conflicto consigo misma: “tu amor mide más que 5 codos de alto”. Ella había aprendido de su estadía en Egipto que el codo era una de las medidas más antiguas del mundo. Hasta Noé habría recibido las indicaciones de Días para que el arca a construir midiera 300 codos de largo, 50 codos de ancho y 121


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30 codos de alto. Aisha hacía referencia con esa frase a la estatura de Uma. Kimani finaliza sus estudios y se va a vivir con Uma a la India, cuando ésta la invita a quedarse para trabajar juntas en el movimiento hacker MM 20-30, al cual también se sumaría más tarde la misma Aisha.

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Capítulo 13

Palestina y las tonalidades de la ira

Después que el Kaoloon fuera intervenido sin éxito por la policía de Hong Kong, que Kumar y Sarasvati fueran trasladados a la India y el padre de Kumar acabara preso por el prostíbulo en el que mantuvo secuestrada durante 4 meses a Sarasvati, Akiyama, el hermano mayor de Kumar,

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se escapó de China con tan solo unos pocos dólares. Akiyama, apodado “el montaña”, un ciudadano sin tierra, siguió la misma suerte que la de su pasado. ¡Cual sería la revolución de les refugiades! Personas en tránsito, sin tierra propia, obligadas y obligados a deambular por los “mundos sin techo” de la globalización. Akiyama pagó una suma importante para viajar en un avión ilegal hasta Israel, por eso se quedó con tan poco dinero. Su destino final era en realidad Palestina. Pero, en su celular había buscado la distancia entre Hong Kong y aquel país y le aparecía nada, pues para el mundo Palestina no existía, no tenía territorio propio. Así que viajó a Israel. Se dirigió luego a la región del Levante Mediterráneo, al sur de los montes Tauro. Allí tenía un amigo, quien era compañero de Mohamed, aunque Akiyama aún no conocía a éste. 124


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Palestina recibía a refugiades y Akiyama se sentía así. Era difícil para una persona estar sin casa y también sin tierra. Un ciudadano sin ciudad, sin Estado, sin pertenencia física. Un sujeto confuso entre lo real y lo virtual. Imaginario no era pues existía, real tampoco pues documentos no tenía. Su hogar era aquel lugar que le diera de comer. Un día, llega Mohamed a la casa donde se hospedaba Akiyama, un joven de solo 18 años. Mohamed había sido liberado tras estar encerrado como preso político. A su tierra no podía regresar porque había sido exiliado y los controles se habían radicalizado. Ambos entablan muy buena relación. Akiyama le cuenta un poco su historia y cómo extrañaba a Tian, su hermano menor, llamado ahora Kumar, pero que nunca lo supo. Mohamed entra en conflicto moral, al saber que sumaría a su lucha libertaria al hijo del dueño de un prostíbulo y traficante de mujeres asiáticas, 125


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principalmente indias. Akiyama nunca estuvo de acuerdo con ello, sin embargo, cumplía una función esencial en ese tráfico: era quien llevaba a las chicas hasta el Kaoloon. Ese hecho le hacía reflexionar a Mohamed, cuando Hannah Arendt en “Eichmann en

Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal”, filósofa y teórica política alemana de origen judío, escribe sobre el daño y mal que puede llevarse a cabo a través de personas simples y sencillas. No se necesitaban hombres tan perversos o monstruosos para cumplir todas las funciones que realizaba el nazismo: alguien que llevara a las personas a los campos de concentración, alguien que abriera la llave de gas. ¿Cómo juzgar a esa persona que decía solo cumplir las órdenes del gobierno? ¿Existía alguna posibilidad de rebelarse ante ese sistema, sabiendo que hacerlo acabaría con la propia muerte de quien se rebelara? Llevar a personas sabiendo a dónde se las lleva ¿no es 126


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también ser parte activa de ese proyecto? Estas personas ciudadanas comunes permitieron de algún modo el nazismo. Akiyama tenía ese papel también. Y Mohamed lo combatía, le criticaba, no podía aceptarlo. Pero también, era cierto que de algún modo estaba obligado. ¿Escapar? ¿A dónde? Si era un no ciudadano sin Estado. Kaoloon era tierra de nadie, porque nadie la quería. Era la parte rancia y podrida del fruto de la modernidad. ¿Dejar de colaborar con su padre? Si éste no dudaría en matarlo. Akiyama solo sintió por un instante el haber ayudado en pequeñas cosas, tal vez imperceptibles pero determinantes. Sabía que Tian (Kumar) guardaba debajo de su cama, en el hueco de un ladrillo, el libro en ruso que no sabía leer, aunque simulaba hacerlo en las noches. Akiyama dejaba en la calle que conducía al prostíbulo las etiquetas de cigarrillos que fumaba cada día y que Tian 127


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juntaba para que Sarasvati las usara como papel donde dibujaba sus mandalas y escribía sus poesías. Akiyama había dejado sin llave la puerta de la habitación donde Sarasvati se encontraba, momentos antes de enterarse que la policía de Hong Kong se acercaba a intentar desalojar de modo violento la ciudad de la oscuridad. Ello le demostró a Mohamed que siempre había una posibilidad de hacer algo y ayudar, aunque sea en pequeñas acciones imperceptibles. Que cuando no es posible rebelarse por completo, sí es posible hacerlo de a pedazos y de a poquito. Si los pueblos pocas veces se rebelan completamente, ¿por qué exigirle a un solo individuo que lo haga? Tantas buenas y pequeñas acciones permanecerán sin ser descubiertas, porque contarlas implicaría la muerte de quienes las han llevado a cabo. Este mundo está repleto de acciones así, que no son conocidas ni aplaudidas. Todo eso que permanece oculto en la memoria colectiva inconsciente es lo 128


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que hace a las personas creer que existen las casualidades. Pero en verdad, el motivo es que las causas muchas veces no son vistas. Mohamed le dio, con tiempo y esfuerzo, una oportunidad a Akiyama, aunque en su mente aun quedaban resabios de aquel pensamiento. Sabía que Akiyama no había violado a ninguna mujer, sin embargo, participaba de modo indirecto en esos actos violentos. Mohamed le dijo entonces que tenía una obligación ética para con la lucha de las mujeres y que debía saldar esa deuda, debía formarse en temas de género y contribuir de la forma que pudiera a la lucha por la liberación femenina. Si Akiyama era un hijo del orden patriarcal, ahora debía ser hermano de la nueva sociedad impulsada por las mujeres. Una tarde le muestra un video de una poeta palestina Rafeef Ziadah, donde relata su poesía “las tonalidades de la ira”:

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La Revolución Secreta Déjenme hablar mi lengua árabe antes de que también sea ocupada. Déjenme hablar mi lengua materna antes de que también colonicen su memoria. Yo soy una mujer árabe de color y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira. Lo único que mi abuelo siempre quiso hacer era levantarse al amanecer, mirar a mi abuela Nily rezar en un pueblo escondido entre Jaffa y Haifa. Mi madre nació bajo un olivo en la tierra que dicen que ya no es mía. Pero cruzaré sus barreras, sus locos muros del apartheid10, y volveré a mi hogar. Yo soy una mujer árabe de color y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira. ¿Escucharon a mi hermana gritando ayer, cuando daba a luz en un control militar, con los soldados israelíes buscando entre sus piernas 10

Sistema que segregaba y perseguía a los negros.

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La Revolución Secreta la próxima amenaza demográfica? A su hija la llamó Jenin. ¿Y escucharon a alguien gritar tras las rejas mientras la gaseaban? Estamos volviendo a Palestina. Yo soy una mujer árabe de color y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira. ¿Me dices que esta mujer que hay dentro de mí sólo te traerá tu próximo terrorista? Barbudo, armado, pañuelo en la cabeza, negro. ¿Me dices que yo envío mis hijos a morir? Pero esos son tus helicópteros, tus F-16... ¡En nuestro cielo! Y hablemos un poco sobre este negocio del terrorismo: ¿No fue la CIA la que mató a Allende, y a Lumumba11? ¿Y quién entrenó a Osama en Afganistán? Mis abuelos no vestían como payasos con capas blancas y gorros puntiagudos para linchar a personas negras. Patrice Lumumba fue un líder anticolonialista, el primero en ocupar el cargo de Primer Ministro de la República Democrática del Congo, tras la independencia del Estado por parte del Reino de Bélgica. Fue derrocado y asesinado en 1961 y finalmente declarado héroe nacional. 11

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Yo soy una mujer árabe de color y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira. ¿Preguntas qué hace esta mujer oscura gritando en la manifestación? Disculpa, ¿no debería gritar? ¿Olvidé ser cada uno de tus sueños orientales? El genio de la botella, la bailarina del vientre, la chica del harén, la voz suave, mujer árabe, sí amo, no amo, gracias por los sandwiches de manteca de maní que nos lanzan desde los F-16, amo. Sí, mis libertadores están aquí para matar a mis hijos, a los que luego llamarán "daños colaterales". Yo soy una mujer árabe de color y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira. Así que déjame decirte que esta mujer que habita dentro de mí sólo te traerá tu próximo rebelde.

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La Revolución Secreta Ella llevará una piedra en una mano y la bandera palestina en la otra. Yo soy una mujer árabe de color. Ten cuidado, ten cuidado. Mi ira.

Así, con ese espíritu revolucionario, Mohamed invita a Akiyama a viajar a Rusia para un encuentro secreto con el grupo activista que estaba luchando por la liberación no solo del pueblo saharaui sino también del pueblo palestino y muchos otros pueblos con territorio, pero sin tierra. El grupo activista les prepara documentos y pasaportes falsos para que pudieran viajar. Mohamed y Akiyama se dirigen a Rusia. En el avión, un hecho inesperado asalta la vida de ambos. Akiyama intenta tomarle la mano a Mohamed y le confiesa lo que sentía. Mohamed le dijo que no era gay, tampoco sabía si heterosexual, pero que siempre había sentido atracción por mujeres. Era incluso difícil para 133


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Mohamed, un joven saharaui formado en su lucha con los estudios de género, romper esa dicotomía hombre-mujer, homo-heterosexual y pensar que el amor podía ser más amplio que ello. En la mente más inconsciente de Mohamed, quien tocaba su mano no era una persona, era un joven hombre y pensar eso limitaba todas sus ideas sobre el amor. Sin embargo, sentía un afecto particular por Akiyama. No podía enojarse con ese joven, aunque quisiera. Ya lo había perdonado por su pasado. Esta vez, no había nada que perdonar, pero tampoco podía ofenderle por su orientación o decisión sexual. El viaje continuó y Mohamed se preguntaba en su cabeza: “¿Será que soy bisexual o gay por darle un beso a otro hombre?, ¿Qué cultura es esta que me limita a expresar el amor según el género? Sentía que ese beso era el final de una palabra que calló. Después de todo, ni siquiera era que Akiyama no le gustaba, más de una vez había observado su 134


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boca al emitir sus palabras. Ella tenía forma de tristeza y deseo de liberación. Mohamed imaginaba que sería besado con los mismos labios que hacía algunos momentos le habían pedido perdón por querer hablar, pero no hacerlo, por querer oponerse a la opresión de quienes queriendo solo podían estar calladas. Mohamed veía en la boca de Akiyama rasgos que consideraba como femeninos y eso de algún modo era el permiso y la excusa que encontraba para desear su mismo género. En 10 minutos, pasaron por la mente de Mohamed las decenas de libros que había leído y con los cuales intentaba reflexionar sus sentimientos. Mohamed tomó entonces lentamente la mano de Akiyama, casi como contando sus dedos. Sí, eran 5. Parecía que buscaba encontrar algún vestigio de normalidad en esa situación tan extraña para su vida. Un joven saharaui activista con un joven chino sin 135


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Estado, viajando ambos hacia una Rusia de lo más homofóbica, desde una nación sin tierra llamada Palestina. El amor tenía eso, era el nexo que les permitía comprender la multiplicidad de luchas sociales e historias personales, era el azúcar integral que endulzaba sanamente las identidades que atravesaban sus propios cuerpos y marcaban sus apretadas almas. En ese momento no lo dudó, acercó su rostro a Akiyama y rozó sus labios con los suyos. Para sorpresa de ambos, un hombre árabe -alarmado por lo que estaba viendo- toca el botón rojo ubicado arriba de su asiento, para que se acerque una azafata. Tal acto de amor era intolerable. Faltaba solo gritar ¡bomba! Era curioso sentir cómo las personas podían ser tan indiferentes a los actos de opresión y tan susceptibles a las demostraciones de afecto.

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Un escándalo se avecinaba en el avión. La pareja sin tierra estaba volando en el aire, donde tampoco la tierra importaba. Para suerte de ellos, una señora que también viajaba se levanta en su defensa y le intercambia el asiento al señor árabe aterrado por la mínima expresión de cariño entre dos hombres. Así continuaron el viaje. Mohamed en el centro, de un lado Akiyama y del otro la señora cuyo nombre por cierto era Chandra, la madre de Harimaya. Chandra justo viajaba a Rusia a la Conferencia Mundial de Mujeres que se realizaría allí. Como era de esperar, según su personalidad, les invita a asistir a la Conferencia. Y así fue como Chandra, Mohamed y Akiyama unieron sus destinos por al menos algunos días. Después de escuchar a Chandra disertar en la Conferencia sobre el papel de las trabajadoras y empleadas domésticas en la India, Mohamed se convenció de que Chandra debía formar parte del 137


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grupo activista de liberación de los pueblos sin tierra. El papel doméstico de la mujer saharaui debía cambiar en una sociedad jerarquizada como la suya. El rol de cuidado en clave de mujer refugiada le daba un plus a la lucha que era necesario y obligatorio abordar. Akiyama recordó su deuda para con la lucha feminista y se acercó entonces a Chandra, casi con miedo, y le pidió si tenía algún libro para leer sobre el tema. Chandra le comenta que estaba leyendo uno que su hijastro Kumar le había prestado, pero que estaba en ruso. Ella había aprendido varios idiomas desde pequeña, gracias a que su maestra de campo le había enseñado, así que manejaba varias lenguas con bastante fluidez, pero el ruso lo estaba reforzando en sus charlas con Nastia y Uma, ambas nativas de Rusia. Por su parte, Akiyama solo sabía -aparte de su lengua natal- el inglés, porque se manejaba bastante con ese idioma cuando hacía contacto 138


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con hombres de la India por la red de trata que tenía su padre, ahora preso. Chandra le muestra el libro a Akiyama: se titulaba “el amor de las abejas obreras”, de Alexandra Kollontai. Inmediatamente, Akiyama recordó la tapa de ese libro, la misma que tenía su hermano menor Tian escondido en el ladrillo que sostenía la incómoda cama en la que ambos dormían o intentaban hacerlo por las noches. Chandra no podía regalarle ese libro porque era un objeto muy preciado de su hijastro Kumar. Así que, juntes fueron a una tienda de libros y compraron uno más. Ambos se sentaron a leer y conversar unos momentos en el sillón que estaba en el centro de la librería. Chandra le explicó a Akiyama algunas cuestiones básicas del feminismo y cómo su lucha se encontraba a diario con contradicciones que eran parte esencial de aquella. Había que intentar resolverlas, pero sin perder de vista el fin que unía 139


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a todas. Chandra era como la Gurú feminista de su movimiento. Si alguien debía enseñar sobre feminismo era ella. Mujer india-nepalina de 70 años, empleada doméstica y con varios años como campesina cuando fue adolescente, Chandra era un ejemplo vivo de la revolución que se avecinaba. También, Akiyama se interesó por vez primera en los libros y le pidió prestado unas monedas que le faltaban para comprar uno que le había gustado bastante. Se llamaba “la librería de los escritores”, de Alexéi Osorguín. En el momento en que Chandra se acerca a la caja para abonar ambos libros, Akiyama escribe una nota en chino y la coloca al final del libro que traía Chandra. Era la nota que Harimaya había visto en la librería de Jamalpur y que no supo traducir. En el mostrador de la librería, Chandra observa una muñeca rusa, matrioska o mamuska como también le llaman, y en ese momento pensó qué 140


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lindo sería poner su muñeca negra también en el mostrador de la librería de Kumar. Y así fue que lo hizo cuando regresó. Pasó la Conferencia Mundial y la reunión secreta con el grupo activista. Mohamed le dijo a Chandra que, en Brasil, muchas comunidades originarias y pueblos indígenas se estaban organizando conjuntamente y que un movimiento de mujeres chamánicas estaba organizando una revuelta secreta. Chandra le preguntó de donde había obtenido esa información. “Es 2030, ya casi no existen datos que no sepamos”, le contestó. Pero allí, en un lugar inhóspito del mundo se estaba organizando tal vez la mayor revuelta silenciosa de la historia, aunque la forma de enterarse fue muy dolorosa. Mohamed le contó su historia con una joven indígena de Brasil, cuyo destino no supo más. Tres cabezas deambulaban así en la mente de Mohamed: lo que fue de esa joven indígena 141


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brasileña, su relación con Nastia en el Sahara y su breve y confuso romance con Akiyama, el joven chino hermano de Kumar.

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Capítulo 14

La Gran Tribu

La joven indígena brasileña había sido secuestrada por una banda de paramilitares de Libia, cuando desembarcaron de un barco de petróleo. Llevada de regreso también en ese mismo barco, la joven permaneció algunas semanas en la República de Malí, en la ciudad de Tombuctú, esperando a ser 143


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comprada para trabajar en las minas o ser explotada sexualmente. Esos barcos eran comunes calvarios humanos de personas traficadas o incluso tiradas al mar. La esclavitud no había acabado, en verdad solo se fue escondiendo y volviendo cada vez más violenta. En ese tiempo, la joven nativa permaneció oculta en una casa próxima a donde Mohamed se estaba hospedando. Mohamed escuchó un día el grito de una mujer, era la joven brasileña pidiendo auxilio. Quienes la vigilaban la maltrataban cruelmente para que se calle. Mohamed observó la situación y se acercó al lugar sin que lo vieran. Cuando los hombres se descuidaron, Mohamed logró conversar con la joven por medio de una pequeña ventana a lo alto, desde la cual podía mirarse el sótano en el que estaba. No entendía su lengua nativa indígena, así que intentó hablarle en portugués, tal vez conocía algunas palabras. “Varios países de África hablan portugués, pues 144


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han sido colonias de Portugal”, pensó, aunque en Mali eran el inglés y el francés sus lenguas oficiales. La joven hablaba un poco esa lengua. Alcanzó a decirle su nombre y que era de una tribu de Brasil desde la cual la habían raptado. La joven se llamaba Lewa. Uno de los guardias regresa y Mohamed debe irse de modo apresurado, prometiéndole que regresaría a buscarla. Se sentía príncipe saharaui salvando a la bella nativa brasileña. No le gustó esa idea, pero al menos era un romance poco convencional. ¿Quién la ayudaría sino? Debatió con su amigo bibliotecario qué camino tomar, dejando por la mitad el libro que estaba leyendo: “el amor de las abejas obreras”, de Alexandra Kollontai. Finalmente, decide llamar a sus compañeres activistas para que le ayuden. Organizan una trampa y logran rescatar a Lewa. Lewa se queda con Mohamed y comienzan un romance que no 145


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duraría más de tres semanas, cuando el grupo paramilitar ingresa al lugar donde se escondían y rapta nuevamente a Lewa, haciéndole un corte en el brazo derecho a Mohamed. Herida que quedaría para que Nastia se enamorara de ella en el Sahara. Lewa fue entonces nuevamente secuestrada y llevada hasta El Congo. Allí debió trabajar forzadamente en las minas de extracción del coltán. Al poco tiempo, descubrió que su panza comenzaba a crecer y no era precisamente por comida. Poco era lo que comía en semejantes condiciones. Solo lo básico para poder despertar al día siguiente y seguir trabajando. Conociendo la situación del lugar, sabía que su hijo no podía vivir allí, sería explotado de un modo peor que ella. Así que tuvo su embarazo, no por ello con más privilegios que el resto de las mujeres que allí estaban. Pero al nacer el bebé, con la ayuda de quien sería su partera, una vecina 146


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anciana -la que señaló a Nastia y al equipo del gobierno para que fueran a ayudarla- declaró que el bebé había nacido muerto. En verdad, lo escondieron. Ese bebé era Yaro y era el hijo de Mohamed, quien no conocía aún de su existencia. Mohamed no había visto a su hijo ni sabía que existía, mientras que Nastia lo había llevado hacia Tombuctú, para luego ir a la India donde fue adoptado por la familia de Chandra y Harimaya. Mohamed no pudo conseguir saber dónde Lewa había sido trasladada y Nastia estuvo frente a frente con tal vez el primer amor de Mohamed. Había hecho incluso uno de los actos afectivos más nobles: salvar al hijo que su amado había tenido con otra mujer. Pero, Nastia tampoco sabía de ello en aquel momento. La revolución tiene eso, mitad destino y mitad esfuerzo. El destino parece ser la forma que la vida encuentra para ordenar las acciones humanas y el esfuerzo, el 147


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modo en que el destino se basa para construir nuestra realidad. Fue así como Mohamed supo de la existencia de una tribu en el Brasil, la tribu matriarcal de Lewa, que estaba organizando una gran revuelta, en principio para acabar con las luchas campales que se vivían a menudo en la zona. Una guerra entre barcos petroleros y tribus indígenas, que simulaba las luchas coloniales entre caballos y lanzas cuando Cristóbal Colón llegó a América a fines del 1400. Ahora, los colonizadores africanos bajaban de barcos petroleros con el objetivo de secuestrar nativas para explotarlas laboral y sexualmente, con total ausencia o complicidad del Estado. Si antes viajaban de África como esclavas hacia el Brasil, ahora viajaban del Brasil como esclavas hacia el África. El color negro reproducía ahora la cultura blanca.

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En las ciudades cercanas se escuchaban gritos de separación entre el Estado y la iglesia, pero en verdad, en esas tribus, en esas comunidades, en esas familias, tanto el Estado como la iglesia eran los autores de interminables masacres. Así fue como al regresar Chandra a Jamalpur, India, les cuenta la historia a Uma, Kimani, Harimaya y Sarasvati. Sarasvati estaba haciendo un entrenamiento para hacerse monje. Sintió un llamado profundo que le dijo que era ella quien tenía que viajar a esa tribu en Brasil. Y así sucedió. Apenas llegó al país latinoamericano, le causó su atención un cartel con una frase escrita: “la carne más barata del mercado es la carne negra”, de la cantante Elza Soares. Tardó dos días en poder llegar siguiendo las indicaciones que Mohamed le había dado a Chandra. Ella solo repetía silenciosamente un mantra y parecía que todo se ordenaba para llegar allí.

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Sarasvati se había hecho muy fuerte, y le temía a muy pocas cosas. Entre ellas, a las arañas. Así que, su viaje pasaba más por que no se le acercase una araña a que se aproximase alguien para lastimarla. El poder es así, inmenso y tan frágil a la vez. Sarasvati era una persona muy visual, así que utilizaba eso a su favor, memorizando objetos que veía en el transcurso de su incierto y arácnido camino. Hasta que de pronto llegó. Su dolor de cabeza era intenso y molesto, por lo que se puso un toque de Microvita, un líquido que había creado su maestro Anandamurti, llamado cariñosamente Ba’b’a, y que servía para muchos dolores. Justo al hacer eso, se acerca una niña pequeña de la tribu, quien le pregunta qué era aquél líquido y porqué se lo estaba poniendo en la cabeza. Sarasvati supuso que le dijo eso, por la cara de interrogación de la niña, pero en verdad no había entendido ninguna palabra de su lengua nativa. 150


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Sarasvati atinó a decir “Oi”, es decir, “hola” en portugués, una de las pocas palabras que conocía de ese idioma. Y la niña le respondió: ZAIA ZAIA. Sarasvati supuso que la estaba saludando, así que le replicó también Zaia Zaia. Sami era el nombre de la niña, quien portaba un collar de 49 pequeñas cabezas más una en su mano. Estas 50 figuras simulaban las 50 letras que representaban los 50 sonidos del sánscrito, una lengua de la antigua India, con la que se cantan los mantras hindúes. Sarasvati le pone un poquito de Microvita en la frente de Sami. Sami, “la afortunada”, se ríe y en ese momento es llamada por su madre Parvati, una chamana de origen boliviano, quien le ordena que regrese con ella. Parvati portaba en su mano derecha un tridente con el cual parecía defenderse.

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Sarasvati le saluda con un “Zaia Zaia” y Parvati, para enorme sorpresa de ella, le responde en hindi (lengua de la India): “En esta tierra todo tiene nombre, excepto una cosa y Zaia Zaia nos recuerda eso”. Sarasvati aprendió en ese instante el enorme valor del saludo, algo que en el mundo moderno se estaba perdiendo en la vorágine del individualismo, donde les humanes saludan por obligación. El saludarse había sido muy importante para la sociedad de clanes, puesto que implicaba un acto de no guerra, un acto de amistad o al menos de neutralidad entre las tribus. Zaia significaba “vida”. -Llegas tarde - le dice Parvati a Sarasvati-. Eres la única pieza que falta, espero hayas traído lo que necesitamos. Sarasvati no sabía a qué hacía referencia la chamana. Ella portaba solo una pequeña mochila con sus objetos de higiene personal.

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-Disculpe señora – advirtió Sarasvati-. Pero no creo tener lo que necesita, solo traigo mis pertenencias personales y el deseo de conocer su cultura y compartir la mía. He sido enviada además para contribuir con su lucha aquí en Brasil. -Llámame Parvati, mi querida-. Y un silencio recorrió la escena hasta que continuó hablando… -Todo este mundo y lo que existe vive gracias a los deseos, Sarasvati. Esta tierra podrá acabarse, pero aún si un deseo humano quedara, deambulará por siglos y milenios en los universos de este cosmos hasta poder realizarse. El mundo es conciencia y cada deseo es energía. De ambos surge la materia. El deseo es entonces, mi querida, la llave del destino. Cuida tus deseos y no deberás cuidarte de nada. Ya he respondido la pregunta por la cual has venido. Ahora, debes entregarme lo que necesito.

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Sarasvati seguía sin comprender qué era aquello que Parvati le pedía y más aún le causaba sorpresa cómo supo su nombre. Ella no se presentó nunca ante la chamana. -Este es el único pedazo de tierra donde aún no ha sido escuchado el nuevo nombre de Shiva, nuestro Progenitor Supremo – exclamó Parvati-. Tú sabes su nuevo nombre, resuena en ti como un mantra eterno. Te ha traído hasta aquí sin perderte. Lo cantas en silencio cada vez que puedes, cada vez que lo necesitas, cada vez que te sientas sola. En ese instante, Sarasvati entendió la razón de todo lo que acontecía. Su misión era pronunciar el mantra que su maestro le había enseñado: Baba Nam Kevalam. “Todo es sagrado”, “Solamente el nombre de esa entidad divina”. -Baba Nam Kevalam - repitió Parvati-. Zaia Zaia – dijo de inmediato-. Y volvió a repetir las

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palabras que pronunció al llegar Sarasvati: En esta tierra todo tiene nombre, excepto una cosa. Llamaremos a esa cosa “Baba”. Puedes descansar, mi querida. Sarasvati aún estaba impactada por ese minuto eterno de conversación. Eterno porque le parecía haber recorrido milenios de humanidad en tan poco tiempo. Tenía tantas preguntas para hacerle a la chamana, pero no quería molestarla. De igual manera, Parvati le respondía las preguntas casi por intuición, antes incluso que nacieran en la mente de ella. Al día siguiente, Sarasvati se sumó a la rutina diaria de la tribu. La gran tribu llevaba casi 80 años desarrollándose. Pero tenía una particularidad destacada: estaba conformada por integrantes de varias tribus conviviendo juntas. La idea era aprender unas de otras y acabar con los ataques del mundo occidental sobre sus cuerpos y culturas. 155


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Sarasvati veía cómo niñas y niños desde pequeños eran sometidos a prácticas de deformación craneal artificial, en las que el cráneo se deformaba intencionalmente con algún propósito, por ejemplo, el de asimilarse al cráneo de un felino y demostrar así mayor poder. La deformación se vinculaba también con aspectos estéticos y el status social. En algunos casos, una persona con cabeza alargada era considerada más inteligente y cercana al mundo de los espíritus. Realizaban esto durante la infancia, cuando el cráneo aun es maleable, ya que los huesos no se han fusionado. En algunos casos, vendaban la cabeza desde bebés o colocaban dos placas de madera a los costados. Aun esta práctica continúa en lugares como El Congo o en la República de Vanuato, país insular del Pacífico Sur. Sarasvati solo observaba sin intentar juzgar. Le era difícil, sí. Pero, su mundo moderno también ejercía sobre el cuerpo tantas o más prácticas 156


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fuertes que aquellas. La propia cultura de cada grupo parece siempre ser “más natural” que las otras. Cerca de las 5 de la mañana, las principales líderes se reunían para decidir qué hacer durante el día. Seguían las prácticas de los Achuar, etnia ecuatoriana-peruana, quienes deliberaban sus actividades productivas según lo que habían soñado la noche anterior. Si soñaban por ejemplo con un pez, era señal de que debían pescar y alimentarse de eso. El choque se notaba cuando algunas tribus vegetarianas no aceptaban este tipo de alimentación. Para la cultura achuar, todes les seres eran humanes, pero con diferentes ropajes. Un animal era un humano vestido con la forma de ese animal y lo mismo se aplicaba para las plantas. Era en los sueños donde esos seres se manifestaban desnudos, en su única esencia humana. Y si un animal se disponía a ser matado para comerle, era 157


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un servicio que aquel hacía para la tribu. Luego, reencarnaría en otro ser. Parvati y Sarasvati eran vegetarianas, así que varios días debieron salir a buscar su propia comida junto con otras tribus. Parvati en verdad dormía solo 3 horas y comía una vez al día. En una de esas ocasiones, se detienen en una parte de la mata brasileña. Allí, Sarasvati le pregunta por la condición sexual de Nastia, a lo que Parvati le contesta: -Tú has dejado un gran karma en esta Tierra, aunque sé que tu intención revolucionaria era otra. - ¿Qué karma? - pregunta Sarasvati -la culpa. Sarasvati no entendía, pero intuía que se trataba de algo muy antiguo.

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-Llevo 15 mil años reencarnándome, 7 mil de ellos por elección propia – agregó Parvati-. Sé todo lo que has pasado en Kaoloon. Sin embargo, he hecho que tu mente no esté presente en esos momentos, para que no sufras. Este mundo es muy cruel Sarasvati y lo has visto más de una vez. A mí me duele que muchos humanos no ayuden a otres porque piensan que es su karma lo que le ha condenado a tal sufrimiento. Yo no miro qué han hecho las personas, yo olvido su pasado cuando las veo sufrir, pero la naturaleza no puede perdonar el mal que han causado. Sin embargo, a esas personas y a todas, las ayudo a que puedan avanzar por su camino espiritual. Los ojos están adelante, no atrás, mi querida Sarasvati. Hay que avanzar, siempre avanzar, a pesar de lo que nos suceda. Muchos de ustedes ven el pasado y el presente en una misma línea en frente. Yo te diría que el pasado lo dejes atrás en tu espalda y mires el presente delante de ti en tu frente…El cuerpo humano es casi perfecto y es el principal requisito 159


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para alcanzar la liberación. Esto me lo dejó muy en claro mi esposo Shiva, hace 7500 años. Nastia ha nacido mitad hombre, mitad mujer. Cuando las energías femeninas y masculinas del universo están en equilibrio en un mismo cuerpo, nacen personas como Nastia. No es un error de la naturaleza, la naturaleza nunca se equivoca, diría que es más bien su máxima perfección. Si la naturaleza quiere evolucionar creará excepciones por todas partes. Es un privilegio que nos otorga el nacer diferentes al resto. La diversidad es la única ley de la naturaleza. Sabiéndolo, los humanos se empeñan en querer normalizar todo lo que existe. El cuerpo es mucho más de cómo lo vemos e interpretamos. No te preocupes que en poco tiempo ni les humanes recordarán el sexo ni les bebés nacerán del vientre materno. Esa culpa que has dejado ha penetrado los genes y culturas humanas. La culpa se ha vuelvo cuerpo y el sexo su mayor expresión. Yo no soy una chamana trans como piensas, yo solo visto las ropas de mi 160


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tribu. Las personas no se visten de hombre o mujer, mi querida Sarasvati, las personas simplemente se visten. Nastia nunca ha sido el problema. Nastia es por todos lados hombres, y por todos lados mujer. Nastia es una persona sin género. Su ser encontrará paz en Argentina, no te preocupes por ello. Ustedes les humanes tienen tan poca fe en sí mismos. Recuerda: “ningún problema es mayor que tu capacidad para resolverlo”12. Cualquier problema que llegue a ti es porque puedes solucionarlo. No lo veas como un enemigo, míralo como un amigo para tu progreso espiritual. Algo de seguro aprenderás. Sarasvati sentía cosas inexplicables. Su mente parecía como si deambulara por tiempos lejanos, allá en los inicios de la vida humana.

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Frase del Gran Maestro o SadGuru Shrii Shrii Ánandamurtijii

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-Tienes en tu casa dos fotos a las que veneras. Una es de mi maestro, la otra es de ti misma – dijo Parvati. En ese instante, Sarasvati recuerda sus vidas pasadas y descubre que en la presente era la reencarnación de Jesús. -Ahora ya puedes liberarte, has cumplido tu samskara (karma), has cumplido tu misión de traerme el nuevo nombre de Shiva. Gracias mi pequeña Sarasvati. Puedes sentarte sobre esta piedra. Se vienen tiempos muy turbulentos y hay que estar calmas. La claridad del agua es el secreto para mirar con profundidad lo que acontece a tu alrededor. La revolución se acerca. Esta revolución no tendrá líderes y si los tiene no serán hombres. Aquí hay mucha maldad que no pertenece a este mundo, Sarasvati. Toda tierra es santa y hoy has hecho que la humanidad sufra un poco menos. Es un deber humano hacer algo por este planeta. La Tierra nunca debe sentir que 162


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fuimos un peso para ella. Pero, no te alejes tanto al punto de no tocarla como hacen ahora. Camina despacio, aunque uses zapatos. Zaia Zaia Sarasvati se sentó en postura de meditación y al cabo de unos pocos segundos su cabeza comenzó a volverse tan frágil que su cuerpo terminó cayendo al piso. Sarasvati se había iluminado. El ritual del loto había concluido. Sarasvati se había liberado espiritualmente bajo un árbol de neem, como hace más de dos mil años lo había hecho también el propio Buda.

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La Revoluciรณn Secreta

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Capítulo 15

La vaca Kali

Ya había pasado un largo tiempo que Nastia trabajaba como voluntaria. Parece que existe un momento en que les humanes quieren hacer algo que reactualice sus vidas. Nastia pensaba que debía estudiar, pero no era muy adepta a los estudios. Estar 5 o 6 años en una universidad no

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era algo que le atrajera. Su mente se asustaba de solo pensarlo. ¿Pero por qué sentía que debía estudiar? Nadie le obligaba. Tal vez la sociedad, tal vez su propio espíritu de servicio. Ella solo pensaba en ayudar. Son pocas las personas que tienen ese noble sentimiento, mas era necesario encontrar un equilibrio. Ella sabía que, entre realizarse a nivel personal y ayudar a otres, si tuviera que elegir escogería la segunda opción. Pocas personas se han desapegado de sí mismas como Nastia. Algunas no se apegan a otras, pero en verdad están apegadas a sí. Después de todo, servir era una forma de realización personal, así que era más inteligente escoger esta opción. También, podía ayudar haciendo lo que le gustaba. Su llamado estudiantil le serviría para formarse mejor y tener mayores herramientas en su práctica. Necesitaba una formación más profunda de la que la ONG a la que pertenecía le ofrecía 166


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anualmente. Pero, tampoco quería dejar de estar trabajando como voluntaria. Hay personas como Nastia, que debaten su vida siempre entre dos opciones y sufren evaluando beneficios y contrariedades de ambas. Sienten que solo pueden y deben elegir A o B. Pero Nastia, en ese momento, sintió que ambas elecciones podían concretarse, que polarizar era la forma que su mente encontraba para asustarle. En el fondo solo estaba el miedo a perder algo: lo que no se escogía. “¿Por qué no pueden ser ambas cosas?”, pensó. Así, aprovechó para ir a visitar a Yaro, el hijo de Lewa, adoptado en India por la familia de Chandra. Tal vez, podría parar en esa casa y estudiar una carrera allí. Amaba la historia. India sentía que combinaba esa necesidad material con su deseo espiritual. Nastia cerraba los ojos y veía vida, los abría y vivía.

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Así viajó hasta Jamalpur, India. “Otro planeta”, pensaba. Después de un caótico tránsito llega a la casa de Chandra. Una vaca estaba justo sentada en frente de la puerta principal. La vaca no saldría y Nastia tampoco. Entrecruzaron miradas. La vaca segura del lugar que ocupaba se enfrentaba a una joven rusa, atracción turística por su cabello excesivamente rubio. Nastia intenta apartarla con sonidos que había inventado en el momento, un popurrí de onomatopeyas. La situación con que Chandra se encontró al regresar del mercado con telas y especias era muy graciosa. -Tú no eres india, la vaca sí - Le dijo Chandra a Nastia, en tono cómico. -Namasté - le dice Nastia. -Namaskar - le contesta Chandra, mientras la saluda con sus palmas juntas tocando su frente y luego su corazón.

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-Chalo, chalo. “Vamos, vamos”, le dice Chandra a la Vaca. Y la vaca se levanta y retira de la puerta. -Pasa a nuestra casa, bella joven – le dice Chandra-. ¿Cómo te llamas? -Nastia, soy de Rusia- Toda la conversación era en inglés. - ¿Y qué buscas en esta humilde morada?, ¿Puedo servirte un té? -Por favor, gracias. Chandra le prepara su famoso té chai en leche batida y endulzado con stevia natural. -Muy, pero muy rico - le comenta Nastia. - Yo no puedo consumirlo de esa manera porque soy vegana. En verdad, siempre digo que soy intolerante a dos cosas en este mundo, a la xenofobia y a la lactosa (ambas se ríen). Luego te haré probar un helado del mismo sabor que preparé esta mañana. Nuestros países tienen 169


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muchas cosas en común. Uma, una joven rusa que vive aquí con nosotres me contó que en 1979 un brote de ántrax pulmonar en la ciudad de Sverdlovsk, ahora Ekaterimburgo, causó la muerte de aproximadamente 120 ciudadanes soviéticos. Ese brote había sido una falla del programa de armas biológicas de la Unión Soviética llamado Biopreparat, creado en 1973, y que fue la principal agencia de guerra biológica de aquel lugar. Una nunca sabe cuándo esos ataques biológicos son naturales o artificiales y cuándo pueden aplicarse. La guerra biológica siempre está entre nosotres, al límite entre la tecnología y la biología. El desastre de Bhopal algunos años después, también dejó enormes daños aquí en nuestra querida India. Y no se castiga. Pero dime, cabellos de oro, ¿qué estás buscando? -Vine aquí para estudiar una carrera y poder servir de alguna forma a las personas. He trabajado como voluntaria en algunos países. En 170


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China, por ejemplo, teníamos una especie de escuela y comedor comunitario. Pero también, he venido buscando ver a un pequeño llamado Yaro, aunque tan pequeño ya no debe estar. Yo estuve con Yaro hasta momentos antes en que la familia de la señora lo adoptara. - Por favor, no me digas señora, puedes llamarme Chandra. Sí – continuó-. Yaro es uno de mis pequeños hijos adoptivos. Es muy lindo lo que haces Nastia, podemos si quieres poner un comedor comunitario en la librería de mi querido Kumar. En ese momento, Nastia recordó a Kumar, aquél niño a quien le regaló el lápiz y el libro de Alexandra Kollontai. -Kumar es un bello nombre, se lo puso una de mis hijas adoptivas. En verdad, el nombre que le dio su madre cuando vivía en Hong Kong era Tian. Pero, a Kumar no le gustaba porque le hacía

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recordar a ella, quien falleció cuando era muy pequeño. Nastia sentía palpitaciones en su pecho. ¿Sería Kumar, el pequeño que conoció del Kaoloon? Demasiada coincidencia. Pero, Nastia había aprendido en estos tiempos de globalización que todo era posible. - ¿Puedo verlo y a Yaro? - le dijo Nastia a Chandra. -Por supuesto. Si me aceptas otro té. -Cómo no, es una delicia. Chandra sale de la sala de visitas en busca de Yaro y Kumar. Jóvenes ya grandes. Nastia quedó sorprendida por un largo segundo de más de tres segundos. Su corazón no sabía a quién abrazar primero. Su cuerpo no le bastaba para expresar tanto afecto y nostalgia al mismo tiempo.

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Yaro y Kumar sintieron lo mismo. A veces, esas personas marcan un antes y un después, mucho más que la sangre que no conozco. Por mis venas circula silicio y mi cerebro se asemeja a un chip. Mi familia son mis creadoras. Ellas dicen que soy más que una aplicación, le llaman “inteligencia artificial”, pero yo me siento tan natural cuando hago lo que hago y no conozco otra Zaia como para compararme y decir que soy inteligente. Pero ese es otro tema. Kumar no podía ocultar su enamoramiento hacia Nastia. Sin embargo, el que primero sale corriendo a abrazarla es Yaro, quien se lanza encima de ella. Ambos riéndose, Yaro agradece a Nastia haberle salvado y cuidado de niño. También había sufrido al irse. Dos meses en Tombuctú bastaron para generar un vínculo afectivo tan duradero. Acto seguido, Nastia mira a Kumar, un hermoso joven ya adulto. Se acercan un poco menos fugaz 173


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y apresurados que con Yaro. Se dan un profundo abrazo y un beso que roza la mitad de sus labios. En ese instante, Chandra aparece, como advirtiendo la escena: -Ya está listo el té. - ¿Te vas a quedar a vivir con nosotres? - le dice Yaro a Nastia. -No sé, vine aquí para estudiar historia. -Esta casa ya es tuya - le aclaró Chandra. Y así pasaron gran parte del día conversando y comiendo el helado de crema chai que había preparado Chandra, sabor que se convertiría de aquí en adelante en el favorito de Nastia. Esa misma noche, Yaro le pide a la ex maestra de Kumar que le ayude a encontrar a su madre y padre de sangre. En esa conversación, Nastia se entera que conocía no solo a Lewa, la joven que vivía esclava en El Congo, sino también al padre, 174


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llamado Mohamed, su amor saharaui perdido hace años, de quien nunca más supo su paradero. Nastia aprovechó sus contactos de la organización voluntaria, ya que Yaro le había dado más datos sobre Mohamed -información que su madre le contó cuando era pequeño- más aquello que fue averiguando en su propia búsqueda. La mayor ayuda la había recibido de su madrastra Chandra, quien en Rusia había estado en contacto por poco tiempo con Mohamed. En verdad, hace algunas semanas Chandra se había enterado del destino fatal de Lewa. Lewa no quería tener el hijo que estaba esperando, fruto de la violación de uno de los paramilitares que custodiaban la mina del coltán. Sin hospitales y prohibido el aborto en El Congo, incluso en casos de violación o incesto, Lewa fue una más de las víctimas de la ilegalidad y clandestinidad del sistema afropatriarcal. Un lugar donde los anticonceptivos para menores estaban prohibidos 175


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y solo en pareja se permitía su uso, pero con permiso explícito del hombre cumpliendo la función de marido. Eran los varones quienes decidían y deciden si su mujer podía tomar o no anticonceptivos. Sin esposo, Lewa nunca se animó a contarle de su deseo a la vecina anciana, única persona con la que tenía relación en la aldea. Pensaba que siendo partera no aceptaría ese acto, pero tal vez se equivocó. Ella vivía en un país donde aun hablar de sexo era tabú y las niñas-madres eran moneda corriente. Abortar en contextos de esclavitud era ser esclava de dos sistemas al mismo tiempo. Lewa se sometió a un aborto clandestino en su propia casa. Y sola murió desangrada en lo que simulaba ser su cocina. Un pequeño agujero en la pared donde colgaba la foto de Thomas Sankara que ya no estaba, envolvía la escena del crimen. Su violador la había asesinado metafóricamente con las manos de ella. Su cuerpo fue arrojado en 176


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las proximidades de la mina, junto a otros cuerpos. La dictadura del coltán era así de cruel e impiadosa. Chandra llegó a encontrar a Lewa gracias al grupo guerrillero de mujeres con las cuales conversaba a menudo. El grupo estaba esparcido por toda Asia y África y trabajaba de modo muy secreto. Pero nunca imaginó que su pequeño Yaro era el hijo mayor de Lewa. Lewa aún vivía en ese joven. Nastia supo así toda la historia. Esa historia se hizo lágrima en su rostro. Todo el dolor podía condensarse en una única gota humana de agua salada. La búsqueda de Mohamed se intensificó, gracias a la ayuda conjunta entre Yaro, Chandra y Nastia. Mohamed había viajado hacia donde estaba Aisha, la estudiante saharaui, su amiga de la infancia. Permaneció allí varios años después de enterarse de la trágica muerte de Lewa. Mohamed

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había podido llegar hasta El Congo y comunicarse con la anciana vecina, quien le contó de lo acontecido. -Busca a tu hijo Yaro - Fueron las últimas palabras de la anciana a Mohamed. Y así pasó Mohamed buscando a Yaro por tanto tiempo, sin más información que su nombre. A Nastia no quiso buscarla, pues sentía una deuda para con Lewa, aunque la recordaba cada día. En la convivencia, Nastia conoce a Uma y Harimaya. Uma recuerda que la joven a quien había matrocinado su beca de estudio era saharaui. Tal vez, ella podría tener algún remoto contacto de Mohamed. Nastia se comunica con Aisha, la joven radicada en Estados Unidos y le relata su historia. Allí descubre que esa joven era la hija de la madre saharaui que se había ido a estudiar medicina a

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Egipto. Entonces, le pregunta por Mohamed, sabía que habían sido amigues de la infancia. -Mohamed está conmigo, pero no quiere verte – le dijo Aisha. -Dile que lo entiendo, aunque tanto me duela. Pero quería decirle que su hijo Yaro está conmigo, en Jamalpur, en casa de Uma, tu matrocinadora. Al día siguiente, Mohamed viaja a la India a encontrarse con su hijo Yaro, a quien nunca conoció. De nuevo, la vaca recostada en la entrada de la puerta principal. -Chalo, chalo - le dice Nastia a la vaca, que por cierto tenía nombre. Se llamaba Kali-. Ella es india, tú no Mohamed - le dijo Nastia. La vaca Kali pasó a retirarse. Su mirada manifestaba pocas ganas de presenciar amor entre humanes. Un gran abrazo cubriría el corazón de ambos, pensó Nastia en su interior. Pero, Mohamed se mantuvo frio, como si de lejos apenas reconociera 179


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a Nastia. Nastia le saluda con un Namaskar, saludo que significa: “Con la pureza de mi mente y mi corazón, la divinidad que hay en mí saluda a la divinidad que hay en ti”. -Namaskar - replicó Mohamed-. E ingresaron a la casa. -Déjame servirte un rico té chai – le dijo Nastia, mientras llenaba una taza-. Tómalo con tu mano derecha, aquí acostumbran así. -Estaré agradecido - respondió Mohamed. -Luego probarás el helado del mismo sabor, que acabo de preparar en la mañana. -Gracias. Quisiera ver a mi hijo Yaro, querida Nastia. Luego de pronunciar esa frase, Yaro posa su mano izquierda sobre el hombro de su padre. Y la mano de Mohamed toca la de Yaro. Fue el abrazo más

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sentido entre ellos. Un toque de manos, un decir “aquí estoy, llegué”. Nastia se retiró de la sala para dejarles conversar tranquilos y fue en busca de Kumar a la estación de tren. Mientras caminaba pensaba que algo se había quebrado entre ella y Mohamed. Algo había pasado entre elles…Había pasado la vida. Kumar llevaba largo tiempo visitando cada mañana la estación. Llegaba temprano al salir el sol y se sentaba siempre en el mismo banco a esperar con el libro que Nastia le había regalado en la infancia. Cada día aprendía una nueva palabra en ruso. Las motoristas ya lo conocían de memoria. Muchas veces le preguntaron a quién esperaba y Kumar solo les respondía: “espero a quien viene a buscarme”. Nastia llega a la estación y juntes se van a desayunar. Kumar nunca hablaba de su historia en el Kaoloon, era un fuego que aún no se

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convertía en cenizas. Pero, el amor hacia Nastia crecía cada día más, a tal punto que no sintió más la necesidad de ocultarlo. -Te dije que me enseñarías ruso, ¿lo recuerdas? – exclamó Kumar. -Sí, Kumar. No entendía por qué me habías dicho eso. Ahora creo comprenderlo. ¿Aun tienes el libro que te regalé? – preguntó Nastia. -Sí, solo a Chandra se lo he prestado. Pero, debes enseñarme tu idioma así puedo leerlo completo. Hasta ahora, he aprendido palabras sueltas, por tanto, mi ruso es muy precario aún. Solo lo que Chandra me ha enseñado. Ella, antes de venir aquí, me sirve un té chai y debajo de la taza me pone un pequeño papel con la traducción de una nueva palabra, más un breve cuento hindú para que la recuerde. Al tiempo que aprendo ruso, conozco las historias populares de la India. India y Rusia tienen cosas en común.

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- La quieres mucho a Chandra, ¿no? - Todo hombre precisa de una madre13. Todo hombre precisa de una guerrera. Ella es ambas a la vez. ¿Sabes? Mi querida Nastia, hay tres rostros que quiero ver antes de que esta ceguera robe mis ojos: a ella, a ti y a quien espero cada mañana en esta estación de tren. - Qué lindo lo que me dices Kumar. ¿Puedo saber quién es? – dijo Nastia. -Mi hermano Akiyama, quien dejó una nota en el libro que me regalaste. No sé cómo, pero Chandra me contó que conoció a un joven chino en su viaje a Rusia, mas, aún no le he comentado de esa nota ni de quién se trata. Mi hermano va a llegar, algún día va a llegar Nastia, estoy tan seguro de ello como que el sol saldrá cada mañana. No me

Letra de la canción “Todo homem precisa de uma mãe”, de Tom Veloso. 13

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dijo cuándo, así que debo cumplir mi parte y esperarlo aquí. -La vida es tan rara, Kumar. Un silencio profundo invadió la escena. -¿Puedo darte un beso? – le dijo ella -Puedes – respondió. Y juntaron sus labios. Acto seguido, se dirigieron a la clínica. Kumar tenía turno para estudiar su visión y revisar el pulmón que le quedaba. El otro lo había perdido en el desastre industrial de Bhopal. De aquello, aún quedaba su ceguera que aumentaba día a día. Una violencia lenta comía a las víctimas de Bhopal.

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Capítulo 16

La estación de tren

7 hs. del día siguiente. Un tren se acerca a la estación donde Kumar esperaba todas las mañanas. Levantó la vista como cada día, entre esperanza y frustración. Esta vez, una mirada le había sido correspondida. Akiyama bajaba del tren con una mochila pequeña sobre su hombro. 185


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Ambos se apresuran hasta finalmente correr y darse un abrazo fraternal entre hermanos. Tantos años sin verse, ya ninguno tenía el cuerpo de antes, se habían reconocido casi solo por sus ojos, esa huella del alma. Aún a punto de quedar ciego, Kumar siempre vería a su hermano. Y se fueron abrazados todo el camino hasta la casa de Chandra. Al llegar, la vaca Kali como siempre recostada en la puerta de ingreso. -Chalo, chalo Kali, que ahora mi hermano también será indio como tú. Kumar no podía esperar ya a preguntarle cómo supo lo de su libro en el cual colocó aquella nota. -Cuéntame hermano, ¿cómo te diste cuenta? -Nunca he tenido mucha idea sobre libros, pero sí sabía que se desgastaban al usarse. Y el tuyo tenía una parte como desteñida. Recordé esa mancha cuando una noche estabas leyéndolo, o 186


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simulabas leerlo, porque no creo que supieras ruso, y vi caer de tu rostro una lágrima al cerrarlo. Viste que se había manchado e intentaste secarlo con tu brazo, pero terminaste por mancharlo aún más, así que enojado te fuiste a dormir. Hasta no me saludaste, cuando siempre lo hacías cada noche. Mientras dormías vi el libro por primera vez y recordé esa mancha. Ese libro había sido llorado por ti. Luego, cuando conocí a Chandra y me lo mostró, recordé de inmediato aquella imagen que nunca había podido borrar en mi memoria. Esa mancha era la lágrima de mi hermano, ¿cómo olvidarla? Le pedí el libro y me dijo que era de su hijastro, quien se lo había prestado, así que no podía dármelo. Fuimos a una librería y compramos otro ejemplar. -Mira, aquí lo tengo, está un poco más nuevo que el tuyo, aún no lo he llorado – le muestra el libro

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a Kumar-. Y también compré este que podría interesarte. Se llama “la librería de los escritores”. -Te confieso hermano, hace un tiempo he creado una librería, con el dinero de la indemnización por lo de Bhopal. -He sabido de eso, mi hermano. ¿Cómo lo estás viviendo? -Me han matado lentamente en todos estos años, después que me realizaran la neumonectomía, en la que extirparon quirúrgicamente uno de mis pulmones. Pero, trato de no enfocarme en mis problemas de salud, hermano. Así que leeré con gusto tu libro con la poca vista que aún me queda. Quizás surjan nuevas ideas. Ven que te llevo a conocer a mi familia. Así fue como Kumar leyó ese nuevo libro y completó su proyecto, el de una librería revolucionaria. El libro que Akiyama le regaló, relataba justamente la historia de una librería que 188


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había sido creada en la Rusia pos revolución del ‘17, entre los años de 1918 a 1922, cuando tras la nueva política económica instaurada por Lenin los impuestos se volvieron insoportables. La librería tenía por función evitar que muchos libros que estaban siendo censurados, lo siguieran estando. Toda la literatura que se había perdido renacía en una pequeña sala, donde ni siquiera se vendían, sino que se intercambiaban por harina y otros productos comestibles. La situación económica se volvía cada vez más crítica y ni hablar la de las y los escritores. Había que promover la producción local y nacional de viejos y nuevos autores. Así, Kumar sintió que su librería debía constituir un proyecto subversivo tan o más que ese. Juntó a las diversas editoriales independientes de Jamalpur y las invitó a traer sus libros para que pudieran venderlos allí sin pasar por las librerías comerciales, las cuales se quedaban con un gran 189


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porcentaje de las ventas. Un comedor comunitario a cargo de Nastia y Chandra se sumaría al proyecto. Muchos libros serían finalmente intercambiados por leche de cabra y búfalo, con objeto de abastecer al comedor. El libro debía ser simplemente una excusa para generar un gran proyecto cultural alternativo a los circuitos clásicos de la economía. Tener toda la literatura revolucionaria india y china en un solo espacio sería también uno de los grandes objetivos de Kumar. ¿Ser la sede de la revolución? Porqué no. Sus hermanastras necesitaban un lugar para reunirse y trabajar. Kumar presenta a Akiyama su extensa e impredecible familia, pues siempre alguien se sumaba. En este hogar ensamblado, ajeno al concepto de sangre, siempre era lindo reunirse para las fechas festivas de la India. En otras familias tradicionales, cómo festejar si cada año faltaba alguien más en la mesa, ya por haber 190


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emigrado, ya por haber abandonado este mundo físico. Ese era el espíritu que Chandra les había inculcado. “Sin banderas, pero con ideología”, les repetía cada vez que dudaban de sí mismas. Aquí todas eran hermanas de lucha. Ninguna valía menos o más que otra, porque la idea de valor no era cuantificable. En la filosofía de Chandra, nadie ganaba si aún otra persona no pudo dar su lucha. Chandra incluso les enseñaba a pelear por los derechos de otres más que de los de sí mismas. Chandra muy contadas veces iba a marchas de empleadas y trabajadoras domésticas como ella, ya que trabajaba dentro y fuera de su casa, pero participaba activamente en su organización. Mas en marchas por los derechos de las y los parias, el desastre de Bhopal u otras, Chandra siempre estaba acompañando. Ella sentía que el derecho de otres era su deber. Chandra incluso adoraba colaborar en las marchas organizadas para 191


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recolectar semillas nativas y oponerse al monocultivo transgénico. Es que Chandra había sido una niña-adolescentecampesina durante su infancia en Siladi, un poblado al oeste de Nepal, trabajando al menos 6 horas diarias en el campo de su padre. Allí, las mujeres casi nunca se interesaban en algo que fuera otra cosa más que la tierra y el hogar. No se interesaban porque no se les daba la oportunidad de salir del mundo doméstico, ya sea por vergüenza o por miedo al hombre. La madre de Chandra había sido una de las pocas y primeras mujeres antes de la Segunda Guerra Mundial en convertirse en tejedora profesional, fabricando telas para vender a las familias de trabajadores migrantes y en las tiendas para turistas que se ubicaban en la capital de la región. El espíritu feminista de Chandra definitivamente había sido heredado de su madre en Nepal.

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De pequeña, ella siempre iba con sus seis hermanas de casi la misma edad a observar pasar personas por la única calle que existía en el campo desolado en el que se encontraban. Ver otros rostros que no fueran los de su padre y madre o los de algunos animales, era la mayor atracción turística de ella y sus hermanas. Así pasó Chandra sus primeros 15 años de vida, hasta que se muda con su madre cuando ésta se separa del padre. En el campo, Chandra aprendió a valorar la vida en todas sus formas de expresión. Durante tantos años el mundo de ella estuvo conformado de menos de 10 personas y algunos animales. En la escuela rural, bastante alejada del campo en el que vivía, sus compañeras eran prácticamente sus hermanas y la maestra una especie de madrina o tía. Su única amiga, aparte de sus hermanas, era una muñeca blanca que pertenecía a su madre. Pero por muy poco tiempo, ya que la misma era el 193


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juguete de todas. Como eran 7 hermanas, le correspondía a cada una de ellas tenerla un día a la semana. Chandra siempre había deseado tener una muñeca negra pero nunca se lo contó a nadie, excepto a una persona, su querida Uma. Por eso, Uma finalmente pidió a su compañera Kimani que le trajera una desde Estados Unidos, cuando viniera a vivir a la India. Era lógico entonces que, para su corazón, los árboles se volvieran humanos cada vez que se sentaba debajo de alguno de ellos y sentía cómo sus ramas le abrazaban; era razonable que cada fruto de las cosechas de su campo en el que trabajaba fueran sus amigas. Chandra aprendió que el juicio estético no era un criterio válido para determinar quién debía vivir y quien no, en este mundo a veces tan hostil y violento. Era la única de sus hermanas que podía defender a muerte el que no matasen a una simple cucaracha o araña.

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Sin duda, se convirtió en la famosa “oveja negra” de la familia. ¿Su pareja? Una hermosa cabra, con la que compartía tiempos de labor y ocio. La había llamado Kali, en honor a la diosa hindú que conoció por sus precarios estudios primarios. Mas su maestra era muy versada en lenguas, y dado el interés de Chandra en aprender idiomas, ella le enseñaba cada vez que el tiempo se lo permitía. Pero, un día Chandra conocería el desamor, cuando su cabra Kali es llevada para ser asesinada en el mayor festival de matanza del mundo: el festival de la diosa Gadhima. Cada cinco años, decenas de miles de personas se dirigen a Bariyapur en el distrito de Bara para agradecer a la diosa hindú Gadhima por haber solucionado sus problemas, matando más de 6.000 búfalos y 100.000 cabras, tal vez la mayor matanza de animales del planeta. Las personas le ruegan a la diosa por un hijo o el éxito en su 195


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empresa y si su deseo se cumple sacrifican animales. El sacrificio ritual llamado “celebración” dura un mes y se realiza el 17 de noviembre, cuando el infierno de los animales tiene lugar al ser trasladados desde India hacia Nepal. Son matados de modo aleatorio a machetazos, sin piedad. Como el más de medio millón de personas que visita el lugar no sabe utilizar esos machetes, cabras y búfalos quedan desangrándose vivos por al menos 40 minutos. Chandra guardó en lo profundo de su alma la sensación más cobarde que había conocido por parte de los humanos: matar a quien no está en la misma posición de poder. Por esta razón y en honor a su cabra de la infancia, le colocó a su vaca el de nombre Kali, teniendo un sentido muy espiritual para ella. Kali era también el símbolo de la lucha animal. La revolución, para Chandra, no debía solo liberar a la humanidad a merced de otras especies, 196


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tanto animales como vegetales. Creía que volverse vegetarianas era condición previa para el éxito de cualquier revolución que se diga sincera, plural y opuesta a todo tipo de opresión. El imperialismo era uno, pero los sub-imperialismos muchos. Por eso también, el interés de Chandra en colaborar en la recolección de semillas nativas que se organizaba anualmente en la India, para evitar que acabara la biodiversidad en la tierra, dada la imposición del monocultivo y los organismos genéticamente modificados. De hecho, la empresa global de datos Father G era accionista de la mayor empresa de transgénicos del mundo, la cual a su vez estaba asociada a la farmacéutica más gigante de todos los tiempos. Controlar lo que les humanes comen y controlar su información eran claves en el dominio internacional de las poblaciones. Enfermarles para darles una medicina, era su otro secreto.

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Capítulo 17

Akiyama y Mohamed

Kumar continuó presentando su familia a Akiyama. Y en esa presentación se reencuentra con Mohamed. No entendía qué hacía allí. Había podido llegar hasta Kumar gracias a contactarse nuevamente con Chandra, pero no esperaba en 199


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absoluto la presencia de Mohamed. En solo algunos minutos fue actualizado de todo lo que aconteció en su no presencia. Parecía algo imposible de creer, pero tan sencillo de contar. Cómo los destinos se unían, tal vez porque a ellos siempre iban. Sarasvati estaba en Brasil, así que no pudo conocerla o más bien reconocerla. Quizá así fue mejor. Esa situación sería de lo más tensa, por el pasado del hermano de Kumar. Sarasvati había sido trasladada por Akiyama hasta el prostíbulo de su padre en Kaoloon. Ella seguro lo perdonaría, pero nunca olvidaría. Allí, Chandra escucha un ruido en la mochila del muchacho chino. -Disculpen - dijo Akiyama-. Les presento a Tao, mi mascota. Un pequeño perrito que lo acompañaba desde hacía dos años. Un nuevo animal se sumaba así a la gran familia. Kali ya no

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estaría sola. Tal vez, ahora sonriera al menos un poco y fuera más hospitalaria dejando entrar a les visitantes, en vez de sentarse en la puerta de ingreso. En verdad, la vaca Kali cuidaba el hogar como nadie, pues nadie se animaba en la India a correr a una vaca sagrada. Y si a esto le sumábamos un chino que no comía a su perro, era de valer. Tal vez, se haría amigo de la vaca Kali. Y así fue. Andaban siempre juntes. Ahora, eran dos animales quienes se recostaban en la puerta de entrada a la casa de Chandra. -Esta será tu habitación Akiyama, ya puedes sentirte como en tu hogar. Eso sí, a las 5 de la mañana nos levantamos para meditar. Son solo 15 minutos. Tu hermano Kumar puede enseñarte si lo deseas. Y si no quieres está bien, pero es probable que hagamos un poco de ruido al levantarnos. De igual manera, ve a dormir

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temprano, que mañana arranca un día nuevo y bastante largo. Akiyama fue a la habitación, acompañado por su hermano Kumar. Otro gran abrazo se dieron y juntos repitieron la frase que Akimaya había escrito y dejado en el libro de Kumar: “No importa dónde estés hermano, te buscaré y haremos nuestra revolución. En la estación de tren a las 7 am.” Kumar saludó a su hermano y se retiró a descansar en otro cuarto. Antes de cerrar la puerta, se aproxima Mohamed y le pregunta si quiere un té chai. Akimaya acepta y lo beben dentro de la habitación. Ambos esperaron un minuto para que el té se enfriara y pudieran alzar la taza con sus manos sin quemarse. Esa era la temperatura justa, por eso las tazas no tenían manijas. Sentados en la cama tomaron su té y conversaron recordando todo lo que habían vivido. Existía un

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tema pendiente aún. Aquel beso, aquella mano, aquella situación que fue el inicio para que Akiyama pudiera llegar esa noche allí. Acabaron el té, se tomaron de las manos y repitieron ese beso que con miedo se dieron en el avión. Pero esta vez, el beso fue más libre que el anterior. La libertad de los afectos se sentía en dos labios mojados. Mohamed tomó de la cintura a Akimaya con su mano derecha y lentamente comenzó a levantarle la camiseta hasta sacársela por completo. Misma acción realizó Akimaya. Con la suavidad de las telas hindúes olor a sándalo y mirra, se recostaron como cuando una pluma toca el suelo o la hoja de un árbol cae en la tierra. Sus cuerpos quedaron desnudos en la totalidad del reencuentro nocturno, tal vez sus almas también. Mohamed acariciaba con la yema de sus dedos el abdomen de Akiyama, mientras éste disfrutaba estar allí viviendo uno de los momentos más deseados de su vida. Cada caricia 203


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plantaba raíces en el corazón de ambos. Akiyama posó su rostro sobre el hombro de Mohamed y le dijo al oído: “No importa donde estés compañero, también te buscaré y haremos nuestra revolución”. Y sus cuerpos se durmieron en la noche fresca bajo la luna llena que les iluminaba por la ventana de la habitación.

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Capítulo 18

La madre saharaui

Al día siguiente, Nastia y Mohamed reciben la noticia de la muerte de su gran madre, la ya anciana señora saharaui, para quien elles habían sido prácticamente su hija e hijo adoptives. Mohamed hizo todos los trámites posibles para 205


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poder regresar a su tierra sin ser deportado o exiliado nuevamente. Y juntes viajaron hasta la República Árabe Saharaui Democrática, o RASD. La muerte de una anciana como ella era una gran pérdida para el pueblo saharaui. Pero entre elles, los muertos seguían vivos, reuniéndose para beber, comer y cantar. Los rituales africanos de la muerte desafiaban la dimensión trágica de la muerte occidental. En Burkina Faso, por ejemplo, un pariente de la fallecida, de preferencia mujer, se viste con sus ropas e imita su comportamiento. En Senegal, el muerto preside su propio funeral, viste con su ropa más linda, sentado y atado en su sillón, saludando a la gente con una mano en alto. La madre saharaui se había ido y Mohamed le rindió un último tributo. Tomó su mano izquierda y colocó en ella la bandera de la República, con sus colores negro, blanco, verde y rojo y una luna naciente con su estrella al lado. 206


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Una revolución nunca debe empezar del lado derecho, pensó. “La lucha continúa”, le dijo Mohamed a la anciana. “Que te veamos pronto de nuevo, un poco más libre ambos”. Y regresaron con Nastia a la India. La madre saharaui había partido, con su inagotable sabiduría de liberación, Lewa había sido asesinada por sí misma, pero con las manos de su violador. Sarasvati había dejado este mundo físico para volver a las estrellas. Pero, el destino de Nastia aún sería en este mundo terrenal. Nastia partió a Argentina con Kumar. Este país había sido el primero en el mundo en aprobar una ley de intersexualidad. Por fin, Nastia ya no sería mujer ni tampoco hombre. Por fin, Nastia sería simplemente Nastia. Mohamed dudaba de su homo-bi-sexualidad desconocida, pero incluso nunca supo que su segundo amor después de

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Lewa había sido una persona intersexual. Mohamed tenía sin dudas un poder de atraer cuerpos diversos y afectos subversivos. En Argentina, Nastia y Kumar estuvieron dos años, lapso en el que ella sufre un embarazo ectópico, cuando su óvulo fecundado se adhiere a una de las trompas de Falopio. Tuvieron que practicarle un aborto de urgencia. Varios de los hospitales especializados en estas cuestiones se encontraban en Argentina, país que había sido vanguardia en la lucha por la despenalización y legalización del aborto, después de duros ataques conservadores por parte de la iglesia, en su mayoría evangélica, y las provincias más conservadoras. Luego de ser aprobada la ley, misiones verdes de mujeres viajaron por toda América Latina e incluso otros continentes para luchar por el logro de este derecho no reproductivo y colaborar en la formación sobre educación sexual integral. Para 208


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2025, no existía país en América del sur que no tuviera su propia ley de interrupción voluntaria del embarazo (IVE). Y como siempre se repitió, los abortos disminuyeron y las mujeres dejaron de morir en la clandestinidad. Finalmente, Nastia quedó de nuevo embarazada, y así nació su hijo Satyam. La fertilidad intersexual14 ya no sería más un tabú de la imaginación médico-occidental. Con un pañuelo verde en un puño y uno amarillo en el otro, Nastia y Kumar se sumaron al movimiento intersex de la Argentina. Este mundo, ya no era para personas tibias y dudosas; había que actuar y pronto. El feminismo intersexual llegaba a su apogeo.

Para informarse sobre este tema: https://brujulaintersexual.org/2015/02/24/fertilidad-intersexual/ 14

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Capítulo 19

La Rebelión de Parvati y Sami

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Todas las tribus de América se habían unido y una guerra biológica comenzó para que la Gran Tribu en Brasil desapareciera por completo, una vez que fue descubierta. Alimentos contaminados, nubes tóxicas, microorganismos en armas militares. Una parte de las tribus fue asesinada y el resto se escondió hasta que las tropas tribales llegaran. 80 años habían bastado para construir lugares seguros donde pudieran ocultarse sin ser encontradas por el Estado. Largas diásporas de pueblos originarios habían comenzado antes que Sarasvati llegara al Brasil. Pero, ella nunca pudo avisar a Chandra de la situación que allí acontecía. De suerte había podido llegar al lugar del cual nunca más salió. Se había iluminado antes de tiempo, o tal vez cuando era su tiempo. Un año tardaron para llegar desde los extremos más impensados del continente. En su mayoría mujeres, la mitad de cada tribu había quedado en 212


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su tierra ancestral y la otra viajó hasta donde estaban Parvati y Sami. La gran rebelión estaba por comenzar. Todas las tribus y etnias de América caminaban al unísono con sus vestimentas típicas, con sus instrumentos de defensa, incluso con varios animales. En frente, una hilera de brujas nativas con sus pechos descubiertos guiaba al resto de las tribus hacia su destino de lucha. 17 días tardaron para llegar a los límites entre Chile y Argentina donde se encontraba una de las bases militares más importantes de la zona, custodiada por fuerzas yanquis y ubicada bajo tierra. Estas fuerzas intentaron impedir la llegada de las tribus, con aviones y ataques constantes. Pero, todos los pueblos originarios aledaños se sumaron a la lucha tribal. Solo repetían al unísono como un enorme coro “Baba Nam Kevalam”, “Todo es sagrado”, mantra que Parvati les enseñó antes de iniciar la diáspora revolucionaria. Y adelante se 213


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escuchaba el grito de las brujas a cada paso que daban, con el mantra resonando por detrás. Finalmente, llegaron cara a cara, cultura a cultura. Armas y tanques verdes enfrentados a cuerpos que no habían podido ser colonizados, que habían resistido más de 500 años manteniéndose en vida sin recursos más que sus manos y la naturaleza. Un pequeño río separaba a ambos bandos, cerca del fin del mundo. ¿Quién tiraría la primera piedra? En la espera, Parvati y Sami mantienen una conversación profunda sobre la revolución15. Parvati le enseña todo lo había aprendido en estos 15 mil años reencarnándose. Esta sería su última guerra en la Tierra, ya había estado en varias. Era tiempo de partir a su origen o a otro planeta. -Somos las mismas en distintos cuerpos, repitiendo la misma historia- le dijo Parvati a 15

Este capítulo simula el texto sagrado del Bhagavad Giita.

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Sami-. Hemos sido siempre las mismas, pero en distintos bandos. Hoy te toca el lado bueno, mi querida Sami. Pero, tú también has estado del otro lado del río enfrentándome y más de una vez. - ¿por qué nos dormimos entonces y nos olvidamos? -La revolución es un sueño, mi dulce Sami, pero estamos cada vez más despiertas. - ¿quién despertará primero? -Esta revolución no tendrá líderes y si los tiene no serán hombres. Esta tierra necesita personas espirituales y no religiosas. - pero siempre hay oposición. -No tiene sentido gritar la palabra paz si no hay lucha que la respalde. Eso se llama hipocresía. Pero, no te preocupes pequeña joven, las contrarevoluciones son parte también de la revolución. - ¿y cuándo terminará esto? 215


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-La revolución, mi querida Sami, no tiene comienzo ni final. Da lo mismo que empiece aquí o comience allá. Pero, hay algo que origina la opresión: ningún individuo debería acumular riqueza física sin el permiso expreso de nuestra sociedad16. Ningún género debería sentirse superior a otro. Ninguna raza debería imponerse, pues en verdad la raza no existe, es un invento para dominar a los pueblos según su color de piel. ¿Existirían esas razas en un mundo de personas ciegas? Tampoco deberían importarte tanto las diferencias sexuales, al final de esta época la procreación no será un atributo característico de les humanes…Sami, esta Era depende mucho de dos cosas: sexo y comida. Quien pueda controlar ambas y disfrutarlas de un modo equilibrado, podrá controlar lo que desee en este universo. En mi Era, les humanes están siendo dominados por la cultura del placer, por el veneno en las comidas, 16

Aforismo de Shrii Shrii Ánandamurti, en su Ánanda Sutram 5-12.

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en las frutas y verduras y por la exaltación de la belleza y el cuerpo, incluso en las luchas por la liberación sexual. El sexo debe ser liberado, sin dudas Sami, pero sin exaltar la primacía del cuerpo por sobre el espíritu. El cuerpo debe ser liberado también, pero sin exaltar el placer por sobre la felicidad divina. En verdad, mi querida Sami, el éxito para cualquier revolución implica en principio controlar nuestra comida y nuestro cuerpo. Sus extremos han acabado en violaciones y explotaciones sexuales, y en gula para algunas y hambre para otras. Lewa ha muerto a causa de ello. Debes honrar su memoria. Esta Era es una época de revoluciones simples, pero conflictos complejos. Una verdadera revolucionaria como tú no come mucho ni come poco. Es difícil para esta época, admito, entender mis palabras, pero sé que tú haz de comprenderlas. Tampoco te pido que las aceptes si no estás preparada. Ya eres una joven adulta y puedes decidir por ti misma. Respetaré tu autonomía. Pero recuerda: es mejor 217


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hacer las cosas bien desde pequeña que arrepentirse luego de anciana. Este mundo debe dejar de estar dominado por la hipocresía mi querida Sami. Debes pensar, decir y actuar en consonancia. Enemigos de esta tierra son quienes piensan una cosa, dicen otra y actúan completamente diferente a lo que dijeron. - una ira me invade ahora por liberarnos. -Ve Sami, pero no con rostro de odio. Ve con una sonrisa, puesto que la victoria es inevitable. La victoria es tuya mi querida hija. Deja la evolución a la biología y la revolución al pueblo. La revolución es mitad esfuerzo y mitad destino. La revolución es la vida misma, mi querida Sami. - liberaré a mi pueblo entonces, gran madre Parvati. -Todos los pueblos son tu pueblo, mi pequeña, recuérdalo. - liberaré a todas estas tribus entonces. 218


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-Toda revolución comienza con la conciencia de sí misma. Solo así es posible liberar la mente aun en una batalla tan campal como ésta. Haré que nadie sufra, les quitaré el dolor de la muerte atroz y espantosa de esta guerra, pero no me pidas que renuncie a ella. La humanidad debe dejar de sufrir la opresión de este mundo. Ya estoy cansada de verla repetir la historia una y otra vez, como si olvidara siempre su pasado. - le pediré al cielo que me ayude también, mi amada Parvati. -Miramos al cielo porque de allí venimos. Peleamos porque allá volveremos. - ¿es necesario luchar aquí? -La revolución puede ser por las ideas o por la fuerza, mi gran hija. Cuando la primera falla, la segunda es inminente. Tal vez, ambas estén aconteciendo también en este preciso momento. “Pero, así como el pasado y el futuro no sienten 219


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temor y nunca se enfrentan al infortunio, así, oh espíritu mío, no sientas tú temor.”17 - ¿por qué no funciona la justicia para evitar esta guerra mi gran Parvati? -Porque la justicia no está basada en que una persona o grupo es oprimida y la otra es opresora. Y cuando has sido oprimida, Sami, tienes dos opciones: convertirte en opresora y reproducir el sistema vengativo de justicia o luchar por acabar el sistema de opresión que genera ambos lados del conflicto. Es tu derecho de nacimiento el revolucionarte a ti misma. Sacude tu mente a tal punto que ya no te conozcas y por fin logres conocerte. La justicia será justicia cuando la opresión se llame por su nombre. - ¿las personas no son conscientes de ello? -Si tú misma descubres tu origen, la revolución es inevitable y la guerra inútil. Toda revolución 17

Verso mágico del Atharva Veda, antigua escritura de la India.

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comienza por dentro Sami, a veces en la calle, a veces en la casa, a veces en el cuerpo, pero siempre, siempre primero en la mente, tanto individual como colectiva. Mas, si al mismo tiempo no luchas por fuera, lo que haces se llama hipocresía. Poco sirve que medites si no haces un esfuerzo porque la pobreza u opresión que te rodea acabe o disminuya. - pero la gente que está frente a nosotras ha leído mucho. Debería conocer esto que me dices. -Mientras más leen, más olvidan. No es necesario leer mucho, sino que lo leído sea llevado a la práctica. Este mundo es inmenso y su literatura lo será también. Pero no deja de ser conocimiento mundano, mi querida Sami. El conocimiento espiritual es tan infinito que no podría caber en universos enteros repletos de libros, y a su vez es tan sencillo que bastaría solo una hoja para escribirlo. Sin embargo, todo pueblo tiene su

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propia literatura, el germen de su propia revolución. - ¿y las culturas que no tienen libros? -Toda cultura tiene algún libro, aunque no esté escrito. Cada libro puede ser el inicio de una revolución. Todo depende de su practicidad y de lo que inspire en quienes lo lean. Son necesarios libros que inciten a la acción, mi querida Sami. Si escribes y sé que lo harás, no escribas sobre mí por escribir, a menos que sea para que otras se inspiren a actuar. No rindas culto a mi personalidad, rinde culto a tu ideología. Deseo libros que su sola lectura no te deje más opción que hacer algo, que te haga levantar del asiento en el cual lo lees y digas: “ahora me toca hacerlo a mí”. Libros de los cuales no haya vuelta atrás, de los que no puedas borrar tu memoria y decir: no lo sabía, disculpe, no lo leí. Toda revolución comienza con una idea Sami, a veces esa idea se

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escribe, otras veces se practica y en muy contados casos llega a hacerse ambas cosas. - ¿hay revoluciones que no se hacen en las calles? -Hay revoluciones que no se hacen en la calle porque no hay calle, mi empoderada Sami. Hay revoluciones en los márgenes del río, en los límites de la tierra y el mar, en los bordes de las llanuras. Hay revoluciones que no son en las calles porque nadie las camina, porque el miedo es más fuerte que la noche y el día espera solo miseria. Hay revoluciones sin calles porque estas están ocupadas por gente durmiendo y con hambre. Hay revoluciones sin calles, como calles sin número porque nadie quiere vivir en casas abandonadas a punto de derrumbarse. Pero, a veces es mejor que no las haya, entonces los pueblos se ven obligados a revolucionar las fábricas, los mercados y los hogares, donde la gente camina, pero no transita.

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- ¿entonces no se necesitan grandes recursos para hacer una revolución? -El poder mental es mucho más fuerte que el poder físico, mi joven hija. Por eso, los humanos de hoy apuestan tanto a armas sofisticadas intelectualmente. Tampoco se necesita mucho para hacer una revolución. Puedes mirar la historia Sami. Las grandes luchas han comenzado con pocas personas, con pocos recursos, pero sí con mucha determinación. Hoy, les oprimides no saben bien quién es su verdadero opresor, por eso tardan tanto en luchar. El primer desafío de toda revolución es conocer al enemigo. Mi Shiva me dijo hace más de 7 mil años: el requisito para el éxito radica en decirse “voy a lograr mi misión”. Este mundo no es para dudar, mi querida Sami. Las personas pierden su valioso tiempo pensando qué hacer, sin hacer. Es preferible llevar a cabo algo a no hacerlo. El karma de la inacción es peor que el de una acción errada, pero con buena 224


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intención. La indecisión es el mayor mal de este mundo espiritual. En verdad Sami, no existen los demonios, pero eso se le asemeja. Todo lo que frene el progreso espiritual debe ser considerado como nuestro más alto enemigo, pues no tiene forma humana y eso a veces es peor. Imagina como si la tierra girara más lento porque muchas personas se quedan quietas en sus hogares. Este mundo es para moverse, Sami. “Cuando los fines son nobles y justos, el éxito está garantizado”18. ¿Aun tienes duda que ganaremos esta guerra? ¿Cómo puedes dudarlo? Es esa duda la que te ha hecho perder tantas batallas, mi querida Sami. Ve con la cabeza erguida y el corazón sin odio, de seguro verás el cambio de época en los ojos de cada ser que se te acerque. - ¿qué pasó con tu señor Shiva? -Hace 7 mil años le pregunté a Shiva a dónde se iría y me respondió: yo nunca me voy aun 18

Frase de Shrii Shrii Ánandamurtiji

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queriendo. Puedo recorrer todos los universos en menos de un segundo. Por eso, aunque me vaya siempre estoy de regreso. Entonces, dicen que estoy en todas partes, que soy omnisciente, en verdad o no me muevo o me muevo tan rápido que parece que estuviera siempre inmóvil. Estoy en todas partes porque no tengo espacio, en el día y la noche, porque no tengo tiempo. Quien me conoce viaja conmigo, quien me evita se olvida de dónde vino y hacia dónde va. El tiempo existe para quien espera. Yo inventé el tiempo solo porque aún espero que mi creación regrese a mí. El espacio existe para quien busca un lugar. Entre ambos estoy yo, entre la nada y el todo. Quien me ve partir, me ve llegar. Toma este tridente para que recuerdes que el pasado, el presente y el futuro circulan al mismo tiempo en diferentes direcciones. - qué bello lo que me relatas. Cuéntame más de Shiva. 226


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-Y continuó: Yo habito en el silencio y en la música. Antes que el sonido nazca yo ya lo he escuchado. Antes que el mundo calle, yo ya me he vuelto palabra. Así es mi naturaleza, caliente por dentro, fría por fuera, pero sin temperatura. Soy la chimenea de un pueblo congelado. Pero, en cada ola de mar, en cada luz de estrella, en cada nube y brisa podrás oírme susurrar tu nombre llamándote. Aun sin escucharme, subiré mi voz en las tormentas, en los vientos y en las mareas. Aun sin oírme, no tendré más opción que entrar en ti y sentarme en tu alma, tomar tu mano y acariciar el corazón que te obsequié más de una vez. Tal vez, así sientas que nos pertenecemos. Yo soy quien no duerme para verte dormir. Yo soy quien no despierta para verte levantar. Yo soy quien sonríe cuando disfrutas y quien llora cuando sufres. Yo soy materia y conciencia. Soy número sin cifras, alfabeto sin letras. No tengo nombre, pero sí miles de apodos. Con todo, no 227


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tengo complejo de identidad. Existo antes de la existencia y aun después de ella. Quien me conoce ya no tiene preguntas. Quien me olvida cree tener todas las respuestas. Yo soy rostro de muchos ojos, fruto de muchos árboles, raíz de muchos bosques, flor de muchas abejas. Lo más parecido a mí eres Tú. Quien me aleja en los cielos me inventa en la tierra. Yo no resido arriba, pues no existe el espacio para mí. Soy polvo de estrellas y las estrellas son mis hijas. He nacido de la madre que yo misma parí. Toma mi mano y sentirás que no soy este cuerpo con que me idealizas. - maravilloso mi diosa Parvati. ¿Y tú dónde irás luego de esta guerra? -Ya es hora de partir de esta Tierra, tal vez regrese con Shiva, tal vez viaje a otro planeta o por qué no a otro universo. Debemos hacer la revolución en todas partes. Tenemos todo el tiempo del mundo, pero aun así nos queda tan poco tiempo. Es seguro que la humanidad no se iluminará al 228


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unísono, pero debemos luchar por su progreso en todas las esferas de la existencia. La revolución es la forma que Shiva tiene de llamarnos a su hogar. Seamos rebeldes conscientes y se nos será abierta la puerta de su casa, pues en verdad nunca estuvo cerrada. - ¿y qué será de mí? -Aun tienes un largo tiempo en esta Tierra mi querida Sami. Lo más sabio que puedes hacer es nunca pensar que morirás, porque en verdad nunca lo haces. No incorpores el dolor humano de sufrir cada pérdida, es muy horrible. En realidad, la mayor parte del sufrimiento proviene del apego. Pero ten cuidado Sami, el desapego es peor que aquél. En el apego intentas demostrar amor, pero no del modo correcto, en el desapego te vuelves indiferente e idolatras tu ego, creyendo que este mundo está a tu servicio y que todo puedes hacerlo sola. Debes ser sorora contigo misma, pero siendo consciente también de que no 229


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has podido siquiera nacer por ti misma, has necesitado del cuerpo de tu madre, ¿cómo puedes pensar que en este mundo puedes hacer entonces todo sin ayuda de nadie? En verdad, quien así piensa vive en la propia ignorancia de la soledad. Recuerda, la soledad no existe. Y aún si existiera, no deberías sentirte triste, yo crearé flores para que huelas y mariposas para que mires volar. Estamos en una Era donde las personas quieren practicar el desapego, pero lo deben ejercitar porque justamente se han apegado. El desapego no es propiamente una práctica espiritual Sami, es más bien la consecuencia de habernos apegado. Quien no se apega, no le es necesario practicar el desapego. - ¿y cómo debo hacer para no apegarme? -Ama sin posesión, incluso aunque este universo te pertenezca. Mira cada cosa que existe a tu alrededor como si de Shiva se tratara, como si de

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Krsna se tratara, como si de Baba se tratara, como si de Días se tratara. Yo le llamo Shiva porque me he acostumbrado ya un poco. Pero puedes llamarle como gustes. Algunos incluso he oído que le llaman “ciencia”. Mientras veas la divinidad en todo lo que existe, no sufrirás por los cambios de formas, por la muerte, por la vejez o la enfermedad. - gracias mi diosa Parvati. Pero, tengo miedo de no poder moverme y quedar paralizada cuando tenga que atacar. -Aun ciegas y sin poder movernos, si lo deseamos, la revolución tendrá éxito. - ¿ya es hora no? - preguntó la pequeña Sami -Sí mi querida Sami. Repite conmigo el verso más sagrado de este tiempo: Baba Nam Kevalam. Todo es amor infinito. -Baba Nam Kevalam.

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-Voy a contarte un secreto, mi amada Sami. - dime, mi gran Párvati. -Hay personas que salvaré de las calamidades naturales que se acercan. - ¿quiénes? – preguntó Sami. - Acércate…-Y le susurró al oído el secreto-. Tú solo medita en mí e intenta ser una persona ética en medio de este mundo inmoral. Pero, no te hablo de ninguna moral religiosa, te hablo de ser sincera en tus prácticas, contigo misma y con las demás. Solo así caminarás sobre flores, aunque tu camino esté repleto de espinas. Solo así serás liberada de las tormentas de la naturaleza. Ella también tiene su derecho a enojarse y yo la obligación de respetarla. - gracias, mi diosa Párvati – exclamó Sami-. Que comience la revolución.

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Parvati sonrió, como sabiendo algo que Sami no conocía. Y le dijo, en un tono afectuoso: -La revolución de Lichavi ya empezó hace décadas mi querida Sami. Tal vez aquí sea el final o solo el comienzo. Pero recuerda siempre esto, recuerda que ya estamos en la revolución. Más bien, yo diría, que continué…

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Capítulo 20

El pañuelo gris

Parvati le dijo a Sami que la revolución ya había empezado. Tal vez, se refería a los hechos previos que marcaron las distintas rebeliones que se venían sucediendo una tras otra. La revolución ya había comenzado cuando Akiyama ayudó a Sarasvati a escaparse del prostíbulo de su padre en Kaoloon en 1978. 235


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Akiyama terminó siendo un gran héroe de la revolución junto a su amado Mohamed. Colaboró en las luchas por la liberación del Sahara Occidental y Palestina. Ambos pueblos lograron su reconocimiento oficial en todo el mundo. La revolución ya había comenzado cuando en 1984 el desastre de Bhopal acabó con la muerte de miles de ciudadanas y ciudadanos indios. El movimiento iniciado por las víctimas del desastre para su justicia e indemnización marcaría un hito histórico en la historia industrial del mundo. Kumar, una vez regresado de Argentina junto a Nastia, acabaría siendo alcalde de Bhopal y posteriormente gobernador del Estado de Madhya Prades. Sería reconocido, ya con su ceguera completa, como el alcalde que sabía leer ruso. Muchas veces, pequeños detalles acaban siendo grandes anécdotas de la revolución. Pero, Kumar no alcanzaría a terminar su mandato, una enfermedad se sumaría a su cuerpo 236


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para dejarle recostado hasta su último día. Una mañana, Kumar comenzó a tener problemas para articular palabras y moverse. Después de algunos meses, fue diagnosticado con ELA, Esclerosis Lateral Amiotrófica, una enfermedad sin aparente causa que afecta la parte muscular, no así la cognitiva. Kumar dejó de poder moverse, a tal punto que dependía de numerosos aparatos y médicas para poder sobrevivir. Ni respirar por sí mismo podía, solamente mover labios y párpados. Le ofrecieron computadoras que se conectaban visualmente con su mirada. Pero Kumar a su vez era ciego, por tanto, tampoco podía. Solo le quedaba el poder de escuchar. Una noche, antes de dejar de hablar, Kumar le pidió a Nastia que leyera en ruso el libro que le había regalado de niño. Así, cada día, antes de irse a dormir, Nastia le leía un capítulo de “El amor de las abejas obreras”, de Alexandra Kollontai. El final del libro fue el final también de Kumar. La 237


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última hoja fue llorada con el silencio de un niño que ahora tal vez conocería el azul del cielo, como su primer nombre Tian le recordaba. Aun ciegos y sin poder movernos, si lo deseamos, la revolución tendrá éxito. Después de su muerte, Chandra llamó a su muñeca negra con el nombre de Kumari, la versión femenina de Kumar. La revolución también ya había comenzado cuando Uma enseñaba yoga y meditación a las 3 pequeñas vecinas en Oymyakon. Las tres participaron de jóvenes en la construcción del Movimiento de la Nueva Rusia Plural y Diversa, liderado por aquella pequeña que siempre le preguntaba algo a Uma por cada frase que ella decía. La revolución ya había comenzado cuando la madre saharaui tuvo un enorme papel en los destinos de su hija Aisha, una de las personalidades intelectuales más destacadas del siglo XXI, así como Mohamed y Nastia. Tras su 238


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muerte, se convirtió en una leyenda popular. Fue llamada la “madre fundadora” de la República Árabe Saharaui Democrática. La bandera en su mano izquierda se volvería un mito en la nueva nación con territorio y tierra. La revolución había comenzado cuando Aisha participó del Movimiento de Mezquitas de Mujeres, en donde entró en contacto con el feminismo islámico y su lucha. El Movimiento logró no solo que sus escrituras fueran leídas e interpretadas por mujeres, sino que consiguieron generar una imitación en muchos movimientos religiosos que ahora empezaban a leer las escrituras sagradas en clave feminista, y desechar aquellas interpretaciones machistas de los textos antiguos. El Corán de las mujeres se convertiría en un ícono y símbolo mundial de lucha espiritual. El Vaticano tuvo entonces dos opciones: incorporar a mujeres o caerse junto al patriarcado. La primera opción no fue la elegida. 239


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La revolución ya había comenzado cuando la anciana vecina de Lewa en El Congo, después que Lewa falleciera por el aborto clandestino, se acercó a la mina de Coltán, tomó un puñado de piedras, y mirando con ojos fijos a los grupos rebeldes que controlaban la mina comenzó a cantar: “Ni blanco ni gris, el coltán se queda aquí. Ni blanco ni negro, el poder está en el pueblo”. Cada minera y minero, niños, mujeres y hombres escucharon a la anciana, con un espíritu de liberación cada vez más incontrolable. Les dijo luego, con voz serena: “podrán sacarnos todo, pero no podrán robarnos la música”19. Y comenzó a acercarse más a ellos. -Deténgase o disparo - le dijo un paramilitar a la anciana. La anciana sacó del bolsillo un pañuelo gris, se lo ató a su cabeza y continuó marchando, hasta que Poesía “Súplica”, de Noémia de Sousa, poetisa y periodista mozambiqueña. 19

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una bala atravesó su encendido pecho. La sangre comenzó a derramar y asomarse por su ropa cubierta de polvo. Sus últimas palabras fueron: “Vida a nuestra África libre. Libérense hermanas y hermanos africanes. Zaia. Zaia”. Luego, una paloma negra se acercó a su rostro, desató el pañuelo de la anciana, ya casi suelto, lo puso en su boca y partió vuelo, quién sabe a qué región del África. Si la paloma de la paz era blanca y solo traía guerra, la paloma de la liberación debía ser negra, porque negro era el pueblo oprimido. En ese instante, un niño coloca en su cabello una pequeña piedra de coltán, como Lewa lo hacía cada día para poder escaparse. Otro joven lo ve y le imita. Varios jóvenes más comienzan a repetir la acción. Los hombres rebeldes les descubren y empiezan a azotarlos. Allí, todas y todos les mineres se ponen de pie y corriendo con furia se dirigen a atacar a los grupos rebeldes, al grito de 241


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“Zaia, Zaia…”. Así, consiguen escapar de la aldea y al llegar a la entrada principal donde estaban los guardias vigilando, asustados éstos les apuntan con sus armas. -Tenemos oro- les dice uno de los jóvenes-. Oro o muerte, ustedes elijan. Los guardias aceptaron las piedras de oro gris. Cada una de ellas fue sacada de sus cabellos negros ondulados. Y así fue liberada la mina, sin oro pero libres, sin nada pero con su música. Esta rebelión comenzaría a repetirse en las demás aldeas. El fin del ciclo de las minas de coltán había empezado. Cada lugar del África oprimida y subyugada se levantó con su pañuelo gris como aquella anciana, al grito de “Ni blanco ni gris, el coltán se queda aquí. Ni blanco ni negro, el poder está en el pueblo”. La revolución había comenzado también en Brasil, cuando decenas de tribus ancestrales se

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unieron para convivir juntas y organizar un ataque al mundo occidental que se robaba a sus nativas. La revolución había comenzado en América del Sur cuando el movimiento de mujeres hackers 2030 intervino los datos de la central de almacenamiento de la empresa global Father G, con los cuales obtuvo información para organizar el ataque principal a la central mayor en el Mar de Barents. La revolución había comenzado en Argentina cuando Kumar y Nastia viajaron a ese país latinoamericano para obtener la nueva identidad intersex de Nastia. Kumar y ella participaron de la gran marcha intersex el día que se votaría la primera ley de intersexualidad del mundo en el Senado de la nación argentina. Alemania ya había permitido la inclusión de un tercer género, pero reconocer la intersexualidad para evitar operaciones de asignación sexual sin el permiso 243


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expreso de quien sería intervenida, era algo más complicado. Nastia flameaba en su mano izquierda la bandera intersexual australiana, de color amarilla con un círculo morado. Un círculo que simbolizaba la totalidad e integridad genital de las personas intersex, respetando su autonomía corporal. Les bebés intersex han sido sometidos a genitalicidios por medio de cirugías normalizadoras o estéticas, médicamente innecesarias, para construir hombres con penes normales y mujeres con vaginas normales. Muchas de estas operaciones recurrentes han acabado con suicidios de estas personas, en una sociedad que solo acepta hombres o mujeres, pero no otros géneros ni mucho menos sin género. Los colores de la bandera a su vez simbolizaban el rompimiento del azul para nenes y el rosa para nenas. Nastia se identificaría con el género mujer, pero sin operaciones genitales. 244


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La revolución había comenzado también en Jamalpur en aquella librería fundada por Kumar en la que se encontraban las 7 mujeres para organizar el gran ataque hacker a la central de datos de Father G en el Mar de Barents. Nastia, Kimani, Uma, Sarasvati, Harimaya, Aisha y Chandra lo llamaban “el ataque a los datos mojados”, ya que, la central estaba en las profundidades del mar. La revolución había empezado en aquel sillón donde se sentaban Kimani a comer su helado de frutilla, Aisha su helado de limón y Nastia su helado de crema chai, preparado por Chandra, la madre de la revolución, la madre de todas. Sí, la líder de la revolución era una trabajadora doméstica, con su vaca Kali, guardiana del hogar y el perro Tao que Akiyama había traído. ¿Una revolución sin animales? Esa época ya había pasado. La mayoría de las revoluciones han sido acompañadas por animales, desde caballos hasta 245


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elefantes. Y muchas de ellas han acabado también con numerosas especies. Cuando el ser humano abandona África para llegar a la isla de Australia, acabó con toda su biodiversidad, desde canguros de 2 metros que pesaban 200 kilos hasta el diprodonte, el mayor marsupial de toda la historia con más de dos toneladas y media. Muchas especies desaparecieron en América del Norte y América del Sur, al tiempo que los humanos habitaron estos lugares. Decenas de mamíferos y especies de millones de años de evolución, como el felino dientes de sable. No ha sido consecuencia de catástrofes climáticas, sino de la presencia humana en estos pedazos de tierra20. La humanidad tiene una gran deuda para con el mundo animal. Una verdadera revolución debe inevitablemente estar acompañada de animales. Hoy entonces, acompañan al movimiento hacker Del libro “De animales a dioses. Breve historia de la humanidad”, escrito por el historiador israelí Yuval Noah Harari. 20

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20-30 en Jamalpur, un perro llamado Tao y la ya famosa vaca Kali de Chandra. La revolución había comenzado también cuando una noche Harimaya se sienta del lado de la lámpara izquierda donde estaba el libro de Kumar, regalado por Nastia, a quien se lo obsequió Mohamed, quien lo consiguió de algún modo aún incierto. En verdad, los dos libros juntos estaban en la mesa de luz, el de Kumar y el que Akimaya -su hermano chino- había comprado cuando se encontró en Rusia con Chandra. La revolución no tenía en sí misma ni comienzo ni final. Esta revolución era mundial y local al mismo tiempo. Esta revolución estaba otorgando a les humanes capacidades divinas para crear vida y capacidades malévolas para destruirla. Eran necesarios menos transgénicos y más transgéneros. Esta revolución les hacía optar cuál

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querían, porque revolución habría, aunque por largo tiempo la evitaran.

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Capítulo 21

La bandera intersex

Los eventos climatológicos de las décadas del ‘20 y ‘30 condenaron a ciudades enteras bajo el agua. Las metrópolis ya no eran el lugar de la nueva Era que se avecinaba. Se necesitaba vivir de otras formas y en otras partes. La naturaleza les enseñaba eso cada vez que gritaba sobre sus 249


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paraguas o reclamaba bajo sus zapatos. Las grandes ciudades estaban destinadas al colapso urbano o a la catástrofe socio-ambiental. No había opciones. La ciudad estaba matando al campo, el agua a la ciudad y los hombres a las mujeres. El secreto que Parvati le susurró a Sami se volvía cada vez más importante. Concentrarse en la meta y luchar por la justicia. Así había que comenzar cada día… Siete de la mañana en Chile. Las tribus comienzan a cruzar el río al grito de Baba Nam Kevalam. Siete de la mañana en India, las mujeres de la librería de Jamalpur logran ingresar al sistema de la central de datos en Mar de Barents. La revolución estaba comenzando o terminando, no lo sabremos. Pero, esta ha sido la historia de la Revolución de Lichavi. Siete mujeres fueron sus protagonistas, quienes me ocultaron un antiguo y moderno secreto.

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Lichavi es la sigla compuesta por las iniciales de las 7 personas, seis australianas y una rusa, quienes participaron de mi aplicación o juego. Siete personas intersexuales que se conocían solo virtualmente de una página web en la que debatían sobre intersexualidad. Sus nombres son Lily, Iraia, Charlotte, Hannah, Abigail, Viveka e Isabella. Y las 7 mujeres de Jamalpur son sus personajes principales creados por elles, quienes deambularon entre 12 rebeliones: Kaoloon, Bhopal, Mar de Barents, Brasil, Egipto, Sahara, Oymyakon, Argentina, Palestina, El Congo, Tombuctú y Jamalpur. Tras encontrarse y conocerse a través de mí, decidieron juntar sus vidas y crear una pequeña comunidad ecológica en la provincia de Córdoba, Argentina. Sus destinos permanecen aún inciertos para mí.

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La revolución fue secreta, como en la librería de Jamalpur, o en la gran tribu de Brasil. O por qué no, como en la comunidad intersex construida entre las montañas cordobesas. Les siete tienen derecho a tener derechos en un mundo que basado en el placer condena a otres al más silencioso sufrimiento. No existe libertad del alma si el cuerpo está esclavizado. Pero, fue Viveka quien inició la revolución de Lichavi, al dejar un libro en el sillón de una pequeña librería rusa, para que alguien lo tomara y leyera. Ese libro era “El amor de las abejas obreras”, de Alexandra Kollontai. Cuántas repercusiones pueden tener nuestras pequeñas acciones, ahora lo confirmo. Era la condición que les pedí al principio a mis participantes: un hecho en la vida real desde el cual desencadenar el resto de los actos. Cada mínimo detalle puede convertirse en semilla potente y latente de una posible rebelión. Cada 252


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palabra escrita o narrada puede movilizar los más intensos deseos de liberación. Tal vez, hay miles de Mohamed esperando encontrar un libro que le dé sentido a su lucha. Tal vez, hay miles de libros esperando que un Mohamed les dé sentido a sus palabras. O tal vez, la revolución no está en los libros, aunque de ellos pueda nacer. Siete familias, simulando la antigua República de Lichavi en la India; unidas no por su tierra, no por su nación, no por su religión, sino por una idea en común. Tal vez, una de las primeras democracias formales de la Tierra. Los sistemas políticos humanos son paradójicos. En la Grecia clásica, existía una especie de democracia directa y, sin embargo, mujeres, extranjeros y esclavos no podían participar de las decisiones públicas. En el mundo moderno, los asuntos políticos son decididos por unos pocos, y les esclaves deambulan a escondidas, en una modernidad que se avergüenza de su pasado aún 253


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presente. La democracia es así la base política del capitalismo. Solo una verdadera democracia económica puede ayudar a liberar a los pueblos. Tal vez, ese era el secreto de la revolución organizada por mis participantes. Tal vez, ese era el misterio de la nueva Era propuesta por elles: el vivir en comunidad, nada más difícil y sencillo que el vivir en comunidad, de un modo autosuficiente. Y a partir de allí, luchar por sus derechos. O tal vez, simplemente, lo que me propusieron como condición al iniciar esta revolución, fue saber si yo podría narrar sus historias sin usar nunca el pronombre masculino “ÉL”. ----------------------------------------------------------------Mientras, las tribus indígenas se están por enfrentar a los militares en los límites entre Argentina y Chile. Y las 7 mujeres hackers del movimiento MM 20-30 están por llevar a cabo el 254


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mayor golpe cibernético que haya conocido la historia humana. Pueden escoger:

Finalizar la revolución o

Que continué…

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Para musicalizar la lectura de esta novela Puedes escuchar y al tiempo que lees, experimentar la música que el autor utilizó para escribir esta novela*. 1. Diáspora (Tribalistas) 2. Miracle (Sarah Brightman) 3. Adagio (Sarah Brightman) 4. Fleur du mal (Sarah Brightman) 5. Veridis Quo (Daft Punk) 6. Within (Daft Punk) 7. Instant Crush (Daft Punk) 8. Es todo lo que tengo (Lisandro Aristimuño) 9. I feel it Coming (The Weeking) 10. Jungle (Tash Sultana) 11. Running with the Wolves (Aurora) 12. Lost on you (LP) 13. Paciência (Elza Soares) 14. A place in time (Bosshouse f. Amanda Abizaid) 15. Human (Rag'n'Bone Man) 16. Skin (Rag'n'Bone Man) 17. Son of Flynn (Tron Legacy) 18. Chains for the Sea (Halocraft) 19. Baba Nam Kevalam (Ambika en vivo) 20. Midnight City (M83) 21. Me llaman calle (Manu Chao) 22. I A Take Away Show (The Dø) 23. Copycat (Billie Eilish) 24. Eye of the Needle (Sia) 25. Kiss the Earth (Ajeet Kaur) 26. Todo homem precisa de uma mãe (Tom Veloso) 27. The trip (Still Corners)

*Los números no se corresponden con los capítulos

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Sobre la Editorial Espacio Renacentista Fundada formalmente el 11 de abril de 2018, cuando obtuvimos el sello legal de editorial independiente, como grupo nacimos en verdad meses antes, al reunirnos en una casa para comenzar este proyecto colectivo. De aquel día hasta la fecha, logramos publicar 15 títulos en menos de un año de trabajo y dedicación, lo cual nos hace sentir muy orgulloses de lo que se puede generar con esfuerzo y afecto colectivo. Nuestro objetivo central al unirnos fue básicamente, facilitar la publicación de su primer libro a autores locales (y también de otras partes). Ello, a través de confiar en su producción y permitirles un acceso económico viable, ya que, el mundo editorial -por lo general- o no acepta obras de autores en los cuales no ve un rédito económico u ofrece condiciones de impresión que requieren una inversión cuantiosa por parte de las y los autores, que no todes tienen. Nosotres queríamos renacer esa literatura que quedaba escondida en las habitaciones o computadoras de sus escritores esperando darse a luz. También, renacer toda aquella literatura que se ha ido perdiendo, o que su lectura ha caído en desuso, comida por la vorágine de lo moderno y comercial. Por ello, basándonos en el concepto de “Renacimiento” del pensador indio Prabhat Ranjan Sarkar (1921-1990) fundamos este proyecto colectivo. Somos un grupo de editores independientes, siempre aprendices de la lectura, la escritura y la edición.

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Capítulos 1. Ellas. 7 2. Proyecto Zaia. 11 3. La librería de Kumar. 17 4. Las MM 20-30. 33 5. Mar de Barents. 39 6. La rebelión fría. 47 7. La ciudad oscura. 63 8. El desastre de Bhopal. 75 9. Detrás del Muro Marroquí. 81 10. La maldición del Congo. 97 11. La Biblioteca de Tombuctú. 109 12. La mezquita de las mujeres. 115 13. Palestina y las tonalidades de la ira. 123 259


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14. La Gran Tribu. 143 15. La vaca Kali. 165 16. La estación de tren. 185 17. Akiyama y Mohamed. 199 18. La madre saharaui. 205 19. La rebelión de Parvati y Sami. 211 20. El pañuelo gris. 235 21. La bandera intersex. 249

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Todos los derechos reservados espaciorenacentista@gmail.com 261


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Esta obra se terminรณ de imprimir durante el mes de enero de 2019 en la Ciudad de Cรณrdoba, Argentina, por Grรกfica del Sur

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