Discuciones Sobre la Construccion de Memoria Historica Militar

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Cuadernillos para la Elaboración de Memoria Histórica Militar

La presente colección es tomada de los libros originales publicados durante el año de 2015 por los investigadores del Centro de Investigación en Conflicto y Memoria Histórica Militar. La Revisión Científica ha sido hecha por el Centro de Investigación en Conflicto y Memoria Histórica Militar –Escuela Superior de Guerra– en colaboración con la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Javeriana.

Centro de Investigación en Conflicto y Memoria Histórica Militar –Escuela Superior de Guerra–


Discusiones sobre la construcción de la Memoria Histórica Militar

ESCUELA SUPERIOR DE GUERRA Centro de Investigación sobre el Confl icto y la Memoria Histórica Militar

2016

El contenido de este libro corresponde exclusivamente al pensamiento de los autores. Las posturas y aseveraciones aquí presentadas son resultados de un proyecto de investigación que no representa la posición oficial, ni institucional del Centro de investigación en Conflicto y Memoria Histórica Militar (CICMHM), ni de la Escuela Superior de Guerra, ni de las Fuerzas Militares o del Estado colombiano.


Director CICMHM Mayor General (Rva) Jorge Rodríguez Clavijo

Director de investigación Ps. Mauricio Uyabán Ampudia PhD

Investigadores Jairo Ernesto Sánchez Galindo Olga Lucia Quintero Galvis Adriana Pieschacón Reyes Alexandra María Rincón Mesa Viviana Andrea Cicery Ramos Alejandro Granados García Daniela García Mora Asistentes de investigación Katherine Otálora Barragán Camilo Rodríguez Coneo Ana Catalina Urrego SMC (Ra). Juan Antonio Mojica Gómez SM (Ra). Pedro Nel Villa Ríos ISBN: 978-958-59655-3-9 2016

Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la previa autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo público. El contenido de este libro corresponde exclusivamente al pensamiento de los autores. Las posturas y aseveraciones aquí presentadas son resultados de un proyecto de investigación que no representa la posición oficial, ni institucional del Centro de investigación en Conflicto y Memoria Histórica Militar (CICMHM), ni de la Escuela Superior de Guerra, ni de las Fuerzas Militares o del Estado colombiano.


Tabla de contenido

Presentación................................................................................................ 5 Introducción............................................................................................... 9 Capítulo 13 El papel de las Fuerzas Militares en la construcción de la memoria histórica............................................................................ 13 1.1. La memoria histórica Militar como medio para lograr una narrativa inclusiva del conflicto interno................................................ 17 Capítulo 2 ¿Cómo construir memoria histórica?...................................................... 21 2.1. La narrativa en el construccionismo..................................................... 22 2.2. La identidad narrativa en la memoria................................................... 25 2.3. La memoria y el olvido......................................................................... 26 2.4. El deber de memoria............................................................................. 28 Capítulo 3 Las dificultades para construir memoria. El problema del narrador................................................................... 31 Capítulo 4 Reflexiones sobre el derecho a la verdad y la construcción de la memoria histórica....................................................................... 35


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Capítulo 5 The memory project: una experiencia exitosa de construcción de memoria historica........................................................................... 39 Conclusiones............................................................................................... 41 Referencias bibliográficas......................................................................... 43


Presentación

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a colección de cartillas que aquí se presentan se enmarca en los procesos que adelantan las Fuerzas Militares de Colombia a través del Centro de Investigaciones en Conflicto y Memoria Histórica Militar (CICMHM) de la Escuela Superior de Guerra. Representan un esfuerzo por profundizar en temas de gran interés para las Fuerzas Armadas, en temas de naturaleza relativa a los procesos de construcción de Historia (historia de las operaciones militares) y construcción de memoria histórica, los debates relativos a la justicia transicional (Derecho Internacional Humanitario, condición de víctima) o las transformaciones de la misión y cambios doctrinales de las Fuerzas Militares. La transformación de las Fuerzas Militares de Colombia en el inmediato futuro, supone en términos institucionales, el diseño, la planeación y la implementación de planes, programas y proyectos que brinden los elementos específicos y técnicos en cuanto a calidad, investigación estratégica aplicada, y fundamentalmente de internacionalización para la evolución institucional de las Fuerzas Militares de la República de Colombia de cara a sus retos futuros, institucionalmente visualizados particularmente en sus documentos, y proyectados éstos en la necesidad de prácticas educativas, técnicas, de herramientas y entrenamiento para materializar dicho horizonte. Para nadie es un secreto que el actual proceso de paz que ha iniciado el Gobierno Nacional imprime unas condiciones históricas y sociales particulares en este proceso de transformación. Ello, a pesar que éste tenga o no un final exitoso, de antemano plantea que la salida al conflicto armado interno, ahora o en el futuro Centro de Investigación en Conflicto y Memoria Histórica Militar • Bogotá, Colombia - 2016


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cercano, debe ser la modernización a través de políticas que garanticen una economía del esfuerzo en relación a la experiencia acumulada como grupo, y a las capacidades y potencialidades específicas de cada uno de sus miembros en sentido individual, todo ello funge como una ecuación que tendrá como resultado el mejoramiento en términos de eficiencia institucional para el fortalecimiento del Estado. La colección que aquí se presenta es una apuesta por el entendimiento y la construcción interdisciplinaria de los procesos de transformación de la institución derivados de los profundos cambios en el escenario internacional en general, y de los imperativos derivados de las recientes negociaciones con las FARC-EP y el acuerdo de paz alcanzado, en particular. Estas circunstancias obligan a la institución a planear, diseñar e implementar adaptaciones que le permitan hacer frente a los retos que se vienen por delante, en un contexto nacional e internacionalmente cambiante. En consecuencia, la presente colección de cartillas que aquí se presentan son fruto de la realización de un profundo esfuerzo por reeditar trabajos de investigación y libros ya publicados por la institución y diseñados para lograr un formato más amable para el lector y de más fácil manejo por parte de los miembros de las Fuerzas Militares y del público en general. Para ello, los editores han tomado los libros originales y los han reeditado en formato de cartillas. Con el objeto de preservar y garantizar los derechos de autor moral que les corresponden a los autores, los editores han tratado de tocar o modificar lo menos posible la obra original. De este modo, el trabajo se concentró en reestructurar el contenido de los libros, esto es, dar una nueva organización y ubicación de los temas dentro del texto. En muchos casos se cambiaron los títulos de la obra al igual que los títulos y subtítulos de los capítulos. Se realizó la diagramación y corrección de estilo. Se incluyó una serie de notas de editor, es decir en puntos específicos se decidió agregar unos párrafos en aras de dar una mejor explicación y acercamiento a los temas tratados. Debe recalcarse que todas las adiciones y principales modificaciones están anunciadas en una nota al pie con la frase “nota del editor”. Además, se elaboraron conclusiones y se incluyó literatura complementaria en todas las cartillas. Se eliminaron algunos apartes que podrían estar trabajados en dos o más libros quedando ahora solo en un libro. Finalmente, se elaboraron listas de siglas en todas las cartillas. Las colecciones de cartillas abordan los temas de la condición de víctima de los miembros de la fuerza pública y dos cartillas sobre temas específicos de su condición de víctima de las minas antipersonas y por desaparición y secuestro. Temas como la caja de herramientas para la construcción de la memoria histórica militar y la contextualización de las más importantes operaciones militares. Los


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círculos de la memoria. También hay una cartilla que resume las más importantes operaciones militares. Complementario a este está el libro sobre la toma de Mitú. (La idea sería darle una numeración a las cartillas. Cartilla Nº 1, Nº 2. Pero cuál sería la primera, la segunda, etc?) Los editores recomiendan al Centro de Investigaciones en Memoria Histórica seguir ahondando y profundizando en todos los temas de la presente colección, dado el potencial de los temas mismos, que podrían considerarse líneas de investigación para los próximos años por lo cual se pueden promover como macro temas de investigación para los estudiantes de la escuela. La explicación e interpretación de todos estos tópicos es de gran relevancia porque permite la construcción de una sociedad que respete, quiera y apoye a su Fuerza Pública.



Introducción

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quellas sociedades que transitan hacia la democracia habitualmente acompañan procesos de construcción de memoria histórica, toda vez que es en estos escenarios en los que la sociedad debe enfrentarse a los desafíos que entrañan las violaciones a los derechos humanos propias de pasados autoritarios. Es por ello que en estos tiempos de posconflicto y de enorme incertidumbre tras la firma del acuerdo con las FARC-EP donde se está hablando de justicia transicional y de memoria histórica, como mecanismos para poder resarcir a aquellos que directamente padecieron las injusticias y agravios en los dolorosos periodos de nuestra historia. En el caso colombiano, la memoria histórica del conflicto armado está siendo construida de acuerdo con la Ley 1448 de 2011 a partir de la memoria de las víctimas. Esta ley establece en su artículo 143 el deber de Memoria del estado. Por su parte el Decreto 4803 de 2011 por el cual se establece la estructura del Centro de Memoria Histórica en su artículo 2° señala que el Centro Nacional de Memoria Histórica (en adelante CNMH) tiene por objeto la recepción, recuperación, conservación, compilación y análisis de todo el material documental, testimonios orales y por cualquier otro medio, relativo a las violaciones ocurridas con ocasión del conflicto armado interno colombiano, a través de la realización de las investigaciones, actividades museísticas, pedagógicas y otras relacionadas que contribuyan a establecer y esclarecer las causas de tales fenómenos, conocer la verdad y contribuir a evitar en el futuro la repetición de los hechos. Desde este punto de vista la memoria histórica se considera necesaria para el esclarecimiento de los hechos, los responsables y para establecer las condiciones en Centro de Investigación en Conflicto y Memoria Histórica Militar • Bogotá, Colombia - 2016


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las que se dio el conflicto. Su construcción se da siempre necesariamente a través de los ojos de quienes participaron en el conflicto, victimas, grupos armados y dado el caso, el propio Estado. El papel central ocupado por el CNMH en esta construcción no excluye la obligación de otras instituciones del Estado de participar en la construcción de la Memoria Histórica. Sin embargo, la cuestión de la memoria no ha sido un eje importante para aproximarse a la comprensión de la contribución que han hecho las Fuerzas Militares de Colombia (FF.MM.). En los últimos años, y curiosamente ha sido gracias a la emergencia de los temas de seguridad como prioridad en la agenda política, pública e institucional del Estado, así como a las consecuencias de un eventual post-conflicto, ha surgido la necesidad de que las FF.MM. construyan la memoria histórica de su participación en el conflicto armado colombiano, dado que no hay aún un trabajo académico consistente, riguroso y pertinente que desentrañe la perspectiva histórica, social, jurídica que permita construir una verdad institucional sin sesgos ideológicos. En este contexto el Comando General de las Fuerzas Militares (CGFM) ha creado, como parte de la Escuela Superior de Guerra, el Centro de investigación en Conflicto y Memoria Histórica Militar (CICMHM) con una orientación académica que asume la reconstrucción de la memoria histórica del conflicto armado, haciendo énfasis en a la consolidación de la democracia del país. Las razones para ello son claras, por un lado, esto un reto para la construcción de memoria histórica dado que si el Estado, a través de sus instituciones, no logra la capacidad de incluirse como el constructor de dicha memoria, corre el riesgo de perder legitimidad y autonomía dentro de su capacidad de gobernar. Por otro, no se puede pensar a las Fuerzas Armadas como un actor externo al estatal en donde haya una separación entre estos dos. Las Fuerzas Armadas son un aparato institucional inmerso en el estatal y deben ser pensadas dentro de la legitimidad y campo del Estado como un todo. La tarea de elaborar las memorias y las historias de las Fuerzas Militares de Colombia, en el marco de un conflicto armado y ante la apertura de eventuales escenarios de posconflicto, se presenta como una labor que exige la mayor rigurosidad y el más detenido cuidado y compromiso. Por lo anterior, se comprende la necesidad y el valor de sustentar y enriquecer todo trabajo de construcción de memoria histórica sobre la base de herramientas teóricas, conceptuales y metodológicas que garanticen la rigurosidad académica y sobre todo la responsabilidad ética de estos ejercicios. Es por ello, que en este libro se abordan algunas cuestiones bá-


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sicas que atraviesan los ejercicios de construcción de la Memoria Histórica. Con la exposición de distintos aspectos temáticos directamente relacionados con la construcción de la Memoria Histórica y en particular con la participación de las FFMM en esta labor, se busca responder a estas exigencias, así como proporcionar orientaciones útiles que faciliten el trabajo transdisciplinar sobre la memoria y la historia de las Fuerzas Militares. Para ello, el recorrido inicia con la comprensión de las razones y la importancia de la participación de las FFMM en los ejercicios de construcción de Memoria Histórica, en particular haciendo especial hincapié en la noción de memoria histórica militar y así como un insumo confiable y legítimo para aportar a la comprensión de las dinámicas del conflicto armado colombiano, entendida como un aporte que ayude a comprender mejor la naturaleza y las dinámicas del conflicto armado interno. Para dicho proceso resultan fundamentales las comprensiones en torno a la memoria, el olvido, la narración, la historia y la genealogía, en el marco de la construcción social de la realidad. Y nos obligara a aclarar las implicaciones políticas y jurídicas, en términos del derecho a la verdad que su construcción entraña y los aspectos centrales del escenario de su construcción en Colombia. A partir de las comprensiones que arrojan los distintos capítulos del libro, se reafirma el derecho y el deber de las Fuerzas Militares a construir y narrar sus historias y memorias, en el marco del conflicto armado. Derecho y deber que no se circunscriben a la condición de víctimas, en los casos que correspondan con esta noción, sino que abarca a cada miembro, familiar e institución de las Fuerzas Militares. Es así, que solamente una mirada compleja e incluyente, puede favorecer la construcción de un tejido de memorias e historias que visibilicen y dignifiquen, tanto los dramas y los sacrificios de los miembros de las Fuerzas Militares, como sus triunfos y contribuciones a la institucionalidad democrática y a la construcción de paz. Un tejido tal de memorias e historias puede aportar comprensiones sobre las dinámicas del conflicto armado, así como contribuir a la proyección de escenarios de posconflicto. Es por esto que el libro cierra con una reflexión sobre las principales dificultades y retos en la construcción de la Memoria Histórica en el posconflicto.



Capítulo 1

El papel de las Fuerzas Militares en la construcción de la Memoria Histórica

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n el presente escenario de justicia transicional, la memoria histórica del conflicto armado colombiano viene siendo construida de acuerdo con la Ley 1448 a partir de la memoria de las víctimas. Esta ley ha creado mecanismos para garantizar el derecho a la verdad colectiva, como medida de satisfacción. Específicamente, el Art. 143 de la Ley 1448 entiende la memoria como un aporte al derecho a la verdad del que son titulares las víctimas y la sociedad en su conjunto, al tiempo que establece las garantías a las iniciativas de la sociedad, tanto públicas como privadas, de realizar memoria histórica, sin restricciones basadas en ideologías u otros motivos. Asimismo, el Art. 145 de dicha Ley dispone cuáles son las acciones en materia de memoria histórica y en su numeral 2 deja claro que una de dichas acciones es recopilar los testimonios orales correspondientes a las víctimas y sus familiares. Es decir que la memoria del conflicto se pretende hacer solo desde las víctimas y de las acciones victimizantes1.

Si bien, se han realizado estudios sobre la importancia del ámbito militar en la configuración de los Estados, en torno a la naturaleza y al desarrollo de los conflictos, se ha estudiado la evolución de las prácticas castrenses, de las estrategias; pero aun entre todos estos grandes temas, la cuestión de la memoria no ha sido 1

Nota del editor: Desde esta perspectiva la construcción de memoria histórica es una medida de satisfacción y se enmarca en torno al derecho a la verdad tanto de las víctimas como de la sociedad civil en general. Esto es muy entendible si se tiene en cuenta que son (fueron) las víctimas las que más sufrieron el conflicto. Centro de Investigación en Conflicto y Memoria Histórica Militar • Bogotá, Colombia - 2016


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un eje, ni una perspectiva metodológica importante para aproximarse a la comprensión de la contribución que han hecho las Fuerzas Militares de Colombia (FF. MM.) a la consolidación de la democracia del país. En los últimos años, gracias a la emergencia de los temas de seguridad como prioridad en la agenda política, pública e institucional del Estado, y sobre todo como mecanismo de anticipación a las eventuales consecuencias de un eventual post-conflicto, ha surgido la necesidad de que las FF.MM. construyan la memoria histórica de su participación en el conflicto armado colombiano, dado que no hay aún un trabajo académico consistente, riguroso y pertinente que desentrañe la perspectiva histórica, social, jurídica que permita construir una verdad institucional sin sesgos ideológicos2. En este contexto el Comando General de las Fuerzas Militares (CGFM) ha creado, como parte de la Escuela Superior de Guerra, el Centro de investigación en Conflicto y Memoria Histórica Militar (CICMHM) con una orientación académica que asume la reconstrucción de la memoria histórica del conflicto armado, haciendo énfasis en las consecuencias sobre las instituciones de seguridad y sus miembros. Esto es, por un lado como insumo fundamental para los procesos de transformación de las Fuerzas Militares, y por otro, con el propósito de delinear, caracterizar, precisar y modelar las perspectivas de participación, contribución, idearios de las FFMM que se gestaron en su papel de gestores fundamentales para la paz y la convivencia. En materia de Memoria Histórica, el Centro se propone retomar las voces de los militares para re-construir en el presente los contextos de distintos hechos de gran trascendencia, con la intención de obtener un mayor conocimiento de su propio ámbito. Por ello, el primer ejercicio que ha realizado el Centro ha sido pensar el significado de memoria histórica para las Fuerzas Militares. Para definir un campo como lo es la memoria histórica del ámbito militar es necesario precisar qué es memoria y memoria histórica. En primer lugar, hay que precisar que la memoria siempre será la verdad de quien la cuenta, no es un relato susceptible a pruebas: “la memoria es una construcción, siempre filtrada por conocimientos adquiridos con posterioridad, por la reflexión que sigue al suceso, por otras experiencias que se superponen a la originaria y modifican el 2

Nota del editor: Acaso, el conflicto solo fue violencia. ¿No hubo desarrollo en el marco del conflicto? ¿Cuál fue el papel de la fuerza pública para la formación y construcción del Estado? La construcción de la Memoria Historica para las FFMM plantea un doble reto, toda vez que esta debe pensarse con un doble objetivo, por un lado, ayudar a sanar heridas, esto es ayudar a reconstruir tejido social y por otro, debe pensarse las FFAA como parte esencial del aparato institucional y deben ser pensadas dentro del respeto a la legalidad y la legitimidad del marco constitucional vigente.


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recuerdo” (Traverso, 2007, p. 22). Esto último hace referencia a que la memoria no es una recuperación intacta del pasado, sino que se ayuda de claves, referentes, emociones e ideas de lo vivido posteriormente. En segundo lugar, aun cuando la memoria es un proceso psicológico individual, es proceso de reconstrucción de la memoria individual no es una unidad aislada y cerrada en sí misma, al contrario “muchas veces para volver a su propio pasado un hombre necesita recurrir a los recuerdos de los demás. Se remite a puntos de referencia que existen fuera de él, fijados por la sociedad” (Halbwachs, 2004). En otras palabras, que no recordamos solos, si bien la construcción de memoria parte de una necesidad particular y puede ser un ejercicio mental individual, nos acompañan las voces de otros sujetos que también vivieron los mismos hechos pasados que se tratan de reconstruir después. En tercer lugar, podemos afirmar por tanto que la memoria es consecuencia de una construcción social. En esa línea de ideas la memoria colectiva envuelve las memorias individuales, pero no se confunde con ellas evoluciona según sus leyes, y si bien algunos recuerdos individuales penetran también en ella, cambian de rostro en cuanto vuelven a colocarse en un conjunto ya que no es una consciencia persona” (Halbwachs, 2004). Aclarado, que es memoria podemos explicar que es Historia. Aunque nos servimos del conocimiento de los hechos históricos, de los datos y de las fechas, la historia no solo es una fuente de claves para entender y erigir nuestro propio pasado, la historia es el medio en el que nuestro pasado ya está enraizado y por lo tanto le brinda una identidad y unas características que posteriormente descubrimos (Halbwachs, 2004). En este orden de cosas, la memoria histórica se construye al darle un sentido global a los hechos acaecidos en las vidas de los individuos, situándolos en el tiempo y observándolos grupalmente. A pesar de esta visión se hace posible comprender el papel que puede llegar a jugar la memoria histórica. Su aporte principal radica en que brinda la posibilidad de rescatar dentro de lo general, las voces y las visiones particulares de los hechos. De esta manera en la memoria histórica de la nación van a estar necesariamente contenidas las memorias de las culturas, sociedades, grupos que comparten actividades económicas, educativas e ideológicas. Entre esos grupos se cuentan naturalmente las propias instituciones militares; estas comparten unos referentes históricos comunes en cada nación, unas tradiciones que se han labrado en el tiempo, otras que habrán desaparecido, símbolos que reflejan sus valores y que rememoran hechos, entre muchos otros elementos. En este sentido, podríamos entender la memoria militar como la construcción del pasado común de cada uno de los individuos y miembros que componen las dis-


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tintas Fuerzas, esto es de los hombres y mujeres, soldados, sub-oficiales, oficiales activos o no del Ejercito, Armada, Fuerza Área y Policía Nacional. De esta manera, en la memoria histórica militar confluyen numerosas memorias individuales. La forma en que cada una de estas personas recuerda algún hecho determinado de su pasado militar se entreteje con la visión de otro miembro de las FF.MM., y la visión de este conjunto narrativo es a la que se denomina como Memoria Histórica militar. Esa memoria militar se proyecta en elementos propios como los himnos, los uniformes, los monumentos, los símbolos, las metodologías de formación, los escritos, los manuales, los códigos, etc., Esta noción de la memoria contenida en elementos de representación que evocan un pasado y unos hechos determinados, es desarrollada por el historiador francés Pierre Nora, quien para construir una historia de la nación francesa hizo uso de los lugares claves, personajes históricos, monumentos y edificios; objetos, emblemas, celebraciones y símbolos, estudiándolos como el resultado de un proceso mental de representación de la conciencia histórica realizado por las personas3. Basados en la forma de construir memoria trabajada por Pierre Nora, existe un gran punto de partida para la construcción de la memoria histórica militar: la búsqueda de los significados de todos estos lugares de la memoria militar, sus conexiones con el pasado, su origen, razón de ser y su vínculo con las historias de los integrantes de carne y hueso de las instituciones militares. Para encontrar esos sentidos y significados que conforman el núcleo de la memoria es preciso recopilar y recoger las voces de los sujetos que conforman las Fuerzas Militares. Sin embargo y como hemos planteado dicha memoria histórica se ha dado desde y por las victimas generando una narración de los acontecimientos en donde el discurso institucional no ha tenido cabida, y en particular de las Fuerzas Armadas. Por un lado, con cierta dosis de razón esto ha implicado para las Fuerzas Armadas una construcción de memoria histórica colectiva en donde no tienen voz propia, porque no han sido ellos, sino otras instituciones o sectores de la sociedad los que han construido su historia. Precisamente, y con cierta dosis de razón esto ha implicado para las Fuerzas Armadas una construcción de memoria histórica colectiva en donde no tienen voz propia, porque no han sido ellos, sino otras instituciones o sectores de la sociedad los que han construido su historia, quitándoles 3

Nota del editor: En este orden de cosas, la memoria histórica es un concepto que trasciende la historia como disciplina y se sitúa mucho más cerca de la construcción de la identidad y de la comprensión misma como sociedad.


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la posibilidad de pensarse como actores del conflicto con un involucramiento y desarrollo personal en el marco de su acción constitucional4. Bien es cierto que desde el estudio del ámbito militar existe la intención de crear historias institucionales o escribir el aporte integral de las Fuerzas Armadas. Este enfoque expresa una perspectiva institucional, sin embargo, esta memoria estaría incompleta sin el reconocimiento de “le lieux de mémoire”, esto es, de las voces particulares que hicieron posible esa historia. Lo anterior, concuerda con lo expresado por Halbwachs: existe la memoria individual y la colectiva, y la primera, aunque surja en cada persona por una necesidad específica, se apoyará de la segunda; se observa lo general, lo que afecta a un grupo, pero se privilegia lo particular, la percepción del individuo. Por lo tanto, al estudiar un grupo social, en este caso uno institucional, es posible rescatar y destacar las visiones particulares del pasado de los las personas, porque ese es el campo de acción de la memoria histórica. Es así como las voces de los miembros de las Fuerzas Militares deben ser un insumo para construir su propia memoria, no solo para la construcción de contextos o relatos complementarios de historias nacionales o institucionales. En esa medida, es necesario recopilar los relatos de memoria de los militares, ver sus singularidades y reunirlos con otros relatos para que configuren su pasado común, en el que sobresale su participación en eventos de trascendencia histórica y su aporte a la construcción de la sociedad5.

1.1. La Memoria Histórica Militar como medio para lograr una narrativa inclusiva del conflicto interno Las dos guerras mundiales y la explosión de conflictos armados internos durante y después de la guerra fría hicieron del siglo XX el más violento en la historia de la humanidad. Esta generalización y masificación de confrontaciones generó consecuencias en la conciencia colectiva mundial, hasta el punto de establecer mecanismos e instituciones que promovieran la resolución pacífica de los con4

Nota del editor: No hacerlo, más allá o no del reconocimiento de sus responsabilidades en el marco del conflicto implica quitar la capacidad a las Fuerzas Armadas y por tanto al Estado de proponer una memoria histórica desde su propia mirada del conflicto.

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Nota del editor: Podemos sintetizar la diferenciación entre Memoria e Historia del modo siguiente: ‘La historia nos da relatos que nos dicen y marcan quienes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Esta nos marca una trayectoria que ayuda a la construcción de la esencia de la identidad de un grupo social, de como este se relaciona con otros grupos y determina la forma de encarar los retos actuales’ (Liu & Hilton, 2005, pág. 537). Por otro lado, ‘la memoria es aquello que se recuerda, ya sea individual o colectivamente sobre un evento ocurrido (Rossington and Whitehead, 2007; Morris and Gruneberg, 1994).


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flictos entre los Estados y al interior de los mismos. En este sentido, la promoción de la paz fue establecida por diferentes medios instrumentos y discursos, quizás los más reconocidos de ellos sean los Derechos Humanos, los cuales se han convertido en mínimos éticos que los Estados deben mantener en su relación con los ciudadanos; y el Derecho Internacional Humanitario que estableció, a partir de una tradición jurídica de larga data, formas más humanas del cómo debe conducirse la guerra. En este orden de cosas, el irrespeto a los límites establecidos por estas dos estructuras jurídicas del derecho internacional público, es considerado una ofensa a la humanidad en su conjunto, toda vez que esta situación implica una ruptura traumática del tejido social la cual requiere mecanismos idóneos para restablecer la convivencia pacífica y la reconciliación. El concepto de memoria histórica no puede desligarse del reciente auge de la cultura de los derechos humanos. Es por ello que la construcción de la memoria histórica suele inscribirse en el marco de procesos de justicia transicional, encontrando en estos ejercicios de memoria un elemento que permita garantizar la no repetición de hechos de violencia masiva a partir del recuerdo y resignificación del pasado. La memoria histórica, entonces, guarda un vínculo estrecho con el esclarecimiento de la verdad, a partir de la investigación social alrededor de los hechos y las responsabilidades en la violencia sin que ello, si debe aclararse, conlleve a la aplicabilidad jurídica de sus resultados, sino brindando elementos de verdad y dignificación para las víctimas y sus familias y, en general, para la sociedad en su conjunto. Estas, entre otras razones, justifican el cómo las Fuerzas Militares, como parte de la institucionalidad estatal, tienen la responsabilidad de sumar sus voces en torno a los relatos del resto de actores que vivieron este conflicto durante los más de cincuenta años, relatos que deben ser tenidos en cuenta como parte de la construcción de la memoria histórica del país. De este modo, cabe preguntarse sobre el aporte que puede brindar la memoria militar en la reconstrucción del conflicto armado en Colombia con miras a la construcción de un pasado desde una perspectiva integral. Las Fuerzas Militares pueden aportar al entendimiento del conflicto armado interno a partir de la identificación de las causas de su longevidad, del cómo y el porqué de los hechos de violencia y del comportamiento de sus diversos actores, entre otros temas que, articulados, permitan ser una pieza más en la construcción de la memoria histórica colombiana. Situado el aporte de la memoria histórica militar como una contribución al derecho a la verdad, conlleva a discutir el por qué en el contexto nacional, miembros de la Fuerza Pública pueden ser o no consi-


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derados como víctimas del conflicto interno armado, a partir de los elementos propios del Derecho Internacional Humanitario y de algunos postulados y reglamentación nacionales6. Lo descrito, pone de manifiesto un nuevo escenario de entendimiento del conflicto, de sus causas, sus desarrollos y sus consecuencias para la construcción de la memoria histórica nacional y del escenario de un eventual post-conflicto. Por tanto, el acercamiento a las consecuencias personales y sociales, por ejemplo, del uso de los artefactos explosivos improvisados y minas anti-persona, prohibidas por el Derecho Internacional Humanitario, así como la práctica recurrente de secuestro, los casos de desaparición forzada y tratos crueles humillantes o degradantes a la Fuerza Pública, sus testimonios podrían servir no solo para conocer que paso sino también como evidencias para que a los miembros de las Fuerzas Militares, les sea reconocida su condición de víctimas del conflicto armado. Cabe destacar, sin embargo, que esta propuesta no se desvirtúa con el carácter armado de la Fuerza Pública, dado que en ella reside el uso legítimo de la fuerza del Estado para la garantía de los postulados constitucionales de preservación de la libertad, de la paz y de la justicia para sus ciudadanos. Por tanto, es responsabilidad también del Estado garantizar los derechos de los miembros de las Fuerzas Militares, reconociéndolos como actores indispensables en el camino hacia la paz, en la construcción de las herramientas que en su curso se desarrollan y en los relatos que narran la memoria histórica de todos los actores. En este orden de ideas, la construcción de memoria histórica militar debe servir para visibilizar la perspectiva de los afectados por el conflicto durante el ejercicio de sus labores dentro de la institución militar, generando así aportes a los procesos de construcción de memoria, reparación y garantías de no repetición. Por esto, es importante que se oriente la construcción de la memoria histórica militar hacía la contribución al proyecto democrático, traducido en una democratización de las memorias, que a su vez se materialicen en la integración de la pluralidad de voces, relatos y narrativas sobre las vivencias en el marco del conflicto armado colombiano. Este reto permite postular un horizonte de oportunidades y posibili-

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Nota del editor: En este horizonte, la percepción del ser víctima sobrepasa los límites del entendimiento del Estado como único infractor de este derecho internacional. Desde esta perspectiva, se asume que los grupos armados al margen de la ley, han empleado métodos y medios ilícitos de combate y habrían generado daños innecesarios y excesivos hacia los combatientes de la Fuerza Pública Colombiana.


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dades para la construcción de la memoria histórica nacional, siendo una posibilidad de importancia cardinal el enriquecer, pluralizar y aportar al equilibrio de voces que narren los hechos del conflicto así como sus consecuencias. En relación con lo anterior, el propio Gonzalo Sánchez, Director del Centro Nacional de Memoria Histórica, reconoce la importancia de la voz de los miembros de las Fuerzas Militares en la construcción de la memoria histórica colombiana. Al respecto afirma que “sus vivencias, testimonios y también sus archivos son fundamentales para reconstruir la historia de nuestro conflicto armado de una manera más completa e incluyente” (CNMH, 2014b, párr. 3). Por su parte, María Emma Wills, asesora de la Dirección del Centro asegura que “más allá de ser un tema de honor o prestigio para las Fuerzas Militares, su memoria histórica debe centrarse en el ser humano y en contar los hechos traumáticos con los que muchos aún conviven, pues no han sido escuchados (…) El desconocimiento de su sufrimiento es un engranaje más de la guerra. Se desconoce su costo, y no hablo de costos económicos sino de vidas humanas […] (CNMH, 2014b, párr. 4). En este contexto es necesario contribuir a la materialización de una forma de justicia restaurativa, representada en la reparación de las víctimas pertenecientes a las Fuerzas Militares, por medio de los trabajos de memoria histórica. Esto, además, a través del reconocimiento de la condición de víctima militar, sin caer en formas de victimización, lo que implica rescatar historias de vida, de supervivencia, de resiliencia y de heroísmo en el cumplimiento del deber. Unido a lo anterior, se debe asumir el compromiso ético-político de rescatar las voces y perspectivas de miembros de las Fuerzas Militares, que hasta ahora permanecen en el anonimato o al margen de los relatos de memoria histórica en el país.


Capítulo 2

¿Cómo construir memoria histórica?

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ara Paul Ricoeur (2008) el ejercicio de recordar reconfigura el sí mismo, es la capacidad de narrarse. Capacidad que lleva a desplazarse de una comprensión individual o solipsista de la memoria, a una mirada relacional, comunitaria y contextualizada de la misma. Para Ricoeur “la memoria es ese lugar a medias individual, a medias colectivo, cuya distinción con la noción de historia hace indispensable la existencia de una mediación, de un conector que será representado por el relato” (2008, p. 698). De acuerdo con lo anterior, memoria e historia pueden ser comprendidas como dos formas en que el ser histórico, individual o colectivo, se relaciona con el pasado. La historia, como se verá más adelante, “es más distante, más objetivante, más impersonal en su relación con el pasado” (Ricoeur, 2008, p. 710). Para el caso de la memoria, el historiador italiano Enzo Traverso, argumenta que la memoria es eminentemente subjetiva, en la medida en que parte de la experiencia vivida de un sujeto individual o social, y por eso mismo: “es cualitativa, singular, está poco preocupada por las comparaciones y por las contextualizaciones” (Traverso, 2007, p. 22). En esta medida, la memoria tiende a ser la verdad de quien la cuenta, no siendo un relato que procure de entrada someterse a pruebas o a un proceso de falsación. Traverso anota que: “la memoria es una construcción, siempre filtrada por conocimientos adquiridos con posterioridad, por la reflexión que sigue al suceso, por otras experiencias que se superponen a la originaria y modifican el recuerdo” (Traverso, 2007, p. 22). Esto último hace referencia a que la memoria no es una recuperación intacta de nuestro pasado, sino que se ayuda Centro de Investigación en Conflicto y Memoria Histórica Militar • Bogotá, Colombia - 2016


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de claves, referentes, emociones e ideas de lo que se vive posteriormente. Lo anterior implica que el ejercicio de recordar es en sí mismo un ejercicio de construcción creativa. La memoria es memoria viva.

2.1. La narrativa en el construccionismo El construccionismo define a la realidad como acuerdos narrativos coorganizados en conversaciones (Sluzki, 1995). La realidad que vive cada persona se basa en acuerdos y consensos con las personas que le rodean. La narración se convierte en uno de los principales objetos de estudio del construccionismo, ya que es en ella donde encontramos el universo que habita cada sujeto. El mundo se conforma entonces a partir de las continuas interacciones en donde se negocian los significados y las creencias de los sujetos, acerca de si mismos y de los otros, de los sucesos, las cosas, los acontecimientos. También a través de los relatos las personas dan cuenta de su “ser” y “estar” en el mundo, estableciendo pautas de temporalidad y de sentido. Los sujetos en sus historias pueden hablar de su pasado, de su presente y de su futuro, emergiendo en estas tramas un proceso de transformación histórica personal. El foco de atención son las historias alojadas en el espacio virtual de la comunicación entre las personas, es decir, la narrativa7. Para Wittgenstein, (citado por Gergen, 1996), el significado de las palabras no se deriva de los objetos que supuestamente representan, sino de su posición en las secuencias de la acción o juegos del lenguaje. Así, no es el mundo el que limita aquello que consideramos como su representación, sino las reglas del juego en el que participamos. Una narrativa es un sistema constituido por actores o personajes, guion (incluyendo conversaciones y acciones) y contextos (incluyendo escenarios donde transcurre la acción y acciones, historias y contextos previos), ligados entre sí por la trama narrativa que establece la relación entre estos elementos, de modo tal que todo cambio en los actores cambia el guion, todo cambio en el contexto, cambia la naturaleza del guion y los actores y así sucesivamente etc. 7

Nota del editor: Si el problema de la construcción de la memoria histórica radica en los procesos de re-construcción del pasado, consecuentemente el problema del método radica en garantizar la fidelidad del relato al mismo, dirigidos a señalar aquello que se recuerda o no se recuerda. Desde este punto de vista, el construccionismo se nos presenta como uno de los enfoques coherentes con los planteamientos ontológicos y la base epistémica propuesta, toda vez que este nos ofrece una nueva perspectiva para lograr la comprensión de los fenómenos sociales constituyentes de la realidad social dentro de la cual nos encontramos inmersos. En todo caso dadas las profundas similitudes con el constructivismo más radical daría pie a un debate mayor sobre la pertinencia de ambos enfoques. Para ampliar la diferenciación entre el construccionismo y el constructivismo más radical puede revisarsarse: Shotter, J. (1995). Social constructionism and radical constructivism. Constructivism in education, 41-56.


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A su vez, este conjunto de actores-guion-contexto y trama posee corolarios morales (propone víctimas y victimarios, héroes y villanos), corolarios interpersonales (con quién la gente se conecta, determinando el cómo y el por qué) y corolarios comportamentales (la gente basa su conducta en esas historias que operan como guía, así como contexto de justificación). Estos corolarios a su vez reconstituyen la historia, y forman, por lo tanto, parte del sistema narrativo. Gergen (1991) establece la estructura que debe cumplir una narración para que tenga sentido en el escenario cultural en el que se inserta. Cada relato debe cumplir con criterios de inteligibilidad que establecen horizontes de sentido en flujo relacional. Los elementos básicos de esta estructura son: Establecer un punto final apreciado: este nivel se refiere a que cada historia debe tener algo que contar, un acontecimiento, una meta. En resumen cada historia debe tener un foco o un objetivo en donde gire la historia relatada. Al establecer un punto final, se construye un marco evaluativo cultural donde la historia adquiere sentido. Seleccionar los puntos relevantes para el punto final: una narración es aceptable significativamente cuando de entre todos los hechos que giran al-rededor del punto final, se cuenta los que ayudan a comprender este último. Siguiendo a Gergen (1996), uno no tiene la libertad de hablar de cuanto quiera sino solo de aquello que sea relevante para comprender el relato. La ordenación de los acontecimientos: la convención contemporánea más ampliamente utilizada es la ordenación de los hechos de una forma lineal y en una estructura temporal. Si la historia no guarda un sistema de tiempos y espacios culturalmente aceptado tiene una gran probabilidad de no ser un relato inteligible o con sentido. La estabilidad de la identidad: un relato bien estructurado es aquel en donde el personaje o el objeto de la historia, guarda una identidad coherente a lo largo del relato. Gergen (1996) explica que dentro un relato un personaje que ha sido catalogado como villano, momentos después no puede ser tildado como héroe sin ofrecer una explicación suficientemente convincente. La narración debe presentar una estabilidad de la identidad, claro está que no se afirma que los personajes o los objetos del relato no puedan cambiar, sino que debe narrarse el cambio mismo de la identidad, describiendo el proceso de transformación; es decir, como un héroe llego a ser villano o viceversa.


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Vinculaciones causales: desde la teoría narrativa contemporánea un relato aceptable es aquel que vincula los acontecimientos con sus “causas”, por tanto los relatos deben ofrecer unas explicaciones redundantes acerca de los orígenes de los hechos relatados. No es que se quiera privilegiar las formas argumentativas causales, sino que cotidianamente las personas establecen un mejor horizonte de sentido cuando los acontecimientos están interconectados. Signos de demarcación: Los relatos mayormente aceptados son aquellos que emplean señales para determinar el principio y el final de las historias, (por ejemplo el clásico; “Erase una vez”). Los signos de demarcación pueden ser de naturaleza verbal o no verbal. Los criterios específicos para el uso social de estos signos tienen que ver con su potencial de acuerdos. Puede ser un silencio, o un gesto. La anterior estructuración no descarta historias que tengan múltiples puntos o acontecimientos que contar, pero lo que si establece es que convencionalmente los relatos siguen esta ordenación. A partir de ellas, Gergen (1991, 1996), White y Epston (1993) plantean una variedad de formas narrativas, a saber: Narraciones de estabilidad: Este relato está dirigido a establecer en la vida un continuo-evolutivo, sin grandes alteraciones ni altibajos. Esta narrativa se establece a partir de sistemas de significados de equilibrio. Narraciones progresivas: Este relato está dirigido a establecer discursos de crecimiento. Narraciones regresivas: Este relato está dirigido a establecer discursos de decrecimiento. Lo más importante es que estas tres formas narrativas no agotan el movimiento evolutivo de los acontecimientos, la mezcla entre ellas puede dar un resultado amplio de posibilidades. De esta forma podemos concluir que la memoria colectiva no se recuerda, sino que está en un constante proceso de construcción y producción de referentes. Es decir que “no es el recuerdo el que permite la emergencia del referente, es el referente el que nos permite comprender al recuerdo redefiniéndolo y reubicándolo como parte de la estética de la memoria y no de su fundamento” (Zambrano, 2006, p.52). El trabajo de construcción de la memoria consistiría, por lo tanto “en una especie de anamnesis, es decir, en traer a la memoria un pasado posiblemente


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olvidado por falta de trasmisión” (Rousso, 1998, p. 88). Este trabajo implicará necesariamente la actividad de dotar al pasado de medios narrativos que lo materialicen en el presente y favorezcan la posibilidad de ser trasmitido, dotando al relato de una estructura narrativa. Siendo precisamente esta condición narrativa la que permite un ejercicio de construcción creativa que estructura el acto de recordar. Ya se había mencionado que para Ricoeur (2008) es el relato el conector, el mediador, que articula la memoria individual, colectiva y a la historia misma8. De igual forma, se anunciaba la importancia del trabajo de la memoria para la configuración del sí mismo, de una identidad narrativa (Linares, 1996; Ricoeur, 2008). Este es un proceso dinámico que en todo momento nos pone en diálogo con nosotros mismos y con los otros. Al respecto, Bolívar y Domingo (2006) afirman que el juego de subjetividades que se producen en un relato biográfico, basado en un diálogo consigo mismo y con el oyente en busca de una verdad consensuada, es un proceso dialógico, privilegiado de construcción de comprensión y significado. Es una manera de hacer aflorar y priorizar un yo narrativo y dialógico, con una naturaleza relacional y comunitaria. Estas palabras permiten introducir una noción ontológica que comprende la vida como narración, entendida como la tendencia del ser humano a contar historias o experiencias de vida, en el proceso de configuración del sí mismo individual y comunitario. Podríamos concluir así como hace Arfuch (2002, p. 87) que la narración, el relato, más allá de funcionar como “el registro de la acción humana, con sus lógicas, personajes, tensiones y alternativas” (p. 88), representa “la forma por excelencia de estructuración de la vida y, por ende, de la identidad” (p. 88). En este punto puede abordarse con mayor precisión la noción de identidad narrativa atribuible tanto a un individuo como a una comunidad.

2.2. La identidad narrativa en la memoria La identidad narrativa de la memoria es comprendida por Arfuch (2002) como la consistencia del relato que define un conjunto de acciones en un marco de sentido. Es decir, en la narración se vincula un contexto de interrogantes, quién, qué, cómo, cuándo, dónde, por qué, etc., que posibilitan la explicación de una serie 8

Nota del editor: Ricouer utiliza los términos en inglés– story y history. A su juicio, el tiempo humano es el resultado del entrecruzamiento de los relatos de ficción (story) y la historia (history), o en términos individuales entre memoria e imaginación (términos que ya acuño en Tiempo y Narración). Tanto es así que para Ricouer desde el punto de vista cognitivo no habría diferencia entre la memoria y la imaginación. La distinción está en “qué” se recuerda y cómo se recuerda.


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de acciones. El ejercicio de responder a estos interrogantes implicará contar la historia de una vida, individual o comunitaria, dando cuenta de sus relaciones y dinámicas9. La narración queda así vinculada a la construcción de la identidad colectiva y por conlleva en sí misma vida y la identidad vinculadas a la narración conllevan en sí mismas la semilla de la intersubjetividad. Esto implica que el relato solo toma forma en el acto de la lectura o la escucha, “como conjunciones posibles de ambos mundos (…) movilizando una experiencia del pensamiento por la cual nos ejercitamos en habitar mundos extranjeros a nosotros” (Arfuch, 2002, p. 93). En este orden de cosas, partiendo de la dinámica e intersubjetividad que configuran el universo narrativo de las personas, emerge y se reconoce que es la multiplicidad de relatos, susceptibles de diversas enunciaciones en diferentes registros y coautorías, “la que va construyendo una urdimbre reconocible como “propia”, pero definible como en términos relacionales: soy tal aquí, respecto de ciertos otros diferentes y exteriores a mí” (Arfuch, 2002, p. 99). La narración, por lo tanto, no solo sirve de registro de las acciones e interacciones humanas, sino que forma la estructura de la identidad al permitir dar cuenta del sí mismo y de la intersubjetividad en procesos de interacción narrativas.

2.3. La memoria y el olvido Ahora bien, en tanto ejercicio de construcción creativa, la memoria implica la articulación dinámica de recuerdos o pasados actualizados y de olvidos. Por un lado, la capacidad recordar individual e incluso colectiva, a pesar de las herramientas tecnológicas diseñadas para ampliar las posibilidades de almacenar información, es limitada. No podemos recordar todo y puede que esto tampoco sea lo más deseable. Por otro lado, el olvido es igualmente adaptativo y útil como lo es el recordar. Olvidar sería parte constitutiva de la memoria, en la medida en que favorece la actualización o renovación de contenidos, así como el desplazar de la conciencia recuerdos que pueden estancar la vida individual o colectiva, haciendo que gire compulsivamente sobre un mismo evento; congelando la capacidad de generar nuevos aprendizajes y proyecciones a futuro.

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Nota del editor: En la construcción de la identidad tiene una dimensión muy importante lo narrativo y lo simbólico. En este sentido, la pregunta sobre cómo somos o de dónde venimos debe sustituirse por el cómo usamos los recursos del lenguaje, la historia y la cultura en el proceso de devenir más que de ser, cómo nos representamos, somos representados o podríamos representarnos. No hay entonces identidad por fuera de la representación, es decir, de la narrativización necesariamente ficcional, del sí mismo, individual o colectivo. (Arfuch, y otros, 2005)


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Por esto, Ricoeur vinculaba la noción de trabajo de memoria con la idea de trabajo de duelo. El trabajo de duelo y el olvido dejan tras de sí aprendizajes y nuevas capacidades instaladas, son elementos constitutivos del trabajo de la memoria. Un trabajo de duelo adecuado, que sirva a la labor de la memoria, requiere de condiciones personales y sociales que garanticen herramientas para adelantar un proceso libre, espontáneo y dotado de elementos que permitan la reconciliación con el pasado. Este planteamiento permite entender la importancia de reconocer y manejar adecuadamente los silencios en las narrativas, así como los elementos y lenguajes utilizados para la escenificación de la narración. Los silencios, según Elsa Blair (2008), “pueden representar huecos traumáticos, intentos de resguardar la intimidad, desconexiones subjetivas frente a la implicación en el relato, repeticiones ritualizadas del sufrimiento o carencias de recursos para narrar la vida” (p. 106). El olvido, recuerda Jelin (2002b), no es una ausencia o vacío. Es la presencia de esa ausencia, la representación de algo que ya no está, borrado, silenciado o negado. En relación con lo anterior, Dosse (2013) afirma que “las patologías de la memoria pueden manifestarse tanto por situaciones de exceso de memoria, de repetición continua (…) como por situaciones contrarias de memoria insuficiente, como es el caso de todos los países totalitarios, donde domina una memoria manipulada” (p. 711)10. Lo anteriormente dicho permite entender que los trabajos de construcción de la memoria, incluyendo los de sano olvido, revisten una gran importancia en los procesos sociopolíticos en general, y en particular dentro de aquellos en los que se quiere trascender una situación de conflicto violento. En los procesos de reconfiguración de las sociedades y las personas, los trabajos de la memoria permiten dotar de sentidos el pasado vivido, como herramienta para la construcción del presente y la proyección de futuros deseados. Tanto es así que como Mèlich (2012) señala al respecto de la terapia del olvido que sin recuerdo la vida humana es imposible, pero sin olvido la existencia humana llegaría a ser insoportable.

10 Nota del editor: La existencia de un trauma histórico, nos plantea un escenario diferente mucho más complejo porque impone la existencia de una discontinuidad radical, entre el pasado, el presente y el futuro de una colectividad, en particular para la construcción de la memoria histórica (Ornstein, 2013, pág. 131). Cuando nos encontramos con recuerdos “traumáticos” y la posibilidad de inducir falsos recuerdos o distorsiones en los relatos de las víctimas. Esto condiciona la posibilidad de conocer la verdad en base a los relatos de las víctimas y plantea dilemas éticos, entre el derecho a conocer la verdad de la sociedad y el derecho al auto-olvido que tiene necesariamente toda víctima.


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Según esto, no solo el olvido es inevitable en el acto de recordar, de hacer memoria, sino que resulta en ciertos casos altamente conveniente. Según esto, en la medida en que “hacer memoria” significa recordar selectivamente, el recuerdo no necesariamente se comprende como la negación del olvido, sino como una forma de olvido. Mèlich (2012) afirma que hay momentos en la vida en que es necesario olvidar para poder vivir. Por esto argumenta que el olvido es una terapia necesaria para la vida, toda vez que no podemos hacernos cargo de todo nuestro pasado, de toda nuestra historia. Los acontecimientos que nos han sucedido son –a veces– un peso insoportable. En este caso se hace imprescindible una terapia del olvido (p. 81). Es por esto que en el ejercicio intencionado y creativo de reconstruir el pasado, emergen memorias excluidas y memorias oficiales. Los distintos tipos de narrativas sobre el pasado buscan dotarse de herramientas que las materialicen y afirmen en contraposición con otras, en el marco de un escenario público de pugna por posicionar unas memorias como oficiales y, en esa medida; como referentes oficiales para interpretar, significar y orientar la actualidad y el porvenir. De la anterior discusión emerge la noción de lugares de la memoria, archivos, aniversarios, actas, monumentos, etc., que aportan elementos materiales y simbólicos a las narrativas sobre el pasado. La memoria y los trabajos que la configuran, atraviesan y configuran la vida de las personas y las comunidades. Pero esa construcción de la memoria no se la podemos dejar a los archivos, “esta reconstrucción debe realizarse a partir de datos o nociones comunes que se encuentran en nuestra mente al igual que en la de los demás” (Halbwachs, 1994, p. 34). Sólo así, afirma Halbwachs (1994), “se puede entender que un recuerdo pueda reconocerse y re-construirse a la vez” (p. 34). En relación con lo anterior, se puede decir que la memoria se produce en la medida que hay sujetos que comparten una cultura, en tanto hay agentes sociales que intentan ‘materializar’ estos sentidos del pasado en diversos productos culturales que son o que se convierten en, vehículos de la memoria, tales como libros, museos, monumentos, películas o libros de historia. (Jelin, 2002a, p. 37) Tanto es así que para que la memoria pueda trasmitir esos sentidos del pasado debe existir una identidad común entre varios individuos, “para una ampliación inter-generacional del ‘nosotros’”, de manera que quienes “’reviven’ su pasado, son capaces de darle su propio sentido, reinterpretarlo y resignificarlo, desde sus propias experiencias y la espacio-temporalidad en que se ubiquen (Jelin, 2002ª, p. 126).

2.4. El deber de memoria Como afirma Manuel Reyes-Mate (2011) debemos tener en cuenta que el pasado es un rico caladero de sentido en el que buscan materia, inspiración o significados la historia, por supuesto, pero también la filosofía, la política o la literatura. Según


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Reyes-Mate (2011) la construcción de la memoria encuentra un primer asalto en torno a la Primera Guerra Mundial y lo protagonizaron los sociólogos de la memoria, con Maurice Halbwachs a la cabeza, con la tesis de que la memoria era un momento fundamental de la construcción de la realidad. El segundo asalto se daría en el marco de la Segunda Guerra Mundial, a partir del supuesto de que la memoria es sentimiento y, por lo tanto no puede producir conocimiento (ReyesMate, 2011). Hay buena cantidad de autores que han criticado el ejercicio de construcción de la memoria histórica desde posturas “cientificistas”. De acuerdo con Rafael Escudero (2011), la crítica a la memoria histórica ha contado también con el apoyo de ciertos sectores de la historiografía, en un intento por deslegitimar la memoria desde un punto de vista científico, pretendiendo alejarla del trabajo de todo historiador que se precie de serlo. Los argumentos que esgrimen estos sectores se basan en presuponer la necesidad de tomar distancia de los hechos y realizar entonces una labor científica sobre ellos. Según estos argumentos, dicha labor no sería posible si el historiador se encuentra tan apegado a los hechos en cuestión, pues su interpretación sería susceptible de afectar el presente. En el marco de este tipo de posturas se llega a despreciar, incluso, “el propio concepto de memoria histórica, planteándose la relación entre memoria e historia en términos incompatibles entre sí (Escudero, 2011, p. 10). De esta forma, se contrapone la historia a la memoria, haciéndolas mutuamente excluyentes. Desde este punto de vista, mientras que la memoria es un mero repositorio de recuerdos del que resulta imposible extraer conceptos generales, la historia es el campo de lo científico, del conocimiento riguroso del pasado; un pasado que carece de actualidad y que, precisamente por ello, es susceptible de generar un conocimiento científico. La única vinculación de la memoria con los hechos vendría dada por su carácter político, así necesariamente es fragmentaria, subjetiva, selectiva y apasionada lo que impide cualquier conocimiento válido y generalizable sobre lo recordado (Escudero, 2011, p. 10). Incluso, afirma Escudero (2011) el carácter oral de la transmisión de la memoria niega valor epistémico a la misma. El argumento esgrimido tiene que ver con que “el hecho de que recuerdos y memorias se transmitan predominantemente de forma oral sería una prueba más de su incapacidad para generar conocimiento objetivo sobre su pasado” (Escudero, 2011, p. 11). Frente a estas posturas, Reyes-Mate (2011) afirma que este tipo de conocimiento y pretensión científica solo tiene ojos para los hechos, para lo que ha sido. Pero, afirma hay que prestar atención a “lo que no es, lo que quedó derrotado y


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abandonado, no forma parte de la realidad o tiene un significado “subalterno”, subordinado a lo que consiguió ser” (p. 18). En otras palabras, para la memoria, la realidad son los hechos y los no-hechos. Ante las concepciones imparables y salvíficas de la historia, que expresan una concepción mítica del tiempo, la memoria recuerda las ruinas de la historia, sus circularidades y aporías, rescatando los nohechos y los pasados derrotados como fuentes del futuro (Reyes-Mate, 2011)11. De las tematizaciones elaboradas por Manuel Reyes-Mate (2011) se desprende la idea del deber de la memoria, que implica indagar y comprender el no-hecho, los pasados derrotados y tomar el acontecimiento impensable como lo que da que pensar. ¿Cómo entender entonces el deber de memoria? Según Reyes-Mate (2011), “este deber se inscribe en nuestro modo de pensar una vez que hemos tomado conciencia de los límites del conocimiento y de su correspondiente pretensión de invisibilizar el sufrimiento” (p, 18). En el marco de este deber, la memoria se hace cargo de aquello que “da que pensar”, como el punto de partida de la reflexión. Precisamente, a partir de Auschwitz, “esa forma de pensar no puede ser excepcional o marginal, sino modelo del pensar” (Reyes-Mate, 2011, p. 19). Tal vez la experiencia de los campos de concentración en la que funda ReyesMate su reflexión, resulte para algunas personas ajena y anacrónica. Sin embargo, Giorgio Agamben (2006) afirma que “nos encontramos en presencia de un campo cada vez que se crea una estructura de ese tenor, independientemente de la entidad de los crímenes que allí se cometan y cualesquiera que sean su denominación o sus peculiaridades topográficas” (p.221). Este puede ser el caso, por ejemplo, de los campos de secuestrados de las FARC. Este tipo de experiencias son lo que dan que pensar, es decir, obligan a repensar todo a la luz de la experiencia de la barbarie con una doble finalidad que se confunde: hacer justicia al pasado y evitar su repetición (Reyes-Mate, 2011).

11 Nota de editor: Desde este punto de vista la construcción de la memoria histórica se ubica en un dudoso término medio, donde responde a un ejercicio por ayudar al esclarecimiento de los hechos, los responsables y para establecer las condiciones en las que se dio el conflicto. Esto es una memoria que desde el presente, mira el pasado tratando de mostrar aquellos episodios del pasado sobre el que no se ha prestado la debida atención. Desde este punto de vista, parece que la memoria tendría que ver con el pasado ausente, el de los vencidos. En otras palabras, lo propio de la mirada de la memoria sería, en primer lugar, la atención al pasado olvidado, y en segundo, considerar esos fracasos o víctimas como una injusticia, como una frustración violenta de su proyecto de vida (Mate, 2006).


Capítulo 3

Las dificultades para construir memoria. El problema del narrador

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n este apartado se abordarán algunas de las tensiones o dificultades que deben tenerse en cuenta antes de desarrollar cualquier trabajo de memoria. Algunas tensiones tienen un carácter general y transversal a la mayoría de ejercicios de memoria y se relacionan con algunos presupuestos que se deben reconsiderar durante todo el proceso. Otras atañen más a retos y dificultades muy específicas de los procesos de campo de estos ejercicios. Lo primero sobre lo que se debe llamar la atención es que a pesar de los supuestos respecto al deber ser de las intervenciones que se realizan, hacer escuchar las voces de las víctimas no es necesariamente un trabajo neutro. La experiencia de otros equipos de trabajo ha mostrado cómo “la interacción con las víctimas, las subjetividades e intersubjetividades en juego y los procesos de selección y presentación de la información, inevitablemente llevan una impronta de quienes se empeñaron en recopilarla y organizarla” (Grupo de Memoria Histórica, 2010, p. 27). Esto, sin embargo, no es una razón para entregarse a la parcialidad institucional o personal, lo que podría no solo resultar en productos viciados de sesgos que irían en total contravía de los objetivos del trabajo de construcción de memoria. Esta actitud no académica podría incluso llevar a revictimizar directamente o a exponer las vidas de las personas y las comunidades con las que se trabaja. No puede desconocerse, para el caso colombiano, que la memoria histórica se construye con personas expuestas a contextos en los que persisten las acciones violentas, así como las amenazas y violaciones de los derechos de las víctimas. Así mismo, Centro de Investigación en Conflicto y Memoria Histórica Militar • Bogotá, Colombia - 2016


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quienes realizan los trabajos de memoria se ven expuestos a riesgos por parte de quienes ven en la construcción de memoria histórica una amenaza que procuran controlar o incluso eliminar. Reconociendo que los ejercicios de memoria histórica no son en sí y por sí mismos neutros, Villa (2009) insiste en la importancia de tener presente que la memoria en sí misma no posibilita necesariamente una reconstrucción de tejido social, por el contrario, puede ser portadora de nuevas rupturas y, por tanto, puede ser el instrumento de legitimación de nuevas formas de violencia (…) No se trata simplemente de recuperar la memoria histórica y reivindicarla. Se trata de definir lo que se recuerda, pero, sobre todo, cómo se recuerda, por qué se recuerda y para qué se recuerda (p. 73). Por consiguiente, debemos entonces reflexionar en torno a quién reconstruye y a quién narra, y aparejado a ello ¿para qué reconstruimos y narramos? En estos interrogantes se establecen cuestiones tales como si deben ser las mismas víctimas las dueñas de la información producto del trabajo de memoria y si ellas deben encargarse de sus propios procesos reivindicativos o de justicia, o si son las instituciones quienes deben construir y narrar la experiencia de los actores. La respuesta a esta pregunta, claramente, está ligada al objetivo de la construcción de memoria histórica. Por ello, lo primero que se debe aclarar de los ejercicios de memoria, antes de iniciar con ellos, son las respuestas que se decidan dar a preguntas como: ¿Para qué se hace la construcción de la memoria?, ¿qué información se espera obtener?, ¿quiénes son las personas con las que se trabajará?, etc. Otro riesgo ligado a los objetivos de las intervenciones, es, según Huyssen (citado por Bardotti, 2014), que una política de la memoria se transforme y reduzca a ser una “victimología” y una competencia por la memoria entre distintos grupos. Es decir, que se compita por el reconocimiento de víctima ante la comunidad política, pretendiendo usar la memoria como herramienta política para lograr réditos o reconocimientos mayores bajo argumentos de victimización de los actores con los que se trabaja. El siguiente reto, cuya solución exitosa depende de diversos aspectos durante el trabajo en campo es “provocar, acompañar y lograr que las víctimas pasen de la memoria en función del pasado a la memoria en función del futuro” (Grupo de Memoria Histórica, 2010, p. 27). Adicionalmente, quienes realicen trabajos de memoria deben prepararse para realizar las reconstrucciones de memoria histórica bajo dos criterios fundamentales. El primero es el de la acción sin daño, considerando la perspectiva psicosocial, para que las intervenciones no generen efectos negativos en las comunidades o


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individuos. Es decir, se deben tomar todas las previsiones necesarias para evitar cualquier tipo de revictimización. El segundo criterio es el de la diversidad. Los trabajos de la memoria deben hacerse con total consideración de las diversidades de género, étnicas, culturales, sexuales, etc. De lo contrario, no solo se podrían activar o actualizar traumas previos atravesados por alguno o varios de estos aspectos, sino que se podría incluso caer en ejercicios de discriminación o silenciamiento de la diferencia. (CNRR, 2009, p. 26). Ahora bien, la construcción de memoria implica otras tensiones o dificultades vinculadas a temas más prácticos y específicos de este tipo de ejercicios. El primer tema que resalta en las experiencias internacionales se relaciona con fenómenos de polarización, debido a la parcialidad de quienes buscan instaurar sus versiones del pasado como verdades absolutas; presentando sus perspectivas como justas, inequívocas y absolutas. (CNRR, 2009). Este punto es de especial interés para el enfoque formulado en este libro acerca de la construcción de memoria histórica, debido al marco de reconocimiento de los miembros de las Fuerzas Militares en condición de víctimas del conflicto. Por ello, el ejercicio de construir memoria histórica debe ser responsable al analizar los hechos en su conjunto, recopilando tanto las memorias de los aspectos loables de las comunidades de pertenencia, como los desaciertos cometidos. Por esto, se afirma que todo ejercicio de construcción de memoria, teniendo en cuenta el contexto colombiano, debe ser democrático: reconociendo y respetando la diversidad de voces y de subjetividades en su interpretación (CNRR, 2009). De acuerdo con lo anterior, “una memoria de las víctimas que busca sentar las bases de un futuro más democrático debe considerarlas con sus proyectos sociales y su búsqueda de soluciones a los problemas que confrontaban sus comunidades de origen” (CNRR, 2009, p. 34). De igual forma deben considerarse como individuos o colectivos que aún cumplen diversos roles en diferentes ámbitos de sus vidas, lo que incluye considerar sus logros personales, sus contextos, sus estrategias de superación de traumas y de construcción de comunidades y proyectos de vida, etc. Frente a estos mecanismos y dinámicas, la posibilidad social de afrontar el pasado de violencia implica reconocerlo como un asunto que no es únicamente privado y propio de las biografías e historias individuales, sino que “también concierne al ámbito social y público y que puede ser resignificado en los rituales del reconocimiento social, en los procesos judiciales y en las reparaciones que correspondan” (CNRR, 2009, p. 32). Otra de las tensiones a considerar ocurre entre la memoria y el olvido. Esta debe tenerse en cuenta al menos de dos maneras. Por un lado, las reflexiones recopi-


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ladas por el Centro Nacional de Memoria Histórica nos dicen que la memoria no está fijada en las víctimas (CNRR, 2009). Esto quiere decir que “la misma víctima, en diferentes momentos, puede narrar diferentes versiones de los mismos eventos, algunas veces enfatizando algunos episodios y otras minimizándolos” (CNRR, 2009, p. 39). En ese sentido, es necesario tener en cuenta que la memoria funciona a través de analogías, metáforas, exageraciones, supresiones y minimizaciones, que no deben ser evaluadas como verdaderas o falsas, sino como representaciones simbólicas que expresan las marcas emocionales que dejaron las vivencias en las víctimas. (CNRR, 2009, p. 39) El olvido debe entenderse también como un derecho de las víctimas. Por lo tanto, “ya sea que las personas bloqueen psicológicamente hechos traumáticos o que decidan callarlos para no revivir sufrimientos o sentir vergüenza, es necesario reconocer y respetar como derecho irrenunciable el derecho al olvido o a guardar silencio” (CNRR, 2009, pp. 40-41).


Capítulo 4

Reflexiones sobre el derecho a la verdad y la construcción de la memoria histórica

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n este apartado se exploran definiciones generales sobre el derecho a la verdad y su materialización, así como el papel de las víctimas del conflicto y otros actores respecto a este derecho. Adicionalmente, se abordarán los posibles escenarios en los que las Fuerzas Militares. podrían participar para aportar al esclarecimiento de la verdad y la construcción de memoria histórica, como reflexiones que permitan abrir o contribuir al debate nacional sobre el tema. Para comprender esta noción es fundamental situarla en el marco de los esfuerzos contra la impunidad y la protección de las víctimas de conflictos armados promovidos por las Naciones Unidas desde los años noventa, a partir de los estudios realizados por Louis Joinet (1996) sobre impunidad y Theo van Boven (1993) acerca de medidas de reparación. Estos estudios se constituyeron en sustento y antecedentes para la construcción y validación de los principios internacionales sobre la lucha contra la impunidad y el derecho a obtener reparaciones (Gallón y Reed, 2007, p. 13)12.

12 Nota del editor: Como señala Beristain las formas de reconocimiento de la responsabilidad por parte de las autoridades pueden ayudar constituir hechos históricos relevantes que ayuden al proceso de reconciliación. Pero al aceptar la reparación o las muestras de arrepentimiento los sobrevivientes pueden sentir ambivalencia: en cierto sentido significa dejar ir a sus seres queridos (Hamber, 2003). Las peticiones de perdón públicas y genuinas pueden tener un impacto significativo, pero si los actos no se relacionan con la verdad y la justicia pueden ser vistos como una estrategia del gobierno para cerrar el pasado demasiado prematuramente y manipular a los sobrevivientes (Beristain, 2005). Centro de Investigación en Conflicto y Memoria Histórica Militar • Bogotá, Colombia - 2016


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No obstante, es posible ubicar la emergencia y reconocimiento de este derecho en un contexto previo a estos esfuerzos, como bien lo señala Yasmin Naqvi (2006). Precisamente, en el Protocolo adicional I a los Convenios de Ginebra de 1949, se estipula el “derecho que asiste a las familias desconocer la suerte de sus miembros (…) y las obligaciones que incumben a las partes en conflictos armados de buscar a las personas dadas por desaparecidas” (Naqvi, 2006, p. 5). De acuerdo con lo formulado, las víctimas, tienen el derecho de conocer los responsables de las acciones violentas, lograr acciones efectivas contra la impunidad, ser reparadas y garantizar la no repetición. Así mismo, en perspectiva de memoria histórica, la reconciliación y superación de la violencia es un derecho que también se le abroga a la sociedad en general. Adicionalmente, desde distintos abordajes, el derecho a la verdad se relaciona estrechamente con el reconocimiento de la voz política de las víctimas, el cuestionamiento del pasado y los hechos ocurridos (Beristain, 2008a, pp. 72-73), así como con la promoción de espacios democráticos y deliberativos (Sánchez, 2008, p. 65). Basados en estas expectativas para su materialización, se ha recurrido a diversos mecanismos y espacios judiciales, no judiciales y de memoria histórica liderados por el Estado en su obligación por proteger y garantizar la veracidad de su historia: tribunales nacionales e internacionales, comisiones de la verdad, preservación de archivos, museos y centros de la memoria, entre otros (Arce, 2010; CNMH, 2014a). Por otra parte, aunque la verdad guarda un vínculo ineludible con la justicia, también se relaciona con la obligación estatal de promover ejercicios de memoria histórica. De este modo, se advierte que el derecho a la verdad y la construcción de la memoria histórica confluyen hacia un horizonte común. Al respecto, Beristain (2008a) afirma que “la justicia no está relacionada solamente con las violaciones del pasado, sino con la construcción de un sentido de justicia para que la democracia pueda consolidarse también en el presente” (p. 77). Esto se debe a que la verdad contribuye de manera fundamental a la recuperación y restitución de derechos de las víctimas, pero también tiene efectos restauradores y de transformación profunda de las sociedades involucradas en conflictos o graves violaciones a los derechos humanos (Naqvi, 2006, p. 11). Retomando las consideraciones anteriores, se entiende que el derecho a la verdad corresponde inalienablemente a las víctimas del conflicto armado, pero en perspectiva de memoria histórica al conjunto de la sociedad. Bajo este presupuesto la Ley 1448 de 2011, abrió la posibilidad de reconocer el estatus de víctimas a miembros de las FF.MM., exigiendo la apertura y el reconocimiento del derecho


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a saber, a exigir justicia por las violaciones al Derecho Internacional Humanitario (DIH), a ser reparadas y a participar en los procesos de construcción de memoria histórica nacional. En atención a lo descrito, difícilmente se discutiría la responsabilidad del Estado y de la sociedad en general de garantizar a los integrantes de las Fuerzas Militares que hayan sufrido por alguna violación al Derecho Internacional Humanitario; el avance en el esclarecimiento de la verdad, el juzgamiento de los responsables y las medidas de reparación que contempla la ley. Existen algunas reflexiones que deberían tenerse en cuenta al hablar sobre el papel de las Fuerzas Militares como institución del Estado colombiano en el esclarecimiento de la verdad y la construcción de memoria. Los procesos de justicia transicional demandan como condición trascendental para lograr la materialización del derecho a la verdad, el fortalecimiento institucional de la judicatura y la constitución de escenarios de verdad y memoria (Gallón y Reed, 2007, p. 17). Respecto al aporte de esclarecimiento de la verdad es importante considerar que la participación de las Fuerzas Militares en este terreno, debe evitar la desnaturalización de su trabajo y objetivos como institución estatal responsable de la seguridad nacional y, así mismo, respetar la independencia y neutralidad de las instituciones judiciales (Arce, 2010, p. 6). Es por ello que no debe confundirse la prioridad del esclarecimiento de la verdad a favor de la satisfacción del conjunto de víctimas del conflicto (independientemente de quién haya sido el victimario) con que los mecanismos de verdad y memoria sean espacios exclusivos para las víctimas civiles (Porras, 2015, p. 2). En las experiencias en este campo, ha sido fundamental contar con la participación de diferentes actores, incluidos los miembros de las Fuerzas Militares. Se reconoce, entonces, la responsabilidad de asegurar la participación, por un lado de las víctimas integrantes de las Fuerzas Militares en cualquier escenario judicial o no judicial, pero también la oportunidad de vincular de manera directa e indirecta a sus miembros en procesos de recopilación de archivos, toma de relatos y participación en la construcción deliberativa de la memoria histórica. En suma, la verdad es patrimonio y derecho de todos los colombianos y debe ser garantizada por una institucionalidad independiente y responsable ante el compromiso histórico que hoy se asume. La memoria es un ejercicio complejo de dialogo de diversas narrativas. Por tanto, se debe evitar que se imponga un relato sobre otro, a la vez que se busca construir una narrativa para cuestionar y superar el pasado violento, más allá de la verdad judicial que hará parte de la memoria. Se trata entonces de elaborar una narrativa que no promueva la impunidad ni la repetición de los


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hechos, pero que dignifique a las víctimas y reconozca su dolor permitiéndonos cambiar como sociedad al reconocer las diferencias de diversa índole (Beristain, 2008b, p. 78). El trabajo de esclarecimiento de la verdad y la construcción de memoria no deben conducir a legitimar discursos ni acciones que afecten los derechos de ninguna de las víctimas. En particular, se debe garantizar el derecho a la verdad, a la reparación y la restitución de la dignidad humana, promoviendo mensajes que contribuyan a elaborar una memoria democrática y compartida. Este tema cobra especial relevancia cuando se habla de construcción de memoria desde un actor con doble condición respecto a los estándares internacionales: víctimas en los casos de violaciones del Derecho Internacional Humanitario y combatientes como integrantes de las Fuerza Pública Nacional. En este sentido, el papel de la institucionalidad en el acceso efectivo al derecho a la verdad, debe sumarse a los ejercicios coordinados y dirigidos por otras entidades que representan amplios sectores de la sociedad, trabajando desde la rigurosidad académica y la apertura al trabajo con otros tipos de víctimas reconocidos por la ley. De esta forma, se puede contribuir a materializar los principios democráticos que deben guiar la construcción de la memoria histórica sobre el conflicto armado en Colombia.


Capítulo 5

The memory project: una experiencia exitosa de construcción de memoria historica

N

umerosas experiencias de construcción de la memoria alrededor de hechos traumáticos para la humanidad se han realizado en los últimos años. Algunas de estas experiencias de construcción de memoria se han concentrado en la recuperación y difusión de los significados de los “lugares de la memoria” militar, espacios que fueron creados en determinado momento para recordar y celebrar un evento pasado de la historia militar, pero que con el tiempo algunos adquieren nuevos significados y otros son olvidados. Uno de los componentes más importantes de estas experiencias, es el dedicado a la recopilación de los relatos de las personas sobre las guerras. El valor de esos testimonios se estima ampliamente en la actualidad cuando se cumplen ya décadas de distancia de los hechos y las personas que los vivieron son personas de avanzada edad. En ambos casos es visible un afán por documentar y conservar los relatos y los símbolos de unas experiencias pasadas. Se exponen aquí un ejemplo que por su adecuado desarrollo, ha contribuido a estimular la construcción de la memoria en el ámbito militar. En el caso de la recuperación de relatos, en Canadá se realizó una recopilación y sistematización de los testimonios de cientos de participantes de la primera y segunda guerra mundial, de la guerra de Corea y de las experiencias de los cuerpos de paz de las Naciones Unidas en la mantención del estado de paz en distintas zonas. Se rescatan específicamente los relatos de los ciudadanos canadienses en la segunda guerra mundial y la guerra de Corea. “The memory project”, como se Centro de Investigación en Conflicto y Memoria Histórica Militar • Bogotá, Colombia - 2016


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denomina este trabajo, comenzó en 2009 con la recolección de relatos de participantes en la segunda guerra mundial. Con el paso de los años y el crecimiento del archivo generado, se comenzaron a recoger relatos sobre otros episodios de conflictos violentos en el mundo. El proyecto se gestó en “The memory project speakers Bureau”, existente en Canadá desde 2001 y patrocinado por el gobierno del país. En esta iniciativa participan veteranos de las guerras y militares activos quienes comparten sus experiencias en distintos espacios educativos y comunitarios, físicos y virtuales con otros ciudadanos canadienses de todas las edades. El archivo de este proyecto se encuentra digitalizado y disponible al público a través de la página web. Además de los cientos de testimonios expuestos, también hay fotografías, cartas, escritos e imágenes de objetos donadas por los militares participantes. Esta facilidad de acceso a través de Internet ha permitido que se logren intercambios y discusiones con diferentes instituciones a nivel mundial. “The memory project” es un ejemplo de una buena elaboración metodológica de la recuperación de la memoria militar. Los relatos de los militares se encuentran disponibles en su versión audio, así como la versión transcrita de los mismos, acompañado de la fotografía del militar participante y otros materiales relacionados que la persona haya aportado como fotografías de sus vivencias, de sus compañeros, objetos personales, medallas, documentos, cartas y otros elementos que ayudan a contextualizar su testimonio. Ahora bien, el trabajo metodológico y educativo que ha logrado este proyecto, expone solo el inicio del proceso de construcción de memoria y deja el camino libre para múltiples ejercicios y reflexiones. Esta etapa de trascender el relato de la experiencia es esencial para lograr los fines de la memoria: reconstruir sujetos internamente y mostrar a los sujetos externos unas realidades que desconocían. Al trascender el relato de la memoria se pueden configurar categorías amplias para entender un contexto específico, comprender los fenómenos que vive una sociedad, un grupo o una institución. Ejercicios como “The memory project”, muestran un camino a seguir y complementar por parte de Fuerzas Militares inmersas en otros contextos como es el caso del conflicto armado colombiano.


Conclusiones

A

lo largo de estas páginas se han abordado algunos de los debates que atraviesan la construcción de la memoria histórica y sus relaciones con la justicia transicional en particular en lo referente al derecho a la verdad, la condición de víctima y la participación de las Fuerzas Militares. En este marco se ha reconocido la importancia de que las Fuerzas Militares contribuyan a estos debates, para que sus historias se vean representados en los marcos institucionales de justicia, elaboración de escenarios de construcción de memoria histórica y búsqueda de la verdad. Uno de los debates más importantes sobre la construcción de la memoria histórica tiene que ver con el carácter selectivo de la memoria y en particular con las tensiones que existen entre la memoria y el olvido. Cabe mencionar que el dilema entre la memoria y el olvido se desarrolla alrededor del ya expuesto mandato internacional de los derechos humanos, que señala, además, la importancia de construir memoria, enfocando todos los esfuerzos políticos, sociales y económicos, a privilegiar el pasado y a reconocer las víctimas. No obstante, estos supuestos no están libres de ser cuestionados, en tanto que la construcción de ese pasado está sujeta a manipulaciones y formulaciones que pueden abusar de la memoria y paralizar los hechos y las víctimas en el pasado. En ese sentido, aunque son ampliamente reconocidos los usos pedagógicos de la memoria, existe una advertencia importante frente a su “sacralización” (Todorov, 2008, Ricoeur, 2008). Bajo estos escenarios, la posibilidad de aprendizaje se afecta y se fomenta el camino hacia el estancamiento. Partiendo de lo anterior y Centro de Investigación en Conflicto y Memoria Histórica Militar • Bogotá, Colombia - 2016


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de la necesidad que tiene el país para construir y establecer espacios de reconocimiento de las memorias que alimenten un futuro de convivencia pacífica y de reconciliación, se entiende la relevancia de la construcción y exposición pública de las memorias, las historias y los esfuerzos de las Fuerzas Militares en el cumplimiento de su labor. En esa medida, la visibilización de las víctimas miembros de las Fuerzas Militares y su experiencia para la memoria del conflicto armado, no pretende alimentar sentimientos de venganza o rencor, contrario a ello, busca que dentro de la construcción de memoria histórica se realicen balances transaccionales y que dignifiquen y exalten los esfuerzos hechos por los miembros de la Fuerza Pública. La dignificación de las víctimas en estos espacios es una apuesta por responder a su demanda de verdad y adicionalmente resulta un ejercicio importante para la construcción de memoria histórica nacional. Por esta razón, como parte de la responsabilidad institucional de las Fuerzas Militares de Colombia las víctimas pertenecientes a estas instituciones necesitan de una participación activa por medio de relatos y experiencias que construyan su memoria histórica. La cuál será importante difundir en los procesos alternativos de judicialización, para que se configure un panorama amplio del contexto del conflicto armado en el país. Adicionalmente, el ejercicio de memoria histórica militar, como ejercicio colectivo operará como legitimador y dignificado de las víctimas miembros de la Fuerza, pues hará visible su victimización y los esfuerzos que han emprendido para enfrentar su presente y proyectar su futuro. Hasta ahora, las iniciativas de memoria histórica han estado lideradas por el Centro Nacional de Memoria Histórica. Sin embargo, esta iniciativa ha resultado limitada a la hora de reconocer las víctimas pertenecientes a las Fuerzas Militares. Cabe recordar aquí que de acuerdo a la ley de víctimas 1448 de 2011, se contemplan a miembros de la Fuerza Pública como víctimas, siempre y cuando cumplan con los requisitos establecidos para esta categoría según el marco del Derecho Internacional y el Derecho Internacional Humanitario. En ese sentido, hacer memoria histórica militar resulta en esencia el marco para iniciar un proceso de visibilización de voces, narrativas y experiencias de los miembros de las Fuerzas Militares quienes representan una memoria colectiva que es indispensable reconocer dentro de las iniciativas de memoria histórica nacional.


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