Policy Paper 10

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BOGOTÁ—COLOMBIA BOGOTÁ - COLOMBIA MARZO 2017

POLICY POLICY PAPER PAPER #10 #6 SEPTIEMBRE 2017

CONSTRUCCIÓN DE LA ARTÍFICES DE LA MEMORIA MEMORIA HISTÓRICA: ESCUELACONCEPTUALES SUPERIOR DE GUERRA APORTES YPolíticas METODOLÓGICOS. del Olvido: Formas de Producción de

Subjetividades Históricas para la Memoria y la Reconciliación

ARTÍFICES DE LA MEMORIIA ESCUELA SUPERIOR DE GUERRA

CENTRO DE INVESTIGACIÓN CENTRO DE INVESTIGACIÓN EN CONFLICTO Y MEMORIA HISTÓRICAYMILITAR EN CONFLICTO MEMORIA

HISTÓRICA MILITAR


Políticas del Olvido: Formas de Producción de Subjetividades Históricas para la Memoria y la Reconciliación

AUTORES: Mayor Orlando Andres Villegas Zambrano 1 Phd Luis Felipe Vega 2

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Mayor Orlando Andres Villegas Zambrano Director Centro de Investigación en Conflicto y Memoria Histórica Militar.

Profesor Asociado de la Pontificia Universidad Javeriana, Doctor en Ciencia Política Universität Leipzig, Investigador en Memoria Histórica Militar. 2


Abstract El presente documento aborda desde la comprensión establecida por los griegos una lectura respecto a la memoria y la política a partir de la diferenciación entre guerra y guerra civil, la cual se traduce en formas de Memoria y de Olvido. A partir de esto, intenta plantear en una lectura sobre la historiografía de inicios del conflicto armado entre el Estado colombiano y las FARC-EP dicha relación, en procura de establecer herramientas para la construcción de nuevas subjetividades históricas como condición de los medios necesarios para la reconciliación en una sociedad que afronta el posconflicto.

Una de las dinámicas en las que se plantean los discursos de la memoria son los mecanismos de actualización de las violencias y de sus recursos como condiciones de una conciencia colectiva y medio de no-repetición. Sin embargo, al observar las dinámicas mismas de la memoria o de su escritura, se encuentran también ocultas aquellas referidas al olvido. En efecto, tanto en la Grecia clásica se establecían unas fronteras muy diferenciadas para su uso, que llegarán en las formas de la modernidad a indistinguirse en una superficie histórico-hermenéutica que oculta sus pretensiones políticas. Dicho lo anterior, la pretensión de este documento es indagar sobre una superficie corta, en referencia a una génesis del conflicto en la década de los 50, simplemente como una superficie que sirve de ejemplo para observar las interacciones la memoria y el olvido. Así, lo que se pretende mostrar en este trabajo es que las formas de superación de las violencias y, por ende, la constitución de nuevas subjetividades políticas advierte la necesidad tanto de una memoria como criterio hermenéutico, al igual del

olvido como condición de un consenso político. Esta ejemplificación orienta la reflexión sobre el olvido, como una forma necesaria para recuperar la memoria en una discursividad ética que supere las narraciones mitíco-heróicas que legitiman las violencias y sus continuidades, puesto que ellas actualizan dichas prácticas y cierran las puertas de cualquier posible No-Repetición. Así, el reto de una memoria histórica militar, será establecer desde esta forma binomial sus desplazamiento discursivo en procura de una real construcción de reconciliación social, así como de formas de pedagogía para la paz, como una posibilidad de experiencias de bondad y compasión aun existentes en los basamentos propios de la sociedad.

La Memoria y el Olvido: Hacia una Constitución de Genealogía de las Violencias.

Hablar de la relación entre la memoria y el olvido, sin duda orienta a la necesidad de establecer una genealogía de sus superposiciones en el marco de las violencias. En este orden de ideas apelar a la tradición griega, en especial al (404-403 a.c), periodo en el cual se condensa la guerra civil ateniense. En dicho orden de cosas se establece una diferencia radical entre Pólemos (Guerra) y Stásis (Guerra Civil), que desembocará en el gran periodo democrático de Demóstenes, a este respecto afirma,

desembocará en el gran periodo democrático de Demóstenes, a este respecto afirma, “En nuestra indagación sobre la stásis volvía así el tema de la condición de la relación originaria del parentesco entre los ciudadanos de Atenas que permitía reprimir el recuerdo de la Stásis” (Loreaux, 2008, pág. 29). 3


Esto conlleva a una proposición primera en dicha tarea genealógica; la memoria en Grecia es perenne en cuanto al Pólemos por cuanto permite establecer una correlación histórica en función de héroes o líderes militares, bien dibujada en la Iliada; en tanto que en la guerra civil o Stásis, la supresión de la memoria era la condición necesaria para la consolidación de la vida política. Así, se entiende la afirmación propia de Nicole Loreaux: “La política comienza cuando cesan las venganzas” (Loreaux, 2008, pág. 113). Ahora bien, ¿Cuál es el olvido del que se habla en dicho periodo de guerra civil ateniense? Sin duda, de aquel que abre paso al concepto de Amnistía como condición originaria de la democracia. Esto conlleva a una proposición primera en dicha tarea genealógica; la memoria en Grecia es perenne en cuanto al Pólemos por cuanto permite establecer una correlación histórica en función de héroes o líderes militares, bien dibujada en la Iliada; en tanto que en la guerra civil o Stásis, la supresión de la memoria era la condición necesaria para la consolidación de la vida política. Así, se entiende la afirmación propia de Nicole Loreaux: “La política comienza cuando cesan las venganzas” (Loreaux, 2008, pág. 113). Ahora bien, ¿Cuál es el olvido del que se habla en dicho periodo de guerra civil ateniense? Sin duda, de aquel que abre paso al concepto de Amnistía como condición originaria de la democracia. Así las cosas, el punto de partida es la posguerra que va a contraponerse a las composiciones de la historia, ya no en referencia a un entendimiento de aquello concebido como paz, en tanto fin de las violencias, sino en cuanto origen de la política; esto, no puede ser de otra forma que una actualización del Biospolitikós3 que se reinterpreta a partir de la superación de una guerra sangrienta por medio de la “prohibición

a las ciudades -dice Loreaux- de recordar las desgracias” (Loreaux, 2008). A diferencia de los procesos liberales de la modernidad, el olvido es la forma habitual griega de cerrar aquellos abominables episodios, y más aún, centrando su atención en los eventos posteriores a éstos que han sido producidos en el marco de una guerra civil acotada en el tiempo, factor muy diferenciado del concepto clásico de Pólemos, en el que la memoria que se hace de la guerra contra un enemigo exterior, es de orden inagotado, por cuanto funda un correlato de heroicidad cohesionador del “uno”, o mejor de la unidad propia de la pólis, sin embargo para la condición propia de la vida política, en términos de Platón, la guerra es una constante:

“Me parece, en realidad, que [el legislador] se ha percatado de la insensatez de muchos que no aprenden que la guerra siempre está íntimamente unida a todos, durante la vida, con respecto a todas las ciudades (...,) porque a lo que la mayoría de los hombres llaman paz (…) en cuanto a todas las ciudades, hay por naturaleza siempre una guerra no-declarada” (Platón, 2008, págs. Leyes I, 625 e y 626 a). En este orden de ideas, la Amnistía prohíbe el recuerdo no sólo por juramento sino por ley, de otra manera: “es prohibido recordar, ello en función de la paz social y la unión misma de la ciudad, la cual es traducida en relación a la democracia como condición de la igualdad entre los ciudadanos y con ella, la preservación de la ciudad, por cuanto dicha igualdad frater-

3. Cabe la pena citar el primer párrafo de la obra de Agamben, Homo Sacer I, para explicar esta comprensión de la vida política ya mencionado por Hannah Arendt en la Condición Humana: “Los griegos no disponían de un término para expresar aquello que conocemos con la palabra vida. Se servía de dos términos, semántica y morfológicamente distintos, aunque reconducibles a un ético común: Zoé, que expresaba el simple hecho de vivir, común a todos los seres vivos (animales, hombres y dioses), y bíos que indicaba la forma de vivir propia de un individuo o un grupo. (Agamben, 2002, pág. 9)

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na rompe rangos de inferioridad y superioridad, estableciendo un plano de relación social entre iguales (Platón, 2008, pág. 275). En síntesis, la memoria de la catástrofe de la guerra civil, necesariamente reconfigura políticas que se enfrentan con la historia, haciendo de los marcos interpretativos del pasado una legitimación de uso instrumental del olvido, o de otra forma una organización del olvido en función de la vida política del conjunto de la sociedad. Establecido lo anterior, la relación de superposiciones obliga a una pregunta sustancial: ¿Sobre cuáles olvidos, y en especial cuáles negaciones y renuncias puede refundarse la política, una vez superadas las violencias?

Modernidad y reconstrucción del Recuerdo: Pharmakón, Remedio y Veneno. Las superposiciones antes expuestas necesariamente nos trasladan a la comprensión liberal de la memoria, de suerte que al abandonar un poco la genealogía anteriormente presentada reaparece la función histórica de ésta en relación a una interpretación de los conflictos. En efecto, la modernidad establece un marco de indistinción en el uso del concepto de la guerra al establecerla, en el marco del derecho natural 4 como una condición propia de la naturaleza humana, así que dicha indistinción retrotrae el uso de la memoria como mecanismo de recuerdo y actualización de los fenómenos, en este caso violentos (Polianoff., 2011: 11).

Así las cosas, lo que se origina a partir de la función política de la memoria en la modernidad es, aquello que Nietzsche objetará de dicha relación de la memoria como historia, problema que aborda en el texto: “sobre la utilidad y el prejuicio de la historia para la vida [II intempestiva]. En este texto situado en la Genealogía de la Moral, en la primera sección ya Nietzsche , en especial establece esta discusión con la forma permanente del desarrollo de la civilización, llevando a una comprensión del pasado por fuera del naturalismo propio de un contractualismo liberal y de pretensiones absolutas en función de una “naturaleza humana”. A este respecto Nietzsche plantea (2013 43):

“Para determinar (…) los límites en que el pasado ha de olvidarse para no convertirse en sepulturero del presente, se tendría que conocer exactamente el grado de fuerza plástica de un hombre (…); quiero decir: esa fuerza para crecer por sí misma, ese poder de transformar y asimilar lo pasado y extraño” (Nietzsche 2013: 49). En este sentido la memoria trae el olvido y de esta manera no se establecen como una condición dialéctica en términos productivos. Por el contrario,

4. Anótese el concepto natural de guerra usado por Hobbes en el Leviathan: “De la desconfianza, la guerra. Dada esta situación de desconfianza mutua, ningún procedimiento tan razonable existe para que un hombre se proteja a sí mismo, como la anticipación, es decir, el dominar por medio de la fuerza o por la astucia a todos los hombres que pueda, durante el tiempo preciso, hasta que ningún otro poder sea capaz de amenazarle. Esto no es otra cosa sino lo que requiere su propia conservación, y es generalmente permitido. Como algunos se complacen en contemplar su propio poder en los actos de conquista, prosiguiéndolos más allá de lo que su seguridad requiere, otros, que en diferentes circunstancias serían felices manteniéndose dentro de límites modestos, si no aumentan su fuerza por medio de la invasión, no podrán subsistir, durante mucho tiempo, si se sitúan solamente en plan defensivo. Por consiguiente, siendo necesario, para la conservación de un hombre aumentar su dominio sobre los semejantes, se le debe permitir también (…) Fuera del estado civil hay siempre guerra de cada uno contra todos. Con todo ello es manifiesto que durante el tiempo en que los hombres viven sin un poder común que los atemorice a todos, se hallan en la condición o estado que se denomina guerra; una guerra tal que es la de todos contra todos. Porque la GUERRA no consiste solamente en batallar, en el acto de luchar, sino que se da durante el lapso de tiempo en que la voluntad de luchar se manifiesta de modo suficiente”. (Hobbes, 2002, págs. 51-52)

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El acto de recordar. Establece, simultáneamente el acto de olvidar. Así las cosas, la necesidad misma de volver a establecer una suerte de genealogía sobre los orígenes de la violencia, determina las dinámicas mismas de la producción de la política como pacto; las cuale sin duda, una vez superadas en la forma de posconflicto definen relatos y discursos de paz. De lo anterior se puede inferir aquello mismo que establece Ricouer, esto es; que la función histórica de la memoria en la dinámica de memoria y olvido es constitutivo de aquello que entiende Nietzsche como la suerte del rey Pharmakon: La memoria y el olvido cumple una función simultánea de cura y veneno. De este modo advierte Sofía Polivanoff: (2011: 12) “ Podríamos a su vez, afirmar que, así como la escritura es una amenaza no sólo para la memoria, sino también para la sabiduría misma, del mismo modo la historia puede ser no sólo un exceso de memoria, sino también atentar contra la vida”. Dicho esto, se entenderá con Polianoff que el olvido mismo no es ausencia de la memoria, sino que tiene su función en si mismo; ello de la mano de Nietzsche advierte que la escritura de la memoria debe hacerse rozando el olvido, que se encuentra anclado en la implicancia del trabajo del recuerdo. Así que establecer unas políticas de la memoria advierte la necesidad de un recuerdo y un olvido simultáneos, lo que sin duda arrastra a la necesidad de poder definir una construcción de la memoria y el olvido por fuera de la construcción ideológica. De otra forma, en términos del relato debe aparecer una lectura del espectro en el que memoria y olvido se entretejen sin superposiciones: El mito. Así la memoria construye sus correlatos míticos como mecanismos explicativos desde unas representaciones en las 6

cuales el determinismo sobre lo real es el factor determinante de su constitución.

Si la memoria y el olvido se establecen por fuera de la estructura misma de la ideología, se debe entender también que dicha construcción debe escapar de categorías tales como hegemonía y contra-hegemonía. En últimas las dinámicas de interpretación deben ser sus condiciones mismas de producción, de suerte que es la memoria y el olvido las dinámicas que constituyen las pedagogías para la paz, o de otra manera, más que la escritura, los medios por los cuales una sociedad supera los conflictos y establece las condiciones de un nuevo pacto político (Loreaux, 2008, pág. 62).

Memorias y Olvidos: Hacia una Genealogía del Conflicto en Colombia A partir de lo anterior, al pensar en la memoria y el olvido, es posible lanzarse a hacer una suerte de punto de partida para una genealogía de sus factores constitutivos en un marco de lectura histórica. En este orden de ideas, lo interesante, más que hacer una simple descripción de fuentes históricas en relatos linéales desde las mismas dinámicas de emergencia de sus narrativas, es tratar de mirar en esos espacios entretejidos de la memoria y el olvido, aquello no-visible (muy diferenciado de lo oculto) en los relatos de producción del conflicto en Colombia. En especial, como esos relatos adquieren condensación en procura de tratar de establecer hitos fundadores, y como se afirmó páginas anteriores, establecen una comprensión de heroicidad desde la configuración de imágenes heroicas como imagen colectiva fundacional.


Los recuerdos que marcaron sus maneras de institucionalización por medio de la escritura de las historias supusieron una cierta ausencia de visibilidad, y no de ocultamiento, de las variaciones tanto de las condiciones de los entornos nacionales y regionales, como de la dinámica misma de los actores en él involucrados, entendidos estos como legales e ilegales, definidos a partir de las formas de legalidad. En efecto, aquello que empieza a delinear estos mecanismos de tejido como Pharmakón, en cuanto cura y veneno, no son otro recurso que la emergencia de un plano respecto de las formas mismas de la colonización en regiones de frontera agrícola como la topología de las violencias, pero a la vez, como superficie imaginada de las relaciones de identidad (Pizarro y Melo , 2004, pág. 63). Así, los procesos que dieron origen a las confrontaciones se establecen a finales de siglo XIX como zonas de expulsión, pero que sólo durante la segunda mitad de siglo XX adquieren una visibilidad respecto al control del territorio y el desarrollo de gobiernos locales, relevancia en cuanto, la necesidad imperiosa de garantizar gobernabilidad acorde a los proyectos de exploración petrolera (1951) con Luis Emilio Sardi, y la política de tierras que sufre una transformación de la ley 200 de 1936 y la ley 100 de 1944 hasta la ley 135 de 1961 o de la reforma agraria5 . Del mismo modo, se empiezan a combatir estas primeras guerrillas con la aparición del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) en 1953- originadas por mecanismos privados de vigilancia y control del territorio a una institucionalización de un mecanismo de seguridad no militar para la supervisión y control territorial-, al igual que las in-

tervenciones militares como la “Guerra de Villarrica” (1954), (operaciones posteriores como el Plan Lazo bajo la conducción del Brigadier General Ruiz Novoa) (Valencia, 1993, pág. 201). Como podrá verse hasta acá, si se advierte el símil de Ricoeur de la cura y el veneno, puede entenderse que las imágenes contensivas de una suerte de forma de soberanía sobre el territorio, marcan una imagen del mismo en relación a una condición constitutiva de los poderes locales y/o subregionales. Esto en cuanto a las formas legales de expansión y consolidación de los actores estatales, quienes centraron dichos esfuerzos para establecer control del territorio y de la población, asumiendo la neutralización de dichas organizaciones emergentes, pero sin embargo, las dinámicas extractivas y expansivas entraron en confrontación con las representaciones que del uso de la tierra y del suelo habían consolidado, por una parte las poblaciones residentes de una primera migración de finales de siglo XIX y de mediados del XX (A, Ospina y L, Satibañez , 2000). Las mismas lógicas atraviesan las dinámicas de los grupos insurgentes, los cuales sufren una activa transformación como mecanismo de respuesta a la intervención estatal. En este orden de ideas, la conformación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), es una respuesta que aunque en principio se establece como resistencia, advierte un mecanismo de autoproducción. Ello sin duda, desdibuja la imagen tradicional de esta organización, esto por cuanto se afirmaría que su existencia está determinada por la existencia del Estado, tesis que parece perder capacidad, por cuanto las imágenes periféricas en las cuales la ausencia del Estado e incluso la poca capacidad de cohesión social del mismo figurarían su desaparición o no presencia en dichos territorios (Pécaut, 1986, pág. 159). Empero, las

5. Aparece citado en un documento de la facultad de ciencias humanas de la Universidad Nacional Sede Medellín, bajo el título de Rteforma Agraria. Recuperado de Internet (23. 07. 2017): http://www.bdigital.unal.edu.co/1472/3/186_-_2_Capi_2.pdf”: (…) Hernán Toro Agudelo, quien en 1957, planteaba el problema agrario en los términos de un latifundio improductivo asentado en las mejores tierras, y un minifundio asentado en las tierras de ladera, que a duras penas daban para la subsistencia. (18). Como propuesta sugería una política redistributiva de tierras, es decir una reforma agraria..

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formas de su constitución muestran un factor divergente, advierten unos mecanismos autónomos que deben ser leídos más allá de una simple contraposición dialéctica o de una esfera de distinción (amigo-enemigo) schmittiana. Sin duda, muestra de una radicalización autónoma de dicha construcción organizacional, se evidenciará en los asentamientos concebidos como áreas base, o posteriormente bautizadas por Álvaro Gómez Hurtado en el año de 1961 como las republiquetas comunistas; de las cuales se pueden enumerar cuatro: Sumapaz, Río Chiquito, Planadas, y Vichada. Estas unidades territoriales por invasión de tierras, organización como sistema de autodefensa y con pretensiones de gobierno y de mecanismos de desarrollo social son un primer intento de institucionalización de esta guerrilla en el marco de despliegue de los procesos entendidos como de segunda violencia en Colombia (Pérez, 2004, pág. 73).

lugar común ya observado por un sinnúmero de investigadores, empero lo anterior, lo que quisiéramos añadir a un punto tradicional de partida es que dicho proceso de institucionalización de las FARC establece un origen alternativo o desde la periferia social sobre la Nación entendida como contraposición al Estado instituye una procedencia autónoma, y junto con dicha contraposición la transformación de una suerte de ciudadanía resistente o reactiva (C, Echandía., F, Sánchez y M, Chacón, 2005, pág. 13). Esto sin duda, plantea el problema de la necesidad de establecer un primer horizonte de trabajo: Los relatos y las formas de asociación social desde las dinámicas de la expulsión a las periferias de frontera agrícola establecen unas representaciones de una nueva ciudadanía, o mejor, desde las dinámicas de los colonizadores agrícolas que están en el cuore de esta organización, la imagen de refundación de la Nación como una ampliación de reconocimientos En este orden de ideas, el factor sustancial que sociales. empieza a dibujarse como punto de encuentro entre la memoria y el olvido es que dicha Si se observa lo anterior, este es un elemento transformación de actores va a desarrollar unas interesante por considerar; ello, debido porque transformaciones locales y sublocales del con- se puede subestimar que este tipo de organizaflicto, puesto como se anotó en las primeras ciones no tengan su propio relato de Nación o, páginas de este documento, la relación entre en el mejor de los casos, que los construyen por pólemos y stásis; esto es en cuanto momento un sistema antagónico de valores. Hasta acá el histórico y forma política, enmarcan un horizon- primer paso para establecer una dinámica de te interpretativo común: Este es; el desarrollo de reconocimiento como actor histórico en el marun proceso de institucionalización de las guerri- co de un conflicto sería el acto mismo de recollas como respuesta a la ausencia de política nocer que existe un propio relato de la nación pública y social del Estado en los territorios de y no necesariamente por contraposición con el periferia, no es el momento único y constitutivo proveniente de un horizonte histórico demarcapara la interpretación sobre la legitimidad de las do por las clases políticas de la región de centro violencias como mecanismo legitimo ante la au- del país; sino uno que si bien aparece por consencia estatal o forma misma de reivindicación traosción con las imágenes de Estado, mantiede la exclusión, es simplemente la deformación ne su autenticidad en el acto de refundación. de las dinámicas de colonización en procura de una institucionalización mimética; así, tratar de establecer un uso de fuerza legitima en dicho Dinámicas de Reconocimiento y Esproceso de institucionalización en una construc- pacios Simbólicos de las FARC: Reción sublocal en la que el Estado no establece cursos de la Enemistad Política y Disuna presencia permanente (Alape, 1986, pág. cursos de la Confrontación. 120ss). En principio se puede afirmar que este es un 8


En efecto, estas dinámicas de reconocimiento van a a atravesar la historia del conflicto como un eje discursivo que es persistente a pesar de las dinámicas locales o sublocales, es especial, para las FARC van a establecer un recurso de legitimidad para la confrontación y la deformidad de la imagen del Estado en el marco al interior de éste. Así, las construcciones que se harán de las Fuerzas Militares estarán siempre en las formas de confrontación con una narrativa paralela de Nación. A partir de la primera conferencia en el año de 1965, se establecieron las radicalizaciones de dicho relato, pero simultáneamente los mitos fundadores que alimentan en secuencias discontinuas los discursos o la génesis al menos, de discursos nacionales: “A las zonas recuperadas nunca llegó la inversión prometida por el gobierno, lo que permitió que la guerrilla se las tomara al poco tiempo y estableciera en ella una sede permanente de operación” y “Los planes socio-económicos preparados por el Ejército para rescatar las áreas afectadas no se ejecutaron, excepto en Río Chiquito, antigua reservación indígena.6 ” Este mito fundador que aparece después de la Operación Marquetalia va a definir los basamentos de los meta-relatos respecto de la imagen de la Nueva Colombia. En este sentido, y siguiendo el contexto histórico y su premisa proposicional, es importante validar dicha dinámica al analizar el mismo discurso del 7 de enero de 1999 hecho por Pedro Marín, alias Tiro Fijo, quien remite construcción de un relato de Nación desde la periferia excluida como marco de legitimación de las violencias. Ello ocultando la naturaleza de las mismas y cubriéndolas en un marco de legitimidad desde la confrontación. Acá aparece lo oculto y realmente lo paradójico; esto es: Las FARC legitiman su historia por una violencia de la cual son víctimas, pero ante la cual se conciben como mecanismos de autodefensas, empero, su naturaleza expansiva y su relato de refundación de la nación obliga a una condensación de acciones violentas dirigidas no como respuesta

sino en cuanto a una pretensión de soberanía expansiva, las cuales bajo el manto de la construcción de víctima social, establece un recurso de legitimidad mítico (Marín, 2005): “ Reciban de las FARC-EP un cordial saludo de bienvenida y al mismo tiempo nuestros agradecimiento por honrarnos con su presencia en este trascendental acto público que hoy nos congrega aquí, en la plaza de San Vicente del Caguán. Por primera vez en 34 años de confrontación armada declarada por el Estado en 1964, a 48 hombres con la asesoría militar y ayuda económica del Gobierno de los Estados Unidos, quien le entregó 500 millones de pesos al Presidente de ese entonces Guillermo León Valencia, para acabar con las supuestas Repúblicas Independientes, que existían tan solo en la mente del Parlamento, en cabeza del Doctor Álvaro Gómez (que en paz descanse), quien promovió un fogoso debate en el Congreso contra estas, para justificar la represión”. Obsérvese que el mito fundador oculta la violencia como repuesta legítima y ya de antemano en el campo de la no-visibilidad se pretende una soberanía popular paralela persistente. Continua: “mientras no lo hizo, con la real República Independiente situada en Loma Linda (Meta); santuario norteamericano, donde permanecía un gran número de ciudadanos de este país, armados y sin ningún control estatal, a cuyo campamento no podían entrar ni los Generales colombianos. Motivados por el Doctor Gómez, el Congreso facultó al Presidente y a los Altos Mandos Militares, para que nos pasaran la cuenta de cobro por haber enfrentado las dictaduras de Laureano Gómez y el General Rojas Pinilla, a pesar de haber sido nosotros amnistiados e indultados por una ley del Parlamento”. En este apartado, la función del discurso es la deformación del Estado como mecanismo justificador de las pretensiones de la autonomía soberana, o al menos supertensión constitutiva.

6.“Informe Especial: Marquetalia 35 años después”, Revista Semana, 31 de mayo a 7 de junio de 1999, no. 891.

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El mecanismo legitimador avanza bajo la forma de la expropiación, pero anótese , que de antemano se plantea que se posee a partir de dicha victimización una no-visibilidad de un horizonte de desarrollo de esta nueva forma de soberanía alterna; la cual, de antemano ya deja en entredicho de la disfuncionalidad constitucional para asumir los nuevos retos que plantea esta nueva comprensión nacional desde las periferias “Huyendo a la represión oficial, nos radicamos como colonos en la región de Marquetalia (Tolima), donde el Estado nos expropió fincas, ganados, cerdos y aves de corral; extendiendo esta medida a miles de compatriotas por no compartir con la política bipartidista del Frente Nacional. De paso le cerraron las puertas a nuevas corrientes políticas en vías de crecimiento, convirtiendo las elecciones en una maquinaria excluyente, solo para beneficio del bipartidismo liberal- conservador; quienes eran los únicos que podían elegir a sus representantes, porque así lo consagraba la Constitución” (Marín, 2005). Como se observa, el mito es un recurso reproductor de violencias, a la vez es una construcción heroica del pasado como pólemos, en el marco de una confrontación política a la forma de una guerra civil en tanto stásis. Esta dinámica del relato de la exclusión va a ocultar los recursos narrativos por los cuales se va a constituir a las Fuerzas Militares como directos responsables de las violencias, en tanto que el aparato ideológico oculta la función heroica del relato mítico fundacional. Así, se entenderá que se olvida los intentos de los primeros programas para el desarrollo social adelantados por el Ejército en 1953, pero se radicalizaran los discursos de la expropiación y la violencia a través del Plan Lazo. Así las cosas, el elemento central sobre las responsabilidades se constituye con unos mar10

cos ocultos y flexibles que asientan dinámicas de legitimidad en términos institucionales, y particularmente como línea fuerza de un pacto político una vez superadas las violencias (Pulecio, 2006, pág. 84). De otra forma, la narrativa que deforma al Estado y particularmente a las Fuerzas Militares, establece los mecanismos de ocultamiento y visibilidad, a través de los cuales se constituye el enemigo histórico, y a partir de un relato epopéyico, funda los relatos históricos; estos a partir de sus autonomías y dependencias establecen los marcos de representaciones sociales que se construyen como sistemas valorativos morales en confrontación.

A Manera Conclusiva: La Necesidad de un Olvido Activo En este orden de ideas, la construcción de mecanismos de reconciliación, tanto desde la tarea de la Memoria Histórica de las Fuerzas Militares, al igual que por parte de las FARC-EP deben procurar a la propensión de representaciones conjuntas de subjetividades históricas, las cuales, sin duda, desplieguen no sólo narrativas sino acciones políticas que sobrepasen las narraciones recurrentes de la confrontación armada (Pizarro y Peñaranda, 1991, pág. 197). En efecto, la memoria como se ha planteado antes,

es un mecanismo interpretativo más que un conjunto de colecciones de relatos que establecen lógicas que obligan a recordar los basamentos de estas nuevas subjetividades históricas, y dejar en el límite del olvido aquellas que no se consolidan en una dinámica constitutiva de consenso político como puede ser entendido un proceso de negociación y acuerdo. Los medios de esta Memoria-Remedio y sus formas de despliegue en dicho horizonte de producción de subjetividades, debe superar las imágenes tradicionales de hegemonía y contra-hegemonía, con los cuales se han llevado


dichas distinciones a escenarios ideológicos Bibliografía (Polianoff, 2011: 17). Lo importante hasta acá, es que en forma simultánea el Olvido-Veneno, A, Ospina y L, Satibañez . (2000). Los dividendos de la mentitrae consigo la premisa de una reconciliación ra: El proyecto histórico estratégico de la subversión en Cosocial necesaria, la cual no obliga a la tarea de lombia . Valledupar : Lito Mundo . un revisionismo histórico, sino a la necesidad Agamben, G. (2002). Homo Sacer I . Madrid: Pretexto . de recuperar microhistorias que estén a la base de las producciones discursivas de los micro- Alape, P. (1986). Los Sueños y Las Montañas. Bogotá: Planeta. rrelatos nacionales, como horizontes morales C, Echandía., F, Sánche que van a devenir significaciones colectivas. z y M, Chacón. (2005). Conflicto, Estado y Descentralizado: Del Social a la disputa armada por el control local, 1974Los relatos de una memoria del conflicto y de progreso 2002. Análisis sobre la expansión geográfica de las FARC-EPla constitución de los individuos como sujetos EP. Documento CEDE 2005-33. emergentes, abandona la pretensión de las hisE, Pizarro y O, Melo . (2004). Una Democracia Asediada. Balantorias oficiales y propone una lectura desde el ce y Perspectivas del Conflicto Armado en Colombia . Bogotá: reconocimiento de otro actor constitutivo de lo Norma. político (Ricoeur, 1999, pág. 82 ss). E, Pizarro y R, Peñaranda. (1991). LAS FAR (1949-1966): De la

Así, al asumir que la memoria desde el tejido de aquello que se recuerda al igual que la determinación de aquello que se procura olvidar establecen, superadas las violencias a partir de una condición ética para una política del futuro, en especial en cuanto a un correlato dialógico que constituye una pretensión comunicativa de la reconciliación social, la cual logra abandonar la erradicación de una dinámica marginal, legitimadoras de imágenes y representaciones del pasado, que obligan a estas nuevas subjetividades históricas a dar respuestas de reparación y no repetición, en el marco de un nuevo consenso político como manifestación de la compasión y la bondad aun persistentes en la sociedad.

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������ POLICY ����� PAPER �� #10 ARTÍFICES DE LA MEMORIA �������������� �� � � ESCUELA SUPERIOR���� DE GUERRA ������������ �� �������� ������������� Políticas del Olvido: Formas de Producción de Subjeti � ��Históricas ����para���� ���� vidades la Memoria y la Reconciliación Carrera 11 11 #102 - 50 Carrera #102 - 50 Bogotá - Colombia Bogotá - Colombia Conmutador (571) 620 4066 - 629 8980 Conmutador (571) 620 4066 - 629 8980 cmhm@esdegue.mil.co www.memoriahistoricamilitar.mil.co cmhm@esdegue.mil.co www.memoriahistoricamilitar.mil.co


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