COMPARTIENDO N° 01
¡Por una vida productiva, sana y feliz; libre de transgénicos!
Domingo, 1deenero2023
• CALENDARIO AGROECOLOGICO 2023
Editor: Fernando Alvarado de la Fuente
E-mail: bioferdi@hotmail.com
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NOTICIASYEVENTOSDELA SEMANA
AGENCIA DE NOTICIAS BIODIVERSIDADLA
Alimentos agroecológicos y caminos comunes
En esta nota, el autor de las cartillas “Suelos, aguas y semillas. Un acercamiento a la producción agroecológica de alimentos” retoma esos textos para reflexionar sobre los vínculos entre la Soberanía Alimentaria y la Agroecología, es decir, entre el horizonte político y el camino hacia un sistema alimentario diverso y una sociedad más justa.
Por Fernando Frank para la agencia de noticias BiodiversidadLA
Las cartillas “Suelos,aguas y semillas.Un acercamiento a la producción agroecológica de alimentos” tienen un objetivo muy concreto: acercar algunas palabras, ideas, prácticas y principios a quienes inician su camino en la producción agroecológica de alimentos.
Quienes participamos en espacios de defensa de la vida y las culturas campesinas e indígenas, muchas veces decimos “NO”: no a los agrotóxicos, no a los monocultivos, a los desmontes, a la contaminación, a los alimentos que enferman, etc. Estas cartillas son un ejemplo de decir “SÍ” a las propuestas de transformación necesarias. Éstas van de la mano de las luchas de los pueblos organizados del mundo, sobre todo de Nuestra América, y se articulan en torno a dos conceptos claves: Soberanía Alimentaria y Agroecología.
Es importante, como explica La Vía Campesina, entender el vínculo entre estos dos paradigmas. El objetivo político estratégico, de transformación histórica, es la SoberaníaAlimentaria.Y, para esto, la Agroecología es una herramienta clave. Es importante entender que este vínculo integral ya está fuertemente articulado en muchos territorios y es muy sólido. Perder esto de vista puede llevar a conceptos débiles y errados: la Soberanía Alimentaria sin Agroecología es un discurso vacío. Y la Agroecología sin SoberaníaAlimentaria es un mero conjunto de tecnicismos. En otras palabras, los dos paradigmas son en realidad uno sólo: la Agroecología para la Soberanía Alimentaria.
Producir alimentos diversos, sin venenos y sin patrón Producir alimentos sin venenos, con la fuerza de nuestro trabajo, para nuestras familias, amistades y poblaciones cercanas es la actividad cotidiana de muchísimas personas y comunidades. Necesitamos que se sumen más personas a esta tarea. Esto, de distintas formas, en distintas escalas, es algo que sucede en muchos territorios. A las comunidades campesinas e indígenas cada tanto se acerca alguien que se siente expulsadx de las ciudades. Quizás es alguien con historia de vida en territorios rurales, quizás no. También vemos cómo en territorios urbanos y periurbanos, en escuelas y salas de atención de la salud, en terrenos públicos o en parques, hay personas que se deciden y empiezan a generar la novedad: producir alimentos donde antes no se hacía.
Hay una dimensión fundamental en esto: el encuentro humano. Es una buenísima noticia cómo se han multiplicado en los últimos años la cantidad y calidad de los encuentros de intercambio de semillas, de alimentos, de saberes, de ideas, de investigaciones vinculadas a algo tan cotidiano y diverso, algo tan personal y tan político: producir alimentos sanos.
¿Cómo accedemos a los medios de producción?
Para quienes están decididxs a producir y saben hacerlo, acceder a la tierra muchas veces es muy difícil. Las “patas” de la producción son varias, y son todas importantes: tierra, agua, herramientas,
saber hacer y, para los casos en los que venderemos excedentes, espacios de comercialización justos. Para esto son importantes las políticas públicas y, sobre todo, las luchas organizadas de los movimientos sociales. En nuestra opinión, hay mucho para aprender de quienes se han organizado en este sentido (productorxs y consumidorxs), con el objetivo de lograr y sostener los medios de producción en manos de quienes producen alimentos sanos. El consumo organizado puede facilitar mucho la producción, asegurando mercados y apoyando a las personas que producen a que logren acceder a los medios de producción.
En las cartillas, además de ver aspectos específicos, técnicos en algunos casos, vemos algunos conceptos políticos vinculados a la desigualdad en el acceso a la tierra, el agua y las semillas para producir. Estas limitaciones tienen que ver con la mercantilización, que hace que los medios de producción sean limitados y cada vez más caros. En algunos casos, las empresas capitalistas concentradas, por medio del acaparamiento, planifican la escasez, en territorios que tienen más que suficientes bienes comunes para garantizar el acceso para todxs. Claramente, la producción de alimentos sanos está en riesgo y defenderla es un desafío político importante.
¿Cómo se revaloriza el trabajo de producción de alimentos?
Dentro de las muchas tareas culturales que afrontamos, una clave es aportar a devolverle el valor social a la producción de alimentos. Las sociedades actuales muchas veces valoran, en términos exitistas de prestigio y de ganancia económica, a muchos trabajos de profesionales, especialistas y oficios, a la vez que desprecian a quienes producen los alimentos que consumen. Hay una tarea, de divulgación y educación cultural, vinculada a difundir la realidad concreta, las dificultades y las potencialidades de quienes producen los alimentos. Un espacio para esto son los ámbitos educativos: producir en las escuelas, cocinar, visitar cultivos agroecológicos, hacer experiencias vivenciales.Todo esto puede hacer que muchos niños y niñas tengan experiencias que les permitan dimensionar el esfuerzo y el orgullo de producir parte de lo que consumen.
Producir un poco de lo que comemos es una forma muy directa de entender todo elesfuerzo, tiempo y riesgos que implica producir alimentos. Quienes se dedican a esto, aunque sea un poco, pueden comprender con más facilidad la complejidad de la realidad de los territorios rurales y productivos.
Hacer y proyectar futuros posibles
Decía José Martí que “hacer es la mejor manera de decir”. En la escucha de las acciones y luchas de los pueblos, están las claves para la discusión del futuro.
La política es gestión de conflictos y proyección de futuro. En lo alimentario, vemos muchos conflictos abiertos: por los precios, por la calidad, por la disponibilidad en territorios alejados de los centros urbanos, etc. Además vemos, de la mano de los paradigmas de la Agroecología y la Soberanía Alimentaria, muchas propuestas transformadoras, concretas y diversas, que prefiguran un futuro más justo, articuladas en torno a las luchas por el acceso a la tierra y el agua para producir y en defensa de las semillas.
Plantear estos temas en clave política hace que veamos la dimensión colectiva. Cuando los esfuerzos individuales o familiares toman dimensión comunitaria y masiva, se puede ver la potencia de la coherencia entre el decir, el hacer, el pensar y planificar el futuro.Así lo entendía Paulo Freire, que invitaba a pensardesde los sueños y la esperanza, desde donde los pies pisan,con perspectiva histórica y transformadora. Es importante sostener los esfuerzos en lo práctico, a la vez que se toman en cuenta las dimensiones histórica y territorial de las disputas por el acceso a los medios de producción. Y, además, pensando en las distintas formas de construcción de poder, en el sentido de aumentar la claridad de las propuestas y la potencia de transformación de las mismas.
La dimensión tecnológica
Los aspectos tecnológicos son importantes. Desde nuestra perspectiva, es muchísimo lo que se ha avanzado en ese plano, por lo que no vemos limitaciones a las producciones desde la dimensión técnica.Afirmamos, sin miedo a errarle, que en cada territorio, en cada tipo de clima, en cada altura; sea en zonas áridas, periurbanas o muchas otras, hay experiencias, semillas y prácticas que relatan una historia productiva sobre la que cada persona que se sume a cultivar puede abrevar, acercarse a escuchar y aprender: esa ha sido la tarea silenciosa, cotidiana, humilde y poderosa de las muchas
generaciones de comunidades campesinas, indígenas y criollas, a lo largo y ancho de nuestro continente.
Como explicamos en las cartillas, muchas veces vemos que quienes lo intentan fallan en algunas cuestiones básicas. La clave es preguntar a personas con experiencia. También a profesionales, pero sobre todo a colegas de la producción, del mismo territorio en el que vamos a cultivar, o de territorios similares en suelos, climas, cultivos e historia productiva. Qué sembrar y cómo son preguntas abiertas, para las que trabajaremos buscando la diversidad. La experimentación con cultivos nuevos puede servir más si se experimenta colectivamente, si se comparten las experiencias,las observaciones y los errores.La clave está en los intentos,en probarmuchas cosas. Adaptarse a nuestras condiciones, que pueden tener limitaciones como poca tierra, escasa agua, suelos degradados o poco tiempo. Con un plan y con objetivos claros, al mismo tiempo que producimos vamos a ir encontrando oportunidades de experimentar, aprender y proyectarnos.
La propuesta del sistema capitalista es el éxito individual, la competencia y el aislamiento. Contra esto luchamos. Y desde la alimentación, en sentido amplio, tenemos muchísimas oportunidades de desarrollo personal y colectivo. La alimentación en general, los espacios productivos, de comercialización y de intercambio, son espacios de encuentro, enseñanza y aprendizaje, sobre los temas más diversos. También puede ser una forma de encuentro el ayudar a alguien que está produciendo, acercarse y observar los ciclos de sus cultivos, las técnicas de riego, poda, siembra, labranza, etc. En ese camino podemos, además, encontrar otros espacios en los sistemas alimentarios: la comercialización, la cocina, la docencia, la investigación, etc.
La diversidad y complejidad
En las cartillas establecemos que ni los aspectos tecnológicos ni los políticos se resuelven con planteos simples ni lineales. Necesitamos, sí, tener ideas claras y principios fuertes. Y también necesitamos pensarnos en relación con otras personas, otras ideas, otras prácticas, otros territorios y otros momentos históricos. La diversidad es el valor y la condición de la vida. También de la alimentación y de la cultura. Las AgriCulturas tienen esto muy claro. Volvemos a lo que ya planteamos: la dimensión del conocimiento, de la experimentación, del aprendizaje y la enseñanza son fundamentales. Es importante tanto la diversidad de la naturaleza (biodiversidad), como la diversidad agrícola y cultural.
Dentro de las Agroecologías también hay muchas propuestas diversas y, en muchos casos, complementarias: las agriculturas campesinas indígenas, la agricultura biodinámica, la permacultura, la producción biointensiva, las agriculturas regenerativas, etc.
La necesidad de masificación
Los agronegocios crecen no por tener propuestas más eficientes, sino por detentar impunidad regulatoria y subsidios continuados (en investigación, en créditos, en forma de subsidios directos ante emergencias, en exenciones impositivas, etc.). Parte de nuestras luchas es cuestionar esta producción, generadora de desigualdad, que fortalece económica y políticamente a los poderes más concentrados.
Del lado de la Agroecología y la Soberanía Alimentaria, después de décadas de luchas, aprendizajes y desarrollo de propuestas prefigurativas, estamos en condiciones de afirmar que necesitamos el apoyo concreto del Estado y la sociedad, de manera integral, continua y suficiente, para avanzar en procesos de masificación. Esto es, llevar a escalas más grandes, en términos sociales, a las producciones, y aumentar el control de los territorios por parte de las comunidades. Podemos afirmar, basándonos en la experiencia, que cuando esto sucede se avanza muy rápidamente en términos de acceso al derecho a la alimentación, la eliminación de problemas ambientales y sanitarios vinculados a la exposición a agrotóxicos, el uso eficiente de las aguas, la defensa de bosques y humedales y la mejora de las condiciones laborales, entre otros.
Vivimos momentos en los que la alimentación moviliza las energías de la sociedad. Los procesos de enseñanza, aprendizaje, experimentación y observación tienen que ser amplificadores, masificadores. Deben ser, además, procesos sólidos, ágiles y sensibles a la diversidad de situaciones y problemáticas. Para esto es fundamental las voces de los colectivos organizados. La
política pública puede ser amplificadora, y sin dudas tiene que estar en lo regulatorio, en la promoción y la difusión. Pero, en nuestra opinión, el centro fundamentalestá en las voces colectivas del pueblo organizado. Esto es una condición indispensable para pensar en transformaciones, como la Reforma Agraria integral.
BioFuente: https://www.biodiversidadla.org/Agencia-de-Noticias-Biodiversidadla/Alimentosagroecologicos-y-caminos-comunes
MICROBIOMA HUMANO
Somos mitad humano, mitad bacteria: qué pueden hacer por nosotros los microbios que pueblan nuestro organismo
El microbioma es barrera protectora contra patógenos externos, modula el sistema inmune y ayuda a metabolizar alimentos. Pero tiene más funciones ocultas: la comunidad científica investiga su papel en la salud y en la enfermedad
JESSICA MOUZO
31 DIC 2022 - 23:20 PET
No estamos solos. Nunca del todo. Aunque no se dejen ver a simple vista y tampoco hagan ruido, uno siempre va acompañado de miles y miles de bacterias, virus, hongos y levaduras, arqueas y protozoos.Un inmenso mundo viviente de microbios puebla, en razonable armonía, la piel, la vagina, la boca, los pulmones y, especialmente, el intestino, para ayudar al ser humano en funciones tan elementales como protegerse frente a patógenos externos o metabolizar algunos alimentos. Es el microbioma humano, un complejo ecosistema de microbios que funciona como un órgano más dentro del cuerpo. Algunas de sus tareas esenciales ya se conocen, pero la comunidad científica trata aún de descifrar en profundidad su papel crítico en la salud y en la enfermedad: hay cambios en este micromundo relacionados con dolencias infecciosas, enfermedades autoinmunes e, incluso, la respuesta a fármacos oncológicos.
Un individuo es, en palabras del microbiólogo Ignacio López-Goñi, “mitad humano, mitad bacteria”. Es un poco de ambos porque en el cuerpo hay tantas células humanas como microbios de este tipo. “Nosotros tenemos unos 23.000 genes humanos, pero el conjunto de nuestros microbios puede albergar unos tres millones de genes. Algunos ya consideran a este microbioma como nuestro segundo genoma. Somos superorganismos en el que el 1% de nuestro genoma lo heredamos de nuestros padres y el 99%, de nuestros microbios”, sintetiza en su libro Microbiota: los microbios de tu organismo (Almuzara, 2018).
MÁS INFORMACIÓN
La evolución de los humanos está en tus bacterias
De todos esos minúsculos microorganismos que campan a sus anchas por el cuerpo, las bacterias son el gremio más común de lo que se ha dado en llamar microbiota o microbioma algunos expertos usan ambos términos como sinónimos, aunque tienen un matiz diferencial: el primero se refiere a la comunidad de microbios y, el segundo, a sus genes . “Se estima que en nuestro cuerpo sano habitan más de 10.000 especies bacterianas diferentes, de las que menos del 1% pueden ser potenciales patógenos”, refiere López-Goñi en su libro. La mayor diversidad bacteriana se encuentra en la boca y en el tracto intestinal.
La comunidad científica se ha conjurado para desentrañar qué hace y cómo se organiza esa amalgama de microbios que cohabita en los humanos. Y aunque algo han averiguado, aún falta mucho por saber, adelanta Jordi Guardiola, jefe del servicio de Aparato Digestivo del Hospital de Bellvitge de Barcelona y uno de los máximos responsables de la Unidad para el Estudio del Microbioma de su centro: “Lo principal que sabemos es que sabemos muy poco: el microbioma es extremadamente complejo”. Para José Manuel Fernández-Real, científico del Instituto de
Investigación Biomédica de Girona Josep Trueta, la microbiota es como la caja negra de un avión, “un registro continuo de la actividad diaria”, desde la comida al nivel de estrés o el estado de ánimo. “Es un volumen de información brutal que tenemos que ir desentrañando”, admite el experto, que también es científico del Centro de Investigación Biomédica en Red de Obesidad y Nutrición.
Cada microbioma es único. No hay dos iguales.Y cambian constantemente con la edad, los hábitos, la alimentación o el consumo de medicamentos. Hay unas 150 especies bacterianas dominantes, apunta Francisco Guarner, digestólogo y miembro del comité científico del Consorcio Internacional del Microbioma Humano. “En un estudio se demostró que solo había 18 especies que estaban en todos los participantes, pero en unos estaba al nivel de 1 y, en otros, al nivel de 10.000. No pudimos definir el núcleo esencial de las bacterias. No eran mezclas al azar, sino ecosistemas vivientes. Y va cambiando mucho: no es estático, pero es estable, siempre hay un equilibrio, un balance entre bacterias”.
La microbiota intestinal, por ser la más grande, variada y con más funciones orgánicas clave, es el área más estudiada. Su papel, apunta Guarner, es capital: “Tenemos un órgano, que es el colon, preparado para recibir bacterias y queremos que estén ahí para que nos ayuden a digerir alimentos. En el colon hay una bolsa, el ciego, donde se deposita lo que no pudimos absorber con el páncreas. Las células vegetales, por ejemplo, las digieren las bacterias en el ciego”.
Estimular el sistema inmune
La microbiota intestinal es, además, “un gran filtro del medio exterior”, tercia Fernández-Real: “Es un marcador de la dieta que hacemos, un transformador de muchas sustancias como un hígado antes del hígado , y es también una especie de sistema inmune que nos protege de elementos extraños”. De hecho, añade Guardiola, otra de sus funciones es estimular el sistema inmune: “Los microbios se relacionan entre ellos y con nosotros. Hay una conversación constante. En los primeros años de vida, es esencial tener un microbioma para desarrollar con normalidad el sistema inmune”.
En el microbioma influye la dieta, los medicamentos, fumar, el ejercicio físico, las enfermedades. El uso de antibióticos en la primera infancia, por ejemplo, puede ser un factor de riesgo que altere ese equilibrio microbiano. “El precio que tenemos que pagar para no morirnos de infecciones es que pueden aparecer enfermedades inmunomediadas. La mayoría de variantes genéticas detectadas como factores de riesgo de estas dolencias son genes que codifican aspectos relacionados con la microbiota”, sostiene Guardiola. Nacer por cesárea, sin impregnarse del microbioma vaginal de la madre, eleva el riesgo de asma o alergias y también la lactancia materna influye en la composición de la microbiota del niño y es clave para la creación de su sistema inmune. Los expertos apuntan a que los trastornos en el desarrollo de la microbiota durante la maduración del sistema inmunitario podrían deteriorar la tolerancia inmunológica y llevar a enfermedades autoinmunes.
La comunidad científica ha puesto elfocoen averiguarcon exactitud cuáles elpapeldelmicrobioma cuando alguien está sano o enfermo. ¿Una alteración del microbioma puede provocar enfermedades o son las enfermedades lasque modulan elecosistema microbiano?Probablemente, ambas cosas. Los investigadores de medio mundo están empezando a delimitar cómo median estos microorganismos en diversas patologías, pero no es tarea fácil acotar su influencia. “Seguramente, la microbiota es un factor más con el que no contábamos, pero no necesariamente el factor decisivo”, zanja Guarner.
Lo que saben seguro, explica este digestólogo, es que, en mayor o menor medida, esos microbios influyen “en cáncer de colon y mama, depresión, alergias, obesidad, diabetes tipo 2 y colitis ulcerosa”. “El factor común que sale en casi todas las enfermedades es la pérdida de diversidad y esto posiblemente esté relacionado también con dietas ricas en proteínas y grasas y pocos vegetales. La microbiota que teníamos en el colon para digerir esos vegetales se pierde y va desapareciendo”, sopesa Guarner.
En modelos en ratones, hay estudios que apuntan también a que la microbiota intestinal puede influir en la neurofisiología, en la conducta e, incluso, en el proceso de cicatrización de las heridas. También se encontró que puede afectar a la cognición y la ansiedad. Otra investigación, también
en modelos animales, sugirió que los microbios intestinales son potencialmente relevantes para enfermedades neurodegenerativas, como el Parkinson, y encontraron que “existe una diferencia significativa en el componente de los microbios en el intestino de los niños con y sin trastornos del espectro autista”. Las enfermedades periodontales, que se propagan por una alteración de la microbiota oral, también elevan el riesgo de enfermedad cardiovascular hasta un 25%.
En cáncer, se ha descrito que la alteración de la microbiota puede desencadenar inflamación y una respuesta inmunitaria que están relacionadas con el inicio de los tumores. Guardiola explica, por otra aparte, que también se está estudiando si una determinada microbiota puede predisponer a un tumor o no. Por lo pronto, añade, “se ha encontrado una relación muy clara entre el microbioma y la posibilidad de responder a la inmunoterapia”: “La microbiota de los pacientes que responden a inmunoterapia es distinta de la de los que no responden. Si esto lo pasas a animales de experimentación y les pones heces de pacientes respondedores a los ratones no respondedores, al final responden también. La microbiota tiene capacidad de influir en estos tratamientos y puede usarse como factor pronóstico o como tratamiento: hay estudios de trasplantes de heces para inmunoterapia”.
Trasplante de heces
Una dolencia estrechamente ligada a la microbiota es la infección por Clostridioides difficile, una bacteria muy resistente y que, en personas debilitadas, puede provocar una colitis leve (diarrea) o grave, con un megacolon tóxico que puede llevar a la muerte. Esta enfermedad se relaciona claramente con una alteración de la microbiota hasta el punto de que es el trasplante de microbiota fecal de un donante el tratamiento indicado para pacientes que no responden a las terapias convencionales. “En un 20% de los pacientes, la infección recurre. Luego, la posibilidad de recurrencia de nuevo ya asciende al 40%”, apunta Guardiola, que hace una veintena de trasplantes de este tipo al año en su hospital.
El estudio de la microbiota ha circulado por distintos derroteros, desde describirla hasta entender su función o aprender a modularla como herramienta terapéutica. En este último campo, el trasplante de heces, que repuebla el intestino del paciente con la microbiota fecal de un donante sano,ha sido una de las estrategias más esperanzadoras.Sin embargo,porahora,solo ha triunfado en la infección por Clostridioides difficile. Para intestino irritable, apunta Guarner, no fue tan bien. “En una enfermedad hay un defecto de algunas especies y una sobreabundancia de otras.Al coger las heces de un donante, trasplantas ahí unas bacterias buenas y otras malas y, a lo mejor, las buenas no encajan bien en ese intestino inflamado y las malas sí y aumenta la inflamación. Eso ha pasado en colitis ulcerosa, que unos trasplantes iban bien y otros no. El problema es que tú introduces un mundo con muchas bacterias desconocidas y la situación particular de cada paciente puede hacer que algunas no encajen bien”.
Guardiola, que ha puesto en marcha un banco de heces en su hospital, coincide en que, si bien el trasplante fecal es “una necesidad” para tratar la Clostridioides difficile, “para otros aspectos no ha ido tan bien como se predecía”, como en la enfermedad inflamatoria intestinal. Pero se sigue investigando, también con cócteles de bacterias “diseñados en el laboratorio y perfectamente caracterizados para que no haya sorpresas” con potenciales microbios desconocidos, apunta Guarner. La agencia reguladora americana (FDA) aprobó en noviembre el primer biofármaco de microbiota fecal preenvasada para la Clostridioides difficile.
Los científicos experimentan también con bacterias modificadas en el laboratorio para modular la microbiota y se siguen probando probióticos y prebióticos, aunque la eficacia de estos dos últimos sigue siendo escasa y muy controvertida. “Como idea, los probióticos son atractivos, pero en la práctica clínica pocas veces conseguimos casi nada”, concluye Guardiola. Coincide FernándezReal: “Hablar de probióticos que intenten cambiar la salud es difícil. Es como intentar mover un portaaviones con un puñado de moscas”.
Dieta mediterránea
La investigación continúa. Pero a nivel terapéutico, los expertos consultados abogan por empezar por lo que sí se sabe que es positivo: la dieta mediterránea. “Las personas que la siguen tienen lo más cercano que conocemos a un microbioma sano”, defiende Fernández-Real. Guarner
concuerda: “Hay que recuperar la funcionalidad de la microbiota, volver a dietas ancestrales, comer lentejas, pimientos y berenjenas”.
Sobre los entresijos del microbioma, admiten, hay un mundo por descubrir. Por ejemplo, el papel de los virus en ese intrincado ecosistema, apunta Guarner: “El viroma es lo más desconocido. Se han encontrado 35.000 virus en el intestino: el 98% son virus que afectan a bacterias, no a células humanas y, de ellos, el 75% no sabemos qué hacen”.
Por no saber, no saben ni siquiera saben cuál es exactamente “la definición de microbioma sano”, lamenta Fernández-Real. Y tampoco a dónde llega la influencia del microbioma. “Lo difícil es decir cuándo no influye. Lo que seguro se puede decir que está pasando es que nos hemos metido en un camino, durante los últimos 70 años, en el que se ha atrofiado mucho la microbiota. Al cambiar patrones nutricionales y de uso de antibióticos, se ha quedado atrófica”, señala Guarner
Queda mucho por hacer. Como “conocer mejor los mecanismos por los que la microbiota y el sistema inmune hablan entre ellos”, conviene Guardiola. Para Guarner, “la clave estará en detectar desviaciones críticas para el microbioma intestinal y encontrar métodos para corregirlas”. Fernández-Real, por su parte, propone una vuelta de tuerca: “No empeñarnos en cambiar las bacterias [de la microbiota], sino su función porque ellas seguirán con nosotros”.
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SOBRE LA FIRMA
Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.
BioFuente: https://elpais.com/salud-y-bienestar/2023-01-01/somos-mitad-humano-mitad-bacteriaque-pueden-hacer-por-nosotros-los-microbios-que-pueblan-nuestro-organismo.html