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ENTORNO

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AÑO 8 VOL. 1 2013

POLÍTICA SOBRE COLABORACIONES

COMITÉ EDITORIAL

EQUIPO DE TRABAJO DE ENTORNO

ENTORNO acepta colaboraciones de sus lectores. Los artículos recibidos deben estar redactados en formato WORD, con una extensión no mayor de 1,000 palabras; si incluye imágenes, deben estar en formato JPG con una resolución gráfica de 300 puntos por pulgada [“dpi”]. El Comité Editorial evaluará los artículos recibidos y se reserva el derecho de publicarlos o no, al igual que el derecho de editar, titular y/o solicitar la revisión de todo artículo. El Comité no devolverá el material recibido. ENTORNO no es responsable del contenido de los artículos publicados. Cada colaborador es responsable de la veracidad, precisión y autenticidad de su artículo.

Pilarín Ferrer Viscasillas

Editor Oscar Oliver-Didier editor@revistaentorno.com

IMAGEN DE LA PORTADA 1898-2010 / Jorge Carbonell Antonio

Presidenta CAAPPR

Olga E. Angueira

Directora Ejecutiva CAAPPR

Irvis González Colón Directora ENTORNO

Jorge Carbonell Antonio Rafael Pumarada Sánchez Omayra Rivera Crespo

Asistente al Editor Michelle Laframboise Calderín Diseño gráfico Sofía Sáez Matos disenografico@revistaentorno.com Correctora Amapola Caballero Moreno corrector@revistaentorno.com Ventas Yesenia Rodríguez ventas@revistaentorno.com T. 787.724.1213 ext. 102 | F. 787.724.3295 Almacén e inventario Fernando Ramos Impresión Model Offset Printing

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En ENTORNO queremos saber sus comentarios, sugerencias y opiniones. Por favor, ¡contáctenos! Para colaborar con ENTORNO o someter su artículo a consideración para ser publicado, escriba al Editor a la siguiente dirección: Editor, Revista ENTORNO Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico Calle del Parque #225, Santurce, PR 00912

editor@revistaentorno.com www.caappr.org

ENTORNO es la revista oficial de divulgación y difusión del Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico (CAAPPR). Tiene por objetivo promover el conocimiento, discusión y debate público sobre tópicos actuales y de interés público relacionados con la arquitectura, la arquitectura paisajista, el urbanismo, la cultura y el buen diseño en general. ENTORNO se publica dos o tres veces al año con una tirada de 3,000 ejemplares. Se distribuye gratuitamente a toda la matrícula del Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico, así como a miembros de la Rama Ejecutiva y Legislativa, a los alcaldes de Puerto Rico, y a diversas asociaciones profesionales, universidades y miembros de la prensa. La publicación también se distribuye a sus suscriptores y se ofrece para la venta al público general en establecimientos seleccionados que incluyen los principales museos, las principales librerías, y varios comercios especializados. Las expresiones vertidas en la revista no necesariamente reflejan la opinión del CAAPPR. Ninguna parte de la revista podrá ser utilizada o reproducida sin la autorización del CAAPPR. Derechos reservados CAAPPR, 2013.

Junta de Gobierno 2012-2013 * Arq. Pilarín Ferrer Viscasillas, Presidenta * Arq. José C. Joglar Castillo, Vicepresidente y Tesorero * Arq. Edgar Morell Rivera, Secretario * Arq. Nelson R. Rivera Rodríguez, Auditor * Arq. Manuel de Lemos Zuazaga, Director de Ejercicio Profesional * Arq. Karla M. Toledo García, Directora de Educación * Arq. Jaime E. Sobrino Negrón, Director de Asuntos Técnico Profesionales * Arq. Fernando L. Pagán Pantoja, Director de Asuntos Legislativos * Arq. Ent. Alfonso L. Nieves Vélez, Delegado de Enlace de Arquitectos en Entrenamiento * Arq. Psj. Ent. Tamara Orozco Rebozo, Delegada de Enlace del Instituto de Arquitectos Paisajistas


contenido_>

ENTORNO 09 Mensaje de la Presidenta Pilarín Ferrer Viscasillas 09 Mensaje del Editor Oscar Oliver-Didier 10 Colaboradores ARQUITECTURA 12 Historia en concreto:

el desarrollo de los morteros hidráulicos y el uso del cemento en Puerto Rico

56 DOSSIER: Patrimonio y memoria

Políticas de la memoria: patrimonio, identidad y exclusión en la modernidad Jorge L. Lizardi Pollock

La identificación, designación y manejo del patrimonio edificado de Puerto Rico Jorge Ortiz Colom

La valorización del patrimonio histórico: su efecto en la memoria Karen J. Cuadro Esteves

Las muchas propiedades de valor histórico en manos del Gobierno Juan Vaquer Castrodad

Beatriz del Cueto

17 La conservación defensiva:

protegiendo la disciplina de sí misma Manuel de Lemos Zuazaga

19 Entrevista de la Edición: Jorge Otero-

Pailos: temporalidad, creatividad y ansiedad en la preservación arquitectónica Marcelo López Dinardi

ARQUITECTURA PAISAJISTA 72 Breve historia de las estaciones

experimentales agrícolas Carlos E. Ortiz Malavé

CIUDAD

26 Crónicas de madera: 1 Madera viva por José R. Coleman-Davis Pagán 2 El valor de una estructura de madera es cero por Guillermo Acevedo Dávila 3 La experiencia de Ponce en Marcha y el Programa de Rehabilitación de Viviendas en su Sitio por Ricardo Miranda 4 La madera como paradigma sustentable por Carlos E. Betancourt Llambías

75 ¡Felices quinientos!: la designación del

34 La Casa del Marqués de La Esperanza Aníbal Sepúlveda Rivera

77 Inhabiting Detroit’s Ruins Entrevista a Catie Newell

Viejo San Juan a Monumento Histórico Nacional y el proceso para convertirlo en patrimonio mundial de la UNESCO Arleen Pabón Charneco Berenice R. Sueiro Vázquez ARTE Y DISEÑO

37 La Antigua Vaquería Experimental de la

Universidad de Puerto Rico en el municipio de Gurabo: un legado singular Thelma Valenzuela-Sánchez

41 Proyectos de la Edición: 1 La Casa del Rey, Dorado 2 Archivo General de Puerto Rico y Biblioteca Nacional, San Juan 3 Capilla Mayor de USC, San Juan 4 Escuela Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica, Ponce 5 Expansión Popular Center, Hato Rey

CODA 80 Reseña del libro: Hiram Bithorn: visión, icono y estadio Darwin J. Marrero Carrer 80 Reseña del libro: [CON]TEXTOS: El Parque Muñoz Rivera y el Tribunal Supremo de Puerto Rico Oscar Oliver-Didier


ATLANTIC. JOSÉ A. GANDÍA-BLASCO NOWOOD “Es un nuevo material tecnológico, 100% reciclable y exclusivo de Gandia Blasco fabricado a partir de una mezcla de fibras naturales y plástico, dando lugar a un producto que conjuga las mejores propiedades de ambos materiales. La peculiar combinación de estos materiales da al producto una textura cálida como la madera y garantiza un dilatado ciclo de vida. Por su gran resistencia, puede utilizarse en ambientes húmedos y en el exterior, manteniendo de forma óptima sus propiedades.” “A new technological material, 100% recyclable and exclusive of Gandia Blasco that mixes natural and plastic fibres to make a product that combines the best properties of both. The particular blend of these materials gives the product a warm texture similar to wood and guarantees a long life cycle. Extremely hardwearing, it can be used both in damp conditions and outdoor areas and still maintain its excellent properties.”

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MENSAJES

Pilarín Ferrer Viscasillas Presidenta CAAPPR

Me pareció una alegre coincidencia que en el 35 aniversario de nuestro Colegio esta edición número 22 de la revista Entorno esté dedicada a celebrar el patrimonio arquitectónico que nos define como país y como gente, y el que estamos llamados a cuidar y defender. El término patrimonio, según su definición, procede del latín patrimonium y se refiere al conjunto de bienes que pertenecen a una persona natural o jurídica. Los artículos aquí contenidos nos presentan diferentes posturas, retos y variedad de filosofías que giran en torno a este tema, que en ocasiones levantan pasiones y son motivo de controversia. Hay quienes prefieren el estilo de Viollet le Duc, de llevar las estructuras a su mejor momento como si el tiempo no hubiese pasado por ellas, mientras que otros abogan por dejarlas que evolucionen naturalmente, adap-

Oscar Oliver-Didier Editor El acto de conservar el patrimonio edificado levanta muchas preguntas e inquietudes difíciles de obviar. Y es que en el momento en que se comienza a asignar valor a un objeto cultural, dentro de un aparato ideológico complejo, se provocan más incertidumbres que certezas. Es por eso que en esta edición de Entorno se crea un espacio para hablar sobre la conservación del patrimonio edificado en una conversación abierta entre personas conocedoras del tema. En gran medida, y para sorpresa de algunos, la conservación histórica alude a un arreglo temporal antes que a uno espacial. La conservación y la preservación son instrumentos para detener el tiempo; una pausa artificial para conservar el pasado en el presente. El asunto se complica aún más cuando empezamos a entender que el tiempo, antes de ser enteramente natural, es una construcción cultural inestable

tándose a nuevas realidades y necesidades. Lo cierto es que nuestras vidas e historias las marcamos y ubicamos en relación con la arquitectura que nos rodea en determinados momentos, la que sirvió de telón para batallas, acuerdos de paz, historias de amor y muerte. Hacemos referencia a estructuras o bien porque tienen valor arquitectónico o artístico, o porque fueron testigos de sucesos importantes, marcaron épocas y representan civilizaciones. Son estos edificios, barrios y sectores los responsables de darle ese sabor particular a cada sitio, y los que nos hacen disfrutar de nuestros paseos y nos llenan de lindos recuerdos. Estos momentos y lugares son los que me hacen recordar aquella célebre frase de don Juan Tenorio a doña Inés, en su afán de enamorarla, cuando le dice: “¿No es cierto ángel de amor que en esta apartada orilla, más pura la luna brilla y se respira mejor?” Nuestro patrimonio incluye una serie de intangibles que distinguen un barrio, una comunidad, un sector o ciudad, haciéndolos distintos e inconfundibles. La gente, el clima, los colores, los olores, la comida, el ambiente, al igual que los edificios –los nuevos y los históricos–, las calles y los parques conforman el conjunto que hace que un lugar sea especial e inolvidable. Parte fundamental del carácter de cada sitio se lo dan las estructuras que conforman el paisaje construido, nuestro patrimonio arquitectónico que no debemos dejar perder.

Nuestro Colegio, convencido de la importancia de no solo predicar, sino de dar el ejemplo, en el 1997 adquirió la entonces deteriorada casa González Cuyar para convertirla en nuestra sede y así conservar una obra de valor arquitectónico y contribuir al mejoramiento urbano del sector de Santurce, para llevarle vida y actividad. Cuando me disponía a escribir este mensaje apareció la lamentable noticia de que el National Trust for Historic Preservation ha puesto en primer lugar de precariedad a la iglesia San José del Viejo San Juan, construida en 1532. Esta lleva casi 13 años cerrada, cada día deteriorándose más. Esta iglesia es uno de los pocos ejemplos que quedan de arquitectura de estilo gótico isabelino en el hemisferio occidental, y una de las estructuras más emblemáticas de nuestro patrimonio construido. Espero que esta edición de nuestra revista Entorno avive, en todo el que la lea, el deseo y la urgencia que debemos sentir ante la inminente pérdida de estructuras que forman parte de nuestra vida e historia. Estamos a tiempo de actuar y evitar que el paso del tiempo borre de nuestro paisaje estas estructuras que son parte fundamental de nuestras memorias de país. Debemos aspirar a lograr un entorno en el que nuestros paisajes y patrimonio construido propicien que todos nos sintamos que es aquí donde más pura la luna brilla y se respira mejor.

en plena disposición a reinterpretarse. En ese espíritu el lector de esta edición descubrirá cómo los autores de los Proyectos de la Edición manejan diversas teorías de intervención y cómo los autores de las Crónicas de madera interpretan el tiempo para producir nuevas narrativas del legado edificado. Otra inquietud que provoca el manejo del tiempo alude al tema de la memoria. Su manipulación desata un inquietante ejercicio de poder sobre cómo reconstruir el pasado –en ocasiones singular y homogéneo– para narrarlo en el presente. Los imaginarios identitarios que se producen han quedado históricamente en manos del Estado, tal y como nos recuerda Jorge L. Lizardi Pollock en su artículo Políticas de la memoria: patrimonio, identidad y exclusión en la modernidad. Según este autor, valorar un objeto cultural provoca más exclusiones que inclusiones dentro de las complejas actuaciones que conlleva el trabajo de conservar. El reto yace entonces –como nos relata Karen J. Cuadro Esteves en su ensayo La valorización del patrimonio histórico: su efecto en la memoria– en visibilizar los múltiples textos ocultos y previamente excluidos de la memoria, que no quedan evidenciados a primera vista en el objeto cultural. Una preocupación que también suscita el ejercicio de la conservación es determinar qué se valora y cómo hacerlo. ¿Acaso no es digno de conservación nuestro paisaje cotidiano más representativo de los entornos edificados de la última parte del siglo XX, que incluye las ur-

banizaciones, los centros comerciales, los residenciales públicos y las autopistas? Ante esa consideración, sin embargo, el incorporarlos y reconocerlos como parte de ese legado identitario diverso requiere ir más allá de un registro o una mera designación. Urgen nuevos mecanismos para ampliar la gama de valoraciones, tal y como plantea Jorge Ortíz Colom en su ensayo La identificación, designación y manejo del patrimonio edificado de Puerto Rico. A su vez, tampoco se puede olvidar la importancia de la subsiguiente readaptación y reutilización de estas estructuras, como discute Juan Vaquer Castrodad en su artículo: Las muchas propiedades de valor histórico en manos del Gobierno. Indagaciones como estas se atienden en esta conversación sobre la conservación e intentan descifrar, en el transcurso, las ramificaciones ideológicas que produce el acto de valorizar. La Entrevista de la Edición al preservacionista y profesor Jorge Otero-Pailos atestigua en gran medida este entendimiento, al plantear que lo más importante es cobrar consciencia como arquitectos de estos procesos. Al intentar sumergirnos dentro de este procedimiento altamente crítico, ampliamos el diálogo a uno más allá del objeto, y nos adentramos a entender un fenómeno cultural complejo. Recordemos que representar las memorias de una sociedad no es tan solo un acto de por sí muy delicado, sino que conlleva todo un ejercicio político y de poder. Ante tal situación, tenemos que atrevernos a conversar.

CAAPPR

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COLABORADORES

Guillermo Acevedo Dávila desde hace 6 años mantiene una práctica multidisciplinaria en GA+NIF CSP, Arquitectos, en Coamo, firma donde comparte la dirección junto a su esposa, Norma I. Fúster Félix. Sus diseños han sido premiados en varias ocasiones dentro y fuera de Puerto Rico. Es fotógrafo, cinéfilo, escéptico, lector voraz de historia, ciencias, ciencia ficción, política y economía. Posee un grado de maestría de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico. Carlos E. Betancourt Llambías, como arquitecto y decano de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Puerto Rico, ha enriquecido el campo de la arquitectura, produciendo edificios con sentido del lugar y respeto por la cultura local, combinado con una sensibilidad contemporánea hacia los materiales y la forma. Durante los pasados 30 años, ha contribuido con una gran variedad de proyectos que son ricos en detalles y en su articulación espacial, y ha sido reconocido con premios por excelencia en diseño. Su trabajo ha servido como puente entre la academia y la práctica, y entre profesionales establecidos y emergentes. José R. Coleman-Davis Pagán nació en San Juan en el año 1952. Estudió su bachillerato y maestría en Arquitectura en la Universidad de Tulane en Nueva Orleáns, EE UU y en el Architectural Association en Londres, Inglaterra. Su contribución al legado arquitectónico puertorriqueño ha sido en el campo de la rehabilitación o ampliación de estructuras históricas y se ha afianzado por un récord reconocido de diseños contemporáneos. Entre sus obras notables figuran: las rehabilitaciones del Tribunal Supremo de PR y el Teatro de la Universidad de Puerto Rico, (Río Piedras), las restauraciones del Asilo de Beneficencia (sede del Instituto de Cultura Puertorriqueña), la Casa Serrallés (Ponce), la Alcaldía de San Juan y la Capilla Mayor de la Universidad del Sagrado Corazón. Karen J. Cuadro Esteves es la fundadora y directora del Comité de Patrimonio del CAAPPR. Posee una maestría en Arquitectura y un certificado en Estudios Partrimoniales de la Escuela de Arquitectura, Universidad de Puerto Rico. Trabajó cinco años en el Archivo de Arquitectura y Construcción de la UPR-RP (AACUPR) y participó del Programa de Estudios en Córcega (PEC-1). Colaboró en el curso de intercambio entre la UPR-RP y la ETSA en Sevilla. Participó en la realización de nominaciones ante la OECH sobre Miramar y el Recinto Universitario de Mayagüez. Formó parte del equipo de trabajo en García Infanzón Architects; y actualmente trabaja para la firma Soltero Muñoz + Associates en la coordinación del proyecto The Mall of San Juan.

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Beatriz del Cueto es arquitecta licenciada con especialización en el campo de Conservación Histórica, Fellow del Instituto Americano de Arquitectos (AIA) y Fellow de la Academia Americana en Roma (AAR). Es socia principal de la firma Pantel, del Cueto y Asociados. En el año 2000, del Cueto estableció y fue la primera directora del Laboratorio de Conservación Arquitectónica de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Puerto Rico (ArqPoli). Ha investigado a fondo los materiales y tecnologías edilicias tradicionales en Puerto Rico y la región del Caribe, y publicado artículos técnicos en múltiples revistas profesionales. Manuel de Lemos Zuazaga es graduado en arquitectura de la Universidad de Tulane en Nueva Orleans. Su carrera se ha desarrollado en el campo del urbanismo y en el diseño de edificios institucionales y de turismo. Su firma, Manuel de Lemos Arquitectos y Planificadores ha sido responsable de los planes maestros y de ordenación de más de diez municipios, entre los que se destacan Vieques y Cabo Rojo. El doctor Jorge L. Lizardi Pollock es catedrático auxiliar y director del proyecto CIUDAD de la Escuela de Arquitectura de la UPR. Cursó estudios graduados en dicha institución y en el Colegio de México. Editó la revista In-Forma y es editor regional de Planning Perspectives del International Planning History Society. Entre sus libros se cuenta SJU 7500: de los escepticismos a la reinvención de la ciudad (San Juan: CAAPPR, 2006) y Espacios ambivalentes: memorias e historias de la vivienda moderna (San Juan: UPR y Callejón, 2012). Marcelo López Dinardi, es inmigrante entre Chile, Puerto Rico y Nueva York. Titulado en arquitectura, es cofundador y director de CIUDADLAB. Es cofundador también de Polimorfo y fue su coeditor entre el 2008-2011. Dirigió en Arqpoli la serie de conferencias Recesión del Sentido: ¿Qué es lo próximo?, y la serie de mesas redondas. Su interés en los procesos históricos y contemporáneos de la producción de conocimiento disciplinar lo llevó a realizar la tesis Destructive Knowledge: Tools For Learning to Un-D, bajo la dirección de Mark Wigley, donde obtuvo un Master of Science in Critical, Curatorial, and Conceptual Practices in Architecture en Columbia University. Actualmente es investigador para el Temple Hoyne Buell Center for the Study of American Architecture.

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Ricardo Miranda fue coordinador de la Escuela Taller, un programa de conservación de edificios históricos. Fue premiado en la bienal AIA por su proyecto de rehabilitación de viviendas. Es profesor en la Escuela de Arquitectura de Ponce y apadrina el Movimiento de Arquitectura Social. Colabora en instalaciones de jóvenes artistas y promueve una cultura “bicicletera”. Participa en un comité cívico para el desarrollo de planes de movilidad urbana e integración de personas con impedimentos. Jorge Ortiz Colom es natural de San Juan y residió en su juventud en Toa Alta, a la vista de una antigua iglesia del siglo XVIII. Estudió Arquitectura en la Universidad de Puerto Rico donde se graduó de maestría en 1981. Desde 1986 ha estado trabajando desde el Gobierno en aspectos relacionados con la conservación del patrimonio, primero en la Oficina Estatal de Preservación Histórica y luego en el Instituto de Cultura Puertorriqueña. Es autor de varios artículos sobre patrimonio e historia de la arquitectura puertorriqueña y ha participado en varios congresos. Actualmente cursa cursos doctorales de Historia en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe en San Juan. es graduado en ar Carlos E. Ortiz Malavé es natural de Orocovis, Puerto Rico. Se desempeña como catedrático del Colegio de Ciencias Agrícolas del Recinto Universitario de Mayagüez. Posee un doctorado en Agronomía con especialidad en Mejoramiento Genético de la Universidad de Arkansas y un Juris Doctor de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico. Es miembro docente de la Estación Experimental Agrícola de la Universidad de Puerto Rico y sus proyectos principales se asocian al mejoramiento genético de cultivos farináceos tropicales y a la agricultura orgánica comercial. La doctora Arleen Pabón Charneco es sanjuanera de nacimiento y ha ejercido como catedrática en escuelas de arquitectura de la Isla y de los EE UU por más de tres décadas en las áreas de Historia de la Arquitectura y del Arte, Filosofía y Teoría de la Arquitectura, Diseño Arquitectónico y Conservación Patrimonial. También ha sido decana asociada en dichos centros. Se desempeñó como oficial estatal de Conservación Histórica de Puerto Rico (en dos ocasiones), asesora del gobernador, fiduciaria del Fidecomiso de Conservación de PR y presidenta de la Junta de Directores del ICP. La doctora Pabón es académica correspondiente por la Real Academia de Belles Arts de Catalunya y Trustee Emeritus del National Trust for Historic Preservation.


Aníbal Sepúlveda Rivera es catedrático retirado de la Escuela Graduada de Planificación de la UPR. En 2010 recibió la Medalla de la Arquitectura de parte del CAAPPR y la Medalla de la Fundación Ricardo Alegría. Entre sus libros publicados están: Cangrejos-Santurce (1987) con Jorge Carbonell, San Juan, historia ilustrada de su desarrollo urbano (1989), y San Juan extramuros (1991) con Jorge Carbonell, Puerto Rico urbano: Atlas histórico de la ciudad puertorriqueña (2004), De vuelta a la ciudad, San Juan de Puerto Rico 1997-2001 con Silvia Álvarez Curbelo (2010). En la actualidad, colabora con el Fideicomiso de Conservación para la recuperación del antiguo Acueducto del Río Piedras.

Thelma Valenzuela Sánchez nació en la República Dominicana. Reside en Puerto Rico hace 26 años. En 1983 obtuvo el grado de arquitecta de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y en 1993 completó la maestría en Planificación de la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras. Por veinte años laboró para el Gobierno de Puerto Rico en el Instituto de Cultura Puertorriqueña, la Oficina Estatal de Conservación Histórica y la Autoridad de Carreteras y Transportación. Su trabajo siempre ha estado relacionado con la conservación del patrimonio edificado, específicamente con la rehabilitación de estructuras históricas. En la actualidad se desempeña como consultora en las áreas de preservación histórica y transportación. Juan Vaquer Castrodad nació en Santurce en 1952. Recibió su bachillerato de la Universidad de Columbia en Nueva York, donde se concentró en Historia y Estudios Urbanos. Obtuvo su maestría de Baruch College en la misma ciudad y su grado en Derecho de la Universidad de Puerto Rico. Trabajó con el contralor y con el alcalde de la ciudad de Nueva York. Asesoró a la Comisión de Asuntos Urbanos del Senado de Puerto Rico. Posteriormente, dirigió la Oficina para el Desarrollo del Frente Portuario de San Juan, sirvió de asesor en la Alcaldía de San Juan y dirigió la Administración de Terrenos de Puerto Rico durante ocho años.

> PatH2Other Side de Valeria Rivera Martínez, AIAS (UPR) Diseño conceptual: Premio de Honor

> Coffee Cup de Josué Rivera Gandía, Assoc. AIA Investigación: Premio de Honor

> Revista Informa del Arq. Francisco J. Rodríguez, AIA Mención Honorable

> Development of Hydraulic Mortar, Cement and Concrete in Puerto Rico de la Arq. Beatriz del Cueto, FAIA Showroom de la tienda Arkitektura

Premios de Honor AIA Puerto Rico El pasado 3 de noviembre del 2012, se otorgaron los Premios de Honor del AIA de Puerto Rico con un jurado formado por Eric Höweler, César G. Guerra y Paz Martín Rodríguez. El Premio de Honor a Obra Edificada fue otorgado al proyecto Arkitektura Showroom del arquitecto Nathaniel Fúster para la compañía Arkitektura, ubicada en la avenida Roosevelt de Hato Rey. Los otros premios otorgados fueron: Proyecto construido: Mención Honorable

> Casa en La Lomita del Arq. Jorge Ramírez Buxeda, AIA > Open House del Arq. Miguel del Río Certificado de Mérito

> Centro de Bellas Artes de Humacao del Arq. Carlos Betancourt Llambías, AIA > Centro Ecoturístico del Arq. Carlos Betancourt Llambías, AIA > Guardería Ecológica La Mina del Arq. Víctor Díaz Paunetto, AIA Proyecto no construido: Premio de Honor

> Boys and Girls Club del Arq. Nathaniel Fúster > Taller de Fotoperiodismo del Arq. Rafael Castro Montes de Oca Certificado de Mérito -

> Casa de Campo del Arq. Francisco J. Rodríguez Diseño urbano: Certificado de Mérito

> Río Tanamá del Arq. José Fernando Vázquez Proyecto de estudiante: Premio de Honor

> Ruinas Post Industriales de Abnel Hernández, Assoc. AIA (ARQPOLI)

CAAPPR

Dirección Ejecutiva del CAAPPR A nombre de la Junta de Gobierno, de la administración del Colegio y de todos los colegiados, se reconoce la labor del pasado director ejecutivo, el Arq. Bennett Díaz, quién tomó las riendas de la institución en tiempos difíciles. Se le agradece su tiempo y dedicación, y le deseamos mucho éxito en su nueva faena. Por otro lado, le damos la bienvenida a la nueva directora ejecutiva, la Arq. Psj. Ent. Olga E. Angueira y le deseamos el mejor de los éxitos con esta nueva encomienda. Junta de Gobierno 2013-2014 El 15 de junio de 2013, durante la trigésima quinta convención anual del Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico, la Asamblea eligió la Junta de Gobierno 2013-2014: > Arq. Pilarín Ferrer Viscasillas - Presidenta > Arq. José Carlos Joglar Castillo Vicepresidente y Tesorero > Arq. Dalimar Martínez Carrera - Secretaria > Arq. José del Valle Boria - Auditor > Arq. Juan Carlos Cebollero Torres - Tesorero > Arq. Jaime Sobrino Negrón Director Asuntos Técnico Profesional > Arq. Fernando Pagán Pantoja Director de Asuntos Legislativos > Arq. Karla Toledo García Directora de Educación > Arq. Manuel de Lemos Zuazaga Director de Ejercicio Profesional > Arq. Ent. Edlyn García La Torre Delegada Enlace de Arq. y Arq. Psj. en Entrenamiento > Arq. Psj. Ent. Tamara Orozco Rebozo Delegada del Instituto de Arquitectos Paisajistas Felicitamos a la Nueva Junta deseándoles éxito en su gesta y agradecemos su compromiso con el Colegio. De igual forma, reconocemos y agradecemos la labor de los arquitectos Nelson Rivera, auditor por los pasados dos años, y Edgar Morell, secretario por los pasados cinco.

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NOTICIAS ENTORNO

Berenice R. Sueiro posee un bachillerato en Arquitectura de la Universidad de Miami, en Coral Gables. Ha participado en los siguientes proyectos de investigación histórica: Documentación y análisis del desarrollo urbano de Barranquitas y Estudio e inventario de Ponce y Mayagüez, entre otros. En la Administración de Fomento Comercial, fue la coordinadora de Puerto Rico del programa Main Street del National Trust on Historic Preservation. Ha dedicado más de una década a la Oficina Estatal de Conservación Histórica (y las agencias predecesoras). Actualmente, funge como gerente de Conservación Histórica.

Mención Honorable


ARQUITECTURA

Historia en concreto: el desarrollo de los morteros hidráulicos y el uso del cemento en Puerto Rico

Beatriz del Cueto [Fig. 1] Puente Mavilla bajo construcción, 1903 (National Archives and Records Administration, Photograph and Prints Division, Records of the Bureau of Insular Affairs – General Photographs of Cuba and Puerto Rico, 1899-1928: Box RG 350-PR-44A-1-9, College Park, Maryland)

Introducción

En Puerto Rico, los morteros hidráulicos han sido utilizados para construir desde el siglo XVI, cuando, como colonia española, se heredaron las tradiciones edilicias ibéricas. Fue posible erigir estructuras militares, religiosas y civiles permanentes con el uso de cal y aditivos hidráulicos como ladrillo o teja molida. Estos edificios de albañilería probaron ser resistentes a las tormentas tropicales y al clima marítimo de la zona. Esta investigación presenta la evolución de los morteros hidráulicos traídos por los españoles al Nuevo Mundo y en específico a Puerto Rico al trazar el uso de esta tecnología en obras públicas. Durante el siglo XX, esta metodología evolucionaría con la introducción y preferencia por el cemento Portland.1 Un interés renovado por los materiales hidráulicos comenzó en el norte La autora comenzó las investigaciones para este tema durante el trimestre de otoño del 2008, como profesora y directora del Laboratorio de Conservación Arquitectónica de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Puerto Rico.

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de Europa (Inglaterra y Francia) a finales del siglo XVIII. John Smeaton, ingeniero inglés, descubrió que el mejor mortero provenía de calizas que contenían mayores porcentajes de arcilla. Las investigaciones de Joseph Aspdin para el “cemento Portland” (llamado así porque la mezcla era similar al color y textura de la piedra caliza de Portland, Inglaterra) fueron patentadas en 1824. A pesar de que el cemento Portland ha evolucionado a través del tiempo, su nombre marcó un producto que ha prevalecido mundialmente. La necesidad de construir infraestructura (canales, carreteras, puentes y obras de ingeniería civil) durante la Revolución Industrial, exigió materiales de alto rendimiento como los morteros hidráulicos de cemento, piedra artificial o piedra plástica, como se les llamaba comúnmente. Estos productos fraguaban rápidamente, endurecían bajo el agua, alcanzaban resistencia temprana y protegían los edificios del agua y contra el fuego. Debido a estas características, los morteros de cemento aceleraron el ritmo de la construcción durante este periodo de crecimiento urbano.

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Evoluciona la tradición de la construcción puertorriqueña

Durante el siglo XIX y principios del siglo XX, las tradiciones constructivas en la Isla evolucionaron grandemente con el uso del polvo de ladrillo o cemento artificial, materiales necesarios para preparar mezclas hidráulicas. El cemento Portland genuino fue importado a la Isla desde de la década del 1850 procedente de Bélgica, Alemania y Dinamarca. Nuestras investigaciones han constatado que el primer proyecto en Puerto Rico que usó “piedra plástica o artificial” o el “verdadero cemento Inglés Portland” fue la pavimentación de las aceras y calles de la ciudad de Ponce. En 1879, la justificación para el uso de este material innovador fue la economía de su uso y su durabilidad, además del fácil manejo de estas mezclas por los albañiles locales. La piedra plástica, conocida por su maleabilidad, era anunciada como “una verdadera piedra artificial, y aun más resistente que las piedras naturales, que son a veces destructibles por los continuos cho-


Fernando Palma, Proyecto de Aceras y Calles dirigido al Ilustre Ayuntamiento de esta Ciudad [Ponce] por el Contratista Fernando Palma, octubre 15, 1879, Archivo Histórico de Ponce. 3 Durante sus investigaciones en los archivos históricos de Puerto Rico, la autora encontró unas tablas preparadas por la rama de Obras Públicas del Gobierno español para sus proyectos ultramar, en la Isla. Bajo el título “Relación de los materiales que se han de emplear y sus puntos de extracción”, este documento especifica la clase de materiales (ladrillo, cal, etc.), su calidad (buena, regular, etc.), los puntos de extracción (río Bucaná, Tendal de Ponce, etc.), distancia a los puntos de extracción en kilómetros, las obras en las que se han de emplear (nombres de proyectos), además de observaciones generales. Las fuentes o lugares de donde provenía esta materia prima o materiales de construcción, como las canteras, los tendales de ladrillo, los aserraderos, los hornos de cal o las fuentes de una arena específica de río o de playa, era información valiosísima para el ingeniero del proyecto de la época, ya que representaba una forma para economizar debido a las distancias de estas fuentes. El cemento Portland importado estaba disponible en barriles y así era distribuido en el comercio. El polvo de ladrillo se vendía como material de construcción y estaba producido en las fábricas de ladrillo o ladrilleras de la Isla. 4 Hormigón Armado: “Fábrica hecha con hormigón hidráulico reforzado con una armadura de barras de hierro o acero”. Camino Olea, María Soledad, et. al., Diccionario de arquitectura y construcción. (Editorial Munilla-Lería, 2001): 344.

[Fig. 2] Manufactura de bloques de cemento a mano como parte del entrenamiento requerido a los estudiantes de la Polytechnic Institute of Porto Rico en San Germán, ca. 1910 (Museo Histórico de la Universidad Interamericana de San Germán, Colección Rev. J. Will Harris, Universidad Interamericana de Puerto Rico, campus de San Germán).

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[Fig. 3] Puerto Rico Island Penitentiary o penitenciaría Oso Blanco, ca. 1938

(Monteagudo, Antonio M. y Antonio M. Escámez, ed. Álbum de oro de Puerto Rico - Golden Album of Puerto Rico. La Habana: Artes Gráficas, s.a., 1939: 293.)

[Fig. 4] Anuncio para cemento Portland Oso Blanco, ca. 1928

(Guía de Teléfono – Porto Rico Telephone Company 1928 , Archivo General de Puerto Rico)

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ARQUITECTURA

ques y bruscos cambios atmosféricos”.2 Este material era importado en barriles impermeables de 376 libras y no requería preparación antes de su uso. Las mezclas hidráulicas utilizaban, de manera intercambiable, el polvo de ladrillo y cal, o el cemento Portland cuando hacía falta eficiencia, rapidez y permanencia. El récord histórico indica que los suplidores locales proveían el acceso a ambos productos.3 Como consecuencia de la Guerra Hispanoamericana, el nuevo Gobierno insular emprendió un ambicioso plan de construcción de carreteras, puentes y escuelas. Gran cantidad de los edificios institucionales y de vivienda de la época utilizaron cemento Portland como parte de la mezcla para el hormigón armado4, imitando modelos introducidos por el Gobierno norteamericano, grupos religiosos protestantes y los militares. El Departamento del Interior tuvo a su cargo el desarrollo de una gran red vial y mecanismos de transportación que facilitaran la gobernación del nuevo territorio, estimulara el desarrollo agrícola, y proveyera acceso entre los


poblados. Como parte de estas iniciativas, en 1903 se construyó el primer puente en hormigón armado sobre el río Mavilla en Corozal. Este proyecto, que aún permanece, costó $3,000 y contó con 80 obreros. [Fig. 1] Durante 1901, las importaciones de cemento Portland (Alemania solamente) ascendieron a 8,807,585 libras o 23,425 barriles, además de 7,500 barriles procedentes de otros países, incluyendo Estados Unidos.5 La nueva tecnología había llegado para quedarse. Uso local del bloque de cemento o concreto

Entre el 1904-1905 consideramos posible que misioneros protestantes norteamericanos trajeran consigo los moldes de metal necesarios para la fabricación de bloques huecos de mortero de cemento prensados, o bloques de concreto. Este material serviría para acelerar la construcción de iglesias, colegios, universidades y hospitales para sus congregaciones.6 Los bloques proveyeron un material económico y a prueba de fuego, con menor peso que la piedra que imitaban. Los primeros moldes producían unidades sencillas en los lugares de los proyectos, utilizando los agregados disponibles en el sitio.7 [Fig. 2]

[Fig. 5] Primera planta de cemento en Puerto Rico, perteneciente a la PRRA, 1936 (Gaztambide Vega, Francisco and Pedro P. Arán. La isla de Puerto Rico. Nueva York: Rand McNally & Company, 1945: 108.)

[Fig. 6] Búnkers de la Segunda Guerra Mundial construidos en isla de Cabras, 1941 (Centro de Recursos Culturales, Archivos Militares, San Juan National Historic Site, National Park Service)

5“ The Commercial Guide and Business Directory of Porto Rico, Illustrated (New York: F.E. Platt, 1910):295-307. 6 “ El término “bloque de cemento” en lugar de “bloque de concreto” fue encontrado por la autora en los documentos de construcción más tempranos del siglo XX mencionados en este artículo. En teoría, como el cemento era el aglutinante manufacturado para un producto nuevo en el mercado de la Isla durante los 1910s, se intercambiaba y se sigue intercambiando la terminología hasta el presente. “Concreto” es un anglicismo que proviene de la palabra concrete y que se refiere al hormigón. Concrete block is produced from a mixture of Portland cement and aggregates. Thomas C. Jester, ed., Twentieth Century Building Materials, History and Conservation. (Washington, D.C.: Archetype Press, Inc., 1995): 80. 7 Durante trabajos de investigación y observaciones detalladas de campo de los bloques de concreto en varias estructuras históricas que datan de la primera década del siglo XX, la autora notó que los agregados utilizados en la manufactura de bloques de cada edificio eran considerablemente distintos. Algunos agregados eran arenas de playa muy finas y otros eran arenas gruesas y oscuras de río. En casos específicos, los agregados no habían sido lavados o

Entre 1906-1908, la Iglesia metodista episcopal inauguró tres templos diseñados por el arquitecto Antonín Nechodoma, y construidos, utilizando bloques de concreto, por Frank Hatch. Hatch parece haber sido el contacto a

través del cual se trajeron los primeros moldes para bloques de concreto a la Isla8; y Nechodoma pudo haber sido uno de los primeros arquitectos que especificó estas “piedras artificiales” como material edilicio en el Caribe.9

cernidos para extraer partículas mayores como piedras, que a su vez habían causado fallos en las superficies e irregularidad de los bloques en sí. Algunos proyectos estaban en las inmediaciones o directamente situados encima de recursos naturales que servían como agregados. Estas observaciones resultaron en la conclusión de que los agregados finos cerca de un proyecto habían sido utilizados para producir los bloques para ese proyecto en particular. Esta práctica probablemente se debió a que estos bloques se manufacturaban a mano, de uno en uno, comprimiendo la mezcla del mortero de cemento y agregados dentro de cada molde de metal individual. Los bloques producidos eran relativamente frágiles y muy difíciles de transportar en vehículos de la época y en las carreteras o caminos rudimentarios de este periodo en Puerto Rico.

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Thomas S. Marvel, Antonin Nechodoma, Architect, 1877-1928, The Prairie School in the Caribbean (Gainesville: University of Florida Press, 1994): 25-32. 9 Desde principios del siglo XX hasta la Primera Guerra Mundial, importantes estructuras gubernamentales e institucionales fueron construidas con hormigón armado o bloque de cemento en los pueblos y ciudades principales de Puerto Rico. Entre estos edificios se encuentran el Auxilio Mutuo (1909), la YMCA (1913), la Estación de Tren (1913) y la Corte Federal y Correo (1914) en el Viejo San Juan. Una gran cantidad de escuelas; grandes hoteles como el Vanderbilt (1919); y clubs sociales como el Casino de Puerto Rico (1913). Además, se construyeron edificios multipisos de oficinas como el Edificio Ochoa Hermanos (1911); muelles y puentes, como el puente


Varios terremotos marcaron el mes de octubre de 1918, sismos que afectaron edificaciones de todo tipo en Puerto Rico. Las áreas que más sufrieron fueron el oeste y sur de la Isla. Luego del desastre, el subcomisionado del Departamento del Interior viajó a varias áreas para presenciar los daños y preparar evaluaciones técnicas por tipo de material de construcción. Estos estudios proveyeron cambios a los códigos y reglamentos de construcción que garantizaran la especificación de materiales y el uso de tecnologías apropiadas y seguras.10 Las estructuras que sobrevivieron el terremoto estaban casi todas construidas con madera u hormigón Dos Hermanos (1910); y grandiosas residencias como aquellas construidas para las familias Korber (1913), Georgetti (1917), y Luchetti (1917). 10 Guillermo Esteves, “Resumen histórico del Informe del Año 1920 del comisionado del interior, Sr. Guillermo Esteves”. Trabajo ejecutado en el año fiscal 1918-1919, Revista de Obras Públicas de Puerto Rico, Año 1, No. 7 (julio 1924): 225-270.

armado. Aquellas “...que habían sido construidas con materiales apropiados, bien proporcionados y limpios, y con cemento Portland, no habían sufrido daño”.11 Los informes dictaminaron que las edificaciones en hormigón armado resistían huracanes y terremotos, además de ser una forma económica de construir, ya que los materiales estaban accesibles en los recursos naturales y comercios de la Isla.12 El uso de cemento Portland para proyectos de importancia

rior contrató al arquitecto Francisco Roldán para el diseño del Puerto Rico Island Penitentiary en Río Piedras. Conocida localmente como el Oso Blanco, [Fig. 3] el público en general entendía que este nombre correspondía a la gran escala del edificio y su color blanco. Investigaciones recientes han revelado que el cemento Portland Norden, manufacturado en Dinamarca, puede haber sido utilizado para la construcción del presidio, ya que tiene un oso polar como parte de su sello corporativo13. [Fig. 4]

En 1926, la División de Edificios Públicos del Departamento de Inte-

Primeras plantas de cemento en la Isla

M. L. Vicente and C. F. Joslin. Effect on “Structures of Recent Porto Rico Earthquakes,” Engineering News-Record, Vol. 82, No. 17 (Apr. 24, 1919): 806-808. Algunas de las causas para los fallos fueron arena sin lavar, la ausencia o cantidad inadecuada de cemento, además de la instalación inapropiada del refuerzo. 12 Edificios de importancia construidos de hormigón armado y bloque de concreto luego del terremoto incluyen los Bancos de Crédito y Ahorro Ponceño (1920) y de Ponce (1921); el cuadrángulo de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras (1924); La Escuela de Medicina Tropical (1926); el Capitolio de Puerto Rico (1927); la Aduana de San Juan (1928), y numerosas iglesias.

La primera planta de cemento establecida en Puerto Rico perteneció al Gobierno. Construida en 1936 bajo el Puerto Rico Reconstruction Administration (PRRA), adoptó su nombre [Fig. 5]. La PRRA fue iniciativa del

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Es relevante señalar la gran importancia que tenía el cemento Portland para la industria de construcción local y el individuo puertorriqueño de ese momento, quienes otorgaron el nombre común de Oso Blanco a esta importante penitenciaría. 13

[Fig. 7] Vista aérea de la Ponce Cement Corporation, 1949 (Archivo General de Puerto Rico, Archivo Fotográfico – Colección Mirabal, Ponce)

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ARQUITECTURA

El terremoto de 1918


Nuevo Trato bajo la administración del presidente Franklin Delano Roosevelt para crear empleos y desarrollar la economía de la Isla a través de proyectos importantes de construcción. La planta fue construida en el área de Guaynabo-Cataño cerca de formaciones de piedra caliza y mogotes, materia prima necesaria para producir cemento. Para 1940, el nombre había cambiado a Puerto Rico Cement Corporation. Su capacidad de producción inicial fueron 1.5 millones bolsas de cemento al año que se duplicaron con la instalación de una segunda fornalla en 1941. El periodo comprendido entre finales de los 1930s y los 1940s fue de suma importancia para la construcción de prototipos de vivienda rural, unidades unifamiliares y apartamentos con el uso de hormigón armado y bloque de concreto que a su vez, promovieron modelos por la PRRA.14 Varias estructuras icónicas fueron completadas durante estas décadas utilizando materiales manufacturados con cemento Portland, como lo fue cast stone. El movimiento del reavivamiento español y otros estilos eclécticos florecieron durante esta época. Complejos de vivienda como Eleanor Roosevelt (1936), Morell Campos (1937) y el Falansterio (1937) fueron iniciativas patrocinadas por la PRRA. El Escambrón Beach Club (1932), la Casa de España (1934), el Hotel Normandie, el Edificio Miami (1936), y la sucursal de San Juan del Banco Popular (1938) también fueron edificados durante este periodo. 14

Puerto Rico, afectado por la Segunda Guerra Mundial, sirvió como escenario para la construcción de estructuras militares construidas con cemento Portland. Estructuras defensivas existentes fueron adaptadas y mejoradas con el uso de bloque de concreto y hormigón armado. En particular, resalta la construcción de los búnkers con muros de seis pies de grosor, posibles por la resistencia del cemento Portland [Fig. 6]. Hubo un incremento en la cantidad de suplidores del cemento Portland para finales de los 1930s, además de la primera evidencia de producción local del bloque de concreto por Concrete Industries. Para esta fecha, los procesos manufactureros para bloques habían evolucionado considerablemente, habiéndose mecanizado el proceso y mejorado el control de calidad de los materiales. Una segunda fábrica de cemento, la Ponce Cement Corporation, fue fundada en 1941 durante la Segunda Guerra Mundial [Fig. 7]. Con ayuda financiera del Ejército de los Estados Unidos, se instaló una segunda fornalla en 1943. Esto incrementó la capacidad de producción anual de la fábrica a 3.5 millones de bolsas de cemento. El funcionamiento paralelo de dos fábricas de cemento garantizó suficien-

[Fig. 8] Albañiles Puertorriqueños reparando las murallas de San Juan, 1935 (Centro de Recursos Culturales, Archivos Militares, San Juan National Historic Site, National Park Service)

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tes suministros para uso local durante un gran crecimiento económico. Este boom se debió al desarrollo acelerado de la industria del ron y a las grandes inversiones realizadas por los militares. Para 1948, la producción combinada de la Ponce Cement y la Puerto Rico Cement sumaban más de un millón de bolsas de cemento al año. Puerto Rico se había convertido en un exportador importante de cemento en el Caribe debido a una embarcación con la capacidad de transportar 110,000 bolsas de cemento. Estas iniciativas suplieron las demandas de una región que había quedado aislada del resto del mundo durante los conflictos bélicos.15” La fábrica de Guaynabo-Cataño eventualmente cerró, y la Ponce Cement Corporation permaneció como manufacturera única del cemento Portland en Puerto Rico. La Ponce Cement y la Puerto Rico Cement se fusionaron en 1963 para convertirse en la Puerto Rican Cement Company, Inc. en Ponce. Conclusión

Los albañiles locales, experimentados con la tradición edilicia española por más de 400 años, ya estaban familiarizados con la preparación y aplicación de mezclas y la utilización de productos similares al mortero hidráulico y al hormigón armado. (Fig. 8). Por esta razón, la creencia común de que los morteros hidráulicos estuvieron en desuso o perdidos a la historia desde su invento por los romanos hasta los proyectos de Smeaton en el siglo XVIII, no fue el caso. Colonias hispanas en el Nuevo Mundo, como Puerto Rico, continuaron las prácticas longevas del uso de morteros hidráulicos hasta la llegada y la popularización del cemento Portland a principios del siglo XX.

15 “ Luis A. Ferré, “La dinámica de la industria del cemento en Puerto Rico”, Puerto Rico Ilustrado, Año XL, No. 2068, (Dec. 3, 1949): 67-71, 103.


PRESENTA ARQUITECTURA

La Título conservación del artículo defensiva: protegiendo la disciplina de sí misma

Manuel Nombrede delLemos Autor Zuazaga Fotos por Michelle Laframboise Calderín

Sombra hacia la playa que provoca la base de la estructura de la concha original

Área comercial vacante frente a la avenida Ashford

En la mayoría de los casos, el hablar de la preservación o la conservación de edificios históricos en el contexto de Puerto Rico implica una estrategia defensiva. Las voces que se levantan a favor de la conservación de un edificio, de un vecindario o de un espacio público en peligro de desaparecer usualmente están relacionadas con el temor de su sustitución por un proyecto “pobre”. Los planteamientos de vecinos o de las instituciones suelen ser posturas defensivas. Por ende, edificios que por años se encuentran en estado de deterioro y en el olvido colectivo de repente son objeto de batallas con información deficiente o incorrecta, como en el caso reciente de algunos vecinos de Miramar que defienden un solar que antes era una gasolinera en la avenida Fernández Juncos contra la amenaza de la construcción de un hotel de siete pisos que alegadamente violará la “tranquilidad” de esa avenida arterial de San Juan. La contrapropuesta de los vecinos es la

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de que se construya un parque en ese lugar. Dicha propuesta no responde a análisis alguno de lo favorable o no que sería tener una instalación recreativa en ese lugar dentro del contexto del vecindario de Miramar. Este incidente recuerda a uno peor en los años de 2003 al 2004 en el que la misma comunidad se enfrascó en crear una zona histórica de Miramar con el único propósito de combatir un proyecto que ampliaría el Departamento de Justicia hacia varias propiedades vacías en el área de la calle Olimpo. Al final, Justicia se quedó allí por unos diez años, los solares están vacíos y Miramar es una Zona Histórica sin reglamento y con 17 estilos arquitectónicos distintos, según el análisis hecho por la Oficina Estatal de Preservación Histórica. Tampoco existe un plan maestro que guíe a las agencias en cuanto a cómo permitir un desarrollo para el área. Por ende, hoy tenemos la controversia de si se permite o no un hotel en la avenida Fernández Juncos,

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un área cerca del nuevo Centro de Convenciones que podría rehabilitarse como eje urbano entre este centro y Santurce. En todos estos casos, las estructuras y los vecindarios languidecen en el olvido colectivo sin que nadie trabaje activamente en un plan para sus desarrollos futuros como parte de las necesidades reales de una ciudad, y no es hasta que aparece el proyecto “pobre” que se despiertan todos los mecanismos para su defensa. Mientras tanto, nadie presiona a la Junta de Planificación o a los municipios para que actualicen sus planes urbanos y, por ejemplo, las áreas alrededor del Tren Urbano continúan vacías y sin uso. Asimismo, el tren liviano de Santurce aún no se materializa, aunque aparenta ser tema de discusión en foros públicos. El ejemplo más emblemático de la lucha por la conservación defensiva es el Hotel la Concha en la zona de Condado durante los años noventa. Ese hotel había sufrido ya varias remodelaciones que le habían robado gran parte de su entendimiento y valor dentro del “estilo moderno tropical”. No fue hasta que apareció una propuesta —a lo que se le denominaba en esa época como el Condado Trío—, para demoler la estructura de la Concha y sustituirla por un diseño que recordaba a un desarrollo en Coral Gables, que los argumentos para la preservación de esta estructura se suscitaron. Esta nueva propuesta era el proyecto “pobre” que polarizó a todas las instituciones y al Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas a luchar para evitar la demolición del Hotel La Concha. Allí yacía el cáliz sagrado de la arquitectura moderna a punto de perderse. Sin embargo, nadie planteó en ese momento que la estructura de La Concha tenía serias dificultades para operar eficientemente como un hotel moderno y a tono con el mercado y las necesidades de la actualidad. En cuanto a las características arquitectónicas y de emplazamiento de esta edificación, el hotel le da la espalda al mar, y solo la creación de la Ventana al Mar como espacio público ha

salvado esta lamentable situación. El área comercial frente a la avenida Ashford permanece vacía y separada de la Ventana por el acceso vehicular entre medio de estos dos lotes. Los pasillos de la torre de habitaciones originales se mojan y son un peligro para sus moradores; la empresa dueña del hotel depende primordialmente de las habitaciones nuevas que se añadieron en una torre al este del hotel. Para colmo, el fallo más grande del diseño original, que era el muro base que eleva la estructura en forma de concha sobre la arena de la playa, no se pudo resolver en su totalidad y todavía genera una situación desafortunada hacia el mar. Vale preguntar y debatirse entonces, ¿no hubiera sido mejor un proyecto nuevo que intentara resolver los problemas de servicio y mantenimiento evidentes hoy en el hotel, a la vez que se integrara a la Ventana al Mar y a la playa, y que hubiera sido desarrollado bajo el espíritu del “modernismo tropical”, sin duda destacable dentro de la historia reciente de la arquitectura puertorriqueña? Si dentro de varios años, hoteles como el Normandie, o el Caribe Hilton dejan de ser funcionales, ¿cómo lo resolveríamos? Ya pasó con el Cerromar y el Dorado Beach en Dorado que están en camino de ser sustituidos por diseños exportados de otros países.

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Entrada al estacionamiento que separa el área comercial del hotel con la Ventana al Mar

Y así seguimos señalando otros casos como el de la urbanización Floral Park y la de Sagrado Corazón que han solicitado ser declaradas zonas históricas ante las amenazas de expansión de la zona bancaria de Hato Rey y de la Universidad del Sagrado Corazón. ¿No es mejor plantear la creación de un plan maestro que clasifique todas esas estructuras, solares vacíos, calles y aceras, sus árboles y que plantee formalmente dónde y cómo debe de ocurrir el nuevo desarrollo a tono con la morfología, lotificación y densidad de ambos sectores? ¿Por qué no ser proactivos en crear urbanismo y no estilismo? ¿Por qué no pensar en la calidad de nuestro entorno y no en las estructuras individuales? ¿Por qué no pensar en darle atención a nuestra ciudad y apreciar su escala y su orden? A partir de estas consideraciones, nos daríamos cuenta que sería más fácil conservar aquello que tiene arraigo en su comunidad, y a la vez diseñar las nuevas estructuras que sean parte de la continuidad y evolución del entorno urbano. Si en ese sentido somos proactivos, será mas difícil encontrar en nuestro camino ese proyecto “pobre” que nos alarme y nos provoque una inquietud para que entonces, y solo entonces, estemos a la defensiva con la conservación.


Patrick Ciccone

ARQUITECTURA

Entrevista de la Edición

Jorge Otero-Pailos: temporalidad, creatividad y ansiedad en la preservación arquitectónica Marcelo Nombre del López Autor Dinardi

Jorge Otero-Pailos limpiando la pared de la fábrica de Alumix en el 2008

Jorge Otero-Pailos es un arquitecto, artista y teórico basado en Nueva York que se especializa en formas experimentales de la preservación. Es profesor asociado de Preservación Histórica en la Escuela Graduada de Arquitectura de la Universidad de Columbia. Es fundador y editor de la revista Future Anterior. Su trabajo repiensa la preservación como una poderosa práctica contracultural que crea futuros alternos para nuestro patrimonio edificado.

MARCELO LÓPEZ DINARDI: Quisiera empezar con una cita, una provocación sobre la naturaleza del documento y el monumento para el historiador según Jacques Le Goff, de su libro, Storia e Memoria que ha sido traducido al español como, “El orden de la memoria: el tiempo como imaginario”: “El documento no es inocuo. Es el resultado, ante todo, de un montaje, consciente o inconsciente, de la histo-

ria, de la época, de la sociedad que lo ha producido, pero también de las épocas ulteriores durante las cuales ha continuado viviendo, acaso olvidado, durante las cuales ha continuado siendo manipulado, a pesar del silencio. El documento es una cosa que queda, que dura y el testimonio, la enseñanza (apelando a su etimología) que aporta, deben ser en primer lugar analizados desmitificando el significado aparente de aquel. El documento es monumento. Es el resultado del esfuerzo cumplido por las sociedades históricas por imponer al futuro ––queriendo o no queriéndolo–– aquella imagen dada de sí mismas. En definitiva, no existe un documento-verdad. Todo documento es mentira”. ¿Cómo se constituye el documento de la preservación histórica?, considerando que la preservación es, por defecto, un mecanismo de exclusión. Si por un momento tomamos la sugerencia de Le Goff de que no existe un “documentoverdad”, ¿de qué se trata entonces el

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acto de preservar un objeto en el tiempo? Jorge Otero-Pailos: Supongo que

tu pregunta presupone que hay una diferencia entre el objeto en el tiempo que se preserva y el documento referente a ese objeto, ¿no? O sea, que el documento es algo dependiente del objeto, o que complementa nuestro entendimiento del objeto en sí. MLD: Y también en ocasiones el mismo objeto se entiende a sí mismo como documento, quizá más en la arquitectura que en la historia como práctica. JOP: Lo curioso de la cita de Le Goff que lees es que dice que todo documento es monumento y la cuestión es qué entiende él por monumento. Porque obviamente es cierto que si entiendes el monumento de la manera más restrictiva, como algo que te ayuda a recordar, pues efectivamente una hoja de papel escrita puede tener una función monumental en ese sentido. Pero digamos que el entendimiento tradi-

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© SPK / David Chipperfield Architects, Jörg von Bruchhausen

Escalera del Neues Museum de Berlín de David Chipperfield Architects

cional o contemporáneo más usual de lo que es un monumento es esencialmente algo construido, ya sea arquitectónico o escultórico. Si estamos hablando de esa categoría de objetos y su relación con los archivos, por ejemplo, sí es interesante el cuestionamiento de la veracidad del documento; eso es importante. Eso me parece una aportación esencial del trabajo de Le Goff, porque en muchas ocasiones es cierto que cuando empezamos a restaurar el edificio en sí, o se va a tomar una decisión sobre cuál va a ser la estética o la imagen final a la que uno se está aproximando o intentando aproximar, se suele tomar una foto histórica o algún tipo de documentación histórica del monumento y, el proceso final –lo que acaba ocurriendo– es que el proceso de preservación se convierte en la transformación del monumento en su documento. Es el intento de transformar el objeto en su documento, con la idea principal de que el documento tiene un componente de veracidad importante en ese aparente origen. Cuando empiezas a cuestionar la veracidad del documento empiezas a poner en cuestión toda esta operación de restauración, lo cual me parece importante.

El objeto también tiene una dimensión de indeterminación que, normalmente cuando hay un proceso de restauración, tiene que ponerse en cuestión. Entonces, el diálogo entre el documento y el objeto abre un campo a la creatividad, y ese campo que se abre a la creatividad es también el campo que crea ansiedad porque, en el proceso de la restauración, el presupuesto, así como el proceso mismo de restauración se entiende como un proceso objetivo.

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MLD: O sea, que hay una aparente “cientificidad” detrás del mismo documento o del mismo monumento que, como mencionas, en cierta medida se convierte en el documento de sí mismo. Después de cierto análisis el mismo objeto de trabajo (el documento) se puede convertir en la misma fuente de referencia. JOP: Exacto, y lo importante,

creo yo, es siempre mantener esa distancia crítica entre el documento y el objeto; no colapsar el uno en el otro. La tendencia es precisamente a darle primacía al documento sobre el hecho construido, intentar retornar el hecho construido al documento, que es a la vez una reconstrucción. Pero si man-

tenemos esa distancia entre los dos, en ese campo que tiene una cierta tensión y una tendencia a colapsar, ese es el campo que se abre a una posibilidad creativa. Es un tipo de creatividad que es distinta a la creatividad que normalmente se asocia con el proceso arquitectónico del diseño, que es, en su mayor parte, la creación de un objeto nuevo que trata de producir unos documentos y de, efectivamente, construir el documento –como lo son los documentos de construcción, por ejemplo–. En la restauración se busca, en cierto modo, evidenciar la diferencia entre el documento y el objeto. MLD: El documento de la restauración, en este caso, se nutre del objeto que existe, de lo construido y ¿luego lo revierte al documento y ahí existe el diálogo? JOP: Bueno, yo estoy hablando

de documentos que ya están existentes en un archivo. Es decir: una foto histórica, un plano histórico, un libro de algún contratista con las cuentas de los costos de cada una de las cosas que se utilizaron en la construcción, un recorte de periódico, ese tipo de documentos. No de los documentos que se producen durante el proceso


MLD: Claro, más bien un diálogo con una “pre-existencia” entre el edificio histórico y el que se interviene. Esto me refiere a un breve artículo que publicaste en la revista Architectural Record en febrero de 2012, “Restoration Redux”, y discutes, entre otras cosas, la todavía reciente intervención de David Chipperfield y Julian Harrap al Neus Museum en Berlín, así como la naturaleza del tiempo en virtud de la posmodernidad, y cito: “We are only beginning to develop the critical tools to understand the aesthetic expression of architectural temporality in political, cultural, and ethical terms”. JOP: Lo interesante de ese proyecto es que las partes que Chipperfield reconstituye, la escalera central por ejemplo, lo hace con la forma inicial pero abstraída, y en el mismo lugar donde existían. Eso para mí es interesante, por-

que en la búsqueda está claro que es algo nuevo, pero al mismo tiempo es algo antiguo. En cierto modo lo que él hace es que la intervención no es una traza o un residuo del pasado, no es un intento de recuperar esa traza como podría haber sido el trabajo de Peter Eisenman en Ohio State o algo así. A mí me parece que la metáfora auditiva, el concepto del eco, es algo más apropiado para explicarlo. Es una voz que es nuestra, pero del mismo modo no viene de ninguna parte, viene en diferido y crea una tensión en nuestra propia experiencia, en el espacio entre el objeto producido y el documento. Es decir, el eco es un documento de nuestra voz, y el espacio es el producto del tiempo. En el caso de Chipperfield, él sirve de eco, la escalera vuelve transformada por el tiempo, nunca vuelve la misma voz. Ese es el principio del eco, vuelve distinto. Ahí lo que me parece intere-

sante es que hay una investigación del tiempo como principio y como materia arquitectónica, como recurso. Volviendo a la cuestión del modelo y de la creatividad, en gran parte, por lo que le pagan al arquitecto es por diseñar el espacio. Cuando uno trabaja en la preservación, por lo que a uno le pagan es por diseñar el tiempo. Incluso en el modelo económico es distinto y siempre hablamos de que la arquitectura es espacio y tiempo, pero estas dos facetas de la arquitectura se han dividido, y a mí lo que me interesaría es poder volver a unirlas de alguna manera. MLD: Curiosamente, en ese mismo artículo reconoces precisamente la fragilidad de la reconstrucción del pasado y mencionas que, “recién estamos empezando a desarrollar herramientas críticas para entender la expresión estética de la temporalidad arquitectónica en términos políticos, culturales y éticos”. ¿Podrías

ARQUITECTURA

de restauración, sino más bien de esa relación con el documento existente.

©SB / David Chipperfield Architects, Ute Zscharnt

Visitantes cerca de la escalera del Neues Museum de Berlín de David Chipperfield Architects

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abundar un poco más en el rol que puede tener la conceptualización del tiempo en la arquitectura y cuáles serían algunas de esas nuevas herramientas que recién empezamos a concebir y entender? JOP:

Eso es algo difícil de contestar porque estamos en cierto modo desarrollando las herramientas al mismo tiempo que las estamos utilizando. MLD: Como ejemplo, una de las cosas que también mencionas en el artículo es que hemos preferido entender el tiempo como algo natural y no como algo cultural. Quizás esa referencia ayuda a plantear mejor la pregunta. JOP: Hay

una relación bastante directa entre la invención de ciertas tecnologías de representación en el siglo XIX, como pudo ser la fotografía, y el nacimiento del pensamiento arquitectónico de la preservación. Muchas de esas primeras fotografías fueron fotografías de arquitectura, y lo más importante es que se convirtieron en documentos. Esos documentos que comienzan como tecnologías, –en los últimos 150 años– empiezan a crear un nuevo pensamiento sobre el tiempo, sobre todo en Occidente, de un pensamiento que llamamos historicismo. El concepto de historia, tal y como lo conocemos hoy por hoy, viene del siglo XIX; es un proceso intelectual, con periodos que nacen, tienen apogeos y mueren; que se solapan, que se siguen el uno al otro. Este concepto de la historia como algo lineal y progresivo influye al desarrollo de un concepto como el tiempo en la arquitectura. El tiempo en la arquitectura es lineal, es un tiempo de envejecimiento en el que la antigüedad de los monumentos se convierte en su principal valor. Todo esto lleva a un concepto de la historia, que hoy por hoy, está desagregándose. Está, bajo mi punto de vista, en proceso de transformarse en otra cosa. Y de nuevo, estamos en un proceso tecnológico de transformación gigante en el que la Internet, el social media, todos estos modos de comunicación y de representación, no solo de nosotros mismos, sino del mundo entero –como Google Earth–. Todos estos mecanismos de documentación y las fotografías de satélites se han con-

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La pared original del Palacio del Doge y su polución

vertido en algo que todos utilizamos y que hasta hace unos pocos años solo lo utilizaban los militares. Estas son algunas de las herramientas que estamos empezando a utilizar para reconceptualizar, bajo un punto de vista, el tiempo en la arquitectura. La preservación arquitectónica y el trabajo sobre la temporalidades se verán afectados por estos fenómenos y herramientas. MLD: Esa revisión a la idea del tiempo

en cierta medida pudiera ser una motivación para el título de la revista que editas acá en Columbia: Future Anterior, y que en una de sus ediciones Rem Koolhaas

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sugiere en un artículo titulado “Preservation is Overtaking Us”, que vivimos en una época en que la preservación no será una actividad retroactiva sino prospectiva, o futura, o sea, que quizá con estas mismas herramientas que mencionas vamos a poder mirar más hacia el futuro para poder entender la naturaleza del tiempo en el presente, y quizá el pasado mismo. JOP: Exactamente, aunque una vez que empieza a transformarse el concepto de historia, también empieza a transformarse el concepto de futuro. El dominio de la historia no es solamente el pasado, sino que también tiene un


La polución de la pared del Palacio del Doge transferida sobre latex (“The Ethics of Dust: Doge’s Palace, Venice, 2009,” as exhibited in the Corderie of the 53rd Venice Art Biennale. Collection of ThyssenBornemisza Art Contemporary Foundation T-BA21)

componente de proyección en el tiempo hacia el futuro. En ese sentido estoy de acuerdo con Koolhaas, el impacto sobre la preservación ya está siendo fundamental y empezó a serlo en el momento del posmodernismo. Todavía estamos viviendo intelectualmente esa transformación en que la concepción del presente como una barrera impermeable entre el futuro y el pasado está en cuestionamiento, y también la idea de que hay múltiples temporalidades que pueden existir en un mismo momento; es algo que forma parte de nuestra experiencia contemporánea.

MLD: Koolhaas continúa y dice en el artículo que uno de sus mayores deseos es “encontrar una arquitectura que no haga nada”, y menciona a la misma vez la capacidad de “abstinencia” que puede tener la práctica de la arquitectura. ¿Dónde se sitúa la conservación ante la postura de no hacer nada para perpetuar voluntariamente un objeto en el tiempo?, o dicho de otro modo, ¿cómo se maneja la naturaleza destructiva de la preservación, es decir, el acto siempre violento de “hacer”, de preservar objetos ante el paso del tiempo? JOP: Precisamente esas

múltiples temporalidades son las que

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MLD: Existe una temporalidad esencial

que es simultánea, nosotros solamente

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ARQUITECTURA

de algún modo definen el acto violento de la preservación. En cierta medida, la preservación pudiese ser –en términos temporales– un acto violento en el que se trata de sacar, de remover un objeto de una aparente temporalidad que lo va a transformar. Un momento en el que digamos, retroactivamente, la preservación violenta es el proceso de un objeto, de una obra, de un edificio o de una ciudad. Pero también pudiese hacerlo prospectivamente. En el futuro pudiese plantearse un modo en el que estas estrategias pudiesen coartar la capacidad de evolución o de desarrollo, porque propone otras; o sea que efectivamente hay algo muy violento y destructivo en la preservación. También creo que es importante pensar que el objeto preservado, es decir, esta idea de las múltiples temporalidades no se registran exclusivamente en el objeto, sino que el objeto vive en un contexto, tiene un medio ambiente, como nosotros mismos. Y existe dentro de esos campos, y a veces constituye una excepción temporal al resto del mundo, o nos presenta una posibilidad de tener otras experiencias de la normal, de nuestro día a día. Es, a la vez, el contexto de esa franja entre lo preservado y lo no preservado. Y cómo cruzamos esa franja es bien importante. Para mí, ese es otro punto en donde la creatividad arquitectónica empieza a tomar un nuevo giro, es decir, que parte de lo que ocurre cuando pasamos esa franja, o ese umbral es que prestamos atención al tiempo de otra manera. Por eso yo describo el proceso creativo en preservación como la organización de la tensión, que fundamentalmente es uno de los instrumentos con los que trabajamos la temporalidad arquitectónica, es un instrumento organizativo. Organizamos la tensión del visitante de manera que componga y recomponga su experiencia temporal, de manera que esté más consciente de su existencia en el tiempo, pero no de una manera esencialista, donde hay solapes, retornos y fisuras; que no es algo lineal, no desde un punto de vista subjetivo.


MLD: Con esta idea de lo cultural y lo natural quisiera girar la discusión de vuelta a la cita inicial. Una idea que se puede derivar del libro de Le Goff es que la historia (lineal) se ha utilizado para dar la apariencia de continuidad (temporal), y junto con ello construir un proyecto identitario, pero que es a la vez incapaz de sostenerse a sí mismo. La preservación –y el caso de Puerto Rico es un claro ejemplo de esto– es un elemento clave en el proceso de formular imaginarios culturales e identitarios para la arquitectura y su consecuente inserción en el panorama ético, político y cultural. ¿Qué hacemos con la cultura de la preservación arquitectónica que todavía entiende el pasado, y su reconstrucción en el presente, como un mecanismo de validación contemporánea?, ¿cuáles son los retos éticos y políticos de la preservación arquitectónica con relación a la construcción de imaginarios identitarios y culturales como mecanismos para legitimar un proyecto histórico que intenta reclamar un origen para la arquitectura?, más aún en un contexto colonial como el de Puerto Rico. JOP: La lista es infini-

ta, pero lo que es importante subrayar en tu pregunta es la manera en que el proyecto de la preservación es un proyecto extremadamente político. Quizás porque tiene el carácter o asume el carácter de realidad una vez construido y se presenta como la documentación del hecho histórico, sirve para reafirmar la narrativa histórica dominante. Esto ocurre por muchas razones, pero también porque es muy caro el trabajo de preservación, no mucha gente se puede dedicar a ello y pagarlo, por lo que tienden a ser grandes burocracias e instituciones las que lo pueden llevar a cabo. La preservación siempre ha estado ligada al nacionalismo y a la producción de una narrativa nacional. En contextos coloniales ha estado ligada también a la producción de una narrativa colonial de desarrollo, de mejoramiento y de diferenciación con el pasado y, al hablar de políticas identitarias, en la creación de colectivos, de un colectivo que se identifica con esa narrativa, con ese medioambiente. La manera en que la preservación consigue hacer eso, es decir, conseguir crear un colectivo que se identifique con los objetivos e ideologías de un Estado es muy compleja. Pero, reside fundamentalmente en el insertar esa ideología dentro de unos objetos que constituyen previamente una serie de asociaciones consideradas significativas para una cultura. Insertar dentro de esos objetos una idea de que el cultivo de esas características con las que uno se identifica dependen de la existencia del Estado. Ahí esta el quid de la preservación. Cuando la preservación es algo que está patrocinada fundamentalmente por el Estado y a cargo de los bienes culturales que nosotros consideramos esenciales para nuestra identidad, nuestro entendimiento de la dependencia que tenemos en el Estado es casi inmediato, para la mayor parte del mundo. Por eso, me parece muy interesante, dentro del caso de Puerto Rico, la historia de la creación del Instituto de Cultura Puertorriqueña (esa sería una historia fascinante de relatar) y su compleja relación con la preservación por las tensiones con las instituciones americanas de preservación, como

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Lo difícil es resistir que la preservación se reduzca a una mera aplicación técnica. Eso es, digamos que, la batalla. la habitamos. JOP: El tiempo es natural, el tiempo hoy por hoy sigue siendo el último reducto de lo que nosotros consideramos naturaleza. Yo creo que todo lo demás ya está bastante afectado, incluso el clima consideramos que es un hecho cultural. Sin embargo, el tiempo todavía, para la mayor parte del mundo, significa naturaleza. Y yo creo que ahí está el centro de la dificultad, porque nosotros como arquitectos sabemos que el tiempo es una construcción cultural, es decir, el darle expresión de manera que la gente lo pueda entender como cultural y no simplemente como algo natural.

puede ser el National Park Service. En esas tensiones y en esas relaciones se ha dado expresión a muchos de los conflictos político-culturales entre Puerto Rico y Estados Unidos, y sigue siendo todavía una institución que sirve para articular estas políticas identitarias y darles expresión. Como arquitectos, lo difícil es, primero, ser conscientes de todo este proceso, y segundo, poderle aportar un punto de vista que no sea simplemente el de ejecutar las directrices que vienen desde arriba, y ahí está el proceso crítico. Para poder ejercer de manera crítica, primero hay que tener un entendimiento de este proceso que es uno mucho más amplio que simplemente la arquitectura como objeto, que estamos refiriéndonos a un proceso de fenómeno cultural. MLD: Precisamente por eso me parece conflictivo, cuando el problema de la preservación en la arquitectura —particularmente en el caso de Puerto Rico— se utiliza como un mecanismo para la legitimación de la construcción de un presente o, de cómo abordar esa arquitectura del pasado para intentar darles continuidad a proyectos que están ligados a esa naturaleza lineal del tiempo. Son conflictivos porque no tienen distanciamiento crítico. JOP: Y la

manera en que se resuelven, articulan y exprimen estos conflictos, o una de las maneras, es la arquitectura. Cada intervención técnica en un monumento o en un edificio histórico produce y resuelve, al mismo tiempo, estos procesos de política identitaria que son fundamentalmente culturales. Por eso, para mí es importante que en el campo de la conservación así como los conservadores arquitectos tengan un entrenamiento, si estamos hablando de pedagogía, si podemos hablar de pedagogía, que trascienda lo meramente técnico y que incluya lo filosófico, lo político, lo estético, y lo creativo. La dimensión creativa es la que abre a la posibilidad de que podamos empezar a abordar todas estas facetas que están ligadas a la tecnología, como hablábamos al principio. Lo difícil es resistir que la preservación se reduzca a una mera aplicación técnica. Eso es, digamos que, la batalla.


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Crónicas de madera

Residencia en Santa Cecilia #1, con “textura” del hormigón expuesto con tablones – “imprimiendo” la hebra de la madera a la superficie

Estas crónicas narran cuatro relatos sobre el manejo de la madera y las experiencias particulares que presenta el uso de esta materia prima en la arquitectura. En épocas recientes, las virtudes estéticas y estructurales de este material se han visto obstaculizadas por las dificultades de obtener financiamiento y seguros sobre la propiedad, y por la fragilidad del material frente al ambiente. Estas dificultan la incorporación de la madera en la arquitectura contemporánea del país. Por otro lado, mantener estructuras antiguas hechas en madera presenta otro tipo de reto al estas requerir un tipo de cuidado distinto al del hormigón. Los acercamientos variados que se incluyen en las páginas siguientes presentan una muestra de las vivencias, bondades y retos de trabajar la arquitectura de madera en Puerto Rico. Las cualidades y posibilidades arquitectónicas de este material noble incluyen –por solo mencionar algunos ejemplos– el apoyo al rescate de los cascos urbanos y su legado arquitectónico, el manejo sustentable del medioambiente, y los efectos que produce la madera en los sentidos del usuario.

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Madera viva José R. Coleman-Davis Pagán

La madera, a pesar de ser de los materiales de construcción más antiguos, es uno que jamás debe escasear –si se maneja su producción con conciencia– debido a que siempre se pueden sembrar y cultivar árboles. Es un material ‘natural’ y ‘vivo’ que nos concede un nexo entre la arquitectura y la vida. Pese a su composición química compleja, la madera tiene propiedades excelentes que se acoplan para la construcción. Está fácilmente y económicamente disponible, se elabora sin mucha dificultad mediante el uso de técnicas simples en una variedad infinita de tallas, tamaños y formas, es excepcionalmente fuerte en relación con su peso y es un vivo ejemplo de sostenibilidad: un recurso renovable y biodegradable. La madera en la era moderna no es necesariamente la misma de antes, cuando era oriunda de campos vírgenes o selvas tropicales. Actualmente, casi toda la madera proviene de bosques manejados de segunda y tercera generación. La práctica insostenible de destruir ecosistemas saludables disminuyó sustancialmente -o se paró por completo- cuando los países menos desarrollados (asiáticos y suramericanos) fueron persuadidos de no seguir agotando sus recursos naturales, es decir, no asimilar el mal ejemplo de

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tantas regiones alrededor del planeta. La práctica de la repoblación forestal –conocida como silvicultura– es una sumamente delicada, esta intenta equilibrar la productividad del recurso maderero con las preocupaciones ambientales. Esta práctica depende de toda una gama de circunstancias naturales, desde la conservación de comunidades nativas y la preservación de la flora y la fauna, hasta la protección de los ríos, las quebradas y los acuíferos. Pero siempre existe la presión del lucro materialista, puramente comercial y, por consiguiente, en algunos lugares remotos del mundo se siguen ‘derribando montes’. La mejor solución es apoyar la silvicultura, exigiendo que toda la madera sea procedente y certificada de bosques manejados por el Forest Stewardship Council (FSC por sus siglas en inglés), así afirmamos nuestro compromiso con el medio ambiente. La construcción con madera tiene múltiples ventajas inherentes que históricamente siguen siendo reconocidas. Sin embargo, con el desvanecimiento de los bosques tropicales y la insensibilidad de no implementar una estrategia de restituirlos, la madera paulatinamente dejó de ser un material principal de construcción permanente en Puerto Rico –aun en combinación con otros materiales, como por ejemplo, la mampostería/argamasa–. Primero se fueron los techos tradicionales de vigas, alfarjías y ladrillos y fueron reemplazados insensiblemente con hormigón armado. Luego,

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Héctor Méndez Caratini

Estructura sencilla adyacente a la estación de TV Canal 4 en Guaynabo, construida en su totalidad con pino tratado (1983)

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Techo/plafón de vigas y alfarjías de Casa San Sebastián 6 con teca de Guyana/ Surinam (1978)

Además, algunos pisos son en pino machihembrado sobre viguería de madera –todo elevado sobre la tierra–. En ambos casos, los contratistas contaban con experiencia manejando las singularidades de la madera maciza, una destreza particular que pocos constructores –de esta época– dominan. Actualmente, en el edificio Felpe Janer, ubicado en la esquina noroeste del cuadrángulo histórico de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, se trabaja en la reconstrucción de su techo con múltiples cerchas de madera de pino de máxima calidad (tipo dense select structural). Esta cubierta imponente, que será coronada con tejas de barril, reemplaza la estructura original del 1928 que se deterioró por total falta de mantenimiento: sufrió infiltración de agua y comején. Ciertamente, con la debida atención consciente y acción preventiva, el techo original con cerchas de pitch pine hubiese sobrevivido todos estos años, y más. Para los arquitectos (probablemente la mayoría) la justificación de trabajar con madera es de índole ambiental –es un recurso renovable y sustentable–. No obstante, nos motiva la estética y su hermosura. La madera no intimida, es táctil y cálida. Aun con la pátina del tiempo, cuando se torna gris cálido (como el ipé o la teca al ‘sol y sereno’), sigue contrastando con el acero o el hormigón que se perciben como superficies un tanto ‘frías’. Incluso, ¿no le exaltamos la ‘textura’ al hormigón expuesto con plywood o tablones, impartiendo la hebra de la madera a la superficie? Sospecho que la madera le imparte escala humana al edificio, es un material que le agrada a todos –queriendo ser tocada e incluso olfateada–.

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en edificios coloniales, la Casa Klumb en Sabana Llana o algún detalle o fragmento de un proyecto contemporáneo meritorio. La realidad es que la madera no ha sido la protagonista de nuestra arquitectura reciente –no obstante, afortunadamente existen obras destacadas de colegas de la talla de Jorge Rigau, Otto Reyes, Miguel del Río, Carlos Betancourt, José Javier Toro/Gonzalo Ferrer, Francisco Gutiérrez y Eugenio Ramírez. Mi experiencia –y memoria– en relación a la madera se remonta a las visitas de joven a la Hacienda Esmeralda en Santa Isabel, que tenía (para mí) ‘cientos’ de soportes de secciones de troncos o ramas que la levantaban sobre el terreno. También recuerdo mis visitas con mi padre (HTC) a sus obras, en las cuales colaboró con Toro-Ferrer. El aroma de aserrín evoca recuerdos de los talleres de los ebanistas Francois Moreau, Nordec (Jesús Norniella y Gastón Suarez) y Pete Rivera (hoy RiAx). De esa retentiva, sub-rayo la imagen del vestíbulo del Hotel Cerromar –con sus tablados de imbuya– y cómo ese material le impartió una calidez fenomenal al sitio. Temprano en mi carrera profesional, luego de elaborar gran parte del maderamen de mi casa en San Sebastián 6 con hardwood traído para ese propósito de Surinam, una de mis obras más gratificantes fue una modesta, sencilla estructura adyacente a la estación de TV Canal 4 en Guaynabo. Construida casi totalmente con pino tratado, la misma permanece intacta –habiendo sobrevivido sol, lluvia, tormentas y huracanes durante más de 30 años–. La madera ha tenido un rol integral en mis obras y me llena de satisfacción haber trabajado con ‘madereros’ geniales, tales como: Julio Laguna, Paul Biver, RiAx, Fe-Ri y Roberto Colón. También he intervenido en la reconstrucción comprensiva de casas criollas históricas del periodo al principio del siglo XX donde típicamente los techos son de cerchas de pino resinoso con una cubierta de acero galvanizado acanalado, llamado comúnmente: zinc. Se destaca la Casa Serrallés en la calle Isabel esquina Mayol de Ponce y la Casa Gavillán (hoy del Cuento Puertorriqueño) cercana a la plaza de recreo de Cayey. Ambas obras envuelven construcción híbrida, donde las paredes son de mampostería u hormigón y los techos de madera y metal.

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los huracanes, fuegos y las instituciones financieras –que limitan su utilización– le dieron el ‘golpe mortal’ a la madera, abriendo paso exclusivo a la edificación ‘permanente’ en hormigón y acero. Los atributos y beneficios de estos (y otros) materiales modernos son incuestionables, pero no a expensas de denegar o rechazar por completo el uso de la madera. Por más de un siglo, la mayoría de la madera ha sido importada y un gran porciento de esta se ha utilizado como ‘sostén’ para las edificaciones en hormigón armado –particularmente en su encofrado y andamiaje–. Por lo general, este material es de baja calidad y resistencia, y casi siempre tiene su fin en un vertedero. De hecho, urge implementar una estrategia de reciclaje de este ‘desperdicio’. La práctica –o consciencia– de exigir que el material macizo (no para formaletas) sea ‘certificado’ es muy reciente en el país y presumo no es lo usual al especificar madera para nuestros proyectos. Exhorto a todos a cambiar la norma y requerir certificación del FSC. Hoy día, cuando pensamos en la construcción en madera en Puerto Rico es muy posible que vengan imágenes a la mente de las pocas casas vernáculas de ‘madera del país’ (que todavía sobreviven), el ‘pichi-pen’ de ranchones agrícolas, el ausubo de vigas o maderamen


Crónicas de madera

El valor de una estructura de madera es cero Guillermo Acevedo Dávila

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Fotos por el autor

“elegible” en el Mapa de la Delimitación de la Zona Histórica de Coamo, Fase I, del 15 de septiembre de 1995. Sin embargo, en el Mapa de Valorización de Propiedades Elegibles, del Instituto de Cultura, de la misma fecha, nuestra casa aparece sin valor alguno. Es en el estudio de Samuel Corchado2, y citando a la Oficina Estatal de Conservación Histórica, donde se le reconoce valor histórico-arquitectónico a la propiedad. La ruina

Fachada existente

Fachada luego de la intervención

El No. 7 de la calle Obispo Salamanca de Coamo fue adquirido por nosotros en septiembre de 2005 al precio de tasación. Para la tasación y el banco el valor asignado a la estructura era cero. Hoy, el valor de la propiedad para la gran mayoría de las casas de madera que quedan en los centros urbanos tradicionales es el valor del terreno. En el documento Análisis y propuestas para la revitalización del centro urbano de Coamo redactado por Samuel Corchado Arquitectos, para la Directoría de Urbanismo en el 2002, nuestra casa está identificada como ruina1. En esta página se asevera que: “Es importante promover…..el desarrollo de los solares en ruinas para aportar a la revitalización del centro urbano de Coamo”.1 La casa está considerada como Escala – Samuel Corchado Arquitectos, Análisis y propuestas para la revitalización del centro urbano de Coamo, 2002: Condiciones existentes del centro urbano, condición de las edificaciones.

Encontramos una estructura en mal estado, dejada a su suerte con un permiso de construcción aprobado que autorizaba su demolición. La casa fue construida en el 1889 por el maestro constructor Julián Rivera, cuyas iniciales y símbolo (una estrella) todavía adornan el techo del balcón. Es una estructura que manifiesta varias características típicas del género criollo vernáculo. Situada frente a la plaza, el primer piso está construido en mampostería y tiene cuatro puertas a la calle. Otras cinco puertas dan a la calle en el segundo piso, construido en madera y abren a un balcón continuo de 48’ de largo, compuesto de balaustres y columnas en madera torneada de unas proporciones refinadas y elegantes. La sala de la casa posee cornisas elaboradas sobre las ocho puertas interiores y otras cornisas elaboradas rodean el pla2

fón del techo. La parte posterior de la casa es una galería tipo martillo, donde se encuentra un salón comedor con murales pintados sobre las tablas de madera originales. Uno de los murales recrea el fortín San Gerónimo de San Juan, con la bandera española ondeando, mientras el otro presenta la hacienda de los dueños originales de la casa. La construcción de la nave que da a la calle es de primera clase con piezas robustas, tijerillas construidas usando clavijas de madera, los nudos identificados con números romanos, piso de madera machihembrada de una pulgada de espesor en buenísimas condiciones. El martillo no fue construido con el mismo esmero, las piezas son más finas, la última cuarta parte está hecha con piezas más finas todavía. Esta última parte de la casa estaba a punto de colapsar y no se pudo salvar. La casa se encontraba, en términos de amenidades modernas, como debió haber estado a principios del siglo pasado. La estabilización y reconstrucción de la estructura

El primer paso en la restauración de la casa fue estabilizar la estructura. La parte frontal se sostiene de las paredes de mampostería del primer piso y una viga sobre columnas de madera paralelas a la calle. Las bases de las columnas estaban podridas y se reemplazaron con columnas de acero. La viga fue reemplazada

Ibíd

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Estado de deterioro de la parte posterior de la casa

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Corte longitudinal

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a su vez con una vigueta de acero. Las viguetas de madera que apoyan directamente el piso de madera fueron reforzadas con piezas de acero paralelas a estas. El martillo se soporta en las paredes de mampostería y en una viga que corría el largo de la estructura. Esta viga estaba partida en dos sitios y fue reemplazada junto con las columnas de apoyo. El piso en esta zona fue reemplazado completamente. Se requirieron gatos hidráulicos para enderezar la estructura. Uno de estos se rompió enderezando el centro del martillo por el exceso de carga en ese punto. Al reparar, enderezar y reforzar el techo, su carga se redistribuyó quitando el exceso de peso en este punto. El techo se reemplazó con una combinación de madera laminada para la base con una cubierta de base asfáltica impermeabilizante y una cobertura en galvalume corrugado en forma igual al original. La estructura, las maderas rescatadas y el terreno fueron fumigados contra termitas.

La plaza en el centro urbano de Coamo donde está ubicada la estructura

Balaustres de capá prieto en el balcón

Tijerillas de clavijas de madera y vigas que sostienen el techo

La fachada

El futuro

Una vez enderezada y reforzada la estructura decidimos trabajar la fachada principal. La fachada en madera machihembrada y el balcón, con excepción de las viguetas de soporte, están en muy buen estado. Se removió toda la pintura y descubrimos que había que reemplazar la madera en una porción de la fachada. Esto se hizo con tablas de cedro a las que se les dio forma final a mano. Las puertas fueron removidas y se quitó la pintura a mano. El color final que se aplicó es muy similar al color original descubierto durante los trabajos. Otro descubrimiento fue que los balaustres están hechos de capá prieto. Sin la pintura quedaron de dos tonos y estuvimos tentados a dejarlos sin color. El balcón ha sido más difícil. La decisión ha sido reemplazar los soportes con piezas de acero (queremos que soporte el peso de bastantes personas), pero hasta ahí nos alcanzó el dinero y estamos pendientes a continuar el trabajo.

Para iniciar la reconstrucción de la casa fue necesario hipotecar nuestra residencia en San Juan. La situación económica que buena parte del país sufre nos ha obligado a posponer nuestro sueño. Esta casa tiene una ubicación privilegiada frente a la plaza, un solar de 500 metros cuadrados. Es la última casa criolla en su estado original en la plaza pública; una vivienda ajustada al clima tropical, elevada del nivel de la calle, con un techo alto, y con varias puertas dobles con persianas de madera en la fachada por donde la brisa puede cruzar y refrescar el interior. Las maderas originales se están preservando; por ejemplo, las del piso, que se removieron para pulirlas y luego reutilizarlas. El próximo paso será enderezar, reforzar y reconstruir el piso del balcón, habilitar el primer piso y luego el segundo. Hemos hecho esta inversión en una estructura centenaria para hacerla nuestra oficina y hogar porque queremos contribuir a fortalecer la vida de este centro urbano.

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Crónicas de madera

La experiencia de Ponce en Marcha y el Programa de Rehabilitación de Viviendas en su Sitio Ricardo Miranda

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Fotos suministradas por el autor

y aquellas que no contaban con acceso directo a la calle. La mayoría de las estructuras eran modestas casas criollas construidas en madera o mampostería (ladrillos o piedra) y techadas de zinc. Mientras fuera posible, las obras se realizaban sin mudar a las familias que por lo general participaban de forma activa en la planeación y en algunas etapas de la rehabilitación. El programa era receptivo al sentir de los participantes y evaluaba las necesidades particulares de las familias. También se consideraban las condiciones físicas del inmueble, desde los aspectos normativos y de códigos hasta los valores arquitectónicos individuales de cada propiedad, o su valor como parte de un conjunto urbano tradicional. Por sus características particulares, el programa demandaba productos típicos de la arquitectura vernácula criolla; que no eran muy usuales y que dependían de talleres artesanales y técnicas poco comunes en la construcción de aquellos años. La escasez técnica dio paso a la creación de talleres de fabricación a la medida de toda suerte de ventanas de celosías, montantes calados o de palitos, torneado de balaustres o columnas, entre otras necesidades. El propio programa producía en su taller socos de hormigón, viseras metálicas, molduras de madera y detalles ornamentales de herrería. El que es hoy el estudio del

maestro Antonio Martorell (en la Playa de Ponce) era en aquel entonces el taller del tornero Norberto Cruz quien suplía al programa copias y originales de columnas y balaustres, utilizando equipos de la época que habían pertenecido a la ya entonces desaparecida Porto Rico Iron Works (emblemática empresa siderúrgica que funcionó por varias décadas en el sector). Asimismo, la demanda creada por la vibrante actividad de rehabilitación reavivó al decaído comercio tradicional y al sector de la construcción de la zona. Entre los principales suplidores de materiales se destacaron empresas locales como las ferreterías Massó-Playa, San José y Del Carmen (todas estas posteriormente desaparecidas). Además, se organizaron pequeñas empresas que ofrecían diversos servicios a las familias que buscaban personalizar sus unidades de vivienda nuevas o rehabilitadas, tales como ebanistería, gabinetes, pintura, terminación de pisos, etc. El programa también funcionó como taller de adiestramiento a jóvenes de las comunidades en los oficios de la construcción. Durante su existencia se incentivó la capacitación y promoción de los trabajadores, así que la plantilla laboral fue evolucionando y se renovaba con frecuencia. Con suficiente tiempo, práctica y empeño los aprendices pasa-

El plan Ponce en Marcha se creó en 1985 y constituyó una compleja iniciativa gubernamental de revitalización social, económica, y política para Ponce y la región sur. El plan proponía la ejecución conjunta de una serie de proyectos de desarrollo económico, infraestructura, turismo y cultura que concentrara cuantiosos esfuerzos y recursos en el rescate de una “ciudad señorial” que se estaba haciendo añicos. A través del plan se lograron recuperar un sinnúmero de estructuras de reconocido valor patrimonial y se llevaron a cabo notables acciones transformadoras sobre el espacio público que incluyeron el soterrado de la infraestructura y el ennoblecimiento de aceras, plazas y parques en el centro histórico de la ciudad. Más allá de esto, a través de la creación del Programa de Rehabilitación de Viviendas en su Sitio la iniciativa logró trascender al hormigón y a la varilla adentrándose en las comunidades ponceñas y en su gente. Durante alrededor de una década, este programa impactó a más de mil familias en los barrios populares más tradicionales de Ponce. Las primeras intervenciones tuvieron lugar en las comunidades de Arenas-Betances, Pabellones, las Flores y Callejón del Río, extendiéndose luego a los asentamientos perimetrales y a la Playa de Ponce. Como regla general, durante los trabajos de rehabilitación se reparaban unidades de vivienda habitadas que adolecían principalmente de la típica falta de mantenimiento y el desgaste de años de intenso uso. Además, con el propósito de eliminar condiciones insalubres, de hacinamiento o de prevenir problemas de seguridad, se realineaban o relocalizaban las estructuras que no estaban servidas por la infraestructura disponible

Estructura rehabilitada como parte del Programa de Rehabilitación de Viviendas en su Sitio

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Bocetos del as built y las mejoras a realizarse en las unidades de vivienda

Estructura rehabilitada como parte del Programa de Rehabilitación de Viviendas en su Sitio

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ARQUITECTURA

ban a ser carpinteros y se formaban nuevas gangas de trabajo. Ejemplo de esto fue el caso del trabajador José Manuel Madera que en poco tiempo pasó de ser ayudante en el almacén a asistente de carpintero, convirtiéndose luego en uno de los más eficaces maestros de obra. Vale la pena destacar la actuación de los profesionales del diseño a cargo de este programa. El Arq. Héctor Levantes trabajó en las primeras etapas de este proyecto. Levante diseñó la mayoría de las intervenciones en el centro de Ponce y a en algunas unidades de la Playa. Además de rescatar los detalles del vernáculo criollo e integrarlos en las rehabilitaciones o nuevas viviendas, aportó detalles de seguridad acorde con los requisitos de los códigos de hoy día, tales como sistemas de anclar techos metálicos y la actualización del sistema eléctrico y fontanería. Este servidor trabajó principalmente en La Playa con la arquitecta Ángela del Toro Quirós y los fondos de financiación en este caso eran mayormente para mejorar la condición de hacinamiento, mitigación contra inundaciones y mejorar la condición de las estructuras. En este caso, se realinearon muchas unidades para incluir aceras, área de rodaje y un sistema de bombas contra inundaciones. Esta condición condujo a que se evaluara la condición de esquina de la manzana y se desarrollaron modelos achaflanados para estructuras residenciales. Transformamos algunos usos comerciales (abandonados) en residencias sanas, decentes y seguras. Hoy, casi treinta años después, cuando aún se debate en corte sobre los proyectos y asignaciones que se otorgaron al plan en su origen, nos sigue sorprendiendo el hecho de que la mayoría de aquellas viviendas continúen en pie, habitadas y en buenas condiciones. Esto nos revela el orgullo de sus ocupantes por mantener el carácter y la identidad de sus barrios. La arquitectura criolla de estos espacios obligó a redesarrollar una inteligencia particular sobre las técnicas tradicionales de construcción y cosechó una relación muy estrecha entre las comunidades y el programa. En estos sectores, mientras se reconstruían hogares, sus habitantes reconstruían sus historias.


Crónicas de madera

La madera como paradigma sustentable Carlos E. Betancourt Llambías

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Fotos por Ivonne M. Marcial y Fabián Silvano Morales

Entonces, tengo que admitir mi contaminación desde temprana edad. Les cuento que mis padres alquilaron una casa de madera en la calle Guayama en Hato Rey, no de las Massó o Mi Antojo, sino aquella que un carpintero, con la destreza de nuestra estirpe vernácula, concibió y fabricó según las más elementales técnicas de una tecnología funcional. Vivimos diez años en la casa con paredes de madera machihembrada cubierta con un techo en viguetas de madera cubiertas de cinc y ventanas de postigo que abrían al patio, y extendían la mirada al huerto casero de mis padres. Es de esperarse que habitara en mí un sentimiento de aprecio a este material de tanta versatilidad. La madera es un material que cumple cabalmente con los códigos de fuego, terremoto, vientos, capacidad estructural y, sobre todo, con el tema de la sostenibilidad que busca proteger nuestros recursos para las próximas generaciones. La construcción en madera resulta eficiente y costo efectiva. La fabricación

de elementos a la medida o su prefabricación es un método rápido y limpio. Vale la pena señalar que en Puerto Rico existen obreros diestros para la construcción y la fabricación en madera desde tiempos ancestrales. En otras latitudes se están construyendo edificaciones de viviendas unifamiliares, multifamiliares, condominios multipisos, oficinas, escuelas e instalaciones recreacionales, entre otras, en madera. La madera de esta casa, a su vez, crece de forma natural. Con la creciente presión de reducir la huella de residuos de carbón del ambiente edificado, los diseñadores debemos estar conscientes de que debemos alcanzar un balance en cómo construimos. Durante cientos de años, la madera ha sido uno de los materiales más populares en la construcción, junto a otros como el barro, la piedra y el yute. La construcción en madera se traduce en la utilización responsable y sin derroches de los materiales que están a nuestra disposición en el entorno. La consideración de uso de un material que la propia

Luego que cumplí mis 45 años decidí que iba a diseñar mi propia casa en un solar de 1.25 cuerdas frente al lago Carraízo del sector Los Díaz en el municipio de Trujillo Alto. Encontré este solar gracias a un cliente que me dejó saber que estaba a la venta en una conversación de negocios. El tiempo me permitió adquirirlo luego que él me concediera un modelo de pago muy conveniente para ambos. La compra del solar marcó la “hora cero” para soñar con la casa ideal para un arquitecto. El lugar era un bosque virgen… de donde emanan los aromas propios de la naturaleza con una vista espectacular al lago, rodeado por la fauna y la flora, en sana armonía con la naturaleza, donde el paisaje no edificado predominaría sobre lo edificado. En el pensamiento estaba que el diseño de la casa tenía que incorporar la madera, un material muy versátil que puede emplearse como soporte estructural, en terminaciones, tanto para el interior como para el exterior, y en cerramientos como puertas, ventanas, celosías fijas o movibles y trellises, entre otros. La naturaleza estaría en una simbiosis con lo edificado. Recuerdo desde niño que mi abuela (muy querida por todos) cimentó el aprecio a la madera cuando me hablaba de la casa de su abuelo (o sea, mi tatarabuelo). Esta era la hacienda de los González en el barrio San Sebastián del Pepino en San Sebastián. Ella explicaba con orgullo, cómo la casa respiraba, cómo percibía el aroma que destilaba de entre las piezas laminares de la madera, el color natural propio de la especie y su crujido cuando los azotaba un huracán, que con toda furia embatía la noble casa. Estas memorias nunca se olvidaron y dieron base a un aprecio a este material de extraordinaria riqueza y flexibilidad.

La diversa paleta de materiales incorporados en el área de la cocina de la casa

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ENTORNO22


1. La selección de un lugar que minimi zara la poda de árboles. 2. Un diseño con el terreno, la vista y la naturaleza como los principales condicionantes. 3. Empleo de una paleta de materiales que proporcione la diversidad de lo que la propia naturaleza otorgaba.

La casa en su contexto natural y la incorporación de la madera en el interior y exterior de la casa

CAAPPR

La madera de esta casa, a su vez, constituye la envoltura que predomina, tanto en paredes, pisos y techumbres. No obstante, comparto que la banca no favorece el financiamiento de casas construidas con madera. Además, el mantenimiento se convierte en el domingo de oración, por lo que cada seis meses hay que “acariciarla” y darle su retoque. Reitero que habitar una casa de madera es como estar en simbiosis con nuestro entorno. Nos proporciona una atmósfera de paz, aromas naturales, el rugido del bosque y una paleta de colores exquisitos. ¡Qué viva la madera!

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ARQUITECTURA

naturaleza nos provee junto a las innovaciones de la industria nos ha llevado al redescubrimiento del uso de este material tan noble. La madera posee cualidades únicas: como material de construcción es completamente reciclable y las piezas o los elementos existentes se reponen de manera natural. Como material natural es la perfecta expresión física de nuestra conexión íntima con el mundo en que habitamos. Los árboles han resultado vitales en todas las esferas de la actividad humana. Como dijo Paracelso en la Edad Media: “Esta planta es como un ser humano, tiene su propia piel, la corteza: las raíces con su cabeza y su pelo; posee su forma característica, así como sus señales, sentidos y sensibilidad en el tronco. Su decaimiento y muerte son las estaciones del año”. Para la certificación de la madera, el principal sistema mundial, lo es el FSC (Forest Stewardship Council). El objetivo de la certificación es fomentar la gestión de bosques sostenibles En Puerto Rico se hace muy difícil cumplir con la norma de esta certificación, así como obtener madera con bajos niveles de tóxicos para su preservación. La experiencia habla por sí misma en la Casa del Lago. El diseño contempla los principios de sostenibilidad:


ARQUITECTURA

La Casa del Marqués de La Esperanza

Hacienda La Esperanza, Manatí, Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico

Aníbal Sepúlveda Rivera

Este artículo es una invitación para los lectores de la revista Entorno a conocer un buen ejemplo de la arquitectura de reconstrucción de una hacienda azucarera, por largo tiempo trabajado y recientemente terminado. Con el sugerente nombre de La Esperanza, se conserva en el valle costero del norte, muy cerca a la desembocadura del río Grande de Manatí. Por su naturaleza, en medio de una reserva natural, la Hacienda La Esperanza es todavía desconocida para muchos, sin embargo, visitarla es una gozada para los sentidos y el espíritu. Les aseguro que saldrán de allí con esperanza, como su nombre enuncia. Paisaje y memoria Tal como señala Manuel Moreno Fraginals en su afamada obra El ingenio, fueron condiciones esenciales para el desarrollo de la industria del azúcar, tanto en Cuba como en Puerto Rico. Las tierras cercanas a los puertos eran llanas y fértiles y la abundancia de bosques suplían la madera y la leña que movían los ingenios. Esa es la geografía en que se enclava la Hacienda La Esperanza. Un paisaje tachonado de haciendas dominó la ruralía puertorriqueña

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ENTORNO22

durante el siglo XIX. La agricultura comercial de buena parte del siglo estuvo aglutinada en torno a tipos –hoy históricos– de la arquitectura de plantación. A diferencia de otras islas del Caribe cuyo auge productor se alcanzó en el siglo XVIII, la economía de plantación se desarrolló en Puerto Rico durante el siglo XIX. Los principales productos de esa economía agraria fueron el azúcar, el café, y en menor escala, el tabaco. Ese paisaje, a punto de desaparecer en el cambio de siglo bajo el nuevo régimen de centrales azucareras, fue recogido por los pinceles de Francisco Oller (1833-1917) o de Pío Bacener (1840-1900). En sus pinturas de haciendas cañeras como La Aurora, La Carmelita, Plazuela, y Fortuna de Oller, o La Serrano y La Luciana de Bacener, plasman la pátina de una isla de haciendas que movieron la economía del país hasta ese fin de siglo. La hacienda azucarera era un complejo integrado por la casa grande –donde habitaba el hacendado de forma permanente o por temporadas–, los barracones cercanos para los esclavos y jornaleros que trabajaban la tierra, y los edificios proto-industriales para la molienda de la caña. En Puerto Rico, excepto por algunas viejas chimeneas


ARQUITECTURA

Elevación norte

Fachada principal oeste

1976, Beverly Yasura y Belmont Freeman, HAER, National Park Service

AníBAL SePúlveda

Fachada en tres tiempos: 1930c / 1979 / 2011

CAAPPR

cuyos elementos verticales ayudan a ubicar los lugares donde existieron, quedan muy pocos vestigios de ellas. Una de esas haciendas es la que perteneció a José Ramón Fernández, conde de La Esperanza, que nació en Puerto Rico en 1804 y se educó entre España, Inglaterra y los Estados Unidos. Fernández heredó de sus padres una primitiva hacienda agrícola y con visión empresarial llegó a reunir una propiedad de más de 2,200 cuerdas. La Esperanza comenzó a operar como hacienda azucarera hacia el final de la década del 1840, y ya en la década de 1870, La Esperanza era una de las mayores y más sofisticadas productoras de azúcar del país. Con su numerosa fuerza de trabajo esclava, y más tarde jornalera, el empresario y político conservador amasó una de las fortunas

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AníBAL SePúlveda

Segunda planta

más importantes del momento. En 1861, Fernández compró una moderna máquina de vapor para moler azúcar, símbolo de la modernidad industrial y probablemente el más sofisticado molino de vapor traído a la Isla. Esa máquina fue fabricada en Nueva York por la West Point Foundry, empresa icono de la industrialización en Norteamérica. Conservación y restauración

asociado al caño de Las Boquillas y han aumentado considerablemente las áreas de bosque en muchas secciones de la hacienda. Se ha restablecido de forma considerable el bosque de manglar y el área arbolada junto a la desembocadura del río. También han crecido arboledas a lo largo de caminos y en el perímetro del recinto histórico. La Casa del Marqués

El famoso molino de vapor, junto con el resto de las instalaciones industriales y domésticas, permanece hoy en el lugar gracias a la gestión del Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico, que adquirió buena parte de la finca en 1975. Tras casi cuarenta años de esfuerzos de conservación y restauración del paisaje natural y construido, La Esperanza es hoy un lugar de categoría mundial que cada día irá conociéndose más dentro y fuera del país. La recuperación paulatina de los ecosistemas del estuario del río Manatí y del recinto histórico son buenos ejemplos de esfuerzos colectivos que merecen resaltarse. Con el consecuente manejo sensible se ha reconstituido el humedal

La Casa del Marqués, la casa grande, domina el recinto histórico en el que se encuentran el molino de vapor –completamente restaurado y en operación– y las otras estructuras complementarias. Al adquirirse la propiedad, el entonces director del Fideicomiso, Javier Blanco, se encargó de documentar meticulosamente las estructuras y registrar el conjunto en el Historic American Engineer Record del National Park Service en Washington D.C. Todos los planos, fotos y documentos se pueden consultar en la Biblioteca del Congreso. Los planos fueron hechos en 1976. Afortunadamente esa documentación sirvió para su reconstrucción puesto que la casa original fue destruida poco después por un huracán. Además de

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ENTORNO22

esos planos, por años el Fideicomiso recopiló gran cantidad de información sobre la hacienda que se utilizó en todo el proceso de restauración. En la restauración de la Casa del Marqués han trabajado varias promociones de arquitectos: el propio Javier Blanco, Beatriz del Cueto, Francisco Rodríguez, Francisco Gutiérrez, Jorge Ramírez, Eugenio Ramírez y Ernesto Rodríguez. En el proyecto participó de manera destacada el contratista Angelito Colón. La Casa del Marqués resultó una pieza digna de admirarse por su sobria sencillez y por sus lecciones de sostenibilidad que nos legó y que el Fideicomiso ha sabido reinterpretar. El sentido común de su adaptabilidad al entorno, que se apoya en una historia de siglos, es un modelo de sostenibilidad del cual podemos aprender. El proyecto de recuperación de la casa es pertinente al examinar el estado de la arquitectura en Puerto Rico en este comienzo del siglo XXI. La casa convoca sapiencias ya casi extintas, memorias olvidadas de la arquitectura tradicional en madera. Es una lección sobre metodologías de trabajo y el uso de materiales renovables en la arquitectura contemporánea. El trabajo de recuperación de la casa tomó un largo tiempo, pero el impresionante resultado ha valido la espera. Es un ejemplo que habla bien del estado de la arquitectura en Puerto Rico. Aunque se trata de una arquitectura muy especializada, siéntanse a gusto en ir a visitarla e invitar amistades locales o extranjeras. La primera planta está dedicada a laboratorios, talleres, áreas de trabajo y salas de exhibición. La segunda parece una catedral trabajada en madera. Sin duda, el mejor trabajo de esa escala hecho recientemente en el país. Su espacio es limpio y diáfano. Las ventanas miran a espacios mágicos y también evocan otros tiempos. Al mirar a través de ellas podemos intuir un lejano paisaje de haciendas. Pero mejor aún, también son ventanas al futuro de un Puerto Rico habitable de donde la gente no quiera marcharse.


ARQUITECTURA

Max Toro

La Antigua Vaquería Experimental de la Universidad de Puerto Rico en el municipio de Gurabo: un legado singular Thelma Valenzuela-Sánchez

Vaquería Experimental - Interior de la sala de alimentación

Durante la asamblea celebrada el pasado mes de junio se aprobó la resolución propuesta por el Comité de Patrimonio para la divulgación sobre la protección de la Antigua Farmacéutica Park Davis, hoy conocida como Farmacéutica Pfizer, localizada en Carolina, Puerto Rico y también diseñada por el Arq. Henry Klumb.

El Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico radicó recientemente ante el Instituto de Cultura Puertorriqueña y la Junta de Planificación de Puerto Rico la nominación para Sitio Histórico de la Antigua Vaquería de la Subestación Experimental Agrícola de la Universidad de Puerto Rico, localizada en terrenos aledaños a la carretera PR-189 en el municipio de Gurabo. Dentro de la subestación y como parte del programa de investigación ganadera, se construyó un conjunto de estructuras diseñadas por el Arq. Henry Klumb entre el 1958 y 1962, las cuales conforman la Antigua Vaquería Experimental. Estas estructuras, de gran valor patrimonial, están localizadas al sureste de la finca, en un área aproximada de dos cuerdas de terreno. La vaquería experimental comenzó a operar en 1964, cuando fueron transferidas a las nuevas instalaciones de Gurabo las actividades de la vaquería que existía en la Estación Experi-

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mental de Río Piedras. En el diseño de las nuevas y amplias instalaciones, el arquitecto Henry Klumb incorporó todos los adelantos técnicos y científicos disponibles en el momento. Por primera vez, se experimentó con la segregación entre el área de ordeño y de alimentación, mejorando así el proceso de ordeño y convirtiéndolo en uno más eficaz. La vaquería se convirtió en un centro de investigación y de trabajo experimental dedicado a la solución de los problemas que confrontaba la industria ganadera. Elementos componentes

En términos espaciales, las actividades y procesos se desarrollaban en tres unidades identificables y delimitadas físicamente. Estas eran: alojamiento-albergue del ganado (área de reposo y partos), transición (área de espera, ejercicios y sala de alimentación) y ordeño e instalaciones de apoyo (sala de ordeño, lechería, laboratorios y admi-

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Max Toro

Vaquería Experimental - Interior de la sala de alimentación

nistración). El conjunto de estructuras heredado está conformado por dos áreas abiertas pavimentadas, un área de estacionamiento terrero y cuatro estructuras de hormigón armado, de plantas rectangulares, de un nivel, con techos a dos aguas; diseñadas siguiendo los lineamientos de la arquitectura del movimiento moderno. Las estructuras de Klumb están dispuestas funcionalmente y en un determinado orden que sigue los requisitos del tipo de actividad para las que fueron diseñadas. Estas, a su vez, generan una acompasada secuencia cuya arquitectura ligera y sencilla se integra orgánicamente al entorno natural circundante. El conjunto no ha sufrido alteraciones mayores, solo la falta de uso y mantenimiento han contribuido al deterioro de algunos de los elementos de metal (cerramientos, rejas y cercas). En términos generales, las estructuras están en buen estado de conservación y son completamente recuperables. Entre los aspectos más importantes en la funcionalidad del conjunto destaca su adaptabilidad climática,

siempre considerada por Klumb en sus diseños. La orientación geográfica de los edificios en el sitio evidencia, sin lugar a dudas, que el arquitecto consideró los factores más importantes para el tipo de actividad que se desarrollaba en estos, tales como: los vientos, la temperatura en el área y el grado de insolación. La mayoría de las edificaciones están ubicadas con su eje principal orientado de norte a sur, considerando la dirección de los vientos y el movimiento del sol. Al asegurar condiciones de alojamiento correctas en las diferentes áreas, las vacas lecheras no eran sometidas a situaciones de estrés que pudiesen afectar su productividad. Las estructuras que servían de albergue para los procesos con el ganado eran ventiladas naturalmente, aprovechando las corrientes horizontales de aire. Estas corrientes de aire atravesaban las áreas ininterrumpidamente, dada la inexistencia de paredes que condicionaran su flujo, y eran canalizadas hacia los huecos de salida en las cumbreras de los techos. Los anchos aleros contribuían a disminuir la pene-

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ENTORNO22

tración solar en los espacios techados y a crear sombras donde el ganado podía resguardarse en caso de necesidad. En el diseño de la Antigua Vaquería, Klumb utilizó extensamente la planta y fachada libres, los pilotes, los ventanales continuos y los conceptos de la armonía del edificio con el entorno, articuló el espacio interior con el exterior, las líneas horizontales y el vínculo con la naturaleza; vocabulario arquitectónico que lo distinguía. Valor histórico

El conjunto de estructuras, construidas completamente en hormigón armado, es un valioso ejemplo de la arquitectura moderna y funcional de mediados del siglo XX. La fluidez de los espacios, su funcionalidad, la combinación de elementos particulares en su construcción y la asociación de la propiedad con el maestro Henry Klumb, hacen de la Antigua Vaquería Experimental de Gurabo un conjunto altamente meritorio para ser designado como Sitio Histórico bajo los criterios 1 y 3 del capítulo 60, sección


• Asociada con acontecimientos que hayan contribuido significativamen te a los patrones generales de nuestra historia. • Representa las características distin- tivas de un tipo, periodo o método de construcción; o representa la obra de un maestro; o posee gran valor artístico o artesanales; o representa una entidad significativa y distin tiva, cuyos componentes carecen de distinción individual; o que consti tuya un espacio urbano de especial relevancia, belleza o significado.

Bibliografía: Archivo General de Puerto Rico, ICP Fondo de Obras Públicas- Comité de Diseño y Obras Públicas. Caja # 222. Archivo de Arquitectura y Construcción de la UPR, Recinto de Río Piedras. Vaquería de Gurabo. Project # 58-0163, HKI-0163, Caja 28-30. Los Seis Cuadernos Autobiográficos de Henry Klumb. Archivo de la Estación Experimental Agrícola de la UPR en Río Piedras. Bonilla Jorge, María Camila. Henry Klumb ... Arquitecto. Escuela de Arquitectura, Río Piedras. P. R. 1992. Figueroa Jiménez, Jósean y Vivoni González, Edric. Henry Klumb: principios para una arquitectura de integración. Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico. San Juan, P. R., 2007. Junta de Planificación de Puerto Rico. Reglamento Conjunto de Permisos para Obras de Construcción y Usos de Terrenos, Reglamento 31. Vigencia de 29 de noviembre de 2010. Pérez-Chanis, Efraín. Henry Klumb, arquitecto: vida, pensamiento, obra. San Juan, P. R. [s.n.], 1992 Vivoni Farage, Enrique, Editor. Klumb: una arquitectura de impronta social/An Architecture of Social Concern. Archivo de Arquitectura y Construcción de la Universidad de Puerto Rico. La Editorial, Universidad de Puerto Rico. San Juan, P.R. c2006. Vivoni Farage, Enrique. La arquitectura del movimiento moderno en Puerto Rico: la obra de Toro y Ferrer y Henry Klumb. Periferia, nd Web, noviembre 2010. Lugo, Wanda I., M.S. y Arroyo Aguilú José A., PhD Estación Experimental Agrícola celebra 90 años a la vanguardia de la ciencia y la tecnología agrícola. Publicado en Crónicas Universitarias, Vol. 2, páginas 21-26. UPR, 2001.

Max Toro

La nominación presentada ante el Instituto de Cultura Puertorriqueña y la Junta de Planificación de Puerto Rico fue desarrollada en tres partes, cada una de las cuales atendió los parámetros establecidos en la sección 60.1.4 del Reglamento Conjunto, sobre Requisitos de Nominación para Sitios Históricos. La primera parte presentó el recuento histórico del sitio, dueños, eventos y transformaciones. En la segunda parte se realizó una descripción detallada de la propiedad, enfatizando sobre los elementos tipológicos, físico-espaciales y sus componentes. La tercera parte expuso la declaración de elegibilidad y el significado de la propiedad tomando como base los criterios de elegibilidad aplicables. La Antigua Vaquería es el mejor ejemplo conservado de una tipología edificatoria que tradicionalmente es construida de forma espontánea y con materiales menos resistentes al medio ambiente, como son el acero y la madera. La utilización del hormigón armado en el conjunto propuesto ha permitido que las formas de determinados elementos funcionales y estructurales sean prácticamente escultóricas. La fluidez entre los espacios, la integración entre los edificios y su entorno y la utilización de elementos

arquitectónicos cuidadosamente diseñados generaron un ambiente único en su clase que contribuyó a crear un espacio modelo para el manejo del ganado vacuno. El conjunto puede ser valorizado como una propiedad íntegra de valor monumental. Esta categoría del Reglamento Conjunto identifica estructuras de gran valor histórico y arquitectónico; los hitos más significativos de la ciudad o de su entorno de referencia, que le otorgan su imagen y colaboran a dotarla de identidad propia. Además, incluye los edificios que conservan la estructura o acabado originales o que si han experimentado modificaciones que le han restado parte de su integridad, pueden ser restituidos a su estado original. Es importante resaltar que las estructuras de la Antigua Vaquería Experimental de Gurabo sirvieron de laboratorio donde se desarrollaban, implantaban y evaluaban las técnicas adecuadas para el manejo y la nutrición del ganado lechero, el mejoramiento de las razas, los métodos de control de las enfermedades y la reingeniería del proceso de ordeño. Estas actividades de investigación y experimentación lograron el propósito de transferir los conocimientos adquiridos y contribuyeron así, al mejoramiento de la industria lechera de Puerto Rico.

ARQUITECTURA

60.1.1-Criterios de Elegibilidad para Sitios Históricos y Zonas Históricas, del Reglamento Conjunto de Permisos para Obras de Construcción y Usos de Terrenos. Estos criterios son:

Vaquería Experimental - área de espera y sala de ordeño al fondo

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PROYECTO DE LA EDICIÓN

PRESENTA ARQUITECTURA

Intervenir el Título del artículo patrimonio

Redacción Nombre delde Autor ENTORNO

Los proyectos de la edición incluidos en estas páginas muestran intervenciones notables en edificios patrimoniales, hayan sido o no declarados sitios históricos. Además de proveerle al lector las herramientas visuales para entender estas edificaciones, se auscultan las teorías de intervención y los diversos acercamientos empleados en cada uno de ellos. Las tomas de decisiones que implican el “conservar” quedan insertadas dentro de una esfera ideológica en el que se interpretan, como si de un libro abierto se tratara, las memorias que alberga la estructura. En el proceso, se producen nuevas narrativas dentro de un palimpsesto de historias pasadas y recientes. No podemos más que pensar que en estos ejemplos existen toda una serie de abordajes estéticos de un alto contenido lírico y literario que emplean un sinnúmero de virtudes narrativas para interpretar e intervenir, de un modo inventivo, en nuestro legado edificado. Los cinco proyectos se presentan de un modo cronológico y representan una gran variedad de escalas, complejidades y épocas que llegan hasta nuestra historia moderna reciente.

PE1

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La Casa del Rey Dorado, Puerto Rico Emilio Martínez Arquitectos

Archivo General de Puerto Rico y Biblioteca Nacional Puerta de Tierra, Puerto Rico Arquitecto Alberto del Toro

Restauración de la Capilla Mayor en la Universidad del Sagrado Corazón Santurce, Puerto Rico Coleman-Davis Pagán Arquitectos

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Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico Ponce, Puerto Rico Sierra Cardona Ferrer Arquitectos

Expansión Popular Center Hato Rey, Puerto Rico Sierra Cardona Ferrer Arquitectos

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PE1 La Casa del Rey Dorado, Puerto Rico Emilio Martínez Arquitectos

Fachada restaurada

La Casa del Rey es uno de los monumentos históricos más importantes del pueblo de Dorado. Fue el primer edificio público de carácter monumental que se construyó en el área en la década de los años 1820. El edificio sirvió de parador y cuartelillo militar para el área de Dorado, y sirvió durante algún tiempo como Casa del Rey para el pueblo de Toa Baja. Lamentablemente, en la década de los años 1970, esta pieza arquitectónica sufrió una intervención poco rigurosa –con materiales de poca calidad y técnicas de construcción inapropiadas– que precipitó el proceso de deterioro de la casa. El proyecto de restauración que nos ocupa consistió en devolverle a la casa su integridad estructural utilizando las mejores técnicas de restauración, conservación y reemplazo de materiales. Luego de documentar y analizar en detalle el inmueble, se determinó que estructuralmente el sistema de paredes, columnas y techo principal estaba en relativo buen estado y que sería necesario reemplazar solo algunas vigas de madera, tablas de paredes y bases de columnas. Los pisos de mármol y de losa hidráulica existentes fueron limpiados, pulidos y brillados. En los espacios donde existían pisos de madera, todos insalvables, se vació una nueva losa de hormigón y se cubrió con losa hidráulica nueva por ser un material que había existido históricamente en la casa. Los pisos de las galerías se rehicieron con losetas de barro, material que existía antes de la década de 1970, según indican los planos de demolición de la última intervención.

El proyecto incluyó la rehabilitación de los equipamientos de electricidad y plomería, y un sistema nuevo de detección de incendios. Se realizaron trabajos en los patios para devolver el valor paisajístico al entorno, se reconstruyó el parterre que existió en el patio lateral este, de acuerdo a la evidencia fotográfica encontrada, y se crearon una serie de superficies en el patio posterior para crear un recorrido desde el cual se puede apreciar el histórico inmueble desde múltiples puntos de vista. A lo largo del lindero oeste del patio posterior se construyó un pabellón de un nivel para albergar los nuevos servicios públicos. La nueva estructura en hormigón y

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Planta de piso restaurada

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madera actúa como fondo visual lateral del patio, no altera la relación entre la histórica casa y su patio, y reconoce la existencia de la verja histórica, colocando la circulación a su costado. El pabellón es hueco en el centro; su fachada al patio está cubierta de tablas de madera que emulan las de la casa, pero que, según ascienden, se transforman en celosías para ventilar los espacios interiores y, más arriba, en barandas del techo. El techo se utiliza como mirador tanto para el paisaje al norte como para la propia casa, desde un punto de vista alto e inesperado. Actualmente, la casa conmemora la historia y cultura del pueblo de Dorado y de Puerto Rico.

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Fachada existente

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Parterre restaurado

Atrio central CORTE ANTES INTERVENCIÓN

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Patio lateral

Atrio central restaurado B

ESCALA : 1/4"=1'-0"

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CORTE DESPUES INTERVENCIÓN ESCALA : 1/4"=1'-0"

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FICHA TÉCNICA

Corte después de restauración

Proyecto: > Casa del Rey

Equipo de trabajo en > José Rafael Ramírez oficina de arquitecto: José Rodríguez Christopher Castillo Loami Segarra Alexandra Betancourt Nicole Acarón

Tamaño de estructura: > Casona histórica, 5,712 p.c., Anexo, 1,176 p.c.

Consultores: > Arq. Gustavo Moré, restauro / Ing. Darío Del Nero, estructura / Ing. Antonio Dajer, eléctrico

Firma/Oficina: > Arq. Emilio Martínez, principal

Fecha de construcción: > marzo 2009

Tamaño del solar: > 20,160 p.c. o 1,875 m.c. Cliente: > Municipio de Dorado, Hon. Carlos A. López, alcalde

Empresa constructora: > Restauraciones Liste

Localización: > Calle Méndez Vigo, Dorado, Puerto Rico

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PE2 Archivo General de Puerto Rico y Biblioteca Nacional Puerta de Tierra, Puerto Rico Arquitecto Alberto del Toro

Alzado parcial del arquitecto Domingo Sesmeros, año 1876

Cronología 1876 Hospital civil por Arq. Domingo

Sesmeros, modificado como cárcel y escuela de bellos oficios.

1896 Asilo de caridad en ala oeste por Arq. Arturo Guerra.

1898 Hospital militar. 1906 Fábrica de cigarros de la Porto Rican American Tobacco Co.

1941 Fábrica de ron Bacardí y construcción del anexo sur.

1959 Instituto de Cultura Puertorriqueña adquiere el edificio.

1973 Restauración parcial por arquitectos Amaral y Morales asistidos por el arquitecto español Dr. Manuel Fernández Huidobro, sede del Archivo General de Puerto Rico y la Biblioteca Nacional de Puerto Rico.

1982 Construcción de dos niveles de de-

pósitos de documentos bajo el patio interior oriental.

1995 Rehabilitación del sistema de control climático por Ing. Ignacio de Iraola.

1998 Obras de reformas por Arq. Alberto del Toro.

2006 Inauguración de obras.

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Sala de referencia y consulta

El edificio fue diseñado en 1876 como hospital civil, de ahí su planta en forma de “E” alrededor de una capilla central, sus grandes y bien proporcionados salones interiores y las amplias galerías soleadas. Este sencillo esquema original le ha permitido adaptarse con alteraciones mínimas, unas mejor cualificadas que otras, a los diferentes usos que se le han dado: cárcel provincial, escuela de bellos oficios, asilo de caridad, hospital militar, fábrica de cigarros, fábrica de ron, archivo de documentos históricos y biblioteca. En 1973, el Archivo General de Puerto Rico y la Biblioteca Nacional del Instituto de Cultura Puertorriqueña ocuparon parcialmente la antigua edificación. En aquel momento se habilitó el ala este y central del edificio. Por razones económicas, no se atendieron importantes criterios de organización, climatización y uso de materiales constructivos que afectaron la conservación de documentos antiguos y la condición del ambiente interior. Esta limitación económica persiste al día de hoy y contrasta con el enorme compromiso de los empleados de ambas instituciones y la calidad de las instalaciones físicas rehabilitadas. La riqueza de este lugar deslumbra. Una vez restaurada la “envoltura” –responsable de una buena parte de las emociones que la obra es capaz de levantar y que continuará en el tiempo sumando intervenciones posteriores a la actual–, se climatizó para lograr un ambiente interior que asegurara la conservación de los viejos documentos. Luego se insertó en los

ENTORNO22

grandes salones y galerías una “segunda arquitectura” en la forma de un “mobiliario” modulado según los preceptos de Le Corbusier y diseñado específicamente para el edificio; responsable de su utilidad como archivo histórico y biblioteca. Aunque este “mobiliario” ocurre a través de todo el edificio, independiente de la “envoltura”, la intención no fue contrastar con lo existente, sino más bien que puesto lo nuevo al lado de lo viejo se percibiera la continuidad del tiempo, como si lo viejo se volviera nuevo y lo nuevo, viejo. La gran mayoría de los elementos compositivos del edificio heredado tienen un homólogo contemporáneo. El nuevo “mobiliario” –en la forma de estaciones de trabajo, mesas de lectura, anaqueles, verandas y plafones–, fue realizado en vidrio y metal –materiales que reflejan el momento–, que permite un vocabulario común y unitario a través de todo el conjunto, aunque se conserven pequeños detalles antiguos dispersos por el edificio que imparten emoción al que lo visita. El “mobiliario” permite la lectura ininterrumpida de los espacios interiores que forman la “envoltura”. La forma en que se agrupan depende del uso del espacio según el programa. La única edificación nueva que se proyectó fue el laboratorio de conservación. Este se colocó en el centro del patio interior con el propósito de unir los diferentes y aislados depósitos de documentos existentes y crear un nuevo espacio exterior contenido.


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Corte longitudinal

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Planta del segundo piso

1 Entrada principal 2 Sala de referencia y consulta 3 Mapoteca 4 Galerías / Exhibiciones 5 Depósitos archivos 6 Laboratorio de conservación 7 Capilla 8 Sala de imágenes en movimiento 9 Sala de música 10 Sala imágenes estáticas 11 Sala de proyección y auditorio 12 Patio interior 13 Sala colecciones 14 Administración de archivo 15 Administración de biblioteca 16 Depósitos biblioteca 17 Sala Hostos 18 Anexo Bacardí

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Planta del primer piso

0 N

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ENTORNO22

30’


ARQUITECTURA

Sala de referencia y consulta

Sala de referencia y consulta

FICHA TÉCNICA

Oficinas de administración de la Biblioteca Nacional

Escalera insertada dentro del edificio histórico con un mínimo de apoyos sobre la estructura original

Proyecto: > Antiguo Hospital Civil de Puerta de Tierra / Cárcel Provincial de Puerta de Tierra Sede Archivo General de Puerto Rico • Biblioteca Nacional de Puerto Rico

Localización: > Ave. Ponce de León Núm. 500, Puerta de Tierra Isleta de San Juan de Puerto Rico

Equipo de trabajo en > Alberto del Toro Agrelot oficina de arquitecto: Brian Finn / Sara Díaz Gladysa Cristina Vega

Empresa constructora: > Restauraciones Liste

Subcontratista de infraestructura: > A.C.R. Mechanical Contractors

Firma/Oficina: > Arq. Alberto del Toro Agrelot

Pasados arquitectos: > Arq. Domingo Sesmeros Arquitecto, 1876 / Arq. Arturo Guerra Arquitecto, 1880 / Arq. Jesús E. Amaral / Arq. Efrer Morales Arquitecto, 1973

CAAPPR

Tamaño del solar: > 175,060 pies cuadrados (25,554 metros cuadrados)

Tamaño de estructura: > 175,060 pies cuadrados (25,554 metros cuadrados)

Cliente: > Instituto de Cultura Puertorriqueña Contratista general: > Bared Co. of Puerto Rico

Consultores: > Ing. Ignacio de Iraola, consultor de infraestructura / Ing. José A. Quiñones Jr. & Asocs., consultor estructural / Ing. Jaime Fuertes & Asocs., inspección de obras / Acosta Engineering Corp., inspección de obras / Ing. Francisco G. Ramírez & Asocs., inspección de obras

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PE3 Restauración de la Capilla Mayor en la Universidad del Sagrado Corazaón Santurce, Puerto Rico Coleman-Davis Pagán Arquitectos

Restauración de la nave central

Nave central restaurada

El proyecto consistió en la restauración total de la Capilla Mayor, diseñada en el 1909 por el arquitecto José Antonio Canals Vilaró e inaugurada/consagrada en el 1913. Este espacioso recinto litúrgico de diez mil (10,000) pies cuadrados ocupa la posición central del majestuoso e histórico Edificio de Administración (de alrededor del 1906). La Capilla Mayor es un espacio de sorpresas; la intersección de características neoclásicas y neogóticas es innovador y presenta una yuxtaposición dinámica. Lo más fascinante es observar que las bóvedas laterales poseen prácticamente la misma

altura que la gran nave central –logrado por medio de un diseño que coloca las bóvedas en orientación perpendicular una a la otra–. En opinión del reconocido historiador Dr. Arturo Dávila, después de la Catedral y la iglesia San José del San Juan Antiguo, esta capilla es la estructura neogótica mejor trazada y construida con mayor propiedad de diseño y estilo de Puerto Rico. Aunque integrado a un edificio de mampostería, la estructura es totalmente de hormigón armado –una de las primeras en la Isla– donde se subraya la audacia constructiva de las bóvedas de 3” de espesor.

Obra durante el proceso de restauración y luego de culminada

50

ENTORNO22

Luego de décadas de uso intenso y de conservación inadecuada, el proyecto de remodelación fue trazado para incluir: reparación de los detalles arquitectónicos, reconstrucción de los huecos exteriores y sus molduras periféricas, ventanas nuevas de persianas y varias puertas, adaptación del diseño original para aire acondicionado, restauración de los vitrales, imaginería religiosa (figuras, vía crucis), maderamen (bancos, sillares), altar de mármol y lámparas antiguas, nuevos sistemas eléctricos, mecánicos y de sonido, impermeabilización del techo abovedado y reestructuración del campanario. La intervención


ARQUITECTURA

Sección longitudinal

FICHA TÉCNICA

contemporánea incorporó un sistema oculto de aire acondicionado, el cual suple a través del piso. También se instaló una red de aparatos en las columnas que iluminan –y resaltan– las bóvedas. La nave

10’

20’

N

0

Planta de piso

lateral oeste contiene la primera fase de un columbario minimalista separado, –según reglamentos de la Arquidiócesis–, mediante una mampara plegadiza de acero inoxidable, madera y cristal artesonado.

Proyecto: > Capilla Mayor

Equipo de trabajo en > José R. Coleman-Davis Pagán, oficina de arquitecto: AIA / Yadira Adorno Pomales / Edgardo D. Ocasio Roig / Ariel Santiago Bermúdez / Víctor Nieto Villalón, AIA / Yanitza González Maldonado / David Torres García / Eva Francoulón Figueroa / Llorelys Martínez / Ana C. Lamela Casal / María M. Serrano Monroig / Maireny Santos Cruz / Gustavo Acosta

Tamaño de estructura: > 10,000 pies cuadrados

Firma/Oficina: > Coleman-Davis Pagán Arquitectos

Consultores: > Francisco Maté (mecánico) / Raymond Amaral (eléctrico) Daza Struct. Eng. Services / Luís Daza (estructural) / MDI Engineers / Diego A. Torres (estructural) / Virginia Raguin, Ph.D (vitrales principales) Advanced Roofing Technologies (impermeabilización)

Localización: > Universidad del Sagrado Corazón Pda 26, Santurce, Puerto Rico

CAAPPR

Tamaño del solar: > Recinto de 32 cuerdas Cliente: > Universidad del Sagrado Corazón

Inspección: > Cordero + Frontera Arquitectos

Coordinador: > Moisés Cordero Rodríguez, AIA

Equipo: > Zoé C. Brito Santos Carlos Negrón Roche

Contratistas: > Construcciones JFM, Inc.(general) / DJ Air, Inc. (mecánico) Roberto Colón (ebanistería) / Rigoberto Lucca (vitrales) Cesar Casta (vitrales / cabezales) / TechniCaribe (sonido) Eric Tabales (cristales artesonados) / Alberto Burgos Flores (albañilería) HOBS Roofing (impermeabilización)

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PE4 Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico Ponce, Puerto Rico Sierra Cardona Ferrer Arquitectos

Edificio previo a la intervención

Biblioteca y área de lectura

El diseño para la nueva Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico presentó un interesante reto debido a las circunstancias del programa de diseño y de la estructura que se adquirió para albergar la nueva Escuela. El enfoque en la expresión arquitectónica del espacio es mantener un lenguaje arquitectónico sencillo en donde domina la moderación y la neutralidad. En un ambiente en donde se enseña a hacer arquitectura, la expresión del espacio no debe de dominar ni señalar caminos de expresión, sino todo lo contrario, debe de ser un espacio que

sirva para que el estudiante genere su propia inspiración creativa. La estructura original, un edificio de hormigón armado, de la segunda década del siglo pasado, fue utilizada mayormente a lo largo de esos años como tienda. El edificio en forma de “L” tiene columnas octagonales en donde se apoyan unas vigas de sección variable que resultan ser los elementos más distintivos en este espacio de 14 pies de altura. En los últimos años previos a la intervención, el edificio se utilizó como almacén y luego estuvo desocupado. El programa de la nueva escuela

Estructura previo al proceso de intervención y luego de culminada

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ENTORNO22


15

25

18

15 15

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3

31

2

20 15 15

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4

23 17

4

Planta tercer piso

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4

17 4

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6 8 5

3 4

4 4

4

4

4

4

2

4

4

4

4

4

4

4

4

Planta segundo piso

8

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5

5

6

7

10

2 1

4

4

4

4

4

1 Entrada 2 Vestíbulo principal 3 Vestíbulo 4 Salón de clases 5 Multimedia 6 Almacén 7 Conserje 8 Cuarto mecánico 9 Cuarto eléctrico 10 Baños 11 Biblioteca 12 Fabricación de madera y metales 13 Patio 14 Laboratorio de fabricación digital 15 Oficina

11

4 13

Planta primer piso 12

15

14 0

10’

25’

N

FICHA TÉCNICA

Proyecto: > Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, Escuela de Arquitectura Equipo de trabajo en > Segundo Cardona F.A.I.A. oficina de arquitecto: socio principal / Luis Félix AEE, arquitecto de proyecto / Midred Fourquet, decoradora de interiores / Ana Avilés, delineante / Omar Rodríguez, delineante

Firma/Oficina: > Sierra Cardona Ferrer Arquitectos

CAAPPR

16 Salón de datos 17 Estudio 18 Oficina principal 19 Taller 20 Área de espera 21 Preservación 22 Paisajismo 23 Estructura 24 Salón de conferencias 25 Correo / fotocopia 26 Archivo 27 Historia y teoría 28 Tecnología sostenible 29 Planeamiento de ciu dades y comunidades 30 Viabilidad y desarrollo 31 Aspectos legales

Localización: > Calle Marina, centro histórico, Ponce, Puerto Rico

Tamaño del solar: > 16,341 p.c.

Tamaño de estructura: > 43,016 p.c.

Cliente: > Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, Escuela de Arquitectura

Empresa constructora: > Jorge Ortíz Construcciones Consultores: > David Mc Closkey, DMc/SE, estructural / Horacio Díaz Corvalan, estructural / Leonardo J. Vidal, eléctrico / Juan L. Cardet, mecánico Fecha de construcción: > Mayo, 2009

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ARQUITECTURA

10

9 24

de arquitectura incluyó espacios de taller, un taller de fabricación, biblioteca, salones de clases, salón para presentaciones y oficinas administrativas. La disposición de los espacios le dio prioridad a los talleres de diseño, colocándolos sistemáticamente en orden ascendente, comenzando con el primer año en el primer nivel hasta culminar con el quinto año en el tercer nivel. La biblioteca se orientó hacia un patio flanqueado en un lado por una hermosa pared de ladrillo, que permite abrir el área de lectura visualmente a ese espacio, y recibir una gran cantidad de luz natural. El taller de fabricación se ubicó en un lugar estratégico para permitir el acceso al exterior y un acceso de servicio, así como un área de exhibición orientado hacia la calle Cristina. La escalera original principal del edificio se restauró para preservar su forma original. Como no conecta al tercer nivel, se construyó una escalera moderna en acero que une el segundo nivel con el tercero y con el techo. Por último, la entrada principal desde la calle Marina integra el espacio de la calle al vestíbulo mediante la utilización de una cristalería completamente transparente que prácticamente desaparece y la extensión del mismo pavimento de la calle hacia el espacio del vestíbulo. La idea principal del diseño que determinó la definición de los espacios, la disposición de los tabiques y los elementos para el aire acondicionado y la iluminación fue preservar el protagonismo de la estructura original del edificio.


AACUPR

PE5 Expansión Popular Center Hato Rey, Puerto Rico Sierra Cardona Ferrer Arquitectos

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Edificio original recién inaugurado

AACUPR

Como sede de una de las instituciones financieras más importantes, el edificio en Hato Rey fue diseñado en la década de los años sesenta por las firmas de Toro y Ferrer y de Kahn-Jacobs para el Nuevo Centro de San Juan cuya idea original era tener una serie de cuadras peatonales elevadas, conectadas por puentes peatonales encima de las calles. Cuando el plan se abandonó, varios edificios importantes se quedaron sin una conexión apropiada a la calle. Uno de estos fue el edificio sede del Banco Popular. La distribución original del edifico de 1960 no respondió eficazmente a las condiciones climáticas locales ni al uso general del público, como tampoco a las necesidades de los concesionarios comerciales. Las áreas originales de servicio ocuparon los espacios más útiles, en términos de los bienes raíces, ubicados en el lado de la acera. El nuevo proyecto reubica las áreas de servicio y crea espacios más rentables a lo largo de la fachada oeste. Las galerías y los conectores peatonales interiores creados al nivel de la calle protegen a los peatones de las ráfagas de lluvia frecuentes e impredecibles del Caribe. Además, las nuevas fachadas integran quiebrasoles para proteger al edificio del calor y de la luz solar intensa. La ampliación del edificio original está diseñada para estimular la actividad peatonal mediante la localización de los restaurantes y otros locales comerciales en el primer nivel, y mediante la construcción de galerías y conectores peatonales entre las dos avenidas principales. En el

Edificio durante su construcción en la década de los 1960

Vista desde el este del edificio original y sus alrededores c.1992

Plano de SITEsitio PLANdel BPPR reformado, con Coliseo al oeste

ENTORNO22

N

Fachada sur con reformas SCF


1

5

Sección longitudinal 3

4

2

6

2

6

6

7

8

4

ARQUITECTURA

3

8

1

Planta de piso del tercer nivel

3

4

6

2

8 7

Planta de piso del primer nivel

Instalaciones existentes 1 Edificio Popular Center 2 Estacionamiento existente

3

Fase 1 [2006] 3 Vestíbulo principal 4 Edificio Norte (cine, oficinas y estacionamiento multipiso) 5 Conexión peatonal a torre de oficinas (2do nivel)

4

Fase 2 [2008] 6 Conexión peatonal entre las avenidas Ponce de León y Muñoz Rivera (1er nivel) 7 Instalaciones comerciales (1er y 2do nivel) 8 Pabellón Sur 25’

50’

Planta de piso de los cines del nivel superior del Edificio Norte

N

0

3

CAAPPR

4

Planta de piso de las oficinas del quinto nivel del Edificio Norte

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Banco en su estado original

EAST ELEVATION Elevación este EAST ELEVATION

NORTH ELEVATION NORTH ELEVATION

Elevación norte

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ENTORNO22

0

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50’

0

10’

25’

N

lado norte, hay un nuevo estacionamiento, conectado al existente, así como oficinas y siete salas de cine en el nivel superior. El gran vestíbulo del Edificio Norte mira hacia la Estación Hato Rey del Tren Urbano y al Coliseo de Puerto Rico. En el lado sur, hay un pabellón de máxima transparencia visual que sirve para diversos tipos de actividades y que se ilumina por la noche con luces de colores cambiantes. Este pabellón funciona como una plaza con clima controlado, abierto en términos de visibilidad a la calle y accesible a cualquier transeúnte. En fin, se crea un espacio amplio de encuentro para los empleados del banco, así como el público general, con puestos de comida y bebida, y lugares que invitan a visitantes durante el día y la noche.

Vestíbulo en la cara sur


ARQUITECTURA

Fachada este, entrada al Pabellón Sur

Proyecto: > Expansión a Popular Center BPPR

Tamaño de estructura: > Área edificada: primera fase (2006): 124,743 pies cuadrados + segunda fase (2010): 134,473 pies cuadrados = total de 259,216 pies cuadrados

Equipo de trabajo en > Segundo Cardona F.A.I.A. oficina de arquitecto: José Gutiérrez, AIT Carlos Torres, AIA, LA

FICHA TÉCNICA

Firma/Oficina: > Sierra Cardona Ferrer Arquitectos

Localización: > Avenida Muñoz Rivera, Hato Rey, San Juan, Puerto Rico

Tamaño del solar: > (p/c) n/a

Cliente: > Banco Popular de Puerto Rico Contratista general: > Bird Construction

Consultores: > Ing. José Espinal Vázquez y Asoc. (consultor estructural) / Ing. Juan Requena y Asoc. (consultor eléctrico) / Ing. Juan Cardet y Asoc. (consultor mecánico) / Bob Easting – CDC Curtain Wall Design, Inc. (revestimiento); / Clark Johnson - Johnson Schwinghammer Lighting Consultants, Inc. (consultor de iluminación); Joseph Hayes (seguridad); / Al Longhitano (seguridad contra incendio); Carlos Torres, AIA, LA (paisajismo) Fecha de construcción: > primera etapa (2006), segunda etapa (2010)

CAAPPR

57


Patrimonio y memoria

Este dossier profundiza en aspectos asociados con la conservación del patrimonio edificado y el rol de la memoria. El primero de los artículos, Políticas de la memoria: patrimonio, identidad y exclusión en la modernidad, discute el tema de la memoria y la manera en que opera dentro del complejo acto de conservar. En ocasiones, y como un problemático ejercicio de poder que excluye a la vez que revela, estas premisas sirven Nombre del Autor para formular las identidades culturales y políticas de un Estado. La segunda colaboración, La identificación, designación y manejo del patrimonio edificado de Puerto Rico, plantea la urgencia de establecer un sistema efectivo y cualitativo de identificación, designación y manejo consciente del patrimonio amenazado. Discute a fondo los diversos mecanismos que existen para este propósito, y sus carencias y contradicciones. La tercera aportación, La valorización del patrimonio histórico: su efecto en la memoria, argumenta sobre la manipulación de la historia al momento de denominar lo que se valora y lo que no. Estas conjeturas luego se extrapolan al ejercicio de intervenir, en ocasiones alterando y homogeneizando violentamente las memorias que contenía la estructura. Por último, Las muchas propiedades de valor histórico en manos del Gobierno, aboga por la importancia de establecer una política pública clara, coherente y bien articulada para reutilizar instalaciones y edificios patrimoniales en abandono de acuerdo con una visión ecológica y moderna que facilite transformar e identificar nuevos usos, sin destruir su valor estético y patrimonial.

Políticas de la memoria: patrimonio, identidad y exclusión en la modernidad

DOSSIER

ARQUITECTURA

Título del artículo

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Jorge L. Lizardi Pollock Fotos provistas por el autor

Y si se deja de creer en la historia, en cualquier historia, que vaya hacia alguna parte, tampoco se sabe qué es lo que hay que retener del pasado para justificar el futuro. ––Pierre Nora, 2006 The single story creates stereotypes, and the problem with stereotypes is not that they are untrue, but that they are incomplete. They make one story become the only story […] Power is the ability not just to tell the story of another person, but to make it the definitive story of that person. ––Chimamanda Ngozi Adichie, 2009

Para la mayoría de los visitantes de Varsovia es imposible comprender el ciclópeo esfuerzo de reconstrucción de su centro histórico. Este quedó devastado en más de un 90% al finalizar la Segunda Guerra Mundial. De los 957 edificios que las autoridades polacas habían declarado “monumentos”

en el Stare Miasto antes de 1938, 782 fueron totalmente destruidos y 141 severamente dañados por el ejército Nazi.1 Las intimidantes montañas de escombros no lograron desalentar a los obreros, arquitectos, ingenieros, sociólogos, estudiantes e historiadores que se han desempeñado en el rescate de esta zona por años. Algunos espacios emblemáticos como la Plaza de los Mercados o la Plaza del Castillo fueron restaurados con tal precisión que quienes desconocen esta épica, darían por descontado que es un conjunto medieval auténtico. La mayor parte de ese trabajo se realizó décadas antes de que el país abandonara el comunismo y, si bien la mayor parte de la ciudad se llenó de enormes torres de viviendas uniformes, esta capital se ha convertido en un destino indiscutible para los ciudadanos de Polonia y, en los últimos años, para extranjeros. Solo se extraña en este conjunto reconstruido las huellas del enorme gueto judío que albergó a más de 400,000 personas. Más allá de una pequeña calle y sus edificios sin restaurar, parece nunca haber existido. La reconstrucción de Berlín en los años inmediatos a la guerra no podría distar más de la experiencia varsoviana. En Varsovia, por ejemplo, Anthony M. Tung, Preserving the World’s Great Cities. The Destruction and Renewal of the Historic Metropolis. Three River Press: New York, 2001, p. 82.

1

Devastación en Varsovia luego de la Segunda Guerra Mundial, 1945 (Museum Powstania Warszawkiego, 2008)

ENTORNO22


se reedificaron según memorias, fotos y planos antiguos, el Palacio Real en la Plaza de Segismundo y sus edificios vecinos. Los alemanes del este, por su parte, arrasaron el Stadtschloss, antigua residencia de la dinastía de los Hohenzollern, y restauraron el Altes Museum, diseñado por Karl Friedrich Schinkel en 1822, justo al frente de las habitaciones reales demolidas. Al mismo tiempo que los polacos se reinventaron la muralla medieval de su capital, las autoridades de la República Democrática Alemana (DDR) convertían la icónica Potsdamer Platz en un descampado conocido como la “franja de la muerte”. En el Berlín de los aliados, los edificios que se salvaron de las bombas o los parcialmente arruinados no corrieron mejor suerte. Por ejemplo, el centro del barrio histórico de Kreuzberg, donde ubicaba la antigua puerta de Kottbusser, fue parcialmente devastado para dar paso a superbloques de vivienda en configuraciones futuristas. La “reconstrucción”, afirman muchos berlineses, destruyó más que la misma guerra.2 Al respecto, Philipp Oswalt, Anthony Fontenot, et al., Berlin: Stadt Ohne Form. Strategien einer anderen Architektur. Munchen: Prestel, 2000. Imágenes del libro de Hans Stimmann, Die gezeichnete Stadt: die Physiog-

2

Edificio en el gueto judío, uno de los pocos edificios que queda del antiguo barrio de Varsovia

Por décadas, la reconstrucción de Berlín se tomó por sinónimo de demoler masivamente y salvar muy puntualmente. Mucho se tuvo que destruir para reedificar con estructuras prefabricadas el ruinoso casco medieval de Nikolaiviertel a fines de 1970.3 El giro de los acercamientos al pasado urbano tuvo que esperar a la reunificación. A partir de entonces se promovió la conservación de todo lo que parecía emblemático de la ciudad previa al siglo XX, se restauraron complejos de vivienda moderna de los tiempos de la República de Weimar y se intentó olvidar, remodelar radicalmente o demoler lo que fuera representativo de la DDR. El icónico Palast der Republik, sede de la “Cámara del Pueblo”, de teatros y restaurantes, que entre el 1973 y el 2007 ocupó la huella del castillo de los Hohenzollern, fue uno de las más importantes desvanecimientos del ex-

nomie der Berliner Innenstadt in Schwarz- und Parzellenplänen 1940-2010 (The City in Black: The Physiognomy of Central Berlin in FigureGround Plans and Parcel Plans 1940-2010). Berlín: Nicolai, 2002. 3 Véase Florian Urban, Neo-historical East Berlin: Architecture and Urban Design in the German Democratic Republic, 1970-1990. London: Ashgate, 2009.

CAAPPR

tinto país socialista.4 Algunas edificaciones de la DDR, como el Palacio de las Lágrimas (Tränenpalast), o ciertos segmentos del muro de Berlín se han conservado, ciertamente. Pero el objetivo es recordar el dolor y las víctimas de una ciudad traumáticamente dividida por veintiocho años. Además, los entusiastas de la presencia Nazi sufren una decepción pues son contados los rastros de la tiranía, más allá del terminal de pasajeros del aeropuerto de Tempelhof y los vestigios de los calabozos de la Gestapo. Al parecer, hace ya bastante tiempo que las obras de Albert Speer y otro puñado de arquitectos del Tercer Reich perdieron su horror y su estado de excepción entre tantos otros monumentos del convulso pasado.5 El contraste entre Berlín y Varsovia demuestra que, lejos de ser un ámbito cómodo u objetivo, la gestión del patrimonio está atada a los entrampamientos teóricos que suponen las tesis Adrian von Buttlar, “Berlin’s Castle Versus Palace: A Proper Past for Germany’s Future?” en Future Anterior. Volume IV, Number 1, Summer 2007, pp. 12-29. 5 Gavriel Rosenfeld, “The Architects’ Debate: Architectural Discourse and the Memory of Nazism in the Federal Republic of Germany, 1977-1997” en History and Memory, Fall 1997, Vol. 9, Iss. 1/2, p. 189. 4

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DOSSIER

Plaza de Segismundo y Palacio Real de Varsovia


sobre las identidades étnicas, nacionales o colectivas. Antes que científica ni objetiva, la conservación histórica es memoria política. La transformación de los significados del extravagante Palacio de la Cultura de Varsovia –un inmenso regalo de Stalin a los polacos en 1952– es un indiscutible ejemplo de ello. El feroz deseo de las multitudes que en 1989 deseaban destruir este “bizcocho de bodas” que simbolizaba el dominio soviético, cedió con el tiempo. Ahora predomina entre los jóvenes no solo una mordaz celebración de su excéntrico eclecticismo, sino asociaciones con rituales exorcizantes que han tenido lugar allí contra las herencias del comunismo.6

que asumen las instituciones públicas o las diversas organizaciones sociales en favor de la permanencia de algunos espacios heredados suele estar acompañada de álgidos debates sobre las razones políticas de tal decisión. En esas luchas, la “cientificidad” de los métodos de conservación es perfectamente secundaria.7 Y es que, al “nominar” damos un sentido de presente al pasado con la intención de indicar la dirección de un futuro con el cual más de uno no puede ni tiene que estar de acuerdo. Como en Polonia o Alemania, el devenir de la gestión patrimonial en Puerto Rico no ha sido ajeno a los giros discursivos sobre las esencias que

Las significaciones en las que se basan las nominaciones patrimoniales –es evidente– están atadas a los continuos choques de propuestas de identidad –de generaciones, grupos, partidos políticos–; colisiones que son incomprensibles fuera de los contextos históricos que las originan. Además, los intereses sobre las “herencias” arquitectónicas son inestables. Cambian según se transforman las preocupaciones ideológicas, los sistemas de gobiernos, las comunidades nacionales, las empresas o los individuos que los promueven. Es por esto que la defensa

fundan la identidad cultural y el futuro que deben perseguir sus ciudadanos en base a estas. La mutación en los usos retóricos de las murallas de San Juan ilustraría bien esas metamorfosis de los imaginarios políticos a las que se asocia la arquitectura. La demolición del complejo sistema abaluartado fue exigida de manera entusiasta por la prensa y las elites sanjuaneras un siglo después de haberse finalizado su construcción. En 1884, por ejemplo, el periodista Fernando de Ormachea las tildaba de “mala sombra que tiene aniquilada esta ciudad”, “espantajos

6 Michał Murawski, “Inappropriate object. Warsaw and the Stalin-era Palace of Culture after the Smolensk disaster”, en Anthropology Today, Vol. 27, August 2011, pp. 5-10.

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J.B. Jackson, The Neccesity for Ruins and other Topics. Amherst: University of Massachusetts Press, 1980, p. 93.

7

ENTORNO22

coloniales”, “restos vergonzantes de un pasado atrabiliario y de funesta memoria”.8 Ángel Rivero, militar y periodista, clamaba en 1897, poco antes de su demolición: “¡Abajo esas murallas!, […] para que mis vecinos puedan irse a vivir al fresco”.9 Sin embargo, treinta años más tarde, el derribamiento de garitas “irreparables”, según el coronel E.H. Estes, y los trabajos para evitar que las fortificaciones colapsaran en varios puntos, generaron un airado debate público. El alcalde, la legislatura y en especial el periódico El Mundo, demandaron por meses que las fortificaciones fuesen “verdaderamente restauradas” para “mantener el sello de su antigüedad y su grandeza”.10 Ese “deber que [tenían] las autoridades para el país entero” ocurrió justo en los albores de 1930, una década febril en la cual la “suprema definición” que exigían los nacionalistas estaba más que nunca sobre el tapete. ¿Éramos yanquis o puertorriqueños? Para salvar ese laberinto resbaloso, a menudo violento, de la crisis social de los treinta, eran indispensables los nortes que organizaran el camino a una propuesta única de nacionalidad y, por lo mismo, de porvenir. En ese sentido, se multiplicaron las referencias a las fortificaciones o al Viejo San Juan en las obras de Antonio S. Pereira, Tomás Blanco y tantos otros escritores que afirmaron una cultura nacional ante el desmadre de la pobreza y el desvanecimiento irreversible del poder de las elites criollas en una cruel economía de mercado.11 Esos referentes arquitectónicos pronto se convertirán en un Fernando de Ormachea, Popurrit de aires puerto-riqueños. Tipos, costumbres, impresiones, aventuras y desventuras. San Juan: Imprenta El Agente, 1884, p. 17. 9 Ángel Rivero, editorial “Mis vecinos de abajo”, La Integridad Nacional, 22 de mayo de 1897. 10 “Las Murallas de San Juan. ¿Y el Acalde de la Ciudad?”, El Mundo, 27 de enero de 1927, primera plana. 11 Véase María Elena Rodríguez Castro, “Foro de 1940: Las pasiones y los intereses se dan la mano”, en Silvia Álvarez Curbelo y María Elena Rodríguez Castro, Del Nacionalismo al populismo: cultura y política en Puerto Rico. San Juan: Huracán, Universidad de Puerto Rico, 1993. 8


ENTORNO DOSSIER

Vista aérea del demolido Décimo Distrito Naval de Isla Grande, 1944 (NARA, College Park, Special Media Archives Services Division-Still Pictures #218763)

símbolo consensuado de los vacilantes imaginarios sobre los orígenes de la puertorriqueñidad, quedando al mismo tiempo despojados de sus sentidos castrenses. La hegemonía del amplio proyecto modernizador del Partido Popular Democrático (PPD) a partir de los cuarenta, promovió otra vuelta de tuerca en la discusión sobre el patrimonio. El Estado Libre Asociado, fundado en 1952, era la “suprema definición” del PPD. La puesta en escena del autonomismo moderno se proponía intrínseca a los “hijos del país” y al empoderamiento de un “pueblo” que, teóricamente, existía con independencia al estatus desde, al menos, principios del siglo XIX. ¿Cómo demostrar

ambas aseveraciones? ¿Cuáles serían las huellas indiscutibles de la consumación de una identidad nacional sin Estado independiente? ¿Cómo darles legitimidad y convertirlas en símbolos consensuados de la ciudadanía? En el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) –creado en 1955– recayó la mayor parte de la responsabilidad de crear un marco normativo para definir “qué es lo que hay que retener del pasado para justificar el futuro”. También al ICP se asignó la tarea de difundir esas memorias entre una ciudadanía que se mudaba a toda prisa a los suburbios, a los centros comerciales y a los Estados Unidos. Al asumir sus responsabilidades, el Instituto puso el énfasis de la preser-

CAAPPR

vación en aquellos espacios o lugares “históricos” que parecían demostrar en piedra la veracidad de los fundamentos decimonónicos del nuevo estatus político. Aunque alguna atención se dio a los yacimientos indígenas, no por casualidad fue la arquitectura de las elites criollas, en especial la del siglo XIX, la que capturó la atención. El Convento de los Dominicos, El Corralón, la casona de la “familia puertorriqueña” o el Asilo de la Beneficencia son algunos de esos lugares supuestos a ofrecer un orden a la historia de la consolidación cultural que validaba la existencia del ELA. De fuerte sesgo hispanófilo fueron también las definiciones de zonas históricas –todas con un origen previo al siglo XX– declaradas por la Junta de

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Planificación por solicitud del ICP. Si se considera que fue la misma Junta de Planificación quien promovió la erradicación de barrios como la Puntilla, mientras promovía la creación de residenciales públicos, de urbanizaciones de casas unifamiliares y de centros comerciales suburbanos, esa protección de un escueto porcentaje de nuestro paisaje urbanizado es, por lo menos, irónica. Con el tiempo, las coordenadas establecidas por el ICP construyeron un favor público tan sólido que mostraron ser imbatibles. Pensar fuera de ese cerco es espinoso y políticamente incorrecto. Habrá quien a su favor argumente que esta estructura conceptual ha probado ser flexible y democrática, que ensancha constantemente su repertorio de recursos culturales, llegando a nominar al registro patrimonial un amplio espectro de edificaciones de diversos estilos y periodos del siglo XX. Destacan de esa aparente elasticidad las residencias Salazar, WiechersVillaronga y Serrallés en el casco histórico de Ponce, la casa Roig en Humacao, más recientemente la casa-museo Jesús T. Piñero en Canóvanas, y obras modernas como el Tribunal Supremo, los anexos del Senado y hasta el Project Tenement A, mejor conocido como el Falansterio de Puerta de Tierra. Pero esa diversidad arquitectónica es más ilusoria de lo que aparenta. Sus méritos estéticos, técnicos o históricos son convenientes a ese panteón de héroes del nacionalismo sin mártires ni extremos del ELA.

Al tiempo que imponen una versión del pasado, las entidades patrimoniales suprimen o silencian otras posibles historias.

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Barrio la Puntilla previo a su demolición, 1963 (El Mundo)

En suma, aunque la industria del turismo ha distorsionado las prácticas de la preservación histórica, en tanto proyecto político de identidad, la gestión del patrimonio es excluyente. Como he tratado de explicar, son ejercicios normativos de la memoria. A esos efectos, seleccionan, editan, construyen valoraciones y descartan evidencias para legitimar un orden presente y un cauce al destino. Al tiempo que imponen una versión del pasado, las entidades patrimoniales suprimen o silencian otras posibles historias. Ese silenciamiento bien podría explicar, por ejemplo, la apatía hacia los búnkeres, residencias de oficiales, baterías antiaéreas y otras instalaciones militares de la Segunda Guerra Mundial que pueblan buena parte de Puerto Rico. Los “registros” de desaparecidas instituciones estadounidenses son tan escasos que tal parecería que estas son grandes ausentes en nuestra conformación cultural. ¿Quién se acuerda de las arrasadas instalaciones del Décimo Distrito Naval de Isla Grande? Otras formas de desprecios han hecho posible la desaparición de barrios como la Puntilla, el destierro de la Perla de la Zona Histórica del Viejo San Juan

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y han permitido la desprotección de las obras rurales de la Puerto Rico Reconstruction Administration (PRRA). Además, ¿era la “historia” de Santurce o su versión clasista del pasado lo que los proponentes de la zona histórica de Miramar pretendían imponer? ¿Cabían en su discurso histórico las viviendas y comercios populares de su inmediata periferia? Sería fácil concluir que la construcción del patrimonio es pura memoria del poder. Sin dudas, las tiranías políticas han comenzado precisamente por aquí: convirtiendo una historia en la “única historia” de un país. Sin embargo, la gestión patrimonial debe servir y ha servido para lo contrario. En más de una ocasión ha promovido el reconocimiento de la imposibilidad de clausurar el debate en torno a las identidades nacionales, colectivas e institucionales. Aun con sus exclusiones, la arquitectura y el paisaje serían las escenografías por excelencia de la democracia si sus “nominaciones” potencian –como ha ocurrido en Berlín y Varsovia– debates heterogéneos y hasta incómodos en torno a lo que los ciudadanos imaginan que han sido, que son, que podrían ser.


Jorge Ortiz Colom Fotos por el autor

Con la modernidad y advenimiento de la Revolución Industrial en los siglos XVIII y XIX, se desataron fuerzas que destruyeron edificios y barrios enteros de ciudades europeas. Varios ciudadanos e intelectuales sintieron que se amenazaban algunos marcadores y signos del paisaje que les eran familiares y empezaron a cuestionar estos derribos indiscriminados. De esta situación, y como reacción en su contra, el siglo XIX vio nacer la disciplina de la conservación del patrimonio edificado. El romanticismo de John Ruskin, el idealismo de Eugène Viollet-le-Duc, el método sistemático de los italianos Camillo Boito y Gustavo Giovannoni, y otros, formaron la disciplina que se ha universalizado y hecho acompañante inseparable de la modernidad. Puerto Rico entró tímidamente en la disciplina de identificar, designar y manejar zonas y sitios históricos, al formarse en 1930 la Comisión Asesora de Valores Históricos encomendada a designar monumentos y a ensamblar la memoria documental. Lastrada por falta de recursos, fue suplantada luego de la Segunda Guerra Mundial por mecanismos como la zonificación histórica –impulsada en 1951 para proteger el Viejo San Juan–, el censo de monumentos del arquitecto Bus-

* Este artículo no representa una posición oficial del Instituto de Cultura Puertorriqueña o sus dependencias, oficinas o unidades.

chiazzo hacia 1954, y la formación del Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP) en el 1955. Cincuenta y ocho años después de la creación del ICP, apenas un tercio de los alrededor de veinte mil edificios y lugares que pudieran ser designados zonas o sitios históricos –por su valor arquitectónico, histórico y cultural– tienen algún tipo de protección efectiva para evitar su destrucción y descaracterización. Hay joyas sin protección como los centros urbanos de Yauco, Maricao y Sabana Grande, así como muchos otros sitios de valor en áreas urbanas de otros pueblos y en el paisaje rural. Valiosos lugares y edificios de valor arquitectónico o asociados con grandes personajes o sucesos de la historia están amenazados de ser destruidos o de hacerse polvo por el olvido, la falta de recursos o la alienación del puertorriqueño promedio frente a su historia. Muchas veces no se reconoce un lugar histórico como un eslabón de la

cadena de logros del país, sino como un vejestorio, una ruina o un terreno para edificar nuevos edificios utilitarios. Se niega la historia del lugar en aras de una comodidad económica. Los derribos indiscriminados, aunque dolorosos, son aldabonazos que muestran la urgencia de establecer un efectivo sistema de identificación, designación y manejo consciente de este patrimonio amenazado. Junto a estos derribos también existen lugares en pie que han sobrevivido gracias a luchas comunitarias como las libradas para rescatar el molino de San Jacinto en Dorado, el Hotel La Concha en El Condado, y el Fortín de San Jerónimo en Puerta de Tierra. La protección mediante la identificación y designación de zonas y sitios históricos, y su manejo adecuado forman un binomio inseparable. Uno surge de la urgencia y militancia cultural ante la pérdida amenazada, el otro, de la proyección del lugar rescatado hacia el futuro, para darle viabilidad y justifica-

Casa Mora, avenida Ashford, San Juan La llamada Casa Mora de 1909 es la estructura más antigua del sector del Condado, y su estructura original se ha mantenido a pesar de que no ha sido considerada sitio histórico, ni ha recibido protección dentro de los planes especiales que repetidamente se han hecho para este turístico sector capitalino. Esta casa fue ocupada por los hermanos Hernand y Sosthenes Behn junto con su madre, descendiente de la familia Lucchetti de origen corso, y tiene la particularidad de ser la única casa del Condado que está fabricada en parte con ladrillo. Mutilada con adiciones poco respetuosas, y con su balcón cerrado con vitrinas, esta casa se arriesga a perecer en la próxima ola de construcción de torres de condominio u hotel en la zona. [Foto Jorge Ortiz Colom, 2006]

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La identificación, designación y manejo del patrimonio edificado de Puerto Rico*


ción sostenida. En ambos componentes quedan carencias. Existen varios niveles y mecanismos de identificación y protección, listados a continuación, comenzando con las herramientas que ofrecen el nivel de protección más débil y continuando con una gradación hacia el nivel más fuerte: A. Ordenanza municipal – Los munici-

pios, a través de sus legislaturas locales, están facultados para adoptar ordenanzas que designen un lugar de valor patrimonial con el fin de protegerlo y darle publicidad para intentar que las entidades de permiso de construcción no autoricen obras que les perjudiquen. Estas ordenanzas bienintencionadas no tienen un efecto vinculante con las disposiciones de protección establecidas en los reglamentos de la Junta de Planificación (JP). B. Designación como monumento por el ICP – Esta designación, que requiere

una resolución de la Junta de Directores del ICP, permite reconocimiento para donaciones de la Legislatura y de entidades gubernamentales o privadas. Este tipo de designación se reconoce a veces por las oficinas de permisos.

Centro histórico de Maricao Aunque Maricao fue una municipalidad relativamente tardía (obtuvo su carta fundacional solo en 1874), prosperó enormemente por su papel como centro de intercambio del “oro oscuro” y encrucijada importante de las montañas del oeste. En el siguiente cuarto de siglo, grandes casonas de maderas del país y almacenes de mampostería del grano aromático consolidaron el pequeño, pero animado poblado. El legado de ese periodo subsiste, incluyendo una iglesia con resabios neogóticos y la Alcaldía, única diseñada por el gran Henry Klumb (desafortunadamente disfrazada hoy de pseudo-hacienda). Si bien los edificios que abren a la plaza tienen protección, la mayor parte de la riqueza arquitectónica maricaeña está en otras calles, sin reconocimiento ni protección. Dado el auge de la agricultura y el turismo en la fresca zona cafetalera, Maricao se presta para exhibir sus encantos dados por los alarifes de hace casi siglo y medio. Pero varios de los edificios han sido alterados o demolidos, y parece solo ser cuestión de tiempo en que —fuera de dos o tres ejemplos destacados— este sea otro pueblito anónimo de cajas utilitarias de hormigón y aluminio; como por desgracia pasó en Lares, víctima de incendios e indiferencias que casi desaparecieron su peculiar vernáculo en madera. Maricao permanece casi solo en la montaña como testigo de una página gloriosa de la historia puertorriqueña. Es momento de rescatarlo.

C. Resolución JPE-047 del 30 de agosto de 1994 – Esta resolución de la Junta de

Planificación establece, en una cláusula un tanto ambigua, que toda consulta de ubicación que incluya edificios públicos construidos antes del 1960 debe contar con el visto bueno del ICP. Este documento no se acompaña por planos ni por listas que los identifiquen, y muchas consultas se evalúan sin que los funcionarios se percaten de la edad de los edificios ni de la aplicabilidad de la resolución, y sin que se le solicite una evaluación al ICP.

capítulo de áreas calificadas del Reglamento Conjunto de la Junta de Planificación, establecen disposiciones para evitar que se afecten negativamente los elementos históricos identificados en estos distritos. Estas reglas no requieren que las obras sean revisadas por el ICP. E. Designación en los planes de ordenación municipales (planes territoriales, de área y de ensanche) – Esta designación

distritos de conservación de recursos arqueológicos (“CR-A”, Regla 19.28) y de conservación y restauración de sitios históricos (“SH”, Regla 19.29), del

de propiedades de valor patrimonial no siempre se acompañan en los reglamentos por procedimientos y parámetros efectivos de evaluación ni de intervención, lo que dificulta su implantación. En algunos casos, los planes de ordenación requieren, de forma innecesaria e inexplicable, una doble evaluación por el ICP y por la Oficina Estatal de Conservación Histórica.

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D. Distritos “CR-A” y “SH” del Reglamento Conjunto de Permisos para Obras de Construcción y Usos de Terrenos (en adelante, Reglamento Conjunto) – Los

F. Sección 54.5.6 del Reglamento Conjunto – Esta sección, dentro del capítulo 54

de conservación de sitios y zonas históricas, establece que toda intervención sobre las plazas de recreo y los edificios circundantes debe revisarse por el ICP. La sección no establece parámetros claros de evaluación ni de intervención. G. Designación en el Registro Nacional de Lugares Históricos del Departamento del Interior Federal (o elegibilidad para estar en el mismo) – Esta designación

en el ámbito federal se tramita a través de la Oficina Estatal de Conservación Histórica mediante un proceso de nominación y designación establecido en el reglamento 36 CFR (Code of Federal Regulations). Esta designación permite obtener ayudas o empréstitos de fuentes federales o privadas en el ámbito


H. Designación de Sitios y Zonas Históricos conforme al capítulo 60 del Reglamento Conjunto – Este mecanismo de

designación es el proceso administrativo más claro y vinculante de protección de un lugar patrimonial. Incorpora la zona o sitio históricos designados en los planos de calificación y establece disposiciones reglamentarias para definir el tipo de intervención permitida. De acuerdo a la Junta de Planificación, este capítulo 60 es el único mecanismo que vincula una propiedad patrimonial con las disposiciones de conservación de si-

tios y zonas históricas establecidas en el capitulo 54 del Reglamento Conjunto. I. Designación legislativa – Esta designa-

ción, facultada por la Constitución de Puerto Rico (articulo 6, sección 19), es vinculante y prevalece sobre cualquier otra. La Junta de Planificación está obligada a incorporar los monumentos así designados a los planos oficiales y a regirlos por la reglamentación de protección aplicable. Normalmente, las ordenanzas municipales y las designaciones del ICP (incisos “a” y “b”) no proveen mecanismos adecuados para notificar a la Oficina de Gerencia de Permisos (OGPE) ni a las oficinas de permisos municipales sobre

Casa Criolla, calle Rius Rivera, Adjuntas (demolida 2008) La prosperidad agrícola y comercial de Puerto Rico en el siglo XIX facilitó que las clases adineradas de terratenientes y comerciantes levantaran edificaciones, modernas para su tiempo y superiores a las precarias chozas descritas por cronistas como Abbad y Lasierra, y Alejandro O’Reilly en el siglo anterior. Poco antes de 1850 se configuró la típica casa criolla, una forma de habitar en cuya espacialidad apenas se ha profundizado. Estas residencias de amplios balcones corridos, sala central con mediopunto ornamental, y una extensión o “martillo” posterior para funciones utilitarias fueron levantadas en todo Puerto Rico y representaron una auténtica forma arquitectónica nacida y evolucionada en nuestro país. Los artesanos que las edificaron, normalmente siguiendo un patrón ampliamente conocido en su tiempo, casi sin ayuda de planos o croquis, dejaron testimonio de un tipo de vivienda bastante armonizada con las costumbres de la burguesía agraria-comercial que dominó los pueblos del interior por el siglo 1850-1950. En muchos casos, presentan un manejo pasivo magistral del clima, en una época sin refrigeración ni electricidad. Y una proporción considerable ha resistido huracanes y hasta fuegos, pero no la inconsciencia histórica o el afán de reedificar o “redesarrollar” los terrenos de pueblo y campo. Esta casa particular era la única estructura construida en el siglo XIX que permanecía en el centro urbano adjunteño, y a pesar de ser alertados de su valor, sus propietarios insistieron en acabar con la estructura para acomodar un edificio comercial improvisado y un estacionamiento. Pero el fantasma de la memoria de esta casa aún acosa a sus verdugos.

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de Estados Unidos, y ofrece protección contra el uso de fondos federales en intervenciones que puedan descaracterizar o destruir estos lugares.

Central Cortada, barrio Descalabrado, Santa Isabel Por tres siglos los ingenios azucareros de Puerto Rico fueron la sangre de nuestra economía y definieron nuestras costumbres, cultura, hábitos y paisaje. Todavía se ven esparcidos los esqueletos de estas estructuras que en un tiempo congregaban trabajadores y operarios para dar valor al producto de los cañaverales. Los grandes cobertizos de acero construidos mayormente en la primera mitad del siglo XX –y que a veces comparten el lugar con fragmentos de los trapiches que los antecedieron– han sido vendidos en estos años críticos como hierro viejo para fundir en siderúrgicas asiáticas. Muy pocas de las centrales han sido evaluadas por su importancia histórica y su representatividad como ejemplos de una organización y tecnología industriales que marcaron décadas de la experiencia puertorriqueña. Aun aquellas que de alguna manera han quedado protegidas, como los restos de la Columbia de Maunabo o la Aguirre de Salinas, han experimentado una mengua de sus componentes históricos al padecer de vandalismo, abandono y mal uso, y servir de depósitos de basura o chatarra. Y a la gran mayoría, las autoridades reguladoras ni siquiera les han reconocido su valor. Cortada en Santa Isabel ha sido objeto reciente de un proyecto de ley –el Proyecto de la Cámara 519 del 14 de enero de 2013– para proteger el remanente de la fábrica (bases de maquinaria, la chimenea y el almacén de bagazo) y las pintorescas casas de madera que la rodean, pero al momento de escribir estas líneas, aún este proyecto no ha sido convertido en ley. Esperemos que no se haga “académica” por la falta de acción oportuna…

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la existencia de un gravamen histórico sobre algunas propiedades. Los otros cuatro mecanismos de la Resolución JPE-047 del 30 de agosto de 1994, los distritos “CR‑A” y “SH” del Reglamento Conjunto, las designaciones en los planes de ordenación municipales, ni la sección 54.5.6 del Reglamento Conjunto (incisos “c”, “d”, “e” y “f”) tampoco ofrecen criterios claros de evaluación e intervención. Por su parte, la lista de propiedades incluidas o elegibles en el Registro Nacional de Lugares Históricos federal (inciso “g”) solo protege de demolición si hubiera uso de fondos federales. Si no se utilizan estos fondos, los propietarios pueden demoler las estructuras. En ocasiones, algunos propietarios han renunciado al uso de fondos federales para poder demoler estructuras listadas, como ocurrió en el 1987 con el complejo de la antigua tabacalera de Caguas incluida en el Registro. La propiedad se demolió para hacer espacio para el proyecto del Pabellón de las Artes; previo a la demolición, el municipio se vio obligado a sustituir un empréstito del Departamento de Vivienda federal por uno de fondos estatales. La designación bajo el capítulo 60 del Reglamento Conjunto (inciso “h”) de una zona o sitio históricos ofrece una protección efectiva, pero tal designación requiere un esfuerzo enorme y una cantidad considerable de documentos. Para situaciones que requieren protección de emergencia, se tuvo que incluir un procedimiento que permita decretar una moratoria de hasta seis meses (§60.1.13) para que los promoventes puedan completar el proceso. El mecanismo de nominación y designación es bizantino. Las peticiones de nominación se someten a técnicos de la JP quienes revisan la papelería y se aseguran de que la solicitud esté completa. Luego se va a un Comité Asesor de Sitios y Zonas Históricas, nombrado conjuntamente por la JP y el director ejecutivo del ICP, compuesto por “expertos” arquitectos, arqueólogos e historiadores. No se requiere en este momento el insumo ciudadano, lo que permite que un lugar

investido de valor por una comunidad pueda rechazarse desde el inicio por una evaluación de falta de méritos de acuerdo al comité. Luego se piden endosos del ICP y se celebra una vista pública, que el peticionario suele sufragar, para recibir por fin el insumo de la comunidad. Finalmente hay que esperar que baje la resolución de la JP, que acostumbra demorarse. En este proceso existe un cierto conflicto entre la Ley 374 de 1949, que da el poder de designación a la JP, y la Ley 89 de 1955 que da ese mismo poder al ICP. Hasta el momento, el ICP se ha allanado a las reglas establecidas por la JP en el capítulo 60 del Reglamento Conjunto. Bajo las disposiciones de nominación y designación del capitulo 60 del Reglamento Conjunto –que incorpora gran parte del viejo Reglamento de Planificación #5 de Sitios y Zonas Históricas–, se han designado siete de las diez zonas históricas que existen en el país: Ponce (1991, 2,500 propiedades), Guayama (1992, 2,386 propiedades),

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Casa Usera (Hacienda Esmeralda), carretera 153 km. 7.5, barrio Jauca II, Santa Isabel Esta hacienda ganadera cuya casona fue levantada en 1914 fue testigo de la antigua prosperidad agrícola de las colinas sureñas, que cercan al norte los fértiles cañaverales de la región. La familia Usera mantuvo por décadas el reconocido balneario termal de los baños de Coamo, colindante al norte de esta hacienda. La casa de madera sobre zocos, con sus balcones, medios puntos y galerías empersianadas defendiendo del fuerte sol regional, se mantuvo gallarda y visible por mucho tiempo desde la autopista hasta que la especulación urbana alteró la placidez del sector. Esta casa fue inmortalizada en cierto sentido al ser protagonista de la película Lo que le pasó a Santiago de Jacobo Morales. ¿Quién no recuerda el romántico interludio entre los personajes actuados por Tommy Muñiz y Gladys Rodríguez en el nostálgico interior de este lugar? Pero hoy queda abandonada y consumida por la maleza, y si bien los propietarios han dicho que interesan recuperar y restaurar el lugar, queda pendiente que este rescate se materialice…

San Germán (1994, 660 propiedades), Coamo (1995, 366 propiedades), Arroyo (1996, 135 propiedades), Caguas (1997, 23 propiedades) y Vega Baja (2006, 85 propiedades). Las otras tres zonas históricas se designaron mediante leyes especiales, aprobadas por la Legislatura y firmadas por el gobernador (inciso “i”). Las zonas históricas de San Juan (1949, 890 propiedades), de Manatí (1985, 145 propiedades) –aprobada mediante una negociación entre los promoventes del ICP y de la Junta de Planificación– y de Miramar, en San Juan, al igual que otros 300 sitios históricos, casi todos nombrados después de 1990, fueron designados por acciones de la Legislatura. Otras designaciones previas, como las realizadas por la Comisión Asesora de Valores Históricos de 1930, por la Legislatura o mediante resoluciones de la Junta del ICP, no han sido compiladas, organizadas ni enumeradas todavía, y se desconoce a ciencia cierta cuántas hay.


hacen otros lugares de América y Europa. Los instrumentos para designar zonas o sitios históricos, y para reglamentar las intervenciones sobre estas propiedades utilizan mecanismos que –como se ha señalado– no siempre armonizan entre sí ni tampoco satisfacen plenamente los efectos protectores que se espera de ellos. Se requiere echar a un lado el alto volumen de trabajo diario en las agencias y la inercia típica de la burocracia gubernamental para establecer un sistema coherente y efectivo que ofrezca la protección debida al inmenso patrimonio existente, una porción del cual ya ha sido identificado o designado, y otra porción, aún mayor, que no está siquiera inventariado y está totalmente desprovisto de protección.

Hacienda Indiera, Barrio Indiera Alta, Maricao Desde hace décadas se ha apreciado el potencial de las grandes casonas de hacienda para montar hoteles pequeños y paradores, escapes románticos del aburrimiento urbano. El café, protagonista económico de la segunda mitad del siglo XIX puertorriqueño, dejó un gran legado en ese impresionante paisaje cultural de las montañas occidentales, hoy lentamente y por tanteos descubierto como página viva de la historia del país. La gran mayoría de las haciendas de café adolecen de décadas de olvido y del desgaste por la naturaleza. Hay algunas casonas protegidas por la valentía de sus dueños y su creatividad de convertirlas en sitios perfectos para la cultura y el turismo. Otros esfuerzos — tales como Castañer y la Hacienda Los Torres, ambos en Lares— luchan por recuperar ejemplos distinguidos del tipo. Pero sin otra protección que los pocos recursos de sus actuales ocupantes, la gran mayoría de las haciendas cafetaleras viven en una indigencia rodeada de verdor, soñando con quien las rescate para volver a señorear el ambiente de la cordillera. Y como en otros lugares del mundo, señorear la promoción cultural y el turismo sostenible de una región casi virgen en estos aspectos.

Restos de las calderas de la Central Playa Grande, Barrio Llave, Vieques Por más de medio siglo, tesoros históricos inestimables quedaron vedados al disfrute ciudadano por las verjas de la Marina en la Isla Nena. La militarización de ambos extremos de la isla implicó la destrucción casi total de muchos lugares que fueron abruptamente desahuciados, pero algunos, por su tamaño y construcción, no pudieron ser borrados del todo. Este es el caso de la Central Playa Grande, corazón de la economía azucarera viequense por casi seis décadas hasta su última zafra en 1941. Las impresionantes ruinas de ladrillo y los restos de las calderas apasionan a la comunidad que se compromete a su rescate. Pero el esfuerzo ciudadano tiene que batallar la indiferencia e inercia de varias administraciones municipales –esperamos que la actual sea por fin la excepción– para lograr un rescate efectivo del lugar que, aunque siga con ruinoso semblante, ahora pueda servir de motivo de orgullo, renovador de memorias de las generaciones mayores, y atractivo turístico dinámico del Vieques moderno, tan necesitado de rumbo como isla libre del pernicioso militarismo. Aunque apenas quedan restos del poblado circundante, al menos la huella de este ingenio promete ser, si todo anda bien, cultivadora de una zafra de futuro sostenible para Vieques y Puerto Rico.

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Toda esta madeja de nominaciones y designaciones requiere un proceso preciso, ágil, justo y efectivo para las diversas partes interventoras. Un proceso similar –que siempre debe requerir la evaluación del ICP– se hace necesario para evaluar y aprobar las intervenciones propuestas sobre las propiedades identificadas o designadas como lugares patrimoniales, a través de cualquiera de los mecanismos indicados. La actual reglamentación de construcción aplicable al patrimonio edificado es fundamentalmente cuantitativa –con criterios dimensionales de alturas, tamaños de patio, ancho de pasillos y otros– y no pondera elementos cualitativos como la imagen urbana ni el ornato de los frentes y ángulos visibles de los edificios desde el espacio público, como lo


La valorización del patrimonio histórico: su efecto en la memoria

Karen Cuadro Fotos provistas por la autora

Así como hablar del Viejo San Juan nos recuerda al Morro (Castillo San Felipe del Morro), a La Fortaleza (Palacio de Santa Catalina), a Ballajá (Cuartel del Ballajá) o a la San Se (calle de San Sebastián); del mismo modo, si mencionamos Ponce nos invaden las imágenes del Parque de Bombas o del Castillo Serrallés. Y es que en muchos países, incluyendo a Puerto Rico, el patrimonio histórico edificado se ha

convertido, dentro de otros elementos culturales, en la imagen que nos representa como pueblo. Las estructuras antes mencionadas son monumentos en nuestras ciudades que ya forman parte de la memoria colectiva de nuestro pueblo. Les acortamos sus nombres, tal como si fueran apodos que nos ayudan a identificarlas e identificarnos con ellas. Pero, ¿a qué se debe realmente que todo puertorriqueño valorice estas edificaciones en relación con las tantas “otras” estructuras patrimoniales que habitan nuestras ciudades; arquitecturas que en muchos casos mueren lentamente en los centros urbanos de los pueblos por el abandono y la falta de interés por conservarlas? El reconocimiento de la arquitectura patrimonial se apoya grandemente en dos aspectos muy importantes: la historia y el turismo. Y aunque van de la mano uno del otro, son muy diferentes entre sí. El turismo es un mercado que se dirige a las masas con el fin de generar un consumo, y lo lo-

gra, en parte, a través de mercadear el objeto patrimonial. La historia, aunque es la base fundamental para que se genere este tipo de turismo, forma parte de la comunidad, la cultura y el desarrollo de la ciudad. Es aquí donde la “otra” arquitectura, la que no se considera monumento turístico, cobra valor y se establece como parte de la arquitectura patrimonial, como monumento histórico del pueblo y para el pueblo. “El monumento tiene como fin revivir en el presente un pasado sumergido en el tiempo. El monumento histórico mantiene otra relación con la memoria viva y con la duración”1. Por medio de la memoria se revive la historia y se le brinda el valor a la obra arquitectónica; a través de esto, se genera la identificación del pueblo con los monumentos y con su identidad. Según señala la “Carta de Cracovia 2000” en sus objetivos y métodos: “El Choay, Françoise, Alegoría del patrimonio. (Barcelona: Editorial Gustavo Gili, 2007) 19.

1

Cronología: San Francisco 269, actualmente Burger King >

Primera iglesia bautista de finales del siglo XIX

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Conversión de Primera iglesia bautista en el Teatro Rialto por el arquitecto Pedro de Castro, c. 1935

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Rivera Blanco, Javier, De varia restauratione: teoría e historia de la restauración arquitectónica. (Madrid: ABADA Editores, 2008) 230.

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suerte de hechizo, no es cualquiera: ha sido localizado y seleccionado por motivos vitales, en tanto que puede contribuir directamente a mantener y preservar la identidad de una comunidad étnica, religiosa, nacional, tribal o familiar”3. ¿Y cómo se selecciona o se localiza aquello que ha de ser catalogado como monumento? La valorización es ese elemento que destaca una arquitectura de otra, es aquello que permite que resalte ante los demás y, por ende, se le brinde el título de patrimonio histórico. El valor se alimenta de la memoria y de la historia, y ambos contribuyen al desarrollo de la comunidad y, por lo tanto, a determinar qué tiene valor y qué no. El valor es aquello que hace que la comunidad se identifique con el patrimonio; si no existe valor, el patrimonio se pierde. Françoise Çhoay comenta en su libro Alegoría del pa3

Choay, Alegoría del patrimonio, p. 12.

Teatro Rialto, mediados del siglo XX

trimonio: “La valoración es la llave de acceso del dispositivo”4. Este término clave se manifiesta de varias maneras, entre las que podemos encontrar el sentido de pertenencia y el sentimiento de pérdida o de rescate, entre otros. Mediante el sentido de pertenencia, el ciudadano incorpora la obra arquitectónica, la hace suya, y se identifica con ella; le brinda un valor cognoscitivo y semántico que la distingue del resto de las edificaciones. El sentido de pertinencia le brinda importancia y hace relevante la obra arquitectónica. Sin embargo, cuando aflora el sentimiento de pérdida es cuando más se incrementa la valoración en muchas ocasiones; una vez ya no existe la estructura, es entonces que muchos se dan cuenta de su valor. Al atarse al sentimiento de la pérdida, se genera la nostalgia, que según la Real Academia Española es: “Tristeza melancólica originada por 4

Choay, Alegoría del patrimonio, p. 194.

Teatro convertido en establecimiento de comida rápida durante la segunda mitad del siglo XX

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patrimonio arquitectónico, urbano y paisajístico, así como los elementos que lo componen, son el resultado de una identificación con varios momentos asociados a la historia y a sus contextos socioculturales”2. Conceptos como la memoria, la valorización y la identidad son pilares importantes que se destacan al momento de promover la conservación del patrimonio histórico. En el momento que ocurra un desbalance entre estos conceptos, la conservación del patrimonio se puede ver afectada. “La especificidad del monumento consiste entonces, precisamente, en su modo de acción sobre la memoria que utiliza y moviliza por medio de la afectividad, para que el recuerdo del pasado haga vibrar al diapasón del presente. Ese pasado invocado, convocado, en una


La nostalgia es aquel deseo de poder tener aquello que un día fue, razón por la cual puede ser un factor tanto productivo como contraproducente para la conservación del patrimonio histórico y la memoria. el recuerdo de una dicha perdida”5. La nostalgia es aquel deseo de poder tener aquello que un día fue, razón por la cual puede ser un factor tanto productivo como contraproducente 5 Real Academia Española. <http://lema.rae. es/drae/?val=nostalgia>.

para la conservación del patrimonio histórico y la memoria. Las ciudades turísticas tienden a pecar de este tipo de valoración y en ocasiones sus gestores tienden a “fachadismos” o “fetichismos” de la arquitectura para mantener la armonización del lugar patrimonial. Estas acciones alteran la memoria y crean del pasado un objeto mercadeable mediante una imagen homogénea de la ciudad. Tomaré de ejemplo dos estructuras que formaron parte de este proceso de armonización de la ciudad colonial de mediados del siglo XX en el Viejo San Juan. En primer lugar, se encuentra San Francisco 269, en donde a finales del siglo XIX se construyó la Primera iglesia bautista. Durante la primera mitad del siglo XX, la iglesia fue convertida en el Teatro Rialto por el arquitecto Pedro A. de Castro, con un diseño que contrastó completamente con la aquitectura colonial de su entorno. Durante la segunda mitad

del siglo XX, este edificio fue reestructurado al estilo Old San Juan y convertido en un establecimiento de comida rápida. La segunda, Cristo 150, albergó a principios del siglo XIX una casa terrera sobre la que, a la llegada de los estadounidenses, se construyó la iglesia episcopal San Juan Bautista con un estilo neogótico. A mediados del siglo XX fue convertida en el Comité del Partido Popular Democrático. Posteriormente se demolió y se construyó lo que hoy conocemos como el Museo del Niño, otro edificio al estilo Old San Juan. De esta manera se realiza una manipulación de la memoria y se omite la oportunidad de conocer “otros” estilos que existían o que podrían existir, a través de intervenciones cónsonas con el desarrollo del Viejo San Juan. Estas decisiones, claro está, responden a una visión quizás bien intencionada de la época, pero limitada para la recuperación del entorno cultural; las mismas alteran los rasgos del

Cronología: Cristo 150, actualmente Museo del Niño >

Casa de principios del siglo XIX

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Iglesia episcopal San Juan Bautista de principios del siglo XX

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punto, cuando la arquitectura patrimonial corre el riesgo de ser destruida, toma un esfuerzo gigantesco convencer al Estado o a donantes privados para ayudar en su rescate, y lamentablemente en muchas ocasiones la pérdida patrimonial se hace realidad. Al valorar esa “otra” arquitectura se reconoce su espacio significativo en la ciudad, de la que forma parte y se incluye en la memoria colectiva del lugar. La educación y la concientización alimentan la memoria, por eso es de suma importancia enseñar a las comunidades a valorar todo su patrimonio y a sentirlo suyo. De ello depende que permanezcan, o perezcan con el tiempo. “No podemos dejar de insistir en la importancia clave de la educación, puesto que es la única garantía para la protección del patrimonio, pero sobre todo para la formación de ciudadanos sensibles al mismo y también críticos

Conversión de iglesia en Comité del PPD a mediados del siglo XX

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con la realidad circundante”6. Está en nosotros continuar la labor y promulgar la importancia de nuestro patrimonio, para así fomentar la memoria colectiva y brindar el valor necesario para su futura conservación y protección. Hernández Martínez, Ascensión. La clonación arquitectónica. (Madrid: Ediciones Siruela, S.A. 2007) 142.

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Bibliografía: Choay, Françoise. Alegoría del patrimonio. Barcelona: Editorial Gustavo Gili, 2007. Cuadro Esteves, Karen J. “Imagen e identidad: El caso del Viejo San Juan”. Tesis MArch, Univerisdad de Puerto Rico, San Juan, 2009. Impreso. Hernández Martínez, Ascensión. La clonación arquitectónica. Madrid: Ediciones Siruela, S.A., 2007. Real Academia Española. <http://lema. rae.es/drae/?val=nostalgia>. Rivera Blanco, Javier. De varia restauratione: teoría e historia de la restauración arquitectónica. Madrid: ABADA Editores, 2008.

Museo del Niño construido durante la segunda mitad del siglo XX

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desarrollo de la ciudad y la congelan en un pasado colonial, producto de esa nostalgia. Otra forma en la que se manifiesta la valorización es a través del sentimiento de rescate, que en muchas ocasiones se intensifica ante la presencia del sentimiento de la pérdida, tras la amenaza de la destrucción hacia lo entonces valorado. Ejemplo de ello lo son las gestiones realizadas para salvar estructuras como el Hotel La Concha en Condado o, más reciente aún, el FAA San Juan Combined Center Radar Approach Control de Carolina. Tras la acción tomada es que entonces la arquitectura patrimonial cobra un lugar dentro de la memoria del ciudadano y se reconoce. Arquitecturas tales como el Teatro Silvia Rexach, el Hotel Normandie y el antiguo Parke Davis Pharmaceutical (farmacéutica Pfizer) son estructuras con marcada importancia patrimonial, un tanto olvidadas y en peligro de destrucción. Ya en este


Las muchas propiedades de valor histórico en manos del Gobierno

Juan Vaquer Castrodad

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carreteras construidas bajo el Gobierno español, y decenas de escuelas antiguas por toda la Isla. Incluso edificios rehabilitados tan recientemente como la década del 1980, como el antiguo Palacio Rojo cercano a La Fortaleza, actualmente muestran señales de deterioro. Al legado histórico del periodo colonial español le siguió una época de gran actividad de construcción pública. De hecho, las primeras décadas del siglo XX, particularmente del 1912 al 1930 —periodo que coincidió con el gran auge de la industria azucarera en el país— fueron años durante los cuales el Gobierno insular de entonces inició un enorme y transformador esfuerzo en el desarrollo. Este esfuerzo no se limitó al desarrollo de infraestructuras de carreteras, puentes, MICHELLE LAFRAMBOISE CALDERÍN

No debería sorprender a nuestra población que un país con más de cinco siglos de historia escrita poseyera un patrimonio histórico tan extenso y valioso como el que tenemos en Puerto Rico. Aun en nuestra isla de reducidas dimensiones, y pese a la precariedad que caracterizó gran parte de la construcción popular durante las primeras centurias de esa historia, contamos con un gran legado de edificaciones y estructuras en nuestros campos y ciudades que han sobrevivido el pasar de esos siglos y son no solo testigos de nuestra historia, sino recordatorios constantes de nuestras raíces y experiencias compartidas como pueblo. Todo apunta a que una buena parte de nuestro patrimonio histórico edificado está en manos del propio Gobierno. El propósito y la naturaleza misma de la construcción pública, que busca asegurar solidez y durabilidad, ciertamente contribuyó a esa realidad. Son precisamente las construcciones cívicas, institucionales y militares las más antiguas que aún sobreviven. Aun las eclesiásticas, en un país que no conoció la separación de Iglesia y Estado durante sus primeros cuatro siglos, forman parte de ese legado que está aún presente en nuestro paisaje urbano. Pero con todo esto, y a pesar de que la Isla estuvo en un momento a la vanguardia de la protección patrimonial, gran parte de ese legado, sobre todo el que está fuera del recinto amurallado de la capital, parece estar en creciente riesgo de perderse. No

obstante la Resolución de la Junta de Planificación (JPE-047 de 30 de agosto de 1994) que exige que todo edificio anterior al 1960 sea evaluado por el Instituto de Cultura en caso de propuestas remodelaciones, cambios sustanciales, alteraciones o demoliciones de edificios públicos, no se ha logrado el progreso deseado en esa dirección. Esta situación la evidencian, ahora mismo, estructuras que van desde porciones importantes de la Alcaldía de San Juan que se deterioraron penosamente durante los pasados diez años, hasta estructuras como el Instituto Provincial de Segunda Enseñanza (edificio que años atrás albergaba al Departamento de Salud en Santurce) —que data de fines de la década del 1870—, las viejas casas de los camineros dispersas a través de las antiguas

Puerta agujereada que permite ver hacia el patio interior del antiguo Instituto Provincial de Segunda Enseñanza en Santurce

ENTORNO22


ENTORNO DOSSIER

Aerofoto Internacional

instalaciones portuarias, distribución de agua, generación de energía hidroeléctrica, tendido eléctrico y telegráfico, así como sistemas de riego, entre otras, sino también de construcción de numerosas escuelas, alcaldías, instalaciones de salud, tribunales y estructuras o conjuntos emblemáticos como la Escuela de Medicina Tropical, la Universidad de Puerto Rico y el Capitolio de Puerto Rico, inaugurado en 1929. Debemos mencionar que esta época marcó la primera gran gestión de funcionarios puertorriqueños en posiciones de poder en el Gobierno desde las cuales intentaron transformar de manera positiva y dotar la Isla con una infraestructura adecuada de instalaciones y servicios públicos. Durante esos años destacan figuras como el ingeniero Manuel V. Domenech (1869-1942), primer puertorriqueño en ser designado a cargo de las obras públicas del país como comisionado del Interior; el Ing. Guillermo Estévez, quien posteriormente ocupó la misma posición; así como otros, como el arquitecto Rafael Carmoega (18941968) quien se convirtió en el arquitecto a cargo del diseño de todas las obras de la División de Edificios Públicos del Departamento del Interior, incluyendo el Capitolio Insular del cual fue el principal arquitecto en su versión final. Este periodo particular se encuentra bien reseñado en la Revista de Obras Públicas de Puerto Rico publicada por el Departamento del Interior de 1923 a 1932. Allí se encuentra bien documentado el esfuerzo de esos años y la gran cantidad de obras que se construyeron y que fueron financiadas completamente por el crédito del Gobierno de Puerto Rico. Estos años de prosperidad económica asociada a la caña y la agricultura fueron truncados por los terribles huracanes que azotaron la Isla en el corto periodo de tiempo entre 1928 y 1932. Posteriormente surgieron otros períodos importantes de edificación de instalaciones públicas, como ocurrió durante la década del 1930 hasta entrados los años cuarenta con los

Complejo escolar de la Ponce High

programas del Nuevo Trato. Bajo estos programas se continuó la construcción de edificios públicos, aunque a menor escala que en la década del 1920. De ese periodo tenemos el complejo de oficinas gubernamentales como el Departamento de Agricultura, la Autoridad de Tierras y el viejo edificio del Departamento de Industria y Comercio que aún sobreviven en el área de Santurce, así como el antiguo Hospital Municipal de San Juan, hoy convertido en el Museo de Arte de Puerto Rico. Mucho de ese patrimonio disperso por el país, particularmente de escuelas antiguas y de viejos edificios de oficinas gubernamentales, está en riesgo por toda la Isla. Ello apunta, en gran medida, a la ausencia de un mantenimiento adecuado para estas estructuras y la falta de capacidad en las agencias de Gobierno para remodelar y modernizar las estructuras públicas con respeto y sensibilidad a su valor patrimonial. Para ello, es esencial una actitud de apertura y una visión creativa que evite posturas inflexibles que impidan la readaptación de estas estructuras para nuevos propósitos. Hace falta establecer una política pública clara, coherente y bien articulada para atender la necesidad de reusar estas instalaciones y edificios, de acuerdo con una visión ecológica moderna que

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facilite que se puedan transformar y encontrar usos nuevos que les permitan seguir sirviendo al país sin destruir su valor estético y patrimonial. Hace falta una visión que permita la flexibilidad, la adaptabilidad y la creatividad necesarias en los usos y las maneras de adecuarlas para albergar nuevas funciones. La situación pide que se realice un inventario de todas estas estructuras que merecen ser protegidas y conservadas. Procede, además, identificar un número particular y representativo de ellas para elaborar guías y recomendaciones de manejo y mantenimiento que permitan darles un cuidado adecuado y dignidad a estas edificaciones. Es importante realizar los estudios sobre su condición, potencial y posibilidades de usos alternos. Se trata de un asunto que amerita tratarse con bastante urgencia y que ofrece oportunidades de apoyo de los sectores profesionales en las áreas de competencia mencionadas. Podría brindar una posibilidad única de acción concertada entre las agencias de Gobierno, las organizaciones profesionales y diversas instituciones del país para echar adelante un proyecto importante de protección de este patrimonio y de rescate de la memoria colectiva de nuestro país.

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ARQUITECTURA PAISAJISTA

Breve historia de las estaciones experimentales agrícolas

Carlos E. Ortiz Malavé

La agricultura describe un conjunto de actividades de interacción entre el hombre y su ambiente para la producción de alimentos, fibra y combustibles. Al inicio, esa interacción se dio con la tala de bosques naturales para obtener tierras de cultivo, madera para la construcción de viviendas, medios de transporte (canoas y barcos) y para combustible (leña y carbón vegetal). Las anteriores actividades son las bases de la agricultura, estas además estaban acompañadas con la domesticación de animales para consumo de carne, como medios de transporte y para la obtención de pieles. La agricultura es una actividad tan fundamental para los humanos que, a través del tiempo, los Estados han establecido y reconocido las estaciones experimentales –también conocidas como institutos de investigación agraria– como proyectos fundamentales para su población. Estas instituciones hoy día no solo prestan atención a la producción de alimentos y fibra, sino que, entre otros aspectos, extienden sus alcances al estudio del manejo poscosecha, del transporte, del procesamiento, de la preservación y de la distribución de productos alimentarios frescos y procesados. La Estación Experimental Agrícola de la Universidad de Puerto Rico es parte del Colegio de Ciencias Agrícolas del Recinto Universitario de Mayagüez. La institución comenzó en 1910

como iniciativa de la Asociación de Productores de Azúcar de Puerto Rico. Desde sus inicios utilizó instalaciones ubicadas en su finca original en Río Piedras, en los mismos terrenos donde actualmente ubica el Jardín Botánico. Allí pueden apreciarse varios laboratorios de investigación científica e instalaciones administrativas. En 1914, la Estación Experimental fue cedida al Gobierno de Puerto Rico con la condición de que se continuara la investigación sobre la caña de azúcar. En 1923, se adquirió una finca pequeña en Trujillo Alto para la producción de semillas de cultivos menores y para la propagación y distribución de árboles frutales y ornamentales. Las iniciativas de producir plantas ornamentales fue muestra de los primeros acercamientos hortícolas a la estética de los espacios. El programa de investigación fue ampliándose, y para 1928 se adquirió la finca que hoy ocupa la Subestación de Isabela con el propósito de mejorar el uso del sistema de riego de la costa noroeste, que había sido establecido para la época, y para fomentar el desarrollo agrícola de la región, siempre haciendo énfasis en cultivos altamente industrializados como la caña de azúcar. Al inicio, la Estación Experimental Agrícola encaminaba sus programas hacia la industrialización de las operaciones agrícolas. Esto es, se hacía énfasis en la mayor producción por unidad de área cultivada con la utilización de

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Estación Experimental Agrícola de Puerto Rico Centros de Investigación y Desarrollo Subestaciones

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1 Mayagüez 2 San Juan 3 Isabela 4 Lajas

5 Adjuntas 6 Juana Díaz 7 Corozal 8 Gurabo


ARQUITECTURA PAISAJISTA ENTORNO

MICHELLE LAFRAMBOISE CALDERÍN

Estado de deterioro de la Planta Piloto de Ron ubicada dentro de la Estación Experimental Agrícola de Río Piedras MICHELLE LAFRAMBOISE CALDERÍN

insumos externos y la mecanización de las operaciones de campo, mientras parecía dejarse de lado las consideraciones de las circunstancias socioeconómicas del país. Para la década de 1940, la agricultura continuaba como espina dorsal de la economía local. El reto que enfrentaba la Estación Experimental fue enorme, particularmente cuando los símbolos de la economía se asociaban a la azada, al machete y al relativamente bajo nivel de alfabetización del país. El escenario resultaba complejo pues en las áreas rurales, donde se llevaba a cabo gran parte de las actividades agrícolas, el crecimiento poblacional era evidente, y el acceso a salud y a la educación resultaban limitados. En ese escenario, la Asamblea Legislativa aprobó por ley el establecimiento de las subestaciones de tabaco y de café, hoy día las Estaciones Experimentales de Gurabo y Adjuntas, respectivamente. Esta iniciativa resultó ser un evento importante para la institución. La ley dio paso al establecimiento de un sistema de investigación agrícola para las distintas regiones de Puerto Rico en donde se tomaba en consideración las condiciones ecológicas del suelo y del clima regional, así como los cultivos de importancia económica en dichos lugares. Para las décadas de 1940 y de 1950, la Estación Experimental Agrícola, ya con otras subestaciones en Lajas, Corozal y Juana Díaz, fue ampliando su programa de investigación más allá de la caña de azúcar para incluir cultivos de importancia para el agricultor de escasos recursos de capital, como serían el tabaco, los cítricos, la piña, las raíces, los tubérculos, los guineos y los plátanos. Se establecieron vigorosos programas de control de las enfermedades de las plantas y, para mejorar las variedades para adaptabilidad a las exigencias del mercado, se incluyeron los cultivos ornamentales como parte de la estrategia de diversificación de la producción agrícola local. De esta forma, para finales de la década de 1950, con el sistema de subestaciones establecido, el Laboratorio

Planta Piloto de Ron en Río Piedras

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Eliza Llenza

Vistas aéreas de algunas estaciones experimentales agrícolas en el sur de Puerto Rico

A Comprehensive Agricultural Program for Puerto Rico, by Nathan Koenig. USDA. U.S. Government printing office, 1953 Washington

natural para hacerlo lo más productivo posible y conservarlo para futuras generaciones. La protección del suelo agrícola de la erosión y la reducción del movimiento de los sedimentos y de posibles contaminantes hacia los embalses para riego y agua potable han sido elementos esenciales en los trabajos científicos. Hoy día el programa de investigación incluye como parte de su agenda trabajos sobre calidad de agua en los ríos y los embalses, y la protección de cuencas hidrográficas. El objetivo es mantener la cantidad y calidad del recurso agua, un elemento en extremo importante para nuestra gente y el quehacer económico. Recientemente han ocurrido algunos cambios de enfoque en los programas que incluyen iniciativas para promover una mayor relación con la naturaleza y con el entorno cotidiano, como son la agricultura orgánica y la agricultura urbana. La primera de ellas se caracteriza por la producción de alimentos sin la utilización de los insumos sintéticos tradicionales, como los fertilizantes, los plaguicidas, las hormonas y los antibióticos. La agricultura orgánica se asocia con la protección del ambiente natural pues reduce la posibilidad de que potenciales contaminantes se alojen en el suelo, el agua o el aire. La agricultura urbana, más allá que la horticultura ornamental, se trata de la producción de alimentos en ambientes urbanos, usualmente limitados. Esta actividad ha estado en constante crecimiento desde que han entrado en amplia discusión los aspectos de seguridad alimentaria, y es un tema que estará directamente relacio-

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ENTORNO22

de Tecnología de Alimentos y Planta Piloto de Ron y con un cuerpo de más de 250 científicos altamente cualificados, el gran proyecto de país —la Estación Experimental Agrícola— alcanzó su máxima producción agrícolacientífica. A través de sus programas se alcanzaron logros significativos, entre los más destacados: el sostenimiento por varias décadas de la industria de la caña de azúcar, el mejoramiento de la calidad de los rones, y el valor añadido y las técnicas de procesamiento para los productos agrícolas tropicales. Estos resultados se extendieron dentro y fuera del país, beneficiando particularmente a países en zonas tropicales. Desde sus inicios, los programas de investigación de la Estación Experimental Agrícola han reconocido lo limitado de nuestro entorno para satisfacer la mayoría de nuestras necesidades alimentarias, de fibra y de combustible. Hace más de medio siglo que Nathan Koenig, un asesor del gobernador Muñoz Marín, recogió acertadamente esta problemática en unas expresiones que son tan vigentes hoy día como hace más de cincuenta años: [T]he conservation of Puerto Rico’s soils and water resources, for sustained productive use, is an undertaking of vital concern to the local people in all walks of life. 1 Gran parte de las estrategias para el mejoramiento de las técnicas de producción agropecuaria consisten en modificar mínimamente el medio 1

nado con los actuales y futuros diseños arquitectónicos y con la planificación urbana, particularmente cuando este tipo de agricultura, además de la producción de alimentos, contiene elementos importantes de recreación y de valor estético. La totalidad de los terrenos bajo la jurisdicción administrativa de la Estación Experimental Agrícola suma poco más de 3,000 cuerdas y su titularidad pertenece a la Universidad de Puerto Rico. Buena parte de sus investigadores y empleados se han convertido en defensores de este suelo por considerarlo patrimonio del pueblo de Puerto Rico. La defensa patrimonial ha sido ejemplificada con reclamo del mantenimiento de la integridad física de la Subestación de Gurabo y de la protección de edificios de singular valor arquitectónico e histórico, diseñados por el arquitecto Henry Klumb, que se encuentran ubicados en el lugar. Las fincas no solo tienen alto valor como infraestructura de investigación agrícola y ambiental, sino que poseen singular valor estético. Las gestiones de la Estación Experimental Agrícola han dado resultados muy positivos para Puerto Rico, particularmente para la gestiones agroindustriales y ambientales. A mi juicio, se debe continuar haciendo énfasis en la agroindustria como un sector económico importante y como fuente de empleo digno, procurando siempre que el producto de nuestra labor docente universitaria promueva la conservación de nuestro entorno para las futuras generaciones de puertorriqueños.


CIUDAD PRESENTA

¡Felices Título delquinientos!: artículo La designación del Viejo San Juan a Monumento Histórico Nacional y el proceso para convertirlo en patrimonio mundial de la UNESCO Arleen Pabón Charneco Berenice R. Sueiro Nombre del Autor Vázquez Fotos por Michelle Laframboise Calderín Garita en la muralla sudoeste (siglo XVIII) con el edificio del Banco Popular (1939) de fondo

Las ciudades, como la gente, también celebran efemérides. La diferencia entre ambas estriba en que la edad de los cascos urbanos se mide en siglos y milenios. Nuestra ciudad capital, el icónico Viejo San Juan frente a cuyo mar tantos corazones se han quedado para admirarla, cumple en el 2019 sus primeros 500 años, momento para pausar y recabar a nivel colectivo la importancia que tuvo, tiene y tendrá, no tan solo para los puertorriqueños y caribeños, sino para todos los ciudadanos del mundo. En el año 1983, parte del circuito de murallas, los dos castillos principales y el Palacio de Santa Catalina fueron inscritos en el listado de patrimonio mundial de la UNESCO. A partir de este momento y gracias al Servicio Nacional de Parques del Departamento del Interior de EE UU, organismo que generó la nominación, nuestras estructuras comparten sitial preferente junto a las pirámides de Egipto, la ciudad de La Habana, variados templos en la ciudad sagrada de Nara y la muralla de la China. Con el tiempo, tanto la distinción como la labor de resaltar

nuestra herencia cultural a nivel internacional cayeron al olvido. En el 2010, tras largos y meditados estudios, el anterior director, el Arq. Carlos Rubio Cancela, de la Oficina Estatal de Conservación Histórica de Puerto Rico (OECHPR) aceptó el reto que supone trabajar para alcanzar la meta de obtener el mayor número de distinciones para nuestro Viejo San Juan. Dicha oficina asumió la responsabilidad, en nombre de todos los sanjuaneros y puertorriqueños de ayer, hoy y mañana, de dar a conocer ante el mundo la importancia de nuestro centro. Aunque la más excelsa distinción en este ámbito es la inclusión en la lista de patrimonio de la humanidad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (en inglés, UNESCO), se tienen que alcanzar otras cotas antes de siquiera aspirar a iniciar los trabajos en esta dirección. Dado el caso que la Isla no tiene representación en la UNESCO, los EE UU se encargan del proceso de nominar. Como todo país miembro, los EE UU organizan

Calle Tanca en el Viejo San Juan

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una lista de espera, conocida en inglés como el tentative list, la cual incluye las propiedades que se interesan alistar. Para ser considerada a inclusión en la lista de espera, se requería que el Viejo San Juan fuese monumento histórico nacional (en inglés, national historic landmark). Al reunirnos con los oficiales de este programa se nos notificó que la nominación presentada en el 1972 por Puerto Rico al Registro Nacional de Lugares Históricos debía ser revisada. Solo entonces podría ser considerado el casco para esta distinción, la más alta de todas las que otorga EE UU. Desde el verano del 2010 se trabajó incansablemente para, primero, generar la nueva nominación al Registro Nacional (aceptada en julio de 2012). A renglón seguido, se preparó la nominación al programa de Monumentos Históricos Nacionales (en inglés, National Historic Landmarks Program) que se presentó y defendió ante las autoridades federales durante el pasado noviembre. (Ambos documentos están disponibles en versión PDF en el portal cibernético www.nps.gov). Esta última distinción fue firmada por el secretario del Interior de los EE UU hace tan solo unas semanas, acción de la que se hicieron eco tanto periódicos isleños como norteamericanos. Es importante consignar que aunque la meta última sea alcanzar el reconocimiento de la UNESCO, esta distinción es el máximo galardón que otorga la nación a las propiedades históricas. El Viejo San Juan, por lo tanto, ya es parte de las grandes ligas. El momento es casi perfecto para continuar los trabajos ya que la UNESCO aquilata de manera novedosa el valor patrimonial de los tradicionales cascos urbanos. La comunidad internacional no habla ya de zonas históricas o distritos históricos, sino de paisajes urbanos históricos (en inglés, historic urban landscapes). El cambio de nombre no es uno superficial ya que cobija una importantísima transformación en cuanto a filosofía interpretativa. En estos momentos, una ciudad puede aspirar a convertir-

se en miembro del selectísimo grupo alistado como patrimonio de la humanidad a pesar de los cambios y transformaciones que haya podido haber atestiguado. De hecho, la nueva visión entiende a la ciudad como un paisaje, producto de estratos de desarrollo, siempre y cuando abonen y evidencien su riqueza y el rol que ha jugado y juega en su país. Debido a la visión endogámica prevaleciente en algunos estamentos estadounidenses, que se repite también en la Isla, algunos sienten temor ante el hecho de que un organismo internacional adquiera “jurisdicción” sobre las propiedades culturales. Es por esta razón que, en los EE UU se requiere que un 100% de los dueños de las propiedades aprueben su inclusión en el listado de la UNESCO antes de siquiera presentar la nominación ante este organismo.1 Ante esta realidad y para iniciar el proceso educativo, se creó un equipo de trabajo que también incluyó a la arquitecta paisajista Patricia O’Donnell, especialista en el tema

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ENTORNO22

De acuerdo con la reglamentación vigente (36 CFR 73.7 (b) (2) (iii)), aplicable a los estados y a la isla, todos y cada uno de los propietarios deben aceptar formalmente y por escrito que su propiedad sea incluida en el distrito a nominarse ante la UNESCO.

1

y consultora de la UNESCO quien, en estos momentos, prepara la nominación de Río de Janeiro. Unas fronteras tentativas para el distrito propiamente y su área de protección han sido esbozadas de manera preliminar. La meta es someter una nueva nominación que incluya entre otros: todas las edificaciones públicas, las plazas, la cuadrícula urbana, el paseo de ronda y el segmento de la muralla sur que no está incluido en la actual nominación. También se desea incluir los restos de la primera y segunda líneas de defensa en Puerta de Tierra. Las designaciones de este tipo resaltan la relevancia cultural de estos centros, destacándolos como lo que son: tesoros del ayer que deben ser conservados para el disfrute de las generaciones venideras. Son instrumentos activos en la educación de los pueblos, la meta última de todas las actividades en torno a la conservación patrimonial. El que se desee algún día alcanzar una designación por parte de la UNESCO, no quita que la reciente designación del Viejo San Juan como monumento histórico nacional deba aquilatarse como lo que es: un honor y un privilegio. Con la misma, la presente generación le hace un magnífico regalo de cumpleaños a esta gran ciudad.

Antiguo Casino de Puerto Rico (1917) con las murallas del Castillo San Cristobal (1765-1785) de fondo


ARTE Y DISEÑO PRESENTA

Inhabiting Título del artículo Detroit’s Ruins

Entrevista Nombre del a Catie AutorNewell

Salvaged Landscape

Catie Newell is an Assistant Professor of Architecture at the University of Michigan’s Taubman College of Architecture and Urban Planning and a founding principal of Alibi Studio based in Detroit. Her work and research captures spaces and material effects, focusing on the development of new atmospheres through the exploration of textures, volumes, and the effects of light or lack thereof. Newell’s creative practice has been widely recognized for exploring design construction and materiality in relationship to the specificity of location, geography and cultural contingencies. Newell recently lectured at the CAAPPR as part of the Craft of Architecture series directed by María Gabriela Flores and the School of Architecture at the Polytechnic University of Puerto Rico. ENTORNO: Tell us a little bit about your approach to historic preservation,

Salvaged Landscape

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specifically in your Salvaged Landscape and Weatherizing projects in Detroit. What particular economic and cultural realities shape and broaden new modes of discourse for this field? Catie Newell:

What I find interesting about this question is that I would never say that when going into my work I am taking on historical preservation specifically, but for the most part –and often in their lasting presence–, the work finds itself conversing with that discourse. There are aspects of the work that strive to preserve conditions of the built world, while other components look to entirely defamiliarize it. For me, it has to do with a response, and a revealing of existing circumstances, paired with an unexpected physical mutation. The direct material manipulation and the actualities of production collapse architectural interpretation with the city itself. Each of my works –which are extremely site specific–, responds very carefully to the physical attributes of its location while simultaneously agitating the present circumstances within the city. The two projects you mentioned, Salvaged Landscape and Weatherizing, though both are taking on very prevalent issues within the city of Detroit, they are quite different in their approach, issues of concern, and resultants. Salvaged Landscape embodies a physical and conceptual response to the very visceral condition of arson. An intense and emotional event in any city, for Detroit, arson has become an all too present and repeated act. Countless homes throughout the city have been burnt, and accompanied by the great presence of abandonment, remain untouched. Though painful in its reality, the peculiar texture of burnt wood is both haunting and beautiful. The work of Salvaged Landscape, in ways perhaps opposite to the more common understanding of historical preservation, can ultimately be seen as a physical process that curates the demolishing of the house. Strategically, the work uses the house as both the palette and the formwork, oddly em-

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bracing the otherwise disastrous situation of the arson, to create a new room in the life of the house. All of the material is native to the house. As such, the work moves back and forth between material and spatial experimentation reliant on the flame to exist, and implications of the visceral weight of arson throughout the city. Weatherizing took on an even more ubiquitous condition: boardedup and abandoned domestic spaces as an attempt to provide a new atmosphere to the very prevalent captured dark volumes throughout the city. As a material study and electrical experimentation, this alteration to an abandoned stand-alone garage mutates and activates the barrier between the atmospheres of the interior, and the greater surroundings on the exterior. Considered a replacement of the common flat-pane windows, Weatherizing utilizes the typical mediator of glass in an unusual configuration, which allows for an altered understanding of volume and exchange through the creation of a glowing atmosphere and a response to implications of security and containment within Detroit. In both of these cases, and throughout most of my work, there is a dependence on the acknowledgement of the very present and histori-

Weatherizing

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cal conditions of a space as registered through its material culture. The work remains true to its material and immaterial palette, but does not ask for a return or freezing of a given condition. In other words, it promotes an investment in economic, cultural, and even historical realities that through making, becomes a means by which to reveal, critique, and alter the city. E: The act of inhabiting these projects seem not only to inform the experience endured by its visitors but to yourself as an artist, as you choose the materials and techniques employed to realize your interventions. What is the role of experimentation and habitation in this process? How are they informed by the building’s past and often traumatizing events (weathering, arson, abandonment, repossession, among others)? CN: You have observed some-

thing very critical to my form of practice, living amongst and through the work. In other words, as you noted, experimentation and habitation drive the decisions about the materials and techniques appropriate to the building’s unique past and current circumstances. The process can be characterized as strategic, observational, nimble, and on the ground. In order to make decisions that resonate so fully within


a site, my efforts require instinct and the willingness to proceed without a full understanding of the eventual outcome. What might be most rare about my practice is that there are no construction drawings. Most of the work is done on site, working through larger ambitions and the realities of making. It is a constant negotiation between materials, volumes, conditions, and the chance for something unfamiliar. There is a careful attention to detail that stems from a considered pairing between the material attributes of the space, and the immaterial conditions of darkness and illumination. A strong focus remains on the interplay between the material manipulations and the new volumetric consequences. The resultants of the new environment must simultaneously nestle intelligently into its context, while also obscuring its permitted occupation. The work, on the very immediate scale, strives to have a jarring and heightened sense of occupation as a way of signalling for attention to the differences that can be permitted within its invested circumstances. For example, in Weatherizing, the glass is held so dangerously close to the door swing that exiting the space risks breaking the piece. In the case of Unlit, the work appears violent in its formal attributes, though it is delicate

to the touch such that movement is obscured. Second Story takes on inhabitation by creating new volumes of occupation that previously did not exist. It is through these material transformations that a heightened relationship between the occupant and the traumatizing events of the building’s past are amplified by seeking to provoke an association between these new environments, and the more ubiquitous conditions that made them possible. E: When conserving the ruinous

state of the buildings you find and work with, what new possibilities for the limited aesthetic realms of historic preservation (if we can still call it that) are established? CN: I think it is important

to note that the intentions of my work are not to conserve the ruinous state of buildings. The distinction is that the ruinous state of the building permits the alterations to occur. It is, in fact, the ambition not to conserve the ruinous state that fosters and permits the creation of these charged environments. I work in spaces that, through economic neglect, hardship, abandonment, and the harsh realities of times, have fallen out of a state that is somehow recognizable, both in material configuration, but also to its original occupation. Materials are often gone beyond the point of repair, a full reno-

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Second Story

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ARTE Y DISEĂ‘O

Unlit

vation is beyond costs, and, considering the diminishing population of these strained cities, returning a building to its original function is often currently unnecessary. Even still, for me it becomes clear that doing nothing is not an option. All of this paired together leaves room for creative alterations that fall far from normal aesthetic preconceptions of disciplines such as architecture and historic preservation. This loosening of definitions for the resultant gives way to experimental endeavors that promote investigations into alternatives and mutations that fall outside of common expectations. With intentions that remain very connected to a resonating material palette, and a discourse that is framed around the present circumstances, the work is invested in existing conditions. It just asks for a leniency into maintaining or returning to something that has not been tended to with the realities that have swallowed it. As such, new unexpected atmospheres are created, and conservations expand to the worries and anomalies of the city, allowing more potent conversations and perhaps, demanding more action. Its difference draws attention to what has become a disheartening norm.


Hiram Bithorn: visión, icono y estadio

CODA

Darwin J. Marrero Carrer

Antes de que tomáramos el tren hasta el Coliseo Miguel Agrelot para ver el M.A.S. Tour de Ricky Martin, las baladas de Vuelve se escucharon bajo las estrellas y el techo triangulado de 2.5 pulgadas de espesor del estadio Hiram Bithorn. Yo escuchaba sentado sobre el techo de mi carro y observaba las grandes pantallas desde el estacionamiento. Eso no lo puedo hacer en el Choliseo.

[CON]TEXTOS:

El Parque Muñoz Rivera y el Tribunal Supremo de Puerto Rico de Andrés Mignucci Oscar Oliver-Didier

Cuando pensamos en la ciudad y en sus espacios públicos sin su contexto político y cultural se piensa la libertad como un mero ejercicio abstracto, lleno de artificios y de conjeturas alegóricas sobre las

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El 24 de octubre de 1962 se inauguró el estadio, luego de 18 meses de construcción y sin sobrepasar el presupuesto original de aproximadamente $6,000,000 — proeza destacable y quizás irrepetible en estos tiempos—. Con el propósito de realzar la importancia y singularidad de esta obra cívica, la Fundación Pro Arquitectura y Urbanismo, Inc. produjo un documento detallado sobre el estadio y el atleta cuyo nombre bautiza la estructura. La investigación de Sara Aponte y el recuento de uno de los diseñadores del estadio, Orval Sifontes, presentan una radiografía precisa, enmarcada dentro del contexto político e histórico de Puerto Rico. Los ensayos contenidos nos guían desde los procesos de urbanización de Puerto Rico con la Operación Manos a la Obra y la gestión de doña Felisa Rincón de Gauiter hasta los detalles del concurso original donde Osvaldo Toro fungió como miembro del jurado. Sifontes nos abre las puertas a la oficina de Pedro A. Miranda y detalla los procesos de conceptualización, diseño y los retos de la etapa de construcción. Los historiadores del béisbol, Jorge F. López y Ángel L. Colón, nos pintan un cuadro del pelotero y la importancia de este deporte en la Isla.

Las imágenes del libro fueron escogidas conscientemente. Provienen de las colecciones privadas de los colaboradores y el Archivo General de Puerto Rico. Vale la pena resaltar el fotoensayo del proceso de construcción que comienza con el movimiento de terreno de la obra y muestra el complejo proceso artesanal de encofrado de hormigón y el uso de prefabricados. La voz refrescante y el estilo directo de los textos hacen que el público en general pueda disfrutar del tomo. Esta accesibilidad es crucial ya que reconoce que todos nos podemos identificar con el valor y la belleza del Hiram Bithorn. Muchos debemos recordar, al menos, una actividad en el estadio Hiram Bithorn, y seguramente no se relaciona con el béisbol. El estadio formó parte de nuestras vidas y la de nuestros padres y abuelos que aún recuerdan su proceso de construcción, a Roberto Clemente jugando con el uniforme de los Senadores, nuestro Dream Team, las reuniones partidistas o el primer título del Macho Camacho vía nocáut. Para aquellos que lo olvidaron o jamás habían tenido la oportunidad de conocerlo, el pasado Clásico Mundial parece haber revivido sentimientos de amor y admiración hacia el icono modernista.

realidades que impacta. La influencia es recíproca y el derecho a la libertad colectiva es fundamental para la fortaleza de cualquier civilización. Después de todo, la palabra civitas en latín es la raíz compartida de “ciudad”, “ciudadano” y “cívico”. La estrecha coyuntura entre estas esferas —lo vivido del espacio corporal y lo abstracto del espacio judicial— no nos debe asombrar en ese sentido. El libro [CON]TEXTOS: El Parque Muñoz Rivera y el Tribunal Supremo de Puerto Rico esboza un diálogo entre distintas escalas: la de la ciudad circundante, la del parque y la del Tribunal Supremo. A través de la lectura se presentan tres breves relatos o “cajas” sobre los antecedentes al Tribunal Supremo de Puerto Rico: la Real Audiencia (1832-1867), el Cuartel de Santo Domingo (1867-1933) y el Capitolio (1933-1956). El propósito de estos relatos es recordarle al lector los obstáculos que enfrentaron los que defendieron los derechos fundamentales del ciudadano puertorriqueño. Al mostrar las perspectivas urbana y jurídica, el libro adquiere utilidad para dos grupos de lectores que por lo general no coinciden en sus intereses. En el libro con-

curren dos elementos primordiales para la libertad: el derecho y la ciudad. Se presenta la ardua marcha por instaurar un sistema jurídico justo en la Isla, y las ideas e intervenciones que se materializaron a largo plazo en el Parque Muñoz Rivera, al igual que el moderno país que empezaba a formularse fragmentaria y paulatinamente. Si el Tribunal Supremo de Puerto Rico fue la primera sede del poder judicial en Puerto Rico, pudiéramos considerar que el Parque Muñoz Rivera fue su primer espacio público a gran escala. Si el primero, por medio de su transparencia y monumentalidad austera y accesible, sirve de símbolo para el país recién inaugurado, el segundo se convierte en un espacio para el disfrute de su debutante ciudadanía. En esta publicación de la Rama Judicial de Puerto Rico se presenta una narrativa y un recuento visual valioso para cualquier lector que quiera indagar sobre los procesos complejos y acumulativos de los espacios para el derecho y los espacios públicos de los ciudadanos. Ante tanto reclamo reciente por la equidad, este libro sirve como firme recordatorio del rol de estos dos lugares cívicos para el país y su ciudadanía.

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