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ENTORNO
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AÑO 7 VOL. 2 2012
POLÍTICA SOBRE COLABORACIONES
COMITÉ EDITORIAL
EQUIPO DE TRABAJO DE ENTORNO
ENTORNO acepta colaboraciones de sus lectores. Los artículos recibidos deben estar redactados en formato WORD, con una extensión no mayor de 1,500 palabras; si incluye imágenes, deben estar en formato JPG con una resolución gráfica de 300 puntos por pulgada cuadrada [“dpi”]. El Comité Editorial evaluará los artículos recibidos y se reserva el derecho de publicarlos o no, al igual que el derecho de editar, titular y/o solicitar la revisión de todo artículo. El Comité no devolverá el material recibido. ENTORNO no es responsable del contenido de los artículos publicados. Cada colaborador es responsable de la veracidad, precisión y autenticidad de su artículo.
Alberto Lastra Power
Editor Oscar Oliver-Didier editor@revistaentorno.com
Presidente CAAPPR
Bennett Díaz Figueroa
Director Ejecutivo CAAPPR
Irvis González Colón Directora ENTORNO
Jorge Carbonell Antonio Pedro M. Cardona Roig Rafael Pumarada Sánchez Omayra Rivera Crespo
IMAGEN DE LA PORTADA Cosas hechas a medida Orlando Santiago (entrevista en la página 70)
Tadilka Rivera Méndez
Asistente al Editor Estefanía Alejandro Silva Diseño gráfico Sofía Sáez Matos disenografico@revistaentorno.com Correctora Amapola Caballero Moreno corrector@revistaentorno.com Ventas Vivian Hernández Schwetz ventas@revistaentorno.com t. 787.724.1213 F. 787.724.3295 Almacén e inventario Ramón Ramos
AMIGO DE ENTORNO:
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ENTORNO es la revista oficial de divulgación y difusión del Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico (CAAPPR). Tiene por objetivo promover el conocimiento, discusión y debate público sobre tópicos actuales y de interés público relacionados con la arquitectura, la arquitectura paisajista, el urbanismo, la cultura y el buen diseño en general. ENTORNO se publica dos o tres veces al año con una tirada de 3,000 ejemplares. Se distribuye gratuitamente a toda la matrícula del Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico, así como a los miembros de la Rama Ejecutiva y Legislativa, a los alcaldes de Puerto Rico, y a diversas asociaciones profesionales, universidades y miembros de la prensa. La publicación también se distribuye a sus suscriptores y se ofrece para la venta al público general en establecimientos seleccionados que incluyen los principales museos, las principales librerías, y varios comercios especializados. Las expresiones vertidas en la revista no necesariamente reflejan la opinión del CAAPPR. Ninguna parte de la revista podrá ser utilizada o reproducida sin la autorización del CAAPPR. Derechos reservados CAAPPR, 2012.
Junta de Gobierno 2012-2013 * Arq. Alberto Lastra Power, Presidente * Arq. Pilarín Ferrer Viscasillas, Vicepresidenta * Arq. Edgar Morell Rivera, Secretario * Arq. José C. Joglar Castillo, Tesorero * Arq. Nelson R. Rivera Rodríguez, Auditor * Arq. Manuel De Lemos Zuazaga, Director de Ejercicio Profesional * Arq. Karla M. Toledo García, Directora de Educación * Arq. Jaime E. Sobrino Negrón, Director de Asuntos Técnico Profesionales * Arq. Fernando L. Pagán Pantoja, Director de Asuntos Legislativos * Arq. Ent. Alfonso L. Nieves Vélez, Delegado de Enlace de Arquitectos en Entrenamiento * Arq. Psj. Ent. Tamara Orozco Rebozo, Delegada de Enlace del Instituto de Arquitectos Paisajistas CALLE DEL PARQUE #225 SAN JUAN, PUERTO RICO 00912 T. 787.724.1213 F. 787.724.3295 WWW.CAAPPR.ORG
contenido_>
ENTORNO 05 Mensaje del Presidente Alberto Lastra Power 05 Mensaje del Editor Oscar Oliver-Didier 06 Colaboradores
52 Mecanismos para apoyar la
vivienda asequible La vivienda prediseñada Fernando Abruña Charneco
Prefabricación y estandarización Oscar Marty Baldissone
Las organizaciones sin fines de lucro Víctor Chaparro Núñez
El fideicomiso comunitarios de tierra ARQUITECTURA 08 Concurso: Nueva Vivienda para
Puerto Rico 2012
13 Crono-breviario de un dilema
inconcluso de la vivienda asequible Luz Marie Rodríguez
María E. Hernández Torrales
La cooperativa de vivienda Grisell Reyes Núñez
La vivienda autoconstruida Edwin R. Quiles Rodríguez
La localización en áreas centrales Luis García Pelatti
19 Vivienda participativa en tres
proyectos en Puerto Rico
Omayra Rivera Crespo, Carlos F. Muñiz Pérez, Elvin M. Ferrer Medina, Juan A. Calaf Seda 25 Investigación de la vivienda en las 3
escuelas de arquitectura de Puerto Rico Manuel Bermúdez García / Javier de Jesús Martínez / Andrés Mignucci Giannoni
32 Fin de la suburbia para Semana Santa:
encuentro con Gregory Greene Jorge Carbonell Antonio
CIUDAD 63 Tensiones y distancias
residenciales: tres vistas fugaces Deepak Lamba Nieves ARTE Y DISEÑO
70 Orlando Santiago:
Cosas hechas a medida El Editor
34 Entrevista de la edición:
Andrew Freear de Rural Studio
Juan A. Calaf Seda, Irvis González Colón y Omayra Rivera Crespo
DOSSIER: Vivienda asequible 39 La urgencia demográfica en
el mercado de vivienda Juan Lara Fontánez
41 Glosario de vivienda asequible Omayra Rivera Crespo 44 La vivienda en el programa de
las Comunidades Especiales Juan Vaquer Castrodad
47 Índice de programas para la promoción
de vivienda asequible disponibles en Puerto Rico Bennett Díaz Figueroa
CODA 72 Reseña del libro: Espacios ambivalentes: historias y olvidos en la arquitectura social moderna por Jorge Lizardi Pollock y Martin Schwegmann Oscar Oliver-Didier 72 Reseña del libro: Procesos de Participación: Proyectar, Construir y Habitar la Vivienda Contemporánea por Omayra Rivera Crespo Lucilla Fuller Marvel 74 Noticias CAAPPR 76 Opiniones sobre el estado de la
arquitectura en Puerto Rico y ejemplos meritorios Luis Flores Dumont / Andrés Macera Espinosa
Manuel De Lemos Zuazaga
Flat design Mario Ruiz www.gandiablasco.com STYLUS 1416 Ave. Fernรกndez Juncos. Santurce, Puerto Rico. T. 787 293-0457 asatstylus@aol.com SHOWROOMS ANTWERP BARCELONA DOETINCHEM ISTANBUL LISBOA LOS ANGELES MADRID MALLORCA
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MENSAJES
Alberto Lastra Power Presidente CAAPPR
Es con mucho entusiasmo que, como Presidente del Colegio desde el pasado junio, acometo el reto que Entorno supone para mantener vigente el debate sobre los aspectos pertinentes de nuestra disciplina que inciden sobre nuestra sociedad. Es para mí un gran honor poder colaborar con el grupo editorial de la revista en esta edición que examina nuevamente el tema de la vivienda asequible. Denominamos como vivienda asequible aquella cuyo precio de compra o alquiler es asequible a individuos o familias de ingresos bajos o moderados que no pueden acceder, sin ayuda, a una vivienda en el mercado formal. Como país, debemos aspirar a desarrollar vivienda al alcance de todos los sectores sin importar cuáles sean sus ingresos, y como profesionales tenemos la obligación de adelantar soluciones para aquellos que no pueden satisfacer su necesidad de vivien-
Oscar Oliver-Didier Editor En esta edición de Entorno se trabajan temas relacionados con el desarrollo de la vivienda asequible. Si el proveer una vivienda segura y digna es de por sí uno de los particulares de la arquitectura más complicados de obtener, intentar realizarla de un modo asequible raya en ser un tormento entre los múltiples actores que la conjugan. El navegar entre asuntos tales como el financiamiento, las políticas públicas y los costos asociados con la construcción y la adquisición de una propiedad son solo algunos de los parámetros a tomar en consideración ante tan compleja odisea. Es por eso que en estas páginas no se pretende recoger una solución final y definitiva al problema, sino auscultar múltiples alternativas, pasadas y presentes, de cierta viabilidad para lograr manejar la vivienda asequible. El Cronobreviario de un dilema inconcluso de la vivienda asequible, el Glosario de vivienda asequible y el Índice de programas para la promoción de vivienda
da dentro de la dinámica del mercado. ¿Por qué se hace difícil desarrollar y construir residencias a precio asequible? ¿Por qué se siguen desarrollando proyectos lejos de las ciudades y se sigue perpetuando el uso del costoso automóvil para las faenas cotidianas? ¿Por qué se crean urbanizaciones “islas” que no propician la interacción entre sus residentes y sus vecinos? Más importante, ¿qué impide crear vivienda que se nutra de la ciudad y aporte a su consolidación? Podríamos ensayar respuestas, entre un sinnúmero de razones, como la recesión, la inflación, la infraestructura inadecuada, la mala planificación, el incremento en el costo de los materiales y la mano de obra, la insuficiencia de incentivos o los altos cargos por contribuciones y arbitrios a cada unidad de vivienda, impuesto por las agencias y los municipios, y que en ocasiones representan un costo añadido de aproximadamente un 20%. Cabe, ante todo, destacar un factor principal sobre el que el Colegio insiste reiteradamente: la ausencia de un plan de uso de terrenos y la persistencia de normas que permiten y le dan “viabilidad económica” al desarrollo de vivienda en terrenos localizados cada vez más lejos de la ciudad, que no consideran el costo escondido que acarrea esta vivienda durante su ciclo de vida para el usuario y para el erario público. En ediciones anteriores, Entorno presentó aspectos diversos de la vivienda. Entorno 11 examinó la dinámica del mercado de la vivienda asequible, Entorno 16 trató el impacto de la
burbuja inmobiliaria sobre un mercado que acarreaba desbalances significativos y Entorno 18 presentó ideas para el necesario Plan de Usos de Terrenos. Esta entrega de Entorno enfoca sobre la vivienda y los mecanismos de gestión para viabilizar la oferta de una unidad adecuada, segura, de costo asequible, y que contribuya a consolidar nuestras comunidades. Entre otros asuntos, esta edición presenta un encuentro con Gregory Green, escritor y director del documental The End of Suburbia, en el que expone la amenaza del suburbio actual y el apoderamiento que debe lograr la sociedad. Presenta el concurso Nueva Vivienda para Puerto Rico celebrado este año por el Colegio con la colaboración de todas las organizaciones que componen el Concilio de la Construcción de Puerto Rico. Presenta, además, trabajos sobre la vivienda preparados en las tres escuelas de arquitectura del país, y diversos ejemplos de vivienda asequible en Puerto Rico y en otras jurisdicciones según puede apreciarse en la entrevista al arquitecto Andrew Freear, del Rural Studio de Auburn University, de Alabama. También presenta un artículo de Deepak Lamba-Nieves sobre visitas rápidas a tres proyectos de vivienda asequible, y que invita a reflexionar, como diseñadores, sobre qué hace que funcione una comunidad y qué la limita. Espero que disfruten de esta revista de la misma manera como lo hicimos preparándola.
asequible disponibles en Puerto Rico, todos tienen como propósito recoger estos particulares. Queda claro que la crisis de la vivienda en los Estados Unidos y Puerto Rico es una consecuencia directa de un sistema económico incapaz de mantener los ingresos de la población a la par con los costos para adquirir o desarrollar una vivienda; que en gran medida depende de sistemas crediticios para construir o adquirirla. Además, los analistas de la vivienda ya han estipulado que la oferta y la demanda de nuevas unidades de vivienda están fuera de sintonía debido a los cambios demográficos drásticos sufridos durante las pasadas décadas. Como atestigua Juan Lara en su artículo La urgencia demográfica en el mercado de vivienda, la crisis en el mercado inmobiliario ha demostrado que ya no se puede confiar en que la oferta cree su propia demanda, y viceversa. La provisión de la vivienda asequible, aunque difícil de insertar dentro del sistema económico imperante, sirve a gran parte de la población que no tiene alguna otra alternativa viable para satisfacer una necesidad tan básica como lo es ocupar un hogar. Entre las múltiples maneras de intentar lidiar con este pormenor se incluye el replantear los programas, las metodologías y los mecanismos para la realización y el financiamiento de la vivienda asequible; plantear esquemas nuevos y recuperar los existentes que reconsideran el rol de los múltiples asuntos y sujetos involucrados en estos procesos, como propone el Dossier de esta edición con las alternativas esbo-
zadas en los Mecanismos para apoyar la vivienda asequible. Estos modelos vigorizados necesitan estar acompañados por una política pública de la vivienda dirigida y efectiva; que trascienda las limitaciones del Estado y que sea innovadora en sus provisiones para la autodeterminación de sus moradores. Como se evidencia en el artículo Vivienda participativa en tres proyectos en Puerto Rico, en el que colaboran Juan Calaf, Elvin Ferrer, Carlos Muñiz y Omayra Rivera Crespo, la consideración y la participación activa de los residentes tienen que ser el norte con más prioridad para el desarrollo de la vivienda asequible. En este sentido, las prácticas de diseño tienen que primero tomar en consideración una reformulación reflexiva del utopismo, no como un dictamen excluyente y unidireccional, sino como una serie de estrategias y lecturas flexibles dispuestas a tomar en cuenta las experiencias vividas como paradigmas de transformación y evolución de la vivienda asequible. Los tres ejemplos evaluados por Deepak Lamba Nieves en su artículo Tensiones y distancias residenciales: tres visitas fugaces, hacen eco de dicho imperativo y, a su vez, ponen a un lado la peligrosa fe positivista de datos y cifras abstractas que nublan la comprensión de estas existencias. En fin, el arquitecto tiene que reposicionar sus acciones dentro de los límites de todas las otras subjetividades que infiltran, rodean y habitan las conjeturas que salen a relucir a partir de la puesta en marcha de la vivienda asequible en Puerto Rico.
CAAPPR
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COLABORADORES
Fernando Abruña Charneco es arquitecto practicante y catedrático retirado de la Escuela de Arquitectura de la UPR. Es Fellow del American Institute of Architects y laureado del Premio Henry Klumb del CAAPPR. Autor de numerosos libros de sostenibilidad de uso popular en Puerto Rico y el Caribe, es también el fundador y pasado presidente del US Green Building Council del Caribe y autoridad reconocida sobre diseño y construcción sostenibles en Puerto Rico. Es el autor de proyectos sostenibles pioneros en la Isla y autor del documento Sistema de Certificación de EcoHospederías para la Compañía de Turismo de PR. Su obra ha sido exhibida y galardonada en múltiples ocasiones, y ha sido motivo de artículos y documentales en los medios. Manuel Bermúdez García, AIA, posee una maestría en Arquitectura de la Escuela de Arquitectura de la UPR. Distribuye su tiempo entre la cátedra y su práctica, dedicada principalmente a la preparación de planes urbanos y al desarrollo de proyectos urbanos, institucionales y de vivienda social. El trabajo de su estudio ha sido premiado frecuentemente por entidades locales y regionales. Ha sido profesor de la Escuela de Arquitectura de la UPR desde el 1993 y también ha enseñado en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de P.R. Ha dictado conferencias sobre su trabajo y temas afines y colabora con publicaciones académicas y profesionales. Fue presidente del Capítulo de P.R. del AIA, de la Junta Examinadora de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas y del Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de P.R. Juan A. Calaf Seda es egresado de la escuela de Arquitectura de Syracuse (B.Arch 2001). Actualmente, Juan es un becario del Enterprise Rose Architectural Fellowship de la clase del 2013. Ha trabajado con diversos grupos comunitarios en San Juan, Los Ángeles y San Francisco promoviendo la participación social en el diseño y la construcción. Es integrante del colectivo UrbanoActivo, el cual se enfoca en promover el uso creativo del espacio público mediante el intercambio social y cultural. Jorge Carbonell Antonio es planificador, entre otras cosas. Miembro fundador del Centro de Investigaciones CARIMAR, ha publicado varios libros y artículos sobre asuntos urbanos. Además, ha participado en la gestión de todas las exhibiciones y publicaciones realizadas por CARIMAR [1986-2006], entre las que se destacan: el Museo de la Historia de Ponce [1992] y la publicación de Puerto Rico Urbano, atlas histórico de la ciudad puertorriqueña [2004]. El pasado año colaboró en la puesta en escena de la sala permanente sobre el valle del Turabo, en el Museo de la Universidad del Turabo. Se interesa en el tema de energética urbana y recientemente [2010-2012] dicta un curso de educación continua, en el Centro Educativo para el Desarrollo Sostenible de la Universidad Metropolitana, titu-
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lado: “De lo global a lo local: sostenibilidad, retos urbanos y desarrollo inteligente”. Víctor Chaparro Núñez es arquitecto, abogado y urbanista. Tiene más de catorce años de experiencia en gerencia de proyectos; desarrollo de bienes raíces; formulación de política pública; alianzas público-privadas; derecho del uso del suelo, administrativo, ambiental y de bienes raíces; y diseño y planificación urbana. Tiene un bachillerato de Arquitectura de la Universidad del Estado de Pensilvania y un grado de Juris Doctor de la Universidad de Puerto Rico. Es principal de VPC Development Management Group, Value and Place Creation Services, una firma dedicada a la asesoría y la gerencia en el desarrollo de bienes raíces. Javier De Jesús Martínez es egresado de la Irwin S. Chanin School of Architecture The Cooper Union for the Advancement of Sciences and Art y es decano de la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico. Fue asesor del gobernador en Urbanismo, Infraestructura y Ambiente, y director de la Oficina de Diseño y Construcción de la Universidad de Puerto Rico. Desde el 1997 hasta el 2009 fue profesor y administrador de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico en cursos de Diseño, Teoría e Historia de la Arquitectura. Manuel De Lemos Zuazaga, es graduado en arquitectura de la Universidad de Tulane en Nueva Orleans. Su carrera se ha desarrollado en el campo del urbanismo y en el diseño de edificios institucionales y de turismo. Su firma, Manuel de Lemos Arquitectos y Planificadores ha sido responsable de los planes maestros y de ordenación de más de diez municipios, entre los que se destacan Vieques y Cabo Rojo. También fue líder del equipo multidisciplinario que produjo el Plan de Manejo de la Ruta Panorámica. Su trabajo en el desarrollo del Nuevo Centro de San Juan en Hato Rey y como consultor del Tren Urbano marcó para las generaciones futuras lo que sería la ciudad de San Juan. Su diseño de las villas del Horned Dorset Primavera en Rincón ha sido el modelo a seguir como desarrollo de condo hotel en el Caribe. Otros proyectos de su autoría son el Museo de Entomología en el Jardín Botánico y la Academia de Golf del Municipio de San Juan. Ha sido miembro de la Junta del CAAPPR y es un pasado presidente del AIA. Elvin M. Ferrer Medina tiene una maestría en Arquitectura de la Universidad de Texas en Austin. Desde el 2004 es voluntario en la organización sin fines de lucro Habitat for Humanity of Puerto Rico y miembro de su junta de directores. Junto a Habitat a organizado y participado en la construcción de dos viviendas en Texas y tres en Puerto Rico. Labora en la Oficina de Planificación del Sistema de Salud del Caribe del Departamento de Veteranos.
ENTORNO21
Luis Flores Dumont, FAIA es el principal de Luis Flores Arquitectos, CSP, una firma de arquitectura y planificación localizada en San Juan, Puerto Rico. Fue socio de Torres.Marvel.Flores y luego de Marvel.Flores. Cobián por espacio de 20 años. Anteriormente, se desempeñó como director de la Oficina de Monumentos y Preservación Histórica a cargo de la restauración de San Juan, en el Instituto de Cultura Puertorriqueña. Durante este tiempo, también mantuvo su práctica privada. El Arq. Flores fue exaltado en el 1993 a Fellow del Instituto Americano de Arquitectos. En el 2004 fue galardonado con el Premio Henry Klumb, otorgado por el Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico. Lucilla Fuller Marvel, AICP, PPL, cuenta con más de 39 años de experiencia en planificación sociourbana y desarrollo comunitario y vivienda en Puerto Rico. Es autora de numerosas publicaciones, incluyendo Listen to What They Say: Planning and Community Development in Puerto Rico publicado por La Editorial de la UPR en 2008. Obtuvo su B.A. de Harvard en Ciencias Arquitectónicas y su maestría en Planificación de la UPR donde fue profesora. Luis García Pelatti tiene una maestría en Economía y es planificador profesional licenciado. Dirige LGP Consultoría desde el 2005, en donde desarrolla trabajos de urbanismo, ordenación territorial y desarrollo económico para entidades públicas y privadas. Ocupó varias posiciones en el Gobierno, como asesor de desarrollo económico y finanzas en La Fortaleza, ayudante del secretario de la Gobernación en La Fortaleza, miembro asociado de la Junta de Planificación y ayudante en la Oficina de Asuntos Urbanos en La Fortaleza. Desde el sector privado, dirigió URBANITAS y el área de planificación de Estudios Técnicos. Ha dirigido o participado en más de 24 planes a distintas escalas. María E. Hernández Torrales obtuvo su grado de Juris Doctor de la Escuela de Derecho de la UPR en 1997. Tiene también un grado de maestría en Derecho Ambiental de la Escuela de Derecho de Vermont y un grado de maestría en Educación de New York University. Trabajó por 30 años en la Autoridad de Energía Eléctrica donde ocupó el puesto de directora de Recursos Humanos. Actualmente es conferenciante de la Clínica de Asistencia Legal de la Escuela de Derecho de la UPR donde dirige la Clínica de Desarrollo Comunitario, Organización y Autogestión. Actualmente preside la junta de fiduciarios del Fideicomiso de la Tierra del Caño Martín Peña y dirige el Proyecto CAUCE del Recinto de Río Piedras de la UPR.
Juan Lara Fontánez es catedrático de Economía en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, donde lleva 23 años dedicado a la docencia y la investigación. El Dr. Lara es uno de los socios de Advantage Business Consulting, una de las principales firmas de consultoría económica y de negocios en Puerto Rico. Entre sus publicaciones más recientes figura un capítulo en el libro Restoring Growth in Puerto Rico, de la Brookings Institution y el Centro para la Nueva Economía, del cual fue coautor junto al Dr. Robert Z. Lawrence, de Harvard. El Dr. Lara obtuvo su doctorado en Economía en Stony Brook University, de la Universidad del Estado de Nueva York, y también es graduado de bachillerato en Economía de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Andrés Macera Espinosa obtuvo su título de arquitecto en 2001, como parte de la primera generación de egresados de la Universidad Técnica Federico Santa María, en Valparaíso. Entre 2002 y 2003 desarrolló proyectos para territorios tan disímiles como Antártica y Puerto Rico y en 2004 cofundó “Dolly”, oficina en la cual ejerce como arquitecto hasta el día de hoy. Desde 2005, ha ofrecido múltiples cursos o talleres intensivos de arquitectura en diversas universidades chilenas y, desde 2007 hasta la fecha, ejerce como instructor en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Finis Terrae, en Santiago de Chile. Dolly | Arquitectos se dedica al libre ejercicio de la arquitectura en varias de sus formas, destacando el desarrollo de proyectos escenográficos para la televisión, campo de diseño explorado desde 2006 hasta la fecha.
Oscar Marty Baldissone es graduado de Arquitectura en Argentina y tiene una maestría en Diseño Urbano de la Escuela Graduada de Diseño de la Universidad de Harvard. Fue director de urbanismo de las Islas Vírgenes; director de diseño de la firma Padilla, Saldaña y Molinari; presidente de AMCO Construction; inventor del sistema constructivo IBS (US Patent 7,185,467); consultor de vivienda de interés social de BHI en Nueva Delhi, India; y consultor de sistemas prefabricados de Beilida en Nanjing, China, entre otros. Es arquitecto licenciado en Argentina, Islas Vírgenes y Puerto Rico. Actualmente es presidente de Innovative Building Systems; tiene práctica privada de arquitecto en la firma OGM, es presidente de OIKOS; y es profesor de la Escuela de Arquitectura de la UPR, en donde enseña desde el 1967. Andrés Mignucci Giannoni, FAIA estudió Arquitectura en el Massachusetts Institute of Technology. Su obra ha sido premiada en numerosas ocasiones incluyendo el Premio Nacional de Arquitectura (2000 y 2001) y finalista en la Bienal de Arquitectura Iberoamericana (2004). Es autor de Arquitectura contemporánea en Puerto Rico 1976-1992, Soportes: vivienda y ciudad (con N.J. Habraken), Pintura para un piso específico (con M.M. O’Neill) y Jesús Eduardo Amaral arquitecto. En el 2005 fue elevado al College of Fellows del American Institute of Architects. Es profesor de Diseño en la Universidad Politécnica de Puerto Rico. Carlos F. Muñiz Pérez es Gerente de Urbanismo y Ambiente en La Corporación del Proyecto ENLACE del caño Martín Peña. Parte de sus labores incluyen estar a cargo de la implementación y el desarrollo de los proyectos de revitalización de las ocho comunidades que forman parte del caño Martín Peña. Muñiz Pérez es Arquitecto egresado de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico. Edwin R. Quiles Rodríguez es arquitecto, urbanista, activista urbano y escritor sobre el tema de la ciudad y la vivienda. Fue catedrático de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico donde fundó el Taller de Diseño Comunitario. Ha publicado: ¿Quiénes hacen ciudad? Ambiente urbano y participación popular en Cuba, Puerto Rico y República Dominicana (coautor, 1997); San Juan tras la fachada, una mirada desde sus espacios ocultos, 15081900 (2003 y 2007); y La ciudad de los balcones (2009). Su obra ha sido reconocida tanto local como internacionalmente.
CAAPPR
Grisell Reyes Núñez realizó estudios doctorales en Psicología en la Universidad de Puerto Rico. Posee una maestría en Psicología Social-Comunitaria y un bachillerato en Trabajo Social. Es miembro de la Internacional de los Foros del Campo Lacaniano y del Taller del Discurso Analítico. Actualmente dirige el Instituto de Cooperativismo de la Universidad de Puerto Rico. Omayra Rivera Crespo es doctora graduada de la Escuela de Arquitectura La Salle en Barcelona, con maestría de Arizona State University y bachillerato de la Universidad de Puerto Rico. Asimismo, tiene un master en Arquitectura Efímera de la Universidad Politécnica de Cataluña. Tiene experiencia como arquitecta y profesora en Arizona, Boston, Puerto Rico y Barcelona. También ha realizado varias instalaciones de arte y video y ha trabajado como curadora de diversas exposiciones. Es autora del libro Procesos de participación: proyectar, construir y habitar la vivienda contemporánea; forma parte del colectivo Taller Creando Sin Encargos; y es fundadora del Taller de diseño colaborativo. Luz Marie Rodríguez López es doctora en Teoría e Historia de la Arquitectura por la Universidad Politécnica de Cataluña en Barcelona. Desde 1997, trabaja en el Archivo de Arquitectura y Construcción de la Universidad de Puerto Rico (AACUPR). Sus investigaciones tratan la arquitectura moderna en Puerto Rico desde un acercamiento teórico y revisionista. A grandes rasgos, Rodríguez se interesa por analizar el vínculo entre la arquitectura y los discursos de poder. Ha dictado conferencias en Barcelona, Puerto Rico, México e Inglaterra. Entre sus publicaciones más recientes se encuentra: [Re]visión de la vivienda social en San Juan: Notas sobre la arquitectura para el obrero (1930s-1950s), en Jorge Lizardi y Martin Schwegmann, (eds.); Espacios ambivalentes: historias y olvidos en la arquitectura social moderna, (San Juan: Escuela de Arquitectura UPR y Ediciones Callejón). Juan Vaquer Castrodad Nació en Santurce en 1952. Recibió su bachillerato de la Universidad de Columbia en Nueva York, donde se concentró en Historia y Estudios Urbanos. Obtuvo su maestría de Baruch College en la misma ciudad y su grado en Derecho de la Universidad de Puerto Rico. Trabajó con el contralor y con el alcalde de la ciudad de Nueva York. Asesoró a la Comisión de Asuntos Urbanos del Senado de Puerto Rico. Posteriormente, dirigió la Oficina para el Desarrollo del Frente Portuario de San Juan, sirvió de asesor en la Alcaldía de San Juan y dirigió la Administración de Terrenos de Puerto Rico durante ocho años.
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COLABORADORES ENTORNO
Deepak Lamba Nieves es un estudiante doctoral de Planificación y Desarrollo en el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Antes de radicarse en Cambridge, fungió como director de Investigaciones en el Centro para la Nueva Economía y dictó varios cursos a nivel subgraduado en el Departamento de Geografía de la UPR, Río Piedras y en ArqPoli. Su proyecto de investigación doctoral examina los vínculos entre la migración transnacional y los procesos de desarrollo en varias comunidades dominicanas. Durante los pasados cuatro años ha realizado trabajo de campo etnográfico en Boston, Nueva York y en la zona de Baní, en la República Dominicana.
El Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico anunció los ganadores del concurso de diseño Nueva Vivienda para Puerto Rico 2012, tras una evaluación por el jurado compuesto por el Sr. George R. Joyner Kelly, el Arq. Manuel Bermúdez García, el Ing. José M. Izquierdo Encarnación, el Ing. Raúl Brás Cumming y el Arq. Mark M. Faigenblat Greszes. El jurado evaluó rigurosamente 17 proyectos en las categorías Convencional y Conceptual. En decisión unánime y por coincidencia de opiniones de los cinco miembros del jurado, se otorgaron los siguientes premios:
ENTORNO
Casa Patio U Arq. Eugenio Ramírez Ballagas / Arq. Ent. Carlos Castillo Matos / Arq. Ent. Edgardo Rivera Ortíz
Vivienda Convencional
ARQUITECTURA
Concurso: Nueva Vivienda para Puerto Rico 2012
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ER PRIM IO M E PR
CIÓN MEN ONOR DE H
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ARQUITECTURA
Casa Entrelazada Arq. Miguel del Río / Arq. Enrique García / Arq. Ent. José Sadurní Colaborador: Est. David Figueroa Consultores: Sr. Rafael Rojo, ACH / Ing. Ramón Vázquez, ACG / Ing. Alfonso Lázaro
F.J. – 23 Arq. Miguel Calzada, AIA / Arq. Ent. Carlos Camacho / Arq. Ent. Gilberto de Jesús / David Vázquez Gerena / Diseñador Eric Agrait Consultores: Ing. Antonio Hernández, P.E. [Civil] / Ing. Carlos Acevedo, P.E. [Estructural] / Ing. Jorge Ledón Webster, P.E. [Mecánica] / Ing. Leonardo Vidal, P.E. [Eléctrico] / Dungan Development [Desarrollador] / Target Development, Corp. [Gerente de Construcción]
Casa unifamiliar flexible Arq. Víctor R. Vega Sanabria, AIA / Arq. Ent. Amir R. Toro Torres Consultores: Ing. Luis R. Ramos Zayas, P.E. [Estructural] / Ing. Ricardo Ortiz, P.E. [Eléctrico] / Pedro del Pino García, JSP Development Corp. / [Desarrollo y Construcción] / Ing. Jorge Hernández, P.E. [Materiales Verdes]
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Vivienda Convencional Agrupada Arq. Segundo Cardona, FAIA Consultores: Ing. José A. Espinal, P.E. [Estructural] / Ernesto Riefkohl, Bayside Construction [Contratista]
1+2 Haus Arq. Emilio Cividanes / Arq. Ramón Rosa Cruz / Arq. Ent. José A. Rosado Consultores: / Ing. José López [Constratista] / Espinal Vázquez & Assoc. [Estructural] / Ing. Harry Rodríguez,PE [Mecánico] / J. R. Requena & Assoc. [Eléctrico] / G.L. Consulting [Permisología]
Urbana Arq. Juan Manuel Ramos Ruiz / Arq. Rosa Margarita Acevedo Pabón / Arq. Lisa Oneida Jiménez Echevarría / Arq. Néstor Acevedo Coll, Urbanismo Consultores: / Ing. José Guevara [Estructura] / Ing. Javier Castillo [Mecánica] / Ing. Raymond Amaral [Electricidad] / Joaquín Infanzón [Bienes Raíces]
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Casa Mía Arq. Emanuel Ramírez, AIA / Arq. Ent. Wilfredo Méndez
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Consultores: Cecilia Alfonso [Bienes Raíces] / Mari G. González [Esq.] / Augusto Poitevin, PhD [Estructural] / Luis A. Roig, P.E. [Contratista]
Comarca Urbana Arq. José R. Coleman Davis / Arq. Yadira Adorno Pomales / Gustavo Acosta Rodríguez / Edgardo Ocasio Roig
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vivienda Convencional
22 Arq. Salvador Noguera Colberg, LEED AP / Arq. Ent. Julio Noriega Ovalle Consultores: Enrique Figueroa, PE, LEED AP [Eléctrica] / Ing. Rafael Parés, PE, LEED AP [Mecánica] / Ing. Efraín Hernández, PE [Civil y Estructural] / Pedro Méndez, Valmar Building, Corp. [Empresa Constructora]
vivienda ConCEPTUAL
vivienda Convencional
Consultores: Ing. José L. Mediavilla [Estructural] / Ing. José L. Marrero [Mecánico] / Ing. Ramón J. Ramírez [Eléctrico] / Sr. Edwin Rodríguez [FoamCrete PR] / Sr. Juan Fontanez [Contratista y Administrador]
ARQUITECTURA
vivienda Convencional
Proyecto Las Brisas Arq. Bienvenido Pichardo / Arq. Ent. Jonathan Hernández Sierra
Módulo SEIS Arq. Víctor Díaz Paunetto, AIA / Arq. Ent. Edgardo Arroyo Pagán / Arq. Ent. Ariel Santiago Cartagena Consultores: Ing. Roberto Agramonte, PE / Desarrollo Eco-Urbanos, Inc. / Recko Builders, Inc. / Ing. Rodolfo Puig, PE
La vivienda es un organismo vivo Arq. Edwin R. Quiles Rodríguez / Arq. Ent. Iván Quiles Díaz / Arq. Ent. Irmaris Santiago Rodríguez / Arq. Ent. Zaitai Gil Rivera / Est. Ricardo E. Curet Agrón Consultores: Ing. Erasto Nieves, PE [Estructural y Contratista] / Arturo Carrión [Desarrollador y Contratista] / Dra. Liliana Cotto Morales [Socióloga Urbana]
vivienda ConCEPTUAL
Casa Gemela Flexible Arq. Víctor R. Vega Sanabria, AIA / Arq. Ent. Amir R. Toro Torres Consultores: Ing. Luis R. Ramos Zayas, P.E. [Estructural] / Ing. Ricardo Ortiz, P.E. [Eléctrico] / Pedro del Pino García, JSP Development Corp. [Desarrollo y Construcción] / Ing. Jorge Hernández, P.E. [Materiales Verdes]
CAAPPR
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vivienda ConCEPTUAL
Vivienda Conceptual Individual Arq. Segundo Cardona, FAIA Consultores: Ing. José A. Espinal, P.E. [Estructural] / Ernesto Riefkohl, Bayside Construction [Contratista]
vivienda ConCEPTUAL
Vía 2012 – Infraestructura Urbana Arq. Modesto Bigas Valedón, AIA / Brian Michener, Ilustración 3D
vivienda ConCEPTUAL
Módulo 3 Arq. Eduardo Tapia / Arq. Beatriz Fernández / Arq. Ent. Rogelio Marzán
vivienda ConCEPTUAL
Un Lugar para un Hogar Arq. Rafael F. III Blanco Rivera
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Consultores: Ing. Luis Daza Duarte Rafael Blanco Pibernos [Constratista] / Irma Rosado del Río [ConsultoríaDemografía] / Elena Rivera Franco [Consultoría –Exbeneficiaria Plan 8]
ENTORNO21
ENTORNO PRESENTA ARQUITECTURA
Crono-breviario Título del artículo de un dilema inconcluso de la vivienda asequible
Luz Nombre Mariedel Rodríguez Autor Imágenes provistas por la autora PRRA, “experimento” de vivienda en hormigón. Imagen de: Colección PRRA, AACUPR | [ilust. 1]
Preámbulo:
La vivienda constituye uno de los debates fundamentales de las sociedades modernas. Históricamente ha sido también foco de discursos sociales en la arquitectura. Este texto breve fragua un vistazo cronológico en macro —incompleto, por supuesto— y a modo de time-line narrativo sobre algunos proyectos de vivienda en Puerto Rico inscritos dentro del marco de lo asequible.1 Busco ilustrar el abordaje al “problema” de la vivienda en la Isla
Aunque al definir una política pública el discurso que enmarca la gestión sobre la vivienda asequible subraya los fines sociales, el Estado no se divorcia de las regulaciones del mercado al enlazar la posibilidad de acceso a las residencias a parámetros de costo-efectividad que se miden contra los ingresos de las familias con necesidad de hogares “decentes”. Sin embargo, según las estadísticas del Gobierno federal, una vivienda “asequible” es la que no requiere más del 30% de los ingresos familiares anuales. Y en Puerto Rico, para el 45% de la población, esos fluctúan entre doce a catorce mil dólares; cifras que, en la escala vigente en los Estados Unidos, se reconocen como ingresos “extremadamente bajos”.
1
desde proyectos construidos notorios, si bien, no todos exitosos. 2 Década de 1920 Barrio Obrero
La Comisión de Hogares Seguros establecida en 1915 no entró en vigor hasta que, en 1921, comenzó la construcción de viviendas para obreros de Puerta de Tierra. Barrio Obrero [ilusts. 1 y 2], en Santurce, inició con 460 unidades de vivienda unifamiliar. Ya para 1935 contaba con 1,146, además de instalaciones comunales y comerciales.3 En términos constructivos, como 2 Para análisis pormenorizados de los proyectos de vivienda social en Puerto Rico ver mis ensayos “¡Atajar el arrabal! Vivienda pública y cambio social en San Juan” en Enrique Vivoni Farage (ed.), San Juan siempre nuevo: arquitectura y modernización en el siglo XX (San Juan: AACUPR y Comisión San Juan 2000, 2000) 74-117 y “[Re]visión de la vivienda social en San Juan: Notas sobre la arquitectura para el obrero (1930s-1950s)”, en Jorge L. Lizardi Pollock y Martin Schwegmann (eds.), Espacios ambivalentes: historias y olvidos en la arquitectura social moderna (San Juan ciud[a]d – Escuela de Arquitectura y Ediciones Callejón, 2012) 156-184. 3 Jacob Crane, Worker’s Housing in Puerto Rico (United States: US National Housing Agency, 1942) 4.
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señala Ivette Chiclana, las casas edificadas sobre la avenida Borinquen, con un costo de $800 dólares, eran de hormigón pero techadas con madera y cinc. Las contenidas entre la Borinquen y la avenida A, con un precio de venta de $600 dólares, eran de madera y techadas con cartón. Chiclana concluye que “Hogares Seguros trazó un cuadro urbano e impuso un orden ortogonal coherente con las apuestas discursivas de progreso y bienestar, pero no cumplió con el propósito de ‘dar hogares seguros’”4 porque la mayoría de las familias del arrabal con verdadera necesidad no podían costear esas rentas. Década de 1930 El Falansterio, Roosevelt y la rehabilitación rural
La Puerto Rico Reconstruction Administration (PRRA, 1935-1939) Ivette Chiclana Miranda, “Asomo a una memoria otra: un arenal que se hace Barrio, un empeño Obrero que se hace comunidad” en Jorge L. Lizardi Pollock y Martin Schwegmann (eds.), Espacios ambivalentes: Historias y olvidos en la arquitectura social moderna (San Juan ciud[a]d – Escuela de Arquitectura y Ediciones Callejón, 2012) 234, 236.
4
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Barrio Obrero. Imagen de: Eugenio Fernández García, Libro de Puerto Rico (1923) | [ilust. 2]
El Falansterio. Imagen de: Colección PRRA, AACUPR | [ilust. 3]
fue una de las agencias fundadas en la Isla bajo el Nuevo Trato del presidente Roosevelt. Dentro del Programa de Erradicación de Arrabales de la PRRA son fundamentales la casa de vecindad en Puerta de Tierra comúnmente conocida como El Falansterio (19361937) y la urbanización Eleanor Roosevelt (1936-1937) en Hato Rey, diseñadas por el arquitecto Jorge Ramírez de Arellano. El Falansterio [ilust. 3], con 216 unidades en 18 edificios de tres pisos, se considera un ejemplo destacable y una lección aún vigente si se considera la ubicación urbana que, en el momento, se emplazó cerca de los lugares de trabajo de sus residentes sumado al modo en que funcionan sus espacios privados y comunales. Por su parte, la urbanización Roosevelt [ilust. 4], diseñada para 2,300 unidades de vivienda —entre unifamiliares, gemelas y en hilera—, proveyó una solución dirigida al peatón en un espacio urbano pensado para funcionar de un modo casi autosuficiente. Ambos ejemplos intentaron solucionar eficazmente las necesidades habitacionales en espacios mínimos e introdujeron, a su vez, modelos racionales de habitabilidad compartida. Por su parte, desde la División de Rehabilitación Rural, la PRRA adelantó “experimentos” de vivienda que buscaron, en la oficialidad del discurso, mejorar las condiciones residenciales en las zonas rurales. Se introdujeron así, modelos de vivienda mínima en múltiples métodos constructivos tales como el hormigón, el ladrillo y la tapia [ilusts. 1 y 5] con los que se planificó liquidar los precarios bohíos de palma y paja a los que el Report on the Housing Conditions of the Laborers in Puerto Rico había adjudicado en 1914 la debilidad física, psicológica –incluiríamos también, moral– de los jíbaros.5
Refiérase a Government of Porto Rico, Bureau of Labor, Report on the Housing Conditions of the Laborers in Porto Rico (San Juan: Bureau of Supplies, Printing and Transportation, 1914).
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Urbanización Eleanor Roosevelt / perspectiva. Imagen de: Colección PRRA, AACUPR | [ilust. 4]
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ENTORNO21
PRRA, “experimento” de vivienda en tapia. Imagen de: Colección PRRA, AACUPR [ilust. 5]
Residencial San José / planos de situación. Imagen de: Telesforo Carrero, Housing in Puerto Rico (1950) y Colección Henry Klumb, AACUPR [ilust. 6]
La Autoridad sobre Hogares de Puerto Rico, creada en 1938, gestionaría el programa de vivienda para toda la Isla. El residencial San José en Río Piedras resumiría la visión de Henry Klumb para la vivienda pública. El arquitecto buscó prevenir el desarrollo de las áreas en guetos mediante un “experimento” de planificación urbana basado en la diversificación. A la vez, se apostó por la paulatina movilidad socioeconómica de los inquilinos [ilust. 6]. Para el residencial, Klumb sugirió edificios de vivienda multifamiliar de tipo estándar [ilust. 7], viviendas mínimas de la tipología de casas gemelas [ilust. 8]6 y subdivisiones urbanas land and utility. A estas últimas se podían trasladar las casas del arrabal en buen estado o construirlas nuevas bajo el programa de Ayuda Mutua Esfuerzo Propio. Ayuda Mutua Esfuerzo Propio proveía la asesoría técnica, los materiales, el equipo de construcción y un plano típico [ilust. 9]; la familia y los vecinos ponían la mano de obra [ilust. 10]. La vivienda modelo —de 352 pies cuadrados— se determinó mediante encuestas que recopilaron las preferencias, modos de vida, tradiciones y la capacidad económica de las familias.7 Mientras se eliminaban los arrabales mediante la provisión de viviendas nuevas en los caseríos a sectores sociales de ingresos bajos, otras familias —las que pudiesen costear mensualidades de entre $23 y $29 dólares—, adquirían una residencia fabricada en serie según la visión del desarrollador Leonard Darlington Long en la urbanización Puerto Nuevo (1948) [ilust. 11]. Un préstamo del Federal Housing Administration (FHA) financiado por el Banco Gubernamental de Fomento les A estas, por su configuración, se les llamaba comúnmente yo-yos. 7 Ver P.B. Vázquez Calcerrada, La vivienda en Puerto Rico bajo el programa de ayuda mutua y esfuerzo propio (San Juan: Departamento de Agricultura y Comercio de Puerto Rico, 1978). 6
San José, edificios residenciales tipo estándar. Imagen de: Archivo Fundación Luis Muñoz Marín [ilust. 7]
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ARQUITECTURA
Década de 1940 San José y Puerto Nuevo
facilitaba una estructura en hormigón de espacios reducidos y construcción abaratada.8 Década de 1950 Villa España
Ayuda Mutua Esfuerzo Propio, planta de casa típica. Imagen de: [ilust. 8]
Ayuda Mutua Esfuerzo Propio, casa en construcción. Imagen de: [ilust. 9 y 10]
Durante la década de 1950 se hizo patente una ola constructiva de residenciales públicos. Sin embargo, los caseríos de los años cincuenta —como el Luis Lloréns Torres (1953) en Santurce y el Nemesio Canales (1956) en Hato Rey— no siguieron la pauta de diversificación propuesta por Klumb. Estos se destacarían por causar problemas de falta de integración social,9 exacerbados por la falta de sentimiento de pertenencia de los residentes, por su exclusión de las comunidades circundantes y por la estética institucional que connotaba su estilo moderno escueto. Una excepción notable es el residencial conocido actualmente como Villa España (1957) en la avenida Jesús T. Piñero en San Juan. Allí, Rafael Carmoega proyectó un complejo público divorciado de la estética institucional vigente. Carmoega parece que estuvo consciente del valor que la diferenciación de las fachadas aportaría al sentido de pertenencia y las diseñó con variaciones sutiles dentro de una estética hispanófila modernizada [ilust. 12]. Por otro lado, el arquitecto agrupó los edificios alrededor de plazas para Sobre Puerto Nuevo refiérase a Mary Frances Gallart, “Ahora seremos felices: modelos de urbanización en San Juan,” en Enrique Vivoni Farage (ed.), San Juan siempre nuevo: Arquitectura y modernización en el siglo XX (San Juan: AACUPR y Comisión San Juan 2000, 2000) 51-56 y Aníbal Sepúlveda Rivera, “Viejos cañaverales, casas nuevas: Muñoz versus el síndrome Long,” en Fernando Picó (ed.), Luis Muñoz Marín: Perfiles de su gobernación (1948-1964) (San Juan: Fundación Luis Muñoz Marín, 2003) 166-207. 9 Los problemas más significativos eran la falta de relación formal entre los edificios que diluía el carácter de comunidad; la desconexión con la ciudad; las áreas recreativas disociadas de los edificios de apartamentos; la multiplicación de edificios homogéneos, sin individualidad arquitectónica; y la falta de consideración en cuanto a la segregación de flujos vehiculares y peatonales. 8
Urbanización Puerto Nuevo en construcción. Imagen de: Colección Henry Klumb, AACUPR [ilust. 11]
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ENTORNO21
Décadas de 1970 y 1980 Las Gladiolas
Residencial público Villa España / plano de localización con plazas entre los edificios. Imagen de: Colección Rafael Carmoega, AACUPR [ilust. 13]
el esparcimiento pasivo y con ello resolvió el asunto de la ubicación de las áreas recreativas en zonas remanentes [ilust. 13]. Afirmaríamos entonces, que Carmoega buscó diseñar “viviendas” en vez de un “caserío”. 10
Por la connotación negativa que había adquirido, en 1954 el gobernador Luis Muñoz Marín se complacía por la acción de la Junta de Planificación de oficializar el término “vivienda” en sustitución del de “caserío”. Luis Muñoz Marín, Memorando a Telesforo Carrero, Junta de Planificación, 14 de julio de 1954, caja 4: datos sobre vivienda, sección 5, serie 16, subserie 10, Archivo Fundación Luis Muñoz Marín.
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Década de 1960 Jardines de Montellano
Para los años sesenta, la Corporación de Renovación Urbana y Vivienda (CRUV) perseguía corregir las deficiencias que se señalaban a los proyectos de la década anterior. La CRUV gestionaría entonces, complejos más humanos, heterogéneos y dinámicos. Fue desde esa empresa correctiva que el arquitecto William Sigal proyectó Jardines de Montellano (c. 1964) en Cayey [ilust. 14]. Aparentemente inspirado en el brasileño Pedregulho (1947) de Reidy, el complejo, con vastas áreas verdes, destacó por contraponer barras habitacionales curvas –que respetaron los contornos del lote y establecieron una nueva estética para la vivienda pú-
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Por la escasez de terrenos en el área metropolitana a partir de la década de 1970, el Gobierno impulsó la construcción de vivienda pública en estructuras multipisos. El primero de ellos: Las Gladiolas (1969) en Hato Rey. El complejo de cuatro torres albergó 676 unidades de vivienda. William Curtis enumera las razones generales de la ineficiencia del tipo: “[they] caused social ‘isolation’, destroyed decent urban scale, were a strain for the very young and the very old, were lacking in domestic feeling, and represented the imposition of one social class on another”.11 Las Gladiolas, demolido en 2011, es el más reciente en la ejecución precedida por complejos similares, como Las Acacias (2000), Crisantemos (1996) y Villa Panamericana (1997). Décadas de 1990 y 2000 Península de Cantera y Comunidades Especiales
En 1993, el Departamento de la Vivienda creó el Programa RENACE para renovar los centros urbanos tradicionales. El Proyecto de Península de Cantera, compuesto por siete barriadas y cuatro proyectos multifamiliares, se nutrió de alianzas entre los sectores William Curtis, Modern Architecture since 1900 (New Jersey: Prentice-Hall, 1987 [1982]) 294. 11
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ARQUITECTURA
Residencial público Villa España / elevación. Imagen de: Colección Rafael Carmoega, AACUPR [ilust. 12]
blica, a la vez que suavizaban la masividad del edificio– con piezas low-rise en hilera. El juicio climático se ejerció mediante la inclusión de muros perforados y galerías de circulación exterior en los edificios curvos. Finalmente, la adaptación topográfica permitió un emplazamiento que insertó un paisaje arquitectónico al natural. Para solventar los problemas funcionales de adaptabilidad comunitaria, el arquitecto separó un circuito vehicular periférico de otro peatonal, organizado a partir de paseos y, además, ubicó los espacios recreativos y deportivos en el centro.
público, privado y de la comunidad. En Cantera se formuló una estrategia para la rehabilitación urbana en las barriadas basada en la vivienda social. Manuel Bermúdez ha destacado el Paseo del Conde, de los arquitectos Edwin Quiles y Otto Reyes, como una propuesta exitosa en la cual se logró la integración de las nuevas viviendas por medio de elementos formales que evocan la arquitectura popular puertorriqueña.12 En 2001 se aprobó la Ley para el Desarrollo Integral de las Comunidades Especiales para atacar la rehabilitación de los barrios de un modo similar al ensayado en Cantera. Un proyecto notable que involucró la relocalización de la comunidad y la construcción de viviendas nuevas es El Peligro (2005) en Lares, obra del arquitecto Manuel Bermúdez. El proyecto relocalizó la comunidad en tres lotes aledaños. El ejercicio, conceptualmente evocativo a El Falansterio, echó mano de la introspección mediante edificios agrupados de forma periférica en los lotes. Cierre:
En 2011, el Departamento de la Vivienda del Gobierno de Puerto Rico estimó que para los próximos cinco años se necesitarían 37,000 unidades de vivienda, 22,000 de las cuales serían para familias de bajos ingresos. Lo que el Departamento denomina una “nueva visión para la construcción de vivienda asequible” incluye la asociación del Gobierno con desarrolladores privados y la producción de modelos atemperados a las necesidades del renglón. La propuesta, a ubicarse en el casco de Ponce, resulta en 114 unidades de 585 pies cuadrados dispuestas en edificios tipo walk-up y con un precio Ver Manuel Bermúdez, “De la tábula rasa a la rehabilitación del barrio: la puesta en escena de un nuevo modelo de vivienda social,” en Jorge L. Lizardi Pollock y Martin Schwegmann (eds.), Espacios ambivalentes: Historias y olvidos en la arquitectura social moderna (San Juan ciud[a]d – Escuela de Arquitectura y Ediciones Callejón, 2012) 212.
Maqueta de Jardines de Montellano [ilust. 14]
de venta propuesto de $82,000 dólares.13 Tanto las limitaciones de espacio como las temáticas desalientan un anáVer Departamento de la Vivienda de Puerto Rico, “Nueva visión para la construcción de vivienda asequible,” Convención ACH, septiembre 29 de 2011. Recuperado de: http://www. constructorespr.com/datos/D571687688/pdf/ pdf1645626749.pdf. 13
lisis de lo que se propone. Sin embargo, convendría examinarlo a tenor con los desarrollos históricos presentados en este breviario y con las propuestas gestionadas desde el concurso auspiciado por el Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas titulado Nueva Vivienda para Puerto Rico 2012.
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Ing. Wilson Nazario, MSCE Presidente
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ARQUITECTURA ENTORNO PRESENTA
Vivienda Título del artículo participativa en tres proyectos en Puerto Rico Omayra Rivera Crespo / Carlos F. Muñiz Pérez / Elvin M. Nombre del Autor Ferrer Medina / Juan A. Calaf Seda
Voluntarios trabajando en la construcción de los cimientos del proyecto Habitat Amelia 2011
Introducción a la vivienda participativa Omayra Rivera Crespo
Abres los ojos y te preguntas dónde estás, si este techo te pertenece, si esta habitación te queda grande o pequeña. Quisieras tener un espacio donde poner los tereques y donde trabajar en la computadora sin que el televisor te moleste o sin usar la mesa de comedor, que apenas la usas para comer. Quisieras que la grama se cortara sola o que los niños tuvieran un espacio para jugar con otros, seguros. Te preguntas por qué las casas están tan pegadas, para eso mejor que estén pegadas del todo. Alguien decidió por ti, pero tú estás acostumbrado, es la norma… La palabra “participar” significa ser parte de un proceso y no meramente opinar sobre un proyecto ya hecho o decir que algo gusta o no gusta, es feo o es bonito… participar es pertenecer, aprender y brindar conocimiento; empoderarse e identificarse con un lugar y una causa. Participar significa colaborar, que un grupo de personas planifiquen y construyan un lugar que
responda a sus necesidades y al contexto. Está vinculado a que las personas se sientan identificadas con el lugar que habitan, que sientan que poseen el conocimiento suficiente y tienen el control de las decisiones que los afectan día a día. Asimismo, la vivienda participativa es una en la que los habitantes toman decisiones con respecto a la configuración de los espacios que habitan y sobre la manera en cómo están construidos estos espacios en un entorno colectivo. Los habitantes no solo opinan sobre las decisiones que son tomadas previamente por un arquitecto o una entidad, sino que son parte integral del proceso, es decir, técnicos y habitantes colaboran y trabajan juntos en la planificación de los espacios. Un individuo, una pareja, una familia o personas que cohabitan sin ninguna relación familiar pueden participar tanto en el diseño de su vivienda como en su construcción. En el proceso de diseño, el arquitecto puede aprender de las necesidades y del conocimiento de estas personas, y ellos pueden aprender del conocimiento
CAAPPR
técnico del arquitecto. Los habitantes de un lugar muchas veces conocen sobre particularidades de su comunidad, materiales disponibles en las proximidades o técnicas tradicionales de construcción, mientras que los arquitectos conocen sobre la configuración y la calidad espacial, la mejor orientación de un edificio respecto al sol, los vientos, el terreno, y su relación con el contexto, entre otras cosas. Los arquitectos pueden empoderar a los futuros habitantes de una vivienda de manera que estos entiendan por qué esta estructura se puede construir mejor de cierta manera, cómo funciona y cómo mantenerla. En el caso de que estos futuros habitantes participen en la construcción de su vivienda, los arquitectos pueden orientarlos sobre tecnología de construcción industrializada, es decir, sobre formas de ensamblar materiales prefabricados y estandarizados. Muchas veces, los futuros habitantes de un conjunto de viviendas son desconocidos, por lo cual no es posible llevar a cabo un proceso participativo previo a la construcción. No obstante, estos habitantes pueden tomar deci-
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MARCOS CABALLERO
siones respecto a la disposición de los espacios de su vivienda y completar su construcción cuando las viviendas son flexibles o incrementales, ya que estas pueden ser modificadas con el tiempo. La función del arquitecto que diseña las viviendas, en estos casos, es anticipar las necesidades futuras. Existen diversas maneras de organizar un proceso participativo en el que arquitectos y habitantes colaboren en el diseño y la construcción de viviendas. Es necesario que en este proceso el arquitecto oriente a los habitantes, pero que a su vez pueda extraer información valiosa de ellos, de manera que esto ayude a darle forma al conjunto de viviendas, a sus espacios públicos y privados. El arquitecto puede observar los patrones de comportamiento de los habitantes en diversos espacios con distintas cualidades y, a su vez, dialogar con ellos. El proceso de diálogo puede ser llevado a cabo a través de reuniones, entrevistas, encuestas, formularios o talleres. Como herramientas de comunicación entre arquitectos y habitantes se pueden utilizar mapas, dibujos de perspectivas, caricaturas, fotografías, fotomontajes y maquetas interactivas, entre otras. En Puerto Rico, el arquitecto Edwin Quiles ha trabajado con procesos participativos tanto en el diseño como en la construcción de viviendas y espacios de uso común desde la década del setenta en comunidades como el caño Martín Peña, La Perla, Alto del Cabro, la península de Cantera, Villa Cañona, Villa Sin Miedo, Pueblo Indio y La Nueva Trujillo. También la planificadora Lucilla Fuller Marvel ha trabajado con procesos participativos en algunas comunidades, entre las que se encuentran La Perla y Mameyes, y nos narra algunas de sus experiencias en su libro Listen to What They Say. En la actualidad, proyectos como el de la península de Cantera siguen un modelo en el que los habitantes tienen una voz activa en las decisiones que se toman con respecto a la construcción de espacios de uso común y de uso privado en su comunidad. Asimismo, la corporación del Proyecto ENLACE, en la que trabaja el arquitecto Carlos
Proceso participativo de taller de diseño colaborativo en Buena Vista, Santurce
Muñiz y cuya directora ejecutiva es la planificadora Livia Rodríguez, está a cargo de organizar los procesos participativos en el resto de las comunidades del G8 del caño Martín Peña. Por otro lado, los técnicos que son parte de la organización Habitat for Humanity of Puerto Rico, como el arquitecto Elvin Ferrer, trabajan junto a habitantes de diversas comunidades de bajos recursos en la construcción de sus viviendas. Para facilitar los procesos de construcción, algunos arquitectos, entre los que podemos mencionar a Oscar Marty y Andrés Sanfeliú, han trabajado en el desarrollo de viviendas construidas con materiales prefabricados y que se puedan adaptar a las condiciones climáticas de nuestra Isla. También, el arquitecto Juan Calaf trabajó con PathStone como parte de su investigación para el Rose Fellowship junto a agricultores en los municipios de Yauco, Orocovis y Lajas en la construcción de sus viviendas con prefabricados. A continuación se presentan tres proyectos de vivienda participativa –el de Enlace con el Caño, el de Habitat for Humanity PR y el de PathStone, que siguen algunas de las ideas del programa de Ayuda Mutua y Esfuerzo Propio creado en Puerto Rico en la década del cuarenta– y la manera en que se llevaron a cabo y cómo se desarrollan actualmente.
ENTORNO21
La experiencia en el Caño: la participación como acto político Carlos F. Muñiz Pérez
¿Para quién es el dragado del caño Martín Peña, las nuevas viviendas y las mejoras de infraestructura sanitaria y pluvial que se proponen? Esta fue una de las primeras preguntas que escuché del liderato de las ocho comunidades aledañas al Caño (G8) en el proceso de entrevista para el puesto de gerencia en urbanismo y ambiente en la corporación del Proyecto ENLACE del Caño Martín Peña. Esta pregunta, que parece sencilla de contestar, en su fondo recoge la esencia de la participación en todo proceso de desarrollo, ya sea de escala urbana, como el dragado, o de tipo individual y colectivo, como es el diseño y la construcción de la vivienda y su infraestructura. Si tomamos en cuenta la experiencia que han vivido las comunidades del Caño a través de sus vecinos del Fanguito y de Tokío, la respuesta histórica resulta más que obvia: “pa’ los ricos”. Pero, esta es aún más compleja y levanta otras dudas, ¿quiénes diseñan el dragado?, ¿cómo se determina qué familias se afectarán?, ¿para quién sería la nueva vivienda?, ¿cómo se integra lo nuevo con un contexto existente?, ¿cuál es su relación e interacción urba-
La diferencia de este proyecto, que reúne tanto al sector privado como al sector público y gubernamental, es que parte de la planificación participativa como un proceso dinámico, para superar la pobreza y lograr la permanencia de las comunidades a través de su desarrollo físico, social y económico. El mayor reclamo de participación, para lograr el financiamiento del desarrollo social y ambiental de las comunidades del Caño y, por ende, de la transformación de su espacio doméstico y público, es lograr, a través del Fideicomiso de la Tierra, que los residentes de las comunidades sean propietarios comunes de las tierras que habitan. Aquí, la participación es el verdadero poder de negociación (autogestión) frente a los diversos intereses como la banca, el Gobierno y la empresa privada. Los mecanismos fundamentales que permiten la participación en la toma de decisiones incluyen el Plan de Desarrollo Integral y Usos de Terreno del Distrito de Planificación Especial del Caño Martín Peña. Este plan, realizado con la colaboración de asesores, fue producto de un amplio e intenso proceso de planificación y participación comunitaria, que culminó en la Ley 489 de 24 de septiembre de 2004, la cual creó la Corporación y el Fideicomiso como dos estructuras legales y administrativas que establecen, en distintos niveles, la participación ciudadana como eje y motor del proyecto. Para mencionar solo algunos ejemplos, a través de la Ley 489 se estableció la participación directa de los residentes del Distrito como miembros de la junta de directores de la corporación seleccionados por el alcalde de San Juan y el gobernador mediante una terna provista por el G-8. Desde la estructura administrativa, los planes de trabajo y de presupuesto son desarrollados y discutidos con el G-8 previo a su aprobación por la junta. De igual forma, en el ámbito del desarrollo de vivienda, para asegurar un proceso justo de adquisición y realojo de familias, se creó un comité con representantes de las comunidades que evalúa los casos y emite sus recomendaciones previo a su aprobación.
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Reunión interagencial coordinada por el Grupo de las Ocho Comunidades (G-8) a raíz de las inundaciones de Irene para buscar alternativas a corto plazo y minimizar los problemas de inundación en las comunidades. A partir de estas reuniones el Municipio de San Juan, la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados, la EPA y el DTOP se unieron en el esfuerzo de limpieza de las alcantarillas pluviales de la comunidad ARQUITECTURA
na?, ¿cómo nos insertamos y participamos en lo “urbano”, en la ciudad, en su estructura espacial, social, política, económica y ecológica? Parte esencial de mi gestión como gerente es garantizar la participación directa del liderato y de los residentes en el proceso de desarrollo, el diseño y la construcción de los proyectos y obras que se definieron en el Plan de Desarrollo Integral y Usos de Terreno del Distrito de Planificación Especial del Caño Martín Peña. El liderato tenía esto muy claro, pero quería confirmar que yo también lo entendiera. Desde el mismo proceso de entrevista se evidenció la participación de los residentes en la evaluación y recomendación de los candidatos a fungir como empleados de la corporación. Para entender la experiencia del Caño, es importante ver la participación como acto político, en todo el sentido de la palabra. El proceso participativo es también un proceso educativo y de ejercicio democrático. Participar es tener voz propia y decidir en colectivo. La participación es una manera democrática y socialmente equitativa de toma de decisiones. Para desarrollar el tema de la “vivienda participativa” en la experiencia del Caño es fundamental exponer los diversos mecanismos de participación que regulan la gestión comunitaria y de la corporación. En la experiencia del Caño, la participación surge desde la organización comunitaria, la estructura legal, la administración pública y la planificación participativa. No se trata solo de participar en el diseño y construcción de las viviendas, sino de crear una estructura legal, social, administrativa y de planificación que permita la participación directa y efectiva de los residentes, líderes y representantes de la comunidad en los procesos de desarrollo social-ecológico y económico comunitario. Y dentro de ese proceso, está el de diseñar, construir y habitar. En otras palabras, se propone que quienes construyan sus viviendas desarrollen el potencial de crear microempresas que culminen en la construcción de otras viviendas en el Distrito. Así la economía del barrio se autogenera y autodesarrolla.
Reunión de la comunidad en el sector El Pilar como parte del proceso de participación durante la etapa de diseño final de la realineación de la avenida Barbosa en Buena Vista, Santurce.
Los proyectos de arte público realizados –tanto los efímeros, como el del puente Martín Peña, como los permanentes, como el del puente de la avenida Barbosa– reflejan de manera concreta el proceso participativo llevado a cabo. En todos ellos, el arte fue la herramienta que permitió el diálogo constructivo y la acción comunitaria, a través de la denuncia sobre el robo de las lámparas del puente o proyectando el futuro y la aportación de las comunidades a través de las figuras emblemáticas del barrio en los mosaicos. Algunos de los jóvenes que participaron de estos proyectos son los mismos que forman parte de la agrupación de los Lideres Jóvenes en Acción, la cual se proyecta como base fundamental en la continuidad del liderato y la participación comunitaria. Próximamente, se propone iniciar la rehabilitación de las primeras estructuras para realojo de familias, y
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existe el potencial de que dicho trabajo lo realice una microempresa formada por residentes del Caño. Los retos en torno a la vivienda nueva son enormes, pero sobre ese tema los residentes del Caño tienen calle e historia para crear, mediante la participación, alternativas reales de financiamiento, como el del Fideicomiso de Tierras, para hacer viable la construcción de viviendas y la relocalización de familias en terrenos de tenencia colectiva. Porque el dragado es para todos. Habitat for Humanity y la vivienda participativa Elvin M. Ferrer Medina
“El que no vive para servir, no sirve para vivir”. — Juan Bosch— La organización sin fines de lucro Habitat for Humanity utiliza un proceso de vivienda participativa que involucra tanto al dueño del hogar como al contratista. Habitat ha logrado establecer 16 viviendas en Puerto Rico y más de 200,000 a nivel mundial, con el objetivo de ofrecer viviendas dignas a familias de escasos recursos. El acuerdo requiere que las familias beneficiadas demuestren una fuente de ingreso y, además, se comprometan con la organización aportando 400 horas de trabajo en la construcción de su hogar o del de otra familia socia del programa. Este concepto, con limitadas variantes, es aplicado actualmente en más de 100 países alrededor del mundo. Las viviendas son desarrolladas por Habitat junto con el apoyo de empresas e individuos que ofrecen donativos y servicios. De esta manera, se logra subsidiar parte del costo de la estructura y así ofrecer viviendas asequibles sin interés hipotecario. En Puerto Rico, esto les permite a las familias ser dueños de sus hogares con un mínimo pago mensual de alrededor de $150 a $200. Esto es lo adecuado para una familia de cuatro integrantes de los cuales uno de los miembros trabaja ganando el salario mínimo federal de $7.25 la hora. Los pagos mensuales regresan a Habitat para sufragar, en parte, los costos
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de la organización y para sostener un fondo de reinversión para construir las próximas viviendas. ¿Quién es el contratista del proyecto? Usted y yo… El éxito de cualquier afiliada de Habitat lo constituye el voluntariado que, además, incluye miembros de las familias beneficiadas. La participación de voluntarios –tanto en la construcción, como en el diseño, gerencia, administración y desarrollo– es la fuerza real que mueve toda esta tarea. Dependiendo del proyecto, a las familias se les permite ser parte del proceso de diseño, al ofrecerles alternativas en la distribución espacial, pero manteniendo como guía ciertos tamaños típicos basados en las funciones básicas del hogar. Además, la familia escoge las terminaciones de las cocinas, los azulejos de baño, los pisos y los colores de la pintura de la vivienda. La participación en la construcción consuma la experiencia de las familias que terminan valorando el esfuerzo propio y adquiriendo un sentido de orgullo y pertenencia. Este proceso añade valor a la experiencia de todos los que participan como voluntarios, que muchas veces desconocen cómo es la vida en el barrio, y que se confrontan con sus prejuicios y miedos. En la obra, todos participan a un mismo nivel, y se hacen vulnerables a ser corregidos o ayudados por otros. Aprenden a ver algo muy sencillo: no importa de dónde vengan, todos son iguales.
Trabajo voluntario de construcción en viviendas de Habitat for Humanity en Cantera
Sobre 5,000 horas de trabajo voluntario fueron registradas para la construcción de las últimas dos viviendas de Habitat en Guaynabo. Una familia del barrio Amelia y otra del sector Vietnam participaron de la obra junto a decenas de voluntarios que se dieron cita, sábado tras sábado, para construir la estructura de dos niveles de hormigón armado y bloques. El perfil del voluntariado típico de Habitat es de personas de clase media retiradas y de estudiantes. En particular, se destacó el trabajo desinteresado de voluntarios de la Iglesia bautista que tomaron las riendas de la gerencia del proyecto, desplazándose desde el área de Guayama para organizar las brigadas y supervisar los trabajos de los profesionales diestros que fueron empleados en el proyecto. Un nutrido grupo de estudiantes utilizaron la experiencia de Habitat para completar sus horas de trabajo comunitario. Muchos de ellos regresaron a trabajar, luego de haber completado su requisito escolar, con-
Residencias de Habitat for Humanity en Cantera
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Evolución de la vivienda de ayuda mutua y esfuerzo propio Juan A. Calaf Seda
Durante la reforma agraria, de los años cuarenta en Puerto Rico, se inició un programa para proveer viviendas adecuadas y de bajo costo para las familias de escasos recursos en las comunidades rurales de la Isla. Bajo la supervisión de la Administración de Programas Sociales del Departamento de Agricultura se creó el programa conocido como Ayuda Mutua y Esfuerzo Propio. El programa consistía de un préstamo a las familias por el valor de los materiales de construcción para construir una vivienda de hormigón y la provisión de un supervisor técnico durante la obra para que las familias pudieran participar de la construcción de sus hogares. De esta manera se reducía significativamente el costo de la vivienda para la familia participante. En aquel entonces, las familias que participaron del programa solo pagaban alrededor de $3.00 mensuales por
Construcción de casas prefabricadas en el barrio Diego Hernández de Yauco por la organización sin fines de lucro PathStone
su vivienda, cuyo costo total fue de alrededor de $500. El programa fue muy exitoso entre 1950 y 1970. Cerca de 70,000 familias en 385 comunidades participaron del programa y alrededor de 31,000 unidades de viviendas se construyeron de esta manera. Cabe señalar que el programa se escogió como un programa modelo para desarrollar vivienda de esta manera en otras partes del mundo. Ya para las décadas de los ochenta y los noventa el programa había casi desaparecido de Puerto Rico. En la actualidad, las organizaciones de base comunitaria que desarrollan vivienda asequible, conocidas como los CHDOs (Community Housing Development Organizations), se han interesado en el potencial que tiene el desarrollo de viviendas autoconstruidas y la creación de comunidades sostenibles. Un programa de ayuda mutua y esfuerzo propio es, hoy por hoy, similar al de la Administración de Programas Sociales del Departamento de Agricultura dado que un grupo de familias participan en la construcción de su propio hogar y se ayudan mutuamente. Este trabajo de acción propia o comunal durante la construcción o de sweat equity se utiliza también para reducir el pronto o la hipoteca de la vivienda. Esto hace que las viviendas sean verdaderamente viviendas ase-
CAAPPR
quibles. Durante la construcción de sus viviendas, las personas se adiestran en diversas destrezas constructivas con el apoyo del supervisor técnico de la obra. Esto les brinda oportunidad a algunos, luego de finalizar su vivienda, de buscar empleo en trabajos de construcción. Recientemente, en una de las comunidades rurales del pueblo de Yauco, en el barrio Juan Domingo, cinco familias participaron del programa que actualmente se conoce como Vivienda Rural del Departamento de Agricultura Federal. Una organización sin fines de lucro, PathStone, logró restablecer este modelo de autoconstrucción criolla en un vecindario rural, pero también adaptaron la estrategia de construcción para obtener la calidad deseada por las autoridades y entes financieros. En el proyecto de las cinco casas en Yauco, se utilizó un sistema prefabricado de Plycem conocido como fastwalls para construir el caparazón de la casa. Este sistema consiste de un panel hueco prefabricado (4’ x 8’) con varillas integradas que se monta como un rompecabezas, luego de que la losa del piso de hormigón está curada en sitio. La construcción de las paredes de las casas solo toma unos tres días en completarse y la construcción del caparazón total toma alrededor de 45
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ARQUITECTURA
tagiados con el deseo de seguir aportando a la obra. Estos ejemplos demuestran que la vivienda participativa tiene un gran potencial de desarrollo en la Isla. Habitat for Humanity propone un modelo participativo del cual pueden generarse con éxito proyectos de viviendas asequibles que siguen esquemas de desarrollo no tradicionales. Queda mucho por explorar en el desarrollo de sistemas constructivos que sean fáciles de ensamblar por mano de obra no diestra y en la exploración de mecanismos de financiamiento creativo para la incorporación del modelo participativo en proyectos de usos mixtos, y en densidades a mayor escala. Otros ejemplos, como el Rural Studio de la Universidad de Auburn, testifican el potencial del arquitecto como promotor y gestor de proyectos para las clases marginadas. Queda demostrado que el modelo tradicional de cliente, arquitecto y contratista debe superarse si se quiere hacer una arquitectura que cuestione, rete y se atreva a hacer sociedades más justas.
días. Una vez terminado el caparazón, las cinco familias participaron de las terminaciones y la carpintería de las casas, pintando y montando ventanas, puertas, gabinetes y losetas, entre otros. Los sistemas constructivos y prefabricados han sido utilizados en este tipo de proyectos alrededor del mundo para abaratar los costos de construcción y primordialmente para minimizar el tiempo de construcción. En algunos sistemas constructivos o prefabricados como EmmeDue, EcKast y Concretek se ha utilizado un elemento de foam integrado en el panel para aislar calor, lo cual produce un ambiente más fresco dentro de la vivienda. Cabe señalar que estos tres últimos sistemas se prestan para construir viviendas de varios niveles, a diferencia del sistema que se empleó en Yauco, que solo puede utilizarse para casas de una planta. Los programas de ayuda mutua y esfuerzo propio les presentan a los arquitectos y desarrolladores una oportunidad para crear un modelo de autoconstrucción que pueda convertirse en
el kit de una casa autosuficiente. Con la tecnología que tenemos a nuestro alcance en este momento –como, por ejemplo, las máquinas de CNC milling y las cortadoras láser– se podría diseñar el kit de una casa costo eficiente y fácil de ensamblar. Esta casa podría consumir una cantidad mínima de energía, lo que representaría un ahorro de dinero para cada familia. La experiencia del programa puertorriqueño de Ayuda Mutua y Esfuerzo Propio de los años cuarenta sirve de base para continuar evolucionando un legado que tiene como pilar central la participación comunitaria en la construcción. El trabajo del arquitecto Quiles con numerosas comunidades, como Villa Sin Miedo, es uno de los más claros ejemplos de este modelo que ha ayudado a crear comunidades sostenibles en las que las familias poseen un sentimiento verdadero de pertenencia y apoderamiento. Hoy los arquitectos tenemos la oportunidad de diseñar viviendas que preserven y ayuden a evolucionar este gran legado de participación comunitaria.
Reunión con residentes de la Comunidad Villa sin Miedo para discutir propuestas de desarrollo para la comunidad. Rio Grande (1980). Trabajo del Arq. Edwin Quiles en colaboración con el Arq. Jorge Ortiz Colom
Construcción de vivienda prefabricada por miembros de la comunidad Villa Sin Miedo. Canóvanas (1980). Trabajo del Arq. Edwin Quiles en colaboración con el Arq. Jorge Ortiz Colom
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Vivienda asequible Escuela de Arquitectura Universidad de Puerto Rico
ARQUITECTURA
Manuel Bermúdez García
Investigación de la vivienda en las tres escuelas de arquitectura de Puerto Rico Manuel Bermúdez García, AIA Javier De Jesús Martínez Andrés Mignucci Giannoni, FAIA
En este artículo se recogen ejemplos del acercamiento curricular hacia la vivienda en las tres escuelas de arquitectura del país. A través del estudio, el desarrollo y la experimentación con el diseño se revelan posibles paradigmas de futuro para formular la vivienda en Puerto Rico. El Comité Editorial se acerco a los profesores y responsables de enseñar algunos de los cursos de vivienda que se otorgan en cada una de las tres escuelas. A estos colaboradores se les solicitó que, en un comprimido espacio, explicaran la óptica curricular y el enfoque de los cursos de vivienda en la institución en donde dictan cursos. Estos se acompañan de proyectos de estudiantes que sirven de ejemplo para mostrarlo.
Hasta el pasado año, la secuencia de cursos de Diseño de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico estaba basada en el desarrollo de fundamentos, destrezas e instrumentos pertinentes a la profesión de la arquitectura. Las tipologías de edificación eran consideradas instrumentos, no fines en sí mismas, por lo que cada profesor tenía la libertad de elegir la tipología que a su juicio fuera la más adecuada para trabajar los temas asignados a su curso. La secuencia aseguraba que el estudiante estaría expuesto a cada uno de los temas delineados al terminar su preparación, no a tipologías específicas. En consecuencia, al igual que el resto de las tipologías, la vivienda no era atendida por ningún curso o nivel particular, sino que era trabajada por los estudiantes en diferentes niveles, escalas y variantes a lo largo de la carrera. La revisión de la secuencia curricular aprobada recientemente modificó esta limitación, porque además de continuar especificando los temas de diseño que debía trabajar cada nivel
Planta del primer piso - fase 1 (Día)
Planta del primer piso - fase 1 (Noche)
Planta del segundo piso - fase 2 (Día)
Planta del segundo piso - fase 2 (Noche)
Propuesta de vivienda asequible de la estudiante Carmen León Colón, desarrollado durante el año 2011 en el curso del Prof. Oscar Marty. La unidad permite su crecimiento horizontal y vertical; el espacio interior es flexible, y puede ser modificado por divisiones dinámicas y mobiliario transformable que crean dormitorios privados a ser utilizados durante la noche
CAAPPR
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académico, asignó también tipologías específicas de edificación a cada uno. Debido a la muy reciente implantación del nuevo currículo, existe todavía muy poca historia que contar. Sin embargo, vale la pena reseñar algunas iniciativas desarrolladas durante la vigencia del currículo anterior. La vivienda asequible individual
El complejo de vivienda proponía unidades variadas en tamaño y distribución para promover la diversidad social y crear sentido de comunidad. La diferencia de la naturaleza urbana entre el frente y fondo del solar modeló también la solución: el edificio de más altura fue localizado hacia el distrito bancario y el cuerpo más bajo y fragmentado hacia la comunidad Parada 27
El profesor Oscar Marty ha trabajado el tema con estudiantes en los niveles de segundo, tercer y cuarto año durante varios años. El objetivo principal ha sido investigar las posibilidades de transformación de la unidad de vivienda básica para satisfacer las necesidades cambiantes de la familia. El punto de partida siempre ha sido una casa con patio de alrededor de 900 p.c. ubicada en un solar de 150 m.c. distribuidos en manzanas. La unidad propuesta por el estudiante tiene que permitir su ampliación horizontal; ocupando los patios delantero, lateral
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1 2
3 4 6
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1 administración / mantenimiento 2 buzones 3 vestíbulo 4 almacén 5 comercial libre 2,000 p.c.
Planta típica 6 almacén comercial 7 carga y descarga 8 sala de lectura 9 funcional eléctrico 10 manejo de desperdicios
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Planta baja
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Propuesta de vivienda asequible de la estudiante Gabriela Aguirre, desarrollada en el Taller Vivir en la Ciudad, de enero a mayo del 2010. El complejo estaba ubicado en la avenida Ponce de León en Hato Rey, y se dividía en dos barras: entre ellas se propuso un estacionamiento multipiso sobre el que se ubicaron las áreas comunes
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y posterior y el crecimiento vertical hasta cuatro niveles. El objetivo del curso ha sido lograr producir una unidad unifamiliar que pueda transformarse en una multifamiliar y lograr de esa manera que la manzana de baja densidad se convierta en una manzana de densidad media. Además, se requiere a los estudiantes la provisión de dotaciones urbanas en cada cuadra: estacionamientos comunes, instalaciones comunitarias, áreas de juegos de niños y espacios públicos. Cada estudiante debe entregar un juego de planos de construcción de la unidad al terminar el curso. La vivienda social El Taller Comunitario, inicialmente bajo la dirección de su fundador el profesor Edwin Quiles y actualmente bajo el profesor Elio Martínez Joffre, ha trabajado el tema de la vivienda social en muchas de las solicitudes que atiende. El curso funciona como un taller vertical que agrupa a estudiantes de diferentes niveles de diseño. Durante el desarrollo de la propuesta para la comunidad Villas del Sol –uno de los proyectos más emblemáticos– los estudiantes trabajaron con los residentes en el desarrollo de las viviendas a construirse en los terrenos cedidos para su relocalización. El taller preparó varias opciones –contenedores, casas en hilera, entre
habitable comunitario funcional estacionamiento comercio
otras– que fueron descartadas por la comunidad; finalmente, se acordó utilizar la solución que presentaba mayor flexibilidad: una estructura compuesta por columnas y una losa con un módulo de cocina y baño terminado. Cada residente distribuiría y cerraría la estructura de acuerdo a sus necesidades; los fondos para la construcción los obtendrían a través de préstamos hipotecarios. El taller también redactó unas guías básicas de fachadas para mantener la consistencia en el conjunto. La vivienda asequible multifamiliar Una iniciativa importante, porque logró combinar recursos académicos y profesionales, fue el taller bautizado Vivir en la Ciudad, desarrollado de manera conjunta entre el Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas (CAAPPR) y la Escuela de Arquitectura de la UPR, y que fue dirigido por este servidor. El taller, desarrollado con estudiantes de cuarto año, persiguió exponerlos a las complejidades del tema de la vivienda en Puerto Rico y colaborar con la industria mediante la producción de soluciones de vivienda asequible multifamiliar. El curso fue divido en tres bloques: 1. Panorámica: Introducción al tema general. Se desarrolló una meto-
CAAPPR
dología para analizar ejemplos internacionales de esta tipología –cincuenta y dos– y representantes de la industria (Asociación de Contratistas Generales, Colegio de Ingenieros y Agrimensores de Puerto Rico, Asociación de Constructores de Hogares, Sociedad Puertorriqueña de Planificación, entre otros) impartieron charlas en el CAAPPR, abiertas a la matrícula, sobre los condicionantes de la vivienda en Puerto Rico. 2. Metodología de evaluación: Discusión de las particularidades del tema. Se desarrolló un método de evaluación de la vivienda con respecto a cuatro ámbitos: social, urbano, tecnológico y ambiental (se utilizó como guía la exhibición titulada: Vivienda en España del Ministerio de Vivienda de España y Fundación UPC, 2006). Se impartieron charlas a los estudiantes sobre cada tema, quienes luego analizaron y evaluaron ejemplos locales de vivienda asequible –diecisiete– de acuerdo a las metodologías aprendidas. 3. Propuestas prototípicas: Desarrollo de los proyectos. Se eligieron solares en cuatro entornos urbanos típicos de la Isla: Viejo San Juan (histórico), casco urbano de Caguas (centro tradicional), Santurce (moderno) y Hato Rey (contemporáneo). Cada estudiante desarrolló su propuesta en uno de ellos.
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ARQUITECTURA
estudio 1 habitación 2 habitaciones 3 habitaciones 4 habitaciones
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Paisajes del bien común: nuevas geografías de oportunidad de la vivienda Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico Javier De Jesús Martínez
Vista exterior del proyecto de vivienda
La fragmentación disciplinar que enfrenta la sociedad contemporánea restringe integrar las consecuencias de nuestras acciones en el entorno y nos aleja de poder encontrar soluciones efectivas a los problemas prevalecientes, como es el caso de la vivienda en Puerto Rico. Los debates locales sobre desarrollo económico, planificación estratégica y diseño de las ciudades se encuentran en una encrucijada metódica. En un corto periodo de tiempo nuestra sociedad ha ido de un extremo a otro sin transformaciones tangibles ni rendimientos socioeconómicos concretos. Es en esta encrucijada que la academia de la arquitectura, la arquitectura paisajista y el urbanismo requieren presentar acciones concretas y tangibles. Estas acciones deben ser inclusivas y participativas en la medida que abren su foco de atención social y económico. Sobre todo, deben buscar alternativas que liberen la academia de la cómoda distancia metódica, del reduccionismo de complejidad al aproximar el tema de la vivienda y del simulacro de hacer ciudad en un aula… En pa-
labras sencillas, si nuestra academia quiere ser relevante a la sociedad tiene que salir a la ciudad y hacer de esta su espacio de aprendizaje y enseñanza. En ese salir a la ciudad, el tema de la vivienda es uno apremiante. Nuestra visión es transformar la educación de la arquitectura y el urbanismo promoviendo experiencias académicas e investigativas que contribuyan al desarrollo económico sustentable en la región sur, convirtiéndola en un modelo urbano a nivel internacional. Nuestra visión está articulada en nuestra máxima fundacional: la Ciudad Como Laboratorio; laboratorio que se compone de 10 unidades experimentales que integran áreas sustantivas como el urbanismo, el paisajismo, la historia y la cultura, tecnologías sustentables, representación de estructuras y ensamblajes, conservación y preservación histórica, empresarismo y viabilidad, y conciencia legal y administrativa. Nuestra búsqueda académico-investigativa lleva el título de Paisajes del bien común: nuevas geografías de oportunidad para el desarrollo sustentable del país.
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Proyecto de vivienda ubicado en sitio, aledaño al Museo de Arte de Ponce
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Planta del décimo piso
Planta del octavo piso
Pensar en Paisajes del bien común estimula un campo visual amplio y multisectorial a la vivienda lo cual demanda una búsqueda misional que adelante una agenda transformadora. Esto requiere dejar a un lado las obsesiones tipológicas, formalistas y deterministas de la vivienda como un artefacto construido y reconocer las complejidades sociales, económicas y políticas que subyacen la provisión sustentable de albergue al ser humano. La segunda parte de nuestra búsqueda investigativa lleva el titulo de Nuevas geografías para el desarrollo sustentable. Esta es la fundamentación ética de nuestro compromiso de una arquitectura multisectorial, la cual considera la participación de múltiples actores, ciudadanos e instituciones en la conceptuación, diseño y ejecución efectiva de iniciativas y proyectos de transformación socioeconómica como lo puede ser el presentar alternativas de vivienda en Puerto Rico. Una de estas Nuevas geografías para el desarrollo sustentable del país es el proyecto de la Ruta 123: Corredor agroturístico. Este proyecto es una iniciativa multisectorial junto a Pathstone Com-
Planta del cuarto piso
munity Housing Development Organization, el Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico y el Centro para la Nueva Economía (CNE) y cuenta con financiamiento de la Housing and Urbanism Department (HUD) a través de una propuesta competitiva que fue presentada por el consorcio ante una convocatoria para el Rural Innovation Fund. HUD aprobó la propuesta para implantar iniciativas de planificación, desarrollo económico, desarrollo de vivienda, empresarismo y autogestión para revitalizar y repotenciar la productividad y competitividad de activos culturales, físicos, naturales, comerciales e industriales que se localizan en la geografía de oportunidad entre Ponce, Adjuntas y Castañer; revitalizando el tejido social, urbano o rural. Las geografías urbana-metropolitana/urbana-centro/poblado-rural que comprenden Ponce, Adjuntas y Castañer a lo largo de la red vial de la PR-123 y PR-135 presentan una diversidad de los escenarios y asentamientos de vivienda urbanos y rurales existentes en la región sur. Ponce incluye el centro urbano de La Playa, el centro urbano histórico, el crecimien-
CAAPPR
to suburbano periférico y la diversidad de asentamientos rurales que incluye desde comunidades, haciendas, fincas agrícolas, destinos turísticos y culturales. La Ruta 123: Corredor agroturístico es una iniciativa multisectorial que permite a los estudiantes, facultad e investigadores de nuestra escuela la producción de ideas, metodologías, investigaciones y tecnologías para el estudio de la ciudad, los territorios y la generación de propuestas pragmáticas que consideren la revitalización de las industrias locales, la actividad económica solidaria y sustentable, y la conservación del medio ambiente en la región. El entendimiento ecológico extendido al campo de lo social nos brinda nuevas alternativas de relacionar los recursos naturales, culturales, sociales y económicos. Estos tres fundamentos son la base para avanzar una vivienda que responda, no a percepciones lejanas, sino que la vivienda esté íntimamente imbricada a habitabilidad y sustentabilidad de la sociedad. Es entonces, solo entonces, cuando cobra algún sentido la vieja escuela de pensamiento que se entretiene con los rompecabezas tipológicos.
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Vivienda y ciudad Escuela de Arquitectura Universidad Politécnica de Puerto Rico Andrés Mignucci Giannoni
La vivienda constituye el elemento principal del tejido urbano de las ciudades. Es esta, junto al espacio público, la que da carácter, estructura e identidad a nuestro entorno urbano cotidiano. En los talleres de vivienda de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica, la vivienda se aborda en una doble dimensión. En primer lugar, en su capacidad para crear un hábitat digno que atienda la diversidad de composiciones familiares que con-
forman nuestra sociedad, y en segundo lugar, y no menos importante, en su capacidad de “hacer ciudad”. La vivienda como tema obliga a trascender esquemas formales de composición arquitectónica y tratar de forma central al ser humano en su acto de habitar. El entender las necesidades ergonómicas, funcionales, de confort, técnicas y de la experiencia del individuo en la vivienda es tan importante como dominar las compositivas y formales. Como parte de este foco
Maqueta de conjunto
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Plano de la primera planta de los diferentes proyectos en los alrededores de la estación del Tren Urbano de San Francisco
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manencia y del entendimiento sistémico de la vivienda juegan un papel importante en el aprendizaje del estudiante en esta parte del taller. Entender la vivienda como parte de un contexto es central a su capacidad para contribuir a un tejido urbano vital y dinámico. El taller de vivienda mira al vecindario, al barrio, como la unidad operativa de planificación. El vecindario es la escala que permite tejer asuntos de la edificación con los temas urbanísticos propios de la ciudad.
osé de
J Avenida
Diego
CAAPPR
Como construcción social, el vecindario no puede depender exclusivamente del tejido residencial, y por ende, el estudiante requiere tratar la vivienda en conexión con usos cotidianos –comercio, servicio, trabajo y ocio– de forma entrelazada y complementaria. De igual manera, la trama urbana y el espacio público tanto de calles y aceras, como de plazas, parques y jardines, así como los componentes de movilidad colectiva contribuyen al desarrollo de un vecindario que contribuya a la calidad de vida de sus residentes. En el taller, el estudiante explora el diseño y desarrollo de una manzana de vivienda y usos mixtos, que sumándose a la de sus otros compañeros de clase, generan un vecindario y conjunto urbano mayor. La oportunidad de trabajar de forma conjunta y no competitiva con los compañeros de taller fomenta un aprendizaje que ayuda a cimentar el principio de que una ciudad no es el resultado del trabajo de una sola persona, sino de muchas actuaciones a través del tiempo. El emplazamiento de los proyectos se ubica en terrenos metropolitanos adyacentes a vecindarios con problemas de continuidad física y espacial, pero que a su vez contienen y ofrecen oportunidades y retos latentes. Algunas ediciones recientes han utilizado los terrenos de la A.M.A. próximos a la estación del Tren Urbano de San Francisco y los de la antigua Clínica Fernández próximos a la estación del Tren Urbano Roosevelt y la Universidad Politécnica como tema de estudio. Estas dos dimensiones, vivienda y ciudad, le dan al estudiante de arquitectura la oportunidad de explorar la vivienda a un número de escalas de intervención, desde la escala personal del individuo, la escala de la unidad de vivienda, la del piso, la del edificio, la de la manzana, la del vecindario y, por último, la de la ciudad que le sirve de contexto mayor. El taller es centro de estudio de la vivienda y, a su vez, puente a las clases de urbanismo que les siguen en la secuencia pedagógica donde los temas urbanos se tratan con mayor foco y profundidad.
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se considera la dimensión del tiempo como factor de diseño y, por ende, la capacidad de cambio y transformación que puede tener una vivienda a través de su vida. Esto conlleva el repensar no solo el diseño de la vivienda como artefacto arquitectónico, sino la forma en que producimos la vivienda y, en particular, el papel que juegan tanto los arquitectos como los usuarios en su proceso de diseño y producción. El análisis de precedentes, ejercicios de capacidad, de niveles de per-
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Fin de la suburbia para Semana Santa: encuentro con Gregory Greene
Jorge Carbonell Antonio
El ahorro energético debería ser el centro de las políticas nacionales, y los juegos monetarios deberían orientarse exclusivamente al mantenimiento de los servicios esenciales y no a las actividades que desperdician recursos. Si nos endeudamos, que sea para ahorrar en el futuro, no para poder gastar más en el futuro, el crecimiento tal y como lo hemos conocido en nuestras vidas SE HA ACABADO, FINITO, KAPUT, estamos en otro ciclo, en el mejor de los casos de estancamiento, en este ciclo se hará bueno el dicho de que “el más rico no es el que más tiene, sino el que menos necesita”.
Habíamos acordado encontrarnos (en Kasalta) a las 9 a.m., del domingo primero de abril, para un café. La semana anterior me había sido referido por el amigo Arq. Fernando Abruña, al copiarme un intercambio de correos electrónicos entre ellos. Esto me ponía vagamente al tanto del propósito de su visita y me indicaba que Fernando partía a su primera expedición a la isla de Mona y que, lamentablemente, no podrían coincidir. Nunca había escuchado de Gregory (Greg) Greene, de Toronto. Lo que sí conocía era End of Suburbia: Oil Depletion and the Collapse of the American Dream 1 [2004], documental que hace años recomiendo y enlazo electrónicamente a todos aquellos que entiendan pueda interesarles. Escrito y dirigido por Greg, expone las consecuencias del cénit o pico de la producción petrolera y la insustentabilidad del modelo suburbano de vida estadounidense. “The worst allocation of resources in the history of the world...”, son las palabras con las que define a los suburbios James Howard Kunstler, autor de Geography of Nowhere: The Rise and Decline of America’s Man-Made Landscape y uno de los narradores del film. El tema era (y es) de mi interés, por lo que coordinamos para vernos al día siguiente de su arribo.
Daniel Gómez Cañete, “Otra manera de ver la crisis” http://www.crisisenergetica.org/
Cubierta de la película documental: End of Suburbia: Oil Depletion and The Collapse of the American Dream [2004_77 minutos]. Guión y dirección de Gregory Greene. http://www.endofsuburbia.com/
Por un par de horas y otros tantos cafés, sintonizamos en los temas del documental y sus narradores e intercambiamos opiniones e intereses. El documental, de casi una hora de duración, presenta el testimonio de distintos expertos en los campos de la energía, la ecología y el urbanismo sensato: Colin Campbell, Mathew Simmons, Richard Heinberg, Peter Calthorpe y JH Kunstler, entre otros. The usual suspects de la última década, que a través de sus publicaciones, presentaciones, blogs, páginas en la red y testimonios en decenas de documentales predecían la[s] crisis y enfocan ahora su atención en una “transición energética difícil, ineludible e impostergable”. Greg indicó que estaba en la Isla como camarógrafo para un documental sobre el efecto-plaga del pez león en los hábitats marinos del Caribe, y que salía para Rincón esa misma tarde. A su regreso, en 3 ó 4 días, le interesaba aprovechar su estadía para conocer “nuestra perspectiva de la problemática, soluciones (paliativos) posibles, y escenarios probables”. Y deseaba integrar a San Juan a la lista de ciudades que está documentando para un nuevo proyecto en desarrollo sobre urban resilience. El término de resiliencia procede del campo de la ecología y es “la capacidad de un ecosistema de aguantar choques externos y reorganizarse mientras cambia, para poder retener esencialmente la misma función, estructura, identidad y mecanismos de retroalimentación”, según lo define el movimiento de transition towns2. Me correspondió entonces viabilizar el encuentro. Nos hubiera gustado aprovechar la presencia del cineasta para gestar una presentación-conversatorio para una amplia audiencia, pero en plena Semana Santa y en un plazo de 4 días, no fue posible. Será en otra ocasión. El plan B, con un alto grado de resiliencia procesal, consistió en circular cibernéticamente una breve convocatoria-invitación, con enlaces al documental, solicitando opciones a un espacio donde encontrarnos. http://www.transitionnetwork.org/ ___ https://we.riseup.net/terra/el-concepto-de-laresiliencia
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http://www.endofsuburbia.com/ ___ http:// www.youtube.com/watch?v=Q3uvzcY2Xug
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TEO FREYTES
Casi inmediatamente, Michy Marxuach hizo suya la gestión. Ya teníamos lugar de encuentro. Así, que en la tarde del Jueves Santo, 5 de abril, a las 6 p.m., nos reunimos en la esquina de las calles Luna y San Justo en el Viejo San Juan, sede de Betalocal. Llegamos de a poco, y entre saludos y presentaciones nos sentamos a conversar. Estuvimos presentes: Michy Marxuach, anfitriona de Betalocal; Fernando Lloveras, coanfitrión y director del Fideicomiso de Conservación; Rafael Castro, presidente del CAAPPR; Tara Rodríguez Besosa y Olga Casellas Badillo, gestoras de El Departamento de la Comida; Javier Román, provocador por excelencia; los profesores Edwin Quiles y Liliana Coto, estudiosos e incitadores de la gestión comunitaria; el licenciado José Rabell Cancio, anfitrión del visitante a través del programa Couchsurfing3; Teo Freytes, amigo y multifacético artista que se ofreció a documentar la ocasión; Greg Greene, el cineasta; y este servidor. Comenzamos comparando notas y poniendo al visitante al tanto de nuestra experiencia con la suburbia boricua y la atomización (dispersión) de la población por todo el territorio isleño. En nuestro diagnóstico planteamos la total dependencia de combustibles fósiles para la transportación y para la generación eléctrica; la falta de un plan de uso de terrenos y la carencia de seguridad alimentaria, al importar la mayoría de nuestros alimentos. Panorama perturbador frente a la crisis global relacionada con el calentamiento global y el agotamiento-encarecimiento de los combustibles fósiles y otros 3
http://www.couchsurfing.org/
recursos no renovables, planteados en el documental. Creo que fue Greg el que nos desvió de la mirada pesimista, en que tantas veces caemos en los momentos de introspección, y planteó algunas de las alternativas que están ocurriendo en otros lugares, ya que la crisis no es solo nuestra. No podría listar todos los temas, esfuerzos loables y estrategias locales y globales que fueron expuestos, ni a quién de los presentes adjudicarle exposiciones particulares. Aunque los tiempos están difíciles y aparentemente pueden empeorar, algunos ajustes meritorios se están dando. En la mayoría de los casos la constante es el empoderamiento de las comunidades y el establecimiento de una nueva relación con su territorio, casi siempre fuera de la corriente regular de las estrategias y políticas económicas del Estado. El movimiento de los transition towns iniciado en Irlanda, y “los planteamientos y los valores de la actuación de la sociedad civil; en la ciudadanía que se organiza para defender o recuperar determinados valores que con la urbanización física, económica y sociológica del territorio se encuentran amenazados, de forma que cada vez más se habla del movimiento slow, de downshifting, de cooperativas de consumo ecológico, de las redes de intercambio, de reciclar y de compartir, de comunidades de autogestión financiera, de los bancos del tiempo o de los movimientos de reivindicación del caminar” 4, son algunos de los ajustes que se están dando. Nuevos modelos locales de desarrollo ¿Alternativas ante la crisis? [2009] Oriol Estela Barnet, economista. http://www.scribd.com/ fullscreen/18149643?access_key=key-28e1petvzwf9alh1vu5k
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En Puerto Rico las organizaciones ambientalistas comunitarias, como Casa Pueblo y el Sierra Club, entre otras, o instituciones como el Fideicomiso de Conservación o el Centro de Estudios para el Desarrollo Sustentable de la UMET han dado la batalla ambiental y proponen otra forma de hacer las cosas. El Fideicomiso de la Tierra del Caño Martín Peña y la península de Cantera han dado cátedra de cómo hacer ciudad y son ejemplos que merecen respaldarse y emularse. Las organizaciones profesionales que representan a arquitectos, abogados, médicos o ingenieros, cada vez más, han respaldado, y algunas veces liderado, estos esfuerzos. En el tema alimentario, los mercados orgánicos, la Organización Boricuá de Agricultura ECO-Orgánica, el Departamento de la Comida y un número cada vez mayor de agricultores independientes están trabajando la tierra y produciendo en mayor armonía con el ambiente. El resurgimiento de la bicicleta como modo alterno de entretenimiento y movilización se suma a estas iniciativas que poco a poco comienzan a establecer un [dis]curso más sostenible. Se quedan muchos otros ejemplos en el tintero, al igual que en la reuniónconversatorio del pasado Jueves Santo. Algo que sí podemos concluir es que aunque no todos somos igual de culpables, todos somos responsables de las circunstancias que vivimos y que de todos depende lograr los cambios que nos exigen las futuras generaciones. Esperamos poder volver a compartir con Greg en su próxima visita y continuar la conversación. Mientras tanto, recomiendo a todos ver End of Suburbia y llegar a sus propias conclusiones.
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Participantes del encuentro: Michy Marxuach, Fernando Lloveras, Rafael Castro, Tara Rodríguez Besosa, Olga Casellas Badillo, Javier Román, Edwin Quiles, Liliana Coto, José Rabell Cancio, Teo Freytes, Gregory Greene y Jorge Carbonell
ARQUITECTURA
Entrevista de la edición: Andrew Freear de Rural Studio Juan A. Calaf Seda Irvis González Colón Omayra Rivera Crespo Imágenes provistas por Andrew Freear
Andrew Freear, from Yorkshire, England, is the Wiatt Professor at Auburn University Rural Studio. After the untimely death of Samuel Mockbee in 2001, Andrew became the Director of the Rural Studio in Newbern, West Alabama. Perry Lakes Cedar Pavillion Juan Calaf: How did you become interested in design‐build architecture?
I think that by accident, quite honestly. I had always been interested in working and making things throughout my own school years. I’ve always tried to put my hands on some of the things that I was trying to design. In my previous life, I was an architect in Chicago for seven years and we did some very large projects that were of an urban scale and, at the other end, we had students doing projects we called “home interventions.” They were asked to make observations about their homes and then make an intervention. They didn’t actually have to build something, but it had to do with an understanding of the place and the making of a kind of specific intervention. It could be building, it could be an installation, it could be permanent, it could be temporary, it could be something to do with the neighbor, the cat, their wife, their child, themselves… To start to understand
Andrew Freear:
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the place by intervening, the kind of placeness that was being developed was very important, even at a very small scale — plus at the end of each year, we rented a 42 passenger bus and we went to all of these homes, right, and it was a fantastic excuse, you all should do it in San Juan, to go across and through neighborhoods that you’ll never go to and to places, and just try to be noisy. I think that it was really important to understand the potential for the architectural role in crafting a building, and it was always very frustrating if it ended with a drawing. I always believed that if you make a good drawing you can probably make a good building, but at the same time, I think that the arts and crafts tradition of architecture is really important, so we shouldn’t lose fact that at the end of the day we are sort of the master builders. So, I think that our role in the building process is literally physically doing it, or perhaps even supervising it to the very last moment. I think that is extremely impor-
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tant. There is a guy, Peter Gluck, who I admire greatly; he has an architecture practice now and a building construction practice as well, and he allows the people in his office to take a project right from the beginning to the very end and on the site. When they are on the site, they go to the general contractor and they lay out where everything has to go, and the subcontractors love it because suddenly the constructors don’t have to make guesses from drawings, they are actually being told by the architect, the designer, where to do it. So, I think we always have to bear in mind that, ultimately, architecture is about making shelter and habitation. For me, building is sort of a natural extension, a natural critique of what we design. The interesting thing, for myself at the Rural Studio, is that every day we talk about design, but we also talk about how we are going to build it. So it’s very clear, the reasons the buildings look the way they do is because we were the people building it. Our pro-
Omayra Rivera: Do the students design and build in only one academic year? How much time do they have? AF: For design-build the students have,
we have, a huge luxury of time, about two years… They officially have 9 months, but they really take 9 months to kick the design to a position where we feel comfortable for them to go forward; and then, for about another 12 to 15 months, they volunteer to build the building. That is the real reason for all of those things that you see, that is how they happen, because they volunteer. There is just no way we can do this in 9 months. We built the fire station in 20 months from conception to completion and that is incredibly fast anyway, but it’s an integrated process; it’s really important that they have the space and the time to achieve these kinds of projects. Normally, in architecture school, the education of an architect in 5 years is good, it should be as long as it can possibly be, but we squeeze some more time in for them to have an additional opportunity; and they get another very intense education in 2 years. Probably, if they were in an office, it would take maybe 6 or 7 years to gain the understanding of what they draw and what it means for the building, how to get the material there, how to work with contractors and consultants to get all of them working, it’s an incredible luxury… I wish I had it as a student.
but finding out the appropriate questions to ask about a project is another. So, giving them the kind of rigorous tools to find out what those questions are, I think that is really important. It is profoundly important for the students to figure out what are the right questions to ask about a project or situation as well. What I do most of the time is just… I am like a dog with a bone, I don’t let go and I keep coming back and asking the same questions, and the students come asking the same questions again. But the truth of the matter is that as the project evolves, you should still be testing the project with the same criteria, one that you established right from the very beginning, because those criteria will drive the form of the building —conceptually what the building is like, even down to the details. I think it’s always important to step back and ask yourself about the big picture. Irvis González: When the students finish their work, is there any kind of follow up between the Rural Studio and those students that have already graduated? AF: We are very close with the
alumni. It is a small group of students. So, most of them are very young. The studio is 18 years old now, so the students from the very beginning are probably only in their late 30’s, early 40’s right now. In the United States that is sort of the time in which you begin to establish yourself in practice, quite honestly. That’s not by choice, I think it is just the kind of hierarchi-
Baptist Church
cal system that exists at the moment and there are no architectural competitions, so people can’t go off and win one of them and then establish themselves as an architect. So, most of our students go off into relatively conventional practices. There are a number of them that have gone off and sort of begun to set off their own ways of being architects, whether they go into a non-profit world or they just decide that they are not going to be an architect per se. But, I am hoping that they are asking the questions of whether or not they really want to be an architect and what the motivations of being an architect are. I think, again, it’s sort of asking yourself the critical questions about why you are doing something. So, I don’t think it’s their fault there are very few. The Rural Studio has this ridiculous luxury of doing 3 or 4 or 5 community projects every year, and I don’t know if architects anywhere in the world are doing this, it’s just ridiculous. Well, it’s not ridiculous, it’s fantastic, but we are lucky to be able
JC: How would you describe the
main philosophy of the Rural Studio? And how is it different from a traditional architecture design studio? AF: What I hope
the students take away from Rural Studio is an ability to understand the process, of figuring out what questions to ask about the project. I think that answering the questions is one thing,
Akron Boys & Girls Club
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fession is in danger if when you design it, you don’t care how somebody else builds it, and if somebody else has to figure out how to build it, I don’t think that is particularly efficient. Seems like it’s a confrontational thing, rather than been a “let’s do this thing together and make it really good.”
Andrew Freear during his lecture in Puerto Rico held in the Summer of 2012
$20K House version
to be in a situation and have a mechanism to establish those projects, and it’s probably because we are a design school under the umbrella of a state institution or a design school. So I am paid, whether or not I do the projects. The students are getting an education, whether they do the projects or not. I don’t think it’s their fault that there are not that many opportunities. There are many of them searching for them and I think that actually, at the moment, when the economy is very difficult, that provokes people to be more adventurous and take chances and do things like that, honestly. So, I am going to be interested to see how people do in the next few years. But I don’t know that it’s their fault, that there aren’t more opportunities to do the kind of work they do in the Rural Studio. I think it’s more of a society thing.
good. I think the Rural Studio is still interested in doing good, but now, after 20 years of being established, it’s in a position to start to ask the questions instead of just trying to stop a leak here, or fix this or that. How can it deal with broader environment or cultural issues? Instead of doing single houses, we are doing or we are looking to do a house that can be replicable and go to thousands of people, and we are looking at our own diet as a model for other people to suggest how they can live... If we can live off the land, perhaps other people can live off the land. If we can use the waste products from the forest, the ones they are throwing away, perhaps other people can do that as well. So, what Mockbee called opportunism, I think is finding the appropriate direction of an idea and following it, and being light enough on your feet to be able to take a direction. It’s a very small institution, and the smaller the institution stays, the easier it’s able to say: “Wow, we need to go this way!” I think that taking that opportunity, the opportunity to make some decisions about what to do, and doing them the best you can; I think that is a fantastic legacy from Mockbee. I don’t know how that sounds, but I think that the Rural Studio’s agenda is clearly to provoke the profession and educate us to think about what our broader role in society is.
JC: How has Mockbee’s legacy sha-
ped and evolved the work that the Rural Studio is doing today? AF: I think the
beautiful thing about the Rural Studio is that it’s moving, it’s not a fixed target, it’s a moving target. For example, we are farmers, we are farming now; we decided to turn all our camp into a farm. We are concerned about the type of food we consume, because we have been eating shit, and the world is eating shit and that is why everyone is dying and the health system is failing. I think Mockbee established certain parameters for the Rural Studio within a political and social environment, when people were interested in doing
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OR: How would you describe the participation of the residents in a process shaped by the students? AF: The
residents participate in raising some money for the project. They participate
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in the discussion about the projects. If they have time, they get involved in fund raising and even building the projects themselves. We want the client to be a critical and caring voice of what we do. So, the exchange is that interaction with the client. If they can get involved, that is fantastic, but it’s not absolutely essential. It is a program of architecture students, it’s about getting architecture students a really good design education. The other things are fantastic, but the focus of the studio is about design and about the student’s education. We are not experts in teaching people how to build a house themselves. My students don’t know shit, they don’t know anything about it; they are learning. When New Orleans had the disaster they were calling me up and I said: “What do you expect me to do? I have a bunch of students here and they don’t know a hammer from a screw driver.” The situation in New Orleans was far too complicated for them to go and get involved and, they don’t know the place enough. I think that if anything, the message from the Rural Studio is that in Alabama University the students are working in their backyard and our privilege at the moment is that we’ve been in the same place for 20 years, we’ve become a neighbor, we’ve become trusted and people come and ask us to help and do things... and that’s it. JC: Do you think the role of the architect has changed over the past 20 years? What do you see as some of the most important roles for architects to play today? AF: I think about this is-
sue, of the role that the architect can play, rather than just being playthings for the rich people. I think that society needs people to bring dreams and bring bigger ideas and put them on the table. Society is at a moment where it’s struggling on how to deal with the built environment. I come to a place like San Juan and expect to see a specific identity for the architecture here and for the place. And I find it in stuff that was built 300 or 400 years ago but I don’t find it in the architecture of today. The architecture here today looks like it could be in New York or
OR: In the Rural Studio, do you actually use the locally available materials? AF: Well, we try. We have moved
on from the recycling cliché like tin cans and tires because they are kind of a one-liner. We recycle old buildings so we don’t tear them down. We help imagine how to reuse them because people’s memories are in those buildings. They help to give a place an identity, right? Even if the building has changed a little bit it’s better than tearing it down, I would argue, because then if you tear it down… it could be anywhere. So, our recycling thing has evolved into a bigger vision of what we are recycling, remaking and reusing. It had to go beyond using cardboard, bales or license plates. You can do one thing with that and then there is the question: What is one man’s trash is another man’s art? If you build a house over here out of trash and this guy over here thinks it’s art and this guy over here thinks it’s trash… You’ve got to be careful not to be patronizing. So in our public buildings our premise is that we are going to make our buildings last as long as we can make them last. That’s going to be the premise for choosing the materials and that’s it. Hopefully the material can come locally.
JC: What advice do you have for young architects who are interested in doing architecture for the public good?
I thought that you were going to ask what advice would you give to architects in general. Well… don’t be a lawyer [laughs]. Don’t underestimate the impact that you have. We should have more architects who really give a shit about being an architect and understand the impact… Digging a hole, building a building… Apart from procreation and making babies, making shelters and putting a scar on the Earth’s surface is a privilege. There is a lot of crap out there and we need to take more responsibility. Even anywhere it’s almost too easy… it shouldn’t be about now, it should be about 100 years from now. The responsibility that you have as an architect should be heart felt in the impact that you have… on anything. I think you should only become an architect if you truly love it and your heart is in it. Everything can be designed… that’s the beauty of being an architect… you can never stop. You can design everything. Our first lesson that we ask our students is to design their time. You go through architecture school and you’re terrible at managing it. You cram it all in there on the very last minute. You present your project and you’ve been awake for three days and you can’t remember your own name. In the next two hours how am I going to design AF:
my life…? That’s design right? Our students start to learn that, because our students also work in teams. The beauty of working in teams means that I don’t have to be good at everything. Normally, the education at school is that you are thought to be good at everything, which is impossible… so, you end up being bad at everything! [Laughs] Right… So, why not focus in what you are really good at? Our teams normally will have someone that ends up being the person that presents for the team… speaks. In architecture school, how often have you been at one where you rehearse? We rehearse half a dozen times before we present our projects. They will present it to me and we will go through it. Because the drawing can be beautiful but if the words don’t match the work, you get killed. And if you use the stupid words that architects use… They don’t know what a “concept” is or means, what the fuck is a “concept”? So you’ve got to understand the people that are around you, the place that’s around you. I’ve been lucky, or unlucky, to be in a place for 12 years, a very intense 12 years. It feels like a 100 years honestly. It’s about soaking the place up and people’s responses. I think students see being an architect as an incredible privilege. It shouldn’t just be a meal ticket. If it was just a meal ticket, go do something else! But don’t be an architect. Don’t be a lawyer either! [Laughs]
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in Miami… and that sucks! We are responsible for that and we are not doing a very good job on that as architects. The idea of place can come from basic things such as building with local materials. How do you build an architecture from materials when the materials don’t come from steel from Japan or stone from Carrara in Italy? How do you build an architecture that is of the place? The best architecture is always of the place. I think that we have a responsibility to champion that because we are messing up the planet. We can say it. This should be about what San Juan has and what it has to give, so that materials are not traveling from somewhere else. Then it immediately would have an identity that it wouldn’t have if I couldn’t get that steel or I couldn’t get that concrete. I would like to see architects be a lot more proactive about that.
DOSSIER: Vivienda asequible
Este dossier profundiza en aspectos asociados a la vivienda asequible. La primera aportación, La urgencia demográfica en el mercado de vivienda, investiga cómo la oferta y la demanda de nuevas unidades de vivienda se encuentran fuera de sintonía debido a los cambios demográficos drásticos sufridos durante las pasadas décadas en Puerto Rico. El segundo de los artículos, Glosario de vivienda asequible, define el término de vivienda asequible y todos los otros que ayudan a entender los diversos ejemplos y maneras en que una vivienda se considera asequible. El tercer artículo, La vivienda en el Programa de Comunidades Especiales, discute algunos de los proyectos desarrollados bajo este programa y Nombre del Autor sus consideraciones al contexto y al sentido de comunidad de sus moradores a partir de un modelo innovador de política pública dirigida a la vivienda asequible. En la cuarta colaboración, Índice de programas para la promoción de vivienda asequible disponibles en Puerto Rico, se describen en detalle y en formato de tabla los programas gubernamentales vigentes que apoyan la oferta de vivienda de costo accesible en el país. Por último, con los Mecanismos para apoyar la vivienda asequible, siete especialistas involucradas con la gestión, el diseño o la construcción de viviendas asequibles evaluaron algunos mecanismos o herramientas dentro de su área de competencia que ayudan a alcanzar un programa de vivienda asequible más completo. Las cuatro colaboraciones, mediante datos, categorizaciones y diversas posturas nos permiten reflexionar sobre los problemas y los modelos de producción de la vivienda asequible.
La urgencia demográfica en el mercado de vivienda
ENTORNO PRESENTA
Título del artículo
Juan Lara Fontánez
Hace dos décadas, en la Isla solía decirse que el mercado de vivienda tenía un fundamento demográfico sólido, debido al fuerte ritmo de formación de nuevos hogares que entonces se observaba y se proyectaba hacia el futuro. A esta condición se le llamaba “optimismo demográfico” por contraposición al “pesimismo demográfico” del que se lamentaban en otros países, incluyendo a Estados Unidos, donde se proyectaba que la demanda de vivienda sería más para la reposición de unidades viejas o poco deseables que para acomodar la formación de nuevos hogares, ya que de estos se esperaba que hubiera relativamente pocos. Sin embargo, desde la década pasada hasta el presente, los censos de población han mostrado un cambio tan drástico en las tendencias demográficas de Puerto Rico que ya se habla formalmente de una “nueva demografía”. Para el mercado de vivienda, una nueva demografía equivale a nada menos que una nueva orientación de la necesidad y la demanda de espacio residencial. Esta es una ola que se veía venir —no es que nos haya tomado completamente por sorpresa—, pero parece que rompió más pronto y con más fuerza de lo que se anticipaba hace unos años. De repente, nos encontramos con que hay que hacer grandes ajustes en la industria de la construcción residencial, y ajustes concomitantes en el financiamiento y otras dimensiones de la vivienda, con más urgencia y menos tiempo del que pensábamos que teníamos disponible. ¿En qué consiste esta nueva demografía? Las nuevas tendencias desCAAPPR
cubiertas en los censos y los sondeos del American Community Survey que más interés revisten para el mercado de vivienda son las siguientes: • Lento crecimiento poblacional: El crecimiento de la población total de la Isla ya venía desacele rándose desde hace bastantes años, pero en la década pasada se produ jo incluso una reducción absoluta en el número de residentes. Si bien este puede ser un efecto tem porero debido a la crisis económi ca, no hay duda de que la tenden cia de desaceleración se acentuó en menos de una década. • Emigración: La reducción de la población en la primera década del nuevo siglo indica que hubo un aumento notable en la emigra ción. Nuevamente, esto puede ser un efecto temporero de la crisis económica, pero algunos especia listas proyectan un flujo migrato rio más alto para el futuro cercano que lo que preveían antes de cono cerse los números censales. • Menor formación de nuevos ho gares: Junto al frenazo abrupto en la expansión poblacional, se obser vó en la década pasada una des aceleración brusca en la formación de nuevos hogares. Menos hogares –manteniendo otras cosas iguales– implica menos necesidad y/o de manda de unidades nuevas. • Menos niños: La estructura de la población por edad está cambiando rápidamente. La proporción de puertorriqueños que son niños es cada vez menor, y hasta se proyecta un decrecimiento absoluto en la po blación infantil en las próximas dé cadas. • Más personas de edad avanza da: La otra cara de la moneda es que la proporción de puertorri queños mayores de 50 años es cada vez mayor, y se proyecta que au mente sustancialmente en las próximas décadas. A todo lo anterior hay que añadir que, lamentablemente, la condición
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económica de muchos de los envejecientes se proyecta ahora menos favorable que lo que hubiéramos pensado diez años atrás. Luego de una década perdida en términos de desarrollo económico, un periodo prolongado de depresión salarial y alto desempleo, y un futuro ensombrecido por los problemas financieros de los diversos sistemas de pensiones, muchos de los ciudadanos de edad avanzada seguramente vivirán en condiciones económicas apretadas. La última década y media no ha sido precisamente un período de acumulación de riqueza en Puerto Rico; más bien, hemos perdido una parte sustancial del caudal acumulado en tiempos mejores. Esta nueva demografía tiene consecuencias muy profundas en el mercado de vivienda que persistirán por largos años; aun mucho después de que hayamos dejado en el olvido estos años de la Gran Recesión. A continuación se esbozan algunas de las más sobresalientes: • Más necesidad y menos deman da: Se sabe que la necesidad y la demanda no son la misma cosa. Todo hogar tiene la necesidad de una vivienda, pero solo los que tienen el poder adquisitivo para comprarla tienen una demanda de vivienda. En el pasado, lo típico en la Isla ha sido que aproximada mente la mitad de las nuevas uni dades que se requieren se pueden clasificar como demanda; la mitad solo se puede clasificar como ne cesidad. En el futuro, con una po blación más pobre, veremos una presión creciente de necesidad vis a vis la demanda. Esto creará un nuevo sentido de urgencia para la política pública de provisión de vivienda asequible, y obligará a la industria de la construcción a bus car maneras de controlar el costo de las nuevas unidades. • La casita ideal ya no será la de antes: En un país con menos ni ños, la vivienda ideal ya no será una casa con patio, tres dormi torios y dos baños. La “cultura de la urbanización” irá perdiendo peso en nuestra vida cotidiana, a medida que la gente busque su vi42
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vienda pensando en las necesidades y conveniencias de los adultos jóvenes y de las personas de edad avanzada, y no de los niños.
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Un nuevo urbanismo: Las personas de edad avanzada, y los adultos jóvenes sin niños en el hogar tienden a preferir una vivienda más cerca de los centros urbanos, donde se pueda caminar al supermercado y a la farmacia, donde se pueda reposar en un parque, donde cualquier gestión no requiera salir de la marquesina de la casa montado en el automóvil. A la larga, la nueva demografía traerá consigo un nuevo tipo de urbanismo.
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100+ 95- 99 90- 94 85- 89 80- 84 75- 79 70- 74 65- 69 60- 64 55- 59 50- 54 45- 49 40- 44 35- 39 30- 34 25- 29 20- 24 15- 19 10- 14 5- 9 0- 4 0 Edad
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Reajustes entre el inventario existente y la vivienda nueva: A medida que vayan ocurriendo los cambios ya descritos en las preferencias de las viviendas de la población, se irán liberando unidades tradicionales de urbanización de ese gran inventario que se construyó en la vida de las dos últimas generaciones. La vivienda nueva será cada vez más diferente de esta vivienda existente; y para equilibrar el acervo que hay con el acervo por desarrollar, el mercado tendrá que producir ajustes en precios que ahora son difíciles de predecir, pero que sin duda serán importantes. Es predecible que mecanismos relativamente innovadores, como los de la hipoteca
El reto de la vivienda asequible
El futuro ya está aquí, en cierto sentido. Los constructores de viviendas saben que la industria se tiene que reinventar para prosperar en el Puerto Rico de la nueva demografía. En ese contexto, producir viviendas adecuadas a precios asequibles será un reto formidable, pero ya se empiezan a ver concursos para diseñar unidades de bajo costo, con amenidades orientadas al nuevo mercado y que cumplan con las condiciones necesarias de seguridad y protección ambiental. Los arquitectos han respondido con entusiasmo al reto de producir nuevos diseños, y es de esperar que entre desarrolladores, arquitectos, ingenieros y banqueros logren desarrollar productos de valor y utilidad para el Puerto Rico del futuro cercano. La política pública tiene que adaptarse ágilmente a esa evolución del mercado, entre otras cosas adoptando una actitud flexible y creativa en materia de incentivos, financiamiento y reglamentación. En el plan estatal de vivienda para el quinquenio 2011-2015 se proyecta una necesidad de vivienda asequible que suma 38,773 unidades nuevas; equivalente a 7,755 por año, en promedio. A esto habría que sumarle el déficit habitacional acumulado que se viene arrastrando desde la década pasada. Los estimados sobre el déficit varían, pero muchos de ellos se ubican cerca de las 100,000 unidades. En vista de que en los cinco años de la recesión la construcción nueva ha sido casi inexistente, el problema tiene que haberse agravado peligrosamente. El reto es, por lo tanto, formidable. La crisis en el mercado inmobiliario ha demostrado que no podemos confiar en que la oferta cree su propia demanda. De igual modo, no podemos confiar en que la demanda –o, más aún, la necesidad– cree su propia oferta. Pero la demanda y la oferta se pueden y se deben encontrar; en ese mismo espacio en que la nueva demografía llegue finalmente a converger con un nuevo proyecto de país.
Glosario de vivienda asequible
Se agradece la colaboración de Rafael Pumarada Sánchez en la elaboración de este glosario.
Omayra Rivera Crespo
La vivienda es un hecho social clave, estrechamente relacionado con la complejidad y riqueza de la naturaleza humana, y por lo tanto, complejo y rico, él también. Víctor Saúl Pelli, Habitar, participar, pertenecer En el siguiente glosario se define el término de vivienda asequible y otros que ayudan a entender las diversas maneras en que una vivienda puede ser asequible y lo que la hace asequible. De igual manera, se muestra cómo se definen algunos de estos temas en las leyes de Puerto Rico. La mayoría de los términos se utilizan en los diferentes artículos de la revista y es importante entender en qué se diferencian. Vivienda asequible.
Vivienda cuyo precio de compra o alquiler es asequible a individuos o familias de ingresos bajos o moderados, que no pueden acceder a una vivienda en el mercado formal, a menos que esta esté subsidiada por el Gobierno. Vivienda informal autoconstruida.
Vivienda construida por sus habitantes y en terrenos ocupados por ellos, generalmente cerca del lugar donde trabajan. Según el país donde se encuentran, al conjunto de ellas se les llama barracas, chabolas, favelas, arrabales, viviendas marginales, slums o asentamientos informales.
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Vivienda pública.
En Puerto Rico, este tipo de vivienda se refiere a la vivienda construida bajo programas del Gobierno federal de Estados Unidos, y que comenzaron a construirse bajo la ley federal de The United States Housing Act of 1937. Esta ley tenía como propósito eliminar condiciones de insalubridad e inseguridad de las viviendas informales en las que habitaba una gran cantidad de personas de bajos recursos. Al inicio, a estos proyectos de vivienda pública se les llamó “caseríos” y más tarde, para quitar la carga negativa del nombre, se les llamó residenciales públicos o residenciales. El Gobierno siempre es dueño de la vivienda y le alquila a personas o familias de ingresos bajos o moderados. En Puerto Rico hay un poco más de 300 residenciales, y cerca de 55,000 unidades de vivienda. Debido a una ley federal de finales de los años noventa, la cantidad de unidades de vivienda pública de todas las jurisdicciones estadounidenses no puede aumentar; solo puede remplazarse el número de unidades que se demuelan. Vivienda cooperativa.
Vivienda creada o manejada con el apoyo de una cooperativa, cuyo interés es apoyar la vivienda asequible y, a la vez, proveer programas de educación, autogestión y convivencia a sus socios residentes. En Puerto Rico, la Ley General de Sociedades Cooperativas de Puerto Rico (Ley Núm. 239 de 1 de septiembre de 2004, según enmendada) definió las cooperativas de vivienda como aquellas que “se dedican a la administración, compra, construcción, venta, alquiler y a cualquier otra actividad relacionada con la vivienda y la convivencia comunitaria. Su finalidad es proveer una vivienda adecuada a familias de escasos y medianos recursos, asegurar un entorno comunitario tranquilo y seguro, educar a socios y residentes en los principios de autogestión, responsabilidad y convivencia social, y evolucionar este tipo de alternativa de vivienda cooperativa para aumentar la efectividad con que se logran estos cometidos.”
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ENTORNO DOSSIER
revertida, pasen a jugar un papel cada vez mayor en este mercado.
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Vivienda de interés social.
Vivienda subsidiada.
Vivienda prediseñada.
El término se ha utilizado en la Isla de forma equivalente al término vivienda asequible. A partir de la Ley Núm. 47 de 26 de junio de 1987, según enmendada, el término se ha estado utilizando, en los ámbitos gubernamentales y de desarrollo, de una forma particular para significar el tipo de vivienda auspiciado por esta ley. Según su definición legal, vivienda de interés social significa, en caso de venta, aquellas unidades cuyo precio es bajo los cien mil dólares, cuyo y precio máximo depende del tipo de vivienda –individual o multifamiliar– y de su localización en centros urbanos y áreas metropolitanas. Según la ley, el término vivienda de interés social también aplica a viviendas de alquiler para familias de ingresos bajos o moderados, desarrolladas con el auspicio de programas de asistencia gubernamental.
Vivienda en la que el Gobierno paga una parte de la hipoteca o la renta del residente.
Vivienda que se construye a base de planos previamente diseñados por un arquitecto o ingeniero. Los diversos tipos de vivienda varían en precio según el tamaño y los materiales en que se construyan. En Puerto Rico hay varias empresas que ofrecen este tipo de vivienda. Ya entre 1908 y 1940 la tienda Sears ofrecía viviendas prediseñadas en Estados Unidos y los compradores podían elegir la que preferían en su catálogo Book of Modern Homes and Building Plans.
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Vivienda participativa.
Vivienda que se proyecta o construye tomando en cuenta la opinión y, más aún, las necesidades de sus habitantes. En un proceso participativo, los habitantes toman decisiones sobre la configuración espacial de los espacios de sus viviendas y los materiales que la componen, como también de los espacios comunes o de uso público del conjunto. Otra forma de participación puede ocurrir cuando los habitantes trabajan en la construcción de sus viviendas. En ambos casos los arquitectos, como técnicos especializados, pueden actuar como organizadores del proceso y como orientadores y adiestradores.
ENTORNO21
Vivienda prefabricada.
Vivienda construida con materiales o componentes que son elaborados en fábricas y que también pueden ser producidos en serie de forma estándar. También se le llama vivienda industrial o industrializada. Los componen-
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ENTORNO
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tes pueden ser combinados de diversas maneras permitiendo que se construyan distintos tipos de viviendas que alberguen personas con necesidades diferentes o variadas formas de agrupaciones familiares. Vivienda incremental/expandible.
La vivienda incremental es una que contiene los espacios mínimos requeridos para poder habitarse, pero que, a su vez, se le pueden añadir espacios con el tiempo. Para que esto sea posible, la configuración de la vivienda, y el terreno donde está ubicada, debe permitir este crecimiento horizontal y vertical. Vivienda inacabada.
Vienda que solo contiene el baño, la cocina y en algunos casos un espacio que se puede subdividir o que pue-
de crecer. Los ocupantes, a través del tiempo, son responsables de completar estas viviendas. También reciben el nombre de medias viviendas. Vivienda adaptable.
Vivienda cuyos espacios no tienen una jerarquía en términos de tamaño y, por tanto, sus habitantes pueden ocuparlos de diversas maneras según sus gustos y necesidades. A estos espacios no se les designa previamente una función –como sería denominar dormitorios o sala de estar–, sino que los habitantes eligen el uso que quieren darles, dependiendo de las necesidades familiares y de sus características formales de tamaño, forma, ubicación, iluminación y ventilación.
9
Vivienda flexible.
Vivienda cuyas divisiones interiores podrían reubicarse de manera fácil e incluso podrían ser móviles, plegables, corredizas o giratorias. De esta manera, el soporte o caparazón estructural es fijo, mientras que las divisiones interiores pueden cambiar según los requerimientos de los habitantes. Vivienda incremental 9 La Nueva Trujillo Vivienda informal 1 La Perla / 2 El Caño Vivienda pública 3 Residencial Puerta de Tierra Vivienda de interés social 4 Villas del Paraíso / 5 Paseo del Conde Vivienda subsidiada 6 Caguas Courtyard Vivienda prediseñada/prefabricada 7 Maqueta de tuplano.com Vivienda participativa 8 Pueblo indio y Villa sin miedo
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La vivienda en el Programa de las Comunidades Especiales Se agradece la colaboración de Federico Del Monte en proveer información para este artículo.
Juan Vaquer Castrodad
En Puerto Rico, el acercamiento y las estrategias del Gobierno para atender la falta de vivienda asequible han variado notablemente durante las pasadas ocho décadas. Desde las incursiones públicas originales en la década del treinta hasta el presente, han sido variados y numerosos tanto los modelos utilizados como las entidades públicas que han incidido sobre el tema. Los primeros proyectos, tales como El Falansterio en Puerta de Tierra y el desarrollo de la urbanización Eleanor Roosevelt en el decenio de los treinta, responden a las políticas federales adoptadas entonces por la Administración de Franklin Roosevelt en respuesta a los problemas sociales generados por la Gran Depresión. Luego, en la década de los cuarenta se adoptan en Puerto Rico esquemas de colaboración comunitaria para la construcción de vivienda rural con los esfuerzos del Programa de Ayuda Mutua y Esfuerzo Propio que facilitó la construcción de miles de hogares por los campos, con materiales y supervisión provistos por el Estado y mano de obra suplida por los propios vecinos y futuros residentes de esas unidades. En la década del cuarenta también cobra auge la construcción masiva de proyectos de vivienda pública subsidiada por el Gobierno federal, que posteriormente permitió la construcción de complejos residenciales en la mayoría de los municipios del país. En San Juan, particularmente, estos sirvieron para comenzar a mudar las decenas de miles de familias atrapadas en terribles condiciones en los arraba-
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les levantados en las márgenes del caño Martín Peña. Ya en el 1957, a la recién creada Corporación de Renovación Urbana y Vivienda se le asigna la tarea de desarrollar o renovar vivienda para las poblaciones de escasos recursos. En los años setenta surgen estructuras adicionales de financiamiento, como la Autoridad para el Financiamiento de Vivienda en el Banco Gubernamental de Fomento y el Banco de la Vivienda. Otras entidades –como las agencias federales de HUD y de Rural Development, así como la Corporación de Desarrollo Rural en el Departamento de Agricultura estatal– intervinieron también directamente en el desarrollo de vivienda de interés social a través de subsidios de renta y financiación de Sección 8 y de otros programas que respondieran a cambios en las políticas federales para ayudar a proveer vivienda asequible. En el 2001, se realizan cambios en el esquema gubernamental estatal para promover vivienda asequible. Se funden el Banco de la Vivienda y la Autoridad de Financiamiento de Vivienda bajo el Banco Gubernamental de Fomento –dejando al Departamento de la Vivienda sin un brazo financiero y operacional– y se crea el Fideicomiso de las Comunidades Especiales que utiliza diversos mecanismo para el desarrollo y rehabilitación de viviendas y comunidades enteras en sectores de alto nivel de pobreza. El Programa de las Comunidades Especiales surge originalmente en el Municipio de San Juan bajo la alcaldesa Sila María Calderón, y luego se instituye en toda la Isla luego de su elección como gobernadora de Puerto Rico. Con este programa se promueve el mejoramiento de 686 comunidades identificadas como focos de pobreza extrema y de particular carencia de servicios esenciales y de viviendas adecuadas. En el 2002 se asignan 1,000 millones de dólares al Fideicomiso de las Comunidades Especiales con varios propósitos: la organización de las comunidades, la elaboración de planes comunitarios y planes maestros, y la inversión en proyectos de infraestructura y vivienda. Varias entidades parENTORNO21
ticiparon en este esfuerzo: el Fideicomiso de las Comunidades Especiales, la Corporación de Desarrollo Rural, el Departamento de la Vivienda, la Oficina de Comunidades Especiales y el Departamento de Transportación y Obras Públicas. La inversión principal para las comunidades especiales se asignó para el desarrollo de infraestructura y de vivienda. Cerca de $600 millones se asignaron al Departamento de Transportación y Obras Públicas para mejoras de infraestructura y cerca de $300 millones al Programa de Comunidades Especiales en el Departamento de la Vivienda. Con esta última asignación se rehabilitan cerca de 3,000 unidades de vivienda y se construyen cerca de 2,000 nuevas unidades. La inversión en 2,000 de nuevas unidades de vivienda se divide en dos categorías principales: desarrollos de nuevas comunidades e inserciones de nueva vivienda en comunidades existentes. Las nuevas comunidades se establecen para reubicar comunidades cuyo emplazamiento actual es de alto riesgo. Algunas de estas nuevas comunidades son Tocones en Loíza (Héctor Arce, arquitectos), Lomas Maestre1 en Utuado y Montesoria1 en Salinas, (Luis Flores, arquitecto), El Peligro2 en Lares (Manuel Bermúdez, arquitectos), Corea en Bayamón y Arenales en Dorado (Emilio Martínez, arquitectos), y Guarico Viejo en Vega Baja (Atelier 66, CSP). A estos desarrollos se añaden los proyectos de Santo Domingo y Pellejas2 en Morovis (Manuel Bermúdez, arquitectos), Riberas de Bucaná en Ponce (Andrés Mignucci, arquitecto) y Villas de Coamo3 (Davis y Fuster, arquitectos) que se realizan con fondos del Federal Emergency Management Agency (FEMA) y de 1 Los proyectos Lomas Maestre en Utuado y Montesoria en Salinas, del Programa de Comunidades Especiales, se reseñaron en el libro Luis Flores Arquitecto / Architect. (San Juan: Fundación por la Arquitectura, 2009) pp. 5257 y 74-77. 2 La relocalización de la comunidad El Peligro y la nueva vivienda para Santo Domingo y Pellejas, de Manuel Bermúdez arquitectos, se reseñaron en el artículo de Manuel Bermúdez “Yes! We can? Modelos de vivienda de interés social” en la revista ENTORNO 11, año 3 / vol. 3 / 2008, pp. 49-53.
Colaboradores en firma de arquitecto: Emilio Martínez, José Rafael Ramírez, José Rodríguez
La comunidad original de Corea, de 33 familias, está enclavada entre dos mogotes y expuesta a fuertes escorrentías en momentos de lluvia, y a riesgos de derrumbes y desprendimientos. Su infraestructura carece de sistema pluvial y alcantarillado sanitario. El proyecto construido contempló el realojo de toda la comunidad a un nuevo desarrollo de viviendas en un terreno cercano. Se crearon 25 solares de 180 metros cuadrados, con casas en hileras de 2, 3 y 4 dormitorios, y un edificio de ocho apartamentos de 2 y 3 habitaciones en un solar de 1,170 metros cuadrados. Todas las unidades de vivienda tienen un frente hacia la calle y una fachada posterior que da a un patio comunitario al interior del bloque.
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1 comunidad Corea 2 solar para relocalizar la comunidad
patio
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ENTORNO DOSSIER
Foto aérea del proyecto
1 edificio de apartamentos 2 casas en hilera 3 patio interior de bloque residencial
patio
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3 El proyecto Villas de Coamo, de David-Fuster arquitectos, se reseñó en la revista ENTORNO 11, año 3 / vol. 3 / 2008, pp.14 y 15.
Corea en Bayamón / Emilio Martínez arquitectos
Plano de situación de la nueva Corea
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calle
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fondos provenientes del litigio Ponce en Marcha, pero que se coordinan por el Departamento de la Vivienda. Las inserciones de vivienda nueva en comunidades existentes se localizan en comunidades con una parte significativa de vivienda en condiciones buenas o rehabilitables, pero con una porción de ellas en malas condiciones, o localizadas en terrenos inseguros. De estas inserciones resaltan los proyectos El Cielito en Comerío (Emilio Martínez arquitectos), Dulces Labios en Mayagüez (Acevedo y Fuster, arquitectos), y Caracol en Juncos (Esteban Sennyey, arquitectos). En este esfuerzo de lograr proyectos puntuales de vivienda nueva, también colabora la Directoría de Urbanismo, establecida durante ese período en el Departamento de Transportación y Obras Públicas, con el proyecto de inserción de unas 20 a 25 viviendas en el casco tradicional de Guayama (Atelier 66, CSP), así como con el proyecto de viviendas urbanas de Vega Baja (Jorge Rigau, arquitectos). Ambas categorías de proyectos de vivienda se representan en los proyectos de Corea en Bayamón y de El Cielito en Comerío, ambos diseñados por la firma Emilio Martínez Arquitectos, y en el proyecto Guarico Viejo en Vega Baja, de la firma Atelier 66, CSP, cuyas ilustraciones acompañan este artículo. Los variados proyectos de vivienda del Programa de Comunidades Especiales ofrecen una interesante variedad de diseños, acercamientos al problema y adaptaciones al entorno, a la vez que demuestran una calidad arquitectónica muchas veces ausente en los proyectos dirigidos a las poblaciones de escasos recursos. Evidencian, al mismo tiempo, las posibilidades que nos pueden ofrecer posturas gubernamentales distintas y más sensibles al entorno y a la construcción de calidad para sectores pobres que aseguren que estas inversiones públicas para viviendas de interés social contribuyan a una mejor calidad, tanto de vida como de los espacios físicos en estas comunidades.
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Planta de piso unidad de 4 habitaciones
La nueva vivienda vista desde el patio interior
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El Cielito en Comerío / Emilio Martínez arquitectos Colaboradores en firma de arquitectos: Emilio Martínez, José Rafael Ramírez, José Rodríguez, Gilberto De Jesús
de vivienda. Los nuevos espacios públicos incluyen nuevas calles, plazas y escalinatas, que se utilizan para localizar la infraestructura de servicio eléctrico, agua potable y sistema sanitario y pluvial. Como parte del proyecto, el Municipio crea una Escuela de Bellas Artes y rehabilita el antiguo colmado Guerrero como un centro de la comunidad.
Foto aérea del proyecto de El Cielito (demarcado en rojo) y centro urbano de Comerío
nueva vivienda vivienda a rehabilitarse *Necesito imagen con mejor resolución
nuevas calles, aceras y estacionamientos viviendas en buenas condiciones edificios cívicos existentes
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estructuras deterioradas (fase 1) estructuras deterioradas (fase 2) estructuras a permanecer
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La intervención en El Cielito se dirigió a rehabilitar unas veinte viviendas y crear una decena de nuevas unidades, así como a establecer una estructura espacial que organice la comunidad y la integre a la trama urbana del pueblo de Comerío. Se demuelen viviendas desocupadas en mal estado para crear nuevos espacios públicos y hacer lugar para nuevas unidades
Condición existente de estructuras
Plan maestro de El Cielito
Foto aérea de Comerío y El Cielito (al fondo)
Nuevas viviendas en El Cielito
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Calle con nueva vivienda
ENTORNO21
La intervención en Guarico Viejo resultó de una colaboración del Departamento de la Vivienda con el Municipio de Vega Baja para reconstruir una comunidad especial localizada en un área no inundable de la reserva natural de la Laguna Tortuguero. En el proyecto se rehabilitaron cuatro viviendas y se construyeron cincuenta y cuatro nuevas. Las
nuevas viviendas, de dos, tres y cuatro habitaciones, se construyeron de hormigón y bloque, con un balcón exterior de madera tratada cubierto con láminas de acero galvanizado. Se proveyó nueva infraestructura a toda la comunidad, que incluyó charcas de retención, sistema pluvial y sanitario, nuevas calles, áreas de recreación y siembra de árboles.
Foto aérea de comunidad original Guarico Viejo
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Plano de situación, según construido
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1 terraza 2 sala/ comedor 3 cocina 4 baño 5 dormitorio
Índice de programas para la promoción de vivienda asequible disponibles en Puerto Rico Bennett Díaz Figueroa
Con la excepción de los programas municipales y otros dirigidos a poblaciones particulares, se describen aquí los programas gubernamentales vigentes que apoyan la oferta de vivienda de costo asequible en el país. Además de constatar el año en que se originan los diversos programas –algunos vigentes por más de siete décadas– se han sobresimplificado las reglas aplicables a cada uno para destacar el tipo de usuario a quién se dirigen, los beneficios disponibles, la actividad elegible para asistencia, y los límites para el costo de las unidades de vivienda elegibles y para los ingresos de las personas que interesan cualificar. Además, se particulariza la localización y el tipo de unidad habitacional que el sector público promueve bajo cada programa. Sin ánimo de emprender un análisis, salta a la vista que, luego de siete décadas de control de la oferta de vivienda para un amplio sector de la población, el sector público no haya capitalizado esta función para promover políticas coherentes de desarrollo comunitario y urbanístico. En cambio, lo aquí detallado es una radiografía de rezagos de reformas agrarias y políticas de urbanización y modernización, que coexisten indistintamente con impulsos intermitentes al sector de la construcción y respuestas contingentes a la crisis económica de turno.
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Planta típica de vivienda de tres habitaciones
Vista de viviendas nuevas desde la calle
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ENTORNO DOSSIER
Guarico Viejo en Vega Baja / Atelier 66, CSP Colaboradores en firma de arquitectos: Magda Bardina García, Ligia Saldaña, Roberto García, Ricardo Miranda, Jesús Omar García Beauchamp, Alejandro Santiago Villoch
Año
Programa
Referencia
1941
Distribución y Administración de Parcelas o Solares para Vivienda Bajo el Título V de la Ley de Tierras de Puerto Rico
Ley Núm. 26 de 12 de abril de 1941, s.e. Reglamento Núm. 7534 de 30 de julio de 2008.
1965
Fondo de Reserva de Hipotecas Aseguradas
Ley Núm. 87 de 25 de junio de 1965, s.e. Reglamento Núm. 7699 de 22 de mayo de 2009, s.e.
1972
Programa de Ayuda de Materiales
Art. 4 de la Ley Núm. 97 de 10 de junio de 1972. Reglamento Núm. 8057 de 9 de agosto de 2011.
1974
Programa de Vales para la Libre Selección de Vivienda (Sección 8)
Ley Federal de Vivienda y Desarrollo Comunitario de 1974. 24 CFR 982.
1983
Programa Selección y Ocupación para Vivienda en Residenciales de Vivienda Pública
Ley Federal de Vivienda y Renovación Urbana de 1983. Reglamento Núm. 6391 de 31 de enero de 2002.
1986
Crédito Contributivo Federal para Desarrollo de Vivienda para Familias de Ingresos Bajos
Ley Federal de Reforma Contributiva de 1986. Sección 42 del Código Federal de Rentas Internas.
Crédito Contributivo Federal para Preservación Histórica
Ley Federal de Reforma Contributiva de 1986. Sección 42 del Código Federal de Rentas Internas. 36 CFR 67.
1987
Nueva Operación de Vivienda. Ley de Coparticipación del Sector Público y Privado para la Nueva Operación de Vivienda
Ley Núm. 47 de 26 de junio de 1987, s.e. Reglamento Núm. 5048 de 24 de marzo de 1994, s.e.
1990
Programa HOME
Título II de la Ley Nacional de Vivienda Asequible Craston González de 1990. 24 CFR 92.
1993
Programa de Subsidio para Vivienda de Interés Social
Ley Núm. 124 de 10 de diciembre de 1993, s.e. Reglamento 7484 de 24 de marzo de 2008, s.e.
1996
Programa de Pareo Estatal de Arrendamiento Para Viviendas de Veteranos y Subsidio de Arrendamiento y Mejoras de Vivienda Para Personas de Mayor Edad con Bajos Ingresos
Ley Núm. 173 de 31 de agosto de 1996. Reglamento 7233 de 17 de octubre de 2006.
2000
Crédito Contributivo para Nuevos Mercados (New Markets Tax Credits)
Ley Federal de Alivio Contributivo para Renovación Comunitaria del 2000. Sección 45D del Código Federal de Rentas Internas.
Asistencia Tecnológica en Vivienda de Interés Social
Ley Núm. 213 de 29 de agosto de 2000. Reglamento Núm. 7381 de 10 de julio de 2007.
2001
Programa de Préstamos Hipotecarios de la AFV
Ley Núm. 103 de 11 de agosto de 2001, s.e. Reglamento Núm. 6876 de 6 de octubre de 2004, s.e.
Programa Mi Seguro Hipotecario20
Ley Núm 103 de 11 de agosto de 2001, s.e. Reglamento Núm. 7699 de 22 de mayo de 2009, s.e.
Hasta la cantidad autorizada por la Autoridad para el Financiamiento de la Vivienda. 2 Bajo el Programa Protege Tu Hogar, hasta 200% del valor asegurable. 3 Bajo el Programa Protege Tu Hogar, hasta $72,000 anuales. 4 Hasta el monto fijado por el secretario de Vivienda. 5 Según topes establecidos anualmente por el Departamento Federal de Vivienda. 6 Equivalente al costo elegible del proyecto, a ser consumido durante 10 años. 7 Equivalente a 20% de la inversión elegible en la rehabilitación del inmueble, que cumpla con los criterios de conservación establecidos.
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ENTORNO21
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$5,000 por el ingreso obtenido de la venta de cada unidad, o de los ingresos de alquiler obtenidos dentro de 15 años, hasta el 10% de lo invertido en el proyecto. 9 Como unidad de vivienda de interés social, se define aquella de tipo unifamiliar o multifamiliar cuyo precio de venta no exceda: 1) de $78,260 a $90,000, en el caso de unidades unifamiliares, 2) de $91,304 a $105,000, en el caso de unidades multifamiliares, 3) de $95,652 a $110,000, en el caso de viviendas unifamiliares o multifamiliares localizadas en centros urbanos o 4) de $108,695 a $125,000, en el caso de unidades localizadas en los centros urbanos de San Juan, Guaynabo, Bayamón, Vieques y Culebra.
Según topes establecidos anualmente por el Departamento Federal de Vivienda. Para que un desarrollo cualifique bajo el programa deberá constar de un mínimo de 8 unidades contiguas de las que, cuando menos 20%, deberán ser clasificadas como viviendas de interés social. 12 Hasta la suma de $400 mensuales o $600 para veteranos acogidos al sistema de cuidado de enfermería. 13 Beneficia al inversionista en entidades de desarrollo comunitario que tienen por objetivo invertir capital en proyectos elegibles. En Puerto Rico, existen 8 entidades de desarrollo comunitario reconocidas por el Servicio Federal de Rentas Internas. La Autoridad para el Finan10
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Multifamiliar Alquiler
Multifamiliar
Tipo
Indistinto u Otro Unifamiliar
Centro Urbano
Lugar
No Aplica Rural
Otro
Bajos o Moderados Clase Media
Ingresos
Envejecientes o Incap.
Otro No Aplica
Topes de Alquiler
Interés Social Bajo Costo o Clase Media
Costo Unidad
Otros
Alquiler Venta
Refinanciamiento
Mejora o Ampliación Rehabilitación
Adquisición
Otro Nueva Construcción
Solar o Parcela
Actividad Elegible
Subsidio Alquiler Subsidio Hipoteca
Materiales
Gastos Hipotecarios Seguro Hipotecario
Préstamos Preferentes
Crédito Estatal Depreciación
Crédito Federal
Beneficio
Inquilino Sin Hogar u Otros
Arrendador
Vendedor Comprador
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ciamiento de la Vivienda mantiene, además, un Programa de Coparticipación de Bancos y Cooperativas que apalanca, con fondos provenientes de new markets, fondos de la banca privada o de cooperativas para viabilizar nueva construcción. 14 Hasta 39% de su inversión, como crédito contributivo federal, que se consumirá en 7 años. 15 En comunidades de bajos ingresos, definidas como aquellas con niveles de pobreza mayores del 20% o ingresos familiares menores del 80% de la mediana del ingreso familiar de un área censal determinada. 16 Todo desarrollador debe reservar un 5% del total de las unidades en proyectos de interés social, para destinarlas
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como residencias para personas de edad avanzada (60 años o más) o personas con impedimentos. Estas unidades serán construidas conforme las guías mínimas del concepto de vivienda universal, para lo cual los desarrolladores podrán utilizar el asesoramiento del Programa de Asistencia Tecnológica de la Universidad de Puerto Rico. 17 Mayores de 60 años que cualifiquen para vivienda de interés social. 18 Hasta $150,000. La cantidad del préstamo no puede exceder el 98% del valor de tasación o el precio de venta, lo que fuere menor; o 97% del valor de tasación del terreno y el costo de las obras en caso de mejoras. Las
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hipotecas pueden constituirse por hasta 40 años, o 20 años en caso de mejoras que incluyan materiales no permanentes, o 15 años en el caso de unidades de madera y techo de zinc. 19 Hasta $60,000 anuales. 20 La disponibilidad del programa es discrecional y es notificada mediante carta circular. 21 El banco hipotecario puede financiar hasta un 105% del precio de compra, mientras el seguro cubre el 20% del riesgo y el banco hipotecario, hasta el restante 85%. 22 Hasta $300,000. 23 Hasta $130,000 anuales y no poseer ninguna otra propiedad.
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Año
Programa
Referencia
2001
Créditos Contributivos por Infraestructura de Vivienda24
Ley Núm. 98 de 10 de agosto de 2001, según enmendada. Reglamento Núm. 8226 de 26 de junio de 2012.
Créditos Contributivos por Inversión en la Nueva Construcción o Rehabilitación de Vivienda para Alquiler a Familias de Ingresos Bajos o Moderados26
Ley Núm. 140 de 4 de octubre de 2001, s.e. Reglamento Núm. 6473 de 11 de junio de 2002.
2002
Ley para la Revitalización de los Centros Urbanos30
Ley 212 de 29 de agosto de 2002, s.e. Reglamento Núm. 7777 de 30 de noviembre de 2009.
2003
Creación y Operación de Proyectos de Vivienda de Vida Asistida en Puerto Rico
Ley Núm. 244 de 3 de septiembre de 2003. Reglamento Núm. 7299 de 23 de marzo de 2007.
2009
Programa de Estímulo de Compra de Vivienda34
Artículo 5 de la Ley Núm. 9 de 9 de marzo de 2009, s.e. Reglamento Núm. 7793 de 12 de enero de 2010, s.e.
Programa Protege Tu Hogar
Artículo 4 de la Ley 109 de 9 de marzo de 2009. Art. 49 del Reglamento Núm. 7699, s.e.
Programa Bono de Vivienda para Gastos de Cierre
Art. 2(24) del Reglamento Núm. 7925 de 27 de septiembre de 2010. Resolución de la Junta de Directores de AFV Núm. 2009-32 de 21 de agosto de 2009.
Programa Mi Nuevo Hogar
Ley Núm. 209 de 29 de diciembre de 2009, s.e. Reglamento Núm 7915 de 1 de septiembre de 2010, s.e.
2010
Programa Impulso a la Vivienda
Ley Núm.132 de 2 de septiembre de 2010, s.e. Reglamento Núm. 8048 de 14 de julio de 2011. Reglamento Núm. 8127 de 23 de diciembre de 2011. OE-2012-027 de 8 de junio de 2012.
2011
Programa de Estímulo a la Compra e Inversión sobre el Inventario Acumulado de Viviendas Nuevas
Ley Núm. 226 de 21 de noviembre de 2011.
2012
Programa Tu Casa
Reglamento Núm. 8203 de 29 de mayo de 2012. Orden Administrativa del Secretario de la Vivienda Núm. 12.5 de 4 de mayo de 2012.
Programa de Préstamos para la Rehabilitación y Construcción de Vivienda para Nuestras Comunidades Especiales
Ley Núm. 82 de 4 de mayo de 2012. Reglamento Núm. 8254 de 13 de septiembre de 2012.
24 El programa, cuyo límite es de 15 millones por año, estuvo sujeto a la moratoria decretada por la Ley Núm. 7 de 9 de marzo de 2009, hasta el pasado 1 de enero de 2012. 25 Hasta 100% de la inversión en infraestructura construida en conjunto con un proyecto de vivienda, tal como: sistemas de acueductos y alcantarillados, sistemas de eliminación de desperdicios sólidos o peligrosos, sistemas de recuperación de recursos, sistemas de energía eléctrica, carreteras, accesos, intersecciones vehiculares, paseos peatonales, facilidades de estacionamiento, puentes, túneles, sistemas de transportación, incluyendo los de transportación colectiva, sistemas de comunicación, incluyendo teléfonos, y sistemas u obras de control de aguas pluviales. 26 El crédito, cuyo límite es de 15 millones por año, estuvo sujeto a la moratoria decretada por la Ley Núm. 7 de 9 de marzo de 2009, hasta el pasado 1 de enero de 2012. 27 Equivalente a 50 centavos por cada dólar de inversión elegible para construcción o rehabilitación, en cantidad
proporcional al porciento de ocupación o alquiler del proyecto. El programa permite la utilización conjunta de créditos estatales y federales (Low-Income Housing Tax Credits), hasta el 90% del financiamiento requerido. 28 En el caso de desarrollos en los centros urbanos, la cantidad mínima de unidades podrá ser menor, sujeto a autorización. 29 La ocupación de las unidades no debe ser menor de 75%, por un periodo de 10 años. 30 La Ley Núm. 37 de 10 de julio de 2009, Ley de Emergencia Fiscal de 2009, impuso una moratoria a la concesión de créditos contributivos bajo la Ley para la Revitalización de los Centros Urbanos hasta el pasado 31 de diciembre de 2011 y un tope correspondiente a créditos contributivos hasta el próximo 31 de diciembre de 2012. 31 Equivalente al 75% del costo elegible de su inversión, o del 100% si estuviera localizada la obra frente a una plaza o en un centro urbano designado como Zona Histórica. 32 7 años en línea recta. 33 Para el beneficio de depreciación acelerada.
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ENTORNO21
34 La disponibilidad del programa es discrecional, según se notifique mediante carta circular. 35 Para el pronto pago, hasta $25,000 para unidades de nueva construcción y de $10,000 para unidades existentes, en la forma de una segunda hipoteca que no paga principal ni intereses asegurable por 10 años. 36 Doble del valor asegurable por FHA, hasta $600,000. 37 Hasta 4 unidades. 38 Hasta 25% del principal para reestructurar una hipoteca original anterior a 1 de enero de 2009 para permitir una moratoria en el pago de principal, una extensión de la fecha de vencimiento, una reducción en los pagos de principal e intereses, una reducción en la cuantía de intereses o la eliminación parcial o total de cargos por mora. 39 Hasta $300,000. 40 Hasta $72,000 anuales, incluyendo cónyuge. 41 Aportación mínima equivalente a 5% del precio de venta o el valor tasado de la unidad de vivienda, lo que sea menor. 42 En caso de unidades a ser adquiridas que incluyan rehabilitación.
Multifamiliar Alquiler
Multifamiliar
Tipo
Indistinto u Otro Unifamiliar
Centro Urbano
Lugar
No Aplica Rural
Otro
Bajos o Moderados Clase Media
Ingresos
Envejecientes o Incap.
Otro No Aplica
Topes de Alquiler
Interés Social Bajo Costo o Clase Media
Costo Unidad
Otro
Alquiler Venta
Refinanciamiento
Mejora o Ampliación Rehabilitación
Adquisición
Otro Nueva Construcción
Solar o Parcela
Actividad Elegible
Subsidio Alquiler Subsidio Hipoteca
Materiales
Gastos Hipotecarios Seguro Hipotecario
Préstamos Preferentes
Crédito Estatal Depreciación
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Inquilino Sin Hogar u Otros
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Hasta máximo asegurable por FHA. Hasta $125,000 anuales. 45 Del programa inicial subsiste una exención contributiva total del ingreso devengado por alquiler de una propiedad residencial. Además, exención contributiva total de la ganancia de capital de: 1) 100% por la venta de una residencia principal, ocupada 2 años anteriores a la venta, ocurrida a partir del 1 de noviembre de 2011, sin límite de tiempo; 2) 100% por la venta de una propiedad residencial que no sea residencia principal, ocurrida entre el 1 de noviembre de 2011 y el 31 de diciembre de 2012; 3) 100% por la venta de una propiedad residencial de nueva construcción, incluyendo vivienda prediseñada o prefabricada, adquirida por el vendedor entre el 1 de noviembre de 2011 y el 31 de diciembre de 2012 (OE2012-27); y 4) 50% por la venta de una propiedad residencial existente, adquirida por el vendedor entre el 1 de noviembre de 2011 y el 31 de diciembre de 2012 (OE2012-27). Otros beneficios son: 1) hasta $5,000 podrán ser reclamados por una persona como pérdida de capital en un año determinado, por la venta de una propiedad 43 44
residencial existente, ocurrida entre el 1 de noviembre de 2011 y el 31 de diciembre de 2012; 2) arrastre hasta por 15 años, en lugar de 5 años, de la pérdida de capital por la venta de una propiedad residencial existente, ocurrida entre el 1 de noviembre de 2011 y el 31 de diciembre de 2012; 3) exención total de la contribución sobre propiedad inmueble, hasta el 31 de diciembre de 2017, para toda persona que adquiera, entre el 1 de noviembre de 2011 y el 31 de diciembre de 2012, una propiedad residencial de nueva construcción, incluyendo vivienda prediseñada o prefabricada cuya construcción se complete antes del 30 de septiembre de 2013; y 4) exención del cobro de derechos y aranceles, según aplique. 46 Inversionista con $1,000,000 mínimo o que adquiera no menos de 5 unidades de vivienda en una compraventa. 47 Disponible: 1) exención total del ingreso devengado por arrendamiento a corto o largo plazo, hasta el 31 de diciembre de 2012; 2) exención total de la ganancia por la venta de una propiedad de nueva construcción a un inversionista institucional, que haya sido adquirida entre
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el 1 de noviembre de 2011 y el 31 de marzo de 2013, pero siempre que se haya opcionado antes del 31 de diciembre de 2012; 3) exención total de la contribución sobre la propiedad inmueble adquirida por el inversionista institucional entre el 1 de noviembre de 2011 y el 31 de diciembre de 2012, hasta el 31 de diciembre de 2017; y 4) exención del cobro de derechos y aranceles, según aplique. 48 Hipoteca por $23,640 de unidades sobrantes no ocupadas del Programa Nuevo Hogar Seguro. 49 Donativos para mejoras hasta $15,000, además de títulos de propiedad de terrenos o edificaciones, entre otros. 50 Propiedades hasta $50,000, sin incluir mejoras a realizar. 51 Residentes cualificados de comunidades especiales antes de 26 de noviembre de 2002, familias realojadas o inquilinos no propietarios, según orden de preferencia.
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Mecanismos para apoyar la vivienda asequible
La vivienda prediseñada Fernando Abruña Charneco
varios autores
La vivienda asequible se trabaja desde acercamientos diversos por individuos y entidades públicas y privadas. El Comité Editorial, al conformar esta revista, propuso que se les preguntara a personas involucradas con la gestión, el diseño o la construcción de viviendas para que evaluaran algunos mecanismos o herramientas dentro de su área de competencia y que establecieran cómo estos colaboran con la vivienda asequible o cómo pudieran hacerlo. Siete personas contribuyeron, desde su área de peritaje, a describir estos mecanismos de apoyo a la vivienda asequible: 1 Fernando Abruña Charneco > vivienda prediseñada 2 Oscar Marty Baldissone > prefabricación y estandarización 3 Víctor Chaparro Núñez > organización sin fines de lucro 4 María E. Hernández Torrales > fideicomiso comunitario de tierra 5 Grisell Reyes Núñez > cooperativa de vivienda 6 Edwin R. Quiles Rodríguez > vivienda autoconstruida 7 Luis García Pelatti > localización en lugares centrales
Desde 1908 hasta el 1940, Sears, Roebuck and Co. vendió cerca de 75 mil hogares a través de pedidos por correo por medio de su Modern Homes Program. Durante ese periodo, Sears diseñó 447 modelos diferentes de vivienda, desde modelos muy elaborados de varios pisos, con puertas francesas y ventanas de cristal, hasta modelos más simples que sirvieron como casas de campo de tres habitaciones para vacacionistas de verano. Los clientes podían elegir una casa adaptada a sus gustos y presupuestos a través de los famosos catálogos de la compañía. En ese mismo espíritu, vemos hoy día en Puerto Rico como abarrotan las estanterías de los supermercados numerosas revistas que venden planos de construcción de diferentes tipos de vivienda. Surtidos estilos tipo tudor, gótico, traditional american, ranch –y en las menos de las veces, moderno y contemporáneo– adornan las portadas de estas revistas que atentan e intentan capturar el interés del consumidor. La mayoría de estas viviendas utilizan la tecnología tradicional de construcción en madera, western framing o balloon framing, las que no detallaremos aquí, y que bastará con saber que estas no se adaptan a la construcción típica de bloques y hormigón armado que impera en la Isla. Los beneficios
A estos colaboradores se les solicitó que, en un comprimido espacio de cerca de mil palabras, explicaran cómo funcionan estos mecanismos y que reseñaran los obstáculos y potenciales beneficios de cada uno de ellos.
Al ofrecerse una plétora de posibles esquemas de diseño y estilo, plantas de piso, fachadas y tamaños, entre otros, las probabilidades de que un usuario encuentre una solución arquitectónica que se ajuste a sus preferencias, gustos, estilos de vida y presupuestos aumenta. Este esquema permite que un público más amplio se beneficie del
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diseño –presumiblemente generado por arquitectos licenciados– que permite distribuir los costos de un mismo diseño a través de múltiples clientes y reducir los costos de diseño que supone el sistema tradicional. Es decir, la contratación de un arquitecto con su equipo de consultores para atender necesidades específicas de la vivienda de un cliente en particular resulta más costosa que el uso de servicios de viviendas prediseñadas, a pesar de las limitaciones que naturalmente acompañan este sistema. El empresario que ofrece este servicio muchas veces está asociado o es dueño de una ferretería que suministra los materiales de construcción que se emplearán en la obra, y en ocasiones se asocia o actúa como constructor de esta. Este mecanismo ofrece muchos beneficios: • El servicio de viviendas prediseña- das hace disponible múltiples opciones de diseño que se pueden ver y estudiar cómodamente a través de dibujos e ilustraciones en un catálogo o en la Internet. • Costos reducidos de diseño: la preparación de documentos de construcción se distribuye entre los clientes que seleccionen un modelo en particular. En la medida que un diseño específico se populariza, mayor es el beneficio para el empre sario, que puede ofrecer a su clien tela mejores precios por el servicio en un mercado que cada día es más competido.
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• La simplificación del proceso de permisos: los modelos a escoger típi camente cuentan con los permisos de construcción, lo que simplifica o elimina este tedioso y majadero pro ceso para el cliente. • La inclusión de materiales y equipos: las compañías, en su precio anuncia do, típicamente ofrecen no solo el diseño, los documentos de cons - trucción y permisos, sino además los materiales, equipos y sistemas
preseleccionados para el cliente. Esto permite asegurar que estarán disponibles al momento de iniciar la construcción.
• Prearreglos de financiamiento: para que este esquema sea exitoso, con frecuencia los proveedores de estos servicios tienen arreglos con la banca comercial, cooperativas u otras agencias para simplificar el proceso de financiación de la construcción. • En ocasiones la empresa que ofrece el servicio de vivienda prediseñada ofrece (sin compromisos ni garan tías) una lista de contratistas (a veces precualificados) para ejecutar las obras de construcción. Más recientemente han entrado al mer cado empresas que ofrecen un servi- cio más completo que incluye la construcción de la vivienda por la misma empresa. • Mayor certidumbre en el costo de la construcción ya que los mate- riales y el diseño se han especificado con antelación al inicio de las obras de construcción. El historial de construcción previa que pueda tener un modelo de vivienda per- mite tener aún mayores controles y certidumbre de los costos. • Existen algunos modelos construi dos para exhibición (a manera de showroom) que pueden visitarse y experimentarse espacialmente antes de invertir en ellos. • Categorías de costos: los empre- sarios involucrados en este sistema de venta de viviendas prediseñadas generalmente presentan a su públi- co consumidor tres líneas de pro- ductos que se aproximan a tres tipos de presupuestos: viviendas muy modestas de bajo costo, viviendas para presupuestos de clase media (los más populares) y viviendas “de lujo” para los estratos de mayor poder adquisitivo.
• En los últimos años, las compañías atienden al público inversionista de empresarios que desean construir proyectos multifamiliares de varias plantas y varias unidades de vi vienda para su eventual venta en condominio o para alquiler. En este esquema, los desarrolladores pueden adquirir, como parte del servicio de viviendas prediseñadas, los docu mentos de construcción de comple jos de apartamentos que fluctúan casi siempre entre cuatro y doce unidades.
Este esquema permite que un público más amplio se beneficie del diseño, lo que permite distribuir los costos de un mismo diseño a través de múltiples clientes y reducir los costos de diseño que supone el sistema tradicional. Dificultades relacionadas con la vivienda prediseñada
El mercadeo de las viviendas prediseñadas en Puerto Rico típicamente se dirige a la vivienda individual aunque, como se mencionó anteriormente, ya se ofrecen opciones para proyectos multifamiliares y de varias plantas que facilitan el que algunos inversionistas puedan interesarse en proveer vivienda a terceros para venta o alquiler. Para que la vivienda prediseñada funcione y sea realmente económica será menester del cliente investigar los diferentes diseños accesibles en el mercado y que el seleccionado se ajuste a sus preferencias y presupuestos sin que ello requiera cambios en el modelo. Esto no siempre se logra y con alguna frecuencia los clientes solicitan cambios, ajustes y enmiendas a los diseños
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que se venden. Estos cambios suponen la intervención de un profesional licenciado y de su equipo de consultores, lo que aumenta los costos de producción de diseño y de los correspondientes documentos de construcción, enmiendas de permisos, y otros. Algunas empresas anuncian el costo de los diseños, documentos de construcción, permisos y materiales sin incluir –por razones evidentes– el costo de construcción ni del solar donde ubicará la vivienda. En este caso, una buena regla a ojo de buen cubero sería estimar un 40% adicional al costo anunciado. Así, por ejemplo, una casa prediseñada que se anuncia a un precio de $60,000, al añadírsele el costo de construcción, probablemente aumente a $84,000 ($60,000 x 1.40). A este costo habría que añadirle el costo del solar donde ubicará la obra. Algunas empresas venden el servicio pero no proveen la construcción. Algunas orientan al cliente sobre el proceso de construcción y la importancia de obtener los servicios de un constructor responsable, pero siempre existe el riesgo de que el dueño pueda ser presa de constructores inescrupulosos si no se orienta apropiadamente por la empresa que ofrece estos servicios. El Departamento de Asuntos del Consumidor podría ofrecer orientación sobre esta situación, pero si hubiera que recurrir a esta agencia, posiblemente ya se esté sufriendo de un serio problema. Una de las principales dificultades de adquirir viviendas prediseñadas es que el dueño no cuenta con el asesoramiento continuo del diseñador a través del proceso de diseño y construcción, como típicamente ocurre cuando la vivienda es diseñada especial y específicamente para el usuario. Una desventaja significativa asociada a esta desvinculación es que muchos modelos prediseñados no necesariamente se ajustan al contexto, ni a la topografía, ni a las vistas, ni al microclima que impera en el lugar donde se construirá la vivienda.
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La prefabricación utiliza materiales y objetos que se producen en locales remotos al lugar en donde finalmente se utilizan o ensamblan. En la construcción, su uso comenzó con la transformación de la sociedad nómada a la sedentaria, y con el desarrollo de las ciudades. Desde el monumento del Stonehenge, construido con piedras extraídas y trabajadas a cientos de kilómetros de su destino final, hasta los más recientes edificios prefabricados en acero y hormigón, el concepto de la prefabricación no ha cambiado, lo que ha cambiado son su tecnología, escala y proceso de ensamblaje. La prefabricación comprende tres etapas básicas: manufactura, transportación y ensamblaje. Utiliza diversos materiales: madera, acero, aluminio,
titanio, plástico, hormigón armado y fibras de diversos tipos, entre otros. Los elementos prefabricados pequeños, como las ventanas, las puertas, las losetas y otros, producidos en masa y utilizados rutinariamente en la construcción convencional, tienen un uso muy extendido. Sin embargo, los prefabricados de mayor escala que se utilizan en los componentes principales de un edificio, como en las paredes exteriores y en los elementos estructurales, tienen un uso limitadísimo. El término prefabricado usado en este artículo, a partir de este momento, se refiere a estos prefabricados de mayor escala. Los prefabricados, en términos de su dimensión y su función, pueden clasificarse en prefabricados estructurales pesados, como la doble te y las vigas de puente, y en prefabricados arquitectónicos livianos, utilizados muchas veces como paredes exteriores. En Puerto Rico —por razones culturales, económicas y de disponibilidad de materia prima—, el hormigón armado ha sido el material más utilizado en la prefabricación, seguido por el acero. Los primeros prefabricados en la Isla se utilizaron, a partir de la década del cincuenta, en proyectos extensos de vivienda realizados por IBEC, Shelley, Larsen, Nielsen-Rexach, Levitt and Sons, Pacadar y Master Concrete. Los prefabricados en muchos de estos proyectos, al igual que en el Hábitat de Moshe Safdie propuesto para Puerto Rico y no ejecutado, tuvieron graves defectos de construcción. Los desarrolladores se vieron involucrados en fatigosos litigios que le añadieron costos a la construcción y les dieron mala reputación a los proyectos, por lo que se abandonaron los prefabricados en favor de la construcción tradicional. Hoy día, el uso de los prefabricados en la Isla está mayormente limitado a edificios comerciales e institucionales, y a proyectos de infraestructura. Son muchas las razones sociales, económicas y políticas que limitan el uso de los prefabricados y, entre estas, los clientes, los arquitectos y los contratistas juegan un importante rol limitante en el uso de esta tecnología.
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Otros asuntos
Algunos arquitectos se avergüenzan de participar en este esquema de viviendas prediseñadas por pensar que se aleja del principio primordial –aunque elitista– de adaptación del diseño al dueño y al lugar como una actividad prioritaria de hacer “verdadera” arquitectura. Yo, por mi parte, siento orgullo en el modelo de vivienda prediseñada sostenible que confeccioné para una empresa local. En Puerto Rico hay muchas empresas que ofrecen el servicio de viviendas prediseñadas. Algunos de los portales disponibles sobre esas empresas son: www.miantojo.com, www. micasabellapr.com,www.tuplano.com, www.casamimansion.com, www.casasmieden.com, www.concretek.com, www.masterwd.com/websites/casaslizardi, www.casasmiliangiepr.com, y www.verdehomes.com.
Prefabricación y estandarización Oscar Marty Baldissone
Los edificios responden a necesidades humanas manifestadas por el cliente quien define las necesidades programáticas del edificio con la ayuda de un arquitecto. El rol del cliente, privado o público, es crucial en la selección de los sistemas constructivos a utilizarse para concretar el programa en un edificio. Los clientes de proyectos privados pequeños no utilizan prefabricados porque estos no son económicamente viables a pequeña escala. Los clientes privados de proyectos comerciales e industriales más grandes –como Walgreens, Costco, Walmart, las farmacéuticas, los centros comerciales y los grandes almacenes– sí utilizan frecuentemente prefabricados de hormigón armado para la estructura y las paredes (sistema de tilt‑up y doble te), y de acero para los techos. Estos clientes están familiarizados con estos sistemas, utilizados ampliamente en Estados Unidos, y conocen los beneficios económicos de la prefabricación en la construcción repetitiva de sus edificios típicos. Los clientes de proyectos públicos usualmente tienen poco conocimiento de construcción, y por lo tanto no intervienen en la selección de los sistemas constructivos. En proyectos como escuelas, hospitales e instalaciones deportivas, en los que podrían estandarizarse los componentes constructivos sin detrimento de la expresión arquitectónica, el cliente y el arquitecto generalmente no proponen el uso de prefabricados, usualmente por desconocimiento de sus beneficios o su mala reputación. Por otro lado, los clientes de las urbanizaciones residenciales, públicas y privadas, tampoco utilizan prefabricados. Es irónico que en estas urbanizaciones, donde se utilizan planos repetitivos de vivienda, la construcción se realice artesanalmente, bloque por bloque. El arquitecto, miembro de una profesión de servicio, responde a las necesidades y requisitos del cliente. Aunque es responsable de elegir los sistemas constructivos de una obra,
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• La poca demanda de grandes obras de construcción hace que los pre fabricados no sean económicamente viables. La prefabricación en pro- yectos pequeños es usualmente más cara y conlleva mayores riesgos constructivos que la construcción convencional. • Los prefabricados en el mercado tienen un mal nombre dadas las malas experiencias en el pasado con filtraciones, grietas y otros defectos de construcción que ocasionaron demandas legales y exigencias de cumplimiento con las garantías de DACO. • La idea preconcebida de clientes, usuarios, arquitectos y constructo- res sobre los prefabricados, aunque no siempre correcta, es que su uso es una alternativa de segunda cate- goría utilizada meramente para reducir costos. • Los arquitectos tienen poca expe- riencia en la construcción prefabri- cada y son muy pocos los que tienen la oportunidad de trabajar con grandes proyectos que justifi- quen su uso.
Desde el monumento del Stonehenge, construido con piedras extraídas y trabajadas a cientos de kilómetros de su destino final, hasta los más recientes edificios prefabricados, el concepto fundamental de la prefabricación no ha cambiado.
pacitarse y enfocarse en el diseño modular y, en lo posible, en utilizar componentes prefabricados disponibles en el mercado para ayudar a abaratar los costos de la construcción de vivienda. También deben utilizar conceptos de design-built –en el que el cliente, el arquitecto y el contratista participan desde el comienzo del proyecto–, y de value engineering. Estos conceptos son, por el momento, los principales instrumentos viables para reducir los costos de construcción, tanto de la vivienda como de los otros tipos edilicios.
Como hemos visto, el uso de prefabricados en Puerto Rico, especialmente el de los prefabricados estructurales pesados, no tiene un futuro prometedor, y menos en la construcción de vivienda. Dada esta realidad, para reducir los costos de construcción, los arquitectos deben enfocarse en utilizar los recursos humanos y materiales de la construcción de forma más eficiente y racional. Los arquitectos deben utilizar y difundir el uso de la construcción modular, que podría implantarse fácilmente con un mejor conocimiento de los materiales, de sus dimensiones estándar y de los métodos constructivos. En cualquier edificio se pierde alrededor de un 10% en desperdicio de materiales y mano de obra, por no modular y racionalizar la construcción con procesos y materiales dimensionalmente compatibles. Como ejemplo pedestre de la falta de modulación en la construcción, están los famosos “chazos” de las losetas, que lucen mal; que utilizan inefectivamente el material, la mano de obra y los equipos; y que implican el desecho de remanentes inservibles que acaban en los ya abarrotados vertederos. En la construcción de vivienda, dada la poca demanda por grandes proyectos y la dificultad de utilizar sistemas prefabricados en la construcción, los profesionales del diseño deben ca-
La organización sin fines de lucro
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usualmente se limita al uso de técnicas constructivas tradicionales, pues la escala de los proyectos pocas veces justifica el uso de prefabricados y, en el caso de justificarse, existen prejuicios y desconocimientos respecto a su uso. El contratista, por su parte, construye de acuerdo a los requisitos del cliente y a la tecnología establecida por los arquitectos e ingenieros que diseñaron la obra. El contratista tampoco favorece el uso de prefabricados por las malas experiencias del pasado, los riesgos económicos y legales que estos implican, el impacto en el financiamiento del proyecto, y los cambios que representan en la organización administrativa y constructiva de la obra. En resumen, en Puerto Rico el uso de prefabricados es muy limitado por varias razones:
Víctor Chaparro Núñez
Una de las opciones para abaratar los costos de la vivienda y para proveer viviendas asequibles es su desarrollo por parte de las organizaciones de desarrollo sin fines de lucro. Tanto una institución sin fines de lucro –previamente establecida con otra misión o propósito– que se convierte en una organización de desarrollo comunitario, como una organización creada específicamente para desarrollar proyectos de vivienda pueden dedicarse a proveer vivienda asequible. Para el año 2006, de 4.6 millones de unidades de vivienda de interés social desarrolladas en Estados Unidos, 1.5 millones de unidades fueron desarrolladas por organizaciones sin fines de lucro1. Este sector está formado por corporaciones de desarrollo comunitario, y por organizaciones de vivienda regionales y nacionales. Rachel G. Bratt, “Should We Foster the NonProfit Housing Sector as Developers and Owners of Subsidized Rental Housing?” (Cambridge, MA: Joint Center for Housing Studies de la Universidad de Harvard, 2007).
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Una organización sin fines de lucro se estructura de forma similar a una entidad de desarrollo privada. La principal diferencia entre una y otra es que la entidad privada tiene como principal objetivo el desarrollo de viviendas para obtener ganancias, mientras que la organización sin fines de lucro reinvierte sus ganancias en la comunidad, ya sea en el mismo proyecto de vivienda o en otros proyectos y programas de acuerdo con su misión. El desarrollo de vivienda asequible por una organización sin fines de lucro tiene las siguientes ventajas y beneficios:
La principal dificultad que tiene una organización sin fines de lucro para dedicarse al desarrollo de proyectos de vivienda es la falta de capital inicial y de recursos para cubrir los gastos de
planificación y predesarrollo del proyecto, previo a la obtención del financiamiento para su construcción. Estos gastos incluyen los gastos de obtención del control del predio o la propiedad donde se desarrollará el proyecto, los estudios de viabilidad económica y física, algunos de los permisos iniciales y el diseño del proyecto. Esta falta de recursos, a su vez, ocasiona que muchas de las propuestas de proyectos se preparen de forma inadecuada para poder atraer inversionistas y aprobaciones de préstamos y financiamiento por parte de la banca privada. A esta falta de capital inicial se une, en muchas instancias, la falta de capacidad y experiencia técnica y profesional para llevar a cabo un proyecto de desarrollo de vivienda de forma apropiada. Ambas situaciones traen como resultado una deficiencia de acceso a financiamiento y la necesidad entonces de buscar fuentes de financiamiento múltiples. La estructuración del financiamiento de proyectos desarrollados por una entidad sin fines de lucro suele ser, por consiguiente, una complicada y compleja. Para subsanar estas dificultades, las organizaciones sin fines de lucro cuentan con el apoyo y la preferencia en la distribución de recursos y subsidios de los programas establecidos por Gobiernos locales y federales tales como los fondos del Programa HOME para las organizaciones de desarrollo de vivienda comunitaria (Community Housing Development Organizations/CHDO) y los de programa de créditos contributivos para vivienda de bajo ingreso (Low Income Housing Tax Credits). En ambos programas, se destina un porcentaje de los fondos asignados a cada jurisdicción para el uso exclusivo de organizaciones sin fines de lucro. Por otro lado, se han creado organizaciones regionales –como la Enterprise Foundation y la Neighborhood Reinvestment Corporation– que ayudan a organizaciones locales a obtener financiamiento e inversionistas, y les ofrecen adiestramiento y asesoría técnica y profesional.
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• La organización sin fines de lucro permite desarrollar viviendas en co munidades vulnerables y en dete rioro, y en sectores de la población que no son atendidos por el mer cado privado, que busca proyectos en donde puede maximizar sus ganancias y reducir sus riesgos. • La organización sin fines de lucro puede reducir el costo de las unida des de vivienda al permitir már genes de ganancias menores al de proyectos desarrollados por el sector privado y puede hasta transferir todas las ganancias del proyecto a subsidiar el precio de la unidad o a subsidiar su alquiler, reduciendo así el costo de la vivienda. • La organización sin fines de lucro puede utilizar las ganancias deven gadas del desarrollo de proyec tos de vivienda para capitalizar la organización y obtener fondos de predesarrollo para otros proyectos de vivienda asequible para la co munidad o población a la que sirve, o para financiar otros proyectos o programas de acuerdo a la misión y los objetivos de la organización.
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En Puerto Rico se han desarrollado algunos proyectos de vivienda por parte de organizaciones sin fines de lucro. Un ejemplo reciente es el desarrollo del proyecto de vivienda para envejecientes Cecilia Orta en el centro urbano de Carolina. Este proyecto, de unas 50 unidades, fue desarrollado por Esperanza para la Vejez –una organización sin fines de lucro dedicada principalmente a proveer servicios de cuidado diurno a las personas de la tercera edad–, con la ayuda del Municipio de Carolina, con fondos obtenidos de créditos contributivos de vivienda de bajos ingresos y fondos del programa HOME. Al convertirse en una organización de desarrollo de vivienda comunitaria, Esperanza para la Vejez logró desarrollar varios proyectos de vivienda para ancianos, que produjeron ingresos y ganancias que se utilizaron para financiar otros programas de servicios a este sector de la población.
El fideicomiso comunitario de tierra María E. Hernández Torrales
De Anchorage, Alaska, a los Cayos en la Florida, y de San Francisco, California, a Burlington, Vermont1, así como en Australia, Canadá, Honduras, Reino Unido y Bélgica, entre otros, el fideicomiso comunitario de tierra (en adelante fideicomiso) contribuye a asegurar vivienda de calidad a un costo asequible para personas de ingresos baDe acuerdo con la página del Community Land Trust Network, organización que agrupa y provee apoyo técnico a los fideicomisos de tierra radicados en Portland, Oregon, para el 19 de julio de 2012, existían en los Estados Unidos de Norteamérica 257 fideicomisos comunitarios de tierra. Para ver la lista detallada por estados, refiérase a <http://www.cltnetwork.org/index.php?fuseaction=Main.MemberList>.
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¿Cómo se organiza?
El fideicomiso se organiza como una entidad privada sin fines de lucro (la mayoría de las veces como una corporación). Son organizaciones de miembros, dirigida por una junta de fiduciarios en la que están representadas las personas que residen en los terrenos del fideicomiso, los vecinos de áreas aledañas, representantes del interés público y, en muchas ocasiones, representantes de los Gobiernos locales. Una parte vital de las responsabilidades de la organización es orientar a los futuros propietarios y administrar los Yesim Sungu-Eryilmz y Rosalind Greenstein. “A National Study of Community Land Trusts” (Cambridge, MA: Lincoln Institute of Land Policy Working Paper, 2007). 3 Emily Thaden. “Outperforming the Market: Making Sense of the Low Rates of Delinquencies and Foreclosures in Community Land Trusts” (Nashville, TE: Community Research & Action Program, Peabody College, Vanderbilt University, 2010). 2
inmuebles de los cuales es titular. En el fideicomiso esto se conoce como el deber de una sana administración, lo que en inglés se conoce con el término duties of stewardship. La organización se asegura de que los términos y las condiciones acordados para la adquisición de una vivienda se cumplan fielmente, y que la propiedad se mantenga en buenas condiciones, entre otras. Las personas que viven en las tierras del fideicomiso se reúnen periódicamente en asamblea —que es el mecanismo reservado para la toma de algunas de las determinaciones importantes sobre el fideicomiso—. ¿Cómo funciona?
Al principio, el fideicomiso es el titular del terreno y, la mayoría de las veces, el dueño de las estructuras. Cuando se transfiere la titularidad de una vivienda, el comprador adquiere la estructura y un derecho de superficie (o un arrendamiento) a largo plazo sobre el terreno donde ubica la estructura. El terreno siempre permanece como propiedad del fideicomiso. El derecho de superficie (o el arrendamiento) sobre el terreno se otorga a largo plazo, algunas veces hasta por 99 años, es heredable, y le permite al comprador utilizar el terreno como si fuera propio. En la escritura de compraventa y de derecho de superficie (o de arrendamiento del terreno) a largo plazo se establecen los términos y condiciones de la transacción, que incluyen, entre otras cláusulas, que el fideicomiso tendrá la primera opción de adquirir nuevamente la vivienda en caso de ponerse en venta. Este documento también establece cómo se determinará el precio de venta, en caso de que el titular interese venderla en un futuro. A esto último se le conoce como la fórmula de reventa y es parte de las políticas que establece la junta de fiduciarios para asegurarse de que al venderse una y otra vez la vivienda continúe siendo asequible para otra familia o individuo de ingresos bajos o moderados.
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El fideicomiso hace posible que haya vivienda asequible y que la inversión gubernamental por vía de subsidios y la subvención privada para este tipo de vivienda perduren a través del tiempo beneficiando a un mayor número de familias e individuos de ingresos bajos o moderados.
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Generalmente, la fórmula de reventa puede variar para satisfacer las necesidades de la comunidad a la que sirve el fideicomiso. Cuando un propietario interesa mudarse y vender su vivienda –la que usualmente ha apreciado en valor por mejoras realizadas y por el paso del tiempo–, este recupera el dinero que haya pagado de su hipoteca, más el valor de las mejoras realizadas a la vivienda, más un porcentaje determinado de la apreciación en el mercado de la estructura, lo que en inglés se llama shared equity4. Al aplicarse la fórmula de reventa se logra que los subsidios gubernamentales y cualquier otra subvención privada invertida en la propiedad se quede con la propiedad, lo que permite que el próximo comprador pueda adquirir la vivienda a un precio asequible, aun cuando su valor en el mercado sea mayor. El Fideicomiso de la Tierra del Caño Martín Peña
Al momento de determinar el mecanismo de cómo los Gobiernos estatal y municipal les transferirían los John Emmeus Davis, “More Than Money: What Is Shared is Shared Equity Homeownership?,” Journal of Affordable Housing & Community Development Law, v.19, No. 3 & 4, Spring/Summer 2010, p. 259.
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jos o moderados. Algunos Gobiernos locales y ciertos desarrolladores de vivienda obligados a cumplir con disposiciones reglamentarias de zonificación inclusiva –que requieren la provisión de vivienda asequible– utilizan el mecanismo del fideicomiso para asegurar la asequibilidad de la vivienda, venta tras venta2. En un fideicomiso, el terreno pertenece a todos sus ocupantes a través de la organización, y la vivienda se considera un bien social y no meramente un artículo de mercado para obtener lucro. Visto de este modo, no es extraño que durante la presente crisis en el mercado de vivienda, más del 99% de las propiedades en los fideicomisos no han sufrido las ejecuciones hipotecarias que han afectado a millones de propiedades de viviendas en el mercado actual3. El fideicomiso hace posible que haya vivienda asequible y que la inversión gubernamental por vía de los subsidios y de la subvención privada para este tipo de vivienda perduren a través del tiempo beneficiando a un mayor número de familias e individuos de ingresos bajos o moderados.
terrenos de su propiedad a los residentes que los ocupaban, se les consultó a las comunidades del caño Martín Peña cómo preferían esta transferencia. Estas seleccionaron el modelo del fideicomiso comunitario de la tierra para asegurar la permanencia de sus comunidades, regular la relación con el terreno sobre el cual se asientan sus viviendas y asegurar que en el futuro hubiera vivienda asequible para la comunidad. El mecanismo de transferencia de los terrenos al fideicomiso fue fijado en la Ley 489 de 24 de septiembre de 20045, cuyo anteproyecto se escribió con la participación activa de la comunidad y el apoyo del Proyecto ENLACE. El Fideicomiso de la Tierra del Caño Martín Peña fue el primer fideicomiso de Puerto Rico, organizado como una entidad privada sin fines de lucro, cuyos miembros son los residentes de los terrenos del fideicomiso. Se rige por una junta de fiduciarios en la que la mayoría de sus integrantes son los residentes de las comunidades del caño. De manera participativa con la comunidad, se creó el Reglamento General de Funcionamiento del Fideicomiso y se establecieron los términos y condiciones que rigen la adquisición, la administración y la venta de las propiedades, incluyendo la fórmula de reventa y los términos y condiciones sobre el derecho de superficie (o del arrendamiento del terreno) a largo plazo. En el 2009, los terrenos del Gobierno que se habían transferido al Fideicomiso de la Tierra del Caño Martín Peña revirtieron a los Gobiernos estatal y municipal mediante una enmienda al artículo 16 de la Ley 489. Salvo este cambio importante, los demás fines y propósitos dispuestos en la Ley 489 quedaron inalterados, y existe la posibilidad de adquirir otros terrenos en el distrito y de cumplir con las otras responsabilidades del Fideicomiso impuestas en ley, tal como la implantación del Plan de Desarrollo
para el Distrito de Planificación Especial del Caño. Nada impide que se pueda continuar desarrollando en Puerto Rico el modelo del fideicomiso. Es un instrumento que ha probado ser útil para proteger el derecho a la vivienda y la inversión económica que anualmente hace el Gobierno en el renglón de la vivienda con el dinero de los contribuyentes.
La cooperativa de vivienda Grisell Reyes Núñez
En las últimas décadas del pasado siglo hemos sido testigos de una profunda transformación del discurso capitalista en nuestra sociedad. Esta transformación, llamada neoliberalismo económico, ha trastocado los más diversos escenarios sociales, al implicar los nuevos ordenamientos del trabajo asalariado e impactar la esfera estatal, el espacio civil y hasta la más lábil relación de la vida cotidiana. La adopción del modelo neoliberal precipitó la crisis del mercado financiero y la vigente crisis de la economía global, que se caracteriza por un “descenso promedio de los precios reales de los bienes inmobiliarios al 35%, en un arco de seis años, y un declive de 55% de los precios de los títulos inmobiliarios durante tres o cuatro años”1. Esta crisis particular ha puesto en entredicho la especulación de la propiedad privada –específicamente la de los bienes inmobiliarios– como mecanismo para generar riquezas. La falta de vivienda adecuada representa
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Ley para el Desarrollo Integral del Distrito de Planificación Especial del Caño Martín Peña, 23 LPRA 5031 y siguientes.
Christian Marazzi. “La violencia del capitalismo financiero”. La gran crisis de la economía global: mercados financieros, luchas sociales y nuevos escenarios políticos (Madrid: Editorial Traficantes de Sueños, 2009).
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un problema histórico en Puerto Rico, al igual que en países emergentes, dado que este mecanismo de especulación genera desigualdad y segregación de clases. El cooperativismo en Puerto Rico fue, y sigue siendo, una alternativa efectiva que ayuda a equilibrar la especulación de los bienes inmuebles y a reducir la desigualdad de clases que la actual crisis económica continúa generando. La Ley General de Sociedades Cooperativas de Puerto Rico de 20042 definió las cooperativas de vivienda como: “aquellas que se dedican a la administración, compra, construcción, venta, alquiler y a cualquier actividad relacionada a la convivencia comunitaria. Su finalidad es proveer una vivienda adecuada a familias de escasos y medianos recursos, asegurar un entorno comunitario tranquilo y seguro, educar a socios y residentes en los principios de autogestión, responsabilidad y convivencia social, y evolucionar este tipo de alternativa de vivienda cooperativa para aumentar la efectividad con que se logran estos cometidos”. Estas cooperativas presuponen un subsistema colectivo y organizado a través de la autogestión para promover la responsabilidad y la convivencia social, que envuelve un alto nivel organizativo de sus socios y un cierto entendimiento de los procesos de gestión del hábitat. Cuando hablamos de hábitat nos referimos a que estas cooperativas conciben la vivienda como un concepto más amplio que lo meramente residencial. Se intenta trascender la idea de la vivienda como “objeto de consumo y especulación” a una de elaboración continua que considere los valores y principios del cooperativismo: honestidad, transparencia y ayuda mutua; y de aquellos elementos y espacios de proximidad necesarios, vinculados intrínsecamente al habitar y al convivir3. 2 Ley Número 239 de 1 de septiembre de 2004. 3 Enrique Ortiz. “Con los pies en la tierra”. Vivitos y coleando (México DF: Editorial HIC-al y Universidad Autónoma Metropolitana, 2002).
La primera cooperativa de vivienda de Puerto Rico se creó en el 1948 como un mecanismo para adquirir del Gobierno federal la propiedad de El Falansterio de Puerta de Tierra, construido en el 1936 por la Puerto Rico Reconstruction Administration4. En Puerto Rico existen actualmente dieciocho cooperativas de vivienda mancomunada. La mayoría de ellas construidas en la década del setenta a través del financiamiento del U.S. Department of Housing and Urban Development (HUD). En las cooperativas de vivienda mancomunada cada uno de los socios está obligado a satisfacer la deuda entera del préstamo hipotecario, convirtiéndose así en usuario de una determinada unidad de vivienda. Para formar parte de una cooperativa de vivienda mancomunada, una persona natural deberá aportar una cantidad de dinero por concepto de capital inicial, cantidad que representará el capital ya aportado por los socios fundadores de la cooperativa y por los demás socios que han aportado a la amortiguación de la deuda común. Los socios de estas cooperativas no serán titulares de sus unidades hasta que se liquide la deuda común. Una vez salda, los socios de la cooperativa decidirán en asamblea si se convierten en
Francisco R. Jordán García. El cooperativismo de vivienda en Puerto Rico (San Juan: First Book Publishing of PR, 1996).
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una cooperativa de titulares o inician un régimen de propiedad horizontal. Cualquiera que sea el caso, la propiedad cooperativa deberá segregarse y distribuir los títulos de propiedad a los socios según el reglamento de cada cooperativa y a los acuerdos tomados por mayoría en asamblea. La Ley General de Sociedades Cooperativas de Puerto Rico de 2004 incluyó el capítulo 35A sobre el régimen de vivienda cooperativa de titulares. En este, se dispuso un nuevo régimen de vivienda cooperativa –además del de la cooperativa de vivienda mancomunada– en el que “los socios poseen título de dominio exclusivo sobre sus unidades de vivienda en el marco jurídico de las cooperativas, como una alternativa adicional que redunde en una mejor calidad de vida, iniciativas de autogestión y organización comunitaria y seguridad para las familias de escasos y medianos recursos económicos”. A pesar de no compartir una deuda común, las cooperativas de vivienda de titulares perseguirían los mismos objetivos de las cooperativas de vivienda mancomunadas, trascendiendo así la idea de la vivienda como “objeto de consumo y especulación” y desarrollando los valores, principios y espacios vinculados al hábitat. Ambos modelos, mancomunadas o de titulares, proveen el acceso a una vivienda digna a un precio justo y examinan diversos mecanismos de desarrollo psicosocial para sus socios. El funcionamiento de las cooperativas de vivienda es participativo y democrático, armoniza las relaciones de poder a través de decisiones colectivas y promueve la mayor participación e involucramiento de los socios. Están orientadas a la educación del sistema cooperativista y al desarrollo asociativo. Finalmente, sirven de contrapeso al desbordamiento de la especulación sobre uno de los más preciados derechos del ser humano: el hogar. El modelo cooperativo de vivienda en Puerto Rico ha tenido una gran importancia en la vida de muchos ciudadanos que pudieron adquirir
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una residencia digna en momentos de necesidad. No obstante, las cooperativas de vivienda no han proliferado en Puerto Rico por falta de financiamiento a proyectos nuevos. Las cooperativas financieras tienen la capacidad y la estructura para asumir este rol, pero el propio movimiento cooperativista no educa sobre esta posibilidad de desarrollo social. Por otro lado, no existe una política gubernamental que fomente el desarrollo de cooperativas de vivienda. El reto es ampliar las formas de desarrollar cooperativas de vivienda, como se hace, por ejemplo, en la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (FUCVAM) o en la Federación de Cooperativas de Vivienda de Usuarios por Ahorro Previo (FECOVI), también de Uruguay. Las cooperativas de FUCVAM se basan en el aporte de trabajo de sus asociados en la construcción de las viviendas –80 horas mensuales de mano de obra solidaria en tareas afines a las del obrero no diestro–, y en la contratación de capataces y personal especializado. El aporte de la ayuda mutua, junto a otros posibles aportes propios de la cooperativa, equivale a un máximo de 15% del valor máximo de tasación del conjunto a edificar. El 85% restante es cubierto por un préstamo gubernamental. Por otro lado, el modelo de las cooperativas FECOVI requiere del ahorro de por lo menos el 15% del valor total de la obra, incluido el terreno, por parte de las cooperativas, previo a la concesión del préstamo para la construcción de las viviendas. Este ahorro logra financiar la compra del terreno y cubrir parte del costo de la construcción. Estos y otros modelos cooperativos pudieran utilizarse para fomentar el desarrollo de la vivienda cooperativa en la Isla. Asimismo, se deberían integrar los diversos sectores del movimiento cooperativista para reenfocar el desarrollo socioeconómico del país, apoyar nuevas cooperativas de vivienda y desarrollar programas sólidos de incubación para estas iniciativas.
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El cooperativismo en Puerto Rico fue, y sigue siendo, una alternativa efectiva que ayuda a equilibrar la especulación de los bienes inmuebles y a reducir la desigualdad de clases que la actual crisis económica continúa generando.
Enrique Ortiz. The right to housing: a global challenge (Habitat International Coalition, 1990, p. 91).
los edificios abandonados, las ocupaciones toman otro derrotero. En casos como el de algunas familias puertorriqueñas en el Bronx, de los okupa en España, de los besetzer en Alemania y de los cracker en Holanda, entre muchos otros, se ocupan edificios en desuso para crear espacios donde habitar. Aunque distantes, estas experiencias podrían ser relevantes a Puerto Rico si se toma en cuenta la escasez de tierras urbanizables y la cantidad de edificios abandonados, algunos de ellos expropiados forzosamente para proyectos nunca realizados. Los asentamientos autogestionados constituyen una parte significativa del paisaje urbano. Han sido parte de la fundación de nuestros pueblos y ciudades. Sin embargo, han sido vistos muchas veces con sospecha y desdén. Son eliminados tan pronto es posible, cuando surgen otros usos ‘socialmente más provechosos’ para el terreno o cuando las condiciones del mercado favorecen la especulación con los terrenos que ocupan. En la autoconstrucción de barrios y viviendas, los pobres hacen uso creativo de sus recursos y, en la mayoría de los casos, estas viviendas se adaptan mejor a sus necesidades y a sus capacidades económicas. Además, el costo de producción es mucho menor que el de la vivienda pública. No obstante, a pesar de que la autoconstrucción constituye una de las maneras más efectivas de lidiar con el problema de la falta de vivienda, esta iniciativa es vista muchas veces como un problema y no como una solución creativa al problema. ¿Por qué no incorporar a los usuarios al proceso de diseño y construcción de la vivienda de interés social? ¿Por qué no aprovechar la energía creativa desplegada por los pobres en la solución de sus problemas? De incorporarlos, no solo se reducen los costos, sino que, de manera importante, los usuarios pueden asumir un mayor control y responsabilidad sobre el desarrollo, manejo y conservación de los lugares que habitan. Esta fue la propuesta de dos de los estudiosos más importantes sobre el tema de la vivienda: el arqui-
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La vivienda autoconstruida Edwin R. Quiles Rodríguez
Una inmensa cantidad de la gente del mundo, casi una cuarta parte, más de mil millones de personas, vive en condiciones inaceptables. Cien millones de estas no tienen un techo en donde descargar su golpeada humanidad. –– Enrique Ortiz1–– No es posible proveer una vivienda adecuada a todo el mundo utilizando los mecanismos y las políticas actuales. Rescate, invasión, asentamiento espontáneo, barrio popular, arrabal, favela, villa miseria, bidonville, squatter y pueblo joven constituyen algunas maneras de nombrar las comunidades construidas por la propia gente, sin permiso, en terrenos desocupados, en solares arrendados o vendidos ilegalmente. Representan maneras de cómo la propia gente asume la responsabilidad de proveerse un albergue cuando el sistema político y económico no provee alternativas asequibles ni aceptables. Comienzan como construcciones mínimas, utilizando materiales reciclados y precarios, y generalmente con el tiempo se convierten en viviendas sólidas y adecuadas. Todas estas comunidades constituyen maneras asequibles –más económicas que las vías establecidas por la economía formal– de acceder a un techo. Las causas y los procesos son similares. Cada lugar pone sus detalles particulares al cómo y dónde se hacen. Existen variaciones a este modo de operar. En contextos de gran densidad de construcción, donde predominan
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tecto inglés John Turner2 y el urbanista estadounidense Charles Abrams3. Hace más de 50 años, luego de estudiar los asentamientos populares de varios países del mundo4, llegaron a la conclusión de que la vivienda de interés social producida en masa, como es el caso del residencial público, es más costosa y no se adapta bien a las necesidades cambiantes de los usuarios. Notaron que estas estructuras se deterioran rápidamente debido, en gran medida, a la poca identificación de los usuarios con los diseños impuestos. De manera inversa, la vivienda autoconstruida tiene un ciclo de vida ascendente que, por lo general, mejora con el tiempo. Para Turner, la vivienda es un verbo, un proceso, una actividad; no es un sustantivo ni un producto estático. El rol del Gobierno debe ser el de proveer los medios y la base estructural para la participación de la gente en la producción de sus entornos. De ese concepto de la vivienda como proceso surgieron en nuestra Isla programas y propuestas de vivienda participativa como Ayuda Mutua y Esfuerzo Propio, Solares con Servicios de Infraestructura, Casas Semi Terminadas y Zero‑Plus, para mencionar los más conocidos. En Nueva York, los programas U‑Hab y Sweat Equity facilitaron la rehabilitación de propiedades dilapidadas y abandonadas mediante la autoconstrucción o mediante el desarrollo de estructuras comunitarias, como las cooperativas de vivienda. ¿En qué consisten estas propuestas? Todas fueron organizadas para que los usuarios tomaran la responsabilidad de aportar recursos y trabajo para construir sus viviendas en colaboración con los vecinos o por cuenta propia, y
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John Turner y Robert Fichter. Freedom to Build (Nueva York: Macmillan Company, 1972); y John Turner. Housing by People (Londres: Marion Boyars, 1976). 3 Charles Abrams. Man’s Struggle for Shelter in an Urbanizing World (Cambridge, MA: MIT Press, 1966). 4 Ambos estudiaron también la situación en Puerto Rico. 2
en solares cuyo desarrollo y prestación de infraestructura era financiada por el Estado. El grado de participación variaba. En algunos casos –como en los programas de ayuda mutua y de solares con infraestructura–, los residentes adquirían un solar para construir. En otros casos –como en la vivienda Zero‑Plus propuesta por el arquitecto Henry Klumb–, adquirían una vivienda no terminada que consistía de una unidad mínima, con un espacio común, baño y cocina, o de una vivienda completa cuyas terminaciones corrían por cuenta de sus moradores. La función de la agencia gubernamental consistía en facilitar el flujo de materiales, los diseños, la asesoría técnica y la organización de la construcción. En todos estos programas, la vivienda tenía la capacidad de crecer y de ampliarse. A pesar de las oportunidades que estos programas presentaron para muchas familias necesitadas, en nuestro país la mayoría de ellos fueron eliminados en favor de la vivienda de gran escala financiada por el Estado. La construcción de grandes proyectos, financiada con fondos federales, resultó favorecida en aras de agilizar la solución al problema de la vivienda de los pobres. Esta estrategia favoreció también el desarrollo de la industria de la construcción y de la manufactura de materiales, como el cemento; entonces una industria en crecimiento. Quedan en la actualidad programas de repartición de materiales y de
solares o parcelas. No obstante, su alcance es muy limitado. Por necesidad, la gente ha seguido construyendo dónde y cómo puede. Bien valdría la pena examinar las experiencias pasadas, aprender de ellas y adecuarlas a la condición de nuestros tiempos. En esto, el programa Habitat for Humanity, que busca desarrollar proyectos de vivienda con la participación de los residentes, ofrece una alternativa posible. No cabe duda de que vivimos en un momento histórico distinto de los tiempos cuando los programas de autoconstrucción florecieron en los años cuarenta y en los comienzos de los años cincuenta. Los términos de intervención del Estado y de la gente deben redefinirse. Entre otros factores, las formas de participación colectiva han cambiado y la tierra es un recurso más limitado y costoso. No podemos depender del modelo de parcelas que contribuye al desparrame urbano. Los nuevos programas de vivienda autoconstruida deben desarrollarse dentro del modelo de la vivienda colectiva. Para este tipo de vivienda, sirve de referencia el modelo supports del arquitecto holandés John Habraken, que utiliza componentes de construcción prefabricada para permitir la participación de los usuarios en el diseño y la construcción de su vivienda dentro de proyectos colectivos. Acá en Puerto Rico, este concepto no es nuevo. La propuesta para la construcción de una nueva comunidad en La Puntilla, diseñada por Jan Wampler en la década del sesenta5, utilizó este principio. En esta propuesta no construida, el usuario adquiría un espacio vacío en un edificio multifamiliar dentro del cual podía construir su vivienda. Para que la provisión de vivienda se convierta en una acción compartida entre el Estado y la comunidad, la participación debe comenzar desde el mismo proceso del diseño. Para ello, el El proyecto obtuvo el primer premio en la competencia auspiciada por la revista Progressive Architecture ese mismo año. Véase Progressive Architecture (enero de 1968: p. 131).
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diseño debe ser un sistema abierto que permita a los usuarios tomar decisiones sobre cómo quieren vivir y cómo quieren utilizar sus recursos. Esta es una idea que parece sencilla, pero que aún encuentra resistencia en las autoridades de nuestro país. Esta propuesta de trabajo también requiere cambios en la práctica de la profesión y en la forma de visualizar al arquitecto: de una figura autoritaria que decide por la gente a la de un facilitador de los procesos de diseño y de la toma de decisiones. Supone, además, la incorporación de otros profesionales y saberes al proceso de trabajo. Para el Estado, esta manera de proyectar supone el asumir un rol de facilitador y de proveedor de infraestructura, recursos económicos, tecnología, destrezas profesionales y organizativas, y capacitación técnica y organizativa para hacer posible la construcción de los proyectos. La autogestión debe extenderse hacia el desarrollo de los asentamientos también. Después de todo, no solo se trata de proveer alojamientos, sino de construir comunidades que fortalezcan al individuo y al colectivo.
La localización en áreas centrales Luis García Pelatti
En el desarrollo de la vivienda asequible, no solo es necesario pensar en mecanismos para ayudar a viabilizarla –tales como la vivienda prediseñada, la racionalización de los procesos constructivos, la gestión de entidades sin fines de lucro, los fideicomisos de tierras, las cooperativas y la ayuda mutua y el esfuerzo propio– sino también en dónde ubicar esta vivienda para establecer vecindarios social y económicamente viables. Atraer habitantes
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En la autoconstrucción de barrios y viviendas, los pobres hacen uso creativo de sus recursos y, en la mayoría de los casos, estas viviendas se adaptan mejor a sus necesidades y a sus capacidades económicas.
a solares vacíos y a edificios vacantes en las áreas centrales de la ciudad es fundamental para crear áreas urbanas vitales y conservar terrenos naturales para usos no urbanos. La crisis inmobiliaria, que ya cumple seis años, refuerza la estrategia de atraer población a las áreas ya urbanizadas y, en especial, a las áreas centrales. Entre el 2000 y el 2010, la tasa de viviendas vacantes creció en un 65.7%. Según datos del censo, en el 2010 había 260,415 viviendas vacantes en todo Puerto Rico. Si le añadimos los terrenos vacantes, los lotes subutilizados y la reducción general de la población de la Isla, es evidente que la demanda por vivienda de las próximas décadas se podrá satisfacer sin impactar terrenos naturales fuera de las áreas urbanizadas. Como ejemplo de la disponibilidad de terrenos y estructuras vacantes en las áreas urbanas, está la zona histórica de San Germán con 100 lotes vacíos o con estructuras vacantes, y la zona metropolitana de San Juan con cerca de 100 cuerdas vacías alrededor del Tren Urbano, 95% de las cuales son propiedad pública. Localizar vivienda en las áreas centrales mediante el desarrollo de solares vacíos y la ocupación o redesarrollo de edificios vacantes tiene muchos beneficios para los Gobiernos central y municipales, y para los residentes de estas áreas: • Reduce los costos de infraestructura y de su mantenimiento, al evitar la distensión de los sistemas de electri cidad, agua, alcantarillado, comunicaciones y otros. • Reduce la inversión pública en infraestructura vial y de transporte, al optimizar el uso de la oferta vial existente. • Hace más eficiente el acopio de reciclables y el recogido de desper dicios sólidos. • Conserva terrenos agrícolas y espacios abiertos.
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• Rompe el ciclo de pérdida de población y de falta de inversión en las áreas centrales. • Fortalece los vecindarios existentes y viabiliza su revitalización. • Reduce la dependencia en el auto privado, y viabiliza el transporte público y las mejoras al entorno peatonal. • Provee acceso del residente a lugares de trabajo, de comercio y de recrea ción cerca de su vecindario. Pero, para disfrutar de estos beneficios hay que atender el tema del costo de poblar las áreas centrales. Para superar la barrera del costo, las administraciones públicas deben asumir un papel de liderato que haga atractivo, a corto plazo, la ocupación de edificios vacantes y, a más largo plazo, que haga viable las inversiones de los desarrolladores en las áreas centrales. Para este objetivo de más largo plazo, algunos desarrolladores han señalado la necesidad de abaratar los elevados costos de desarrollar en las áreas centrales debido, entre otros, al mayor precio de la tierra, las dificultades de adquirir pequeñas parcelas para agruparlas en solares adecuados para el desarrollo, el remplazo de una infraestructura deteriorada, los costos de demolición de estructuras existentes, los costos de las evaluaciones y las limpiezas ambientales, y la dificultad de lograr el apoyo de las comunidades impactadas. Para preparar las áreas centrales para hacerlas atractivas para futuras inversiones de vivienda, es necesario comenzar desde ya a hacer inversiones en estas áreas para coordinar la infraestructura, preparar los solares para el desarrollo, y adecuar la estructura reglamentaria para que responda a las idiosincrasias de las diversas áreas centrales. Áreas como el Viejo San Juan, Barrio Obrero, la zona bancaria de Hato Rey, el casco de Río Piedras, y las urbanizaciones de Santa María y College Park, tienen solares con diversas características de tamaño y contorno, de
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área de ocupación, de tamaño de edificios, de retiro del edificio a la acera, de rasgos de arquitectura y de localización de estacionamientos, entre otros, que no siempre pueden atenderse con los requisitos reglamentarios uniformes de un Reglamento Conjunto que solo da a elegir entre trece distritos urbanos. Es necesario elaborar normativas especiales para atender las variadas idiosincrasias de los sectores urbanos que sean, a la vez, lo suficientemente flexibles y específicas para permitir que los proyectos se inserten en el entorno de forma adecuada. Las políticas para redesarrollar las áreas centrales de Puerto Rico han sido erráticas, y han sido apoyadas de forma selectiva por solo algunos gobernadores, alcaldes y empresarios. Esta falta de consistencia se refleja negativamente en los datos censales; entre el 2000 y el 2010, de 78 municipio, solo ocho de ellos aumentaron población en los distritos censales de sus centros urbanos. Existen varias experiencias positivas de desarrollo de vivienda en áreas centrales. Entre estas destacan los proyectos apoyados por los municipios de Carolina, Barceloneta y Guaynabo en varias manzanas de sus centros urbanos. Otras experiencias positivas –aunque detenidas por la crisis inmobiliaria y económica de los últimos años–, fueron las políticas del Departamento de la Vivienda en el proyecto de Santurce Central, y del Departamento de Transportación y Obras Públicas y de la Autoridad de Carreteras y Transportación en su proyecto de “desarrollo conjunto” alrededor de las estaciones del Tren Urbano. Estas estrategias deberán retomarse en el momento cuando se ocupen la mayoría de las viviendas vacantes y vuelva a encaminarse el desarrollo de nuevas viviendas. El redesarrollo de las áreas centrales será de beneficio particular a los residentes de viviendas asequibles, para quienes la localización central provee beneficios de transporte, de diversidad de ofertas de vivienda, de cercanía a centros de empleo y servicio, y de habitabilidad en general.
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Tensiones y distancias residenciales: tres visitas fugaces
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Villa Cañona | Loiza
Deepak Lamba Nieves Fotos por Estefanía Alejandro Silva
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Riberas del Bucaná | Ponce
Villa Kennedy | San Juan
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Villa Cañona Loiza
Una cosa es saber que una comunidad existe, otra es conocer la ruta para llegar y saber ajustar la mirada para entenderla. Este principio básico solo se aprende bien visitando lugares que no son parte de la cartografía cotidiana y reconociendo que las distancias socioeconómicas crean barreras duras que pueden ser difíciles de atravesar. Cuando el editor de esta revista me propuso realizar un escrito basado en visitas de campo a tres comunidades
de escasos recursos con condiciones de vivienda diferentes y atípicas —Villa Kennedy, Villa Cañona y Riberas del Bucaná— reconocí los nombres y los asocié con memorias periodísticas, pero no logré armar ágilmente un mapa mental o una estrategia de entrada que me ayudasen a situarme dentro de sus fronteras. Como el aprendiz usualmente es atrevido, acepté su invitación, no sin antes comentarle mis inquietudes en torno a la común desfachatez de
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generar conclusiones abarcadoras con una pequeña muestra de datos. Para los investigadores cualitativos, salir a la calle a husmear por un ratito es un ejercicio imprescindible pero limitado. Las visitas relámpago sirven para coger el gusto, comenzar a generar preguntas, desarrollar ideas preliminares e identificar pistas: considérense advertidos.
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Villa Kennedy:
cooperativa sin cooperaci贸n
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“Soy del caserío”.
Desciframos el camino al otrora residencial público Extensión Padre Las Casas gracias a Alejandro Cotté, el director de Participación Ciudadana y Desarrollo Social del Proyecto ENLACE del Caño Martín Peña. En pie desde los cuarenta, el complejo de edificios santurcino fue parte de una nueva cepa de desarrollos de vivienda bajo el Gobierno colonial que intentaron atajar el arrabal e inyectarle dinamismo keynesiano a una economía deprimida. Desde afuera, las fachadas multicolor de los apartamentos, las construcciones improvisadas, la diversidad de patios frontales, el deterioro de algunas unidades y el arsenal de antenas de televisión satelital en los techos daban la impresión de que allí se vive bajo el ritmo del revolú. Sin embargo, una vez adentro, ese lunes por la mañana se sentía una calma pasmosa y penetrante ya que muchos de sus habitantes estaban en otros lares, resolviendo asuntos y trabajando. El contraste me ofreció una lección importante: los códigos estéticos y
prejuicios del suburbio comemierda casi siempre nublan la mirada analítica. Según nos contaron Edison Denizard y su esposa, Noemí Vélez —ambos residentes por más de cincuenta años— la transición de vivienda pública a cooperativa en los años sesenta desató un reperpero. Bajo el mando del Estado, se regían por un reglamento común que intentaba imponer orden y uniformidad. Pero cuando los inquilinos del ELA se convirtieron en dueños particulares y comunes, cada cual jaló para su lado. El ensayo cooperativista no funcionó, en parte porque no se les ofreció la debida capacitación a los residentes ni se sentaron las bases institucionales adecuadas. Doña Noemí contó que, en una ocasión, trataron de coordinar una derrama para pintar su edificio, pero la renuencia de una vecina los dejó con el rolo al hombro. Su esposo, antiguo administrador de residenciales públicos, nos ofreció otra pista importante para entender la villa: donde todos se creen que mandan, no manda nadie.
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La fallida cooperativa llegó a estar bajo la tutela de un síndico; y hoy se encargan de la administración unas hermanas criadas allí que hacen lo posible con pocos recursos y sin el apoyo de una sólida junta de residentes. A pesar de algunas carencias, el inventario comunitario es amplio e incluye: apartamentos alquilados y subsidiados, dueños sempiternos, unidades abandonadas, puntos no muy fuertes, viejitos que se valen del apoyo del prójimo, mucho optimismo y hasta una propiedad del reguetonero Daddy Yankee, hijo pródigo de Villa Kennedy. La mano invisible que se apoderó del antiguo residencial jamaqueó el territorio indiscriminadamente. Donde antes yacía un housing project, ahora hay un mosaico residencial y demográfico colorido. No obstante, por más que cambiaron las estructuras, la titularidad, el nombre y las reglas del juego, permanecieron unos cuantos residentes que sienten un orgullo comunitario profundo y dicen: “Soy del caserío”.
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Villa Ca単ona
y sus lecciones de lucha comunitaria
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“que se mantengan unidos y firmes, luchando; que las cosas siempre se logran”.
Nuestra segunda salida comenzó con un paseo dominguero por la costa de Loíza —peregrinación obligada para burgueses aventureros en busca de frituras y contacto con la informalidad del chinchorro— y desembocó más allá de la guardarraya turística, en la casa de Carmen Zoraida Jiménez, líder comunitaria y residente de Villa Cañona I. La primera versión de la comunidad surgió bajo la ola de rescates de tierras que se evidenciaron desde el 1968 al 1972. Una época de cambios políticos, luchas y represión en una isla que crecía económicamente a buen ritmo, pero no lograba repartir bien el pan, la tierra y la libertad. A sus 21 años, doña Zoraida agarró pala y pico junto a su marido y un grupo nutrido de vecinos para darle forma a un asentamiento informal de casas que poco a poco logró el aval oficial y la titularidad individual gracias a la perseverancia de su gente y el trabajo orga-
nizado. Desde el primer picazo hasta el presente, la comunidad ha contado con un comité timón que se ha encargado de representar los intereses comunitarios, recibir ayudas benéficas y asesoramiento legal, y canalizar reclamos. La solidaridad les ha ayudado, entre otras cosas, a juntarse para mezclar cemento, fundar una nueva sección (Villa Cañona II), luchar contra el discrimen racial y la brutalidad policiaca, y para pedirles a los burócratas de turno que los conecten formalmente a los servicios básicos y les cobren su consumo. Además de campear por sus derechos, las doscientas y pico de familias que forman parte de ambas secciones han aprendido a bregar con la narcoviolencia y el impacto de decenas de arrestos que han exportado a muchos jóvenes de allí hacia las cárceles del Norte. Según doña Zoraida, las cosas han mejorado mucho, pero persisten
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las necesidades de las familias afectadas por los encierros, y el estigma de que aquello es tierra de nadie. Para comprobar lo contrario, reseñó el éxito de sus hijas, mujeres profesionales que se quedaron en la comunidad; y nos paseó a pie por las calles y callejones de su barrio a la vez que describía, con lujo de detalles, cómo se pavimentaron las vías, quién vivía dónde y el ciclo histórico de la materialidad residencial: cartón, luego madera y finalmente concreto. A pesar de su trayectoria particular, la experiencia de Villa Cañona ofrece unas enseñanzas que les sirven a otras comunidades pobres, pues según doña Zoraida: “Las esquinas son iguales en todos lados”. Pensando en los compañeros de Villas del Sol, y luego de cuarenta años de haber rescatado un pedazo de Loíza, les sugirió “que se mantengan unidos y firmes, luchando; que las cosas siempre se logran”.
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Desplazamiento sureño hacia la ribera del río Bucaná
Nos tomó un buen rato poder llegar hasta el complejo de viviendas ribereño. Luego de varios intentos fallidos tratando de identificar a algún intérprete arquitectónico local que guiase nuestro recorrido, salimos desde San Juan sin tutor, confiados en nuestras destrezas cartográficas y el viejo refrán: “Preguntando se llega a Roma”. Después de reconfirmar que Google no lo sabe todo, seguir instrucciones complicadas, y varias vueltas en auto por la avenida Tito Castro, nos topamos, por suerte, con un puente corto que nos llevó hasta nuestro destino —un sector suburbano que ya va por su tercera expansión—. Una vez adentro, viajamos despacio para poder saciar el hambre de la crítica a la urbanización tradicional portorricensis. Luego de un breve festín, llegamos a la calle Dólar, una vía larga que amarra dos hileras de casas unifamiliares construidas bajo el proyecto Riberas del Bucaná I. Según nos con-
tó un vecino que compartía en la acera de su casa con un grupo de amigos, las unidades fueron ocupadas en el 2001 por familias de escasos recursos cuyas residencias originales eran inseguras. Las familias relocalizadas allí, siguiendo las nuevas políticas públicas de vivienda —inspiradas en la lógica conservadora de la responsabilidad individual y los desarrollos público-privados— asumieron pagos de hipotecas subsidiadas mientras los desarrolladores sembraron cajitas de cemento con algunos vicios de construcción. Con el paso del tiempo, los nuevos dueños se encargaron de criollizar los modelos sosos originales. Si las remodelaciones barrocas de las fachadas representan el cariño que sienten por sus residencias, entonces allí hay una colección de vecinos que viven enamorados de sus cuatro paredes. No obstante, la pasión estrambótica tiene sus límites. Gloria Arroyo, una señora mayor que
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llegó de la Playa de Ponce, mantiene la casa exactamente como se la entregaron. Aunque ya no le debe al banco y les puede proveer alojamiento a sus hijos, no se siente a gusto: “Extraño a mis vecinos… nos encontrábamos en la tienda, aquí no…”. Su nuevo hogar es seguro, pero no se compara con el antiguo barrio. En la Playa, sus pertenencias se ahogaban, pero el desalojo le produjo una incertidumbre mayor: sentirse extraña en su propia casa.
“Con el paso del tiempo, los nuevos dueños se encargaron de criollizar los modelos sosos originales”.
Las comunidades que visitamos revelan una madeja de experiencias complicadas con diferentes propuestas —como la expansión de la vivienda pública, el urban renewal y el régimen del “hogar seguro”— y los desaciertos del estado asistencial boricua. Los diálogos con los residentes revelan algunas de las tensiones entre las pretensiones gubernamentales y las estrategias cotidianas de aguante y resistencia. Con las pocas horas de contacto que registré, puedo deducir lo siguiente: llevamos 75 años experimentando con modelos (mayormente importados) de vivienda de interés social, pero sabemos muy poco sobre sus impactos. Hace un tiempo atrás, la planificadora Lucilla Fuller Marvel resaltó la necesidad de tender puentes entre los que planifican y las comunidades. El consejo más importante para los tecnócratas que quieren hacer algo distinto y tomar pasos certeros está plasmado en la carátula de su libro, para que no se les escape: “Listen to what they say”.
Referencias consultadas Alameda, José I. y Carlos A. Rivera Galindo (2005) La vivienda de interés social en Puerto Rico. San Juan: Departamento de la Vivienda. Cotto, Liliana (1990) “La ocupación de tierras como lucha social: Los rescates de terreno en Puerto Rico: 1968-1976”. Revista de Ciencias Sociales XXIX, no. 3-4: 408-428. Fuller Marvel, Lucilla (2008) Listen to What They Say: Planning and Community Development in Puerto Rico. San Juan: La Editorial de la Universidad de Puerto Rico.
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75 años experimentales
ENTORNO ARQUITECTURA
Orlando Santiago: Cosas hechas a medida
Por el Editor
Cosas sobre gris 2
Orlando Santiago vive actualmente en Caguas, Puerto Rico. Durante el día se desempeña como animador de motion graphics, mientras que en las noches se desenvuelve como ilustrador. Siempre le interesó el arte. De niño dibujaba los Looney Tunes de los “tazos” e inventaba sus propios superhéroes. Luego, en la escuela superior, se pasaba dibujando durante las clases y cuando llegó a cuarto año todavía no sabía lo que quería hacer… Solo sabía que le gustaba dibujar, así que pensó ser arquitecto o artista. Terminó decidiendo ir a la Escuela de Artes Plásticas (EAP) donde estudió para ser diseñador gráfico pero tomó electivas en pintura, dibujo, gráfica y diseño industrial. Luego de su graduación de la EAP ha ocupado varios trabajos relacionados con el diseño sin dejar de darles importancia a su crecimiento, tiempo y proceso creativo como artista. www.orlandosoyyo.com
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ENTORNO: He notado un vuelco a técnicas más tradicionales de representación artística, como los dibujos a mano y los bocetos. ¿A qué crees que responde esto? ¿Existirá ya una resistencia a la estética de lo digital? Orlando Santiago: Me parece que hoy
día en el arte está pasando algo muy parecido a lo que pasó en el impresionismo, cuando con el movimiento anterior del realismo, las pinturas llegaron a ser tan realistas que de alguna manera los artistas decidieron romper con el arte tradicional y enfocarse no en la técnica, sino en capturar “el momento”. De la misma manera, me parece que el arte y su integración con la tecnología llegó a un punto en que se tornó tan inmaculado que se crea una necesidad por algo más humano e imperfecto. Lo mismo pasa no solo en los dibujos, sino en el diseño, la fotografía y hasta en la misma decoración de interiores, donde se empieza a crear una añoranza por lo antiguo, lo vintage, y la manera en que eran las cosas antes de que existieran las computadoras. Todo esto me parece que
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es en parte moda, y seguramente en un futuro nos estaremos burlando del hecho de que tirábamos fotos digitales para luego aplicarles filtros y de cierta manera degradarlas para que se viesen análogas; sin tener que pasar el trabajo que requiere la fotografía análoga. En fin, sí creo que hay una resistencia a la estética digital y al trabajo digital
Sketchbook Project
en general, en parte por la idea de que todo lo que es a computadora es fácil de hacer, o se hizo con un solo clic. En mis trabajos recientes me encuentro haciendo mis bocetos de manera digital para luego llevarlos a cabo de manera tradicional... De esta manera compruebo la idea de que todo parece ir en reversa.
yoría de mis trabajos recientes, dado a que están sobrecargados de imágenes, se han convertido en una especie de juego en donde la persona o las personas que los aprecian se divierten buscando y encontrando elementos. Por eso en muchos casos las piezas tratan sobre algún tema de la cultura popular, ya que invitan a que más personas puedan disfrutarlas, reconociendo el tema, así como también elementos que luego pueden discutir al identificarse con ellos.
E.T.
E: Háblanos un poco sobre la portada que trabajaste para esta edición de ENTORNO titulada: Cosas hechas a medida. OS: Cuando me contactaron
para crear la portada me dijeron que el tema de esta edición era la vivienda asequible y la vivienda participativa. Honestamente nunca había escuchado de estos términos, pero al leer un poco del tema me enfoqué en el concepto de la vivienda participativa. Los personajes que aparecen en la portada están dentro de espacios que fueron creados de acuerdo a la forma geométrica de cada uno de ellos. A la misma vez, están rodeados de elementos de construcción y de creación. En este caso, el dibujo fue creado digitalmente en su totalidad.
John Lennon
Cosas en rojo
CAAPPR
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ARTE Y DISEÑO
E: Te gusta incluir entre tus piezas personajes y artistas de la cultura popular, ¿por qué? OS: Creo que la ma-
Procesos de participación: Proyectar, construir y habitar la vivienda contemporánea Omayra Rivera Crespo
CODA RESEÑAS
Reseña por Lucilla Fuller Marvel
Este libro es una gran contribución al campo del desarrollo comunitario y de la vivienda en Puerto Rico. ¡Enhorabuena! Es un campo que por muchos años, especialmente durante las décadas de los cuarenta, cincuenta y sesenta fue de importancia y objeto de análisis, estudios y experimentación en Puerto Rico por arquitectos, planificadores y economistas; especialmente en el sector público. El Gobierno elaboró una política pública habitacional año tras año, reconociendo el derecho de cada familia e individuo a una vivienda segura y adecuada. Se crearon programas locales para ayudar a las familias de módicos y escasos recursos a tener acceso a una vivienda, como los programas de Parcelas (lotes y servicios), 1941; de Ayuda Mutua y Esfuerzo Propio, 1949; y de Rehabilitación en Su Sitio, 1960. Los tres programas se destacaron por concebir el desarrollo de la vivienda dentro del contexto comunitario y desde la perspectiva de la demanda. El Programa de Ayuda Mutua y Esfuerzo Propio se destacó
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por organizar equipos técnicos para ayudar a las familias en la construcción de su propia vivienda en comunidades organizadas. El Programa de Rehabilitación en Su Sitio se destacó por el respeto que el Gobierno les dio a las familias quienes habían construido sus propias viviendas en terrenos ajenos, facilitando infraestructura y la titularidad del terreno. A la vez, se expandió el inventario de vivienda dentro del alcance económico de las personas con recursos económicos mínimos por medio de la utilización de programas federales como el programa de residenciales públicos. Se atendía el tema de desarrollo comunitario y de vivienda en conferencias, foros y congresos mundiales. Se crearon concentraciones académicas y becas para estudiar la vivienda en la Escuela Graduada de Planificación de la Universidad de Puerto Rico. Ya para la década de los setenta el Gobierno realizó un giro ideológico al dirigir sus esfuerzos a beneficiar el sector de la construcción –mayormente desde la perspectiva de la oferta del mercado–, concibiendo la vivienda como un motor de desarrollo económico. Para la década de los noventa, la necesidad de una vivienda adecuada, accesible y asequible para las familias e individuos de recursos limitados era aproximadamente 90,000 unidades, una cifra relativamente estable hasta hoy día. Es un imperativo reenfocar la política pública del Gobierno y su rol en proveer una vivienda adecuada y asequible en comunidades de las mismas características. Afortunadamente, durante las décadas de los noventa y dos mil se crearon unos ejemplos que combinaron lo mejor del pasado con el contexto particular del siglo XXI: como el Proyecto de la Península de Cantera y el Proyecto ENLACE del Caño Martín Peña; proyectos de desarrollo comunitario, basados en la participación de los residentes. Toda esta breve recapitulación de setenta años es para subrayar el significado del libro de Omayra Rivera Crespo para resolver el problema habitacional de la vivienda y proveer una
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metodología para la vivienda participativa en todos sus aspectos. Es una metodología valiosa de la planificación, desde la base comunitaria, que permite que tantas familias en Puerto Rico mejoren sus condiciones residenciales; ya sea por medio de la rehabilitación o por una nueva construcción, que, a la vez, sirve para mejorar sus comunidades. Además, el libro provee un análisis histórico excelente y abarcador de la vivienda en diferentes regiones del mundo en el siglo XX: desde las perspectivas de diseño y usos del espacio, diferentes estilos de vivienda y sistemas innovadores de construcción y análisis que apoyan la metodología propuesta. El libro incluye un recorrido cabal de la literatura de la vivienda, en particular de la vivienda popular y progresiva que fue un placer de leer. Le da al lector la oportunidad de revisitar o de conocer por primera vez ejemplos de creatividad e imaginación dirigida a lo que es básico para todos: nuestro techo y albergue.
Espacios ambivalentes: historias y olvidos en la arquitectura social moderna Jorge L. Lizardi Pollock y Martin Schwegmann, editores
Reseña por Oscar Oliver-Didier
Un inesperado encuentro intelectual de colaboración entre países se esboza en esta publicación reciente sobre experimentos habitacionales de vivienda pública de la primera mitad del siglo XX. La idea original del libro surgió de un seminario celebrado en Berlín en el 2009 sobre el tema Spaces and Ideas: Urban utopias and realities from Latin America to Eastern Europe. El nuevo libro, editado por Lizardi Pollock y Schwegmann, recoge los artículos de un simposio organizado por el Centro Interdisciplinario de Urbanismo, Diseño Ambiental y Desarrollo (CIUDAD) de la Escuela de Arquitec-
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estos modelos sean exitosos o no. Por último, Martin Schwegmann discute en “Is History Repeating Itself? From Squatter Settlements to Mass Housing - Urban Transformation in Istanbul”, cómo mucho de los errores cometidos hace 50 años en otros países, como la erradicación de los barrios marginados, se están ahora replicando en Estambul. La manera en que se repite irresponsablemente la historia, y cómo muchos de los asuntos asociados a manejar el problema de la vivienda nos siguen embrujando al día de hoy, hace énfasis en la importancia de publicaciones como esta que estamos reseñando. Por último, los autores, Luz Marie Rodríguez, Andrés Mignucci y Manuel Bermúdez son los responsables en discutir y reflexionar sobre el contexto puertorriqueño. Con los artículos “Revisión de la vivienda social en Puerto Rico: notas sobre la arquitectura para el obrero”, “Modern Urbanism in Puerto Rico: From Abstract Doctrines to Concrete Landscapes” y “De la tábula rasa a la rehabilitación del barrio: puesta en escena de un nuevo modelo” se profundiza sobre la evolución histórica de un país que ha puesto en marcha diversos paradigmas de experimentación para lidiar con el problema de la vivienda; un reto universal, pero con particularidades locales e interdisciplinares, que nos retorna a los problemas que se discuten y aparecen descritos en las páginas y enfoques diversos de este libro. Por último, es importante notar que aunque la construcción de este tipo de proyecto de vivienda haya mermado en épocas recientes, o que algunos de los ejemplos existentes hayan sido demolidos por problemas sociales con que se les asociaba, no evita que los mismos problemas de necesidad y justicia social sigan estando presentes en la actualidad. Es por eso que, en este caso, lo ambivalente parece ser una importante herramienta de reflexión. Ante tal perplejidad recae la relevancia de antologías retrospectivas como las que se recogen en esta publicación.
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tura de la Universidad de Puerto Rico, y celebrado en el Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico en abril del 2010. Este simposio contó con la participación de investigadores caribeños, lationamericanos y europeos que abordaron temas de la vivienda en Berlín, Tirana, Leinfelde, Estambul, México, Santo Domino, San Juan, La Habana, Buenos Aires, Caracas y Río de Janeiro. Según se establece en su introducción, si por un lado en Europa se estaban formulando los preceptos discursivos de utopías habitacionales, las primeras versiones de estos proyectos se estaban concretizando en América Latina y en el Caribe. De más está decir que este proceso de intercambio intelectual nunca fue lineal, y la transferencia de pruebas, ideas y soluciones siempre fue mutua. A su vez, algo que se hace sentir a través de las páginas de este libro es la presencia de miradas interdisciplinares —más allá de la arquitectura y el diseño— que informan y afectan el desenlace de estos experimentos residenciales. Sin este marco de referencia más amplio, se limita cualquier revisión exhaustiva de estos modelos. El limitar la discusión al fracaso arquitectónico o urbanístico del proyecto moderno ignora todos los otros matices que informan su valoración. Es por eso que la presencia del concepto de lo ambivalente en esta publicación —término
que además aparece en su título—, sirve como adjetivo activo para evaluar los pasados ejercicios historiográficos que con dualidad describen el éxito y, a la misma vez, el fracaso de estos espacios habitacionales de la modernidad. La crítica hacia los arquitectos y urbanistas tampoco falta en los ensayos de esta publicación. Como atestigua Lizardi Pollock en su ensayo “¿Paisajes de la desilusión? Los súper-bloques y sus demonios en América Latina”, el peligro de reducir y homogenizar la diferencia y de hacer desaparecer la especificidad humana en la toma de decisiones de estos proyectos fueron una de las razones primordiales para su fracaso; o su asociación a ello. Parafraseando a Michel Foucault en una de las citas utilizadas en el libro: las máquinas de liberación son imposibles de poner en marcha; por lo contrario, cualquier intento por realizarlas termina sirviendo en contra de este fin. En este caso, el urbanismo y la arquitectura estaban al servicio del aparato del biopoder y control puesto en marcha por el Estado moderno. Algunos de los ensayos en el libro que hacen eco de todas las problemáticas que entran en juego con el tema de la vivienda son los de Florian Urban, Florian Koch y Martin Schwegmann. Con el primero, “Mass Housing in Germany: Controversial Success and Ambivalent Heritage”, Urban nos habla de los problemas de significación con el que se suelen identificar estos proyectos de vivienda en masa. Él concluye que se retiene una relación de amor y odio con estos por el relativo éxito que tuvieron en manejar los problemas que agobiaban a los sectores más necesitados de la sociedad. Por otro lado, Koch, en su ensayo “Ideal Type, Crisis and Transformation: The Story of 50 Years of Social Housing in Leinfelde, Germany”, nos relata cómo fue la transición y la subsiguiente renovación de la vivienda social en la ciudad de Leinfelde en Alemania. Los retos de la transición de un modelo comunista a uno capitalista, además de ser expedito, cuando se enfrenta a una población en decrecimiento, pone en evidencia todos los otros factores que se tienen que considerar para que
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Premio Henry Klumb y Premio Héctor R. Arce Quintero Este año, la Junta de Gobierno del Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico acogió la recomendación del Jurado del Premio Henry Klumb, integrado por los arquitectos Segundo R. Cardona Colom, Istra Hernández Cabán y Otto O. Reyes Casanova, para otorgar el premio a la Arq. Beatriz del Cueto López Hidalgo y al Arq. Andrés F. Mignucci Giannoni. Asimismo, acogió la recomendación del Jurado integrado por los arquitectos Fernando Lugo Agudo, María T. Rossi Coughlin y Kim G. Venegas Vilaró, para otorgar el premio Héctor R. Arce Quintero, conferido por primera vez, al Arq. Ent. Oscar Oliver Didier. El Premio Henry Klumb está dirigido a reconocer el trabajo de aquellos arquitectos o arquitectos paisajistas que emulen la labor y el espíritu de la
Arq. Andrés F. Mignucci Giannoni, Arq. Beatriz del Cueto López, Arq. Alberto Lastra Power y Arq. Ent. Oscar Oliver Didier
obra de Klumb, al buscar soluciones acordes al contexto histórico o natural, crear conciencia y ofrecer soluciones a las limitaciones energéticas y mostrar conciencia de la escala humana y de su responabilidad hacia el futuro.
Por otra parte, El Premio Héctor R. Arce Quintero, reconoce el trabajo de un joven profesional de la arquitectura o arquitectura paisajista menor de 40 años por sus aportaciones para impulsar un urbanismo responsable.
Medalla de la Arquitectura Dr. Ricardo Alegría 2012 Con el fin de reconocer la labor de individuos y entidades que impacten positivamente el desarrollo de la arquitectura y la arquitectura paisajista en la Isla, el Colegio concedió la “Medalla de la Arquitectura Dr. Ricardo Alegría 2012”. En su categoría Individual, la medalla recayó este año en la profesora María A. Juncos Gautier, directora del Centro de Estudios para el Desarrollo Sustentable (CEDES); mientras que el Consejo de Titulares del Condominio El Falansterio, en Puerta de Tierra, fue reconocido en la categoría Institucional. El jurado, compuesto por los arquitectos Samuel Corchado Vega, Pedro Cardona Roig y Luis A. Flores Dumont, distinguió a la profesora María A. Juncos Gautier por “liderar desde el ámbito de la educación la transformación del ambiente construido en armonía con el medio natural y por promover proyectos sensibles y sostenibles que subrayan la importancia del buen diseño de ciudades y edificios para lograr una mejor calidad de vida”. La profesora Juncos Gautier instituyó en el 2009
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Prof. María Juncos Gautier y Miembros del Consejo de Titulares del Condominio El Falansterio
el único programa de sostenibilidad dirigido a diseñadores y profesionales de la industria de la construcción ofrecido por una institución educativa en Puerto Rico, el cual ha acometido importantes proyectos para la regeneración ambiental de nuestras ciudades. Mientras, en la categoría Institucional, la Medalla de la Arquitectura Dr. Ricardo Alegría 2012 recayó en el Consejo de Titulares del Condominio El Falansterio, en Puerta de Tierra, “por defender y conservar el conocimiento, la obra y la historia de la arquitectura del Falansterio, salvaguardar el patrimonio arquitectónico y fomentar la
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vida en comunidad resaltando el extraordinario valor del diseño de este edificio como prototipo de vivienda de alta densidad”. El Falansterio, construido en la década del treinta, fue diseñado por el Arq. Jorge Ramírez de Arellano. Inaugurado como proyecto de tenencia pública, fue administrado por sus residentes mediante la organización de una cooperativa y en 1975 pasó a la organización de condominio. Bajo este régimen, la Asociación de Residentes ha promovido la defensa de este importante patrimonio adscrito al Registro Nacional de Lugares Históricos.
El Colegio celebró el 4 de septiembre la primera edición de la Competencia de Proyectos de Fin de Carrera, que será una cita anual para premiar la excelencia en diseño de proyectos académicos de fin de carrera o tesis de diseño realizados durante el último año del grado profesional, y para contribuir a cimentar una cultura de excelencia en diseño. El jurado, compuesto por los arquitectos José R. Marchand Sifre, Rafael A. Pumarada Sánchez y Ligia M. Saldaña Martorell, evaluó 35 proyectos en las categorías de Vivienda, Urbanismo y Paisajismo, y Edificio Comercial, Institucional o Dotacional, para premiar los siguientes:
sirve de ocio, reposo y conexión entre las principales actividades del vecindario, y que, a su vez, acomoda a nivel soterrado una necrópolis que incluye una capilla ecuménica, columbarios y patios de recordación que pueden observarse desde el nivel superior del parque”.
Categoría de Edificio Comercial, Institucional o Dotacional Arq. Ent. Luis R. Mattei Lozano El espacio de los niños y jóvenes en la comunidad
“El proyecto resuelve el programa de forma madura y clara, y crea un lugar de encuentro y servicio para la comunidad”.
Categoría de Vivienda Mayra González González Vivienda y Familia: Co-housing, vecindario urbano
“En términos arquitectónicos, el proyecto aportó una solución flexible en un solar limitado en donde se crearon espacios variados y diversos en todos los pisos. La presentación gráfica expresó con claridad el concepto proyectado”.
Categoría de Urbanismo y Paisajismo Arq. Ent. Natalia Rey Hernández Activación de la gema olvidada en el tejido urbano: El cementerio como espacio alternativo
“La propuesta logró, de forma elegante, proveer un parque urbano que
Mejor Proyecto Fin de Carrera Abnel J. Hernández Cruz Las ruinas postindustriales: El pasado inmediato que se pretende olvidar
“El diseñador experimentó diversas formas de cómo ocupar los tanques y cómo darle cohesión a una escuela dentro de un paisaje ruinoso. La atractiva propuesta refleja, de manera singular, la capacidad, el brío y la audacia de una nueva generación de arquitectos que ya comienza a abrirse paso”. Puede consultar los proyectos presentados en www.caappr.org, bajo “Concursos”.
CAAPPR
Concurso San Juan 3D
Tras evaluar siete propuestas de 37 participantes, el jurado otorgó dos segundos premios bajo el Concurso San Juan 3D a: Irene Fajardo, Danniely Staback, Nicole Ferrer, Christian Ortiz, Yanick Lay y Jorel Sánchez, por su propuesta San Juan: Intramuroextramuro; y a Janice Quevedo, Néstor Bartolomei, Javier Bidot, Cristian Cano, Marcos Colón y Glorimer Anselm, por su propuesta San Juan 3D. El concurso tuvo por objetivo obtener ideas para desarrollar una instalación que provea información, tanto a turistas como al público general, sobre el espacio físico tridimensional del San Juan antiguo. Además del CAAPPR, formaron parte del concurso en calidad de promotores: la Oficina de la Primera Dama, la Oficina Estatal de Conservación Histórica (OECH), el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), la Escuela de Artes Plásticas (EAP), la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico (EAUPR), la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Puerto Rico (EAUPPR), la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico (EAPUCPR), la Escuela Internacional de Diseño de la Universidad del Turabo (EIDUT) y el Archivo de Arquitectura y Construcción de la Universidad de Puerto Rico (AACUPR). Agradecemos especialmente el patrocinio de la Oficina Estatal de Conservación Histórica. Le invitamos a consultar las propuestas presentadas por todos los participantes en www. caappr.org.
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ENTORNO CODA NOTICIAS
NOTICIAS ENTORNO 21
Competencia de Proyectos de Fin de Carrera 2012
ANDREA BAUZÁ
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Estado de la arquitectura en Puerto Rico Luis Flores Dumont, FAIA
ENTORNO ARQUITECTURA CODA
estado de la arquitectura en Puerto Rico
Título Opiniones del artículo sobre el estado de la arquitectura en Puerto Rico y ejemplos meritorios
Nombre del Autor
Luego de dar comienzo a esta sección en la ENTORNO 19, en esta última ocasión se vuelven a agrupar tres opiniones que proponen argumentaciones noveles para la reflexión de la producción arquitectónica en la Isla. Este espacio buscó abordar críticamente el estado de la arquitectura en Puerto Rico durante las últimas dos décadas, y simultáneamente ampliar su definición y alcance. Para profundizar en el tema se le dedicó un espacio en tres números de la revista a miradas y acercamientos críticos, hechos por personas allegadas de un modo u otro a la disciplina de la arquitectura. Esperamos que este esfuerzo haya
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servido para reflexionar sobre la producción arquitectónica del país y, a su vez, descubrir dónde y cómo se manifiesta.Con este espacio de discusión que se abrió en la revista ENTORNO se propuso iniciar un debate sobre la producción arquitectónica local y los ejemplos meritorios que así la constituyen. Nuestros más sinceros agradecimientos a todos los que participaron con su opinión en esta sección y a los lectores que siempre nos recuerdan que el entendimiento de la arquitectura debe de venir acompañado por un ejercicio reflexivo y crítico; para siempre aspirar a una producción arquitectónica siempre más robusta.
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En este momento, finalizando el 2012, luego de haber sufrido un atentado a la yugular del oficio de la arquitectura en Puerto Rico, resulta imposible proyectar una opinión optimista del quehacer arquitectónico del país. Dicha agresión se sufre dentro del marco de un país con una emigración promedio de unos quince mil (15,000) habitantes anuales, mayormente profesionales. Esta emigración, equivalente al cierre de cualquier pequeño municipio borincano cada dos o tres años, está acompañada de una situación económica que ostenta sobre unas 10,000 quiebras anuales durante los pasados 7 años. Un buen número de estas quiebras están predicadas por la pérdida de los gestores del desarrollo físico del país. Con este escenario, nuestra colegiación sobrevive a duras penas experimentando una merma de ingresos en los pasados años de un promedio de cerca de un 75% menos. La amenaza a la existencia misma de la colegiación ha puesto en precariedad los servicios que el Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico le brinda al pueblo, a la vez que educa a nuestra ciudadanía sobre la profesión. Cónsono con esta debacle, la escolaridad del país se encuentra sumida dentro de una crisis análoga; según artículos recientes publicados en El Nuevo Día, nuestras escuelas públicas han perdido una población estudiantil de unos 40,000 estudiantes y la Universidad de Puerto Rico ha seguido este paso perdiendo unos 4,000 estudiantes universitarios en su matrícula. Así las cosas, resulta la ley del día el cierre de los talleres de arquitectura en la Isla. Con estos cierres se secan las fuentes de trabajo arquitectónico en el país; le siguen los despidos de los arquitectos jóvenes que buscan su supervivencia en trabajos al margen de la profesión. Es común encontrarse a excelentes
de los arquitectos extranjeros resultó un “bochorno ajeno” para los arquitectos locales que recordaron los escenarios de hace unos 50 años donde se producían planos en los Estados Unidos para obras locales que ostentaban sistemas de calefacción y guardarropas en los recibidores para esos abrigos tan necesarios en nuestro clima tropical. Preocupa pensar que después de todo el camino y crecimiento ganados por nuestros arquitectos puertorriqueños se haya puesto en tela de juicio nuestra capacidad. Regresar a la desconfianza que generó la inclusión de sistemas de calefacción a nuestra arquitectura tropical es, ciertamente, ignorante. Este comportamiento de preferir lo extranjero, además de revivir un provincialismo ya superado, preocupa porque significa un posible precedente para el futuro de nuestra profesión en Puerto Rico. Y ni hablar de las especificidades de las propuestas sometidas por nuestros colegas norteamericanos. Estas evidenciaban una ignorancia alarmante sobre la idiosincrasia puertorriqueña y el sentido de sitio de dichas escuelas. Los requisitos de propuestas con los diseños preliminares extranjeros, que invitaban a “refinarlos”, proponían encerrar los pasillos tropicales con ventanales e ignoraban los impactos de la lluvia en el diseño. Así, también se proponían quioscos exteriores con poca posibilidad de supervisión en lugar de integrarlos a los patios interiores. Los servicios de las cocinas se ubicaban a través de los pasillos académicos, a pesar de que había oportunidad de independizarlos. La caricatura del desconocimiento del sitio se manifestó en una escuela de Cataño que, teniendo la oportunidad de cerrar un costado abierto visualmente a un residencial público adyacente con construcción nueva programada, prefirió acentuar la proximidad con el residencial y comprometer la seguridad de la escuela. Otra oportunidad de diseño perdida, evidentemente por desconocimiento del sitio. En sintonía con las observaciones sobre la preferencia extranjera de lo norteamericano sobre lo nuestro, no se puede obviar dicha preferencia por el
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de afuera al reseñar las propuestas con las pretensiones insólitas del “Walkable City”; con su intención de crear una playa frente a La Perla. Habría dificultad en encontrar un arquitecto local con tal desarraigo. Por qué tenemos que proponernos un “Walkable City” si ya tenemos uno en nuestro entorno urbano. Pero, el no reconocer nuestra identidad urbana da pie para ubicar museos suburbanos en entornos industriales. Habrá que validar estos errores con ubicaciones de plazas de mercado regionales que atenten contra las plazas de mercado existentes. Ante este panorama, se podría inferir o especular que esta contracción económica y de desarrollo podría estimular un periodo de reflexión antes de un nuevo crecimiento. No obstante, ante la miopía prevaleciente consolidada por una falta de visión del Puerto Rico de mañana, se visualiza un futuro que parece poner en precariedad los recursos naturales del país. Sin poder de convocatoria de los sectores determinantes del desarrollo futuro y con conocimientos limitados, podemos anticipar que la dirección hacia donde nos dirigimos presagia que caminaremos dando tumbos. No queda duda que en contra de esta corriente deprimente nadarán arquitectos que se distingan con buena obra, pero estos representarán un oasis en el desierto al que nos estamos acercando aceleradamente. Y, desafortunadamente, estos se encontrarán aislados, solos en el desierto arquitectónico. La arquitectura puertorriqueña, con una identidad en ciernes y con bríos de proyectar la nueva arquitectura del trópico caribeño, ha quedado en estado de suspensión. Esta arquitectura –fraguándose con las consideraciones tropicales, los grandes aleros, los paseos protegidos con pérgolas, y las influencias moras de tapias de bloques ornamentales–, que justo se había comenzado a distinguir, tendrá mucha dificultad en consolidarse de nuevo. La proyección de una arquitectura nuestra con proyección autóctona para las futuras generaciones está puesta en tela de juicio. Ante un presente tan negro, solo veo esperanza en la academia. Con los
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estudiantes egresados de las escuelas de arquitectura trabajando de dependientes en Home Depot o probando su suerte empresarial en servicios de mensajería en bicicleta. Un barómetro de la carencia de la obra arquitectónica del país se refleja en la escasez de trabajos meritorios. Ante esta carencia de proyectos ejemplares a seguir, se crea el espacio para obras de valor altamente curioso. Nos entretenemos, pues, con proyectos bizarros como casas de morfologías extrañas de platillos voladores desafortunadamente reseñados en el New York Times; así, tristemente, se llena el vacío de la obra destacada con curiosidades. Otro barómetro del estado de situación de nuestra práctica de la arquitectura en Puerto Rico se evidencia en el resultado del concurso de vivienda a bajo costo auspiciado por el propio Colegio de Arquitectos y Arquitectos Paisajistas de Puerto Rico en el pasado mes de junio. A pesar de los grandes esfuerzos y méritos de dicho concurso para motivar la práctica, en la premiación de dicho concurso la categoría de vivienda experimental quedó declarada desierta; para muestra con un botón basta. Que mayor prueba de un oficio de capa caída. Así las cosas, el Gobierno de turno ha preferido ignorar la crisis de la profesión al contratar en el proyecto más jugoso de su cuatrienio a arquitectos extranjeros, prefiriendo a estos sobre los arquitectos locales para los diseños de las “escuelas del nuevo milenio”. Este proyecto de escuelas, ascendente a unos $750,000,000.00, presentó una gran oportunidad —perdida—, para adelantar la arquitectura puertorriqueña. Los arquitectos locales solo fueron finalmente contratados en conjunto con los contratistas seleccionados para la construcción con recetas de diseño extrañas cocinadas por los colegas norteamericanos. Los arquitectos puertorriqueños acabaron editando las recomendaciones que generaron los arquitectos norteamericanos. Este comportamiento resulta irrisorio cuando nuestro país cuenta con arquitectos de primera talla y reconocimiento internacional. Inversamente, la aportación
La arquitectura puertorriqueña, con una identidad en ciernes y con bríos de proyectar la nueva arquitectura del trópico caribeño, ha quedado en estado de suspensión. mejores arquitectos del país refugiados en la academia para torear la tormenta profesional existe en ellos un rayo de luz. Las tres escuelas de arquitectura del país –la de la Universidad de Puerto Rico, la de la Universidad Politécnica y la de la Universidad Católica de Ponce–, además de las nuevas escuelas que parecen estar en periodo de gestación, tendrán la gran responsabilidad de establecer el norte sustitutivo de los egresados que no encontrarán trabajo al graduarse hasta que la quiebra presente de la arquitectura del país se subsane y reponga. Ello implica un replanteamiento de la educación arquitectónica pues, salvo los estudiantes que emigren del país, el recién egresado no encontrará el “curso posgrado” que representa el trabajo en oficina donde se sigue aprendiendo después de graduado. Desde hace aproximadamente un siglo, cuando existían muy pocas escuelas de arquitectura, el oficio se aprendía por pasantías en oficinas de arquitectura. Ahora, sin los talleres de arquitectura, equivalentes a los “cursos posgrado”, se requerirá que las escuelas de arquitectura subsanen esa carencia. Afortunadamente, sí existen las escuelas de arquitectura para llenar el hueco dejado por la falta de taller en las oficinas. Preocupa el escenario donde estemos condenados a vivir sin arquitectos, con formas prestadas de platillos voladores. ¿Quién habrá de aportar la arquitectura necesaria para diseñar la obra monumental que representa la reinvención de nuestro Santurce? El San-
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turce que ahora deprime con sus cientos de estructuras abandonadas, los cientos de otras deterioradas y el sinnúmero de solares baldíos en las avenidas Ponce de León y Fernández Juncos representó la cara, imagen e identidad de nuestra ciudad capital. ¿Qué pasará con todas estas oportunidades de desarrollo al quedar desarticulado nuestro oficio de la arquitectura? Sirva esta opinión para estimular a nuestras escuelas de arquitectura a establecer los “cursos posgrados” que conduzcan a títulos de maestrías y doctorados en nuestro oficio. Con suerte, esto permitirá compensar la ausencia de pasantías, en animación suspendida, ocasionada por la debacle económica de nuestro país.
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La beneficiosa agitación de las preguntas Andrés Macera Espinosa
El profundo anhelo de ir en búsqueda de las antípodas (sociales y geográficas) de un montañoso, frío y seco país como es Chile, mi país de origen, fue parte esencial de la potente imagen que Puerto Rico —efectivamente por su antagónica naturaleza— grabó en mí hace nueve años. Calles nocturnas de aceras discretas, abarrotadas de gente acalorada y bulliciosa, autopistas ardientes cruzando la Isla de manera exacerbada, elegantes edificaciones que buscan la mera provisión de sombra y ventilación en el húmedo Caribe, y edificios herméticos que ofrecen un hábitat controlado continuo al interior del automóvil más que a la intemperie. Enormes y frondosos paños verdes, con interminables cicatrices asfaltadas entre medio. Gente acalorada sacudiéndose al ritmo de la salsa y gente acalorada sacudiéndose al ritmo del reguetón. El potente contraste de Puerto Rico no solo tendría relación con un Chile austero y bien peinado, sino con
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su propia multiplicidad interior. Puerto Rico, en sus acotadas 100 x 35 millas (o bien 110 x 40), constituyó para mí un singular ejemplo de múltiples realidades tan próximas como contrastantes; una cultura en agitación que pregonaba un auspicioso y benigno clima de diferencias posible de ser colocado en el centro de un sano proceso de crecimiento cultural. Tan solo desde sus condiciones geográficas (un territorio no mayor, aislado en medio del mar), Puerto Rico parece ser un lugar donde “todos se conocen” y donde “todo se sabe”, ámbito promisorio para la gestación de un armonioso matrimonio entre el ejercicio de una arquitectura local y el de una crítica constructiva sobre ella. La Isla, no obstante, parece resistirse a ese vínculo. En Chile, los canales para debatir y criticar la arquitectura no son pocos ni son exclusivos de los arquitectos, desde las discusiones propagadas por todos los medios, que han trascendido los círculos académicos y han hecho partícipe a comunidades enteras, hasta los programas de televisión altamente populares que, lejos del chovinismo fácil, pretenden fortalecer (por la vía del coloquialismo) precisamente ese vínculo crítico del ciudadano con su ciudad, la obra del arquitecto generalmente se levanta desnuda frente al ojo público. Independiente de las consultas ciudadanas, que han tenido éxito en la determinación de varias decisiones urbanas en Chile pero que al mismo tiempo han sido sutiles instrumentos de demagogia o amparo político, la crítica sobre la arquitectura crece sanamente en dos sentidos opuestos: se empodera al ciudadano para que ejerza su derecho de voz y voto y se despoja (no siempre con éxito, para ser honestos) al arquitecto de sus vestimentas sacras y de la peligrosa sensación de libertad de acción que podría engendrar bajo esos ropajes curtidos por el ámbito de las escuelas y las revistas de papel couché. Desde este punto de vista, llama la atención entonces que en Puerto Rico la crítica de la arquitectura en ocasiones se restrinja, y que ella pueda tal vez
mulando preguntas (más importante aún que la formulación de respuestas) y cuestionándose el propio oficio; se inhibe finalmente la más importante de las críticas: la propia. En mi experiencia en Puerto Rico, he sido testigo de innumerables casos en que esa autocomplacencia queda descarnadamente expuesta. Desde ahí, las iniciativas que no lo hacen, aparecen en igual intensidad. Es el caso, por ejemplo, del colectivo “Urbanoactivo”1, fundado por la arquitecta en entrenamiento Andrea Bauzá. Lejos de prestarse para discusiones bizantinas sobre las resoluciones formales de un proyecto, Urbanoactivo se centra, en mi opinión, precisamente en lo opuesto: en la construcción (y simultánea exhibición pública) de preguntas. Este ejercicio resulta esencial y potentemente crítico en su medio local; desde la sencilla, pero atrevida construcción de un what if?… pretende poner en evidencia posibles respuestas que antes eran invisibles en relación a la recuperación del espacio público en Puerto Rico. Más allá de los medios con que desarrolla sus eventos, esta obra incentiva la discusión y toca la médula de la situación que se ha expuesto en esta columna: son proyectos en continua agitación, críticos, provocadores y al mismo tiempo sociales e inclusivos. Son hasta cierto grado altamente representativos del Puerto Rico atrevido y desprejuiciado que hace nueve años anhelaba conocer como una antítesis chilena.
En ausencia de crítica abundan las certidumbres y ellas debilitan enormemente el ejercicio de todo arquitecto.
ANDREA BAUZÁ
Grata fue la sorpresa que tuve en agosto de este año, al pasear una noche por la calle Loíza y ser testigo de una iniciativa muy alineada con los principios de Urbanoactivo: un sitio yermo era ocupado temporalmente por un cine realizado con evidente dedicación y escasos recursos pero con “voz” suficiente para sembrar una pregunta, cual fuese que tuvieran en mente sus gestores. Puerto Rico, como territorio de múltiples contrastes en colisión e indiferencia, parece dejar a su arquitectura en un ámbito igualmente bipolar. Las preocupaciones que mueven a un polo y a otro son lejanas y curiosamente asimilables a otra de las dualidades isleñas: una pareja de bailarines de salsa y una pareja de bailarines de reguetón. Los primeros construyen, entre ambos, un andar armonioso y preciso, conscientes de cada paso, de la medida que le dan en el tiempo y de su pertinencia. Sus vestimentas guardan relación con la técnica del baile y con cómo amplifican la belleza intrínseca de ese espectáculo. Música, vestimenta y cuerpo son una sola cosa; un proyecto. Los otros, anestesiados, repiten una y otra vez su limitada terna de pasos detrás de la persistente cadencia de compases sintéticos. Preocupados más bien de la imagen que proyectan, bailan como distraídos, cargados de efectos visuales; bling bling, pantalones de una talla ajena, reloj y zapatillas vistosas. Probablemente ignoran el origen de sus propias decisiones, su propósito no es el baile en sí. www.urbanoactivo.com Colectivo abierto de Puerto Rico que, por medio de eventos, promueve el uso creativo del espacio público.
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Evento de Iluminacción celebrado en Río Piedras
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interpretarse como un atentado al ego de los arquitectos. Bajo ese escudo, es altamente probable que surja una arquitectura atomizada (sin un proyecto en común), conformista, enfocada en la ejecución de autocomplacencias formales, curiosamente distante del mundo próximo y ansiosa de alcanzar la imagen de un primer mundo tan seductor como nocivamente ajeno e inútil. La herencia de una “época dorada” en la Isla, forjada en la década del cincuenta de la mano de arquitectos como Toro y Ferrer o Henry Klumb, por ejemplo, pareciera ser la última ancla a una gramática arquitectónica sensible y local; el vínculo entre el clima y el espacio construido, a través de estructuras abiertas, espacios intersticiales, quiebrasoles, vegetación y agua como recursos amortiguadores (una riqueza arquitectónica que, por lo demás, originó en mí una profunda admiración por la Isla), constituye un lenguaje que, salvo notables excepciones, hoy pareciera ser tristemente reinterpretado, ponderado y agotado bajo los mismos cánones anteriormente criticados: como un acotado repertorio de piruetas formales, sin mayor éxito que un vínculo nostálgico fútil y efectista. En ausencia de crítica abundan las certidumbres y ellas debilitan enormemente el ejercicio de todo arquitecto. Se cae en la comodidad y desde ahí se olvida lo primordial que es para nuestra profesión estar continuamente for-
Aquellos de nosotros que somos de la generación de los baby boomers ya estamos en el proceso de entregar este país a las que podemos llamar “generaciones a punto de perder su relevancia”. Son generaciones de talento local que han visto gran parte de su fuerza diluida por la emigración de muchos de nuestros profesionales al exterior. Hace más de diez años que hemos perdido como colectivo la voluntad de confiar en nuestros profesionales locales. Nos podemos preguntar: ¿cómo podemos pretender retener el capital humano puertorriqueño si como administradores lo sustituimos por compañías de afuera que lo que hacen es traernos ideas de diseño recicladas de otros lugares? Ideas y conceptos de gran impacto visual, pero que no tienen nada que ver con nuestra realidad como lugar o espacio en un mercado ya globalizado y a veces estéril. A la vez, son pocos los que han logrado una práctica internacional desde Puerto Rico. Aun las firmas mas reconocidas de Henry Klumb, de Reed.Torres.Beauchamp y Marvel, y de Toro y Ferrer –de los años sesenta y setenta– pueden contar en una mano sus proyectos completados fuera de la Isla. Podemos nombrar muchos ejemplos de proyectos de planificación, de diseño o de transportación en que la experiencia y el cerebro del profesional local se echó a un lado para oír el canto de las sirenas importadas. Desde el ya conocido Triángulo Dorado de Puerta de Tierra –ahora conocido como Bahía Urbana o Walkable City–, la planificación de las ventas de los hoteles del Gobierno en los años noventa y, más recientemente, la puesta en venta de los terrenos de las instituciones correccionales para desarrollar hoteles en la costa de Humacao y Cabo Rojo, y la propuesta remodelación del Cuartel de
Ballajá como centro de actividades turísticas bajo un concepto tipo Disney, todos tienen un hálito de irrealidad, como si sus proponentes los planificaran desde Chicago o Boston sin visitar el entorno inmediato. Un profesional local les habría advertido que hay que contar con todas las partes involucradas en el proceso –tales como el Municipio de San Juan y las asociaciones de vecinos–, les señalarían a los consultores extranjeros que el paseo peatonal de Puerta de Tierra debiera ubicarse en el tope del risco de Bajura y no a nivel de la playa (por un sinnúmero de razones), que los hoteles del Gobierno se venderían mejor a los inversionistas locales (como ocurrió en su mayoría), que las propiedades de las instituciones correccionales estaban frente a playas impactadas por ríos que descargaban basura y sedimentos constantemente (no las aguas claras y azules que aparecen en los panfletos preparados por los consultores), y que el estudio de mercado para el reuso de Ballajá pretendía atraer anualmente un número exagerado de más de 300,000 visitantes al edificio (cuando la Destilería Bacardí solo atrae a 200,000 visitantes, con todo y su piña colada gratis). Podemos hablar del proyecto inicial del Condado Trío en el que se ignoró que el defecto más grande de planificación del Condado era que se había permitido crear una muralla de hormigón que no dejaba ver el mar a menos que se entrara a un hotel y se pagara por ese privilegio. Fue un grupo de profesionales locales quienes se dieron a la tarea de evitar que ese proyecto se concretase tal y como se concibió por los talentos de afuera y que, por lo menos, se rescatase un espacio abierto al mar. Podemos señalar, sin embargo, experiencias pasadas positivas donde el talento local sí creó proyectos reconocidos internacionalmente, tal como el Nuevo Centro de San Juan en la Milla de Oro de Hato Rey. Allí, desde 1972 hasta el 1984, arquitectos, ingenieros, planificadores y empresarios locales se unieron para dar forma a un nuevo centro para la ciudad de
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La generación perdida Manuel De Lemos Zuazaga
San Juan que fuese amigable al peatón y que combinara el trabajo con la vivienda, ahorrando así miles de dólares a sus potenciales residentes en costos de transportación… todo esto en el principio de los años justo cuando comenzó el alza del costo del petróleo. Para esa época, los municipios de Ponce y de Bayamón gestionaron sus primeros planes para el desarrollo de sus centros urbanos utilizando arquitectos y planificadores locales. Otro ejemplo es el desarrollo del Tren Urbano en el que el Departamento de Transportación y Obras Públicas (DTOP) utilizó expertos que habían construido sistemas similares en otras ciudades, pero en el que requirió la transferencia de esa experiencia a firmas locales. Fueron cientos de arquitectos y arquitectos paisajistas, planificadores e ingenieros puertorriqueños que trabajaron en equipo con firmas internacionales para asegurar que esa experiencia se quedara en Puerto Rico. Desgraciadamente, ese equipo fue desbandado por la vorágine partidista y hoy son pocos del grupo original los que trabajan en las extensiones del sistema. A la próxima generación le pido que se asesore con los mejores talentos locales y que exija ser oída por los gobernantes. Le pido que trabaje en equipo con los excelentes arquitectos y arquitectos paisajistas, ingenieros y planificadores que tiene Puerto Rico. Le pido que escuche sus observaciones y sus consejos, y que no los tome a modo de crítica, sino como gestos de un deseo sincero de que esa generación vuelva a ser relevante en su propio país.
A la próxima generación le pido que se asesore con los mejores talentos locales y que exija ser oída por los gobernantes.
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