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CIRUGÍA ESPIRITUAL A CORAZÓN ABIERTO
NICO FERREYRA
El Campamento de Evangelismo de CfaN ha sido un tiempo de entrenamiento intensivo, experiencias y constantes desafíos de fe y un tiempo incomparable de convivencia. Aún recuerdo perfectamente la noche que vi el anuncio del Campamento de 2020. La voz del
Espíritu Santo fue muy evidente poniendo en mi corazón que debía ir. A partir de ahí comencé una aventura con mi familia. A cada paso, milagro tras milagro confirmaba que todo este proyecto era del Señor. Era como una gran ola que se movió y nos dirigió hacia su propósito.
Desde el momento que envié la solicitud,
Dios abrió las puertas, puso gente que nunca antes habíamos conocido a nuestro lado, proveyéndonos la documentación para toda mi familia, y guiando a muchas personas a través de sueños para contribuir económicamente para que pudiéramos viajar.
Un nuevo corazón, y una pasión por los perdidos
Con cada paso que dábamos, nuestros corazones se agrandaban al pensar que si esta era la sala de espera, ¿cómo sería la cirugía en nuestro corazón en el quirófano de CfaN? Sin duda, Dios hizo una operación a corazón abierto durante el Campamento. Él puso un nuevo corazón y renovó nuestra pasión por los perdidos, ensanchó
nuestra visión por el mundo, y nos dio las herramientas que necesitábamos para alcanzar a las naciones para Cristo.
He sido evangelista por muchos años, pero el Campamento cambió mi visión para siempre. Cada uno de los evangelistas que nos ministraron dio a nuestro espíritu el alimento que necesitábamos. Cada clase fue como una flecha de fuego, no una emoción del momento, sino como si Dios estuviera empujándonos a hacer cosas mucho más grandes para Él. Los retos de fe eran incesantes en cada clase.
Somos parte de una gran familia
Hace muchos años atrás soñé con algo así, donde todos hablábamos lo mismo, donde todos teníamos el mismo sueño de ganar ciudades, pueblos y naciones para Cristo. Sé que muchas veces el evangelista se siente solo, pero en el Campamento no solo fuimos equipados, sino que ahora pertenecemos a una gran familia que tiene la misma fe loca y la misma pasión. En Latinoamérica, muchos evangelistas salen al mundo solos, pero en CfaN encontramos amigos, es donde conectamos, y trabajamos juntos en el mismo mandato: “Id al mundo y predicad el evangelio”.
Hoy puedo decir que ya no me siento solo. Creo firmemente que soy el primero de miles de evangelistas latinoamericanos que conectarán con el sueño de Daniel Kolenda que Dios le ha dado. Dios está levantando una nueva generación de evangelistas de naciones hispano parlantes, y nosotros estamos en esa generación.