Una y mil historias por contar de Waya G u a j i ra
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Un tejido natural cobija el lazo inseparable que ha surgido entre este nuevo paraĂso terrenal y su comunidad.
Hotel Waya Guajira 03
INTRODUCCIÓN
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Comunicado de prensa
Pioneros en un paraíso por descubrir
Las historias que nacieron en Waya Guajira
El Hotel Waya Guajira, un modelo para el país(Pág 09).
La Fundación Cerrejón para el Progreso: Su legado para el futuro de La Guajira. (Pág 30).. Oxohotel:Waya Guajira es Oxohotel: el proyecto que todos soñamos:Juan Carlos Galindo. (Pág 34). Contempo: Sostenibilidad y rentabilidad van de la mano para Contempo. (Pág 38). Abacus Real Estate: “Era una quijotada”: Andrés Alvarado. (Pág 42). Inversor: La sostenibilidad genera ingresos, la apuesta de Inversor. (Pág 46).
Waya Guajira: un hotel sostenible y ecoamigable (Pág 52). El Hotel Waya Guajira crea empresa: una lavandería nace en medio de La Guajira. (Pág 54). El Centro Interactivo que unirá La Guajira.(Pág 56). La etnia wayuu, el corazón de La Guajira. (Pág 58).
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Calor Humano en el desierto de la Guajira Calor Humano en el desierto de la Guajira. Pág 68).
La Guajira turística
El lugar ideal para reencontrarse (Pág 93).
Las huellas que hemos dejado
Las huellas que hemos dejado. Pág (114). Sobre el autor. Pág (118). Créditos. Pág (119).
Los que construimos el futuro.
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Introducción
En Wayuunaiki, la palabra “Waya” significa “nosotros” y significa que, además de brindar lo mejor para usted, también buscamos construir tejido social y contribuir a que esta tierra, en donde se juntan la arena y el mar, se convierta en un espacio en el que la comunidad crece; en el que la magia esté incrustada en los ojos de todos los que hacen parte del Hotel Waya Guajira, y en el que la naturaleza se muestra tal y como es. El libro que viene a continuación busca ser un acercamiento íntimo y de ensueño de lo que ha significado este proyecto para nosotros y queremos que usted vea lo que ha representado para la comunidad y para la sostenibilidad de la región. Así pues, esta iniciativa es inclusiva, y quiere que el nosotros sean todos los que han trabajado con fuerza para construir esta tierra y los que ven a la luna con ojos melancólicos desde nuestras habitaciones. Ese nosotros que sale del pronombre y se convierte en la esperanza de un lugar y de un tiempo, ese nosotros somos usted y yo y somos todos esos los que queremos avanzar.
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Ningún proyecto hotelero en Colombia se había construido en medio de un lugar como La Guajira con las más altas normas de la sostenibilidad, involucrando a la gente y apostando al desarrollo local. Un hotel que ya es un símbolo del departamento más al norte de Colombia.
Con una piscina en su terraza, cafetería, restaurante, salones de conferencias, solario, gimnasio, jacuzzi, zona de masajes, la posibilidad de dormir en enramadas –adaptaciones locales de las rancherías– y unas habitaciones construidas con especificaciones técnicas que minimizan el impacto del calor y aíslan acústicamente el espacio, el Hotel Waya Guajira ofrece comodidad a la vez que permite la conexión con el entorno. Pero más allá de sus instalaciones, su mayor inversión está en su gente. Con personal de la región capacitado para el servicio turístico, el hotel está transformando a los habitantes de Albania y de los municipios cercanos al ofrecerles una fuente de ingresos y un potencial turístico en desarrollo.
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Waya Guajira es un complejo hotelero con los más altos estándares de sostenibilidad ambiental en la Guajira, el cual está en proceso para lograr la certificación LEED® Green & Gold Business Economy, bajo un concepto de sostenibilidad ambiental, responsabilidad social y rentabilidad financiera. Así pues, el proyecto pretende generar un impacto local positivo dentro de un marco de equilibrio entre lo económico, social y ambiental y sin duda posicionarse como el desarrollo hotelero más importante de la Costa Caribe. El Hotel tendrá su apertura oficial en el mes de diciembre, ante la expectativa del sector turístico a nivel nacional e internacional que le da la bienvenida al primer y único hotel de 4 estrellas de la Guajira.
Comunicado de prensa
Visto desde la vía que conduce desde Maicao haci Albania, el Hotel Waya Guajira se distingue como un enclave de buen gusto en medio de la naturaleza de trupillos, puyes y dividivis de la región. La apreciación a vuelo de pájaro la confirma la realidad: con 140 habitaciones construidas bajo férreas normas de sostenibilidad, fue diseñado con la intención de enamorar a quien llegue a sus instalaciones y de constituirse en un símbolo para el departamento de La Guajira.
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Su segunda gran apuesta es la sostenibilidad. Con paneles solares para calentar el agua, un diseño que permite el flujo de las aguas lluvias de acuerdo con la caída natural, una planta de tratamiento de aguas para su reutilización, el uso de productos biodegrables, un claro plan de reciclaje, un sistema de aire acondicionado manejado por un sistema de enfriamiento a través de agua; un diseño que permite el aislamiento climático y el ahorro energético y un sistema de grifería ahorradora, entre otros, deja en claro su fuerte compromiso ambiental. Ubicado a un kilómetro del municipio de Albania y a un kilómetro de la mina del Cerrejón, en pleno centro de La Guajira, permite desplazarse hacia todos los puntos del departamento a una distancia que va desde una hasta tres horas de recorrido. Si prefiere quedarse en el hotel a disfrutar de la vista, desde allí tpodrá contemplar un paisaje que incluye la Serranía del Perijá, las estribaciones de la Sierra Nevada, el municipio de Albania y el tajo de la mina de Cerrejón. En las noches despejadas es posible hacer observación de estrellas desde su solario. Este paraíso mágico ahora es una realidad gracias a la visión y el empuje de las firmas de inversión Abacus Real Estate e Inversor, las compañías constructoras Contempo y Edificadora Gómez, la Fundación Cerrejón para el Progreso y la compañía de operación hotelera OxoHotel, que tiene en sus manos el desafío de operar el hotel, dentro de los más altos estándares de calidad, servicio y rentabilidad.
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Luego de 5 años de un trabajo conjunto e interdisciplinario este proyecto surge y se convierte en realidad, entre un grupo de compañías que le apostaron con fe ciega a una idea, que parecía imposible de llevar a la realidad por las innumerables variables que debían alinearse para sacarlo adelante. Hoy llenos de orgullo, después de haber sorteado todo tipo de dificultades
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en todos los aspectos: lo agreste del terreno, las retos para la construcción, la integración de las comunidades, la confianza de los inversionistas, llegamos a la primera meta: la apertura oficial del Hotel Waya Guajira. Aunque existe aún un largo camino por recorrer, esta es la primera meta volante, tal vez la más difícil, pero de aquí en adelante el Hotel cuenta con todos los elementos para hacer de Waya Guajira el mejor Hotel de la Región. Con un inmenso orgullo presentamos a los medios de comunicación, a las comunidades Wayuu, y a la opinión pública en general un proyecto pionero que busca construir un modelo de desarrollo turístico consiente y propio para la región. Las firmas de inversiones Abacus Real Estate e Inversor, las compañías constructoras Contempo y Edificadora Gómez , el Operador Hotelero OxoHotel, la Fundacion Cerrejón para el Progreso y lo más importante: el beneplácito de las comunidades Wayuu y de las autoridades de la región, están seguros que el Hotel Waya Guajira, marcará un hito en la historia de la región e impulsará de manera significativa y progresista el avance de una de las más bellas e inexploradas zonas de Colombia, La Guajira: mágica, mística y gracias Waya Guajira accesible y cómoda para todos los que la quieran visitar. Es difícil resumir en un primer Comunicado de Prensa, todas las empresas y los elementos que intervinieron para hacer realidad este proyecto, sin embargo, a continuación encontrarán un breve resumen y adicionalmente entregaremos la información en particular de cada compañía.
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Descripción del Hotel Waya Guajira Características del Proyecto: Hotel Waya Guajira. Waya Guajira es una realidad gracias al empuje y visión de un grupo de empresarios, inversionistas, constructores y un operador hotelero, que en el año 2010 se ganó la licitación para construir el proyecto que contribuirá al desarrollo turístico y social de la Guajira.
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con la gerencia de JJuan uan Car llos o s G aali lin ndo do
1 Ubicación: Albania, Guajira
2 Diseño
11.688 M2 Área construida
Enfocado en el turismo responsable con el medio ambiente, el patrimonio inmaterial y las comunidades en el área de influencia.
Cuenta con 140 habitaciones y 8 “Enramadas” “Acomodación Tipo Ranchería”.
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Operador Hotelero: OxoHotel
Servicios complementarios:
Restaurante y cafetería El diseño busca minimizar el impacto visual de las edificaciones en el paisaje y aprovechar simultáneamente las mejores vistas del lote.
Salón de conferencias Centro de negocios Facilidades deportivas Piscina para adultos y niños
Su construcción demandó más de 400 empleos
Contrato de ocupación mínima garantizada “Take or Pay “ con Cerrejón Desarrollo, construcción y operación de un hotel en Albania, Guajira
Área húmeda: spa, gimnasio y Jacuzzi Parqueaderos
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Objetivos de los socios comprometidos en Waya Guajira En la construcción intervinieron las firmas Contempo, quiénes desarrollaron a Waya Guajira desde su origen, para lograr la certificación LEED® Green & Gold Business Eco-nomy. Esto genera ahorro de recursos naturales y económicos, minimizando el impacto ambiental y aumentando la rentabilidad en su operación, afirmó Andrés Alvarado. CEO y Fundador de Abacus Real Estate.
Andrés Alvarado.
Ernesto Estefan
Juan Carlos Galindo
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Ernesto Estefan Gerente del Grupo Contempo, aseguró que haber sido los seleccionados entre las propuestas presentadas por diferentes grupos hoteleros y constructoras de Colombia, significó para nuestro equipo la satisfacción de trabajar por un país que cree en el crecimiento económico respetuoso con nuestro planeta. Edificadora Gómez, SA., fue una de las empresas determinantes en el éxito del proyecto, pues durante la construcción, llevó a cabo iniciativas en beneficio del medio ambiente, desarrollando una gestión encaminada al mejoramiento de la calidad de vida. En Waya Guajira se implementaron planes para la identificación, valoración y control de impactos, con acciones dirigidas al uso racional de los recursos naturales y la adopción de mecanismos para una operación limpia. El Hotel ha permitido la interrelación de personas de diversas regiones, la obra ha integrado personal del interior y propio de la zona, generando una amalgama de culturas que enriquece el proyecto y la vida de quienes tuvieron que ver con él de alguna u otra forma. La comunicación constante que tuvimos con los vecinos del proyecto a través de nuestros boletines, tuvo como resultado la apropiación del proyecto por parte de todos. Juan Carlos Galindo, gerente del Operador OxoHotel, tiene a su cargo la operación de Waya Guajira quien asegura:“este es quizás el reto hotelero más grande que ha asumido nuestra compañía. Tenemos en nuestras manos un desafío único: convertir al hotel Waya Guajira
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en el primer hotel de la Costa Caribe e impulsar el turismo hacia la Guajira, a través de una operación ambientalmente sostenible, eficiente y rentable. El equipo de Oxohotel está integrado por personas de la industria, que cuentan con una disposición de servicio real, innata, que los hace auténticos al momento de interactuar con los clientes y que les permite crear experiencias únicas. Eduardo Robayo Presidente de la Fundación Cerrejón para el Progreso de la Guajira, que apoya el desarrollo de proyectos productivos y sostenibles a través de la vinculación de inversionistas nacionales y extranjeros a la región. El sector del turismo lo considera estratégico para el crecimiento de la región. La Fundación Cerrejón considera que el Hotel Waya Guajira, es uno de los proyectos más representativos para el desarrollo del turismo en la región, cuyo propósito es ser motor de desarrollo local y regional, generando empleo directo e indirecto, haciendo énfasis en el desarrollo de pequeños y medianos negocios, fomentando la formalización del comercio local, apoyando los intereses de las comunidades vecinas, y constituyéndose en uno de los principales escenarios que muestre la riqueza cultural de la región.
Eduardo Robayo
Con la apertura oficial de Waya Guajira, se parte en dos la historia del turismo de la región. A partir de ahora esta mágica zona del país contará con un hotel con todas las comodidades para alojar a los miles de turistas que desean conocer y explorar los senderos de la misteriosa Guajira. El encanto de la región es la combinación exuberante de un mar de aguas cristalinas, el desierto, los paisajes indescriptibles que guardan secretos y misterios listos para ser descubiertos.
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Los socios de un proyecto hotelero innovador para el país.
Andrés Alvarado Firma de Inversión Abacus Real Estate: Waya Guajira es un proyecto pionero que busca construir un modelo de desarrollo turístico consciente y propio para la región. El proyecto pretende generar un impacto local positivo dentro de un marco de equilibrio entre lo económico, social y ambiental. Waya Guajira es el primer proyecto regional construido y operado con los más altos estándares de sostenibilidad. Abacus busca aliados que compartan sus valores y quieran dejar un legado a través de sus proyectos inmobiliarios. Alberto Riaño Inversor: Este complejo busca desarrollar una oferta de turismo sostenible en la región promoviendo la generación de empleo y el desarrollo de negocios inclusivos con proveedores locales. Inversor ha invertido y acompañado el proyecto buscando la maximización del impacto social y ambiental a través de una operación sostenible y rentable.
Eduardo Robayo Fundación Cerrejón: La Fundación Cerrejón para el Progreso está apoyando a La Guajira en la estructuración e implementación de nuevas alternativas de crecimiento económico y social. La búsqueda de nuevas actividades económicas y el desarrollo de aquellas con mayor potencial en la región como el turismo, la industria y la agricultura, son el norte de la Fundación Cerrejón para el Progreso de La Guajira.
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Uno de sus proyectos más representativos para el desarrollo del turismo en la región es el Hotel Waya Guajira, cuyo propósito es ser motor de desarrollo local y regional, generando empleo directo e indirecto, haciendo énfasis en el desarrollo de pequeños y medianos negocios, fomentando la formalización del comercio local, apoyando los intereses de las comunidades vecinas, y constituyéndose en uno de los principales escenarios que muestre la riqueza cultural de la región.
Contempo: por Contempo Green & Gold Business Eco-nomy, bajo un concepto de sostenibilidad naturales y económicos, minimizando el impacto ambiental y aumentando la rentabilidad en su operación. Como desarrolladores integrales de Waya Guajira, desde Contempo hemos liderado la integración de todas las compañías vinculadas al proyecto para garantizar nuestros compromisos fundamentales con la naturaleza y la rentabilidad del proyecto.
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Ernesto Estefan
Gerenciar la construcción del hotel implicó sobrellevar los inmensos retos logísticos propios de un terreno mágico y místico en sus caminos y naturaleza, que hoy reciben un proyecto comunidad e impulsa el desarrollo responsable de la región.
Juan Carlos Galindo OxoHotel. Operador Hotelero: Juan Carlos Galindo, gerente del Operador OxoHotel, tiene a su cargo la operación de Waya implementaremos en Waya Guajira”. OxoHotel busca a través de su operación, la generación de altos niveles de rentabilidad soportados en la creación de una propuesta de valor contundente para los clientes y entregada por un personal altamente motivado y capacitado.
Edifi cadora Gómez desarrollando una gestión encaminada al mejoramiento de la calidad de vida.
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Descripción de las Compañías desarrolladoras de Waya Guajira
Abacus Real Estate Abacus Real Estate es una compañía dedicada a la estructuración, gestión y administración de inversiones en el sector inmobiliario con especial énfasis en nuevos desarrollos. El equipo de la firma, el cual combina una larga experiencia en finca raíz y banca de inversión, administra actualmente un portafolio de inversión en propiedades en los segmentos de oficinas, hotelería y comercio, en nombre de inversionistas institucionales y profesionales. Abacus Real Estate es pionera en el tema de inversión responsable y, en ese sentido, está incursionando en el desarrollo de proyectos ambientalmente sostenibles y de alto impacto local. La firma es Miembro Fundador del Consejo Colombiano de Construcción Sostenible, capítulo local del US Green Building Council.
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Inversor Inversor es el primer Fondo de Capital Privado de Inversión Social Rentable (Inversión de Impacto) en Colombia. Invierte en pymes en etapa de crecimiento, que generen un alto impacto social y ambiental de manera rentable y sostenible. El Fondo invierte en empresas con modelos de negocio que apuntan a resolver problemáticas sociales y ambientales de Colombia, en modelos de negocio que buscan la inclusión social de población vulnerable o que enfocan sus bienes y servicios al mejoramiento de la calidad de vida de poblaciones menos favorecidas. A través de un modelo de inversión activa y de un acompañamiento constante, el Fondo Inversor busca maximizar el impacto social y ambiental en sus inversiones, así como lograr retornos financieros a tasas de mercado para sus inversionistas.
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La Fundación Cerrejón La Fundación Cerrejón para el Progreso de La Guajira hace parte integral del Sistema de Fundaciones de Cerrejón, la cual busca apoyar el relacionamiento de la compañía con las comunidades de su entorno y contribuir con sus programas y proyectos al desarrollo sostenible del Departamento. La FCP busca que La Guajira genere desarrollo basado en la creación y fortalecimiento de empresas sostenibles, generadoras de empleo, social y fiscalmente responsables y que perduren más allá de la vida de los contratos mineros. Para lograr el cumplimiento de su objetivo, la FCP invierte recursos financieros, técnicos y humanos, que junto con las comunidades de la región y apoyo financiero y técnico de otras entidades consolidan empresas sostenibles, generadoras de empleo y riqueza en el departamento teniendo en cuenta las necesidades y fortalezas de la región.
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Su sede corporativa es la Primera of icina en Colombia certif icada LEED®.
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Contempo La primera empresa que diseña, desarrolla, gerencia, construye y opera finca raíz en Colombia, convirtiendo la sostenibilidad en rentabilidad; se ha especializado durante 40 años en crear y administrar proyectos verdes que ahorran a futuro, potencializando los niveles de productividad de las empresas implementando materiales y técnicas que no sólo cuidan el planeta, sino que también generan mayores ingresos, valor comercial a su empresa y bienestar para su equipo de trabajo. Al ser miembros fundadores del Consejo Colombiano de la Construcción Sostenible (www.cccs.org.co), a través del cual lideran el desarrollo de prácticas sostenibles en la industria cuentan con un equipo interdisciplinario, altamente calificado, certificado LEED® AP, y Green Associate para responder a las necesidades de sus clientes, basados en un profundo conocimiento del mercado.
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OxoHotel El Operador Hotelero OxoHotel, que gerencia Juan Carlos Galindo, inició sus operaciones en el año 2008, cuando en conjunto con Abacus Capital y Contempo, deciden crear una compañía de operación hotelera que pudiera operar hoteles con franquicia internacional, bajo un concepto de excelencia operativa. Los objetivos principales de la compañía son: (1) y (2) Luego de su creación en 2008 , OxoHotel S.A. inicia la operación hotelera con el Hotel Holiday Inn Express de Bogotá, Parque 93, el que rápidamente se logra posicionar como uno de los hoteles de mayor ocupación en la ciudad y el cual obtuvo por su excelencia en el servicio El Priority Excelence Award en el 2010 y en el 2011, la cadena IHG, le concedió el premio Torchbearer, otorgado a los hoteles que tienen la calificación más alta en calidad del servicio, según encuestas hechas a los huéspedes de toda la cadena. En el 2010 OxoHotel se gana la licitación para construir el hotel Waya Guajira que busca promover el desarrollo, social, económico y turístico de la región. En el 2011 fueron seleccionados como los operadores del B.O.G. Hotel, el primer hotel de diseño en Colombia que cuenta con unas características muy importantes en cuanto al diseño se refiere y también en cuanto al servicio y a la experiencia que se ofrece a los huéspedes. Actualmente Oxohotel tiene el objetivo de posicionarse como uno de los mejores operadores del país, logrando posicionar un concepto nuevo de hotelería en Colombia, para un segmento de mercado de alto poder adquisitivo.
Crear oportunidades para sus colaboradores a través de la generación de empleo, la capacitación y la posibilidad de crecer y desarrollarse dentro de la compañía 2
La generación de altos niveles de rentabilidad soportados en la creación de una propuesta de valor contundente para los clientes y entregada por un personal altamente motivado y capacitado.
OxoHotel viene trabajando en una serie de proyectos en Cartagena, Cali, Bucaramanga y Barranquilla, Santa Marta y Yopal, algunos de los cuales serán con la franquicia Holiday Inn Express y tiene como meta tener en un período de 5 años, 20 hoteles en operación en Colombia y 5 en el exterior.
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Edif icadora Gómez Edificadora Gómez S.A., se origina como parte del grupo Pedro Gómez y CIA S.A. y está formada oficialmente como una compañía independiente desde el 12 de Febrero del 2003. Por consiguiente, puede decirse que a pesar de ser una compañía relativamente joven, EGSA acumula la experiencia en construcción de más de 40 años de Pedro Gómez y Cía. EGSA ha enfocado su actividad exclusivamente en el segmento de la Edificación propiamente dicha, desarrollando habilidades, experticia y conocimientos en “el área de producción” de la construcción, en proyectos de vivienda, centros comerciales, oficinas, hotelería y almacenes de grandes superficies. En concordancia con su visión del futuro, EGSA también se enorgullece de ser miembro fundador del Consejo Colombiano de Construcción Sostenible y de contar con las certificaciones ISO 9001 y RUC.
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La Fundaciรณn Cerrejรณn para el Progreso:
Su legado para el futuro de La Guajira. Con la intenciรณn de que La Guajira tenga otras opciones mรกs allรก del carbรณn, la Fundaciรณn Cerrejรณn ha liderado la convocatoria para la construcciรณn del hotel y ahora estรก metida de lleno en abrir las puertas al pรบblico del Centro Interactivo. Eduardo Robayo Director ejecutivo Fundaciรณn Cerrejรณn para el Progreso
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Eso motivó a la Fundación Cerrejón para el Progreso porque implicaba abrir una posibilidad de desarrollo en un municipio de escasos recursos como Albania. Así que tomó el proyecto para liderarlo y llevarlo a cabo. De hecho, invitó a varios grupos empresariales para establecer las condiciones que debería tener un hotel de estas características, entre las cuales se decidió la conservación de las condiciones naturales y una apuesta ecológica y sostenible que a la vez dinamizara el turismo de la región.
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Eduardo Robayo, director ejecutivo de la Fundación Cerrejón para el Progreso de La Guajira, recuerda que el sueño de construir un hotel cerca de la mina del Cerrejón se venía gestando desde muchos años atrás. Fue precisamente a la Fundación a la que le correspondió adelantar la labor de que el sueño pasara a ser realidad en un lugar de 25 hectáreas por fuera de la ciudadela que no se inscribiera en el concepto de “company town”.
En total, se presentaron seis grupos de cuatro empresas para un total de 24 propuestas. La Fundación se valió de asesores en arquitectura y expertos financieros para hacer la selección final. Una vez elegido el proyecto ganador, la Fundación Cerrejón para el Progreso pasó a la etapa de ejecución y firmó dos contratos de asociación que estableció la forma de conseguir los recursos y un consorcio para el uso de 80 de las 140 habitaciones del hotel en exclusividad para Cerrejón por un periodo de 15 años. Y en medio de todo ello, recuerda Robayo, nació el Centro Interactivo Waya, con la intención de aumentar el impacto turístico, en el que la Fundación decide meterse de lleno para liderarlo. Su idea era clara desde el inicio: generar un clúster turístico en la zona, a la manera de los que ya existen en países como Grecia, Perú o México. La primera fase, asegura, estará en funcionamiento en 2014.
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Hoy, la Fundación Cerrejón se siente orgullosa de lo logrado con el Hotel Waya Guajira, en especial por haber podido llevar a cabo planes sostenibles y turísticos que permiten el desarrollo del municipio de Albania, como el de la lavandería Lavatec, ya en funcionamiento, y otras empresas que surgirán a medida que el hotel se consolide. Entre ellos, una sociedad de conductores para el transporte del hotel. Paralelamente, la Fundación adelanta otros proyectos como una planta de reciclaje de llantas de sus gigantescos camiones carboneros para reducir el impacto de la minería y reutilizar el caucho a través de tecnología de punta; proyectos agrícolas para sembrar en la zona, como el adelantado con el The Center for Potato Research de Israel, entre otros que generarán alto impacto sostenible y económico en la región
Eduardo Robayo se siente orgulloso de lo logrado. Con razones de sobra: el sueño es realidad y está transformando el centro de La Guajira. Solo les queda seguir dejando un legado.
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Guajira, Cortesia Proexport Colombia.
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Oxohotel:
Waya Guajira es el proyecto que todos soñamos Juan Carlos Galindo, el gerente general de OxoHotel, luchó por el proyecto cuando las cosas parecían más complicadas y ahora su compañía está a cargo de la operación hotelera. El más ferviente enamorado del proyecto es también uno de sus mayores defensores. Juan Carlos Galindo Gerente general de OxoHotel
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Si alguien se enamoró del proyecto al punto de que en los momentos críticos se empecinó en sacarlo adelante fue Juan Carlos Galindo, gerente general de OxoHotel. Cuando se enteró –junto con sus socios de Abacus y Contempo– de que había una licitación abierta para la construcción de un hotel en Albania, decidió reunirse con Andrés Alvarado y Ernesto Estefan para discutir si se presentaban o no. Después de una primera conversación la idea les sonó, aunque sabían que algunos de los más grandes operadores del país participarían para ganarla. Fueron al lugar y conocieron el lote espacioso de 25 hectáreas a un kilómetro de distancia de la mina del Cerrejón. “Ahí me embalé con la idea. Teníamos que ganarla”, recuerda. Y se empeñó en lograrlo. A Juan Carlos se le ve la emoción en el rostro y se le ilumina la mirada cuando recuerda esos momentos en los que todo era un sueño por construir. Porque en aquellos primeros días, los socios contemplaron la posibilidad de desistir de semejante empresa. Parecía imposible ganarse una licitación, superar los costos de participar y trabajar horas largas en un proyecto que podría no salir. Pero el entusiasmo de Juan Carlos Galindo terminó contagiándolos cuando se dieron cuenta de que tenían los argumentos que nadie más ofrecería: una propuesta que incluía el legado étnico, que apostaba a la responsabilidad social y a lo ambiental, que contaría con un centro interactivo y transformaría a la región. Y así, todos se “encarretaron” y más actores entraron al proyecto. Desde Maloka hasta la ex Ministra de Cultura María Consuelo ‘Conchi’ Araujo, quien se convenció de las bondades del Hotel Waya Guajira y decidió hacer la introducción del proyecto. El grupo de socios, recuerda Galindo, se metió tanto en la cabeza la idea de ganar la convocatoria que el día de la presentación llevaron una maqueta que incluía la propuesta del museo. Ganaron, por supuesto.
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Sin mucho tiempo para celebrar siguieron trabajando y decidieron mantener la coherencia del proyecto en la parte sostenible. Por eso acudieron al fondo de inversión privado Inversor: para convencerlo de las bondades de que el Hotel Waya Guajira fuera su primer proyecto en el país. Sobra decir que también se sumó a la monumental empresa. Mientras arrancaba la construcción, el grupo decidió hacer una alianza con el Sena y el PNUD para capacitar a las personas de la región y estimular su participación con incentivos, y luego contratar a los más destacados estudiantes. Ahora, ya en funcionamiento el hotel, cuando Juan Carlos camina por las instalaciones de Waya Guajira, algún empleado se le acerca y le dice cosas del estilo de “gracias por la oportunidad que nos han dado”. “Eso es lo más lindo del proyecto: darles la posibilidad a esas personas alegres y valiosas de la región de que crezcan”, afirma Galindo.
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Por supuesto que las posibilidades turísticas también lo emocionan. Porque como operador hotelero, Oxohotel (a cargo del Holiday Inn Express, 84 DC, Tryp Usaquen, Tcherassi en Cartagena y B.O.G. Hotel, entre otros) tiene en claro que el Hotel Waya Guajira está ubicado en un punto que permite tanto el turismo de aventura como el familiar, los paseos culturales al igual que la exploración paleontológica y las visitas astronómicas para contemplar las estrellas tanto como el encuentro con la cultura Wayuu. Y además, es un punto que permite realizar planes cercanos como ir a hacer compras a Maicao, recorrer el extenso malecón de Riohacha, visitar las minas de sal de Manaure, asolearse en las playas de Mayapo o ver aves exóticas en el Santuario de Flora y Fauna Los Flamencos. Por si fuera poco, está la cercanía con la tradición
“La Guajira es un destino al que los colombianos quieren ir. Y ahora tienen dónde quedarse”, agrega Juan Carlos Galindo.
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indígena y la hechura de mochilas Wayuu en Uribia, los contrastes del mar y el desierto en el Cabo de la Vela o la experiencia de visitar la alta Guajira o de conocer las estribaciones de la Sierra Nevada y los ríos fríos que bajan de ella al son de un vallenato en San Juan del Cesar.
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Contempo:
Sostenibilidad y rentabilidad van de la mano. AsĂ lo define Ernesto Estefan, pionero de la finca raĂz respetuosa del medio ambiente en Colombia y el hombre que entendiĂł antes que nadie que lo ambiental es rentable y necesario en el mundo actual.
Ernesto Estefan Gerente Grupo Contempo
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Y después de ver que su proyecto estrella es el Hotel Waya Guajira, que aspira al sello Leed Certified, queda doblemente claro que su columna vertebral es el respeto al medio ambiente. De hecho, Contempo tiene clarísima su filosofía y su esencia verde: es la primera empresa de Colombia que diseña, construye y gestiona portafolios de inversión en finca raíz, respetando siempre el medio ambiente. En pocas palabras, construye de forma ambientalmente correcta y hace que sea rentable.
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En las oficinas de Contempo, en Bogotá, cada cosa parece ubicada estratégicamente y con un propósito. Lo que se percibe como una sensación de bienestar termina siendo un hecho concebido para que en verdad lo sea. Después de ver que la empresa luce en su entrada la primera certificación ambiental Leed Silver otorgada a una oficina en espacio interior en Colombia, se entiende que el tema de la sostenibilidad es su razón de ser.
Eso explica Ernesto Estefan, gerente general de esta compañía que arrancó en 1969 por cuenta del arquitecto Luis Eduardo Torres y cuya segunda generación se ha acoplado al cambio mundial a favor de la sostenibilidad a través de un modelo de gobierno corporativo y de protocolo de familia que los mantiene unidos y en crecimiento. Y siempre verdes. Porque además de ser socios fundadores del Consejo Colombiano de Construcción Sostenible lideran proyectos que impactan por sus características y que consiguen ahorros de energía entre un 24 y un 50%, ahorro de agua potable hasta en un 40% y reducción de residuos sólidos hasta en un 70%. Bajo el concepto de Green & Gold Business Eco-nomy, desarrollan proyectos, los diseñan, gerencian, construyen, administran e integran a expertos, al tiempo que ejecutan el manejo de inmuebles y de propiedades, así
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como la gestión de activos inmobiliarios y portafolios. En definitiva, con ese esquema y su propuesta lograron ganar la licitación del Hotel Waya Guajira, “ofreciendo un complejo hotelero que va más allá de lo tradicional y que le deja un legado al planeta”, dice Estefan. Ese propósito implicó múltiples desafíos en el Hotel Waya Guajira, como prevenir la contaminación durante el proceso de construcción a través de agromantos y diques; crear una parada de bus para el transporte público alternativo; generar parqueaderos de bicicletas; diseñar parqueaderos preferenciales para vehículos de baja emisión; duplicar los espacios verdes del edificio en comparación con el área construida o reducir el consumo de agua potable en un 20% a través del tratamiento de aguas residuales y el uso de aguas lluvia. Pero había más. Entre ello, utilizar eficientemente el agua y aprovecharla para irrigación y disminuir el consumo de agua al implementar jardines de especies nativas; además, instalar sanitarios de bajo consumo, aireadores en griferías de lavamanos y duchas, y hacer uso de griferías con sensores para reducir el consumo de agua.
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Entre los grandes impactos que logró Contempo en materia de sostenibilidad está el de no usar aires acondicionados con refrigerantes con CFC (clorofluorocarburos) para reducir el deterioro de la capa de ozono y apelar en cambio a refrigerantes ecológicos a través de un sistema de agua helada. Asimismo, se estableció un consumo de energía mínimo para el edificio y sus sistemas con el uso de bombillas Led, control de la iluminación en habitaciones y zonas exteriores; uso de paneles solares para calentar el agua de las habitaciones y un control de temperatura para el aire acondicionado. El uso de durapanel como aislante térmico en las habitaciones aumenta la frescura y disipa el calor tanto como lo hacen los vidrios con alto coeficiente de
Eduardo Robayo se siente orgulloso de lo logrado. Con razones de sobra: el sueño es realidad y está transformando el centro de La Guajira. Solo les queda seguir dejando un legado.
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sombra. Por supuesto, Contempo también dispuso espacios para el reciclaje y un manejo avanzado de residuos.
Contempo en Hotel Waya Guajira Sostenibilidad rentable NO usar aires acondicionados con refrigerantes con CFC.
SI refrigerantes ecológicos a través de un sistema de agua helada.
ENERGÍA Uso de bombillas Led bajo consumo de energía del edificio Paneles solares para calentar el agua de las habitaciones
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Abacus Real Estate
“Era una quijotada” Enamorado de la región y de sus posibilidades, Andrés Alvarado, director ejecutivo de Abacus, siente que el proyecto de Waya Guajira es el que mejor ejemplifica su sueño profesional y personal. Él logró que el dinero que hacía falta llegara en el momento justo. Andrés Alvarado Fundador/director ejecutivo de Abacus Real Estate
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Por su personalidad viajera y aventurera, Andrés Alvarado ama las quijotadas. Y más cuando es consciente de que La Guajira reúne tanto un patrimonio cultural como una gran riqueza ecosistémica, ambas capaces de catapultar el turismo en el futuro y de servir de base para un proyecto sostenible. Así que le apostó al proyecto a través de Abacus, la firma que dirige y cuya misión es estructurar proyectos inmobiliarios novedosos con la idea de traer inversión y generar desarrollo. Pero primero, un salto atrás en el tiempo: metido como estaba en el mundo inmobiliario y en la pasión de armar proyectos sostenibles con impacto social, Alvarado soñaba con la posibilidad de armar un proyecto de alto impacto con un modelo que propiciara el turismo responsable en un lugar que no estuviera en medio de la urbe. Y fue entonces cuando seis años atrás apareció la Fundación Cerrejón y, hace tres años, se firmó la posibilidad de que su sueño se hiciera real. El proyecto del Hotel Waya Guajira arrancó con tres premisas: desarrollo económico, ambiental y social. Eso significaba, en sus palabras, “inventar nuestra propia rueda¬”. Y eso significó a la vez crear un proyecto hotelero capaz de dejarle un legado a La Guajira, pero a la vez de fomentar un desarrollo turístico serio en medio de características sostenibles. Arrancaron con un contrato de operación mínima de 15 años con la fundación Cerrejón. Mientras tanto, Abacus gerenciaba y llevaba a cabo el concepto, buscaba los aliados, desar-
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“Era una quijotada”. Así recuerda Andrés Alvarado, fundador y actual director ejecutivo de Abacus, lo que pensó el día que le propusieron erigir un complejo hotelero en el municipio de Albania, en pleno centro de La Guajira. Pronto entendió la importancia de hacerlo: el municipio sufrirá un gran impacto cuando la explotación carbonera del Cerrejón termine en 15 o 20 años debido a la ausencia futura de su principal fuente actual de recursos y trabajo.
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rollaba el modelo de operación y ante todo, conseguía el dinero para sacar adelante al Hotel Waya Guajira. Pronto, recuerda Alvarado, comenzaron a operar bajo el sello ambiental colombiano y pasaron a ser modelo en el país (paralelamente avanza el proceso de la certificación Leed). Las dificultades abundaron en el proceso, ya que la infraestructura de agua inicial no se pudo ejecutar por las características de la región así como otra serie de dificultades que la zona les ofreció y que no pudieron salvar sino con creatividad. Entonces surgieron los dispositivos de bajo consumo, la energía solar, aires acondicionados de baja emisión, plantas de tratamientos de agua y procesos de reciclaje. El plan fue tan detallado que contempló hasta temas de dotación como el uso de pies de cama y decoración proveniente de la etnia wayuu y la implementación futura de una gastronomía basada en elementos guajiros, sin dejar atrás la creación de un Centro Interactivo que permita el desarrollo del turismo de astronomía, el fomento de rutas como la del Vallenato en el sur del departamento o del Desierto hacia la alta Guajira, o la exploración paleontológica para apreciar las riquezas que salen del subsuelo y que provienen del bosque tropical seco que existió hace 60 millones de años, por el cual deambulaban serpientes, armadillos y tortugas gigantes.
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“Es un proyecto de corazón”, remata diciendo Alvarado, consciente de que toda ‘quijotada’ lo es. “Es el proyecto que vierte y expresa nuestra manera de pensar y sentir en Abacus”. En fin, un proyecto que no habría abordado si no fuera tan descomunal y hermoso, tan fuera de todo lo que hace a diario y a la vez, un modelo que ya es un referente para el futuro de La Guajira.
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Inversor
La sostenibilidad genera ingresos Con esa apuesta, Inversor vio la luz en medio del duro mundo de la Bolsa de Valores y de trece instituciones bursátiles. Para demostrar su fórmula eligió a Waya Guajira para que fuera su primera inversión.
Alberto Riaño Inversor
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Suena utópico. “Pero lo estamos haciendo”, explica Riaño, director ejecutivo, en el edificio de la carrera Séptima donde está ubicada la Bolsa de Valores de Colombia y trece instituciones vinculadas con lo bursátil que se aliaron para sacar adelante la iniciativa. “Somos un fondo de capital privado con inversiones de alto impacto tanto sociales como ambientales, que generan a la vez un fuerte impacto económico”.
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Para el mundo actual, lo que ofrece Inversor no encaja con la fórmula tradicional de éxito. Pero precisamente lo que busca este fondo de inversión que lidera Alberto Riaño es salirse del esquema conocido para apostarle a la sostenibilidad, generar ingresos y transformar realidades en el país.
Con esa filosofía novedosa en el mundo de los negocios decidieron abrir la mirada para entender qué sucedía en el país y fue entonces cuando conocieron a Abacus, socio del proyecto del Hotel Waya Guajira. Después de conocer la iniciativa y de conectarse con los socios decidieron comprometerse de lleno con el proyecto e iniciar con este. Hoy su portafolio se amplía a otras dos iniciativas: una que reutiliza residuos electrónicos y aplica políticas de inclusión social y otra dedicada a construir muros y techos verdes. De un momento a otro, Inversor pasó a convertirse en el inversionista más grande del proyecto y vio la posibilidad de aportar algo más que recursos, recuerda Alberto Riaño: “Participamos en el gobierno corporativo, creamos un comité social y ambiental con un modelo activo, y ahora sostenemos reuniones cada semana. Parte de nuestra agenda nos lleva a involucrarnos con todos los procesos sociales”, explica, con evidente orgullo por lo que han logrado y por un proyecto que conocen de principio a fin y con el que se sienten comprometidos –y enamorados– de lleno.
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Ellos mismos definieron cinco líneas de acción social: la primera fue la búsqueda de la certificación Leed, que significa apostarle al ahorro en energía, repoblamiento de especies nativas y compensación con reforestación, además de plantas de tratamiento y uso de energías alternativas . En segundo lugar, la empleabilidad, que desde el inicio de la construcción ha permitido que más de 150 personas hayan recibido oportunidades laborales, en especial gente que vive en la región. Además, se generaron capacidades y se adelantó un programa de formación con el Sena, el Departamento para la Prosperidad Social DPS y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) que permitió la participación de 106 personas, de las cuales se graduaron 95, todas ellas de estratos bajos. Gracias a un incentivo que se les dio para educación, la deserción fue mínima. Un tercer punto fue la cadena de proveedores, ya que no quería traerse ningún insumo de otra región, sino desarrollar a los microempresarios locales. Para ello se hizo un diagnóstico y se definió qué se necesitaba con respecto a las necesidades del hotel. La idea era tener a corto, mediano y largo plazo proveedores que terminarán siendo empresarios y mejoraran sus prácticas. El desarrollo turístico era la cuarta apuesta de Inversor. De acuerdo con su filosofía, buscan crear un turismo diferente, tanto ecológico como cultural, que respete las comunidades locales y desarrolle a los proveedores turísticos, ya sea por medio de guías locales o mediante el aprovechamiento de las rancherías, siempre respetando los valores y apelando a temas de infraestructura que mejoren las condiciones del turismo sin alterar el entorno local.
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Por último está la educación que se busca a través del Centro Interactivo, promovido por la Fundación Cerrejón para el Progreso y el apoyo de Maloka, el cual contará con tres salas en las cuales se hará referencia al
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hablan mรกs de lo humano que de lo econรณmico, pero que apuntan al fortalecimiento econรณmico de la regiรณn y dejan en claro que Inversor es un fondo privado que apunta al desarrollo mediante el impacto ambiental y social de las comunidades. Una fรณrmula diferente. Y a la vez, rentable para todos.
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3 capĂtulo Las historias que nacieron en Waya Guajira
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Waya Guajira: un hotel sostenible y ecoamigable La certif icación Leed está en proceso para este hotel, concebido para que respetara el entorno con un mínimo impacto ambiental. Esto es lo que lo hace diferente. El proceso de construcción del Hotel Waya Guajira contó desde su diseño con las pautas para alcanzar la certificación estadounidense Leed por sus buenas prácticas de sostenibilidad. Hoy, ya en funcionamiento, está en el proceso de obtenerla y tiene argumentos para ratificar lo que sus diseños anticiparon. Entre otros diferenciales sostenibles, el Hotel Waya Guajira instaló una planta de tratamiento residual que ahorra 40 metros cúbicos de agua al día; cuenta con un sistema de calefacción del agua generada por paneles solares; un sistema de aire acondicionado manejado por un sistema de enfriamiento a través de agua, la cual se envía a todo el hotel por medio de ductos para evitar el sistema tradicional de aire central. 52
El diseño del hotel contempló además la construcción de canales que permiten la evacuación de las
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aguas lluvias de forma idéntica al curso natural que tenían antes de la estructura hotelera; la construcción de una laguna de oxidación adonde van a parar las aguas lluvias ayuda a que las familias Wayuu de la zona usen el agua para sus riegos; el uso de durapaneles en las habitaciones –un sistema que permite el aislamiento acústico y climático– representa un ahorro energético y una comodidad para el huésped. La altura de las habitaciones colabora en esa sensación de frescura interna, así como la película colocada en las ventanas para evitar la entrada excesiva de calor y permitir a la vez la luz natural. El sistema de grifería y bombas sanitarias cuenta con sistemas ahorradores de agua, a la par que los inodoros cuentan con un sistema de reutilización de la misma. El uso de bombillos Led en todas las instalaciones también contribuye a un menor impacto ambiental; la instalación de sensores de luz para el ahorro de energía en áreas públicas como el gimnasio y los baños, así como un sistema que apaga las luces en las habitaciones cuando el cliente las abandona, forman parte de ese mismo propósito. También se diseñó un proceso de manejo de residuos que pasa desde la clasificación hasta el almacenamiento de desechos, algunos de los cuales van directamente a manos de los recicladores de Albania. Se está creando un agromanto para evitar que se deslice el terreno en época de lluvia y se están sembrando plantas nativas a la par que se han instalado geoceldas para reducir la cantidad de tierra y lograr la permanencia de la vegetación. Finalmente, el hotel sólo usa productos biodegradables para la limpieza y aseo de sus instalaciones.
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Waya Guajira crea empresa: una lavandería nace en medio de La Guajira No solo atraer turismo sino generar desarrollo. Con esa premisa en claro, Waya Guajira ya comenzó a generar inversión. Esta es la historia de la primera empresa que nació gracias al hotel. Pareciera un despropósito abrir una lavandería en el centro de La Guajira y en un pueblo como Albania, donde la gente está habituada a poner su ropa en cuerdas para secarla al sol. Pero no lo es si hay un hotel de alto nivel en la zona y es necesario que toneladas de toallas y ropa de cama queden impecables.
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Juan Carlos Maestre, uno de los socios de la lavandería industrial Lavatec, ubicada en pleno centro de Albania, cree que la alianza que estableció el Hotel Waya Guajira con su naciente empresa es una de las apuestas más arriesgadas que podían hacer en ese lugar del departamento. De hecho, lo primero que se les ocurrió a los tres socios de firmas como Solior, Espuma y Fundecor cuando decidieron unirse para crear Lavatec fue ofrecerle al hotel la posibilidad de lavar la ropa de cama en Riohacha cada día, pero el transporte de una hora diaria los llevó a desestimar la idea.
Así que buscaron una casa en Albania. La que les pareció perfecta para montar la lavandería estaba en un estado precario, por lo que tuvieron que adecuarla y arreglarle desde la pintura hasta el cielorraso. Gregorio Medina Toro, el gerente general, se encargó junto con sus socios de dejarla montada el 1 de enero de 2013, y eso incluyó la negociación de un transformador eléctrico para prevenir los cortes de luz frecuentes en la zona y la inestabilidad del servicio. Además, los equipos funcionan con 440V, un voltaje mayor al habitual, y los procesos de lencería blanca requieren desde rodillos hasta lavadoras y secadoras de alta eficiencia que eviten la posibilidad de que quede cualquier tipo de mancha, sin contar con el uso de productos biodegradables que no generan residuos ni tienen hipoclorito para no desgastar la calidad de la lencería. Así, en medio de La Guajira y del sol ardiente, Lavatec nació como empresa gracias a la presencia del Hotel Waya Guajira. Hoy, en 40 minutos la joven empresa lava 35 kilos de lencería y en otros 40 minutos realiza el proceso de secado. En 24 horas evacúa 150 kilos, aunque para hacerlo y debido al precario servicio de agua necesite contratar un carrotanque cada semana para abastecerse de líquido por la presión que necesitan las máquinas de alta eficiencia. Ya hay otros espacios vacíos dispuestos en el lugar remodelado: ellos tienen en claro que el turismo vendrá y que sus necesidades crecerán.
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El Centro Interactivo que unirá La Guajira En 2014 estará lista la primera etapa del Centro Interactivo contiguo al Hotel Waya Guajira que narrará la historia del suelo, subsuelo y cielo guajiro. Un proyecto que movilizará al país. Hay sueños que tardan en forjarse: el del proyecto del Hotel Waya Guajira es, quizás, uno de los más sublimes y con una de las historias más bellas conocidas. De hecho, comenzó hace 60 millones de años, cuando el cuerpo de una Titanoboa, la serpiente más grande que ha existido en el planeta, un ser de 13 metros de largo (el largo de una cancha de baloncesto) y más de una tonelada de peso, con unas fauces diseñadas para tragarse de un bocado un cocodrilo entero, quedó atrapado entre el follaje tropical que cubría La Guajira en ese entonces.
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Mientras se fosilizaba en medio de un terreno que terminaría convirtiéndose en carbón con el paso de los siglos, la Titanoboa pasó a formar parte de una de las reservas paleontológicas más grandes del mundo, junto a otros reptiles como tortugas gigantes y cocodrilos. Cuando fue desenterrada y un equipo de investigadores del Smithsonian vino a Colombia, los operadores e inversionistas del
El Centro Interactivo Waya ya comenzó a ser construido con aportes que superan los 11 mil millones de pesos. En su espacio contendrá tres salas destinadas al Subsuelo, al Suelo y al Cielo guajiro, en las que se verá el pasado escondido bajo tierra, el presente del territorio y la cosmogonía wayuu junto con la observación de astros en un espacio de 2.200 metros cuadrados construidos, y de 5.000 metros cuadrados en total, incluyendo jardines, plazoletas y senderos.
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Hotel tuvieron la idea de construir un museo en el espacio destinado al Hotel Waya Guajira. El proyecto fue aprobado y la Fundación Cerrejón decidió liderarlo.
En sus salas se educará a los niños de La Guajira en ciencia y tecnología a través de 48 módulos, de los cuales ya se han construido 30. Además, contará con una cafetería, un centro de estudios de fósiles, una réplica de la Titanoboa encontrada, una sala múltiple de exposiciones temporales y detalles de la región como una división para dejar fluir las correntías en época de lluvias o un árbol carreto existente que se conservará y dará sombra en la mitad de una de las plazoletas. Álvaro José Rojas, el arquitecto a cargo del proyecto, explica que “la primera etapa estará lista a inicios de 2014 y se espera que ya en 2015 esté habilitado todo el proyecto”.
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La etnia wayuu,
el corazรณn de La Guajira
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Desde el Hotel Waya Guajira es posible visitar las rancherĂas wayuu, dormir en una de ellas, relacionarse con la etnia o compartir sus costumbres. Estas son cuatro experiencias de la cultura que no se parecen a nada de lo que usted ha visto y que vale la pena conocer.
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A El paso de niña a mujer Marisol Apshana acaba de ser majayo (señorita) y hace apenas cuatro meses salió del confinamiento que la aisló, a la sombra, dentro de una ranchería ubicada a veinte minutos de Riohacha y a cuarenta minutos del Hotel Waya Guajira. Lo que para muchos ciudadanos de la urbe puede parecer incomprensible, para la etnia wayuu es una tradición sólida que forma a las mujeres para su madurez y las prepara en oficios con el objetivo principal de que no tengan que depender sino de sus habilidades en la vida. Esa tradición recluye a las niñas luego de su primera menstruación en un lugar cubierto por días o meses, incluso años, dependiendo de la posición económica y del tiempo que hayan pasado recluidas sus abuelas. Con el cabello corto en señal de renacimiento, las niñas aprenden de medicina y artesanía a través de la palabra, algo tan valioso para los wayuu como lo son las posesiones para la gente que vive en la ciudad. A través de la oralidad se enseña, se comprometen, se defienden y se hace justicia. Y también, hablando, un hombre pide a una majayo en caso de estar interesado en ella.
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Si eso sucede, el palabrero –líder supremo y mediador de conflictos– se reúne con el tío materno y negocia con la familia. A cambio del casamiento, pide una dote de chivos, vacas o collares. El hombre, si todo se da, pasa a vivir en la comunidad de la joven. Si tiene cómo pagar la dote, puede tener las mujeres que alcance a mantener. Pero es la mujer la que da el apellido a sus hijos y la que conserva la tradición de las castas, de las que hay 28 conocidas en La Guajira. Y es tan protegida que si resulta maltratada, su comunidad cobra esos malos tratos en especie.
B La despedida de los muertos A diferencia de los citadinos, en la tradición wayuu los velorios son dos. En el primero se despide el cuerpo y las comunidades que viven lejos llegan a darle el adiós final al fallecido. La familia que despide a su integrante prepara grandes festines porque nunca se sabe cuántos llegarán al velorio ni cuánto durarán de paso en su ranchería. Se sacrifican chivos y abunda la comida para todo el que llegue. La intención es doble: por un lado, dejar en claro la posición económica de la familia, pero también recalcar que ese terreno en el que se celebra el velorio es de la casta, porque la tierra no se mide por títulos ni propiedades sino porque allí están enterrados los muertos de un clan. En ese primer velorio entonces se despide el cuerpo, se le llora y se despide poniéndole la comida que más le gustaba y una lápida de barro. Mareigua, su dios, lo acompaña. Si muere asesinado, son las mujeres más destacadas de la ranchería las que se encargan de enterrarlo. Se supone que si otras personas lo hacen toman el frío del muerto. El segundo velorio y el entierro final sucede años después, cuando ya solo quedan los huesos. Estos se sacan, se invita de nuevo a comer y se llora en la tinaja. De nuevo las mujeres son las encargadas de sacar los huesos. En ese instante, el dios Mareigua libera el alma del cuerpo.
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C El arte de tejer de las wayuu Cada tejido wayuu es un trabajo de paciencia y destreza con un legado de siglos de experiencia transmitido oralmente. Cuando las mujeres wayuu se unen en torno a los telares para hacer las hamacas o se acuestan en sus chinchorros para crear una mochila a partir de un único hilo, el tiempo parece detenerse mientras sus manos fluyen y los colores dispersos de los hilos en el piso se convierten en un único propósito. Las mochilas las hacen sólo las mujeres, conocedoras del arte desde que se convierten en majayo. Entrecruzando lana de oveja o haciendo nudos doble araña sacan figuras y diseños de lo que las rodea: flores, cactus, plantas, animales o estrellas. El caso de Sara Gómez Pushai es el mejor ejemplo: 105 mujeres de distintas comunidades tejen para ella actualmente. Esta emprendedora, a cambio, viaja hasta sus rancherías, les reparte los hilos y les da los diseños. De paso, genera trabajo para las niñas que estudian dentro del Internado Wayuu de Uribia. Mientras las menores tejen pequeñas piezas, las mayores hacen mantas, mochilas de una hebra –las mejores de todas–, hamacas, vestidos o cualquier trabajo especial que les encarguen. “Si tienen mota, no son buenos”, les recomienda la plácida y alegre Sara a los turistas, y de paso desestimula la compra de las mochilas que venden en los andenes de la calle porque “las mochilas llevan meses de trabajo y son productos valiosos que merecen un lugar especial”.
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Sara se dio cuenta de su destreza apenas a los 16 años cuando comenzó a trabajar y en sus horas libres se dedicó a bordar mantas. La gente amaba lo que hacía. Con los años abandonó la docencia, se mudó a Uribia y se dedicó a tejer junto con su madre, Ana, quien a sus 73 años todavía trabaja en los telares. Con los años montó una tienda de alta
calidad, donde trabajan tres personas en mantas y otras cinco hacen bordados, mientras las niñas del internado tejen los cordones de las mochilas. Allí se exhiben algunos de los mejores trabajos de la región, como un chinchorro de colores púrpura que vale un millón seiscientos mil pesos y cuyo trabajo manual tomó dos meses de trabajo sin pausa. “En los diseños está nuestra alegría y nuestro mundo”, dice Sara, vestida con una manta arcoíris que brilla bajo el sol intenso del mediodía.
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D La defensa de las tradiciones y lo que está cambiando La mayoría de las rancherías no ha querido que la energía eléctrica llegue a sus hogares ni aceptar otras comodidades porque velan celosamente por proteger su cultura. Tanto así, que en la Granja Experimental del Cerrejón, los que tienen celular van a cargarlo en la planta de energía solar que alimenta al centro y tiene las puertas abiertas a las comunidades. La vigilancia de los wayuu de sus tierras es tal que si la comunidad llega a un acuerdo con una empresa o infraestructura como el Hotel Waya Guajira, se le permite construir, pero las tierras siguen siendo de ellos, siempre y cuando la etnia se sienta cómoda y se respete su entorno. Algunas de las prácticas que han aceptado modificar buscan igual fortalecer su tradición: algunas son impulsadas por la Fundación Cerrejón Guajira Indígena, como la siembra de yuca y maíz; procesos de apicultura con abejas nativas como la canaliri, en peligro de extinción, sin aguijón y
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bastante dócil, además de las abejas mepechi y sichiua, que dan miel pura guajira (mapaa, en wayuu); el cultivo de flor de Jamaica o de especies nativas como la iguaraya, el guamacho o el maracuyá también está en proceso. Pero además, el mundo wayuu comprende a los chivos (kaura, en wayuu) y también eso está cambiando para bien.
En la Granja Experimental del Cerrejón se llevan a cabo procesos de capacitación agrícola, pecuaria, artesanal y de recolección. En el tema de las cabras, los expertos han logrado mejorar la calidad cárnica al introducir especies Boer y cruzarlas con especies criollas, lo que ha resultado en más gramos de peso y mayores ganancias para la comunidad. Para que los wayuu aprovechen los ciclos de lluvia y de sequía –y al mismo tiempo ajusten sus cultivos a las temporadas de acuerdo a su duración–se les enseña a clasificar semillas nativas para que las comunidades recuperen sus actividades agrícolas y sean totalmente autosuficientes. Uno de los cultivos es el de la milagrosa pirijuya, un fríjol que crece en 35 días. Otros son de frutas que se adaptan bien al clima extremo como la patilla y el melón. En total, hay 236 comunidades que producen sus alimentos y protegen sus especies nativas, del estilo del matarratón, la leucaena o la muringa.
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4 capĂtulo Calor Humano en el desierto de la Guajira
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Cuestión de afecto Las pocas veces que llueve en Albania, el cielo parece desgajarse y de las nubes de tormenta caen monumentales goterones. Pero también en esos momentos surge la solidaridad y se expresa el afecto del personal del Hotel Waya Guajira por la infraestructura de este espacio que está cambiando las perspectivas de Albania. Cuando arrecia la lluvia, las escobas se multiplican y los ochenta trabajadores corren a dejar el hotel impecable en pocos minutos. Todos aportan y colaboran. Y todos, sin falta, corren a dejar en perfecto estado a Waya Guajira, el hotel sostenible que se ve desde la plaza de la Princesa Negra del pueblo como un símbolo del futuro de la región. María Elena Bracamonte, una habitante del municipio y trabajadora del Hotel, se ríe de la situación: “Somos colaboradores entre nosotros. ¿Cómo no vamos a serlo con nuestro hotel?”.
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Ellis Sprockel tuvo bisabuelo alemán, pero en la sangre, la piel y el amor por su tierra se le notan los ancestros guajiros. Es la encargada de gestión social del Hotel Waya Guajira, un cargo que pocos hoteles tienen en el mundo, pero que es prioritario para la región porque implica mirar el impacto del turismo en las comunidades y trabajar de la mano con ellas para desarrollar actividades y proyectos con la gente de la región.
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El impacto social
Ellis tiene en su escritorio un listado “mágico” de líderes de comunidades. La palabra “mágico” puede sonar exagerada, pero es el as bajo la manga que utiliza cuando necesita manteles, una fruta especial, un proveedor insólito, un transporte hacia la alta Guajira, un pie de cama elaborado por artesanas locales. Después de toda una vida involucrada con las comunidades, entiende que solo en profunda armonía con ellas y brindándoles oportunidades puede haber un vínculo real con los habitantes de La Guajira. “Si ellos quisieran que nos fuéramos, tendríamos que hacerlo. Pero el proyecto fue pensado para acogerlos. Trabajar de la mano con ellos es lo que nos hace diferentes”.
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“La Guajira es un caleidoscopio” Mientras mira hacia el norte de La Guajira desde el solario del Hotel Waya, el arquitecto Álvaro José Rojas, el hombre a cargo de la construcción del Centro Interactivo Waya, que entrará en funcionamiento en 2014, dice una frase que conmueve porque recuerda los momentos felices de la infancia. “Esta tierra tiene magia: no es solo carbón, sal y desierto, como muchos piensan, sino un caleidoscopio de los que usábamos en la niñez: cada vez que se vuelve a mirar se encuentra algo totalmente distinto”. Cuando lo dice, señala hacia la Alta Guajira, pero no hay un desierto visible, sino las estribaciones de la Serranía del Perijá y árboles de nombres hermosos como puy, dividivi y trupillo. A sus espaldas pasa el tren del carbón y se ve el perfil de la mina del Cerrejón, hay catorce ecosistemas que inician en las nieves perpetuas de la Sierra Nevada y terminan en la arena ardiente frente al mar, y está Albania, el municipio más joven del departamento, fundado apenas en el año 2000. Todo eso de un solo vistazo. “¿Sí lo ve? Desde donde esté uno, todo cambia”, remata.
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Mirla Pérez pareciera vivir en el Hotel Waya Guajira. En realidad vive para él. Cuando despunta el sol ya está solucionando temas con los clientes al frente de la recepción y cuando cae la noche continúa moviendo con eficiencia el tema de Coordinación de Reservas, el cargo que ocupa. No solo su nombre es memorable por recordar el ave canora. También lo es la forma en que llegó a Waya Guajira.
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Nombre de ave canora
Después de tres años como independiente durante los cuales trabajó en una miscelánea de Riohacha, esta guajira se enteró por su hermana de que había una convocatoria abierta para laborar en un hotel en Albania. Mirla le creyó poco a la posibilidad de que pudiera conseguir un trabajo a través de la red, pero pasó igual su hoja de vida. A los dos días la contactaron y su experiencia como administradora de empresas con énfasis en hotelería la llevó a formar parte de la recepción en un momento en que las oficinas del hotel quedaban todavía dentro de un contenedor metálico. Poco después pasó a ser la protagonista del primer ascenso de Waya Guajira y Mirla llegó a Reservas. “El hotel cambia vidas y nos da una opción de futuro”, dice. Por eso trabaja de sol a sol. Porque vio que su vida cambió y quiere darlo todo.
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Recursos muy humanos Si hubiera podido ser sacerdote, habría tenido un éxito descomunal salvando almas de feligreses arrepentidos. Pero fue sicóloga y tiene la oficina siempre atiborrada de personas que acuden ante ella para que les escuche sus cuitas y para aprender de sus consejos. Es el día a día de Laura Daza, la mujer a cargo de las contrataciones y de los Recursos Humanos del Hotel Waya Guajira. Y aunque ella no lo dice, sí lo manifiestan todos los demás que hacen fila frente a su oficina: “Vamos donde Laura porque nos escucha siempre con una sonrisa”. Nacida en La Paz, Cesar, de raíces guajiras y con la experiencia de trabajar en recursos humanos en la mina de El Cerrejón, Laura llegó al proyecto del hotel cuando todavía no había instalaciones montadas ni redes para comunicarse, y tuvo que aprender en pleno agite los protocolos de la hotelería y las necesidades del turismo. Hoy sabe la prioridad esencial de lo que busca el Hotel: gente dispuesta a servir a otros con talento natural y disposición innata. Cuando los encuentra, les regala su sonrisa, los llena de consejos y los guía para que se destaquen en su área. Por eso vuelven a su oficina, donde afianzan la calidez casi fraternal que se genera con ella. No es exagerado decir que la humanidad arranca en el área de recursos humanos y desde allí se expande a todos los pasillos.
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Jánderson Aristizábal Santamaría tiene el nombre tan largo que pocas veces le cabe entero en los formularios que suele rellenar. Uno de ellos fue el del formato de hoja de vida que presentó para entrar a trabajar en el Hotel Waya Guajira y con el cual la vida le cambió por completo. Porque la vida de este paisa nacido en la vereda Filo de Hambre, en el municipio antioqueño de San Luis, no ha sido nada fácil. Desde que los cultivos de coca en la región y la inestabilidad del orden público afectaron a su región y obligó a su familia a abandonar los cultivos de plátano y yuca para convertirse en desplazados, la vida de Jánderson se convirtió en una intensa itinerancia. Mientras su padre emigró a probar fortuna con dos hermanos, él, otros cinco hermanos y su madre se dedicaron a producir panela, a molerla en los trapiches, a vender chance y después a seguirle la huella a su padre por ciudades de la costa Atlántica como Barranquilla y Cartagena, donde éste abría negocios, hasta que las dificultades los llevaron al entonces naciente pueblo de Albania, en La Guajira, el municipio en el cual se hicieron finalmente a un local de ropa en la plaza principal. Estudiando de noche, Jánderson se graduó de bachiller, y luego, gracias al Sena, logró estudiar bases de hotelería y turismo. Cuando sentía que la vida otra vez se endurecería contra él, el hotel se fijó en su actitud frentera y a la vez amable, y decidió ofrecerle el cargo de botones. Hoy, guía a los recién llegados por el entramado sostenible de Waya Guajira. Orgulloso, sabe que la vida ahora le sonríe. Como él lo hace con los recién llegados.
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Botones con una nueva vida
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Bievenidos sean todos Ernesto Schiller Noscué es, para sus colegas, simplemente Schiller. O “Chiler”, como le dicen a diestra y siniestra a este hombre de rasgos criollos y apellido alemán nacido en Santa Marta, curtido en la hotelería y el turismo, y dueño de un aplomo que lo hace parecer inamovible en su puesto como personal de recepción. En realidad, su confianza lograda tras años de trabajo en aerolíneas y hoteles es la que logra transmitirles seguridad y confianza a los huéspedes. Este hombre de sonrisa fácil es el alma de una recepción dispuesta a todo por el visitante, y su meta es clara: que ante él, el huésped encuentre soluciones y nunca dificultades. “Bienvenido señor; bienvenida señora”, dice. Así, con una sonrisa, Schiller abre las puertas del hotel al visitante y entrega las llaves del destino mágico del Waya Guajira.
Tiene alma de guía turístico. Cada vez que uno le pregunta algo, Ismael Trillos tiene la respuesta justa para que el huésped no llegue a perderse en el departamento de La Guajira. Y eso que su oficio como mesero en el restaurante y la cafetería del tercer piso del Hotel Waya Guajira lo mantiene siempre en el punto justo de pulcritud, respeto y distancia. Eso es lo que lo distingue: su combinación de aplomo y amabilidad.
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Alma de servicio
Nacido en Malambo (Atlántico), Trillos llegó hace veinte años a Albania y se radicó en el que entonces era un corregimiento de tres calles polvorientas y casas de bahareque. Llegó por un mes y se quedó porque el contrato que le salió de administrar campamentos se extendió hasta que ya sintió que La Guajira era su casa. Ahora tiene un negocio de pizzas en Albania –toda una novedad en el municipio–, así que sus días los pasa empujando su sueño personal y haciendo lo que bien sabe: atender con respeto y efectividad a los huéspedes que acuden a comer. Y que, si le preguntan, tendrán la ventaja de contar con un guía que jamás pierde su compostura.
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Vidas que cambiaron
Yomaira González Navarro Camarera de Waya Guajira
Las camareras de Waya Guajira han vivido un antes y un después de la llegada del hotel a su región. Yomaira González Navarro lo sabe bien: luego de haber laborado en temas de salud sexual con la Alcaldía vivió la angustia del desempleo y revivió los primeros días de su adolescencia en Albania, cuando no había nada que hacer en el entonces corregimiento. Para salir del desempleo, decidió estudiar en un convenio que suscribió el hotel con el Sena para ganarse la posibilidad de trabajar en Waya Guajira. Hizo un curso de tres meses y la respuesta feliz hizo que esta mujer nacida en Sabanalarga, Atlántico, pero llegada a La Guajira cuando tenía apenas un año, celebrara bailando en casa con su hijo de 8 años. Sus ganas de aprender crecen con el paso de los días. Ahora sueña con llegar a la cocina y demostrar que, además de tesón, tiene sazón.
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María Elena Bracamonte Camarera de Waya Guajira
María Elena Bracamonte también llegó, como Yomaira, gracias a la sugerencia del programa Unidos, una red para las familias locales que les ofreció la posibilidad de estudiar con el Sena y de allí pasar al hotel si superaban el proceso de selección. En ese momento, María Elena estudiaba pedagogía infantil. Proveniente de Sincelejo, donde cursó hasta el bachillerato, había viajado hasta Albania para trabajar durante siete meses en la mina, pero con cuatro hijos, dos de ellos menores de edad aún, decidió quedarse. La suerte pareció irse en su contra cuando quedó desempleada, pero la fortuna comenzó a enderezarse cuando recibió una casa por parte del Gobierno y el trabajo en el Hotel pasó a ser una realidad. Sus hijos de 8 y 11 años celebran su regreso cada tarde con la certeza de que su madre vuelve cargada de positivismo.
Lo mismo le sucede a la familia de cinco niños de Yraldis Zárate: antes de Waya Guajira trabajaba en un internado como asistente de la coordinación de alimentos y había vivido las vicisitudes de una vida difícil, que arrancó en su misma infancia con la mudanza de su mamá desde Fonseca (La Guajira) hasta Albania en busca de mejores oportunidades hace más de 30 años. Cuando Yraldis llegó al municipio aledaño al Cerrejón, era una niña despierta que corría por las calles de polvo pero que solo conocía la inestabilidad. Su mamá abrió una tienda y gracias a ella sobrevivieron durante años, pero ahora es su hija la que vuelve a casa con la tranquilidad de un trabajo estable.
Vilma Mercado Buelvas Camarera de Waya Guajira
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Yraldis Zárate Camarera de Waya Guajira
Vilma Mercado Buelvas lleva un año en el oficio de camarera. Antes de ingresar a Waya Guajira hacía todo tipo de cursos para llenar sus días: desde arte country hasta calzado, pasando por informática o pintura. Nació en Sincelejo, pero como casi todos los habitantes del joven municipio de Albania vino de lejos cuando era niña: hace 20 años se radicó allí cuando decidió pasar una Semana Santa con unos familiares y nunca regresó. Trabajó cuatro años en adoquinar las vías del municipio, pero desde cuando se acabó la labor tuvo que inventarse oficios que fueron desde hacer boli (refrescos helados) pasando por lavar ropa ajena hasta preparar sopas y cubetas de hielo para vender. El hotel, dice con alivio, le cambió la vida a ella y a sus tres hijos.
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Vidas que cambiaron
Érika Patricia Hernández, Camarera de Waya Guajira
Érika Patricia Hernández, por su parte, trabajaba por días cuidando a cuatro niños en la mina del Cerrejón. Nacida en Arjona, Cesar, llegó a los 13 años a Albania y cursa hoy quinto de primaria para poder acabar lo que la vida le truncó en su infancia, cuando tuvo que huir desplazada de la comunidad Santa Cecilia, en compañía de su madre y de cuatro hermanos menores. Su madre llegó a trabajar a un restaurante y Érika fue madre a los quince años. La dificultad la llevó a repartir fritos y por fin a trabajar en el adoquinamiento de Albania, hasta que a su hermana la llamaron para que participara en el curso del Sena para formar al personal que trabajaría en el Hotel. No quiso inscribirse, pero Érika sí luchó por ganarse el cupo hasta que le salió el trabajo y de las 30 participantes pasó a formar parte del grupo finalista de las ocho contratadas. “La vida es dura, pero siempre que tengo metas las alcanzo”, remata diciendo la joven de 27 años.
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Martha Ortiz Camarera de Waya Guajira
Detrás de todas ellas está Martha Ortiz, una llanera de Villavicencio que vivió en Santa Marta y trabajó en una mina de carbón de la bahía y en un hotel de renombre, pero quien decidió migrar a La Guajira cuando se enteró del proyecto de Waya Guajira. Como le sucedió a casi todos, se enamoró del lugar y de la posibilidad de cambiar de vida. Ahora es jefe de habitaciones y está a cargo del aseo, la lavandería, las áreas comunes y la jardinería, por lo que trabaja con ocho camareras, cuatro auxiliares de aseo, una supervisora y un jardinero. “Ha sido genial trabajar con ellas porque he visto sus procesos y sus cambios”, dice con respecto a las camareras, mientras una gota de sudor corre por su frente. Ama el calor, dice, mientras empuña una pala para ayudar a remover la tierra que se deslizó tras un aguacero.
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Una recepción bilingüe Tiene uno de esos espíritus rebeldes a los que los hombres de las regiones no están acostumbrados a enfrentar. Y ese espíritu es el que lleva a Lereines Marulanda a superarse, aunque la vida no haya sido siempre amable con ella. Precisamente fue su terquedad de salir adelante la que la empujó a querer ser traductora simultánea en Riohacha, una decisión que parecía un despropósito en su región. Aunque intentó estudiar trabajo social, en el transcurso de la carrera entendió que lo suyo eran los idiomas. Convenció a sus padres y viajó a Maracaibo, Venezuela, donde se dedicó tres años a estudiar inglés. Cuando volvió con el idioma afinado, las opciones no fueron muchas: fue profesora de primaria en el colegio San Rafael y reforzó a algunos niños que vivían dentro del complejo de la mina del Cerrejón. Hasta que aspiró al hotel, fue contratada al poco tiempo y se plantó en la recepción. Entonces entendió que en ese oficio no tenía que luchar más por doblegar a la vida sino que debía aflorar la suavidad de su carácter femenino y los modales de un cargo que la enfrenta a diario con los clientes. La fortuna quiso que el primer huésped que atendió fuera estadounidense. En ese instante, por fin, habló el inglés por el que tanto se había quemado las pestañas y sintió que su vida y sus trasnochos y sus luchas habían valido la pena.
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Elvira Mendoza y Yhina Martínez parecen dos hormiguitas, casi siempre atareadas y con poco tiempo para distraerse. Elvira es la coordinadora de eventos del Hotel Waya Guajira y a su cargo le corresponde desde montar un encuentro para periodistas hasta organizar un simposio de ginecología en la región, pasando por la celebración de bautizos o matrimonios. Venida de Chinú, Córdoba, llegó hace seis años a la región para acompañar a su esposo en su labor como coordinador de seguridad de Cerrejón mientras ella se daba un año sabático en compañía de su hija. Antes de llegar a Waya Guajira coordinó una IPS. Yhina, por su parte, es la jefe de recepción y reservas. Proviene de Cartagena, donde trabajaba con los hoteles Estelar, y hoy se encarga de los temas referentes a la recepción, a los métodos de pago y a las reservas. Ambas viven hoy en Albania y ambas dedican sus días y sus noches a que todo funcione de maravilla. Por eso su intenso ajetreo. De allí, su compromiso.
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Las que mueven el hotel
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Seguridad y dulzura Tiene la sonrisa más amplia y dulce de todo el Hotel Waya Guajira. Pero no trabaja en un lugar visible al huésped. Por ahora es la guarda de seguridad de la empresa Sepecol, que presta el servicio de vigilancia, lo que significa que Jazmín Suaza trabaja cuatro días y cuatro noches seguidas doce horas al día controlando el ingreso de suministros y de personal sin dejar de anotar en el registro cada incidencia del día, pero también sin dejar de sonreír y dejar salir a flote el acento paisa de su familia, indemne y sonoro a pesar de los años que lleva viviendo en La Guajira. De hecho, terminó su bachillerato en La Guajira y vivió en Manaure, luego de que su familia abandonara La Ceja, Antioquia, para arriesgarse a montar una tienda en el municipio salino. De allí pasaron a Albania, donde la joven nacida en Argelia, Antioquia, se convirtió en técnica en inglés y realizó los cursos de seguridad, decidida a labrarse un camino distinto al familiar. “Soñaba con llegar al hotel. Me lo propuse y acá estoy”, dice. Y ahí está, labrándose su destino con la pistola al cinto y la sonrisa intacta.
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Pedro González nació en el departamento del Atlántico pero llegó a Albania cuando su papá resolvió trastearse por trabajo. Cuando su familia arribó al hoy municipio, él era un niño y el pueblo todavía no se llamaba Albania sino Calabacito. Después del colegio consiguió su primer trabajo, fabricando adoquines peatonales durante cinco años, hasta que se acabó el contrato y el sueño laboral. El panorama parecía oscuro. En medio de la incertidumbre surgió la propuesta de Waya Guajira, que invitaba a algunos habitantes de Albania a capacitarse en el área de hotelería y servicios con el aliciente de una mesada mensual de 200 mil pesos. En ese instante solo trabajaba su papá, así que Pedro dedicó cinco meses a prepararse con esmero, hasta que el día de su graduación, la jefe de recursos humanos, Laura Daza, lo entrevistó y le abrió las puertas del hotel. Desde armar escritorios hasta dotar una habitación, desde tener facilidad para programar Directv hasta desenvolverse en el área de mantenimiento, Pedro –quien estudió dos semestres de ingenería electrónica– conoce hoy todos los procesos internos y vive la emoción de seguir aprendiendo y capacitándose en temas como el manejo de la fibra de vidrio y la pintura. “Soy inquieto. Y de todos lo que veo aprendo”, dice.
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Un botones inquieto
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La amabilidad y el tesón Es guajiro de pura cepa y vive en Albania, había estudiado inglés en la mina, trabajaba en un café internet junto con un tío y por su cuenta adelantó cinco semestres de administración de sistemas y otro más de hotelería y turismo. Adicionalmente se capacitó en servicio al cliente gracias a la oportunidad que abrió el Sena y el Departamento para la Prosperidad Social en compañía del Hotel, hasta que de tanto prepararse en diversos campos quiso el destino que Dixon Cerón entrara a formar parte de la recepción del hotel. Ahora, en ese servicio directo con el cliente, se destaca su actitud tranquila y su rostro amable. Pero algo más lo impulsa a seguir adelante: su deseo de prepararse cada vez mejor y de brindarse por completo para la satisfacción del huésped. Músico empírico, Dixon toca y enseña a tocar guitarra eléctrica. Tanta energía contenida en un rostro afable da cuenta del potencial de la región que jóvenes como él en espacios como Waya Guajira están empezando a descubrir.
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Es la pila que enciende las oficinas del Hotel Waya Guajira. Se trata de Viaira Cotes, la back office, la joven que hace de todo y lo que no, se lo inventa; el pequeño huracán que estudió periodismo y comunicación en la Universidad Autónoma de Barranquilla y que viajó a La Guajira a trabajar como asistente administrativa en Cerrejón para saltar luego al proyecto hotelero que está cambiando la región. Es Viaira, la joven que vive en Cerrejón en las noches y en el día se desvive en el Hotel Waya Guajira; la que tiene metido el tema del desarrollo sostenible en la cabeza y sueña con temas de responsabilidad social, pero también la que redacta, organiza, llama y consigue lo que sea, y la que ama tanto a su tierra que aunque partió en la adolescencia a estudiar en Barranquilla volvió para darle su conocimiento de vuelta a La Guajira.
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Back of f ice con las pilas puestas
Y así como está escrito este texto es ella: se mueve y piensa a toda velocidad. Cuando se detiene saca tiempo para escribir humor, subir un artículo a su blog o reírse a carcajadas con frescura Caribe. Siempre activa, apoya al gerente y a quienes la necesitan. No es casualidad que la pilera venga de la palabra pila: en su caso, las dos se unen en una única Viaira.
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El hombre al volante Conoce bien la región. Muy bien. Es más, lo saludan por doquier, lo reconocen donde va y se bandea entre propios y extraños como Pedro por su casa. O mejor, como Juan Carlos Bautista por su Guajira natal. Ahora, Juan Carlos es el hombre a cargo de las operaciones de Wayuu Travel, una empresa propia que montó a raíz de la llegada del Hotel Waya Guajira para transportar a los trabajadores del hotel, a los huéspedes y también para consolidar un servicio de turismo en 2014 que permita los recorridos por la alta y baja Guajira. Su vida está al frente del volante. Con la llegada del Hotel, dio un viraje hacia el emprendimiento y aceleró hacia un su propio negocio.
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Jorge Trespalacios se desvive por ganarse su cargo como botones y aunque por ahora es practicante, su historia es la de un triunfador disimulada por su sencillez. A pesar de su juventud, ya se graduó como tecnólogo en hotelería y turismo y, lo más importante de todo: se ganó una de las tres becas nacionales concedidas por el Sena a los mejores de todo el país en su carrera, lo que le valió viajar a estudiar Gestión del alojamiento a la universidad San Ignacio de Loyola en Perú.
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El practicante estrella
Nadie lo sabe cuando lo ve vestido de blanco a la entrada del Hotel Waya Guajira, dispuesto a ayudar con las maletas para subirlas a las habitaciones. Y no tienen por qué saberlo: el orgullo va por dentro y su sencillez es su mejor carta de presentación
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Por vocación de servicio Tiene en claro que el servicio es lo suyo. José Luis Vásquez ha interiorizado tanto ese principio que se ha convertido en un modo de vida y en una forma de ser. El coordinador de alimentos y bebidas del Hotel Waya Guajira tiene tanta experiencia en su tema que ya fuera en Cartagena o en Barranquilla, en hoteles del rango del Dann Carlton o del Barranquilla Plaza, en restaurantes de alto perfil o en lugares de manteles ha asumido como un proceso natural el de capacitar personas que no tienen conocimientos para transferirles el suyo y construir en conjunto con ellos un sueño colectivo con humildad. Se sabe líder. Sabe que ayudará a impulsar a su equipo. Ahora se encarga de supervisar los eventos, banquetes y temas de alimentación para que sea de un óptimo nivel, siempre con un compromiso: “Que la mayor satisfacción sea la de un cliente satisfecho”. Así dice, mientras recuerda la cinta Ratatouille, el ejemplo perfecto de lo que es entregarse al cliente para que su experiencia sea inolvidable: “La humildad que te hace grande fue lo que me enamoró del proyecto Waya Guajira. Yo llegué en la noche así que solo a la salida del sol pude verlo y descubrirlo. Luego descubrí a su gente y decidí quedarme. Ahora remaremos hacia un mismo lado: el de los estándares más altos del servicio”.
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Tiene 23 años, se considera a sí misma “una guajira neta”, es bella y espigada y proviene de San Juan del Cesar, esa tierra ubicada a tan solo hora y media del Hotel Waya Guajira donde se cruza el río Cesar con las estribaciones de la Sierra Nevada. Y de todo el personal, Mileth Brito es la más invisible de todas.
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La mujer invisible que todo lo ve
Esta tecnóloga en salud ocupacional con un diplomado en auditoría interna es, quizás, una de las personas que más conoce en hotel. Ingresó a la obra en su etapa inicial como inspectora de andamios en las áreas de trabajo, por lo que vivió el proceso completo de pasar de la estructura de hierro y pañete inicial al hotel finalizado. Su trabajo al frente de la seguridad industrial determinó su vida porque sintió que aprendía más que nunca. Fue tal su empeño que a los 15 días de acabar ese proceso le salió trabajo en el hotel para formar parte del grupo de seguridad y hacerse cargo, entre otras, del circuito cerrado de 16 cámaras y de alarmas contra incendios que debe vigilar. “Me cambió la vida: en el hotel encontré oportunidades y trabajo. Mi mamá me crió sola y ahora yo la ayudo a ella y a mi hermanita de 9 años”. Invisible, lo ve todo. Y cuando hace una pausa, cierra los ojos, se ve a sí misma y descubre que está feliz.
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Lo que cuenta el área contable Ana Milena Peralta viaja todos los viernes a Santa Marta para cursar sus estudios de sexto semestre en administración pública en la Esap. Antes, había cursado la técnica profesional en gestión contable y financiera. Semejante trayecto de más de cuatro horas le permite conectarse con las cosas que ama: su familia, el estudio y su trabajo en Waya Guajira, donde ejecuta temas de cartera, presupuesto, cuadre de impuestos, pagos y contraloría. Hoy, el equipo conformado por Yomaira Martínez, Brian Ustariz y Eber Socarrás es un espacio de cuentas por cobrar y facturas pendientes que evacúan siempre con prontitud y sin dar tregua a que nadie los interrumpa.
Sus jornadas arrancan a las 5 de la mañana cuando sale a hacer ejercicio al gimnasio. Desde ese instante, pareciera quedar conectado con las máquinas de movimiento continuo porque no hay instante del día en que no se le vea apresurado. A Ángel Correa le gusta que su vida sea así: le emociona el vértigo, la prisa, cambiar de lugar, vivir situaciones extremas. Por eso, quizás, ha aceptado durante más de quince años trabajos en países como Ecuador, Perú, Jamaica o Panamá, o en ciudades como Cartagena, Santa Marta o Valledupar: para sentirse vivo. El Hotel Waya Guajira no podía ser la excepción. O mejor, es tan excepcional y tan fuera de toda regla que no pudo menos que aceptar para enfrentarse a un nuevo reto en su carrera . De hecho, tanto Ángel como su esposa aman el Caribe y el calor, y huyen del tráfico y las aglomeraciones. Por eso aceptó. Por eso fue el primer empleado del Hotel Waya Guajira y ha estado en el proceso de selección y entrevista a todos los que actualmente laboran en el hotel. Porque cuando le contaron del sueño y él vio el terreno baldío quiso que fuera realidad. Quince meses después lo consiguió en un lugar al que nadie le apostaba nada. Lo logró, justamente, con personas de la región desacostumbradas al ritmo hotelero, a las que contagió de efectividad y de las cuales se dejó contagiar de espontaneidad y risa. “La gente con la que trabajo es alegre, sana, transparente y humilde. No puede ser triste nada en Waya Guajira porque no será nunca triste ver el sol radiante y escaparse a la playa un domingo”, asegura, tan radiante como los rayos matutinos que se cuelan por la ventana a su oficina.
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El gerente más feliz de todos
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La Guajira turística
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Desde el Hotel Waya Guajira es posible desplazarse a todos los rincones del departamento. Ubicado en el centro de La Guajira, permite planes de aventura, folclor, familiares o de naturaleza. Estos son algunos destinos imperdibles.
1 hora distancia S a n t u a r i o d e Fl o ra y Fa u n a Los Flamencos
1 Ubicaciรณn: Hotel pvWaya Guajira
1 hora distancia El norte: Uribia, Cabo de l a Ve l a , a l t a G u a j i r a
1- 3 h o r a s d i s t a n c i a La ruta vallenata del sur de La Guajira. El centro del departamento
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Mientras Róbinson Pushaina boga por la laguna del Santuario de Flora y Fauna Los Flamencos, empujándose con un palo o gunuu (en lengua wayuu), recuerda que su abuela Amintia fue la primera en llegar desde la alta Guajira a la población de Camarones y en explorar el hoy santuario natural, un lugar en el que hasta entonces no había asentamientos humanos. Cuando su abuela murió en 1983, Róbinson era un “pelaito” que usaba los cayucos de la familia para pescar pargos y jureles en el mar y extraer con arrastre y ‘tramayo’ los camarones que les dan el color característico a los flamencos que vuelan sobre el lugar. Él es entonces el directo descendiente de la pionera wayuu en explorar el bellísimo Santuario. Y es, por su parte, uno de los pioneros del servicio de guianza que conforman 17 pescadores capacitados por Corpoguajira y Parques Nacionales Naturales para llevar a los turistas en un recorrido de una hora en cayuco gracias al cual pueden ver de cerca a los esquivos pelícanos, a los lánguidos flamencos, y a otras especies como patos yuyo, garzas morenas, garzas blancas, chorlitos y los bellísimos patos cuchara que se posan en los mangles para descansar a las horas del sol canicular. 96 Róbinson es descendiente también de los primeros
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wayuu que se dedicaron a sacar perlas y langostas hasta a 15 metros de profundidad bajo el mar cuando La Guajira era el centro perlero del mundo, por lo que el mar es parte de su estilo de vida tanto como el desierto y la capacidad de negociar con contrabandistas avezados o turistas sonrientes. Pero además carga el legado de ser uno de los 500 mil wayuu que pueblan su departamento y el país vecino de Venezuela, y cuenta con la experiencia de construir velas (gunia, en wayuu) improvisadas para impulsarse con el viento en la desembocadura del río Camarones. Así, mecido por el viento que baja desde la Sierra Nevada hasta las 7.000 hectáreas del Santuario, este hijo del clan Pushaina relata sus historias y las de sus antepasados mientras los imponentes flamencos sobrevuelan el cielo despejado. Un plan que conecta al visitante con la naturaleza, el espacio abierto y las historias de un pueblo forjado en las dificultades.
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Cuando los españoles llegaron a La Guajira en la época de la Conquista, no la tuvieron fácil. La confrontación con los wayuu fue intensa desde cuando las tropas decidieron ocupar las costas ricas en perlas de Carrizal y del Cabo de la Vela para hacerse a ellas. Las tácticas de guerra de la etnia diezmando a los foráneos. Los wayuu eran inferiores en armamento, pero sabían incomodar a los conquistadores en un paisaje que para los europeos resultaba imposible de descifrar y en el que llegaban a perderse cuando veían que cada avance los llevaba a un paisaje de arena, dividivis y trupillos casi iguales a los anteriores.
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De hecho, en ese momento y en ese punto del Cabo de la Vela que ahora visitan miles de turistas al año nació el término “Alijuna”, que proviene de Ayi (dolor) y juna (honda), con el que todavía hacen referencia a los foráneos no nacidos en La Guajira y con el que entonces llamaban a “Los que lanzaban hondas que les causaban dolor”, en una clara referencia a las armas.
A ese lugar mítico en el que se cruzan el mar, el viento intenso y la arena del desierto llegan hoy caravanas de turistas que visitan Manaure –otro lugar emblemático de La Guajira del cual se extrae y amontona en enormepilas la sal marina–, pasan por la bellísima playa de Mayapo y, algunos, deciden seguir de largo hasta la Alta Guajira para conocer el extremo del continente en la árida Punta Gallinas y visitar poblaciones casi perdidas en el mapa como Nazareth o el milagro del verde en medio del desierto en el Parque Nacional Natural Macuira. En hamacas, a la manera tradicional wayuu, es posible hospedarse hoy y conocer algo de ese pasado y también de un presente en el que las mujeres cargan los lazos de
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consanguinidad, los hijos llevan los apellidos de ellas y por ende de sus clanes, y en el que los rituales de iniciación en la vida adulta en las mujeres tienen el fin primario de permitir que sean capaces de defenderse por sí solas ante la ausencia de un marido. En la alta Guajira está más viva que en ningún otro lugar la tradición wayuu de poblarse rápido para ganar fortaleza en los terrenos, ya sea en Venezuela o Colombia, territorios que comparten y cruzan como uno solo; ser polirresidentes o, en pocas palabras, vivir donde haya más recursos y según las estaciones; transmitir su legado mediante la tradición oral y su poder sobre la tierra por el vestigio de los huesos de los antepasados; repetirse 25 veces las cosas para aprenderlas definitivamente; mantener su arraigo a la tierra y a la casta estén donde estén; dejar de lado el sistema penitenciario para reemplazarlo por un sistema de compensaciones; entender que los problemas son cíclicos y antes que problemas son aprendizajes en los que las dos partes en conflicto siempre ganan; vivir procesos en los que no hay responsabilidades individuales sino siempre colectivas. Y sobrevivir, ante todo, como les fue enseñado por el desierto, los ataques españoles, el comercio de armas que trajeron luego los holandeses y británicos, hasta volverlo parte de su cultura. Eso es la Alta Guajira: una perla física en la que el mayor descubrimiento es la tradición wayuu.
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El compositor vallenato Marciano Martínez vive feliz en La Junta, un pueblito casi invisible en el mapa de La Guajira, a tan solo quince minutos de San Juan del Cesar. Y vive dichoso en las calles sin asfalto de su pueblo porque casi nadie llega allá y “la tranquilidad del canto de las aves solo es interrumpida por algún acorde de acordeón”. Eso afirma este hombre que creció en la pobreza y se volvió compositor de algunas de las letras más importantes de la cultura vallenata, varias de las cuales popularizó otro hijo de La Junta, su “cacique” Diomedes Díaz. A diferencia de Diomedes, famoso por su música tanto como por su vida personal, Marciano lo ha sido por su vida modesta, sus letras finas, su aparición protagónica en la cinta Los viajes del viento y su defensa del sur de La Guajira, donde ejerce como líder de la difusión del vallenato, quizás más arraigado en esa región que en el mismo Valledupar. No es casualidad que Urumita, Fonseca, Villanueva y San Juan del Cesar queden a pocos kilómetros de distancia unas de otras y que todas sean parte de festivales y de las canciones que el país canta.
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“Cuando era niño yo salía a perderme y caminar por el monte. Fue ahí, vagando, como conocí a los primeros acordeoneros, hombres muy elegantes. Yo quise ser como ellos. En el año 78 decidí aprender solo, pero nunca pensé llegar a ser compositor. No era prestigio-
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so y hasta perdí una novia por ser músico. Pero comencé a repetir lo que me sonaba bonito hasta aprendérmelo. Nunca escribo nada. Todos mis composiciones son mentales”. Ese recorrido por la ruta vallenata del sur de La Guajira toma tan solo una hora desde el Hotel Waya Guajira, y permite que la vida de Marciano Martínez, entre otros, sea interrumpida por la visita de turistas dispuestos a oír sus historias de viva voz, algo que a él y a todos los compositores les hace vibrar el alma porque los devuelve a su condición de juglares. “Era tanta la pobreza de mi vieja que a veces hasta tenía que pedir candela para el fogón”, canta, recordando la vida de su madre y la suya en una familia “de siete varones y cuatro hembras”, mientras señala la casa de su infancia. Luego, muestra la ventana en la que Diomedes Díaz cantó en La Junta a su primera novia y también señala con dolor cómo tuvo que comprar él mismo un “volteo” de arena para rellenar las calles llenas de agujeros de su pueblo. A 15 minutos de allí, un hotel llamado Casa Murillo, aliado a Waya Guajira, ofrece estos recorridos por la ruta vallenata y la posibilidad de disfrutar el centro histórico de San Juan del Cesar, un pueblo cuya parte más antigua conserva su belleza colonial intacta, tanto como el hotel conserva –en la fachada que da entrada a sus 25 habitaciones– la belleza republicana de la que fue la ciudad más importante de la
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zona en los tiempos de la Colonia y cuyo apogeo creció con el auge de la ganadería y de las familias francesas que allí se afincaron. El propietario de Casa Murillo, el emprendedor y amable Andrés Murillo, explica que en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta que descienden hasta el sur de La Guajira también es fácil acceder a poblados indígenas de etnias como los kankuamos y los kogui; bañarse en ríos que bajan helados y refrescan al viajero en pozos naturales; conocer las plazas amplias de pueblos como Fonseca y Villanueva o acceder a Valledupar y bañarse en las aguas del Guatapurí. Pero también a una hora del Hotel Waya Guajira está Riohacha, la capital del departamento, con su bello y amplio camellón lleno de mochilas para la venta, una buena oferta gastronómica y un muelle que entra en el mar. Sobre él, cada noche, parejas de enamorados caminan sobre el tablado carcomido por el sal marina y mecido por el fuerte viento, mientras sus maderos son lamidos por el agua de la desembocadura del río Ranchería o antiguo Río de la Hacha y por los embates de las olas del Caribe.
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A media hora del hotel, hacia el oriente, está la capital árabe del país: Maicao, un lugar destinado al comercio con Venezuela, donde sobresale la mezquita y la agitación de los locales, wayuu y foráneos en su afán por negociar precios y llegar a un acuerdo en sus transacciones. Todos, destinos que no parecen semejantes entre sí a pesar de la poca distancia que los separa, casi imposibles de relacionar unos con otros, pero sorprendentes para quienes tienen los ojos abiertos y están dispuestos a oír las historias de los juglares, a disfrutar de la tranquilidad de una ciudad con una playa que se abre al horizonte o para quien quiera llevar recuerdos de vuelta en un lugar en el que las culturas se mezclan en sus calles
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Una y mil historias por contar de Waya Guajira
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Una y mil historias por contar de Waya Guajira
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“Cuando conocimos el proyecto del Waya Guajira vimos que iba de la mano con nuestra filosofía: una inversión de alto impacto social y ambiental con un también alto impacto económico”. Alberto Riaño
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Director ejecutivo de Inversor
“Quisimos que la gente de la región trabajara con nosotros. Tuvimos que capacitarlos porque no queríamos importar personal. Así, graduamos a 95 personas de estratos bajos que están cambiando al municipio de Albania”. Alberto Riaño
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Director ejecutivo de Inversor
a “Me siento orgulloso de que ya contemos con el primer negocio nacido a partir del Hotel Waya Guajira: una lavandería. Pronto se consolidará una empresa de conductores. Y es solo el inicio”. Andrés Alvarado
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fundador y director ejecutivo de Abacus
“Hasta la decoración fue importante: quisimos pies de cama diseñados y fabricados por la etnia Wayuu, elementos típicos y la sencillez de un lugar respetuoso con el ambiente”. Andrés Alvarado
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fundador y director ejecutivo de Abacus
d “A medida que íbamos hablando del proyecto, más y más gente se entusiasmaba y decidía apoyarlo. Lo que era una idea pasó a ser un proyecto de grandes dimensiones, tal como lo soñábamos”. Juan Carlos Galindo
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gerente general de OxoHotel
“Hoy el Hotel Waya Guajira está en la capacidad de ofrecer un hotel para turismo de aventura o familiar, científico o de observación de estrellas, de convenciones, educativo o corporativo. El hotel es, de por sí, un destino”. Juan Carlos Galindo gerente general de OxoHotel
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“El Hotel Waya Guajira es un hotel de experiencias que apoya el desarrollo social, ambiental y regional. Tiene una propuesta de valor que hace que uno se enamore del proyecto desde el primer momento”. c
Juan Carlos Galindo gerente general de OxoHotel
“Me siento orgulloso de que ya contemos con el primer negocio nacido a partir del Hotel Waya Guajira: una lavandería. Pronto se consolidará una empresa de conductores. Y es solo el inicio”. d
Eduardo Robayo director ejecutivo de la Fundación Cerrejón para el Progreso de La Guajira
“El Centro Interactivo nos emocionó tanto que decidimos liderarlo y construir un lugar adjunto al Hotel que nos permita resaltar e invitar a conocer la riqueza de La Guajira. La primera etapa entrará en funcionamiento en 2014”. d
Eduardo Robayo director ejecutivo de la Fundación Cerrejón para el Progreso de La Guajira
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“El Hotel Waya Guajira es una experiencia con un impacto positivo en el desarrollo humano y contra la lucha de la pobreza, con visión de viabilidad comercial y sostenibilidad ambiental; representa desarrollo económico en la región y esperanza de vida para una población en situación de vulnerabilidad”. Ibeth Margarita Pinedo De la Hoz coordinadora Local Red Ormet y asesora del PNUD
“Es una buena noticia para el desarrollo de la región y una posibilidad de incrementar el turismo hacia La Guajira. Contamos con dos vuelos diarios hacia Riohacha que favorecen la conexión y permitirán que el turismo crezca”. Fabio Villegas Presidente de Avianca
“La riqueza de la cultura wayuu es tal que darla a conocer y permitir que la gente acceda a ella de forma respetuosa es siempre una oportunidad de crecimiento para la región”. Fundación Cerrejón Indígena
“Es muy importante por su generación de empleo y porque ofrece una imagen más organizada y de mayor proyección de La Guajira. Por la parte cultural es importante porque los turistas conocerán la etnia wayuu, las rancherías y nuestra gastronomía. El nombre “Waya” significa que es parte de “nosotros” y busca rescatar lo mejor de nuestras tradiciones”. Efraín Epiayu director de la Of icina de Asuntos Indígenas del municipio de Albania
“El Hotel Waya Guajira es desarrollo y avance para el municipio. Sobre todo, es ya hoy la cara que representa al municipio de Albania”. Edilberto Bermúdez,
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Secretario de Cultura de Albania
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“Es un aporte grande para el desarrollo turístico de la región, sobre todo del centro y sur de La Guajira. Pone al departamento en mayor equilibrio frente a otros escenarios turísticos de la costa. Es un avance importante para articular la gestión del turismo, teniendo en cuenta los puntos de conectividad existentes. Sin duda, el hotel Waya Guajira impulsará el desarrollo de la región”. Iván Alvear presidente de Anato y empresario líder.
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“Una alianza entre el Hotel Waya Guajira y Casa Murillo permitiría que los turistas conozcan la Ruta del Vallenato en San Juan del Cesar, a tan solo una hora de Albania. En poco tiempo verían dos escenarios distintos y valiosos de una misma región”. José Luis Pacheco docente Wayuu
“He trabajado en Perú, Panamá, Jamaica, Panamá y Colombia, y de todos los trabajos emocionantes que he tenido, el del Hotel Waya Guajira fue el que me hizo cambiarlo todo para trabajar en él”. Ángel Correa gerente del Hotel Waya Guajira
“La posibilidad de que del Waya vengan más personas y que esas personas aprecien el trabajo de las comunidades nos entusiasma en Uribia, donde está la mayor cantidad de indígenas wayuu y el más bello trabajo artesanal del departamento”. Sara Gómez Pushai líder y artesana indígena de Uribia
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Sobre el autor: Enrique Patiño Cronista y editor de varios de los más importantes medios colombianos, pero también fotógrafo y escritor (Novela La sed, bajo el sello Seix Barral). Ha trabajado y publicado en medios como los diarios El Tiempo y El Espectador, la revista Semana, la revista Diners, el diario La Razón de España o el Financial Times de Alemania, entre otros. Actualmente es el Director Editorial del Periódico El Heraldo. Su página web, (algunas de las imágenes del proyecto gráfico El agua y la sed están en www.enriquepatino.com) que mezcla lo literario con lo gráfico, fue seleccionada como una de las mejores en español en los premios globales The Bobs, organizados por la Deustche Welle. Ha obtenido becas del Programa Balboa para periodistas latinoamericanos en Madrid, España; y la beca de la Internationale Journalisten Programme, en Berlín, Alemania.
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CRÉDITOS
Zulema Serrano Enrique Patiño
Diseño Luis Lemus Cordero Angélica Flechas
Of icina de prensa
Comunicación Alternativa
Fotografías Enrique Patiño Archivo ProExport
Realizador del proyecto OxoHotel
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Y así nace una historia en una paraíso terrenal que será relatada por todos. Hotel Waya Guajira
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