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MONÓLOGO Perdedor.

En una época en la que prima como valor superior el hombre exitoso, triunfador, eficiente, en la búsqueda de la excelencia vital, os tengo que confesar sin vergüenza ni pudor que soy un perdedor. Quizás se necesitan perdedores para que toda una sociedad refleje sus propias debilidades, sus miedos, su odio, su rencor y, por qué no decirlo: sus propias miserias.

Quizás sea eso, un espejo en el que reflejar las debilidades del ser humano, un espejo feo, incómodo y roto del que nos desprendemos arrojándolo al trastero. Por ello les invito a reflexionar sobre el hecho de que los perdedores estamos hechos de la misma expresión sensible, de la misma materia, sueños, alegrías, tristezas y penas, y en lo que nos diferenciamos es que, en el juego de la vida, para que haya ganadores, hay quien tiene que perder.

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Y es por eso también que soy una máquina autómata a la que nada le pertenece, ni idea, ni pensamiento, solo los tomo prestados del exterior y me retroalimento de ellos, por eso nada de lo que soy es mérito propio.

Indeciso.

Sin sacrificio, no hay victoria Valak.

por la destrucción del ser humano.

la libertad y la supervivencia. El deseo de alcanzar las estrellas. Una majestuosidad efímera

Ojo de pájaro albino atravesando el alma, batalla visual entre hombre y animal, reclamo entre

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