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Entrevista
que a los 50 años uno vuelva a nacer?
( Ríe ) Yo pienso que sí, porque mientras haya vida hay esperanza. Entonces, hay siempre posibilidades de muchas cosas. La cuestión es tener los medios y la suerte de encontrar algo que a uno lo transforme, lo cambie o le enseñe mucho de las realidades humanas que no había conocido. Y a mí me pasó eso con China, digamos que a una edad relativamente avanzada. Sin embargo, en esa época, a pesar de mi edad, yo me sentía joven. Y, entonces, estuve dispuesto a viajar primero, y luego a ir descubriendo y admirando todo lo que iba viendo y conociendo en mi experiencia, a través de la gente, a través del país, a través de todos los medios, de los libros, de las explicaciones, de las informaciones que me daban. China realmente me fascinó. Estos libros que tengo acá, en la tercera fila, son todos míos y son todos sobre China.
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¿Cuántos libros ha escrito sobre China?
Sobre China he escrito 26.
Usted llegó a China para enseñar en la Universidad de Nanjing en 1979, ¿verdad?
Sí, efectivamente. Fui directamente a Nanjing.
¿Qué imágenes guarda de aquella Nanjing?
Me encantó el lugar y la gente tan cordial, tan sencilla. Con el poco chino que sabía yo, siempre trataban de ayudarme. Hacía una consulta a un ciclista y se bajaba de la bicicleta y me acompañaba hasta el lugar que le había preguntado, o me mostraba lo que yo le había pedido. De manera que recuerdo a una gente muy sencilla, muy cordial, y eso me encantó.
¿Usted aprendió el chino de manera autodidacta?
Sí, porque no tenía tiempo para seguir cursos en alguna universidad. No es que yo haya aprendido bien el chino, pero aprendí lo suficiente para que me fuera útil y, por otro lado, tenía medios para informarme de todo lo que yo quería. Así que gradualmente fui aprendiendo muchos aspectos de la cultura china, que es la cultura más larga de la historia.
¿Qué es lo más bonito de estudiar chino?
Los caracteres. Sus figuras son muy bonitas, y también lo es el encontrarle la relación con el significado. Algunas veces el significado es evidente, y otras veces hay que adivinarlo o preguntar porque es bien interesante la relación.
Alguna vez leí que la primera vez que usted se animó a hablar en chino, le pidió a una señora en una tienda que le diera diez hojas de papel de carta y le trajo… … Y me trajo cuatro cervezas ( ríe ). Sí, así fue. Es que realmente las palabras en chino a veces se parecen mucho. Diez es shi ( 十 ) y cuatro es si ( 四 ). Eso me pasó ( ríe ).
¿Es Li Bai su escritor chino favorito? Sí, Li Bai es el que más me gusta. También Du Fu. Ambos fueron amigos, compañeros.
¿Qué fue lo que le sedujo cuando co - menzó a leer poesía china?
A mí me sedujo su sencillez y, al mismo tiempo, su profundidad. La poesía china decía mucho en pocas palabras bien dichas, las cuales no eran rebuscadas ni unas rarezas. Era una gran variedad de sentimientos y de situaciones. Todo eso me fascinó.
Cuando hablamos de traducciones, traducir poesía es lo más complicado que hay. ¿Cómo hacía su trabajo? ¿Consultaba con mucha gente?
No solo consultaba con mucha gente, sino con muchos diccionarios y libros. Porque, entre otras cosas, había traducciones hechas a otros idiomas, al inglés, al francés, al italiano, así que yo tenía una gran cantidad de bibliografía. Todo lo que se refería a cultura china que yo descubría en mis viajes, lo compraba. Todo. Porque con eso se iba ampliando mi conocimiento de ese enorme país y su tradición.
Sus traducciones quedaron plasmadas en Puente de porcelana , su libro de poesías en el que usted expresa además todos los sentimientos que le despertó el vivir tanto tiempo en China.
Sí, Puente de porcelana fue mi primer libro de poesía que traduje y publiqué. El título tiene un significado. Es un puente entre China y la lengua española, mientras que la porcelana es originaria de China. De ahí viene el nombre. Fue un libro en el que no solo traduje a Li Bai, sino que hay otros poetas chinos.
Usted tiene también una predilección por los proverbios chinos, los chengyu. Sí, así es.
¿Cuál es su proverbio favorito?
Uy, fíjese que yo tenía una costumbre. En el comedor de esta casa tenemos una pizarra, en la que yo escribía un proverbio chino cada día. De modo que, como el comedor estaba al lado de la sala, los que venían a visitarnos y a comer podían verlo. Así todos ellos iban descubriendo una riqueza cultural enorme, manifestada a través de los proverbios.
Hay también una curiosa faceta suya: la de actor. Según leí, en 1980 pasó por Nanjing una compañía de cine que filmaba la vida de una campeona mundial de esgrima. Luego de verlo a usted, el director de aquel filme le dijo: “Tú serás el presidente de la Asociación Mundial de Esgrima”. Y así comenzó su faceta de actor.
( Ríe ) Sí, eso sí lo recuerdo perfectamente. El director, un señor de mediana edad, un gordito muy simpático, se me acercó y me dijo en chino: “Tú serás el presidente de la Asociación Mundial de Esgrima”. Y yo me decía: “¿Qué pasa? ¿Qué sucede acá?” ( ríe ). Ya después se aclaró todo y con mucho gusto participé en el filme. Fue el inicio de 25 películas que hice en China.
¿Cuál es su nombre en chino?
Ji Yemo ( 吉叶墨) .
¿Qué significa?
Escritor afortunado ( ríe ). Sucede que yo acababa de llegar a China y tenía clases de español que daba a los profesores chinos de español. Y un día, recién llegado, encuentro a tres o cuatro de ellos sentados en una mesa. Entonces me acerco, me siento y les digo: “Por favor, denme un nombre en chino”. Me dijeron que uno de los procesos más frecuentes es traducir tu nombre. Si te apellidas Montes, te pones “montes” en chino. Si te apellidas Dañino… mejor ahí lo dejamos (ríe).
¿Y qué ocurrió?
Entonces tomamos mi nombre, Guillermo. Y los profesores chinos me sugirieron Jiliermo . Yo les dije: “No me gusta”. Yo no sabía nada de chino, pero les dije que tenía entendido de que los nombres y apellidos de los chinos utilizaban tres caracteres. Jili-er-mo tenía cuatro. “Efectivamente”, me dijeron, “si tiene más de tres, no es chino”. Entonces, les dije: “Pues yo soy chino, así que denme tres”. Y me redujeron a Ji Yemo. Y conversando, me dijeron que Ji (吉 ) significaba “afortunado” y que Yemo ( 叶墨 ) era “hoja y tinta”, o sea, escritor. Y en ese momento no pensaba escribir nada (ríe).
Entonces, su nombre en chino fue el anticipo de un proyecto. Después de todo lo realizado en China, ¿qué le faltó hacer allá?
Lo que me faltó hacer fue quedarme en China ( ríe ). Es que hay tanto que hacer por difundir la cultura china, que es la más larga en la historia mundial.