© Los derechos de propiedad intelectual de este texto corresponden a D. Rafael Alvarez Vigaray, Catedrático de Derecho Civil de la Universidad Complutense. El texto esta extraído textualmente de su Obra: “El Derecho Civil en las obras de Cervantes”. Editorial Comares, 1987 ISBN: 84-86509-16-5
Nota.- Todas estas ideas tienen relación con algunas de las materias que hemos visto a lo largo de los temas del primer parcial. Recomendación.- Si queremos hacer un ejercicio intelectual, por supuesto no obligatorio, podemos ir relacionando lo que aquí se expone con las explicaciones de clase y el texto del libro. Os aseguro que puede ser divertido y que, sobre todo, puede servir para desarrollar la capacidad de relacionar ideas con normas, y desde luego, hacer trabajar un poquito mas la mente de lo que habitualmente estamos acostumbrados y desperezarla, que buena falta nos hace a todos.
IDEAS JURÍDICAS DE CERVANTES RELATIVAS A LA INTRODUCCIÓN AL DERECHO Y A LA PARTE GENERAL DEL DERECHO CIVIL
La Justicia como valor legitimador de la comunidad política Aunque, como es lógico, es ésta una sistemática ajena y extraña a la obra de CERVANTES por las razones de que el Plan de PANDECTAS o de SAVIGNY es muy posterior a él y de que se trata de estudiar una obra literaria y no jurídica, vamos a ordenar las ideas jurídicas de CERVANTES siguiendo el plan común en las obras de Derecho civil al uso, al igual que hizo CARRERAS ARTAU en su libro La Filosofía del Derecho en el Quijote. Es célebre el pasaje del Quijote (II, LX) en que el bandolero Roque Guinart «mandando poner a los suyos en ala, mandó traer allí delante todos los vestidos, joyas y dineros, y todo aquello que desde la última repartición habían robado; y haciendo
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brevemente el tanteo, volviendo lo no repartible y reduciéndolo a dineros, lo repartió por toda su compañía, con tanta legalidad y prudencia, que no pasó un punto, ni defraudó nada de la justicia distributiva. Hecho esto, con lo cual todos quedaron contentos, satisfechos y pagados, dijo Roque a Don Quijote: -Si no se guardase esta puntualidad con éstos, no se podría vivir con ellos. A lo que dijo Sancho: -Según lo que aquí he visto es tan buena la justicia, que es necesario se use aun entre los mesmos ladrones». Este profundo pensamiento
de
Sancho
se presta a dos
tipos de
consideraciones: si la justicia es el principal valor que legitima el poder en la comunidad política, y por qué la organización y normas internas de una sociedad de ladrones, aunque semejen responder a la justicia y estén respaldados por la coacción de los castigos que se impondrán al ladrón que no las cumpla, no son Derecho. "Remota igitur iustitia quid sunt regna nisi magna latrocinia” En cuanto al primer punto, como afirma DE CASTRO, «si el Derecho fuese mero conjunto de reglas de conducta impuestas y el Estado tan sólo organización, no habría posibilidad de distinguirlos de los mandatos de la fuerza y de la asociación de bandidos». La idea fue expuesta por SAN AGUSTÍN cuando dijo que, si suprimimos la justicia, la comunidad política se convierte en una gran banda de ladrones (“remota igitur íustitia quid sunt regna nisi magna latrocinia”). Necesidad de cierta norma incluso en la comunidad de los ladrones Idea entroncada con la anterior, y que es la que centralmente exponen las palabras de Sancho Panza, es que la justicia es tan conforme con la naturaleza humana y tan necesaria para la convivencia entre los hombres, que aun las agrupaciones injustas de suyo, como puede ser una banda de ladrones, no podrían subsistir si no se observaran entre sus componentes algunas reglas de la justicia. Este juicio, emitido por PLATÓN, a quien siguen, entre otros, ARISTÓTELES, CICERÓN, SAN JUAN CRISÓSTOMO, POLIBIO, GROCIO, RIVADENEIRA y MARIANA, no significa ingenuamente que la vida interna de las comunidades de desalmados se rijan en todo por reglas de justicia, sino que en algunas cosas lo hacen. Para mejor apreciarlo, procede considerar el papel que desempeña la justicia en las dos clases de comunidad de ladrones que CERVANTES nos describe en sus obras: la banda de Roque Guinart y el gremio de Monipodio. El bandolerismo en tiempos de Cervantes
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Ambos son personajes históricos. Roque Guinart representa los comienzos del mito, rodeado de una aureola popular, del «bandido generoso», en el cual se insertan, entre otros, los nombres de José María «El Tempranillo» y Luis Candelas. Según refiere RIVAS SANTIAGO, en tiempos de CERVANTES el bandolerismo estaba extendido por toda Cataluña, siendo la Cerdaña la comarca en la que tuvo más auge. Llegó a tener verdaderos ejércitos, contando con villas y castillos, teniendo a su frente nobles, caballeros y hombres de arraigo en el país, poniendo sitio a poblaciones importantes y burlándose del poder y de las medidas tomadas por los virreyes. Se formaron dos grupos contrapuestos, los «Narras» o «lechones» y los «Cadell» o «cachorros». Roque Guinart fue uno de los caudillos «narros». Su animadversión contra los «cadells», la pone de relieve CERVANTES cuando en el capítulo LX de la II parte del Quijote, Roque dice en la carta con que avisa a un amigo suyo de Barcelona sobre la llegada de Don Quijote que «diese noticia desto a sus amigos, los Niarros, para que con él se solazasen; que él quisiera que carecieran de este gusto los Cadells sus contrarios; pero que esto era imposible, a causa de que las locuras y . discreciones de Don Quijote y los donaires de su escudero Sancho Panza, no podían dejar de dar gusto general a todo el mundo». No se sabe con seguridad el final de Roque, pues, mientras PELLICER, siguiendo la lógica, opinaba que tuvo que caer en manos de la Justicia, MELO sostiene que fue indultado y enviado a guerras extranjeras, opinión que comparte BALAGUER y que ha sido seguida por MARTÍNEZ VAL al decir que «cuando Roque fue habido, el rey le conmutó la pena capital y le dio salvoconducto para Italia a donde murió libre». El personaje de Roque Guinart La justicia distributiva y Roque Guinart CERVANTES se hace eco de la opinión popular favorable a Roque y lo presenta, en el capítulo citado del Quijote y en una mención elogiosa en el entremés La cueva de Salamanca, como «cortés, comedido, generoso y limosnero». Con los bandoleros guarda en el reparto las reglas de la justicia distributiva; pero éstas no son suficientes para mantener su autoridad sobre aquéllos. Lo mismo que más tarde «El Tempranillo» en más de una ocasión tuvo que matar con su propia mano a alguno de sus seguidores, no sólo para castigar abusos, sino para mantener a raya a los demás, demostrándoles que no se podían desobedecer sus consignas sin exponerse a perder la vida, Roque Guinart en el capítulo citado del Quijote, abre, con su espada, en dos partes la cabeza de uno de sus escuderos, como castigo por haberse atrevido a murmurar contra su capitán, censurándole por ser excesivamente liberal con los
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caminantes a quienes asaltaban, en perjuicio de la parte que sobre sus bienes les hubiera correspondido a los bandoleros. Se ve, por tanto, que el observar las reglas de la justicia distributiva en el reparto del botín no era lo único ni lo principal que mantenía disciplinados a los hombres de Roque, ni impedía que entre ellos reinara la desconfianza y el recelo, como lo prueba el que «pasara las noches apartado de los suyos, en partes y lugares donde ellos no pudiesen saber donde estaba, porque los muchos bandos que el Visorrey de Barcelona había echado sobre su vida le traían inquieto y temeroso, y no se osaba fiar de ninguno, temiendo que los mismos suyos, o le habían de matar o entregar a la justicia: vida por cierto miserable y enfadosa». Con todo no cabe duda que el repartir el botín con arreglo a las normas de la justicia, contribuía a evitar descontentos, y por tanto traiciones, entre los bandoleros. La banda de Monipodio Monipodio, Rinconcete y Cortadillo La descripción de las comunidades de ladrones que hace CERVANTES no se agota con la de Roque Guinart, hay fuera del Quijote la descripción y denuncia de la banda de Monipodio en Sevilla, a cuyas actividades dedica gran parte de la novela picaresca Rinconcete y Cortadillo además de algunas referencias en El coloquio de los perros. Aun tratándose de dos grupos de ladrones, las diferencias entre ellos son mayores que las semejanzas. Roque capitanea una banda de ladrones que actúa en despoblado, atracando a los caminantes. Monipodio dirige un gremio de ladrones, que actúa en la capital de Sevilla, con actividades delictivas múltiples, especialmente el hurto y contando con la connivencia de muchos de los agentes de la justicia, a los cuales sobornan. No cabe duda que la comunidad de ladrones dirigida por Monipodio está organizada con arreglo a las normas de los antiguos gremios, es un gremio de ladrones. Así lo demuestra su estructura compuesta por un maestro (Monipodio), oficiales (como Chiquiznaque, Maniferro y Repolido) y aprendices (entre los cuales ingresan Rinconcete y Cortadillo). Lo confirma el propio Monipodio, cuando dice a Rinconcete, después de preguntarle sobre sus «habilidades» en el oficio, «andará el tiempo y vernos hemos; que asentando sobre ese fundamento media docena de liciones yo espero en Dios que habéis de salir oficial famoso, y aun quizá maestro». Y hasta como parodia de la devoción y culto que los gremios ofrecían a su santo patrón, CERVANTES nos presenta las devociones de la Pípota, costeadas por toda la compañía y Monipodio pregunta a Rinconcete y Cortadillo el nombre de sus padres, «porque tenemos de costumbre de hacer decir cada año ciertas misas por las ánimas de nuestros difuntos y bienhecheros, sacando el estipendio para la limosna de quien las dice de alguna parte de lo que se garbea; y estas tales misas, así dichas como
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pagadas, dice que aprovechan a las tales ánimas por vía de naufragio». Finalmente, Monipodio, para mantener su autoridad, tiene un expediente a que no acude Roque, y es denunciar a los alguaciles sobornados, los ladrones díscolos o que abandonaran la compañía, para que fueran castigados por la Justicia. La justicia distributiva y Monipodio En cuanto al reparto del botín, Monipodio no lo hace a partes iguales, sino en proporciones distintas según la posición de cada uno de los componentes del gremio. Además hay diferencias para los aprendices, así cuando Cortadillo entrega a Monipodio la bolsa de dinero que había hurtado al estudiante, aquél promete a su cargo la satisfacción por ese servicio, pero lo que en realidad es su única recompensa es la denominación de «el bueno» sobrenombre que, más que un dato positivo, lo es negativo, pues se trata de un «alias», por el cual le pueden conocer e identificar los alguaciles, que hasta entonces no tenía. Por otra parte, Monipodio, a diferencia de Roque, no gozaba del prestigio propio del bandido generoso. Se trataba de una banda dedicada a apropiarse de bienes de los sevillanos y a robar del intenso tráfico de las Indias, del mismo modo que las presas de Roque eran los bienes de los caminantes y los convoyes en que se llevaba el oro a Francia. Botín de ladrones “preda Bélica” Finalmente cabe observar, que las reglas internas de las comunidades de ladrones, aunque puedan tener aspectos justos (dentro de su originaria injusticia), y estar sancionadas coactivamente, por las represalias y castigos del jefe o de la comunidad contra sus infractores, no son Derecho, porque les falta legitimidad. Paralelamente, cabe plantearse si existe alguna diferencia entre el botín de la banda de ladrones o la llamada «preda bélica» en sus antiguas manifestaciones del saqueo y pillaje por parte de los soldados de un ejército que entraba en una población enemiga, admitida en el antiguo Derecho de guerra y hoy desaparecida de él. No sé si hay gran diferencia, pero el lenguaje popular confirma su gran parecido cuando asigna a ambos la denominación de «botín». La fuerza coactiva y el Derecho Las relaciones entre ambas las expone CERVANTES en el famoso discurso de Don Quijote sobre las letras y las armas. Las armas representan la guerra y también la fuerza coactiva del Estado para imponer el Derecho en la vida interna de la comunidad política. Las letras designan por antonomasia las del Derecho, aunque en sentido
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amplio puedan comprender la Teología -así el cura es «letrado y graduado», como manifiesta cuando otorga su conformidad a este discurso de Don Quijote- y las restantes humanidades. Las letras y las armas En este discurso se hace la comparación entre las letras y las armas, con el propósito de demostrar la supremacía de éstas. Para hacer posible la comparación, empieza señalando que no son cosas heterogéneas, ya que si lo fueran no cabría hacer entre ellas ningún parangón, a este fin subraya que las armas no requieren sólo el esfuerzo corporal, sino que en ellas tiene buena parte el entendimiento, del cual depende la estrategia militar. Son, por tanto, armas y letras manifestaciones del espíritu humano. Preeminencia de las armas sobre las letras La preeminencia de las armas sobre las letras la deduce CERVANTES de la mayor importancia del fin que aquéllas persiguen. El fin de las letras es realizar la justicia o, como dice Don Quijote, «poner en su punto la justicia distributiva y dar a cada uno lo que es suyo; y entender y hacer que las buenas leyes se guarden». El fin de las armas es la paz, «que es el mayor bien que los hombres pueden desear en esta vida», por lo que si «el fin de las letras es, por cierto, generoso y alto, y digno de grande alabanza, no lo es de tanta como merece aquel a que las armas atienden». Como observa CARRERAS ARTAU, CERVANTES señala aquí que la justicia no es en sí un fin supremo, sino que sólo tiene el valor de medio en relación con la paz. Claro es, podemos añadir, que la vinculación entre ellas no termina de esta forma, pues la justicia y su realización son un presupuesto para que pueda reinar la paz en la vida social y, por otra parte, como declara CERVANTES en otro lugar, las armas son un instrumento de la justicia. Relaciones entre el Derecho y la guerra Finalmente, en este discurso se plantean las relaciones entre el Derecho y la guerra: mientras que ésta viene comprendida en la esfera reguladora del Derecho, porque «la guerra también tiene sus leyes y está sujeta a ellas»; las armas garantizan la seguridad del Estado: «con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despejan los mares de corsarios».
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Cervantes, Rousseau Para mejor apreciar la relación que existe entre CERVANTES y ROUSSEAU, vaya transcribir los textos de ambos, subrayando las palabras en las que casi literalmente coinciden. "Dichosa edad y dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron el nombre de dorados ... " Discurso de los cabreros (Quijote, parte I, capítulo XI): «Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron el nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío!. Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes: a nadie le era necesario para alcanzar su ordinario sustento tomar otro trabajo que alzar la mano, y alcanzarle de las robustas encinas que liberalmente les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto. Las claras fuentes y corrientes ríos en magnífica abundancia sabrosas y transparentes aguas les ofrecían. ". .. ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío" En las quiebras de las peñas y en los huecos de los árboles formaban su república las solícitas y discretas abejas, ofreciendo a cualquiera mano sin interés alguno la fértil cosecha de su dulcísimo trabajo. Los valientes alcornoques despedían de sí, sin otro artificio que el de su cortesía, sus anchas y livianas cortezas, con que comenzaron a cubrir las casas, sobre rústicas estacas sustentadas, no más que para defensa de las inclemencias del cielo. Todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia: aún no se había atrevido la pesada reja del corvo arado a abrir ni visitar las entrañas piadosas de nuestra primera madre, que ella sin ser forzada ofrecía por todas partes de su fértil y espacioso seno lo que pudiese hartar, sustentar y deleitar a los hijos que entonces la poseían. Las doncellas y la honestidad andaban, por donde quiera, solas y señeras sin temor a que la agena desenvoltura y lascivo intento las menoscabasen, y su perdición nacía de su gusto y propia voluntad ... ». "El origen de la desigualdad entre los hombres" ROUSSEAU, habla de una desigualdad física o natural entre los hombres y de una «desigualdad moral o política, que consiste en los diferentes privilegios de que algunos disfrutan en perjuicio de otros, como el ser más ricos, más respetados, más poderosos, y hasta el hacerse obedecer».
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«Veo al hombre saciándose bajo una encina, aplacando su sed en el primer arroyo y hallando su lecho al pie del mismo árbol que le ha proporcionado el alimento; he ahí sus necesidades satisfechas.» "El hombre salvaje ... " «El hombre salvaje, privado de toda suerte de conocimiento, sólo experimenta las pasiones de la naturaleza; sus deseos no pasan de sus necesidades físicas; los únicos bienes que conoce en el mundo son el alimento, una hembra y el reposo; los únicos males que teme son el dolor y el hambre.» Normas jurídicas y otras normas sociales El Caballero del Verde Gabán Hay muchos pasajes del Quijote en los que Don Quijote y Sancho entran en relación con otras personas y se rigen, no por normas jurídicas, sino por reglas de cortesía y amistad. Así, cuando el Caballero del Verde Gabán hospeda y recibe en su casa a nuestro hidalgo y su buen escudero, no celebra con ellos un contrato de hospedaje a título gratuito, sino que se trata de una relación de amistad semejante a la hospitalidad que practicaban los antiguos. No obstante, al igual que la donación, este servicio prestado liberalmente obliga a sus beneficiarios a un deber de gratitud en correspondencia al favor recibido. Es dudoso si Don Quijote infringe este deber al aconsejar a Don Lorenzo, el hijo del Caballero del Verde Gabán, que prosiga sus aficiones hacia la poesía y se haga poeta, en contra del deseo de su padre, que le reservaba para tareas a su juicio más serias y provechosas. Otra persona que no fuera Don Quijote o hubiera tomado partido en esta controversia a favor del padre o, mejor, con diplomacia hubiera procurado mantenerse equidistante de los pareceres de padre e hijo. Sin embargo, no puede decirse que Don Quijote infringiese el deber de gratitud dimanado de la hospitalidad, porque al aconsejar a Don Lorenzo que se hiciese poeta no le propuso nada que fuera malo o inmoral, sino por el contrario, lo que a su juicio era lo mejor, más noble y bello. La correctísima conducta observada con sus huéspedes por el Caballero del Verde Gabán, contrasta con las burlas que los Duques prodigaron a Don Quijote y Sancho durante la hospitalidad que también les dispensaron. Da la impresión de que los Duques se «cobraron» la estancia de sus huéspedes con las bromas (algunas excesivas, como veremos) de que les hicieron objeto. No hay, en efecto, gran diferencia entre el manteamiento de Sancho Panza por irse de la venta sin pagar el alojamiento y las aventuras de Clavileño y de los gatos en el palacio de los Duques. Ambas, la de Clavileño, inspirada en el caballo de Troya y en la historia del caballo
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encantado -que al igual que Clavileño se trasladaba por el aire dándole a una clavija que tenía en el cuello- de los cuentos de Las mil y una noches y la de los gastos exceden de lo admisible dentro de unas relaciones de amistad y lindan con el ilícito civil y penal y a ellas parece referirse CERVANTES cuando, en el capítulo LXII de la II parte del Quijote, dice: «No son burlas las que duelen, ni hay pasatiempos que valgan si son con daño de tercero». (Continuara…)
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