Hotel7

Page 1


En 1966, la banda inglesa The Beatles fue acusada de que la canción “Day tripper” trataba sobre una prostituta, y “Norwegian Wood”, sobre una lesbiana. Paul respondió: “Sólo tratábamos de escribir canciones sobre prostitutas y lesbianas, eso es todo.” Todos los presentes rieron, nadie se escandalizó ni un poco. Las normas morales no siempre avanzan con el tiempo: cuando la sociedad lésbico-gay ya había alcanzado varios triunfos en el respeto a sus derechos, el mal hacer de un solo hombre logró que hasta las mentes más liberales se grabaran a hierro la idea de que si un cura es homosexual, entonces también es pederasta y violador. Llegamos al cabalístico número siete de la revista Hotel en medio de dudas. Publicamos una entrevista con una sexoservidora, y tenemos otra (entrevista) cocinándose, y que sólo verá la luz si la presente es bien acogida. Dos de nuestros colaboradores han preferido que omitamos sus nombres debido a sus preferencias sexuales. Además, no sabemos si podrá haber un siguiente número. Con todo, el talento que reúne estas páginas, nos da esperanza. Bienvenidos sean a este su hotel de confianza (sin cámaras detrás de los espejos: ¡No tenemos presupuesto!)


Contenido Elevador ..................................................................................................................................................................... 3 “Bancarrota” ......................................................................................................................................................... 3 Hotel Oxford ........................................................................................................................................................ 4 Como por luz morir ............................................................................................................................................ 5 Habitación zombi ..................................................................................................................................................... 6 En la esquina de la habitación............................................................................................................................ 6 Ensueño................................................................................................................................................................. 9 Habitaciones .............................................................................................................................................................. 9 Gatusalen............................................................................................................................................................... 9 Xanim ..................................................................................................................................................................11 Jabón chiquito .........................................................................................................................................................12 Nada indebido ....................................................................................................................................................12 Al borde de una taza de café. ...........................................................................................................................12 Sombras ...............................................................................................................................................................12 Lobby........................................................................................................................................................................12 Entrevista a Lupita Haas...................................................................................................................................12

Elevador “Bancarrota”

David Anuar En la bancarrota de mis huesos levanto señales de auxilio una paloma un garfio un cigarro encendido


Hotel Oxford Sergio González 302 Noche de tres estrellas deslucidas sobre un cielo plomizo de aluminio.

Última noche en que caminas sobre esta alfombra, jardín del paraíso descuidado.

Noche estéril de trescientos pesos, de cerveza tibia y de mujer intacta.

202 No puedo dormir en este hotel ¿Será ese televisor aparatoso, hijo loco que tienen enjaulado? ¿Qué hay del espejo de pupilas ciegas, horror de cataratas? ¿Serán esos cipreses de Van Gogh, desquiciados por colgar en estos muros? ¿O es el crujir del techo porque alguien camina incesantemente


Con su orgullo derribado?

303 Algo anda mal en ti, amiga siempre generosa, tu sexo está seco y tus ojos inundados.

Como por luz morir

Óscar Guzmán Como por luz morir en el abierto abismo de tu cuerpo; ciego y desnudo y frío, a morir casi; palpo tu húmedo amor donde ríe la muerte.

como herido de luz, ciego ardo de ausencia tuya y no más queda que morder palabras, sangrarlas hasta


hacerlas decir tu silencio.

Habitación zombi En la esquina de la habitación

Escuchas. Crees que estás imaginando cosas, piensas ya deberías dormir un poco, pero el ruido vuelve a exigir tu atención, te obligas a creer que es tu mente jugándote una mala broma. Solo hasta que sientes una cálida brisa soplando tu nuca, es que por fin crees, y solo hasta ese momento, sabes que es demasiado tarde para salir corriendo de tu cuarto. Primero te encoges dentro de las sabanas, procurando pensar en cualquier cosa que no sea aquel ruido que atormenta tus oídos; intentas recordar la melodía de aquella pegajosa canción que cantabas con tus amigos, cerrando los ojos con suficiente fuerza, como para ver un par de brillos a través de ellos. Es la luz de la calle filtrándose por la ventana, o por lo menos esa es la mentira que te dices para relajarte y olvidar las extrañas cosas que comienzan a darse a tu alrededor. Un fuerte chirrido provoca que saltes, levantándote de la cama y mirando toda la habitación, lo suficiente como para notar que algo no está bien dentro de ella. Dos de tus libros, antes ordenados en el librero del fondo, se encuentran tirados en el piso, a escasos metros de tu cama. Uno se halla abierto en la página 62, el otro, está cerrado, pero parece señalar un párrafo de la página con uno de sus bordes.


Sabes que no debes tocarlo, estas consiente de que si lo haces podría ocurrir otra cosa, cualquiera, y esta vez no te salvarían las sabanas de ver. Claro, tu curiosidad y tu terquedad son más fuertes que el miedo y alzas ambos libros, sosteniéndolos en alto mientras lees una y otra vez, la sencilla frase frente a ti. “Una barrera muy fina de romper” Continúas la lectura de la frase, consciente de que tu respiración comienza a volverse acelerada, tus manos tiemblan incontrolablemente e intentas por todos los medios no apartar la vista del papel. Se hace evidente cuando traspasas la delgada línea entre la calma y la histeria, lanzando ambos libros hacia enfrente y mirando con ojos vidriosos tú alrededor. Tu pecho sube y baja de manera incontrolable y tus pupilas se mueven alocadas dentro de tus cuencas oculares. Pasa el tiempo y no ocurre nada más, tus facciones se relajan y poco a poco vuelves a recobrar la calma, acompasando tu respiración y tomando la sabana que se corrió a un costado de la cama con tu anterior perdida de razón, cubres tu cuerpo y tu rostro con ella, listo para conciliar una vez más el sueño. Lástima que no sepas que me gusta jugar con mi comida antes de comérmela.



Ensueño. Dante Vazquez

Despertó. Sólo sombras y luz de luna le acompañaban. No recordaba nada. Buscó las llaves del auto. Las encontró en la guantera. Encendió el vehículo. Un grito se escuchó a lo lejos. Miró al frente y pisó el acelerador. Quería llegar lo más pronto posible a su departamento. Por momentos se le nublaba la vista y un ligero escalofrío recorría su cuerpo.

Bajó temblando del coche. Alguien le esperaba.

Habitaciones Gatusalen Nadie sabe de dónde vino, cuándo llegó ni cuántas vidas tiene gastadas, él siempre ha estado aquí, con su típica mirada triste e hipnótica que te hace perder el tiempo en descifrarla. Dicen que estuvo cuando construyeron este edificio que se empieza a caer, que ha sido la mascota inevitable de todos los inquilinos y que seguirá siéndolo, porque no es capaz de morir. Algunos piensan que Gatusalén es un ente acumulador de espíritus, que existe por la gracia de vidas pasadas o por una travesura demoníaca. A pesar de estas ideas, hay quien no le tiene miedo; otros aunque lo tengan, se han acostumbrado a su presencia, a sus maullidos que suenan como puertas sin aceitar, a sus pelos finos flotando en el ambiente y a sus ojos, que por las noches, se vuelven humanos. Gatusalén ha marcado con sus rutinas, el reloj biológico de quienes habitamos aquí. A las 4 de la mañana, empieza a rascar las puertas, una por una, hasta lograr la interrupción de nuestros sueños. Justo a las 5, se acerca a las ventanas, restriega su cuerpo contra ellas y después afila sus garras con el cristal, haciendo un ruido que quebranta los nervios, hasta que decides ofrecerle agua fresca o comida, que olfatea, pero jamás prueba. Nos deja descansar unas horas, no lo volvemos a ver ni escuchar, hasta las 4 de la tarde, cuando elige con las leyes de su azar, un departamento


para pasar el resto del día. Se cuela por las ventanas aunque estén selladas y se echa inmutable en una esquina, porque tiene la certeza de que te has convencido de la imposibilidad de ahuyentarlo. Una vez en el rincón elegido, no te quita la mirada, aunque estés en otro cuarto, sientes que te ve y que controla tu voluntad para no salir de casa. Dormir para evitarlo no es una opción válida, si lo haces, sueñas con un gato que te observa. Muchos luchan para acostumbrarse a su compañía, otros ya no. Este es un edificio lleno de apartamentos individuales con renta congelada ¿dónde encontrar otro lugar así? La resignación y la soledad han logrado que muchos lleguemos incluso a quererlo, acariciarlo y hacerlo un confidente; a pesar de que al tocarlo se sienta su cuerpo helado o se queden entre los dedos, sus pelos que caen en cascada, dejando ver una piel negra que se vuelve a cubrir de pelaje amarillo inmediatamente. A pesar de los escalofríos, todos acabamos por aceptar su presencia, a reírnos cuando es gracioso involuntariamente por esos errores de cálculo que tiene al saltar; aunque es un ser sobrenatural, ese cuerpo delgaducho que tiene, ya está muy gastado. Hablo del gato en presente, porque quiero pensar que hoy simplemente se cansó de la rutina. A las 4 no se escucharon los arañazos en las puertas, ni el ruido en las ventanas. Nos despertó una luz de amanecer más radiante que de costumbre, porque venía con una lluvia de pelos amarillos ¿Dios acarició a Gatusalén?


Xanim Por Omar Rojas

La habitación denotaba soledad y entre todos no encontraban explicación alguna de que hacían ahí o cuánto tiempo habrían pasado encerrados en ese lugar, sin recuerdos de alguna peripecia anterior se perdían entre imágenes que ellos pensaban propias. Xanim estaba ahí, mirándose y desconociéndose, sin algo concreto que pensar. La puerta fue abierta por un hombre de aspecto cansado; poco a poco salían todos y buscaban su propio rumbo en busca de respuestas. Al verse en el exterior, los otros personajes miraban a los “nuevos”, como si ya esperaran su llegada y por curiosidad fueran a ver como lucirían. Xanim ignoró las risas de las personas que lo señalaban; aun preguntándose donde se encontraba y con esa amnesia que poco favorecía a la situación, exploraba con los ojos ese nuevo y desconocido mundo, hasta que observó a un personaje singular a orillas de la calle, contemplando el horizonte con mirada nostálgica; en cuanto se le acercó, preguntó ¿Dónde estoy?... era el purgatorio de los cuentos jamás escritos, que no encontraban la inmortalidad del papel o de otro medio que expresara su existencia. Podían ser olvidados de cualquier manera: el señor que inventa un cuento a un niño antes de dormir o un joven escritor que pensó alguna historia mientras hacía otras cosas y que después, sin tiempo, no buscaba recordar. Eso fue lo que le explicó aquel desconocido que llevaba habitando en ese lugar casi treinta años; sin embargo, continuó, a veces queda la sombra del recuerdo y se puede salir, es cuestión de llegar a la orilla de la memoria y posiblemente puedes resurgir en la mente de quien te imaginó; Xanim, al no querer resignarse a ser un ente olvidado, decidió intentar algo al respecto, ten, este es Chibón, un animal creado de otro cuento, lo adopté después de que llegara aquí; Xanim vio a ese extraño animal, y subió, comenzando así una carrera a contrarreloj, mientras se alejaba escuchó las últimas palabras de quien le otorgaba ayuda: corre sé un cuento, un libro, una novela, alcanza la inmortalidad de la tinta. Xanim corrió días enteros en ese mundo hasta que alcanzó el final de la memoria, se veían puertas de salida que quiso pasar rápidamente, sin embargo golpeó con ellas, impenetrables en su totalidad. Chibón yacía en el suelo, parecía que también había entendido lo que ocurría y trató, en vano, de abrir aquella puerta con todas sus fuerzas, pero el golpe lo hizo caer inconsciente. Xanim se levantó, debilitado por la caída; acercándose a cada puerta intentaba abrirlas... no pudo; la sensación de impotencia sacó lágrimas de sus ojos, hasta convertirlas en un llanto de dolor por el hecho de pensarse encerrado por siempre ahí, y sobretodo, que jamás conocería su propia historia. Se dirigió a Chibón que ya empezaba a reaccionar, acarició su plumaje


y notó que también lloraba, lo comprendieron, eran parte del olvido; Xanim lo entendió, era demasiado tarde, su creador ya la había olvidado completamente.

Jabón chiquito Nada indebido Agustín dijo adiós a su amiguito, se subió los pantalones rápidamente y después de mirar a todos lados, entró sigilosamente por la puerta trasera. Su madre, que llevaba horas espiándolo desde la ventana, salió horrorizada a su encuentro. -Mami, estaba jugando como me enseñó el padre Carlos. -reveló el niño, sonriendo-.

Andrès Augusto Klingberg Orozco

Al borde de una taza de café. Solo de mirarla a los ojos, sabía que estaba frente a la mujer de mi vida. Por trillada que pareciera la frase, era verdad. Era perfecta en más de un sentido y el humo del café al llevarse la taza a los labios la rodeaba de cierto misticismo y erotismo. -¿Crees en los sueños? – pregunté. Sus labios se abrieron justo un momento antes de que ella despertara. Armando Enríquez Vázquez

Sombras Él no temía a la inmensa sombra, pálida e informe, del puño del sistema. Sino a la pequeña, opaca y precisa, de la bota sobre su cabeza. Mariano F. Wlathe

Lobby Entrevista a Lupita Haas El trayecto a Guadalajara es largo. Compro un periódico para el camino y veo en los anuncios de ocasión un mar de piernas, senos y corsetería que no solía estar cuando era más joven. Las casas de citas ya no se ocultan bajo el sello de masajes. Pero en esa marisma de carne, veo dos tortas de milanesa que parecen estar fuera de lugar. No sólo eso: en vez del esperado número de teléfono, hay una dirección de internet que me prometo visitar pronto. Pasa mucho tiempo antes de que un anuncio —esta vez con


dos huevos rojos— me condujera a www.lupitahass.mx (“Acepto vales, tarjetas y un cacho de rosca”, decía). Un momento, pensé, conozco el texto al inicio de la página: me ha llegado, escaneado del periódico, unas doce veces a mi cuenta de correo desde hace tres años. El anuncio completo es: Lupita. Ni modelo ni edecán ni extranjera -¿para qué prometo algo que no va a llegar? Soy humildemente provinciana, que por no estudiar me tengo que anunciar. Voy de buenas, flojita y cooperando. 28 años, blanca, talla siete, de nalgas grandes, duras y paradas (no caderona ni torneada), o sea nalgas. Buena pa’l petate, mala pa’l metate. Todo con preservativo. Tócame todito. Relaciones ilimitadas. 700 pesos. Acepto vales, tarjetas y un cacho de rosca. Tomé el teléfono y, antes de darme cuenta, tenía mi primera —lo juro— cita con una prostituta. Nos encontramos en un restaurante de Tlalpan. Lupita aceptó de buena gana la entrevista, pues sabe muy bien el valor de la publicidad (“He llegado a gastar hasta treinta mil pesos al mes en publicidad”, me cuenta, “y valieron cada centavo”). Tiene una licenciatura en administración de empresas en la UNAM y está a punto de titularse como enfermera. Me contó muchas cosas. Que su verdadero nombre es Miroslava; lo demostró con una credencial de donadora de órganos que porta orgullosísima. (“Porque mi familia emigró de Uruapan, donde cultivaban el aguacate —de eso y de su devoción por la virgen adoptó el nombre artístico de Lupita Hass—, a la ciudad de México, buscando un donador de hígado para mi padre. Pasamos cinco años sin encontrarlo. No bebo, no fumo ni estoy tatuada, porque quiero donar enteritos mis órganos”). Que de día trabaja en Televisa. Que se considera una mujer valiente.

RH: ¿Cuáles han sido tus anuncios más exitosos? LH: El de Día de Reyes se volvió muy popular: lo ponían en correos y hasta salió en la tele. Después de ése, el del Día del niño. “Vamos a saltar la reata juntos”, decía. También mi lema se ha vuelto un poco de culto: “Todo me huele a jabón”. RH: ¿Qué es lo que más te piden los clientes? LH: ¡El traje de Mujer Maravilla! (Risas). De fetiche, es muy común que me pidan que los masturbe con los pies. La lencería está en tercer lugar


(para llevársela con ellos) Muchos quieren sexo anal, pero no me gusta mucho porque me deja la sensación de ganas de ir al baño ¿ves?, pero pues al cliente... RH: ¿Hay algo a lo que te niegues? LH: Sí. Por ejemplo, como dama de compañía, no voy nunca a peleas de gallos ni corridas de toros. No es humano. A ver, que se pongan unos cuernos ellos y que los banderilleen... Son chingaderas. También cuido mucho de que en las orgías no lleven menores. Me encabrona mucho. RH: ¿Es muy común? LH: Sí, en Veracruz, por ejemplo, hay una red muy grande de tratantes de menores. Bastaría con pedirle a un taxista que te lleve con algunas para detener a muchos, pero el gobierno los protege. RH: ¿Te dedicas a la lucha social? LH: ¡Siempre! Justo me estoy preparando para apoyar a un candidato a la presidencia de México. No te puedo decir quién, pero pronto lo sabrás. RH: ¿Cuáles causas defiendes? LH: Bueno, de entrada, para ser coherente, los derechos de las sexoservidoras, que, en realidad, son derechos para cualquier mujer que trabaje. Ya tengo preparada mi petición a la Cámara para instaurar guarderías nocturnas. El gobierno de la ciudad ha apoyado mucho en estos años a la comunidad lésbico-gay, y se ha olvidado de nosotras. Tengo razones para pensar que Ebrard es gay (risas) también estoy a favor de mejorar los servicios médicos para niños quemados, y los servicios de la salud reproductiva en general. Sin olvidar las campañas para el uso del condón.

RH: ¿Cuáles marcas recomiendas? LH: Los Prudence, y los del Doctor Simi. También los Trojan dorados. No me gustan nada ni los Thermax, porque se rompen, ni los Mforce, porque no son cómodos. RH: Cambiando de tema, ¿cuáles hoteles recomiendas para tu oficio? LH Me gustan mucho el Aranjuez, el Villas Patriotismo, el Harare. Los Villas Quetzal no me gustan. A los clientes les agradan sus habitaciones porque tienen sillón para posiciones y columpio, pero son muy frías casi todo el año. Mi preferido es el Gustavo Baz, específicamente una habitación que tiene cama con cristal encima en el segundo piso.


RH: Dices que aceptas tarjeta de crédito ¿cómo apareces en los recibos? LH: Nos ponemos de acuerdo desde antes. No tengo terminal, lo que hacemos es ir a un Oxxo o a un Sanborns para que me paguen el recibo del teléfono, crédito para celular, el gas. Me precio de ser muy discreta. Muchos clientes me dan sus números, pero yo jamás los llamo, a menos que ellos me pidan específicamente a una hora. RH: Me doy cuenta de que, efectivamente, hueles a jabón, ¿cuál usas? LH: Jabón Zote rosa (risas), ¡es lo mejor para mi piel grasa! Para las partes íntimas, Tepeyac amarillo. RH: ¿Cómo te iniciaste en esto? LH: El padre de mis hijas nos dejó un día así nomás: con deudas y yo en la carrera. Me tenía que pagar los estudios y mantener a mis hijas… Y soy buena para esto. RH: ¿En dónde te podemos encontrar? LH: En todos los hoteles de la ciudad, de 8:00 am a 12:00 pm, de lunes de domingo. De lunes a domingo coge Lupita porque de lunes a domingo come Lupita (risas). Terminada la entrevista, tuve la oportunidad de subirme al Datsun de Hass, que conduce con destreza por los rápidos de Tlalpan, para recoger a sus dos lindas gemelas en la guardería. Nos despedimos después de que me pidiera que les recordara a los lectores que este mes tiene por promoción 90 minutos por 900 pesos. Ella es toda una empresaria. Yo me sentí un poco vendido.


David Anuar González Vázquez (Cancún, Quintana Roo, 1989): Estudiante de Literatura Latinoamericana de la Universidad Autónoma de Yucatán. Becario del PECDA. Entre otros, ha ganado el Concurso de Cuento Corto Juan de la Cabada. Ha publicado los poemarios Arañas de la memoria y Erogramas.

Oscar Guzmán Chávez (1978): Licenciado en filosofía. Corrector. Escribo poesías y algunas se han publicado en revistas electrónicas. Fotógrafo aficionado (más aficionado que fotógrafo). Hago collages. Quiero vivir en la playa. Twitter: @OmarSelten Omar Rojas, amante del cine y de la literatura.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.