Cuento Eugenio Garza Sada

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Eugenio Garza Sada: Vida, ejemplo e inspiraci贸n


Eugenio Garza Sada: Vida, ejemplo e inspiración

1. EUGENIO GARZA SADA Eugenio Garza Sada era bajito de estatura, tenía una frente amplia y usaba lentes. Su sonrisa era leve, pequeña, pero con un espíritu en donde todo lo bello, todo lo bueno, todo lo justo, y todo lo noble encontraban albergue, resonancia y estímulo. Fue un líder empresarial, y entre otras cosas, el fundador de una universidad: El Tecnológico de Monterrey. Ingeniero civil, educador y empresario, protector de las bellas artes. Hombre incansable, de pocas palabras pero que habló de muchos modos, principalmente con el ejemplo. De apariencia sencilla, modesta, callada, no era fácil adivinar para quien lo conocía por primera vez, que en ese hombre había una inmensa capacidad creativa, además de una habilidad innata para sintetizar, con una autodisciplina digna de admiración y una visión totalmente humanista. Eugenio decía que ¨el respeto a la dignidad humana, está por encima de cualquier consideración económica¨. Fue impulsor del ¨México Industrial¨ y aun sin proponerse ser un empresario influyente, lo fue por voluntad constructiva, por pasión al trabajo y por entrega al bienestar de la comunidad, de su ciudad y de su mundo. 2. NACIMIENTO Eugenio Garza Sada nació el 11 de enero de 1892 en Monterrey en la casa de sus padres, Don Isaac Garza y Garza y Doña Consuelo Sada Muguerza. Fue el cuarto hijo de ocho hermanos: Consuelo, Isaac, Angelina, Rosario, Roberto, Carmen y Amparo. La familia Garza Sada vivía en una casa ubicada en el centro de la ciudad, donde podía sentirse un ambiente de unión familiar, pero también de formación, disciplina, orden, estudio y mesura. Cuando Eugenio era niño, sus padres lo enviaron a estudiar a la escuela de jesuitas San Juan Nepomuceno en Saltillo, Coahuila. Fue un alumno destacado, merecedor de diplomas de honor por su buena conducta, además de obtener los primeros lugares en aritmética, geografía, solfeo, canto, música vocal, gimnasia, álgebra y lectura. Posteriormente estudió en el Colegio Hidalgo de Maristas


en Monterrey y terminó sus estudios de preparatoria en una escuela militar ubicada San Louis Missouri de Estados Unidos. 3. INFANCIA Y PRIMER TRABAJO Durante la Revolución Mexicana un grupo de militares confiscaron la empresa de su familia por lo que tuvieron que huir a los Estados Unidos. En este país, Eugenio, además de continuar su instrucción académica, trabajó en una tienda como dependiente y en un cine como acomodador. Después de terminar la preparatoria realizó sus estudios universitarios en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), donde se graduó de ingeniería civil en 1914. Seguramente la lejanía dejó en él la nostalgia y añoranza de su familia y su tierra natal y con esto la necesidad de volver, formar un hogar y trabajar por el bien de su país y su gente. Cuando regresó a Monterrey, comenzó a laborar en la Cervecería Cuauhtémoc junto con su padre y su hermano Roberto, iniciando como auxiliar del Departamento de Estadística, el 1 de enero de 1917. Juntos, lograron que la empresa se convirtiera en una de las más importantes en México durante el siglo XX. Gracias a esto, crearon otras empresas en Monterrey como Fábricas Monterrey (FAMOSA), Valores Industriales (VISA), Malta, Empaques de Cartón Titán, Hojalata y Lámina (HYLSA), Celulosa y Derivados (CYDSA), Grafo Regia, y Vidriera Monterrey (Vitro). Eugenio siempre tuvo la preocupación por mantener y mejorar las condiciones de sus trabajadores: buenos sueldos, prestaciones, servicios médicos de primera, casas dignas, despensas, políticas que fueron imitadas e hicieron de Monterrey un lugar desarrollado y de ejemplo nacional.

4. MATRIMONIO Y CASA Eugenio se casó con Consuelo Lagüera Zambrano en mayo de 1921 en la ciudad de Monterrey. Usó sombrero de copa, como la moda de entonces, y la novia una peineta con mantilla española. Consuelo era una hermosa jovencita regiomontana de padre español y madre mexicana que estudió en el Colegio del Sagrado Corazón, ubicado a las faldas del cerro del Obispado. De ojos grandes y boca pequeña, Consuelo fue una mujer profundamente amorosa y tierna, que se dedicó por completo a su esposo y a sus ocho hijos: Eugenio, Alejandro, Alicia, Gabriel, David, Marcelo, Consuelo y Manuel.


Juntos, formaron su hogar en una casa construida en la loma del Obispado con una de las vistas más hermosas de la ciudad. Ésta casa de arquitectura de los años 20, color amarillo y tejas rojas, tenía balcones, una terraza y era rodeada por un jardín. Fue una de las primeras construidas en la Colonia Obispado en una época en donde Monterrey era una ciudad pequeña y todavía podían verse desde cualquier punto, los sembradíos y las manzanas repletas con grandes árboles de la región. Por mucho tiempo, al costado de la casa hubo una escalera que llevaba a la gente hasta la punta de la loma, en donde se encuentra el edifico del Obispado, (que hoy es museo). Su casa era su lugar favorito.

Cuando Eugenio llegaba a su casa para comer, dejaba colgado su sombrero y su saco en un perchero a la entrada de la casa y decía que ahí se quedaban las múltiples ocupaciones del trabajo. A la hora de estar a la mesa, era sencillo en el comer y en el beber. Generalmente no comía todo el plato para dejar un espacio y degustar el postre favorito que preparaban en casa: la cremitilla. También le gustaban las natillas, la cuajada (especie de yogurt) y las galletas de chocolate.

5. AFICIONES: EL JARDÍN Eugenio amaba lo natural. Le gustaba cuidar su jardín en forma personal y contemplar las aves en plena libertad, no cautivas. Amaba las flores, en especial las rosas. Un árbol era para él una criatura sagrada, con el mismo derecho a la vida y a la felicidad que cualquier humano. Sus tiempos libres eran aprovechados para atender a detalle su jardín, en donde se encargaba de quitar hierba, regar, poner fertilizante, además de plantar árboles de limón, de naranja y nogales. En una ocasión, un coche se descompuso justo frente a su jardín. Se acercó para ayudar al muchacho que venía manejando y mientras revisaban el motor, el joven preguntó a Eugenio si sabía dónde se ubicaba la casa del gobernador porque quería pedirle apoyo para un proyecto de libros por parte de la Universidad de Nuevo León. Eugenio le recomendó que fuera a la Cervecería, que tal vez ahí podrían ayudarle. Al siguiente día, cuando el joven decidió ir a la empresa, tuvo una grata sorpresa cuando lo recibieron con un cheque para financiar el proyecto de los libros. Quien se lo entregó le dijo que el jardinero que le había ayudado a reparar el coche había sido Eugenio Garza Sada.


6. AFICIONES: LA MÚSICA El temperamento de Eugenio siempre fue enfocado hacia las artes, la música, la educación y la lectura, entre otras cosas. La sala de música, fue un espacio agregado a la casa durante los años 50. Había un piano negro y un órgano, los cuales Eugenio tocaba de oído, aunque sabía leer nota debido a la educación formal que tuvo de niño. En la sala también había un sillón y un sofá café, una mesita de centro y dos laterales y una más esquinera; una mesa con revisteros, una consola con televisión y radio decorada con las caras de sus compositores favoritos: Ludwing Van Beethoven y Johann Sebastian Bach. Era un espacio iluminado pues había dos ventanales grandes en donde se podía ver parte de la ciudad y por la otra el jardín. Al terminar la comida y acompañado de sus dos hijas, Consuelo y Alicia, Eugenio disfrutaba tocar el piano con destreza, sacando de oído las canciones que sus hijas le tarareaban. Era tanto la fascinación de Eugenio por el piano, que cuando era estudiante del MIT lo primero que se compró fue eso: un piano.

7. AMIGOS Y DEPORTE Eugenio reservaba tiempo para pasarlo con sus amigos. Los lunes por la tarde se reunían alrededor de la mesa de billar a jugar carambola en su casa. El deporte era un tema importante. Se preocupaba por apoyarlo y difundirlo. Lo hizo con el futbol soocer, cuando esta actividad sufría las penurias, y lo recaudado en las taquillas no era suficiente para borrar los números rojos, además de que todavía no era popular en el país. Apoyó al equipo de Rayados de Monterrey, el primer equipo profesional de Futbol Soccer de Nuevo León. Con el beisbol pasó igual. Monterrey tiene un equipo desde 1922, entonces eran los Indios de Cuauhtémoc, siempre con el soporte de Cervecería. Después cambió el nombre a Carta Blanca, luego a Industriales y finalmente en 1950 a Sultanes de Monterrey. Gracias al impulso de Eugenio, se creó el Salón de la Fama, recinto dedicado a inmortalizar las hazañas de hombres destacados en este deporte. Siendo directivo de los Sultanes el señor César L. Faz, un día preguntó a Eugenio que cuándo construiría un parque nuevo, y antes de caminar tres pasos llegó la respuesta: ¨César, llena el viejo y te construyo el nuevo¨. Esa corta y sencilla respuesta significó reflexión que impuso metas y motivó a grandes esfuerzos.


A Eugenio también le gustaba el golf, practicaba este deporte pero a su manera. No usaba más que tres bastones, decía que no se necesitaba más. Fue de gran apoyo en la constitución del Club de Golf Valle Alto, que junto con otros entusiastas golfistas, lograron tener la membrecía necesaria para sostener la operación de un campo de golf de 18 hoyos. 8. RECÁMARA Su recámara era un espacio muy diminuto. El más pequeño de toda la casa. También, tenía una cama chica cubierta con una sobrecama azul, un buró con una lámpara y un Cristo con un fondo negro de terciopelo, enmarcado y colgado en su cabecera. Era muy parecida a las pequeñas recámaras en los monasterios o conventos, o de algunas recámaras de universidades que dan hospedaje a los estudiantes. Al lado derecho de la cama había una ventana con cortinas largas y enfrente, un mueble pequeño de madera con tres cajones adornado con un crucifijo. Sobre la pared, las fotos de sus padres: Don Isaac y Doña Consuelo. En su clóset, que también era muy pequeño, sólo se podía encontrar tres trajes, uno negro, otro gris y una chaqueta formal, además de algunas camisas blancas. La sencillez de Eugenio fue una característica que se reflejaba en todo, hasta para vestir. Tenía poca ropa en su clóset, sólo la necesaria y no más de un sombrero. 9. ABUELO CARIÑOSO Eugenio era un hombre cariñoso, sobre todo con sus nietos. Ir a casa de los abuelos era toda una aventura, jugaban en el jardín y por todos los rincones de la casa. Eugenio siempre tenía en lo alto de un libero, un bote lleno de chicles de cuatro pastillitas que les repartía a los niños. Otras veces se los guardaba en las bolsas de su saco y sus nietos se divertían tratando de encontrarlos. Tomaba nieve, refrescos o limonada con sus nietos. Realmente tenía una paciencia muy grande y disfrutaba estar con ellos. Llegar a casa de ¨Paty y Many¨, como los llamaban sus nietos siempre resultaba divertido.

10. BIBLIOTECA A Eugenio le gustaba mucho leer y lo hacía por largas horas. Era cuidadoso con sus libros. Algunos los donaba a la biblioteca del Tecnológico y el resto permanecían en su casa. Como no era de su agrado subirse a los aviones porque sufría de vértigo, Eugenio prefería abrir sus libros y viajar a


través de ellos. Tenía libros de todo tipo; ingeniería, economía, arte y literatura. También tenía libros que hablaban sobre plantas, árboles, plagas y algunos otros de distintos países del mundo, en español e inglés. Al fondo de su pequeña recámara, había una puerta que daba a su biblioteca, era un lugar muy privado. Ahí pasaba mucho tiempo trabajando en su pequeño escritorio de madera, acomodado en un rincón en la esquina izquierda de la biblioteca y con una pequeña ventana. Eugenio se sentaba en su silla con tapiz azul de rueditas y se ponía a revisar los apuntes que hacía en una pequeña libretita que llevaba a todos lados. Era común que se colgara los lentes en una oreja para ver con detalle las cosas que le interesaban. En el centro de la biblioteca, Eugenio tenía una mesa de patas grandes, y una silla tipo de las llamadas ¨confidente¨ hechas de cuero, y con algunos grabados que perteneció a su padre Isaac. Toda la oficina estaba rodeada por un librero repleto de sus libros. En la parte superior del librero había algunas pinturas con paisajes de Nuevo León que algunos amigos le regalaban, y en las cuales se ve reflejado el amor hacia la naturaleza y su tierra. Hacia el oriente de la biblioteca, había una puerta que daba a un pequeño balcón en donde podía divisar la calle Padre Mier y parte de la ciudad.

11. PROMOTOR DE LA EDUCACIÓN Eugenio tenía una vida llena de trabajo pero siempre tenía tiempo para todos. Decía que si alguien quería hablar con él, era porque había algo importante que tenía que decirle. Cuando estaba en su oficina buscaba la manera de aprovechar el tiempo y atender todos los asuntos. Una manera era recibir a las personas de pie. Sus memorándums eran famosos por ser cortos y concretos. Tenía una gran capacidad de síntesis, lo que le permitía resolver y atender muchas de sus ocupaciones. Su deseo era que Monterrey tuviera una universidad del mismo nivel que cualquier universidad de Estados Unidos. Así, con esfuerzo, dedicación y tenacidad, Eugenio junto con gente comprometida, creó en 1943 el Tecnológico de Monterrey. Decía que ¨los grandes proyectos comienzan de la manera más sencilla¨. Amaba tanto al Tecnológico que lo consideraba como su último hijo, el más pequeño. Los alumnos podían verlo caminar por los pasillos y jardines, o haciendo fila en la cafetería ¨La carreta¨ para comer.


A Eugenio siempre le preocupó la educación. Y además del Tecnológico de Monterrey, apoyó la creación y mantenimiento de escuelas primarias: Colegio Hidalgo, Colegio Regiomontano, Isabel La Católica y la Melitón. Pagaba la colegiatura a algunos niños y ellos tenían el compromiso de llevarle las calificaciones cada mes. Él mismo, se encargaba de revisar sus calificaciones. 12. LÍDER Y VISIONARIO El liderazgo no es algo que se asuma, lo conceden los demás con las acciones, el ejemplo y el trabajo diario. Eugenio fue un líder que, sin dar grandes discursos (de hecho no le gustaba hablar en público ni aparecer en fotografías), daba lecciones con su ejemplo. Si había algo que le preocupaba o si rondaba por su mente alguna idea, se asesoraba, se hacía cargo, buscaba una solución y lo ejecutaba. Fue vanguardista y antes que nadie brindó seguridad social a los trabajadores de sus empresas; dio educación, cultura, deporte, salud. Dio gran impulso al aspecto social, con instituciones de beneficencia, clubes sociales y deportivos. Fue un hombre que entendía el significado de ¨nobleza obliga¨, que entre más se recibe, mayor es la obligación de regresar. Decía que ¨la dignidad humana está por encima de cualquier consideración económica¨ y veía al ser humano detrás de cada máquina, de cada mesa, de cada ventanilla de servicio. Impulsó el Ideario Cuauhtémoc; 17 principios sencillos y profundos con el objetivo de incrementar el respeto y eficacia en las relaciones de todos los colaboradores de la Empresa y asegurarse de que tuvieran una formación completa, no sólo en capacidades intelectuales, sino también en su formación humana. Algunos ejemplos son el ser puntual, ser tolerante, depurar el vocabulario, no hacer burla, no alterar la verdad, la dedicación al trabajo, entre otros. 13. LEGADO Murió la mañana del 17 de septiembre de 1973 en las calles de Villagrán y Luis Quintanar en un intento de secuestro, junto a dos de sus colaboradores. Justo en el cruce se encuentran una leyenda que dice ¨Aquí cayó mortalmente herido Eugenio Garza Sada¨. Al día siguiente, Monterrey se volcó a las calles para despedir a Eugenio. Llovía, pero más de 250 mil personas hicieron poco caso al


aguacero; su determinación por acompañar a Eugenio hasta su última morada era rotunda. Eugenio se entregó a la gente a través de sus obras. Eugenio fue multifacético. Ingeniero civil, empresario, filántropo, jardinero, músico, mecánico, padre de familia, esposo, abuelo, amigo, hermano, pero sobre todo fue un humanista que amaba su estado y su país. Con su ejemplo y enseñanzas ayudó a forjar el peculiar carácter del regiomontano. Cuando alguien le preguntó a Eugenio cuál trabajo era el más importante de su vida, respondió: ¨El que esté realizando en este momento¨. Era un hombre de pocas palabras, parco al hablar, pero de muchos hechos. Alguien lo llamó: ¨el constructor del Monterrey industrial¨. Fue Eugenio Garza Sada un ejemplo a seguir, un regiomontano extraordinariamente sencillo en toda su grandeza y que su gran preocupación fue siempre el hacer posible la superación de otros. Los triunfos le hicieron más humilde, los obstáculos le dotaron de mayor serenidad, la vida la llevó con nobleza y para quien sabía adivinar en su apenas leve sonrisa, hasta con alegría. Su personalidad es insustituible. El desarrollo regiomontano resulta incomprensible sin su trayectoria.


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