¿Sabía Usted Qué no hay evidencia científica suficiente que demuestre el uso de probióticos para el tratamiento de la depresión? Noviembre 2017
Introducción La depresión se entiende como una enfermedad que va más allá de un estado anímico bajo y no desaparece al pasar el tiempo. Se caracteriza principalmente por un sentimiento de tristeza, desolación, irritabilidad o vacío y se puede ver acompañada por cambios cognitivos y somáticos que alteran la calidad de vida de la persona (1,2). El impacto de la misma se ve reflejado en las cifras reportadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En febrero del 2017, afectó a más de 300 millones de personas alrededor del mundo a tal punto que los suicidios ocasionados por este trastorno son la segunda causa de muerte entre personas de los 15 a 29 años (3). Existen investigaciones recientes que demuestran la posible existencia de una nueva ruta de control de la enfermedad, la cual se fundamenta en que el sistema nervioso central guarda una comunicación bidireccional con el tracto gastrointestinal (eje cerebro-intestino) (4). Este eje bidireccional funciona a través del sistema nervioso autónomo, nervioso entérico, inmune y neuroendocrino. De manera similar, se han vinculado trastornos psiquiátricos con cambios en la microbiota normal del organismo y por esto, la regulación de estos cambios podría ser un blanco para el manejo de la depresión (4). Se entiende por microbiomas a ecosistemas microbianos que contienen al menos 100 trillones de microorganismos que tienen como función el establecimiento de la mucosa o recubierta intestinal y son el apoyo para el mantenimiento de la misma (4). Este microbioma está influenciado por diversos factores como carga genética, sexo, edad, dieta e inclusive el estrés al que está sometido el organismo. En recientes estudios, se ha sustentado la relevancia del eje cerebro-intestino y establecen que el estrés psicológico puede incre-
mentar la permeabilidad de la mucosa gastrointestinal generando un gran número de trastornos (5). Lo anterior, está soportado por la alta comorbilidad entre trastornos gastrointestinales y psiquiátricos (4).
Acerca de los probióticos, se tiene que hoy en día se estudian los beneficios por el consumo para la salud, aunque, las cepas, la dosificación y duración del tratamiento varían ampliamente y no están ni bien descritas ni documentadas (4). Para abordar el tema, se iniciará con la definición de probiótico, su composición, sus usos, una reflexión para el manejo adecuado de ellos, entre otros.
¿Qué es un probiótico y cuál es su diferencia con prebiótico? Los prebióticos son componentes no digeribles que sirven como sustrato y contribuyen a la proliferación de la microbiota intestinal. Entre los prebióticos se tiene a la fibra insoluble, ácidos grasos de cadena corta, y oligosacáridos no digeribles entre otros (6). Por otro lado, los probióticos son microorganismos vivos agregados a diferentes preparaciones como alimentos, medicamentos, y suplementos dietarios, que pueden influir de manera positiva en la salud. Los alimentos con probióticos se pueden clasificar como alimentos funcionales. Los probióticos se han utilizado en: modulación de la microbiota intestinal, protección del hospedero frente a enfermedades infecciosas, tratamiento o profilaxis de diarrea, atenuación de la intolerancia a la lactosa, reducción del colesterol plasmático, generación de respuesta inmunomoduladora, mejora de la enfermedad intestinal inflamatoria, mejora de enfermedades autoinmunes y prevención del cáncer (7,8).
¿Cuál es la composición de los probióticos? De manera natural, en el intestino se encuentran bacterias a las que se les atribuye propiedades benéficas, tales como bifidobacterias, Lactobacillus y
Eubacterium, las cuales conviven con bacterias patógenas tales como E coli, Streptococcus, Staphylococcus, y Proteus entre otras (6). Los probióticos son administrados con el objetivo de mantener en un estado óptimo la microbiota intestinal, reduciendo el riesgo de desequilibrio entre bacterias benéficas y patógenas. Los microorganismos generalmente encontrados en los probióticos son bacterias del género Lactobacillus como L acidophilus, L casei, L fermentum, L johnsoni, L paracasei, L plantarum, L reuteri, L rhamnosus y de género Bifidobacterium como B bifidum, B breve, B longum, B lactis y B infantis. Aunque también, se encuentran probióticos de los géneros Propionibacterium, Bacillus, Escherichia y Enterococcus o levaduras como S cerevisae (6-8). Los productos que contienen probióticos deben especificar el género y la cepa, tener origen natural, ser obtenidos a partir de aislamiento y purificados por métodos no desnaturalizantes. Estos deben conservar una cantidad adecuada durante toda su vida útil, y los vehículos o matrices del producto deben ser únicos para cada cepa. Así mismo, deben contar con estudios científicos que comprueben su eficacia y seguridad. La acción debe ser preventiva o curativa y su único propósito debe ser mejorar las funciones biológicas y/o mantener la salud. El mecanismo principal de esta clase de productos es mejorar la barrera intestinal defensiva, el metabolismo y la función inmunológica (9,10).
¿Cuál es el posible mecanismo de los probióticos en el tratamiento de la depresión? El uso habitual de los probióticos se relaciona con los conocidos efectos terapéuticos que ejercen en trastornos gastrointestinales (11); sin embargo, con la aparición del 'eje cerebro - intestino' se ha propuesto que sus efectos terapéuticos pueden extenderse hasta provocar una respuesta a nivel del sistema nervioso central. Lo anterior, sumado a la creciente evidencia que sugiere que el estrés psicológico puede producir un aumento en la permeabilidad del revestimiento gastrointestinal; ha promovido el estudio de sustancias capaces de manipular el microbioma del tracto gastrointestinal para el tratamiento de los síntomas depresivos (2).
Aunque hasta el momento no se conoce con certeza el mecanismo de acción por medio del cual los probióticos pueden llegar a ejercer sus efectos sobre el estado del ánimo, existen dos teorías predominantes que implican: Regulación de marcadores inflamatorios (IL-1, IL-6, TNF-α, INF-γ, y la proteína C-reactiva CRP) sobre-expresados en pacientes con depresión: La regulación se da por aumento en la permeabilidad intestinal, que permite que toxinas u otros desechos se filtren en el torrente sanguíneo, como por ejemplo lipopolisacáridos (LPS) capaces de desencadenar una respuesta inmune global. Se presume que, al mejorar la integridad del sistema gastrointestinal, los probióticos, reducen la capacidad de las endotoxinas para filtrarse en el torrente sanguíneo y así disminuir la inflamación, lo que da como resultado una mejor regulación de la actividad de los neurotransmisores y del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (2). Regulación de la neurotransmisión de la serotonina: En el sistema nervioso central (SNC), la serotonina está involucrada en la regulación del estrés, emociones, apetito y sueño. En el tracto gastrointestinal es responsable de funciones básicas como las secreciones gastrointestinales y la motilidad. Se cree que los probióticos tienen la capacidad de mejorar los síntomas asociados a cuadros depresivos, al incrementar la producción de triptófano libre que aumenta la disponibilidad de serotonina. Sin embargo, debido a la relación establecida entre el SNC y el sistema nervioso entérico, es posible que los dos mecanismos propuestos funcionen conjuntamente para dar lugar a los efectos propuestos.
¿Qué evidencia se encuentra sobre los usos indicados en depresión? y ¿Qué se puede concluir al respecto? La evidencia científica con la que se cuenta hasta el momento no permite emitir un concepto claro acerca del beneficio de estos productos en el tratamiento de depresión. Hasta el momento, se cuenta con 3 meta-análisis, que revisan ensayos clínicos aleatorizados en voluntarios sanos, en los que se mide el
efecto del consumo de productos con probióticos frente a placebo, en síntomas asociados a condiciones de estrés o depresión. Así mismo cabe aclarar que si bien se trata de meta-análisis, ninguno abarca más de diez estudios y en su mayoría abarcan los mismos ensayos clínicos puesto que son los únicos realizados a la fecha, es decir, las revisiones son algo redundantes (2, 12, 13). Respecto a los estudios incluidos, es importante tener en cuenta que ninguno presenta una definición clara sobre depresión. Adicionalmente, cada uno emplea diferentes escalas de medida para expresar sus resultados y sus observaciones incluían síntomas de depresión, ansiedad y estrés, así como variaciones en el tratamiento respecto a duración, dosis y el empleo de múltiples cepas de microorganismos probióticos, lo cual dificulta la identificación de las cepas responsables de los efectos preventivos. Por otra parte, la conclusión a la que llegan estas revisiones en resumen es la misma, si bien se puede hablar de un efecto significativo favorable sobre los síntomas de la depresión, estos resultados corresponden a voluntarios sanos, hace falta investigaciones que aseguren los beneficios de los probióticos sobre pacientes con depresión. Por tanto, no es preciso afirmar que los probióticos sean útiles en tratamiento de depresión, a lo sumo, las conclusiones de estos estudios los posicionan como una potencial estrategia de prevención (2, 12,13).
Mensajes clave ● Estudios preclínicos muestran una respuesta favorable por parte de los probióticos en síntomas de depresión al igual que los estudios clínicos realizados hasta la fecha; sin embargo, esto no constituye evidencia suficiente, debido al número reducido de estos últimos, por lo que se requiere de más estudios clínicos para emitir un concepto razonable. ● El estudio de los probióticos en el tratamiento de la depresión y estado de ánimo, no los posiciona como un tratamiento único capaz de reemplazar el tratamiento farmacológico, sino como una estrategia potencial para su prevención, por lo que de ninguna manera se aconseja reemplazar una terapia por el consumo de probióticos.
Conclusiones No hay suficiente evidencia científica para soportar que los probióticos puedan emplearse en el tratamiento de la depresión. Hasta el momento, se sabe que pueden ser una potencial estrategia de prevención para esta enfermedad.
Referencias (1) Medline plus. Depresion. 2017. Disponible en: https://medlineplus.gov/spanish/depression.html [Consultado el 3 septiembre de 2017].
(8) Taborda A, Kirjner A, Carvalho D. The Therapeutic Use of Symbiotics. Arquivos Brasileiros de cirugía digestiva. 2014; 27(3): 206–209.
(2) Wallace C, Foster J, Kennedy S, Milev R. Probiotics and depression: Preliminary findings and future directions. 13thWorld Congress of Biological Psychiatry. 19 de junio de 2017. Copenhague, Dinamarca.
(9) Mediagraphic. Microbiota, probióticos, prebióticos y simbióticos. 2016. Disponible en: http://www.medigraphic.com/pdfs/actamedica/acm2016/acm161g.pdf [Revisado 3 septiembre de 2017]
(3) Organización Mundial de la Salud. Depresión. 2017. Disponible en: http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs369/es/ [Revisado 5 septiembre 2017]. (4) Wallace K, Miley R. The effects of probiotics on depressive symptoms in humans: a systematic review. Ann Gen Psychiatry. 2017; 16: 14 (5) Pinto I, Hall G, Ghaja K, Nardelli A, Bolino C, Lau J, et al. Probiotic Bifidobacterium longum NCC3001 Reduces Depression Scores and Alters Brain Activity: A Pilot Study in Patients With Irritable Bowel Syndrome. Gastroenterology. 2017;153 (2):448-459 (6) Gimeno E. Alimentos prebióticos y probióticos. Ámbito farmacéutico. 2004; 23(5): 91-94 (7) World Gastroenterology Organization. Guía Práctica de la Organización Mundial de Gastroenterología: Probióticos y prebióticos. 2011. Disponible en: http://www.summaremeis.com/images/productos/defenzinc/evidencia/03.pdf [Revisado 1 agosto 2017]
(10) Manzano C, Estupiñán G, Poveda E. efectos clínicos de los probióticos: qué dice la evidencia. Revista chilena de nutrición. 2012; 39 (1): 98-110 (11) Hill C, Guarner F, Reid G, Gibson GR, Merenstein DJ, Pot B, et al. Expert consensus document: The International Scientific Association for Probiotics and Prebiotics consensus statement on the scope and appropriate use of the term probiotic. Nature Reviews Gastroenterology & Hepatology. 2014; 11: 506–514. (12) Huang R, Wang K, Hu J. Effect of Probiotics on Depression: A Systematic Review and Meta-Analysis of Randomized Controlled Trials. Nutrients. 2016; 8(8). pii:E483 (13) McKean J, Naug H, Nikbakht E, Amiet B, Colson N. Probiotics and Subclinical Psychological Symptoms in Healthy Participants: A Systematic Review and Meta-Analysis. The Journal of Alternative and Complementary Medicine. 2017, 23(4): 249-258.
Facultad de Ciencias Departamento de Farmacia Carrera 30 No. 45-03, Edificio 450 – Oficina 214 PBX (57 1) 316 5000 Ext. 14623 Correo-e: cimun@unal.edu.co Bogotá D.C., Colombia Sur América
Dirección Prof. José Julián López Gutiérrez jjlopezg@unal.edu.co