AÑO II NÚMERO XIII
EDICIÓN DE DICIEMBRE DEL 2009
LA SANTÍSIMA TRINIDAD DE LAS 4 ESQUINAS
Editado en Arica- Chile 2010 Diseùo: Daniel Rojas Pachas Cinosargo Š Daniel Rojas Pachas 2000-2010 Contacto: carrollera@gmail.com Web: www.cinosargo.cl.kz Cinosargo by Daniel Rojas Pachas Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.0 Chile
INICIAMOS ESTA EDICIÓN DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD... ...celebrando nuestro primer año de vida. El recorrido ha sido arduo y nos ha llevado por diversas sendas del quehacer literario nacional, hemos entrado en contacto con autores consagrados a través de su lectura y hemos iniciado diálogo con las nuevas voces que abren con sus obras, camino a lo largo de todo el país. Definitivamente hemos aprendido mucho con este proyecto que inicio como la inquietud de cuatro amigos por reseñar todas las aristas de la producción escritural chilena y aunque hoy, a un año de dar vida a este hijo de Cinosargo, sólo quedamos de forma consecuente dos de los fundadores, Daniel Rojas Pachas y quien suscribe, podemos sin embargo regocijarnos al saber que la Santísima tiene fuerza suficiente para mantenerse pese a las ausencias y ha ido creciendo en otras direcciones. Hemos conseguido una docena de ejemplares y un público así como colaboradores en constante interacción, todos atentos a la difusión y estudio del edificio cultural de la nación. Por ello buscamos mantenernos firmes en la tarea de seguir colaborando con nuestra propuesta y trabajo, a fin de difundir un poco más la literatura dentro de Chile y hacia el extranjero ponderando la riqueza de quienes dan forma y esencia a nuestra identidad literaria con sus quiebres y expansiones. La Santísima de esta manera se ha ido consagrando con independencia y humildad, ganando su espacio y sumando esfuerzo al rol que ya cumple y ocupa Cinosargo dentro del norte del país y en realidad dentro de Chile y el mundo, con puro trabajo, dedicación y sincero amor por la literatura.
...ESPERAMOS DISFRUTEN!!!!!!!!!!!!!!!! LA SANTÍSIMA, SIEMPRE DEDICADA A LA LITERATURA NACIONAL... VIOLETA FERNÁNDEZ. 26/ 12/09
Dialogando con la nueva narrativa de Arica Por Daniel Rojas Pachas
Resulta necesario presentar esta parte de la compilación nuevos narradores de Arica y Antofagasta con unas palabras acerca de los estilos y técnicas dispares de quienes por la incipiente XV región, han tenido el atrevimiento de representarse narrativamente a sí mismos más que a una localidad, pues si bien, todos tienen en común el residir en Arica (ni siquiera se puede decir que todos sean originarios de esta zona, dada la condición extrema y fronteriza que ostenta) podemos destacar por encima de la confluencia espacial un irrefrenable deseo de no ser encasillados y evitar asumir de modo determinante el espíritu de geografía frontera, ciudad heroica y nostálgica que cierta mirada canónica ha impuesto. Por ello, citamos planteamientos de Virginia Woolf a esta altura ya clásicos aunque muchas veces no escuchados o bien entendidos por algunos sectores dogmáticos de la tradición literaria local y porque no nacional, que pretende regionalizar la literatura como una imagen de postal llámese pampina, austral o alegórica del copihue o el cactus. Woolf decía: La vida no es una serie de farolas ordenadas simétricamente, sino un halo luminoso, una envoltura semitransparente que nos rodea desde el inicio de nuestra conciencia hasta su final. ¿No es tarea del novelista transmitir este espíritu variado, desconocido y sin circunscribir, no importa qué aberraciones o complejidades manifieste, con tan poca mezcla de lo ajeno y lo externo como sea posible? Tales palabras nos permiten expandir desde el intuitivismo, la irracionalidad, el expresionismo y la percepción estética de cada individuo, la región, no como un exacerbamiento de lo que Tolstoi decía “Describe tu aldea y serás universal” Sino considerando la realidad que nos convoca como es en su completa incertidumbre… una aldea global, abstracta y con fronteras virtuales, más cercana hoy a una red paragramática llena de códigos fonéticos, sintagmáticos y semánticos, signos y discursos intra- e infra-históricos y que cada autor sabrá como abordar y proponer a su antojo independiente de su ubicación en un hemisferio. Al respecto, no podemos negar que el espacio y época influyen, la distancia de un centro por ejemplo, digamos Santiago… Pero para el caso de Arica vale afirmar que hay muchos otros centros a los que paradójicamente la ciudad ha estado anexada o vinculada a lo largo de su historia, Perú y Bolivia…
También Arica, si lo pensamos es al final un centro lejano e indolente para las provincias de Parinacota y la población Aymara del país y en cuanto al resto de Chile, la otrora ciudad de la eterna primavera, es también un núcleo cuando se trata el tema de los inmigrantes ilegales y la droga. En definitiva todo lo expuesto está en mayor o menor medida en la mente de los creadores de esta antología y si bien uno puede escribir situado y lo hace… se puede contraargumentar a aquellos fundamentalistas del naturalismo regional que pregonan: “que uno no puede marginarse o dar la espalda al mundo que lo rodea” añadiendo del mismo modo, que uno tampoco puede excluirse de la labor de rodear al mundo con lo que uno es en lo más profundo de su caos y deseo por imaginar la realidad. Por ello este grupo o colectivo imaginario de autores situados en Arica… no cabe tampoco llamarlo generación pues hay voces aquí que bordean los veinte y otros que superan los cincuenta… por tanto es preferible entender su quehacer como el de artistas disímiles de la palabra y que aspiran desde su individualidad a desarrollar una geografía mental más que territorial abocándose a la región no tan transparente que cada cual quiere relatar y representar en el papel. Así lo demuestra la inclinación multifacética que vemos en los textos, el humor negro, la blasfemia y desacralización de figuras, lugares e hitos, incluso instituciones como el mismo arte de narrar son cuestionados con una revisión irónica y metatextual de la palabra y espacios concretos cargados de un esplendor utópico, podemos señalar el Morro o el manoseado y derruido Hotel Pacífico, en esos trotes tampoco es de extrañar la revisión a los llamados subgéneros, el terror, la ciencia ficción, la novela negra y las transgresiones que modifican la estructura narrativa lineal con saltos de nivel poniéndose atención más que a lo enunciado a la enunciación, los quiebres temporales y por último la ausencia de una voz definida se lucen en estas prosas. La suma de todos estos esfuerzos en cualquier caso, tampoco anula el potencial de la tan mentada ciudad desértica y fronteriza que asume el rol de atmósfera o punto de hablada, espacio depredador, violento, contradictorio y ambiguo que Cormac McCarthy, Rulfo, Burroughs, Bolaño, Lowry y muchos otros vitalizaron… Aquel lugar sigue siendo sin duda un misterio y veta a explorar y que lastimosamente termina pudriéndose como cualquier otra posibilidad creativa en el decimonónico afán de poetizar elogiosamente las bondades del paisaje y el tesón del tipo humano… por ello se plantea desde este punto, en la historia creativa de Arica, una imperiosa primera tentativa de romper con una inercia fetichista y reduccionista que se ha asumido como verdad en los últimos cincuenta años o más dentro de la literatura de la localidad… pues el ejercicio escritural debe ser el norte y no el norte como tótem, mantra o símbolo sacro una excusa para escribir en clave turística y condescendiente Daniel Rojas Pachas Arica diciembre 2009
La "Nueva Nortinidad" a propósito de la Antología Escritores de Arica - Antofagasta por Alvaro López Bustamante A raíz de ciertos hechos muy interesantes, que no viene a cuento mencionar por ahora, sostuve una discusión que derivó, afortunadamente, en ciertas consideraciones respecto a la “nortinidad” en la literatura. Usualmente, se considera literatura nortina a aquella que habla de la pampa, en lo posible situada antes de 1960. Dejando aparte el valor histórico-testimonial, se trata generalmente de literatura orientada a generar una cierta modorra intelectual, pues existe un concepto entre místico y cómodo de lo nortino. Un misticismo de cartón piedra, en que se añora la época feliz de la juventud, sumado a la comodidad de aceptar ciertos estereotipos por su forma, no por el trasfondo histórico, emocional, o social que los originó. Ocurre que las cosas han cambiado en 50 años, y si literatura nortina es aquella que habla de lo que pasa, digamos, más al norte de La Serena y, mejor aún, desde Vallenar al norte,entonces tenemos que hablar de otras cosas, todas derivadas de la condición de región extrema y fronteriza: La inmigración, el tráfico de drogas, el tráfico de mujeres y hombres, la pobreza, el encarecimiento material y el empobrecimiento intelectual y espiritual de la vida, y la brutal desigualdad con que todo esto pinta a la sociedad donde estamos inmersos. El lenguaje, entonces, no es precisamente de academia, más bien, se profieren palabrotas y palabrones, las situaciones no son en general del agrado de reunioncillas de salón, sino que todo es más sucio, más violento. Menos cómodo. Queda una sola oficina salitrera, y los íconos ya no son los mismos. Se pasa de Sabella a Bolaño, de la imitación de Neruda a la imitación de Bukowski,y ya internet no es nada especial. ¿Reivindico Norte Grande? Por supuesto, pero con narcotraficantes, y asesinos en serie. Es lo que nos tocó vivir. Es la nueva “nortinidad”. Es lo que hay.
Para saber qué diferencia la "Nueva Nortinidad", de lo existente, hay que describir lo segundo. Partamos por la poesía. En general, la poesía nortina ha sido un apéndice de aquella en las metrópolis de más al sur. Excepciones: Oscar Hahn, Jodorowsky, Calderón, Fariña. Sin embargo, no viven en el país o la zona desde hace décadas, por lo que la cotidianeidad, la naturaleza actual de nuestra situación, poca influencia tiene en su poesía a estas alturas. Poesía nortina: O "lárica", o imitación de Neruda y Huidobro, en menor medida de Rojas (el bueno) y de Parra. Al ser voces impostadas, se tiende a la chatura, a la repetición de tópicos, y muchas veces, hay que decirlo, a la pobreza intelectual y de vocabulario. Se confunde poesía con palabras huecas que suenan bonito, rebeldía con descripción de lugares exóticos, calidad con cantidad. Se intenta impresionar con frases altisonantes, en suma: vacío y torpeza.
En lo que llamamos "Nueva nortinidad", lo realmente nuevo está en sus temas, no en la forma. Así, en general, sus tópicos lo constituyen hechos que efectivamente ocurren al escritor, y que afectan tanto su entorno como su vida interna: Sangre, rabia, vida. Prostitución, drogas, violencia intrafamiliar, sí, pero también amor y humanidad. En las formas, podemos observar cierta adopción de la llamada neovanguardia de los '80, así como la ruptura con los corsés del modernismo de comienzos del siglo XX (tan caro a la "poesia nortina"), la influencia de la música contemporánea y los medios digitales y, lo más importante, una intensa búsqueda de la expresión propia. Es triste que los representantes más fuertes de estas expresiones, hayan quedado fuera de la Feria del Libro santiaguina 2009, por distintas causas. Lo lamento, por la alta calidad de sus textos, y porque me parecen quizás más representativos de la lírica local, por lo actual, por lo vivo, porque representan el futuro, la dirección donde va nuestra literatura. En la narrativa actual del norte de Chile, resulta evidente (aún más que en nuestra poesía) el viraje hacia otras posturas estéticas, distintas a lo que habitualmente se ha considerado "literatura nortina". Y con "literatura nortina", nos referimos, a la prosa "pampina", con mayor o menor dosis de moralina o moraleja, que es básicamente donde se ha ido encasillando la identidad de nuestra zona. Tomemos el caso de la novela "Alto Hospicio", de Rodrigo Ramos. Nos cuenta la historia del connotado asesino en serie, pero desde una perspectiva que resulta más descriptiva que axiológica o moralista. Nos habla de los inmigrantes, de la droga, de la pobreza. Del llamado "mundo de la noche". De Internet. Son temas que, me parece, están surgiendo con fuerza en estos últimos años, en la obra de diversos autores radicados en la zona, y que se alejan del llamado "mundo pampino". La técnica narrativa también varía: se toman prestados elementos de la ciencia ficción, del cómic, y entre otras cosas, se bastardea la técnica periodística llamada "gonzo", donde el periodista es parte de la noticia, la relata desde un punto de vista netamente subjetivo, enfatizando aspectos de la misma, apelando a recursos reales y ficticios.
Se apela a la realidad actual, sucia, dura, pero innegable. El ámbito ahora es más citadino que pampino, las salitreras desaparecieron (excepto una), y ahora vivimos una cotidianeidad que une a la gente que se pierde días "arriba", en la mineria, con un collage tercermundista postmoderno, con abismantes brechas entre pobreza y riqueza, mezclados todos como en un merengue, al decir del tango. Evidentemente no es el mundo pampino al que la literatura nos ha tenido acostumbrados desde el siglo XX, sino uno igualmente duro, pero con otros códigos, otros ámbitos, otras perspectivas. Nuestro presente. Y posiblemente, buena parte de nuestro futuro. De un tiempo a esta parte, ha ocurrido un cambio profundo en los aspectos sociales (y económicos) de la zona norte. Esto se ha ido reflejando, poco a poco, en su literatura. A esta literatura, influida por cambios relativamente recientes, algunos hemos dado en llamarle "nueva nortinidad", para diferenciarla del tipo de literatura que se supone caracterizaría a nuestra zona. Con esto me refiero a poesías e historias de pampa, de salitreras, y todo el universo asociado a ellas. No hablamos, entonces, de la eliminación de la literatura calichera, sino del surgimiento de nuevas generaciones, cuyo lenguaje y forma de vida están más cercanos a la condición de zona fronteriza y geográficamente extrema, situada en el patio trasero de la llamada globalización, que a nuestro imponente pasado de explotación en las casi extintas oficinas salitreras. Esta nueva aproximación a la literatura, de la que me siento parte, no es antojadiza, ni menos un arrebato caprichoso, sino que más bien es la constatación de que numerosas escritoras y escritores cada cual siguiendo sus propios procesos independientes- han arribado a cierta estética común y a la consideración de temáticas semejantes, que son las que ya he mencionado en los anteriores artículos. Es posible que, "sin querer queriendo", haya nacido una especie de "colectivo imaginario", como lo llama un amigo, pues estas escritoras y escritores, además de rescatar el concepto de solidaridad entre pares, concuerdan - esto se ve leyendo las distintas obras - en una redefinición del concepto de "nortinidad" en lo literario. Es razonable pensar que este proceso seguirá un largo tiempo: podemos distinguir escritores de valía en esta línea, lo que asegura representantes dignos del proceso. Ellos - esperemos - le cambiarán la cara a la literatura nortina.
LA SORPRENDENTE NOVELA DE CÉSAR VALDEBENITO
Por Francisco Javier Parra
Acaba de aparecer en librerías la novela Correcciones Elementales, del escritor César Valdebenito. El héroe de la novela es Claudio Villanueva Zawaski, un escritor maldito envuelto en una vida que lo supera. Vive rodeado de tipos complejos que cada cierto rato nos parecen unos evocadores de penas del pasado, unos superdotados, o unos seres paradójicos. Junto a ellos, una serie de personajes secundarios toman a veces las riendas de la narración y sus destinos lentamente se van uniendo al del protagonista con sus muertes y desapariciones. Claudio Villanueva puede ser el diablo, o un ángel, o un pobre hijo abandonado por su padre, o un ser infeliz que carga con la culpa de la muerte de éste. Es un ser sin identidad porque las tiene todas, puede amar, odiar, utilizar a sus amigos, joderles la vida, golpear mujeres y ser golpeado. En ese maremagnun el protagonista camina en la cuerda floja, porque es un personaje que ya hizo lo que quería hacer y que ya no podrá ser otra cosa que lo que es: un poeta solitario impenitente, pero que se seca y pierde no sólo la virtud que la vida le dio para escribir, sino al revés, pierde la vida buscando aquella virtud. Sin embargo, no se crea que en la trama de Correcciones Elementales surge el vicio de muchas novelas actuales, en que el escritor escribe para escritores y en que la trama no conoce más aristas que la vida misma de ese escritor. Aquí el asunto es muy distinto; Claudio Villanueva es un personaje extremadamente complejo que desarrolla una carrerilla como escritor o celebridad literaria de una pequeña ciudad, pero que no agota ni sus particularidades ni mucho menos su historia en aquello, sino que junto a él nos arrastra hacía un Sur profundo, desolador y turbulento. Así Correcciones Elementales nos presenta una buena cantidad de historias sólidas, sórdidas, conmovedoras y apocalípticas que son narradas con una síntesis demoledora, careciendo de todos los tópicos desgastados que afloran recurrentemente en la narrativa nacional. Como telón de fondo la novela nos muestra un nítido cuadro social y político y a partir de ahí todo trata del caos personal. El autor aborda cada capítulo desde ese mismo ángulo, y dejando que cada línea de su prosa deje una huella indeleble en nuestra memoria. Leer a Valdebenito es como ver un reportaje de guerra o como recibir el diagnóstico de una enfermedad terminal y ahí nos encontramos con la intimidad del amor, la paranoia de las amistades que se quiebran y reconstruyen y vuelven a quebrar y el narcisismo descarado y frívolo de las familias. Y, como Villanueva en sus buenos tiempos (si alguna vez los tuvo), Valdebenito es un poeta de condiciones notables, y no duda en desperdigar la belleza de su poesía en cada palabra que escribe. Así como tampoco le teme a la sexualidad arrolladora y enfermiza de sus personajes, ni a la violencia extrema, ni al amor más tierno. Y es a través de esa poesía que se nos permite ver, tocar, sentir la ciudad donde transcurren los hechos; el Concepción agitado y convulso de finales de los años noventa y principios del dos mil. La técnica de la novela es variada y plagada de los más diversos recursos. El monólogo interior y la reflexividad del protagonista en algunos capítulos, contrasta y a la vez armoniza con una narración seca y dura de otros, lo que, sin embargo, aparece unido a la perfección, sin perder la línea humorística, grotesca, exuberante, de la prosa de Correcciones Elementales. En cuanto a estructura, Valdebenito divide su obra en cinco partes, cada una de las cuales se compone de capítulos cortos que en sí mismos encierran una y muchas historias, pero dejándole al lector el espacio suficiente para interpretar y reflexionar acerca de aquellas, al más puro estilo de autores como Carver o Hemingway, siguiendo la tradición realista y sucia de la mejor narrativa norteamericana. Sin duda, Correcciones Elementales constituye una pieza clave y sólida que permite afirmar que estamos en presencia de uno de los más dotados autores de la literatura chilena contemporánea.
LA DIALECTICA PASADO-PRESENTE EN LA NOVELA CALLATE VIEJO E MIERDA DE LUIS SEGUEL VORPAHL
PATRICIO ÚBEDA ÚBEDA UNIVERSIDAD DE TARAPACÁ ARICA CHILE 0. Introducción Esta ponencia se propone analizar e interpretar la novela Cállate viejo e’ mierda de Luis Seguel Vorpahl, cuya estructura polar opone el pasado ariqueño al presente; y se desarrolla en el contexto de la ciudad de Arica, abarcando desde 1960 hasta 1980, aproximadamente. En su esencia, la novela surge como la voz de una sociedad que ha perdido la dirección del arte, la ciencia y la moral, y funciona al ritmo de la economía. En ese contexto, la estructura de la obra se funda en la necesidad de explicar social, cósmica y estéticamente al hombre de hoy. A nivel del discurso, la novela se organiza como un relato en el que la narración básica enuncia el proceso creativo, que aparece como una lucha entre la realidad y la ficción, en que la ficción busca desprenderse gradualmente de ella, hasta lograr la independencia, la autonomía artística creada por el lenguaje literario. Para cumplir con nuestro propósito, nos apoyaremos en el modelo socio-semiótico de Bajtín, que marca una ruptura metodológica con el formalismo en una triple dimensión: estética, teórica e ideológica. En este contexto, nuestro trabajo se iniciará con una breve exposición sobre el planteamiento de Bajtín. Luego se ubica la obra en el contexto de producción y recepción y después de ello, realizar un análisis que contemple tres actividades: determinación de la estructura y de su organización discursiva.
1.0 Marco teórico y conceptual. Según Bajtín, oponiéndose al formalismo, el texto novelesco no constituye un texto autónomo y cerrado en sí mismo, sino un componente más que forma parte del quehacer cultural. Esta ruptura metodológica con el formalismo se da en una triple dimensión: estética, científica e ideológica. En lo que concierne a la dimensión estética, el autor toma en cuenta sólo el aspecto subjetivo de los interlocutores, rechazando la dimensión retórica; porque esta apunta a la persuasión y no a la verdad, provocando una ruptura con la idea racionalista de verdad, que concibe como un acontecimiento valorado por un pensamiento “emotivo-volitivo” (Beltrán, 1995:59) Con ello Bajtín quiere demostrar la incapacidad del formalismo de dar cuenta del objeto estético y de todo el dominio de la razón práctica (ética, política, cultural). De esta manera, la idea de verdad como acontecimiento y de noción de estilo “emotivo-volitivo” se constituyen en los factores que permiten comprender la experiencia estética, que se compone de dos momentos principales: la empatía y la objetivación. La primera, que actualiza algo que estaba en potencia, se caracteriza por cierta suspensión del juicio, del proceso racional, permitiendo un contacto sensorial-intuitivo-emocional, que nos revela sentidos inéditos que evidencian valores. El segundo componente se presenta como un distanciamiento, como un estímulo a la actividad racional, que busca explicar el sentido revelado, el por qué del efecto estético. En última instancia, estos dos movimientos definen el perfil del objeto estético, al otorgarle sentido de unidad. La idea de empatía se relaciona con la realidad humana, que está configurada por una pluralidad de voces, de conciencias y de discursos, que asumen una actitud dialógica, haciendo del diálogo la esencia de la vida. Esto significa que el pensamiento de Bajtín se opone a todo tipo de centralismo lingüístico, ideológico, cultural y social y, naturalmente, a todo tipo de enfoque abstracto, formalista, en que esté ausente lo humano. Los discursos literarios son el producto de la trasformación que experimentan los diversos discursos sociales, cada uno con su propia perspectiva ideológica. Al incorporarse al discurso novelesco, la multitud de voces, que pierden su carácter socio-lingüístico directo, se manifiesta a través de las palabras del autor, de los narradores, de los discursos insertados y del discurso de los personajes, cobrando sentido en un contexto determinado (Bajtín, 1989: 77-236). En este sentido, la novela se puede entender como un espacio de encuentro de discursos en el cual concurren múltiples voces sociales, que permiten poner en relación el universo de la ficción con la realidad histórica, hecho que deriva en una doble consecuencia. Primero, la construcción del discurso novelesco pone en evidencia la marca ideológica de los discursos sociales representados ficticiamente en el texto literario, a través de la organización del lenguaje en el discurso. Segundo, la acción ejercida por la realidad histórica pone de relieve el sentido que adquieren los sucesos narrados para el lector en el contexto social, político e histórico en el cual está inserto. La marca social e ideológica que lleva el discurso se constituye en un hecho clave, que produce en el texto novelesco un tipo de significación plurívoco. Por tanto, entendida la novela como un espacio de encuentro de distintos discursos, se constituye en el lugar privilegiado de la interacción verbal, social e ideológica. De este modo el texto novelesco, materializado en el lenguaje, se constituye en un hecho social e histórico, que define el fenómeno literario como un proceso de comunicación, que pone al descubierto a los participantes del proceso creador y receptivo, es decir, establece un vínculo entre el autor, la obra, el contexto y el lector.
Consecuentemente, Bajtín no define la ideología en el sentido marxista tradicional de “falsa conciencia” (1), sino como un sistema de pensamiento y de apropiación de la realidad en un grupo o clase particular por intermedio del lenguaje, es decir, por un sistema de signos que genera el sentido de la sociedad. De este modo, el lenguaje se constituye en el material semiótico de la conciencia humana, dándole una orientación dialógica a la ideología, que se ofrece como un proceso concreto y vivo, semejante a la dinámica de la práctica social y a la actividad voluntaria que asume el sujeto en ella. El texto establece un diálogo con las fuerzas vivas de la cultura en que se inserta, esto es, facilita el diálogo de las infinitas voces que conviven en el espacio social. De acuerdo a Bajtín, el análisis inmanente del material verbal de una obra de arte literario, no puede dar cuenta del lenguaje en su determinación artística y literaria, quedando sin explicar, por ausencia del elemento valorativo, la tensión emocional y volitiva de la forma. Por tanto la forma no debe entenderse como aspecto externo de algo, sino como estructura encargada de la organización del contenido, en la que el propio contenido determina el carácter de dicha organización. 2.0. Contexto de producción y recepción. El autor ha seleccionado el tema del medio social e histórico, transformándolo durante el proceso creador en contenido de la obra, tarea que lleva adelante a través del lenguaje y de la organización del discurso en el texto. Esta organización, que permite al lector vincular los aspectos temáticos y el lenguaje, garantiza la materialización artística de la obra, su coherencia interna y externa. De este modo, el contenido de la obra es el resultado de la unidad entre el tema que se ofrece al autor como posibilidad de expresar sus propias vivencias en forma artística, contribuyendo con ello a revelar la unidad entre forma y contenido, que resulta de la transformación de los significados convencionales del lenguaje, todo lo cual favorece que el texto sea experimentado, sentido, en vez de comprendido e interpretado. Por tanto, como objeto estético, sensible, la forma de organización de la novela provoca la semiosis, haciéndola significativa. Situada en el contexto de la ciudad de Arica, su desarrollo, que abarca desde 1960 hasta comienzos de los 80, aproximadamente, se haya condicionado histórica, social y culturalmente. Sin embargo como objeto estético, no podemos confundirlo con el mundo real, ya que constituye un mundo con dimensiones propias. Lo representado en la obra constituye un mundo ficticio, que es producto de la imaginación creadora. De este modo, puede entenderse como un tenso y esclarecedor ejercicio sobre la realidad ariqueña, como asimismo, una visión de la contaminación ética del consumismo que se ha instaurado en la sociedad contemporánea.
En última instancia, constituye un intento de ser la voz de una sociedad que funciona al ritmo de la economía y se ha olvidado de la importancia del arte, la ciencia y la moral en la vida humana. En este contexto, la estructura polar de la obra, que opone el pasado al presente, nos permite percibir la realidad social, cósmica y estética del hombre y el mundo de hoy. No se trata de una relación real entre el mundo que vivimos y el mundo ficticio de la novela, sino se trata de una relación de razón estética, metafórica. El mundo evocado en la novela nos lleva a establecer una relación de significado entre el mundo real conocido por el lector y el mundo ficticio. Por ejemplo, la presencia de ciertos nombres o acontecimientos como barrio industrial, Austin Mini, campeonato mundial del 62, Junta de Adelanto de Arica, la ciudad del Nylon, La Virgen de Las Peñas, el Casino de Arica, son elementos de la ficción que permiten al lector relacionar Arica actual con Arica antes de la Dictadura militar. Antes del 73 Arica era una ciudad rica, en la cual había de todo, y la gente no se endeudaba; compraba todo al contado. La demolición del Hotel Pacífico es la gran metáfora, que simboliza la decadencia de Arica. De este modo, los elementos constructivos en tensión constituyen la marca ideológica que pone en juego el conflicto entre la presencia y ausencia, que establece el proceso generativo del texto en el horizonte ideológico de la época (Bajtín, 1992). Siendo así, lo ideológico del signo va a depender siempre de un sujeto real, en un determinado momento histórico y situación social. Y es justamente la participación de lo social en la semiotización del signo, lo que lleva a Bajtín a establecer que todo signo es ideológico y todo ideología se materializa en algún signo concreto (Voloshinov, 1992). Por consiguiente, todo texto literario es ideológico, y si analizamos los elementos constitutivos en tensión de la novela podemos llegar a “la plenitud semiótica de la tensión ideológica” (Mancuso, 2005: 143). Veremos a continuación cuáles son los puntos estructurales de la obra donde se manifiesta la tensión ideológica, tanto desde el nivel de la historia narrada como desde el nivel del discurso. Es decir, primero desde el punto de vista de la estructura; y luego desde la perspectiva de la organización del discurso. 3.0. Organización estructural de la novela. El eje estructural, que constituye la armazón del texto, es la oposición entre el pasado glorioso de la ciudad de Arica y el estancamiento en que se encuentra sumida. Dice el narrador: “aunque la palabra ciudad podría ser que aún le quede grande a una Arica que ha crecido arañando apenas el camino hacia el progreso aun cuando puede exhibir un pasado glorioso” 8p.11).
En este marco se desarrolla el relato, que se inicia con una ceremonia matrimonial Aymara, realizada en la Catedral San Marcos. En forma paralela al relato básico, se narra la historia que relata el proceso creador de una novela, en la que Gracio Espejo aparece como un “escritor bastante poco reconocido por sus novelitas casi policiales” (p.17). RosaLía Matamala, Lía, que aparece en la fiesta matrimonial en Cerro Sombrero, abre para el incipiente escritor la posibilidad de hacerla la heroína de la historia. Sin embargo, en el proceso creativo empiezan a surgir las primeras dificultades, que tienen su origen en la realidad cotidiana, la vida que vive el novelista. Gracio Espejo no vive el mundo de ahora, “el mundo de la teléfonos móviles y de las computadoras personales” (p.16), sino que se quedó en el pasado. A fin de proseguir con el proceso creativo, el autor debe luchar tenazmente con el medio en que vive. Su propia madre se constituye en el primer obstáculo, a quien debe comprar el pan todos los días. Pero el proceso creativo continúa, y a medida que avanza la escritura, Gracio Espejo empieza a liberarse de la realidad cotidiana y así la escritura comienza a mejorar. A medida que avanza el proceso creativo y el autor se va despojando de los elementos de la realidad, el relato comienza a tomar forma; y en este proceso van surgiendo otros personajes, que le dan a la trama más dinamismo. Uno de esos personajes es el inspector Espinoza, que se siente fuertemente atraído por la heroína, logrando relacionarse con ella. Sin embargo, esta situación crea una guerra silenciosa entre Pacchiotti, el mafioso amante de Lía y el detective. Mientras esto se va gestando, Gracio Espejo deja por un tiempo la escritura, pues surge en su vida una mujer, Renata, que lo aleja de su oficio de escritor; porque el amor surge como fuerza que lo despoja de su capacidad creativa, como una vuelta a la vida cotidiana, donde la fantasía y la imaginación creadora están ausentes. Pero el autor ya ha tomado la decisión de ser escritor, y opta por la soledad. Entonces recorre la ciudad, sueña con lugares desconocidos y esos escenarios se constituyen en el espacio donde se mueven sus personajes. El Manhattan, surge como un lugar de la ciudad que expresa la vida nocturna de Arica, el lugar de encuentro de grandes artistas, como el Pollo Fuentes, el Blue Ballet, etc. Pero también el escenario del crimen y la coca. Aquí el policía asesina al guarda espaldas de Pacchiotti, por celos. Asesina al propio Pacchiotti, cuando este se iba a casar con Lía y, finalmente se suicida. En medio de este ambiente de guerra, Arica aparece como la ciudad feliz, llena de proyectos, en que las empresas dan trabajo a la gente, abierta al mundo, en el que el tráfico de ropa y todo tipo de mercadería era llevada al sur del país. Por otra parte estaban las grandes industrias, automóviles, televisores. Ha muerto su madre y Gracio Espejo siente la necesidad de terminar la historia de Lía. Pero surge otra mujer en su existencia, Carla, de quien aprende que se puede ser honesto en la vida; porque el dinero no constituye la única medida que valora la existencia humana. Ella, si bien es cierto era una prostituta, era una mujer que luchaba por su hija, que la único que tenía en el mundo. Por eso cuando Estelita muere, se suicida, porque su vida perdió todo sentido. Gracio Espejo ya había creado el personaje; pero llegó el momento en que: “Sintió la necesidad urgente de terminar la historia de Lía y deshacerse de ella, empezó a molestarle su presencia en cada situación diaria y Gracio Espejo se zambulló a escribir mucho más ansioso que el día anterior y queriendo terminar lo antes, mucho antes de lo que se imaginó al comienzo de la novela” (p. 78)
Como ya sabemos, se había enamorado de Carla y esto le quitaba tiempo para el trabajo literario. Por eso quiere destruir lo escrito; pero el suicidio de Carla le da libertad y puede retomar la historia de Lía. Finalmente, después de permanente búsqueda, logra publicar la novela haciéndose conocido y famoso. La historia de Lía termina en matrimonio con un hombre que llega desde Santiago, un gran empresario y visionario que se instala con una gran ferretería. Se llamaba Américo Astudillo. Este hecho marca un cambio radical en la vida de la heroína. Gracio Espejo, que se había construido una casa en Azapa, al final termina medio loco, confundiendo la realidad con la ficción. 4.0. Organización del discurso. A nivel del discurso, la novela se organiza como un relato en tercera persona, en el que el narrador introduce un personaje, Gracio Espejo, que está escribiendo una novela. El proceso se escritura abarca casi la totalidad de la narración. El narrador básico en tercera persona, a medida que avanza el relato, va incorporando datos sobre el escritor, la vida de Arica, su gente. La buena situación de Arica en la década de los sesenta y cómo empezó a decaer, cuando el gobierno de Allende fue despojado de su cargo por un golpe militar, que gobernó al país a través de una junta, que posteriormente se transformó en una dictadura. El país entero debió someterse al toque de queda. El narrador básico detiene por momentos el proceso creativo para dar paso a los problemas personales del escritor, sus amores, y luego continuar narrando la historia de Lía, hasta integrar la acción matriz de la novela, al final. Esta forma de estructurar el relato, exige la presencia de un narrador que utiliza la focalización cero, el que situándose en el centro de la obra, nos entrega la historia básica a través de las acciones narradas, pensamientos y actividades que realizan diversos personajes, asumiendo las múltiples voces mediante el uso de la tercera persona. El narrador sitúa la acción en Arica, escenario principal desde el cual va configurando la trama. El tiempo fluye, se detiene por algunos momentos, luego avanza nuevamente y retoma el punto de partida en constante movimiento. A veces asume la primera persona en que los personajes hablan directamente sin su intervención. La focalización cero se complemente con la focalización interna, que le permite al narrador introducir el punto de vista de los personajes dentro de la historia, fijando la perspectiva a través de las acciones y pensamientos de los personajes. Así el diálogo y el monologo contribuyen a robustecer la acción matriz, dándole más objetividad y credibilidad al relato. A medida que avanza la narración, se nos informa de otros hechos que ponen al descubierto la personalidad del autor y de la protagonista de la historia. Los hechos de violencia provocados por el detective Espinoza, dan lugar a un desenlace trágico, que tiene su origen en la venta de coca. Al final, cuando ya se ha resuelto la historia del proceso creativo, el narrador básico asume el relato, uniéndose ambas líneas narrativas, ya que la historia de Lía se integra al proceso narrativo global, que asume el narrador básico.
En síntesis, en la construcción de la novela se ha seguido un proceso creativo que evoluciona de lo real a lo ficticio. Esto es, implícita y articulada en la estructura misma del relato, la narración básica enuncia el proceso creativo, que aparece como una lucha entre la realidad y la ficción, en que la ficción busca desprenderse gradualmente de ella, hasta lograr la independencia, la autonomía artística creada por el lenguaje literario. Se puede definir como la Novela de Arica, por cuanto se desarrolla en un espacio que corresponde a la realidad ariqueña y transcurre en e un tiempo en que esta ciudad fue una zona de prosperidad y muy atractiva para el resto del país. La trama, los personajes, y el espacio cumplen la función de poner en relieve esta situación, que se enmarca en un eje temporal de un antes y un después de la dictadura, la grandeza de antaño y la decadencia de ahora. Conclusión. En relación con el marco teórico-metodológico, se puede concluir: a) La novela analizada, entendida como un signo producido en el marco de la vida social, política e histórica, no puede prescindir de lo ideológico. Pues, como forma de comunicación que vincula en proceso creador con la experiencia estética, pone en relación la vivencia que la originó con la experiencia del lector. Por tanto, lo ideológico que, como elemento semiótico, no aparece explicitado en el enunciado textual, opera sobre la sensibilidad del sujeto. De modo que el efecto estético y el efecto ideológico actúan en forma simultánea sobre el lector en el proceso de lectura. b) La ideología se manifiesta a través de la temática específica de la obra, la organización de la trama y el discurso de los personajes. c) La presencia del componente ideológico en la constitución del texto no depende de la posición política o ideológica del autor, sino de una relación de sentido que fluye, por una parte del aporte ideológico del autor y, por otra, de los distintos niveles de la obra, el contexto y el lector. En lo concerniente al análisis, se puede concluir: a) El texto encarna las transformaciones que ha experimentado la realidad social e histórica de nuestro país como consecuencia del golpe militar, originando un nuevo orden social que se sustenta en el consumismo. b) Consecuentemente, el tema tiene su origen en la realidad social, política e histórica del país, como asimismo en la vida cotidiana. c) En este contexto, el material seleccionado por el autor está ya ideologizado y, por tanto, va a influir en la estructura y organización del discurso, que asume la forma polar, generada en la marca social e ideológica que define el discurso novelesco.
En síntesis. El análisis de la obra nos ha permitido: a) Conectar el mundo ficticio representado en el texto con el mundo real; b) Explicar las transformaciones que ha experimentado la sociedad chilena. c) Plantear la creación literaria como creación dentro de la creación, que evoluciona de lo real a lo ficticio; d) Descubrir, implícita y articulada en la estructura misma del relato, como la narración básica enuncia el proceso creativo, que aparece como una lucha en que el autor busca desprenderse gradualmente de la realidad hasta lograr la independencia, la autonomía artística creada por el lenguaje literario. e) Detectar la soledad del escritor para el logro de sus propósitos artísticos. f) Estructurar dialécticamente el discurso novelesco, que pone al descubierto la gloria y decadencia de Arica. Bibliografía Texto analizado: Seguel Vorpahl, Luis: Cállate viejo e’ mierda. Santiago de Chile, Mago Editores, 2008. Textos de Estudio: 1. BAJTÍN, M. Teoría y Estética de la novela. Madrid, Taurus, 1989. 2. BELTRÁN, Almería, Luis: Ideología y estética en el IV Seminario Internacional de Semiótica Literaria y Teatral. Madrid, 4-6 de julio, 1994. Visor, 1995. P.55. 3. FUENTE de la, Jorge; Arte, Ideología y Cultura. La Habana, Cuba, Editorial Letras Cubanas, 1992. 4. MACUSO, Hugo: La palabra viva. Teoría Verbal y discursiva de Michael M. Bachtin. Buenos Aires, Paidós, 2005. 5. MARTINES MENDEZ, Mercedes. Temas de Teoría de la Literatura. La Habana Cuba, Editorial Pueblo y Educación. 6. SILVESTRE, ADRIANA y BLANCK, Guillermo: Bajtín y Vigotski: La Organización semiótica de la conciencia. Prefacio de Michael Cole. Barcelona, Editorial Anthropos, 1993. 7. VOLOSHINOV, V. El Marxismo y la Filosofía del lenguaje. Madrid, Alianza Editorial, 1992. 8. ZAVALA, Iris; La Posmodernidad y Mijail Bajtín. Una poética dialógica, Madrid, Espasa Calpe, 1991.
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AD DE LAS CUATRO ESQUINAS
Análisis de la novela “Carne de Perro” de Germán Marín Autoras: Carolina Opazo y Violeta Valencia.
El escritor chileno Germán Marín nace en Chile en el año 1934. Es uno de los escritores más controvertidos de su época, pues pese a pertenecer a una familia acomodada de origen militar, une su obra a los pensamientos políticos de la Unidad Popular. Con aires de periodista y filósofo intenta dar una versión irónica y crítica de la realidad socio-política circundante. Acción que en el año 1973, tras el golpe militar, fue sancionada con el exilio. De este modo sus novelas tuvieron que callar la voz del esperpento de la historia nacional. A modo de ejemplo podemos mencionar escritos como: Fuegos Artificiales, Chile o Muerte, Una Historia Fantástica y Calculadora, Carne de Perro, entre otros. Precisamente, Carne de Perro es un buen ejemplo de la novela social, ya que desde el testimonio del revolucionario Ronald, su protagonista, obtenemos una panorámica de Chile durante el Gobierno de Eduardo Frei Montalva y luego el de Salvador Allende. De esta manera, la prosa se articula en torno a dos crímenes: la masacre de Puerto Montt y el asesinato de Pérez Zujovic; causa y efecto, hilo conductor que nos lleva desde la objetividad política hasta la subjetividad de los afectados. En efecto, una vez más se ven enfrentadas la derecha y la izquierda constituidas como un todo, pero materializadas en sus partes. Dicho de otro modo, ambas se presentan como partidos políticos de acción intelectual, mas también se constituyen de atracos ilegales rondados de muerte para despejar el camino de las decisiones. En el primer grupo se encuentran los rostros adinerados y en el segundo el pueblo, quienes se enfrentan por el ideal de mejora nacional, que en un caso es el poder y en el otro la dignidad. En este contexto, surge el VOP, Vanguardia Organizada del Pueblo, organización de origen izquierdista e ideales revolucionarios, que: “rechazaban el papel que el marxismo-leninismo asignaba a la clase obrera como vanguardia de la lucha social, muy por el contrario, tenían volcada su fe en aquellos desesperados que, al margen de cualquier compromiso, creían en la rebelión a través de la violencia” (Marín, 1995)
Es por ello que los personajes: Ronald, Arturo y el viejo, nacen como productos de los “maleficios” del gobierno de la época, donde el caos de la deshumanización identitaria los hace transgredir sus ideales de justicia con tal de conseguir materializar la utopía política o más bien su anarquismo que ni siquiera integra al comunismo. He ahí que éstos, “los sumergidos, no obedecían a nadie y apostaban sus vidas en cada acto”; puesto que “El que quiere ser revolucionario no tiene que esperar a que llegue la revolución”. De esta manera, dichos personajes en conjunto con otros individuos del VOP cuentan que llevaron a cabo varias acciones armadas en el gobierno de Eduardo Frei que favorecían y se cohesionaban con la Izquierda. Mas luego del asalto a la sucursal del Banco Nacional del Trabajador, fueron acusados de asesinos al servicio de la Derecha y, en consecuencia, se les fue retirado el apoyo de la institución. En esa instancia, solos y cavilantes de la traición, la revolución se transformaba en el “producto de un terrible engaño, nacido de la aspiración de cambiar el mundo”; pero advertían que ya no había vuelta atrás. Porque la historia no podía esperar más por justicia y el próximo político a pagar su crimen era Edmundo Pérez Zujovic, a quien se le acusaba de la matanza en Puerto Montt. Pecado más que de carne de espíritu, en efecto, castigado por priorizar el imperio de la ley y no el derecho de los ocho o diez individuos muertos. Por consiguiente, en la descripción de la urbe se materializa la efervescencia ideal del frente popular y en el calificativo de hombres grises (Opazo, 2009) se vivifican los protagonistas de esta historia, características propias de la novela social y que su protagonista nos las presenta a continuación: En primer lugar, Ronald Rivero, presenta la pugna dos fuerzas en su interior: su yo nostálgico del pasado y su otro alienado del presente (Opazo, 2009). Así pues en el estado nostálgico vive el placentero recuerdo de su mujer, Natacha, y en el alienado el de la hija de Zujovic, María Angélica. Sensaciones que son descritas envueltas en el ambiente y se presentan de la siguiente manera: Natacha, en la ciudad de Arica en un periodo de descanso, donde la suavidad prima en la relación y cuyo efecto sexual amoroso se funde con el espacio cuando el protagonista “al hundirse llevado por el éxtasis, sentía la invencía del paraíso junto con el rebullir del mar que se agitaba a la par de la respiración. Desbocado al fin el pensamiento de en una multitud de ideas parásitas, éste se mezclaba con el estallido de las olas al derrumbarse estrepitosamente, llenas de unos pedazos de espejos que brillaban al sol sobre la playa” (Marín, 1995). En consecuencia, la concepción de un hijo. Por otro lado, María Angélica, en la localidad de Valparaíso en pleno invierno, justo en el momento del asesinato de Zujovic, cuando: “el súbito horror blanqueaba su rostro… era barrido por las lágrimas. La falda de lanilla, perdida toda compostura en la mujer, mostraba después de las ligas, adornada con el encaje casi de agua, unos muslos abochornaos y abundantes, aplastados en la parte delantera del asiento…fascinado por esas piernas casi juntas en su desnudez…era una sensación inexplicable como orgasmo…Las gotas caían perezosamente a través de ese vidrio trizado por las balas” (Marín, 1995).
En efecto, la condenación a vivir perseguido o a morir. En segundo lugar, Ronald afectivamente se sabe y siente culpable, por eso, manifiesta melancolía y elegía en su tono (Opazo, 1999). Así lo demuestra en un diálogo con su esposa, cuando éste intenta que ella se salve, “qué será de ti pregunto ella…Nada bueno como entenderás, estoy condenado en este asunto a ser carne de barata.”, puesto que tarde toma conciencia en su vida se ha marcado una antes y un después luego del asesinato de Zujovic, donde la muerte ya era su destino y ya era demasiado tarde para arrepentirse. En tercero lugar, Ronald se retrae en una geografía urbana (Opazo, 1999). Como antes se ha hecho alusión en todo momento el personaje se funde con los lugares, tanto en su estado emocional “tragado por la noche de invierno” o en su estado físico “en el techo de Zinc”; porque precisamente en este último caso se presentan los escenarios de los sucesos, que en su mayoría son en Santiago y en lugares específicos, la avenida Vicuña Mackena, el Estadio Nacional, la población Anibal Pinto, entre otras. En cuarto lugar, Ronald utiliza un lenguaje con adagios populares y criollos‘huevon’, ‘encañonar’, ‘rati’, ‘cagamos’, entre otras. En suma, por medio del testimonio agónico de Ronald Rivero (Opazo, 1999). Expresiones que representan su origen marginal y a modo de ejemplo mencionamos: Es por esta razón que el personaje es un hombre gris tal y como lo menciona Opazo (2009), en este sentido las características envuelven el hilo de la novela social que más que crítica social pasa a ser una representación de la vida de individuos marginados por la misma sociedad producto de sus ideales libertarios y revolucionarios. En este contexto el personaje como un caos se transforma en lo que Julia Kristeva llama “el texto como sujeto y el sujeto como textualidad en el proceso de reconstrucción de la subjetividad” (Rojas, 2008), es decir que el personaje representa la crisis social que la propia sociedad no es capaz de ver, así por medio de la historia la ficción cobra verosimilitud y la revolución de los personajes se convierte en el reflejo de esta historia que se intenta cambiar a través de la revolución por medio de la ideología. En palabras del propio Marín: “lo más grave era que mucha gente de la clase obrera, llevada por el seguidísimo partidario, decían amen a todo eso cejándose representar. Tenía una fe de borrego en sus dirigentes, una tropilla de oportunistas que, tarde o temprano, se venderían al mejor postor” (Marín, 1995).
Así se representa la sociedad decadente y denigrada que no lucha y que no permite la revolución y por eso la repudia, sin embargo, estas personas se vuelven necesarias aunque sean vistos como despojos de la sociedad, pues mantienen una visión diferente, que no se sumergirse en la vida cotidiana y alzan la mirada sobre la clase social para lograr una perspectiva distinta, así se justifica la revolución como un futuro cambio. Sin embargo, este cambio es siempre impredecible e insuperable, pues la brecha de las clases sociales siempre está latente a pesar de la lucha y la revolución, por lo tanto, el futuro si bien puede implicar una mejoría producto de la revolución esta no es siempre lleve a un cambio. “de esta manera volvía a imponerse en Chile la ley del más fuerte existente desde la caída del hombre en la historia, en que unos pueden matar a otros”(Marín, 1995). Ahora bien, el personaje, la historia y las emociones que allí se explicitan crean una atmósfera de sensaciones sociales que anudan en la crisis social e ahí su valor documental. La nostalgia que se crea en torno a la vida hacen de los hechos pasados una construcción del presente que arroja a la realidad una bofetada que se desprende de la mirada del autor y crea un espacio transitorio que despierta las psiquis a favor de la transformación de la sociedad, que mire desde el presente al futuro. Finalmente, el estado marginal de la novela no es más que un síntoma de la decadencia social cuya intimidad y verdad se vuelve un susurro del revolucionario que es capaz de perfeccionar la mirada que se comprende como una concreción de ideología y una mejora entorno a la vida. Por que “sólo mediante la voluntad de encarar el pasado con todas sus crueldades podemos aspirar a pensar con más claridad en el presente” (Opazo, 2009). Bibliografía: 1.- Marín Germán, 1995. El Palacio de la Risa; Carne de Perro. 2.- Opazo Cristián, 2009. Anatomía de los Hombres Grises: Reescrituras de la novela social en el Chile de Postdictadura. 3.- Rojas Daniel, 2008. Realidades Dialogantes; Arturo la estrella más brillante de Reinaldo Arenas y la desautomatización de la realidad a través del lenguaje poético.
LA MUERTE BUSCA A LA VIDA Escribe Carlos Amador Marchant
Buscando, rebuscando textos antiguos, lanzando al suelo otros que están encima y que no dejan ver a los que queremos hallar, de repente, sorpresivo, como un pequeño gran sol que aparece en el afán de no querer desaparecer, me encuentro con un libro de carátula roja. Qué podrá ser me pregunto, qué escritor duerme en esas hojas envejecidas por el paso del tiempo y la tecnología. Me acerco más y me tropiezo con Nicomedes Guzmán. Pero quién es, quién fue este Guzmán agazapado, qué es esta “La Sangre y la Esperanza” que me mira como asustada y sonriente, como diciendo que ya era hora que la sacaran de la oscuridad más oscura, de estos caminos del silencio. Y ahí está, la misma Quimantú de su primera edición salida en 1971. Hablo de tres tomos amarillosos que lanzan polvillos por las narices, aquel polvillo de los tiempos, recibido del implacable que cae en todos los rincones, en las paredes, y que deteriora los textos de más de cuatro décadas conservados en mínimas casas y bibliotecas privadas, donde en ocasiones son cuidados como verdaderos tesoros testimoniales. Libros difíciles de leer por la toxicidad que emanan producto de la calidad del papel de edición. Buscando estrategias de lectura, me atrevo a decir que hay que usar mascarillas para poder seguir el curso de sus letras. Sin embargo, quien tenga estas obras, puede sentirse afortunado en cuanto a poseer pequeñas reliquias de época y de convulsión social. Guzmán, en su tiempo, provocó más de alguna apatía por su temática, me refiero a sectores contrarios a los suburbios y la miseria del tiempo. Es posible que muchas casas de Chile mantengan arrinconadas estas obras, las llamadas “de bolsillo” y que en la década del 70 eran llevadas en las manos por los transeúntes que subían a los micros. Puede que se encuentren también en las librerías de viejos o en aquellas míseras imágenes de gente que se aposta en las ferias a vender obras de autores que descansaban en fétidos rincones de casas antiguas. Hay quienes se preguntan cómo puede subsistir un vendedor de viejos en las ferias. Sin embargo, muchos recorren esos sectores del mundo aciago, recorren esos escondrijos meticulosamente y sacan lo que supuestamente a nadie debe interesar, adquiridos, al mismo tiempo, a valores ínfimos. Con todo, es mejor que esos textos abandonados tengan de nuevo un lugar de cobija antes que se sigan deteriorando en las sucias avenidas.
Vuelvo a Nicomedes Guzmán, a quien vivió tan sólo 50 años (1914) y que falleciera antes de la llegada del gobierno popular al poder (1964). Creador audaz y mordaz, proletario por esencia, representó a la generación del 38 no sólo participando de la vida literaria de nuestro país, sino también de su civilidad. Observar un libro de esa época resulta algo curioso, transporta las tristezas de un momento, contradicciones que quedan estampadas en medio de un estupor. En todo caso Guzmán se concentró en narrar apasionadamente la miseria de suburbios, íntimamente identificado con personajes de vidas precarias, ladrones, prostitutas, trabajadores explotados, gangrena de ésa y lamentablemente de todas las épocas del ser humano. Ricardo Latcham al referirse a “La Sangre y la Esperanza”, expresa: “Esta novela es un reflejo consciente del medio que circunda al autor y por eso se transforma en literatura tendenciosa, esto es, de tendencia en el más puro carácter que puede darle el rumbo objetivo del desenvolvimiento social”. Cabe señalar que el naturalismo de Guzmán, la época y lo que imperaba en el mundo de comienzos del siglo 20, transforman al autor en algo valuable por la etapa del país y del continente. Escritor avezado o no, eso importa poco. Para los efectos debo recordar una etapa de tertulia de hace unos años. En la oportunidad se me ocurre hablar de la narrativa de Nicomedes comparándola con la de otros escritores de su tiempo en Europa y nuestro continente. Recibí, por cierto, réplicas flamígeras por parte de los más viejos. Entendí que su nombre no había que tocarlo en el real contexto. Latcham, quien prologa el libro de Quimantú, dice al respecto: “Guzmán domina muchas condiciones del buen escritor, pero no disciplina aún su estilo por hacer concesiones a la facilidad caudalosa. Pero la fuerza que lo sostiene y el sincero tono que exhala toda su narración hacen perdonar los agravios que, no siempre, inflige a la lengua”. Leamos algo de esta obra: “Bajo, de una estatura que traicionaban apenas unos cuantos edificios de dos pisos, arrugado, polvoriento, el barrio era como un perro viejo abandonado por el amo. Si las lluvias y las nieves de aquellos años tuvieron para él azotes de inclemencia, el buen sol supo resarcirlo en su desamparo con las profundas caricias de sus manos afectuosamente calientes. Y hasta buscó, a la llegada de los crepúsculos, en los ojos turnios y legañosos de sus ventanas, el reflejo de sus largas barbas, antes de despedirse del mundo y de los hombres. Era la vida. Era su rudeza. Y eran sus compensaciones. Y nosotros, los chiquillos de aquella época, éramos el tiempo en eterno juego, burlando esa vida que, de miserable, se hacía heroica.” A los textos publicados por el autor hay que resaltarle también su aporte editorial. Fue él quien estuvo a la cabeza de las Ediciones Cultura, que funcionaba en la calle Huérfanos 1165. Cosa curiosa, en un libro que le publicó al narrador nortino Mario Bahamonde, fechado en 1946 (que también conservo como una pequeña-gran reliquia) las Ediciones Cultura expone el teléfono que usaba en su oficina: 81291. Y la casilla 4130 de Santiago. Ahora inexistentes, sólo quedaron en el papel. Fueron varios los autores que tuvieron el privilegio de ver publicadas sus obras bajo la batuta de Guzmán. Entre éstos: Francisco Coloane, Raúl Norero, Reinaldo Lomboy, Mario Bahamonde, Oscar Castro, Guillermo Valenzuela Donoso, Gonzalo Drago, Juan Donoso, Nicasio Tangol, Baltazar Castro, Andrés Sabella, Eduardo Elgueta Vallejos. Mirado desde cualquier punto de vista, el haberme encontrado frente a frente con esta obra “La Sangre y la Esperanza”, buscando y rebuscando como dije inicialmente, sólo habla que este o estos libros quisieron reencontrarse con la vida, la vida de este tiempo sin dejar morir el pasado.
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