AÑO II NÚMERO XV
EDICIÓN DE FEBRERO DEL 2010
LA SANTÍSIMA TRINIDAD DE LAS 4 ESQUINAS
Editado en Arica- Chile 2010 Diseùo: Daniel Rojas Pachas y Milvia Alata Tejedo Cinosargo Š Daniel Rojas Pachas y Milvia Alata 2000-2010 Contacto: carrollera@gmail.com Web: www.cinosargo.cl.kz Cinosargo by Daniel Rojas Pachas y Milvia Alata Tejedo Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.0 Chile
LA PRESENTE EDICIÓN DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD... ...ve la luz en un terrible momento para Chile, el reciente terremoto que azotó la zona sur ha mostrado la fragilidad del país, nosotros desde el norte sólo hemos podido ser testigos de las desoladoras imágenes. Acongojados por la impotencia y el dolor de nuestros hermanos hemos optado por no quedarnos cruzados de brazos, en este momento la fraternidad nos mueve a apoyar por todas las vías posibles a los que han perdido todo y en el quehacer de reconstruir una nación hemos decido seguir con nuestro trabajo que mes a mes nos convoca en torno a la literatura nacional. La fuerza está con nuestros amigos y familiares y con todos los que están pasando estos duros momentos en el centro-sur de Chile especialmente en las regiones del Maule y Concepción. Para ellos va dedicado este ejemplar. Podemos añadir que tras cumplir nuestro primer año de vida, evaluamos las sendas que hemos recorrido dentro del estudio y valorización del arte literario nacional, en esta ocasión el esfuerzo que constituye La Santísima viene dedicado a múltiples focos y surge de la mano de variadas y ricas voces. Daniel Rojas Pachas nos habla de la Revista Antítesis de Valparaíso y propone un diálogo y respuesta ante la lectura aberrante que escritores nacionales hacen de sus pares. Rolando Gabrielli nos comunica con Bolaño debido a la reciente aparición de la obra póstuma "El Tercer Reich" y nos cuenta de la tradición poética que sostiene con Oliver Welden con motivo de la celebración del cumpleaños del redactor. Carlos Amador Marchant nos entrega una crónica sobre su dilatado retorno a Iquique. Eduardo Farías presenta una lectura de la novela Camanchaca y la obra poética de Florencia Smiths, Rodrigo Ramos Bañados nos da a conocer una ácida crítica al devenir político nacional y Nelida Baros analiza el recorrido que el premio Lagar originado en Serena ha tenido a un año de la entrega de sus resultados ante la reciente publicación de la antología que da muestra de los ganadores, finalmente también desde Serena, Dennis Páez nos presenta una lectura del premio nacional Humberto Díaz Casanueva. Todo esto y más en esta XV edición de la Santísima. ...ESPERAMOS DISFRUTEN!!!!!!!!!!!!!!!! LA SANTÍSIMA, SIEMPRE DEDICADA A LA LITERATURA NACIONAL... MILVIA ALATA TEJEDO 03/03/10
Todo cae por su propio peso: A propósito de ciertas lecturas Por Daniel Rojas Pachas
Publicado originalmente en papel en Revista Vomitiva -La Serena y en el Archivo Bolaño. El presente artículo sin ánimo de polemizar o constituirse en una apología de Bolaño y sus obras, de modo más específico 2666, voz y escritura que habla por sí sola, además como diría un amigo -aquí todos somos grandecitos y cada cual puede defenderse solo- nace a raíz de la lectura de un texto publicado por Raúl Zurita allá por enero del 2008 en el periódico literario Carajo en su novena edición. En el artículo titulado “2666 de Roberto Bolaño. Un asunto irresuelto” el autor de Purgatorio lanza unas aventuradas opiniones acerca de la novela mamut del desaparecido escritor, mismas que a la fecha, si consideramos el año de publicación del artículo en cuestión “2008” y todo lo que se ha dicho a esta altura con respecto a la novelística de Bolaño, nos lleva a preguntar ¿Qué acaso no hay temas más pertinentes que tocar? Desde luego, algunos pueden y tienen todo el derecho de pensar que la discusión en torno a aquellas opiniones del premio nacional ya fueron zanjadas por ende es válido considerar la siguiente redacción de mi autoría como fútil e inoficiosa; de cualquier modo a favor de ella y pese al desfase de mi recepción y respuesta ante la lectura invectiva que Zurita hace de 2666 se puede mentar entre otras variables dignas de atender, el que no hayan existido, exceptuando una postdata de Carlos Almonte, respuestas contundentes al respecto y por otra parte, hay que prepararse ante la batahola de artículos como éste de Zurita que surgirán frente a la reciente publicación de otro anticipado título póstumo de Bolaño “el Tercer Reich” que ya fue lanzado en España y que se haya pronto a anexar América a su conquista a través de la conocida cadena editorial Anagrama, misma que ha publicado la mayoría de títulos conocidos de Bolaño y que de seguro se hará cargo de los que quedan por aparecer. Este peculiar fenómeno e inusual moda, circunstancial a la escritura y su calidad, aunque claro, regularmente va en desmedro de ella pues no es el creador ya quien tiene la última palabra sobre su obra sino los editores y sus intereses, mantiene una importante relación no sólo con el texto de Zurita sino con el estado del arte de la narrativa latinoamericana y chilena y desde luego importa a la situación del libro como objeto dentro de las sociedades actuales y el tratamiento general que estas dan al arte. Recordemos que Bolaño pensó entregar originalmente 2666 como cinco novelas interdependientes, ligadas por vasos comunicantes como Archimboldi, la vida y obra de éste ficticio escritor europeo y claro, Santa Teresa, trasunto de Ciudad Juárez. Interesante hubiese sido ver cuán diferente pudo ser el destino de la obra, su recepción critica, la distribución, el juego de las expectativas, el precio de los libros, su impacto y quizá lo más importante, la interacción de los destinatarios entre cada parte mas allá de la linealidad a la que nos somete el mamotreto preparado por Echevarría.
aberrantes de escritor a escritor. Hoy todo lo expuesto se podría argumentar a cabalidad en torno al Tercer Reich o los textos recientes de Donoso y los que de seguro vendrán de Salinger, pero ese factor no se cuestiona o considera en lo absoluto en el articulo del ex miembro de CADA lo cual es injusto ante una aseveración como la que usa para abrir su comentario acerca de 2666, marcando de inmediato la tónica y talante que desarrollará en extenso a la manera de aquellos emperadores romanos dirimiendo la vida de sus esclavos en una justa de circo: 2666 me intriga, y no porque sea una obra maestra, por el contrario, es una novela convencional que tiene un problema grave y sin solución intermedia: o le sobraron 800 páginas o le faltaron 800 páginas.
La pose de crítico demoledor y antojadizo no escatima en artillería y de modo caprichoso pone en tela de juicio la calidad autoral de Bolaño, sobre todo la de su poesía, tal como demuestra la siguiente cita: Su transacción fue un triunfo personal pero, más que eso, es el triunfo de la economía: era finalmente lo suficientemente bueno como para que tuviera que transar. Tampoco se trataba de que se dedicase a escribir poemas, para eso Bolaño era tan poco dotado como Cortázar, Faulkner y Joyce. Faltó considerar aquí lo poético que dentro de su prosa es Bolaño, a la manera de Woolf, Rulfo y el mismo Joyce, además fuera de lo discursivo el logro de la obra en juicio y su ambiciosa propuesta está en la solución que da a su trama y 2666 a diferencia de Los Detectives Salvajes, la cual no busca repetir, se construye más que en la polifonía y fragmentación en la unidad transversal que otorga la atmósfera y estética del mal que en un sentido apocalíptico desborda las pesadillas que signan a todos sus hablantes y la memoria universal, mixturando genocidios y conflictos bélicos con actos de violencia a veces aislados y otras tantas veces sólo caprichosos o ideológicos, como es el caso del arte y sus -ismos, Las Panteras Negras representadas por Barry Seaman, el Cine Snuff, una pelea de box arreglada o un pueblo pauperizado lleno de pescadores víctimas de cáncer a la piel, sobrepasando en tal medida cualquier ejercicio de racionalidad y escepticismo, allí reside a fin de cuentas la poesía en su sentido extenso, como creación pura y abarcadora, por tanto insubstancial es la distinción entre lírica, drama y narrativa, manida lucha y separación entre géneros que Zurita arguye de esta forma, El nudo central es que su dilucidación jamás será posible dentro del mercado, o sea, dentro de la novela. (…) ¿Por qué haberle inventado una dudosa trama de novela negra a algo que es artísticamente más fuerte que eso, que es en realidad infinitamente más fuerte que eso? ¿Por qué no haber dejado desnudos los informes clínicos de las muertes? Haberle posiblemente agregado un párrafo de una belleza, de una belleza literaria límite, dura, esplendorosa, al principio o al final. (…) era imposible que lo hiciese porque escribirlo así es algo que le competía a la poesía.
Luego remata su texto añadiendo: Un autor o autora de novelas si no es un fabricante de mercancías es simplemente una mala o un mal escritor. Lo demás queridos amigos, es simplemente poesía. De esta manera Zurita precisa que ciertas atmósferas pueden desarrollarse mejor bajo ciertos discursos y diseños, sobre todo cuando no duda en acusar a la novela de ser un nicho de mercado en arriendo, lo cual torna la discusión y los argumentos como un enojoso juego de artificio pues en el mismo sentido vale la pena discutir la poesía hoy en Chile y Latinoamérica, cuna desmedida y edificio ocupa o terreno de invasión para cualquier impúber estilizado que escribe verticalmente en su blog y hace caligramas en un fotolog. Por ello la crítica no da la talla al señalar el fracaso de la Parte de los crímenes al elegir como recurso la novela negra, la crónica periodística y la descripción forense y en tal sentido no alcanzar la magnitud de lo sublime arruinando la belleza de un tema pues este ya no podrá volver a ser abordado. Si pensamos lo que decía Borges, “siempre estamos condenados a leer y escribir las mismas historias”, como aceptar una opinión tan peregrina como esta de Zurita: (…) era imposible que lo hiciese porque escribirlo así es algo que le competía a la poesía. Pero el problema concreto es que la poesía no lo hizo. Y si lo hiciera ya no podría poner los informes como los puso Bolaño y por lo tanto, ya no lo hizo y no tiene remedio. Esa fue la genialidad y la fuerza de "La parte de los crímenes", los informes y el nombre del basural, y ya no se puede hacer otra vez, y no por un problema de "propiedad intelectual" o de obscenidades de ese tipo, sino porque su poder artístico radica también en su primera vez. Entonces piensen, que sentido tendrían los diálogos y coqueteos que él realizó con la obra de Dante o luego con Kurosawa si ellos ya lo dijeron o si antes, todo lo plasmado por otros “maestros” ya estaba en el Ramayana o El Gilgamesh y luego en Kafka y Proust. En todo caso, dichos como estos sólo tienen un valor secundario, anecdótico y que solo hay que tocarlos de modo tangencial y cuando sea exclusivamente necesario, vale más priorizar ciertos temas del artículo del autor de Anteparaíso que se pueden rescatar, los que sin embargo, al igual que aquellos que penetran en el ámbito de la opinión personal sobre el valor del escritor y su integridad más que al argumento y critica, se deben aterrizar y pasarlos por un tamiz que los libere y dote del valor de fondo que se proponían y pudieron tener. Algunos de estos apartados desarrollados a medias por Zurita son por ejemplo la ya mencionada disyuntiva realidad ficción y el peso que la primera tiene en relación a un tema no menor e irresoluto como la grotesca ola de femicidios en Ciudad Juárez (leitmotiv en la ficticia Santa Teresa) y como el arte, no digo que este sea el caso, puede tender a trivializar o ser un espejo superficial de lo que se pretende representar.
Tal como diría Avelar: El problema para el sujeto testimoniante se complica en tanto que el sólo hecho de incluir lo vivido en una secuencia temporal y narrarlo, supone de por sí una traición a la experiencia. La inconmensurable distancia que media entre ésta y su relato implica una profunda resistencia a la metáfora: la pérdida no puede traducirse en lenguaje y mucho menos cuenta con un auditorio capaz de traducir estas palabras en algo visible y/o tangible. De cualquier modo a riesgo de sonar majadero la banalización de los medios y entre ellos la novela, no excluye a la poesía, dotándola de una sacramentalidad a prueba de fuego.
Pero no excluyamos por ello un tema de interés y que pudo aprovechar Zurita en su artículo y que sutilmente llego a rozar, se trata de la critica a las editoriales y su manipulación, sobre todo en el tema difusión y la creación de una imagen, esa tarea que inunda las micros con pancartas, genera artículos en las revistas de las aerolíneas y ampara la creación de consabidos slogans que tienden a agrupar autores por temáticas, droga, sexo, contracultura y reducirlos a una colección colorida para lectores adolescentes o trasnochados admiradores de las vanguardias y su rupturismo, así en la estantería de Herralde podemos ver casi en una mismo nivel El Almuerzo Desnudo y alguna obra de Bayly, a Navokov junto a Cueto entre otros pares inimaginables, y como obviar las citas de afiche hollywoodense “la mejor obra de los últimos 30 años” o “un carpetazo a…”, esos cuestionamientos Zurita apenas los atisba, uno debe intuirlos o sacarlos a sablazos del artículo pues se pierde en una diatriba política que apunta a las multinacionales lo cual recuerda los ilustrados discursos que Chávez dirigía a Mr Danger cito textual: El costo también fue alto: el de ser el "mejor novelista de su generación". Qué duda cabe, pero todo aquello que es "lo mejor de su generación" contiene algo siniestro, en realidad es la forma más grosera del menosprecio (¿fue Dante el mejor poeta de su generación?), y cuando el merchandising califica así a un creador recuerda el típico trato de los patrones de fundo a sus peones favoritos. Sin embargo hay unos puntos altos en la reseña, creo que el poeta busco dar en el clavo al criticar a los lectores promedio de Bolaño y en general de toda la llamada mafia amarilla, caricaturizándolos del siguiente modo: Roberto Bolaño al optar por la novela optó por una transacción. Es decir: optó por no llevar las cosas a sus límites, por autolimitarse como artista, pero, a cambio, pudo decirles al menos algo a los lectores que decidió no perder. Se trata de un tipo de lector registrado en los manuales básicos de los estudios de mercado: literatoso, intelectualoso, eterno aspirante frustrado a ser Arthur Rimbaud. Lo trágico es que termina por echarse no sólo al bolsillo a los lectores de Bolaño sino a los de Auster, Sada, Fadanelli, Pauls, Piglia, Pedro Juan Gutiérrez, Rey Rosa, Puig, Bukowski, Faulkner y a los mismos autores que no tienen al final la culpa de quienes operan o lucran con el destino de sus obras o más aún, quienes las actualizan, ya sea en concordancia a lo que se proponía el texto o acorde al uso aberrante que cada cual puede dar a una obra al interpretarla, sobre todo si lo mismo dicho más arriba sobre la distinción de géneros opera aquí, si optamos por caricaturizar al lector de poesía como Zambra lo hace magistralmente en un texto titulado “Contra los Poetas”, pensemos sino en todos los huérfanos suicidas arroja versos que deliran buscando en Pizarnik a su madre-amante y en el transgresor de turno a un gurú a seguir, a su progenitor dispuesto a escribirle un prólogo que le abra el Olimpo.
Como cierre atiendo lo más importante a lo que nos puede llevar a reflexionar el texto original de Zurita, la técnica narrativa del autor y no tanto por presencia y detalle en el artículo sino porque la escamotea por completo a través de una abusiva y reduccionista comparación con Finnegans Wake, cito: pero ¿el más "revolucionario" autor de los últimos tiempos? ¿Y un lector de Joyce? ¿Y que conocía bien el Finnegans Wake? ¿Y en una novela de la ambición artística de 2666? No, allí hubo un problema económico; es evidente que si la obra hubiese sido construida en base a una lengua que incorporara el alemán, inglés, mexicano y ruso, concreta, materialmente, como tal vez lo habría hecho un artista radical, habría significado mínimos lectores o, en el peor de los casos, pasar a la categoría de "demente" Pasando por alto ese parangón innecesario se hace importante no eludir la debida mención a la ironía intertextual la metatextualidad, el doble código y el diseño del narrador y voces que se entrecruzan y que Bolaño detenta pues ahí está su herencia, no en una alucinada y mal entendida pretensión del autor de Los Detectives Salvajes por romper la literatura y la comunicación creando una antinovela o el experimento último de la narrativa latinoamericana, esa es una responsabilidad que el mismo creador jamás se puso encima y que en todo caso ya lo han intentado otros como Calvino, Perec, Beckett y muchos más. Bolaño sin negar la admiración a estos proyectos edifica su propuesta al menos en 2666 y en muchos otros de sus textos conforme a fines distintos, a favor de la novela buscando ser hiperbólico y dialogante, aglutina información y hace que el lector se disperse en una búsqueda incesante de fuentes como si se paseara por una hiper-biblioteca o fuese absorbido por el Aleph.
En lugar de tender a la mudez, busca la sobrecarga y eso se aprecia además en su poesía, en un paseo por la literatura o los neochilenos, no va contra la literatura y sus bordes y si eso se busca en el autor, quizá el proyecto más cercano a tal intención sea Amberes, una de las más alucinadas de sus prosas y que podría con esfuerzo entrar a cuestionarse bajo ese prisma mientras que 2666 y las otras obras buscan ampliar la idea de el escritor-lector con un soporte semiótico en el contenido y cuestionando en lo posible los simulacros de esta hiperrealidad llena de espectros y máscaras, y que otros como Zambra en Bonsái o recientemente Zuñiga en Camanchaca están explotando conscientes, agregando a su lectura de la realidad, maneras de los sistemas de masa, la inmediatez y fugacidad de la comunicación y la potencia que para algunos tiene una frase en el Twitter, un mensaje de texto, post de blog o estado de facebook en relación a la memoria personal y colectiva y la percepción de lo verosímil, lo cual Bolaño puso en el tapete de la narrativa acercando un público lector y escritor a los abismos de la cotidianeidad, siendo accesible en su quehacer pero no ingenuo o fácil al punto de ser calificado de espíritu decimonónico, pues bajo la superficie subyacen los rasgos de una postmodernidad tan cara a la literatura de hoy (incluida la llamada neo-vanguardia) que ha buscado y seguirá construyendo desde las ruinas de la sobreexplotación y el maniqueísmo, sus estrategias, mismas que no podemos medir como profesor de liceo a la luz del Quijote, La Divina Comedia o el mero siglo de Oro u otros proyectos que son parte de nuestra propia obsesión y autocomplacencia, sino epocalmente, e ahí su aporte y el de aquellos que apuntan a una cuarta dimensión pero sin atarse al retoricismo abstracto de esferas opacas pues como dijo el mismo Bolaño en su discurso de Viena a propósito del artefacto de Parra referido a los poetas de Chile, todo cae por su propio peso, no sé si se entenderá el término caer por su propio peso, imaginaos una estatua hecha de mierda que se hunde lentamente en el desierto, bueno, eso es caer por su propio peso. Lo demás queridos amigos, es simplemente literatura. Autor: Daniel Rojas Pachas
Camanchaca, cuando la niebla cubre el alma Por Eduardo Farías Alderete
Camanchaca lleva por nombre la primera novela de Diego Zúñiga, desde los primeros párrafos asalta esa idea de la distancia que antepone el protagonista a todo lo que ve, a todo lo que siente, el viaje a Iquique y luego a Tacna, no es más que un iter escabroso entre la conciencia, la historia personal, la historia de disgregación familiar, leitmotiv de la obra en si. Este desapego este muro de falta de comunicación, secretos, verdades a medias y mentiras a secas tiene un límite: La relación del protagonista con su madre, piedra angular de muchos de los hilos paralelos de la historia, ya que hay dos grandes afluentes en la historia de este joven de 20 años. Ahora la ambientación, el desierto, el camino extenso, los cerros que dan un aspecto de cementerio de dragones, una ciudad, Iquique, con sus locales, sus calles, su mítico Tsunami (acá en Antofagasta tenemos algo parecido, y que cada cierto tiempo aparece) las precauciones al respecto, la señalética, El Morro, una pasada rápida por Alto Hospicio, la soledad de los habitantes del desierto, se convierten en un todo con el aparente “frío equidistante” del protagonista. Sin duda, ayuda la narración hecha en párrafos separados para llevarnos a una suerte de viñeta distinta, a un lenguaje corto, preciso, no mezquino, sino el suficiente como para darte con las narices en otra de las dinámicas interpersonales distantes, gélidas, algunas con culpa, otras rayanas en religiosidad absurda. Tal vez, aquel que no conoce el desierto y sus ciudades pensará en que sus habitantes son de alma árida, quizás, en algún porcentaje, no lo sé, he vivido toda mi vida aquí. Ahora, al lector, que camine en pie seguro, y asienta con la cabeza como lo hace el protagonista un millar de veces, y entre a esta camanchaca, neblina personal, en este caso, para entrar a un camino que quizás jamás termine.
Notas para una aproximacion a la poesia de Humberto Diaz Casanueva Dennis Páez M. 16/12/09 (…) no escribo para agradar sino para explorar. La experiencia poética me interesa como un modo de transparentar la existencia humana (…)” H.D.C Abordar uno de los premios nacionales tal vez más poco explorados no es tarea fácil. Un cúmulo de obras, tachadas de herméticas por una crítica que no se ha logrado hacer cargo de magna reliquia que nos herenció el poeta nacional, dan cuenta de que no es un autor transparente, evidente, fácil, o tal vez claro y comprensible de buenas a primeras. Por el contrario, DíazCasanueva, de una envidiable formación en filosofía, entre las cuales se encuentran en su currícula más de unas cuentas clases con el filósofo alemán Martín Heidegger, es un poeta que aun permanece en el sombrío pantano de nuestra literatura nacional. Sombrío pantano del cual nadie ha logrado rescatarlo eficazmente, a excepción sólo de unos cuantos artículos que tal vez no develan detalles propios de su escritura, y que no han logrado atraer a lectores comunes de poesía, fuera de sus fieles seguidores, en su mayoría poetas, que van tras las pistas de códigos encriptados en las páginas de sus variados libros. Si bien la obra de Díaz-Casanueva empieza a gestarse paralelamente a la decadencia del romanticismo y las tendencias modernistas precedentes, instauradas en la literatura nacional con plumas como la de Pezoa Veliz o Magallanes Moure, también coinciden sus inicios en la escena literaria con la oleada vanguardista que desde la segunda década del siglo XX en adelante no cesará de remecer las letras nacionales, con propuestas que cada vez más irían en búsqueda de una renovación en la tradición, instaurando nuevas formas poéticas que tendrían pleno desarrollo con el Neruda de Residencia, con el Huidobro de Altazor, con el de Rokha de los Gemidos, y más tarde con La Mandrágora y todos sus secuaces, quienes levantarían la bandera de Bretón en estas tierras hasta los extremos del llamado surrealismo negro.
Sin embargo, el poeta pese a encontrarse rodeado por estas tendencias, asume un cariño y un aprecio intenso (e inmenso) hacia los románticos alemanes, y a decir verdad, hacia toda la cultura germánica. Serán autores como Rilke, Hölderlin, Goethe, Trakl y Novalis los que lo cautivarán en todo su esplendor. Además, claro está, de la influencia que poseen en la gestación de su obra las lecturas de Nietzsche y Heidegger, dos pensadores que dejarán una sutil presencia perceptible en algunos textos del basto legado del galardonado con el premio nacional en 1971 y a los que nos remitimos brevemente en las líneas siguientes. De Nietzsche el poeta nos dirá que su primer gran libro leído comprensivamente, y que lo cautivo por completo, fue El origen de la tragedia. Y es posible rastrear en su obra alguna de las ideas del pensador, como los conceptos de lo Apolíneo y lo Dionisíaco. En la extensión de su poesía, se aprecia una pugna entre estos dos polos, en los que inevitablemente resulta dominante Dionisios, de manifiesto con un lenguaje invadido por lo confuso, la deformidad, el caos, la noche, las pasiones en su máxima revolución, lo instintivo exacerbado, todo ello permeado por lo inconsciente, lo irracional, la negación del logos en general: “si muevo la mano alrededor de mi alma encuentro una luz ciega una zanja llena de hojas escritas costumbres y creencias, muñecas nudosas, esplendores nocturnos, fundición de ídolos.” De Heidegger la influencia es distinta. Ya no es una lectura, sino que son clases o seminarios a los que asistió Humberto, y más aun, las clases sobre poesía en las que Heidegger se abocó a filosofar sobre Hölderlin con mayor entusiasmo, y que por estos días llegan por medio del FCE en una edición titulada Arte y Poesía. En razón de lo anterior, hay ciertos conceptos heideggerianos como el da sein, el llamado ser ahí, el ser para la muerte, o simplemente el ser, en su total desnudez, que se ven de cierto modo involucrados en el entramado textual creado por Casanueva. Dichos conceptos pareciesen despertar sentido en la lectura del poeta si leemos en sus textos insitencias sobre la temática de la existencia. Bástenos leer la pregunta que inicia uno de los poemas del libro La estatua de sal y la afirmación con la que culmina el mismo verso para entender cómo nos lo manifiesta: Qué soy para vosotros? un moribundo? Yo no sé lo que soy, Yo os ofrezco un poco de luna desfallecida en el desierto, Una sal bañada por mis ojos que cae sin cesar Y un canto callado. Esta insistencia en la búsqueda del ser, saber quién soy, qué soy, porqué soy, pregunta existencial que pareciese reiterativa, adquiere nuevas dimensiones al interior de los versos del poeta cuando la óptica se configura en razón de una exploración ciega, exploración a obscuras, entre sombras, trampas del lenguaje, prejuicios y vicios del idioma que nos obligan en reiterados momentos a creer o admitir que somos tal o cual ente o ser. En un breve texto titulado Poesía, escrito en Alemania en 1934, el poeta declara: Es bello y heroico asistir a las batallas del ser, rehuir todo libertinaje y facilidad y aceptar el cilicio. De este modo, Díaz-Casanueva, evadiendo todo ello, vierte al interior de sus versos el suspenso, posiciona la sospecha de no tener claridad ni plena consciencia de su ser, aunque sí de las acciones que puede lograr realizar tal ser.
En el mismo poema, versos más abajo se lee: Yo desnudo la sombra dentro de vosotros que es tumba Y os dejo en el cuerpo un incendio lejano. Al interior del citado poema canto II del libro la estatua de sal, se nos reiteran incesantes los imperativos. El hablante poético manda: aceptad, apartad, dejad, cerrad. Desde esta óptica, la posición que adquiere el poeta es la de un supremo omnisciente, quien ordena, manda y exige, y al cual jamás percibimos frontalmente, jamás reconocemos quien es, sino que sigue siendo una incógnita, perpetuamente un otro para nosotros. Ahora bien, en su obra el poeta es claro o es oscuro, pero a medias jamás. Así en uno de sus últimos libros publicados, titulado El niño de Robben Island, deja ver con claridad las ideas que pretende desarrollar en el poema, mostrando a la vez toda esa faceta humana que durante tantos años le significó ser embajador, defender los derechos humanos y la segregación racial. En dicho texto, el poeta no encripta el significado, sino por el contrario, manifiesta explícitamente y con claridad expresiva todo lo que pretende decir en relación con la segregación de los niños africanos. Tal vez éste texto pueda ser el único en el que predomina el carácter apolíneo sobre el dionisiaco como se expreso líneas atrás. Por medio de un solo poema extenso, desglosa el origen de la diferencia que se establece entre blancos y negros, pintándonos imágenes que destilan una fría y desinteresada labor de las naciones, las cuales, en intento de imponerse sobre otras en beneficio propio para la obtención de materias primas, arrasan a la vez con una comunidad, con un cúmulo de personas a quienes se les extirpa toda noción de derechos que puedan tener, abusando moralmente de todo sus ser derruido por la imposición de otra cultura. Para culminar, esperamos que este limitado e inacabado introito sea de utilidad a quienes se interesan por la obra poética del autor nacional. Hemos de esperar de igual forma, que la crítica deje de lado Réquiem, poema archicitado del autor, y comience a indagar en otros textos del poeta, de igual y tal vez mayor calidad poética como aquel. Nosotros nos limitamos en este estrecho texto a referir mínimos aspectos de la obra del poeta, esperando incitar a la aproximación a quienes parecen estar distantes de leer al autor de La hija vertiginosa. A aquellos ya iniciados en su lectura, esperamos estas notas sean una razón más para seguir urgetiando entre símbolos de una poesía que tenemos para bastante tiempo más hasta develar la avasalladora presencia de signos y lenguajes, códigos de una realidad en permanente búsqueda que a lo mismo nos invita: iniciar el recorrido o la búsqueda de la búsqueda iniciada por Díaz-Casanueva en su poesía. Referencias: -Díaz-Casanueva, Humberto. El niño de Robben Island. Ediciones Manieristas. Santiago de Chile. 1985. - Díaz-Casanueva, Humberto Antología poética. Santiago de Chile. Editorial Universitaria. 1970.
Dios bendijo a la aristocracia chilena Con Bachelet pensé que mi hija podía soñar alguna vez con ser Presidenta de la República. Mi hija de seis años y sabe quien es Bachelet, pero no le interesa. Prefiere jugar con unos perros de plástico del tamaño de un damasco. Por esto llaman la infancia la etapa más bonita de la vida. Disfruto su espontaneidad y verla jugar. Armaba un rompecabezas con ella, cuando por la televisión apareció Piñera y entregó los nombres de su gabinete ministerial. De inmediato recordé mi paso por el colegio más caro de Antofagasta. Fueron dos años donde conocí la manera de relacionarse de la proto aristocracia antofagastina. Sus competencias. También de confusión. Nunca antes participé de un grupo tan clasista como aquel. Empecé a ver las cosas de otro modo. También me transformé en clasista. Deseé que alguna vez me vinieran a buscar en un Mercedes Benz. Mi realidad era distinta. Si no vivías en los Jardines del Sur, entonces pocos iban a tus cumpleaños. Fueron dos años en que mandaron mi infancia a la UCI. Revivía aquellos años cuando Piñera nombró a sus ministros. Todos de apellidos rimbombantes o de vinos. Después confirmo por la prensa que aquellos son los dueños de medio de Chile. Era obvio. Pensé que Piñera sería más astuto, es decir nombraría a un par de personajes con nombres más cercanos a la gente, profesionales de la clase media, pero no. Se mantuvo el orden jerárquico. Sabido es que la clase alta en Chile, la aristocracia, mantiene el status quo. Hay que nacer ahí, de lo contrario no se es. No se entra. Varias cosas de ellos me llaman la atención, en particular una: su peculiar manera de percibir a Dios. Sabido es que Dios es un comodín. Ellos son agradecidos de Dios por nacir ahí y por esa posibilidad de mandar. También son agradecidos de Dios por la gente buena que los sirve tanto en su casa y sus empresas. Dirán que Dios es sabio, pues ubicó a la gente en lugar que le corresponde o merce. Los pobres no dejarán de ser pobres, pero con Dios serán pobres buenos. La clase media no subirá a más a pesar de las ínfulas aspiracionales de un gran porcentaje, pues ellos, la aristocracia sabrá contener a quien se pase de la raya. Exclusivos. Hablando sobre el gabinete con un amigo, me contaba que años atrás tuvo una experiencia decidora con la nombrada ministra del trabajo, Camila Merino. Ella se desempañaba como jefa de Recursos Humanos de la empresa SQM. A mi amigo, escritor, le tocó revisar unos cuentos para un concurso que organizó la empresa. Dijo que ella ni siquiera lo miró cuando se la presentaron. Resumo: lo hizo sentir como una rata. Lo peor que otras personas relacionadas con SQM concuerdan en el perfil clasista de Camila Merino. Al final ella, me dijo mi amigo, le interesa saber quien eres y de dónde eres para entablar algún tipo de relación. La de mi amigo también puede ser una apreciación demasiado personal, sin embargo cuando se suman otras opiniones sobre lo mismo entonces el asunto cambia. La imaginó negociando con impulsivos dirigentes de trabajadores. La imaginó pronunciado: que quieren estos hombrecitos. No deja de tener razón Jorge González, cuando canta si tu apellido no es González ni Tapia. Con este gabinete quedó claro que con Piñera las cosas se mantendrán igual que siempre aunque esta vez con la clase dominante, los dueños de Chile, restregando al resto que Dios los bendijo con la gerencia del país. Mejor termino de armar el rompecabezas. Por Rodrigo Ramos Bañados en Escritores desde el límite.
Rolando Gabrielli
Bolaño vs Bolaño
Por la ventana entra el rumor del mar mezclado con las risas de los últimos noctámbulos, un ruido que tal vez sea el de los camareros recogiendo las mesas de la terraza, de vez en cuando un coche que circula con lentitud por el paseo marítimo y zumbidos apagados e identificables que provienen de las otras habitaciones del hotel. Ingeborg duerme; su rostro semeja el de un ángel al que nada turba el sueño..." El Tercer Reich
Pareciera todo indicar que esta novela de Roberto Bolaño, El Tercer Reich, que saldrá a circulación el próximo 4 de febrero, no contaba con el aval editorial de su autor. Relegada desde 1989 en un cajón de Blanes, el mítico autor de Los Detectives Salvajes, la calificaba de "una mierda insalvable". Dueño de una retórica sin servilleta ni smoking, Bolaño así se refería a su única novela inédita de 400 páginas, en una entrevista brindada en el 2001 al periodista Antonio Lozano. Ya no está físicamente el prolijo y meticuloso cirujano de la palabra, Bolaño, para enmendarse planas así mismo. Uno de sus últimos esqueletos ha salido del closet y se expondrá al juicio de los lectores y crítica, y en su ausencia, muchos verán a Bolaño vs Bolaño, en una comparación retrospectiva de su obra. Cuando un pelo del lobo anda suelto es que la propia bestia anda suelta. Juegos de guerra y ficción, mundos terminales de Roberto Bolaño desarrollados en la Costa Brava, algunas luces y embriones, pistas, del formidable narrador que conoceríamos después. Se habla de una novela primeriza, pero cerrada, no quemada, y los Max Brod que le rodearon, dos específicamente, advierten de alguna manera que si no la mandó a quemar es por que es publicable. El poeta chileno Bruno Montané, uno de sus amigos, es una historia ya conocida, dijo que Bolaño le llamaba a esta novela La estrategia del Mediterráneo y que le paresia que tenía una estructura demasiado lineal, alejada del novelista que llegó a ser. Jorge Luis Borges, uno de los referentes de Bolaño, retocó su primer poemario y otros libros, que consideró no tenían la madurez y maestría que él le asignaba a su palabra. Bolaño no tuvo la oportunidad con una serie de materiales que dejó antes de morir prematuramente. Su fama había llegado poco antes de morir y se había transformado un referente post boom en América latina, que después desembocaría en un autor de culto también, por carambola, en Estados Unidos, y sobre todo el olfato, ojo, instinto , valor y generosidad de Susan Sontag, quien lo introdujo al país del norte. A Lozano, Bolaño le dijo casi en un mea culpa, que nunca más escribiría una novela sin tener clarísima la estructura, la forma y el argumento. Esto es en su opinión, sin tener la historia en la cabeza y a su gusto. A Bolaño le gustaban los juegos estrategos y la novela, en forma de diario, es un ensayo de estos juegos, el llamado El Tercer Reich, y cuyo personaje, Udo Berger, es un campeón en su país. A Bolaño le obsesionaba el nazismo y era un conocedor profundo de la Segunda Guerra
Esta novela primeriza, que no de principiante según el crítico Ignacio Echeverría, había saltado del cajón y mecanografiada perfectamente, al ordenador, unas 60 páginas, lo que hace suponer que Bolaño le metería mano. Aunque existen huellas de su trabajo de corrección a mano en las páginas mecanografiadas. Una novela, sin duda, nunca termina de afinarse por a b c motivo, falta algo, sobra y se hace necesario el bisturí final que disecciona el cuerpo para darle más vida y no convertirlo en un cadáver. La suerte está echada, el gran patrocinador de la obra de Bolaño, el español Herralde, está feliz y considera que su lanzamiento es un acierto. Ha dicho que se trata de una obra que crea una atmósfera ominosa, de peligro y horror latente. Bolaño mantuvo la novela como un proyecto posible hasta el final de sus días. Dejó otros inconclusos, como Los sinsabores del verdadero policía y Diorama, retazos de novelas. Pablo Neruda, en quien Bolaño no confiaba, pareciera haber vaticinado su destino señalando antes de morir: me publicarán hasta los calcetines. Dicho y hecho. http://rolandogabrielli.blogspot.com/
EL MARGEN DEL CUERPO DE FLORENCIA SMITHS: LA MATERIALIZACION DE UNA POLISEMIA
Por Eduardo Farías Alderete
La palabra como herramienta fundamental del oficio de escribir, es en la más sutil de las concepciones una ágil daga que atraviesa los sentidos, este es uno de esos casos en que un autor, nos toma fuerte de las manos o simple y llanamente nos empuja dentro de los laberintos de su existencia, verso tras verso, en un poema o línea tras línea en prosa. Florencia Smiths nos sobrecoge en una prosa poética desencarnada, a ratos áspera, adjetivada y vigorosa. Nos arrastra a situaciones vividas por un alter ego sensible. Surge la duda lógica de quién describe a quién: Si es el Yo lírico que observa con sesgo de crueldad al sustrato real donde esta contenido, así las cosas, jugando el rol de observador impasible o una persona que utiliza la poesía como acto de catarsis infructuosa. El sesgo de crueldad es tangible en las adjetivaciones que menoscaban el actuar del otro, así es lector, hay un cisma que hace que el hablante lírico se describa como en tercera persona, esa falta de compasión divide el espejo de la realidad, creando la ficción de dos universos diferentes. La catarsis de hablar, la sanación del espíritu como meta, es un albur que no se materializa, este cuerpo es vigilado por otra entidad al margen de él, recopila sus datos, sus experiencias, cruza el Rubicón cuantas veces sean necesarias para crear imágenes poéticas en el delicado arte de desnudar el espíritu, no falto de un ojo clínico rayando en lo científico: “Escribiendo acude a las superficies, a la escara, a la sutura, puede nombrar cuanto existe, hacerlo existir, como si tuviese desde mucho antes la experiencia de la sintaxis, en contraposición de ese defecto de la adaptación” No se debería pensar en que esto enfría el temple de la poeta, la pasión se encuentra explícita e implícitamente en extensos pasajes de esta obra: “Tuvo que enseñarse a combatir esa dual desidia, esa doble batalla de elegirse opuesta y correr el riesgo de suspender acaso siempre- la otra mitad” Se cree que la Poesía tiene la cualidad que posee el agua, en cuanto a la adaptabilidad del continente y el contenido, puede ser, que el yo poético subsista con esta cualidad dentro del cuerpo del poeta. No es este el caso. Y aquí descubrimos el primer significado de cuerpo, y porque está al margen, escindido de una manera fatal que se descubrirá en las últimas palabras de este libro. El segundo significado es meramente estético, se nos presentan los textos en amplia mayoría como un párrafo compacto, en que hay poco espacio para el lúdico ejercicio de los silencios. Salvo, en los versos en que se crea un efecto de vacío que invita inevitablemente a la reflexión, no es un descanso a la mente escrutadora del lector, es la ductilidad del vértigo propio del avance del texto y del silencio. Los márgenes en contraposición al texto, impresionan notablemente. Ese es el segundo significado del cuerpo. Continuamos en esas líneas que nos imponen entereza, en ese filo del espejo que a veces, nos es imposible asir sin herirnos.
Revista de poesía Antítesis: Fuga de lo presente como gesto de actualidad. Autor: Daniel Rojas Pachas Revista de poesía Antítesis número cinco, es la última entrega de un proyecto dirigido por Gonzalo Gálvez que constituye dentro del atiborrado panorama de publicaciones nacionales tanto en papel como digital, una propuesta innovadora en la medida que manifiesta dos intereses divergentes a lo que nos tienen acostumbrados durante el último tiempo, los medios de difusión y diálogo en el país; la mercantilización de la publicación y sus actores y por otra parte, la excesiva preocupación de la coyuntura, una atención desmedida a lo inmediato y fugaz, sustentado más en el slogan y escándalo que en el ejercicio mismo de escritura. Por ello desde el 2006 el esfuerzo de Antítesis tanto en la constitución de la revista como en la publicación de plaquettes, cuadernos de poesía editados bajo el mismo sello y que incluye a voces como las de Luis Andrés Figueroa con “Una forma de huella en la arena”, Sergio Madrid con “El Esplendor” e Ismael Gavilán con “Raíz del Aire” persigue tal como señalan en la editorial de esta edición de primavera del 2009, proyectarse desde Valparaíso pero no en un sentido regionalista o con localismos chauvinistas sino como una manera de aproximarse desde un lugar/territorio (real o ficticio) como plantea Rodrigo Arroyo en su artículo dedicado a la poética de Eduardo Correa. Este último es parte de los poetas revisitados por Antítesis y que junto a otras voces como las de Ennio Moltedo, Rubén Jacob, Renán Ponce, Virgilio Rodríguez y Alfonso Alcalde, Juan Luis Martínez o Waldo Rojas, constituyen discursos y voces de interés que han contribuido a crear un corpus pero con un trazo más largo y cito textual del prólogo de esta edición: “Antítesis no milita en las acaloradas discusiones de la coyuntura” por ello la fuga de lo presente la reconocen como su gesto más actual, de allí el nombre: “antítesis como contrariedad a la alta exposición que tiene hoy lo más inmediato y visible de lo que se está escribiendo, así como la que se da a las reacciones apasionadas de sus comentaristas” Sin duda Antítesis en esos cinco números que llegó a entregar, nos ha permitido revisar el panorama no sólo de la quinta región sino observar desde ese territorio de ecos y no de voces como dice Correa en su entrevista titulada “Muerte y delirio en el Valparaíso de Correa”, las resonancias nacionales ajenas al ruido y las luces artificiales que distraen de lo que importa, la literatura. En definitiva como lectores se agradece el esfuerzo y el brío de la publicación por no apostar a las masas y a la facilista inmediatez, sino que instando en todo momento a la reflexión en las líneas profundas de la creación, así lo demuestra esta edición que nos entrega una completa entrevista, lectura y selección de poemas de Eduardo Correa a cargo de Arroyo Castro y Rioseco Aragón, un dossier de Alfonso Alcalde a cargo de Cristian Geisse Navarro, que en el último tiempo se dedicara febrilmente a entregar una completa recopilación del llamado primer beatnik chileno. En poesía podemos revisar textos inéditos de Waldo Rojas “Círculo de Boj” y una carta a J.L Martínez escrita por Rubén Jacob y en traducción a Margherita Guidacci entre otros artículos de interés, que nos llevan a esperar la aparición de otros medios que al igual que Antítesis permitan como dice Gálvez: “un punto de encuentro entre creadores y lectores, un punto medio entre palabra creadora y reflexión, un halito por nadie, un viento”
VISITE LA SANTÍSIMA TRINIDA
AD DE LAS CUATRO ESQUINAS
ANDA LIBRE EN EL SURCO Premio Lagar Autora: Nélida Baros Fritis; Poeta e historiadora de Copiapó
Premio Lagar es en este último tiempo uno de los Concursos más grandes del Norte de Chile, creado en homenaje a nuestra premio Nobel, Gabriela Mistral. Crear un concurso nacional de tales características es tarea titánica, tanto por el financiamiento y la designación del jurado. El compromiso de la ejecución y realización estuvo a cargo la Sociedad de Acciones y Creaciones Literarias de la Región Coquimbo (SALC) y el Consejo de Cultura y las Artes de la Región de Coquimbo. El énfasis por descubrir obras inéditas en poesía y ensayo contó con la participación de más de seiscientas personas, desde Arica a Magallanes contando las islas Juan Fernández y de Pascua, además de chilenos residentes en el exterior. El interés demostrado en participar, genera el convencimiento que los chilenos necesitan de los concursos, no tanto por los premios materiales, sino también lo consideran un puente para mostrar sus creaciones. El resultado se tradujo en la realización del libro “Anda Libre en el Surco”, el cual fue presentado en el Colegio de Profesores de La Serena, el 17 de enero del presente año. El libro encierra una mirada a las variadas identidades de nuestro país, que representan diversos autores, se puede descubrir en la poesía, nuevos pulsos, otros paisajes, formas de mirar la vida y la muerte, la marginalidad tan cerca de nosotros, muchas veces ignorada. En la médula de cada poema descubrimos peculiares acentos que se expresan en verso libre, similares a esa búsqueda incansable de Gabriela, esa ardiente pasión y visión del mundo que los rodea, donde cada palabra, cada gesto identifica la obra y le da vida. Los poetas se van descubriendo a través del verso en ese continuo viaje a un final definitivo, dejan un retazo de su alma herida o fragmentos de alegría en la cotidianidad. La visión de los creadores arranca de la existencia misma y de los senderos que caminaron y desandaron; del entorno mediático, del espacio físico que habitan, desenvolviéndose y haciendo suyo aquello que los identifica. En los fragmentos de poemas que corresponden a los primeros lugares y otros a menciones podemos apreciar que las cosas más simples tienen sentido propio, están habladas con el lenguaje de la infancia o el verbo de la pasión.
Leonardo Sanhueza, poema: “Louise Follin (primer lugar): “Yo también fui hija prestada y tuve trenzas/ de oro que brillaron en toda la Selva Oscura/ cuando un joven de apellido Moreno, no recuerdo/su nombre, no por nada han pasado siete años,/me atrapó del talle y al galope me llevó/ hasta un refugio que él tenía en el bosque./Fue muy amable y cariñoso, pero yo tenía miedo/ y entendía bien poco sus palabras chilenas,/ y por eso fue un alivio cuando los trizanos/ llegaron a mi rescate. “Te quiero”, me dijo,/ “te quiero, bella Louise”, mientras lo arrojaban/ al anca del caballo, amarrado de pies y brazos/ como un cordero. Cuando volvimos a Victoria,/ me enviaron a la casa de Jacob Müller,/ que había pagado quinientos pesos por mi/ a Joseph Charles: si es por barrer, me dije,/ todos los pisos son iguales, pero el juez Riffo/ armó la grande y habló de trata de menores/ y los colonos dijeron xenofobia y el escándalo/ no tardó en llegar a oídos de las autoridades/ y para taparlo todo me repatriaron a Friburgo./ ¿Cómo se llamaba? ¿Álvaro? Álvaro se llamaba,/Álvaro Moreno y tenía los ojos verdes como la noche”. Rolando Martínez Trabuco, poema: “Provincia” (segundo lugar): “Ciudades a lo largo de este país de costa/ ciudades que embanderan su puñado de gaviotas/ y no sólo polvo/ memoria y gatos viejos/ sino jóvenes sin gloria caminando cuesta arriba/ sin imaginar que alguien/ escribe para ellas”. Oscar Burgos Belmar, poema: “Juanito Pistola me llamo yo” (tercer lugar): “¿Cuál es tu nombre?/ Mi nombre es legión porque somos muchos./ No tengo nombre/ no tengo rostro/ lo que ves de mi lo ves de todos./ ¡muéstrame tu brazo!/ Intentas leer mis tatuajes/ pero no puedes descifrarme/ lo único que sabes es que soy peligroso./ Yo soy Juanito pistola/ Juanito malilla/ Juanito cuchilla,/ Si hoy he caído preso/ no fue porque ustedes me atraparon./ YO LOS HE ATRAPADO A USTEDES”. Primera mención honrosa correspondiente a Cristian Geisse Navarro, poema: Sueños de Agua: “¡Dios mío, tengo sed! ¡Dios mío, tengo sed!// A la mitad de este desierto, de estos destellos, de este cuero que cruje entre polvo y piedras, tengo sed, tengo una sed insoportable.// Yo siempre lo supe, el infierno no está hecho de hogueras ni de relámpagos negros, esos son cuentos de vieja: el infierno está hecho de sed. Sus delirios son polvo y sed; su fiebre, páramos y sed, grietas y sed, voces y sed, angustia y sed. Sed y no fuego: sed”. Distintas esferas de la realidad están delimitadas, pero sin fundirse, se abrazan los mundos de la realidad y la ficción en expansión creadora, las cosas parecen vivas sin deformarse. Los ensayos reivindican la identidad, esa identidad que lentamente va quedando socavada por la transculturación, por el avance de las sociedades, los cambios políticos y socioculturales, por la centralización del poder y sin darnos cuenta, olvidamos nuestras raíces, el terruño. Creo que los autores de los ensayos recordaron siempre a Gabriela Mistral y siguiendo su ruta comprendieron como ella, que el entorno era primero y luego las ideas. Ya nuestra Premio Nobel lo expresó en una frase para el bronce: “La región contiene a la patria entera y no entiendo el patriotismo sin emoción regional”. El escritor y experto mistraliano Jaime Quezada, refiriéndose al Premio Lagar, dijo: “Esa emoción regional en su identidad esencial de hoy, es razón fundamental del Premio Lagar”. Gabriela sigue viviendo en el corazón de su pueblo a pesar del tiempo transcurrido desde su paso por la tierra y esa es la razón fundamental para crear concursos en su memoria. Felicitaciones a los creadores que desde hoy se integran al mundo de la literatura con sus obras.
IQUIQUE Y EL VALS DE LOS RECUERDOS Escribe Carlos Amador Marchant
Treinta años sin visitar la ciudad donde nací produjo una opción difícil de asumir.¿Es bueno volver al pasado?. No supe responderme. Reencontrar a Iquique fue el desafío. Me decían que ahora es cosmopolita de grandes edificios frente a la costa, de casas que se extienden hasta el Cerro El Dragón, el lejano, aquel que parecía vigilar la ciudad sufrida por la historia. De tantos dichos, entonces, fue necesario tomar un avión y visitar de nuevo este reducto minero, este sitio de mar azul, de cerros interminables, de soledades, de rocas sulfurosas. Si atravesar el desierto en tren, en el antiguo Longino (longitudinal norte), era una proeza, sólo los pampinos y allegados a esas soledades, se arriesgaban al azote quemante de la pampa. Hernán Rivera Letelier narra con genialidad esta travesía en “Los trenes se van al purgatorio”, libro editado el año 2000. Lo concreto es que, al margen de tanta miseria y sacrificio, en esos dos días y dos noches asfixiados en aquellos pequeños vagones, por lo menos existía “el encanto” en cuanto a que los pasajeros se las ingeniaban para vivir de manera intensa dentro de la caldera. Cantos, risas, amores, no faltaban. Tampoco vino tinto y del otro. Tampoco las empanadas. Tampoco el llanto. Era el sufrimiento hecho risa. De esos tiempos, hasta cercana la década del setenta, una vez que las flotas de buses se adueñan de las nuevas carreteras eliminando a los trenes y los rieles que subían por el gran cerro de la costa alcanzando al desolado Alto Hospicio (hoy comuna), se inicia otra nueva insondable travesía, la asfixiante, la traumática. Sin duda, en esos años los buses representaron la nueva atracción, se hablaba de un mayor confort, donde el petróleo daba paso al exterminio de las locomotoras a carbón. Con el paso de los lustros, quienes nos transformamos en asiduos viajeros, fuimos percatándonos (nos percatamos ahora) que aquellos medios de locomoción ya no representan el gran confort para el desierto. Las distancias largas, las 17 o más horas de viaje encerrados entre cuatro latas, desayunando y almorzando y cenando, con un baño sin gran ventilación, hacen de estos viajes pesadillas poco higiénicas. Por estas u otras razones, hay quienes añoran la vuelta de los trenes, pero los de ahora, los trenes rápidos, con más tecnología. Si bien queríamos en esta ocasión llegar rápido a destino, las dos horas del avión entre Santiago a Iquique sólo nos permitió observar la pampa a través de aquella minúscula ventanilla.
30 años habían pasado sin regresar a esta que es mi tierra y sólo en dos horas me fundía con el pasado. Dos escasas horas sin saber de nadie, sin siquiera percatarme si los de mi generación estaban en ese sitio o habían emigrado a otros lugares de Chile, sin saber si los que estuvieron y caminaron conmigo en la década del 60 estaban enfermos, ancianos o se habían muerto. Curiosamente, antes del viaje, casi intuitivamente, como deseando no encontrarme con nadie, sino más bien con la ciudad histórica, sabiendo que no me contestarían un tímido mail que hice llegar a un poeta que sé no se comunica mucho por este medio, anuncié mi visita. Dicho y hecho. No fue contestado el anuncio y en consecuencia mi retorno se realizaría como lo deseé en un comienzo, sin que nadie se percatara de éste. Durante el viaje, observando desde más de 11 mil metros de altura el inmenso panorama del desierto con algunas minúsculas rayas de ríos endebles, se echa de menos que desde la cabina o por algún sistema de audio interno se entregue alguna información sobre los lugares por donde se va volando. Una mujer de edad se lo hizo saber a la azafata y ésta la miró con sorpresa. Volar a esas alturas por la pampa me trajo al mismo tiempo la travesía de Pedro de Valdivia en 1540, quien saliendo desde Tacana (actual Tacna-Perú), llegó con escasos hombres hasta Cosayapu (actual Copiapó-Chile). Sobre el tema del cronista Gerónimo de Bibar ya escribí en “Extramuris83” (actual revista virtual), pero me ha interesado recoger este enlace antes de entrar al tema de la histórica ciudad de Iquique, por la connotación de los pueblos precordilleranos que fueron fundando al paso de los años. Lo concreto es que por el sector de la precordillera se van entrelazando poblados entre Arica, Pisagua e Iquique. La trascendencia de esto, y por eso la reflexión, es que este puñado de hombres entró por el valle de Lluta y fue fundando pueblitos como Socoroma, Putre que están a más de tres mil metros de altura. Y más tarde Belén, subiendo y bajando, Ticnamar, Codpa, Esquiña, Camiña, Tarapacá, Pachica, Pica. Y mucho más tarde, emprendiendo hasta Copiapó. Eran hombres de a caballo y de a pie, que con su sed de riquezas doblegaron a los originarios. Sólo esa sed los guió por estos inhóspitos territorios. Desde las alturas logro divisar el desierto pleno y pienso, pienso, en ese otro pasado terrible para los que habitaban estas tierras y también para los que llegaron a dominarla. Por los senderos del Iquique antiguo La primera visión desde el avión al situarnos sobre el aeropuerto Diego Aracena, distante a 45 kilómetros de la ciudad de Iquique, es el mar de un azul sorprendente. Al lado el color café de la pampa. Café y azul son dos colores que dan el retorno a este sitio. Si bien El Aracena se encuentra en remodelación, deja ver el contraste. Aquí se observa la pampa, el sol que golpea las espaldas, la piedra de los cerros pelados y la gente que se traslada de un lugar a otro en forma distinta. Recuerdo que su nombre antiguo era Chucumata. El transporte hasta llegar a Iquique es viendo el mar del lado sur del puerto, y tras 30 minutos de camino comienzo a divisar el inmenso panorama de la Cordillera de la Costa, el Cerro El Dragón lejano, sólo que ahora terriblemente poblado. El conductor del auto me va conversando sobre los adelantos de la ciudad, los grandes edificios, el balneario y sus lujos recientes, las lejanías que ahora son cercanías de espacios. Y sin embargo no digo nada, no aporto nada, parece que sólo me interesara el pasado de Iquique, el remoto, el de las casas viejas, el escenario doblegado por los recuerdos de las salitreras en desmedro, de las pesqueras de la década del 60, de los obreros y sus recuerdos, de las casas donde la madera habla.
Así pues culminé mi presuroso primer día en el Iquique legendario. Abracé a mis padres ancianos, conversé con ellos, con mi hermana, divisé desde los ventanales de la casa el árido panorama sin atreverme aún a salir a la calle. Volveré a Iquique me dije un día. Esa noche todavía no estaba seguro si me encontraba en la ciudad donde nací en la primera mitad del siglo 20. No estaba seguro. Por esta razón, a la mañana siguiente, acompañado de familiares, pedí me trasladaran al lugar donde inicié mis estudios primarios: La Escuela Santa María. En el trayecto, mientras nos internábamos en el casco viejo de Iquique, no reconocí el nombre de numerosas calles, sólo la madera me fue transportando a un pasado lejano aunque reciente para el tiempo del universo. La llegada sorpresiva al sitio, las calles asfixiadas por el calor, la madera entreverada con el adelanto, no me permitieron identificar el establecimiento. Asentados en la calle Barros Arana, en una esquina, me expresaron que la escuela estaba al frente. Salí del vehículo acompañado de mi máquina fotográfica. Apresurado crucé la calle. Antes, mi hermana me había dicho que era necesario eternizar esas paredes, porque posiblemente el establecimiento sería demolido. Recorrí la edificación, ahora transformada en un sitio pintarrajeado con consignas políticas, descascarado, por todos los contornos, por las calles Barros Arana, Zegers, Latorre y Amunátegui. De improviso me situé en el pasado, en aquel lugar donde entraba con mi bolsón de escolar y mis carnes nuevas, mis cuadernos impecables, los pantalones cortos. Recordé al profesor Alberto Chang que no sé si vivirá aún, las largas jornadas en salas limpias y pasillos encerados. Quise recorrer sus salas, el salón de actos donde alguna vez representamos a los Beatles como humorada estudiantil. Me situé en el frontis de la calle Zegers y recordé esa escalera por donde bajaban los estudiantes en escuadrones para los ensayos del desfile del 21 de Mayo. Quise subir de nuevo esas escalas, pero me encontré con enrejados metálicos, los mismos de la década del 60, sólo que ahora estaban oxidados, las puertas interiores descascaradas y sucias, los vidrios de las ventanas quebrados. Vi salir por ahí a los personajes de mis novelas, el Rojitas y el Matus, los mismos que seguirán vivos en otras aventuras novelísticas. Esa escuela, esa escuela impecable, esa edificación con su historia, ahora estaba abandonada. Este sitio, el mismo, el mismísimo donde fueron acribillados más de 3.000 obreros de la pampa salitrera en 1907. Este lugar, esta tierra donde corrió la sangre y donde los gritos se entreveraban, los gritos de espanto, ahora estaba abandonado. Entonces, en esos no más de 30 minutos en que saqué fotos y sudé, me transporté desde la época de estudiante de 6 años a los obreros que fueron hacinados y engañados tras recorrer el desierto y bajar por el inmenso cerro que acorrala a Iquique. Me pareció ver al Intendente Carlos Eastman, desesperado y eufórico, gritando a los cuatro vientos, dialogando con los adinerados, vociferando que los pampinos, que los llamados delincuentes, que los insurrectos, habían caminado en masas por el desierto adueñándose del puerto, que era posible que saquearan las casas, que violaran a las mujeres, incendiaran la calle Baquedano. Y me pareció escuchar la voz del Presidente Montt conversando con el Ministro Rafael Sotomayor, dando órdenes al General Silva Renard, todos macabros personajes.
Y observé a la tracalada ser conducida a esta escuela, a ese reducto de madera de la época, a este sitio donde me encontraba ahora tras treinta años de ausencia. Mi hermana miraba absorta. Ahora me encontraba sacando fotos al monolito de los caídos. Al monolito de los que habían bajado al puerto a pedir sólo un mejor trato laboral. El sol quemaba, como quemó en esos años a los pampinos, acostumbrados a esas calderas del norte. El edificio en cuestión, el actual reducto abandonado, no fue precisamente el que albergó a los obreros de la pampa antes de ser masacrados. La tierra donde fue construido, en cambio, es el mismo cimiento donde la sangre, donde los cadáveres se hacinaron en la época. El antiguo era un caserón de madera que alcanzaba incluso hasta el Mercado Centenario, levantado en maderas en 1883 ad porta de la Guerra Civil del 91. Dicha construcción, más allá de los acontecimientos narrados, alcanzó a mantenerse en pie hasta 1928, año en que fue consumida en gran incendio un día 7 de marzo. 8 años más tarde, en 1936 se levantó el actual edificio en abandono con un material más sólido y por donde pasaron numerosas generaciones de estudiantes. Tanta historia encerrada en estas paredes que ahora se encuentran rayadas con consignas políticas. Tanto abandono en ese monolito ubicado a un costado del edificio. Me pregunté qué pudo haber pasado. Fueron varios días consultándome, indagando. La realidad es que hasta el año 2005, tras el terremoto del 15 de junio quedó inutilizable, y en consecuencia, abandonada como centro estudiantil. En el frontis, en medio de la hediondez del entorno, se mantiene un lienzo que anuncia matrículas para el presente año 2010, designando un nuevo lugar transitorio de docencia: la Avenida Salvador Allende, casi a las laderas del cerro El Dragón. De acuerdo a algunas informaciones de prensa, la restauración del edificio se realizaría el año 2012, tras ser tramitados fondos para estos efectos por el Consejo Regional de la zona. El dilema es si se mantendrá como escuela o si se transformará en museo histórico. Hay quienes se inclinan por la segunda opción. Habrá que esperar. La Escuela Santa María no sólo se caracterizó por ser un lugar donde se entregaba una excelente educación, sino también por los fenómenos paranormales que se producían. En la década del 60, tiempo en que me tocó estudiar, era común escuchar voces y ruidos de seres invisibles que deambulaban por los pasillos a eso de las 7 de la tarde, cuando el profesor nos castigaba por mala conducta. Más tarde las generaciones posteriores, los guardias del establecimiento, fueron narrando cosas similares, lo que se transformó en pan de todos los días, golpeteos de puertas, lamentos a altas horas de la noche. Mi hermana estaba absorta. Yo seguía sacando fotos. Los obreros masacrados, los más de 3 mil, no han podido descansar.
Las calles de antaño y sitios de mi infancia Ignoro si hay otro centro comercial en la ciudad. Es posible. Como dije al comienzo, me interesaba recorrer las calles antiguas, las casas de maderas que se mantienen desde el siglo 19. Iquique es hoy, sin duda, una ciudad que ha alcanzado un alto nivel de construcciones nuevas al lado sur. Los lugares de mi infancia transcurrieron en el sector de los colectivos O´Higgins con Patricio Lynch, al frente de lo que es hoy el Palacio Astoreca, edificio construido en pino oregón y que funcionó como Intendencia Regional a partir de 1909. La mandó a diseñar Juan Higinio Astoreca, dueño, además, de tres oficinas salitreras. Ahí vivió junto a su familia hasta 1904. Los colectivos dejaron de construirse al mediar 1942. Se caracterizan por ser dos edificios con caracoles y de cemento duro, apto para la zona norte y capaz de resistir terremotos. Fueron ejecutados por el arquitecto Luciano Kulczewsky, quien además fue administrador de la Caja de Seguro Obligatorio. En los tiempos de depresión por los que pasaba el Norte Grande de Chile, tras la crisis salitrera, curiosamente fueron edificados para los asegurados del sector en las ciudades de Arica, Iquique, Antofagasta y Tocopilla. En ningún otro lugar se verán construcciones como éstas. Vienen siendo verdaderas reliquias. En mis tiempos de niñez veía todo casi lejano. Desde el Colectivo al Mercado Centenario, a la Escuela Santa María, a la Avenida Balmaceda. En este retorno me siento en la obligación de decir que todo es cercano, es decir, son sólo caminatas de minutos. Mi vida transcurría entre los colectivos, la Plaza Brasil, la calle Baquedano, la Plaza Prat, el mercado, la escuela, el Liceo de Hombres, el de Niñas, la Plaza Condell, la Playa Cavancha, el Micro Estadio, la Plaza Condell, el Barrio El Morro, el Norteamérica, la calle Vivar, la calle Tarapacá, la Radio Esmeralda, La Patricio Lynch, El Salitre. En esa semana de visita al puerto histórico me convocaba revivir todos estos sitios, los mismos donde se generaba la actividad social y política del puerto. En mi Juventud Iquique estaba pisoteado por las pesqueras y su hedor diario. La ciudad invadida por las pestilencias, la ciudad, incluso, de las banderas negras por la depresión. La proliferación de locos por las calles, las huelgas estudiantiles que partían siempre del Liceo de Hombres y que muchas veces fueron apoyadas por el jovencito choro Soria de la época. De pueblo sufriente, de pueblo de sudor, aún se conservan muchas construcciones, aunque le han puesto el timbre de los nuevos tiempos. Mi infancia transcurrió en la Plaza Brasil (ahora tiene otro nombre) ubicada al frente de los Colectivos. Era una plaza amplia con palmeras. Ahí lanzábamos piedras para comer dátiles. Hoy es pequeña sin mucha vegetación y los escasos árboles que se conservan, han sido invadidos por los patos yecos que los destruyen día a día con su excremento. El mismo avance urbano de la ciudad ha sido el culpable de esta proliferación. Le han robado el hábitat y no les ha quedado más remedio que entrar a la ciudad. Los recovecos de la calle Lynch con sus almacenes ya no son los mismos, han sido invadidos por construcciones nuevas. Busqué reconocer contornos de la calle Vivar con Tarapacá. Hay muchas construcciones de la época que se esconden tras la nueva urbanización.
Me senté en la Plaza Brasil a rescatar mi niñez y ahí estuve tristemente varias horas. Busqué no sentirme abandonado, sólo quise mirar el entorno. Vi deambular niños de este tiempo y sentí que por mis venas corría el pasado, fuerte e histórico, que no podrá ser acallado mientras exista el verbo y la palabra. Me fui a la costa a respirar el mismo mar de la década del 60. La juventud, los muchachos y muchachas sobre las rocas, en las orillas de playa, me dijeron en silencio que estábamos en otro Iquique, aunque la historia hace la vida y a la inversa. Quise retornar a mi Iquique sin que nadie se percatara. La verdad, la página del tiempo se encargó de eso. Pero atrás está el inmenso cerro de la Cordillera de la Costa, el Cerro El Dragón con su arena eterna, rodeado de casas pero aun vivos. Ellos han sido los que han observado la historia en silencio. Son ellos los que parecen guiñar un ojo, como diciendo que todo lo sufrido queda y que toda alegría se canta. Me pregunté si Iquique no es el mismo o yo no soy el de antes. Y tomé mi avión de retorno a Santiago estudiando esta pregunta. 1.- Vista de la actual caleta de Iquique (atrás los cerros Cordillera de la Costa) 2.- El Edificio Colectivo de la calle Patricio Lynch. 3.- Frontis del actual Palacio Astoreca (ex Intendencia Regional). 4.- Entrando al avión rumbo a Santiago, en el aeropuerto Diego Aracena. 5.- Frontis de la abandonada Escuela Santa María. 6.- Parte trasera de la escuela, frente al monolito a los obreros mártires
De la tradición de Oliver Welden
Por Rolando Gabrielli
El poeta Oliver Welden, desde Málaga, cumple con su ritual para estas fechas en que febrero, es natalicio y el esplendor del verano tropical. Desde Málaga, su tercera patria en estos exilios de dos siglos, Welden me convierte por unos instantes en poeta bilingüe y traducido a la lengua del singular y enigmático Shakespeare, rey de los poetas y dramaturgos británicos. Llega su misiva electrónica, amical, lacónica, precisa, en la simple tradición de la amistad y las palabras. Amistad, un viejo ejercicio que practicábamos por allá en los años sesenta en la antigua capitanía de Chile, la fértil provincia que se nos escurrió como sal entre los dedos, de Norte a Sur y en toda la cardinalidad de sus puntos. Gracias Oliver, las fechas, son las fechas, para llegar y partir. Brindemos por uno más, en el azar de los tiempos, por esta vieja amistad a prueba de olvidos. Salud a tu poesía, a tus días españoles, más bien andaluces. Y que el tiempo nos siga agarrando confesados, ya confesos en la poesía. Mis mejores deseos, Rolando DOS POEMAS DE ROLANDO GABRIELLI EN TRADUCCIÓN DE OLIVER WELDEN Un cisne
Frutos del mar
Un cisne aun después de muerto siempre será un cisne
Frutos del mar, frutos de la tierra, tú y yo, somos peces de un mismo barro.
A Swan A swan even after death will always remain a swan
Fruits of the Ocean Fruits of the ocean, fruits of the earth, you and I, are fishes of the same mire.
Mi Querido Rolando: Parece que esto se hace tradición. Aquí van dos traducciones de tus poemas para tu cumpleaños. Apio verde tu llu (un día antes). Oliver.
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