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Nuestros hijos
Iglesia Católica y liberalismo
La lectora Amelia Croce nos envió desde Montevideo sus refl exiones sobre el artículo La reconciliación pendiente entre Iglesia Católica y liberalismo (Cn del pasado noviembre). Publicamos, por razones de espacio, una síntesis de sus conceptos
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El autor del artículo señala justamente una diferencia profunda entre la visión liberal de la sociedad y la católica. Pero esa diferencia existe entre toda visión individualista (por cierto muy impulsada por el liberalismo económico) y otra —católica o no— que tenga en cuenta en primer lugar el bien común. Está diferencia tiene enormes consecuencias, como, por ejemplo, en cuanto a la aceptación o no de las vacunas, según se priorice la libertad individual o la salud como aspecto del bien común.
El autor se refi ere más de una vez a lo que sostienen “los católicos” cuando sería más exacto referirse a lo que afi rma “la doctrina social de la Iglesia”, pues entre los católicos existen y existieron muy diferentes concepciones sociales, políticas y económicas, incluso, en las antípodas unas de otras.
El artículo afi rma que “los liberales insistirán más en los derechos civiles y políticos, mientras que los católicos harán hincapié en los derechos sociales”. Considero que quien esto haga, sea o no liberal o católico, estaría olvidando el principio de indivisibilidad de los derechos humanos, que cuestiona a “quien empobrece el concepto de dignidad humana negando consistencia jurídica a los derechos económicos, sociales y culturales” (en palabras del Papa Juan Pablo II en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 1998).
Opina el autor que tanto liberales como católicos aceptan “la idea de que la democracia debe inspirarse en valores”, pero es extraño que a continuación diga “pero los liberales se atendrán a aquéllos de carácter formal: la libertad y la igualdad (entendida como igualdad de oportunidades, es decir, ausencia de privilegios)”, porque, como tantos ejemplos lo corroboran, nada más lejano de un liberalismo económico y político (que aspira a reducir al mínimo la intervención del Estado en defensa de los derechos sociales, económicos y culturales) que la defensa de igualdad de oportunidades y la ausencia de privilegios.
Sabemos que el pensamiento social de la Iglesia tiene una rica tradición que, inspirada en el Evangelio, se ha desarrollado desde los Padres de la Iglesia (cuando no existían ni marxismo ni liberalismo) hasta hoy. Es interesante esta anécdota de Giordani, quien, en su Memoria de un cristiano ingenuo, refi ere un diálogo con su amigo Pío XII: “ ‘Han venido aquí a lamentarse… dicen que usted es un revolucionario’. Y me citó una frase de uno de los últimos editoriales, en el que decía, más o menos, que lo que tiene de más el rico es lo que le falta al pobre: que la propiedad injusta o injustamente usada es un robo. Pero respondí: ‘Es una frase de san Juan Crisóstomo’ ”.
En el magisterio de los últimos Papas encontramos las orientaciones más necesarias para enfrentar los desafíos que se presentan a la humanidad de hoy, muchas de ellas difícilmente compartibles por un liberalismo coherente con sus principios. Baste pensar en la defensa que desde Juan XXIII han hecho de la necesidad de fortalecer instituciones como las Naciones Unidas, en la consideración de la dimensión mundial de la cuestión social, de una justa concepción de la propiedad privada, etc. Más que buscar una reconciliación o un rechazo de la Iglesia con tal o cual ideología, tal vez sea verdadera tarea pendiente contribuir a que estos documentos se conozcan más, ayudando a romper tantos prejuicios que existen al respecto, así como promover una actitud de encuentro y de diálogo (como en nuestro tiempo la Iglesia no ha dejado de defender), con personas e instituciones que más allá de cualquier ideología muestren justamente la buena voluntad de dialogar.
Amelia Croce (Montevideo)
“Entre los amigos de mi hija existe la costumbre de tomar fotos de los profesores y compañeros y agregarles frases irónicas o incluso ofensivas, para crear memes y reenviarlos. Ahora le tocó a mi hija. Le sacaron una foto, le pusieron una frase vulgar y se la mandaron a los demás compañeros, de modo que ya no es posible bloquearla. ¿Qué puedo hacer? ¿Cómo me aconseja actuar? Mi hija ya no quiere hablar con sus compañeros, y ahora está siempre sola...”.
Firma: Una madre
La pregunta trae a colación un problema que es propio de la actualidad: el uso de las redes sociales y de los medios de comunicación de forma desordenada e inconveniente.
Siempre decimos que los medios de comunicación son herramientas que todos utilizamos y que deberían estar al servicio de las personas. En realidad, nadie tiene una “licencia de uso” de estas herramientas que, si se manejan incorrectamente, pueden causar daño, mucho daño. Es como jugar con fuego. Es importante mantener la distancia adecuada, para que el fuego proporcione calor y no queme. Una simple broma puede convertirse en una denigración masiva, que durante la adolescencia hiere en lo íntimo, al punto de provocar aislamiento y enojo. Así fue para esta chica, que se sintió herida y ofendida, al punto de aislarse de sus compañeros. ¿Qué hacer? En mi opinión, tres son las intervenciones necesarias. Primero: de parte de los padres, brindar a la hija cercanía y comprensión sin reproches, apoyándola, tratando de minimizar la importancia de lo sucedido pero, al mismo tiempo, también de comprenderla. Segundo: de parte de la hija, empezar a hablar con algunos compañeros, comunicar su malestar y esperar que los demás la entiendan y lleguen a respetarla. Incluso si es difícil, los padres pueden apoyarla. Tercera acción: proponer y promover un curso de alfabetización digital dentro de la escuela. En realidad, sería necesario en todas las escuelas, desde primer grado hasta el bachillerato, porque ha llegado el momento de otorgar una “licencia de conducirse en las redes sociales”, porque cuando la complejidad se hace más evidente y las herramientas se vuelven más sofi sticadas, es importante estar preparados e informados. Es importante obtener una licencia para utilizar estos medios y para ello es necesario conocer bien estas herramientas. Sólo la educación es capaz de proporcionar los recursos adecuados para orientarse por la complejidad de este mundo.
Pasternak, habitante de las nubes
Hace 65 años se publicaba por primera vez (en Italia) la novela Doctor Zhivago, del escritor ruso perseguido por el régimen soviético, Boris Pasternak, galardonado el año siguiente con un premio Nobel que no le fue permitido retirar
Los prisioneros de los campos de concentración soviéticos leían las poesías y las cartas de Boris Pasternak como oraciones. Eran sumamente apreciadas. ¿Por qué? Porque eran las palabras de un poeta, una raza en peligro de extinción, no protegida por ninguna asociación pero indispensable para el ecosistema del mundo.
Boris Pasternak (1890-1960) es conocido en todo el mundo como el autor de Doctor Zhivago, una célebre novela que se convirtió en una célebre película. Una obra que en su momento causó sensación, porque era completamente disonante con la ideología dominante.
Completada en 1957, Doctor Zhivago fue publicada por primera vez en el mundo en Italia (el texto había salido de Rusia y había llegado al editor Feltrinelli clandestinamente). Fue prohibida en la URSS de Jruschov, lo cual provocó graves difi cultades al escritor, que lo llevaron a la pobreza y al aislamiento. No se le permitió ir a buscar el premio Nobel que le fue sido asignado en 1958, y que luego fue retirado por su hijo 31 años después (el escritor ya había muerto), cuando, con Gorbachov, la novela fue fi nalmente publicada en Rusia.
Stalin tampoco amaba a Pasternak. Si hubiera podido, habría usado mano dura con él. Ciertamente hubiera sido capaz de hacerlo, pero Pasternak era conocido, y tenía vínculos con Inglaterra, por lo que lo defendía a regañadientes, en su entorno, diciendo: “Dejen en paz a este habitante de las nubes”.
Pasternak era ciertamente un habitante de las nubes. Pero Stalin no se dio cuenta de que son precisamente los habitantes de las nubes los que ponen en los engranajes de los sistemas totalitarios esos granitos de arena que poco a poco hacen que se atasquen. Porque aportan novedad, mientras que la ideología pretende sustituir la inmensa complejidad de la realidad con un esquema preestablecido. Pasternak, como todo poeta, sabía que la fórmula matemática de la novedad es siempre la misma: Novedad = Tradición + Libertad. Sabía que la novedad se mueve por la trayectoria de la verdad —y, por lo tanto, choca con la ideología—.
En sus tiempos, Pasternak fue leído y amado en secreto porque era exactamente lo contrario de la reducción de la verdad que la ideología obraba. Sus escritos fueron como la irrupción del milagro de la primavera en un mundo cada vez más gris y metálico. El papel del poeta es anunciar la primavera, que es resurrección. Él lo interpretó lo mejor que pudo. Él, que lloraba de felicidad “por la conciencia de la armonía que Dios ha infundido en la vida de todos, creando de alguna manera a cada hombre como templo suyo”.
Su cristianismo, del que estaba impregnado Zhivago, reconocía en Jesús no tanto al autor de enseñanzas morales como al que reveló el secreto de la vida, regalando al mundo la inmortalidad. Como poeta podía susurrar: “Señor, te doy gracias porque tu lenguaje es magnifi cencia y música, porque me hiciste artista, porque la creatividad es Tu escuela”. El título de la novela en sí es simbólico: Živago en eslavo eclesiástico signifi ca “viviente”. No indica un hombre perfecto, sino un hombre vivo, por lo tanto, lleno de contradicciones. Al igual que Boris Pasternak.
Un ejemplo de ello es su relación con Olga Ivinskaja, una fi gura extraordinaria. Olga amó a Boris con todo su ser y siempre estuvo a su lado. Por esto fue arrestada, torturada por la policía soviética, perdió el hijo que esperaba de Pasternak, fue liberada y luego nuevamente encarcelada. Fue la amante de Pasternak —él nunca abandonó a su esposa—, fue su secretaria, su ayudante, su musa, la administradora de los derechos de autor... su todo. Es gracias a ella que se publicó Doctor Zhivago.
Olga, que tenía 22 años menos que él, murió en 1995, sola, olvidada. Pasternak también murió solo, en 1960, de un infarto, como el protagonista de su célebre novela. No murió en una cama de hospital, pero lo que había escrito en un poema sigue siendo su maravillosa despedida del mundo: “Mientras me apago en una cama de hospital / siento el calor de Tus manos / Tú me sostienes, soy obra Tuya, y me guardas como una joya en el cofre”.
Claves para una educación más justa
En este reportaje consideramos algunos ejemplos de efi caz y efi ciente gestión educativa local aplicados en Brasil, posibles gracias a la implementación de acertadas políticas públicas que pueden ser de inspiración para una educación de mejor calidad y menos desigual
La pandemia del Covid-19 impactó negativamente en las tasas de asistencia escolar brasileñas. Entre 2019 y 2021 se registró un aumento del 171,1 % en el número de niños, niñas y adolescentes de 6 a 14 años fuera del sistema educativo, según datos ofi ciales.
De esta forma, el porcentaje de matriculados en esa etapa cayó al 96,2 %, el menor valor desde 2012. En el caso de los jóvenes de 15-17 años, se confi rmó la tendencia a la caída de la matrícula, que llegó al 95,6 % en el segundo semestre del año pasado.
Por otra parte, la educación pública brasileña, tan denostada en el sentir común, venía obteniendo mejoras demostradas por las estadísticas.
Es lo que afi rma Priscila Cruz, presidente-ejecutiva de Todos Pela Educação, en un artículo publicado en diciembre de 2021 en la revista Piauí. “En 1970, el 52 % de los jóvenes y niños de 4 a 17 años estaban fuera de la escuela. En 2019, eran menos del 3 %”, afi rma la especialista, evidenciando que las escuelas públicas han respondido positivamente al sustancial aumento de inversiones de las últimas décadas.
“En el promedio nacional, el alcance de un nivel adecuado de aprendizaje de la lengua portuguesa subió del 28 % del alumnado en 2007 al 61 % en 2019, como resultado de diferentes políticas públicas, como los fondos de redistribución de recursos educativos, el aumento de la transparencia y de la responsabilidad (evaluaciones de aprendizaje, mecanismos de acompañamiento y control), un creciente foco en la alfabetización, la institución del salario mínimo nacional del magisterio y la mayor colaboración de los estados en las gestiones municipales, para citar sólo algunas”, continúa Cruz, que es máster en Administración Pública por la Universidad de Harvard.
Según la especialista, ese salto de calidad se concentró en un periodo de poco más de diez años, lo que indica que si priorizamos la educación podemos cambiar defi nitivamente el rumbo del país. Crecimiento económico, empleos de calidad, reducción de la violencia, mejoras en la salud pública, compromiso con la preservación del medio ambiente y un mayor involucramiento cívico son algunos de los aspectos en los que una enseñanza pública de calidad impacta de modo directo. “La mejor bola de cristal para ver cómo será Brasil de aquí a diez años es mirar lo que sucede en este momento en las escuelas brasileñas”, concluye.
Buenas prácticas
En los últimos años se han desarrollado en diversas partes del país proyectos educativos exitosos que son faros para las ciudades y estados que todavía necesitan mejorar. Mapear, estudiar y describir esas experiencias es la fi nalidad de la plataforma online Educação que Dá Certo (educación que funciona).
Uno de los casos presentados es el de Teresina (estado de Piauí). Aunque esté en el puesto 23 en el ranking de producto interno bruto de las 27 capitales brasileñas, el municipio piauiense es la capital con el mejor Índice de Desarrollo de la Educación Básica (Ideb) del país. El Ideb es el principal indicador de la calidad de la educación brasileña, y se elabora teniendo en cuenta el rendimiento escolar (promedio de las tasas de aprobación del ciclo evaluado) y el desempeño en los exámenes aplicados por el Sistema de Evaluación de la Educación Básica. En los años iniciales de la enseñanza primaria, por ejemplo, Teresina alcanzó 7,4 puntos en el Ideb, frente a un promedio nacional de 5,7. También llama la atención la disminución de las desigualdades en el aprendizaje registrada desde 2013, gracias a los progresos de las escuelas de peor desempeño. La escuela municipal que registró Ideb más bajo en 2013 mejoró un 107 % en 2019, mientras la de mejor Ideb evolucionó del 55 %.
El alcance de esos elocuentes resultados en un periodo relativamente corto se debe a factores como la priorización y la continuidad de las políticas públicas educativas, una gestión informada gracias a los datos y al monitoreo de los resultados, la valorización de los docentes, una política rigurosa de asistencia escolar y prevención del abandono y una propuesta pedagógica focalizada en el aprendizaje, con atención especial a los alumnos con difi cultades.
Más con menos
Otro municipio que se destaca en el escenario nacional es Sobral (Ceará). Desde 2005, gracias a las políticas públicas educativas consistentes, Sobral vio su desempeño en el Ideb en los años iniciales de la enseñanza primaria saltar de 4 a 8,4 puntos, y se ubicó en el noveno lugar del ranking de todas las ciudades brasileñas y en el primero entre las que tienen más de 100 mil habitantes. Todo eso con recursos fi nancieros limitados:
El Pacto Educativo Global
“La educación es el momento que decide si amamos lo sufi ciente al mundo como para responsabilizarnos de él y salvarlo de la ruina, que es inevitable sin renovación, sin la llegada de nuevos seres, de jóvenes. En la educación se decide también si amamos tanto a nuestros hijos al punto de no excluirlos de nuestro mundo, dejándolos a merced de sí mismos, al punto de no quitarles su oportunidad de emprender algo nuevo, algo impredecible para nosotros, y los preparamos para la tarea de renovar un mundo que será común a todos”.
Esta refl exión de la fi lósofa Hanna Arendt, concluye el documento de trabajo (Instrumentum Laboris) del Pacto Educativo Global, emitido por el Papa Francisco en setiembre de 2019.
Desde entonces, se ha articulado una red mundial de educadores, investigadores, líderes e instituciones de buena voluntad que recogieron la invitación del Pontífi ce y se comprometen a hacer de la educación un instrumento de fraternidad, paz y justicia, apuntando a “generar un cambio de mentalidad a escala planetaria por medio de la educación”.
La propuesta dio origen a una serie de seminarios internacionales online. El punto culminante fue la realización de un congreso académico en la Pontifi cia Universidad Lateranense de Roma en octubre de 2020. Después de meses de trabajo conducido por la Congregación para la Educación Católica, en asociación con especialistas y organizaciones internacionales, entre ellas, la Unesco (la organización de las Naciones Unidas dedicada al sector educativo), se redactó un vademécum con cinco campos de investigación, cada uno coordinado por una universidad, y siete compromisos propuestos por el Papa, detallados en el infográfi co de la página siguiente.
lo invertido anualmente por alumno en el municipio (4.325 reales) es inferior al promedio brasileño (5.536).
En este caso, la llave para el éxito fue el desarrollo de un sistema de gestión escolar fuertemente profesionalizado, autónomo, fl exible y basado en el seguimiento de los resultados. En Sobral, la selección de los dirigentes no se basa en criterios político-partidarios sino técnicos, fundamentados en la verifi cación de la competencia de los docentes. Además, los directores de los centros educativos tienen autonomía para administrar los recursos recibidos mensualmente, y defi nen la mejor forma de aplicarlos según las necesidades del contexto local.
El trabajo de cada director es acompañado por dos equipos de la Secretaría Municipal de Educación, que apoya y supervisa tanto los aspectos fi nancieros como los pedagógicos. Los directores también reciben formación continua y personalizada según los desafíos enfrentados en su día a día y se reúnen semanalmente con el Secretario de Educación.
Entre los aspectos monitoreados están también los de funcionamiento, como la iluminación de los ambientes, el mantenimiento de los edifi cios, la organización y adecuación de la documentación, la asignación de docentes y funcionarios, los problemas administrativos y/o fi nancieros, la gestión y la preparación de los alimentos e incluso la rutina de los recreos.
Igualdad de género en la empresa Un equilibrio revolucionario
En un mundo que ha sustituido las iglesias por fábricas y edifi cios comerciales, la ejecutiva española Mercè Brey sueña con transformar la sociedad desde donde pasamos un tercio de nuestro tiempo: el trabajo. Si la religión la transformó en el pasado, ¿por qué no podemos hacerlo a través de las organizaciones?
“Mercè, ¿puedes traernos un café?”. Treinta años en el mundo empresarial, primera mujer en presidir la Cámara de Comercio Italiana en Barcelona, miembro de consejos de administración, de comisiones nacionales e internacionales y, un día, en una reunión para ultimar una importante gestión que ella había hecho posible, se va a encontrar con esta “petición” por ser la mujer de la reunión. Una oportunidad para tomar conciencia del trabajo que queda por hacer.
Fue un proceso de maduración. Yo me ocupaba de la internacionalización fi nanciera de la empresa y recorría el mundo, como un caracol, arrastrando la maleta. La internacionalización te pone en contacto con la diversidad de culturas, de legislaciones, de formas de hacer...
-Un mundo con poca diversidad de género, ¿no?
Sí, este ámbito profesional estaba muy masculinizado y las reglas del juego las establecía lo que yo llamo “el elemento masculino”.
-Y también un mundo con mucho cansancio.
Exacto. El fi lósofo Byung-Chul Han explica que antes vivíamos en una sociedad disciplinaria donde imperaba el “no” y estaba llena de normas, leyes y explotación. Esta sociedad generaba locos y criminales. La sociedad actual, en cambio, se basa en el rendimiento. Es mucho más efi ciente y ya no estamos esclavizados por los demás, sino que nos exprimimos a nosotros mismos para lograrlo. ¿Y qué produce esta sociedad? Personas deprimidas y fracasadas. Byung-Chul Han la llama “sociedad del cansancio”.
Estos pensamientos me venían de madrugada, sentada en un aeropuerto o en el hotel. Me sentaba en la cama y, aunque pensaba que estaba haciendo un trabajo muy bonito, también me preguntaba su sentido y si eran necesarios tantos sacrifi cios.
Todo esto iba preparando un cambio de guion después de treinta años de carrera. Publiqué dos libros y decidí poner mi experiencia al servicio de las empresas y de las personas, acompañándolas en las estrategias de diversidad e inclusión.
-Es necesario un cambio, una transformación.
Antes construíamos iglesias y catedrales y hoy construimos fábricas, edifi cios de ofi cinas... porque nuestra vida gira en torno al trabajo. Aquí es donde entra mi sueño, que quiero compartir con los lectores: si la religión fue capaz de transformar la sociedad, ahora, transformando las organizaciones, ¿no seremos capaces de volver a cambiarla? Debemos crear entornos laborales en los que podamos desarrollar todas nuestras capacidades como seres que hacen, pero que también sienten, que también son. Esto es lo que yo entiendo por transformación, y todos tenemos una responsabilidad.
-Me gusta verlo así, formulado como un sueño.
El motor del cambio es la ilusión. Pregúntate qué te hace sentir de un modo especial y verás que tiene mucho que ver con tus dones y capacidades. Cuando los pones al servicio de tu propósito, se convierten en un motor de cambio espectacular.
-Parece que tienes un especial empeño en feminizar las empresas, las organizaciones.
Sí, y hay que explicar bien el concepto de feminizar. Mira, el patriarcado ha hecho mucho daño tanto a los hombres como a las mujeres con la práctica de taxonomizar, de etiquetar. Hemos tomado a los hombres y hemos dicho: son fuertes, valientes, decididos, racionales y lógicos. Esto es un hombre. Y hemos mirado a las mujeres y hemos dicho: las mujeres tienen la capacidad de colaborar para llegar a un consenso, son empáticas, fl exibles, intuitivas, generosas... Esto es una mujer. Así que esperamos que los hombres se comportan de esta manera y las mujeres de esta otra. Lo hemos dado por descontado y forma parte de nuestra cultura.
Pero ¿no conoces a ningún hombre sensible, intuitivo y generoso? ¿A ninguna mujer que sea lógica y racional? Claro que sí. Pero la sociedad ha tomado lo masculino y ha dicho: “esto es lo que te hace tener éxito”. Y, por otro lado, hemos cogido los atributos femeninos y, decidiendo que no son tan efi caces para el éxito, los hemos arrinconado.
Tenemos un exceso de lo masculino en la sociedad. ¿Y qué pasa cuando tenemos algo en exceso? El agua, por ejemplo, riega los campos, llena los embalses... Da vida. ¿Pero qué pasa cuando tenemos demasiada? Lluvias torrenciales, tsunamis... pura destrucción. Del mismo modo, cuando hay un exceso de masculinidad en las organizaciones, la fuerza se convierte en violencia, lo racional o lógico se convierte en un exceso de dogmatismo, individualismo, egoísmo...
-También puede haber un exceso de lo femenino.
¡Por supuesto! En este caso, de la empatía y la fl exibilidad pasamos a la difi cultad de poner límites, a la infravaloración de la persona...
En un entorno con organizaciones excesivamente masculinizadas, necesitamos un contrapeso femenino. No estoy sugiriendo que los hombres se retiren, sólo digo que, al acentuar la parte masculina, ha afl orado su faceta más feroz. Para equilibrar esto, las organizaciones deben dar cabida a que el elemento masculino conviva en equilibrio con esa capacidad de empatía, de colaboración, de consenso, de escucha, no de oír, sino de escuchar... En esto consiste la feminización de las organizaciones.
-En encontrar el punto de equilibrio.
No exactamente. El equilibrio no es un punto, no debo ser 50 % masculina y 50 % femenina. El equilibrio es un espacio. Algunas situaciones me piden que muestre más el lado masculino, que ponga límites, que sea respetada.... Otras veces necesito mostrar más el lado femenino, porque necesito escuchar las necesidades de mis clientes o necesito crear equipo. La clave es recurrir, cada momento, a la energía que me permite hacer valer todas mis cualidades y valores.
-Es cierto, cuando pensamos en el equilibrio nos imaginamos un punto en medio de una línea.
El punto no tiene vida. La vida está en un espacio donde se mueve y oscila.
Es como si estuviéramos tejiendo. Por eso hablamos del barómetro MOMA, un espacio con Moderada presencia Omega (esencia femenina) y Moderada presencia Alfa (esencia masculina). Necesito espacio y a veces tengo que utilizar más el hemisferio izquierdo de mi cerebro y a veces el derecho.
-¿Tenemos que empezar por la diversidad de género para afrontar todas las diversidades?
Sí. Taxonomizar, etiquetar, también lo hacemos con las generaciones, las culturas, las capacidades diferentes, la orientación e identifi cación sexual… Pero diversidad es una palabra absolutamente profunda. La diversidad es cuántos años llevo haciendo este mismo trabajo, son tus hobbies y mis hobbies, si soy introvertida o extrovertida...
Pero la palabra diversidad por sí sola se queda corta. Debe ir acompañada de otra palabra: inclusión, que signifi ca aceptar y valorar la diferencia intrínseca de todas las personas. Y para ello tengo que tener equilibrado mi lado femenino.
Cuando la esencia femenina puede expresarse, tenemos una mayor sensación de bienestar, porque las personas nos sentimos visibles y reconocidas. Cuando tenemos más bienestar, nuestro talento se desinhibe; cuando tenemos más talento, hay más creatividad; con más creatividad, hay más innovación; con más innovación, más valor añadido; y cuando tenemos más valor añadido, hay más rentabilidad a medio y largo plazo para las organizaciones.
Fíjate: un solo concepto —feminizar las organizaciones— aporta más bienestar y rentabilidad.
El “dialecto” de las organizaciones es muy racional y para que te entiendan tienes que poner números sobre la mesa. Mucha documentación científi ca nos dice que, si la diversidad es real y no es purplewashing1 , la cuenta de resultados mejora. Las empresas crecen en reputación, productividad y retención y atracción de talento.
-Entonces pongamos números.
Una encuesta de Gallup realizada a 2,5 millones de personas en 150 países constata que el 85 % de los trabajadores no está motivado ni se siente vinculado a su lugar de trabajo.
Esto tiene un impacto que afecta directamente a la persona trabajadora ¿Qué nos pasa cuando tenemos el “síndrome del lunes”? Estamos alquilando la cabeza al servicio de la remuneración, pero no hay compromiso. Cuando no
nos comprometemos con lo que hacemos, se activan procesos como el estrés y empiezan a aparecer las enfermedades. Del estrés pasamos a la ansiedad y de la ansiedad a la depresión, primer motivo de baja laboral en muchos países desarrollados. La motivación, por tanto, tiene un impacto directo en nuestra salud.
-¿Qué relación tiene la motivación con la diversidad y la inclusión?
La motivación es un proceso intrínseco. Tú puedes poner las condiciones para que yo esté motivado, pero no puedes motivarme. Las personas nos motivamos cuando nos sentimos vistas y reconocidas, cuando sabemos que podemos expresarnos tal y como somos. Esto se consigue con espacios de seguridad psicológica donde las personas nos sentimos apreciadas por lo que somos, donde podemos discrepar, donde hay respeto, colaboración, tolerancia, empatía, humildad, curiosidad.... Estos espacios sólo son posibles cuando aceptamos una diversidad inclusiva a la que llegamos dejando que se exprese la esencia femenina. Es una cadena muy lógica.
-¿Qué orden sigues para asesorar a una organización que quiere emprender este camino?
Primero “ponemos el termómetro” a la organización para poder hacer propuestas realistas y oportunas. Tras acordar y fi jar los objetivos, el segundo paso es la concienciación. Esto lleva tiempo porque es necesario que la organización sea consciente de los sesgos inconscientes que difi cultan, por ejemplo, la aceptación de puntos de vista discrepantes.
Se necesita mucha formación cuando se hace un cambio de liderazgo, porque las organizaciones funcionan y cambian según lo hacen sus líderes. En general, hemos aceptado un liderazgo muy masculino, muy patriarcal, y necesitamos ver liderazgos inclusivos que posibiliten zonas de seguridad psicológica.
-Está claro que no se quedan en la superfi cie. Van a fondo.
Todos hablamos de la cuarta revolución industrial, de la revolución tecnológica, de la inteligencia artifi cial.... Pero, si nos fi jamos bien, hay otra mucho más sutil. Yo la llamo la revolución de la conciencia.
Hace cuarenta años nadie hacía yoga y ahora se ofrecen clases en todas partes. Soy vegetariana desde los 16 años y siempre me costó encontrar los productos que quería, pero actualmente hay mucha conciencia alimentaria. Hoy mucha gente busca el propósito que da sentido a la vida y esto está muy cerca de la espiritualidad. Es una revolución subyacente y silenciosa. Las personas, trabajadoras y consumidoras, reclaman una forma diferente de hacer, un nuevo liderazgo, una forma diferente de ser tratados y ser vistos.
Si las empresas no son conscientes de este cambio, pueden ser expulsadas del mercado. Algunas ya lo están sufriendo, porque no están entendiendo que estos cambios sociales ya están aquí y creo que con la pandemia se han acentuado. Las organizaciones tienen una gran oportunidad de tomar esto en consideración y trabajar desde un enfoque diferente, no desde el punto de vista del benefi cio, sino desde el punto de vista de la persona. Muchas empresas ya están entendiendo que se trata de una forma muy efi ciente de seguir haciendo negocios.
Después de escuchar a Mercè podríamos decir que esa primera negativa a traer un café —porque, si todavía no había quedado claro, no lo hizo— también fue el comienzo de un proceso educativo. Un proceso que dialoga con la realidad y con el sueño.
1 Instrumentación solo aparente de la paridad de género por corrección política. El color morado (en inglés,
“purple”) es asociado al feminismo.
¡Con vos no hay diálogo! Vos te agarrás a tus ideas, a tus convicciones… ¡Yo no soy “cuadrado”, tengo una visión amplia, soy sensible a las exigencias de los demás, hablo con todos..!
Es inútil. Con vos no se puede hablar. No hay diálogo.
¿A quién se lo cuento?
Un amigo acaba de regresar de Perú. Fue un viaje intenso, personal, de los que dejan huellas. Me dice: “Hay gente que pregunta para qué fui, qué estuve haciendo allá, y realmente no sé qué responderles. Lo que necesito son amigos que me pregunten cómo me fue, de verdad, a quienes pueda contar lo que vi y lo que viví. Con tranquilidad, tal vez tomándonos el tiempo para una cena”.
Vivir en plenitud tiene mucho que ver con esos amigos con quienes podemos hablar de nosotros. Para algunos puede ser una hermana o un hermano, la madre, o un compañero de trabajo. Pienso en mi vida, en las llamadas telefónicas diarias con mis padres, con mis hermanas, en los intercambios con mis niños. Pienso en los amigos con los que periódicamente sentimos la necesidad de actualizarnos acerca de nuestras vidas.
Con los lejanos nos limitamos a hablar del “orden del día”, de una lista de cosas que contarnos, ésas de las que hablaremos en la primera oportunidad, cuando tengamos tiempo, en cuanto podamos. Y en ese “quedar para vernos” y conversar, radica todo el sentido de la vida: no nos basta con vivir, experimentar, viajar, leer un buen libro, ver una buena serie de televisión. Ninguna de estas alegrías es tal si no hay alguien con quien compartirlas.
No existen viajes emocionantes si no tenemos a alguien en casa esperando que se lo contemos. De la misma manera, cada sufrimiento, aun pequeño, se hace inmenso si no tenemos con quien compartirlo. Y el sólo contarlo alivia nuestra angustia, que de otro modo estaría destinada a aumentar sin medida. Estas son experiencias que revelan nuestra naturaleza profundamente relacional.
Este es también el propósito de las redes sociales, que cada vez más recogen la necesidad de comunicar y compartir lo que cada persona siente. Me asombro cuando veo expresar en las redes sociales el dolor de un duelo, una satisfacción profesional, el recuerdo de un aniversario personal; hay personas que anuncian allí el advenimiento de una enfermedad, la desaparición de un familiar querido, y reciben a cambio apoyo, consuelo y amistad de personas extrañas. Pero es profundamente humano. La pandemia ha alimentado estas dinámicas, precisamente porque ha afl ojado las amistades “en vivo”, ha hecho que las oportunidades de encuentro en presencia fueran esporádicas.
Pero no se puede vivir solo de intercambios “por remoto”.
No todo el mundo tiene relaciones de amistad positivas. Algunos —quizás incluso entre los lectores— advierte cuánto pesa la soledad, y qué insoportable es no saber a quién confi arla. ¿A quién se lo cuento? ¿A quién revelo mis dudas sobre una decisión importante? Hoy como nunca comprendemos cómo nuestra salud mental, el bienestar en nuestras vidas, nace de la posibilidad de escucharnos y compartir algo profundo de nosotros con personas en las que confi amos.
Gebé y Doblevé
¡¿No hay diálogo?!
tumgir.com
Una Justicia justa: difícil pero posible
Fue el primer presidente del Consejo Consultivo del Tribunal de Ética Judicial. Magistrados y abogados lo respetan y lo siguen consultando. Un hombre de alta estatura moral, con quien conversamos acerca de la salud del Poder Judicial paraguayo
-¿Cómo nació su vocación por el Derecho y cómo llegó a ser magistrado?
Seguí Derecho porque consideré que era una carrera que, bien hecha, permite convertirse en una persona que puede desenvolverse con solvencia en cualquier ambiente, por el tipo de asignaturas que incluye y por la preparación intelectual. Considero que fue una elección muy acertada.
Comencé la carrera laboral como ujier, luego fui secretario de juzgado, después tuve que renunciar por motivos obvios en aquella época [era simpatizante de un partido opositor al del dictador Stroessner, NdR]. Posteriormente me dediqué a la profesión de abogado en un estudio legal.
Mi incorporación a la magistratura fue consecuencia del golpe de Estado de 1989. Hasta ese momento estaba estrictamente vedado que nadie que no fuera del partido de gobierno pudiera ser funcionario del Poder Judicial. Unos días después del golpe, me llama Alexis Frutos Vaesken, que había sido ministro de la Corte Suprema. Era muy amigo mío, y había sido nombrado Ministro de Justicia. Me comenta que tenían intenciones de renovar el Poder Judicial y me pide que acepte el puesto de camarista en el tribunal de apelación en lo civil y comercial. Ocupé ese cargo por 15 años (me confi rmaron dos veces) y fue la etapa más feliz de mi vida. Llegué a la conclusión de que administrar justicia es la función más noble, signifi cativa y trascendente en la vida de un hombre.
-Usted es muy estimado y reconocido en el ambiente judicial. ¿Cómo llevaba adelante su trabajo como juez?
Me preocupé de estar siempre al día con los expedientes, y lo logré, y me conocían como “el juez de la puerta abierta”. Es tan desagradable (lo había experimentado como abogado) que un juez te haga esperar una hora para luego decirte que no puede recibirte… Me decían mis colegas que no se podía trabajar con la puerta abierta. No es cierto. No hay nada que ocultar. Además, al estar yo siempre al día con los expedientes, jamás entró un abogado para pedir que le acelerara una resolución. Esa es una satisfacción personal, y un orgullo. Cuando acepté el cargo, le dije a mis parientes que sabía que les iban a pedir toda clase de favores, y que no se atrevieran a pedirme nunca nada. Porque al amigo o al pariente que ejerce cargos públicos hay que cuidarlo, no pedirle favores.
Y era reconocido por mis colegas, que siempre me trataron con consideración y estima. Así como el personal de servicio, al que traté siempre con el respeto que se merece.
Cuando se creó el Tribunal de Ética Judicial me eligieron como presidente del Consejo Consultivo. El Consejo estudia los casos puestos a consideración, aconseja al Tribunal y dictamina al respecto. El Tribunal analiza lo expuesto por el Consejo y sanciona o no sanciona a los interesados.
También integré el Tribunal de Honor que evalúa a los postulantes a Fiscal General y a ministro de la Corte Suprema. Considero que hice una muy buena carrera. He salido por la puerta grande, y he tenido gestos de reconocimiento por parte de mis pares.
-En el Poder Judicial paraguayo infl uyen intereses de parte, y está muy politizado. ¿Qué se podría hacer para que el ejercicio de la justicia sea realmente en pos del bien común, libre de interferencias?
Todo tiene su origen en el Legislativo. La descentralización como se planteó causó los mayores males en este país. Teníamos una Cámara de Diputados de 50
miembros, y este país no necesitaría más. Y ésas eran personalidades. Hoy es una vergüenza. Al aumentar el número de representantes locales, los caudillos locales, que tienen mucha gente que los apoya, cuando se celebran las elecciones resultan electos, pero muchos de ellos tienen poca capacidad y formación. Basta ver la calidad general de los congresistas actuales… Y se nota en la paupérrima calidad del debate. Luego, malos representantes eligen en las listas a candidatos por fanatismo partidario, y los mejores no tienen la mínima posibilidad. En mi opinión, a la clase política actual
(con honrosas excepciones) no le importa el futuro del país, sino enriquecerse lo más posible. Sobran pruebas de esto.
Siempre he sostenido que la peor herencia que dejó Stroessner a este país, aparte de las barbaridades que hizo, fue la cuestión moral: se creó una generación de inmorales, en la que la inmoralidad es la regla y la moralidad es la excepción.
Rodolfo Gill recibe la distinción de “Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Asunción” de manos del concejal José Alvarenga (2017).
-En este contexto, ¿quienes desean formarse y ejercer la abogacía guiados por los más nobles ideales, pueden hacerlo, e incluso llegar a instancias de gobierno del Poder Judicial?
Todo depende de la formación moral. Hay abogados deshonestos (porque si hay jueces corruptos, hay abogados corruptores) y jueces inmorales, pero por ejemplo, a mí, siendo magistrado, nadie ni siquiera llegó a insinuar un pedido de favores.
El magistrado tiene que hacerse respetar de entrada, hacer saber que con él no hay nada que hacer. Un juez no sólo tiene que ser sino también parecer honesto.
El juez corrupto cree que nadie lo sabe, pero todos en el ambiente lo saben, incluso porque el mismo corruptor se encarga de divulgarlo para hacer un favor a sus colegas. Me consta.
Pero duele que se generalice, porque hay muchos (la mayoría) jueces honestos y capaces. Para mí, los requisitos fundamentales de un buen magistrado son el coraje, la honestidad y el conocimiento. Éste se adquiere con experiencia y lectura, mientras los primeros “se traen de la casa”. El coraje es imprescindible porque si en el momento de la verdad un juez brillante del punto de visto jurídico no tiene el valor de aplicar la ley como corresponde aún contra intereses poderosos, es más peligroso en el mal que un juez ignorante. La pregunta acerca de los requisitos de un buen magistrado se la hacía a los candidatos a Fiscal General y a ministro de la Corte.
-Los más altos cargos de la magistratura son elegidos por el Senado, es decir, por el Poder Legislativo. No es así en otros países. Con semejante injerencia de la política y de los partidos ¿cómo se puede asegurar la necesaria independencia del Poder Judicial?
El mal de la magistratura está en los orígenes: las matrículas de abogado. La Corte Suprema, el máximo estamento del Poder Judicial, la otorga y la puede retirar. Para mí, la matrícula la tiene que manejar el Colegio de Abogados. Yo lo integré y conozco íntimamente su funcionamiento.
Es necesario saber a quién se está otorgando la matrícula, estudiando sus antecedentes, porque el mero título universitario no puede habilitar a que cualquiera, incluso una persona indecente, ejerza la profesión. Y es importante tener la facultad de retirar la matrícula si un abogado se hallase en culpas graves. Incluso en el propio interés del cuerpo de los abogados. En cambio, nunca me enteré de un abogado al que la Corte Suprema haya retirado la matrícula. ¡Cuántos han sido denunciados y continúan trabajando!
El otro gran mal es el sistema de elección de magistrados. ¿Qué tiene que ver el Consejo de la Magistratura (CdM) así como está conformado hoy, con una mayoría de políticos? El CdM tendría que estar integrado por profesores de Derecho, rectores, decanos, un abogado prominente… Y por personas de las que no quepa la menor duda de inmoralidad. Entonces sí pueden salir jueces y fi scales dignos. Si es por la simpatía de los que mandan más, o por cuota política, se acabó la idoneidad. ¿Y para qué está el representante del Poder Ejecutivo? ¿Para presionar por alguna razón? ¿Y el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (también con representantes políticos)? Yo me horrorizo: hay verdaderos delincuentes, y son los encargados de juzgar a los magistrados. Se impone una reforma.
-En los últimos años hay más conciencia de parte de la ciudadanía y sobre todo de los jóvenes de los graves daños causados por la corrupción. Hubo manifestaciones y escraches que obtuvieron algunos resultados. ¿Qué se puede hacer para conseguir cambios en este aspecto?
La única fuerza capaz de concretar un cambio es la fuerza ciudadana. No tengo esperanza en organismos, del Estado o no del Estado.
Los escraches han dado algunos resultados, aunque no sufi cientes, porque luego los congresistas se autoblindaron para que fuera casi imposible perder su investidura.
La fuerza del pueblo es inatajable. Y hemos tenido pruebas de ello. Cuando el pueblo se levanta en defensa de sus derechos legítimos, en búsqueda de un porvenir mejor es inatajable, en todo el mundo.
Se complicó “el sueño chileno”
Con cerca de 1,4 millones de inmigrantes, Chile era un paraíso anhelado por haitianos y venezolanos hasta que sus esperanzas fueron golpeadas por la nueva ley migratoria y 1.500 deportaciones
La inmensa mayoría de los migrantes venezolanos ingresan a Chile por la frontera norte (desierto de Atacama).
La apertura del gobierno chileno hacia los inmigrantes llevó a acuñar el término “sueño chileno” en la última década. Según datos del Servicio Jesuita a Migrantes, en 2010 los extranjeros en Chile eran 305.000. Diez años más tarde, el número había aumentado a 1.500.000, el 7,5 % de los habitantes. Entre ellos se destacan venezolanos y haitianos.
En 2012, los venezolanos eran 8.000. Para 2020, ya había 500.000. Por otra parte, los haitianos en el país eran 1.600 en 2012 y 185.000 en 2019. Ese año el número comenzó a decrecer, dejando un saldo negativo entre la cantidad de haitianos que ingresa a Chile y el número de los que salen. Para setiembre del año pasado, 2.444 haitianos habían ingresado al país, mientras que 3.534 lo habían abandonado.
En parte, este fenómeno se explica a partir de la nueva Ley de Migraciones, que sólo permite regularizar la permanencia de quienes ingresaron legalmente antes del 18 de marzo de 2020, día en que el gobierno de Sebastián Piñera cerró las fronteras por primera vez por la pandemia. En cambio, quienes ingresaron de manera clandestina tienen un plazo de 180 días para abandonar el país sin sanción.
Migrar en pandemia
Desde la propagación mundial del coronavirus en 2020, el panorama cambió, pero migrar no ha dejado de ser una necesidad para muchos latinoamericanos. El padre Isaldo Bettín, llamado cariñosamente “Beto”, es un sacerdote brasileño que ha sido testigo del panorama migratorio en Chile desde el 2006. Es un Misionero de San Carlos, o Scalabrinianos y su carisma es asistir a los migrantes en todo el mundo. Asegura que los últimos dos años en Chile fueron críticos.
“Con la pandemia, la gente dejó de migrar hasta cierto punto. El año pasado vimos que los venezolanos aún ingresaban, de forma irregular, arriesgando sus vidas al cruzar el desierto. Con los haitianos se produce un fenómeno inverso, ya que hay una salida masiva de Chile hacia otros países”, comentó el misionero.
Sólo en la casa de acogida de los Scalabrinianos de Tijuana (México, frontera con Estados Unidos) pasan diariamente al menos 20 haitianos provenientes de Chile.
Los factores que propiciaron la salida de haitianos son múltiples, pero uno im-
portante es el referido a las nuevas restricciones para tramitar la estadía. “Regularizarse puede tomar uno o dos años, y sin tener los documentos de permanencia o la garantía de que están en trámite no se consigue trabajo ni arrendamiento, o sea, lo necesario para construir un proyecto a futuro”, relata el sacerdote.
Otro factor, según el padre Beto, es el cambio de gobierno en Estados Unidos, pues los haitianos buscan abrirse paso hacia ese país con la idea de que el gobierno de Joe Biden recibirá a los extranjeros con más facilidades que el anterior. El nuevo mandatario tiene una actitud distinta de la de su predecesor en cuanto a los migrantes, y un ejemplo de esto es que frenó la construcción del muro fronterizo con México. Por otra parte, la ruta migratoria chilena también se vio afectada por la pandemia, añadiendo difi cultades a lo que ya era un desafío. Antes, los extranjeros ingresaban al país y se dirigían a la capital sin permanecer mucho tiempo en las ciudades fronterizas. Sin embargo, el padre Beto explica que las restricciones sanitarias difi cultan ese proceso. “Ahora no hay manera de movilizarse sin practicarse el PCR y hacer cuarentena sanitaria. Las personas ingresan al país en grupos numerosos y, habiendo agotado por el camino los recursos que tenían, se quedan en lugares públicos de la frontera, como plazas y calles”. Además de resultar negativos al PCR realizado en las 72 horas previas al ingreso al país, los migrantes deben contar con un seguro médico con cobertura mínima de 30.000 dólares y con el ciclo completo de vacunas anticovid. Para transitar dentro del país se necesita un pase que certifi ca que la persona está inoculada. Las ciudades fronterizas no poseen la infraestructura necesaria para albergar a tantas personas, teniendo en cuenta que lugares como Arica, que linda con Perú, se constituyen por poblados pequeños con difi cultades de larga data como el acceso a la vivienda. De esta forma, se generó un sentimiento de rechazo hacia los migrantes, muy inusual en la historia del país. “Chile fue un país muy acogedor con los migrantes hasta los últimos años, en parte por el hecho de que muchos chilenos fueron acogidos durante el golpe militar de los años 70”, acota el sacerdote scalabriniano.
El padre Isaldo “Beto” Bettín en su parroquia
Un exilio voluntario
Ángel Lucena nació en San Cristóbal, estado de Táchira, en los Andes venezolanos, a solo 5 km de la frontera con Cúcuta, Colombia. Llegó al mundo en 1998, un año antes del inicio del proceso de reforma política de Hugo Chávez.
Hoy, Ángel se encuentra en Chile, recibiendo clases en el seminario de la Congregación Vicentina para convertirse en sacerdote, después de haber tomado la complicada decisión de buscar mejores oportunidades fuera de su terruño y transitar por países como Colombia, Panamá y Paraguay.
La razón principal por la que salió de su país fue la situación política, que infl uyó en la economía y la calidad de vida de los ciudadanos. “Pasábamos hasta doce horas sin luz, no teníamos gasolina ni alimentación adecuada. Algunos elementos toca pagarlos en dólares, cuando la moneda nacional es el bolívar. Ahí hay un problema porque un dólar equivale a cien mil bolívares y nadie gana eso: el salario base es de cincuenta bolívares”, expone Lucena.
Debido a las restricciones para salir de Venezuela, Ángel y su hermano tuvieron que pasar a Colombia irregularmente, arriesgando la vida en los pasos fronterizos clandestinos, donde están apostados grupos paramilitares y de extorsión. Una vez en Bogotá, gestionaron la regularización del estatus migratorio que ofrece el gobierno de Iván Duque y, fi nalmente, viajaron a Paraguay, donde se alojaron por seis meses.
Pese a la amabilidad que encontraron, su estadía aquí no estuvo exenta de complicaciones, ya que los trámites para la visa que les permitiría llegar a Chile fueron tortuosos. “Tuvimos que hablar con muchas personas, recurrir a varias instancias, hacer incontables diligencias y gastar lo poco que teníamos. Además, pasamos muchas humillaciones en el Consulado”, revela Ángel.
Ángel con su hermano, cerca del santuario de Caacupé.
Lucena describe la migración como un suceso que reinicia la vida. “Migrar es demasiado fuerte como para describirlo porque, además, debemos enfrentarnos a la xenofobia. Hay veces en que nos dicen que no tenemos derecho a opinar, que no somos nadie allí ado nde vamos. Conozco compatriotas que tuvieron que aprender el acento chileno para no ser discriminados”, asevera.
Ángel apela al corazón de las personas que conocen a un migrante y les pide que les den una mano, pues asegura que uno sale de su país buscando oportunidades de trabajo y desarrollo personal. “Quiero invitarlos a refl exionar, a que valoren a su familia, a sus seres queridos, a su país. Cuiden la política, no la dejen en manos de personas malas. Yo no conozco otro gobierno que la mal llamada revolución bolivariana, que no nos permite ser felices en nuestra tierra. Si conocen a algún migrante ayúdenlo. Ustedes no saben la felicidad que uno siente cuando tiene a alguien con quien contar”.