Correo de lectores
Iglesia Católica y liberalismo La lectora Amelia Croce nos envió desde Montevideo sus reflexiones sobre el artículo La reconciliación pendiente entre Iglesia Católica y liberalismo (Cn del pasado noviembre). Publicamos, por razones de espacio, una síntesis de sus conceptos
El autor del artículo señala justamente una diferencia profunda entre la visión liberal de la sociedad y la católica. Pero esa diferencia existe entre toda visión individualista (por cierto muy impulsada por el liberalismo económico) y otra —católica o no— que tenga en cuenta en primer lugar el bien común. Está diferencia tiene enormes consecuencias, como, por ejemplo, en cuanto a la aceptación o no de las vacunas, según se priorice la libertad individual o la salud como aspecto del bien común. El autor se refiere más de una vez a lo que sostienen “los católicos” cuando sería más exacto referirse a lo que afirma “la doctrina social de la Iglesia”, pues entre los católicos existen y existieron muy diferentes concepciones sociales, políticas y económicas, incluso, en las antípodas unas de otras. El artículo afirma que “los liberales insistirán más en los derechos civiles y políticos, mientras que los católicos harán hincapié en los derechos sociales”. Considero que quien esto haga, sea o
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Ciudad nueva - Marzo 2022
no liberal o católico, estaría olvidando el principio de indivisibilidad de los derechos humanos, que cuestiona a “quien empobrece el concepto de dignidad humana negando consistencia jurídica a los derechos económicos, sociales y culturales” (en palabras del Papa Juan Pablo II en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 1998). Opina el autor que tanto liberales como católicos aceptan “la idea de que la democracia debe inspirarse en valores”, pero es extraño que a continuación diga “pero los liberales se atendrán a aquéllos de carácter formal: la libertad y la igualdad (entendida como igualdad de oportunidades, es decir, ausencia de privilegios)”, porque, como tantos ejemplos lo corroboran, nada más lejano de un liberalismo económico y político (que aspira a reducir al mínimo la intervención del Estado en defensa de los derechos sociales, económicos y culturales) que la defensa de igualdad de oportunidades y la ausencia de privilegios. Sabemos que el pensamiento social
de la Iglesia tiene una rica tradición que, inspirada en el Evangelio, se ha desarrollado desde los Padres de la Iglesia (cuando no existían ni marxismo ni liberalismo) hasta hoy. Es interesante esta anécdota de Giordani, quien, en su Memoria de un cristiano ingenuo, refiere un diálogo con su amigo Pío XII: “ ‘Han venido aquí a lamentarse… dicen que usted es un revolucionario’. Y me citó una frase de uno de los últimos editoriales, en el que decía, más o menos, que lo que tiene de más el rico es lo que le falta al pobre: que la propiedad injusta o injustamente usada es un robo. Pero respondí: ‘Es una frase de san Juan Crisóstomo’ ”. En el magisterio de los últimos Papas encontramos las orientaciones más necesarias para enfrentar los desafíos que se presentan a la humanidad de hoy, muchas de ellas difícilmente compartibles por un liberalismo coherente con sus principios. Baste pensar en la defensa que desde Juan XXIII han hecho de la necesidad de fortalecer instituciones como las Naciones Unidas, en la consideración de la dimensión mundial de la cuestión social, de una justa concepción de la propiedad privada, etc. Más que buscar una reconciliación o un rechazo de la Iglesia con tal o cual ideología, tal vez sea verdadera tarea pendiente contribuir a que estos documentos se conozcan más, ayudando a romper tantos prejuicios que existen al respecto, así como promover una actitud de encuentro y de diálogo (como en nuestro tiempo la Iglesia no ha dejado de defender), con personas e instituciones que más allá de cualquier ideología muestren justamente la buena voluntad de dialogar. Amelia Croce (Montevideo)