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LA BUENA ACUICULTURA CON PEPINOS DE MAR

En Costa Arriba de Colón, en las instalaciones de PanaSea, se practica buena acuicultura criando decenas de miles de pepinos de mar con tecnología e innovación, proporcionando una oportunidad de empleo para las comunidades marino-costeras en zonas en desarrollo, ya que los beneficios a la economía, a la naturaleza y a la salud que ofrece la crianza de este peculiar animalito con nombre de vegetal son extraordinarios.

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Hemos llegado a Puerto Lindo para conocer un buen modelo de acuicultura sostenible en el país, que ayuda a frenar los efectos del cambio climático, al mismo tiempo que mejora la calidad de vida local. El proyecto PanaSea, es un notable ejemplo de “economía azul circular”, que está introduciendo tecnología e innovación, permitiendo un aprovechamiento sostenible del recurso natural con participación de las comunidades marino-costeras. En PanaSea se practica una acuicultura amigable con la naturaleza, única en el país y en la región, que se centra en la oportunidad que ofrece el océano cuando es gestionado eficientemente como recurso económico, bajo el principio de la conservación y la restauración de ecosistemas para el beneficio de la sociedad, nacional y global.

David Grossman, presidente de PanaSea Global, nos recibe frente a unas tinas circulares que albergan cientos de pequeños pepinos de mar y nos transmite su pasión por la acuicultura. “Este ser marino que parece de ciencia ficción es un milagro, porque el pepino del mar es la aspiradora de los océanos; se alimenta de todo el sedimento, excrementos de pescado, algas muertas, restos orgánicos que caen y se acumulan en el fondo del ecosistema. El pepino de mar se encuentra allí para comer toda la arena sucia, consumiendo y reciclando los contaminantes orgánicos para transformarlos y excretarlos como bicarbonato de calcio y arena limpia, haciendo una transformación de agua ácida a alcalina. Por ello digo que es un milagro ecológico, pero también lo es para los humanos”.

Los pepinos de mar son especies clave para los arrecifes de coral, son ingenieros del ecosistema porque se alimentan de los sedimentos a gran escala, e introducen oxígeno en el sedimento, lo que aumenta la diversidad de toda la vida circundante, en particular la diversidad de las bacterias que viven en la arena. Son los responsables que nuestras playas se vean blancas e inmaculadas. “Además, son super importantes para la salud. Cuando estamos consumiéndolo como alimento o en forma de pastillas estamos ayudando al sistema inmunológico a luchar contra el cáncer y a combatir enfermedades neurológicas. Son una muy buena fuente de proteína y colágeno. Y tienen la capacidad de elevar el nivel de testosterona”, agrega Grossman.

Los pepinos de mar no requieren agua dulce ni una fuente de alimento externa ecológicamente exigente.

Caminamos por las instalaciones del proyecto en Puerto Lindo frente al mar Caribe; un conjunto de laboratorios, recintos con tinas de acuicultura y peceras en funcionamiento donde se nota mucha actividad. “En 2013, fue cuando tuve la idea para cultivar pepinos de mar porque pude ver que teníamos una fabulosa oportunidad económica por la gran demanda para este producto en China. Es un mercado de 16 billones de dólares!”, dice David.

Como empresario Grossman vio la oportunidad. Si producía pepinos de mar apuntando a un mercado tan grande, los asiáticos podrían comprar todos los pepinos que pudiera cultivar. Pero había un problema, no existía acuicultura con la especie, ni criaderos en esta parte del mundo. Grossman, a pesar de la pandemia, persistió. Con la puesta en marcha de los laboratorios, el prometedor proyecto acuícola de PanaSea, empezó a dar frutos. Actualmente, en PanaSea están investigando, desarrollando ciencia e innovando en la elaboración de una especial fórmula de alimento para pepinos de mar en base a algas, creando flujos de producción y crianza, y en el diseño de instalaciones en tierra y en el mar que garantizan el éxito del proyecto. También, reclutando personal científico altamente capacitado, como la Dra. Robinson y otros.

La Dra. Georgina Robinson, es una bióloga marina que ha pasado la mayor parte de su vida estudiando los pepinos de mar en las regiones tropicales del Indopacífico y llegó a PanaSea en Panamá, investigando una nueva especie llamada Holothuria floridana, o pepino de mar negro.

“Comencé a estudiar pepinos de mar desde 2001, cuando trabajaba con comunidades pesqueras nómadas de Indonesia, que se asentaban en aldeas en medio del mar y explotaban los pepinos de mar comercialmente. Desde entonces, he trabajado en todo el mundo y debo haberlos estudiado en unos 20 países diferentes, buscando lugares para la cría en el mar y diferentes métodos de acuicultura. Panamá, por mucho, es el mejor país que he visto en toda mi vida para criar pepinos de mar. La especie que están produciendo en PanaSea es la única especie en el mundo que se reproduce con un ciclo de vida muy corto. Es de tan rápido crecimiento que me he quedado boquiabierta”, cuenta Georgina Robinson en su laboratorio.

El pepino de mar pone huevos que contienen una membrana que es como un saco vitelino que nutre los huevos, y lo maravilloso, es que solo a los 5 días eclosionan en juveniles completamente formados. “Esto es increíble, nunca lo he visto en ningún otro lugar. La mayoría de las especies de pepinos de mar se reproducen con un macho y una hembra, los huevos son fecundados, y luego hay una fase pelágica en la que las larvas van a la deriva a través de las corrientes alimentándose de microalgas. Luego se asientan para metamorfosearse en juveniles. Y ese proceso lleva al menos de 10 a 12 días. Por ejemplo, aquí, tenemos un juvenil de Holothuria floridana completamente formado sólo después de 5 días”, dice Georgina, quien está evidentemente fascinada ante la imagen de un pepino que mueve sus tentáculos bajo el lente del microscopio.

“Consumen toda la materia orgánica muerta y pueden aprovechar esa energía que, de otro modo, quedaría encerrada e inaccesible para otras formas de vida. Al consumir y digerir esa materia orgánica, liberan nutrientes clave como el amonio y el fosfato a los niveles tróficos superiores. Así que eso apoya toda la base de la cadena alimentaria que va desde el fitoplancton al zooplancton, a los peces, hasta los tiburones ballena. Además, los pepinos de mar son capaces de amortiguar el cambio climático, pueden frenar la acidificación de los océanos porque al digerir la arena, que es principalmente carbonato de calcio, se disuelve en el intestino y realmente eleva el pH del agua, lo que amortigua la acidificación de los océanos por el aumento del dióxido de carbono en nuestra atmósfera. Así están limpiando el medio ambiente, y están ayudando a combatir todos nuestros aportes en el ciclo global del carbono y del nitrógeno”, dice la experta.

Georgina se apasiona con las ventajas que ofrece Puerto Lindo en particular. “La principal ventaja creo que viene de la topografía de la tierra y la lluvia. Estos son los sitios más productivos que he visto para los pepinos de mar. Normalmente, en cualquier otro criadero del mundo hay que acondicionar al animal en tierra para que entre en el ciclo en el que está acostumbrado a desovar a los 2 o 3 meses, y luego hay que pasar por todo el estrés para inducirlo a desovar. Tenemos que utilizar una variedad de técnicas para inducirlos a desovar, por lo que utilizamos el choque térmico donde los colocamos en el agua 5 grados más alto”.

En tanto el trabajo en laboratorios prosigue, David nos guía desde las instalaciones al mar, donde se ven a la distancia unas estructuras donde un biólogo esta tomando muestras de agua. “Con este proyecto lo que queremos es poder hacer una estabilización del número de población de pepinos del mar aquí en el caribe colonense”, dice Nemesio Melo, biólogo ambiental, que se halla con el agua por la cintura, monitoreando los pepinos juveniles que ya han sido traladados a las estructuras de engorde en el mar.

Nemesio nos comenta que las jaulas de malla verde tienen como función albergar a los pepinos de mar que se han criado dentro del laboratorio en estado larvario para trasladarlos a estas estructuras. Aquí, en un ambiente natural controlado y protegido se alimentan correctamente, ya que el sedimento se adhiere a la malla, la cual también le ofrece protección ante depredadores. “Dado que los pepinos juveniles tienen una tasa de supervivencia bastante baja, dentro de esta estructura podemos elevar esa tasa para que tengan el tamaño adecuado y poder liberarlos al ambiente natural. Hoy estamos haciendo una revisión general de las estructuras para poder observar si hay alguna anomalía o si están desarrollándose correctamente”, dice el joven biólogo colonense.

PanaSea es un proyecto que se enfoca también en lo social, y están conectando a los pobladores de Costa Arriba con el Proyecto, para que estos sean parte de la empresa, para que sean granjeros del mar y puedan tener una fuente alterna de ingresos. “Trabajando con el Banco Interamericano de Desarrollo, hicimos un plan en el que se les informaba a los pobladores la importancia de los recursos naturales a las comunidades de Colón y se les explicaba cómo podían ser parte de este rol, y la situación luego de ser informados fue bastante positiva. El equipo de PanaSea fortaleció su compromiso con el medioambiente, ganó la confianza de las comunidades locales, promoviendo ciencia, creando oportunidades para estudiantes recién egresados de la carrera de biología a nivel nacional, a nivel internacional, y una plataforma para desarrollo del turismo científico en la comunidad”, dice Grossman.

Juan Moreno, director ejecutivo del Centro Internacional para el Desarrollo Sostenible (CIDES), comparte su visión sobre la acuicultura que practica PanaSea. “El Proyecto de cultivo y cosecha de pepinos de mar en Puerto Lindo se inscribe en los principios de la economía azul y en las funciones básicas de la economía circular en tanto esta procura emular el funcionamiento de la biosfera. En este caso se trata del proceso de producción de un bien alimenticio que puede prosperar al nutrirse y crecer con desechos marinos”, dice Moreno.

Para el representante del CIDES, el proyecto tiene un gran potencial “por su propia capacidad de encadenamiento, en tanto permite incorporar diversos actores territoriales (científicos, acuicultores y pobladores) y sintetiza una diversidad de funciones que considera la salud humana, la generación de valor agregado, la asimilación de desechos marinos y la contribución a frenar el cambio climático”, comenta Moreno.

Efectivamente, en nuestra biosfera, todo está conectado. Si la acuicultura no interviniera, los pepinos de mar seguramente se extinguirían. Es que la preferencia del mercado asiático por este producto alimenticio y medicinal lo ha puesto en riesgo de desaparecer. Existen 16 especies de pepinos de mar en todo el mundo que figuran en la lista roja de la UICN como amenazadas o vulnerables, y esto se debe a que han sido muy sobreexplotadas. Un problema que se remonta siglos atrás.

Los pepinos de mar son un manjar muy apreciado en las poblaciones asiáticas, especialmente en China. Desde el siglo XVI, los exploradores chinos comerciaban con diversas mercancías y productos básicos, y los pepinos de mar eran uno de ellos. Como mercancía comercial, han sido y son increíblemente valiosos. Por ello se están extinguiendo. Hoy, los pepinos de mar se hallan sobreexplotados en los 70 países donde están presentes, desde los océanos polares hasta los tropicales. Por ello, la acuicultura es el único medio actual para satisfacer la demanda mundial y evitar su extinción.

Actualmente, se encuentran muy pocos en la naturaleza y la extracción de pepinos de mar se ha expandido a nivel mundial desde la década de 1950, pasando por ciclos de auge, caída y prohibición. Para Juan Moreno, la importancia de este proyecto, además, consiste en que induce a fomentar actividades económicas ambientalmente sostenibles y rentables alejadas del concepto convencional de usar y tirar continuamente los recursos que nos ofrece la naturaleza.

“Dada la demanda creciente a nivel mundial por el consumo de pepinos de mar, y por la diversidad de especies en nuestras zonas marinas, resulta clave imaginar nuevas formas de gestión en la cadena de producción y suministro del bien que estimulen el desarrollo de las capacidades de emprendimiento local a través de la incursión de agentes económicos como las unidades familiares, las pequeñas empresas particulares y las cooperativas”, concluye el director ejecutivo del CIDES.

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