Mi hermano tiene una discapacidad ¿Y a mi qué me pasa?

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CONSEJOS A TENER EN CUENTA

AISLAMIENTO Y DESINFORMACIÓN  El hermano suele tener pocas oportunidades de contacto con profesionales y de compartir con iguales que atraviesan experiencias parecidas; así queda en una situación de mayor aislamiento y desamparo.

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Los familiares, a veces, pueden ocultarle información en un intento de protegerle. En ocasiones están tan abrumados por las exigencias que les demanda el hijo con discapacidad, que parecen no encontrar tiempo o energías para sentarse con los otros hijos para darles explicaciones o aclararles dudas.

Tampoco se le ofrecen explicaciones sobre la problemática del hermano. La temática de la discapacidad se vivencia como un secreto de familia, un tema “tabú”, como si existiera la fantasía de que aquello de lo cual no se habla, no existe.

El hijo sin discapacidad se siente al margen, desinformado, aislado y confundido. Esta actitud parental no favorece el establecimiento de un adecuado vínculo fraterno. Otras veces, los padres desean ofrecer la información, pero no lo hacen porque no saben cómo. Los niños de más corta edad, como consecuencia de la falta de información y de su pensamiento egocéntrico, suelen hacer interpretaciones erróneas de lo que le pasa a su hermano. Por ejemplo es frecuente la creencia en el peligro de contagio de la discapacidad.

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No depositar en el hijo sin discapacidad responsabilidades que no le corresponden o que no está en condiciones de cumplir. Respetar su edad. Valorar y reconocer sus logros y capacidades. Evitar comparaciones innecesarias. Facilitarle ayuda y cuidados. Aunque es un niño “sano” también tiene necesidad de cariño y atención . Ayudarlo a superar la vergüenza sin censurarlo por manifestarla. No reprimirle la expresión de sus sentimientos negativos. Utilizar esa manifestación para dialogar y entenderle mejor. Comprender sus manifestaciones de celos , sin hacerle sentir culpable por ello. Planificar el futuro dándole participación, sin dejarle al margen. No apartarle de la problemática de su hermano con discapacidad. Hacerle partícipe desde pequeño. Aportarle información clara y real sobre el trastorno de su hermano, para evitar que desarrolle ideas erróneas o fantasías que le puedan atormentar. No sobreproteger o mimar en exceso al hijo con discapacidad, frente a un trato mas distante hacia los hermanos. No centralizar la vida familiar en torno al niño con discapacidad. Proporcionar a los hijos sin discapacidad oportunidades de intercambiar sus experiencias con otros niños que estén en situaciones parecidas. Buscando contactos a través de asociaciones o conocidos.

C/ Río Fresnedoso. 46-48 45007 Toledo Teléfono: 925 23 22 52 / 925 23 44 85 Fax: 925 23 44 85 Correo: 45005574.cee@du.jccm.es

ESCUELA DE FAMILIAS 2013/14

MI HERMANO TIENE UNA DISCAPACIDAD ¿Y A MI QUÉ ME PASA ?

MAYO 2014 EQUIPO DE ORIENTACION Y APOYO C.P.E.E. CIUDAD DE TOLEDO


¿CÓMO AFECTA EN LOS NIÑOS EL TENER UN HERMANO CON ALGUNA DISCAPACIDAD? Dentro de la familia cada hermano es único y singular, y su respuesta ante cualquier situación que acontece en el seno familiar, como la presencia de un hermano con discapacidad, está influida por múltiples factores: la forma en que la familia ha respondido ante lo que le tocó vivir, el tipo y grado de discapacidad, la edad del hermano, el orden de nacimiento, el intervalo de edad entre ambos hermanos, el número de hijos de la familia, etc. En ocasiones los familiares consideran erróneamente que los hermanos sin discapacidad tienen más recursos para afrontar solos todas las vicisitudes que se les presentan, sin embargo son, tal vez, los que más necesitan del apoyo de todos. SENTIMIENTOS NO ACEPTADOS Puede ocurrir que los hermanos de los niños con discapacidad encuentren poca tolerancia por parte de los adultos para la expresión abierta, de sus sentimientos negativos, como la hostilidad, la vergüenza y los celos. Es una exigencia excesiva mantener la fachada y manifestar solamente sentimientos positivos hacia el hermano. El niño queda solo, ocultando, negando lo que siente, lleno de culpa, pensando tal vez que es “un mal hijo”, “un mal hermano”, “un mal chico”, por sentir lo que siente. Sabemos que todo este cúmulo de sentimientos negativos, que no encuentran una vía de expresión directa, se puede volver contra sí mismo y manifestarse bajo la forma de determinados síntomas, por ejemplo, afecciones psicosomáticas.

CELOS

CULPA

El niño con discapacidad es el que parece ocupar un lugar preferente en el seno del hogar. Normalmente no se le exige ningún tipo de ajuste a normativas, se lo exime de responsabilidades, se le sobreprotege. Los padres suelen mostrar dificultades en el ejercicio de su autoridad con este hijo. Les cuesta ponerle límites o controlarlo. En cambio, sobre el hijo sin discapacidad hacen recaer mayores normativas. A éste sí pueden regañarle, ponerle límites, exigirle y reprenderlo. El hermano sin discapacidad aparece, por momentos, dominado por sentimientos de celos, injusticia, y sensación de desventaja ante la situación de goce de todos los privilegios por parte del niño con discapacidad.

En ocasiones la actitud egocéntrica de los niños más pequeños puede llevarlos a pensar que lo que le pasa al hermano, sin saber muy bien lo que es, puede deberse a algo malo que ellos hicieron, por ejemplo, haberle pegado en alguna ocasión, o haber tenido un mal pensamiento sobre él. Desde muy pequeños suelen sentir culpa frente al hermano con deficiencia. Cuantos más éxitos consiguen, más resalta lo que el hermano no puede, y mayor suele ser la culpa que acompaña a estas conquistas. Para mitigar la culpa pueden llegar incluso a sabotear sus propios logros, o a mostrarse excesivamente protector y solícito. En ocasiones, la misma familia puede restar importancia a los logros del niño sin limitación, a fin de que no quede en evidencia la incapacidad de su hermano. El hecho de “aminorar” estas diferencias puede, sin pretenderlo, hacerle sentirse culpable de sus avances.

VERGÜENZA Las personas ajenas a la familia tienen diferentes reacciones: miran de forma curiosa, preguntan, se burlan, se pueden aprovechar de la indefensión del discapacitado, discriminarlo… Todo esto es fuente de variadas respuestas emocionales en los hermanos. La vergüenza de exponerse ante la mirada de los otros, el temor a la lástima o a la burla son algunas de las respuestas del hermano hacia los extraños. El niño no solamente se avergüenza por la apariencia de su hermano, sino por sus conductas: berrinches, gritos, impulsividad y otras actitudes inadecuadas.

SOBREEXIGENCIA Y AUTOEXIGENCIA El niño sin discapacidad también asume muchas responsabilidades desde pequeño en cuanto al cuidado y atención de su hermano diferente. Actúa con mayor madurez de lo que su edad o sus posibilidades le permiten. Desde muy pequeños, captan el clima familiar de preocupación o angustia. Sienten a sus padres vulnerables y “que no son felices” por lo cual, desde muy corta edad, asumen conductas a fin de darle alegrías a papá y mamá. Quedan expuestos a cargar con el peso de compensarlos por su tristeza, mediante logros y satisfacciones permanentes. Así se presentan como niños maduros, competentes, responsables, brillantes, inteligentes buenos alumnos, alegres: “niños diez”. Se esfuerzan para arreglárselas solos, evitar complicaciones y tener contenta a la familia.


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