27– MARZO 2012
DETRÁS DE LAS ESTRELLAS (Para Maxi)
EDITORIAL Detrás de las estrellas Por Claudio García Pintos
Nuestra portada El árbol de la vida (pág. 2-3) SIN RECETARIO
LA LIBERTAD: UN CAMINO HACIA LA INTROSPECCIÓN (pp. 4-5) IDENTIDAD
(pp. 6-7)
REFLEXIONES EXISTENCIALES
FC BARCELONA
(pp.8-10)
1905-1924. MIS PRIMEROS AÑOS EN VIENA (pp. 11-18) LOGOTERAPIA CRIOLLA (pp. 19-20) POST-FRANKL
MIRADA EXISTENCIAL A LOSTRASTORNOS DE PERSONALIDAD (pp. 21-24) LOGOTERAPIA VINCULAR
LOS ADOLESCENTES NECESITAN “SENTIDO” La importancia de poder acompañarlos y orientarlos en esta búsqueda. (pp.25– 27) PEDAGOGIA FAMILIAR
MI HIJO ADOLESCENTE QUIERE TRABAJAR ¿Se lo permito? (pp.28-29) CARTAS DEL DESIERTO
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(Pág.30-31)
Había un gran alboroto. Todo estaba previsto como la tradición lo marca. La mesa estaba puesta, con los manteles y la vajilla que se reservaba para los días de fiesta. El menú, propicio para la ocasión, incluía delicias saladas y dulces que solo se preparaban para este tipo de recepciones. Es que no siempre sucedía que alguien especial llegara al lugar. Los mayores se ocupaban de los preparativos en tanto que los niños se paraban en el umbral y espiaban la posible llegada del esperado. Con una excitación inusual, iban y venían procurando mantenerse escondidos para que aquel no sospechara de la sorpresa que lo esperaba detrás de la puerta. De repente, una silueta apareció a la distancia. Con paso lento, un poco desconcertado, ella iba avanzando por el camino que se le iba abriendo, con piedras blancas y relucientes, y canteros con un verde intenso. Los niños dieron el alerta, y los últimos detalles fueron resueltos. Todo estaba listo. Ellos mismos, los mayores, se contagiaron de la excitación de los pequeños y deseaban que ella, finalmente, llegara. Llegó. Se paró delante de la puerta y dudó, pero pasado un momento, la abrió. Y al hacerlo, las luces se encendieron y la fiesta la sorprendió. Fue recibida con besos y abrazos de bienvenida. Una música suave inundó el
EDITORIAL
ambiente, tanto como una fragancia dulce y agradable. Su primera sorpresa se vio aumentada mucho más, cuando comenzó a reconocer entre tanta gente, muchas caras conocidas, y el reencuentro con ellas, significó una profunda alegría. En medio de esta celebración, se escucho la voz del dueño de casa decir: querida hija, eres bienvenida a este hogar. Aquí recibimos especialmente a todos aquellos que, como tú, han comprendido que vivir significa ese honesto y desinteresado acto de entrega que permite que el mundo sea un poco mejor. Tú lo has hecho, silenciosa y generosamente y, sin haberlo pretendido nunca, aquí tienes ahora tu recompensa. Has trabajado mucho, ahora descansa y disfruta. Un gran aplauso fue el corolario de estas palabras y ella, rápidamente, comprendió lo que estaba sucediendo. Descansó y disfrutó. Esta historia sucedió en un barrio que existe detrás de las estrellas. Recibe especialmente a aquellas personas decentes que, desinteresadamente, han vivido comprendiendo que la vida es para alguien y para algo, y, silenciosamente, hicieron su modesto aporte para que el mundo siga girando en la dirección correcta. Cuando una de estas personas cruza el umbral de la vida, es esperada por una gran fiesta, se reencuentra con otros decentes, descansa y disfruta.
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LOGORED© es una publicación digital mensual, de suscripción gratuita, dedicada a difundir novedades y reflexiones en torno a la Logoterapia y el Análisis Existencial. Director: Claudio García Pintos Secretario de Redacción: Federico García Presedo Colaboradores: (en este número) Enrique Adúriz (Argentina) Analía Boyadjián (Argentina) Carlos Garabal (Argentina) Lucía Copello (Argentina) Víctor Cárdenas (Ecuador) Olga Lehmann (Colombia) Iliana Hernández Silvera (Argentina) El contenido de los artículos y columnas es de entera responsabilidad de sus autores. El material contenido en esta publicación puede ser reproducido, previa autorización de su autor y citando la fuente. Por favor, contactarse con los autores al mail que figura en cada caso. Gracias.
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uestra portada incluye en este número un fragmento de la obra de GUSTAV KLIMT conocida como EL ARBOL DE LA VIDA. Forma parte de su producción correspondiente a lo que los críticos han definido como su “época de oro”, aludiendo no solo a la utilización de pan de oro (que ya había utilizado en obras anteriores de manera esporádica), sino también a la madurez de su estilo. Esta obra fue realizada por encargo en 1909. Se trata de un friso dividido en tres partes, para decorar el palacio de Bruselas. En el centro, presenta “El árbol de la Sabiduría”, en el que el autor refleja a la muerte. A la izquierda de la obra, vemos “La expectación”, representada ahora por la figura de una mujer de rasgos orientales, que se encuentra bailando, alerta, expectante, a la espera. Su presencia está destacada por un vestido, compuesto por triángulos de color. Finalmente, a la derecha, vemos parte del fragmento que hemos elegido. Forma parte de “La satisfacción”, representada por una pareja abrazada, en la cual, el hombre permanece de espaldas, abrazando a una mujer, protegiéndola. De ella solo podemos ver su rostro y uno de sus brazos. En sus vestimentas combina cuadrados y círculos, rectángulos y elipses, muy posiblemente representando lo masculino y lo femenino. Existen muchas leyendas sobre el Árbol de la Vida. Cuentan que se encuentra oculto en algún bosque y aquel que lo encuentre, encontrará sabiduría y el significado de la existencia. Pero aquel que salga a buscarlo y no lo encuentre, volverá con las manos vacías y la consciencia de ser un hombre corriente, un fracasado. Algunos lo equiparan al árbol del que comieron Adán y Eva según el Génesis. Si bien despertaron a la capacidad de diferenciar el bien del mal, también se humanizaron y se volvieron imperfectos.
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NUESTRA PORTADA
La portada de este número incluye un fragmento tomado del cuadro del pintor austríaco Gustav Klimt conocido como “El árbol de la vida” (obra de 1909) Gustav Klimt (14 de julio, 1862 – 6 de febrero, 1918) fue un pintor simbolista austríaco, y uno de los más conspicuos representantes del movimiento modernista de la secesión vienesa. Pintó lienzos y murales con un estilo personal muy ornamentado, que también manifestó a través de objetos de artesanía, como los que se encuentran reunidos en la Galería de la Secesión vienesa. Intelectualmente afín a cierto ideario romántico, encontró en el desnudo femenino una de sus más recurrentes fuentes de inspiración. Sus obras están dotadas de una intensa energía sensual, reflejada con especial claridad en sus numerosos apuntes y esbozos a lápiz, en cierto modo herederos de la tradición de dibujos eróticos de Rodin e Ingres. Klimt se convirtió en un personaje muy notable en la alta sociedad vienesa, y estuvo relacionado de un modo u otro con los más notables círculos intelectuales del momento, en una época en la que Viena estaba dejando de ser la capital mundial del arte. Gustav Klimt nació en Baumgarten, cerca de Viena, siendo el segundo de siete hijos (tres chicos y cuatro chicas). Desde muy pequeño demostró inclinaciones artísticas, posiblemente heredadas de su padre, Ernst Klimt (1832-1892) que era grabador de oro. Asimismo su madre, Anna Klimt (Finster, de soltera), era una cantante frustrada. Klimt vivió en una relativa pobreza la mayor parte de su infancia, en tanto que como familia de inmigrantes, el trabajo escaseaba tanto como las oportunidades de promoción social.
Fue por tanto sólo gracias a su talento que en 1876, con catorce años, recibió una beca para estudiar en la Kunstgewerbeschule, la Escuela de Artes y Oficios de Viena, donde se formaría hasta 1883 como pintor y decorador de interiores. Comenzó su carrera individual como pintor de interiores en grandes edificios públicos de la Ringstraße, desarrollando ya algunos temas alegóricos que posteriormente se convertirían en un rasgo distintivo de su obra. En 1888, Klimt recibió la Orden de Oro al Mérito de manos del Emperador Francisco José I de Austria por su trabajo en los murales del Burgtheater de Viena. Se convirtió en uno de los miembros fundadores -y presidente- de la Wiener Sezession, un grupo de artistas fundado en 1897, surgido como una alternativa independiente a los artistas promocionados por la Academia vienesa -de la que el mismo Klimt había formado parte en su juventud-. “El beso” es una de las obras más conocidas de Klimt, creada en 1908. Forma parte de lo que se conoce como su época dorada, no solo por la utilización de pan de oro en sus obras, sino por su madurez expresiva. “El árbol de la vida”, forma parte de la misma colección. En 1918, tras haber pasado un infarto, neumonía y la llamada gripe española, Klimt falleció. En su taller dejó gran cantidad de obras inacabadas. Un número considerable de sus obras fue confiscado por la dictadura nazi. Al avance de las tropas enemigas, y al ver que sus obras se convertirían en botín de guerra, sus seguidores decidieron quemar el castillo donde éstas permanecían confiscadas.
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SIN RECETARIO
LA LIBERTAD: UN CAMINO HACIA LA INTROSPECCIÓN
Por Olga Lehmann Oliveros Mail de contacto: olehmanno@gmail.com
“A veces era preciso tomar decisiones precipitadas que sin embargo podían significar la vida o la muerte. El prisionero hubiera preferido que el destino hubiera elegido por él”.
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(Frankl, 1999. pp. 88).
l extravagante movimiento del mundo contemporáneo nos sumerge en campos de concentración simbólicos, donde somos prisioneros de nuestras propias dudas. ¿Cómo vivir, frente a la duda, en la distancia del ser? Ante la sobreoferta de posibilidades hacer desmedidamente, la poca permanencia de los actos en la resonancia afectiva que nos acompaña a crecer, conlleva a la sensación de vacío. ¿Qué nos queda, de lo mucho que la vida ofrece? Hay acciones de sobra para ser felices, mientras los motivos para querer serlo, se esconden. La membrana que separa el carácter esencial y personal de la libertad cada vez se dilata más ante el margen de mercado social: lo que se vende, lo que todos hacen, lo que el mundo “desea”. ¿Y los momentos de introspección? Cada vez se hacen más pobres. Sin el ánimo de juzgar, me pregunto si es el miedo a la libertad aquello que nos conlleva a sumergirnos, sin ulteriores cuestionamientos, en movimientos de consciencia. Más aún, ¿El miedo a la libertad es una decisión? Quizás es al perseguir el ideal de ser auténticos, que nos sumerjamos en la uniformidad, como falacia de unicidad. Erich Fromm (1956/2000), distingue dos aproximaciones muy ilustrativas en rela-
ción a la uniformidad: el carácter religioso y el carácter comercial. El autor plantea que el carácter religioso de la igualdad abarca el planteamiento de que todos compartimos una substancia divina y que, en ese sentido, hay una idea de comunión, de
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unidad. Sin embargo, el autor también plantea seguidamente las acciones prefabricadas de roles, rutinas y expectativas generadas por el comercio; en éstas, la igualdad de oportunidades es una falacia que genera un deseo, ante el cual se esconde la uniformidad, y se pierde el sentido de unicidad. Deseo ser el otro, el que puede, el que alcanza, el que luce, el que tiene lujos y rechazo al que alcanza aquello que yo no puedo, o me vendo la idea de no necesitar lo que deseo. Ciertamente los avances de la tecnología ofrecen privilegios que no tienen razón para ser rechazados sin un contexto o una acción situada dentro de una escala de valores. He aquí la necesaria introspección, que pocas veces cabe en nuestra agenda: ¿Cuál es mi escala de valores? ¿Cómo ha cambiado esta escala de valores a lo largo de mi vida? ¿Qué cosas deseo de parte del mundo? ¿Qué cosas deseo de parte de mí mismo? ¿Qué espera la vida de mí en relación a esto? ¿Cuántas veces necesitaré abordar estas preguntas para alcanzar una resonancia afectiva que ilumine mi toma de decisiones? Decidir es nuestro destino y nuestra libertad. De esta forma se puede entender el destino como un camino que añoramos comprender o superar, pero ante el cual nos hemos acostumbrado a no responder. Y, ¿En el caso de las situaciones límite?
acontecimiento instantáneo ni un producto de la iluminación (que puede ocurrir, por supuesto, pero no en la gran mayoría de los casos), exige confrontar el deseo de cambiar la realidad que nos pertenece situacionalmente, mediante la creatividad de la consciencia para imaginar un camino posible. Dibujar el mapa hacia la libertad es un compromiso con la vida, un decir sí “En la salud y en la enfermedad, en la riqueza y la pobreza, hasta que la muerte nos separe”. Buscar la libertad es casarnos con nosotros mismos y, como a pocas personas nos gustaría casarnos con un desconocido, la introspección emerge como tarea vital.
Es cierto que existen situaciones límite, y que al encontrarnos en ellas, el sentido parece difuminarse y hasta nuestras costumbres, lo que habíamos construido, desaparece, pasa a un segundo plano, porque se hace innecesario para la supervivencia. Pero lo difícil no es una barrera, es una meta, donde no hay puntos específicos a los cuales llegar, sino un recorrido pensado y sentido a lo Referencias: largo de la vida, buscando en la tensión del espíritu una postura para asumir la Frankl (1999). El hombre en busca del sentido. (Vigésima ed.) Barcelona, España: Ed. Herder. vida. Fromm, E. (1956/2000). The Art of Loving. New York:
¿Pero, cómo encontrar un mapa hacia la HarpenCollins Publishers. libertad? Este darse cuenta no es un
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IDENTIDAD
Por Dra.Dides Iliana Hernández Silvera Mail de contacto: didesilianapsico@yahoo.com.ar Dedicado a Andrea…
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dentidad es el nombre de una hermosa canción de Sergio Denis y puede resumir muy bien a su vez, la labor terapéutica en los casos de crisis de identidad. Sin duda es mucho más que un deseo para quienes durante años venimos trabajando el sentido de Ser y el Ser con sentido. Básicamente, lograr triunfar, ¿está solamente en uno mismo?. ¿Es este encontrar en las pequeñas y grandes cosas de la vida, posibilidades más que adversidades?, ¿es trabajar desde yo puedo lograrlo y avanzar? Dice así: Se trata simplemente de ser vos mismo porque hay un solo camino y está en vos. Nadie puede obligarte a ser diferente; aunque sos uno entre la gente, vales por vos. Con los pies puestos en la tierra podes llegar a crear ese mundo nuevo que imaginas. Identidad, es la verdad; La crisis de identidad, que encierra una crisis de valores, aflora en la experiencia del vacío, de la apatía, de la indolencia, en el comportamiento irritado, en el enojo por no poder. Hasta el rebelarse en sentido de desorientación; necesitando huir de la tensión que se ejerce al requerir una
definición, es una forma de esta crisis de valores. Así, la necesidad de huir de esta experiencia de vacío, encuentra en el aislamiento, la tranquilidad, una mirada perdida, distracción, es la única solución menos dolorosa. Existen formas de crisis de identidad y de la crisis de voluntad de sentido, aquellas que nos causan la sensación de estar ante omnipotentes: son los “fachada” o exhibición de lo que no posee, sean dones, dinero o poder ante algo o alguien. Todo lo sabe, todo lo discute y todo es siempre menos valorable que su propia opinión. En realidad, la primera es más tratable desde la terapéutica, porque en su misma huida está buscando ayuda, es una pregunta oculta que no pude liberar, hecha desde el mismo individuo que padece ante una crisis de identidad. El otro, el omnipotente, cierra su posibilidad de apertura desde el poder. Entonces podemos aseverar que problema nace en saber qué reclama de su entorno: ¿qué o quién soy y cómo realizo eso que soy? Qué soy capaz de hacer? En qué lugar me colocan y qué puedo hacer desde ese un lugar a definir? No poder identificar qué o quién soy, es emprender un sendero por el atajo de la no realización personal dirigido a la carencia de identidad personal. La tribulación ante esa confrontación entre lo que pasa a mí alrededor y quién soy o puedo ser, es enunciado de una crisis de voluntad de sentido pues esta voluntad se escapa de reintegrarse y tomar el trabajo
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de aceptar ontológicamente el compromiso por “ser alguien diferente al impuesto” y antropológicamente por “ser alguien en el mundo sin cuestionamientos”, a pesar de los orígenes y con los orígenes que explican su gestación y modelan de modo especifico, este pasaje por la vida. Luego de un arduo tratamiento, es posible que el paciente comience a contemplarse de otra manera y como sigue la letra de la canción… nadie puede cambiar la esencia de lo que sos. No hace falta comprarse alas para volar, porque nunca viene de afuera la libertad. Identidad, es la verdad; nadie puede cambiar la esencia de lo que sos. Porque hay un sólo camino, porque sólo hay una verdad, en nosotros, sólo en nosotros en libertad, la libertad. Identidad, es la verdad; nadie puede cambiar la esencia de lo que sos. Es tu casa, tu calle, tu amor, tu mundo; es tu historia, tu único sueño que vive en vos. En la letra de esta canción, se encuentran dos grandes conceptos vinculados a la logoterapia y la resiliencia. Uno es la idea de “Libertad”, otro es el de la “identidad” y en ambos relacionados la “capacidad de resistencia del espíritu” para salir triunfante ante los condicionamientos de la vida, sobreponerse con mayor fuerza.. Los seres humanos, según la Logoterapia, poseemos un potencial para desarrollarnos (voluntad), contamos con fortalezas en nuestro interior que nos permiten superar situaciones adversas en los distintos estados y momentos en que éstas se van desplegando a lo largo de nuestra vida. No obstante, no siempre la descubrimos y nos valemos de esa aptitud, por ello actuamos de diferentes modos y también
tenemos una respuesta distinta antes las mismas situaciones. Así, teniendo presente que la resiliencia es "la capacidad de un individuo, de reaccionar y recuperarse ante las adversidades”, esta depende de un conjunto de acciones, actitudes y aptitudes que pongamos en juego para resolver el problema al cual nos enfrentamos. Una respuesta propia y única que recurre también a un momento de nuestra historia personal y cómo nos enfrentamos ante situaciones similares. Este potencial humano lo convoca, desde su ser espiritualidad, sus emociones y aprendizajes, para promover su maduración, la cual una vez lograda libera la tensión que se instala ante de la superación. La resiliencia no puede ser vista como un medio adaptativo únicamente, con un criterio de homeostasis, es una respuesta frente a situaciones externas, una capacidad de protegerse y estar incluido al entorno, a pesar de la adversidad y buscar un impulso con sentido de acuerdo con las metas ya no propias sino muchas veces las de la propia cultura y como actores sociales frente a otras. Entonces: Cómo participar del descubrimiento personal, del despliegue de su personalidad y del logro de sobreponerse ante esta difícil situación? Actualizar las potencias del espíritu articulándolos con la resiliencia, partiendo de la persona, apelando a su unicidad y rescatando su libertad como ser humano en el proceso de desarrollo de conductas resilientes como lo son enfrentar, aceptar, responder, buscar sentido. Principalmente, estas reflexiones surgen desde la seguridad de que todo hombre, más tarde o más temprano, puede encontrar la respuesta a esa búsqueda que surgió como inquietud y perduró. Por ello, siguiendo a Frankl, “Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento”. Dides Iliana Hernández Silvera
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REFLEXIONES EXISTENCIALES F. C. BARCELONA
Por Lic. Enrique Adúriz Mail de contacto: eaduriz@fibertel.com.ar
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n Agosto de 1940, la aviación inglesa (RAF) y alemana (Luftwaffe) disputaban en los cielos del Canal de la Mancha la feroz y legendaria Batalla de Inglaterra, cuyo desenlace a favor de la RAF impidió la proyectada invasión nazi a la isla. En ese contexto, Winston Churchill supo decir una de sus memorables frases: “Nunca en el ámbito del conflicto humano, tantos debieron tanto a tan pocos”. Cabe imaginar un diferente curso de la guerra con una victoria alemana en esa instancia, por ello esta sentida y agradecida valoración del líder británico a sus heroicos pilotos es una justa ponderación de la magnitud y trascendencia de lo que se puso en juego. Y hablando de poner en juego… pongamos en juego la pelota y con irreverente atrevimiento pondré la misma célebre frase en el contexto de la “pasión de multitudes”. “Nunca en el ámbito del conflicto humano inherente al fútbol, tantos debieron tanto a tan pocos”. Presentemos a los protagonistas de estas reflexiones. Los “tantos” naturalmente alude a las efectivas multitudes que se interesan por este deporte en todo el mundo; baste referir como estadística inapelable el record de audiencia televisiva mundial que
concita la final del campeonato del mundo que se celebra cada cuatro años. Los “tan pocos” alude por su parte al F.C. Barcelona, tomado en su conjunto pero con especial énfasis en su entrenador y en los jugadores que en los últimos tiempos lo representan. Por la excelencia de su juego empieza a ser considerado, por creciente unanimidad, el mejor equipo de fútbol de la historia. El “conflicto humano” se hace presente en toda situación en la que haya confrontación de intereses contrapuestos, e “inherente al fútbol” remite, naturalmente, a la disputa específica que propone este deporte. En los referidos intereses contrapuestos que promueven el conflicto, de un modo u otro están implícitos determinados valores, los cuales, tal como nos lo recuerda la Logoterapia, son la llave que, a través de su realización, permiten la consecución del sentido. Desde esta perspectiva axiológica, también en el fútbol, habría mucho más en juego que la mera disputa de un campeonato o una copa, estarían en juego valores específicos más o menos constructivos y representativos de “la esencia” de este deporte. Finalmente, el “debieron tanto” refiere justamente la valoración a este equipo, por recuperar con plenitud y exponer con excelencia las notas más esenciales y representativas de este juego. Por asociación, el mismo espíritu de reco-
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nocimiento me suscita la antropología frankleana, pues al recuperar la dimensión espiritual en su concepción del hombre, le devuelve al ser humano la nota que lo define propiamente como tal. Del mismo modo y salvando las obvias diferencias temáticas, el Barcelona con su juego y con los valores que conlleva el mismo, nos ha devuelto el fútbol “en estado puro”, en su primordial y originaria belleza. Cabe entonces reflexionar un poco más respecto de ese tanto, que los que amamos este deporte le estaríamos debiendo al Barça. Por lo pronto ha disuelto una clásica antinomia, cuasi “filosófica”, entre ¿qué es lo más importante: jugar bien o ganar? Si es lo segundo, y en correspondencia con la cultura exitista predominante, no estaremos muy lejos de consentir que “el fin justifica los medios”, “ganar cueste lo que cueste”, “matar o morir”, en fin: ganar, no importa cómo. Si por el contrario, el foco de todas las energías y esfuerzos se vuelcan, primero y siempre, a jugar bien, si esto se logra, el triunfo vendrá por añadidura y como consecuencia lógica. De hecho, si bien en el año 2011 ha ganado todo lo importante, pues fue el campeón de la liga de su país, de Europa y del mundo, lo más distintivo y convocante de este equipo es lo bien que juega; no es tanto el qué: ganar, sino el cómo lo hace, la claridad y contundencia con que resuelve partidos finales, donde la competencia es máxima debido al rival y a la instancia decisiva. La antinomia de marras es profunda porque pone sobre el tapete la relación entre medios y fines, y el Barcelona con su juego establece a rajatabla dicha distinción, para poder avanzar “pone el caballo delante del carro”, y no al revés. Quiero decir con la metáfora que por encima de todo, el valor guía de su hacer
en la cancha es jugar bien, antes que ganar. No juega bien porque gana, gana porque juega bien, que no es lo mismo. Decíamos que recupera la esencia del fútbol, su pureza original, cabría acotarlo como “jugar a la pelota” y el F.C.B. lo hace “en todo tiempo y lugar”. No es retórica, es literal. Todos sus jugadores, el arquero incluido, siempre aspiran a jugar la pelota y pasársela a un compañero, cualquiera sea el sector de la cancha (de hecho lo hace en su propia área) y el momento del partido (independientemente del resultado ocasional). El valor implícito en esta práctica es de altísima trascendencia, pues no se desvía por atajos ni claudica a las presiones de ocasión, no lo negocia por la coyuntura de sacar un resultado. Que el promedio de tenencia de pelota por partido orille el 70 % (¡siete de cada diez minutos!) revela objetiva y estadísticamente lo antedicho. Del mismo modo y en el mismo espíritu de defensa a ultranza de esa pureza esencial del juego es su apego al reglamento. Es como si jugara bajo el precepto “dentro de la ley: todo; fuera de ella: nada”. El fútbol tiene sus reglas y establece claramente lo que no está permitido. Son muy pocas las infracciones que cometen, no hacen de la fricción y el choque un recurso de disputa del balón y baste para ratificar “objetivamente” lo dicho este dato elocuente. En el último mundial (Sudáfrica 2010) que ganó España (con masiva presencia del Barcelona, en cantidad de jugadores y en “filosofía de juego”) este equipo llegó al partido final con Holanda con sólo ¡tres! jugadores amonestados en los seis partidos previos, lo cual hace un promedio de una sola amonestación cada dos partidos. Huelgan las palabras, no hay mayor exigencia y estrés que un campeonato mundial, sin embargo esta estadística deja claro que sólo se aplican en cuerpo y alma a “jugar a la pelota”.
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Otras muchas bondades podrían su- no se hizo ninguna alusión a ningún jugador marse, pues a menudo está cerca de la en particular. excepcionalidad. Va de suyo que cuenta con extraordinarios Tal el caso de hacer muchas veces reali- jugadores, imposible si no alcanzar tamaña dad el apotegma máximo del fútbol: “la excepcionalidad, pero no por ello ni por precisión en velocidad”, o por momentos contar incluso con el mejor del mundo, deja desmentir la sentencia de “la manta cor- de confirmar el principio psicológico de la ta”, tal su extraordinaria capacidad de Gestalt: el todo es anterior a la suma de las ataque, sostenida en una aceitada y soli- partes. daria aptitud para recuperar la pelota. Cuántas veces, selecciones nacionales o Dominan el balón y lo juegan como brasileros y presionan para recuperar la pelota como holandeses. Los veteranos que supimos ver al Brasil del ´70 y “la Naranja Mecánica” del 74 disfrutamos hoy día esta increíble síntesis. Como apostilla, es casi el equipo más bajo de Europa, apenas tiene dos jugadores altos, desalentando en su misma estructura la tentación del juego aéreo, tirando pelotazos altos a dividir y “ver qué pasa”. El balón se tiene, no se comparte. Puede ganar por goleada y sin embargo no humilla al rival faltándole el respeto ni sobrándolo, y de hecho se advierte claramente que, (salvo el Real Madrid, con rivalidad histórica), los equipos que lo enfrentan generalmente también lo respetan, aceptan la superioridad deportiva y honesta y no buscan lastimarlos con juego brusco ni venganzas arteras.
clubes en base a poder económico, han juntado estrellas y sin embargo no han plasmado equipos acordes, terminando estrellados en fracasos deportivos y económicos. Este conjunto integrado y sólido en sus principios rectores, que jugando extraordinariamente bien ha ganado todo, evidencia ser un equipo feliz y bien nos enseña la Logoterapia que la felicidad no es azar ni suerte, al contrario, es la consecuencia inevitable de cumplir con nuestro deberser, es una auténtica conquista y el deberser, que en el buen decir de Claudio García Pintos representa “la mejor versión de uno mismo”, para estos futbolistas es llevar al “verde césped” la mejor versión del futbol de ayer, de hoy, de siempre.
Siendo felices hacen felices a prácticamente todo el planeta fútbol, por ello podemos repetir con Sir Winston Churchill que en el ámbito del conflicto humano inherente al Es un equipo ejemplar, en tanto ejem- fútbol, “nunca tantos debieron tanto a plar es modelo a imitar, promueve y tan pocos”. convalida valores, tales como el respeto, la honestidad, el fair play, la solidaridad, Enrique Adúriz la belleza por momentos deslumbrante de su juego en sucesión coordinada de pases, la referida precisión en velocidad. Además educa en esos mismos valores en su centro formativo de divisiones inferiores (La Macía), y basta ver a los jóvenes “canteranos” cómo juegan en base a la misma filosofía, para convencerse que se trata de una auténtica “educación en esos valores”. Pero además de ejemplar, es también y por sobretodo un equipo, y como tal nótese que en todo lo referido hasta aquí
Para los interesados en la temática deportiva y futbolística en particular, recomienda la lectura del artículo de Viktor Frankl “Psicología del deporte del fútbol”, publicada en 1923 en Der Tag, e incluido en el libro “Las raíces de la Logoterapia. Escritos juveniles 1923-1942”, compilados por Eugenio Fizzotti y publicado por la Editorial San Pablo en su colección Noesis (número 20) Datos del original: “Zur Psychologie des Fussballsportes”, en Der Tag, 15 de abril de 1923)
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1905-1924 MIS PRIMEROS AÑOS EN VIENA
Por Dr.Claudio García Pintos Mail de contacto: cavef @ yahoo.com
Este mes de marzo se cumple un nuevo aniversario del nacimiento de Viktor Emil Frankl. LOGORED tiene por intención recordar la fecha y homenajearlo, al tiempo de agradecerle el testimonio de su vida y su legado científico. A modo de tributo, he escrito este relato de ficción, con admiración y respeto, en el que en primera persona Viktor nos cuenta cómo fueron sus años de infancia, adolescencia y juventud. Se trata de un diálogo fantaseado, imaginando cómo le contaría a cada uno de nosotros, cómo vivió esos primeros 20 años de su vida, durante los cuales nutrió lo que terminaría siendo uno de los grandes aportes al pensamiento y la ciencia del siglo XX.
1905-1924
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i infancia son recuerdos de una calle de Viena. No cualquier calle. La mía. Bulliciosa y trágica como sus pobladores, la mayoría de ellos llegados desde la Checoslovaquia judía. Eran parte de lo que los vieneses llamaban la “invasión judía”, en referencia a la migración de comunidades judías del este de Europa, llegadas a la ciudad gracias a la generosa invitación del emperador, que imaginaba una convivencia armoniosa entre foráneos y locales. Pero los vieneses no eran tan amplios de criterio como su emperador. Czernningasse no es una calle importante en la imponente capital imperial. Pero sus vecinos le otorgaban a las pocas cuadras de extensión una vida muy particular. Al menos para mí. Viena participaba del esplendor del nuevo siglo y sus calles adoquinadas hacían resonar los cascos de los caballos al ritmo de acompasados valses. El anillo que rodea el casco antiguo de la ciudad, era el lugar donde confluían palacios y parques, cabarets y teatros, museos y hoteles, oficinas, negocios y tiendas. Tenía la grandeza de París o Roma. Había grandes viñedos que poblaban las laderas de los alrededores de la ciudad y sus dueños, algo embriagados, solían entonar canciones familiares mientras los músicos pasaban de mesa en mesa dedicando sus baladas a vieneses y foráneos. Los bosques eran un
santuario para los visitantes y turistas adictos a las excursiones, al vino y a los valses. En un extremo de mi calle estaba la escuela primaria, la Volksschule frente al Czerninplatz, en la que descubrí lo que significaba la aventura de pensar. Tenía cierta facilidad para el estudio y me gustaba hacerlo y con un poco de entusiasmo por la verdad, cumplir con el colegio era casi una diversión. Me recuerdo muy inquieto, también en lo intelectual, y creo que tal vez haya sido un poco molesto para mis maestros porque preguntaba mucho, cuestionaba, indagaba… Los compañeros me llamaban “el pensador”, apodo poco usual para un niño pequeño. Es que espontáneamente me surgía la inquietud por saber, y las preguntas aparecían unas tras otras, insistiendo con avidez por respuestas. Recuerdo cómo a los 4 años sorprendí a mi mamá, revelándole cómo se fabricaban los medicamentos. Fantaseé con que a las personas que tenían intenciones suicidas y estaban casualmente enfermas, se las reunía y se les hacía consumir cosas extrañas, como por ejemplo pomada para lustrar zapatos o kerosene, y si se curaban de sus enfermedades, el remedio había sido descubierto! Celebraba mis descubrimientos y los consideraba inobjetables. Mis hermanos eran distintos. Walter asumía tener privilegios por ser el mayor y me mandoneaba un poco; y Estela, por ser la menor de los tres y mujer, nos seguía todo el tiempo.
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Ninguno de los dos tuvo afición por el estudio y cumplieron con el colegio ajustadamente y con pereza. Con Walter compartíamos todas las pillerías posibles y Estela usualmente sufría nuestras permanentes burlas y bromas. Lo hacía con paciencia mientras podía. Pero cuando reaccionaba, tratábamos de salir corriendo y evitar sus golpes. Ella era muy robusta y, aún siendo mujer, muy fuerte. En ocasiones lo recuerdo a Walter –que también era muy robusto; los dos eran parecidos a mamá, en tanto que yo siempre fui más delgado y pequeño que ellos- pidiendo clemencia estando tomado fuertemente por Estela como en una toma de lucha libre. Ellos competían en todo. Sus juegos eran, para mi gusto, muy bruscos. Aún de pequeño, yo prefería discutir antes que competir. Siempre tuvimos una muy buena relación entre los hermanos, pero debo aceptar que ella era mi preferida. Sentí por ella un amor de predilección. Siempre… Con Walter compartimos alrededor de mis 8 años de edad, el impacto de habernos encontrado con la sexualidad. Primero porque encontramos en el bosque unas tarjetas pornográficas que mi madre nos arrebató inmediatamente de las manos sin entender nosotros el por qué de tan violenta acción. Pero más allá de esas fotos, la muchacha que ayudaba a mamá en las tareas domésticas y dormía en el sofá del living, una muchacha tan guapa como atrevida, se nos ofrecía para que, juntos o por separado, desvistiéramos su bajo vientre y jugáramos con sus genitales. Ella se hacía la dormida, se acostaba en el sofá o en el piso, y así se iniciaba el juego. Claro está, nos prohibía hablar de ello con mamá porque debía permanecer siendo un secreto de nosotros tres. Lo cierto es que “el juego” me daba más curiosidad que otra cosa y el móvil de jugarlo no era propiamente una intencionalidad sexual. La situación generó en torno a lo sexual, sumado al episodio de las fotografías, un halo de misterio, secreto, ocultamiento que, considero que era lo que me mantenía dispuesto a jugarlo. Varias veces estuve a punto de contarle a mamá el hecho, motivado por el afán de
contarle los “descubrimientos” que iba realizando, pero el dedo levantado y amenazador de la mucama me inhibía de hacerlo. Es más, cada vez que hacía alguna travesura que a ella le molestaba, me amenazaba diciendo “Vicky, sé bueno porque si no revelo a mamá el secreto!” Eso era suficiente para que reconsiderara mi actitud traviesa y entrara en razones inmediatamente. Un día, mamá la escuchó y preguntó de qué secreto se trataba. Ella respondió instantáneamente que yo me había comido toda la mermelada. Todo quedó ahí. Sin embargo, siempre estaba tentado de revelarlo finalmente. Intentaba diferentes formas de discreción para revelar o dejar entender ciertas conductas de María que ella nos prohibía que revelásemos. Recuerdo que un día le dije a mi padre “¿No es cierto papá que yo NO te dije que ayer María fue a la calesita del Prater conmigo?” De ese modo intentaba calmar mi angustia ante aquello que sentía que debía ser dicho. Claro está, creo que de todos modos, nunca me hubiera animado decirle a mi padre, en medio de la cena familiar, algo así como “¿No es cierto papá que yo NO te dije que ayer María nos ha dejado jugar con sus genitales?” Por suerte, la vida me dio la oportunidad, especialmente a través de mis padres, de no conservar una idea distorsionada de la sexualidad y de alcanzar un alto concepto del matrimonio y de la sexualidad adulta y sana. Terminando la escuela primaria, me propuse casarme algún día y disfrutar la intimidad del amor estable y maduro. En mi universo pre adolescente me propuse que, una vez casado, no dormiría por las noches, solo para no perderme el gozo de algo tan hermoso como la intimidad en el amor. Me propuse no dormirme para disfrutarlo estando bien despierto. Pero volviendo a mi calle, en el otro extremo estaba la avenida del Prater. Cada vez que podía iba al parque, me ilusionaba ir al parque y me deslumbraba la rueda Feris con sus vagones y su lento circular. Desde esos vagones se podía contemplar todo Viena. Los domingos y los días festivos, se congregaban parejas de novios, familias enteras paseando al aire libre, soldados de franco tratando de seducir a alguna joven con sus uniformes bien planchados. También podía verse a intelectuales abstraídos en sus pensamientos sentados en las bancas del parque de-
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bajo de los árboles. Toda la vida de Viena palpitaba en el Prater. En los anuncios de la época se presentaba al parque como “la guarida favorita de las clases humildes, especialmente en domingo o en las tardes de los períodos de vacaciones” y se invitaba al público a asistir para ver “caballos preciosos y elegantes artículos de tocador…” En realidad había sido el coto de caza de la familia imperial, hasta que el emperador decidió abrirlo al pueblo para que pudiera disfrutar de las arboledas y los jardines. Instalaron incluso un circo y un zoológico, y unas terrazas en las cuales los visitantes podían degustar un buen vino. Mientras mi padre estaba ocupado en su trabajo, mi madre nos llevaba al Prater y nos vigilaba desde un banco circular en el que se reunían las mujeres, mientras los niños jugaban en los cajones areneros. Claro, mi infancia también son mis padres. Mi padre, Gabriel, había nacido en Porolitz, en lo que en la actualidad es la República Checa. De adolescente había estudiado en el Gymnasium, el mismo que años después se trasladó a la calle Kleine Sperlgasse y pasó a llamarse Sperlgymnasiumm mi querida escuela secundaria. Su vocación era la medicina pero aun habiendo superado varios exámenes, se vio obligado a abandonar sus estudios por problemas económicos. Tal vez sea por eso que cuando yo era pequeño y decía que de grande sería médico, sus ojos le brillaban de una manera especial. Mi madre, Elsa, había nacido en Praga, y pertenecía a una familia patricia. Ella era mucho más joven que mi padre; se llevaban 18 años de diferencia. Se casaron muy enamorados en la sinagoga de la calle Seitenstettengasse y pasaron a vivir en un departamento del segundo distrito de Viena, el Leopoldstadt, que limita al este con el río Danubio y al oeste con un canal del mismo Danubio que divide a Viena en dos. Era el segundo distrito con mayor cantidad de pobladores judíos, los cuales habían logrado conformar una comunidad muy próspera, y los vieneses lo llamaban la isla de Ajo, despectivamente. Mi amor por Viena no me impide reconocer que siempre tuvo un cierto aire antisemita. Tal vez sea por su historia como bastión del cristianismo ante la avanzada de las fuer-
zas bárbaras de oriente. Se instalaron, decía, en un departamento en el número 6 de mi querida calle, Czerningasse y allí mismo fue que nacimos y nos criamos los tres hermanos. Era un departamento sencillo, humilde, pero en el que se vivía un clima acogedor. Era más que una casa, era un hogar, en el cual lo cotidiano era el clima de alegría con mucho sentido del humor. Tenía dos habitaciones, la cocina y un salón. El espacio se hizo más reducido cuando nació Estela, porque había que darle un lugar a la niña. Pero incluso vivía con nosotros una muchacha que ayudaba a mamá en las tareas domésticas, y que se arreglaba durmiendo en el sofá de la sala. Las familias de recursos moderados, conseguían servicio en muchachas que cambiaban casa y comida por el trabajo doméstico. Eran pobres muchachas inmigrantes, que carecían de todo. Mamá era una madre muy cuidadosa y un ama de casa que se ajustaba a los estándares de la época. Una persona de alma bondadosa y devota de corazón. Cariñosa, demostrativa, siempre presente y atenta. Se encargaba de la educación de los hijos y el clima de la casa dependía en mucho de su carácter y temperamento. Ella era una fiesta. Mi padre, por su lado, era distinto. Menos demostrativo, casi nada. Pero no generaba distancia, en absoluto. Era más serio, posiblemente asumiendo también los estándares de la época. Tenía una concepción de vida espartánica y una rigurosa conciencia del deber. Si bien era para mí la representación de la justicia, en ocasiones sufrí castigos severos que no consideraba justos ni mucho menos. A veces tenía arrebatos de ira. Transmitía mucha seguridad a la familia. Respaldo. Confianza. Por cierto vivíamos bien con su salario. Trabajaba en el departamento que se ocupaba de la protección de minoridad y juventud, siendo ayudante del ministro Joseph Maria von Bärnreither. Era un salario “escaso pero constante”, seguro. Si bien los dos eran muy piadosos, para mí, mi padre era la representación del hombre religioso. Ambos eran practicantes al punto de cumplir con los preceptos y comer exclusiva-
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mente comida kosher. Rezaban a diario. Una vez en su trabajo, un superior le pidió a mi padre que realizara un acta taquigráfica, pero él se negó porque era el día de Jom Kippur, el máximo feriado judío. Ese día, se ayuna y se reza durante las 24 horas. Por supuesto, no está admitido trabajar. El superior amenazó a mi padre con despedirlo si no cumplía con su encomienda, pero él persisitió en su postura por respeto al precepto religioso. Finalmente fue respetado en su decisión y no fue castigado. Su marcada vivencia religiosa no impedía, a pesar del antisemitismo reinante en la ciudad, que gozaran de la amistad y respeto de muchos vecinos no judíos. Ellos mismos no tenían inconveniente en que cruzara la Praterstrasse y corriera hasta el convento de las monjas Carmelitas a jugar con otros niños, tomar el chocolate que nos servían y escucharlas hablar de Dios. Agradezco que me hayan educado en esa comprensión respetuosa y abierta de las creencias de los otros. Lo recuerdo a papá rezando todas las mañanas con sus filacterias. La larga cinta anudada alrededor del brazo izquierdo con una caja de cuero cerca del corazón, y la otra en la frente. El me explicó que esas cajitas contenían rollitos de pergamino con los textos sagrados escritos por los escribas, pues solo ellos estaban en condiciones de escribir las palabras sagradas. Y lo escuchaba a mi padre rezar “Escucha Oh, Israel! El Señor, nuestro Dios, el Señor es Dios; y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y tu alma y con toda tu fuerza. Estos mandamientos que hoy te entrego deberán estar junto a tu corazón…” , y sentía una emoción tan grande que un día, teniendo yo tan solo 5 ó 6 años de edad, le pedí a papá una mañana que me permitiera “besarlo a Dios” mientras él realizaba sus oraciones matinales. Y besé esas cápsulas con esos rollos de papel y sentí en ese momento que besaba a Dios. Aún siendo tan pequeño pude captar inmediatamente que no eran un símbolo de Dios, eran Dios mismo, eran Nuestro Señor. Si bien comencé a rezar más disciplinada y sistemáticamente unos años después, cuando estaba preparando mi Bar Mitzvá, creo que fue en ese momento que se abrió mi alma al encuentro con Dios.
Lo cierto es que mis padres se llevaban muy bien y se complementaban mejor. Mamá, al margen de llevarnos al Prater, me sacaba a pasear por el vecindario. Me encantaba recorrer la calle Schmelzgasse y apuraba el paso para llegar a la pastelería. Cuando el presupuesto lo permitía, me compraba una Schaumschnitten, una delicia de masa y azúcar cubierta con una capa de chocolate. Papá me llevaba de paseo cuando tenía que hacer alguna diligencia por el distrito de la universidad. Tal vez consciente de mi deseo prematuro de ser médico y su ilusión de que de mayor lo concrete. Me fascinaba pasar por delante del Instituto de Anatomía de la Universidad. Recuerdo que los transeúntes cruzaban de calle al pasar por ese edificio, espantados por el hedor que provenía del interior y aparecía por las ventanas del sótano donde estaban los laboratorios y los estudiantes practicando disecciones. Sin embargo yo obligaba a mi padre a pasar por delante de esas ventanas y tomado de los barrotes, espiaba hacia el interior para ver qué estaban haciendo los practicantes. Creo que ya entonces, teniendo tan solo 7 u 8 años, disfrutaba ejerciendo el poder de la mente para sobreponerme a la reacción normal de huída… Otra salida familiar era el café Siller. Estaba en Postgasse, no muy lejos de casa, junto al canal, al otro lado del puente de Aspern. Había sido fundado por Joseph Siller en el 1900 y era reconocido por tener una terraza que se asomaba al canal del Danubio. Por otro lado, era poco usual que un café tuviera un salón para damas. Allí mis padres tomaban café y compartían tertulias. Por varios motivos el café Siller ha sido significativo en mi vida. Muchos recuerdos pasan por él. El primero es el más importante: una hermosa tarde de primavera, mientras mis padres tomaban café tranquilamente, mi madre comenzó a tener contracciones y con mi padre decidieron volver a casa. Ya en el departamento, en pocas horas, habían recibido a su segundo hijo. Para el mundo sería Víktor, pero para ellos, “Vicky”. En ese café solían encontrarse con uno de sus vecinos. El vivía en la misma calle Czerningasse, pero en el número 7, es decir, justo en-
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frente de nuestro edificio. Era una persona reconocida en el barrio por su actividad profesional e incluso porque había abandonado sus creencias judías para convertirse, con sus hijos, al protestantismo. Era seguidor del doctor Sigmund Freud y solía encontrarse en el Siller con colegas, alumnos y pacientes. Que el Dr.Alfred Adler viviera enfrente de mi casa ha sido siempre una coincidencia curiosa y significativa. Ya de pequeño lo había visto dictar clases en las tertulias del Siller, sin suponer que años más tarde sería uno de mis maestros, y me reuniría con él en esas mismas mesas, para discutir sobre filosofía, psicología y psicoterapias. Parte de los rituales familiares eran las vacaciones en Porolitz, una pequeña población rural checa de la cual era oriundo mi padre. Porolitz, antes de la llegada de Hitler y el nacionalsocialismo, era un lugar armonioso en el cual la convivencia entre judíos y cristianos se desarrollaba sin problemas. Allí compartíamos el tiempo de descanso con algunos de sus familiares. Para mí era especial el reencuentro con mi primo Fritz. Con él compartíamos chistes y bromas de todo tipo. Con mi hermano Walter nos encantaba treparnos al campanario de la vieja iglesia y desde allí imaginar diferentes travesuras. Walter era afecto al teatro y le encantaba improvisar pequeñas obras de las cuales ejercía el papel de director y primer actor. Su liderazgo le brotaba naturalmente, se encargaba de repartir los roles a voluntad, y en ellas siempre participaba nuestro primo Fritz. Cantábamos canciones operísticas en la calle y una canción checa aprendida de los soldados checos, que hablaba de un recluta que se había enamorado de una joven “negra como un carbón”, por lo que imagino que era africana o estaría camuflada. Recuerdo también que con Fritz fundamos la “Alianza de Buscadores de Pequeños Beneficios”. Pensamos en hacer cosas que nos procuraran esos pequeños beneficios que significaban conseguir un dulce o una moneda. Pero lo único que hicimos con cierto éxito fue cantar canciones en la puerta de la panadería y que el hijo del panadero, amigo
nuestro, nos regale unas rodajas de pan recién horneado. Para nosotros eran deliciosas y tenían el sabor del logro conquistado. Pero mi infancia también transcurrió en medio de la guerra. Comenzó cuando tenía 9 años y en mi universo no tenía sentido que ocurriera. Los motivos políticos que la desencadenaron eran para mí, en ese momento, incomprensibles, no obstante haber percibido que el asesinato de Sarajevo había conmocionado a los adultos. Ellos pudieron predecir lo que continuaría. Pero un niño de 9 años, no. Lo que recuerdo es que fueron años muy duros. Mis padres intentaron que nuestra vida continuara su curso dentro de la mayor normalidad posible. Sin necesidad de entender, pero con la posibilidad de comprender la emoción del momento, los tres hermanos nos comportamos como si no fueran necesarias las explicaciones de nuestros padres. Si bien nos seguimos arreglando con el salario de mi padre, el presupuesto de la familia estuvo sujeto a recortes abismales. Conseguir algo para comer era complicado, si no por carencia de medios económicos, por la racionalización que hubo de los mismos. Había que hacer largas colas para conseguir algo para comer. Muchas veces con mis hermanos nos turnamos para levantarnos a las tres de la mañana e ir a hacer la cola al mercado de Landstrasser para conseguir pan o lo que pudiera ser. Mi madre me relevaba de la fila a las siete de la mañana para que yo pudiera asistir a clases. Fue duro. Por el hambre, el frío y las noticias, que reflejaban en los rostros de los adultos, sufrimiento y temor. Conseguir carbón era muy difícil porque la guerra lo requería prioritariamente, por lo cual su costo era muy elevado. Comer o calentarse, muchas veces, era un dilema que debíamos resolver. El fin de la guerra cambió mucho las cosas. El imperio había caído y las nuevas repúblicas de Austria y Hungría, incluso Alemania, debían organizarse. Todo era desconcierto por cómo seguiría la historia. Algunos celebraban el fin de la guerra, pero otros, suponían que era tan solo una tregua que no había dado por resuelto el conflicto. Estos no se equivocaron. De todos modos, el fin de los enfrentamientos fue un alivio enorme. Regresaron los hombres del frente y algunas cosas comenzaron a nor-
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malizarse. En mi caso, pude terminar mi escuela primaria e ingresar al Gymnasiumm. Ahora se había mudado de la Taborstrasse al número 20 de la calle Kleine Sperlgasse. Mis hermanos también pudieron continuar sus historias. Con Walter ingresamos al Gymnasiumm, en tanto que Estela optó por otro instituto y estudió diseño de indumentaria femenina. Ella era muy conversadora, my sociable, hablaba con todos los vecinos y amigos, aún con desconocidos en la calle, y este estudio le encantaba. Sus conversaciones habituales sobre perfumes y moda me alteraban porque las consideraba frívolas y superfluas, nimiedades. Yo prefería aquellas que giraban en torno a contenidos filosóficos, con diálogos lógicos, no inconsistentes. Estela, al margen de mis críticas, muchas veces tan soberbias como injustificadas, no se enojaba nunca conmigo. Ella estaba orgullosa de su hermano. Todo lo que yo decía era correcto y discutía con cualquiera que opinara en contrario. Nunca leyó nada de lo que he escrito, creo que ni siquiera leyó el libro que le dediqué, pero siempre defendió mi postura ante cualquier crítico. Walter no era muy afecto al estudio y su rendimiento y sus notas eran verdaderamente mediocres. En realidad él era muy hábil y creativo para las tareas manuales. Manifestaba abiertamente una veta artística. Le gustaba cantar, actuar, el teatro. En realidad todos en la familia teníamos un perfil artístico, pero él lo expresaba con una aptitud envidiable. Por eso decidió dejar el instituto y estudiar algo que le permitiera hacer uso de sus talentos e inclinaciones. Cursó estudios de arquitectura. Era bueno diseñando interiores. Por mi parte, yo era verdaderamente bueno para el estudio. Los ocho años que pasé en el instituto, desde los once hasta los diecinueve años, fueron excepcionales. Mi obsesión era saber, estudiar, leer, saber más, estudiar más, leer más… Compraba todo libro que pudiera comprar. Incluso en ocasiones me animé a pedir dinero en la calle para conseguir lo necesario y comprarme, por ejemplo, un libro de Goethe. Cuando mis
compañeros se entusiasmaban con las chicas y coqueteaban con mis compañeras o cuando organizaban partidos de fútbol, yo prefería evadir esos compromisos y asistir a las conferencias sobre filosofía que se dictaban en la Universidad Libre de Viena o las que dictaban en la clínica psiquiátrica de Wagner-Jauregg los discípulos del doctor Sigmund Freud, entre ellos las del recordado Paul Schilder. Mis paseos con colegas y amigos del instituto por el Prater, me alegraban cuando discutíamos sobre filosofía y sobre psicología, “la nueva ciencia” que venía creciendo en medio de polémicas y escándalos vinculados con las ideas revolucionarias de Freud y sus seguidores. De todos modos, también dediqué momentos a escribir creativamente. Tendría 13 ó 14 años cuando quise escribir un cuento corto que refería a un hombre que había descubierto una droga que convertía en extremadamente inteligente a quien la tomara. Los grandes laboratorios tratan de conseguirla pero no pueden contactarse con este hombre. El había tomado su propia droga logrando tal grado de inteligencia, que se retiró a la selva para meditar en soledad respecto de lo que había inventado. En su sabiduría comprendió que no debía lucrar con su invento y la droga nunca llegó a otros hombres. Nunca pasé de armar la estructura de la historia pero no llegué a escribirlo. A los 15 años escribí algunas poesías pero nunca me conformaron. A partir de mis trece años, también empecé a escribir en cuadernos las ideas que me impactaban y conmocionaban a partir de aquello que leía y estudiaba al margen de mis obligaciones escolares. Creo que a partir de los quince años, ya escribía mis propias ideas, ya hacía filosofía. Ahí sí, siempre me sentí más “creativo” por decirlo de alguna manera. Recuerdo que un día, en mi clase de Patología, el profesor Maresch me preguntó cómo se origina una úlcera estomacal. Le di la respuesta que figuraba en mis apuntes pero él inquirió diciendo que había otras teorías, esperando que le relatara alguna de ellas. Respondí argumentando una teoría diferente. Cuando me preguntó el nombre del autor dije no recordarlo, siendo él el que nombró a algún autor famoso. A lo que respondi, “por supuesto, ¿cómo pude olvidarlo?” La
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verdad es que todo lo que había dicho, lo había inventado en ese mismo momento, no habiendo escuchado nunca algo respecto de ella. Obviamente, no sólo había que ser creativo, también había que tener algo de sangre fría para sacarle sus frutos! La imagen del doctor Freud era un paradigma de alto impacto entre los jóvenes vieneses de mi generación. Todos queríamos ser Freud. Era admirado por los estudiantes, respetado en los ámbitos profesionales y cuestionado por los legos que veían en él un riesgo para las concepciones victorianas de la época. Soñaba con ser un médico como Freud y curar a la gente sin prescribirles medicinas. También con escribir un libro que publicaría anónimamente. Tantas fantasías, tantos sueños, tantos proyectos e ilusiones, me animaron a tomar papel y escribirle una carta al gran maestro. Lamentablemente ya se había jubilado de la docencia y no tenía ocasión de escucharlo y conocerlo personalmente. Él ya estaba instalado en la casa de la calle Bergasse, número 19, en el distrito universitario. No quedaba muy lejos de mi casa, pero las formas de la época no admitían que me presentara graciosamente ante su puerta, golpeara el llamador y pidiera hablar con él. Mucho menos siendo un joven de tan solo 17 años. Lo cierto es que le envié una carta presentándome y presentando algunas de mis inquietudes. Para mi sorpresa, a los pocos días recibía respuesta. Es indescriptible lo que sentí cuando vi el sobre con su membrete y remitente. Pensar que había recibido mi carta, siendo una más de las tantas que recibiría diariamente, que la había leído, que le había dedicado tiempo, que había considerado oportuno responderla, que lo había hecho, que la había llevado al correo y se había molestado en despacharla, para mí, un joven de 17 años, era una emoción de difícil parangón. Eso significó mi entusiasmo por seguir escribiéndole, renovando la misma emoción cada vez que reconocía su membrete y remitente entre las cartas que llegaban a casa. Su interés en responder mis inquietudes era un aliento para seguir inquieto en procura de ahondar mis conocimientos y expectativas. Sus respuestas eran austeras en las formas pero muy generosas en el contenido, revelando la vocación de un gran maestro. Un día de pa-
seo por el Prater, me detuve en la observación de la mímica de las personas, asociadas con la masticación. Me pareció posible establecer una conexión entre la mímica de la afirmación, moviendo la cabeza para afirmar, y la mímica de la masticación, por un lado, y la mímica de la negación, sacudiendo la cabeza para uno y otro lado y el gesto que se hace cuando se rechaza alimento o cuando se expresa disgusto ante el alimento ofrecido. Y así, realicé algunas observaciones y reflexiones que, presuntuosamente, ensobré y le hice llegar al maestro Freud a Bergasse 19. Su respuesta fue más que sorpresiva. No sólo me emocionó que respondiera, como era habitual, sino que en su respuesta decía que “si no le molesta, envié su artículo a la Revista Internacional de Psicoanálisis para que consideren su publicación”. No lo podía creer, no sólo lo había leído, le había parecido interesante y lo había propuesto para ser publicado en una de las revistas científicas más importante del momento. El artículo fue finalmente publicado dos años más tarde, justo cuando egresaba del Gymnasiumm. Tenía 19 años, la decisión de ser médico y me encontraba por entonces muy preocupado en hallar respuestas al clima en el cual se vivía. La vida de postguerra no fue fácil. La conciencia de la provisionalidad de la vida era un fantasma que dejaba sin argumentos aún a los más optimistas y esperanzados. Yo también había pasado por un momento ateo, o, mejor dicho, agnóstico. Sin embargo las traducciones de los trabajos de Kierkegaard, permitieron que su pensamiento fuera leído en toda Europa y así pude tomar contacto con el existencialismo. A partir de allí, nunca más, la fe en el sentido de la vida se volvió a ver minada, fortaleciendo mi convicción en los maravillosos trabajos de Gabriel Marcel, Heidegger, Jáspers, Martin Buber y tantos otros, que supieron darle a la humanidad argumentos por los cuales seguir de pie. Lo cierto es que a poco de egresar del Gymnasiumm, ya me encontraba alejado de los existencialistas pesimistas, ateos y nihilistas. Al mismo tiempo, mi relación con el psicoanálisis pasaba de ser mágica a tambalear. Por eso mismo, cuando mucha gente me pregunta hoy cómo fue que desarrollé mi teoría,
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no dudo que en realidad existe una relación inevitable entre la propia vida, la propia historia de un hombre y la teoría o escuela que funda. Tal vez debería incluso decir que existe una relación entre su propia neurosis y la teoría que inicia. Un profundo sufrimiento que lo impacta, que lo lleva a buscar profundas respuestas que lo expliquen o lo sanen. No quisiera hablar ahora de mis queridos maestros Sigmund Freud y Alfred Adler y las probables neurosis que los llevaron a desarrollar y fundar sus maravillosas escuelas. Pero en lo que se refiere a mí y a la Logoterapia, no tengo dudas que haber vivido en mi infancia y en mi temprana juventud el infierno que significa la desesperación por la creencia que la vida carece de sentido, pasar y vivir en el más absoluto nihilismo, la hondura espantosa del sinsentido y la amarga presencia de la nada, han sido móviles que me han llevado a descubrir mi teoría. Porque posiblemente no la he creado, tan solo descubierto. Sí, creo haber luchado como Jacob hizo con el ángel, hasta que pude descubrir que la vida siempre tiene sentido, hasta que pude clamar en medio de la espesura de aquello que vivía, sí a la vida, a pesar de todo… y ahora creo haber desarrollado de ese momento en más, una especie de inmunidad contra el nihilismo y el sinsentido.
Claudio García Pintos
Observaciones: Este es un relato de ficción, no es un texto o declaración original de Viktor Frankl. Todos los datos volcados en el mismo, fueron tomados de las biografías publicadas por Eugenio Fizzotti, Guillermo Pareja Herrera, Haddon Klingberg, Alfried Langle, tanto como de la autobiografía de Viktor Frankl publicada en español bajo el título “Lo que no está escrito en mis libros”. Se completa con la investigación personal del autor, publicada bajo el título “Un hombre llamado Viktor”, Editorial San Pablo, Col.Noesis n° 24, Buenos Aires
TRIBUTO A VIKTOR FRANKL
VIKTOR EMIL FRANKL, nació el 26 de marzo de 1905 en Viena (Austria), en una familia de origen judío. Nació bajo el esplendor del Imperio Austrohúngaro, creció bajo el dolor de la Primera Guerra Mundial, se formó como profesional en un clima de desánimo e incertidumbre durante la post-guerra, padeció la avanzada nazi, fue sobreviviente de los campos del horror, recorrió el mundo de occidente a oriente, llevando su mensaje a ambos lados de la cortina de hierro. Fue autor de numerosos libros, siendo reconocido por uno que es considerado dentro de los 10 que más influyeron en la cultura americana del siglo XX (“El hombre en busca de sentido”) Perdió a su familia de origen en el infierno, pero encontró un nuevo paraíso con su segunda esposa, su hija y sus nietos. Murió en su querida Viena, el 2 de septiembre de 1997 a los 92 años de edad. La mejor manera de tributarlo es recordarlo como aquel que, tan solo, descubrió un antídoto, una especie de inmunidad, contra el nihilismo y el sinsentido. Descansa y disfruta, querido Viktor, tu tarea fue bien cumplida.
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LOGOTERAPIA CRIOLLA
Por Lic.Chacho Garabal Mail de contacto: chachogarabal@gmail.com
"Los pueblos que olvidan sus tradiciones no saben de donde vienen ni saben adonde van, y se convierten en un conglomerado amorfo sin dirección ni sentido...”
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Jaime Dávalos (Escritor, ceramista y titiritero argentino)
etrás de todo árbol, detrás de toda flor, detrás de todo pájaro, detrás de toda especie, existe una leyenda por descubrir. Muchas de las cosas que vemos, oímos y decimos son parte de nuestra historia tradicional. Antes de las filosofías, los marcos teóricos, las cosmovisiones, la epistemología, prevalecían en nuestro territorio latinoamericano, numerosas tradiciones que referían a la sabiduría popular, a esa forma cotidiana y experiencial de intentar comprender los misterios de la vida humana y el interés por su transmisión a las próximas generaciones. Los antiguos criollos, los nacidos en territorio americano pero descendientes de países foráneos, poseían una cultura propia y desarrollaron su propia sabiduría, que llega hasta nuestros días. Así, nos quedan frases, reflexiones e historias, que podríamos decir, son bien nuestras. Claro que el valor de los refranes, las palabras, los pensamientos, pasan a ser significativos en la medida en que “los” hacemos significativos. Necio seria decir que una reflexión puede ser universal o que puede imponerse como una “regla de
vida”. En definitiva, la logoterapia debe ser considerada de igual forma. No se puede imponer una reflexión o una discusión, sin que esta sea tomada por cada uno. De eso se trata el dialogo socrático, ¿no? “Nadie acierta antes de errar”, “A cualquier dolor, paciencia es lo mejor”, “Quien mucho abarca,poco aprieta”, “En casa de herrero, cuchillo de palo”, “A mal tiempo, buena cara”, “Bien ama quien nunca olvida”, “Buenas acciones valen más que buenas razones”, son solo algunas de las reflexiones que nos han legado años de experiencia en nuestra tradición. Es mi interés comenzar el año, compartiendo algunas de las reflexiones que podrían acompañarnos en este 2012: “Tanto da la gotera en la piedra hasta que hace el hoyo” En todo encuentro que tenemos, tenemos la posibilidad de generar un vínculo cada vez mas profundo y sincero. La piedra es el símbolo de lo invariable, lo que no se modifica en la naturaleza por mucho tiempo. Sin embargo, la constancia de lo tierno como el agua, logra ir generando pequeñas grietas, por las cuales el agua va recorriendo el interior de la piedra, generando
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pequeñas grietas, por las cuales el agua va recorriendo el interior de la piedra, generando su desgaste por dentro, hasta terminar rompiendo la coraza. La gotera también representa la constancia del pequeño pero gran aporte que podemos hacer con suavidad. Pareciera que en el encuentro entre el agua y la piedra, se encuentra la metáfora planteada por Yalom, sobre como el vinculo es lo que cura. Aunque la gotera no representa al terapeuta, sino a la voluntad del hombre doliente que se anima a confrontar con sus temores, sus angustias, su soledad y su propia libertad. "Para el gaucho, todo es huella" Cada paso que podemos dar en el camino, se va transformando en una huella que queda plasmada en la ruta. Una huella que no puede borrarse ni modificarse. Las huellas comienzan a formar parte del camino. Y son las que nos permiten poder mirar el nuevo paso a dar. Todo lo que pasa, permanece. Sigue siendo presente en la medida que nos quedamos mirando esa huella, sin dar un paso adelante. Una vez que decidimos dar un nuevo paso, esa huella pasa a ser parte del camino. Como las demás y nos permite ir generando nuevos pasos. No se trata de olvidar una huella o querer modificarla, sino de aprender de ella para seguir caminando. “Tener alma de proa” (Ricardo Guiraldes) La proa es la parte que va rompiendo las olas a lo largo de la travesía, quien va surcando el camino. La capacidad del espíritu, de movilizar nuestra persona hacia adelante, como objetivo, como meta. Desde proa se observa la travesía con una mayor fortaleza, ya que aunque el
timón no se encuentre en la proa, sino justamente en el centro de la embarcación, solamente mirando hacia adelante se puede surcar las olas de lo inevitable, para ir rompiendo la tempestad del oleaje y descubrir el camino a recorrer.
Detrás de todo árbol, detrás de toda flor, detrás de todo pájaro, detrás de toda especie, existe una leyenda por descubrir. En Argentina y en Uruguay, compartimos la flor nacional del Ceibo, como símbolo. Su leyenda refiere a la hija del cacique de una tribu, quien luego de ver destruida su comunidad, su familia, tomaa su cargo la rebelión contra los invasores. “Y algún día, cuando nuestros hijos, y cuando los hijos de nuestros hijos nos recuerden, ellos sabrán que los españoles nos pueden quitar la vida, pero jamás nuestra libertad.”. Una de las tantas tradiciones que nos anteceden. Que son parte nuestra. De nuestra historia como sociedad y nuestra historia personal. Pero como dijera Herman Hesse, en boca de Siddhartha, “La sabiduría que un sabio intenta comunicar a otros suena siempre a locura”, por eso el gran objetivo es poder revelar que la sabiduría no se transmite, sino que se contagia, se vive hacia los demás. Repetir una frase, no implica un cambio. Aprenderla de memoria, tampoco. El verdadero cambio surge cuando uno comienza a vivirla lentamente, con una decisión. Y esa decisión se va transformando en una pequeña gota, que es seguida por otra, hasta formar una gotera, que de a poco va rompiendo una piedra. Y en ese camino, ir aceptando y reconciliándose con las huellas del camino, siempre con alma en proa. Chacho Garabal
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Post-Frankl
MIRADA EXISTENCIAL A LOS TRASTORNOS DE PERSONALIDAD
Por Lic.Lucía Copello Mail de contacto: lucia_copello@yahoo.com.ar
Esta columna está dedicada a presentar propuestas y a reflexionar sobre conceptos desarrollados por diferentes profesionales, que, tomando las bases de la teoría frankleana, se animan a proponer sus propias ideas y así hacen crecer y madurar a la Logoterapia y el Análisis Existencial.-
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a personalidad puede definirse tamiento y su evolución es impredecible. como la totalidad de los rasgos Según el DSM IV los trastornos de la persoemocionales y conductuales que nalidad se clasifican en tres grupos: caracterizan a una persona en su GRUPO A: trastornos de la personalidad vida diaria en condiciones normales, es Paranoide, esquizoide y esquizotípico. relativamente estable y predecible. Un Las personas con este trastorno suetrastorno de la personalidad supone una len ser consideradas como raras o variante de estos rasgos de carácter que excéntricas. va más allá de los que normalmente preGRUPO B: trastornos de la personalidad sentan la mayoría de las personas. Sólo antisocial, borderline, histriónica y cuando los rasgos de personalidad son narcisista. Estas personas suelen teinflexibles y desadaptativos y causan, o ner una clara inclinación al dramabien, un deterioro funcional significativo o tismo, son muy emotivas y su conbien un malestar subjetivo, constituyen ducta es muy errática. un trastorno de la personalidad. GRUPO C: comprende los trastornos de Las personas con este tipo de trastornos la personalidad por evitación, depenpresentan patrones de relación y de perdencia, obsesivo-compulsivo y una cepción de sí mismos y del ambiente incategoría denominada trastorno de la flexibles, desadaptativos y muy arraigapersonalidad no especificado (entre dos. estos se encuentra el trastorno de la Los síntomas de un trastorno de la persopersonalidad pasivo-agresivo y el nalidad pueden ser: aloplásticos, es decir trastorno depresivo de la personalicapaces de alterar y adaptar al ambiente dad); estas personas suelen ser anexterno o egosintónicos cuando son acepsiosas y temerosas. tados por la persona, no se sienten ansio- Mucha gente presenta rasgos de algún sos por sus conductas desadaptativas, no trastorno de personalidad pero no cumple son conscientes de lo que el resto de la con todos los criterios diagnósticos que se gente percibe como sus síntomas. Las entienden por un trastorno de personalipersonas con este tipo de síntomas sue- dad; también puede suceder que presente len estar muy poco motivados para el tra- rasgos que no se limiten a un único trastor-
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no de la personalidad. “La distinción entre estilos y trastornos de la personalidad radica en su nivel patológico: los estilos de personalidad amparan a los trastornos de la personalidad, de manera que los estilos se mantienen en el intervalo de la normalidad y los trastornos en el intervalo de la patología. Ambos son constructos de orden superior constituidos por rasgos de la personalidad” (Millon) Los trastornos de la personalidad se codifican en el Eje II del DSM IV, recordemos que los ejes de diagnóstico son: EJE I: Trastornos clínicos. Otros problemas que pueden ser objeto de atención clínica, EJE II: Trastornos de la personalidad. Retraso Mental, EJE III: Enfermedades médicas, EJE IV: Problemas psicosociales y ambientales y EJE V: Evaluación de la actividad global. Opinión del clínico acerca del nivel general de la actividad de la persona. Esto es de utilidad para planear el tratamiento, medir su impacto y predecir la evolución. La evaluación se hace a través de una escala que va del 100 al 0, en donde se considera la actividad psicológica, social y laboral. Los criterios diagnósticos generales para un trastorno de Personalidad son: Un patrón permanente de experiencia interna y de comportamiento que se aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto. Este patrón se manifiesta en dos o más) de las áreas siguientes: Cognición (ej. Formas de percibir e interpretarse a uno mismo, a los demás y a los acontecimientos) Afectividad (ej. La gama, intensidad, labilidad y adecuación de la respuesta emocional) Actividad interpersonal Control de los impulsos
Este patrón persistente es inflexible y se extiende a una amplia gama de situaciones personales y sociales. Este patrón persistente provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. El patrón es estable y de larga duración, y su inicio se remonta al menos a la adolescencia o al principio de la edad adulta. El patrón persistente no es atribuible a una manifestación o a una consecuencia de otro trastorno mental. El patrón persistente no es debido a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p.ej. una droga, un medicamento) ni a una enfermedad médica. Cada trastorno de la personalidad tiene sus propios criterios diagnósticos según el DSM IV. Mirada existencial a los Trastornos de la Personalidad El Dr. Efrén Martínez Ortíz en Psicoterapia y Sentido de vida plantea que: Frankl hace referencia constante a la pasividad y actividad incorrecta como pautas características de respuesta a las neurosis que son utilizadas como intentos adaptativos, en busca de distensión o compensación de malestar psicofísico. Si bien Frankl planteó dichas estrategias en términos de patrones de reacción a las neurosis de ansiedad, obsesivas y sexuales, las clasificaciones han cambiado y la inclusión de los trastornos de personalidad en el ámbito clínico han reflejado la importancia de estas pasividades y actividades incorrectas, pues como dice Millon (2001) “La mayoría de las personas dispone de variadas y flexibles estrategias de afrontamiento. Cuando una determinada conducta o estrategia no funciona, las personas normales cambian y pasan a utilizar otra. Sin embargo, las personas con
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un trastorno de la personalidad tienden a utilizar las mismas estrategias una y otra vez, con variaciones mínimas. El resultado es que siempre acaban empeorando las cosas. En consecuencia, el nivel de estrés se incrementa, amplifica su vulnerabilidad, provoca situaciones críticas y produce percepciones de la realidad social cada vez más distorsionadas”.
la. A mayor nivel de restricción de la espiritualidad humana debido a las afecciones que padece su instrumento de expresión, más arraigadas serán la pasividad y la actividad incorrecta.
Pasividad y actividad incorrecta de primer nivel: son las estrategias más primarias que incluyen la automedicación (uso de alcohol o drogas), las compulsiones, los comportamientos autolesivos (autoagresiones, automutilaciones) que son utilizados: a. como una forma de actuar sobre el propio malestar corporal, b. como una forma de enfrentar situaciones que hacen surgir estados problemáticos, c. como una respuesta ante la frustración existencial.
Los trastornos de la personalidad bajo la mirada existencial son entendidos no como una medida categorial sino más bien dimensional; es decir, la manifestación de la personalidad nunca es un extremo totalitario, pues ninguna persona “ES” narcisista, evitativa o limítrofe ya que es un ser siendo y por ello puede “TENER” una personalidad a, b o c pero la misma no la determina totalmente pues puede expresarse en mayor o menor medida la autenticidad de la persona a través del organismo psicofísico.
Pasividad y actividad incorrecta de segundo nivel: son estrategias de afrontamiento que al igual que las estrategias de primer nivel buscan la distensión de lo psicofísico, de esta forma algunos evitan la evaluación, los sentimientos y pensamientos desagradables, otros cultivan relaciones de dependencia, algunos buscan motivos ocultos y atacan antes de ser atacados, otros escenifican lloran y ocupan todo el espacio, algunos tratan de controlar todas las situaciones, otros complacen y buscan aprobación todo el tiempo, en fin, distintas estrategias destinadas a evitar el displacer del organismo psicofísico.
La mirada dimensional de los trastornos de la personalidad es una mirada más humana, que reconoce la posibilidad de expresión de la libertad a pesar del grado de inflexibilidad, desadaptación, el malestar personal y el deterioro del funcionamiento. Es una mirada humana que brinda espacio a la libertad.
La pasividad y la actividad incorrecta son estrategias que buscan distensionar el malestar psicofísico que se genera ante la captación personal de una amenaza para la existencia, ante la mera posibilidad de que dicha amenaza se presente o simplemente ante la imposibilidad de ser en el mundo de una forma adaptada y tranqui-
La pasividad y actividad incorrecta de segundo nivel se presenta, en los actuales trastornos de la personalidad, bajo características especiales que pueden observarse en el cuadro A (página siguiente)
Lucía Copello Bibliografía: DSM IV Kaplan, Sinopsis de Psiquiatría, Editorial Panamericana, Buenos Aires. Martínez Efrén; Los modos de ser inauténticos. Psicoterapia Centrada en el sentido de los Trastornos de la Personalidad. Manual Moderno. 2011. Martínez Efrén; Psicoterapia y Sentido de Vida, Ediciones Colectivo Aquí y Ahora, Bogotá, 2005.
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CUADRO A La pasividad y actividad incorrecta de segundo nivel se presenta bajo las siguientes características en los actuales trastornos de la personalidad:
Personalidad
Amenaza o Riesgo
Estrategias
-Huir de las situaciones problemática Evitación -Evitar contextos donde pueda ser evaluado -Esquivar situaciones en donde pueda tener pensamientos o sentimientos desagradables. -Imaginar y fantasear como manejar las situaciones problemáticas, pero no hacerlo. Estar desamparado, aban-Búsqueda y persecución de alguien quien lo Dependencia donado y rechazado ayude. -Cultivo y dedicación a personas de quien depender. -Búsqueda de aprobación constante. -ceder ante el conflicto para no perder a quien se depende. Ser violentado en la intimi- -Objetiva todo lo que tenga que ver con emocioEsquizoide dad, dejado sin espacio pa- nes y relaciones. ra ser. -Aislamiento constante de lo social. -Distancia de quienes le rodean. No ser visto, ser negado en -Llamar la atención de los demás. Histriónico su existencia. -Autodistracción constante para no mirarse. -Busca ser el centro de atención (llora, se exhibe, estalla en ira, amenaza con suicidio) Ser visto como insuficiente, -Controlar todas las situaciones y personas. Obsesivodébil y poco valioso. -Búsqueda del perfeccionismo propio y de los deCompulsivo más. -Lucha por evitar perder el control y actuar de manera poco adaptada. -Evalúa, critica y corrige a los demás. -Sistematiza pasos, procedimientos y listado de actividades. Pasivo-Agresivo Ser tratado injustamente, -Desquite disimulado e inocente ante lo que le utilizado molesta. -Sabotaje disimulado como forma de resistencia pasiva. -Aparente sumisión ante la autoridad y las reglas. Ser utilizado, sobreexigido, -Atribuye a los demás todo lo que odia de sí misParanoide abusado. mo. -Hipervigilante de personas y situaciones. -Busca motivos ocultos y posibles deslealtades. Ser usado como objeto, ser -Utiliza más la pasividad y actividad incorrecta de Límite utilizado y desechado. primer nivel. -Asume posturas de infantilismo Ser tratado como ciudada- -utiliza más la pasividad y actividad incorrecta de Antisocial no de segunda clase. primer nivel. -Actuar impulsivamente sin aparente culpa. -Explotación y manipulación de los demás. -Ruptura constante de reglas. Ser denigrado, descalifica- -Compite constantemente con los demás. Narcisista do, ser visto pero no queri- -Se salta las reglas racionalizándolas como indo aplicables a sí mismo. -Se autoexalta y excusa a sí mismo con frecuencia. Este cuadro pertenece al artículo MIRADA EXISTENCIAL A LOSTRASTORNOS DE PERSONALIDAD de Lucía Copello. Ser humillado o burlado, ser visto para ser descalificado o ridiculizado
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LOGOTERAPIA VINCULAR
LOS ADOLESCENTES NECESITAN “SENTIDO” La importancia de poder acompañarlos y orientarlos en esta búsqueda.
Por Lic.Analía Boyadjián
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epan comprender, queridos lectores, que vengo muy interesada en la problemática del adolescente de hoy porque cada vez más, en la consulta, recibo padres desconcertados con diferentes versiones de una misma realidad que nos aqueja como sociedad: “la adolescencia en riesgo de perder el sentido…” Y porque, de mis hijos, tengo dos que son adolescentes tempranas que me acercan a este mundo con toda la atención y el estado de alerta propio de una mamá que además de mamá es una profesional de la salud. Y así escucho a otros padres que presentan su realidad y claman por hallar soluciones. Por ejemplo, porque su hija de 14 años, mejor alumna, los sorprendió con un coma alcohólico, hecho que jamás hubiesen esperado que ocurriese. Otros, porque su hijo fue a un preboliche y sus amigos lo subestimaron y lo agredieron porque no tomó, y el joven está destruido… porque no se siente integrado ya que es el único en su grupo que no consume alcohol. Y pienso que es importante que la realidad me siga sorprendiendo. Y mi primer desconcierto tiene que ver con una diferencia generacional, que también sabrán comprender. Sucede cuando uno vivió una realidad en parte diferente a la que nos toca presenciar hoy y necesita encontrarle respuestas acordes. Para acercarme a un tema tan complejo como éste, voy a plantear tres de las tantas hipótesis que considero convergen en
esta situación: La falta de límites y de buenos modelos adultos provoca niveles de inseguridad y hasta de “vértigo” en nuestros adolescentes, que los deja indefensos frente a lo que están expuestos. El clima educativo familiar es una variable fundamental a la hora de forjar identidad en los hijos. Los adolescentes, cada vez más chicos en edad, se sienten arrojados al vacío, sienten no estar preparados para lo que la sociedad les impone. El primer punto nos remite al eterno tema de los límites y la educación de los hijos. Y digo “eternos” con la intención de poder señalar que no solamente siempre fue una preocupación de los padres, en todas las épocas, y de los especialistas en pedagogía, salud, y psicología arribar a formulaciones adecuadas al respecto, sino también por la ligazón de este tema con los valores humanos que responden a la llamada buena educación. Y quisiera resaltar que a esos valores los considero eternos, es decir que no son adjudicables a una época o espacio determinados. El respeto, el amor, el cuidado, la escucha, la comprensión, la lealtad, el compromiso, la coherencia, la búsqueda de la verdad… entre otros tantos. Los valores no pasan de moda. Lo que sí trae esta época es, dentro de las facetas positivas, más posibilidades de es-
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tablecer el diálogo entre padres e hijos, y entre cónyuges, ya que se aprendió que es un recurso fundamental para la buena comunicación familiar y para el logro de acuerdos funcionales. Aunque entendemos, lastimosamente, que falta el manual de “cómo dialogar”, y qué decir adecuado a cada edad. En este contexto se aprecia la importancia de lo que llamamos el “clima educativo familiar”. Tiene que ver con el modo en que se perciben los aspectos de la dinámica familiar, como ser el estilo de comunicación, la vida afectiva, y la transmisión de los códigos morales y de conducta que remiten al perfil de persona que se busca educar y formar. Y resaltemos a estas alturas el lugar de privilegio que tiene la educación del autocontrol como herramienta básica para que el adolescente pueda decir que “no” en situaciones que atenten contra su bienestar. Y, en tercer lugar, hago referencia a lo que escucho de los adolescentes como vivencia de presión que los empuja a situaciones que sienten no estar preparados. Al respecto, una paciente adulta y muy lúcida en observación de la realidad adolescente, me planteaba la siguiente pregunta: ¿será que se emborrachan en los preboliches para no llegar nunca al boliche, por el simple miedo a tener que salir a exponerse y no sentirse preparado? Creo que esto es una realidad, y debemos considerar como padres: respetar los tiempos de cada hijo, las certezas y el sistema de valores familiares, antes de abrir la puerta “para ir a jugar” (como rezaba la canción infantil)… Es decir, a priori, promover los factores de protección que son los que permiten el natural despliegue de la autoestima y el desarrollo de buenas relaciones interpersonales que brinden seguridad, apoyo y apuntalen metas con sentido. Y ahora los invito a leer lo que muy gentilmente me donó una de mis hijas (de recientes 14 años) para poder compartirlo con ustedes, y que resume las tantas
voces adolescentes que pueden estar sintiendo algo parecido. Y que escucharlos puede conmovernos y fortalecernos para seguir guiándolos hacia el “sentido”. EL MUNDO ACTUAL Por Ana Brajovich “Estoy en una etapa de mi vida en la cual aún me estoy descubriendo de a poco. Me estoy autodefiniendo, me estoy encontrando. Y me doy cuenta de que trato de crecer en un mundo en el que constantemente retrocedemos. Trato de encontrarme mientras vivo en un mundo totalmente desorientado. Y eso me provoca miedo. Constantemente me veo rodeada de personas, valores, situaciones que contradicen todo en lo que creo… Mientras pensaba en una frase para describir el mundo en el que vivimos, los valores que vemos constantemente representados en la sociedad, se me vino a la mente la siguiente frase: “VIVIR LA VIDA SOFT CON EMOCIONES LIGHT”. Es eso exactamente lo que está pasando en el mundo actual. La gente vive en lo superficial, vive en la pavada: vive en un mundo falso. Las personas prefieren quedarse en lo fácil, en lo mediocre. Y ¿por qué? Porque actualmente, eso es lo que nos venden los medios de comunicación. Si les pregunto: ¿Cuál es el programa con más puntos de rating en la Argentina? La respuesta es simple, aunque desconcertadora: Showmatch, Bailando por un Sueño. El programa de Marcelo Tinelli, es una representación exacta de lo que es el mundo actual. Una contradicción constante: ¿Cómo es posible que teniendo tantos avances científicos y tecnológicos, hayamos retrocedido tanto en lo más importante: los valores humanos? Y pregunto: ¿Cuáles son los valores que nos transmite este programa? Deshonestidad, falsedad, histeria. Y al ponerme a pensar en esto, me pregunté: a pesar de que sea esto lo que nos venden los medios de comunicación, ¿por qué la gente decide tomarlo? Porque ellos venden, pero la sociedad compra. Y ¿por qué? Porque vivimos apurados, corriendo de un lado al otro, en-
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focándonos en lo menos importante, en lo superficial. Porque ya nadie se detiene a pensar en lo profundo, a reflexionar y aprender de sus errores. Y lamentablemente, al 99% de las personas no les importa. Llegan a sus casas, y automáticamente prenden los televisores, viven pendientes del último chisme del mundo de la farándula. Ya no hay tiempo para preguntarse: ¿es este el mundo en el que quiero vivir? Ya no hay tiempo para plantearse ¿qué quiero de mi vida? Ya no hay tiempo para elegir… Tomo lo que me vende la televisión, y con eso me conformo. No hay anhelo de superación. No hay motivaciones, no hay metas, no hay proyectos… Mientras trato de encontrarme, siento que me pierdo. Siento angustia, miedo… Tengo la suerte de vivir en un entorno familiar en el que me apoyan, me orientan. Llego del colegio a mi casa, y vuelvo a encontrar mi eje, mi lugar. Eso es lo que pasa: dentro de mi círculo social a veces me siento tan afuera… Y al encontrar que no encajo, que voy contra la corriente, me aterro. Porque cuesta ser diferente, porque no es fácil decir que no a un amigo. Y sí, cometo errores, a veces me dejo caer en la pavada, y lo admito, es más fácil vivir en lo superficial, en la falsedad. Pero cuando vuelvo a casa, y llega el momento de analizar todo lo que pasó en mi día, qué dejo y con qué me quedo, me doy cuenta de que aunque es más fácil ceder a la presión del grupo, me quedo con ser fiel a mis valores, a lo que me enseñaron desde que soy chiquita”. La búsqueda de la identidad, del sí mismo que transita el adolescente implica el poder salir al mundo con cierto nivel de seguridad. La respuesta del adolescente a las experiencias de búsqueda conducen a una nueva identidad, a la adopción de un sistema de valores y de un proyecto de vida. Nadie crece solo. Todos necesitamos del otro para crecer. Vale la metáfora que me gusta usar sobre la necesidad que se tiene en algunos momentos de la vida, de la hoja cuadricula-
da: en esta encontramos los márgenes para movernos, el desde dónde y hasta dónde podemos desplazarnos. Y es justamente esa protección que ofrece la educación familiar de los modelos y los valores-referentes en las situaciones nuevas o de riesgo, los que debemos reforzar desde la niñez para llegar a una pubertad con menos sentimientos de indefensión o incluso de parálisis frente al mundo que los espera. Frente a la palabra de la adolescente de 14 años voy a presentar la voz de un hombre grande no solo en edad sino en sabiduría. El Dr. Rodolfo Lombardo (en el trabajo que presentó el año pasado en el Primer Encuentro Federal de Logoterapia y que muy gentilmente me permite nombrar) que describe así la necesidad de esta época: “debemos actualizar la Logoterapia a los tiempos y las circunstancias que nos tocan vivir, Es un verdadero desafío porque vivimos en una sociedad bipolar en la cual podemos ver que cualquier nostalgia de sentido o cualquier cosquilleo de insatisfacción se apaga con un frasco de pastillas, un paseo por el shopping o por el eficaz narcótico que ofrecen las omnipresentes pantallas que tienen la virtud de recordarnos que la vida es juego, espectáculo, chispa, ligereza. Hoy la levedad es una obligación. Prevalece así una cultura de lo secundario, que lleva a vivir en un nivel superficial, sin preguntas inquietantes y donde la angustia tiene mala prensa”. Es en este contexto en el que el adolescente de hoy trata de definirse, de encontrarse y de bosquejar sus proyectos de vida. Nosotros, como adultos, sabemos que el tiempo que les toca para adolescer no es fácil. Y solos no pueden . Nuestro lugar como guía es básico. Y la mirada agradecida del joven que encuentra su norte y de los padres que sienten que la lucha mereció la pena, son los colores del arco iris que siguen marcando que la esperanza y la fe van de la mano. Analía Boyadjián
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PEDAGOGIA FAMILIAR
MI HIJO ADOLESCENTE QUIERE TRABAJAR ¿Se lo permito?
Por Lic.Víctor Cárdenas Mail de contacto: vcardenas@centropedagogico.org
RELATO “Miguel de 14 es mi hijo mayor, como notarán, no tengo mucha experiencia como padre, pero la suficiente como para preocuparme de lo que les suceda a mis hijos y tratar de encontrar solución a estos problemas. Hace algunos días a Miguel lo invitaron a una fiesta organizada y por supuesto no encontré nada malo en que asista, le dimos permiso y habló toda la semana de la fiesta, pidiendo que le compremos una camiseta de marca que quería ponerse para esa reunión. Hace algún tiempo que con mi esposa nos dimos cuenta que uno de sus amigos, que vive cerca, le presta ropa a Miguel, lo cual nos extrañó y le preguntamos el porqué, ya que no nos agrada, primero por el compromiso de andar con cosas ajenas y segundo porque nos inquieta el que nuestro hijo no esté contento con lo que le podemos dar. La respuesta nos dejó más inquietos todavía, ya que nos confesó que no está contento con lo que le damos y que muchos de sus amigos visten ropa de marca que sus padres les compran. Además nos dijo muy seguro de sí mismo que si nosotros no le podíamos dar lo que el necesita, que le demos permiso para trabajar, ya que eso le ayudaría a comprar lo que quisiera y además ayudar con los gastos de la casa. Por supuesto nos dejó sorprendidos y a la vez disgustados,
ya que pienso que no valora lo que honestamente le podemos dar .” ¿Qué puedo hacer?
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ueno amigo, no te preocupes tanto, en primer lugar tu lo reconoces al inicio, cuando dices que es tu hijo mayor adolescente, por lo que debes pensar que todo lo que tu hijo pueda decirles, nace de un impulso que en sicología se llama primario, es decir no coloca filtros a sus manifestaciones tanto de amor como de disgusto, por lo que puedes esperar esto y mucho más sin que necesariamente lo quiera decir así. Con esto quiero decirte que no te tomes a pecho ni a lo personal lo que escuches de boca de tu hijo. En segundo lugar, ten presente que vivimos en medio de una cultura que posee valores y antivalores, o dicho de otra forma, tu hijo se expone a elementos positivos y negativos de la cultura y el ambiente en el que se desenvuelve. Uno de los elementos negativos es justamente la imposición de la moda en lo que podríamos llamar “modelos generalizados”. Si los adolescentes no se mueven bajo esos modelos, sentirán que están siendo excluidos de su grupo social, y sentir que aquello los angustia. Bueno, gracias a Dios están los padres, o deberían estar, justamente para guiar,
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tes en momentos de angustia o temor, y este es uno de ellos. Miguel piensa que sus padres le proveen de ropa desactualizada ó pasada de moda, no ropa de marca como la de sus amigos, y que para poder hacerlo la solución será que él sea su propio proveedor, es decir trabajar para comprarse lo que el quiera. Increíble tarea la de los padres, desenredar aquello que parece que es una confusión en la mente de Miguel. Hay dos elementos de autoridad de los padres que deben ser muy bien trabajados en relación al trabajo de niños y adolescentes: Los padres son los que deciden en casa, previa consulta a la opinión de los hijos, eso no significa que esa opinión sirva para tomar la decisión, será un elemento que ayude a tomar la decisión. En el caso de la ropa, sería trivial que los padres decidieran, pero en el caso del trabajo es de suma importancia que los padres expresen su opinión. El trabajo infantil, está prohibido por las leyes, existe el subempleo para los infantes y adolescentes, que significa condiciones laborales extremas para ellos, de manera ilícita y que representa ingresos muy por debajo de lo esperado por el adolescente que se inicia en estas tareas. Por otro lado, hay que decirlo con todas las letras, todos sabemos que cuando los chicos empiezan a trabajar a muy temprana edad, agarran el gusto por el dinero y pierden el gusto a los estudios, unos cuantos pesos en la mano, produce el efecto de fantasía que les impide ver sus logros en el futuro, es decir cumplir sus metas de manera que puedan tener mejores condiciones laborales una vez termi-
nados sus estudios. Por tanto es una realidad que no podemos ocultar, los chicos y adolescentes, no trabajan solo porque hay miseria en casa, sino además muchos lo hacen por motivaciones engañosas como la de Miguel. Hay un estado intermedio que es la ayuda en casa, la cual se puede retribuir con alguna moneda por lo extraordinario de la ayuda, ó el trabajo en algún negocio familiar que le permita a la familia dar ciertas responsabilidades a los hijos, lo cual es siempre positivo. Pero no es el caso de Miguel, quien desea trabajar en cualquier cosa con tal de comprarse ropa de marca. Por lo que desgraciadamente para Miguel, los padres no pueden permitir que su hijo sea víctima de la moda que esclaviza, pero tampoco pueden ser tan estrictos que no le compren la ropa a su gusto, respetando ciertos elementos de buen gusto y de acuerdo a la edad, ya que no son adultos todavía. Pero por otro lado los padres deciden en casa y tienen la última palabra, sobre las actividades de sus hijos, en este caso sobre la decisión de si puede trabajar o no para cumplir con sus deseos de vestir ropa de marca. Es de esperarse que la respuesta sea NO, ya que a Miguel no le hace falta trabajar para vestirse, tampoco le hace falta prestar ropa a sus amigos. Tal vez lo que necesita Miguel es conocer un poco más sobre la situación económica de la familia, de las familias de su sector y de cómo con esfuerzo las metas se van cumpliendo paso a paso y el primer escalón para cumplirlo es terminando sus estudios para luego iniciar una vida con más sentido y mejores herramientas que le permitan ingresar al mundo laboral con ciertas ventajas y en mejores condiciones.
Víctor Cárdenas
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CARTAS DEL DESIERTO de Guillermo Pareja Herrera
VOLVER Por Antonio Vargas (Lima, Perú) Mail de contacto: terapista28@hotmail.com El Dr.Guillermo Pareja Herrera nos tiene acostumbrados a sus mensajes vivificantes, plenos de significado, volcados en publicaciones de obligada referencia para todo humanista interesado en madurar un pensamiento consistente y comprometido con la persona humana. Pero su obra no solo está restringida a libros académicos. Su sensibilidad se expresa creativamente a través de sus “Cartas desde el Desierto” con la misma calidez y profundidad que caracteriza su discurso científico. Mes a mes y con regularidad, vamos presentando algunas de sus “Cartas”, breves reflexiones sobre la vida misma, las cuales son comentadas cada vez por algún colaborador de LOGORED. En esta oportunidad, el encargado de hacerlo será Antonio Vargas (Lima, Perú)
La carta: Volver Hay un tango que se llama Volver. Es un tango nostálgico quien evoca el tiempo transcurrido para el que se fue de la gran ciudad y vuelve veinte años después con la frente marchita y las nieves del tiempo que blanquearon la sien. Volver como reencuentro, volver a empezar, reanudar lo desatado, juntar lo disperso, aparecer lo perdido, retomar lo olvidado son todas formas de volver. Hay pianistas que dejan de tocar y pintores que dejan de pintar, escritores que dejan a la palabra enmudecer y vagar. Todos hemos de aprender a comprender y sentir que es volver. Después de irse las cosas, las personas y las ideas ya no son las mismas. Sorpresa, curiosidad, ilusión y decepción son algunas experiencias vividas tanto para el que se queda como para el que se va. Fin de un año, comienzo de un nuevo año. Tiempo para volver y cada cual elige cómo volver.
La Reflexión
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sta es una carta antigua, que a propósito del título vuelve a mí siempre.
Y es que en la vida en su continuo andar, tiene uno que parar la marcha y volver. Volver a los brazos de la madre cariñosa y de la familia para sentirse niño de nuevo, inocente y juguetón; a la vez que protegido y a salvo del mundo. A los amigos vuelvo siempre, ellos cada día renuevan las ganas de seguir en la brega. Es un volver que carga energías, que alimenta el espíritu, que llena de satisfacción. Este año quiero volver, al lugar donde nací y que no visito desde que salí de ahí, la idea ha estado dando vueltas hace muchos años (veinticinco años no es nada…), pero la razón para no ir siempre aparece. Y, es difícil volver a la casa de los abuelos, que no están más, a la escuela primaria, a los primeros amigos, al primer amor, la nostalgia y la tristeza son los colores que adivino
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en ese volver. Pero también a veces toca volver, y ahí si el tango (Volver) se convierte en la banda sonora de ese regreso, volver sobre nuestros pasos y enfrentar la culpa de haber fallado, de no haber cumplido, de haber decepcionado. Ese volver es el que no nos gusta, el que nos produce sufrimiento, el que nos da la impresión de estar retrocediendo en la vida; pero creo que es justamente en esas ocasiones donde más podemos aprender y transformar esa vuelta en un paso gigantesco en nuestra propia construcción como personas, porque es ahí cuando nos tenemos la oportunidad de mirarnos a nosotros mismos, a nuestros actos, a nuestros yerros, para luego retomar el camino con mayor experiencia, con un poquito más de luz. De este volver, jamás regresamos los mismos que antes, somos agua nueva corriendo en el mismo río, trocando el dolor que provoca este volver en alegría de vida, en combustible para avanzar hacia lo que debemos ser. Y, casi siempre, no nos gusta este volver, sentimos el vértigo de la caída y olvidamos disfrutar del éxtasis de emerger nuevamente a la vida.
No veo el volver como retroceso, es revisar lo ya vivido, y puede también ser el momento en donde encontramos el sentido a lo pasado, sólo volviendo podemos ir hacia delante, volver abre puertas donde antes había muros, mejor dicho, donde antes veíamos muros y ahora podemos ver las puertas, y si no hay una puerta, al menos encontramos una ventana. Volver es regresar de un viaje, no nunca vuelve igual, cuando uno viaja siempre algo se rompe, algo se pierde, algo se crea y algo se encuentra. Es un volver cargado de nostalgia, uno vuelve un poco más completo y al mismo tiempo deja siempre una parte suya que se niega a volver y se queda. Pero eso que dejamos se queda con los amigos que vamos haciendo, y traemos también con nosotros algo de ellos. Al final, cuando no estemos más, siempre vamos a volver en el recuerdo de los amigos que dejamos en cada lugar, a cada paso, en cada memoria compartida. Se que volveré a esta carta, como el peregrino perdido vuelve al camino. La riqueza que encuentro en ella, hace que sea inevitable volver.
Para todos los interesados en conocer más en detalle la obra del Dr. Guillermo Pareja Herrera en referencia a sus “Cartas desde el desierto”, LOGORED sugiere que se acerquen a los volúmenes editados por Editorial San Pablo (Argentina) Los volúmenes 1 y 2, reúnen algunas de las cartas del autor, cartas que “son de pies ligeros, viajan a lo largo y ancho de nuestra mayúscula América, desde el desierto chihuahuense hasta la Patagonia Argentina y desde el Pacífico hasta el Atlántico. Llevan y traen el sentir y los anhelos de nuestra gente”, según figura en la presentación de los mismos. Este material reúne una selección hecha por le mismo autor, de algunas de sus mejores cartas, y para aquellos que prefieran escucharlas, pueden optar por la adaptación del material al formato de audio, en la voz del mismo Pareja Herrera , la cual es acompañada por agradables melodías musicales de fondo.
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La ciudad de Buenos Aires ha sufrido en los últimos días del mes de febrero una tragedia. Un accidente ferroviario ha ocasionado la muerte de 51 personas y dejó un tendal de casi 700 víctimas, con lesiones físicas de distinta envergadura. Todos ellos, con una herida emocional profunda y difícil de reparar. Si bien estas personas y sus familias son víctimas directas del accidente, toda la ciudad, todo el país está de duelo.
peculaciones las hicieron los que debían asumirlas. No por nada cuando Frankl hablaba de estas “dos clases” de personas, solía apasionar su discurso y terminaba definiéndolas como santos y cerdos.
Recordando inevitablemente la definición frankliana sobre la existencia de tan solo dos tipos de personas, los decentes y los que no lo son, episodios como éste ponen aún más de manifiesto y en relieve esa distinción. Algunos expusieron sus propias vidas en el intento sentido de socorrer a los damnificados y aliviar el sufrimiento de los heridos, en tanto que otros hicieron especulaciones políticas sobre a quién le correspondería la responsabilidad del hecho, y, en particular, estas es-
Porque los duelos se viven, se sostienen y se honran, ¿de qué manera? Reconociendo en el sacrificio de las víctimas de cualquier hecho de esta naturaleza, sin importar el número de ellas, una apelación. Es un sacrificio que clama por verdad, justicia y sentido. Y nosotros debemos tomar posición ante este clamor. Y al hacerlo, estaremos decidiendo de qué lado estar, del lado de los decentes o del que no lo son. ¿Santos o cerdos? La elección es solo nuestra. Siempre.
Pero, más allá de las víctimas y de la conmoción inicial del hecho, ¿qué nos queda? ¿Qué queda en nosotros una vez que los fierros sean removidos, los cadáveres enterrados y los sobrevivientes sigan sus vidas cargando con sus emociones?