20– JUNIO 2011
La cultura impulsiva EDITORIAL La Cultura Impulsiva Por Claudio García Pintos
CUESTIONARIO Hoy Efrén Martínez (pp.2-3)
DÉFICIT DE ATENCIÓN Y PÉRDIDA DE SENTIDO (pp. 4-6) LOGOTERAPIA VINCULAR
PERDONAR ES UN DON DEL AMOR (pp.7-9) CARTAS DEL DESIERTO
LA GRAN PRUEBA (pp 10-11)
Novedades del Congreso de Logoterapia (pp.12-13) REFLEXIONES EXISTENCIALES
AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR (pp.14-15) SOBRE LA INDIFERENCIA (pp.16-22) PostFrankl
LOGOACTITUD
(pp. 23-27)
SIN RECETARIO (pp.28-33)
EL MIEDO A EXISTIR (pp.34 a 36)
EL MAYOR DE LOS SECRETOS (pp. 36-39) PEDAGOGIA FAMILIAR
NUESTROS HIJOS, UN TESORO (pp.40-42) IDEALES, VALORES Y COMUNICACIÓN. ¿UNA MEZCLA POSIBLE? (pp. 42-43)
HISTORIAS SENTIDAS. GAMBARIMASU (pp.44-45)
Que la persona humana ostenta un privilegio derivado de su naturaleza espiritual, es una verdad de perogrullo de innecesaria constatación. Ser persona implica gozar una capacidad insólita en el universo de los seres vivos: la libertad. Cuando todos los seres vivos responden a una mecánica propia de su naturaleza, la persona humana es la única con la potestad de decidir cuál será el curso de su comportamiento. Un gato no puede elegir ladrar, un manzano no puede decidir dar peras. Ni siquiera puede decidir no dar manzanas. Pero el verdadero privilegio no es exactamente la libertad, sino más bien la responsabilidad. Porque es libre para decidir qué hacer, para qué hacerlo. Su libertad responsable hace de la persona humana, un ser intencional. Y en el para qué y para quién de su decisión, orienta su vida significativamente hacia la consumación de su existencia, logrando actualizar la mejor versión posible de sí mismo. A partir de su privilegiada condición, puede asumir la diferencia entre reaccionar y responder. Reaccionar implica la actuación inmediata del impulso, sin posibilidad de discernimiento entre lo bueno y lo malo de actuarlo. Es una actuación mecánica de la cual nos hacemos más esclavos que amos. Es decir, muchas veces las sufrimos cuando reconocemos en lo hecho, un posible error, exceso, daño. Pero responder implica la toma de posición ante los hechos, decidiendo cómo vivirlos, cómo asumirlos, cómo procesarlos y cómo responderles. Evidentemente no nos libera del posible error, exceso o daño, porque toda respuesta puede estar equivocada. Pero nos hace amos de nuestros errores y aciertos. La reacción es amiga de la impulsividad, en tanto que la res-
EDITORIAL puesta lo es de la prudencia, la tolerancia, la firmeza, la consciencia. Nuestra cultura es promotora de la impulsividad. El instantismo de nuestros hábitos es cada vez más sorprendente. Estamos permanentemente contactados a través de facebook, twitter, celulares, black berry y todo tipo de accesorio que nos permite una comunicación on line permanente. Más allá de las posibles ventajas de esta conexión instantánea, nos vamos amigando cada vez más con la impulsividad y nos vamos alejando de la prudencia y la tolerancia. ¿Cuántos problemas de relación se generan en respuestas impulsivas vehiculizadas a través de estos medios instantáneos de comunicación? ¿Cuántas veces hemos tomado consciencia de lo dicho, nos hemos incluso arrepentido de lo dicho, al momento de terminar de presionar la tecla de envío de un mail, un mensaje de texto o responder un comentario en la red social? Recuerdo esos pasos de comedia en los cuales alguien pretendía infructuosamente recuperar una carta accidentalmente introducida en un buzón, para que no llegue a su destinatario. Hoy ni siquiera contamos con esa expectativa, por ilusa que fuera. Nuestra cultura favorece la impulsividad. Lo reactivo. No lo vemos solamente en este modo impuesto de contactarnos sino en el ritmo que ha asumido nuestra cotidianeidad, sustentada en la intolerancia y la imprudencia. No hay tiempo para esperar, para escuchar, para reflexionar, para perdonar. Y sin tiempo para esperar, vivimos desesperando, aturdidos, reaccionando, condenando. ¿Somos conscientes de la cultura que vivimos, construimos, aceptamos, sufrimos? Tal vez podamos quedar pensando. Por ahora, termino la columna, porque no hay tiempo para más.