¿Qué cambió?
EDITORIAL ¿QUÉ CAMBIÓ? Por Claudio García Pintos
Nuestra portada MAR DEL PLATA (pp.2-3)
LA PAGINA DE LOGOFORO (pp.4) PARA QUÉ VIVIMOS (pp.5-6) POST-FRANKL
ADICCIONES & VACÍO EXISTENCIAL (pp.6-10) LA PAGINA DE CAVEF (pp.11) LOGOTERAPIA Y TOC (pp.12-14) LOGOTERAPIA VINCULAR
CON MODELO O SIN MODELO: El sentido de la educación familiar (pp.15-16)
ENCUENTRO FEDERAL DE LOGOTERAPIA (pp.17-18) PUENTES EXISTENCIALES
LOS PUENTES EXISTENCIALES (pp.19-20)
INFORMACIONES CLAE UCA ((pp. 21-23) ESTILOS DE VIDA, ¿Descartables? (pp. 24-27) REFLEXIONES
(pp. 28-30)
SONRÍE, PUES LO CONOCISTE (pp.30-33) SIN RECETARIO
MONÓLOGOS Y DIÁLOGOS PARA LA MEMORIA (pp.34-35)
Acompañando a docentes y directivos de escuela, siempre me ha impactado la vivencia de sorpresa que manifiestan ante el perfil emergente de las nuevas generaciones de alumnos. Son distintos en su disposición respecto del saber, en la respuesta ante las figuras de autoridad, en el modo de vincularse entre ellos, en el aspecto que tienen (cómo se peinan, se visten, llevan el uniforme, etc), en el nivel de expectativas, etcétera. Muchas veces estos cambios en los alumnos, se justifican en el estilo de vida que lleva adelante la cultura, la transformación de la familia como institución básica de educación, la incidencia abrumadora de los medios de comunicación en la vida cotidiana y las tecnologías a través de las denominadas redes sociales. También en las reformas reglamentarias de las políticas educativas, que influyen tanto en lo curricular como en lo conductivo. En este contexto de “cierto desconcierto”, el docente y el directivo se debaten en términos de “¿qué hacer?” ante sus alumnos. Muchas veces, del desconcierto pasan a la impotencia – como si sintieran que carecen de recursos operativos para manejarse ente ellos- y, en ocasiones, llegan a la prepotencia –siempre expresión externa de la frustración interna que sienten-Otros, se quedan en la indiferencia –hago lo que puedo; llego doy la clase y me voyLo cierto es que un docente desconcertado, impotente, prepotente o indiferente, es un docente “perdido”, malogrado, desaprove-
EDITORIAL chado. La educación no puede permitirse ese despilfarro. Iniciando un nuevo año lectivo, comparto con los colegas docentes mi mirada como Psicólogo Educacional, cuestionando una expresión que es muy usual en las escuelas: “¡cómo vienen los chicos ahora… porque nosotros, no éramos así!”, y, a partir de esto, tratar de respondernos las siguientes preguntas: los jóvenes, ¿cambiaron tanto?; en tal caso, ¿solo cambiaron los jóvenes?; de todos modos, ¿solo podríamos educar a jóvenes que fueran como éramos nosotros?; ¿los educandos deben ajustarse a los educadores o los educadores a las necesidades de los educandos?. La esencia de la educación y lo central de nuestro rol como educadores, no es susceptible de modas. Cambie lo que cambie, eso permanece inalterable, y nuestra responsabilidad es ayudar a la persona humana a hacerse cargo de su propio destino. Eso es educar. Por fuera tienen otro aspecto, pero por dentro, siguen esperando lo mismo que esperó siempre todo joven: ser acompañado en esta aventura de madurar; tienen los mismos temores –encubiertos– y las mismas ilusiones. De modo que cuando nuestros alumnos ingresen al aula, estemos preparados para educarlos, sin esperar que sean como nosotros.