Logored - Agosto 2014

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PIEDRAS Más allá de todo, la vida me sigue sorprendiendo. Quiero decir, más allá de tener ya suficientes años de vivirla, me sigue sorprendiendo como si fuera un novato en esto. Tal vez sigo esperando ingenuamente que las cosas puedan planificarse absolutamente, como EDITORIAL desconociendo que lo único garanPiedras tido es la imprevisibilidad. Sí, el problema no es que la vida sea Por Claudio García Pintos finita, sino que sea imprevisible. Y ACERCA DE LA LOGOTERAPIA GRUPAL (pp.3-5) siguen sucediendo cosas que me llevan a preguntarme “por qué”, LA PAGINA DE “por qué ahora”, “por qué a mí” o CAVEF (pág. 5) a aquel que también es una buena AUNTES DE DOCENTE persona. Como si la vida jugara a CULPA (pág. 6) cascotearnos, tirarnos piedras que LOGOTERAPIA VINCULAR EL nos hacen tambalear, trastabillar EJERCICIO DE LA PATERNIDAD (pp. 7-9) o, a veces, caer. ARGUMENTOS A FAVOR DE UN OPTIMISMO TRÁGICO (pp. 10-20) ARTE Y VIDA

(pp.21-22)

PELEO EN LA PANTALLA LUEGO EXISTO (pp. 23-24)

ANTE EL VACÍO EXISTENCIAL (pág.25-28)

Si no partiera de mi convicción absoluta que la vida es buena, noble y siempre tiene sentido, creo que me enojaría con ella, me sentiría decepcionado, defraudado o desmotivado para vivirla. Entonces, me pregunto, ¿para qué son esas piedras?, ¿qué esperará ella (la vida) que yo haga con esas piedras? Y buscando en mí, recuerdo cosas que alguna vez he leído o aprendido y que me sirven para intentar una respuesta. Recuerdo que David usó una piedra para derrotar a Goliat, cuando todo hacía suponer que sería aplastado por el gigante. Lo recuerdo a mi abuelo, construyendo un muro decorativo en el jardín de su casa con piedras de

EDITORIAL diferentes tamaños. Recuerdo esas piedras enormes a la orilla del mar, en la que nos sentamos con mi amada una noche de luna llena, y nos prometimos amarnos para siempre. Recuerdo también esa piedra que arrojó un violento y abrió al medio la cabeza de mi amigo, que solo festejaba el triunfo de su equipo de fútbol, o aquella otra que usó un miserable para romper la vidriera del humilde negocio del barrio para robarle todo cuanto pudo. Pero, por sobre todo, recuerdo a Miguel Ángel, quien “sacando lo que sobra” (como él mismo lo explicaba) descubría aquella maravilla que siempre está en el interior de cada piedra. Y comprendo entonces que lo importante no son las piedras, sino lo que hagamos con ellas. Y que la vida no solo me tira piedras, también me ha dado la posibilidad de decidir qué hacer con ellas, para qué usarlas, cómo aprovecharlas. Comprendí que, de alguna manera, las piedras también son necesarias. Así, no le agradezco a la vida todas las piedras que tira en mi camino, pero trato de aceptarlas, con cincel en mano y vocación de escultor, convencido que dentro de cada una de ellas, sacando lo que sobra, podrá haber algo bueno para mí o para otros. “Golpe a golpe, verso a verso”


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ACERCA DE LA LOGOTERAPIA GRUPAL Por José MARTÍNEZ-ROMERO GANDOS Mail de contacto: sentido@cop.es

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abitualmente conocemos generalidades acerca de los tratamientos que llevan adelante Psicólogas y Psicólogos en el ámbito de sus consultorios. Menos conocida y no menos importante es la labor de estos profesionales en el ámbito hospitalario. El desarrollo de la consulta casi siempre se realiza entre el profesional y el paciente, en un ámbito adecuado. Poco conocemos acerca de los tratamientos psicoterapéuticos realizados en grupo, tanto en el ámbito privado como en el hospitalario. Sin embargo, esta tarea se realiza desde hace muchos años de una manera satisfactoria y con economía de recursos y tiempo. Algo podemos decir al respecto porque empezamos a desempeñar ambas prácticas (individual y grupal) allá por el año 1969 en Buenos Aires, Argentina. En todos estos años hemos compartido nuestra experiencia en la docencia, en Congresos de Psicoterapia Existencial y Logoterapia y en escritos. Es oportuno realizar comentarios sobre el tema. La práctica grupal tiene su objetivo en el encuentro con el otro y en la búsqueda de sentido en la vida a partir de ese encuentro interhumano. El grupo es el modo mas eficaz para que una persona deje de pensar continuamente en sí mismo. Sirve para ponerlo en situación tal que piense en el otro, que sienta el sufrimiento del otro, que apoye al que sufre y

de ese modo autotrascienda. La interacción con el grupo permite a esas personas percibirse en situación, mostrándose a los demás, aunque no hubiera pretendido hacerlo, ya que no pueden dejar de ser-en-el-mundo-con-el-otro. El encuentro auténtico es un modo de coexistencia que está abierto al logos (sentido), permitiendo a los participantes el trascenderse a si mismos y llegar a promover tal autotrascendencia mutua. La psicoterapia es siempre algo mas que una técnica en la medida que ella incluye un elemento de arte y siempre es mas que una ciencia porque incluye la necesidad de considerar, sabiamente, la necesidad del encuentro. Ciencia y Técnica deben estar al servicio del Hombre y permitirle desarrollar su posibilidad autotrascendente a partir de la consideración de su ser-allende-en -el-mundo-con-los-otros-en-el-amor. Los grupos pueden constituirse con diferentes fines. En los hospitales son útiles para informar y asistir a pacientes y familiares en diversas especialidades. Hemos desarrollado grupos hospitalarios de profilaxis pre-quirúrgica, en mujeres embarazadas, de preparación para una correcta toma de electroencefalográmas en niños pequeños o con deficiencias y en oncología (cáncer de mamas). En privado constituyen una herramienta terapéutica eficaz y con un coste menor, obviamente. Podemos comentar que han resultado satisfactorias varias experiencias realizadas


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con personas mayores. Con un claro sentido de servicio, los grupos logoterapéuticos para personas mayores están dirigidos a aquellas mujeres y hombres que necesitan una combinación de asistencia médica, actividad física y recreación. Realizamos dos proyectos importantes en Galicia (España) y el lema de estos grupos era: AGREGAR VIDA A LOS AÑOS Y NO AÑOS A LA VIDA.

con mayúscula, se manifiesta cuando parece anulada toda posibilidad de elaborar una pérdida de tamaña magnitud. La escuela humanístico-existencial de Psicología ha ofrecido un marco de fundamentos para la comprensión de este hecho que altera la vida trascendente de una familia. La Logoterapia, inserta en esa corriente, ofrece la posibilidad de hallar caminos que permitan recobrar el Sentido de la vida. “Aún en las peoLa soledad, la falta de contacto con sus res circunstancias, la vida tiene sentido” (Dr. familiares o parte de ellos, las dificulta- Viktor E. Frankl). No es un simple lema. Es des para conseguir trabajo o dirigir su un paradigma de acción para el reencuentro débil economía y las dificultades propias con ese sentido. de la edad, pueden mejorarse o evitarse La característica de estos grupos es la de con este tipo de grupos logoterapéuticos. autoayuda. De allí la imprescindible necesiPara nosotros, la salud de los mayores dad de convocar, exclusivamente, a persodeberá ser óptima en cuanto a las fun- nas que hayan pasado por esa experiencia. ciones y a las significaciones que la Per- Todos los participantes y la coordinación sona le otorgue al “sentirse bien”. Cuida- comparten esa historia. mos, especialmente, su particular sentido de vida, sus valores personales y su En el presente es evidente la relevancia clínica de la Logoterapia grupal independientecapacidad de autotrascendencia mente de la naturaleza de los conflictos o La práctica de la Logoterapia Grupal en situaciones por la que atraviesen los consulestos grupos para mayores otorga a las tantes. Su validez no está atada a los procepersonas que pasan por esta etapa la dimientos técnicos sino que hemos podido posibilidad de valorizar lo realizado du- analizar que persigue los fines generales de rante su existencia, en algunas ocasio- la Logoterapia y pretende la asistencia para nes bloqueada por los miedos, la sole- la recuperación del sentido y el logro de la dad, la falta de proyectos o la angustia autotrascendencia recíproca. frente a la muerte. La elaboración, en forma breve, de esta conflictiva se realiza Nos asiste la esperanza que, en un futuro ya en el marco de una antropología cercano, el escenario clínico de nuestra prohumanístico-existencial que considere puesta grupal tenga en disponibilidad un las particulares problemáticas de la suficiente número de profesionales a ella dedicados que faciliten la formación de grupos edad. en los diversos ámbitos considerando la ecoOtro colectivo asistido por nosotros, a nomía de recursos que ellos implican. partir de una fundamentación analíticaexistencial, han sido dos grupos de pa- Debemos insistir en la importancia fundadres que habían perdido hijos. En los mental que la consideración de los valores, últimos años se han constituído muchos la importancia del otro y la autotrascendengrupos para favorecer el encuentro de cia recíproca tienen para la ayuda en la repadres que han sufrido esta importante solución de problemas. El desarrollo de espérdida. Recuerdo con afecto el trabajo tos conceptos por parte de la Logoterapia realizado por el Dr.Francisco Bretones Grupal será, en el futuro, un gran aporte (q.e.p.d.) y su esposa en Mar del Plata, que permitirá a muchas personas encontrar un escudo protector contra la violencia, la República Argentina. discriminación, la indiferencia, la carencia En un ambiente de mutua comprensión permanente de afecto y los limites a la libery apoyo estas personas pueden compar- tad. tir dolor y esperanza. La Esperanza, así


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La crisis histórica de la humanidad reconoce carácter noogénico, es decir, expresa una etiología o motivación que no puede reducirse a un factor exclusivamente somatógeno o psicógeno, sin perjuicio de incorporar todo lo que permite

conocer una fenomenología crítica de los ámbitos de influencia económico social y cultural. Publicado por Martínez-Romero Gandos, José V. en lunes, marzo 31, 2014

La página de CAVEF Por Dr.Claudio García Pintos facebook.com/claudio.garciapintos.1

NÁUFRAGOS Durante el mes de agosto, GENERARTE puso en escena su nuevo musical NÁUFRAGOS. Con libro, letras y dirección general de Chacho Garabal y Domingo Romano, música original de Sixto Laconich y un gran elenco, la historia invita a los chicos a vivenciar la importancia del respeto mutuo, la aceptación de las diferencias, y la irrebatible verdad de que o nos salvamos juntos o nos perdemos solos Con la calidad vocal de todos los musicales del programa GENERARTE, coreografías divertidas y una producción sencilla pero efectiva, la obra mantiene a los chicos interesados, como tripulantes de una travesía en busca del faro del fin del mundo, o, lo que es igual, en busca del encuentro con los otros. CAVEF acompaña con el asesoramiento pedagógico del musical, y la elaboración de la guía con sugerencias para que los docentes puedan aprovechar la historia en actividades en el aula, posteriores a la función. El arte se sigue revelando como un recurso de alta efectividad al momento de pretender asumir la responsabilidad de educar en valores. Y nos confirma que "el arte, salvará al hombre" Las funciones se suceden y la tarea nos sigue motivando. Felicitaciones al grupo creativo y técnico de GENERARTE, al elenco y a los colegios que siguen creyendo en este tipo de propuestas.


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Apuntes de docente CULPA Por Dr. Claudio García Pintos Mail de contacto: cavef@yahoo.com

En varios trabajos, Viktor Frankl se refiere a la culpa distinguiéndola como "privilegio". "El hombre es el ser que tiene el privilegio de sentir culpa". Integrante de la llamada "tríada trágica", sin embargo, suele ser eludida, esquivada, negada, justificada, cargada... pero muy pocos pueden vivirla como "privilegio". ¿Por qué? Porque es malentendida. La culpa es una de las versiones que asume la "voz de la consciencia". Frankl reconoce dos conciencias: la conciencia reflexiva (conciencia) también podemos llamarla psicológica- y la consciencia inmediata (nótese que esta se escribe con "sc"). Esta última es la consciencia espiritual, intuitiva y prelógica. Propiamente es la voz a la que nos referimos. Como expresión de la persona espiritual, esta voz no es gendarme, persecutoria, castigadora, no busca reprimir, no reprocha ni recrimina. Es expresión del "espíritu bueno". Procura ayudarnos a cumplir con nuestro cometido de lograr la mejor versión posible de nosotros mismos. ¿Cómo lo hace? Creo que podríamos comprenderlo rápidamente si lo explicamos así: Sucedido un hecho (un amigo hizo algo que me molestó y le respondí con un insulto ofensivo), la consciencia me llama. Me pregunta qué ha pasado. Le digo que he insultado a un amigo. Me pregunta si considero que hubieron otras posibles respuestas, al margen del insulto. Le contesto que sí, que pude ser to-

lerante, prudente, que pude preguntarle por qué me había ofendido, etc. Pregunta ahora si haberlo insultado, ha sido la mejor de las opciones. Comprendo ahora que no, que hubiera sido mejor, por ejemplo, ser tolerante. Luego concluye diciendo: "bien, entonces ahora puedes ir y disculparte con él, y aprender que, en otra oportunidad, hay mejores opciones por realizar". Es decir, pretende hacerme reconocer el error (me equivoqué en el uso de mi libertad responsable), me saca de la ignorancia o la incomprensión, y amplía el horizonte de mi consciencia, promoviendo en mí la realización de valores positivos. No cabe duda, la culpa es un privilegio de la persona espiritual! Siendo que mi libertad es limitada y que puedo equivocarme en su uso, afortunadamente, tenemos una consciencia que nos ayuda, hablándonos, a veces, a través de la culpa.


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LOGOTERAPIA VINCULAR

EL EJERCICIO DE LA PATERNIDAD Por Lic. Analía Boyadjián Mail de contacto: familiaysentido@gmail.com

“Hoy es de esencial importancia reforzar el papel del padre, apoyarlo a través de políticas adecuadas y fomentar un cambio de mentalidad de la sociedad para que así el padre pueda plenas responsabilidades en la familia y en las tareas que ésta conlleva”. (Janne Haaland Matláry)

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uando, en los orígenes, el ser humano toma conciencia de sí, simultáneamente toma conciencia de lo otro y de los otros. Así, crecer, es ensanchar el horizonte e incorporar lo distinto a uno mismo, abriéndose a la riqueza de la realidad. Entre las diferencias que se perciben está también la del otro como ser de otro sexo, igual pero distinto, humano aunque con otro estilo y modalidad. Valorar al otro como un ser digno de respeto es el primer punto desde donde resolver los problemas de la convivencia humana. Sabemos que en la historia de la humanidad, se le designó a la mujer cuidar de la vida y de la procreación, y al hombre la transformación del mundo. Desde ese planteo hasta nuestros días el avance se está operando en la cooperación activa desde lo propio de cada uno, humanizando la tarea de construir un mundo más y mejor integrado. Desde aquí, ¿cómo se integra el padre en el seno familia?. Pese a que ha estado ausente durante mucho tiempo la figura del padre, la paternidad hoy es reivindicada

como el complemento natural de la maternidad. El aporte del padre al desarrollo del niño es esencial, y la importancia de aportar un modelo de rol masculino (sumado al femenino) provee al hijo de la posibilidad de aprender el complemento de las diferencias de género. El rol paterno creció en los últimos años. Se está produciendo, a partir de mi generación, una cada vez más auténtica participación del padre en el hogar y fundamentalmente en el cuidado de los hijos. El padre acompaña a la madre en el curso de preparación para el parto, en las consultas al obstetra. Incluso cada vez más papás optan por presenciar y colaborar durante el parto. Se alternan con su esposa en los cuidados diarios del bebe: bañarlo, hacerlo dormir, llevarlo a los controles pediátricos. Más tarde también lo llevan al colegio, a los cumpleaños. El padre pasó a ser mucho más que aquél que trabaja fuera de casa para sostener económicamente a la familia, o quien instala la ley. El abanico de funciones que despliega va más allá de aquellas definiciones. El aspecto nutricio de los afectos de ambos, madre y padre, son únicos e irreemplazables. Cada uno aporta su mirada, su visión del mundo así como también sostienen estilos educativos propios y definidos en la crianza.


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En las cuestiones de avance y progreso de la humanidad, el lugar que comienza a ocupar el varón se torna cada vez más rico.

El diálogo padre-hijo se hace mucho más honesto, ya que instrumento privilegiado es el compartir, el juego, el pasar más tiempo juntos.

Ayer y hoy la paternidad consistió y consiste en acompañar al hijo en el camino de “hacerse persona”. Aunque la función paterna se ejecutó, en cada época y en cada cultura, de modos diferentes.

Se trata de nuevas experiencias, de nuevos aprendizajes, como venimos sosteniendo. Este estilo de hombre va ensayando nuevas conductas que propician el lenguaje emocional y el corporal.

Nadie duda que el padre en este estilo más tierno de conexión con sus hijos, gana en posibilidades y crece en tanto su actitud habilita un estilo de comunicación más flexible e interactiva.

ADHIEREN

Nadie pone en duda que el hecho de ser padres influye en la vida profesional de las personas. Por lo cual, habría que propiciar políticas laborales que tuvieran en cuanta este dato. Los padres (no solamente las madres que


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trabajan en la vida pública) tienen derecho a que esta situación se vea reflejada en las condiciones laborales y en todo lo que les asegure una plena participación tanto en su hogar como fuera de él. La coincidencia, generalmente, del período más intenso de trabajo de los padres, y la época de cimentar la carrera profesional, exige que se facilite el equilibrio entre ambos planos. De cara a la legislación laboral argentina, que vincula al trabajo con la vida familiar, notamos que los contenidos actuales no se apartan de la idea que inspiró la legislación de los años veinte. Por este motivo, se apoya en la atribución a la mujer del monopolio de las responsabilidades vinculadas con la presencia en el hogar y, simétricamente, en la protección de la actividad que el hombre desarrolla fuera del ámbito familiar. (Análisis laboralista, del Dr. Mario Ackerman, en “La familia ante el siglo XXI”, Univ. Austral).

Aunque, a la hora educar en los límites a sus hijos, notamos que existe, en la gran mayoría, la duda que debilita su lugar de autoridad. En la voz de uno de sus personajes, Milan Kundera expone parte de la paradoja (La identidad, Ed. Tusquets): “los hombres se han papaisado. Ya no son padres, tan sólo papás, lo cual significa: padres sin la autoridad de un padre”. En épocas premodernas la noción de paternidad se apoyó en la sangre o el linaje. Durante la modernidad, se basó en el amor o el deseo hacia la madre. En cambio, la paternidad actual se devela como una elección personal y como un vínculo creado desde los afectos. A través de estos caminos, este estilo nuevo de hombre va ensayando nuevas conductas y actitudes que propician el lenguaje emocional y el corporal, y trata de superar los aspectos limitados de prácticas pasadas.

Los movimientos en las familias, las transformaciones en el rol social y económico de la mujer, las exigencias en el sostenimiento De algún modo, se estilizan las ideas de la vida cotidiana, llevan a la redistribuque tenemos de aquél padre que instala- ción de las funciones. Aunque no se trata, como lo venimos planteando, de promover ba la “ley”. Alejado de la estampa de otros tiempos, un aplanamiento que derive en una igualdad el rol paterno creció en los últimos años. indiferenciada. Aunque este grupo de padres, general- Padre y madre tampoco son opuestos a modo de oposición binaria, privilegiando uno a mente experimentó una situación muy diferente con su propio padre, hoy sienten la ne- expensas del otro. cesidad de un proyecto existencial que integre su vida pública con la familiar.

Así, el sostén del hijo pasa (cada vez en más hogares) por ambas versiones: padre y madre. Y la falla, ausencia o abandono de cualquiera de ellos provoca grandes sufrimientos en el hijo.

Mejor cabría pensar en una reorganización capaz de sostener las diferencias naturales y complementarse para incluso enriquecer el andamiaje relacional entre ambos, dentro de un registro posible y funcional para toda la familia.


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ARGUMENTOS A FAVOR DE UN OPTIMISMO TRÁGICO Por VIKTOR E. FRANKL Conferencia inaugural pronunciada en el 3er. Congreso Mundial de Logoterapia, Universidad de Regensburg, del 16 al 19 de junio de 1983

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a Logoterapia debe ser considerada como una psicoterapia centrada en el sentido. En realidad, su teoría motivacional se basa en el supuesto de que el hombre es un ser en incesante búsqueda de sentido. En la coyuntura social actual, esa búsqueda se ve cada vez más frustrada. Esta frustración, en última instancia, se debe a la tríada trágica, constituida por (1) el sufrimiento, (2) la culpa y (3) la muerte. Nadie conseguirá evitar confrontarse con un sufrimiento ineludible, con una culpa insuperable y, finalmente, con la muerte inevitable. Ahora bien, podemos enunciar la cuestión en los siguientes términos: ¿cómo se puede decir “sí a la vida”, en medio de todos esos aspectos trágicos de la existencia humana? Y hay otra cuestión, que se relaciona con ésta y la complementa: ¿puede la vida, a pesar de todos sus aspectos negativos, tener un sentido, conservar su sentido bajo cualquier condición y en cualquier circunstancia? La respuesta dependerá, decididamente, de la disposición con que se encara la vida. Por ejemplo, leamos un fragmento de una carta de Rilke a la Duquesa Sizzo, en el cual dice, “quién no acepta lo trágico en la vida y lo enfrenta, jamás accederá a los poderes inefables de la propia existencia. Al contrario, permanecerá a la deriva, sin haber vivido los momentos decisivos de su historia” Más allá de esto, algo aún más relevante está en juego. Se trata de “extraer” de los propios “aspectos negativos”, exacta-

mente de ellos, un sentido, transformándolos en algo positivo: el sufrimiento en un triunfo, la culpa en cambios y la muerte en estímulo para un actuar responsable. De todos modos, subsiste la posibilidad, también en lo concerniente a los aspectos trágicos de la existencia, “to make the best of”, como tan bien dice la frase inglesa. Vale decir, extraer de cada situación, lo mejor que ella pueda ofrecer. “Lo mejor”, en latín, se expresa con el vocablo “optimum”. Entonces, ya puede empezar a comprenderse mi expresión “optimismo trágico”. Entonces, ¿a qué se refiere el discurso sobre “argumentos” que deben justificarlo? Se trata, en última instancia, de los así llamados “argumenta ad hominen”, porque no tenemos la intención de enseñar un optimismo que no hubiésemos ya aprendido de los hombres vivenciando sufrimiento, y, aún, sufriendo en nuestra propia carne. De tal modo, en el sentido más exacto del aprendizaje, el aprendizaje más eficiente, el del “aprendizaje por el testimonio”, el sufrimiento del homo patiens podrá beneficiar a otros, a nuestros pacientes, llevándolos a un reciclaje existencial. Todavía es inviable ser optimista “por demanda”. No podemos obligar a nadie a ser optimista o a tener esperanza. Ni siquiera el propio sujeto sería capaz de eso, en tanto que nadie puede “querer” tener esperanza. Sería tan imposible como pretender imponer, al lado de la esperanza, los otros dos componentes de la conocida tríada, fe y amor. Solamente conseguiré creer en algo o


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en alguien digno de fe, así como solamente podré amar a quien sea digno de ser amado. En una palabra, esperanza, fe, amor, deben ser siempre fundamentados. Sobre este aspecto, se asemejan a la felicidad, cuya existencia presupone una base motivadora. Si tuviéramos motivos para ser felices, la felicidad se nos manifestaría espontáneamente. Cuánto menos nos preocupemos por ella, más seguros estaremos de su presencia. Un europeo que llega a los Estados Unidos, se sorprende de ser, reiteradamente, instado a ser “happy”. Como si se tratara de una orden que lo obliga a serlo. Si tuviera motivos para serlo, no sería necesario darle una orden para que lo sea. Pero si no los tiene, será imposible. Lo mismo podría decirse de la risa. Si yo quisiera que alguien se riese, ciertamente tendría que darle motivos para eso, digamos, contándole un chiste. Imponer algo con tal objetivo –risa-, sería del todo inviable, a no ser que mande sonreír a alguien que estoy fotografiando. En este caso, la sonrisa forzada, o el “por favor, manténgase amable”, solo dejará una marca en el retrato. Vamos a subrayarlo: la felicidad ha de tener un motivo de ser, en consecuencia del cual, se instalará por sí misma. En resumen, será “sub-secuente”, no pudiendo llegar a ella como siendo una meta “pre-establecida”. Eso no es factible. Al contrario, cuánto más se pretenda transformarla en objeto inmediato, tanto más esa búsqueda se frustra y se desvía respecto de lo buscado. Sabemos eso de la patología sexual. En efecto, la búsqueda del placer, por sí mismo, nos aleja del placer. Por su parte, el principio de realidad, aparente opositor del principio del placer, no se encuentra propiamente en contraposición, sino, tal como el propio Freud resaltó, al servicio del principio del placer. Con todo, no debemos perder de vista u olvidar, el hecho de que el propio principio del placer, asimismo, se encuentra al servicio de un principio pri-

mordial, el principio de la homeostasis, el cual se ordena, en la medida de lo posible, hacia la realización del equilibrio interior y de la ausencia de tensiones; como si al hombre, realmente, solo le importase eso y nada más! Como si al hombre solo y nada más le importase, efectivamente, liberarse de tensiones, satisfacer instintos y establecer acuerdos entre el Yo, el Ello y el Superyó. El mundo que lo rodea, ya no sería algo que lo reclama en función de su trascendencia, que lo convoca a través de una causa que merece ser abrazada, o a través del encuentro con otro para amar, por el simple hecho de ser digno de ser amado. Al contrario, las cosas, incluso las personas en el mundo, simplemente se reducen a ser medios para un fin mayor, o, una mera utilidad, en el mejor de los casos, utilizable para el logro de la satisfacción de los propios impulsos y de la propia autorealización. ¡Qué desconocimiento de lo específicamente humano, en el marco de una teoría motivacional! En realidad, todo lo humano, se caracteriza por ser autotrascendente. Significa estar direccionado, al menos de forma prioritaria, hacia algo que no es el propio sujeto, o, dicho con más precisión, hacia algo o alguien, fuera del sujeto. Cuando me coloco en disposición para servir a una causa, y la causa que tengo en vista no soy yo mismo, y cuando amo a una persona y me pierdo de vista a mí mismo. Solamente conseguiré ser totalmente persona humana y realizarme, en la medida en que me trascienda en función de algo o alguien existente en el mundo. Para eso, debo tener en mente ese algo o ese alguien y no mi propia realización. Al contrario, debo dejar de estar pendiente de mí mismo, olvidar-me, ponerme por detrás. Debo perderme de vista, tal como acontece con el ojo humano; en la medida en que no se observe a sí mismo, podrá observar el mundo situado fuera de él. Si el ojo pudiera observarse a sí mismo, digamos que como consecuencia de una opacidad de las estructuras refractarias (cristalino o el cuerpo vítreo), o una hemorragia interna, la visión estaría perturbada, por estar comprometida la transparencia y,


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por lo tanto, la captación de la imagen externa. Al referirnos a la exagerada preocupación de una persona por la realización de sí mismo, acude a nuestra mente la imagen de un boomerang, que supuestamente vuelve al cazador si éste ha fallado en dar en su objetivo. Es exactamente lo que sucede con el hombre centrado en sí mismo, entregado a la hiper-reflexión en torno de lo propio, al punto de perder de vista el sentido que puede asumir su vida si se animara a vivirla como debiera. Y, si en esa búsqueda tuviera éxito, encontraría también la felicidad, dado que, como ya ha quedado evidenciado, el sentido es el motivo para ser feliz! Asimismo, veamos lo siguiente: tener presente un sentido, no solo nos genera felicidad, también nos torna aptos para sufrir. De esto son conscientes los ex internos de todos los campos de concentración y prisioneros de guerra, de Auschwitz hasta Stalingrado. Ceteris paribus las chances de supervivencia dependían de la orientación hacia un sentido, de la nítida perspectiva de cada prisionero, de que alguien o algo los esperaba, allá afuera, cuando recuperase –aún en un futuro incierto- su libertad. Si, a la inversa, nada ni nadie aparecía en el horizonte como causa motivadora de supervivencia, no habiendo un para-qué sobrevivir, ninguna visión de un futuro que le permitiera soportar todo lo que tuviera que soportar, la situación podría describirse de esta forma: “Un día permaneció echado en la barraca y nada lograba inducirlo a vestirse, a ir al baño y comparecer al lugar ordenado. Nada producía efecto en él, nada lo asustaba. Ni las súplicas ni las amenazas. Todo era en vano. Simplemente permanecía echado. Y cuando estaba enfermo, también se rehusaba a ir al ambulatorio o a hacer algo en su beneficio. Totalmente rendido! Permanecía echado aún sobre sus propias heces y orina, nada la importaba” (Víktor Frankl, “…trotzdem ja zum Leben Sagen, Ein Psychologe erlbet das Konzentrationslager, Munich, Taschen-bug Verlag, 1982) ¿Sabe el lector

qué aconteció después? Buscó en su saco y encendió el último cigarrillo que reservaba, y pasó a fumarlo. Era una señal, para todos nosotros, de que dentro de pocos días estaría muerto. Ante tales hechos, ¿quién no piensa en la nueva generación, la actual, que expressis verba, se considera a sí misma y se autodenomina como la generación del futuro? Es más, ¿quién se sorprende ahora de que los jóvenes no prenden solamente un cigarrillo, sino que se han vuelto adictos a la droga? Ocurre que ante una manifiesta ausencia de sentido, ante un abismal sentimiento de falta de sentido -hoy tan común-, aparentemente solo hay una salida posible: sumergirse en la pura subjetividad de meras sensaciones de felicidad, conforme son transmitidas por los tóxicos. Y el sentimiento de ausencia de sentido se propaga. Vemos un crecimiento del número de personas en búsqueda infructífera de sentido. La exacerbación del sentimiento de ausencia de sentido, en el ámbito mundial, puede ser empíricamente comprobada por el contenido de mucha literatura sobre el tema y con al auxilio de los diez tests logoterapéuticos que disponemos. Para citar apenas dos trabajos que, casualmente, estuve releyendo días atrás, señalo que “… de 40 pacientes solicitando terapia en un servicio psiquiátrico, el 30% presentaban un problema con relación al sentido, verificado a través de técnicas de autoevaluación, y de evaluación a cargo de los terapeutas y otros evaluadores” (Irving Yalom, “Existential Psychotherapy”, Basic Books, New Cork, 1980) Pocos días después, tuve en mis manos una estadística, según la cual, a millares de kilómetros hacia el Este, los valores se repetían con tan solo una diferencia de 1% (Revista “Profil”, año 14º, nº 15) En nuestros países, las personas, en general, poseen lo suficiente para vivir, aún sin saber para qué vale la pena hacerlo. Es ahí, entonces, que la premisa de la prosperidad material, pierde en relevancia con el empobrecimiento existencial, premisa, esta última, que termina ganando en importancia, más aún cuando la crisis económica genera cada vez más desem-


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pleo. La falta de trabajo exacerba aún noético. No fue sin fundamento que el amemás, el sentimiento de ausencia de senti- ricano Jerry Mandel, antiguo alumno mío, do. se preguntaba: “Si gracias a la tecnología, Bien sabemos que hace medio siglo, tam- llegáramos a proveer las demandas de toda bién hubo una gran crisis económica la nación con apenas un 15% de la mano de mundial, teniendo por consecuencia el obra americana actual, tendríamos que endesempleo en masa. En aquellos tiempos frentar dos problemas: ¿quién debería perteera encargado de atender a jóvenes des- necer a ese 15% de los que efectivamente empleados, en el área psiquiátrica, bajo ejecutan el trabajo? Y ¿qué harían los demás los auspicios de una campaña denomina- con su tiempo libre y con el perjuicio sobre el Tangencialmente, da “Juventud en Peligro”, lanzada por la sentido de sus vidas?” la jubilación anticipada, también se nos Cámara Vienesa de Trabajo. En 1933, hace exactamente cincuenta años, re- presenta, muchas veces, como un problema gistré la experiencia que pude vivir en la psiquiátrico. La crisis de aquellos que se revista “Sozialârztliche Rundschau”. Des- jubilan a los 65 años de edad, ya nos da cribí entonces lo que denominé “neurosis bastante trabajo, particularmente pertenedel desempleo”, cuyo punto crucial es ciendo a una sociedad de producción, que una grave depresión. La hipótesis que idolatra la juventud. Esta crisis, trae consiformulé indicaba que tal depresión se ori- go misma, un sentimiento de ausencia de ginaba en una “pseudo-identificación”. sentido de aquellos que se consideran inútiEl desocupado es propenso a decir de sí les por haber sido jubilados. Aumenta el mismo: “Estoy sin trabajo, por lo tanto, sentimiento de inferioridad, de aquellos que soy un inútil y, consecuentemente, mi se sienten arrumbados como hierro viejo. vida no tiene sentido”. Tal interpretación fue, por así decirlo, confirmada ex iuvantibus: tan pronto como conseguía para esos jóvenes una tarea, no remunerada pero significativa para ellos, por ejemplo en la misma organización para jóvenes, en una escuela, en la biblioteca pública, la depresión desaparecía por más que el estómago se mantuviera con hambre. Recordemos que en los años treinta, el desempleo y el estómago con hambre, eran realidades concomitantes. Convengamos en insistir en este punto: se verificaba que el desempleo en sí mismo llevaba al individuo a una neurosis por ausencia de sentido. Para obviar eso, la red de seguros de bienestar del Estado tampoco era suficiente, porque su estructura ofrecía servicios poco efectivos para la necesidad real del desempleado. El hombre no puede vivir de un segurodesempleo… Para evitar el desempleo, también se recomendó, entre otras medidas, la reducción de las horas de trabajo. Pero queda en claro que, ante esta problemática, las medidas de orden socioeconómico no pueden prescindir de un abordaje psico-

Hablamos de una depresión que tiene origen en la situación socioeconómica del paciente. A su lado existe, además, una depresión de estructura psicodinámica y, además, una depresión endógena, procediendo esta última de la dimensión bioquímica. El sentimiento de ausencia de sentido, difiere de una y de la otra. Tal sufrimiento, causado por una vida sin sentido, en sí mismo no configura una dolencia psíquica, pero sí, una expresión de madurez espiritual. La generación joven, en especial, no se cuestiona acerca del sentido y sí lo hace, sobretodo, respecto de las tradiciones, oponiéndose a ser un objeto pasivo de las mismas. Esto hace que el nivel de frustración existencial, y de frustración de aquello que, en Logoterapia, llamamos “voluntad de sentido”, sea particularmente elevado entre los jóvenes (conforme a la Sociedad Caritas, el 42% de los jóvenes considera la vida sin sentido) Siendo así, no sorprende que el sentimiento de ausencia de sentido se sedimente bajo la forma de un síndrome neurótico de masas, especialmente observable entre los jóvenes. Un conductor de taxi norteamericano, cierta vez, me dio la siguiente fórmula: “Ellos se matan a sí mismos, se


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matan entre sí, ingieren drogas”. En lugar de utilizar estas palabras, pudo haber usado solo estas tres: “depresión, agresión, toxicomanía” “Matarse a sí mismo”, cometer suicidio, en general, se origina en una depresión a la que subyace, de modo particular, un sentimiento de ausencia de sentido. No quiero con esto significar que todo suicidio tenga que ser motivado directamente por un sentimiento de ausencia de sentido. Mas, soy de la opinión, eso sí, que un suicidio hubiera podido ser evitado si el sujeto hubiese conocido algo así como un sentido en su vida. Tener conciencia de un sentido en la propia vida no posee relevancia terapéutica específica, según nuestras experiencias logoterapéuticas, pero sí se reviste de una gran relevancia profiláctica. Ya que estamos haciendo alusión a la profilaxis del suicidio y a las providencias preventivas pertinentes, me permito señalar que “el Psicólogo Educacional del Consejo Municipal de Educación de Viena, relató la siguiente experiencia realizada en Suiza. En uno de los cantones, los medios de comunicación, por consenso, dejaron de transmitir por el período de un año, cualquier noticia sobre suicidios. Con esa precaución cayó el porcentual de suicidios en ese cantón suizo a un valor diez veces menor que el total verificado en años anteriores” (Die Presse, 1415, II, 1981, página 5) ¡Un diez por ciento! Me pregunto si los responsables de los medios de comunicación estarían dispuestos a asumir la responsabilidad por el 90% de suicidios que hubieran podido ser evitados si ellos no les hubieran dado tan destacada difusión a las noticias de suicidas… Pero, dejemos de lado la problemática de la prevención para regresar al área de los cuestionamientos respecto de la intervención. ¿Cómo proceder, en un caso concreto, ante un hecho concreto? Si me solicitaran dar una respuesta, podría fundamentarla en dos experiencias diferentes: mi colaboración con el Puesto Vienés de Atención a los Cansados de la Vida (Wiener Lebensmüdestelle), creado y diri-

gido durante diez años (hasta 1938) por Wilhelm Börner –prácticamente se trata de la primera institución en su género-; más allá de eso, los cuatro años en que como médico recién recibido, atendí en el gran Hospital Psiquiátrico de la ciudad de Viena, en el cual atendía el pabellón de pacientes internadas con posterioridad a haber intentado un suicidio. Según mis cálculos, aproximadamente 12.000 casos pasaron por mis manos durante esos cuatro años, tiempo suficiente para reunir un acervo significativo de experiencias… Acostumbro remitirme a aquellas experiencias, cada vez que me enfrento con pacientes propensos al suicidio. Se ha evidenciado que aún en situaciones aparentemente sin salida alguna, finalmente surge una solución, una respuesta, un sentido, por más que esto demore en aparecer. ¿Quién me puede asegurar, pregunto, si en mi caso no sucederá eso mismo, y también me ocurra que un día aparezca un sentido en mi vida que durante este tiempo no me había animado a admitir? Algún día!... Mas, para que esto acontezca, para que ese día acontezca, yo preciso vivir, conservarme vivo para ese día. La responsabilidad para que así sea, la debo llevar adelante yo mismo, a partir de hoy, y ella ya no me abandonará jamás. En lo referente al segundo aspecto de la tríada de neurosis de masa, la “agresión”, no me remitiré a resultados de investigaciones estadísticas referidas al sentimiento de ausencia de sentido, sino que me permitiré contar una anécdota. Me fue transmitida por la socióloga norteamericana Carolyne Wood Sherif. Con mucha discreción logró introducir, a los efectos de una experiencia, jóvenes psicólogos en una pandilla. Había muchas expresiones agresivas entre las pandillas. Nótese que al deporte se le atribuye la eficacia de canalizar y sublimar los potenciales agresivos. Considero que el deporte es mucho más que aquello que permite al hombre subdesafiado a exigir de sí mismo un desempeño que, además, sea un desempeño de renuncia. El deportye pertenece a lo que debe-ser-salvado, que, según Hölderlin, “crece allí donde el peligro ame-


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naza”. Aquellos que tiene pereza en caminar, cultivan entonces el “jogging”, y cuando las piernas musculosas no polarizan más su atención, recurren a la aeróbica más sensual. Pero volvamos a la experiencia de Carolyne Word Sherif. En un solo momento, las agresiones fueron dejadas de lado. Ocurrió cuando los grupos antagónicos tuvieron que combinar esfuerzos conjuntos para reponer en funcionamiento una carreta destinada al transporte de alimentos, atascada a consecuencia de un temporal, al costado del camino. La entrega a un tarea los unió y las agresiones, literalmente, fueron olvidadas. Quisiera dejar planteada una pregunta: ¿sería demasiado osado extrapolar este hecho y preguntarse si la única chance de supervivencia de la humanidad no dependerá, precisamente, de encontrar una tarea común para todos los pueblos? Ahora, veamos el tercer componente de la tríada de la neurosis de masa. La adicción. No quisiera cansar al lector con datos estadísticos. Sin embargo, no puedo omitir de comentar los resultados de dos tests. Annemarie von Forstmeyer pudo constatar en el 90% de los casos de alcoholismo examinados por ella misma, que los respectivos sujetos padecían de un sentimiento significativamente profundo de ausencia de sentido. Por su parte, Stanley Krippner informa que en el 100% de los casos de toxicómanos psiquiátricamente investigados por él mismo, los sujetos se quejaban de no haber podido encontrar un sentido en sus vidas. Tal vez sea oportuno recordar que los esfuerzos por rehabilitar a pacientes que terminaron delinquiendo como consecuencia de sus hábitos de adicción, lograron un éxito apreciable, cuando se trabajó con ellos esta temática fundamental del sentido de la vida. Los logoterapeutas norteamericanos Louis S. Barber y Alvin R. Fraiser, pudieron comprobar un 87% de éxito con delincuentes juveniles y de un 40% de éxito con adictos a drogas, trabajando esta temática (“Logotherapy in

Action”, editado por Joseph Fabry, Reuven Bulka y William Sahakion, New Cork, 1979) Esto en cuanto a la procura de un sentido. ¿Qué podemos decir sobre el sentido en sí mismo? ¿Cómo será posible encontrarlo? Primeramente quisiera observar que cuando se habla del sentido en Logoterapia, siempre se quiere significar un sentido concreto, latente en la situación con la que se enfrenta una persona concreta. Un sentido en potencia, lo que significa que siempre se encuentra en la expectativa de ser actualizado por la persona que se siente, se ve apelada por él. Más allá del sentido concreto, existe evidentemente un sentido más abarcador. Pero vale la regla de que cuanto más abarcador sea el sentido, menos inteligible será. Por eso hablamos también de un sentido “último”. Ocurre que el sentido concreto de una situación concreta, en referencia a ese sentido “final”, se comporta como una imagen suelta de un film entero: comenzamos a ver con más claridad el sentido de la película, cuanto más nos aproximamos al “happy end”. Pero eso solo sucede si anteriormente hemos logrado ir descubriendo el sentido de cada escena en particular, hasta llegar a ese final. Así, por un lado, tenemos que estar atentos y, por otro lado, ser capaces de esperar, en el cine, hasta el fin de la proyección, y en la vida, hasta la “hora de nuestra muerte”. En lo concerniente al sentido en el que la Logoterapia se detiene, el sentido concreto, el sentido peculiar de cada situación en sí misma, a este sentido, llegaremos por vía de un proceso de descubrimiento, el cual puede ser localizado en el punto medio entre una expreriencia-sorpresa (AhnErlebnis), en el sentido que le otorga Karl Bühler y una percepción guestáltica (Gestaltwahrnehmung) en el sentido explicado por Max Wertheimer: repentinamente emerge un sentido delante de nuestros ojos. No se trata de ver una figura proyectada sobre un fondo, mas, contrariamente a la percepción guestáltica, en el caso de la percepción de sentido, está en juego el descubrimiento instantáneo de una posibilidad sobre el fondo de la realidad, y está


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efectivamente en juego la posibilidad de alterar la realidad, en tanto sea necesario y posible. En lo que respecta a la clarificación del proceso de descubrimiento del sentido, Charlotte Bühler optó por la vía del estudio comparativo de material biográfico. A partir de sus estudios, diría que también existe un abordaje biológico. Si partimos de suponer que la consciencia es un órgano de sentido, se asemeja a un mojón que sugiere la dirección en que debemos movernos, la dirección en que debemos avanzar en el intento de acceder a la posibilidad de un sentido, cuya realización nos es exigida por determinada situación. Esa situación queda sujeta a un parámetro determinado, una escala de valores. Esos valores por los cuales la situación es apelada, están tan profundamente anclados en nosotros mismos, que, solo traicionándonos a nosotros mismos, podríamos dejar de seguirlos. Es que nosotros “somos” esos valores! No tenemos dudas en admitir que con esta hipótesis, nos aproximamos al concepto de un a priori biológico, en el sentido de Honrad Lorenz. De cualquier modo, no se puede dejar de admitir que la autocomprensión axiológica pre-reflexiva, como deseamos denominarla, esté biológicamente sub estructurada y pre-constituida. A partir de esta autocomprensión, sabe el hombre encontrar también los caminos que lo conducen a un valor. No es, pues, necesario que le demos una receta para tal fin. De ningún modo, el sentido podría ser prescrito. No sería posible hacerlo. De todos modos, bien puede ser descrito cómo puede el hombre, a partir de sí mismo, encontrar sentido. Efectivamente, se nos presentan tres caminos principales, por así decir, para llegar a encontrarlo: en primer lugar, haciendo algo, realizando una acción o creando una obra; en segundo lugar, experimentando algo, sea la naturaleza o el arte, algo o alguien. Y experimentar a alguien en profundidad, hasta recono-

cerlo en su ser único y singular, significa amarlo. En otras palabras, el sentido puede ser descubierto por la via regia activa, tanto como por la via regia contemplativa. Por último, nos es dado constatar que podemos descubrir sentido –para formularlo de modo sencillo- en el trabajo y en el amor. Podemos encontrarlo, asimismo, allí donde nos tornamos víctimas de una situación desesperanzada, de una situación que no podemos alterar, en la cual apenas nos es facultado nuestro propio posicionamiento frente a ella misma. De modo tal que solo nos queda madurar, crecer, traspasar esa situación, trascenderla, dando testimonio de la más humana capacidad de todas las capacidades humanas, que es la posibilidad de transmutar una tragedia personal en un triunfo. Gracias a esta tercera posibilidad, la de encontrar sentido hasta en el sufrimiento, el sentido potencial de la vida es incondicional. Virtualmente, la vida es plena de sentido bajo cualquier condición y en todas las circunstancias, aún en las más penosas. Los datos estadísticos de pesquisas empíricas, obtenido sobre la base de 10 tests logoterapéuticos (Víktor Frankl, Arztliche Seelsorge, Viena, 1982, pág.254) comprueban que el hombre posee realmente condiciones como para encontrar el sentido, independientemente de su identidad sexual, de su edad, de su cociente intelectual, de su grado de formación, de la estructura de su carácter, del medio ambiente, de ser religioso o no y en caso de serlo, con independencia de la confesión que practique. (Víktor Frankl, Die Sinnfrage in der Psychotherapie, Munique, 1981, pág.63) En lo concerniente, específicamente, a la posibilidad de “extraer” del propio sufrimiento una chispa de sentido, se dispone de otros estudios empíricos. Por ejemplo, nada menos que el 61% de los excombatientes examinados en la Universidad de Yale, los cuales habían sido prisioneros de guerra en Vietnam, reconocieron que a pesar de la tortura, las enfermedades, la sub-alimentación y el aislamiento en las celdas individuales, “sacaron provecho” de cada situación vivida. Habían crecido inte-


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riormente, habían logrado sentirse “más sabios y maduros” (W.H.Sledge, J.A.Boydstun, A.J.Rabe, Arch.Gen.Psychiatry, 37, 1980, 430-443) Tal vez pueda ahora cumplir mi promesa de explicarles mis argumenta ad hominen. A lo largo de un cuarto de siglo, fui director del Departamento de Neurología de un hospital público, y eso siempre me proporcionó nuevas oportunidades para observar cómo los pacientes con dolencias agudas o crónicas, configuraban y enfrentaban su destino, irremediablemente grave; jóvenes que, poco antes de ser internados, vagaban por las calles con sus Yamaha y sus muchachas, con las cuales habían pasado toda la noche bailando en las discotecas. Pero sobre este tema, prefiero citarlo a Jerry Long, quien, debido a un accidente mientras buceaba, quedó paralítico, cuadripléjico. El consigue escribir a máquina, utilizando un palillo que sostiene entre sus dientes. Algunos años atrás, me escribió una carta, desde su terruño texano, de la cual me permito transcribir un párrafo: “Me quebré el cuello, más, eso no me quebró a mí. Al contrario, mi vida desborda de sentido. Leo, escribo, miro televisión y, antes que nada, estudio psicología. Mantengo contacto con la Universidad a través de un aparato especial de televisión, de modo que puedo oír las clases, participar de seminarios y hasta rendir exámenes. Estoy convencido de que mi impedimento me ayudará a ser un orientador psicológico tanto más comprensivo. Sé que sin el sufrimiento, el crecimiento que he alcanzado, no hubiera sido posible” ¿Significaría esto que el sufrimiento es necesario para encontrar el sentido? Admitirlo sería cometer un equívoco grosero. Lejos de mí está afirmar que el sufrimiento sea necesario. Lo que pretendo decir es que, a pesar del sufrimiento, es posible encontrar el sentido, siempre y cuando ese sufrimiento sea inevitable, vale decir, que la causa del mismo no pueda ser remediada, evitada, apartada, sea que se trate de una causa psicológica, biológica o social. Cuando un carcinoma es operable, es ob-

vio que el paciente debe ser operado. Cuando un paciente va a un consultorio con una neurosis, naturalmente haremos lo posible para liberarlo de esa neurosis. Y so ocurriese que estuviera afectada la sociedad, deberíamos iniciar, tan luego como sea posible, una acción política. Tengamos por cierto que, como un principio, antes que nada, lo importante es terminar y acabar con la causa de un sufrimiento. En suma, la prioridad, es la acción concreta. Sólo en caso de que “no haya nada por hacer”, por lo menos en lo inmediato, exclusivamente en ese caso, el sufrimiento produce una posibilidad de sentido. Esta es, entonces, la más alta posibilidad. En verdad, no es la prioritaria, pero en compensación –a lo que genera el sufrimiento- es cuantitativamente la más alta. También esa excelencia, en la jerarquía de valores, puede ser empíricamente comprobada. El instituto IMAS descubrió quién, en opinión de los austriacos, es merecedor del mayor respeto. No eran los grandes investigadores, ni tampoco los políticos eminentes. No eran artistas famosos o deportistas conocidos. El grado más alta de reconocimiento era ocupado por hombres que “dominaban un destino grave” y por aquellos que “se empañaban, a través de grandes sacrificios personales, en favor de otras personas, ayudando a los otros” (47% de los encuestados) En el caso de Jerry Long, ambos aspectos se conjugaban. Impactada e influenciada por un documento televisivo sobre el caso de Jerry, producido y emitido por la televisión texana, una mujer decidida a suicidarse, guardó el arma y no lo hizo. No se puede olvidar que también existen razones psicológicas asociadas. No es solamente válido el dictado de que Dios ayuda a quien se ayuda; es válido decir que ayuda también a los otros, aún sin que ellos sepan que se están ayudando. Esto en lo referente al primer aspecto de la triada trágica, el sufrimiento. Digamos algo sobre el segundo aspecto, la culpa. Siempre me ha fascinado el concepto teológico denominado mysterium iniquitatis.


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Pero ante el peligro de caer en un diletantismo teológico, prefiero ofrecerles mi interpretación personal. En mi entender, la expresión sugiere que un delito, un acto criminal, en última instancia, es misterioso, porque en él permanece un resto, un fondo que invariablemente se resistirá y desafiará nuestra propensión a investigar las causas. Si pudiéramos comprender ese resto con nuestro parámetro causaefecto, disiparíamos la culpa, de modo que no estaríamos frente a un humano capaz de tener culpa-, sino delante de una máquina, necesitada de servicio de reparación. De esta manera, despojaríamos al sujeto de su dignidad humana, en tanto le negaríamos características propias del ser humano, como son la libertad y la responsabilidad. Acontece entonces que el sujeto, ante el esfuerzo de los psicólogos de atribuir el delito a esto o aquello, o relacionarlo con esto o aquella causa, reacciona con sarcasmo. Me escribió un sujeto, identificado como “nº 87.084”, de un correccional de Illinois: “Un criminal no tiene oportunidad alguna de ser comprendido. La única y exclusiva cosa que se le ofrece, es un sometimiento a evadirse de las consecuencias de sus decisiones. La sociedad es culpada y, en muchos casos, la propia víctima es considerada la culpable del hecho delictivo” Esto significa que el criminal no podría contar, entonces, con una verdadera comprensión. Los criminales de alta peligrosidad del famoso presidio de San Quintín –próximo a San Francisco-, en el cual continúa existiendo una cámara de gas, a los cuales tuve ocasión de hablar a invitación del director del lugar, reaccionaron de otra manera cuando pude explicarles lo siguiente: “Ustedes son seres humanos tanto como yo, y, como tales, libres y responsables. Utilizaron la libertad para cometer una insensatez, un crimen, y ahora son culpables. ¿No estarían dispuestos a reconocer la propia responsabilidad para poder superar la culpa? Conocen la Estatua de la Libertad. Se encuentra en la costa este de su país. ¿Qué tal la idea de erigir

una Estatua de la Responsabilidad en la costa oeste?” Hasta ahora no fue erigida esa estatua. Pero lo que les quise expresar, pudieron comprenderlo perfectamente. (Joseph Fabry, Das Ringen um Sinn, Freiburg im breisgau, 1980, pág.36) Cierta vez, ilustré el alcance de la capacidad humana de trascender la propia culpa y a sí mismo, presentando un caso bien concreto, al que llamo “asesino de masa de Steinhof” (Franz Kreuzer im Gresprach mit Víktor Frankl, Viena, 1982, pág.81) Este caso es representativo de muchos otros, y debería recordarnos que el hombre no “tiene que ser así, de una vez para siempre, y de ningún otro modo”, mas “siempre puede ser diferente” Negarle tal capacidad de ser –aún cuando hubiera cometido un crimen- implicaría un “crimen” de nuestra parte. Ser hombre, precisamente, significa decidir aquello que deberé hacer de mí mismo. Y esto, a su vez, significa asumir la responsabilidad por lo que tengo hecho de mí mismo. De todo esto se sigue que es injusto juzgar o condenar a alguien, solo y a partir de elementos biológicos (la herencia, la nacionalidad), psicológicos (educación y formación) y sociológicos (realidad social y económica), y no a partir de aquello que haya hecho con esos elementos. A propósito de la nacionalidad, si de la culpa estamos hablando, hagamos una referencia a la, así llamada, culpa colectiva. No quiero repetir argumentos que en el año 1947 utilicé en el contexto de mi crítica a la idea de una culpa colectiva (Víktor Frankl, Der Wille zum Sinn, Berna, 1982, pág.96 ss) Me limito a utilizar algunos trucos didácticos necesarios de vez en cuando, para responder a la demagogia barata tan usual en esta temática. Un día, en ocasión de un cóctel en Little Rock, Alabama, la dueña de casa se dirigió a mí con una pregunta mordaz, acerca de cómo podía escribir la mayoría de mis libros en alemán, “la lengua de Adolfo Hitler”. Acto seguido, pedí permiso para dar una mirada en su cocina. Allí concentré mi interés en los utensillos que allí había. “¿Cómo…, exclamé fingiendo indignación, la señora todavía utiliza cuchillos? No reflexionó alguna vez sobre los mu-


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chos asesinatos cometidos con cuchillos?” la limitación de su utilidad social. No meNo fue necesario presentar otros argu- rece ni desprecio ni compasión. Un joven mentos. puede entrever posibilidades para su futuro Solo me resta comentar el tercero de los Un anciano sabe de las realidades del pasaaspectos de la triada trágica, después de do, y son estas las que cuentan. las referencias hechas al sufrimiento y a la culpa. Me refiero a la muerte. No se trata aquí, simplemente, de la muerte en tanto tal. Se trata también de la vida, que en verdad es un continuo morir, en tanto que cada instante singular de nuestra existencia, se disipa y perece. Entonces, ¿no sería precisamente esa radical transitoriedad, una apelación para aprovechar cada instante, a fin de hacer un buen uso de la posibilidad latente de realización de sentido? La transitoriedad de la vida es, exactamente, una llamada a la responsabilidad; conforme se acostumbra expresar, en el “imperativo categórico” de la Logoterapia: “Vive de modo tal como si vivieras por segunda vez, y hubieses hecho todo tan mal la primera vez, como estás a punto de hacerlo ahora” Todas las posibilidades de realización de sentido, son en sí mismas, transitorias. Tan luego ellas se hayan transformado en realizaciones, se tornan en una realidad para siempre. Efectivamente, una posibilidad que hemos transformado en una realidad, ha sido salvada, por así decirlo, puesta en el pasado, donde nada se pierde, donde todo permanece guardado, definitivamente guardado, protegido de la transitoriedad. Nada ni nadie logrará hacerlo retroceder o evitar aquello que ya ha acontecido. Acostumbramos a ver los rastrojos en los campos de la transitoriedad, perdiendo de vista los graneros repletos con la cosecha de nuestra vida –las acciones que practicamos, las obras que realizamos, las personas queridas que amamos, aquello que con dignidad y coraje soportamos- Es exactamente esto, lo que completa el valor de un hombre, un valor que ultrapasa toda la utilidad del presente, un valor que procede del pasado y por eso es indestructible. La sociedad de producción y su correlato, la divinización de la juventud, se inclinan por despreciar a un ser humano anciano, por

Vemos así que, virtualmente, no existe solamente un sentido incondicional de la vida, sino también, un valor incondicional del hombre. Es él quien completa la dignidad humana, independientemente de todo valor utilitario. Solo no estaría dispuesto a suscribir esto, un incoherente o alguien dispuesto a aceptar la “destrucción de vidas improductivas”, como se preconizó en una cierta época, o sea, aceptar la eutanasia de seniles, de enfermos mentales y, posiblemente también, de los discapacitados. Entiendo que el programa de eutanasia de Hitler, no fue simplemente maquinado en uno de los ministerios nacional-socialistas; mucho antes, fue preparado en las mesas de trabajo y en los auditorios, por autores y profesores de enseñanza superior, adeptos al nihilismo. Y de estos, existen tanto hoy como ayer. En lugar de inmunizar a sus lectores y seguidores contra el espíritu nihilista de la época, los infectan con su propio sentimiento de ausencia de sentido. Y este adoctrinamiento, no ocurre tan solo en el área académica. También se da en el diván analítico, aunque, felizmente, con frecuencia decreciente. Eventualmente también un análisis didáctico (Lehranalyse) es desfigurado del mismo modo, en una suerte de “análisis de vaciamiento” (Leeranalyse) George A. Sargent, en esta misma línea, nos habla de una “ausencia de sentido aprendida”, y comenta: “Recuerdo a un terapeuta con el cual hice un breve análisis didáctico, hace ya bastante tiempo. Usted tendrá que reconocer, me decía, que el mundo es un gran absurdo. Simplemente, no existe ninguna justicia. Todo es arbitrario. Si reconoce esto, tendrá que aceptar que sería tonto concebir algo en serio. El sentido, simplemente, no existe. El mundo es como es. Cualquier cosa que usted haga, sea esta su decisión o no, esta o aquella, eso nada significa” (Transference and Countertransference in Logotherapy, The Internacional Forum for Logotherapy, Volume 5, Number 2,


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Fall/Winter 1982, 115-118)

útil.

De todos modos, evitemos también toda generalización en este sentido. También nosotros estamos obligados a adaptarnos a las consideraciones que desarrollan otras escuelas de psicoterapia. En suma, hasta cierto punto, estamos forzados a aullar entre los lobos. Y si eso debiera acontecer, deberíamos, diría yo, ser ovejas con piel de lobo, o sea, de ninguna manera tendríamos que negar nuestra imagen de hombre –que tanto se distancia de las otras direcciones-, tornándonos infieles a los principios de la logoterapia. Mantenernos fieles a esos principios no nos sería difícil. Coincidiendo con Elisabeth Lukas, la psicoterapia no conoce ningún sistema que haya sido menos dogmático que la Logoterapia. Lo que opino al respecto, lo he dicho personalmente en mi conferencia inaugural del 1er Congreso Mundial de Logoterapia (San Diego, California, del 6 al 8 de noviembre de 1980), bajo el título “La degurificación de la Logoterapia”, con la intención de repudiar el parloteo repetitivo. Los logoterapeutas no están obligados a hacer “votos”. No precisan jurar obediencia a una ortodoxia, ni deben creer en hacer votos de castidad ni voto de pobreza. Porque, incluso, aplicando otros métodos, estarían financieramente hablando, mucho mejor. Comparado con otros métodos, un tratamiento logoterapéutico, en promedio, dura menos tiempo. Con razón declaró un psicólogo californiano, Claude Farris, que la Logoterapia “proved so effective in many cases in my experience that at times it almost works me out of business” (es decir, es tan efectiva, con éxitos a corto plazo, que, en mi experiencia siento que puedo terminar cerrando mi clínica)

Un psiquiatra, que además es vienés y que se precie de serlo, iniciaría su discurso con una cita de Freud. Pero yo voy a concluir esta conferencia citándolo. “Si exponemos a personas bien diferentes entre sí, a una misma situación de extrema necesidad, como por ejemplo, hambre, con el aumento imperioso de la necesidad de alimento, esas diferencias individuales se desvanecerán y, en su lugar, aparecerán las uniformes manifestaciones de este impulso insatisfecho” (Gesammelte Werke, vol. V, pág.209) Esta es una cita de Freud. Gracias a Dios, él no tuvo que conocer por dentro un campo de concentración o un campo de prisioneros de guerra. Sus pacientes se reclinaban en un confortable diván, estilo “Makart”, de su época, una cultura confortable y no en el barro de Auschwitz o Estalingrado. Allá, las diferencias no se desvanecían sino que se acentuaban. Las personas allí se diferenciaban, despojándose de toda máscara. Y se revelaban como cerdos o como santos. En este punto, siempre he dudado de hablar de santos. Más, después de la canonización del Padre Maximiliano Kolbe, puedo hacerlo sin dudar. De todos modos, en vez de hablar de santos, prefiero simplemente hablar de personas decentes, concediendo que pueda tratarse de una minoría. “Sed omnia praeclara tam difficila, quam rara sunt”, dice Espinoza al concluir su “Etica”. Pero, ¿no es precisamente esa “rareza”, una apelación a integrarse a esa minoría de personas decentes? El mundo está mal. Todo se corromperá más aún si cada uno de nosotros en particular, no hace todo aquello que le sea posible hacer.

La Logoterapia no es una doctrina que fuerce a nadie. No es una imposición es una oferta. No se asemeja a un bazar oriental en el que se trata de forzar al visitante para que compre algo, pregonando la mercancía. Se asemeja más bien a un supermercado, por el cual se deambula para escoger aquello que pueda sermos

Desde Auschwitz sabemos de lo que el hombre es capaz. Y desde Hiroshima, sabemos lo que está en juego. Viktor Emil Frankl


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ARTE Y VIDA Por Dra. Dides Iliana HERNÁNDEZ SILVERA Mail de contacto: didesilianapsico@yahoo.com.ar

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n esta ocasión, reflexionaremos acerca de qué es el arte, dónde lo localizamos? por ej, si pudiéramos relacionarlo a una actividad en la que el hombre recrea, con una finalidad estética, un aspecto de la realidad o un sentimiento en formas bellas valiéndose de la materia, la imagen o el sonido. A su vez el arte, es el uso de los recursos creativos, expresivos y estéticos. La capacidad natural de todo ser humano de hacer arte es incorporado en el contexto terapéutico y orientado a la resolución de conflictos, el auto conocimiento, la disminución de síntomas, el manejo de las capacidades emocionales y la regulación del ritmo interno. Tanto Arte como terapia o mejor dicho, logoterapia son actividades de la inteligencia; pero este objeto “arte” como disposición del hombre hacia algo más que su ser, tiende a lo universal. Mientras que el Arte se ocupa del ser factible, la terapéutica vislumbra los principios del ser, el arte los principios del hacer. Ambos coexisten en el hombre, como búsqueda de valores donde tiende a autotrascender, aunque difieren en el fin: procurar la verdad, búsqueda de sentido y valores propios de una entidad multiplex. La belleza del Ser en plenitud; del arte, es el Ideal en sí, a donde voy en esta oportunidad es a ese autotrascender que nos permite crear y re crear la vida. En la medida en que realizo o me realizo en la vida, es el arte de vivir, una verdadera

plenitud, de lo contrario caeríamos en la carencia o vacío. Desde la logoterapia, experimentamos el Arte de la vida, como una poesía, que utiliza la expresión de la palabra y la significación del ser en el mundo. A mi humilde entender, representa el testimonio a través de la palabra o la armoniosa composición presente en el arte de posibilitar la expresión de sentimientos más internos del ser humano. Pero, esta producción por consiguiente, del Arte de favorecer en el hombre un medio de encontrar el sentido de la vida, tiende a proporcionar al hombre la posibilidad de alcanzar la verdad, practicando el arte de vivir que es lo único que le produce la potencia. El hombre se perfecciona a partir de vivencias y experiencias en el mundo, produce un cambio en sí mismo, en torno a su accionar. Es el arte de interactuar en el mundo en el cual ha de transformar su propia vida a partir de preguntas y respuestas. Así también en el consultorio, encontramos pacientes que interrogan y cuando no logran esa respuesta instantánea, acerca de su propia existencia, emprenden un recorrido en círculos y a ciegas. Para lograrse, es necesario establecer una relación que podría llamarse “original”, donde vincule a ambos paciente y terapeuta de manera tal, que permita la aparición del “encuentro”. En este caso, sería el arte del encuentro terapéutico. Asimismo, en nuestro andar diario, nos vinculamos con: el arte de escuchar, el de dialogar, el de


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orientar, el de armonizar con el entorno. Y ese sí que es el arte más complejo de llegar a practicar diariamente. Les dejo un poema de Berenice Ramos, para continuar reflexionando… El arte de vivir es el tiempo que compartimos con nuestra alma con la naturaleza y con nuestras decisiones El arte de vivir es también las sonrisas por los tiempos dulces y los más amargos siempre viviéndonos humanos para cual sea el caso El vivir es sentir esa bella melodía resonando el espacio y el tiempo El arte

es la decisión de reconocer tus penas las alegrías pero sobre todo tus errores El arte de la vida trae a nosotros grandes amigos amigos que nos invitan a seguir viviendo a ser felices El arte de la vida nos vuelve poetas o nos vuelve inertes del amor y de la felicidad El arte y la vida se crean con palabras o simplemente con bellas y significantes acciones. Hasta el próximo encuentro….


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Cartas para gente muy ocupada

PELEO EN LA PANTALLA, LUEGO EXISTO. Reflexiones acerca de la violencia adolescente amplificada por los medios

Por Lic.Adrián Dall´Asta Mail de contacto: ad@adriandallasta.com.ar

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xtraños personajes y, últimamente, famosos desfilan sus intimidades más profundas en la pantalla, donde han encontrado una nueva manera de existir. Todos, en los últimos años, bajo la forma del conflicto personal, en lenguaje sencillo, la pelea. Parece que para “ser famoso” ya no basta con mostrarlo todo venciendo el mínimo pudor, ahora hay que pelearse, agredirse, difamarse, traicionarse, insultarse. Todo esto bajo el relato incesante de aquellos que detrás de la tiranía del micrófono y la mediocridad de la ideas, inundan el aire y el ciberespacio de peleas, peleas y más peleas. A esta fama pugilística, se le suman dos viejos conocidos de la Argentina: la impunidad y la ausencia absoluta de límites, producto natural de la primera. El resultado de todos estos elementos combinados hoy se manifiesta en los jóvenes como lo denominaré en adelante: “violencia indiferente”. Bajo esta introducción, quisiera dar mi punto de vista sobre los episodios que nos preocupan, mejor dicho, nos desconciertan a todos los padres. ¿Es nuevo que los adolescentes se peleen a la salida del colegio? Leyendo Juvenilia, Miguel Cané nos relataba los conflictos escolares resueltos a las “piñas”. Esto obviamente no es nuevo (no hablo de bueno o malo), lo alarmante, es lo que provoca en los otros, ganas de filmar, de disfrutar de la violencia y nuevamente la indiferencia.

Si el axioma de estos tiempos es, “para existir debo pelearme y debo hacerlo pantalla de por medio”, ¿porqué nos llaman tanto la atención estas conductas que, de por sí, estuvieron siempre presentes en la adolescencia? Avancemos un poco más. Desde hace algunos años, se ha impuesto que para existir en el mundo actual se debe exponer la vida a través de la pantalla. Así, se conoce gente, se rompe una pareja, se hace un test de embarazo, se practica sexo virtual, se conquista la fama, se denuncia la corrupción política y se plantean los grandes temas de la sociedad según la pantalla lo crea conveniente. Nacen y mueren las problemáticas conforme el axioma que nos hace existir en estos tiempos, con la velocidad (y la voracidad) del zapping. La adolescencia actual es un reflejo claro de lo que esta sociedad adulta vive. No se trata de repartir culpas, esto es un nuevo acto adolescente (la culpa es de los padres, de los colegios de la policía, etc.), adornado de superficialidad frente a los problemas de fondo. La violencia adolescente embasada en imágenes y mucho peor, la profunda indiferencia de los pares antes los hechos presenciados, no es más que el resultado


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de nuestra propia indiferencia frente a la trasgresión sistemática, (y por momentos inaudita) de los valores que sostienen a una sociedad sana. Estamos enfermos de violencia indiferente y nuestros hijos están repitiendo el modelo. Esta conclusión sin un análisis posterior también es peligrosa. ¿Por qué repiten el modelo? Porque es exitoso, porque nosotros con nuestra indiferencia lo hemos transformado en exitoso, y ¿qué adolescente no quiere ser exitoso? Ausencia de ideales, falta de referentes válidos, vacío cultural, muerte de las ideas y una vida carente de sentido, refleja que la rebeldía juvenil (que siempre existió y espero siga existiendo) se traduzca en la pasividad, bien llamada indiferencia. A esta altura no temo asegurar que los jóvenes sin darse cuenta, y como siempre, están pidiendo ayuda a través del medio que hoy permite que uno exista: la pantalla (cualquiera sea, la del celular, la de la computadora o la de la televisión). Desde siempre los adolescentes buscaron formas de llamar la atención de los adultos: hoy nos llaman la atención desde este lugar, que forma parte de su lenguaje. Hay una sociedad adulta consumidora de violencia que dio nacimiento y sostuvo la existencia de personas lanzadas a la fama y que, sonriendo indiferente, pasando de canal en canal, dejó que las cosas avancen sin hacer nada. ¿Con qué derecho esperar algo diferente de nuestros adolescentes? ¿No será nuestra indiferencia como padres ante toda esta atrocidad mediática, otro acto de violencia para con nuestros hijos?

como forma de llegar a ser alguien? No es extraño que los adolescentes quieran ser “alguien”, es propio de su edad evolutiva, lo triste es que parte de su ser “alguien” deban mediatizar su vida, y dejar de sentir los deseos más nobles de su edad bajo la máscara de la costumbre que se transforma en violenta indiferencia. No se trata de estigmatizar la adolescencia, se trata de entenderla, de acompañarla y fundamentalmente de comprender que hay un lugar de adultos que no podemos abandonar. Es momento (hace tiempo) de caminar junto a los adolescentes dando testimonio de una vida que sea atractiva y digna de ser imitada. Nosotros también podemos ser modelos exitosos. Vale la pena la pregunta ¿el bien, los valores, una vida llena de sentido y compromiso con los otros, será atractiva para la pantalla? Tengo mis dudas. Sobre lo que no vacilo e invito a renovar el compromiso, a pesar de los pesares, es a dar testimonio de una vida que, sin pantalla mediante, quiera ser imitada. Allí donde la pena embraga, donde parece que cada vez estamos peor, donde la realidad oscurece el horizonte, donde la violencia llegó al peor de los límites, que es la indiferencia, allí; hacen falta padres. Padres que, con autoridad y límites, miren a sus hijos a los ojos y esa sea la pantalla donde ellos renueven el significado de su vida, encuentren su existencia y su paz.

Me pregunto ¿quién se hace cargo? (no ¿quién es culpable?), de estos años donde hemos visto nacer y morir por la pantalla todo tipo de bajezas humanas detrás de un sonrisa. Es cierto que a los adolescentes les faltan límites, absolutamente. Ahora bien, ¿vale la pena poner límites en una sociedad que, (pantalla por medio), se encarga de exaltar permanentemente la trasgresión

Fuente:

Economía Para Todos (www.economiaparatodos.com.ar)


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ANTE EL VACÍO EXISTENCIAL Por Dr. Claudio García Pintos Mail de contacto: cavef@yahoo.com

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l aporte bibliográfico de Viktor Frankl es maravilloso. Con textos de una profundidad absoluta como por ejemplo “El hombre doliente”, “Logoterapia y Análisis Existencial”, “La Presencia Ignorada de Dios”, entre otros, y títulos de divulgación, tales como “La Psicoterapia al alcance de Todos”. Entre unos y otros, la gran mayoría de títulos, los cuales tienen la particularidad de poder ser leídos y comprendidos por público en general y público experto, como si tuviera diferentes niveles de comprensión. Un caso emblemático es “El Hombre en Busca de Sentido”, que puede leerse en escuelas, en universidades, en academias, ser objeto de ensayos científicos y hasta puede encontrarse en manos de personas comunes, leyéndolo en el ómnibus o en el tren. Recuerdo una anécdota comentada por el recordado Dr.Jorge Lerner, un gran logoterapeuta argentino ya fallecido. Tenía interés que un colega suyo, psicoanalista, leyera la obra de Frankl. A pesar de su insistencia, él no lo hacía. Un día, compra varios ejemplares y se los regala. Al tiempo, lo vuelve a ver y le pregunta: “¿leíste los libros de Frankl que te regalé?”. “Sí, contestó su colega con tono burlón, los libros de Frankl que me regalaste se pueden leer en unos pocos días”. “Es cierto, le dijo Lerner, pero te va a llevar toda la vida entenderlos”

lar de que en lecturas sucesivas uno va comprendiendo más cosas cada vez, como si el concepto se fuera desenvolviendo como las capas de una cebolla, que se van retirando con cada lectura. Cuando vemos trabajos científicos o escuchamos conferencias, o participamos de cursos, en realidad, son siempre los mismos los trabajos referenciados. No es que sean intrascendentes, pero a veces da la impresión que muchos de los títulos de Frankl, fueran poco aprovechados, conocidos. Todos hablamos de conceptos y citas que pertenecen a “Psicoanálisis y Existencialismo”, “La Voluntad de Sentido”, “El Hombre en Busca de Sentido”, “Logoterapia y Análisis existencial”. Dentro de los pocos referenciados, citaría a “La Idea Psicológica de Hombre”, “Psicoterapia y Humanismo”, “Psicoterapia y Existencialismo”, “Fundamentos y Aplicaciones de la Logoterapia”, “Teoría y Terapia de las Neurosis” o “La Psicoterapia en la Práctica Médica”. De todos modos, quisiera ahora rescatar un texto lindísimo de Frankl, muy apropiado tanto para el estudio introductorio como para la profundización de algunos conceptos. Se trata de “Ante el Vacío Existencial”

Es un texto que aparece en 1977 con el título original “Das Leiden am Sinnlosen Leben: Psychotherapie für Heute”, publicado por Editorial Herder (Friburgo, 1977), traducido al español y publicado por la Es decir, muchos son de fácil lectura, y de misma editorial en 1990 bajo el título una comprensión superficial inmediata, “Ante el Vacío Existencial. Hacia una pero tienen esa característica tan particu- humanización de la Psicoterapia” (Herder,


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Barcelona, 1990) De lectura amena y de una claridad interesante para comprender y/o profundizar la comprensión de aspectos claves del pensamiento frankliano. La sensibilidad del texto (“hacia una humanización…”) coincide (no caprichosamente) con la persona a quien Frankl dedica la obra. En la primera página podemos leer “In memorian, Leo Baeck” ¿Quién es Leo Baeck en la vida de Viktor? LEO BAECK La comunidad judía siempre ha contado con prominentes líderes espirituales. Algunos se han destacado por sus grandes aportes a la riquísima tradición jasídica, a través de textos, reflexiones, ensayos. Otros lo han hecho a través de actos y gestos prácticos, concretos, actitudes que ofrecieron como servicio inmediato al bien y a la vida. Leo BAECK es recordado como uno de esos líderes, prominentes y tr5ascendentes, querido, por haber sintetizado en él ambos aspectos. Brillante en el pensamiento y generoso en el servicio. Leo Baeck nació en Lissa, actualmente Polonia, en 1856. Hijo de otro rabino, Samuel Baeck, realizó sus primeros estudios en el seminario de teología Judía en Breslau, y a partir de 1894, a los 21 años, los completó en el Houchschule fuer die Wissenschaft des Judentums (Seminario para Educadores y Rabinos), en Berlín. Al mismo tiempo, llevaba adelante intensivos estudios de filosofía, primero en la Universidad de Breslau y luego en la Universidad de Berlín. A partir de 1912, a los 39 años de edad, pasó a estar a cargo de la capellanía del ejército alemán, durante la Primera Guerra Mundial. Ya era por entonces, rabino en Oppelm, Düesseldorf y Berlín. También era bien conocido y respetado por sus conferencias. Cuando acontece la avanzada nazi, Baeck era líder reconocido del movimiento Reichsvertretung, que representaba al judaísmo alemán. Tuvo posibilidad de emi-

grar a Londres, incluso a sugerencia de las SS que lo sabían muy respetado por la comunidad europea, pero Leo se negó rotundamente ante todo intento de convencerlo, y decidió quedarse en Alemania para acompañar hasta el último de sus hermanos judíos que quedaran en el país. Es así que, teniendo ya 70 años de edad, en 1943 es deportado al gueto de Terezín. Desde su cautiverio, su servicio como rabino y su liderazgo, no solo no se interrumpió sino que se vio sensiblemente vigorizado. Su “misión”, ahora, era ayudar a sus camaradas, mayoritariamente judíos (porque también acompañó y lideró a los prisioneros no judíos), a mantenerse dignamente con vida, a no desistir. El mismo, a los 70 años, era un testimonio vivo de lo que promovía en otros. Durante su cautiverio, fue promotor de la actividad cultural y artística en Terezín. Convencido del “valor de supervivencia” del arte y la cultura, organizaba reuniones, conferencias, clases de pintura, sesiones de jazz, etc, tanto como servicios religiosos. El mismo continuaba con sus conferencias en el desván de una barraca. En ese contexto, organizó un ciclo de charlas de Frankl, el cual abordaba temas de rigurosa necesidad y cotidianeidad para los habitantes del gueto, tales como los trastornos del sueño, el hastío vital y el suicidio, el valor y sentido de la vida en Terezín, entre otras. En una lista de temas (diez temas), una especie de anuncio de esas conferencias que pudo conservar Frankl, puede leerse, de puño y letra, un agregado de Víktor que dice: “Nada hay en el mundo que pueda armar a una persona para sobreponerse a las dificultades de su entorno y a los problemas internos, como el saber que tenemos una misión en la vida” Toda esta actividad en Terezín, era considerada como ilegal. Sin embargo, era claro que las SS las toleraban hasta cierto punto. De hecho, muchas obras musicales, por ejemplo, se estrenaron en el gueto y terminaron popularizándose luego en verdaderos hits, tal el caso del tema “Bei Mir Bist du Schöm”, éxito de las Andrews Sisters en


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EEUU. Pero más allá de las prohibiciones y las tolerancias, si estas actividades lo involucraban a Leo Baeck, nunca eran objetadas. Gozaba, aún del respeto y admiración de los oficiales SS quienes lo consideraban un Prominenten, especialmente como líder, por haber decidido no emigrar para acompañar y servir a la gente. Sabiendo que los traslados al Este significaban el incierto ingreso a los campos, que podía derivar en horrendas ejecuciones, ocultaba la información permitiendo, por un lado, el temporario resguardo de la ignorancia para sus camaradas y, por el otro, le posibilitaba fortalecerlos o prepararlos para aquello, afirmándolos en la idea de “no desistir”. Este hecho del ocultamiento de la verdad, fue la única tibia crítica que se pudo escuchar de un hombre que vivió y sirvió por la dignidad de la vida bajo cualquier circunstancia. Cuando en 1945 ya estaba a punto de ser ejecutado en la desesperada retirada de los alemanes de Terezín, fue liberado el 8 de mayo por el ejército ruso. Tenía entonces 73 años de edad. En julio de 1945 llega a Londres y es designado presidente de la World Union for Progressive Judaism y titular del Consejo de Judíos para Alemania. A partir de 1948, hasta su muerte, se dedicó a dictar conferencias sobre distintas cuestiones en referencia a la historia de la religión, especialmente en el Hebrew Union College de Cincinnati. Leo Baeck sintió gran afinidad con Frankl y con la Logoterapia, a la que definió como la “psicoterapia judía”. En muchos aspectos de su pensamiento son coincidentes, al punto que Baeck traducía TORAH como TAREA VITAL, referida al sentido de la vida. Frankl no solo sentía el halago de la amistad personal y las consideraciones que él hacía respecto de su obra, sino que también se sintió reconfortado como hombre y como judía, por este líder prominente, cálido, vigoroso, instruido y tremendamente humilde. Siempre recordaba una oración-plegaria que Baeck había

escrito a finales de 1945 y que gracias al rabino Pinchas Lapide, Víktor pudo recuperar en su texto completo: “La paz sea con aquellos que tienen malas intenciones, y que la venganza y los deseos de castigo y represalia toquen a su fin. Más allá de cualquier medida se encuentra la crueldad, que supera cualquier capacidad de comprensión humana; son demasiados los mártires... Por eso, oh Dios, no midas el sufrimiento con la balanza de la justicia arrojándolos a sus verdugos, exigiendo cuentas truculentas; haz que sea diferente. En su lugar, imputa y exige lo siguiente a los verdugos, informadores, traidores y a todos los hombres malvados: todo el coraje y fuerza de espíritu de los otros, su humildad, su dignidad enérgica, su esfuerzo silencioso a pesar de los pesares, la esperanza que no ceja y la sonrisa valiente que enjuga las lágrimas, y todo el amor y todo el sacrificio, y todo el amor ardiente... todos los corazones rotos y apenados que se mantienen fuertes y con confianza, ante la muerte y en la muerte, sí, incluso en la hora de la más profunda flaqueza.... Todo esto, oh Dios, que cuente para la resurrección de la Justicia; que cuente el bien, no el mal; y para memoria de nuestros enemigos, que no volvamos a ser sus víctimas, que no volvamos a ser su pesadilla, sino su sustento, que sean capaces de abandonar ese desenfreno... Que sea únicamente esto lo que se les exija, que, ahora que todo ha pasado, podamos vivir todos como seres humanos entre seres humanos, y que vuelva la paz a esta pobre tierra para la gente de buena voluntad, y que también la paz alcance a los demás” Ciertamente, no es difícil entender por qué Frankl apreciaba tanto esa plegaria. Se comunica directamente con las ideas franklianas que rechazan el concepto de la culpa colectiva, el castigo colectivo, la venganza como respuesta y el rescata de lo humano en cada hombre. Leo Baeck, líder del judaísmo progresista, es autor de varios libros, especialmente “This People, Israel”, escrito con posteriori-


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dad a su experiencia como sobreviviente de la Shoá, en el cual reflexiona sobre la milagrosa supervivencia del pueblo judío, como una voz de moral racional en un mundo irracional. Muere finalmente en 1956, a los 83 años de edad. Víktor Frankl le dedica en 1977 su libro “Ante el Vacío Existencial”, con respeto, admiración y agradecimiento, con un sencillo, “In memorian, Leo Baeck” Leo Baeck

http://logoterapiaeenvelhecimwento.blogspot.com.br


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