PIEDRAS Más allá de todo, la vida me sigue sorprendiendo. Quiero decir, más allá de tener ya suficientes años de vivirla, me sigue sorprendiendo como si fuera un novato en esto. Tal vez sigo esperando ingenuamente que las cosas puedan planificarse absolutamente, como EDITORIAL desconociendo que lo único garanPiedras tido es la imprevisibilidad. Sí, el problema no es que la vida sea Por Claudio García Pintos finita, sino que sea imprevisible. Y ACERCA DE LA LOGOTERAPIA GRUPAL (pp.3-5) siguen sucediendo cosas que me llevan a preguntarme “por qué”, LA PAGINA DE “por qué ahora”, “por qué a mí” o CAVEF (pág. 5) a aquel que también es una buena AUNTES DE DOCENTE persona. Como si la vida jugara a CULPA (pág. 6) cascotearnos, tirarnos piedras que LOGOTERAPIA VINCULAR EL nos hacen tambalear, trastabillar EJERCICIO DE LA PATERNIDAD (pp. 7-9) o, a veces, caer. ARGUMENTOS A FAVOR DE UN OPTIMISMO TRÁGICO (pp. 10-20) ARTE Y VIDA
(pp.21-22)
PELEO EN LA PANTALLA LUEGO EXISTO (pp. 23-24)
ANTE EL VACÍO EXISTENCIAL (pág.25-28)
Si no partiera de mi convicción absoluta que la vida es buena, noble y siempre tiene sentido, creo que me enojaría con ella, me sentiría decepcionado, defraudado o desmotivado para vivirla. Entonces, me pregunto, ¿para qué son esas piedras?, ¿qué esperará ella (la vida) que yo haga con esas piedras? Y buscando en mí, recuerdo cosas que alguna vez he leído o aprendido y que me sirven para intentar una respuesta. Recuerdo que David usó una piedra para derrotar a Goliat, cuando todo hacía suponer que sería aplastado por el gigante. Lo recuerdo a mi abuelo, construyendo un muro decorativo en el jardín de su casa con piedras de
EDITORIAL diferentes tamaños. Recuerdo esas piedras enormes a la orilla del mar, en la que nos sentamos con mi amada una noche de luna llena, y nos prometimos amarnos para siempre. Recuerdo también esa piedra que arrojó un violento y abrió al medio la cabeza de mi amigo, que solo festejaba el triunfo de su equipo de fútbol, o aquella otra que usó un miserable para romper la vidriera del humilde negocio del barrio para robarle todo cuanto pudo. Pero, por sobre todo, recuerdo a Miguel Ángel, quien “sacando lo que sobra” (como él mismo lo explicaba) descubría aquella maravilla que siempre está en el interior de cada piedra. Y comprendo entonces que lo importante no son las piedras, sino lo que hagamos con ellas. Y que la vida no solo me tira piedras, también me ha dado la posibilidad de decidir qué hacer con ellas, para qué usarlas, cómo aprovecharlas. Comprendí que, de alguna manera, las piedras también son necesarias. Así, no le agradezco a la vida todas las piedras que tira en mi camino, pero trato de aceptarlas, con cincel en mano y vocación de escultor, convencido que dentro de cada una de ellas, sacando lo que sobra, podrá haber algo bueno para mí o para otros. “Golpe a golpe, verso a verso”