ME PREOCUPA
EDITORIAL Me preocupa Por Claudio García Pintos
PROYECTO DE VIDA (pp.3-4)
¿CUÁNDO NOS ROBARON EL ENTUSIASMO? (pp.. 5-6)
¿TE PREGUNTÁS POR EL SENTIDO DE TU VIDA? (pp. 7-10) LA PAGINA DE CAVEF (pp.11-12) REFLEXIONES A PARTIR DEL CAPITULO XXI DE EL PRINCIPITO (pp. 13-15)
VIKTOR FRANKL: Actitud y práctica logoterapéutica frente a la adversidad (pp.16-18) LA PAGINA DE LOGOFORO (pág.19) SOLO UN HOMBRE (pp. 20-27) LOGOTERAPIA VINCULAR
¿SOLO SE TRATA DE VIVIR? (pp. 28-29) SIN RECETARIO
CREER (pág.30)
Confieso estar preocupado. El devenir de los tiempos me preocupa. En muchos ámbitos veo expresiones de odio, que se manifiestan ya, abiertamente, sin tapujos ni intentos por solaparlos. ¿Cómo definir al odio? Encierra tanta pasión, que para muchos autores es indefinible, inabarcable por palabra alguna. ―Odium odii‖ es la palabra latina de la que derivaría el término, tan antigua que de ella se pierde el rastro; tan antigua será entonces esta pasión. Curiosamente el verbo ―odi, odisse, osus sum‖ (todos refieren a odiar), carece de presente, por lo que suponemos que los romanos lo entendían como originado (el odio) por algo sucedido en el pasado. Y perdura. Para muchos es el principal motor de toda guerra y la gran posibilidad de ganarla. Si queremos ganar una guerra, debemos inocular en los soldados, odio al enemigo. Lograremos así una moral de combate superior. Para estos mismos, luchar armados ―con amor‖, asegurará la derrota indefectible. Por otro lado, fanatizar a las masas con odio al enemigo (real o supuesto) asegura mover el mar del odio colectivo, condición fundamental para el triunfo final de una ideología. No estoy de acuerdo. No quiero estar de acuerdo. No me interesa estar de acuerdo y mi cosmovisión no me permite estar de acuerdo. Creo que a la fuerza abrumadora del odio debemos responderle con la potencia, más abrumadora aún, del amor. No me refiero al amor
EDITORIAL
ingenuo sino al amor profundo, férreo, guerrero. El de las convicciones por un mundo mejor, el de la creencia en la posibilidad de un mundo para todos, en la certeza de que el ―Imagine‖ de Lennon es posible. Quiero soñar como Luther King, ser solidario como Teresa, amorosamente firme como Juan Pablo, luchar como Gandhi, entregarse como Kolbe, conciliar como Francisco, ser decente como mi padre y honesto como mi madre. Quiero un mundo que en los ojos tenga el brillo de la mirada de mis hijos, el discurso apasionadamente sereno de Frankl, las manos laboriosas de mi abuelo y la sonrisa franca de mi mujer. Estoy preocupado por esto que vive el mundo hoy, y, siendo un hombre ya maduro, confieso que también siento miedo. Es cierto lo que dice Frankl: en el mundo hay solo dos clases de personas, los decentes y los que no lo son o, como él también supo definirlo, los santos y los cerdos. Los buenos y los malos. Un amigo querido supo decirme alguna vez: los malos son minoría, pero siempre le ganan a los buenos, porque saben cómo asociarse. Por eso quiero socios, quiero ser socio de otros, y que se nos sumen muchos, Y así, juntos, demostremos que el amor, y solo el amor, permite que el bien común sea una realidad. Lo otro es puro cuento. Recuerdo ahora la canción que escuchaba en los años 80 cantada por Nacha Guevara. Me da risa, pero, por momentos, al percibirla tan vigente, me da escalofríos. Sugiero que la escuchen. http://www.youtube.com/watch? v=cyXgK0GTke0