El trabajo es una manera de ser-en-el-mundo. Todos llegamos a la existencia con una gran oportunidad: hacer algo para otros, hacerlo para el mundo, hacerlo para el futuro. Ese desprendimiento del “para mí”, es lo que llamamos auto-trascendencia. Al “hacerlo para otros”, esa especie de olvido de mí, paradójicamente, me plenifica. Algo así como si vaciándome en la entrega, más me llenara de humanidad. El trabajo es una manera de hacer arte. Los griegos hablaban de la “presencia poética del hombre en el cosmos”, haciendo referencia a la oportunidad que tiene de plenificar la realidad. Y puede hacerlo con su sola presencia. La “poiesis” no hacía referencia a escribir poesía como Borges, pintar acuarelas como Durero, diseñar como Gaudí o bailar como Baryshnikov, cantar como Piaff o… No, no se referían a eso solamente. El hombre es quien está llamado a redimir la realidad, mejorarla, enriquecerla en dignidad. Cuando del árbol cuelga esa manzana deliciosa, el prodigio de esa fruta también habla de la mano de quien la ha cultivado, del esmero puesto en su crecimiento, del amor en su cuidado. Porque la naturaleza, poderosa y magnífica, también necesita del hombre, tanto como el hombre necesita de la naturaleza. Y la generosidad de ambos, en mutua acción, transforma la realidad en arte. El trabajo es dignificado por la persona. Muchas veces he escuchado que “el trabajo dignifica”, haciendo referencia a una moral de la responsabilidad, del servicio, del trabajo. Moral en la cual he sido educado y en la cual he pretendido educar a mis hijos. Pero, de todos modos, estoy convencido que “la persona dignifica al trabajo”, sencillamente porque no existe nada más digno que la persona, y es ella la que otorga dignidad a toda la realidad. Nada de la realidad existente en el ámbito natural, puede estar por encima de la persona, portadora de una dignidad dignificante, es decir, una dignidad que manifiesta y propaga. Es así que, un trabajador es un poeta, no importa de qué trabajo se trate, sea éste de fuerza física, de investigación de laboratorio, de oficina, de taller o de estudio, de fábrica o de consultorio, de campo o de aula, cualquiera; un artista que trabaja para que este mundo sea un poquito mejor, cada día, humildemente, cumpliendo con su tarea de la manera más responsable posible, de manera anónima. Cada día el mundo celebra el inicio de una nueva jornada de trabajo, porque sabe que por la noche, sonreirá agradecido a cada trabajador, por el bien producido. Celebremos hoy el día del trabajo con la misma disposición que celebramos a los poetas, los artistas; con la misma satisfacción, con el mismo agradecimiento y emoción que sentimos ante una obra de arte. Celebremos al obrero y al empresario, al docente y al servidor público, al investigador y al técnico, al profesional y al empleado, al peón y al capataz, al trabajador en actividad y al jubilado, con la misma gratitud que lo hace cada noche, al final de la jornada de trabajo, el mundo, redimido por todos ellos.
EDITORIAL: 1º de Mayo: DIA INTERNACIONAL DEL TRABAJO, por Claudio César García Pintos GARANTÍA, SEGURIDAD Y CONFIANZA, por Claudio César García Pintos (pp. 3 a 5) CITAS DE AUTORES PERTENECIENTES AL MOVIMIENTO EXISTENCIAL, A TRAVÉS DE VIÑETAS, por José Martínez-Romero Gandós (pp. 6 a 8) LA PÁGINA DE CAVEF, por Claudio César García Pintos (pp. 9 a 15 ) ¿PODEMOS COMUNICAR LA PAZ?, por Patricia María Nigro (pp.16-17) LOS VALORES DE SAN MARTIN, ANALIZADOS EN UN LIBRO, por MDZ On Line, (pp. 18-19) BASTA DE PENSAR, por Claudio César García Pintos (pp. 20 a 22) ADOLESCENTES Y FINALIZACIÓN DE LA ESCOLARIDAD, por Gastón del Río, (pp. 23-31) LA ILUSIÓN QUE ME ENAMORA , por Federico M. García Presedo (pp. 32 a 35) EL CUIDADO DE LALS PRIMERAS ENTREVISTAS EN LOGOTERAPIA VINCULAR (2ª Parte), por Analía Boyadjián (pp. 36-38)
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GARANTÍA, SEGURIDAD Y CONFIANZA Por Dr Claudio César GARCIA PINTOS Mail de contacto: cavef@yahoo.com
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arias veces me han oído hablar o han leído artículos míos sobre la imprevisibilidad de la vida. Es que estoy convencido que una de las notas distintivas de la existencia es, sin lugar a dudas, su imprevisibilidad. Es ella misma la que justifica nuestra condición humana y su particularidad más notable, que es la libertad responsable. ¿Para qué ser libres si todo estuviera ya determinado de antemano? ¿Para qué ser responsables, si todo pudiera ser planificado de una vez y para siempre? ¿Qué sentido tendría la “ansiedad” o la “angustia” – vivencias eminentemente humanas y normales-, si todo pudiera ser conocido a priori o planificado estratégicamente? ¿Qué diferencia habría entre “sobrevivir” y “realizarse”, si la vida fuera algo parecido a un partido de ajedrez, en la que pudiéramos anticipar los movimientos propios y ajenos, y cumplirlos hasta el jaque mate final? No, de ninguna manera, la vida es imprevisible y nuestra existencia es la respuesta que le damos a esa imprevisibilidad; existen planes, proyectos, ilusiones y esperanzas, muchos de los cuales se cumplen tal como los hemos planificado, proyectado, imaginado, pero eso no quita que, en mayor medida, la existencia personal es el resultado de respuestas que le hemos ido dando a la vida a medida que nos ha ido confrontando con sucesos inesperados, in-
sólitos, sorpresivos y sorprendentes. Nunca planifiqué que, cruzando esa esquina, iba a encontrarme con esta mujer, hasta entonces inexistente aún en mis más ricas fantasías, y que terminó siendo el amor de mi vida. Jamás llegué a anticipar que mi hermana podía enfermar y morir prematuramente, sin que pudiéramos compartir con ella todo lo que hubiera querido compartir. Es cierto que me imaginé teniendo hijos, pero nunca supuse que iban a ser estos hijos que tengo y que iba a vivir con ellos todo lo que llevamos vivido. Por otro lado, me propuse ser Psicólogo y lo logré; quise comprarme esta casa, y pude hacerlo tal como lo programé. Quiero decir, algunas cosas estuvieron planificadas y resultaron tal como fueron planificadas, en tanto que otras, sucedieron insólitamente. Y estas últimas, sin dudas, son mayoría y son contundentes, aún más que las otras. En mi propia vida, haberla encontrado a ella, haberla perdido a mi hermana y sentir lo que siento por mis hijos, es más contundente que mi título de Psicólogo o la casa que pude comprar. Es más, hasta estos “logros” que cumplieron lo planificado, muy posiblemente, fueron concretados también, gracias a imprevistos que “ayudaron” su concreción, y que nunca habían sido presupuestados con anterioridad. Es que, la imprevisibilidad es más esencial a la existencialidad humana que la finitud. No caben dudas que, como seres vivos, la
04 finitud es un horizonte real, temido, ineludible. Podría imaginarse que nada debería ser más complicado para un ser vivo, que la certeza de la finitud, porque contraría el movimiento natural de conservarse en la existencia. Sin embargo, podemos elaborar respuestas a esta circunstancia, relativamente satisfactorias. Como seres espirituales, asumimos que la existencia espiritual desafía y trasciende ese límite y nos permite una sobrevida (no ya natural sino sobrenatural); para aquellos que crean en la reencarnación, imaginarán una segunda oportunidad; para los nihilistas, la muerte significaría una liberación; para los héroes, una victoria… Pero, ¿qué respuesta podemos darle a la imprevisibilidad, más aún, desde la engreída condición de ser “espirituales”? Porque de alguna manera, la sentencia sartriana define nuestra condición espiritual: la pasión inútil de querer ser dioses, definiendo qué y cómo deben ser las cosas. Todas y siempre. Recuerdo al inefable Facundo Cabral, recitando que “si quieres que Dios se ría, cuéntale tus planes” No, lo que verdaderamente complica la existencia es la imprevisibilidad de la vida. Acepto ser finito, puedo elaborar respuesta a la condición de mortalidad, una respuesta propia, personal, de validez singular, solo para mí, pero no acepto que desde el principio al fin, no me sea permitido planificar cada uno de los pasos hasta que llegue el momento de mi muerte. Si voy a morir y puedo saberlo con anticipación – cosa que los animales no pueden, y por eso ni saben qué es la angustia-, me siento en condiciones de exigir que me sea permitido panificar mi existencia. Prefiero que me digan que tengo una sola hora por delante, pero que me permitan vivirla enteramente como yo decido, a no saber cuántas horas me quedan (o presuponer que son muchas más que una sola), y no tener la potestad de ocuparlas enteramente como yo quisiera hacerlo.
Garantía Ante la realidad descripta, me queda claro que, entonces, nada tiene garantía. Si la vida es imprevisible, nada puede ser anticipado con certeza, ni proyectado con exactitud. Muy posiblemente, el mejor estatus al que puede acceder una persona es al de “me parece que será así” La existencia es el resultado de una apuesta, o de varias apuestas que vamos haciendo permanentemente y que llamamos “decisiones”. Evaluamos las circunstancias, valoramos nuestras intenciones, concebimos las condiciones del entorno y decidimos. Pero cada decisión tomada, es susceptible de ser equivocada. A veces decidimos ligeramente, pero en ocasiones, sopesamos la decisión a tomar y lo hacemos a consciencia. Aún en estos casos, siempre es una apuesta. Por eso, ninguna decisión tiene “garantía” Nada puede asegurarnos que lo elegido es libre de error. De modo tal que, la expectativa de infalibilidad, también puede verse frustrada por la propia existencia y los resultados que se siguen de todo lo que hemos decidido. Seguridad Como no puedo esperar (exigir) garantía que me libere del error o me asegure el acierto en lo decidido, puedo alimentar la expectativa de encontrar algo o alguien que me brinde “seguridad”. A veces se lo reclamo a algo (como p.e. una institución, el Estado, la familia, la pareja, el jefe, etc) como proyectando en eso la responsabilidad de alejarme o protegerme del eventual error. Algo así como “la culpa no es mía”, en caso de fallar. A partir de esa proyección, le exijo al depositario que se haga cargo de aquello que yo no puedo. La señora le exige al esposo que le de seguridad al momento de decidir si sigue trabajando o renuncia
05 para ocuparse solo de los hijos. De tal modo, cuando decida qué hacer, p.e. renuncia, la eventualidad del resultado de la decisión podrá ser compartida o, aún, atribuída al esposo. Ella podrá decir (si resultó mal), “es que tuve que decidirlo sola, porque él nunca me dio seguridad al momento de decidirlo”, o “lo decidimos juntos, renuncié porque él me dio la seguridad de que era lo mejor hacerlo” Esto es aplicable a todos los “otros” que dieron o no seguridad y se hacen, ipso facto, co-responsables del acierto o del error consecuente con la decisión tomada. Lo que es claro es que, nada/nadie, puede darme tal seguridad de que lo decidido sea acertado. Confianza Ahora bien, vamos armando un escenario un poco complicado. Por un lado, la vida es imprevisible y, por ende, puede sorprendernos. Por otro lado, nada de lo que yo decida tratando de armar mi vida en ese escenario, tiene garantía, por más que lo piense y evalúe una y otra vez. Tampoco sirve tratar de que otro se haga cargo de darme la seguridad de que, lo que yo decida, será infalible. Pues, entonces, ¿qué hacer?¿Cómo responderle a este estatus incierto de la existencia?
Creo que la respuesta pasa por la “confianza”. El término significa tener fe, depositar la fe en algo/alguien, creer en aquello en lo que deposito mi fe. No se trata de buscar garantías o seguridades, sino más bien, confiar, tener fe en: La vida misma, cuya imprevisibilidad no atenta contra mí, ni contra mi realización personal En los otros, que pueden acompañarme y orientarme en caso de que debiera modificar el curso de los hechos a consecuencia de decisiones desacertadas En mí mismo y en mis propios recursos. Tener la confianza del surfista, quien, ingresa al mar con su tabla con la decisión de montar una ola. Luego de varios intentos, lo logra y disfruta su logro, sabiendo que caerá y que, al caer, no se va a ahogar. No, esperará la próxima ola e intentará nuevamente montarse sobre ella. Y cuando lo logre, disfrutará, sabiendo que volverá a caer. Pero siempre confiando en que, con sus recursos, su experiencia y su tabla, sabrá cada vez más, cómo caer y cómo montarse en una nueva ola. No le pide al mar la garantía de “nunca caer”, ni demanda a nadie que le asegure que “nunca caerá”; solo confía, en el mar, en las olas, y en sí mismo.
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CITAS DE AUTORES PERTENECIENTES AL MOVIMIENTO EXISTENCIAL, A TRAVÉS DE VIÑETAS Por Dr.José Martínez–Romero Gandós Mail de contacto: sentido@cop.es
Blog: logoterapiagalicia.blogspot.com.ar
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abitualmente publicamos en otros medios de difusión viñetas sobre diferentes temas. En esta oportunidad ofrecemos varias de autores pertenecientes al pensamiento Existencial.
ejemplo, “autotrascendencia”, “libertad”, “responsabilidad”, “sentido de vida”, “el poder desafiante del espíritu”, “situación límite” y “capacidad de enfrentar la enfermedad”, especialmente en las enfermedades graves, crónicas o terminales.
La Psicoterapia Existencial nos exige a los responsables de su realización en el campo de la Salud una marcha hacia el desarrollo por los caminos de la fundamentación, de la aplicación de la teoría a la práctica, de las investigaciones basadas en tests y estadísticas y en nuestro compromiso.
Esta descripción de los aspectos principales a tener en cuenta para la validación del Análisis Existencial y la Psicoterapia Existencial quiere animarlos y desafiarlos, en su más profundo sentido etimológico, para que contribuyan con su trabajo y creatividad al desarrollo de esta disciplina. La lectura de autores consagrados es un paso importante. Para ello, la primera pregunta en forma de viñeta:
Este compromiso obliga a considerarla más que una mera ciencia como un elemento de arte y sabiduría donde técnica y encuentro desaparecen como dicotomía. Son claras las necesidades de nuestra disciplina en el campo investigativo. Es una tarea que, con agrado, hemos desarrollado muchos de nosotros y que ha promovido numerosos discípulos que aplican esos avances con creatividad y responsabilidad. Pero no se han realizado los estudios comparativos necesarios entre diferentes autores, no se ha producido la tan necesaria sistematización de datos Es necesaria una mayor motivación para que aumente la asistencia a cursos dictados por prestigiosos profesionales que ayuden a dilucidar definiciones operacionales fundamentales sobre conceptos como, por
07 SÖREN KIERKEGAARD
M. MARLEAU-PONTY
MARTIN HEIDEGGER
L. BINSWANGER
08 ROBERTO ALMADA
F. NIETZCHE
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LA PÁGINA DE CAVEF Director: Dr.Claudio César García Pintos
Por Dr Claudio César GARCIA PINTOS Mail de contacto: cavef@yahoo.com facebook.com/claudio.garciapintos.1
Este mes, CAVEF quiere compartir con los lectores de LOGORED, una reflexión del Lic. JUAN EMILIO JUNCO (Logoterapia Bolívar), publicado en FBook el 17 de noviembre de 2011. Una reflexión interesante para “introducirnos en la Logoterapia”, como él mismo lo propone en esa entrada. Para leer y guardar.
“Estética del sufrimiento Humano” El hombre de hoy. Entre la búsqueda y la desesperación. Por Juan Emilio Junco Cuando pensamos la diagramación del curso introductorio a la logoterapia: Análisis Existencial, arte y educación, coincidimos que debíamos hacerlo tomando como eje central del programa del curso el libro: “El hombre en busca de sentido” de Viktor. E. Frankl. Es que las circunstancias que rodearon la antesala de la particular historia de este libro, lo transforma en un documento particular de la historia de este hombre y de la escuela que fundo, la logoterapia. Creo oportuno tener en cuenta tres aspectos, que podemos, proponerlas también con herramientas, para comenzar a comprender que es esto de la logoterapia. Esos tres aspectos son: 1- Frankl como hombre. 2Fundamentacion teórica y 3-Lo vivencial.
Días previos a la navidad de 1945 Frankl llama a 3 secretarias pidiéndoles que tomaran nota de algo importante que quería expresar. Durante nueve días fue dictando muchas veces entre lágrimas el testimonio de sus experiencias en los campos de concentración. Pensaba que sería un valioso aporte trasmitir anónimamente en un libro toso lo que había vivido. El libro vio la luz con el siguiente título /Ein Psychologerlebt das Konzentrations lager/ en 1946. Que en español se lo conoce como: Un psicólogo en el campo de concentración, en el año 1955. Y que una edición posterior del año 1980 lo titulara: “El hombre en busca de Sentido”. Pero quisiera leerles palabras del mismo Frankl acerca de este momento: “Uno de los primeros días después de mi regreso a Viena, visite a mi amigo Paul Polak y le conté de la muerte de mis padres, de mi hermano y de Tilly. Me acuerdo que, de repente, comencé a llorar y le dije: Paul, a decir verdad, cuando a uno le suceden tantas cosas, cuando uno es puesto a prueba a tal punto, esto debe tener algún sentido tengo el presentimiento, no lo puedo formular de otra manera, como que algo me está esperando, como si se esperara algo de mí, como si yo estuviese destinado para algo”. Y prestemos atención a esto que agrega… Entonces me sentí más aliviado, y nadie me hubiese comprendido mejor que el buen Paul Po-
10 lak y le conté de la muerte de mis padres, de mi hermano y de Tilly. Me acuerdo que, de repente, comencé a llorar y le dije: Paul, a decir verdad, cuando a uno le suceden tantas cosas, cuando uno es puesto a prueba a tal punto, esto debe tener algún sentido tengo el presentimiento, no lo puedo formular de otra manera, como que algo me está esperando, como si se esperara algo de mí, como si yo estuviese destinado para algo”. Y prestemos atención a esto que agrega… Entonces me sentí más aliviado, y nadie me hubiese comprendido mejor que el buen Paul Polak, aun permaneciendo en silencio. El dictado catártico en el que estas tres taquígrafas se turnaban para seguirlo se realizó en una habitación sin calefacción con pocos muebles y ventanas cubiertas por cartón en vez de vidrios. Viktor lo recuerda diciendo: “Caminaba por la habitación dictando. De vez en cuando, aún me visualizo a mí mismo, me dejaba caer exhausto en un sillón y rompía en llanto. Tan emocionado estaba por mis propios pensamientos, que frecuentemente me sobrevenían con una dolorosa claridad”. El silencio comprensivo, la dolorosa claridad. Sutiles y profundas palabras que describen la sensibilidad de este hombre doliente. En ese ambiente interior va naciendo este libro que muestra aspectos bastantes frecuentes de la vida del ser humano. Y es que todo viene más o menos bien y de repente todo cambia. La vida puede cambiar rápidamente, bruscamente y en instantes llamarnos a situaciones impensadas. Algunas intensamente alegres, otras impensablemente trágicas. La palabra Logoterapia, logos esta tomado en su acepción “sentido” y terapia como “cuidado” (la logoterapia podríamos definirla como la terapéutica mediante el logos)
capta rápidamente esto ¿Qué cosa? Que no es fácil cuidar de la vida. En las primeras publicaciones el libro consistía solamente en las experiencias del prisionero 119.104. Luego por sugerencia del prestigioso profesor de psicología de la Universidad de Harvard Gordon W Allport, agrega una segunda parte teórica. Este complemento entre lo teórico y lo vivencial tornan a este libro uno de los diez libros más influyentes de la historia. Y en la lectura reflexiva sobre el mismo, podemos percatarnos de lo que muchas críticas coincidían. Frankl escribe como un hombre que vive tal como escribe. Como existente el hombre posiblemente siempre oscilo entre la búsqueda y la desesperación. Y existe algo que desorganiza esa búsqueda, en tiempo y espacio, ya que toca la intimidad del hombre en su estructura vital y psíquica. Ese algo se llama dolor. Ya sea el dolor corporal o el dolor anímico. Y la vivencia del dolor es el sufrimiento, donde experimentamos el aislamiento de nuestra existencia. Esto nos remite nuevamente al libro “El hombre en busca de sentido”. Específicamente en el monologo al amanecer. Allí Frankl describe el dolor anímico en ese monólogo al amanecer. Mientras trabajaba en el campo debatía con él mismo. En uno de esos momentos frente a una lenta agonía y en una última protesta contra la inexorable muerte inminente. Levante la mirada y divisa en una franja lejana frente aquel paisaje gris en Baviera, alguien que enciende una tenue luz. La luz se queda fija en el horizonte como si alguien la hubiera pintado: y la luz brilló en medio de la oscuridad. Esa experiencia actualizo en Frankl un hecho antropológico fundamental del existir humano. Ese hecho antropológico fundamental es la autotrascendencia. El exis-
11 tir siempre hace referencia a algo que no es ese mismo existir, a algo o a alguien. Por lo tanto el hombre no llega a ser realmente hombre sino se entrega. Y en esa entrega autotrascendente el dolor puede volverse claro, tolerable, soportable. Es así que comprendemos lo fundamental del análisis de la existencial. Frankl comenzó considerando que su teoría como análisis existencial. Poco después acuño el término logoterapia y durante años bautizo su sistema como logoterapia y análisis existencial. Ambas denominaciones fueron usadas casi indistintamente, aunque Frankl utiliza análisis existencial para referirse a la antropología (el concepto de hombre) y a sus cimientos Filosóficos. Y logoterapia para la teoría y la práctica psicoterapéutica (o sea los métodos y las técnicas). Con el tiempo acabo usando primordialmente logoterapia para hablar de todo el conjunto. Solo a partir de estos cimientos filosóficos y antropológicos, que este curso invita a conocerlos a investigarlos y aprenderlos, podremos comprender cual es el presupuesto ontológico que Frankl plantea. Cuál será la condición del existir humano. Que fue lo que intuyo en la mirada contemplativa de esa luz en el gris y frio horizonte Bávaro en medio de aquel campo por ejemplo. No entenderemos la frustración expresada en ese intenso dolor anímico si primero no entendemos su motivación. Que es lo que el hombre quiere supremamente. Esa luz es la expresión de una voluntad con sentido. Y lo que se percibe siempre al hallar un sentido es,sobre el trasfondo de la realidad, una posibilidad. A veces queridos amigos el hombre necesita escuchar, saber, intuir, presentir, simplemente una posibilidad. La posibilidad de transformar de una o de otra manera la realidad.
Hemos tenido la posibilidad de realizar un trabajo junto a un equipo, donde comprobamos la imperiosa necesidad en los jóvenes, en nuestros jóvenes bolivarenses de posibilidades. Este es el hambre existencial del momento. Ese trabajo fue presentado en el último congreso latinoamericano de logoterapia y análisis existencial organizado por el CLAE: El sentido como herramienta. Sobre una muestra de 556 alumnos de diferentes colegios, jóvenes entre 12 y 18 años durante el tiempo libre 328 jóvenes miran televisión, 398 jóvenes utilizan la computadora para jugar y solo 106 jóvenes realizan alguna actividad vinculada con lo artístico. Además entre otros parámetros alarmantes 485 jóvenes consumen bebidas alcohólicas que generalmente el consumo se realiza en el hogar (322 jóvenes). Tendremos que agilizar nuestras neuronas como educadores para estimular a nuestros jóvenes y así encuentren como llenar ese tiempo libre de otra manera. Y convencerlos que son valiosos en si mismos. La neurosis colectiva que alertaba ya Frankl y que continúa caracterizando la actualidad comprende cuatro síntomas: 1- Actitud provisional ante la existencia: El hombre de hoy esta acostumbrado a vivir al día y para el día. 2- Una postura fatalista ante la vida: el que adopta una postura fatalista se dice a sí mismo: eso no sería posible en absoluto.
3- Pensamiento colectivista: el hombre de hoy quiere desaparecer en medio de la masa, renuncia a sí.
4- Y por ultimo el Fanatismo, hace caso omiso de la personalidad del otro, de quien piensa de manera distinta.
12 En este sentido la educación juega un rol fundamental. El profesor no puede dar significados a sus alumnos, los valores y el sentido no pueden enseñarse. Lo que si pueden brindar, es ejemplo existencial de compromiso con esta búsqueda de la verdad. Para ello, hay que renunciar a la trasmisión de valores. La educación no puede imponer valores sino promover la capacidad de valorar. Y como se promueve la capacidad de valorar apelando a lo trascendental. Que relación existe entre sentido y valores: los sentidos están unidos, vinculados a situaciones únicas y propias de cada persona. Pero hay universales en el mundo del sentido, es lo que llamamos valores. Y como dice Frankl el peligro esta en una postura nihilista que hoy asume la expresión del “nada mas que…”. Las teorías que ven el hombre nada más que un producto de la herencia y el ambiente, se apoyan en una antropología reductiva y reducir en lo humano, es deshumanizar. El docente, el profesor deberá cultivar un espíritu crítico para ser cuidadoso porque la educación es ambigua. Así se puede orientar la tarea a la humanización o a la deshumanización. Esto me recuerda una anécdota de frankl, el solía explicar que cuando se esta enseñando o predicando que el hombre o la existencia humana se pueda solo explicar en términos de un modelo mecánico o como dice Allport el modelo rata, entonces no debemos sorprendernos cuando la gente se comporta como autómatas. Y recordaba la historia de un hombre en Viena, que quería entrenar a su loro para que lo llame papi. El loro no lo hacia. Para castigarlo lo enjaulo toda la noche en el gallinero. En la mañana encontró todos los pollitos muertos. Vi que al único que quedaba vivo, lo estaba picoteando chillando… dime papi dime papi. Se comportaba tal como le hab-
ía enseñado a hacerlo se amo. Para terminar este breve pantallazo sobre la educación, no debemos olvidar que el encuentro entre docente y alumno no tiene como finalidad la relación interpersonal sino la apertura al mundo para su conocimiento. De ahí que la educación no puede ser meramente subjetiva sino dialógica. Se da en el dialogo, que significa juntos a través del logos en dirección al mundo que es transubjetivo. La realidad adquiere a través de la apropiación del conocimiento un nuevo modo de ser en el interior del hombre. La logoterapia permite ir mas allá de. En mi caso como psicólogo al escuchar un paciente y analizar intento captar en la enfermedad lo humano de esa persona que sufre. La logoterapia me permite complementar los conocimientos psicopatológicos con los conocimientos existenciales. Por que así como puede ser de peligroso un psicoanalista que no tenga en cuanta lo que Frankl nos plantea. También puede resultar peligroso un logoterapeuta que no tenga un profundo conocimiento psicoanalítico. Y así como Frankl explicaba refiriéndose al ojo, la autotrascendencia. El solía decir: ocurre lo mismo que con el ojo, que no es capaz de ejercer su misión de ver el mundo sino en la medida que no se ve a sí mismo ¿Cuándo ve el ojo algo de sí mismo? Únicamente cuando está enfermo: cuando padezco de cataratas y veo una nube, o cuando padezco de glaucoma y veo alrededor una fuente de luz con los colores del arco iris, entonces mi ojo ve algo de sí mismo, entonces mi ojo percibe su propia enfermedad. Pero en esa misma medida se ha trastornado mi capacidad de visión. Algo similar ocurre cuando buscamos comprender a nuestros pacientes. Comprender implica ponerse al servicio de otro. Y esto
13 permite entender que solo llegaremos a formarnos en esto si estamos en condiciones de poder sufrir. Dostoyevski decía: sólo tenía miedo de una cosa, de no ser digno de sus padecimientos. Frente a esto el dolor es una buena automedida, no estoy proponiendo buscar sufrir, sino que comprender en cierta medida implica aprender (y aquí la importancia de la formación pedagógica) a transitar la intensidad de mi dolor en el autentico silencio autotrascendente y poder sentir esa dolorosa claridad que le da sentido a la vida. Esta automedida por mi llamada no es más ni menos que autoconocimiento existencial. Un autoconocimiento que no niega los condicionamientos biopsicologicos y que tiene en cuanta aquello que Frankl menciona en el siguiente sentido: Lo mismo que existe la verdad a pesar de la enfermedad así también existe el sufrimiento a pesar de la salud. Lo primero lo olvida el psicologismo, lo último lo pasa por alto el por mí llamado patologismo. Cuando tratamos de comprender a una persona, la logoterapia nos advierte de lo fundamental que resulta, distinguir entre lo simplemente humano y lo propiamente enfermo. El patologismo así llamado por Viktor no hace esta distinción. Quisiera ir finalizando este aporte, recordando los últimos momentos de la vida de Frankl. Una tarde como de costumbre estaba viendo las noticias por la televisión eran las siete y media del 11 de abril de 1990. Elly estaba en la cocina y de repente Viktor la llamó con urgencia: -Elly! Elly! Ven! Ella se acerco y él le dijo estas tres palabras: -Elly, estoy ciego. Inmediatamente tomaron un taxi para el hospital y allí lo trataron. Solo le quedaba un poco de visión, había perdido totalmen-
te la visión de un ojo y la poco que le quedaba del otro era únicamente periférica. Vivió con ello durante casi 8 años y fue muy duro para ambos. Elly tenia que leerle todas las cosas, hasta cinco horas al día, y a veces se quedaba sin voz. Katja y Alexander sus nietos se ofrecían a leerle pero el decía: -Elly, me he acostumbrado a tu voz. Elly cerraba los ojos y se decía: imagínate sólo que esto me hubiera pasado a mí. Pero viktor vivía todo aquello que decía y nunca se quejó de su ceguera, ni una sola vez. A mediados de la década de los noventa, Viktor estuvo ingresando en hospitales en diversas ocasiones aquejado de síntomas preocupantes – dolor en el pecho, dificultades respiratorias etc.- y en todas las ocasiones tenia siempre el oxigeno a mano. Harald Mori un medico que había hecho amistad con Frankl lo atendió en numerosas situaciones. Una crisis tuvo lugar en 1995, lo habían llamado pidiéndole ayuda urgente. Cuando Mori llego hallaron a Viktor en estado grave, con un edema pulmonar. Le administraron oxigeno y medicación hasta que llego el servicio de urgencias. Estabilizaron la situación y llevaron a Viktor al hospital. Por fortuna la intervención médica consiguió que Viktor se recuperara e incluso pudiera seguir con su trabajo. En 1997 tuvo otra urgencia médica, el corazón de Viktor se estaba agotando y su fallecimiento parecía inminente. Los médicos le consultaron a el y a Elly y Viktor decidió someterse a un bypass a pesar de tener 92 años. Cuando se acercaba el momento en que Viktor iba a ser objeto de la operación de corazón a la que tanto el como los demás sabían que probablemente no sobreviviría, Elly se encontraba junto a la camilla en la que yacía. Al acercarse su despedida, Vik-
14 tor dijo: -Elly te he dedicado uno de mis libros y lo he escondido en casa. Allí lo encontraras. Cuando Viktor le indico que se aproximara, ella se inclino para que el pudiera susurrarle al oído casi sus últimas palabras: -Quiero darte las gracias una vez mas, Elly, por todo lo que has hecho por mi a lo largo de tu vida. Viktor sobrevivió a la operación, pero no volvió a recuperar la conciencia. Estuvo durante tres días en cuidados intensivos con Elly a su lado. El martes 2 de septiembre de 1997, Viktor murió en paz. La noticia de su muerte dio la vuelta al mundo aunque apenas fuera difundida tras la horrible muerte de la princesa Diana. (Había muerto dos días antes en Paris en un accidente y gran parte del mundo estaba paralizado por la tragedia). Posteriormente 3 días después de la muerte de Viktor, murió en Calcuta la Madre Teresa a la edad de 87 años. El fallecimiento de Viktor quedo eclipsado por las muertes de esas dos mujeres, ambas mucho mas famosas que él. Justo después de su muerte, Elly buscó al volver a casa el libro. No estaba en ningún sitio y ella se sentía frustrada. Ella estaba convencida de que el libro estaba en algún lugar del piso, tal como él le había indicado. Finalmente dio con el libro cuando no lo
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l 15 de abril de 1935, los representantes diferentes países, se reunieron en la Casa Blanca (Washington), y firmaron el “Acuerdo Roerich de la Paz”. Como parte de ese acuerdo, fue creada la “Bandera Internacional de la Paz”, aceptada por la mayoría del os países de América en 1936. En 1937, el Acuerdo fue refrendado por la totalidad de los países que integraban la Liga
estaba buscando. Viktor estaba profundamente familiarizado con la rutina de Elly en la casa. Cada tanto Elly sacaba los libros atesorados de la estantería contigua al escritorio de Viktor, donde el colocaba todas las ediciones en diferentes lenguas de sus libros. Parece ser que dio por sentado que ella seguiría sacando el polvo incluso después de que él no estuviera. Y así lo hizo ella. Cuando Elly saco cada una de las hileras de libros para sacarles el polvo, detrás de un estante con las ediciones de EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO, había un libro fuera de lugar, aunque podía haber sido empujado sin querer detrás de los otros, pero era una copia de su Homo Patiens (que significa El hombre que sufre de 1950). En este ejemplar, al igual que en otros, tras las páginas del titulo y del copiright, había una página de dedicatoria en blanco, de no ser por una palabra Elly. Cuando abrió el libro, se descubrió el misterio: ese era el libro que Viktor había dejado especialmente para ella. Las palabras solo son quizás comprensibles para aquellos que conocían bien la caligrafía de Viktor. Esas palabras fueron: Para Elly: Que consiguió convertir a un hombre que sufría en un hombre que amaba. Viktor.
de las Naciones, precursora de la Organización de las Naciones Unidas. Posteriormente, en 1977, también fue aceptado por el Bloque de los Países Comunistas. El Acuerdo Roerich tiene por intención preservar el acervo cultural de la Humanidad, y lleva su nombre en referencia al ruso Nicholas Konstantín Roerich, ilustre artista y activista defensor de la cul-
15 tura y el arte, postulado incluso para el Premio Nobel de la Paz. Él mismo diseñó la bandera, diseño que se constituye en tres esferas en color magenta que se disponen conformando un triángulo con el vértice hacia arriba, sobre un fondo blanco. Estas esferas representan la Ciencia, el Arte y la Espiritualidad, rodeadas por un círculo que representa la Cultura como síntesis de las otras tres. Aparentemente, este símbolo ya aparecía en pinturas rupestres del Paleolítico, hace 9 mil años. El diseño también pretende representar el respeto por la diversidad cultural (de allí las tres esferas y el círculo) o la “unidad en la diversidad” y el respeto por todas las creencias. Los países adherentes al Acuerdo Roerich, se comprometen al desarrollo y protección de la cultura en todas sus
formas y el respeto de las diferencias, y celebran en el mes de abril la creación de una bandera que no representa política, credo o ideología alguna, salva aquella que sostiene la Paz Universal. En el marco de estas celebraciones, la Ciudad de Buenos Aires fue escenario del acto por el 80º aniversario de la creación de la bandera de la paz, organizado en la Plaza de mayo, frente a la Catedral Metropolitana, convocando al público bajo la consigna “¡Sumate a la Paz!” Entre otras atracciones, el evento central estuvo organizado por GENERARTE. Con la participación especial de los artistas Sandra Mihanovich y Alejandro Lerner, y el coro Jóvenes encantan Buenos Aires, Chacho Garabal y Domingo Romano entonaron una vez más el himno “Sembradores del Encuentro” , , canción que identifica el programa patrocinado por SS.Francisco
GENERARTE presente con Domingo Romano, Juanita Pueyrredón, Andrea Mango y Chacho Garabal, en la foto con Alejandro Lerner y Sandra Mihanovich
ADHESIÓN CAVEF
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¿PODEMOS COMUNICAR LA PAZ? Por Dra. Patricia María Nigro Mail de contacto: nigropatricia@gmail.com
“M
i paz les dejo, mi paz les doy”, dice Jesús a sus discípulos. Shalom, dice el pueblo judío. Paz. Una palabra tan pequeñita… y tan grande. Me pregunto si es posible comunicar la paz. Aunque habría que aclarar, en primer lugar, que hay muchos tipos de paz: la paz interior (no estoy batallando conmigo mismo), la paz en el matrimonio y en la familia; la paz en el barrio en que vivo; la paz en nuestro país y, finalmente, en el mundo. He aplicado un criterio espacial o geográfico para mirar la paz desde diferentes ángulos. En el fondo, creo que es también un criterio teleológico. De la paz interior a la paz en el mundo. Del individuo al orbe. Creo que, a la manera en que proceden los buenos tesistas, empezaría por preguntarme qué NO es la paz (usando el camino inverso: desde el mundo al individuo) para luego esbozar algunas ideas de cómo podríamos comunicarla. Esto NO es la paz La paz no es invadir un país pequeño y llenarlo de soldados que van a matar o a morir para defenderla. La paz no pertenece solo a una nación o a sus gobernantes que creen en el mito de Superman y se arrogan el papel de salvadores del mundo. La paz no es arrasar sin respeto la tierra ajena por “causas humanitarias”. La paz no es colocar bases militares en
otras tierras. La paz no es, para alcanzar un objetivo, la aceptación de los “daños colaterales” (o sea, de miles de vidas humanas). La paz no es usar las otras patrias para probar remedios que no les daría a mis compatriotas. La paz no es gastar millones en armas y migajas en alimentos, salud, educación. La paz no es creer que el que no piensa como yo es necesariamente mi enemigo. La paz no es negar los derechos fundamentales de la persona en casa, en el trabajo, en la calle, en las oficinas públicas, en los espacios políticos. La paz no es creer que las leyes que aplican para todos no aplican para mí. La paz no es robar el tiempo del otro (lo único que tenemos en esta vida y cuya cantidad nos es desconocida). La paz no es abandonar a los que nos necesitan. La paz no es destruir una familia o destruir las familias. La paz no es humillar, maltratar, psicológica y físicamente, a otro. La paz no es la cavilación y la duda torturante, no es el autoengaño, no es el proclamarse inocente de culpa y cargo, no es creer ser feliz a costa del dolor de los demás. Podría continuar pero me quedo aquí y bosquejo algunas ideas sobre lo que SÍ es la paz.
17 Qué es la paz La paz es una forma de saludo antiquísima: Shalom. Te doy la paz. Te saludo. Te reconozco ser humano. Te deseo la salud y no el sufrimiento. La paz es el diálogo que respeta, que valora, que acepta la diferencia y se enriquece con ella. La paz es ponerse en los zapatos del otro. La paz es el regalo que le hago a mi prójimo para estar yo también en paz. La paz no la hacen los gobiernos sino los pueblos. La paz es el placer de servir a los otros, como diría la poetisa chilena, Gabriela Mistral. La paz es el comercio justo, la justicia justa, la política justa, los gobiernos justos, los castigos justos, las personas justas. ¿Comunicar la paz? Se puede exigir la paz, demandarla, pedirla, rogar por ella. Sacrificar lo que sea necesario. Hacer lo imposible por conseguirla. Pero la clave está en que la paz no se comunica con palabras sino con acciones. Nadie quiere ya que se hable de la paz y no se haga algo al respecto. “Hagan las paces”, dicen los padres a los chicos cuando dos hermanos se pelearon. Y está muy bien. Porque la paz se hace, se construye. Y uno la siente y la respira con alivio. Desde el primer acto de cortesía, el saludo, hasta el gesto de amor más grande, dar la vida por otro, todos ellos comunican la paz. Los actos justos, los actos generosos, los actos de humildad, los actos de paciencia, los actos de escucha, los actos de consuelo, comunican la paz. La justicia y la libertad son la base de la paz. Pero en lo concreto, en lo tangible, no en el discurso vano, en las frivolidades, en las mentiras, en los prejuicios.
Podemos comunicar la paz cuando le permitimos el paso al automovilista que quiere se desespera por llegar primero, podemos comunicar la paz cuando aceptamos ir a un lugar al que nuestra familiaelige, aunque no nos guste, podemos comunicar la paz cuando ofrecemos nuestro tiempo por los otros, por los conocidos antes que nada y por los desconocidos también. Porque muchos creen en que la paz se hace lejos. Que hay que irse al África o a Medio Oriente. La paz empieza por casa. Por la forma en que nos hablamos. Por el modo en que nos tratamos. Si no podemos comunicar la paz en nuestras familias, ¿cómo se la llevaremos al mundo? Los pueblos no quieren la guerra. Las madres nunca quieren la muerte de sus hijos. Nada vale más que la vida. La guerra es el negocio de los poderosos, de los inmorales que lucran con el dolor ajeno, delos que se quedan con lo que no es suyo, delos que atropellan y matan, de los que insultan y dañan. Podemos comunicar la paz con acciones. Sin palabras. Con actos de respeto a nuestros semejantes.
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LOS VALORES DE SAN MARTÍN, ANALIZADOS EN UN LIBRO Por MDZ Cultura & Ciencia 1º de mayo de 2015
L
a historiadora mendocina Fabiana Mastrángelo, residente en Buenos Aires, presentó en la Feria Internacional del Libro su más reciente trabajo, Valores humanos de José de San Marín, su misión americana, en el que, mediante la logoterapia, el enfoque axiológico de Viktor Frankl, profundiza en la figura del héroe americano. El libro, publicado mediante un subsidio del Fondo Provincial de la Cultura, está dividido en dos partes. En la primera, Mastrángelo se centra en el análisis de los valores de San Martín en las distintas etapas de su vida, mientras que la segunda parte es un aporte para el trabajo en el aula de los valores a partir de este libro como así también de la figura de otros personajes históricos. También contiene un esquema de las tres etapas en la vida de San Martín delimitadas por la autora, la primera al servicio gobierno español, la segunda al servicio de la independencia la tercera, en la que hace uso de lo que enunció como el “derecho a disponer de mi vejez”. A propósito de este nuevo libro de la Mastrángelo, MDZ Online dialogó con ella en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. “La figura de San Martín es muy importante para rescatar sus valores, entre otras cosas porque es un personaje que no
http://www.mdzol.com genera contradicciones”, comenzó diciendo Mastrángelo, y luego agregó: “Me parece que hay mucho para trasmitir y para sacar de las nuevas generaciones a partir de cómo San Martín llevó adelante la obra. Yo admiro mucho su obra, cómo es coherente con lo que dice y cómo la lleva adelante. Según el enfoque axiológico de Viktor Frankl, la logoterapia, hay tres tipos de valores. Los creadores, que son los que tienen que ver con el mundo profesional, en el caso de San Martín, la gesta libertadora, la creación del Ejército de los Andes. Después están los valores vivenciales, que tienen que ver con su mundo íntimo, la relación con su hija, la relación con su hermana, a quien le deja una pensión a pesar de que no la veía desde hace años, también la relación con los subalternos. Y por último, los valores de actitud, que son los que tienen que ver con la aceptación de las situaciones límites, por ejemplo, su enfermedad y con cuando se da cuenta de la realidad en Guayaquil, de la superioridad de condiciones en la que estaba Bolívar, que venía vencedor y estaba apoyado por los países, y él acepta eso. Este libro también tiene una aplicación educativa, pero no desde la teoría del deber ser, sino desde la teoría de la vivencia del valor, de cómo practicó el valor creador, todo lo que tuvo que hacer para llevar adelante la misión.
19 En contraposición a esto del “deber ser”, muy propio del enfoque mitrista, donde había una suerte de imposición de un modelo a imitar, ¿cuál es la imagen actual de San Martín? La imagen de San Martín ahora debería ser la imagen de una persona que lucha por la unidad. Él tenía la idea de la patria americana, nunca pensó en países divididos, y aunque ahora somos países independientes, puede servirnos para pensar en una unidad como país y una unidad como región. También lo tenemos que ver desde el desapego del poder, que por ahí no se ha hablado mucho de eso, pero en Chile le da el poder a O’Higgins, en Perú le da el poder a Bolívar. Era un hombre que usaba el poder en forma funcional en la medida en que a él le servía para su misión, pero no por el poder en sí, y eso es un valor a rescatar. También está el cómo lleva adelante y a la práctica las ideas, la concreción de las ideas, y en qué poco tiempo, porque en once años hace la obra. Obviamente, eran otras épocas, se ejercía el poder con mayor fuerza, de la democracia recién se comenzaba a hablaren Europa. Otra cosa interesante en San Martín, que yo lo he visto en sus cartas que están en el Archivo Hstórico de Mendoza, es cómo él quería crear consciencia en la población, porque se daba cuenta de que no era solamente con las armas, que hacer que la gente luchara por la independencia. Recordemos que él llega a Mendoza en 1814 y hacía muy poco de la asamblea que había aprobado el Himno y la Escarapela, entonces la gente no tenía consciencia de un país independiente y una patria nueva, por eso él obligaba a las maestras a que todos los jueves llevaran a la plaza a los niños a cantar el Himno. Él decía que la libertad de un pueblo se produce por la educación, y este es otro elemento que hoy habría que mirar, porque
tal vez hay una concepción muy militar de San Martín, y toda la parte de derechos, cultura y educación no se ha tenido tan en cuenta. Él decía que la libertad de un pueblo se construye con la educación y la cultura, pero en esas circunstancias en que España no aceptaba la independencia de estos pueblos, había que tomar las armas. Retomemos algo que dijiste al principio, aquello de que no es un personaje conflictivo, sin embargo, hay puntos en cuestión, como cuando desde el exilio lega su sable a Rosas. Creo que ahí lo que estaba afirmando era le independencia de la Confederación Argentina. Cuando él estaba en Europa, en el aspecto diplomático trata de consolidar las independencias, y recordemos que en Europa después viene el período de la restauración monárquica, entonces era una forma de afirmar esto, y quizá no lo miraba desde el punto de vista de las luchas internas, no validaba a federales ni unitarios, sino que dejaba el sable en quien en ese momento estaba a cargo del país y que, a su modo, había defendido a la Argentina del bloqueo. Creo que así como San Martín pidió que su corazón descansara en Buenos Aires, en ese momento estaba pensando en dónde estaba su obra. En ese momento estaba Rosas, y él veía cómo las potencias querían invadir, entonces creo que es un baluarte de dónde veía él que estaba su obra.
Nota tomada de MDZ ON LINE, publicada el 1º de mayo de 2015 (06.30 Hs) en: http://www.mdzol.com/nota/603078los-valores-de-san-martin-analizadosen-un-libro/
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BASTA DE PENSAR Por Dr Claudio César GARCIA PINTOS Mail de contacto: cavef@yahoo.com
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abitualmente recibimos la consulta de aquellos que, sufriendo de circunstancias cotidianas, esperan de nosotros recetas que mágicamente les resuelvan esos problemas. En la dinámica de la cultura actual, muchos de ellos preguntan “qué puedo tomar”, expresión de un tiempo que denomino “cultura Popeye”, haciendo alusión al personaje de historieta que, tomando espinaca, cobraba una fuerza espectacular. Esa musculatura poderosa le permitía entonces vencer al bravucón Brutus, y recuperar el amor de su amada novia Olivia. Esta verdadera cultura, se inspira en la idea de que la fuerza viene “de afuera hacia adentro” y con formato de “lata de espinaca” O su equivalente actual: lata de cerveza, blíster de psicofármacos, botella de bebida energizante, etc. Rollo May (1909-1994), supo alertar hace ya muchos años, que, para la gente, era más fácil “hacer que ser”, definición que va en sintonía con esta cultura que describo. No es sencillo convencerlos que, la fuerza de Popeye, no provenía de su lata de espinacas. Ese vigor excepcional, y ese coraje que lo hacía capaz de envalentonarse delante del temible Brutus, provenía de “adentro hacia afuera”, le era propio, y se correspondía con el amor que sentía por Olivia. Porque ese valor (amor por Olivia) le
otorgaba sentido al esfuerzo y a la audacia de intentarlo, trascendiendo sus limitaciones aparentes, proyectándolo a la conquista (o la defensa) de lo amado. Popeye no necesitaba de nada de afuera, porque adentro, lo tenía en suficiencia. Claro está, la imagen de “Popeye, el marino” y su emblemática lata de espinaca, puede ser mucho más didáctica y efectiva, al momento de convencerlos, que, apelar a la definición frankliana de que “la persona es insummabile”, como nos lo explica en sus diez tesis. Ahora bien, si pasamos el primer escalón que nos libera de darle respuesta a la pregunta de “qué puedo tomar”, y lo redireccionamos a confiar en sus propios recursos personales, aparecerá un segundo interrogante: “qué puedo hacer” Un joven me consultaba sobre su dificultad para conciliar el sueño, entre otras dificultades cotidianas. “Tengo problemas para conciliar el sueño, y cuando no puedo dormirme, hago un gran esfuerzo para lograrlo, pero todo se complica y el sueño se aleja cada vez más”, comentaba con una gran frustración. “Llega un momento en el cual ya desisto de dormir y me levanto a ver una película, leer, tomar algo… ya está, me quedo despierto”. Al consultarle a qué se refería con “hago un
21 gran esfuerzo para lograrlo”, responde cosas tales como “me digo permanentemente tengo que dormir tengo que dormir, tengo que dormir…”, o “pienso en todo lo que tengo que hacer el día siguiente, como si releyera mentalmente mi agenda, e imagino cuánto me costará hacerlo si no duermo lo suficiente”. Incluso agrega que “llega un punto en el cual voy siguiendo el reloj, contabilizando cada quince minutos, cuánto menos dormiría si me durmiera en ese momento… si me durmiera ahora dormiría cinco horas, si me durmiera ahora dormiría cuatro horas y tres cuartos, dormiría cuatro horas y media, y así… como intentando comprender que en tanto no me duerma, el tiempo que me queda hasta que suene el despertador es cada vez menor” Claramente comprendemos que, como estrategia, si la intención es dormirse, verdaderamente tiene destino de fracaso. Nadie dormiría apelando a este programa. Le explicamos que, si uno se pone a “contar ovejitas”, como lo hemos visto reflejado en muchos cuentos infantiles, nunca dormirá, porque esa actividad mental mantiene el sistema en alerta y, por ende, en vigilia, mientras permanezca contando. De tal modo, todos sus esfuerzos son equivalentes a “contar ovejitas”, y es por eso que no se duerme. Le indicamos que debe abstenerse de hacerlo y dejar que el sueño aparezca finalmente. Aquí también, la imagen de las ovejitas y su conteo, es más didáctica, aparentemente, que explicarle el principio de la hiperreflexión, que Frankl desarrolla maravillosamente bien. Y es probable que nos quedemos conformes con nuestra intervención. El joven se retira de la consulta con una propuesta nueva, y una respuesta a su pregunta: “Qué puedo hacer?: No debo pensar en que debo dormirme” Sin embargo, el problema subsiste. Este joven sigue manifestando sus dificultades,
aún afirmando que aplica aquella recomendación que le hemos dado. Se desmotiva porque, haga lo que haga, no hay resultados y parece condenado a no dormir nunca más. Volviendo sobre la situación, le pregunto cómo es que vive ese momento, y responde: “Llego de la facultad a la noche, ceno algo ligero para no irme a dormir con el estómago cargado, a una hora determinada me obligo a ir a la cama pensando en dormir al menos siete horas, me acuesto, apago la luz, y me digo… basta de pensar, basta de pensar, basta de pensar… Pero no hay caso, no puedo dormirme, no sé qué hacer, o qué debería tomar para lograrlo” ¡Claro está, sigue contando ovejitas! Y esto me permite reflexionar sobre nuestras intervenciones y hasta dónde son operativas. Veamos. Cuando una persona hiper-reflexiona, en parte tiene que ver con que ha encontrado en esa dinámica una estrategia que pretende defenderlo de algo que lo hace sufrir. De modo tal que, cuando sienta riesgo o perciba riesgo de alguna naturaleza, responderá hiper-reflexionando. Sería interesante explicarle a este joven que “pensar” no es algo malo en sí mismo, todo lo contrario. El tema es que, cuando algo bueno lo uso mal, puede provocar perjuicio. De modo que la propuesta es resguardar lo bueno (pensar) del mal uso. Le explicaría que el pensar es un recurso muy poderoso en él, muy apto, y que a veces cuando uno tiene un recurso tan vigoroso, sobrevalora su beneficio en desmedro de otros recursos, tanto o más efectivos, que pasan a ser olvidados o no aprovechados. Lo graficaría diciendo que, posiblemente, es como si se hubiera pegado en “pensar” una etiqueta con un código de barras, que lo destaca como “defensa”, y que al pasar por el inconsciente (que sería el lector del código de barras), lo detecta como defensa y lo ejecuta. Porque el inconsciente no discierne, solo lee el código. Y si lee que “es bueno”, lo ejecuta.
22 Le aclararía que “no se trata de basta de pensar”. Es más, si para él es un recurso de defensa y se sostiene en ese recurso, “basta de pensar” sería una consigna angustiante, le generaría más vulnerabilidad, lo haría sentir más inseguro y, al vivenciar todo esto, se vería compelido a disparar la hiper-reflexión para defenderse! No. Más bien la explicaría que se trata de actualizar otros recursos que tiene, como por ejemplo su imaginación. Puede imaginarse estar en una playa bonita, en una tarde soleada plácida, escuchando el ruido del mar… o podría disponerse a escuchar una música que le agrade y lo conecte con emociones plácidas… La idea es relajarse y esperar que llegue el sueño, olvidándose de lo que está esperando. Claro está, podría explicarle los conceptos de visualización o el de de-reflexión, que tan bien desarrolla Frankl, pero me parece que bajar su nivel conceptual de abstracción es mucho más operativo. Mucho más para alguien que hiper-reflexiona. Quiero decir, muchas veces nuestras intervenciones, sin llegar a ser iatrogénicas, se invalidan a sí mismas, al plantearse de manera abierta, ambigua. Cuando le digo a este joven que debe de-reflexionar o que su problema es la hiper-reflexión, desconociendo el alcance técnico del concepto (de hecho, no tiene obligación de conocer el concepto frankliano que yo utilizo), emito un mensaje abierto que él completará muy posiblemente de manera contradictoria. Y eso termina siendo contraproducente. No puedo decirle a una persona que hiperreflexiona, “basta de pensar”, porque exacerba precisamente el circuito que lo hace hiper-reflexionar. No puedo decirle a un paciente, que tiene manifestaciones de comportamientos compulsivos obsesivos compatibles con un TOC, porque posiblemente, “entre en duda”, sobre lo que le está pasando. Muchas
veces me cuestiono el hecho de no manejar lenguaje estrictamente técnico con mis pacientes, como veo que ocurre con otros colegas. Pacientes que llegan de otras consultas, hablan como si fueran colegas, describiendo sus propios historiales psicoterapéuticos. A veces, hasta intentan ponerle nombre técnico a alguna de mis intervenciones. Es entonces cuando me escuchan y rematan mi intervención diciendo “claro, es una introyección…”, o “es que el inconsciente se hace presente en todas nuestra elaboraciones conscientes…”, o “lo que pasa es que mis somatizaciones generan síntomas de peso orgánico”. Prefiero, de todos modos, hablarles de Popeye y Brutus, del lector del código de barras, de lo efectivo que puede ser escuchar tal música, sin apelar a explicaciones técnicas. Tal vez porque me resulta más efectivo, saber el concepto y olvidarme del concepto, para poder hablar como una persona, que habla con otra persona.
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ADOLESCENTES Y FINALIZACIÓN DE LA ESCOLARIDAD. ¿Tiene sentido la finalización de la escolaridad para los adolescentes? Por Dr Gastón DEL RIO Mail de contacto: gastonm.dr @ gmail.com
INTRODUCCIÓN
irrumpir y destrozar espacios públicos.
lo largo de nuestra vida vamos viviendo diferentes etapas, que se ven acompañadas por momentos específicos que nos indican que estamos atravesando un cambio. Para muchos adolescentes finalizar la escolaridad es el indicador del fin de una etapa. Siempre existieronrituales, costumbres y tradiciones que acompañaron el cambio de una etapa, variando ellos en función de la cultura y los tiempos en los que ocurrían.
La llegada de los meses de octubre, noviembre, diciembre, hace que muchos colegios no sepan qué hacer, cuestionándose qué les pasa a estos adolescentes que ese encuentra finalizando su escolaridad, terminando lo que tal vez han sido 13 años de formación en la misma escuela de un modo carente de sentido.
A
El motivo de este artículo es poder analizar uno de estos rituales actuales (no llega a ser una costumbre o tradición) que tienen los adolescentes al finalizar la escolaridad que se refiere a la despedida del secundario. Son varios padres, docentes, directivos que les gustaría poder encontrar alternativas para que lo vivan de un modo diferente, pues se preocupan por algunas de las formas que tienen los adolescentes para despedirse de su vida escolar. Lamentablemente, son muchos los adolescentes que se despiden de la escolaridad con conductas de excesos, violencia, agresión;rompiendo las instalaciones y/o inmediaciones del colegio, faltándoles el respeto a los docentes, pintando con grafitis o insultos las instalaciones del colegio, entre otras. Incluso algunos de los adolescentes que tienen estos comportamientos llegan a considerar que por el hecho de estar finalizando la escolaridad son impunes, llevándolos a romper viviendas, automóviles, cortando las calles,
Ante esta situación, surgen dos preguntas iniciales: ¿Por qué los adolescentes al finalizar su escolaridad tienen comportamientos destructivos carentes de sentido? Y ¿Cómo ayudar a los adolescentes a encontrar sentido de vida al finalizar su escolaridad? Intentaremos dar respuestas a estos interrogantes, reconociendo que pueden haber otros modos de entenderla y de estrategias de acompañamiento. CARACTERÍSTICAS DE LOS ADOLESCENTES Existen diferentes etapas de transición vital, siendo la finalización de la escolaridad una de ellas. Las etapas de transición vital tienen un riesgo que los caracteriza: la experiencia de la finitud de la existencia. La existencia personal sufre un cambio, que indica que ya no será del mismo modo. Estos momentos de transición vital suelen brindarnos un aspecto de la identidad que a veces no buscamos, y que ya no vamos a poder evitar, siendo parte de nuestra histo-
24 ria. Algunas situaciones de transición vital pueden ser el nacimiento de un hijo (me convierto en padre o madre), o bien el retiro jubilatorio (ahora me convierto un jubilado). Las etapas de transición vital nos hacen conectarnos con nuestro destino. FRANKL (1997) sostiene que el destino es aquello que se le presenta al hombre, son disposiciones a las que el hombre debe adoptar una actitud ante ella. “Las “disposiciones” representan el destino biológico del hombre mientras que la “situación” representa su destino sociológico. A estos dos factores hay que añadir, además, el destino psicológico, entendiendo por tal la actitud psíquica del hombre, en cuanto no es libre ni entraña una libra actitud espiritual”. En definitiva, la finalización de la escolaridad hace que los adolescentes deban afrontar su destino biológico, psicológico y sociocultural, ya que alcanzan una edad, con el suficiente desarrollo orgánico y madurativo para dejar la escolaridad, reconociendo que la sociedad impone que no se puede continuar en la escuela luego de un determinado tiempo. Entonces nos encontramos con la primera afirmación: los adolescentes deben adoptar una postura ante su destino. Con los adolescentes ocurre que al finalizar la escolaridad pasan a ser “egresados de una determinada institución”. La escuela es un ámbito que brinda identidad “Soy alumno de tal o cual colegio” suelen decir los estudiantes, así como ser egresado del colegio también imprime este carácter de identidad “Soy egresado de determinado colegio”.Sólo se puede finalizar la escolaridad en un único colegio, y eso ya será parte de su historia y existencia.
La escuela no sólo es un ámbito de referencia, sino que también es un ámbito de pertenencia, dador de identidad. Una de las tareas evolutivas propias de la adolescencia es la búsqueda de la identidad, poder encontrar y reconocer el quien soy. Esta búsqueda no se termina de realizar en este momento evolutivo, pero es una de las tareas que les exige mayor gasto de energía psíquica. Los adolescentes siempre sabían “lo que viene…” en su vida cotidiana (la mayoría de tenía certeza que en luego del periodo de vacaciones iban a retomar su actividad escolar). Sin embargo, se encuentran con la experiencia del límite, de la finitud de un aspecto de su vida al finalizar el colegio. Muchos se preguntan ¿Y ahora qué voy a hacer? La angustia por la incertidumbre del futuro, cuestiona además, su identidad, cuestionándose el ¿quién es? Esta experiencia de finitud, es un modo en que se manifiesta la angustia existencial por la muerte. La finalización del colegio es el fin de una etapa, que les despierta angustia a la mayoría de los adolescentes. Una angustia que la cultura actual intenta por todos lados adormecer, evitar: la conciencia de la finitud y la temporalidad. El finalizar una etapa trae aparejado que se deja de vivir de un determinado modo (cambian hábitos, rutinas, modos de vincularse, etc.). Parafraseando la expresión de Heidegger podemos decir que los adolescentes modifican su modo de “ser-en-elmundo”. Esta conciencia de finitud la hemos vivido todos en proyectos, vínculos, vacaciones, etc. Es algo ontológico de la existencia humana. La angustia de muerte o finitud es de naturaleza ontológica. Motivo por el cual podemos reconocer dos niveles de angustia: 1) Aquella que surge de la conciencia de la
25 incertidumbre de la propia vida y su finitud. Finalizar la escolaridad es encontrase con múltiples alternativas que pueden generar angustia. No es “salir al mundo” como algunas personas sostienen, porque los adolescentes ya son parte del mundo. Es enfrentarse con la incertidumbre de que hay que continuar eligiendo por dónde continuar realizando su proyecto de vida. Para muchos es la primera vez que toman conciencia de este aspecto de la existencia, ya que dejarán de contar con la escuela como ámbito de referencia dador de identidad. Dejar de ser estudiantes para pasar a ser egresados. Por un lado, este primer nivel de angustia nos permite tomar conciencia de la incertidumbre de la propia vida y finitud, pero por otro nos da la posibilidad de desplegar nuestros recursos personales para el cumplimiento de nuevas metas, proyectos, pudiendo vincularnos con nuestra existencia (y con otras personas) de un modo diferente. Podemos afirmar que la conciencia de la angustia ante la finitud nos permite reconocernos como un “ser-siendo”, en tanto se presentan múltiples alternativas para desplegarnos como personas. 2) El segundo nivel de angustia emerge por intentar negar o rechazar la primera. Esta es la angustia que la mayoría de los adolescentes de la que estamos haciendo referencia están viviendo. Muchos adolescentes al finalizar su escolaridad reciben mensajes como “tienes que tener las armas para enfrentar el mundo”o “deja que yo me encargo de defender lo que vos necesitas”, que tienen la finalidad de negar o rechazar la angustia antes descripta. Nos encontramos con adultos que les trasmiten a los adolescentes el mensaje que el mundo es hostil por un lado. Por otro lado, intentan evitar o negar la conciencia de la incertidumbre de la propia vi-
da y su finitud (todos en los distintos momentos evolutivos tenemos que enfrentarnos a esta angustia). Estas actitudes que tienen muchos adultos con los adolescentes que se encuentran finalizando la escolaridad es una especie de sobreprotección existencial, que se puede traducir en un mensaje como: “vamos a protegerlos de los aspectos de la existencia que no podemos manejar o controlar”. Huelga decir que la postura de sobreprotección existencial de muchos adultos para los adolescentes, reflejan la misma angustia (aunque se manifieste de otro modo) que tienen los adolescentes, ya que para muchos adultos (en especial los padres) la finalización de la escolaridad de sus hijos también les hace entrar en contacto con su destino (por ejemplo: mi hijo ya terminó el colegio, mis hijos están creciendo, ya tengo a mi hijo egresado, estoy envejeciendo). Algunas consecuencias de esta sobreprotección existencial son las posturas de quejas o el cuestionamiento de todo aquello indique un límite o se relacione con la finitud (decisiones de docentes, límites de las instituciones, etc.). Son muchos los padres que avalan los excesos de sus hijos al finalizar la escolaridad porque no saben cómo contactarse con la angustia existencial que viven. Otra de las consecuencias de estas posturas es que los límites quedan difusos, estando “todo permitido” en función de la conveniencia personal. Estos niveles de angustia nos llevan a reconocer la existencia de un tabú cultural a hablar de la muerte, porque hay una negación hacia la misma, lo cual hace que por momentos aludamos a ella de un modo indirecto. El reconocimiento de la finitud y de los niveles de angustia que genera nos lleva a realizar una nueva afirmación:es una necesidad aceptar la finitud.Los adolescen-
26 tes pueden elegir afrontar la angustia ante la finitud o negarla. El modo en que nos vinculemos con ella nos manifiesta el modo en que asumimos nuestra temporalidad. Parecería ser que el único tiempo que vale la pena ser vivido es el presente, sin considerar el pasado (la historia, lo vivido, lo compartido) o el futuro (el hacía dónde ir, qué tipo de persona buscamos ser). El valor del presente puede tener dos connotaciones. La primera (es la que se suele adoptar) indica que hay que vivirlo al máximo por temor a no poder “aprovecharlo” en su totalidad, o porque no queremos dejar de experimentar nada. Esta connotación es la que suelen adoptar muchos adolescentes (y adultos) viviendo con intensidad el presente por la angustia que puede generar el futuro. En segundo lugar, podemos observar la connotación positiva que tiene. En cada momento vamos muriendo permanentemente. No existen dos momentos iguales. Estas afirmaciones nos permiten reconocer que cada momento es único. El momento único lo podemos vivir con angustia (porque nunca más lo volveremos a tener) o con optimismo (reconociéndolo como la oportunidad para algo). El presente tiene valor en tanto reconocemos su unicidad y lo vemos como una oportunidad. Oportunidad para poder desplegar valores y encontrar sentido, pudiendo decidir del modo que nos permita llegar a “ser-aquello-que-podemos-ser”. Postura que muchos adolescentes no reconocen, lo cual se traduce en la angustia y en modos negativos de intentar elaborarla. Ante cada situación, los adolescentes pueden elegir no sólo como vivirla, pueden encontrar valores y sentido, y en su descubrimiento van eligiendo en qué persona convertirse. Cada decisión nos autoconfigura, nos permite ir acercándonos a aquella persona que queremos ser. Las decisiones tomadas a partir de valores, nos permiten encontrar sentido
de vida, y ello nos da identidad. Los adolescentes viven una crisis de identidad cuando están finalizando su escolaridad, pudiendo encontrar recursos para superarla a partir del descubrimiento de los sentidos situacionales que se les presentan. Por lo tanto, está en ellos vivir el presente como una oportunidad o como un momento que hay que exprimir al máximo para no conectarse con la angustia que genera. Considerando esta crisis de identidad, muchos adolescentes sienten el riesgo de creer que “no-han-sido”. El recibirse es el “haber -dejado-de-ser” y este finalizar la escolaridad se vive como una pérdida de identidad. Ese es un error, en tanto se los ayude a “no -haber-dejado-de-ser” dejando algo en la institución, más allá de un vínculo. Esta es otra manifestación de la angustia ante la finitud. Asumir que al egresarse dejan de vincularse con la escuela de un modo, pero aún pueden estar vinculados con esta aunque de otro modo. Los adolescentes buscan el modo de “seguir-siendo”, y los están encontrando son por medio de conductas destructivas, de actos que no promueven la pertenencia y el compartir, con comportamientos hedonistas y narcisistas (queriendo que todas las miradas estén puestas sobre ellos). Prefieren “seralguien-que-destruye” a “no-ser-nadie”. Motivo por el cual alcanzamos la cuarta afirmación: los adolescentes buscan modos que confirmen su identidad. La búsqueda de identidad y el reconocimiento de la finitud generan la angustia ante la imposibilidad de seguir siendo del mismo modo. Se les presentan nuevas situaciones a las que deben dar una respuesta, que ocurren en una cultura que posee algunas características específicas que influyen en el fenómeno que estamos describiendo.
27 Una de las características de la cultura actual es la promoción del hedonismo y el placer. El mensaje es “hay que hacer lo que quieras, lo que tengas ganas”. Llevando a que las personas, en especial los adolescentes, sean esclavos de las ganas. Muchos adolescentes encuentran el inconveniente cuando las ganas del otro, no se corresponde con las propias. Considerando esta característica, parecería ser que lo que nos motiva a vivir es la voluntad de placer o voluntad de poder. En segundo lugar, unido a lo anterior se vive en función de lo que se tiene ganas en el presente, que es algo fugaz. Todo tiene que ser rápido y ya. La novedad prima sobre el resto de la existencia. Parecía ser una carrera que nunca termina, porque siempre hay algo nuevo, algo que necesito tener. Lo fugaz no se traduce sólo a lo material, también se observa en lo afectivo (tengo que sentirme bien ahora, no importa cómo) y lo vincular (quiero estar con determinada persona ahora, no después). Un ejemplo de ello es el uso masivo de las redes sociales por parte de losadolescentes (por ejemplo instagram) en las cuáles la información posteada queda durante un lapso de tiempo y luego se borra. Una consecuencia de este rasgo es la falta de tolerancia a la espera. Paradójicamente, también se busca lo eterno, en el modo de evitar que pase el tiempo. Lo cual lleva a que todo cierre de etapa se viva con mayor angustia, haciendo que a los adolescentes les cueste más el paso de una etapa a otra.Finalizar el colegio es una pequeña muerte. En relación con este tema, pese a no estar de acuerdo con este rasgo cultural, es necesario destacar algo que se ha logrado en los últimos tiempos, que es resaltar el valor de lo eterno. Lo eterno en tanto evitar que el tiempo pase es una cosa. Lo positivo de ello es el reconocer que todas las decisiones son eternas y únicas, porque nunca más
vamos a encontrarnos en la misma situación para vivirlo. Mi decisión de ahora ya pasa a la eternidad de mi historia. Al elegir actuar de un determinado modo la persona se va autoconfigurando. Al elegir se excluyen múltiples alternativas. Por ejemplo los adolescentes finalizando la escolaridad, si eligen romper el colegio, están excluyendo todo el resto de las alternativas. Esto nos lleva a reconocer el valor que tiene ayudarlos a elegir otras opciones más significativas siendo una de las claves para abordar la problemática que estamos describiendo. Muchas veces el inconveniente surge porque parece “no haber otras alternativas”, porque nadie los ayuda a descubrirlas. Puede ocurrir que la angustia sea tan grande que haga que los adolescentes no puedan hacer buen uso de sus recursos para encontrar valores y sentido. Un aspecto que es distintivo dentro de la cultura adolescentes es el de querer destacarse de algún modo. Por ejemplo, respecto al cierre de la escolaridad, buscar hacer algo más o mejor que los egresados de otros años u colegios. Lo cual trae aparejado por momentos que cada vez sean más agresivos, violentos, carentes de sentido los rituales de finalización. El destacarse tiene la intención de no ser olvidados, de permanecer de algún modo en la memoria del colegio. En el fondo, es otra manifestación de este miedo a la muerte, de la finitud de su ser estudiante secundario. Podríamos afirmar que en este tipo de conductas se hacen presentes las palabras de Yalom (1984) “el miedo a la muerte es permanente y de tal modo que una parte de la propia energía vital se consume en la tarea de negar la muerte”. Los adolescentes buscan modos de negar la muerte, de “permanecer” en la memoria del colegio. Hasta aquí hemos intentando dar respuesta a la primera de las preguntas que era
28 por qué los adolescentes al finalizar su escolaridad tienen comportamiento destructivos carentes de sentido. Pasaremos a dar respuesta a la segunda de las preguntas ¿Cómo ayudar a los adolescentes a encontrar sentido de vida al finalizar su escolaridad? SENTIDO DE VIDA Y FINALIZACIÓN DE LA ESCOLARIDAD En primer lugar, es necesario recordar que el cierre de la escolaridad es algo que se da de un modo simultaneo, es ir un cerrando. La preparación de los adolescentes sobre cómo afrontar la finalización de la escolaridad es algo a abordar desde tiempos anteriores. La angustia existencial que sienten los adolescentes es algo normal y natural. La angustia ante la finitud no suele experimentarse de modo claramente consiente y reflexivo en un primer momento. El tomar conciencia de la finitud de la escolaridad es algo que genera angustia como se vino describiendo.La toma de conciencia de la finalización se va observando desde que reconocen como avanzan en su escolaridad y se instalan determinados eventos que son correspondientes al último año de colegio. Temas que se generan entre los temas de conversación a lo largo de la escolaridad, y en particular los últimos años (ejemplo de ello es el viaje de egresados, el buzo identificatorio, una fiesta final, etc.). El cierre de la escolaridad es un continuo, es algo que va ocurriendo e inevitablemente genera angustia.Es necesario resaltar que la angustia existencial no es algo que hay que resolver, negar o evitar. Lo que se debe hacer es intentar disolverla para aprender a convivir con ella. Para lo cual vamos a proponer algunas estrategias para poder acompañar a los adolescentes (y sus familias) en la transición y el duelo que implica la finalización de la escolaridad, pudiendo
disolver esta angustia. La conciencia de finitud, en tanto se la ve como algo existencial, ayuda a tener más conciencia del cuidado de uno mismo y la vida misma con las oportunidades y regalos que esta nos brinda. En caso de no verlo como algo existencial, se traduce en conductas de riesgo, violentas, carentes de sentido. En primer lugar, es necesario recordar lo que propone Viktor Frankl sobre la esencia de la existencia que es la: autotrascendencia. Lo propiamente humano es salir de si hacia otro. Recordar este principio logoterapeútico nos permitirá pensar estrategias para afrontar la angustia existencial. “La autotrascendenciamarca el hecho antropológico fundamental de que la existencia humana siempre apunta hacia algo que no es ella misma, hacia algo o hacia alguien; ya sea un sentido que haya que realizar o hacia otra existencia humana con la que ese encuentra” (FRANKL, 2003b). Muchos adolescentes sienten que “no-hansido” si no dejan algo en la institución que les indica la finalización de un momento de su existencia. Por lo tanto, una de las primeras estrategias que se puede aplicar es buscar junto con los adolescentes modos en que puedan ser recordados en la institución, permaneciendo de algún modo. La elaboración de algo creativo para el colegio, que pueda mantenerse en ella y representeexclusivamente a la camada que está finalizando. Algunas alternativas pueden ser: pintar un mural, plantar un árbol, tener una convivencia con los docentes, etc. Lo ideal es que esta propuesta sea acordada por ambas partes (dentro de lo que las posibilidades lo permitan). A los educadores se les sugiere pensar alternativas, para luego poder acordarlas con los adolescen-
29 tes. Se resalta que el objetivo de esta estrategia es promover la autotrascendencia de los adolescentes, pudieron brindar algo que tenga sentido para ellos en la institución (la violencia y la destrucción nunca tiene sentido), permitiendo afrontar la angustia existencial ante la finitud de este momento evolutivo. Por otro lado, un segundo modo de abordaje, es retomando y resaltando el valor de las tradiciones. Las tradiciones son parte de la existencia. Vemos que nos dice FRANKL (2003a) al respecto de la pérdida de las tradiciones: “La frustración existencia desempeña hoy día un papel más importante que nunca. Pensemos sólo cómo sufre el hombre actual no sólo por su progresiva pérdida de instinto, sino también por una pérdida de tradición: en ésta puede residir, al fin y al cabo, una de las causas de la frustración existencial. Sin embargo, vemos su efecto en el vacío interno y en la carencia de contenido, en el sentimiento de haber perdido el sentido de la existencia y el contenido de la vida, que entonces surge.” Las tradiciones nos ayudan a encontrar sentido de vida y a valorar los lugares de pertenencia. Hay una relación entre pertenecía y tradición. La tradición si uno la siente como propia, es porque se comparte con un lugar de pertenencia. Hoy en día hay muchos rituales adolescentes que intentan instalarse como tradiciones, pero carecen de sentido. Poder ir afinando la conciencia para que se reconozcan el valor de las tradiciones es un modo de ir reconociendo el valor que tiene aquello que nos da identidad. Esta tarea del reconocimiento de las tradiciones es algo que se empieza a gestar desde los primeros momentos de la
escolaridad. La pérdida de tradiciones (mejor dicho, del reconocimiento del valor de las mismas) nos ha llevado a que se reemplacen por rituales destructivos carentes de sentido. En síntesis, poder reconocer el valor de las tradiciones que están inmersas en el cierre de la escolaridad, aquellas que pueden ser dadoras de sentido, es un modo de contribuir a la disolución de la angustiaexistencial por la finitud. Cada uno de los rituales adolescentes propios de la finalización de la escolaridad (que ocupan los temas de conversación) son carentes de sentido, aunqueparecían ser dadores de identidad. Huelga decir, lo que tiene sentido da identidad, pero no necesariamente aquello que de identidad tiene sentido. La escuela dentro de sus funciones tiene la de ser un ámbito de pertenencia y contribuir a la socialización secundaria (últimamente también a la socialización primaria). Es un ámbito en el cual se contribuye a que la persona pueda desplegarse en su totalidad, y le encuentre sentido. Es esperable (y para ello muchos educadores dedican sus vidas a esta tarea) que sea un ámbito donde se realicen acciones que encaminen al encuentro de comunicación con otras personas, conformando una cultura que promueve y comunica la vida. La escuela pasaría a ser un ámbito donde se despliega la naturaleza humana en su totalidad, principalmente por medio de su autotrascendencia. La escuela es un ámbito de pertenencia, pero debería ser un ámbito de pertenencia participativa, donde cada uno de los miembros que la conforman pueda desplegar su humanidad. Para que esto ocurra, hay que darle oportunidad para reflexionar y descubrir que cada uno es parte necesaria del sistema, cuyo día a día reclama y requiere de cada una de las partes. Esto se podría aplicar a todos los miembros de la institución, reconociendo el valor de cada uno.
30 Pero considerando a los adolescentes que están finalizando la escolaridad, se pude reflexionar con ellos sobre el valor de la pertenencia, ya que en el fondo, no dejan de ser miembros de la comunidad. Pasan a ser egresados del colegio, por lo que su participación será diferente, pero no dejan de ser. Es un cambio que brinda identidad. Se trata de un pertenecía participativa. Al participar se es para alguien, desplegando su autotrascendencia ya que la existencia es dirigida hacia otros. La necesidad de pertenecer es la de sentirse “siendo-dealguien”, que al mismo tiempo permite “ser -para-alguien”. Los adolescentes están buscando autotrascender, siendo para alguien. Para lo cual otra estrategia que puede contribuir es generar espacios de compartir aspectos personales (experiencias, conocimientos, etc.) con los estudiantes de cursos inferiores, porque están autotrascendiendo. Un ejemplo son los modelos de padrinazgos con los cursos inferiores (los estudiantes del último año acompañan y se entrevistan con los del primer año para ayudarlos en su inserción al secundario).
de transición vital. Sin embargo, lo opuesto a la cultura hedonista, es la cultura del sentido. Podemos actuar por lo que nos de placer (o poder), o por lo que le dé sentido a nuestra vida e identidad. La cultura del sentido es responsabilidad de todos, en tanto promovamos el descubrimiento de valores y sentido.
CONCLUSIÓN
Familias: trabajando en conjunto con la escuela, ayudando a reconocer y valorar los límites, buscando acuerdos para ser coherentes.
A lo largo de este artículo hemos intentado dar una explicación y algunas alternativas sobre los adolescentes y sus modos de finalizar la escolaridad. Esta situación nos permite reconocer el aspecto existencial de la vida, que nos va planteado nuevos momentos, situaciones y que cada uno de nosotros debe dar respuesta a lo que nos toca vivir. El Bardo Thodol (libro tibetano de la vida y de la muerte) contempla que cada momento es tanto un nacimiento como una muerte. Los adolescentes que están finalizando la escolaridad y muchos adolescentes de su alrededor viven con angustia este aspecto existencial: la finitud. Resaltamos algunos rasgos culturales que influyen en el modo de transitar esta etapa
Cuando no le damos la posibilidad a los adolescentes de autotrascender, los condenamos a buscar modos de ser carentes de sentido, y por lo tanto, a una existencia sin sentido. Uno de los desafíos de la educación actual es promover espacios para que puedan autotrascender y de ese modo encontrar sentido de vida. Para ayudar a los adolescentes a trascurrir esta etapa de transición vital se requiere de la colaboración conjunta de: Institución: promoviendo un clima de encuentro, favoreciendo una cultura del sentido y de la paz. Docentes: con un compromiso activo, trasmitiendo su vocación, acompañando y apelando a los adolescentes en la búsqueda de sentido.
Hemos reconocido 4 afirmaciones que las podemos agrupar llegando a la siguiente síntesis: Los adolescentes buscan modos que confirmen su identidad, para ello deben adoptar una postura ante su destino, aceptando la finitud de su existencia, y el asumir la conciencia de la angustia ante la finitud les permite reconocerse como un “ser-siendo”, en tanto se presentan múltiples alternativas para desplegarse como perso-
31 nas, y encontrarle sentido a la vida.
BIBLIOGRAFÍA
En el fondo, lo principal va a ser la decisión de cada adolescente, quién va a decidir o no, finalizar su escolaridad con sentido. Acompañarlos y ayudarlos a decidir hacerlo es tarea de todos nosotros.
FRANKL, V. (1997) Psicoanálisis y existencialismo. México: Editorial FCE. FRANKL, V. (2003a) Logoterapia y análisis existencial. Barcelona: Herder. FRANKL, V. (2003b) Psicoterapia en la práctica médica. Buenos Aires: San Pablo. YALOM, I. (1984) Psicoterapia existencial. Barcelona: Herder.
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LA ILUSION QUE ME ENAMORA Por Ing.Federico M. GARCIA PRESEDO Mail de contacto: fedepresedo@hotmail.com
E
l fútbol es, por escándalo, el deporte más popular de nuestro país y del mundo. Los partidos de la copa mundial baten records de audiencia en todos los rincones del planeta, alcanzando cifras que duplican y hasta triplican las de otros eventos deportivos de alcance mundial como pueden ser los Juegos Olímpicos. Doy por descontado que todos conocen el deporte, aunque quizás no manejen al detalle la “ley del offside”, pero, seguramente, sepan de qué se trata y sus reglas básicas. Ahora bien, ¿cuántos de ustedes tienen algún conocido que sea un enamorado del deporte? ¿Algún amante de este juego tan popular? De eso se trata este artículo, es decir, voy a tratar de explicar qué significa para mí el fútbol y qué siente alguien que está enamorado del “deporte más lindo del mundo”, como alguna vez lo bautizó un conocido relator de una cadena televisiva. Hay una distinción importante que debemos hacer desde el comienzo para poder entender de qué estamos hablando. Según la Real Academia Española, un fanático es aquel “Que defiende con tenacidad desmedida y apasionamiento creencias u opiniones, sobre todo religiosas o políticas”. Siguiendo esta definición, no me considero un fanático del fútbol porque no considero que tenga que defenderlo, no es lo que me
pasa cuando pienso en el deporte, no me lleva a defenderlo. Por el contrario, a mí me gusta hablar de enamorados del fútbol, porque creo que describe mejor lo que sentimos por el juego y por mucho (no todo) de lo que lo rodea. Tiene más que ver con un estado que con una defensa desmedida, no me importa que lo cuestionen o lo que opinen desde afuera, es un proceso interno, algo que le pasa a mi yo-interior que se reconforta cada vez que pienso, siento, juego, miro o hablo de fútbol. Habitualmente en los primeros años de nuestra vida, alguien nos lo presenta a través de una pelota y en ese momento empieza el romance. Padre, tío, abuelo, hermano, padrino o amigo, siempre hay alguien que se encarga de que no falte la “caprichosa” (como bautizó Quique Wolff al balón de fútbol) y convierte inmediatamente todo aquello que tenga forma similar, potencialmente en una pelota, y genera ese impulso por patearlo simulando un gol en el último minuto contra el clásico rival. Ese impulso va a durar toda la vida señores, intentaremos disimularlo varias veces, pero siempre va a existir. Cuando era chico recuerdo ir con este impulso a flor de piel pateando al aire por la calle mientras paseaba con mis padres, simulando que le metía gol tras gol a River rodeado de una Bombonera repleta de gente. Hoy me limito a estar
33 atento en la playa cuando un grupo está jugando cerca de dónde me ubico, para poder devolverles la pelota cuando a ellos se les vaya lejos, pero el impulso sigue estando siempre al pie del cañón. Mucha gente no entiende qué nos pasa cuando vemos o jugamos al fútbol. Cuando digo “mucha gente” me refiero principalmente a las esposas y novias. En mi caso, por ejemplo, mi novia que no entiende qué es lo que pasa por mi cabeza cuando veo un partido de Boca, o juego al fútbol con mis amigos. No creo poder lograr explicarlo en su totalidad, pero aquí va un intento. En principio, no es lo mismo ver que jugar al fútbol; no es lo mismo, no solo por las obvias diferencias de ser protagonista o espectador, sino porque no es lo mismo lo que nos pasa cuando ocupamos cada uno de estos roles. Cuando soy protagonista, cuando estoy dentro de la cancha, siento que el futuro del partido depende en gran medida de lo que haga, de cómo me mueva, de las decisiones que tome con la pelota, de la entrega y sacrificio que esté dispuesto a hacer, en alguna medida me siento responsable del curso del partido. Entiendo que al ser un deporte en equipo, también intervienen las decisiones de mis compañeros, pero no puedo dejar de pensar en cómo colaborar para poder lograr un resultado satisfactorio. Por el contrario, cuando veo un partido de fútbol se viven otras sensaciones. No hay control explícito sobre lo que va a pasar, no puedo patear un penal o dar un pase gol; puedo hacer solamente dos cosas: alentar y compartir la angustia/
alegría (dependiendo del resultado e instancia del partido). Por supuesto que alentar tiene un peso mucho mayor cuando se alienta desde la tribuna del estadio por una cuestión lógica; desde el sillón de mi casa no voy a lograr el efecto deseado por más que aliente y grite con todas mis fuerzas. Por otro lado, también puedo compartir la angustia o alegría que me genere el partido con las personas que me rodean e incluso con los jugadores. El “apoyo” al cual habitualmente se refieren los jugadores tiene que ver con esto, con ese compartir de la hinchada para con los jugadores. Si me lo permiten, voy a hacer foco sobre este último punto porque creo que es lo fundamental de eso que nos pasa con el fútbol: para mí el fútbol es compartir. A lo largo de mis 27 años he visto muchísimos partidos, por supuesto que no llevo la cuenta, pero todos siempre los he compartido con alguien, antes, durante o después del partido, a través de un comentario, una charla o simplemente recordando jugadas. Lo lindo del fútbol es poder compartirlo con alguien, poder hablar horas y horas, el bien intencionado chiste de oficina, el poder recordar y encontrar en el otro lo mismo o lo radicalmente opuesto a lo que a uno le pasa con algún equipo o jugador, eso es lo lindo del fútbol. Poder sentarse en un bar con una cerveza de por medio y levantarse horas después, afónico por todo lo que se ha dejado en esa charla que por momentos se ha vuelto acalorada. El fútbol es compartir, compartir la tenencia de la pelota cuando somos protagonistas del juego, o
”
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” compartir las emociones y sensaciones cuando somos espectadores. No hay dudas de que lo más valioso del juego, lo que define si tu equipo gana o pierde un partido es el gol. Sin embargo, lo más lindo del fútbol no es justamente eso, sino lo que pasa un segundo después de que la pelota entra al arco. Es curioso pensar que en ese instante uno deja de lado el campo de juego, la pelota, los rivales, el arco, y busca a un par para celebrar el tanto marcado. Nadie festeja en soledad, siendo espectador o protagonista uno siempre busca al otro. Los jugadores profesionales miran la tribuna buscando un familiar, se lo dedican a la hinchada o buscan un compañero con el cual abrazarse, los espectadores habitualmente miramos a los que tenemos al lado para compartir ese momento o, si estamos solos, nos sumamos a los gritos que se escuchan desde afuera. A eso me refiero cuando digo que el fútbol es compartir, es celebrar un gol abrazado, es gritar un gol que retumbe en el pulmón del edificio, es dedicarle el gol al compañero que te hizo el pase, es recordar aquella jugada de aquel diez habilidoso casi sobre la línea de cal, es apoyar al que se angustia porque su equipo perdió, es alentar para que once jugadores sientan que no están solos en el campo de juego. Siempre considere al fútbol como mi manera de completar mi presentación. Siento
que me falta compartir con el otro un partido de fútbol para que me conozca ciento por ciento. No es necesario que nos encontremos en la canchita de la esquina, basta con hablar y poner al descubierto las distintas escuelas futbolísticas que cada uno sigue, pero creo que esto trasciende el deporte, es mucho más que una mera cuestión deportiva, es una manera de mirar la vida. En el fútbol se puede reemplazar cualquier cosa, salvo al otro. Podemos jugar con una tapita de gaseosa simulando que es la pelota del último mundial, o improvisar dos arcos con una silla o un banco de la plaza, podemos agarrar remeras blancas o jugar en cuero y simular que tenemos uniformes DRI-FIT, hasta podemos usar los zapatos de oficina y pretender que son los botines de Messi. Sin embargo, del otro no podemos prescindir. Podemos tener los botines de Messi, uniformes de última generación y la mismísima pelota que se usó en el mundial de Brasil 2014,pero si no tenemos otro con quien compartir el juego, no vamos a poder jugar. Podemos pasar horas y horas pateando la pelota contra una pared, pero eso no será fútbol, será simplemente patear la pelota contra una pared. Creo que algo similar pasa en la vida, podemos tenerlo todo, pero si no podemos compartirlo, no podremos jugar. Lo lindo de la vida es que es mucho más amplia que el fútbol, aquí es cuando se cae la analogía, porque no necesariamente tiene que ser una persona la que reciba lo que tenemos para compartir, sino que puede ser cualquier cosa que nosotros sintamos que nos plenifica, que completa nuestra carta de presentación, como puede ser un paisaje, un libro, la música, el arte o todo aquello con lo que podamos compartir un momento.
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”
Por sobre todas las cosas, lo que perdura en la memoria de los enamorados del futbol, por mucho tiempo, son aquellos recuerdos futboleros que nos marcaron a
fuego, que nos permitieron inflar el pecho y chapear por las victorias de nuestro equipo. Compartir la propia ilusión con otros, es la clave del disfrute del fútbol. Porque las ilusiones nunca se realizan si son egoístas, sino compartidas. Por eso, el fútbol, ilusión que me enamora, en gran medida también es recuerdo de aquellos momentos compartidos, la maravillosa emoción de haberlos compartido; hermosos recuerdos de gritar goles de Boca Juniors abrazado a mi viejo y hermano, que me van a acompañar de por vida. El fútbol, como casi todo en la vida, se convierte en un amor, cuando es ocasión de encuentro con otros, una ilusión que enamora, y eso, señores, es para mí el fútbol. Y también la vida.
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EL CUIDADO DE LAS PRIMERAS ENTREVISTAS EN LOGOTERAPIA VINCULAR (2ª Parte) Por Lic. Analía Boyadjián Mail de contacto: familiaysentido@gmail.com
“Jesús nos enseña que la obra de arte de la sociedad, es la familia” (Papa Francisco).
C
omo venimos señalando en la primer parte de este artículo, la esencia de las primeras entrevistas es dar lugar a que se expresen las personas que vienen buscando asistencia. Se trate de un paciente individual, o de una familia en sesión vincular, lo importante es que puedan sentirse lo más cómodos posible para que logren presentar la situación por la que consultan. No olvidemos que el motivo manifiesto necesita develar su trasfondo profundo y sus necesidades espirituales. Un axioma básico a tener en cuenta es que ningún relato se toma como verdad absoluta. Esto se sostiene en conceptos de la Narrativa, que nos permiten entender la subjetividad del relato, las motivaciones personales (que se basan en los contextos de su propia historia y la de su grupo), y la metabolización del suceso que cada persona realiza desde sus emociones, improntas, sistemas de valores, creencias, personalidad de base, etc. Como parámetros a considerar, podemos pensar en los siguientes puntos que deben estar presentes en estos primeros encuen-
tros: Imprevisibilidad: nunca sabemos lo que trae el paciente, ni lo que va a suceder en la consulta. Y esto sucede, no solamente en la primer entrevista (cuando esperamos a alguien que no conocemos, o de quien no tenemos información alguna), sino también con aquel paciente o familia con quienes venimos trabajando hace rato. Cada sesión es única e irrepetible, como lo es cada persona. Como también sucede con la vida: es impredecible e imprevisible. Y los recursos de la resiliencia son básicos a la hora de aceptar esta característica y transitarla. Respeto mutuo: es la piedra angular de todo encuentro, para que exista relación desde un primer momento. Para que el Logoterapeuta Vincular sea admitido dentro del sistema de lealtades de la persona o de la familia que consulta, debe transmitir una actitud de respeto profundo por lo que va a escuchar y lo que se va a presentar como motivo de consulta. Por eso es necesario que, en sesiones vinculares, logre que todos puedan expresarse y ninguno se sienta enjuiciado. El contexto que se vaya diseñando en relación a la libertad de pensamiento, al cuidado de las emociones y a la aceptación de la univocidad, son aspectos centrales para lograr un clima de confianza e intimidad.
37 Considerar a toda persona y sus circunstancias implica aceptar el grado de sufrimiento que siente frente al problema, independientemente del valor en sí que uno considere pueda tener esa situación. Así como los tiempos que cada uno necesite para fortalecerse y asumir cambios o nuevas perspectivas frente al dolor. Apertura: este punto es clave para la comprensión entre las personas. Estar abierto al otro implica una escucha atenta, con el corazón y con la inteligencia. Con el corazón, para poder percibir sus sentimientos y sus emociones, y desde la empatía poder ponernos en su lugar. Y la claridad de la inteligencia para discernir el valor de su situación y poder inferir los buenos caminos para lograr acompañarlo, y los aspectos sanos para sostenerse. Apertura implica acompañar al otro para que logre los saltos existenciales superadores para volver a encontrarse a sí mismo y no perderse en el conflicto. Disponibilidad afectiva: debo reconocer que este ítem, es uno de los aspectos que me permite trabajar con más soltura y alegría. Y tira por la borda aquella antigua consigna de “mantener la distancia afectiva con el paciente”. Si creo que lo que cura es el amor, entonces ¿por qué temerle a un afecto claro y leal, que es el leit motiv del acompañamiento? La disponibilidad afectiva funciona como el aquí y ahora de la experiencia del encuentro entre el profesional que recibe al paciente con el alma abierta, y el paciente que busca contención y una salida para sus penas o fortaleza para tolerarlas. Recordamos que la filosofía dialógica de Martin Buber se apoya en la capacidad potencial de las relaciones humanas para la
reafirmación mutua. El diálogo se transforma en el vehículo por excelencia. Y el modo de hablar del terapeuta (desde lo gestual, el tono de voz, la cadencia, la sonrisa que invita al diálogo) abre un camino entre el yo y el tú, que integra el paciente en un aprendizaje nuevo vincular que puede servirle a la hora de entender que, con respeto y ternura, se puede hablar de todo, e incluso disentir con libertad y buscar puntos de acuerdo, tolerando el desacuerdo. Todo vínculo terapéutico conlleva un desafío, ya sea en relación a la capacidad de confianza del Logoterapeuta Vincular, como a su capacidad de compromiso profesional y personal. Por esto es tan necesario el trabajo personal del profesional en cuanto a su historia familiar, y su experiencia vincular en el aquí y ahora. Porque siempre integramos nuestras relaciones familiares con la experiencia profesional. La vivencia personal del diálogo permite reeditarlo en la situación clínica y asegura la naturalidad y comodidad del clima terapéutico. Esperanza: este es un valor esencial a la hora de analizar, junto con los consultantes, el problema que expresaron y trazar “posibilidades”. Sin perder de vista la realidad de la situación, abrir la propuesta hacia las experiencias enriquecedoras (ser más, humanización), formativas (nuevos aprendizajes que ensanchan al yo y al nosotros), y trascendentes (tienen valor más allá de lo concreto, en tanto orientan hacia la plenitud espiritual personal). La esperanza también incluye el camino del “yo puedo” y del “juntos podemos”: enfrentar, decidir, tolerar, perdonar, reconciliar. Y la reconciliación: con uno mismo y con los otros es la mejor experiencia para retroalimentar una vida de fe en los vínculos
38 y sostĂŠn emocional y espiritual. Este corolario ratifica nuestra propuesta de que la Logoterapia Vincular busca desplegar la capacidad de sostener el vĂnculo con
compromiso y, por lo tanto, de confiar en el/los otro/s.