Logored . Septiembre 2012

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33– SEPTIEMBRE 2012

La piedra

EDITORIAL La piedra Por Claudio García Pintos

Nuestra portada Cárcel-Hombre (pág. 2-3) SOÑAR (pp. 4-5) REFLEXIONES EXISTENCIALES

CUANDO VIVIR SOLAMENTE, NO ALCANZA (pp.6-7)

LA LIBERTAD, DUELE Y DESESPERA (pp. 8-9) PEQUEÑAS EXISTENCIAS, GRANDES RESPUYESTAS (pp. 10-11) EL SILENCIO DE DIOS (pp.13-18)

¿PUEDE EL DOCENTE SER PESIMISTA? (pp.21-23) LOGOTERAPIA VINCULAR

LA CRISIS EN LA MITAD DE LA VIDA DEL HOMBRE QUE BUSCA “ENCONTRARSE” (pp.26– 28) POST-FRANKL

CREATIVIDAD (1º) (pp. 29-31) CARTAS DEL DESIERTO

ESPEJO VACÍO / LOS NIÑOS, LOS JÓVENES (pp.32-33)

EDITORIAL

“El hombre se autorrealiza en la misma medida en que se compromete al cumplimiento del sentido de su vida” Viktor Frankl Cuenta una conocida fábula, la historia de un caminante que se cruza en su andar con tres hombres. Ellos estaban picando piedra. Realizando los tres un arduo trabajo a pleno rayo de sol al borde del camino, el peregrino se compadece del esfuerzo de estos trabajadores y, con atenta y amorosa curiosidad, se detiene ante ellos. En el intento de iniciar un diálogo, pregunta al primero qué estaba haciendo, y éste, con muy mala cara, responde “¿No lo ve?... Me estoy rompiendo el lomo picando estas piedras”. Habiendo recibido una respuesta con tanta amargura, el caminante se dirigió al segundo hombre y le hizo la misma pregunta. Este, con un ánimo menos agresivo sino, más bien, sometido o quebrado, respondió, “¿No lo ve?... Estoy tratando de ganar un poco de pan para mi familia de la única manera que me es posible…” Persistiendo en su atenta curiosidad y compasión por el esfuerzo de estos hombres, se dirigió ahora al tercero de ellos. Este trabajaba con más ahínco que los anteriores y estaba cubierto de una capa de polvo que, adherido a su sudor, se transformaba casi en una segunda piel. Dispuesto a reci-

bir una respuesta amarga y agresiva o, quebrada y sometida, pregunta lo mismo y este hombre lo sorprende respondiendo, “¿No lo ve?... Estamos construyendo una catedral…” Cada hombre estaba haciendo con las mismas piedras, cosas distintas. Uno las estaba picando con la amargura de su esfuerzo, puliéndolas con la violencia de lo que no tenía sentido. El segundo, las cubría con el quiebre de la impotencia y una viciada manera de resignarse, posiblemente con una violencia que implotaba en el fondo de su quiebre. Sin embargo, el tercero de los hombres, ofrecía y significaba su sacrificio, en la construcción de una catedral. Muy posiblemente son tres modelos siempre vigentes, que marcan la relación de cada uno de nosotros con la piedra que nos toca vivir. Porque todos tenemos nuestra propia piedra. Quiero decir, aquello que la vida nos propone vivir y que podemos llamar, “destino”. Y dependerá de nosotros qué es lo que haremos con esa piedra. Algunos la utilizan como arma, y la lanzan hacia adelante, con la (sigue en pág.19)


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