Poesías de Miguel Ángel Sordello

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POESÍAS ESCRITOR: MIGUEL ÁNGEL SORDELLO Todo lo que escribimos, dicen, está atravesado por todo lo que leímos. Por lo tanto yo estoy traspasado por tus ojos mansos que fui leyendo con voracidad de amante desde que amanecieron en mi vida. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.) Frío. Hay calor de hogar con tu compañía de siempre. Afuera los pinchazos del invierno hieren la piel, los árboles florecen hielo. La noche tiembla en su centro. Pero tu presencia aquí enciende los besos y los deja girando en el aire hasta que encuentran los labios que esperaban esas brasas tiernas. Frío afuera, noche con fantasmas. Ternura adentro, tus caricias prenden los fogones del amor. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.)

LA LUNA DEL FRÍO El frío dibujó una luna ilusoria. Es tan grande que caben tus ojos, pero menos luminosa que tu mirada. Hermosa luna de fantasía, duerme en su gélido cielo azul. Infinito redondel de claridades y pasiones donde aún posamos los ojos asombrados. A pesar de los satélites artificiales, todavía sentimos su pulso blanco como una amorosa invitación a su hálito de sueños y esperanzas, a su círculo donde vive la ternura. Inmensa luna llena de frío, en su interior vuelan tus ojos infinitos. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.)

COSAS COTIDIANAS...


Trato de acomodar mi casa y mi vida, menuda tarea. Limpio el piso de los pasos que dejaste anoche, ordeno los sueños, excomulgo la mugre que intenta entrar con el frío. Lustro los muebles y le paso una caricia a mi alma para que no se sienta tan sola. Corro las cortinas y dejo entrar el sol por los vidrios empañados. Miro hacia el patio donde los pájaros esperan sus migas de todos los días y yo espero también que esta noche, mañana, cuando tu corazón te lo permita vengas a ayudarme con tu ternura y tu música a limpiar los rincones del silencio. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.) La mañana se impacienta dentro de los ambientes de la casa. Necesita huir de sí misma para encontrar refugio en la cintura perfecta del mediodía. Hay destellos de una ternura pasada y un desorden casi intencional. El sol hace un intento desesperado por meter su cola caliente, pero el frío se instaló, persuasivo, como una presencia palpable. Las habitaciones transpiran soledad, hay esperanza sin embargo de que cuando llegues los dos abracemos al sol y seamos, por una vez, tres amantes en un juego morboso y cálido. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.)

La noche entró en el dormitorio, así, sin permiso, imprimiendo sus oscuras huellas de frío y llenando de vacío el ambiente. La luz artificial es apenas una ilusión de claridad. La noche se adueñó de los muebles, de las cortinas y de mis emociones,


dejándome esa extraña sensación de orfandad y de reciente pasado. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.) Un helecho fue creciendo en una terraza polvorienta. Patética imagen de la soledad, intenta sobrevivir al abandono. ¿Quién alguna vez no se sintió una planta olvidada dentro de los límites de cemento de una ciudad fría y despectiva? MIGUEL ÁNGEL SORDELLO

Mientras los engranajes del universo giran en su eterno círculo de silencio y determinan las horas y los días, los dos andamos en busca del infinito, recorremos caminos ilusorios y llevamos a los sueños de la mano. Tiernas hojas de tiempo caen desde el filo del abismo y dan vueltas en la luz azul de tus ojos. Una vieja luna hecha de pan y hechizos ilumina apenas tus delgadas huellas que se afinan más a medida que te vas girando en una extraña nube de besos. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.) Hay olores penetrantes en la cocina: a laurel, a tomillo fresco y a la voracidad de tu boca. Una olla humea sobre la hornalla y el vapor caliente empaña los vidrios y deja espirales de besos en el aire. El aroma dulce del vaho nos va envolviendo como una música y nos deja salpicados de amor y con un sabor a ternura en los labios. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.)

LAS HOJAS Las hojas muertas del pasado giran en el círculo de tu alma. El viento sacude y barre las hojas nuevas de la pasión.


Pero las de siempre, las que no tienen tiempo ni historia, arden en la hoguera del amor. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.)

Amanecieron tus ojos y el dormitorio se iluminó como un horizonte, sobre tus párpados descansa toda la luz. Afuera continúa nublado, un melancólico cielo de zinc se empieza a desmadejar lentamente. Nosotros tenemos las manos transparentes, traslúcida la piel de los besos: tu luminiscencia se esparció igual que un mar de brasas y dejó espacios encendidos y chispas de ternura. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO Estoy arañando las palabras precisas para decir lo que quiero decir: tengo las uñas llenas de inquietudes, de dudas y de sueños antiguos. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.) Fuiste más allá del dolor. Estiraste la piel de los besos hasta desgarrarla. Las caderas frías de la luna se amarraron al silencio, los labios azules del viento sintieron el roce del infinito. Y después apartaste los sueños, como si fueran objetos usados y dejaste tu cuerpo temblando para que lo contemplara la noche y te hiciera sentir su filo blanco. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.) Desempolvando la vida busqué cosas tuyas que me salvaran: una foto, un perfume, una caricia caída del alma. Pero nada hallé. Un amigo llamó a la puerta.

DESDE SIEMPRE


Desde la mañana, desde los huesos, desde ayer me duele la manía de tu ausencia. Desde abril, desde tu tristeza por las hojas dormidas en su otoño. Desde las raíces, desde la sangre, desde la saliva de tu lengua. Desde el silencio apagado en el tiempo, desde la pulsión de mi sexo me duele tu ausencia como una cruz. Desde el blanco de mis ojos, desde el contorno erizado de la piel. Desde la luz de la esquina, desde los cimientos, desde la moldura de la boca, desde los besos reprimidos me duele tu ausencia, siempre. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.) Tu llegada tendió un puente: cuando lo crucé descubrí que podía caminar y que había otros huesos temblando en la soledad. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO Me voy cayendo por tus pechos por tus caderas hasta llegar irremediablemente al abismo donde duerme el sueño y el orgasmo MIGUEL ÁNGEL SORDELLO

Tu eternidad no es más que el instante fatídico y furioso donde dejo caer los besos. ……………………….. ¿Qué, dónde, cuándo, cómo, por qué? Dejé mis besos gastándose sobre la curvatura de tus muslos mientras te alejabas en un nuevo sueño con la decisión ardiente de un corazón lastimado porque necesitaba sentir mis lágrimas navegar en tu herida.


LIMPIEZA Día de limpieza general. Tiré media vida de recuerdos a la basura. Olores viejos de perfumes, de piel usada, flores secas que continuaban muriéndose entre las páginas de algún libro. Mandé a la papelera de reciclaje todo lo que ya no me hacía temblar. Menos tus últimas palabras. No pude. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO

Sentirás el olor a pan como si viniera de tu propio cuerpo, tibio de senos ariscos, rubio de pies cruzados en la sombra. Dormirás como el mismo otoño, te dolerán las cicatrices añejas igual que cruces tatuadas en los ojos. Y me esperarás tendida en tu silencio, hamacándote con las hojas del olvido, triste heredera de la noche, alegre instigadora de la madrugada. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.)

Si la poesía no contiene revolución, deja de ser imprescindible: UN SOLO PAN Hay un solo pan sobre la mesa y varias bocas esperando. Afuera llueve y el agua se mete en las venas y adelgaza la sangre hasta ser un líquido amarronado. La belleza de la lluvia cayendo no alcanza, apenas emociona al propio paisaje que se mira a sí mismo como en un espejo de agua. Adentro sigue el hambre mordiendo los estómagos y las conciencias demasiado frágiles. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.)


¿Alguien preguntó por qué el silencio oxida las campanas y tuerce la boca del viento? ¿Alguien sabe por qué nos sentimos infinitamente solos cuando la noche abre sus ojos? Nadie sabe que no estás y entonces todos creerán que cantan los grillos y las chicharras coloradas del estío aunque las manos del invierno muerdan la piel y los labios. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.)

¿La luz venía de tu corazón? La llevabas presa en los ojos y cuando dejaste de soñar un incendio nos fundió la piel.

Amanecimos de ternura, de pájaros tibios, de luz palpitante. Amanecimos, compañera, en el círculo liso del silencio y enseguida nos subimos al tren arisco del sonido. Amanecimos de blanco, de sábanas revueltas y soñolientas. Amanecimos y la urgencia del sol te tocó los pies. Amanecimos y el amor se repartió con caricias nuevas, con una infinitud de besos delgados y filosos. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.) NIEBLA Andamos un paso y ella ya se lo devoró. Es tan tupida que parece de piedra. La niebla es un fantasma de artificio, hecho de todas las miserias cotidianas. Su espesa presencia tiene la soledad de lo urbano, la pobreza de las calles en su garganta.


Un transeúnte camina como en un campo minado, la mirada llena de niebla o de tristeza. Aunque el sol la excomulgue como a un vampiro, siempre está nublando los corazones inocentes y llenando de angustia los ojos más puros. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.)

LA TORMENTA Y hasta que llegó la tormenta. Feroz bienvenida al invierno y a mis emociones trémulas. Los árboles florecieron frío, se llenaron de gotas de memoria y se sacudieron los recuerdos. El filo rojo de un relámpago me hirió los pensamientos y despertó los sueños de las hojas. Algún pájaro cambió la voz para desafiar el sonido de los truenos y se fue volando hacia tu pecho. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.)

Casi llueve. Apenas unas gotas de lástima humedecen el piso y mis hombros. Un viento leve como un suspiro de ángel mueve sólo mis recuerdos. El cielo es un indefinido secreto donde se amontonan nubes y me las va dejando suspendidas sobre mi soledad. Casi llueve. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.)

MUJERNATURALEZA... Verde de musgo, de tiempo y de sueños. Madura de amores, soledades y traiciones. Emergiendo siempre de la eternidad de la tierra y su hendidura vital. Compañera natural de los dioses pasados y su destino de piedra.


Heredera de la sangre verde y de las manos verdes que te acarician la piel verde. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.)

INFINITO... Un caballo cruza hacia el infinito, cabalga sobre la arena azul del tiempo. Una gota de eternidad cae de la noche y resbala por la candidez de tus mejillas. El corazón palpitador del viento me trae el sonido leve de tus pasos, apenas lejanos, apenas invisibles. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.)

UNA LUNA Una voz de luna. Que acaricia de blanco. Que llueve hilos sobre tu cabeza y teje recuerdos y sueños que vas deshilvanado como guirnaldas. Un beso de luna. Que erupciona ternura en tu piel. Que deja cicatrices ilusorias y sigue mordiendo el pulso del viento hasta destilarlo en el agua de tus ojos. Un abrazo de luna. Que te devuelve el calor del día y aprieta la esperanza contra mi pecho y nos tuerce las manos y los besos hacia la luz del alba. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.)

FELICIDAD Feliz. Ni sé por qué. Porque sí. Porque aún sueñan los pájaros en su cielo de estaño, aún las estrellas velan la noche en un alegre funeral blanco. Porque aún los niños juegan a ser grandes y los grandes quieren nuevamente ser niños. Porque aún el viento bate sus alas y deja caer las hojas olvidadas. Porque aún el amanecer llega palpitante como un viejo corazón al que amamos.


Porque aún tu amor arde compañera con las brasas de siempre y en la misma hoguera de pasión y ternura en la que nos incineramos. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.) AMÉRICA Aún una gota de sangre suele caer. Aún la traición de la piedra arde en los más antiguos fogones del sacrificio. Aún las lanzas aúllan en el viento antes de caer en la arena del olvido. Aún los penachos rojos de amor tiemblan y coronan las noches y sus ciclos. Aún la muerte arde en los cuchillos y se sacrifica sin cruces y sin rezos. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.) ALAS Hay alas en el aire. Un ejército de ángeles azules recibe a la noche como a un amante tardío. Vienen llegando otras alas desde un horizonte pagano. Un susurro agitador gira con las hélices del viento. Nosotros también tenemos alas, las batimos al ritmo del ocaso, de los sonidos del ocaso. Nos dan la agudeza del cariño, la fuerza de la ternura y la pureza de la pasión. Llegan más alas desde el otro lado. Del lado del perdón, de la música de violines celestes, de la plenitud gigante del amor. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.)

LA ESPERA Un frío cielo de acero deja caer cuchillos en forma de palomas. Abajo, los hombres parecen felices junto a su fogón de sueños inútiles. Esperan.


Un tren aúlla a lo lejos, ya pasó y demasiado tardará en regresar. Los hombres esperan. El ocaso tiembla en su nido de colores sin sonido y esparce más tristeza todavía. Esperan. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.) INVIERNO: Una gota de frío, la ausencia de una hoja. Un viento trémulo entre las alas del gorrión. Un hormiguero tibio con provisión de ternura. Un fogón de sueños levantándose del fondo de la tierra. El origen del infinito, el dios del hielo va y viene desde los corazones sin sangre y sin latidos al pulso caliente de la vida. Un espacio nuestro, cavidad adentro. Un hueco blanco y escarchado donde depositamos las esperas y las ansias. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R. te suelto para que te busques en la urgencia del mañana para que sientas la voracidad del viento el tembladeral de la noche para que oigas el mudo silencio y veas la oscuridad para que vuelvas cuando la impiedad del mundo te desnude los colores


ahora te suelto MIGUEL ÁNGEL SORDELLO AMÉRICA INDÍGENA La noche de los tótems duerme su perpetuo sueño traicionado. Una luna llena de miedo deja caer regueros de sangre y tizones apenas apagados. Una antigua divinidad de barro contabiliza las muertes silenciosas que vienen anunciándose desde siempre. Una traición casi consumada deja sepultados todos los dioses antiguos y su violado destino infinito. América está sola en su lucha. Se sigue desangrando a coágulos cada vez que alguien ignora o desprecia su pasado doloroso de lanzas venenosas clavándose en el corazón instintivo del origen.

La vida empuja irremediablemente hacia el estallido de los brotes deja atrás la dolorosa piel de la ceniza a las manos arrugadas del frío le florecen caricias nuevas un resplandor como de silencio quiebra la levedad del día y asciende hasta las nervaduras azules esperamos ansiosos la llegada de los infinitos espejos capaces de reflejar las emociones del mundo el pulso de tus besos MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.)


PRIMAVERA se aligeran las emociones el aire delgado como un rocío un perfume desenterrado el gato tendido al sol pequeño paisaje acicalándose la felicidad ajena y distante también parece nuestra un brote de ternura en tu ombligo salpicadura fresca de helechos renace la enredadera que nos envuelve irremediablemente en la vida en los sueños MIGUEL ÁNGEL SORDELLO Dicen que todos tenemos un niño en el corazón. Pero sólo algunos podemos desplegarlo como un pañuelo de colores y ofrecérselo a quien lo necesita. Un pañuelo hecho de todas las emociones juntas, de todas las flores y brotes de luna. Un pañuelo capaz de elevarse como un beso gigante sobre las sonrisas del mundo. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO Desde el cielo pasado que te amo, desde el último horizonte que tocamos con los besos. Desde la eternidad


de la noche que se nos vino encima y la estoqueamos a punta de estrellas filosas. Desde la luna pasada que te amo, cuando amaneció redonda y pesada como una parturienta. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO La lluvia cae como sangre o arena, lava las penas y purifica la mirada. Desencadena la angustia en forma de labios, de manos que besan. Redondea las piedras que esperan la redención desde milenios. Acaricia las hendiduras y a través de ellas mete sus pies, leves, apenas más pesados que la piel de tus besos. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.) Nuevamente llegaste de la cordura: con las llaves sin olvidar, una media corrida, el labial apenas rojo, el olor de la rutina en el pelo. Sin embargo, poco te duró. Regresaste a tu comarca ilusoria con el rubor de la diablura, un intacto labial de luna, la delgadez de tus piernas desafiantes,


tus interminables ojos de vidrio en los que puedo reflejarme cuando llegás de la cordura. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.) Adherido a tu boca: así me siento, como si fuera tu pezón pero que se abre en una dulce explosión. Una flor de militancia que estalla en la noche azul del combate. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO un piedrazo en el espejo se hacen astillas los besos reflejados las manos crispadas que miran las caricias perdidas tus ojos negros se vuelven polvo de vidrio

Llueven meses de espera, de estar mirando al cielo para ver caer pájaros de agua. Llueve también tu desamor y la melancolía de lo gris. Llueve a cántaros tu ausencia, deja ríos en las calles y una tristeza espesa corriendo por la sangre. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO Por la ventana entró la urgencia de la mañana, los besos tatuados en una piel gris y las salpicaduras de un corazón herido


que anoche, insensato, no dejé entrar. MIGUEL ÁNGEL SHacía dos horas que miraba el ícono de la papelera de reciclaje y no me animaba. Hasta que pude: puse el cursor sobre "vaciar", apreté, y se fueron para siempre los besos y las caricias que guardaba por las dudas y también las palabras que tantas veces te escribí. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO ORDELLO

DETRÁS DE TUS OJOS Detrás de la ventana de tus ojos está mirando ansiosa mi niñez cómo la noche camina de la mano con un cándido y manso silencio. Entonces la luna se ha vuelto de papel, el viento juega a los remolinos en el cielo y el infinito no encuentra su principio. Yo ya no sé si la noche se parece a tu alma o en tu alma anidan la inocencia y los sueños. Pero sí sé que tu mirada tiene el centelleo purificador y dulcemente ingenuo del amor. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.)

DETRÁS DE TUS OJOS Detrás de la ventana de tus ojos está mirando ansiosa mi niñez cómo la noche camina de la mano con un cándido y manso silencio.


Entonces la luna se ha vuelto de papel, el viento juega a los remolinos en el cielo y el infinito no encuentra su principio. Yo ya no sé si la noche se parece a tu alma o en tu alma anidan la inocencia y los sueños. Pero sí sé que tu mirada tiene el centelleo purificador y dulcemente ingenuo del amor. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.) En las ojos de alguien que me mira mi corazón gotea ternura. Tienen pájaros pintados en el sueño y un beso desplegado en los párpados. Una luz marina amontonada en las pupilas que tantas noches actuó de faro. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.) ¿TARDE PRIMAVERAL? La luz tiembla de deseos hoy, atraviesa airosa la distancia de los pájaros en un agosto irregular. Es un encuentro mágico y pegajoso con la miel celeste y casi estival de una tarde dulce de domingo. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.) AÚN ES TIEMPO Aún canta la noche dentro de tu boca, aún se desnudan las estrellas en el agua de tus ojos. Aún el infinito


duerme sobre tu piel y la puebla de besos y distancias, de miradas indiscretas y de manos ansiosas. Aún el viento pasa silbando entre tus senos y escribe antiguas historias de dioses y mujeres copulando. Aún el tiempo te va torciendo el alma y los huesos hacia la curvatura de mis labios. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.) 1° de agosto: día de la Pachamama Perdura mi vida dentro de los huesos que se tuercen hacia la tierra. Hacia esta tierra gastada por los hombres, bendecida por los dioses. Madre tierra nuestra que estás en el cielo, madre tierra nuestra de cada día que vamos maldiciendo de a poco, cortándole los brazos verdes, taladrando su suelo noble para que se vuelva arisco. Tierra que fue indomable, originaria y negra, y ahora ya es una fiera mansa, cansada y sedienta, atrapada detrás de las rejas absurdas de la dominación y la omnipotencia.


Espero que no llegue la hora indecorosa de tu muerte definitiva y tengas que resucitar del mero polvo, de la nada. Oh cantores, oh poetas, oh antiguos sacerdotes denle su comida que espera desde siempre, desde los tumultuosos orígenes. MIGUEL ÁNG

EL SORDELLO (D.R.) Una lamentable imagen urbana:


Tracción a sangre, a dolor, a desgarramiento de pezuñas, a refriegue sobre el asfalto caliente. Indecencia por pretender vivir, por querer mascar la savia fresca. Tracción a sed, a hambre, a látigo de sol y de luna. Sólo la muerte, pavoroso espectro en el cemento, le da la dignidad de la vida. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.) FINAL DE UN POEMA ...y fue cuando acariciaste la nostalgia con tus besos. Yo tenía el alma apretada en la garganta de la noche y pude al fin gritarle al viento que ahora sí, que había llegado el momento, y te fuiste. MIGUEL ÁNEL NIÑO POBRE Cada vez que un niño mira con pobreza unos ojos poderosos y duros todo el amor cae como un satélite, se astilla igual que la noche en la ingratitud de la madrugada. Toda mi poesía se vuelve barro, oscura lengua quemada. Patria olvidada de un dios mezquino.


Y urgencia del hombre por la voracidad de su propia vida. MIGUEL ÁNGEL SORDELLO (D.R.) GEL SORDELLO Te di un verso, a las apuradas como si no te quisiera, como si tuviera que salir a escribir otros versos sobre otras bocas. Te di un verso, a las apuradas como si no te quisiera, como si tuviera que salir a escribir otros versos sobre otras bocas.





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